César Vidal's Blog, page 96
November 28, 2015
Majesty
Apocalipsis es, por encima de todo, un libro práctico en el que se contiene toda una filosofía-teología de la Historia a fin de que los cristianos amolden a ella su vida y no una enumeración de hechos para encajarlos en las noticias del día. Permítanme darles un ejemplo. En el capítulo 4 del libro se abre una puerta en el cielo (v. 1) y se puede acceder hasta el mismo trono de Dios, que merece “la gloria y la honra y el poder” (v. 11). En ese momento, aparece el libro de los siete sellos (5: 1) que contiene el sentido de ese devenir no pocas veces terrible que denominamos Historia. Nadie – ni siquiera Karl Marx o el papa Francisco – es encontrado en toda la tierra que pueda abrir los sellos y mostrarnos su significado (5: 1-4). Cuando Juan, el que da cuenta de la visión, rompe a llorar porque nadie puede hacerlo, se anuncia que sólo es capaz de ello el León de Judá, la raíz de David (5: 5). Naturalmente, Juan se apresura a contemplar a aquel ser extraordinario, pero lo que ve no es a una fiera rugiendo – que sería lo propio de un león – sino un cordero sacrificado (5: 6). Se mire como se mire, el contraste entre lo esperado y lo que se contempla es sencillamente abismal. Los grandes poderes, las grandes ideologías, las grandes filosofías, las grandes religiones deberían dar un sentido a la Historia, pero lo cierto es que pocas cosas hay más lejanas de la realidad. Sólo el Cordero que fue inmolado, que con su sangre redimió a una multitud cuyos miembros son reyes y sacerdotes – sí, no existe una casta sacerdotal sino que todos son reyes y sacerdotes – da sentido a la Historia (5: 9-10). Ese Cordero es el verdaderamente digno de recibir “la honra y la gloria y el poder” (5: 13) aunque semejante afirmación provocaría incomprensión, desprecio y perplejidad en millones de personas.
El reconocimiento de ese hecho incomparable es recogido en la canción que les traigo hoy. Si no me equivoco debe ser de finales de los años setenta o inicios de los ochenta del siglo pasado y su popularidad se extendió como un reguero de pólvora porque supo conjugar la idea de la majestad de Jesús, el Cordero, con una sensible belleza musical. Les incluyo una versión original – son multitud – y otra en español porque, ciertamente, este himno se tradujo y popularizó enseguida. Espero que lo disfruten y que, en estos tiempos convulsos, hagan suyo ese mensaje del Apocalipsis que señala a que el sentido final de la Historia sólo lo puede dar el mesías que fue sacrificado como un cordero para salvarnos por gracia, con su sangre y no por nuestros méritos propios. Que a él sea la gloria, la honra y el poder. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí tienen una versión en inglés
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Y aquí una en español
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November 27, 2015
Adiós, don Ricardo
Departí con él en no pocas ocasiones; lo entrevisté para radios y televisiones y me sentí enormemente honrado cuando me dijo que, una noche, no pudo dormirse hasta que concluyó la lectura de mi Checas de Madrid. Venía de una familia ilustre que había dado al inventor del autogiro, a ministros y a asesinados – su propio padre - en Paracuellos, pero nunca percibí ni en su obra ni en su trato un sentimiento de superioridad clasista o de soberbia intelectual. Sus distintas obras sobre Franco, Carrillo, la masonería o la presencia de la izquierda en el seno de la iglesia católica – por sólo mencionar cuatro aspectos de su labor como historiador – siguen resultando de lectura obligada y no son pocos los que las han utilizado y saqueado aunque hayan borrado las huellas de la villanía. Era un hombre profundamente católico, pero jamás vi que se aprovechara de esa condición como tantos “católicos profesionales”. Por el contrario, creo que le costó más de un sinsabor. Tenía posiciones acendradamente tradicionales, pero su tradicionalismo nunca fue cerril ni mostrenco sino unido a una educación exquisita. Pudo medrar a costa de sus creencias – recuerdo a un miserable catedrático de Historia contemporánea, ya difunto, que lo odiaba sólo porque había llegado a ministro mientras que él, a pesar de sus intrigas, nunca lo había conseguido – pero prefirió tener la conciencia tranquila. Cuando, en un momento determinado, alguna editorial insistió en censurar sus obras porque eran políticamente incorrectas, De la Cierva optó por fundar su propia editorial y, por cierto, vender magníficamente los libros con lo que la casa publicadora en cuestión perdió enormes beneficios por puro sectarismo. En muchas cosas estuvimos de acuerdo – cuando me citó en sus libros siempre me mencionó de manera acentuadamente elogiosa – y en no pocas disentimos, pero siempre tuve la sensación de encontrarme ante un sabio del que se podía aprender, con el que se podía dialogar y del que se podía disentir. Me imagino a Mercedes, a la que dedico tantos libros, desconsolada por esta gran pérdida. En la nación donde ahora resido no dudarían en cubrirlo de elogios y dedicarle una calle. En la que nací, de contar con una vía que llevara su nombre, lo estarían arrancando ahora. Descanse en paz porque, sin duda, ha ido a un lugar mucho mejor.
