Miguel Ángel Núñez's Blog, page 11
March 1, 2020
Jesús no fue un rabino

“—Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa: Maestro)” (Juan 1:38)
Hace poco caí en la cuenta que tenía un concepto equivocado. Jesús no fue un rabino, tampoco un Maestro de la ley a la usanza de su tiempo. Fue reconocido como maestro por sus seguidores, pero haciendo la salvedad que no era como lo que ellos habían conocido hasta el momento, Cristo representaba algo enteramente diferente, por lo tanto, es fácil equivocarse y confundirlo con los maestros de su tiempo. Jesús no se auto refirió a sí mismo ni como “rabí” ni como “maestro”, esas fueron expresiones de otros.
En tiempos de Jesús la relación rabí y discípulo se basaba en la imitación, más bien pasiva. Sin embargo, la relación que Cristo estableció con sus discípulos fue diferente. Nunca apeló a la pasividad ni a la imitación sin reflexión, al contrario.
Cien años más tarde de Jesús la expresión “rabí” adquirió un uso exclusivo referido no a quien da una enseñanza aún de manera informal, sino a los “maestros de la ley” formados para tal actividad. La tarea principal de los rabinos era explicar los rudimentos de la ley con todas sus explicaciones y tradiciones incorporadas (halajá). Sin embargo, Cristo hizo todo lo contrario.
Aunque cuesta entenderlo, Jesús quebrantó la ley tal como se la conocía en su tiempo y animó a sus discípulos a hacer lo mismo, algo que ningún rabino de su tiempo haría. Algunos ejemplo puntuales: no sólo el mismo participó sino que invitó a sus seguidores a comer con pecadores e incrédulos (Marcos 2:15-16), no practicar el ayuno en los días fijados por la ley (Marcos 2:1819), hacer lo que estaba expresamente prohibido en sábado (Marcos 2:23 par) y no observar las leyes sobre la pureza ritual (Marcos 7:1-23).
Pero hay otras diferencias evidentes con los rabinos de su tiempo. Jesús no procede de una escuela rabínica, cosa que molestaba a los religiosos de su tiempo. Tampoco tiene un lugar físico para enseñar, como una sinagoga, al contrario, lo hace de manera informal en los más variados lugares. Lo más extraordinario, es que recibe entre sus oyentes a personas que los rabinos de su tiempo nunca aceptarían: Mujeres, niños, enfermos, publicanos, pecadores y extranjeros. Personas a las cuales les estaba negado el aprender.
La enseñanza de Jesús no se concentró en teorías ni en minucias de la ley. Se enfocó en una vida nueva, en darle un giro novedoso a la existencia humana con sentido y orientación al “reino de Dios”.
Del libro inédito Superando obstáculos Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on March 01, 2020 15:30
February 29, 2020
Con una autoridad superior

“Porque les enseñaba como quien tenía autoridad, y no como los maestros de la ley” (Mateo 7:29)
Los “maestros de la ley” de tiempos de Cristo estaban autorizados para enseñar pero carecían de autoridad moral para hacerlo, a diferencia de Jesús, que no estaba autorizado pero tenía toda la autoridad para hacerlo. La diferencia parece sutil pero no lo es, definitivamente, es un contraste radical. La autoridad de Cristo no estaba avalada por la escuela que lo había formado ni la zona de la cual provenía, sino de su vida. Su existencia toda era su aval moral sobre el que enseñaba. Algo que no podían hacer sus enemigos, maestros de la ley, pero que estaban muy alejados de lo que enseñaban.
La tragedia del cristianismo a través de toda su historia ha tenido un sólo componente: La incoherencia entre el mensaje hablado y el vivido. La razón por la cual miles de personas rechazan el cristianismo es simplemente, porque algunos hablando a nombre de Cristo en su vida práctica se comportan totalmente diferente a lo que dicen ser en el ámbito teórico.
En estos días me pregunto continuamente si los tantos que se llaman cristianos en las redes sociales de verdad conocen al Cristo que dicen seguir. Tienen tal animosidad, odiosidad, mala actitud, y son tan violentos en sus palabras y gestos, que pareciera que fueran hijos del demonio y no del Dios de los cielos que representa la misericordia y el amor.
Jesús se ha convertido en la excusa para agredir, maltratar, excluir y motejar. ¿Se identificaría Cristo con las palabras que muchos de sus seguidores utilizan para referirse a otros?
Un individuo de origen dominicano que suele publicar mucho en las redes, homofóbico, sexista, misógino, se cree a sí mismo el paladín de la justicia de Dios y como tal utiliza los peores epítetos para expresarse. Hace un tiempo con una amiga nos preguntábamos si no sería una persona con un problema psiquiátrico. Lo más sorprendente es que cuando se mira su perfil social se lo ve en la obra misionera activa, distribuyendo literatura y predicando. Es como diría Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mateo 23:15). La mayor necesidad del mundo cristiano es coherencia entre el mensaje hablado y el vivido, elocuencia como decía Agustín de Hipona.
Del libro inédito Superando obstáculos Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 29, 2020 15:30
February 28, 2020
Interpretación fatal

