César Vidal's Blog, page 2
July 21, 2018
Love of God
Semejante visión empequeñece ridículamente el mensaje del evangelio. Igualmente los que creen que la salvación deriva de los propios méritos o de las propias obras no pueden entender ni lejanamente a cabalidad el amor de Dios. Ésta es posible sólo por pura gracia, no por obras para que nadie se gloríe (Efesios 2: 8-9). Y es que el amor de Dios fue muy costoso y, a la vez, justo porque Dios jamás renuncia a la justicia como si fuera un abuelito estúpidamente benevolente. Dios no podía pasar por alto nuestros pecados y, de hecho, Su amor se manifiesta en que cuando éramos Sus enemigos envió a Su Hijo Jesús a morir en sacrificio expiatorio por el pecado (Romanos 5: 8-11). Fue el mesías el que pagó con su sangre la salvación. Como enseña la Biblia, somos justificados por la fe no porque la fe sea una especie de obra – sólo un ignorante puede realizar esa afirmación – sino por que la fe es la vía por la que recibimos el sacrificio del mesías en la cruz y así somos justificados por la justicia de Jesús (Romanos 5: 1).
Escuché esta canción por primera vez al poco de convertirme. Aparte de su música dulce, casi acariciadora, su letra me llegó al corazón. El amor de Dios es, ciertamente, imposible de describir en toda su hondura y en no escasa medida resulta incomprensible salvo para aquellos que creen – bastante disparatadamente – comprenderlo ya que piensan que tiene que ser complementado por nuestros méritos o que es el propio de un Santa Claus tontilón. No es así y, de hecho, su inmensa grandeza aparece en la cruz y, ciertamente, como dice la canción que traigo hoy si todos los hombres fueran escritores, y cada hoja fuera un pincel y todo el mar estuviera formado por tinta… ni aún así lograrían describir todo el amor de Dios.
Se trata de una canción evangélica muy popular que, lógicamente, se ha traducido a numerosas lenguas. Yo les traigo dos versiones distintas entonadas en el programa de los Gaither, una musical y otra, finalmente, en español. Espero que las disfruten y, sobre todo, que mediten sobre tan sublime mensaje. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Primera versión en el programa de los Gaither
www.youtube.com/watch?v=k6B_jYtjvME
Segunda versión en el programa de los Gaither
www.youtube.com/watch?v=NqbqjX2KRyY
Versión musical de solo de violín
www.youtube.com/watch?v=FpIr42bXGgA
Una versión en español
July 20, 2018
Mateo, el evangelio judío (XXII): Hombres de poca fe (capítulo 14)
Por supuesto, había gente a la espera de ese mundo maravilloso en que Israel trituraría a los no-judíos, pero esa visión nada tenía que ver con el mensaje de Jesús. A decir verdad, además de la diferencia innegable, la realidad era tan extraordinaria que cualquier persona con algo entre las orejas se aferraría a ella de la misma manera que lo haría alguien que se encontrara un tesoro extraordinario.
Sin embargo, esa realidad radiante no implicaba el cerrar los ojos ante circunstancias de no menor relevancia relacionadas con la vida del Reino. Por ejemplo, a los profetas los ejecutan no pocas veces (14: 1-12). Por supuesto, realizan anuncios que arrojan inmensa luz sobre la realidad e incluso reúnen en pos de si a gente que desea saber más de Dios, pero no es menos cierto que los poderes establecidos los aborrecen. Esa luz que ilumina también descubre la podedumbre del poder. Por ejemplo, deja de manifiesto que un monarca que presume de ser piadoso y ayudar a los dirigentes religiosos no pasa de ser un sujeto corrupto que permite que comprendamos la decadencia de una sociedad (14: 3-4). En esas ocasiones, el poder establecido busca acabar con el profeta y lo consigue no pocas veces. Por supuesto, también teme que aparezca un profeta semejante a aquellos que ha logrado eliminar (14: 1-2).
No es menos real que los medios de que dispone el pueblo de Dios son limitados, incluso muy limitados (14: 13-21). Ante esas limitaciones, Dios no espera ni que los seguidores del mesías se amilanen alegando que carecen de medios (14: 15-17) ni tampoco que se pongan a saquear al prójimo con la idea de que así avanzarán el Reino. Ante esa circunstancia innegable, Jesús promete que se valdrá de lo poco que haya y que lo multiplicará (14: 18-21). Es terrible la manera en que el mensaje de Cristo se ha prostituido a lo largo de los siglos por la sencilla razón de que se ha buscado de la manera más carente de honradez sumar medios. Sin embargo, la cuestión no es si aumentamos los recursos – algo relativamente fácil si uno se acuesta con el poder o si engaña a los tontos de siempre – sino más bien si estamos dispuestos a entregar lo poco que tenemos a Jesús.
Finalmente, la tercera circunstancia es la que nos plantea si vamos a aferrarnos con fe a la mano de Jesús o sólo veremos los aspectos negativos y nos hundiremos (14: 30).
