César Vidal's Blog, page 9
May 13, 2018
Nanjing (III): el museo de las seis dinastías
Creo que no exagero si digo que se encuentran en cuanto a fondos y gestión entre los mejores del mundo y que por lo que se refiere a la disposición del espacio y la presentación se hallan a la cabeza. Tendré ocasión en esta serie de referirme a algunos, pero ya adelanto que son muy superiores a la práctica totalidad de los europeos y norteamericanos. Uno de esos ejemplos es el dedicado a las Seis dinastías.
Las Seis dinastías es un nombre con el que se hace referencia a un período de la Historia de China que tuvo lugar tras la caída de la dinastía Han en el 220 d. de C. y que se extendió hasta finales del siglo VI d. C., El término deriva de que las seis dinastías tuvieron su capital en Nanjing y además no estuvieron formadas por usurpadores y arribistas sino por linajes legítimos.
Como otros reinos, el de las Seis dinastías se apoyó en la cercanía a una importante vía fluvial como es el Yang-tse-kiang o río Azul. A pesar de que se trató de una época especialmente difícil, los sucesivos monarcas lograron no sólo crear un marco de estabilidad y prosperidad más que notable sino que además provocaron una efervescencia artística que se dejó percibir en las artes plásticas y, muy especialmente, en la poesía. Cualquiera que lea las Canciones nuevas desde la terraza de jade de Xu Ling (507-83) o las derivadas de Zi Ye, la dama de la medianoche, una cantante profesional del siglo IV, se percatarán de una hermosura y una delicadeza líricas que incluso se conservan parcialmente en la traducción. El amor y la belleza eran cantados por estos poetas chinos precisamente cuando el imperio romano se desplomaba a empujones de los bárbaros y Europa entraba en una época que, con toda razón, se ha denominado la Edad oscura.
De manera no menos significativa, el período de las Seis dinastías se caracterizó por una notable libertad religiosa y un florecimiento del pensamiento. Budistas, daoístas, confucianos compitieron y se retroalimentaron mientras la iglesia de Roma en occidente comenzaba, por primera vez en la Historia, a ejecutar personas por el mero delito de ser disidentes religiosos. Por cierto, para el que no lo sepa, hay que señalar que el primer ejecutado por causas religiosas en ese período fue el español Prisciliano, un personaje del que casi todos reconocen que no era ni siquiera un hereje sino, simplemente, alguien bastante cansado de la corrupción episcopal que ya por aquel entonces era clamorosa. Pero volvamos a China.
A pesar del carácter convulso de su Historia – o quizá precisamente por ello – los chinos han levantado siempre palacios, jardines, templos, paseos en los que se busca y se consigue la armonía. Para cualquiera que haya viajado por China esa circunstancia resulta innegable y constituye uno de los aspectos más notables de la cultura nacional. Lo artificial se integra en lo natural, lo arquitectónico en lo frondoso, lo encauzado en las líneas suaves de la Naturaleza. Hasta donde yo he podido observar en los distintos países que conozco en el planeta, sólo China ha logrado ese objetivo, muy posiblemente, porque se esforzó en alcanzarlo y porque otras culturas buscaron la vanidad, la grandiosidad, el espectáculo o la exhibición y no mostrar que el ser humano puede estar totalmente injertado en la belleza del cosmos que lo rodea.
Todo ello se percibe en este museo no sólo por los vestigios del pasado sino también por la manera en que se ha trazado el conjunto de espacios en el presente. A decir verdad, hay momentos en que uno desearía sentarse en un banco o incluso en el suelo y tan sólo disfrutar de un entorno tan magníficamente diseñado. Si los chinos han demostrado ser maestros de los medios de transporte, no lo son menos consumadamente de la ciencia museística.
CONTINUARÁ
May 12, 2018
Pablo, el judío de Tarso (LXXX): De Hispania a la segunda cautividad (VI): la ejecución
La prisión era ya famosa antes de que albergara a los dos apóstoles. Desde sus mazmorras podía escucharse el tumulto de los foros e incluso los aplausos que recibieran los oradores en el senado. Hoy en día, el antiguo lugar de la prisión se halla ocupado por la iglesia que se denominó de san Pedro in carcere, y que ahora está dedicada a los santos Proceso y Martiniano que, según la tradición, fueron carceleros convertidos a la fe en Jesús por el testimonio del apóstol Pedro. En este lugar de culto se dan cita dos recintos superpuestos. El superior era la antigua prisión donde estuvieron recluidos personajes de la importancia de Vercingetorix, el caudillo galo derrotado en Alesia por Julio César; Yugurta, el rey de Numidia; Simón Bar Giora, el rebelde judío que se enfrentó con las legiones romanas y el mismo Sejano, valido de Tiberio, que en el año 31 cayó en desgracia y fue ejecutado. A través de una escalera exterior se descendía a un calabozo en el que solían ejecutarse sentencias de muerte. El templo custodia una columna que se relaciona con el apóstol Pablo y un aljibe en el que, supuestamente, Pedro habría bautizado a sus carceleros. Ambas afirmaciones no son ni totalmente seguras ni tampoco imposibles.
