César Vidal's Blog, page 95

December 8, 2015

Del Cocibolca a la China

La geografía pesa enormemente en el destino de los pueblos. Ni Gran Bretaña se hubiera salvado de las invasiones ni España hubiera sufrido tantas de no ser la primera una isla y la segunda, un cruce de caminos entre el norte y el sur, entre Europa y África.

En ocasiones, esa circunstancia resulta especialmente trágica. En el caso de Nicaragua, la geografía casi se resume en un lago, el Cocibolca, situado en el centro de su mapa. Ante la posibilidad de que el canal de Panamá pudiera ser atacado – tenía cerca de una veintena de puntos vulnerables a inicios del siglo pasado – Estados Unidos concibió la idea de abrir un segundo canal transoceánico aprovechando el gran lago nicaragüense, el segundo de Hispanoamérica tras el Titicaca. Para contar con esa opción, lógicamente resultaba necesario controlar al gobierno de la república centroamericana lo que se tradujo en que desde 1912 a 1933 – con un pequeño paréntesis de nueve meses en 1925 – Nicaragua fuera ocupada por los marines. En 1914, el Tratado Bryan-Chamorro garantizó que Estados Unidos tendría el ansiado canal y además podría construir defensas para su protección y desde 1927 a 1933, la nación se vio sumergida en una guerra civil en la que un guerrillero nacionalista llamado Sandino se opuso ferozmente a la intervención extranjera. La larga dictadura de los Somoza se plegó a los intereses de Estados Unidos y cuando cayó a consecuencia de una sublevación popular, la Guerra fría llegó a Nicaragua no sólo por el color de unos sandinistas que eran marxistas y pro-castristas sino, especialmente, por el temor a perder la posibilidad de excavar el canal. Al fin y a la postre, Estados Unidos no se ha hecho con el canal, pero el proyecto no ha quedado abandonado. Hace apenas unas horas, el presidente Daniel Ortega, en contra de la opinión pública y de una posición de más de un siglo de vida, ha entregado la concesión del canal, por un siglo y con beneficios añadidos, a China. Una vez más, de manera silenciosa, la Casa Blanca estaba demasiado entretenida en batallas absurdas y artificiales en Oriente Medio o Ucrania como para percatarse de lo que sucede al sur del río Grande. El día menos pensado, China no sólo unirá dos océanos con un canal que Estados Unidos soñó, no sólo poseerá casi todas las empresas estratégicas del Perú, no sólo trazará las comunicaciones de Bolivia sino que dispondrá de una base en Argentina… y si no al tiempo.

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Published on December 08, 2015 00:53

December 7, 2015

La noche que entrevisté a Rajoy

Fue hace muchos años. En concreto, la última temporada que dirigí La linterna en la cadena COPE. El destino de FJL ya estaba decidido y por más que él se empeñara en revertirlo ya se había decidido en las alturas que no seguiría dirigiendo La mañana. Responsables de su caída no fueron ni el rey ni Rajoy sino un desalmado cardenal que consideraba a FJL más amortizado que un pañuelo de papel tras sonarte en él las narices.

La única cuestión que quedaba en el aire era si yo aceptaría la oferta para quedarme al menos dos temporadas más en aquella casa o si, por el contrario, acabaría marchándome con FJL. Para convencerme de lo sensato de quedarme en aquella casa se sumaron no pocas personas. Por ejemplo, una amiga muy íntima me repetía una y otra vez que yo era “más amigo de Federico de lo que él es tuyo”. De ahí deducía que lo más lógico era que me quedara en COPE y abandonara a FJL a su suerte. Yo intuía que lo que decía mi amiga podía ser verdad, pero semejante circunstancia no iba a ser obstáculo para que yo actuara de acuerdo a lo que me dictara mi conciencia. Recuerdo que entre sus esfuerzos estuvo el de prepararme una comida con un político del PP para que me convenciera de lo adecuado de abandonar a FJL. En el curso de la comida, sentí unas terribles tentaciones de ponerle al futuro ministro un tazón de vychissoise de sombrero. Que me pudiera contener para llevar a cabo tan merecido acto sólo puedo atribuirlo a la manera en que Dios impide en ocasiones que me deje llevar por mi instinto. Pero volvamos a Rajoy.



En el intento de persuadirme y supongo que de hundir un clavo más en el ataúd de FJL me informaron de que Rajoy estaba dispuesto a que lo entrevistara una noche. El mensaje saltaba a la vista: “tu eres recuperable y podemos tratarte bien. FJL está muerto. No seas tonto y apártate de ese cadáver”. Acepté realizar la entrevista porque la verdad es que Rajoy no se prodigaba mucho en los medios y porque a lo mejor lograba que mis oyentes se aclararan con lo que pensaba hacer si llegaba al poder. Y así llegamos a aquella noche.



Rajoy tenía cara de miedo – creo que el miedo es una constante en su existencia – pero pretendió ser amable. No le salió muy bien, pero lo intentó. Y entonces comencé la entrevista. No tenía intención ni de adularle ni de torturarlo. Intenté simplemente que explicara con un mínimo de amplitud lo que pensaba hacer. Mis preguntas fueron claras y fáciles de entender, pero Rajoy se escurrió de todo lo que le parecía incómodo. De hecho, ciertas preguntas como las relativas al aborto, al matrimonio homosexual o a la bajada de impuestos le provocaron un rictus en la barba que me recordó al gesto del que sufre un retortijón inoportuno. Por supuesto, no asumió el menor compromiso. Como me pasaría en una entrevista similar con Soraya Sáenz de Santamaría, eludió responderme de manera clara y sincera a lo que yo, clara y sinceramente, le pregunté.



Pueden atribuirlo ustedes al hecho de que no jugué con él al futbolín, a que no me preparó mejillones o a que, simplemente, no me respondió, pero cuando concluyó la entrevista yo había llegado a la conclusión de que Rajoy no era digno de confianza, de que su palabra valía poco o nada, de que carecía de una valentía mínima y de que lo más seguro es que se vengara de aquel que no le complaciera. Por supuesto, no lo voté ni esa vez ni la siguiente.





Los protagonistas de este episodio tuvieron un destino diverso. El cardenal que entregó la cabeza de FJL está retirado y vive en exclusiva en un ático en el centro de Madrid donde podrían alojarse, como mínimo, tres o cuatro familias; Rajoy llegó, como pretendía, a la presidencia del gobierno y Soraya se convirtió en su vicepresidenta; mi amiga llegó a ser directora general en este gobierno y el político que comió conmigo se convirtió en ministro de unas de las carteras más importantes y en su jefe. Yo me marché de COPE, pero no duré mucho con FJL. De hecho, fue anunciar mi marcha y arrancaron mi retrato de las paredes de Es.Radio y borraron mi referencia en la página web como uno de los fundadores. A esas alturas, algunos sicarios del poder llevaban tiempo intentando arruinarme e incluso visitaban editoriales a las que había dado a ganar millones para que no publicaran en el futuro ni una sola línea mía. Sabido es que, al final, acabé exiliándome, pero, gracias a Dios, dar ese paso salvó mi vida por apenas unos días de diferencia. En cuanto a las conclusiones a las que llegué sobre Rajoy aquella noche que lo entrevisté ustedes dirán si les parecen erróneas o acertadas.

