Miguel Ángel Núñez's Blog, page 12

February 21, 2020

Negar a la esposa



Cuando estaba por entrar a Egipto, le dijo a su esposa Saray: Yo sé que eres una mujer muy hermosa ” (Génesis 12:11)

El capítulo 12 de Génesis es escabroso, de pronto parece mentira que se hubiera escrito o que la historia hubiese ocurrido, pero es real. Abraham, casado con Saray, tiene miedo de que le hagan algo a él por estar casado con una mujer tan hermosa. Teme, increíblemente, por su vida, no por la de su esposa, lo que resulta extraño. De hecho, no tiene empacho en poner en riesgo la vida de ella con tal de proteger la suya, es un ejemplo de machismo, pero teñido de cobardía y de una actitud sinvergüenza.

Se puede pintar la actitud de Abraham con los colores que se quieran, pero no deja de ser una figura propia de su tiempo: Machista, androcentrista, sexista y apegado a las normas y reglas de la época, que exigían, entre otras cosas, que la mujer estuviera al servicio del varón y la mujer, se sometiera de manera sumisa sin decir nada. La mujer no tenía ningún derecho.

Como era de esperar, Saray fui codiciada y llevada al palacio del faraón para que se convirtiera en una más en el harem del palacio. No había ningún tipo de consideración al respecto, cuando una mujer le agradaba a alguien de poder, los demás tenían que entregarla sin miramientos, salvo que fuera casada, y en ese caso, lo más fácil era asesinar al marido, como temió Abraham.

Dios vino en auxilio de Abraham, y condenó a Egipto a algunas plagas que hicieron sospechar al Faraón de que algo no estaba bien, cuando se dio cuenta del engaño, obligó al patriarca a abandonar Egipto, eso es extraño, porque tenía el poder de asesinarlo por la mentira de la que había sido víctima, pero, seguramente tenía miedo porque se dio cuenta que había un poder superior que estaba en el asunto.

Algunas mujeres se quejan del trato que reciben y sigue siendo indignante en muchos casos, pero los “santos” patriarcas eran mucho más infames en su trato a sus esposas y en general quedaban impunes frente a todo el daño que hacían. El relato mantiene un cauto silencio sobre lo que realmente sucedió con Saray en el palacio, pero no es extraño que fuera abusada, porque a fin de cuentas, no era más que una mujer y la vida de Abraham, valía más que la de ella.

Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 21, 2020 15:30

February 20, 2020

El silencio de las esclavas



“Entonces ella tomó a Agar, la esclava egipcia, y se la entregó a Abram como mujer. Esto ocurrió cuando ya hacía diez años que Abram vivía en Canaán” (Génesis 16:3)

Lo que hizo Sara no tiene justificación, pero lo que hizo Abraham es repugnante. Sara violentó a su esclava tratándola como si fuera nada más y nada menos que una incubadora, sin derecho a opinar. Pero Abraham, la violó. No se puede usar otra palabra, porque allí no hay consentimiento, hay simple y llanamente un acto vergonzoso y que no tiene la más mínima justificación.

En ocasiones se pretende eximir a los patriarcas de culpa, pero no hay excusa. Un acto es malo aunque quien lo realice cumpla una función espiritual importante.

No era que Abraham fuera ingenuo o no supiera lo que era bueno o malo, tenía 85 años y Sarai 75. Lo que hicieron estaba establecido en el Código de Hammurabi, que en caso de esterilidad de la esposa, ella podría proveer una concubina, generalmente una esclava. El hijo que nacía se consideraba hijo de la esposa y no de la pobre mujer que había sido obligada a concebirlo, a menudo, en contra de su voluntad.

Lamentablemente con este gesto Abraham lo único que hizo fue demostrar su debilidad, y el ceder a las presiones de una esposa demasiado ocupada en el “qué dirán” y en la tradición, que fácilmente olvidó la promesa de Dios y se guió por soluciones humanas a algo que no tenía ningún sentido humano.

En general, las mujeres son invisibilizadas en el relato bíblico androcéntrico y misógino, pero aún más las esclavas, muchas de ellas, a las cuales ni se las recuerda con nombre.

