César Vidal's Blog, page 99
October 29, 2015
Desde Washington (V): en el monumento a Lincoln
Lincoln fue un gran hombre – grandísimo me atrevería a decir – en medio de unas circunstancias personales verdaderamente deplorables. Perdió dos hijos niños – uno de ellos en el fragor de la guerra civil – su esposa era una persona difícil que en los últimos tiempos andaba bastante desarreglada psíquicamente y buena parte de la gente que lo rodeaba ni lo comprendía ni estaba de acuerdo con él. Con ese panorama, no sorprende que se viera sumido periódicamente en la depresión o, como se decía entonces, en la melancolía. Sin embargo, a pesar de todo, Lincoln fue extraordinariamente fiel a sus principios y salvó así no sólo a su nación sino, muy posiblemente, la idea misma de la democracia moderna.
Lo que estaba en juego en la Guerra de Secesión no se escapó, desde luego, a los observadores agudos. No se trataba sólo de si Estados Unidos sobreviviría como una nación unida sino también de su modelo político podría ser un ejemplo o se vería tachado como un fracaso total. En otras palabras, ¿vencería la democracia o formas aristocráticas – en realidad, oligárquicas – de poder? Si estaría todo tan claro que el único estado que reconoció la independencia del sur fue el Vaticano - ¿a que no lo sabían? – que ya entonces odiaba a la vigorosa república americana en la que se predicaba la libertad de conciencia y la separación de iglesia y estado como principios fundamentales de cualquier democracia que se precie. Puede ser casual, pero el grupo de personas que ejecutaron el asesinato de Lincoln fueron todos católicos. John Surratt – que llegó a escapar – incluso se refugió en el Vaticano donde sirvió como zuavo papal. Regresaría eventualmente a los Estados Unidos donde no fue objeto de pena alguna al considerarse que el delito había prescrito. No es poca materia para reflexionar.
Pero volvamos a la cuestión. La derrota de la Unión en la guerra de Secesión no sólo habría significado el desmembramiento nacional sino también el final de la democracia como supieron verlo muchos. Así lo entendió Lincoln y lo expresó, por ejemplo, en el discurso de Gettysburg que aparece reproducido en su monumento. Esta magnífica pieza oratoria no sólo honra a los combatientes de los dos lados sin caer en la satanización del adversario sino que señala que la misión fundamental de la Unión es que “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” no desaparezca de la faz de la tierra. No pudo dar más en la diana.
Como en el caso de Martin Luther King, Lincoln obtuvo su fuerza de la lectura diaria de la Biblia. Su familia había emigrado a América buscando libertad de conciencia y, desde niño, Lincoln viviría esa cercanía de las Escrituras que impregnaron sus escritos y sus acciones. Su segundo discurso inaugural – también reproducido en el monumento – muestra una altura moral propia de un gigante. Lejos de dividir la nación en buenos y malos, Lincoln señaló que muy posiblemente la guerra civil era un castigo de Dios por pecados terribles como el de la esclavitud porque, como había visto Jefferson con anterioridad, Dios es un Dios justo que interviene en la Historia. Precisamente por ello, el llamamiento que Lincoln realizó en esa conmovedora pieza oratoria fue, según sus propias palabras, “con malicia hacia nadie, con caridad hacia todos, con firmeza en lo justo en la medida en que Dios nos de ver lo justo, luchemos por acabar la obra en la que estamos, vendar las heridas de la nación”.
La Guerra de Secesión fue mucho más devastadora humana y materialmente que todas las guerras civiles acontecidas en España durante los siglos XIX y XX, pero España, por desgracia, no tuvo a políticos de la generosidad y la altura moral de Lincoln y nada indica tampoco que los tenga actualmente. Lincoln se negó a las represalias, a las ejecuciones e incluso a las reclusiones de los vencidos. Sabía que las heridas de una nación no se curan jamás con más violencia sino con caridad y fraternidad. Por añadidura, no era tan soberbio ni tan necio como para pensar que un bando era el causante de todos los males. Por el contrario, supo examinar las raíces de un mal en el que se percibía también la acción de la Providencia. Y no se trataba de buenismo. En realidad, si la democracia debía pervivir no había otro camino. Lógicamente, cuando la finalidad es implantar una dictadura del signo que sea, semejante conducta – extraordinariamente noble - resulta impensable.
Tras mi biografía de Lincoln, escribí un libro sobre su visión espiritual que fue editado en Estados Unidos. A él remito a los que deseen profundizar sobre el tema.
Hoy, paseando al lado de su monumento, me he percatado por enésima vez de que no cabe engañarse ni cerrar los ojos ante la realidad. Frutos como Lincoln no pueden proceder jamás de un árbol que ha dado la Inquisición o las peores leyes antisemitas anteriores a la llegada de Hitler al poder. Es tan imposible como que el olmo dé peras. Sólo nacen en sociedades donde la Biblia – y no una jerarquía religiosa – disfruta de un papel central y existe un deseo de vivir de acuerdo con su luz.
Hablaba al principio de mi libro sobre Lincoln. Recuerdo que por aquellas fechas me entrevistaron sobre él y me preguntaron si Rajoy podía ser el Lincoln español. Respondí que Rajoy jamás. Temo que, por desgracia, no me equivoqué.