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Published on December 07, 2015 01:19

December 6, 2015

La organizacion y las instituciones comunitarias en el judeo-cristianismo palestino del s.I (V)

LOS PRIMEROS CRISTIANOS:
LA ORGANIZACIÓN Y LAS INSTITUCIONES COMUNITARIAS EN EL JUDEO- CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (V): LAS INSTITUCIONES (III)

Los profetas



Un papel muy relevante en cuanto a su permanencia ulterior como institución y a su influencia en la marcha del judeo-cristianismo parece haber sido el disfrutado por los profetas. El estudio de esta institución lo veremos por razones de sistematicidad más adelante , al referirnos a las manifestaciones pneumáticas. De esa ubicación puede desprenderse hasta qué punto los ministerios en el judeo-cristianismo aparecieron más vinculados a elementos de tipo carismático que institucional.





La imposición de manos



Hemos hecho alusión al referirnos al episodio relatado en Hch. 6 a la imposición de manos. Las referencias en relación con el judeo-cristianismo a este tipo de práctica se pueden dividir en tres grupos concretos. En primer lugar, nos encontramos con lo que podríamos considerar dotado de un posible contenido ministerial que cuenta con paralelos en el judaísmo. Tal sería el caso de la noticia que aparece en Hch. 6. La práctica la hallamos asimismo en el judeo-cristianismo de la Diáspora (Hch. 13, 3), así como en el cristianismo paulino (1 Tim. 2, 8; 2 Tim. 1, 6). En este caso, la imposición de manos confiere formalmente un reconocimiento de un ministerio. Los orígenes de tal visión, muy posiblemente, podemos hallarlos en la semijah o imposición de manos judía, que, en el Antiguo Testamento, aparece vinculada con la figura de Moisés (Nm. 27, 18-23; Dt. 34, 9) y la de los ancianos y jueces de Israel (Nm. 11, 16-17; 24-25).



En el rabinismo, tal ceremonia era un equivalente a la ordenación ministerial, en la medida en que sólo los que hubieran pasado por ella podían formar parte del Sanedrín y de un bet din (Sanh. 5b). El procedimiento debía ser realizado por un sabio ordenado, ante la presencia de otros dos sabios como testigos (Misná, Sanh. 1, 3). Muy posiblemente, desde luego en el caso del paulinismo resulta evidente, ése fue el enfoque judeo-cristiano. La imposición de manos vendría así a simbolizar el reconocimiento autorizado de un ministerio comunitario.



En segundo lugar, la imposición de manos aparece conectada con una idea no desprovista de originalidad, como es la de la transmisión del Espíritu Santo (Hch. 8, 17-19). Pablo (Hch. 19, 6) parece haber seguido también esta práctica que, según la fuente, aparece relacionada con una experiencia pneumática ligada al don de lenguas, como veremos más adelante.



Por último, la imposición de manos, como en Hch. 9, 12-17, parece hacer referencia a un rito encaminado a otorgar la salud en el receptor. Las fuentes (Hch. 28, 8) relacionan también esta práctica con Pablo y, muy posiblemente, en ambos casos obedece a una tradición común, que cuenta con antecedentes en Jesús (Mt. 8, 15; Mc. 1, 41; Lc. 13, 13, etc.). Una vez más, en el terreno institucional, hallamos que el judeo-cristianismo arrancaba de un origen judío que, no obstante, modificó para hacerlo encajar en su peculiar cosmovisión.





El sistema de comunidad de bienes en el judeo-cristianismo de Jerusalén



La práctica de una comunidad de bienes en el seno de la comunidad de Jerusalén ha sido, desde hace tiempo, una de las características más sugestivas de este colectivo. Parece difícil discutir la historicidad de las dos referencias a esta institución que aparecen en el libro de los Hch. (2, 44 y ss.; 4, 32 y ss.). Para abordar su análisis estudiaremos, primero, el posible origen y, posteriormente, las características y la duración de tal institución.





1. El origen de la comunidad de bienes jerosilimitana



No tenemos datos seguros acerca del origen de esta institución en el seno de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén. Precisamente por ello, cualquier solución que se pretenda dar al tema contendrá siempre un cierto grado de especulación. No obstante, vamos a exponer el proceso que, a nuestro juicio, pudo ser el más verosímil. El primer modelo de propiedad comunitaria pudo muy bien partir del mismo grupo de los Doce. Consta que la existencia de una bolsa común era la práctica habitual en el grupo cercano a Jesús (Jn. 13, 29; 12, 6; Mt. 19, 29 y par.) y, posiblemente, la misma ya se había extendido a otro grupo más amplio antes de su muerte (Lc. 8, 1 y ss.; 10, 1 y ss.). Con todo, la tesis comunitaria pudo deberse en un primer momento al deseo de solucionar el problema que se le planteaba a una comunidad establecida en Jerusalén. En el curso de la fiesta de Pentecostés se produjo una experiencia de masas que iba a resultar decisiva para el futuro del colectivo (Hch. 2, 1 y ss.). Por un lado, parece que muchos de los asistentes fueron captados para la nueva fe (Hch. 2, 37 y ss.); por otro, es indudable que algunos de los antiguos discípulos, entre los que se encontraban los hermanos de Jesús y los Doce, decidieron afincarse definitivamente en Jerusalén.



Aquel cúmulo de circunstancias planteaba, y esto es lógico, problemas de mantenimiento que se intentaron solucionar compartiendo lo que poseían entre todos, bajo la dirección de los Doce (Hch. 2, 43 y ss.). Que a ello contribuyó de manera decisiva el entusiasmo de aquellos primeros momentos es algo que se desprende claramente de la misma fuente lucana. Por tanto, nos encontraríamos no ante un fenómeno minuciosamente regulado y articulado —como en el caso de los sectarios de Qumrán— sino, más bien, ante un producto del entusiasmo espiritual del inicio. El evaluar de esta manera el origen de la institución nos permite precisamente comprender con exactitud no sólo sus características concretas sino también su duración.





2. Las características de la comunidad de bienes jerosilimitana



Ciertamente, ese carácter espontáneo que acompañó al nacimiento de la institución permite explicar su configuración tan distinta de la de otros movimientos contemporáneos (como Qumrán) o posteriores (como el monacato). Las notas definitorias del modelo jerosilimitano son las siguientes:





a) Carácter voluntario y no obligatorio. Contra lo que ha sucedido en otros movimientos que practican la comunidad de bienes, la de Jerusalén permitió la voluntariedad en el seno del colectivo. Ése es el núcleo central del reproche dirigido por Pedro a Ananías y Safira (Hch. 5, 3 y ss.). Nadie les obliga a entregar sus bienes y, por ello, mentir al respecto carecía de sentido. Pertenecer al colectivo no exigía, en absoluto, compartir los bienes en régimen de comunidad.



b) Preservación de bienes privados. Parece bastante claro que el número de bienes de cierto valor enajenados y entregados a los apóstoles no debió de ser muy alto ni siquiera en los momentos de mayor entusiasmo. María, la madre de Juan Marcos, no se desprendió de su casa (Hch. 12, 12), y sólo tenemos noticia concreta de la venta de dos inmuebles, los pertenecientes a Ananías (Hch. 5, 1) y a Bernabé (situado quizá en Chipre) (Hch. 4, 36-7), aunque, posiblemente, hubo más casos (Hch. 2, 45; 4, 34). Por otro lado, parece ser que muchos optaron por permitir un uso común sin por ello proceder a la enajenación del bien o, dicho en palabras del autor de Hch., «ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común» (Hch. 4, 32).