El final de Pedro y de Pablo sería diferente siquiera porque distinta era su condición social. El primero no pasaba de ser un humilde judío; el segundo era un ciudadano romano. Resulta, pues, muy verosímil la tradición que indica que Pedro fue crucificado, como décadas antes lo había sido su maestro, el judío Jesús. Pablo, por su parte, debió abandonar la prisión Mamertina sujeto a un guardia mediante una cadena y custodiado por algunos pretorianos. Así, atravesó las calles de Roma y salió por la puerta que conducía a la Via ostiense. Debió así pasar ante la pirámide de Cayo Cestio, pretor y tribuno de la plebe muerto el año 12 d. de C. Eso era todo lo que quedaba de aquel hombre desprovisto de la esperanza que alentaba en el corazón de Pablo.
El grupo llegó finalmente ad Acquas Salvias, ahora Tre Fontane, una región pantanosa e insalubre situada cerca de la tercera milla de la Via Ostiense. Allí, Pablo fue flagelado, un castigo del que su condición de ciudadano romano no podía ya librarle. Se trataba de un trance terrible agudizado por la avanzada edad del reo. Finalmente, se le sujetó a una columna rematada de tal forma que en ella pudiera apoyar la cabeza el condenado. Acto seguido, tras recibir la orden del líctor, el verdugo descargó el hacha sobre el cuello de Pablo. Las palabras que muy poco antes había escrito a su colaborador Timoteo hubieran podido constituir su mejor epitafio:
7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 8 Por lo demás, me aguarda la corona de justicia, que me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
(2 Timoteo 4, 7-8)
CONTINUARÁ
May 11, 2018
Long Black Train
Durante el año que vino después de la intervención quirúrgica, no pudo pronunciar una sola palabra. Un cuaderno le servía para comunicarse con otros y también para ir trazando la pauta de canciones que nunca podría interpretar. Pero Dios escuchó sus oraciones y, un día, descubrió que no sólo podía articular una frase tras otra sino que también estaba a su alcance cantar.
Fue así cómo llegó un día al Gran Ole Opry de Nashville para entonar una composición que había escrito durante su obligada mudez. El público quedó electrizado al oírlo y le pidió que la repitiera. El compositor estaba tan emocionado que se equivocó en una de las estrofas, pero nadie lo advirtió. A fin de cuentas, ¿cómo reparar en esa menudencia cuando estaba cantando un llamamiento a confiar en la victoria que sólo puede dar Dios e invitando a no subir jamás en el largo y negro tren cuyo conductor era el Diablo? Sí, porque el cantante se llamaba Josh Turner y la canción era Long Black Train. Juzguen ustedes por si mismos, pero yo también puedo dar testimonio de que hay victoria en Jesús incluso en las situaciones más difíciles y de que subirse al tren del Diablo sólo concluye en el apeadero del desastre. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Y éste es Josh Turner
Nanjing (II): la Historia conservada
Ciertamente, me encantaría poder relatarles, siquiera de manera somera, la andadura prodigiosa de una ciudad que fue capital de los seis reinos, que resistió con bravura la brutalidad japonesa desde inicios de los años treinta, es decir, casi una década antes de que diera inicio la segunda guerra mundial y que se convirtió en sede del gobierno nacionalista chino. Sin embargo, voy a resistir con firmeza la tentación. Me voy a limitar a referirme a la manera en que en esta ciudad se puede ver cómo trata la Historia el actual gobierno chino. Un ejemplo claro es el museo-sede del gobierno nacionalista chino, es decir, el mismo que combatió ferozmente a Mao durante una sangrienta guerra civil y que luego perpetuó el enfrentamiento desde la isla de Taiwán. Si en China se comportaran como los partidarios de la memoria histórica, todo resquicio habría sido totalmente borrado de ese pasado opuesto ideológicamente y un complejo período histórico se reduciría a cuatro frases inexactas de agitación y propaganda. Por fortuna para los chinos, su dictadura comunista es mucho más veraz de cara a la Historia que la democracia española.
Cualquiera que se acerque – merece la pena – a la sede del gobierno nacionalista chino en Nanjing no sólo verá abierto al público un conjunto de edificios cuidados con auténtico mimo y escrupulosa personalidad sino que también se encontrará con un reconocimiento histórico-público hacia la figura de Chiang kai-shek, el enemigo por antonomasia del comunismo chino. Uno puede recorrer el despacho del generalísimo chino, las salas de reuniones del gobierno, los despachos de la burocracia e incluso ver las fotos que rinden homenaje a Chiang kai-shek. Es un trozo de Historia china y, se piense lo que se piense de ella, no se puede borrar por sectarismo ideológico.