October 28, 2015
Irene Lozano dice la verdad
Salí de aquella eventualidad convencido de que el lugar de Irene Lozano era un PSOE como el que propugnaba ZP y de que Luis Herrero puede resultar incomparable cuando se trata de la apertura a sinistra. De ahí que me quedara de una pieza cuando Irene Lozano entró en las listas de UPyD. Me consta que no pocos simpatizantes de UPyD e incluso de sus afiliados no vieron aquel paso con agrado e incluso temieron que de él partiera un zigzagueo que no sería beneficioso para el partido. Me consta porque fui testigo de ello, pero, en cualquiera de los casos, UPyD lleva meses en una deriva que carece de relevancia salvo para los que gustan de hablar de lo que pudo ser y no fue. En UPyD, Irene Lozano intentó una cosa y la contraria y, en un momento determinado, tras no conseguir controlar el partido, optó por marcharse. Puede o no causar admiración su conducta, pero no se puede negar cierta coherencia a eso de irse de un lugar si ves que tus expectativas no se cumplen. Incluso la salida tuvo un cierto punto honroso al señalar que dejaba la política y que iba a ponerse a trabajar. La expresión quizá no era muy atinada porque parecía dar a entender que estar en política no es precisamente trabajar, pero Irene Lozano dejaba de manifiesto su visión de las cosas y se marchaba hasta con una buena imagen. Ahora, Irene Lozano ha decidido entrar en el PSOE lo que ha provocado un verdadero vendaval de críticas en los pasillos por parte de los que serán sus nuevos compañeros de lista. Dado que Irene Lozano realizó comentarios acentuadamente agrios sobre el PSOE en su etapa de diputada de UPyD y dado que se cebó especialmente con algunos sectores del partido como el andaluz la reacción resulta más que comprensible. Sin embargo, Irene Lozano ha salido al paso de cualquier crítica con la afirmación de que coincide con los planteamientos del PSOE. Sinceramente, no creo que mienta. Irene Lozano ha estado ubicada desde hace años en esa visión gaseosa – aunque muy sólida cuando se refiere a cuestiones de liquidez – de la izquierda que llegó a su punto máximo en la época de ZP. Créanla. Dice la verdad.
October 27, 2015
Desde Washington (IV): en el memorial de M. L. King
King fue ya un referente de mi vida cuando sólo era un adolescente. Para mi que era objetor de conciencia a sabiendas de que eso significaría ir a la cárcel en aquella época de Franco, King siempre un ejemplo de obediencia y coherencia con unos principios éticos basados no en la violencia sino en el amor que emana del conocimiento de Jesús. Si el Che, si Castro, si Mao no me dijeron nunca nada – más bien todo lo que me decían era negativo – se debió, en no escasa medida, al ejemplo de King. Su libro La fuerza de amar fue como un espejo en el que podía ver lo que yo deseaba: un cambio no-violento de todo lo injusto partiendo de la reflexión que toma como base la Biblia.
Pastor, hijo de pastor, doctor en Teología, King supo unir la cosmovisión de Jesús con la táctica de Gandhi y los resultados fueron extraordinarios porque logró galvanizar, primero, a los que estaban cerca de él y luego a buena parte de una nación que se sacudió los prejuicios para avanzar hacia una libertad que sólo merece ese nombre cuando es la de todos. Nada de eso sucedía en aquella España donde la fuerza espiritual dominante lo mismo llevaba al dictador bajo palio que cobijaba a los terroristas de ETA en sus sacristías. Yo lo veía, no era del todo tonto y sacaba mis conclusiones ya en aquellos años.
Para cualquiera que se tome el trabajo de examinar la obra de King salta a la vista que la clave de su éxito estuvo en una serie de características propias del protestantismo norteamericano. Los grandes discursos de King están cortados sobre el patrón oratorio de las predicaciones evangélicas, la utilización de las canciones arrancó de toda una línea musical que van conociendo los que se acercan por esta página los sábados y la meta señalada se vio iluminada por las páginas de la Biblia hasta el punto de que muchas de las piezas de King son cita tras otra de versículos de las Escrituras.
Sometido a un acoso terrible que le hizo pensar que moriría joven y que no llegaría a cumplir los cuarenta años – efectivamente, así fue – sus últimos tiempos fueron especialmente difíciles sobre todo tras señalar que Estados Unidos debía retirarse de Vietnam – tenía razón – y que a la lucha contra el racismo debía añadirse la lucha contra la pobreza. Se difundirían entonces rumores sobre su relación con distintas mujeres. Si tenían base real, resulta una conducta totalmente inaceptable, pero no restan nada a la grandeza sublime de sus logros.
Recibió más que justificadamente el Premio Nobel de la Paz, pero lo que realmente me emociona de King no es ese hecho – ni de lejos, el más importante de su carrera – si no la actualidad de su cosmovisión y de su pensamiento. Es posible cambiar una sociedad cuando se parte de un diagnóstico adecuado, cuando se busca el final de los privilegios de unos a costa de los otros y cuando la base para la transformación arranca del Evangelio, una base, por cierto, que no pocas veces es combatida por los clérigos profesionales.
No quiero ocultar que me emocioné en las cercanías de la estatua de King. Las citas escogidas para recordarlo son muy adecuadas y a mi me conmovió de manera especial aquella que afirma que “El arco del universo moral es largo, pero siempre se inclina hacia la justicia”. Así es en sociedades cuya base son unos valores - ¡ay! – diferentes de los que han alimentado a una sociedad como la española, pero aún así me niego a perder la esperanza. Precisamente por eso, hoy, junto con las fotos deseo dejarles hoy una de las canciones emblemáticas del movimiento de los derechos civiles. Se trata de We shall Overcome (Prevaleceremos) donde se nos recuerda que algún día venceremos si asumimos la verdad trae la libertad y hemos caminado juntos con fe. Les dejo con las versiones de Pete Seeger y de Joan Baez. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Pete Seeger
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Y aquí Joan Baez
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October 26, 2015
Desde Washington (III): en el monumento a Jefferson
Donde mejor se percibe esa especial, casi me atrevería a decir delicada, belleza es en sus monumentos. No conozco otro lugar del mundo donde los espacios y la majestuosidad se combinen como en Washington. Ciertamente, hay obeliscos en la plaza de San Pedro en el Vaticano o en el centro de París, pero su emplazamiento parece mezquino y pobre cuando se compara con el monumento a Washington que se yergue en un espacio abierto y en un entorno no sólo nada recargado como la basílica de san Pedro sino de una sencillez sublime. Sí, es cierto que tanto en el Vaticano como en París los obeliscos cuentan con el aliciente de la antigüedad y de ser genuinamente paganos, pero aun con el peso de los años no llegan al grado de grandeza del obelisco washingtoniano que es mucho más sencillo y, a la vez, más imponente. Algo semejante sucede con el monumento dedicado a Thomas Jefferson.