c) Carencia de sistematicidad. A lo anterior se unió una clara ausencia de sistema en cuanto al reparto y la asignación de bienes —indudablemente, de uso y consumo— a cada participante en este sistema. Como era lógico, los problemas de cariz administrativo relacionados con la colectivización de los bienes parece que no se hicieron esperar. Pese al carácter unánime en el terreno espiritual del que nos habla Lucas, no tardó en producirse el roce a causa de una cuestión relativa a la distribución de los alimentos. La controversia no sólo tenía un matiz asistencial (la entrega de la beneficencia entre las viudas), sino que implicaba, solapadamente, el choque entre los elementos grecoparlantes de la comunidad y los arameoparlantes. Es muy posible que, en el fondo, no existiera mala fe por parte de los primeros y que se tratara sólo de una cuestión de gestión mal realizada o, incluso, de la suspicacia que, en ocasiones, acompaña a las minorías, en este caso la helenista. La intervención del grupo de los Doce —que, no obstante, dejó clara su resistencia a ocuparse de este tipo de tareas— parece haber salvado la situación (Hch. 6, 1 y ss.). Pero del conjunto del relato se desprende que primó más el elemento carismático que el práctico con consecuencias que, a medio plazo, parecen inevitables.



d) Ausencia de una visión que se ocupara de la producción u obtención de nuevos bienes. A todo lo anterior hay que unir el hecho de que la comunidad jerosilimitana no parece haber pensado nunca en la necesidad de articular una estrategia que permitiera proceder a la sustitución de los bienes consumidos. En el caso de Qumrán, existía la posibilidad de explotar algunas posesiones como forma de obtener una manutención cotidiana, y ciertamente ése fue el camino seguido posteriormente por algunas formas de vida monástica, pero tal solución no fue, hasta donde sabemos, ni siquiera planteada por la comunidad de Jerusalén. Lógicamente, un sistema económico donde la capacidad de contribución era muy limitada y donde el gasto era continuo y sin posibilidad de reposición no podía durar mucho y eso fue, tal como se desprende de las fuentes, lo que sucedió.





3. La duración de la comunidad de bienes jerosilimitana



Partiendo del testimonio del libro de los Hechos, el régimen de comunidad de bienes no da la sensación de haberse extendido más allá de unos pocos años ni de haberse practicado más allá de la comunidad jerosilimitana. Ciertamente, no hay datos sobre un sistema de comunidad de bienes en el cristianismo paulino o judeo- cristiano de la Diáspora. A diferencia de muchos otros aspectos que, como veremos en la cuarta parte de este estudio, fueron tomados del judeo-cristianismo asentado en Israel, la comunidad de bienes no resultó trasplantada a otras corrientes cristianas.



Pero tal limitación geográfica no tuvo lugar sólo fuera de la tierra de Israel. De hecho, no tenemos noticia de un régimen parecido fuera de Jerusalén, ni siquiera en Galilea —pasajes como los de Hch. 9, 36 o 10, 6 parecen indicar que la norma general era que los creyentes conservaran sus bienes—, y, lo que es más, tampoco la comunidad jerosilimitana parece que lo mantuviera mucho tiempo. De hecho, no volvemos a saber del mismo tras la muerte de Esteban y la dispersión que tuvo lugar a continuación (Hch. 8, 1).



Ni el Apocalipsis, ni Judas, ni Santiago lo mencionan. Es más, en este último caso hasta podrían descubrirse indicios de una insolidaridad que difícilmente se corresponde con un esquema de comunidad de bienes (2, 15-16, pero también 2, 1-6) y que incluso podría muy bien indicar un abandono del primer entusiasmo. En cuanto al autor del Cuarto Evangelio, éste sitúa la comunidad de bienes en el pasado y por las explicaciones que da al respecto cabría preguntarse si no se está refiriendo a un fenómeno ya no bien conocido por sus lectores (Jn. 12, 6; 13, 29).



Todo parece señalar que la comunidad de Jerusalén no sólo no pudo mantener —y esto no es extraño— su institución comunitaria, sino que ésta además quebró, quizá causando daños considerables. En los años treinta todavía, la comunidad jerosilimitana ya se veía obligada a recibir donativos de fuera de Palestina (Hch. 11, 29-30) y cuando Pablo la visitó en los años cincuenta, con la colecta que había recogido en sus comunidades, no parece que hubiera mejorado la situación. En realidad, el movimiento se había incrementado con muchos compatriotas (Hch. 21, 20), pero aquella circunstancia no parece haber favorecido su situación económica. Presumiblemente, el entusiasmo de los primeros tiempos había creado una situación cuyas circunstancias sociales y políticas sólo contribuyeron a empeorar y ya no se volvió al patrón de los primeros días.



Según una noticia de Hegesipo, transmitida por Eusebio (HE III, 20, 2), los descendientes de Judas, el hermano del Señor Jesús, poseían treinta y nueve acres de tierra, con un valor impositivo de nueve mil denarios en una época que podría referirse al final del siglo I d. J.C., pero también a los años cercanos al 70 d. J.C. A juzgar por la misma, ni los propios parientes de Jesús parecían dispuestos a adoptar un régimen efímero que sólo tuvo vigencia en la comunidad de Jerusalén por escaso tiempo y que, ni siquiera entonces, se hizo extensible a todos. Éste, sin embargo, seguiría siendo un reto para movimientos posteriores y, de muy diversas maneras, sería objeto de distintos intentos de reflotación en los siglos venideros. Con ello, se ponía de manifiesto el valor permanente, muchas veces situada por encima de lo humanamente posible, relacionada con las utopías.



A diferencia de otros movimientos dentro del seno del judaísmo del período, el judeo-cristianismo parece haber carecido de estructuras e instituciones bien articuladas y perennes. Careció, desde luego, de la jerarquía que aparecería después en ciertas confesiones que se denominan cristianas. Con todo, las estructuras que se dieron cita en su seno, no obstante, no parecen haber estado desprovistas de cierta originalidad.



El grupo de los Doce no fue, según las fuentes, creación del mismo, sino que debió su existencia a una decisión de Jesús. Tuvo, como hemos señalado, un papel primordial en el seno del judeo- cristianismo y, como tendremos ocasión de ver más adelante, a partir de allí dio forma a las líneas maestras del cristianismo primitivo. Con todo, no pensó ni concibió un mecanismo de sustitución, sucesión o continuación. Su desaparición física, como hemos visto, debió de significar un trauma para el movimiento, cuyas consecuencias son difíciles de exagerar.



Tampoco parece que las otras instituciones del colectivo fueran fruto de una elaboración concienzuda. Como hemos indicado, lo más probable es que el diaconado no surgiera en el seno del judeo-cristianismo jerosilimitano —aunque puede apuntarse algún precedente, fruto de la improvisación, en su interior— y los ancianos, tomados en buena medida de precedentes judíos, también parece que aparecieron impulsados por las circunstancias y, más concretamente, ante la necesidad de enfrentarse con las necesidades de gobierno y enseñanza propias de un movimiento en expansión.



En cuanto a la comunidad de bienes, que fue fruto del entusiasmo, no parece que nunca se pensara en hacerla extensiva a todo el movimiento y su duración fue realmente muy limitada. En relación con sus efectos, puede señalarse que, si bien es cierto que no puede asegurarse que empeorara la economía del movimiento —que necesitaría ayudas constantes en las próximas décadas—, desde luego, no contribuyó a sanearla.



En conjunto, el judeo-cristianismo afincado en Israel no se reveló, a diferencia de los sectarios de Qumrán o los fariseos, como un movimiento dotado de una especial capacidad organizativa. Instituciones como la de los profetas, que estudiaremos más adelante o la de la comunidad de bienes parecen indicar que el impulso entusiasta de tipo espiritual resultó siempre más poderoso que la idea de una organización meticulosamente articulada. Esta visión pneumática iba a modificar los elementos tomados del judaísmo, como fue el caso de la imposición de manos, y a invadir, como veremos asimismo en la tercera parte, todos los aspectos del colectivo, dictando no sólo la configuración de sus instituciones —bien poco prácticas desde una perspectiva utilitarista—, sino también su peculiar visión del pasado, el presente y el futuro.



