César Vidal's Blog, page 11
April 23, 2018
Consumación final en Auchswitz
En paralelos escalofriantes, Hilberg ya mostró, por ejemplo, cómo la prohibición de matrimonios con judíos comenzó con el concilio de Elvira (306), la exclusión de los oficios públicos se ordenó en el concilio de Clermont (535), la quema de libros judíos se decretó en el XII concilio de Toledo (681), el mantenimiento de la iglesia católica por los judíos se decidió en el concilio de Gerona (1078), la marca amarilla que señalaba a los judíos se implantó en el IV concilio de Letrán (1215), la prohibición de construir nuevas sinagogas se decidió en el concilio de Oxford (1222), los ghettos obligatorios quedaron asentados en el concilio de Breslau (1267), la conversión al judaísmo fue definida como herejía en el concilio de Maguncia (1310) o la imposibilidad de que los judíos obtuvieran grados académicos se impuso en el concilio de Basilea (1434). Las matanzas masivas tuvieron lugar durante las cruzadas, pero también en los pogromos españoles de 1391. ¡Todavía hoy en España se conmemoran supuestos asesinatos rituales cometidos por judíos y se les niega la recuperación de sinagogas! La enumeración de Hilberg – sólo cito algunos ejemplos – muestra que los horrores del Holocausto contaban con todos y cada uno de sus precedentes antes del siglo XV. Es cierto que las normas antisemitas – no pocas veces acompañadas de pogromos – en naciones como la Austria o la Polonia de entreguerras ayudaron a mantener vivo el caldo de cultivo. No en vano, el mismo estado Vaticano tenía una legislación que le permitía, por ejemplo, secuestrar a los niños judíos a los que hubiera podido bautizar su aya como fue el trágico caso, entre otros muchos, de Eugenio Mortara. El largo y terrible maceramiento de un antisemitismo rociado con agua bendita duró un milenio y medio y por eso casi nadie, judíos incluidos, reaccionó frente a las leyes de Nüremberg. Eran la repetición del horror de siempre. Sin embargo, la guerra más terrible de la Historia abrió una nueva puerta, la de utilizar la ciencia con fines criminales desembocando en Auchswitz. En esta semana del Holocausto, deberíamos recordar que nada se produce de golpe sino que la consumación final es precedida por siglos de ebullición. Da lo mismo que sea en el centro de Europa que en Cataluña.
April 22, 2018
El pecado de Sodoma
Me sentí extraordinariamente bien compartiendo con ellos el culto dominical, un culto en el que estuve predicando sobre el pecado de Sodoma, un tema expuesto de manera mucho más amplia en uno de mis últimos libros que lleva el mismo libro. Espero que disfruten de la grabación. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
http://www.buenasnuevas.org.ar/sound/predicas/2018/08-04-2018/
April 21, 2018
Pablo, el judío de Tarso (LXXVII)
Las epístolas denominadas pastorales – Tito y 1 y 2 Timoteo – forman el último grupo de cartas de Pablo. En las últimas décadas, algunos autores han sostenido la tesis de que no se trata de escritos verdaderamente paulinos sino de recortes de cartas paulinas refundidas o incluso de obras pseudoepigráficas colocadas bajo el nombre del apóstol. Estas tesis resultan dudosamente convincentes porque la verdad es que los textos abundan en referencias personales y porque tanto los conceptos como el lenguaje son claramente paulinos. A decir verdad, en términos lingüísticos, el Pablo de las pastorales se encuentra más cerca – lo que resulta muy lógico dada la cercanía cronológica – del Pablo de los Hechos que de el de sus primeros escritos.
Como ya hemos indicado antes, 2 Timoteo se escribió cuando Pablo ya estaba detenido e incluso había pasado por la prima actio de su proceso. Las otras dos cartas pastorales pertenecen a los últimos meses en libertad del apóstol. A esas alturas, tanto Tito como Timoteo habían tomado el relevo de sus actividades evangelizadoras y parece normal que Pablo deseara brindarles instrucciones de cara a un futuro que no preveía fácil a juzgar, por ejemplo, por las advertencias dadas a los ancianos de Éfeso (Hechos 20).