La belleza de las formas del edificio cuenta con pocos paralelos en el mundo y para encontrarlos tendríamos que retrotraernos quizá al Partenón. Sobriedad, grandiosidad, elegancia, belleza, sublimidad, sencillez son sólo algunas de las palabras que podrían definirlo, pero hay más, muchas más. Los autores se limitaron a colocar una gran estatua de Jefferson bajo la impresionante cúpula y a colocar en torno a ella algunos fragmentos de sus obras. con eso bastaba porque Jefferson fue un gigante de su época y, con certeza, lo seguiría siendo en la nuestra. Su saber era renacentista y su dominio de las más diversas lenguas incluyendo las clásicas resultaba más que notable. A la vez fue uno de los Padres fundadores de Estados Unidos y el autor de la Declaración de independencia que, por cierto, se inspiró en una declaración previa de carácter puritano conocida como la Declaración de Mecklenburg.
A pesar de su vastísimo saber, Jefferson sería totalmente incomprensible sin las referencias a la Biblia y sin el trasfondo netamente protestante de su formación. Se definió una y otra vez como cristiano e insistió en que su modelo moral era Jesús. Para muchos protestantes hubiera sido un heterodoxo y los católicos lo habrían arrojado a la hoguera sin pestañear, pero pocos políticos habrán sido más inspirados por las enseñanzas de las Escrituras que Jefferson. Leerlo hoy implica bañarse en una visión de la democracia extraordinariamente sensata, avanzada y justa y muy por delante de la aplastante mayoría de los políticos de hoy en día.
Era profundamente creyente – en su monumento se recoge la cita en la que afirma que temía por su nación porque creía en un Dios justo y sabía que, tarde o temprano, castigaría la esclavitud – pero, en la línea del protestantismo, estaba convencido de que había que permitir libertad para todas las creencias aunque no se le escapara el carácter peligroso de la iglesia católica que, por aquel entonces, no dudaba en torturar y ejecutar a cualquier disidente y aún proporcionaba al papa el supuesto placer de escuchar música entonada por niños castrados con esa finalidad. Una y otra vez Jefferson insistió en que su modelo moral era Jesús y, seguramente por eso mismo, fue un firme partidario de la separación de la iglesia y el estado. Amaba a su nación, pero insistió en que el disidente suele ser el mejor patriota. Como tercer presidente, consolidó los Estados Unidos, pero sabía que los impuestos y la deuda pública eran una maldición. Participó en la revolución americana, pero pudo jactarse de que evitó la guerra durante su estancia en la Casa Blanca ya que es una auténtica desgracia para una nación aunque la gane. Desconfió – como todos los Padres fundadores – de las alianzas militares permanentes – con seguridad habría aborrecido la NATO – consciente de su carácter dañino. Defendió la necesidad de la educación de todos – otro signo de la herencia protestante – en la convicción de que un pueblo sin educación acaba siendo víctima de la demagogia. Insistió una y otra vez en la separación de poderes – otro fruto de la Reforma que jamás ha cuajado en las naciones católicas – como requisito indispensable para una democracia. Podría seguir multiplicando los ejemplos de la actualidad de Jefferson, pero creo que éstos son más que suficientes para dar una idea del personaje. Y sí, sé que se ha repetido una y otra vez que, tras enviudar, tuvo una amante negra llamada Sally Hemmings. La acusación la lanzaron sobre él sus enemigos políticos y ha llegado hasta nuestros días a través de películas y libros. Sin embargo, un análisis reciente de ADN determinó que de los seis hijos de Sally cinco con seguridad no tuvieron como padre a Jefferson y uno pudo tenerlo a él o a otros miembros de su familia de los que un hermano parece el más posible. Teniendo en cuenta lo que hemos visto en los últimos años, es más prudente que me calle y no siga por ese derrotero.
Ni que decir tiene que cuando se piensa en sus contemporáneos hay motivos más que suficientes para reflexionar porque, por ejemplo, en España, el rey – que fue de los mejores – trabajaba una hora al día y se dedicaba el resto de la jornada a cazar; la Inquisición seguía actuando sin freno; los ilustrados procuraban no hablar mucho porque el Santo Oficio caía sobre ellos y el pueblo podía ser lanzado como un rebaño en acciones como el motín de Esquilache contrarias a un mínimo avance de la sociedad. Sí, nos queda la Puerta de Alcalá, pero…
Releyendo los textos de Jefferson que aparecen en su monumento aparece la visión genial de alguien que creía en el Dios que actúa de manera providencial – pero también como juez – en la Historia; que defendía la igualdad y la libertad cuando semejantes metas siguen siendo utópicas en una España donde hay regiones, segmentos políticos, estamentos sociales e incluso una confesión religiosa que disfrutan de privilegios intolerables; que era consciente de que el Creador ha dotado a todos los hombres de unos derechos inalienables como “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” – y no que el estado te mantenga sin merecerlo a costa de otros - y que defendió que una prensa libre era más importante para la salud de la democracia que los partidos políticos sin los cuales ésta podría sobrevivir sin mayores problemas.
Jefferson fue el fundador del partido demócrata, pero, sobre todo, fue uno de los gigantes indiscutibles a los que se honra monumentalmente en esta ciudad de Washington. Hoy, al pasear al lado de su estatua y leer los fragmentos de sus obras reproducidos en las paredes del lugar no pude evitar la sensación de estar cerca de una de las cumbres de la Historia humana.
October 25, 2015
La herencia del cristianismo en el Women Pen Club
Acepté, pero a cambio las damas que me habían invitado tuvieron que conformarse con una traducción simultanea ya que no me veía capaz de hablar en español y a continuación traducirme al inglés. Fue un acto breve, pero lo pasamos magníficamente y, con seguridad, se trató del primero de una serie. Espero que también ustedes lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
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October 24, 2015
La composición social en el Israel del siglo I (I)
LA COMPOSICIÓN ECONÓMICO-SOCIAL DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (I): la composición social (I)
La composición social (I): antiguos discípulos de Jesús
Junto con los factores de encuadramiento económico —bastante amplios dentro del espectro correspondiente a la época— resulta de examen obligado comprender cuál era la extracción social de los componentes del judeo-cristianismo en el Israel del siglo I. Como ya indicábamos al principio, las categorías de este tipo se solapan en no poca medida con las de tipo religioso, lo que, por otra parte, resulta lógico en una sociedad como la judía del Segundo Templo. Como además tendremos ocasión de ver, todas estas categorías se caracterizan asimismo por una considerable heterogeneidad.