CONTINUARÁ





Véase pp. 262-268.



Tal juicio, sin embargo, no debería limitarse a sólo esta corriente del cristianismo primitivo. En 1 Timoteo 1, 18 y 4, 14, la ordenación de Timoteo aparece nuevamente relacionada con un elemento claramente ca- rismático. En cuanto a los requisitos de ancianos y diáconos en las Pastorales, también parecen más encauzados en patrones espirituales que institucionales.



Sobre este tema, véanse R. Gnuse, Comunidad y propiedad en la tradición bíblica, Estella, 1987, pp. 219 y ss.; Ch. Avila, Ownership: Early Christian Teaching, Nueva York, 1983; M. Hengel, Property and Riches in the Early Church, Filadelfia, 1974; J. P. Miranda, Communism in the Bible, Nueva York, 1981; L. T. Johnson, Sharing Possessions: Mandate and Symbol of Faith, Filadelfia, 1981.



Naturalmente, esta circustancia se podría interpretar como una referencia a la escasez de los miembros de la comunidad. Como se desprenderá del resto de la exposición, tal punto de vista nos parece sólo fundamentado en parte.

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Published on December 06, 2015 00:50

December 5, 2015

If You Wanna Go To Heaven

Hace años, muchos años, entré en una librería del sur de Estados Unidos – hace tiempo que la cerraron - y pregunté por música country que fuera de contenido cristiano. No existía todavía el CD y me señalaron hacia un expositor de cassettes. Compré dos sin saber muy bien lo que estaba adquiriendo. Uno era de una cantante de extraordinaria sonrisa y no menor sobrepeso y el otro estaba relacionado con una bella intérprete rubia. No conocía a ninguna de las dos, pero ambas resultaron un hallazgo.

La rubia en cuestión entonaba una hermosa canción inicial que hablaba de que para ir al cielo había que girar a la derecha y luego seguir recto y para llegar hasta Dios había que creer en el Hijo. Lo decía con mucho ritmo, pero, en realidad, repetía lo mismo que había dicho Jesús en Juan 14: 6. El es el EL Camino, LA Verdad y La Vida – no uno de los caminos, de las verdades o de las vidas – y nadie puede ir al Padre salvo a través de El.



La afirmación es contundente y, desde luego, marca la diferencia entre el cristianismo y cualquier otra forma de creencia. El cristiano cree por definición que el camino para llegar a Dios es Jesús y que él mismo es también la Verdad y la Vida. Cuando se aceptan otros caminos, otras verdades, otras vidas y se dicen melonadas como, por ejemplo, que el islam es una religión de paz o que todas las religiones son, en el fondo, iguales, se puede ser muchas cosas, pero, desde luego, no se es cristiano tal y como aparece en la Biblia. Si además se pretende que se es el camino, la verdad y la vida o el método único y exclusivo para alcanzarlos… ah, entonces nos encontramos ante un usurpador, ante un verdadero anti-Cristo.



Al respecto, el testimonio de los primeros cristianos no puede ser más claro. Cuando a Pablo le preguntaron qué había que hacer para salvarse, respondió que creer en Jesús (Hechos 16: 31-2); cuando a Pedro le interrogaron respondió que el único nombre bajo el cielo dado a los hombres por el que podemos salvarnos es el de Jesús que además es la piedra sobre la que se levanta el edificio espiritual de Dios (Hechos 4: 11-12) – sí, ha leído usted bien. Pedro dijo que la piedra era Jesús y no él - y cuando Juan relató cómo salvarse subrayó que el que creía en el Hijo único de Dios sería salvo (Juan 3: 16).



Todavía hoy podemos acercarnos a Dios como Padre, pero sólo será a través del Hijo. Si nunca lo hizo antes… no pierda más el tiempo y hágalo hoy mismo. Aquí les dejo con una grabación de la canción de Barbara Fairchild. Al verla, me ha parecido que estaba ante una de las personas que vino al campus literario de este verano. Disfruten la grabación. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Y ésta es Barbara Fairchild





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Published on December 05, 2015 01:48

December 4, 2015

Estudio Bíblico: Los libros proféticos (VIII): Isaías (III): La época (II)

En el año 727, Tiglatpileser III, rey de Asiria, murió y de manera casi inmediata estalló la agitación entre los estados clientes. El rey de Israel, tras llegar a un pacto con Egipto, había dejado de pagar tributo a Asiria. Inmediatamente, Asiria, envió un ejército contra Israel y su capital en Samaria. Los israelitas lograron aguantar tres años, pero en 722, Sargón II tomó la capital y los deportó a un exilio perpetuo. El reino de Israel había desaparecido y sus moradores nunca regresarían a su tierra. A decir verdad, pasarían a convertirse en la leyenda de las diez tribus perdidas.

Mientras tanto en Judá, Ajaz fue sucedido por su hijo Ezequías (c.715-687 a. de C.). Ezequías era consciente de la pésima situación espiritual de Judá e impulsó una reforma que tuvo como primer acto una limpieza del clero (2 Crónicas 29: 3-36). Inteligentemente, Ezequías se mantuvo al margen de la rebelión contra Asiria. Lamentablemente, el nuevo rey no supo imponerse a los deseos del pueblo. Pronto quedó de manifiesto que la reforma espiritual no pasaba de algunos retoques cosméticos que no llegó al corazón de las gentes. Por añadidura, para buena parte de los judíos, la sumisión a Asiria – a la que se pagaba un elevado tributo – era intolerable y en el 720, dos años después de la caída del reino de Israel, pareció surgir una oportunidad de convertir sus sueños en realidad. El reino de Etiopía, cuya capital era Napata, invadió Egipto e inauguró la XXII Dinastía, la de los denominados faraones negros. Inmediatamente, el nuevo señor de Egipto envió emisarios a los países vasallos de Asiria para que se alzaran contra su dominio. Filistea, Moab, Edom y Judá se unieron en una coalición anti-asiria. Una vez más, la carne se imponía sobre el espíritu e Isaías no pudo dejar de tocar la trompeta de alarma.



Original como siempre en su manera de anunciar la verdad, Isaías comenzó a recorrer las calles de Jerusalén semidesnudo, como si fuera un esclavo, señalando así el futuro que esperaba a Judá de persistir en su enloquecimiento nacionalista. En un primer momento, pudo parecer que Isaías estaba equivocado. A decir verdad, Sargón II no reaccionó frente a los rebeldes. Incluso en el 705, fue sucedido por su hijo Sennaquerib y, como era habitual, en el proceso de sucesión, las naciones sometidas se alzaron contra el opresor. En el 703, Merodac-Baladán se rebeló en Babilonia y con la ayuda de Elam consiguió establecerse como rey independiente. Inmediatamente, envió mensajeros a Judá y Ezequías lo recibió sin ocultarle nada, un gesto que sólo sirvió para excitar los deseos de Babilonia. La reacción de Isaías fue inmediata. De la manera más directa, afeó al rey lo que había hecho y profetizó que algunos de sus descendientes serían eunucos en el palacio del rey de Babilonia, un vaticinio que tuvo trágico cumplimiento siglos después (39: 5-7). Ezequías no escuchó. Mientras enviaba embajadores a Egipto (30: 1-7; 31: 1-3), se alzaba contra Asiria. El pueblo de Judá respondió con una verdadera oleada de entusiasmo nacionalista volviendo la vista a las armas en lugar de a Dios (22: 8-11). Isaías anunció que el resultado sería el desastre porque la fuerza nunca otorga la seguridad que sólo puede proceder de Dios (29: 13-16). El profeta no pudo ser más claro: la coalición internacional encabezada por Egipto concluiría en un desastre (30: 5-17). Para Isaías, la única garantía de bienestar estaba en volverse a Dios (30: 15) y no en implicarse en alianzas militares (31: 3).