La primera carta a Timoteo comienza con una advertencia del apóstol contra aquellos que se pierden en la especulación y en la vanidad en lugar de llevar una vida apropiada para un discípulo de Jesús (I Timoteo 1, 3-11). La misión de Timoteo era mantener “la fe y la buena conciencia” (1, 18), de la misma manera que la de toda la congregación debía ser hacer “rogativas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos tranquila y reposadamente en toda piedad y honestidad (2, 1-2). El mandato dice mucho de un Pablo que tan sólo unos meses antes se hallaba detenido en Roma y que en breve iba a volver a sufrir un nuevo prendimiento. Sin embargo, esas oraciones por los gobernantes a fin de garantizar un futuro de paz y sosiego tenían una razón última y, en buena medida, sencilla. La misión fundamental era predicar el mensaje de salvación que arrancaba de Jesús, el mesías, el único mediador entre Dios y los hombres:
3 Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador; 4 que quiere que todos los hombres sean salvos, y que lleguen al conocimiento de la verdad. 5 porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesús el mesías, hombre 6 que se entregó a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se da testimonio a su tiempo: 7 para esto fui nombrado predicador y apóstol, (digo verdad en Cristo, no miento) y maestro de los gentiles en fe y verdad.
(I Timoteo 2, 3-7)
En esa misión de comunicar el Evangelio resultaba para Pablo esencial el comportamiento alternativo de mujeres que no se caracterizarían por el aderezo de sus cabellos o por sus joyas y vestidos, sino por la honestidad, la vergüenza y la modestia (2, 9 ss). Se trata de una de esas afirmaciones que han merecido – muy injustamente, por otra parte – a Pablo el calificativo de misógino. En realidad, el apóstol estaba demostrando tener una clara visión de futuro. Ese tipo de mujeres, las procedentes de las comunidades cristianas, iban a tener en los siglos siguientes una enorme influencia en la extensión del cristianismo por el imperio. Su vida no era fácil – tampoco lo era la de las paganas – pero tuvo una repercusión social como, seguramente, ningún colectivo de mujeres lo ha tenido jamás a lo largo de la Historia. De manera bien significativa, se trató de una influencia callada, serena y profunda.
A continuación, Pablo señalaba a Timoteo los requisitos que habían de tener los obispos y los diáconos, dos de los ministerios claramente definidos en el seno de las comunidades cristianas desde hacía décadas. El obispo a la sazón – supervisor sería la traducción más aproximada del término original – no se diferenciaba del anciano o presbítero tal y como se desprende de distintos pasajes del Nuevo Testamento como el referido al último encuentro entre Pablo y los responsables de la iglesia de Éfeso (Hechos 20). Lo común era que se tratara de un hombre casado que destacaba por su buena conducta. Algo similar sucedía con el diaconado, encargado desde sus primeros días en la comunidad de Jerusalén de tareas de administración, y accesible en aquellos primeros tiempos del cristianismo también a las mujeres:
1 PALABRA fiel es que si alguno desea ejercer el obispado, desea una buena obra. 2 Resulta conveniente, por lo tanto, que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospitalario, apto para enseñar; 3 no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino moderado, apacible, ajeno a la avaricia; 4 que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad; 5 (Porque el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?) 6 no un recién convertido, no sea que cayendo en la vanidad incurra en la condenación del diablo. 7 También conviene que tenga buen testimonio de los extraños, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. 8 Los diáconos, por su parte, tienen que ser honestos, sin duplicidad, no dados a un consumo excesivo de vino, no codiciosos de ganancias deshonestas; 9 que preserven el misterio de la fe con limpia conciencia. 10 Y éstos también sean antes sometidos a prueba; y después, si son irreprensibles, que ejerzan el diaconado. 11 Las mujeres, igualmente, que sean honestas, no dadas a la calumnia, sino sobrias y fieles en todo. 12 Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y gobiernen bien a sus hijos y sus casas. 13 Porque los que ejercen bien el diaconado, ganan para sí un grado honroso, y mucha confianza en la fe que es en Jesús el mesías.