November 25, 2015
De izquierda a derecha (II): Podemos
Entendámonos. Imagino que los otros políticos no siempre mienten y a Iglesias se le escapará un embuste de vez en cuando, pero, en términos generales, el único de los que yo vi que dice la verdad por sistema es el cabeza máxima de Podemos. Quizá eso explique que Pablo Iglesias haya alabado a Hugo Chávez una y otra vez o que no haya ocultado sino reconocido el apoyo que su programa de televisión recibe de la dictadura de los ayatollahs. Pablo Iglesias es, además de elocuente y avispado, sincero y desea realizar un cambio revolucionario de izquierdas que lance a la basura el régimen de la Transición e implante otro al estilo chavista. No creo que en ello haya sólo deseo de poder – no se percibe más en la letra de Iglesias que en otros – sino convicción. Iglesia se cree lo que dice y su gran drama es que no podrá llegar nunca al poder como lo hizo Chávez porque España no es Venezuela y ni siquiera Ecuador o Bolivia.
Para colmo de males, la propuesta de Podemos – salvo para algunos personajes como Monedero cuya página web muestra cómo le gusta hacerse fotos al lado de intelectuales de izquierdas generalmente desconocidos por el gran público, quizá con la excepción de algún teólogo de la liberación - sólo cuenta con posibilidades de apoyo en sectores más que irritados con la política española. En realidad, es lógico. Podemos no puede arrodillarse más ante el lobby gay de lo que lo hizo ZP; no puede ser más nacionalista en Cataluña que Convergencia; no puede ir en las Vascongadas más allá que ETA-Bildu; no puede repetir más la falacia de la Memoria histórica que el PSOE o IU e incluso apenas tiene margen para ir mucho más allá a la hora de subir impuestos que Montoro. En lo único en que Podemos es original es en intentar no higienizar sino liquidar totalmente el sistema y por ahí, a día de hoy, no hay mucha gente que lo quiera seguir. Bien está quejarse del automóvil viejo, pero de ahí a destrozarlo a martillazos antes de tener un sustituto mejor va un abismo.
Para desgracia de Podemos, el cansancio, la grima e incluso la ira contra la clase política comenzaron hace meses a canalizarse a favor de Albert Rivera que también es joven, que no pretende destruir sino reformar y que tiene una planta mucho mejor que Coleta morada. Si Podemos está retrocediendo en las últimas encuestas se debe no poco a esa circunstancia y al añadido de que muchos de los seguidores de primera hora ya están bastante desengañados tras ver como el sistema asambleario, tan cacareado en los inicios, ha pasado a ser sustituido por el centralismo democrático que decía Lenin. Añádase a esto las historias nada ejemplares protagonizadas por Monedero, Errejón o la antigua novia de Iglesias y las ocurrencias, no por ridículas menos caras, de alcaldes y alcaldesas de la formación y se comprenderá que si Podemos ronda los resultados del PCE de Carrillo pueda darse con un canto en la coleta.
Si creen en la posibilidad deseable de una revolución chavista; en una subida de impuestos que vaya más allá de la de Montoro – sí, ya se que resulta casi imposible de imaginar - y en la limpieza de los establos de Augias del sistema actual por un grupo de jóvenes airados y, en general, sin mucha sustancia, Podemos es una buena opción para su voto.
CONTINUARÁ: PSOE
November 24, 2015
De izquierda a derecha (I): IU
Adelanto que suprimo a los partidos nacionalistas catalanes y vascos. Salvo que se desee erosionar más la democracia, convertir el sistema en más difícil de sostener económicamente y perpetuar sucias oligarquías regionales empantanadas en la corrupción no existe el menor motivo para votar a los nacionalistas. Si cualquiera de esos objetivos es acariciado por el votante ya sabe, caso de vivir en Vascongadas, Navarra o Cataluña – qué papeleta puede meter en la urna. Si, por el contrario, lo que desea de corazón es que la nación salga de una crisis que ha empeorado en los últimos cuatro años, las opciones no pasan por unos nacionalismos que han contribuido decisivamente a la misma. Intentaré, por lo tanto, de izquierda a derecha, analizar las distintas opciones. Comencemos por las dos situadas a la extrema izquierda: IU y Podemos.
En la época de la Transición, el PCE era un partido respetable. No es que no tuviera una historia suficiente como para poner los pelos de punta a cualquiera; era más bien que había decidido impulsar la tesis de la “reconciliación nacional” y había aceptado lo que nadie pensó que aceptaría para lograrlo: la monarquía, la bandera bicolor y la renuncia a Lenin. Si se examinan los programas del PCE de entonces eran los de una socialdemocracia con añoranzas del puño en alto y la bandera de la hoz y el martillo cargada de notable pragmatismo. Aquella conducta fue el inicio de su fin. De entrada y a pesar de que muchos se afiliaron al PCE pensando que sería el gran partido de la izquierda - ¡cuánta gente del Movimiento no pasó por sus filas para acabar aparcando en las cercanías del PSOE! – el PSOE, impulsado en una gran operación teledirigida desde Estados Unidos y financiada desde Alemania, le quitó el santo y la limosna. Y entonces saltaron las contradicciones internas inmensas como catedrales. Por un lado, los que habían estado en el interior y encontraban acartonado, más bien fosilizado, a Carrillo; por otro, los que deseaban un regreso a las esencias que el revisionismo de Carrillo había pisoteado; finalmente, los que decidieron ser prácticos y se pasaron a eso que los socialistas denominaron “la casa común de la izquierda”. Tras varias derrotas electorales, Carrillo se vio forzado a dimitir; su sucesor Gerardo Iglesias no igualó los magros resultados previos y, dando tumbos, el PCE acabó en manos de un alcalde cordobés, antiguo carmelita, que se llamaba Julio Anguita.