“Al hombre le dijo: Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! todos los días de tu vida” (Génesis 3:17)
En la historia de las interpretaciones bíblicas, probablemente, este versículo sea el que más se acerca a un texto que ha sido maldición para las mujeres. En una lectura superficial, aparentemente, es la mujer la culpable de todo lo que le ha acontecido a la humanidad, y de esa forma se enseñó por siglos, y aún, en ciertas comunidades cristianas de raigambre fundamentalista se tiende a pensar así. Como me dijo alguna vez un efusivo anciano, muy fervoroso pero sumamente ignorante de las Escrituras, combinación que tiende a ser nociva.
—Si no hubiera sido por la mujer aún viviríamos en el Edén.
—Es decir —le dije— en un mundo sin mujeres todo sería mejor.
Me miró desconcertado porque evidentemente no había entendido las implicaciones de sus propias palabras.
Al leer este texto de manera literal, sin entender que está hablando de la decisión del varón, libre y soberana, no de la mujer como seductora, como a menudo se presenta, la mujer es maltratada y tratada como si fuera la causante de todo el mal que le ha ocurrido a la humanidad, que es la interpretación más común en la historia de este texto sesgado por un análisis sexista y patriarcal.
Dios no culpa a la mujer, directamente. Sabe que hay un engaño. Sin embargo, sostener que la mujer como especie es la culpable de que el ser humano esté en la situación en que está, no solo es infantil, es además irracional. Es desconocer todas las decisiones desconcertantes y terribles que los varones han cometido a través de todas las edades, muchas de ellas, sin duda, con complicidad de mujeres, pero muchas otras, en total desmedro del mundo femenino.
El pecado es un dolor profundo en la creación de Dios, pero lo es aún más cuando menoscabamos a una parte de la humanidad a ser maltratadas, simplemente, por algo que se supone hizo, la primera mujer y por esa razón deberían todas las demás cargar con una culpa que no es tal. Esa interpretación sexista es parte de lo que hay que erradicar en una educación bíblica adecuada.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 28, 2020 15:30
February 27, 2020
Pieles de redención

“Dios el Señor hizo ropa de pieles para el hombre y su mujer” (Génesis 3:21pp)
La primera muerte después del Edén no fue efectuada por el ser humano sino por el mismo Dios y la víctima fue un ser totalmente inocente. El varón y la mujer se sentían descubiertos delante de Dios y de alguna manera la inocencia inicial había dado paso a la vergüenza y al sentido de que había algo que no estaba bien y necesitaba ser enfrentado.
Dios buscó un animal, preparó la piel y les dio vestidos hechos con la piel de una víctima inocente. Al hacerlo entregó una lección que hasta el día de hoy sigue perdurando, Dios pretende salir en nuestra ayuda, porque pese a nuestros pequeños esfuerzos por solucionar las cosas él tiene la fórmula para ayudarnos. Las pieles son un símbolo de redención, Él mismo Dios está dispuesto a cubrirnos de su gracia. La primera pareja no tuvo que hacer nada. No eran merecedores de la bondad divina, pero recibieron un obsequio. Ese mensaje no ha variado con los siglos, sigue estando vigente, por mucho que las religiones se hayan confabulado para ocultar esa buenanueva extraordinaria.
La misma idea es válida para hoy. Dios desea cubrirnos con su gracia. El ser humano no la merece, pero tampoco puede hacer nada para cambiar la situación, lo único que puede hacer es recibir la gracia que Dios está dispuesto a entregarle.
La primera pareja bien podría haberse negado a recibir las ropas de pieles que Dios les ofrecía. Dios no los hubiera forzado, era su decisión elegir cubrirse por sí mismos o recibir el don ofrecido por Dios.
Es interesante que en este punto en ningún momento Dios pretende hacer diferencia entre el varón y la mujer. No hay mayor culpa de uno o de otro. Tampoco los acusa de manera diferenciada. A ambos les ofrece la misma solución, es su prerrogativa entregarles las ropas de pieles que cubren su vergüenza. Dios no hace acepción de personas, eso significa que no tiene hijos predilectos, todos los seres humanos son especiales para él.
Las ropas los cubren a ambos, varón y mujer, y de esa forma reciben la gracia redentora que Dios ofrece sin categorías de género ni discriminación de ningún tipo.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 27, 2020 15:30
February 26, 2020
Los vistió