Como en tantas cosas, los chinos se muestran aquí muy superiores a los españoles. Porque seamos sinceros y no eludamos la realidad. ¿Se imagina alguien que en España se rindiera homenaje a Franco por su papel en el desembarco de Alhucemas en un museo nacional dedicado a las guerras de Marruecos? ¿Puede alguien pensar en que se glorifique como héroes a los combatientes del bando vencedor de la guerra civil en un museo cuando se quitan las calles al fundador de la Legión o incluso a un almirante de la guerra de Cuba? Sin embargo, eso, de manera equivalente, es lo que están realizando desde hace tiempo los comunistas chinos que han comprendido que un sentimiento nacional fuerte que incluya a todos resulta esencial para el progreso. En España, los actuales comunistas – y no sólo ellos – no sólo van por el camino contrario sino que no se frenan a la hora de vomitar sobre la nación y de colaborar con sus enemigos jurados como son los nacionalistas catalanes y vascos. Por supuesto, se borra todo lo que no les resulta grato o es abiertamente molesto. ¡Incluso se enseña que la Seguridad social que creó Franco se debe a Felipe González! Pues que nadie se engañe. Una de las claves del resurgir espectacular de China es no sólo la flexibilidad económica sino, fundamentalmente, el patriotismo. A contrario sensu, esa ausencia de patriotismo, sustituido por el ansia de mantenerse en el poder, es una de las causas esenciales de la crisis actual española.
CONTINUARÁ
May 9, 2018
Nanjing (I): Transportes
Quizá lo primero que llama la atención sea su extraordinaria red de transportes. Viniendo desde Shanghai a Nanjing, la que fue capital durante el período de los seis reinos, se confirma la impresión de que sus trenes de alta velocidad son los mejores del mundo y no sólo por la rapidez o la comodidad sino incluso por el lujo – sí, han leído bien, lujo – que carece de comparación en otras partes del globo. Decía Donald Trump en su campaña electoral que cuando regresaba a Estados Unidos desde China tenía la sensación de que su país se había quedado atrás en áreas como el ferrocarril, las carreteras o los aeropuertos. No exageraba. Yo he experimentado esa misma sensación en no pocas ocasiones. Las estaciones de tren chinas son gigantescas e incomparables. De hecho las grandes estaciones europeas y americanas parecen de juguete en comparación. Los aeropuertos chinos figuran entre los mejores del mundo y llegar, por ejemplo, al de Chicago procedente de Shanghai provoca la sensación de venir de una gran ciudad para a aterrizar en un pueblo. Europa y Estados Unidos aguantan mejor la comparación con las carreteras, pero, incluso en ese caso, hay que reconocer que en China, en lugares tan apartados como Tibet, resultan envidiables.
Las mismas ciudades sobrecogen por sus medios de transporte. Si el metro de Shanghai es el mejor que conozco en toda la superficie terrestre, el de Nanjing no le va muy a la zaga. Que esta ciudad de más de ocho millones de habitantes tenga además un tráfico más fluido que el de Madrid o buena parte de las ciudades de Europa o América ya es bien significativo. Sí, muchos chinos siguen utilizando la moto y la bicicleta, pero la mayor parte de la circulación se realiza en automóviles entre los que son numerosísimos los modelos alemanes y, en menor medida, los japoneses.
Desplazarse por Nanjing – en realidad, por toda China – deja de manifiesto que existe la posibilidad de contar con vías de comunicación modernas, enfrentarse con éxito a los potenciales embotellamientos de una gran ciudad, disponer de los medios de transporte más actuales y realizar todo en un tiempo verdaderamente récord. Añádase a ello que se ha logrado sin perder el control nacional de esas vías, sin entregarlas a empresas extranjeras, sin ir repartiendo coimas y sobornos, por lo menos, hasta donde se sabe. China lo ha logrado aunque a algunos les cueste creerlo y, al conseguirlo, deja de manifiesto lo rematadamente mal que se han acometido ciertas tareas en naciones como España donde el AVE se superpuso al TALGO para que se pudieran llenar los bolsillos políticos corruptos y donde buena parte de la red de carreteras está no en manos de la nación sino de empresas privadas a las que, cada dos por tres, se les sigue hartando las arcas a costa del dinero que Montoro exprime a los contribuyentes. Sería para aprender algo y algo útil, pero no me hago ilusión alguna al respecto.