La disyuntiva que planteaba Isaías era clara. El pueblo de Judá debía escoger entre las obras de la carne y la fe en Dios. Lo primero conduciría a un desastre nacional; lo segundo constituía la única alternativa verdadera (7: 9). Sólo el que creyera no sufriría la angustia (28: 16). Sólo el único Dios era garantía (26: 13). Aquellos que, por el contrario, buscaban su seguridad en el rey, en el ejército, en los gobernantes… se verían dramáticamente defraudados.



Como era de esperar, Sennaquerib comenzó una serie de campañas para acabar con los rebeldes. Tras aplastar a los babilonios y elamitas, en el 701, se lanzó sobre Siria y Palestina. Los egipcios enviaron un ejército para enfrentarse con los asirios, pero fue derrotado en Ekrón y Sennaquerib se encaminó entonces hacia Judá. Aterrado por lo que se aproximaba, Ezequías envió unos emisarios al rey asirio mientras estaba en Laquish. Sennaquerib deseaba el pago de un oneroso tributo, pero también dar un escarmiento a Jerusalén. La capital judía debía capitular. Se trataba de una exigencia que Ezequías no podía aceptar, pero que tampoco podía impedir. De hecho, los asirios cercaron la ciudad advirtiendo de lo que le sucedería (2 Reyes 18: 17 ss). Ante esa situación desesperada, Isaías volvió a dirigirse al rey. Jerusalén estaba aterradoramente sola. No había fuerzas ni aliados ni poder humano alguno que pudiera salvarla. Sin embargo, si tenía fe lograría verse libre de aquella desgracia. Una vez más, la contraposición entre fe y obras quedó más que de manifiesto. Las obras humanas sólo habían arrastrado a Judá al desastre; la fe podía salvar el reino.



Fue entonces cuando tuvo lugar un hecho prodigioso que reivindicó la predicación de Isaías. Una plaga – quizá una epidemia de peste – diezmó al ejército asirio a las puertas de Jerusalén. Sennaquerib no tuvo más remedio que retirarse, como había anunciado Isaías, y, al llegar a su capital, Nínive, fue asesinado por sus hijos (2 Reyes 19: 36-7). Desde el año 701 a. de C., Judá siguió siendo un reino vasallo de Asiria. Esarhaddón, hijo de Sennaquerib (681-669 a. de C.) comenzó la conquista de Egipto que concluyó Asurbanipal (669-633). Para entonces, Asiria había llegado a la culminación de su poder. Sin embargo, el tiempo volvería a confirmar los anuncios de Isaías. Asiria desaparecería de la escena internacional y Babilonia se convertiría en la nueva amenaza contra el reino de Judá. Isaías no se equivocaría en sus anuncios. Por el contrario, vez tras vez quedaría de manifiesto que se había referido a una realidad con décadas de antelación. Pero su mensaje – como veremos en otras entregas – se proyectaba hacia un futuro más lejano y relevante.





CONTINUARÁ

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Published on December 04, 2015 00:03

December 3, 2015

¿Se han vuelto locos?

Ayer, el diario La Razón publicó este artículo lo que provocó una inmediata protesta de la embajada turca que envió una carta en la que llegaba a equipararme con el Estado islámico. No es mala acusación teniendo en cuenta que pocos han ayudado objetivamente al Estado islámico como Turquía. En cualquier caso, léanlo ustedes y juzguen por si mismos quién tiene la razón y quién no la tiene.

¿SE HAN VUELTO LOCOS?



Han bastado unos días para que resulte innegable que, en todo el asunto del derribo de un avión ruso en Siria, las autoridades turcas actuaron con un dolo vergonzoso. Ahora sabemos que si el avión traspasó en algún momento la frontera no pudo sobrevolar Turquía por más de un período de tiempo situado entre los seis y los doce segundos. En esos ¡¡¡segundos!!! los turcos habrían advertido al avión ruso nada menos que diez veces para que saliera de su territorio y, al no hacerlo, lo agredieron. Descubierta la mentira turca sobre la violación de su espacio aéreo, la NATO no sólo no ha obligado a Turquía a pedir al menos disculpas a Rusia sino que la Unión Europea ha decidido entregarle algunos miles de millones de euros para que mantenga refugiados sirios en su territorio y ha prometido que suprimirá el visado para que sus nacionales viajen por Europa a la vez que comenzará las negociaciones para la integración de Turquía. En otras palabras, medio millón de refugiados sirios es un peligro, pero, a ojos de la Unión Europea, no lo son cien millones de turcos moviéndose por sus diversas naciones. Dicho de otra manera: los islamistas pueden disfrazarse de lo que sea para entrar en la Unión Europea y cometer atentados, pero los ciudadanos de una nación gobernada por un islamista como Erdogan no van a plantear jamás ese peligro. Yo comprendo que Turquía ha sido siempre para la NATO un puñal apuntado hacia la URSS. Durante la Guerra fría, fue precisamente por colocar misiles en Turquía apuntando a territorio soviético por lo que Moscú decidió situarlos en Cuba a unas millas de Estados Unidos. Aquella crisis de los misiles se zanjó al final porque, de manera secreta, ambas naciones aceptaron retirarlos. Pero la URSS desapareció hace décadas y el comunismo no va a anegar el mundo. ¿Realmente no existe otro remedio para que la NATO se quede contenta que dar entrada a que Europa sea invadida por el islam? ¿Es así como se supone que nos defiende y garantiza nuestra seguridad? Pueden ustedes pensar lo que deseen, pero cuando leo noticias como éstas es cuando me pregunto si alguien en las alturas es muy malo o muy estúpido. Porque si se desea conservar una identidad europea común fundada en la libertad, hay que estar rematadamente locos para abrir las puertas de par en par a fin de que entre una nación asiática de cien millones de musulmanes gobernada por un islamista confeso.

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Published on December 03, 2015 00:00

December 1, 2015

De derecha a izquierda (IV): Ciudadanos

Hace apenas unos meses, todos los cálculos electorales en España se realizaban sobre la base del crecimiento de Podemos. Hasta tal punto resultaba obvio que el partido de Pablo Iglesias iba a avanzar que la campaña de las elecciones locales lo tuvo en no escasa medida como eje.

Sin embargo, en esa campaña quedó claro tambén que Podemos no iba a dar más de si y que estaba en retirada – a pesar de excelentes resultados en Madrid y Barcelona – y que había aparecido una fuerza que se consolidaba también en las europeas y las catalanas. Se trataba de Ciudadanos.



Si no me equivoco – si lo hago lo reconoceré – yo fui el primer director de un programa de gran audiencia que entrevistó a Albert Rivera hará una década año arriba, año abajo. Rivera presentaba ya entonces una defensa del orden constitucional frente al nacionalismo catalán y lo hacía porque tanto el PSOE como el PP habían decidido acostarse con ese nacionalismo. Pujol los sodomizaba en nuestros bolsillos , pero alguna migaja les entregaba a cambio. Migaja sobre todo en el caso del PP del que ahora sabemos que recibió dinero de Pujol y banquete en el caso de los socialistas porque llegaron a gobernar con Maragall y el inefable bachiller Montilla.