“Y los vistió” (Génesis 3:21up)
Imaginen la escena, es surrealista. La primera pareja escondida de Dios porque temen las consecuencias de lo que han hecho. Luego Dios los ve cubiertos con hojas para esconderse de él. Ve sus vanos intentos de ocultarse realmente, entonces, sin decir nada, mata un animal, prepara la piel y les trae ropas para que se cubran. Pero luego viene lo más extraño: Dios mismo los viste.
¡Qué! ¿Será que leemos bien? Pues si. Así dice el original y la traducción, Dios mismo los viste. No hay duda, Dios hace más de lo que ellos merecen y entienden.
Pero es que así mismo es Dios. Es el Dios de las sorpresas. Hace por los seres humanos lo que las personas no entienden ni están dispuestos a encarar. Cuando escucho a profesos cristianos decir:
—Tienes que esforzarte o Dios no te ayudará.
Me pregunto si leen o no la Escritura.
Dios desea cubrir nuestra inmundicia. Él elige salvarnos y proveernos de redención, lo único que tenemos que aceptar es las ropas de gracia que nos ofrece, pero también, permitir que nos vista. Así mismo, como escuchas, dejar que él haga en nosotros algo que bien podríamos hacer por nosotros mismos, por algo tenemos manos. Dios hace por nosotros mucho más de lo que entendemos.
¿Cuál es la lección? Simple y compleja a la vez. No hay nada que podamos hacer para ser salvos, pero a la vez, si no aceptamos Dios no puede hacer nada por nosotros. Nuestra única esperanza es que dejemos que nos traiga las ropas que necesitamos y permitamos que nos cubra con su gracia amorosa.
Es tan sencillo salvarse, pero los seres humanos nos esforzamos en complicarlo. Los rabinos inventaron que las mujeres, por haber pecado primero no podían recibir la gracia directamente, la única oportunidad que tenían era ser cubiertas por la gracia de un varón piadoso. Por esa razón viudas, solteras y rebeldes, no tenían opción de salvación. Esa teología ficción no existe. La Biblia no enseña nada parecido. Ambos, mujer y varón, son vestidos por la gracia de Dios.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 26, 2020 15:30
February 25, 2020
El sexismo de la paternidad

“El hombre se unió a su mujer Eva, y ella concibió y dio a luz a Caín. Y dijo: ¡Con la ayuda del Señor, he tenido un hijo varón!” (Génesis 4:1)
La Biblia es sexista, ¡qué duda cabe! Afirmar lo contrario es querer tapar el sol con un dedo o negar lo evidente. Lamentablemente, muchos lectores de las Escrituras actúan como si los autores de la misma fueran inmunes a las influencias externas y culturales que tuvieron, pero no es así, escribieron desde un contexto y para una sociedad que no era la nuestra, sino la de su tiempo. Ellos no escribieron por dictado sino que redactaron a partir de su propia visión de mundo.
Este concepto tan importante, no solo es obviado por muchos lectores de la Biblia, sino que además, intentan justificar lo injustificable. Si muchos personajes o escritores bíblicos vivieran en el mundo actual, estarían desubicados en la sociedad de hoy, y probablemente, tendrían problemas para entender conceptos como equidad o justicia de género.
El texto de esta mañana señala un hecho hermoso, pero contado desde la perspectiva de un escritor con pensamiento patriarcal. Celebra el nacimiento de un niño, el primero que nació en este mundo por parto natural, pero a la vez, hace loas de que sea un varón. Es evidente, que Moisés era hijo de su tiempo.
La mujer no era celebrada al nacer, al contrario, en muchos hogares se hacían endechas similares a las de un funeral, porque tener una primogénita mujer o simplemente, tener hijas, era una especie de maldición, no así el tener un hijo varón.
La misma actitud sigue imperando en muchas mentes masculinas, que creen que su realización personal pasa por tener un hijo y no una hija, y aunque la mayoría termina amando profundamente a sus hijas, al nacer ellas, no sienten lo mismo que si fuera un hombre, una especie de prolongación de su masculinidad.
En el proceso de lograr mayor equidad y la búsqueda de igualdad de oportunidades, tanto varones como mujeres deben comprometerse, porque tal como dice el antropólogo y experto en masculinidades Xabier Odriozola “si las mujeres no entienden que en este proceso deben participar varones y mujeres juntos, no se producirá un cambio real”.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 25, 2020 15:30
February 24, 2020
Propiedad