CONTINUARÁ
May 8, 2018
Sesenta años
No voy a presumir de peinar canas porque canas, lo que se dice canas, tengo pocas. El pelo se ha ido cayendo con el paso del tiempo y el poquísimo que me queda sobre la frente ya casi recuerda a los 300 de Leónidas, pero camino de convertirse en los siete samuráis. En cualquier caso, se trata de algo secundario. Lo importante es que los años han ido cayendo.
No voy a referir, ni siquiera de manera resumida, mi vida. Al que quiera conocerla hasta hace pocos años le sugiero que lea mi No vine para quedarme: memorias de un disidente. Allí encontrará no pocos detalles e historias aunque, como señaló en su día Roberto Centeno, haya tratado tan bien a las personas que me han hecho daño que parezco “más tierno que el día de la madre”. Lo cierto es que a no pocos ni siquiera los mencioné precisamente para evitar dejarlos mal, muy mal. Pero ahora no me voy a detener en eso.
Cuando echo la mirada hacia atrás, contemplo, con todos sus errores y equivocaciones, con todos sus pecados y faltas, con todos sus tropiezos y caídas, no pocos momentos felices de mi vida. Me vienen las imágenes de juegos infantiles, de lecturas maravillosas que me trasladaban del Puente de Vallecas a los mares del sur, de idiomas aprendidos con pasión y alegría, de películas extraordinarias en cines de barrio, de primeros besos y últimos amores, de aulas y clases, de mil y un trabajos y ocupaciones, del discurso que pronuncié el día de la graduación de mi hija y el vals que bailé con ella, de la primera vez que vi a mujeres que marcarían mi vida, de mis padres y abuelos, de mi hermano, del primer caso defendido ante un tribunal – un gitano empeñado en conducir sin carnet – de los tres únicos casos que perdí en más de diez años de ejercicio de la abogacía, de las veces que traduje al español por primera vez obras ya vertidas a otras lenguas, de las veces que tuve que mudarme y de cuando comenzó mi exilio para, más que seguramente, no regresar nunca a España, de los árboles que planté con Gala en mi jardín hace apenas unos días, de infinidad de lugares visitados en cuatro continentes… son mil y unas cosas acontecidas en seis décadas.
Al mismo tiempo que aparecen todas estas imágenes, observo una indiscutible coherencia en mi vida: la de vivir de acuerdo con la Verdad y la de defender la libertad. No ha sido tarea fácil. Recuerdo como si hubiera sido ayer cuando me convertí hace cuarenta y un años tras leer el Nuevo Testamento – especialmente la carta a los Romanos – en el texto griego original. El amor a la Verdad me impulsó entonces a abandonar el lugar en el que, espiritualmente, me encontraba y a lanzarme a un vacío que no sabía adónde podía conducirme. Lo hice sin el menor miedo y hasta con gusto porque sabía que la Verdad y, sobre todo, el Dios que la había creado no podía defraudarme. De hecho, tan entusiasmado estaba con su hallazgo que pensaba que bastaba con que la gente la conociera para que la abrazara con no menor alegría que yo. Hasta qué punto estaba equivocado quedo de manifiesto cuando, por esos días, compartí el mensaje del Evangelio con un antiguo amigo que se llamaba – supongo que se sigue llamando – Juan Antonio. Me escuchó con interés, asintió a mis argumentos y me reconoció que tenía razón. Pensaba yo que eso derivaría en su adhesión a la Verdad, pero Juan Antonio me dijo que, de momento, quería vivir la vida y que esa Verdad que reconocía no lo atraía tanto. Regresé a mi casa sumido en el mayor estupor. ¿Cómo era posible que alguien se encontrara con la Verdad, que la reconociera como tal y, sin embargo, la diera de lado? Entonces no podía entenderlo. Ahora sí.
Tal y como dice la Biblia, hay seres humanos que carecen de ese amor por la Verdad que podría encaminarlos hacia la salvación y, por lo tanto, se pierden (2 Tesalonicenses 2: 10). Esa verdad la he visto en muy numerosas ocasiones en las últimas cuatro décadas de mi vida. Naturalmente, habrá quien me diga que un cardenal o un ministro no van a permitir que la Verdad les arruine el ejercicio de su envidiado cargo. Es cierto. He conocido ministros y cardenales que tenían menos escrúpulos morales que la mayoría de los presidiarios. También estoy convencido de que si Jesús regresara a este planeta le sucedería como al Cristo de El gran inquisidor de Dostoyevsky. Los que dicen representar a Dios en la tierra le manifestarían su rechazo e incluso se reirían de sus pretensiones. Quizá no lo crucificarían como hicieron en el pasado, pero lo repudiarían, lo condenarían a la muerte civil, lo despellejarían en los medios de comunicación, lo encerrarían en un convento – como todavía se hace con ciertos disidentes – y, llegado el caso, lo recluirían en un manicomio para que no les estorbara en el ejercicio de su poder. ¡Imagínense el problema para el papa Francisco que afirma que es la cabeza de la iglesia única y verdadera y que se encontraría con un Jesús del que la Biblia dice que es la única cabeza de la iglesia (Efesios 1: 22)! Pero no sería una cuestión de la Curia o de la Santa Sede. Como hace veinte siglos, los que dicen representar a Dios en la tierra y las fuerzas políticas se aliarían para acabar con alguien que los llamaría a la conversión.