El primer segmento social que tuvo un peso decisivo en la configuración del judeo-cristianismo lo constituyeron, sin lugar a dudas, los antiguos discípulos de Jesús. Hechos 1, 14 y ss. incluye entre este primer núcleo a los hermanos de Jesús - que, al menos inicialmente, no creyeron en él (Jn. 7, 5) - igual que a su madre. En conjunto parece que superaron en poco el número de cien (Hch. 1, 15) en la comunidad de Jerusalén, aunque contando los de otras partes del territorio de Israel podrían situarse entre los quinientos y los mil en el momento de la muerte de Jesús (1 Cor. 15, 6).
De este colectivo procedía el grupo de los Doce (Hch. 1, 21) y a él perteneció la mayor parte de los dirigentes judeo-cristianos de Jerusalén en el siglo I. Muy posiblemente, sucedió lo mismo con las comunidades de algunas zonas de Galilea como Nazaret. Por lo tanto, más que hablar de un «califato» de los parientes de Jesús en la comunidad de Jerusalén, como se ha hecho, habría que referirse a un monopolio casi total de los puestos de responsabilidad por parte de los primeros discípulos, algo lógico si, como veremos más adelante, tenemos en cuenta el papel de conexión que éstos representaban en relación con el Jesús del ministerio público. A fin de cuentas, apóstol o sucesor de apóstol en calidad de tal sólo podía ser aquel que había estado con Jesús desde la época del bautismo de Juan hasta su ascensión a los cielos (Hch. 1, 21-22).
Cuál puede haber sido el origen de estos discípulos es algo que, al menos en parte, se nos escapa. Algunos, sin duda, tuvieron relación con Juan el Bautista (Jn. 1), pero sabemos que no todos los discípulos de éste siguieron a Jesús. En cuanto al resto —que es la inmensa mayoría— desconocemos su filiación religiosa si es que tenían alguna en particular.
La composición social (II): los helenistas
Otro grupo que ha despertado un enorme interés desde hace años es el de los helenistas, a los que se menciona en Hechos 6 de manera muy específica y formando aparentemente un grupo concreto, en el que destaca Esteban (Hch. 7). Puede que tal insistencia derive del hecho de que, históricamente, se ha tendido a trazar una línea de separación tajante entre el helenismo y el judaísmo, o entre el judaísmo de la Diáspora y el judaísmo palestino. Hoy por hoy, tal tesis es imposible de mantener. El judaísmo afincado en Israel no fue un compartimento estanco ni, mucho menos, escapó al influjo del helenismo.
La presencia de helenistas en el territorio de Israel aparece ya documentada en los papiros de Zenón en la época de Ptolomeo Filadelfo (285-246 a. J.C.). Mucho antes del establecimiento de los imperios helenistas de Egipto y Asia Menor existían enclaves judíos en esos territorios (Jr. 44, 1; Abd. 20), que se hicieron más numerosos tras el reinado de Alejandro. Según Josefo (Apología II, 44; Ant. XII, 147 y ss.), hubo judíos instalados en Cirenaica y en Frigia por Ptolomeo I y Antíoco III respectivamente a fin de asegurar la lealtad de estas áreas. Sabemos de la existencia de judíos residentes en Roma durante el siglo II a. J.C. así como que su número se incrementó a raíz de la conquista de Judea por Pompeyo en el 63 a. J.C. La misma Misná (Guit. 9: 6, 8) distingue entre los edim ibrim, cuya lengua es el arameo (o el hebreo) y los edim yevanim, cuya lengua es el griego.
Por ello, y tal circunstancia es de enorme importancia, no puede ya aceptarse por sistema la tesis de un enfrentamiento teológico entre judíos de la tierra de Israel y los helenistas, algo que, en el cristianismo, tendría su paralelismo en un supuesto choque entre los judeo-cristianos y Pablo. Ni existió el primero ni, como hemos tenido ocasión de ver en la segunda parte de este estudio, se produjo el segundo, entre otras razones, porque el judaísmo estaba incluso en Palestina intensamente helenizado. Por ello no es de extrañar, por ejemplo, que en fecha tan tardía como la de la sublevación de Bar Kojba (132-5 d. J.C.) los rebeldes utilizaron el arameo, el griego y el hebreo con igual facilidad.
Los helenistas de Jerusalén, al parecer, se caracterizaron fundamentalmente por su uso de la lengua griega, pero su extracción racial y social seguramente fue variada y en cuanto a su mensaje concreto, si tomamos como paradigma del mismo el discurso de Esteban, no parece que se enfrentara con el del núcleo arameo- parlante tal como aparece en las fuentes. Alguno de sus componentes era obviamente de origen gentil (el Nicolás de Hechos 6, 5), aunque ya había pasado por la ceremonia de la circuncisión y entrado en el judaísmo. En otros casos, quizá nos encontramos ante judíos de la Diáspora —como sería el caso de Bernabé, nacido en Chipre— quizá unidos al grupo durante la experiencia pentecostal , e incluso se han apuntado diversas razones para creer que el mismo Esteban era un prosélito de origen samaritano.
Económicamente, su extracción debió de ser muy variada. Cabe la posibilidad de que el prosélito fuera incluso un liberto por las razones que hemos señalado antes, pero aunque no fuera tal el caso, parecen existir indicios de que hubo libertos en el grupo de los helenistas a juzgar por el auditorio al que se dirigió principalmente Esteban (Hch. 6, 9). En cuanto a Bernabé, parece haber pertenecido a un estrato más acomodado (Hch. 4, 36).