Todas estas circunstancias son esenciales a la hora de vivir la vida del discípulo. El hecho de que Jesús haga milagros, curiosamente, no las varía. No lo hizo cuando multiplicó panes y peces o cuando anduvo sobre la mar y los que, históricamente, han enfatizado tanto el milagro es más que posible que no hayan entendido mucho del Reino de Dios. Lo que implica un verdadero cambio es entregar todo lo que se tiene a sabiendas de lo poco que es, es disponerse a caminar sobre las olas porque Jesús es quien llama aunque ruja la tempestad, es suplicar para que la fe pequeña que tenemos aumente. Esa es la realidad del Reino, una realidad – como veremos en el próximo capítulo – que es cuestionada de manera frontal por los que se empeñan en presentarse como los representantes de Dios en la tierra.
CONTINUARÁ
July 18, 2018
La monarquía bajo acoso
En un libro titulado El traje del emperador – que, por cierto, obtuvo un premio de ensayo – describí el actual régimen como fruto de un pacto de élites. Por un lado, se hallaban algunas que contaban con siglos de existencia como la iglesia católica, la banca, las oligarquías catalanas y vascas o la monarquía y, por otro, las que aspiraban a sentarse a la mesa del poder como los sindicatos y los partidos. De ese pacto – desde muchos puntos de vista más que notable – surgió un texto constitucional no exento de virtudes, pero en el que se admitían distintos privilegios siquiera porque no se pasa de una dictadura a una monarquía parlamentaria así como así. Era de esperar que esos defectos del sistema fueran desapareciendo, de manera paulatina y pacífica, hasta llegar a una democracia casi inmaculada. En ese proceso, la pieza clave de todo lo que iba desde la Transición a su desarrollo constitucional era el rey. Por desgracia para España, el proceso hacia convertirse en una nación de ciudadanos libres e iguales no ha ido avanzando en décadas y, por añadidura, casi desde el primer momento, se caminó en la dirección opuesta. No sólo eso. Durante más de una década el sistema se ha visto sometido a presiones crecientes que apuntaban, antes o después, a su aniquilación. Con los golpistas catalanes embravecidos, con una crisis generalizada de los partidos, con un PNV capaz de apoderarse hasta de los calzoncillos de los españoles, con un gobierno con mínimo respaldo parlamentario y con una deuda dejada por Montoro que coloca a la nación en situación de quiebra técnica, los palos del sombrajo los mantiene unidos y medianamente funcionales la monarquía. Su descrédito y ulterior desaparición resultarían especialmente gratas para ciertas fuerzas políticas que aspiran lo mismo a implantar un sistema chavista que a descuartizar territorialmente la nación. Sin embargo, no hay que ser especialmente agudos para percatarse de lo que sucedería con la desaparición de la monarquía. No vendría un régimen de consenso como en 1978 sino un caos indescriptible en el que cada facción tiraría por su lado en medio de una crisis económica que viene incubándose desde hace años gracias al gasto público salvaje y a los impuestos expropiatorios. Que cada cual saque conclusiones.
July 17, 2018
El castillo de mi madre
Tenía el germano opiniones peculiares como cuando, en 1973, afirmaba aquello de “Esto es una democracia y no Alemania donde no se puede llegar cinco minutos tarde”. Ni que decir tiene que, en nuestra ingenuidad adolescente, no le hicimos el menor caso. Pero no nos apartemos del tema. Horst – que era como se llamaba – nos ordenó leer un libro de Marcel Pagnol titulado Le château de ma mère, es decir, El castillo de mi madre. Como no nos echaba el teutón una mano a la hora de entenderlo y el texto estaba repleto de nombres de plantas y pájaros de aquella gabacha lectura se fueron descolgando, poco a poco, casi todos mis compañeros de clase. Sin embargo, los que sorteamos obstáculos y llegamos hasta el final quedamos impresionados. Así me ha vuelto a suceder cada vez que he vuelto a asomarme de nuevo a este libro. Lo que en apariencia no es sino un ramillete de recuerdos infantiles situados en las colinas de Provenza constituye, en realidad, una reflexión mucho más profunda de lo que parece a primera vista del paso de la infancia a la adolescencia, de la verdadera educación y de la manera en que va transcurriendo la existencia llevándose a su paso a los seres amados y dejándonos de bueno el recuerdo y quizá muy poco más. La manera en que Pagnol lograba combinar el realismo con la ternura, el amor con la verdad, la dureza de la existencia con la esperanza no ha dejado de sorprenderme con el paso de los años. En esta novela, por ejemplo, nos encontramos con un chico normal, encantado con los juegos, descubridor del primer amor y sometido a un padre que sueña con que lo supere el día de mañana. Contemplo a ese padre funcionario honrado a carta cabal – aunque no sea creyente – y descubro a tantos progenitores de principios que consideraban un honor servir a su nación y que abominaban de cualquier desdoro que pudiera empañar semejante cometido. Reflexiono en la madre cargada de bultos, con un bebé apoyado en la cadera y ahorrando a escondidas para los tiempos malos y se me cruzan las imágenes de mujeres que, a lo largo de los siglos, han proporcionado una estabilidad a los imperios no menor que la procedente de los ejércitos o los jueces. El cómo estas personas pudieron ser decentes, desprendidas, dignas, sin someterse a la dictadura de lo políticamente correcto constituirá para algunos un profundo enigma y, sin embargo, la respuesta es de sentido común. Como también lo es – esta novela lo muestra - que no existen paraísos en el futuro porque, de haberlos, quedaron en la infancia.