Anguita – no sé si por influencia de san Juan de la Cruz – soñó en muchas cosas. Por ejemplo, en aglutinar a toda la izquierda contra el PSOE, que era el partido de la izquierda por antonomasia. Así nació Izquierda Unida que no era más que el PCE, algunos socialistas desengañados agrupados en el PASOC y grupúsculos diversos que incluían al Partido Carlista. Esta última circunstancia provocó no poco pitorreo hasta el punto de que se decía que la agrupación debería llamarse Izquierda Unida Tradicionalista y de las JONS. Anguita estaba convencido de que podía dar el sorpasso y sustituir al PSOE y para ello implantó una disciplina de hierro que acabó con cualquier disidencia. Nada desusado ni en los partidos comunistas ni en los carmelitas como hubiera podido contar san Juan de la Cruz. Un veterano del PCE llegó a decirme que Anguita, en lugar de ser un político pragmático que busca lo que se puede hacer, era como san Alfonso María de Ligorio decidido a “antes morir que pecar”. No lo pasó bien el PSOE en aquella época acosado a la izquierda por Anguita y a la derecha por Aznar – la famosa pinza – pero, al final, no hay más cera que la que arde y con el muro de Berlín por los suelos no se podía esperar que el PCE que nunca había despegado se convirtiera en la gran alternativa de izquierdas. Eso había pasado durante la guerra fría en Italia y aún así nunca lo dejaron gobernar, pero es que además el PCI era, intelectual y organizativamente, el primer partido comunista de Occidente mientras que el PCE era un grupete de viejos a los que Anguita asustaba cada vez que alguien lo contradecía con el cuento de “quieren quitarnos el partido”.
Teóricamente, IU podría haberse recuperado durante los dos mandatos de Aznar, pero sucedió lo contrario. Mientras el Anguita retirado se iba recociendo en su resentimiento y adoptando un tono cada vez más amargado porque no abrazábamos su cosmovisión, IU se fue debilitando más y más. El golpe de gracia le vino con ZP. El nuevo secretario general del PSOE se desplazó de manera tan sectaria – y tontilona – hacia la izquierda que IU se quedó sin espacio. A decir verdad, ZP superó cualquier majadería, hasta la más extrema, que hubiera podido pensar IU con Anguita. De esa manera, ZP causó un daño inenarrable – quizá irreversible – a IU, al PSOE y, de manera muy especial, a España.
Desde entonces IU – antes un espectro – ha vivido una existencia de alma en pena. Quién era Carrillo o Anguita lo sabía cualquiera e incluso provocaba controversia y discusión. Quién es Garzón y a quién le importa no provoca más de un par de frases. Los ancianos fieles al PCE – incluido Carrillo – se han ido muriendo por imperativo biológico y los jóvenes saben menos de comunismo que, como diría el general Patton, de fornicación. A decir verdad, la juventud que hubiera podido permanecer o entrar en IU se ha pasado mayoritariamente a Podemos, formación a la que me referiré en mi próxima entrega. Con ese panorama, hay que pensárselo muy mucho a la hora de votar a IU. Hombre, si añora usted a Stalin; a la Pasionaria o a cualquier otra momia desechada por la Historia podría hacerlo, pero no sé yo…
CONTINUARÁ: Podemos
November 23, 2015
Franco, cuarenta años después
Es cierto que inmediatamente los que se beneficiaron del Régimen se convirtieron en nacionalistas o socialistas, pero eso entra más en el terreno de la picaresca hispana que en el de las vidas ejemplares. Franco – un general africanista como Kitchener o Pétain – aceptó la II República, a su servicio sofocó – como el abuelo de ZP - la rebelión izquierdista de Asturias y sólo se sumó al golpe de 1936 cuando quedó convencido de que se iba a desencadenar la revolución. Entre sus sombras estuvo la ausencia sistemática de libertades, el empeño en crear una sociedad espesamente confesional en pleno siglo XX y el mirar más hacia un pasado mitificado que hacia un futuro inevitablemente distinto. Entre los logros, se encontraron la revolución industrial que España no tuvo en el siglo XIX, un desarrollo económico espectacular en los años sesenta, la creación de una sociedad de clases medias y la articulación de la seguridad social y una educación y una sanidad prácticamente universales. Soñó no con abrir camino a la democracia, como pretenden algunos de sus apologistas, sino con perpetuar el Régimen del 18 de julio, pero desde la iglesia católica a la banca pasando por la mayoría de los ciudadanos todos sabían que no era posible el franquismo sin Franco. Así su Régimen, en lugar de ser eterno, se limitó a un paréntesis en la Historia de España. Y es que más allá de las referencias a la moral católica inscritas en los códigos civil y penal, Franco no tuvo programa alguno. Durante sus primeros veinte años, los españoles pasaron un hambre lobuna gracias al socialismo con camisa azul de Falange. Luego el Plan de estabilización impulsado por los tecnócratas del Opus Dei, dos millones de españoles en el extranjero enviando divisas y la casi totalidad de las mujeres en casa proporcionaron unas cifras de empleo y crecimiento extraordinarias. A día de hoy, ninguno de esos factores parece posible. A cuarenta años de distancia, quizá lo peor de su herencia sea la manera en que millones de españoles siguen pensando en las supuestas bondades de un papá Estado - ¿extraña que haya tanto franquista en la izquierda española? – que todo ha de darnos y también un espíritu ovejuno que bala, pero no se moviliza por el bien común. Eso y los que utilizan a Franco para asaltar el presupuesto.