(I Timoteo 3, 1-13)
Pablo – como había advertido a los presbíteros de Éfeso – estaba convencido de que a no mucho tardar se produciría un fenómeno de apostasía en el seno del cristianismo, un fenómeno que tendría entre otras características la de prohibir el matrimonio u ordenar la abstención de determinados alimentos (4, 1-3). Sin embargo, esa circunstancia no le provocaba desánimo alguno. Por el contrario, ordena a Timoteo que sea un ejemplo de buena conducta (4, 6-16) y le da instrucciones sobre la manera en que había de tratar a los ancianos (5, 1-2), a los jóvenes (5, 2), a las viudas (5, 4 ss) – que ya en aquel entonces eran objeto de un cuidado especial por parte de las comunidades cristianas – al mantenimiento de los presbíteros (5, 17) y a los esclavos (6, 1-2).
De manera bien significativa, Pablo insiste en aferrarse a la enseñanza de Jesús (6, 3) y en vivir “de manera piadosa acompañada de contentamiento, porque nada hemos traído a este mundo y sin nada podremos sacar, por lo que contentémonos si tenemos comida y abrigo” (6, 6-8). En lugar de buscar la riqueza – una tarea que había llevado a no pocos a la ruina espiritual – los seguidores de Jesús debían ir en pos de “la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia y la mansedumbre” (6, 9-11). El apóstol no caía en un clasismo que rechazara a los acaudalados en el seno de la congregación – ciertamente, los defensores de algunas teologías como la de la liberación no se hubieran encontrado muy a gusto al lado de Pablo – pero sí insistía en que no podían poner su “esperanza en las riquezas, que son inseguras, sino en el Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (6, 17-19).
El ser discípulo de Jesús no es igual que la especulación teológica o que la sofisticación intelectual. Consiste más bien en vivir siguiendo los pasos del que, tras morir en la cruz y resucitar, regresará un día, una forma de vida que exige ver las cosas de manera diferente porque la perspectiva – que no es la del mundo sino la del propio Jesús – también es diferente. Ese deseo de imbuir en los cristianos el deseo de vivir una existencia práctica y piadosa aparece resumido precisamente en los últimos versículos de la carta:
11 Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, la caridad, la paciencia, la mansedumbre. 12 Pelea la buena batalla de la fe, aférrate a la vida eterna, a la que fuiste llamado, tras hacer profesión delante de muchos testigos. 13 Te ordeno delante de Dios, que da vida a todas las cosas, y de Jesús el mesías, que dio testimonio de la buena profesión ante de Poncio Pilato, 14 que guardes el mandamiento sin mancha ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesús el mesías: 15 la cual a su tiempo mostrará el Bienaventurado y único Soberano, el Rey de reyes,y Señor de señores… 20 Oh Timoteo, guarda lo que se te ha encomendado, evitando las discusiones profanas sobre cosas vanas, y los argumentos de la falsamente llamada ciencia: 21 La cual profesando algunos, se descarriaron de la fe. La gracia sea contigo. Amén.
(I Timoteo 6, 11-15, 20-21)
CONTINUARÁ
April 20, 2018
Stand Up! Stand Up for Jesus!
Los cruzados que decidieron exterminar a los judíos de los ghettos alemanes de camino hacia Tierra Santa; los inquisidores y delatores que causaron la muerte de los herejes reales o supuestos como un servicio a la iglesia de Roma o los que siguen insistiendo en recurrir a la violencia con una imagen o con una bandera con la cruz como estandartes son muestras de que la convicción no es siempre señal de razón sino más bien de aberración o de que, como enseñó Jesús, siempre habrá quienes persigan a los verdaderos discípulos de Jesús convencidos de que así rinden un servicio a Dios (Juan 16: 2).
Las Escrituras señalan que, efectivamente, la vida cristiana recuerda a la militar – como a la deportiva o a la del labrador – por la dedicación que exige (2 Timoteo 2: 4), pero también enfatiza que nuestra lucha no es contra carne y sangre sino contra poderes espirituales de las tinieblas (Efesios 6: 12). He tenido muchas, muchísimas ocasiones de comprobar lo acertado de la enseñanza del apóstol. En la mayoría de los casos, los hombres creen que el problema es meramente material y que como tal se puede tratar. Históricamente, ese enfoque – profundamente equivocado – no ha sido rechazado por muchos que alegaban que detentaban el monopolio de la verdad y que estaban dispuestos a conservarlo utilizando la hoguera de la Inquisición. Sin embargo, la enseñanza de Jesús es muy diferente. A Pilato le dijo con claridad que su Reino no era de este mundo y por eso sus discípulos no combatían como la gente del mundo (Juan 18: 36) y a Pedro le indicó de manera tajante que no pensaba utilizar legiones de ángeles (Mateo 26: 52-53) no sólo porque el que use espada a espada perecerá sino porque esa manera de actuar choca frontalmente con los propósitos de Dios manifestados en las Escrituras.