July 16, 2018
Cuando un piropo costaba la vida
Hace sesenta años, los estados del Deep South – sur profundo – en Estados Unidos eran uno de esos lugares. Desde la derrota de la confederación en 1865, se había extendido una propaganda que señalaba entre los peores peligros que podían acosar a las mujeres el de la machista lascivia de los negros. Hasta qué punto esa perspectiva estaba extendida puede verse en que uno de los episodios más edulcorados en la versión cinematográfica de Lo que el viento se llevó es aquel en que Ashley, el primo de Escarlata, capitanea una expedición de castigo contra unos negros que, supuestamente, han ofendido a una mujer blanca. Semejante visión no se extinguió tras la Reconstrucción e incluso experimentaba un rebrotar en 1955 antes las primeras reivindicaciones de la población negra. Lejos de reducirse a meros prejuicios, en algunas ocasiones, la hiperprotección dispensada a las mujeres se tradujo en muerte. Fue el caso de un joven negro llamado Emmet Till. Como en el caso de tantas familias negras, Till formaba parte de los que habían emigrado hacia el norte – en su caso Chicago – pero mantenían a una parte de los parientes, a los que enviaban dinero y ocasionalmente visitaban – en el sur. Till, de tan sólo catorce años de edad, estaba visitando a un tío en un pueblo de Mississippi, el estado más pobre de la Unión. Como tantos adolescentes, su conducta era la propia del lugar donde vivía y no la de sus parientes aún apegados al terruño. Por ello, no pudo ni imaginar las consecuencias de sus actos cuando piropeó a una joven blanca llamada Carolyn Bryant con la que se cruzó en el interior de un comercio. Se trataba de una mujer de veintiún años y el episodio – que no tenía mayor trascendencia y que hubiera carecido de relevancia para cualquier persona normal – provocó que el 28 de agosto de 1955, Emmett Till fuera secuestrado. Los culpables del secuestro fueron Roy Bryant, esposo de la piropeada mujer, y su medio hermano J. W. Milam. Lo que vino a continuación fue una venganza en toda regla en defensa de la mujer ofendida. Till fue golpeado y mutilado antes de recibir un disparo en la cabeza que acabó con su vida. A continuación, el cadáver fue arrojado al río Tallahatchie. Los maltratos y la acción de las aguas deformaron horriblemente el cuerpo de Till que apareció en la corriente tres días después.
Los restos mortales de Emmett Till fueron enviados a Chicago donde su madre insistió en que el funeral se celebrara con el ataúd abierto. Los millares de personas que desfilaron ante el féretro se convirtieron así en la garantía de que el crimen pasara a ser todo un símbolo. El problema es que el carácter simbólico era diferente en según qué parte del país. En el norte, se trataba de una muestra de la barbarie del racismo sureño, pero en el sur, el episodio no pasaba de ser la historia de un negro que se había llevado su merecido por atreverse a piropear a una mujer en público. De manera bien reveladora, el fiscal del caso señaló en el curso del proceso que Till se había merecido una azotaina, pero no que lo mataran. En otras palabras, piropear a una mujer blanca merecía un castigo, pero tendría que haber sido menor. No sorprende que el jurado, formado por gente de raza blanca, absolviera a los criminales y que incluso uno de sus miembros señalara que de no haber estado un tiempo bebiendo un refresco no hubieran tardado ni siquiera la hora que emplearon, supuestamente, en deliberar el veredicto.
A pesar de la inmensa cobertura de la causa, quizá todo habría concluido de no ser porque, en 1956, Milam y Bryant amparándose en una figura legal conocida como double jeopardy – nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo crimen del que ha sido absuelto – declararon en la revista Look que habían matado a Till. Ese mismo año, el Tribunal supremo declaró inconstitucional la segregación racial en los autobuses y la llama de los derechos civiles prendió en los estados del sur. Milam y Bryant sufrieron ataques e insultos de sus vecinos y acabaron optando por cambiar de residencia. El primero moriría en 1980 con sesenta y un año y el segundo en 1994 con sesenta y tres.