November 22, 2015
Regreso a Perú (I): Nuevo campus literario
Ustedes ya saben que el pasado mes de septiembre realicé un campus literario en España en el que, por ejemplo, doña Sagrario Fernández Prieto llevó a cabo un magnífico taller de escritura y nuestra psicóloga de guardia, doña Pilar Muñoz, dictó una conferencia e incluso practicamos una larga entrevista a Curro Royo, uno de los guionistas de la serie Cuéntame de la que disfrutamos mucho. Algunos saben también que el dinero que yo debía percibir por ese campus se lo quedó un grupo de cuyo nombre por caridad no quiero acordarme de tal manera que hasta la fecha no he percibido un céntimo del campus aunque todos los asistentes pagaron debidamente. No sólo eso. Como además yo pagué a alguno de los participantes en el campus y asumí el coste de mi billete de avión regresar a España no sólo no me reportó dinero alguno sino que me costó una cantidad de la que no me he resarcido. En otras palabras, no sólo no gané nada con el campus sino que además perdí varios miles de euros. Sí, ya lo sé, no me lo echen más en cara. Hay gente indigna de confianza y yo confié en ella.
Pensarán ustedes que con semejante antecedente debería yo haber escarmentado y no volver a organizar un campus en mi vida. Yo no soy de esa opinión. Los que participaron en el campus – les faltó tiempo para organizar un grupo de wasap – lo pasaron de maravilla, la experiencia fue muy positiva y porque haya gente que se queda con lo que no es suyo – califiquen ustedes esa conducta como mejor les parezca - no vamos a dejar de repetir el campus. El próximo campus, Dios mediante, tendrá lugar no en España ni con la organización colaboradora del último campus, sino en Lima, la capital del Perú. Su coste aproximado será de unos 350 dólares, una cantidad muy modesta, pero destinada a abrir la posibilidad de disfrutar del campus a la gente que no disponga de muchos recursos.
Bajo el título de El viaje a las Indias, durará una semana – posiblemente la del 22 de agosto de 2016 - en la cual contaremos con conferencias relativas a la vida y obra de personajes relevantes relacionados con la Epopeya americana, tendremos un taller para aprender a escribir, pasearemos por la Lima colonial, iremos al teatro y visitaremos yacimientos arqueológicos de las culturas pre-colombinas. Por supuesto, las personas que lo deseen podrán quedarse unos días después del campus para visitar Cuzco y el Machu Pichu, dos de los lugares más fascinantes del globo y lo dice alguien que ha viajado no poco por diferentes continentes.
Ya lo saben. Están convocados a este campus que – lo esperamos – será todavía mejor que el anterior. Seguiremos informando. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
La organizacion y las instituciones comunitarias en el judeo-cristianismo palestino del s.I (III)
LA ORGANIZACIÓN Y LAS INSTITUCIONES COMUNITARIAS EN EL JUDEO- CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (II): LAS INSTITUCIONES (I)
Los apóstoles
Las fuentes apuntan a un gobierno de un grupo conocido como «los Doce» desde los primeros momentos de la comunidad judeo-cristiana . Sus nombres aparecen en cuatro listas diferentes recogidas en Mt. 10, 2-4, Mc. 3, 16-9, Lc. 6, 14-16 y Hch. 1, 13, omitiéndose en este último caso a Judas Iscariote. Juan no da ninguna lista, pero menciona a los «Doce» como grupo (Jn. 6, 67; 20, 24) y en el mismo sentido se perfilan los datos que conocía Pablo (1 Cor. 15, 5).
Convencionalmente, se suele dividir las listas en tres grupos de cuatro y ése es el sistema que seguiremos en nuestra exposición. En ella daremos prioridad al elemento relativo a su papel en el judeo-cristianismo afincado en Israel desde una perspectiva institucional, obviando el relacionado con su vida anterior, salvo que la referencia resulte indispensable.
1. Primer grupo de cuatro
El apóstol mencionado en primer lugar es siempre Simón, cuyo nombre fue sustituido por el sobrenombre Petrós («piedra»), seguramente una traducción del arameo Kefas. Este cambio debe de ser muy antiguo —los Evangelios lo retrotraen al período de la vida de Jesús— dado que Pablo ya lo conoce con ese sobrenombre. Según los datos que nos proporcionan las fuentes primitivas, parece ser que fue uno de los tres discípulos del grupo más íntimo de Jesús y disfrutó de cierta preeminencia, no claramente definida, en el grupo originario. De ser cierta la atribución que se le hace de haber negado a Jesús durante la detención y condena posterior de éste (Mt. 26, 57-8, 69-75; Mc. 14, 53-4, 66-72; Lc. 22, 54-62; Jn. 18, 12-18, 25-27), y todo parece apuntar en un sentido afirmativo, resulta difícil negar la tesis de que los primeros fieles lo consideraban investido de esa autoridad por el crucificado y restaurado en ella después de la Pascua.
Son varios los aspectos que favorecen la visión que le adjudica esta preeminencia, aunque ésta parece moral y espiritual, pero no jurídica. De entrada, en Hch. 1, 13, su nombre es citado el primero en la lista pospascual de los Once. Pedro desempeña también un papel significativo en la elección de Matías para ocupar el cargo dejado vacante por Judas (Hch. 1, 20). Fue precisamente con ocasión de este episodio cuando afirmó que cualquier sucesor de los apóstoles debía haber vivido con Jesús desde la época de Juan el Bautista hasta su ascensión (Hch. 1, 21-22). Pedro desempeñó también un papel de portavoz como señalan los primeros discursos de Hch. También parece haberse ocupado de cuestiones disciplinarias como en el caso del incidente de Ananías y Safira (Hch. 5, 1-10). Con todo, deberíamos ser muy cuidadosos para no superponer sobre la figura de Pedro construcciones teológicas que son muy posteriores y ajenas a lo recogido en las fuentes.