Los helenistas no permanecieron mucho tiempo en Jerusalén. El martirio de Esteban desencadenó la persecución contra la comunidad judeo-cristiana de esta ciudad y los helenistas optaron por iniciar una obra de expansión misionera que tendría una enorme importancia en el seno del cristianismo posterior (Hch. 8, 1 y ss.). En buena medida, aunque no en exclusiva, iban a convertirse en nexo de unión entre el judeo-cristianismo en Israel y el mundo gentil. Con el primero, desde luego, no parecen haberse nunca interrumpido las buenas relaciones tanto económicas (Hch. 11, 27 y ss.) como disciplinarias (Hch. 15).
La composición social (III): los celosos por la Torah
Una tercera categoría social dentro del judeo-cristianismo en el Israel del siglo I parece ser la formada por los «celosos por la Torah». No sabemos a ciencia cierta con quién se corresponde este grupo, pero parece que entró en el seno del colectivo de manera coincidente en el tiempo con el gobierno de Santiago (Hch. 21, 20). Es posible que los mismos fueran engrosando las filas del movimiento dado el carácter piadoso del hermano de Jesús y su negativa a involucrarse en los conflictos sociales de la época. En cualquiera de los casos, su origen parece haber sido diverso uniéndolos únicamente el deseo de cumplir la Torah hasta sus últimas consecuencias, aunque, se supone, siguiendo la halajáh específica del judeo-cristianismo. Aunque este sector no parece haberse inquietado ante la entrada de gentiles en el colectivo, ya a finales de los años sesenta, sí les preocupaba sobremanera el que los judeo-cristianos pudieran perder su identidad judía. Entre ellos, puede que se encontraran miembros de los fariseos (Hch. 15, 5) y de los sacerdotes (Hch. 6, 7), pero, seguramente, también habría judíos piadosos no necesariamente adscritos a ninguno de estos dos grupos.
CONTINUARÁ
J. Briand, L’Église…, ob. cit., pp. 18 y ss.
E. Stauffer, «Zum Khalifat des Jacobus», en Zitschrift für Religionsund Geistesgeschichte, 4, Marburgo, 1952, pp. 193-214.
O. Cullmann, Jesús y los revolucionarios de su tiempo, Madrid, 1971, y El Estado…, ob. cit., Madrid, 1966 ha intentado mostrar la presencia de antiguos zelotes en el grupo de los Doce, aunque rechaza claramente la posibilidad de que lo fuera Jesús. Por otro lado, R. Eisler ha intentado demostrar —de manera absolutamente infructuosa, por otra parte— que el mismo Jesús sostenía tesis zelotes. Ambas posibilidades nos resultan inaceptables, en primer lugar, porque parece muy improbable que hubiera zelotes en la época de Jesús, pero además porque las circunstancias de vida de los discípulos como Simón (casado, con suegra, con una casa en Cafarnaúm, etc.) hacen muy difícil dar por buena la hipótesis arriba señalada. En el mismo sentido, véanse H. Guevara, Ambiente…, ob. cit., Madrid, 1985, pp. 239 y ss. y M. Hengel, The Zealots, ob. cit., pp. 300 y ss.
Sobre el tema, véase K. Kilgallen, «The Stephen Speech», en AnBib, 67, 1976; R. Pesch, Die Vision des Stephanus, Stuttgart, 1966; M. Scharlemann, «Stephen, a Singular Saint», en AnBib, 34, 1968; C. Scobie, «The Use of Source Material in the Speeches of Acts III y VII», en NTS, 25, 1978-1979, pp. 399-421; M. Simon, St. Stephen and the Hellenist in the Primitive Church, Londres, 1958. Bibliografía adicional en O. Cullmann, Del Evangelio a la formación de la teología cristiana, Salamanca, 1972 y J. Stevenson, A New Eusebius, Cambridge, 1987.
Un estudio en profundidad de la enorme influencia del helenismo sobre el judaismo palestino en M. Hengel, Judaism…, ob. cit., y, para este período concreto, M. Hengel, The Hellenization…, ob. cit.
V. Tcherikover, Hellenistic Civilization and the Jews, Filadelfia, 1959, pp. 60 y 427 y ss. para la bibliografía.
H. J. Leon, The Jews of Ancient Rome, Filadelfia, 1960.
P. Benoit, J. T. Milik, R. de Vaux (eds.), Discoveries…, ob. cit.
En este sentido, véase A. Spiro, «Stephens Samaritan Background », en J. Munck, The Acts…, ob. cit., pp. 285 y ss. Se han opuesto a este punto de vista, R. Pummer, «The Samaritan Pentateuch and the New Testament», en NTS, 22, 1975-1976, pp. 441-443 y I. H. Marshall, The Acts…, ob. cit., 1991, pp. 133 y ss.
Pero sí hay posibilidades de que puedan, al menos en parte, identificarse con los que deseaban la circuncisión de los gentiles en Hechos 15, 1 y 5, y que procedían del grupo de los fariseos. Compárese al respecto el uso de celoso en Hechos 26, 5 y Filipenses 3, 6.
I Love to Tell the Story
Cuando Kate tenía treinta años de edad comenzó a sufrir una enfermedad que prácticamente la dejó paralizada. Mientras luchaba por recuperarse, comenzó a escribir un largo poema dedicado a relatar la vida de Jesús. El poema – más de cien versos – se vio concluido, pero quizá lo más relevante es que sirvió de base para una canción también debida a Kate que se convertiría en una de las más populares y cantadas. Es una canción en la que se relata que se ama contar la historia, la vieja historia, de Jesús y de Su amor. Aquella afirmación era una realidad en la vida de Kate Hankey, pero lo ha sido igual en la de otras personas. Algunos gustan de contar las glorias – reales o supuestas – de la organización a la que pertenecen; otros se deshacen relatando los mitos históricos referidos a su comunidad y no faltan los que, por encima de todo, gustan de hablar de si mismos. Sin embargo, hay algunos que sentimos una especial alegría en relatar una historia de dos milenios de edad que va referida al amor de Dios y cómo ese amor se manifestó enviando al mundo a Su Hijo para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna (Juan 3: 16). Es una historia real como real fue la cruz del Calvario y es una realidad que satisface las necesidades más profundas del corazón humano. No creo que haya una historia más hermosa y a la vez práctica y puedo decir que incluso cuando he contado otras mi intención ha sido el de conectarlas en algún momento con esa historia de Jesús y su amor.