Con el inicio del siglo XXI, la figura de Emmett Till alcanzó tintes hagiográficos. Se estableció una comisión memorial con su nombre; el juzgado del condado donde se examinó su causa incluyó un centro dedicado al joven muerto e incluso se creó una página web y una aplicación para móvil relacionadas con él. De manera curiosa, estas últimas incluyen referencias a medio centenar de lugares de Mississippi, un estado donde Till sólo fue a morir ya que su vida transcurrió en Chicago. No faltaron tampoco los intentos de reabrir su causa. De entrada, en 2004, un tribunal rechazó esa posibilidad alegando, con toda razón, que el delito ya había prescrito aunque, en 2007, la familia de Till recibió una excusa oficial del crimen. Al año siguiente, en un gesto de claro electoralismo encaminado a obtener el voto negro, el presidente George W. Bush firmó la ley Emmett Till que permitía reabrir las causas relacionadas con crímenes contra los derechos civiles aunque hubieran prescrito. El discutible paso legal fue ampliado en 2016 por Barack Obama y abre ahora la posibilidad de reabrir una causa cuyos protagonistas están todos muertos. No son pocas las lecciones que a día de hoy se pueden extraer de aquel horror. Entre ellas, que junto a los males del racismo tampoco puede esperarse nada bueno de aquellos que han llegado a la conclusión de que un piropo puede ser digno de castigo.
Lo han vuelto a conseguir o son ustedes donantes de esperanza
Poco más allá de las siete de la mañana me desperté – tiene uno inscritos los horarios de La Voz y no hay manera de llegar a las ocho durmiendo – y volví a repetir el ritual. Un wassapp de Isaac Jiménez me decía escuetamente 100!!! No exageraba sino que describía. Unos instantes después lo comprobaba yo en mi página web. Por quinta vez, los oyentes que apoyan el programa de La Voz habían hecho Historia.
Para costear esta quinta temporada de La Voz, articulamos hace menos de dos meses, la puesta en funcionamiento de un crowdfunding. Como en ocasiones anteriores, dimos este paso a través de una empresa norteamericana ya que los dos primeros intentos, realizados por compañías españolas, concluyeron de manera decepcionante y los encargados de realizar el crowdfunding se quedaron con el dinero.
Ya el año pasado, llegamos al crowdfunding nueve días antes de la conclusión del plazo. Pues bien, esta vez lo hemos conseguido ¡¡¡doce días antes!!! y el ritmo resultó especialmente rápido en los últimos días.
También hemos superado – hasta el momento – la cifra de los que apoyaron el último crowdfunding – 1093 - y casi la mitad de los patrocinadores a día de hoy – 545 – son nuevos y nunca antes nos habían prestado su colaboración. Se trata, sin ningún género de dudas, de otra clara manifestación de la manera en que ha aumentado el influjo de La Voz.
Atendiendo a la distribución por ciudades, Madrid sigue siendo la que ha contribuido más al esfuerzo del crowdfunding, pero – ojo al dato, que diría aquel – la segunda es Barcelona y la tercera, Valencia.
Por naciones, España ocupa el primer lugar seguida por Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, y Francia, México - que entra por primera vez en la clasificación de los cinco primeros – y Suiza igualados.
En su mayoría, las aportaciones han sido económicamente modestas y se encuentran situadas entre los 10 y los 50 dólares aunque nuestro oyente y amigo Juan José – omito el apellido porque sé que le gusta mantener el anonimato – un año más se ha colocado holgadamente a la cabeza de los participantes con donaciones que sólo puedo calificar como espectaculares.
Y junto a las aportaciones tengo que subrayar de manera muy especial a aquellos que agitaron las redes para que este crowdfunding se convirtiera en realidad. Temo pasar por alto algún nombre y, en ese caso, ruego que me perdonen, pero, a bote pronto y sin consultar, me vienen los nombres de Elvira, Gabriela, Ana, Pilar, María, Christine, Juan, Miquel, Pedro, Atila, Javier… y tantos otros sin los que no hubiera habido manera alguna de alcanzar la meta. A todos ellos, muchísimas gracias más que merecidas.
Las aportaciones no se han detenido tras alcanzar la meta y todo parece indicar que continuarán durante los doce días que quedan hasta la conclusión del crowdfunding. Sería ideal porque esas cantidades añadidas nos permitirían costear tanto la comisión de la empresa que ha llevado a cabo el crowdfunding como las recompensas que tenemos que encargar, pagar y enviar cuanto antes. Cualquier ayuda añadida al crowdfunding será, pues, más que bienvenida.
Debo decir, alto y claro, que conseguir un crowdfunding para la próxima temporada de La Voz y además lograrlo con una cifra mayor que en ocasiones anteriores era un sueño. Ese sueño se ha convertido en realidad gracias a ustedes.
- Ustedes soñaron con que la libertad se puede defender sin enfeudarse a los poderes fácticos
- Ustedes soñaron con que se puede mantener un programa de radio sin recibir publicidad pública o privada
- Ustedes soñaron con que se pueden contar las noticias que verdaderamente afectan a los ciudadanos y no las que interesan a aquellos que tienen los resortes del poder en sus manos
- Ustedes soñaron con que se debe contar la Verdad aunque eso signifique cuestionar el sistema de las autonomías, descubrir la realidad de los poderes financieros, exponer el papel de las compañías energéticas, sacar a la luz los verdaderos manejos del poder político o mostrar la sumisión de los medios de comunicación hacia aquellos que los pagan
- Ustedes soñaron con que se puede dar voz a los que no tienen voz
- Ustedes soñaron con que podríamos alcanzar la meta del crowdfunding para continuar con este trabajo.