Pese a lo anterior, resulta claro en las fuentes que su función se hallaba subordinada a la del resto de los apóstoles (Hch. 8, 14), que tenía que rendir cuentas no sólo a éstos sino también al resto de los hermanos (Hch. 11, 1 y ss.) y que en alguna ocasión se enfrentó con una evidente y frontal oposición procedente de otros dirigentes del cristianismo (Gál. 2, 11 y ss.). En relación con el concilio de Jerusalén, su intervención fue, sin duda, relevante (Hch. 15, 7 y ss.), pero el dictamen final no le correspondió a él sino a Santiago (Hch. 15, 13 y ss.), precisamente la persona que parece haberlo sustituido como personaje más importante en la comunidad de Jerusalén —si es que no gozaba previamente de tal posición— al huir de Herodes (Hch. 12, 17). De manera bien significativa, en todo el Nuevo Testamento, Pedro no es asociado en ningún momento con Roma y cuando se le menciona como uno de los pilares de la iglesia de Jerusalén aparece citado sin ninguna referencia de superioridad y al lado de otros dos personajes (Gálatas 2: 9).
Asociada muy de cerca a la figura de Pedro se halla la de su hermano Andrés (Jn. 1, 40-1; Mc. 1, 16), aunque desconocemos su papel en el judeo-cristianismo afincado en Israel.
Santiago y Juan eran, como los dos hermanos anteriormente citados, pescadores en Galilea (Mc. 1, 19). Se ha especulado con la posibilidad de que su madre (Mt. 27, 56) fuera la Salomé, hermana de la madre de Jesús (Mc. 15, 40; Jn. 19, 25). Tal hecho convertiría a Santiago y Juan en primos de Jesús. No obstante, la hipótesis no resulta del todo segura. Santiago fue ejecutado por Herodes Agripa entre el 41 y el 44 d. J.C. (Hch. 12, 1-2) y, como ya vimos, se ha apuntado, sin mucho fundamento, a la posibilidad de que sucediera lo mismo con su hermano Juan. Se discute si éste es el Juan de Apocalipsis y si puede ser identificado con el «Discípulo Amado» del Cuarto Evangelio. En cualquier caso, parece haber desempeñado un papel de considerable relevancia en compañía de Pedro durante los primeros años del judeo-cristianismo jerosilimitano (Hch. 3, 1; 4, 13; 8, 14). De hecho, Pablo lo describe como una de las columnas de la iglesia de Jerusalén junto a Pedro y Santiago (Gál. 2, 9). Este grupo de tres, según el testimonio de las fuentes, parece haber mantenido una relación muy estrecha con Jesús durante su ministerio (Mc. 9, 2; 5, 37; 14, 33). Ocasionalmente, se menciona un grupo de cuatro en el cual se incluye a Andrés (Mc. 1, 29; 13, 3).
2. Segundo grupo de cuatro
Felipe era de Betsaida y parece haber sido un amigo íntimo de Andrés (Jn. 1, 44; 6, 5-8; 12, 22). En cuanto a Bartolomé, carecemos de datos, aunque se ha intentado identificarlo con Natanael (Jn. 1, 45-6; 21, 2). Los Padres mismos manifiestan posturas encontradas sobre el tema y no se puede rechazar la posibilidad de que se trate de dos personas distintas, siendo Natanael alguien ajeno al grupo de los Doce.
Por lo que se refiere a Tomás, denominado «el Gemelo» en Jn. 11, 16 y 20, 24, carecemos también de datos. Mateo, muy posiblemente, debe ser identificado con el Leví de otras listas, aunque no hay unanimidad sobre este tema. En términos generales, podemos decir que carecemos absolutamente de noticias relativas al papel particular de todos y cada uno de los integrantes de este segundo grupo de cuatro, si hacemos excepción de la atribución a Mateo de la redacción del primer Evangelio.
Ciertamente, los Hechos hablan de un Felipe, pero éste no puede ser identificado con el apóstol, ya que fue elegido para formar parte del grupo de los diáconos y luego desempeñó tareas de evangelización (Hch. 6, 5; 8, 5-40; 21, 8).
3. Tercer grupo de cuatro
Tanto Judas Iscariote (muerto poco después de la ejecución de Jesús) como Simón el Zelote o Santiago de Alfeo no parecen ocasionar problemas en cuanto a su identidad histórica —aunque ciertamente desconocemos el papel de los dos últimos en el judeo- cristianismo afincado en Israel—, pero no puede decirse lo mismo del personaje situado en décimo lugar en Mateo y Marcos y en undécimo en Lucas y Hechos. De hecho, aparecen tres nombres (Lebeo, Tadeo y Judas). Resulta difícil solventar —carecemos de referencias alternativas— estas discrepancias, aunque se ha recurrido a diversas posibilidades que van desde la falta de memoria, hasta la de identificar a Tadeo con Judas, el hermano de Santiago, siendo Lebeo sólo una variante textual del mismo, una tesis armonizadora que entra, por otra parte, muy dentro de lo posible. En cualquiera de los casos, ignoramos todo sobre la función que los mencionados personajes pudieron tener individualmente en el seno del judeo-cristianismo asentado en Israel.
El origen del grupo de los Doce ha sido discutido desde los trabajos de F. Schleiermacher y F. C. Baur en relación con el cristianismo primitivo, negándose su vinculación con una decisión de Jesús. Que el grupo existía ya en un tiempo muy primitivo resulta imposible de negar y hoy en día así se admite en general, aunque persiste la discusión relativa al origen del mismo en conexión con una decisión específica de Jesús. Pablo menciona ya al grupo en 1 Cor. 15, 5, precisamente con esa denominación, como receptor de las apariciones de Jesús resucitado, precisamente cuando aquél sólo estaba ya formado por once. Tal circunstancia abona, desde luego, la posibilidad de que el grupo como tal existiera en vida de Jesús. Por otro lado, la premura en completar su número (Hch. 1, 15-26) va, desde luego, en la misma dirección. Desde nuestro punto de vista, creemos que los materiales históricos de que disponemos apuntan a situar el origen del grupo en una decisión explícita de Jesús, pero el tema en sí es ajeno al presente estudio. Basta con saber que aquél ya existía en el seno del judeo-cristianismo en una época muy temprana.