Pero no caigamos en el error de pensar que se trata de un problema limitado a políticos, a clérigos o a financieros. La mayoría de la gente carece de amor por la Verdad. Cierto, les gustaría – al menos de vez en cuando – saber si los engañan, pero aborrecen esa Verdad que les muestra que sus tradiciones, que sus prejuicios, que su religión, que sus ideas políticas son falsas. Sinceramente, no están dispuestos a que la Verdad les estropee una mentira a la que están acostumbrados y pueden reaccionar con enorme violencia ante esa posibilidad. De hecho, yo soy enormemente pesimista sobre el futuro de sociedades como la española o las hispanoamericanas porque se encuentran sumidas en mentiras desde hace siglos y, en general, tienen escaso deseo de dejar atrás la falsedad para abrazar la Verdad.
Quizá el ir siendo consciente de todo esto podría haberme convertido en alguien acomodaticio con la mentira y menos aferrado a la Verdad. En realidad, ha sucedido exactamente lo contrario. Con el paso del tiempo, he ido descubriendo que sin amor a la Verdad no existe la menor esperanza para ninguna sociedad. Es cierto que el coste, en ocasiones, es tremendo. Por ejemplo, descubres que alguien a quien has ayudado durante años y al que creías tu amigo es simplemente un miserable envidioso y acomplejado que aprovecha la primera ocasión para apuñalarte por la espalda. Por ejemplo, te vas enterando de que tu eres mucho más amigo – y has asumido muchos más riesgos – en relación con un amigo de lo que él jamás hubiera hecho estando empeñado, sobre todo, en su proyecto personal y en mantener los pesebres de la querida y de los amigos. Por ejemplo, descubres con pesar que persona que apela a altos principios espirituales, en realidad, asume con facilidad las prebendas que le brinda su capacidad para la intriga y cubre con el barniz de la hipocresía su traición a los principios. Por ejemplo, te das de manos a boca con un sujeto que ha ido tejiendo una tela de araña no en favor del colectivo al que pertenece y al que, supuestamente, defiende sino de sus intereses económicos. Por ejemplo, ante ti se despliegan algunos de los turbios manejos de una persona entregada al tráfico de influencias que acaba siendo importante ministro y, desde el poder, decide provocar tu quiebra y tu ruina hasta el final de tus días. Por ejemplo… son muchos ejemplos, sin duda, y nada garantiza que no encontraré más antes de abandonar este mundo.
Naturalmente, en un mundo donde la Verdad es vendida, perseguida, manipulada, prostituida y ocultada, lo más lógico es esperar la ruina, el acoso, el exilio e incluso la muerte si se opta por defenderla. Todo ello sin contar más que con algunos apoyos aislados porque la inmensa mayoría está encantada de escuchar la parte de Verdad que les parece ideal, pero aborrece atender a los datos de aquella otra porción que colisiona con sus prejuicios. No hay más que ver como algunos defienden a los obispos criminales que amparan a los que desean aniquilar España y encima se autoconvencen de que llevan a cabo un acto meritorio o llaman salud reproductiva a aniquilar vidas inocentes en el claustro materno.
Durante estos cuarenta y un años, he vivido abrazado a la Verdad y, sinceramente, no veo razón alguna para no continuar ese sendero durante lo que me queda de vida y junto a él la defensa de la libertad. La mentira necesita de manera indispensable utilizar la supresión de la libertad para mantenerse en el poder. La Inquisición que causó el genocidio de valdenses, cátaros o protestantes durante siglos; el horrible GULAG soviético donde perecieron millones de personas; la Gestapo que enviaba a los campos de concentración sin juicio previo; la política seguida por nacionalistas catalanes y vascos y la ideología de género han necesitado y necesitan perseguir la libertad y ahogarla porque, de otra manera, sus terribles y criminales mentiras quedan demasiado expuestas como para ser impuestas. A todo ello me he opuesto durante décadas y, por supuesto, el coste ha sido inmenso incluyendo el tener que exiliarme de un país que, muy posiblemente, no podré volver a pisar jamás a pesar de que lo amo entrañablemente.