Como señala la escritora Elisa Estevéz López: “las esclavas son las grandes ausentes, las voces silenciadas por excelencia” (Estevéz, 1997: 221). Agar no existió como personaje sino hasta el abandono de Abraham, y aún allí está victimizada y maltratada en un contexto donde lo único explicable es que hay mujeres que tratan a otras mujeres como seres humanos de segunda categoría, y varones, que sienten que las mujeres son solo “cosas”, y algunas, de menor valor que otras, y por lo tanto merecen todo lo que pueda pasarles. Extrañamente eran creyentes.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 20, 2020 15:30

February 19, 2020

Mía o de nadie


“Lamec dijo a sus mujeres Ada y Zila: «¡Escuchen bien, mujeres de Lamec!” (Génesis 4:23)

El 24 de abril del 2018 era un día habitual en la vida de Eyvi Agreda, una joven estudiante de 22 años de Miraflores, distrito de clase media alta en Lima, Perú. La joven iba, como era su costumbre, en un autobús. De pronto sintió que un hombre desde atrás le tiraba gasolina mientras le decía:

—Serás mía o no serás de nadie.

Acto seguido le prendió fuego. Eyvi, con su cuerpo casi totalmente quemado fue trasladada a un hospital donde padeció durante 40 días y finalmente murió.

El atacante, que no merece ser nombrado, intentando justificar lo injustificable señaló con la mayor naturalidad del mundo que su intención era darle un escarmiento y quería solo quemarle el rostro, para que ella nunca más fuera “apetecible” para otra persona.

Es una tragedia, sin embargo, lo más dramático es que muchos varones piensan de manera similar.

La Biblia registra al primer polígamo, Lamec, que comenzó a tratar a sus esposas como su propiedad personal. El “mis” mujeres, adquirió tintes de propiedad, tal como ocurre en la mente de millones de hombres que consideran que tienen derechos inalienables sobre las mujeres que los han elegido como compañeros y no como amos.

Lamec seguramente no sabía o no entendía el daño que le estaba haciendo a la humanidad al introducir el concepto de propiedad aplicado a un ser humano.

La compañera no “mía” es una persona libre, que ha elegido voluntariamente ser parte de mi vida, pero de una forma pactada, no violentada por una cosificación de su ser como individuo.

Muchos aún no entienden que la esclavitud acabó hace mucho y que el tratar a otra persona como si fuera de nuestra propiedad va en contra del diseño que Dios estableció para la relación de un varón y mujer. Paridad, basada en la equidad, no una relación de amo y súbdita.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 19, 2020 15:30

February 18, 2020

Obstáculos



“Lo soportamos todo con tal de no crear obstáculo al evangelio de Cristo” (1 Corintios 9:12)

En el año 1986 la escritora Elizabeth Cady Stanton hizo una declaración que para muchos religiosos cristianos debe haber sonado muy duro, ella escribió: “La Biblia y la Iglesia han sido los mayores obstáculos en el camino de la emancipación de la mujer”.

Puede ser que para alguna persona de esas que defiende lo indefendible dicha aseveración parezca extemporánea o fuera de lugar, pero permítame recordarle algunos ejemplos:

En algunas iglesias cristianas (me consta de algunos países latinoamericanos y del antiguo bloque soviético), a las mujeres no les está permitido hablar en público.

Muchas congregaciones cristianas suponen que las mujeres no tienen ni la capacidad ni las posibilidades de ser líderes en sus respectivas comunidades, esa es tarea reservada exclusivamente a varones.

En muchas congregaciones aún se supone que la mujer debe quedarse al lado de su marido, incluso aún cuando exista adulterio, violencia o incluso, abandono económico y afectivo.

Una entrañable amiga, abogada de profesión, me decía:

—Cada vez que voy a la iglesia tengo que tragar saliva y hacerme la idea de que durante algunas horas seré ninguneada. En mi trabajo soy líder de opinión y tomó parte en procesos difíciles y complejos. En la iglesia soy simplemente un adorno, lo más que podrían permitirme hacer es realizar alguna oración y siempre y cuando no opaque a algún “santo” de la iglesia.

No es un caso ajeno a la realidad. Es, lamentablemente, el pan cotidiano en la mayoría de las congregaciones cristianas que sostienen que la mujer está para ser subordinada, así que Elizabeth Cady Stanton, muchas interpretaciones de las Escrituras, simplemente, han sido un obstáculo para que se entienda la equidad, los derechos, y la paridad de la mujer y el varón. En pleno siglo XXI algunos “santos varones” siguen actuando como si la iglesia fuera un reducto patriarcal machista.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 18, 2020 15:30

February 17, 2020

Ni una mujer virtuosa



“Aunque lo he investigado una y otra vez, veo que aún no encuentro lo que buscaba. Hay solo un hombre virtuoso entre mil, ¡pero ni una sola mujer!” (Eclesiastés 7:28 NTV)

Hace poco, en el contexto de las preguntas que me hacían luego de terminar una de mis conferencias me preguntaron si la Biblia era un libro machista y respondí que sí, sin lugar a dudas, y no solo eso, sino que contiene conceptos que mal leídos o interpretados pueden ser sumamente peligrosos para una mujer. Definitivamente, la mala lectura de la Biblia y el análisis no equilibrado puede ser altamente nocivo para las mujeres.