Ustedes han convertido ese sueño en realidad incluso antes de que concluyera el breve plazo asignado.
Todo ello los convierte en donantes no sólo de dinero sino de esperanza.
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que se puede decir la Verdad sin contar con dinero
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que se puede defender la libertad sin publicidad
- Donantes de esperanza porque con su fidelidad y su colaboración han dejado de manifiesto que la gente está dispuesta a escuchar si hay personas que están dispuestas a hablar de manera veraz y libre
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que es posible la acción ciudadana más allá de los partidos y de los sindicatos
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que incluso los aportes más modestos económicamente pueden tener resultados prodigiosos
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que puede haber una voz para los que no tienen voz
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que, con contribuciones modestas, es posible irradiar verdad, libertad y esperanza
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que en los doce días que quedan son capaces de seguir contribuyendo al crowdfunding y
- Donantes de esperanza porque han dejado de manifiesto que hay vida más allá de la que otros desean que vivan ustedes.
Sí, son ustedes donantes de esperanza al lograr que este sueño no se haya perdido sino que se haya convertido en realidad. Es lo que ustedes han conseguido y de esa manera han hecho Historia. Muchas, muchas, muchísimas gracias. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
July 15, 2018
Aquellas vacaciones de inocencia
Sé que algunos de los más dichosos estuvieron relacionados con vacaciones. Variadas, por otra parte, como aquel verano en que fui un explorador al servicio de la caballería que dominaba el lenguaje de los indios o aquel otro en que me encontré por primera vez el mar y lo descubrí bien diferente de lo que había imaginado o aquel en que, por primera vez, subí a una embarcación que cabeceaba de manera inquietante. Recuerdo aquella piscina gélida en la que sonaban los discos de Sinatra y los Beatles y aquellos policías del Canadá comprados en una juguetería y aquellas niñas belgas que no fueron mi primer amor de verano, pero casi, casi. Me vienen a la mente los canelones de Casa Paco, los calamares de Kayuko o la carne con zanahorias de mi madre. Aparecen Axel el que bajaba al centro de la tierra, Sandokan, Escarlata O´Hara o los crímenes que planteaba Agatha Christie y yo acabe por resolver siempre porque sus novelas giran todas en torno a cuatro o cinco patrones a lo sumo. Recuerdo las cartas escritas a Herrero Castillo, las postales recibidas de aquella Pili y las enviadas desde París. Es curioso como esos recuerdos se han mantenido con no menos fuerza que las calles del Cairo, las plazas de Moscú, los bulevares de París o los templos de la India. Es que en estos últimos lugares la carga de inocencia ya había disminuido mucho. Hace ya tiempo que llegué a la conclusión de que la felicidad es imposible sin la inocencia. Sin inocencia uno se puede divertir, reír, disfrutar, pero no ser feliz. Quizá por eso nuestra sociedad es, en el fondo, tan desdichada e intenta encontrar retazos de gratificación con cualquier pretexto. Hace mucho que dejó de creer, de soñar, de ilusionarse. Fue cuando perdió la inocencia y entró, para colmo, en una dinámica en que se pretende privar de la misma incluso a los niños del jardín de infancia. Me da un inmenso pesar decirlo, pero nunca serán felices. Tampoco podrán jamás recordar unas vacaciones como las que yo disfruté.
Jesús, el judío (VII): “Galilea… vio una gran luz…” (II)
Estos episodios, verdaderamente cargados de contenido para la comprensión de Jesús, constituyeron una especie de prólogo de su gran ministerio en Galilea, un período de su vida que duró aproximadamente desde el otoño del 27 d. de C., hasta la primavera del 29 d. de C.
Para Mateo – el evangelista más preocupado, pero no el único, por mostrar a sus compatriotas judíos que en Jesús se habían cumplido las profecías mesiánicas – aquel ministerio resultaba un cumplimiento claro de la profecía contenida en Isaías que afirma:
La tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, camino del mar, de la otra parte del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo asentado en tinieblas vio una gran luz y los establecidos en región y sombra de muerte fueron iluminados (Isaías 8, 22).
El texto resultaba especialmente veraz y sugestivo para los judíos del s. I. Galilea era, sin duda, una tierra de población mixta. Por un lado, se hallaban los judíos que se esforzaban en vivir de acuerdo con la Torah – que no eran pocos – pero, por otro, se encontraban también los goyim o gentiles infectados de paganismo. Se mirara como se mirara, aquella era una tierra sumida en las tinieblas, pero sobre ella se iba a alzar – de hecho, ya había comenzado a levantarse – una gran luz, aquella que anunciaba que había que volverse al Dios de Israel porque Su Reino, el anunciado durante siglos por los profetas, estaba próximo.