La vida cristiana es una batalla y además lo es de manera continua, pero su metodología no es la de los ejércitos humanos sino la del corazón de Dios. Creo que eso es lo que comunica la canción que les traigo hoy. No es un himno guerrero para animar a degollar infieles como hizo aquel obispo que aseguró a los soldados que debían matar a todos porque en el cielo ya los separaría Dios. Se trata más bien de un recordatorio alegre, el de que podemos contar con Dios en cada combate, escaramuza o batalla que tengamos librar día a día contra las tinieblas, unas tinieblas que se presentan, vez tras vez, intentando frenar el avance de la Luz y de la Verdad. Sin embargo, nosotros estamos con Jesús y a su lado esperamos vencer y recibir la recompensa. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está una versión en ingles…
https://www.youtube.com/watch?v=r11Gmdq__-8
…y aquí otra en español…
April 19, 2018
Mateo, el evangelio judío (XIV)
Shimón el Tsadiq indicaría que tras la Torah y el servicio a Dios debía venir la práctica de la misericordia. Jesús sigue esa división también en esta parte del Sermón del Monte, pero de manera bien significativa, antecede la práctica de la misericordia de una prolongada enseñanza sobre el dinero y la ansiedad. Si bien se mira, el orden adoptado por Jesús está saturado de lógica, de una lógica que nace del sentido común y de la observación aguda de la realidad. ¿Qué es lo que más cohíbe la práctica de la misericordia, de la compasión, de la ayuda al prójimo? El temor al futuro y la necesidad de dinero podría decir cualquiera que ha pasado por circunstancias como un reajuste de plantilla en una empresa o la competición para obtener un puesto de trabajo. Ante la posibilidad de encontrarse lanzado a la incertidumbre y a la necesidad, el ser humano traiciona a su prójimo, lo ataca o, al menos, le da la espalda para no tener que significarse comprometiendo su bienestar – o lo que considera como tal – y su seguridad – o lo que ve como tal. Naturalmente, en esa visión de la vida, el dinero tiene un inmenso valor. A decir verdad, es como una especie de ancla que asegura el barco de cada existencia frente a los avatares de la navegación cotidiana. Sin embargo, la enseñanza de Jesús a sus discípulos iba en una dirección muy diferente, tanto que podríamos calificarla de auténticamente subversiva para el ser humano común y corriente.
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín los corrompen, y donde los ladrones hacen agujeros y hurtan. Más bien, haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín los corrompen, y tampoco los ladrones hacen agujeros o hurtan, porque donde esté vuestro tesoro, allí estará vuestro corazón.
La lámpara del cuerpo es el ojo: así que, si tu ojo fuere bueno, todo tu cuerpo tendrá luz, pero si tu ojo fuere malo, todo tu cuerpo estará sumido en las tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay son tinieblas, ¿cómo serán las mismas tinieblas? Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se someterá a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero. Por tanto os digo: no tengáis ansiedad por vuestra vida, por lo qué habéis de comer, o por que habéis de beber; ni tampoco por vuestro cuerpo, por lo qué habéis de vestir. ¿Acaso no es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo. No siembran, ni siegan, ni juntan en graneros, pero vuestro Padre celestial las alimenta. ¿Acaso no sois vosotros mucho mejores que ellas?. Porque ¿quién de vosotros podrá, angustiándose, añadir á su estatura un codo? Y por el vestido ¿por qué os angustiáis? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy existe, y mañana es arrojada al horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
No os angustiéis, por lo tanto, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que de todas estas cosas tenéis necesidad. Pero buscad, en primer lugar, el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán y basta a cada día su propio afán.