A pesar de todo, tengo que decir que me siento dichoso. Dios salvó mi vida hace ahora cinco años cuando pude perderla en un atentado del que nadie me avisó con antelación aunque me temo que varios contaban con esa importante información. Mi salud sigue siendo razonablemente buena y me permite ganarme la vida de manera honrada e incluso realizar de manera gratuita no pocas tareas que considero que son útiles para mis semejantes. He visto crecer a mi hija en madurez y sabiduría y espero poder conocer a mis nietos y jugar con ellos en el futuro. Intento seguir siendo de bendición para los demás de distintas formas y, por encima de todo, no he dejado de comprobar cómo el Dios que me salió al encuentro hace ya muchos años no me ha dejado de Su mano un solo día, especialmente, en los momentos más dolorosos, difíciles y peligrosos. Incluso, puesto a ser caprichoso, espero disfrutar de la cosecha de naranjas y limones procedente de unos arbolitos plantados hace apenas diez días.
Sé – no lo nieguen – que mi vida se acaba. Ya pasó la mayor parte con toda seguridad e ignoro lo que puede quedar por delante, pero, con certeza, será menos de lo ya transcurrido. Para ese tiempo restante, no espero un mundo más libre ni veraz. A decir verdad, creo que todo indica que si no se producen cambios espirituales profundos asistiremos al proceso opuesto que, dicho sea de paso, comenzó hace tiempo. Sin embargo, a pesar de mi carencia de optimismo, sí anhelo – y para ello me pongo en las manos de Dios – seguir disfrutando de la brisa y del sol, del brillo de la luna y de la lluvia, de la sonrisa de los niños y de la hermosura de las mujeres, de las delicias de la lectura y de la belleza del arte. Espero también seguir siendo fiel a la Verdad, seguir defendiendo la libertad y seguir avanzando hacia la meta, la que el apóstol Pablo definió como irnos desnudando del hombre viejo e irnos vistiendo de otro nuevo que se asemeja a Jesús. Sólo si consigo avanzar en ese camino podré decir que mi vida ha tenido sentido y no ha sido un fracaso. En la continuación de esa tarea comienza hoy un nuevo año. Espero tenerlos cerca durante los próximos doce meses. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
May 7, 2018
Sin novedad en la Habana
Hasta en aquellas naciones, como es el caso de China o Vietnam, donde el partido se ha perpetuado como fuerza dictatorial, ha conseguido hacerlo con la suficiente flexibilidad como para conseguir que las gentes prosperaran y que llegaran a creerse que el sistema capitalista es la forma peculiar del comunismo en esas tierras. Deng Xiao Ping se adueñó del famoso proverbio chino que afirmaba que “gato pardo o gato blanco no importaba, lo importante es que cace ratones” y dio así inicio al primer gobierno comunista que no ha causado la miseria y la muerte de millones. Podrá objetarse con toda la razón del mundo que el partido comunista chino no ha dejado de limitar libertades elementales, pero es imposible negar el espectacular avance económico, educativo y social que ha provocado en las últimas décadas. Cuba es la amarga, dura y testaruda excepción. Se cuenta que ya Raúl Castro comenzó a realizar estudios sobre la posibilidad de que la isla caribeña copiara a China. No han sido los comunistas cubanos nunca muy duchos en materia económica, pero no tardaron en percatarse de que Cuba no es China y - lo que es peor - los cubanos no son chinos. Se pensó entonces en el modelo vietnamita por eso de que se trataba de un país agrario y a lo mejor resultaba más fácil copiar sus logros. Afirman que el nuevo presidente de Cuba seguirá en esa misma línea. Vano empeño. Raúl continúa siendo secretario general del partido comunista – es decir, capo di tutti capi – y el ejército, sostén irrenunciable del régimen, se halla sujeto con firmeza por las manos de otro Castro, Alejandro. Es triste tener que reconocerlo, pero no hay esperanzas fundamentadas no de que Cuba sea libre sino de que tan sólo llegue a comer de manera razonablemente digna. Para colmo, las posibilidades de ir vomitando a sus hijos hacia otros lugares, en especial Estados Unidos, no van a resultar fáciles. Todo sigue sin novedad en la Habana y, a decir verdad, únicamente el día en que la dictadura desaparezca podrá haber cambios reales.