No conozco ninguna versión en español de esta canción, pero he decidido dejarles dos que me parecen memorables. La primera es de Emmylou Harris, grandísima cantante que se pone a la altura del extraordinario actor Robert Duvall para entonarla. La segunda es de nuestro más que admirado Alan Jackson. De esata manera y deseando que las disfruten deseo remitirlos a ese amor en este día de sábado. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí están Emmylou Harris y Robert Duvall
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Y aquí Alan Jackson
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October 22, 2015
Estudios Biblicos (XLV): Los libros profeticos (IV): Jonas, el profeta que no queria ser profeta
Es el impulso directo de Dios – y no un arrebato o mucho menos la ambición – el que lo empuja a cumplir con su misión. Como ya hemos visto en el caso de Oseas y de Amós y tendremos ocasión de ver en otros, esa circunstancia implica un coste no pequeño. En ocasiones, el profeta incluso intenta escaparse de su cometido. Ése es el caso que aparece reflejado en uno de los libros más extraordinarios del Antiguo Testamento, el relacionado con el profeta Jonás.
Jonás había nacido en Gat-Hepher, una localidad situada algunos kilómetros al norte de Nazaret. Su ministerio profético tuvo lugar en la época de Jeroboam II y, por lo tanto, fue contemporáneo de Oseas y de Amós. Al parecer, en algún momento anunció que Jeroboam II recuperaría algunos territorios con lo que, posiblemente, su ministerio no chocó con los inconvenientes de los de los otros dos profetas. Sin embargo, el profeta nunca es un cortesano y Dios lo llamó para que fuera a anunciar arrepentimiento a la capital del imperio asirio, Nínive (1: 2). Que los asirios eran extraordinariamente malvados – empalaban a los prisioneros de guerra, sacaban los ojos de los cautivos y deportaban a poblaciones enteras – no admite discusión; que eran una amenaza real para Israel está fuera de duda y que Jonás no tenía la menor intención de ir a predicarles nada salta a la vista. Por ello, Jonás decidió sacar pasaje (1: 3) para marcharse al otro extremo del Mediterráneo, a Tarsis, la incomparable Tartessos, situada en el actual sur de España. Hoy en día, ese viaje sería un crucero de placer, pero por aquel entonces implicaba una travesía de casi un año en la que el barco iba comprando y vendiendo mientras realizaba navegación de cabotaje. No parece una perspectiva deseable, pero Jonás estaba decidido a irse lo más lejos posible. Sin embargo, el plan no salió bien.
Cuando la nave estaba navegando se desató una tempestad. Jonás no se enteró porque estaba durmiendo – seguramente encantado de haberse escapado de Dios – en la bodega de la nave (1: 4-5). Pero el resto de los tripulantes no compartía aquella seguridad. Aún más. La tempestad era tan desusada que como millares de marinos antes o después llegaron a la conclusión de que había algo o alguien que había provocado la ira de alguna divinidad y que tenían que identificarlo antes de que se produjera un naufragio que resultaría fatal. No tardaron en determinar que Jonás era el culpable y se apresuraron a preguntarle qué había hecho para desencadenar aquella desgracia (1: 8). Jonás no ocultó la realidad. Era un hebreo y su Dios era YHVH el que había hecho los cielos y la tierra (1: 9). Al ver cómo encajaban las piezas, los hombres fueron presa del pánico. Aquel sujeto estaba huyendo del dios en que creía y por eso se encontraban en semejante peligro. Su carácter no debía ser inhumano porque aunque Jonás les propuso que lo arrojaran al mar para salir del peligro (1: 12), los marinos intentaron alcanzar la costa y evitar esa eventualidad (1: 13). No eran de la misma religión de Jonás, pero eran conscientes de que la vida era sagrada y no estaban dispuestos a segarla como primera solución. Incluso cuando vieron que la nave iba a zozobrar y que no quedaría otro remedio que seguir el consejo de Jonás insistieron en dirigirse a su dios para asegurarse de que no les imputara aquella muerte (1: 14). Sin duda, se trata de un tema para reflexionar cuando se observa la manera en que algunas personas ven la solución de algún problema en el simple derramamiento de sangre. Para aquellos paganos semejante eventualidad era impensable e hicieron todo lo posible para evitar ese camino y, cuando fue inevitable, para librarse de responsabilidad (1: 14). Sólo entonces acabaron haciendo lo que Jonás deseaba (1: 15) e incluso entonces no dejaron de ofrecer un sacrificio a YHVH un sacrificio por el acto que acababan de llevar a cabo (1: 16).
Se produjo entonces el episodio que la gente suele relacionar con Jonás de manera exclusiva. Nos referimos a gran pez – en ningún momento se habla de una ballena - que Dios tenía preparado para Jonás (1: 17). La interpretación que se ha dado a este pasaje ha sido diversa. Si uno acude a las notas de la mayoría de las Biblias católicas y a algunos comentaristas católicos y no católicos se despacha el tema apelando a que la historia de Jonás no es real sino que se trata de una alegoría. No hubo pez ni Jonás en su vientre ni realidad en lo relatado en el libro. Semejante interpretación tiene el problema de que Jesús sí que dio la historia de Jonás como cierta e incluso la mencionó como un tipo del tiempo que él mismo estaría sepultado antes de la resurrección (Mateo 12: 40). Que algunas confesiones y algunos eruditos se consideran más sabios que Jesús es una realidad histórica irrefutable, pero resulta dudoso que sea saludable espiritualmente. Quedan, pues, otras dos interpretaciones. La primera es que Jonás sobrevivió dentro del gran pez. Se han citado paralelos históricos de marinos que sobrevivieron dentro de grandes peces cuyas historias se relataron en la prensa e incluso en publicaciones científicas. No se trata de casos habituales, pero sí parecidos. Incluso en alguno de esos relatos se comenta que el marino en cuestión emergió pálido, como si fuera un pescado cocido, al parecer a causa de los jugos gástricos del pez. Se puede especular si eso fue lo que pasó con Jonás y si, precisamente por ello, llevaba el nombre que llevaba que significa “paloma”, es decir, un pájaro blanco.