Rivera me causó buena impresión porque era simpático, valiente y decía lo que otros escandalosa y miserablemente callaban. Sin embargo, no hubiera pensado jamás – creo que él tampoco lo pensó – que pudiera dar el salto a la política nacional. Posiblemente esa idea surgió cuando se vio el desgaste más que merecido de los dos grandes partidos y que incluso una fuerza tan deslavazada como Podemos tenía futuro. Y la verdad es que comparado con Iglesias – al que bate siempre que coincide con él – Rivera es un gran avance. Parece un chico simpático, abierto y joven mientras que el otro es como un viejo disfrazado de adolescente de los de hace décadas.



Ni que decir tiene que Ciudadanos es un partido de retales, pero ahí descansa parte de su éxito y de su peligro. Javier Nart, por ejemplo, siempre ha sido un hombre de izquierdas en lo interior y de extrema izquierda en el exterior. Juan Carlos Girauta, por el contrario, a pesar de sus orígenes en el PSOE entró en la órbita liberal y en la de consume-caterings hace años. Arrimadas - como Rivera - da la imagen de catalán bueno, ese catalán que todos deseamos querer y adoptar porque, por regla general, buena parte de los que conocemos son de los que respaldan a la famiglia Pujol y similares y no paran de mirarnos por encima del hombro mientras nos miran la cartera. Por el resto del país, en Ciudadanos hay gente que viene del PP, del Partido Aragonés Regionalista y de lo que se tercie. Tampoco es tan grave porque eso ha pasado en las últimas décadas con el PCE, con UCD, con el PSOE y con el PP sin descartar a CiU y al PNV.



El enigma es lo que va a hacer Ciudadanos. Como le tienen un miedo espantoso, en el PSOE dice que es el PP y en el PP que es el PSOE, señal indudable de que da unas dentelladas de las que te encienden el pelo lumbre a unos y otros. Yo creo que lo más razonable es aceptar lo que dice Rivera. Ciudadanos es un partido de centro-izquierda, pero bastante sensato en los planteamientos. No se arrodilla ante el nacionalismo catalán como el PP o el PSOE; tiene el propósito de reducir el monstruo de la administración a escala local lo que ha provocado la demagogia pesebrera en el PSOE y un PP que, día a día, resulta más repugnante; y si lograra aplicar alguna de sus reformas conseguiría acabar con el déficit y la deuda que tan necia y criminalmente ha aumentado Montoro. Más allá de eso creo que bien poco se puede decir. Tiene algunas personas notables, pero le faltan militantes a escala nacional y así en Galicia los votaría buena parte de la población si contaran con unos candidatos de los que carecen.



Personalmente, comprendo a los millones que piensan trasladar su voto del PP o del PSOE a Ciudadanos. Son de las pocas formaciones que tienen un discurso claro en áreas como los nacionalismos o la ordenación territorial y la pena es que el PSOE, en el centro-izquierda, no tenga ese mismo discurso y, si me apuran, el PP. A lo mejor decepcionan, pero hasta que lleguen al grado de cólera que han provocado en millones de sufridos ciudadanos el PSOE y el PP van a necesitar bastante tiempo.





CONTINUARÁ: UPyD

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Published on December 01, 2015 23:00

November 30, 2015

De izquierda a derecha (III): PSOE

Mencionar al PSOE en España provoca reacciones encrespadas. Quizá tenga lógica si se tiene en cuenta que es el partido que más ha estado en el poder durante los últimos cuarenta años y que en algunas regiones como Andalucía no ha existido alternancia en el gobierno. Para algunos, es el bastión de la defensa de la clase obrera y “los de abajo”; para otros, es el epítome de la desvergüenza. Guste o no, creo que el tema merece juicios más sopesados.

Históricamente, desde su fundación el PSOE fue, lamentablemente, un partido totalitario. Muy lejos de la evolución de los socialdemócratas alemanes o de los laboristas ingleses, el PSOE se caracterizó por una enorme pobreza intelectual, por un dogmatismo sectario y ramplón y por una visión revolucionaria profundamente anti-democrática. Ya dijo Pablo Iglesias que estarían en la legalidad cuando favoreciera sus fines y fuera de ella cuando fuera contraria. Así ha sido durante la mayor parte de su Historia y esa circunstancia explica su triste papel durante la Segunda república donde se alzó en armas en octubre de 1934 contra el gobierno legítimo y donde colaboró a la revolución y a la cruenta represión que la acompañó desde el primer día de la guerra civil comenzada en 1936.



El PSOE fue inexistente durante el franquismo porque, en parte, sufrió una represión feroz, y, en parte, quedó desarticulado por sus luchas internas en el exilio. Su papel fue muy inferior al del PCE durante la dictadura y si, durante la Transición, dio un salto adelante que lo convirtió en la primera fuerza de la izquierda se debió a una suma de factores a los que poco o nada contribuyó. El más relevante fue la diplomacia de Estados Unidos. Decidida la Casa Blanca a que el PCE no fuera el equivalente del PCI en España, buscó la creación de un partido de izquierdas que lo reemplazara y Willy Brandt recomendó directamente a Felipe González, un joven abogado laboralista que había refundado con unos cuantos el PSOE arrojando a la cuneta a los ancianos de antaño. Durante décadas se creyó que Alemania y, en menor medida, Suecia habían financiado al PSOE. Era cierto, pero el dinero procedía de Estados Unidos y de polos tan significativos como la Fundación Rockefeller y la misma CIA.



Partiendo de esa base, el PSOE iba a renunciar al marxismo – Felipe González fue artífice principal de ese paso – a permanecer en la NATO y a seguir una política atlantista sin alharacas, pero innegable. Tan claro fue que Javier Solana, uno de los primeros ministros socialistas, acabó siendo el factótum de la NATO y el responsable directo de los bombardeos en la antigua Yugoslavia, un episodio sobrecogedor del que todavía no se han sacado las debidas consecuencias. Por ejemplo, fue por aquel entonces cuando la NATO comenzó a respaldar a terroristas islámicos que llegaban y actuaban en territorio europeo.



El PSOE llegó al poder a inicios de los año ochenta porque no iba a afectar los privilegios de ningún poder fáctico – fue, por ejemplo, Felipe González el que dijo aquello de “a la iglesia católica ni tocarla” – porque la UCD fue un desastre propio de la derecha española que devora sobre todo a los suyos y porque millones de españoles lo contemplaron como la única opción de modernización y de despegue final del franquismo. Aquel PSOE tenía un programa de modernización que, en muchos aspectos, era positivo. Quizá incluso hubiera podido ser un partido al estilo del SDP alemán. No fue así y no lo fue porque de donde no hay no se puede sacar y España – honrosas excepciones aparte - da de si lo que da de si. En muy poco tiempo, el PSOE captó el clima general: en España, la corrupción comenzaba desde lo más alto y en Cataluña, un tal Pujol había creado un sistema de clientelismo que garantizaba la estancia indefinida en el poder. A ninguna de esas circunstancias se opuso el PSOE y, en breve, junto a logros innegables – sí, los tuvo – apareció una corrupción colosal, un amiguismo asfixiante y un pragmatismo cínico que buscaba poco más que servirse del poder en beneficio propio. Naturalmente, para mantener todo en pie hubo que machacar fiscalmente a millones de españoles e incluso proyectos acertados sobre el papel se malograron porque los amigos encargados de los mismos no destacaban ni por su preparación ni por su inteligencia.