Otra cuestión relacionada con este tema es exactamente lo que implicaba el apostolado. El gran revulsivo moderno para entregarse al estudio de este tema fue, sin duda, la obra de Lightfoot sobre la Epístola a los Gálatas. El término «apóstol» deriva del infinitivo griego apostellein («enviar»), pero no era muy común en griego. En la Septuaginta, sólo aparece una vez (1 Re. 14, 6) como traducción del participio pasado shaluaj de shlj (enviar). Precisamente tomando como punto de partida esta circunstancia, H. Vogelstein y K. Rengstorf conectaron la institución de los apóstoles con los sheluhim rabínicos. Esta institución tuvo una especial importancia a finales del siglo I e inicios del siglo II d. J.C. y consistía en comisionados rabínicos enviados por las autoridades asentadas en la tierra de Israel para representarlas con plenos poderes. Los sheluhim recibían una ordenación simbolizada por la imposición de manos y sus tareas —que, muchas veces, eran meramente civiles— e incluían ocasionalmente la autoridad religiosa y la proclamación de verdades también religiosas. La tesis resulta muy atractiva incluso en la actualidad, pero tiene el inconveniente de que no poseemos referencias a los sheluhim paralelas cronológicamente a los primeros tiempos del judeo-cristianismo. Esta circunstancia provocó que la citada interpretación fuera objeto de fuertes ataques ya desde mediados del siglo XX.
G. Klein pretendió —muy discutiblemente— trazar el origen del apostolado en la figura de Pablo, considerando que la institución de los Doce había sido posterior, y W. Schmithals, por el contrario, conectó la procedencia de la institución con grupos gnósticos de origen sirio. Ambas teorías tienen en su contra el testimonio claro de las fuentes, ya que Pablo reconoce que ya existía el grupo de los Doce cuando se produjeron las apariciones del Resucitado (1 Cor. 15, 7) y habla de apóstoles anteriores a él (Gál. 1, 17) en Israel y no en Siria. De hecho, Pablo no sólo no se atribuye la creación del término —mucho menos el haberlo tomado prestado de grupos gnósticos— sino que pretende que se le considere apóstol igual que antes se ha hecho con otros personajes como Pedro, que le antecedieron en tal función (Gál. 2, 2-10).
Hoy en día, se tiende a conectar nuevamente la figura del apóstol con la raíz verbal shlj, que es vertida en la Septuaginta unas setecientas veces por apostollein o exapostollein. El término generalmente hace referencia a alguien enviado por Dios para una misión concreta, como es el caso de Moisés, los profetas, etc. Algo que coincide con los datos neotestamentarios relacionados con la misión de los apóstoles (Lc. 24, 47-48; Mt. 28, 19-20; Jn. 20, 21; Hch. 1, 8; Mc. 16, 15). Desde luego, parece obvio que el campo semántico del término era muy amplio —como ya señaló en su día Lightfoot— y que iba más allá del grupo de los Doce, aunque manteniendo un carácter excepcional. De hecho, la referencia a los falsos apóstoles es lo que lo sugiere (Ap. 2, 2; 2 Cor. 11, 13). Entre los apóstoles que no pertenecían a este grupo restringido se hallaban Santiago, el hermano del Señor (Gál. 1, 9); Pablo (1 Cor. 1, 1; etc.), y Bernabé (Hch. 14, 14; 1 Cor. 9, 6 con 4, 9; Gál. 2, 9). En cuanto a Andrónico y Junia (Ro. 16, 7) —nombre, este último, que correspondía, posiblemente, a una mujer— no resulta claro si los dos personajes eran apóstoles o, lo que parece más posible, eran simplemente objeto de aprecio entre los apóstoles. Es más que dudoso que. tuvieran categoría de tales Silvano y Timoteo (1 Tes. 2, 6 con Hch. 17, 4 y 14), así como Apolos (1 Cor. 4, 6 y 9). Tal uso resultaba claro cuando se redactó la Didajé (11, 3-6) y se recoge en otras obras como el Pastor de Hermas (IX, 15, 4) o el Adversus Haer. (II, 21, 1) de Ireneo.
Los apóstoles ligados al judeo-cristianismo de los primeros tiempos parecen haber sido un colectivo con características muy específicas e irrepetibles. Entre ellas destacaban, de manera primordial, las siguientes:
1. Haber visto a Jesús resucitado (1 Cor. 15, 5) y,
2. Haber vivido con él desde la época del bautismo de Juan hasta su ascensión (Hch. 1, 22).
Esta cercanía a Jesús —antes y después de su muerte— los convertía en personajes especialmente importantes a la hora de autenticar la enseñanza como igual a la impartida por Jesús y de tomar decisiones acerca de la vida de la comunidad (Gál. 1, 18-2, 10; Hch. 6, 2-6; 15, 2 y ss.). Gomo tales, no parece que fueran reemplazables o que se creyera en su posible sucesión. De hecho, sabemos que la muerte de Judas determinó la elección de Matías en su lugar para completar el número (Hch. 1, 26), pero no se volvió a tomar esa medida con posterioridad, por ejemplo, cuando Santiago fue ejecutado por Herodes Agripa (Hch. 12, 2).