“El hombre se unió a su mujer” (Génesis 4:1)
Hace poco conversaba con un médico que trabajó en Angola y Guinea Ecuatorial y me explicaba lo difícil que era para él entender la manera en que los varones africanos —en general, y con raras excepciones— tratan a sus esposas. En un momento del diálogo me dijo:
—Ellos sienten que son dueños de sus esposas y que nadie tiene derecho a decirles qué hacer y cómo tratarlas.
Mi respuesta fue:
—¿De qué te asombras si eso pasa en todo el mundo con matices y sutilezas, pero es lo mismo, el mismo baile pero con otra música?
Lo lamentable es que la Biblia, con su lenguaje patriarcal ha dado lugar a dicha forma de observar la realidad y la vinculación del varón y la mujer. En el primer texto que Moisés escribe para describir la relación del varón y la mujer después del pecado, pone a Eva como propiedad de Adán. “Su mujer”, como diciendo, “su bien”, “su pertenencia”.
No hay nada de romántico en creerse dueño de un ser humano. Es una especie de esclavitud solapada y sutil. En países de todo el mundo hay personas que suelen creer que son dueños de las mujeres, aún las leyes imponen criterios similares, haciendo que las mujeres deban renunciar no sólo a sus apellidos sino a su dignidad como individuos.
Lo extraño y desesperanzador, es que muchos varones que se llaman cristianos siguen sosteniendo criterios similares. Los varones han sido entrenados y educados para responder a un determinado estereotipo y las mujeres de manera similar. Se considera lo más normal del mundo que la mujer tenga que aceptar este tipo de vida, como si no tuviera ninguna otra opción, y tuviera que aceptar de manera natural ese rol social asignado.
La mujer fue creada a imagen y semejanza de Dios, aceptar ser tratada como mueble o bien de otro ser humano, es simplemente, renunciar a ese magnífico don dado por Dios que la dignidad de saberse únicos, especiales y benditos, tanto que si hubiera habido un solo pecador, Cristo habría venido a morir exclusivamente por él o ella.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 24, 2020 15:30
February 23, 2020
Negar la maternidad

“ Dios me ha concedido otro hijo ” (Génesis 4:25)
Aunque eufemísticamente el texto menciona a la “mujer” de Adán, es decir, Eva, en el fondo, no la reconoce como par ni como compañera. Está invisibilizada en este versículo y en muchos otros donde la mujer pareciera no tener arte ni parte. No existe en labios del hombre de la Biblia un “nosotros” o “hemos sido padres”, sino el sentido androcéntrico de centrar todo en el varón.
Parece extraño decirlo y escribirlo, pero la Biblia está lleno de alusiones a la invisibilidad de la mujer, una forma sutil y efectiva de ningunear a la mujer y de maltratarla. Es violencia, simple y llanamente, violencia simbólica de hombres religiosos que creían en Dios, pero que no alcanzaban a percibir que sus esposas también eran parte de la humanidad, concepto que, lamentablemente, aún no captan algunos en la actualidad.
Hace poco una amiga que vivió en Angola me contaba que en su iglesia los predicadores hacían constantemente llamados a las mujeres a la sumisión y la entrega unilateral a sus esposos, con la convicción de que la mujer nació exclusivamente para servir a sus varones. Uno de ellos las persuadía, para horror de mi amiga, a que esperaran a sus esposos con una palangana de agua, dispuestas a lavarles los pies al regresar a casa, como una manera de mostrarles su sumisión. Aunque parezca incríble, no hablamos de los siglos oscuros del medievo, sino de pleno siglo veintiuno.
Comparto con Carme Valls cuando dice que “la violencia contra las mujeres no representa una agresión al género o contra el género según el concepto de feminidad imperante en la sociedad patriarcal, sino más bien al contrario. Se trata de agredir y matar a las mujeres que no siguen las normas o el esquema de género, que no se mantienen sumisas o no aceptan el patrocinio y la autoridad impuesta por el hombre; se trata cómo deben comportarse las mujeres” (Valls, 2006:64).
Ninguna mujer que se sabe hija de Dios puede aceptar la violencia androcéntrica y machista. Rebelarse contra un rol impuesto por una sociedad patriarcal es reivindicar el don que Dios le ha otorgado a la mujer de ser llamada “hija” de Dios y haber sido creada a su imagen. Cualquier otra actitud es negación de ese tremendo don.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 23, 2020 15:30
Invisibles