Creo que no exagero cuando digo esto. Porque no decirlo es avalar conceptos que son absolutamente nocivos para el ser mujer. ¿Cómo es que sigo creyendo en la Biblia entonces?

Porque he logrado separar lo que es netamente de origen divino y aquello que corresponde a la cultura y los tiempos de quienes escribieron. Los escritores de la Biblia no dejaron de ser humanos cuando redactaron la Escritura. Dios no es el escritor de la Biblia, decirlo así induce a error. La divinidad inspiró, pero quienes eligieron la forma de expresarse fueron seres humanos finitos y con una tremenda carga de sexismo, androcentrismo y machismo.

Por ejemplo, en el versículo que encabeza esta sección, escrito por quien fue considerado en algún momento como el hombre más sabio de la tierra. Su afirmación es que después de investigar fue capaz de encontrar hombres virtuosos, pero no a una mujer con las mismas características de virtud. ¿Se imaginan cuánto sufrimiento ha causado este versículo? ¿Cómo le machacaron a las mujeres durante siglos este concepto suponiendo que ninguna mujer era buena, simplemente, porque el sabio Salomón lo decía?

La Biblia contiene conceptos que son peligrosos para las mujeres, que en manos y en labios de hombres inescrupulosos, poco sabios, y faltos de sabiduría pueden convertirse en armas de destrucción y en medios de humillación y acoso para las mujeres. Siempre es preciso leer el contexto, entender la cultura desde la que se produjo el pensamiento y analizar con detalle si es aplicable dicha idea en contraste con un Dios justo, misericordioso y que no hace acepción de personas.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 17, 2020 15:30

February 16, 2020

Para instruir en justicia



“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16)

Pablo dice taxativamente que una de las funciones de la Escritura es “instruir en justicia”. La mayoría de las personas no cuestiona dicha expresión, porque en realidad, promueve algo positivo, pero, ¿y si no fuera así?

Algunas preguntas me surgen cuando veo la manera en que algunas personas utilizan la Biblia para justificar sus preconceptos culturales y suponer que su interpretación sexista está afirmada por la Biblia. Algunos de los argumentos que he escuchado son:

La mujer no puede predicar, todos los discípulos de Jesús fueron varones. Esa es una media verdad. La realidad es que había mujeres discípulas y el grupo selecto de Cristo no terminaba en los 12, que eran solo un símbolo de Israel. Lucas menciona a varias y por nombre en el capítulo 8. Pero, lo más preocupante es el absurdo de este argumento, si las mujeres no pudieran predicar porque, supuestamente, no hubo varones entre los discípulos, tampoco podrían hacerlo los sudamericanos, los japoneses y los asiáticos, porque no había nadie de otra raza que no fuera la semita.

Las mujeres no pueden ser pastoras, solo hubo sacerdotes en el Antiguo Testamento. Este argumento está sustentado en la ignorancia. Sí, hubo sólo sacerdotes, pero las razones no tienen que ver con el género, sino con lo que significaba la mujer en el mundo antiguo en el contexto de la religión pagana. Pero, lo más grave es que este argumento es falso, porque el sacerdocio no es equivalente al pastorado, no hay ninguna alusión a un paralelo entre sacerdocio y pastorado en el Nuevo Testamento, por lo que tenemos otro argumento persuasivo pero falso.

En realidad, cuando se analiza con cuidado cada uno de los argumentos que se dan para oponerse a la participación plena y sin discriminación de la mujer, lo que hay es una enseñanza que nada tiene que ver con la justicia que promueve la Escritura, al contrario, dichas interpretaciones producen un sesgo donde la mujer es vista, simplemente, como un agregado sin valor en sí misma, lo que es contrario a la Biblia.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 16, 2020 15:30