Centrados inicialmente en Jerusalén (Hch. 1-11), las fuentes relacionan con ellos:
1. la evangelización primitiva (Hch. 2, 1-4, 22),
2. las decisiones disciplinarias (Hch. 5, 1 y ss.),
3. la ordenación de ministerios menores a propuesta de la comunidad (Hch. 6, 1-6),
4. la enseñanza y la oración (Hch. 6, 4),
5. la supervisión de las misiones dependientes de miembros de la comunidad jerosilimitana (Hch. 8, 14 y ss.; 9, 32 y ss.), y
6. las medidas relativas a la entrada de los gentiles (Hch. 11, 1 y ss.) y a los términos de su permanencia en el seno del movimiento (Hch. 15), aunque en estos últimos casos parece clara la intervención del resto de la comunidad (Hch. 11, 1 y 18; 15, 22).
Finalmente, tanto H. Riesenfeld como B. Gerhardsson han estudiado la posibilidad de que los Doce fueran el receptáculo de la enseñanza de Jesús de acuerdo con una metodología de enseñanza similar a la rabínica y que, a partir de los mismos, se fuera formando un depósito de materiales relacionados con la predicación de Jesús.
Por lo que se refiere al judeo-cristianismo situado fuera de Israel, Pedro parece haber desempeñado un ministerio itinerante ya a mediados de los años cuarenta y durante los cincuenta (Hch. 12, 17; 1 Cor. 1, 12; 1 Pe. 1, 1), pero las noticias sobre los otros no son tan claras (1 Cor. 9, 5), aunque no pueden descartarse las referidas a un ministerio de Juan en Asia Menor, ni tampoco las pretensiones de Santiago en este sentido (Sant. 1, 1). Muy posiblemente, los Doce limitaron su ministerio a los judíos —fueran de la Diáspora o de Israel— según los datos consignados en Mt. 19, 28 o Gá. 2, 7-9, sin excluir al propio Pedro. Desde luego, sí parece altamente probable que, a la luz del mencionado pasaje, se vieran y fueran vistos por la comunidad como el germen o núcleo de un Israel renovado bajo Jesús, el Mesías y Señor.
Su importancia resultó, no cabe duda, fundamental, y buena prueba de ello la tenemos en testimonios como el de Apocalipsis 21, 14, donde se les considera, en su conjunto, como fundamento de la Iglesia. Eran el vínculo claro entre el Jesús anterior a la cruz y la comunidad presente y, en tal sentido, implicaban para el judeo-cristianismo una conexión sin precedentes con la divinidad que no se podría repetir en el futuro.
CONTINUARÁ
Sobre el tema, véanse C. K. Barrett, The Signs of an Apostle, Filadelfia, 1972; F. Hahn, «Der Apostolat in Urchristentum», en KD, 20, 1974, pp. 56-77; R. D. Culver, «Apostles and Apostolate in the New Testament», en BSac, 134, 1977, pp. 131-143; R. W. Herron, «The Origin of the New Testament Apostolate», en WJT, 45, 1983, pp. 101-131; K. Giles, «Apostles Before and After Paul», en Churchman, 99, 1985, pp. 241-256; F. H. Agnew, «On the Origin of the Term Apostolos», en CBQ, 38, 1976, pp. 49-53; del mismo autor, «The Origin of the NT Apostle-Concept», en JBL, 105, 1986, pp. 75-96; B. Villegas, «Peter, Philip and James of Alphaeus», en NTS, 33, 1987, pp. 292-294; C. Vidal Manzanares, «Apóstol», en DTR.
En este sentido apunta el pasaje de Juan 21, 15-19. Otro eco de esta tradición en Lucas 22, 31-32.
Esto concuerda con Lucas 6, 14. No obstante, no está claro si ha influido en Lucas 24, 34, donde Pedro es retratado como el primer discípulo que vio a Jesús resucitado.
K. H. Rengstorf se ha pronunciado muy favorablemente en el sentido del núcleo histórico del relato en Current Issues in New Testament Interpretation, W. Klassen y G. F. Snyder (eds.), Nueva York, 1962, pp. 178-192. Un punto de vista opuesto, en el sentido de considerar el material de Lucas como «comparativamente pobre», en E. Haenchen, The Acts…, ob. cit., pp. 164-175.
Discurso de Pentecostés, en Hechos 2, 14-42; discurso en el pórtico de Salomón, en Hechos 3, 11-26; discurso ante el Sanhedrín, en Hechos 4, 8-12, etc.
El estudio de la figura de Pedro ha tendido a verse empañado históricamente por consideraciones que poco tienen que ver con la investigación histórica y sí mucho con las tesis teológicas. Un acercamiento a las fuentes desprovisto de tales apasionamientos en R. Pesch, «Simon-Petrus», en TAG, 1980, pp. 112-124; R. E. Brown, K. P. Donfried y J. Reumann, Pedro en el Nuevo Testamento, Santander, 1976; C. P. Thiede, Simon…, ob. cit.
P. M. Peterson, Andrew, Brother of Simon Peter, Leiden, 1958.
R. E. Brown, «The Twelve and the Apostolate», en NJBC, Englewood Cliffs, 1990, p. 1379.
A. T. Robertson, Una armonía de los cuatro Evangelios, El Paso, 1975, pp. 224-226. En el mismo sentido, M. J. Wilkins, «Disciples», en DJG, p. 181, donde alega, principalmente, la existencia de una coincidencia total en el resto de los nombres.
Por supuesto, las fuentes evangélicas conectan a Jesús con la formación del grupo (Mc. 3, 14-15; Jn. 20, 19 y ss.; etc.) y hay referencias como la de Mateo 19, 28, y Lucas 22, 30, donde se relaciona tal institución con el número de las tribus de Israel y el papel escatológico del Hijo del hombre, que revisten, a nuestro juicio, visos de ser históricamente ciertas.