A partir de 1992, el PSOE no tenía discurso coherente ni plan de gobierno y los medios – algunos – publicaban escándalos relacionados con él a diario. Tengo para mi que ni siquiera Felipe González estaba totalmente en sus cabales en sus últimos tiempos mientras la nación se deslizaba por unos derroteros que demostraban que el sistema estaba muerto. Si no falleció del todo fue gracias a la llegada de Aznar al poder, pero de eso hablaremos otro día. Durante sus dos mandatos, el PSOE podría haberse regenerado y convertido en un partido sensato como el SDP alemán que para salvar el estado del bienestar no dudó en recortarlo y mejorar su eficacia. Sin embargo, el PSOE de ZP hizo todo lo contrario. Cuando llegó al poder gracias a los atentados del 11-M y a uno de los comportamientos más miserables que se han visto en la política occidental entre el 12 y el 14-M, ZP sólo tenía claro que iba a impulsar a minorías ambiciosas y aduladoras como la gay y la feminista y que iba a forjar una alianza con los nacionalistas catalanes y vascos para gobernar eternamente.



Mientras las arcas siguieron llenas para muchos fue el mejor de los tiempos aunque pocas veces la izquierda pudo ser más irresponsable, demagógica, ineficaz para lo bueno y estúpida. En 2007, una crisis propia de España y anterior a la mundial, cayó sobre los sueños de ZP como un nublado sobre un sembrado. Visto y no visto, la deuda, el déficit y los impuestos se dispararon aunque es justo decir que no llegaron a los extremos terribles que alcanzarían con Rajoy y Montoro. Lo que tenía enfrente no era mucho – algunos lo advertimos – pero ZP hizo todo tan rematadamente mal que su derrota era inevitable y prefirió marcharse antes. Y, sin embargo, a pesar de su vomitiva demagogia progre, ZP fue un lacayo servil de las castas privilegiadas. Por ejemplo, a pesar de su anticlericalismo, subió la tajada que se lleva la iglesia católica del IRPF del 0.3 por ciento al 0.7 además de cerrar los ojos ante otros desmanes de la Conferencia episcopal. Por ejemplo, se llevó a partir un piñón con la banca hasta el punto de que Botín lo llamaba “mi amigo José Luis”. Por ejemplo, dio a las oligarquías nacionalistas de Vascongadas y Cataluña ríos de concesiones aunque significara dejar sin agua a Valencia, Murcia y Almería. No. El PSOE no aprovechó los años de Aznar para mejorar. Todo lo contrario. ¿Y los de Rajoy? Pues para ser sinceros me gustaría creer que sí, pero no veo el menor indicio de ello. A pesar de la juventud de su nuevo capo, el PSOE es una maquinaria vieja, sectaria, fofa, acomodada y con ganas de trinque, pero no parece que mucho más. No he logrado – y lo he buscado con verdadero interés – dar con una sola propuesta que sea sensata, necesaria y posible en todo lo que llevan diciendo estos cuatro últimos años. La misma idea de la reforma constitucional para contentar a Cataluña me da escalofríos porque tiene todo el aspecto de que le concederían un pufo como el vasco o el navarro, es decir, justo lo contrario de lo que nos dicen que deberíamos hacer con Vascongadas o Navarra.



¿Quién puede votar al PSOE en las próximas elecciones? Pues aparte de los que le deben un pesebre o temen perder el que disfrutan gracias a él no se me ocurre mucha gente. De entrada, muchos votantes de izquierdas prefieren a Podemos porque piensa que son más honrados. Quizá además de los beneficiados por el PSOE le puedan dar su voto los acostumbrados o los que piensen que si no Rajoy puede repetir como presidente de gobierno lo que no deja de ser un argumento de peso. Quizá, pero si Ciudadanos lo superara en votos no me llevaría sorpresa alguna. Hacer las cosas mal una y otra vez y no aprender nunca de los errores para enmendarlos no merece otra respuesta de los ciudadanos.





CONTINUARÁ: Ciudadanos

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Published on November 30, 2015 23:00

November 29, 2015

El “aliado” turco

El año pasado, 2014, la aviación militar de Turquía – un miembro de la NATO gobernado por un presidente islamista – violó el espacio aéreo griego más de dos mil veces.

Tan sólo el miércoles de la semana pasada lo hizo en una veintena de ocasiones. Sin embargo, también en esa misma semana, alegando que un avión ruso había entrado en sus cielos, las autoridades turcas procedieron a derribarlo. Pocos casos de mayor desvergüenza se han producido en los últimos tiempos en el terreno fangoso de la política internacional. Verdad es que las motivaciones turcas aún son más embarradas. Desde hace años, Turquía ha sido un colaborador innegable del grupo terrorista ISIS. No sólo es que ha machacado despiadadamente a fuerzas que lo combatían sino que además ha participado en la comercialización del crudo que los terroristas extraen en Iraq y venden al mundo. Esos inmensos convoyes de petróleo que nadie ha bombardeado hasta la llegada de los aviones rusos a Siria acababan llegando a territorio turco y desde allí, en barcos de pabellón también turco, salían hacia otras naciones. Puede que las autoridades turcas sean simplemente estúpidas y no se hayan percatado de lo que sucedía, pero las pruebas, publicadas una y otra vez por los medios y organismos internacionales, resultan irrefutables. Por añadidura, Turquía está metida en el cruento cenagal sirio por razones que a nadie se le escapan. Erdogan sueña con un desmembramiento de Siria – no es el único, todo hay que decirlo - para quedarse con un pedazo de su territorio. A partir de ahí, el islamista turco tiene que mirar con los peores ojos a un personaje como Putin que está triturando a ISIS desde el aire, que apuntala a Assad y que impide, por lo tanto, que Siria sea descuartizada como un pollo. A partir de ahí, se comprende que Erdogan haya provocado a Rusia con la intención de que la NATO lo arrope y acabe con el proceso de aniquilación de ISIS llevado a cabo por Putin. A partir de ahí, no puede caber duda alguna de que Turquía no debe bajo ningún concepto entrar en la Unión Europea porque significaría aceptar su aniquilación a manos del islam. Es una nación cuya cultura y cuyo territorio rezuman belleza y que, personalmente, me fascina, pero ha dejado de ser un aliado fiable desde hace mucho. Me dicen que los centenares de miles de turistas rusos que la visitaban no seguirán haciéndolo. No me sorprende lo más mínimo. Es lo menos que se merece.

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Published on November 29, 2015 22:57

November 28, 2015

La organizacion y las instituciones comunitarias en el judeo-cristianismo palestino del s.I (IV)

LOS PRIMEROS CRISTIANOS:

LA ORGANIZACIÓN Y LAS INSTITUCIONES COMUNITARIAS EN EL JUDEO- CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (IV): LAS INSTITUCIONES (II)

Los ancianos



Mucho menos relevante fue, sin duda, el papel de los ancianos en el seno del judeo-cristianismo afincado en Israel, aunque su valor práctico debió de corresponder al de auténticos pastores de las comunidades. Como ya hemos señalado antes, el origen del término es veterotestamentario y presenta paralelos entre los sectarios de Qumrán y en el judaísmo contemporáneo (Hch. 4, 5, 8 y 23; 6, 12; 23, 14; 24, 1; 25, 15).