“ Caín se unió a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc ” (Génesis 4:17)
Es sorprendente como la Biblia invisibiliza a la mujer. No es algo que Dios expresamente buscó. Fueron los escritores bíblicos los que hicieron ese trabajo, de un modo u otro, contagiados y contaminados por las culturas en las que les tocó vivir. La historia la escriben, generalmente, varones, y las Escrituras no son la excepción. La mayoría de los escritores de la Biblia son hombres, y por lo tanto, les resulta lo más natural del mundo invisibilizar a la mujer.
Caín se unió a su mujer, y nació su primer hijo, Enoc. Hasta allí parece un relato normal, hasta que uno se da cuenta que la mujer simplemente no es mencionada por nombre. No es importante, de hecho, no lo es para el escritor, Moisés, que como buen hijo de su tiempo no considera necesario nombrar a la mujer, a menos que sea estrictamente necesario. En eso Moisés no es distinto a los varones de su época que consideraban que la mujer no importaba más que como engendradora.
Esa ha sido la tónica a través de toda la historia. Invisibles para muchos de los acontecimientos históricos, invisibles en el lenguaje, en las leyes, en la política y en la vida social. Es como si los varones fueran los únicos que existieran. Es lo normal. Es una forma de violencia simbólica, en el decir del pensador francés Pierre Bourdieu. Lo invisible entendido como parte normal del ser mujer.
Una forma de violencia perpetuada por una sociedad androcéntrica y machista, donde el varón actúa como si fuera el único centro posible. La mujer concebida como un apéndice del varón, sin significado en sí misma.
La violencia se mantiene, en el lenguajes y en los relatos como una forma de decirles a las mujeres que no pueden escapar al rol que les corresponde. Como dice Carme Valls Llobet: “la violencia contra las mujeres se practica para defender al género femenino concebido y creado por una sociedad androcéntrica” (Valls, 2006:64).
Una mujer cristiana, que ha aceptado a Jesús como salvador personal, que ha creído en un Dios que la dignifica, nunca debería aceptar un trato similar. Ninguna hija de Dios está para ser invisibilizada o para permitir que su dignidad sea avasallada por ninguna razón.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 23, 2020 15:30
February 22, 2020
Lo extraordinario

“Los creó hombre y mujer, y los bendijo. El día que fueron creados los llamó ‘seres humanos’” (Génesis 5:2)
Es sorprendente que textos tan llenos de campos comunes y llamados explícitos e implícitos al patriarcado o al sexismo aparezcan joyas que muestran que Dios no ha cambiado nunca y que los únicos que han distorsionado el diseño divino original han sido los seres humanos.
El texto señala tres ideas claves fundamentales:
Primero, fue Dios quien creo a la raza humana, y cuando lo hizo los creó varón y mujer. No hay nada en el texto que sugiera que uno es superior a otro o que alguno tiene una función jerárquica o de sometimiento. Simplemente, señala lo que es evidente, Dios crea a los seres humanos -varones y mujeres- a su imagen.
Segundo, señala el versículo que a esa pareja Dios la bendice. La bendición, una vez más, no es diferenciada. Simplemente, expresa lo evidente. Dios no concede bendiciones de primera y segunda categoría. Dios bendice, y eso implica entender que en la mente divina la humanidad es su predilección, y sin hacer distingos entre el varón y la mujer.
Tercero, extraordinariamente, señala que ambos, el varón y la mujer recibieron el mismo nombre. La traducción de la NVI traduce “seres humanos”, otras dicen simplemente, les llamó “Adán”. Una forma explícita de señalar que la equidad es parte del diseño divino. Dios no espera ni quiere que un género sea superior a otro.
Este texto en especial, pone las cosas en su justo lugar. Nunca fue el plan de Dios que la mujer fuera sometida y humillada. Nunca Dios deseó que el varón se convirtiera en amo de la mujer. Dios planeó una relación donde el varón y la mujer construyeran una relación basada en la complementariedad y la equidad.
Al llamarlos de la misma manera está señalando de manera explícita que fueron ambos creados de una manera especial, y considerando que tanto uno como otro salieron de las manos de Dios, no como seres de condiciones diferentes, nacidos para ser sometidos o humillados por su género. Nunca fue ni es el plan de Dios que eso ocurra.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on February 22, 2020 15:30