February 15, 2020

Textos de terror



“¿Qué haremos en cuanto a las mujeres para los que han quedado? Nosotros hemos jurado por Jehová que no les daremos nuestras hijas por mujeres. Entonces la congregación envió allá a doce mil hombres de los más valientes, y les mandaron, diciendo: Id y herid a filo de espada a los moradores de Jabes-Galaad, con las mujeres y niños. Pero haréis de esta manera: matareis a todo varón, y a toda mujer que haya conocido ayuntamiento de varón. Y hallaron de los moradores de Jabes-Galaad cuatrocientas doncellas que no habían conocido ayuntamiento de varón, y las trajeron al campamento en Silo, que está en la tierra de Canaán” (Jueces 21: 7, 10-12)

Seguramente, todo padre o madre cristiana le habla a sus hijos de la importancia del amor, la tolerancia, el respeto y el considerar a otros. Eso es “cristiano”, decimos, con certeza. Hasta allí, bien. El problema es ¿qué hacemos con los textos de terror que hay en la Escritura?, el que antecede esta reflexión, por ejemplo. Escritos que no podemos obviar.

Gente del pueblo de Dios entrando a un pueblo y asesinando a todas las mujeres, varones y niños que encontraron, excepto a 400 señoritas que eran vírgenes, que fueron tomadas como rehenes, y llevadas a tierra de Israel y convertidas en concubinas de los vencedores. En otras palabras, violadas y abusadas, porque supuestamente “el pueblo de Dios” había ganado.

¿Pueden imaginar el horror que contienen estos pocos versículos? Muchas personas han vivido situaciones horrorosas, sustentados en estos textos. Me recuerda a los peores momentos de la guerra de los balcanes, del genocidio de Ruanda, las masacres de Somalía, los abusos nazis o los horrores que pasó el pueblo armenio, por no mencionar los latinos, chinos, y otros pueblos que han vivido situaciones parecidas.

Cualquier persona con un poco de sentido de humanidad sabe que estos versículos no se corresponden con la visión de un Dios que proclama a todas voces que es justo, misericordioso y lleno de amor. Con un Jesús muriendo en la cruz para dar su vida por la humanidad. La única manera que tengo de entenderlo, para no caer en la bibliolatría, es entender que muchos individuos se excedieron, dejaron que sus concupiscencias los gobernaran, y en su vesanía, inventaron la excusa de que eso era voluntad divina, lo que es simple y llanamente una mentira.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 15, 2020 15:30

February 14, 2020

Violación consentida

  “Se casará con la joven por haberla deshonrado. En toda su vida no podrá divorciarse de ella” (Deuteronomio 22:29)

Ya hemos hablado de este versículo y de lo horroroso que son los otros textos que le acompañan. Deuteronomio 22 debería ser puesto en la larga lista de textos de la Biblia que han servido para trasladar el horror y el abuso a la familia y a la mujer. Muy que le pese a quienes hacen una lectura literalista de la Escritura.

Este texto en particular nos habla de una mujer que ha sido violada, y se sorprendió al violador abusándola (nada dice de quiénes no eran sorprendidos, en ese caso, el silencio contribuye a la impunidad). La solución sexista y androcéntrica de la época, que no puede ser de factura divina, sino de un Moisés que siguió las leyes de sus vecinos, es pagarle una multa a su padre por el daño efectuado a la mujer y a ella, entregarla como esposa a su abusador. ¡Es horroroso! ¡Y si no lo había notado, está en la Biblia!

¿A qué padre se le ocurriría en su sano juicio entregar a su hija como esposa de su violador? En este caso, para obligarla a seguir siendo violada el resto de su vida, con total impunidad, y ahora, con la sanción social “respetable” de haberse casado. Cuesta creer que estas concepciones horrorosas están en la Biblia, pero a la luz de la justicia, del derecho y del sentido común, es preciso criticarlas y oponerse a una forma de ver a la mujer como mercancía que nunca ha correspondido y está lejos de un Dios que creó a varones y a mujeres a su imagen.

La investigadora Sara Cuenca Suárez, de la Universidad Complutense de Madrid identifica en un trabajo de exploración lo que ella denomina “violación consentida”, es decir, “la violencia estructural e intrapersonal que sufren o experimentan las mujeres cuando acceden a mantener relaciones sexuales sin el componente del deseo” (Cuenca 2015:57). Lo que describe este texto bíblico, es exactamente lo que señalan las investigaciones actuales. Una persona que es violada permanentemente, simplemente porque “está obligada” por las circunstancias. ¿Se imaginan lo que habrá sentido la mujer que describe el texto el resto de su vida y las miles de mujeres que fueron obligadas a casarse con sus violadores por una interpretación errónea de la Biblia?
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 14, 2020 15:30

February 13, 2020

Sexualidad consentida



“Entonces tomaron como mujeres a todas las que desearon” (Génesis 6:2b)

En el contexto de las relaciones de pareja suele hablarse del sexo como un “deber” conyugal. Esa sola expresión ha sido causal de millones de lágrimas y sufrimiento para muchas mujeres que a lo largo de los siglos, y con un supuesto fundamento bíblico, ha sido obligadas a participar en relaciones sexuales no consentidas, y con el apoyo de líderes religiosos que consideran que no pueden ni deben oponerse.