Aunque no cabe duda de que la predicación de Jesús despertó desde el principio enormes expectativas, no resulta menos cierto que chocó también con muestras tempranas de incomprensión y desagrado. Lucas nos ha transmitido la primera reacción de los propios paisanos de Jesús en Nazaret en esos términos de rechazo ante lo que consideraban un mensaje, por cierto pronunciado en clave judía, que no encajaba con sus expectativas:
Vino a Nazaret, donde se había criado; y el sábado entró en la sinagoga, como era su costumbre, y se puso en pie para leer. Y le dieron el rollo del profeta Isaías; y, tras abrir el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para comunicar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a curar a los quebrantados de corazón; a anunciar libertad a los presos, y vista a los ciegos; a dar libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, se lo dio al asistente, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta escritura delante de vosotros. Y todos asintieron y estaban sorprendidos de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? El les dijo: Sin duda, me citareis el proverbio que dice: Médico, cúrate a ti mismo; las cosas que hemos oído que se han hecho en Capernaum, hazlas también aquí en tu tierra. Y añadió: De cierto os digo, que ningún profeta es aceptado en su propia tierra. Y en verdad os digo que había muchas viudas en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y se produjo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda en Sarepta de Sidón. Y había muchos leprosos en Israel en la época del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue curado, salvo Naamán el sirio. Al escuchar estas cosas, todos los que estaban en la sinagoga se encolerizaron, y levantándose, lo echaron de la ciudad, y lo llevaron hasta la cumbre del monte sobre el que estaba edificada su ciudad con la intención de despeñarlo. Pero él pasó por en medio de ellos, y se marchó
(Lucas 4, 16-30).
El relato lucano rezuma desde la primera frase judaísmo. Jesús es un judío que, como era habitual en los judíos piadosos, acude a la sinagoga en el día del shabbat. Dotado de una instrucción por encima de la media, toma el rollo de Isaías – un texto de cuyo valor para la vida cotidiana está más que convencido - lo lee en lengua hebrea e incluso lo interpreta. El punto de fricción se produce al hacerlo de una manera peculiarmente original. Sin embargo, para ser honrados, también esa circunstancia es medularmente judía. De hecho, no otra reacción de sus correligionarios recibieron Isaías, Amós o Jeremías cuando su predicación fue diferente de lo que esperaban – y, sobre todo, deseaban – sus contemporáneos.
Si los paisanos de Jeremías habían reaccionado con extrema aspereza ante sus anuncios de destrucción del Templo (Jeremías 18, 18-23; 26, 1-24; 37-38) y si Amós fue objeto de las amenazas del sacerdote Amasías (Amós 7, 10-17), no puede sorprender que se creara tensión al advertirse el contraste entre las intenciones de Jesús y las expectativas de sus paisanos. Si, por un lado, las expectativas de muchos de ellos eran celosamente nacionalistas, descartaban la participación de los gentiles en el Reino – más bien esperaban que éste quedara establecido sobre su derrota - e insistían en aspectos que consideraríamos de carácter material, la predicación de Jesús se había centrado en señalar al cumplimiento de las profecías mesiánicas, había proclamado que existía remedio para las necesidades espirituales, y había indicado – de manera muy provocativa – que había gente de Israel podía perder sus bendiciones y ver cómo iban a parar a los goyim, esos mismos goyim que poblaban Galilea y que no eran vistos con buenos ojos, si no escuchaba la predicación del Reino como, por ejemplo, había pasado en la época de los profetas.
Ciertamente, no puede sorprender que sus paisanos de Nazaret se sintieran airados ante aquel mensaje. Las palabras de Jesús eran “de gracia” y no de cólera, y además advertían de una posible pérdida que, de manera apenas encubierta, podía derivar en beneficio de los no precisamente apreciados goyim.
Es muy posible que ese rechazo en Nazaret – una aldea que, a la sazón, no contaba con más de unas ochenta familias que vivían en casas horadadas en la blanda roca de la colina – impulsara a Jesús a establecerse en una ciudad costera llamada Kfar Nahum y cuyo nombre se ha vertido al castellano como Capernaum y Cafarnaum (Mateo 4, 13-16). Fue, precisamente, en Cafarnaum donde Jesús comenzó a convertir su difuso, y, seguramente, muy escaso grupo de seguidores en otro más compacto.
CONTINUARÁ
July 13, 2018
Just Turn Right And Go Straight
Se llamaba Barbara Fairchild y yo ignoraba entonces su pasado como cantante country. Me limité a comprar la cinta y la primera canción que escuché fue una que realizaba un curioso paralelo entre esas instrucciones que siempre nos indican que lo que buscamos se encuentra torciendo a la derecha - ¿por qué siempre a la derecha? – y la manera de llegar al Padre.