Existe, sin embargo, otra tercera posibilidad y es la de que Jonás muriera y el texto bíblico esté relatando un episodio de resurrección. De hecho, el propio Jonás señala que estuvo en el Sheol, es decir, el ámbito de los muertos (2: 2) y que Dios lo sacó de la sepultura (2: 6). Desde luego, una interpretación de ese tipo encajaría con el paralelo realizado por Jesús. Sea como sea, lo cierto es que Dios concedió a Jonás la oportunidad de cumplir con su misión y el pez lo vomitó en la playa (2: 10).
Como en tantas ocasiones, todo regresó al punto de partida. Jonás llegó hasta Nínive y anunció el mensaje que Dios le había dado. El Creador iba a ejecutar un más que merecido castigo sobre la capital de los asirios, pero ofrecía antes una posibilidad de arrepentimiento (3: 1-3). La gente de Nínive creyó lo que Jonás anunciaba y decidieron optar por el arrepentimiento. No es que el mensaje fuera grato porque anunciaba que eran un pueblo que gustaba de la rapiña con todo lo que la terrible palabra tiene (3: 8), pero no eran tan estúpidos como para negar la realidad. Sí, claro que eran un pueblo que se caracterizaba por la rapiña. Sí, aceptaban que era la verdad. Sí, no se pusieron a intentar excusarse diciendo que otros pueblos robaban más. Sí, no apelaron a sus glorias históricas para cerrar los oídos. Sí, se preguntaron si la única manera de escapar del juicio de Dios no sería el arrepentimiento (3: 9) y actuaron en consecuencia. Los asirios, a fin de cuentas, en esta ocasión, se comportaron con sabiduría en vez de con la soberbia propia de los que van hacia su destrucción y el resultado fue óptimo. Dios no desencadenó Su juicio sobre ellos.
Y en ese momento, el libro nos permite ver la razón de la huida de Jonás hasta el otro extremo del mundo. Ese resultado final era él que se había visto venir desde el principio (4: 1-2). Él conocía a los asirios. Eran un enemigo cruel y despiadado… ¡¡¡y Dios les ofrecía el arrepentimiento!!! Y como se habían arrepentido, Dios había pasado por alto lo que habían hecho. ¿No era acaso para desesperarse?
Pensémoslo bien. Un grupo de terroristas ha derribado las Torres gemelas. ¿Por qué habría que anunciarles el arrepentimiento para evitarles el juicio de Dios? ¿No sería mejor freírlos en napalm? O el régimen iraní sigue manifestándose contra el estado de Israel. ¿Por qué decirles que el juicio de Dios caerá sobre ellos si no cambian su actitud? ¿No resultaría más apropiado arrasar Irán hasta dejarlo como la palma de la mano? Añadan ustedes los ejemplos que les parezca que, con seguridad, no serán pocos aunque, sin duda, para otros la actitud de Dios es demasiado intransigente ya que en vez de estrechar la mano de los criminales o incluso ir a bendecirlos a su país pretende juzgarlos por sus delitos. Pero volviendo a la reacción de Jonás, ¿por qué realizar ese tipo de anuncios con el riesgo de que alguno escape del juicio que merece? ¡Que la ira de Dios – o la de los bombarderos – los aniquile! No sorprende que Jonás, absolutamente encolerizado, deseara morirse en aquellos momentos (4: 3).
Absolutamente desesperado, Jonás abandonó la ciudad. Hacía calor y se preparó una enramada para protegerse de sus rayos y ver a lo lejos Nínive. ¿Quién sabía? A lo mejor, al final no se arrepentían del todo y Dios los borraba del mapa como él deseaba (4: 5). Pero Dios hizo crecer una mata que proporcionó sombra a Jonás y que lo llevó a sentirse a gusto en medio de su ira. Sí, aquel matorral le proporcionaba frescor en medio de la ardiente llanura de Nínive. Se agradecía su sombra y su alivio. Hasta se sentía algo menos encolerizado (4: 6). Y entonces, justo entonces, Dios preparó un gusano que acabó con la planta (4: 7) y el viento solano comenzó a herir a Jonás en la cabeza y el profeta volvió a irritarse. Las palabras de YHVH en ese momento constituyen uno de los retratos más explícitos de cómo el corazón de Dios no es el de los hombres. Jonás se sentía apesadumbrado porque se había secado una mata que ni había plantado ni había regado y que había tenido una existencia tan efímera y sin consecuencias como nacer en un día y morir al siguiente. Estaba además tan convencido de la justicia de sus hechos que hasta quería morirse. Bien. Se podía comprender, pero entonces ¿cómo no entendía Jonás que Dios sintiera compasión por una ciudad de ciento veinte mil habitantes que carecían de discernimiento espiritual y en la que además vivían multitud de animales? (4: 11). Por supuesto, Dios no iba a retener el juicio debido porque es un Dios justo, pero, a la vez, ama a Su creación, se compadece incluso de los animales y no rehuirá hacer un último llamamiento a la misericordia. Es conforme a Su naturaleza y debería enseñarnos a moldear la nuestra. ¡Ay de aquellos que piensan que la única salida frente a los que practican el mal es exterminarlos! Difícilmente, se pueden colocar más lejos del corazón de Dios.
CONTINUARÁ
Lectura recomendada:
Es un libro breve. Léalo entero.