Recientemente el tema ha vuelto a ser discutido en profundidad por E. P. Sanders, Jesus…, ob. cit., pp. 91 y ss., en una obra que ha sido galardonada con el Louisville Grawemeyer Award in Religion de 1990. Sanders examina todos los argumentos sobre el tema y concluye que, efectivamente, la existencia del grupo debe situarse en una decisión de Jesús cuyo contenido es evidentemente escatológico. En contra de la posibilidad de retrotraer la institución de los Doce a Jesús, véanse P. Vielhauer, «Gottesreich und Menschensohn in der Verkündigung Jesu», en Wilhelm Schneemelcher (ed.), Festschrift für Gunther Dehn, Neukirchen, 1957, pp. 51-79; R. Meye, Jesus and the Twelve, Grand Rapids, 1968, pp. 206 y ss. A favor de tal posibilidad, véanse L. Gaston, No Stone on Another, Leiden, 1970; F. F. Bruce, New Testament…, ob. cit., pp. 210 y ss.; M. Hengel, The Charismatic…, ob. cit.; C. F. D. Moule, The Birth…, ob. cit., p. 54; C. Vidal, «Apóstol» en DTR.
Al respecto, véase: C. Vidal, Jesús, el judío (en prensa).
J. B. Lightfoot, Saint Paul’s…, ob. cit.
H. Vogelstein, «The Development of the Apostolate in Judaism and Its Transformation in Christianity», en HUCA, 2, 1925, pp. 99-123.
K. Rengstorf, «Apostolos», en TDNT, vol. I, pp. 407-447.
G. Klein, «Die Zwolf Apostel», en FRLANT, 59, 1961.
W. Schmithals, The Office of Apostle in the Early Church, Nashville, 1969.
L. y A. Swidler (eds.), Women Priests, Nueva York, 1977, pp. 141-144.
H. Riesenfeld, The Gospel Traditions and Its Beginings, Londres, 1957.
B. Gerhardsson, Memory and Manuscript: Oral Tradition and Written Transmission in the Rabbinic Judaism and Early Christianity, Uppsala, 1961.
November 21, 2015
Nearer My God To Thee
El texto, extraordinariamente hermoso, señalaba como la autora quería estar más cerca de Dios aunque eso significara que fuera una cruz la que, levantándola, la acercara o aunque, errante, el sol hubiera descendido y sobre ella sólo hubiera oscuridad y su único descanso fuera una piedra. La autora manifestaba su confianza en que todo lo que llega, por una u otra razón, es dado misericordiosamente por Dios. Ahora transitamos un camino no siempre fácil en el que lo que necesitamos es estar cada vez más cerca de El, pero un día estaremos a salvo y descansados en el hogar del Padre, seremos perfectamente bendecidos en el amor del Salvaor y era tras era estaremos más cerca de Dios.
Con ese contenido, no sorprende el inmenso éxito de esta canción. Son muchos los que insisten en que fue la última que interpretó la orquesta del Titanic precisamente mientras se hundía el barco – algo que reconocieron los crecidos en una cultura protestante cuando vieron la famosa película, pero que se escapó totalmente a los insertos en otro contexto espiritual - y Ted Turner, hace años, ordenó que se grabara para ser emitido por su holding mediático justo en el momento en que llegara el fin del mundo.
He escogido una versión clásica de un coro menonita, otra en español y la famosa de Titanic. Sin embargo, quisiera insistir en no tiene mucho sentido dar un significado exclusivamente escatológico – aunque puede adquirirlo también legítimamente – ya que la canción señala una realidad maravillosa que muchos experimentamos a diario, aquí y ahora. Incluso en las situaciones más difíciles, más duras, más ingratas podemos sentir que Dios está muy cerca, que cuida de nosotros y que todo tiene un propósito. Puedo dar fe de ello por mi experiencia personal en infinidad de ocasiones, pero – quiero recalcarlo – esa experiencia es la de millones de personas a lo largo de los siglos. Quizá el que me lea ahora se encuentre necesitado de sentir esa cercanía de Dios en tiempos muy difíciles. Quiero que sepa que puede acércarse a Dios. De manera sencilla, sin usar fórmulas ni repetir oraciones. Sólo con las palabras que utilizaría para dirigirse a un amigo. Dios lo escuchará. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios lo bendiga!!!
Esta es la versión de los Sharon Mennonite Singers
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Esta es la versión en español
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Y aquí va la versión de Titanic
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November 19, 2015
Entrevista sobre ISIS
November 18, 2015
Las enseñanzas del Islam sobre el atuendo femenino
Al parecer, al cabo de unas horas el predicador –que, casualidades de la vida, se parece una barbaridad al director de una página web católica no caracterizada precisamente por ser el colmo de la ilustración – pidió disculpas a las mujeres no musulmanas por lo que había dicho. Yo no quiero caer en la frivolidad, pero, sinceramente, no veo yo a muchas españolas convirtiéndose al islam. Las cosas como son. Ven ustedes el video y ya me dicen si creen que ando muy equivocado. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Malik Ibn Benaisa, estudioso del Islam: "Una mujer que se arregla y se perfuma es una fornicadora" "Juro por Alá que no está permitido depilarse las cejas" "Que Alá maldiga a las mujeres que se hacen tatuajes" "Que las mujeres musulmanas bajen su mirada y guarden su belleza"Posted by Un Ciudadano Cualquiera on Domingo, 15 de noviembre de 2015
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