En los últimos años han surgido campañas con el lema “No es no”, o “Si no hay consentimiento es violación”, y algunas similares, para hacer conciencia de que la mujer tiene todo el derecho del mundo a decir no, y tener una relación consentida, aún estando casada o en una relación de pareja estable.

Muchos, incluso, utilizando el púlpito han enseñado que cuando una mujer se casa renuncia a su cuerpo y éste, le pertenece al marido. Solo decirlo así es enfermo. Nadie puede pertenecer a otra persona, eso es esclavitud. Si las relaciones sexuales en la pareja y el matrimonio no son consentidas, entonces, simple y llanamente es violación, aunque se quieran usar eufemismos o expresiones de buena crianza. Las cosas por su nombre “no, es no”, y punto.

Quienes deben empoderarse de este pensamiento son las mujeres. Porque muchas actúan como si padecieran de “indefensión aprendida”, como si no fueran capaces de defenderse y tengan que someterse a ese régimen indigno.

Con ese mito que se ha creado por la mala utilización del texto bíblico de Génesis, de que “ya no son dos, sino son uno”, sin entender ni la metáfora ni el sentido de lo que la Biblia dice, muchos varones se consideran dueños de sus esposas, y eso, aparte de ser incorrecto, es abuso, así, sin atajos mentales.

Una relación de pareja se forma entre dos personas que siguen siendo individuos y tienen no solo conciencia personal, sino necesidades diferentes. Un varón, que estando en pareja o casado, fuerza a una mujer a tener relaciones sexuales, no es diferente de un violador de esos que son llevados a la justicia por obligar a alguien a participar en un acto que no quiere. Si la sexualidad no es consentida, entonces, no es relación.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 13, 2020 15:30

February 12, 2020

Micro violencia sexual



“El hombre debe cumplir su deber conyugal con su esposa, e igualmente la mujer con su esposo” (1 Corintios 7:3)

Trato de imaginar cuántas mujeres sufrieron a causa de este versículo “inspirado”, que no es más que la opinión patriarcal de un hombre, bien intencionado como Pablo, pero mal enfocado. En la cultura del análisis de la Biblia no nos atrevemos a criticar a los autores de la Escritura, porque en una mala comprensión de la inspiración suponemos que “Dios les dictó lo que habían de escribir”, lo que no es cierto.

Lo real es que en algunas cosas Pablo fue un adelantado a su época y logró traspasar los mitos culturales de la época dándole a la mujer el lugar que siempre le correspondió en la creación en términos de equidad y paridad. Sin embargo, en otras cosas, siguió con los constructos sociales de la época. No es anormal que así sea, al fin de cuentas, no abandonó totalmente los conceptos culturales de su momento, no podría, cada escritor refleja en sus escritos su vida, de un modo u otro. Por eso que algunos dicen que todo escrito es de alguna forma una autobiografía.

La sexualidad no es “deber”, es placer, y para que lo sea, hay que quitarle la noción de obligatoriedad y convertirla en una relación de consenso, como siempre debió ser.

Cuando no es consentido, entonces, tal como hemos dicho, se produce una “violación consentida” porque muchas mujeres acceden a mantener relaciones sexuales “sin un nivel de implicación, ganas, deseo, líbido o apetito sexual”, entender este punto es clave para comprender que la vida sexual vivida como obligación en el fondo es “auto-micro-violencia sexual producida, básicamente, a consecuencia de la construcción de la identidad de género y sexual de las mujeres inmersas en una sociedad patriarcal” (Cuenca, 2015:58).

Cuando no hay deseo ni voluntad, la relación sexual produce lo contrario al placer, y se vive de una forma violenta, donde el hombre toma “posesión” de un cuerpo, tal como ocurre en un acto de violación. Suena duro decirlo así, pero no hay una forma fácil de expresarlo, cuando no hay consentimiento hay violación, así de simple, por mucho que a Pablo se le haya ocurrido absurdamente que era un “deber”.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on February 12, 2020 15:30