May 6, 2018
Spinning Boris
Además, esta vez, los rojos no se impondrían con las bayonetas y los tiros en la nuca sino mediante unas elecciones limpias. Que una nación que se había visto libre del yugo del sistema soviético decidiera volver a uncírselo por voluntad propia era cuestión delicada – ya varios habían escrito del final de la Historia, por ejemplo – de manera que Bill Clinton, a la sazón presidente de Estados Unidos, decidió enviar a Rusia a un equipo de expertos en campañas. Se mirara como se mirara, la acción de Clinton implicaba una intromisión en las elecciones de una nación supuestamente soberana, pero nadie se detuvo a pensar en ese aspecto en la convicción de que, al menos esta vez, el fin justificaba los medios. La labor de los tres técnicos norteamericanos no fue fácil. Yeltsin ciertamente procedía de la nomenklatura de un régimen siniestro, pero se dio la circunstancia de que tenía reparos morales. Por ejemplo, no estaba dispuesto a formular promesas que no pudiera cumplir ni a mentir ni a ceder a maniobras electoralistas rayanas en el ridículo. No lo sabía, pero unas condiciones muy similares puso Adolfo Suárez a su director de campaña cuando se presentó por el CDS. Los tres enviados de Clinton chocaron con no pocos problemas en los que medió más de una vez la hija de Yeltsin. Con todo, al final. Yeltsin fue remontando la campaña y ganó las elecciones. A nadie le pareció inmoral el apoyo extranjero recibido e incluso los enviados de Clinton lo contaron y llegó a filmarse una película extraordinaria sobre el episodio. Años después, una enfurecida Hillary Clinton seguida por un partido demócrata que no ha logrado metabolizar la derrota electoral de hace más de un año comenzaron a acosar a Trump porque, supuestamente, Putin lo había ayudado a llegar a la Casa Blanca. Hasta la fecha nada se ha podido demostrar al respecto y lo más posible es que así siga porque nunca existió esa colaboración. No obstante, de haberse producido, ¿por qué encuentra mal la señora Clinton que Putin hubiera hecho mucho menos en favor de un candidato de lo que hizo su marido por Yeltsin?
May 5, 2018
Pablo, el judío de Tarso (LXXIX)
Como ya señalamos antes, Pablo escribió esta carta mientras se encontraba en Nicópolis y esperaba la llegada de Tito (3, 12). Era un hombre consciente de que no podía quedarle mucho tiempo por delante – una circunstancia que explica el carácter organizativo de estas últimas cartas – pero que aún se encontraba en una situación de libre actividad. En su último escrito, la segunda carta a Timoteo, la situación había cambiado radicalmente. No sólo se encontraba en prisión, sino que además era consciente de que sus días estaban contados. Ese Pablo de las últimas horas es un hombre sereno y tranquilo, incluso sosegadamente triunfal. La razón de esa actitud procede de su profunda confianza en Dios:
7 Porque no nos ha dado Dios un espíritu de temor, sino uno de fortaleza, de amor y de dominio propio. 8 Por tanto no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo; por el contrario, participa en las aflicciones del evangelio según el poder de Dios, 9 el cual nos salvó y nos llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según su propósito y su gracia, que nos fue dada en el mesías Jesús antes de los tiempos de los siglos, 10 y ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesús el mesías, que quitó la muerte, y sacó a la luz la vida y la inmortalidad mediante el evangelio; 11 del cual yo he sido nombrado predicador, y apóstol, y maestro de los gentiles. 12 Por lo cual igualmente padezco esto, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quien he creído, y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
(2 Timoteo 1, 7-12)
Pablo había sido abandonado por todos a excepción de la casa de Onesíforo (1, 15 ss), pero no se sentía desanimado por ello. Por el contrario, insta a Timoteo a comportarse como un soldado del mesías, como un atleta noble y esforzado, como un labrador laborioso (2, 1-6). Para conseguirlo, debe recordar el ejemplo de Jesús, por el que Pablo estaba encarcelado (2, 8-13) y no enredarse en vanas especulaciones que distraigan de lo esencial, la vida nueva vivida a la luz de la enseñanza del mesías (2, 14-24). Por supuesto, Pablo era consciente de que la sociedad en la que vivían estaría repleta de “hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, desprovistos de piedad, carentes de afecto, desleales, calumniadores, desprovistos de moderación, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, irreflexivos, hinchados de orgullo, amantes de los deleites más que de Dios; con una apariencia de piedad, pero negando su eficacia de ella” (3, 1-5). Sobre ese trasfondo, no resultaría extraño ver a gente que “entra por las casas, y lleva cautivas a mujercillas cargadas de pecados, arrastradas por diversas concupiscencias; que siempre aprenden, y que nunca terminan de llegar al conocimiento de la verdad” (3, 6-7). Sin embargo, a pesar de todo, no había que caer nunca en el desánimo. Al fin y a la postre, la gente de esas características no podría prevalecer (3, 9).
Tampoco Timoteo debería sentirse abatido. Era sabido que “todos los que quieren vivir piadosamente en el mesías sufrirán persecución” (3, 12), pero el destino de los malos, un destino marcado por engañar y ser engañados, sería mucho peor (3, 13). Para enfrentarse a esa situación, Timoteo debería aferrarse a la enseñanza de las Escrituras:
14 Tu, sin embargo, persevera en lo que has aprendido y en aquello de lo que te convenciste, sabiendo de quién has aprendido; 15 y que desde la niñez has conocido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe en el mesías Jesús. 16 Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, para refutar, para corregir, para instruir en justicia, 17 a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, instruído de manera completa para toda buena obra.