La forma de llegar al Padre era exactamente la misma que Jesús había anunciado en Juan 14: 6: nadie puede llegar a El sino a través de Su Hijo. Fue exactamente lo mismo que enseñaron los primeros seguidores de Jesús. Pablo indicaría claramente que el único mediador entre Dios y los hombres es Jesús el mesías hombre (I Timoteo 2: 5) y lo mismo diría Pedro al subrayar que en ningún otro hay salvación salvo Jesús porque ese Jesús – y no él – es la piedra sobre la que se alza el pueblo de Dios (Hechos 4: 8-12).
Por regla general, las preguntas importantes tienen respuestas sencillas que, lamentablemente, los seres humanos van sobando y oscureciendo con el paso de los años. Si alguien desea conocer a Dios, el Padre, existe un camino – el único – que es Su Hijo. Ir por otro lado conducirá hacia otras direcciones más o menos entretenidas, pero, desde luego, no adecuadas. De la misma manera, si alguien desea obtener la salvación ofrecida gratuitamente en Dios, ésta sólo se encuentra en Jesús y no en instituciones humanas, en ceremonias o en ritos. Al final, como diría y cantaría Barbara Fairchild, es algo tan sencillo como preguntar una dirección y que te digan que sólo hay que torcer a la derecha y seguir recto.
No existe – bien que lo siento – versión en español de esta canción, pero les dejo con la original. Espero que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Barbara Fairchild
July 12, 2018
Mateo, el evangelio judío (XXI): El tercer gran discurso de Jesús (capítulo 13)
Con una incomparable fuerza militar, no sólo se sacudiría de encima a sus enemigos sino que además mantendría un poder notable más allá de sus fronteras mientras riquezas procedentes de las naciones gentiles afluirían hasta Jerusalén de manera gigantesca e incesante. Para otros, el elemento hegemónico tenía menos valor ya que pensaban que los gentiles no serían siervos de los judíos – como sostienen muchos judíos ortodoxos a día de hoy – por la sencilla razón de que habrían desaparecido. El reino sería entonces una sucesión de pantragruelicos banquetes en los que se comería incluso la carne del Leviatán. El elemento supremacista judío resultaba innegable y, en términos generales, las perspectivas que esperaban a los gentiles – los goyim – no eran nada halagüeñas. Con seguridad, Jesús hubiera tenido no poca repercusión de predicar puntos de vista similares, pero no hizo nada ni lejanamente parecido. A decir verdad – y en esto siguió la línea de los profetas y de Juan el Bautista – anunció un Reino que ni se implanta ni se sostiene sobre la base de la fuerza militar y de las relaciones internacionales, un Reino totalmente distinto.
Para referirse al Reino, Jesús utilizó un género literario que los judíos llamaban mashal y que nosotros conocemos como parábola. El erudito judío Joseph Klausner llegó a afirmar que nadie había creado parábolas como las de Jesús y, ciertamente, tenía razón. El Talmud reproduce meshalim de distintos rabinos y hay que reconocer que, en términos generales, parecen demasiado pesadas y torpes en comparación con las debidas a Jesús. No vamos a entrar en una exégesis detallada de las parábolas de este discurso, pero sí hay que detenerse en algunos aspectos que muestran cómo es ese Reino.
1. No todos responden igual al anuncio del Reino. A decir verdad, la proclamación del Reino es cómo la labor del sembrador. Sale a sembrar, pero la mayor parte de la semilla se pierde por distintas razones y sólo una parte da fruto, pero ésta… puede ser excepcional (13: 3-9). La realidad es que muchos escuchan, pero no faltan los que no dejan crecer la semilla por las dificultades que surgen al seguir el Evangelio o simplemente permiten que lo material tenga preeminencia sobre lo espiritual (13: 18-23). Sí, han leído ustedes bien. El Evangelio del Reino lejos de ser un camino de rosas implica muchas veces persecución y pérdidas materiales y hay gente que impide que la semilla germine por esas razones.