La primera referencia que tenemos aparece relacionada con la Iglesia de Antioquía, cuyo gobierno no era apostólico sino presbiterial (Hch. 11, 30). Este dato podría quizá indicar que, originalmente, los ancianos no formaban parte de la organización comunitaria y que aparecieron a medida que los Doce no pudieron ocuparse de tareas no sólo administrativas sino también relacionadas con el gobierno y la enseñanza. La noticia conservada en Hch. 14, 23 apoyaría tal punto de vista, y lo mismo sucedería con las referencias que encontramos en Hch. 15, 2, 4, 6, 22 y 23; 16, 4; 21, 18, que ya corresponden a un período posterior en que la comunidad se había extendido lo suficiente como para que resultara imposible atenderla sólo con doce personas. De hecho, Sant. 5, 14 apunta en esa dirección y además los conecta específicamente con el ministerio de sanidad existente en el seno del judeo-cristianismo primitivo.



La institución aparece igualmente en el judeo-cristianismo de la Diáspora (1 Pe. 5, 1 y 5; 2 Jn. 1; 3 Jn. 1) y en el paulino, que parece haber derivado su uso del antioqueno o, quizá, del judeo-cristianismo (Hch. 20, 17 y ss.). De hecho, es en los escritos paulinos donde hallamos un número mayor de referencias en relación con las funciones que desempeñaban en el seno de las comunidades (1 Tim. 3, 2-4; 5, 17 y ss.; Tit. 1, 5). No deja de ser significativo que el cristianismo primitivo no conociera la diferencia entre el anciano o presbítero y el supervisor u obispo. Los términos eran intercambiables como puede verse en Hechos 20: 17 -38 donde Lucas y Pablo los utilizan de manera equivalente. Resulta también significativo que el apóstol haga en ese pasaje referencia a una apostasía que comenzaría poco después de su muerte. Juzgue el lector si parte de esa apostasía no incluye la distinción entre los ancianos y un obispo colocado encima de ellos ya en el siglo II y tras la muerte del último apóstol.





Los diáconos



Suele afirmarse que la institución de los diáconos estuvo presente desde una etapa muy primitiva en la comunidad jerosilimitana y se conecta con la misma el episodio referido en Hch. 6. Según éste, se produjo en el seno de la comunidad citada un conflicto entre judíos greco y arameo-parlantes en relación con la distribución diaria de alimentos. La solución propuesta por los Doce fue la de que la comunidad eligiera a personas que se ocuparan de este tipo de tareas, descargándoles a ellos de su realización (Hch. 6, 3-4). Su labor estaba conectada, pues, como etimológicamente puede deducirse, con áreas de servicio, no cultuales. La elección —quizá como prueba de buena voluntad— recayó sobre helenistas que fueron reconocidos formalmente en su función por los Doce mediante la imposición de manos (Hch. 6, 6).



Esta interpretación choca, no obstante, con algunos inconvenientes. El primero es que el mismo término diakonos está ausente del pasaje citado en relación con un ministerio específico y, de hecho, el verbo diakoneo no parece tener un contenido que vaya más allá que el propio de «servir». Por otro lado, la palabra diakonia se aplica, pero a los Doce (Hch. 6, 1 y 4) y no a los elegidos en esta ocasión. Éstos, finalmente, recibieron la imposición de manos de los apóstoles, pero no parece que eso implicara la creación de una categoría nueva de servicio o ministerio de nivel institucional, sino más bien una sanción de la decisión adoptada por la comunidad.



A esto hay que añadir que la visión de un ministerio específico de diakonia parece posterior en las fuentes y, aunque aceptemos la historicidad de lo relatado en Hch. 6, no resulta claro que su origen estuviera en el judeo-cristianismo afincado en Israel.



Desde un punto de vista filológico, debe señalarse que el verbo diakoneo tiene el significado propio de «servir» en Hch. 19, 22 (donde parece referido a colaboradores evangelísticos de Pablo) y en 2 Cor. 8, 19-20 (relacionado con Pablo y sus ayudantes), y sólo parece vinculado a una misión específica en 1 Tim. 3, 10 y ss., y 1 Pe. 4, 10-11, escritos ambos que, como mínimo, hay que datar en los años sesenta, si se admite su autenticidad, y que no pertenecen al judeo-cristianismo afincado en Israel.



El sustantivo diakonia parece asimismo tener el significado general de «servicio» o «ministerio» y así aparece incluso referido a los apóstoles en Hch. 1, 17-25; 6, 1-4; o 20, 24. El mismo significado se encuentra en 1 Cor. 12, 5; 16, 15; 2 Cor. 5, 18; 6, 3; Ef. 4, 12; Col. 4, 17; 1 Tim. 1, 12; 2 Tim. 4, 5 y 11; Heb. 1, 14 y, quizá, Ap. 2, 19.



En cuanto a diakonos, conserva el significado de «ministro» o «siervo», por regla general, en pasajes como Rom. 15, 8; 1 Cor. 3, 5; 2 Cor. 3, 6; 6, 4; Ef. 3, 7; 6, 21; Col. 1, 23-5; 1 Tes. 3, 2 y 1 Tim. 4, 6. Pero ya posee características específicas en textos como Rom. 16, 1; Flp. 1, 1 y 1 Tim. 3, 8 y ss., que podrían datarse, al menos en parte, durante la década de los cincuenta, pero que no pertenecen al judeo-cristianismo afincado en Israel. De lo anterior, parece desprenderse que éste no conoció propiamente la institución del diaconado. Ciertamente, en un momento primitivo de su historia, procedió a la elección de algunos hermanos para que desempeñaran un servicio concreto, pero tal idea no parece que se prolongara y, quizá, desapareció junto con el régimen de comunidad de bienes que le había dado origen. Lo mismo parece haber sucedido en el seno del judeo-cristianismo de la Diáspora y en el paulino. En éste, sin embargo, ya hay datos de un ministerio específico de diaconado cuando se escriben las cartas a los Romanos (c. 57) y a los Filipenses (c. 60-62). De hecho, la autenticidad de las Pastorales y de la 1 Pedro confirmaría estos datos.



¿Surgió tal visión del diaconado de la experiencia relatada en Hch. 6? No es imposible, pero tampoco resulta muy probable si tenemos en cuenta que tal institución no contó con prolongación conocida en el seno del judeo-cristianismo afincado en Israel. Más verosímil nos parece que su origen se debiera espontáneamente a la necesidad de cubrir necesidades derivadas del funcionamiento de las primeras comunidades, fueran éstas de origen judeo-cristiano (como Roma) o paulino (como Filipos).





Un papel muy relevante en cuanto a su permanencia ulterior como institución y a su influencia en la marcha del judeo-cristianismo parece haber sido el de los profetas. El estudio de esta institución lo veremos por razones de sistematicidad más adelante al referirnos a las manifestaciones pneumáticas. De esa ubicación puede desprenderse hasta qué punto los ministerios en el judeo-cristianismo aparecieron más vinculados a elementos de tipo carismático – en el sentido de la acción del Espíritu Santo - que institucional.





CONTINUARÁ



Sobre el origen judeo-cristiano de la comunidad de Roma, véanse G. Edmunson, The Church…, ob. cit.; C. R Thiede, Simon…, ob. cit., pp. 135 y ss.; R. E. Brown y J. P. Meier, Antioch and Rome, Nueva York, 1983, pp. 92 y ss.



Véase pp. 262-268.



Tal juicio, sin embargo, no debería limitarse a sólo esta corriente del cristianismo primitivo. En 1 Timoteo 1, 18 y 4, 14, la ordenación de Timoteo aparece nuevamente relacionada con un elemento claramente ca- rismático. En cuanto a los requisitos de ancianos y diáconos en las Pastorales, también parecen más encauzados en patrones espirituales que institucionales.

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Published on November 28, 2015 23:52

César Vidal's Blog

César Vidal
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