Desde Washington (II): Charities
En el mundo del espectáculo no se trata sólo de que los artistas no viven de subvenciones públicas – creo que a la inmensa mayoría esa posibilidad los avergonzaría – sino que se honran en crear o ayudar a multitud de entidades que, de verdad, hacen el bien. Por ejemplo, ¿cuántos de ustedes saben que Shakira dona con enorme generosidad a multitud de charities que se ocupan de procurar que este mundo sea algo mejor? O, por ejemplo, ¿tenían noticia de que Angelina Jolie ha creado, entre otros proyectos, uno que atiende a millares de menores que han huido sin compañía hacia Estados Unidos para que se vean libres de abusos, para que puedan reunirse con sus padres o para que cuenten con asistencia legal digna? ¿O tienen alguna idea del tiempo que dedican personajes como George Clooney o Brad Pitt o tantos otros a colaborar con causas nobles sin cobrar un céntimo? Son algunos ejemplos, pero se podrían mencionar millares. Ahora piensen en los equivalentes españoles y díganme lo que ven porque yo recuerdo un homenaje que se realizó hace pocos años en memoria de un conocido cómico y todos cobraron – menos un cantante que pidió que sólo pagaran a sus acompañantes en el escenario – y a poco la vida tiene que poner dinero.
El norteamericano de a pie y el acaudalado se siente en la obligación de ayudar a los demás y de hacerlo no exigiendo a los políticos que gasten sino llevándose la mano a la cartera. En España, existe una tendencia absolutamente innegable a ver que se puede sacar incluso cuando se ayuda a los demás. Aquí la iglesia católica no se lleva un 0.7 del impuesto sobre la renta y no sólo porque es inconcebible desde la perspectiva de la separación de iglesia y estado sino porque sus mismos feligreses – que, a diferencia de sus correligionarios españoles, la mantienen – correrían a pedradas a sus obispos – a algunos los han sentado en el banquillo - si pretendieran semejante inmoralidad en territorio de los Estados Unidos. Aquí las ONGs son fiscalizadas – más de uno ha terminado en la cárcel – no porque reciban dinero público sino porque están más que obligadas a administrar como es debido el privado. Aquí las fundaciones de las empresas conceden becas, ayudan a los ancianos o fomentan el arte en lugar de colocar a políticos y pulirse el presupuesto en libros que edita con un sobreprecio monstruoso un pariente de un miembro del patronato y que luego se envían a los accionistas. Aquí nadie se dedica a cantar las loas de la asistencia social de una confesión religiosa que pagan todos los contribuyentes pertenezcan o no a ella. Es esa confesión, o club filosófico o asociación de veteranos de guerra la que da generosamente a la sociedad. Y ya que hablo de veteranos de guerra debo decir que el estado los trata mucho mejor que en España – nosotros hemos tenido más de cien muertos en Afganistán y miserablemente se les negó la condición de caídos en combate porque supuestamente no estábamos en guerra sino en misión de paz – pero es que ellos mismos se saben organizar y reciben la ayuda desinteresada de la sociedad. Sí, la diferencia es abismal y, precisamente por ello, yo me siento tan profundamente agradecido a la gente que colabora con el crowdfunding de La Voz porque se sale totalmente de lo habitual.
La razón de estas diferencias que moviéndome por Washington me provocan vértigo es la cultura tan distinta que nos impregna. En España, históricamente, las clases privilegiadas comenzando por la monarquía y la iglesia católica tenían – siguen teniendo – el derecho a vivir de los demás y, para colmo, en las últimas décadas se les han ido sumando otras no poco voraces. No dan nada. Más bien arramblan con todo lo que pueden, arrojan algunas migajas y luego presumen de su acción noble pagada por otros. Aquí existe una convicción de que la sociedad unida puede alcanzar metas que incluso los políticos pueden no ser capaces de ver, pero que tendrán que aceptar. Por eso, hay que comenzar y hay que comenzar ya a caminar en la buena dirección. En España, por regla general, la sociedad espera que desde arriba los maestros que tiene la santa madre iglesia – que da lo mismo que sea la católica que la de Podemos o Convergencia - lancen la sopa boba y solucionen lo que casi nadie mueve un dedo para solucionar. El resultado históricamente ha sido muy distinto porque el punto de partida y el desarrollo histórico han sido muy diferentes. A fin de cuentas, no es lo mismo construir una sociedad sobre la base de la Contrarreforma que sobre la de los principios bíblicos recuperados por la Reforma.
CONTINUARÁ
October 21, 2015
Quo Vadis, Ciudadanos?
Para muchos, semejante eventualidad implicará la continuación en el poder del PP siquiera como parte de un gabinete de coalición. Debo decir que semejante eventualidad, sin ser del todo imposible, resulta poco probable. Sé que no pocos votantes se empeñan en ello y que incluso existen medios ubicados a la derecha que insisten en afirmar lo mismo cada lunes y cada martes, pero Ciudadanos no es un partido de centro-derecha. A decir verdad, en su misma página web se ha definido siempre como una formación de centro-izquierda. Por razón natural, esa circunstancia debería inclinarlo más a forjar un pacto con el PSOE que con el PP. Por razón natural y por otras causas. Ciudadanos ha presentado una oposición gallarda y sólida frente al nacionalismo catalán que hubiera sido de desear en el PSOE y el PP. Incluso se ha atrevido – siguiendo las instrucciones que se le han dado infructuosamente una y otra vez al presente gobierno – a solicitar el final de los conciertos vasco y navarro. Sin embargo, fuera de la cuestión de los nacionalismos, Ciudadanos parece presa de una indefinición inquietante. Sus propuestas no son todo lo claras que sería de desear y en lo que se refiere a sus afiliados proceden de campos tan diversos – la izquierda, el liberalismo, el regionalismo aragonés… - que no resulta fácil pronosticar por donde podría discurrir todo. Arrancando de esos mimbres, es mucho más fácil que Ciudadanos haga un cesto con el PSOE que con el PP. En primer lugar, no oculta su falta de disposición a pactar con un Rajoy al que considera impregnado de olor a cadaverina; en segundo, está forzado a dar la sensación de cambio y renovación - no de continuidad – respecto de la política de los últimos años; finalmente, en Andalucía está demostrando que puede hacerlo sin demasiados escrúpulos. Quizá sin Rajoy, quizá con pactos que satisfagan en extremo a sus votantes, quizá si el PSOE se empeña en seguir la deriva catalana de los últimos años, Ciudadanos podría pactar con el PP, pero fuera de ese contexto, lo más posible es que gobierne con los socialistas.
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