(2 Timoteo 3, 14-17)
Al final de su vida, el apóstol era plenamente consciente del baluarte que serviría para que la iglesia no se apartara del camino de la verdad. No era otro que las Escrituras, aquellas Escrituras donde se enseñaba que la salvación no era fruto del mérito personal sino de la fe en el mesías. No deja de ser enormemente significativo que en este pasaje redactado al filo de partir de este mundo, Pablo recogiera los tres solo de la Reforma del siglo XVI. Sólo la Biblia podría enseñar a Timoteo a ser salvo sólo por fe y sólo mediante una fe en Cristo.
No era menos consciente Pablo de su enorme soledad. Ciertamente, algunos hermanos de Roma le respaldaban (4, 21), pero no podía decirse lo mismo de sus colaboradores. Demas, hasta poco antes un colaborador fiel (Colosenses 4, 14, Filemón 24), le había abandonado “amando este mundo”, quizá una referencia a que no había podido soportar las presiones derivadas de respaldar al detenido. Crescente se hallaba en Galacia y Tito en Dalmacia. A Tíquico lo había envíado a Éfeso. Erasto se había quedado en Corinto y Trófimo seguía enfermo en Mileto. También Aquila, Priscila y la casa de Onesíforo se hallaban lejos, aunque, al parecer, cerca de Timoteo (4, 19). De sus colaboradores acostumbrados únicamente Lucas se encontraba a su lado (4, 11) lo que, quizá, explica el estilo parecido de los Hechos y de algunos pasajes de las pastorales. No resultaría extraño que el médico le hubiera ayudado en la tarea de poner escrito aquellas últimas instrucciones.
Pablo se encontraba en una situación de clara necesidad material hasta el punto de que, como ya vimos, ruega a Timoteo que le lleve el abrigo y los libros que había dejado en Troas, en casa de Carpo (4, 13). Sin embargo, a pesar de todo, deseaba apurar hasta el último momento de su vida en la labor que le había dado sentido desde el momento de su conversión. Por ello, agradecería a Timoteo que viniera a verle y que se trajera a Marcos para que le ayudara en el ministerio (4, 11). Cuando éste concluyera – e iba a ser muy pronto – era consciente de lo que le esperaba.
May 4, 2018
It´so sweet to trust in Jesus
De la manera más desventurada, tanto Stead como el muchacho se hundieron ante los ojos de Louisa y de su hija que no pudieron hacer nada para evitarlo. Ahí no acabaron, sin embargo, las desgracias. Viuda, Louisa se enfrentó con el hecho terrible de que carecía de medios para mantener tanto a si misma como a su hija. En un momento determinado, Louisa y Lily se quedaron sin comida y sin un céntimo para comprar alimentos. Sin embargo, de repente, al abrir la puerta de casa, Louisa descubrió que alguien había dejado alimentos que ella y su hijo comieron con auténtica delectación. Aquella misma noche, Louisa escribió la letra de It´s so Sweet… En ella, Louisa recogía la dulzura que derivaba de confiar en Jesús que siempre es fiel. Poco después de aquella experiencia Louisa y Lily marcharon al sur del continente africano como misioneras evangélicas.
Que el mundo en que vivimos es más inestable de lo que nos agradaría no parece que admita mucha discusión. No sólo eso. Si, efectivamente, el sistema económico que conocemos y que duró desde el año 1944 se quebró irremisiblemente en 2008 con la crisis mundial, no podremos esperar un remanso de paz para el futuro. pero incluso aunque no fuera así los seres humanos tienden a sufrir ansiedad pensando en cuestiones como lo que comerán o lo que se podrán poner. Al respecto, Jesús (Mateo 6: 32) no deja lugar a dudas: es normal que la gente que no conoce a Dios se angustie por eso. ¡Es normal! Pero aquellos que han decidido entrar en el Reino no son esa gente y deberían tener presente otras circunstancias como, por ejemplo, que el Padre conoce sus necesidades incluso mejor que ellos mismos (Mateo 6: 32) y que su vida debe girar en torno a un eje que es “buscar primero el Reino de los cielos y su justicia, y el resto se os dará por añadidura” (Mateo 6: 33). Para el que sabe lo que eso significa y lo vive el resultado es sinceramente indescriptible, como supieron Louisa y Lily y quedó reflejado en esta canción titulada Es tan dulce confiar en Jesús. Yo también puedo dar testimonio del cuidado amoroso de Dios en las mayores necesidades y en las peores dificultades.
Les dejo con la versión de Alan Jackson de este hermoso himno del que no sé si existe versión en español. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Y aquí está Alan Jackson
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