2. No todo lo que parece Reino es realmente Reino. Desde la caída del imperio romano y su sustitución, poco a poco y no escasas veces recurriendo a la violencia, por el obispo de Roma se ha tendido a identificar el Reino con la institución eclesial. Lo que hiciera ésta quedaba más que legitimado – cruzada e inquisición, por ejemplo – por el hecho de que era el impoluto Reino de Dios. Jesús, sin embargo, enseña algo muy distinto. En primer lugar que en el Reino actúa el Diablo sembrando cizaña y esa cizaña es muy difícil de discernir. A decir verdad, si se intentara arrancar se cometerían graves errores porque gente que parece trigo es cizaña y viceversa. Sólo el juicio final permitirá ver las cosas con la claridad necesaria (13: 24-30 y 36-43). Este mismo mensaje es el comunicado por las dos parábolas siguientes, la del grano de mostaza y la levadura. Una interpretación triunfalista ha visto siempre en estos textos la idea de un crecimiento sensacional del Reino y la ha ligado con el aumento numérico de una confesión religiosa. Sin embargo, no es eso lo que dice Jesús. El Reino, ciertamente, crece, pero cuando pasa de ser una diminuta semilla de mostaza a árbol acaban llegando los pájaros – un símbolo del poderío del paganismo, por ejemplo, en Daniel 4: 12 – y se posan en sus ramas. O, de manera semejante, es como una masa pequeña que, al recibir la levadura – un elemento corruptor en la Biblia (I Corintios 5: 6-8) – crece inmensamente. Cualquiera que conozca la Historia del cristianismo sabe hasta qué punto son acertadas sus palabras. De hecho, la corrupción del cristianismo, especialmente a partir del siglo IV, no deja dudas al respecto. Personaje tan poco sospechoso como el cardenal Newman llegó a escribir: “En el curso del siglo cuarto dos movimientos o desarrollos se extendieron por la faz de la cristiandad, con una rapidez característica de la Iglesia: uno ascético, el otro, ritual o ceremonial. Se nos dice de varias maneras en Eusebio (V. Const III, 1, IV, 23, &c), que Constantino, a fin de recomendar la nueva religión a los paganos, transfirió a la misma los ornamentos externos a los que aquellos habían estado acostumbrados por su parte. No es necesario entrar en un tema con el que la diligencia de los escritores protestantes nos ha familiarizado a la mayoría de nosotros. El uso de templos, especialmente los dedicados a casos concretos, y adornados en ocasiones con ramas de árboles; el incienso, las lámparas y velas; las ofrendas votivas al curarse de una enfermedad; el agua bendita; los asilos; los días y épocas sagrados; el uso de calendarios, las procesiones, las bendiciones de los campos; las vestiduras sacerdotales, la tonsura, el anillo matrimonial, el volverse hacia Oriente, las imágenes en una fecha posterior, quizás el canto eclesiástico, y el Kirie Eleison son todos de origen pagano y santificados por su adopción en la Iglesia” (J. H. Newman, An Essay on the Development of Christian Doctrine, Londres, 1890, p. 373. El énfasis es nuestro). El pasaje de Newman difícilmente podría ser más elocuente. La entrada masiva de paganos en el seno del cristianismo no estuvo marcada por conversiones sinceras en las que el paganismo quedaba abandonado junto con otro tipo de conductas incompatibles con el cristianismo. Por el contrario, lo que sucedió fue que el deseo de promoción social o la moda espiritual – una moda no muy diferente de la que llevó a MT o a los Hare Krshna a tantas celebridades de los años sesenta y setenta del siglo XX – condujo a multitud de personas al cristianismo. Con ellos trajeron un paganismo que no sólo no desapareció sino que fue absorbido por la iglesia occidental plasmando una nueva espiritualidad. La pureza del cristianismo primitivo desapareció y así seguiría sucediendo, en términos generales, durante algo más de un milenio. Jesús lo había advertido.
3. A pesar de todo, el mayor tesoro en que se puede soñar es el Reino. Sí, es cierto, el Reino no es una potencia ejerciendo su hegemonía sobre los goyim. Sí, es cierto, el Reino puede corromperse y aunque crezca estar lleno de cizaña y de pájaros de cuenta. Sin embargo, a pesar de todo, no existe nada que pueda superarlo. Es más: hay que decidirse por él y hay que hacerlo con el entusiasmo y la rapidez que pondría alguien que se encuentra un maletín con un millón de dólares en el interior de un automóvil o con una ganga inmobiliaria o con una perla de gran precio o con un tesoro enterrado. Hay que actúar con la mayor rapidez para no perder la oportunidad de su vida. El Reino de los cielos es la gran oportunidad del género humano tanto individual como colectivamente y la única salida es responder con entusiasmo ante esa oportunidad (13: 44-46) y
4. El Reino se verá reivindicado al final de la Historia. En esta vida no acaba todo. Puede gustar más o menos, pero así es. Un día se separará el trigo de la cizaña (13: 30) y los peces buenos serán apartados de los malos (13: 47-50). Así es el Reino. Nada que ver con dar en la cresta a las naciones de alrededor o en someterlas a la esclavitud.
En realidad, los judíos deberían saber todo esto porque, por ejemplo, los cantos del Siervo son muy claros al respecto. Sin embargo, la inmensa mayoría no se estaba enterando. Una pena porque quien acaba entrando en el Reino de Dios recibe una extraordinaria suma de lo antiguo anunciado y de lo nuevo ya cumplido (13: 51).
De manera bien significativa, el capítulo 13, el tercer gran discurso de Jesús, acaba con una nota triste. Al llegar al lugar donde había vivido años – Nazaret – no se encontró con una adhesión al reino sino con gente que se preguntaba como podía tener autoridad un personaje que era el hijo de “la” María y cuyos hermanos eran Jacobo, José, Simón y Judas aparte de contar con hermanas conocidas (Mateo 13: 53-55). No. Era imposible aceptarlo. No sorprende que Jesús señalara que el profeta carece de honra sólo en su casa y en su familia (13: 57). Tampoco sorprende que no realizara muchos milagros a causa de la incredulidad de la gente (13: 58). A fin de cuentas, el mayor obstáculo para la acción de Dios somos nosotros mismos. ¿Entraremos en el Reino… o no?
CONTINUARÁ
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