(Mateo 6, 19-34)
Las palabras de Jesús impresionan por su vigor y actualidad. A fin de cuentas, el ser humano pone su corazón en aquello que considera que es su tesoro y no cabe duda de que millones identifican ese tesoro con el dinero y la seguridad que, supuestamente, aporta. Así, sin saberlo, lo convierten en su dios, incluso aunque, formalmente, adoren a otro o se confiesen ateos. Para remate, no consiguen librarse de la ansiedad, esa ansiedad que es lógica en los goyim, en los gentiles, en los que creen en dioses falsos o ni siquiera creen. Pero los que creen, los que siguen la herencia de Israel, los que saben que Dios es un Padre, no pueden ver así las cosas. Tienen que volver la mirada en derredor suyo y percatarse de que el Padre que viste a las flores y que da de comer a las aves, no dejará de hacerlo con Sus hijos. Tienen que comprender que su tesoro está en Dios y en Su Reino, que debe ser buscado por encima de todo. Tienen que entender que sólo así evitarán la idolatría y conservarán una mirada lo suficientemente limpia como para vivir adecuadamente ante Dios y ante sus semejantes.
Los que han logrado colocar su vista en la misma línea que Dios la enfoca serán los que evitarán condenar porque han sido perdonados por Dios (Mateo 7, 1-2), serán los que no se ocuparán de mejorar a los demás sino antes de mejorarse a si mismos (Mateo 7, 3-5), serán los que no perderán el tiempo intentando que los demás acepten lo sagrado porque no todos desean hacerlo y porque pueden volverse contra ellos y destrozarlos. Ante situaciones como ésas, no vivirán con amargura, con resentimiento o con desaliento. Por el contrario, confiarán en que Dios les concederá lo necesario de la misma manera que el padre al que el hijo le pide pan le da pan y no una piedra o si le pide pescado, se lo entrega, en lugar de darle una serpiente (Mateo 7, 7-11).
El que comprenda todo esto y lo viva podrá asumir el corazón de la halajáh de Jesús, de su interpretación de la Torah:
“De manera que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros hacedlas también vosotros con ellos, porque esto es la Torah y los profetas”
(Mateo 7, 12)
La pregunta sobre la esencia de la Torah había tenido diversas respuestas a lo largo de la Historia de la fe de Israel. El rabino Hil.lel ya había señalado unas décadas antes de Jesús que consistía en no hacer a los demás lo que uno no desea que le hagan y en ello había coincidido con algunos filósofos gentiles. Sin embargo, Jesús iba más allá. No se trata meramente de abstenerse de hacer el mal. En realidad, se trata de hacer el bien y además el mismo bien que nos gustaría recibir a nosotros y que, desde luego, no se limita al seno de Israel o de cualquier otro grupo humano. Semejante enseñanza, lejos de ser una consigna utópica, se halla preñada de consecuencias prácticas. ¿Desearíamos que nuestro cónyuge nos fuera fiel? Pues así deberíamos comportarnos nosotros. ¿Desearíamos que el vecino no nos mintiera ni intentara manipularnos? Pues así deberíamos comportarnos nosotros. ¿Desearíamos que los demás no nos abandonaran cuando la vida nos golpea y es difícil encontrar alguien a nuestro lado? Pues así deberíamos comportarnos nosotros. ¿Desearíamos que nos tendieran la mano en los momentos más difíciles? Pues así deberíamos comportarnos nosotros. Ése es el resumen de la enseñanza ética contenida en la Torah y en los profetas de Israel.
Por añadidura, Jesús indica que no hay alternativa. La puerta estrecha y el camino angosto predicados por él son los únicos que llevan a la vida, mientras que la puerta ancha y el camino espacioso predicados por otros sólo conduce a la perdición (Mateo 7, 13-4). Ciertamente, habrá personas que pretenderán ser seguidores de Jesús, pero por sus frutos se sabrá si lo son o si se trata meramente de lobos rapaces disfrazados de corderos (Mateo 7, 15-20) y la manera de identificarlos nunca será lo milagroso, lo prodigioso, lo espectacular. A decir verdad, es posible que algunos de los que vivan así piensen que lo están siguiendo, pero la trágica realidad es que nunca han llegado a conocerlo (Mateo 7, 21-23).
La conclusión final del Sermón del Monte indica hasta qué punto resultaba esencial en la enseñanza comunicada por Jesús el llevar una existencia que transcurre de acuerdo con la consumación de la Torah. El que asienta su vida sobre los principios expuestos por él actuaría como el que construye su casa sobre unos cimientos de roca que permiten resistir las inundaciones y las riadas; el que no se comporta así, estará levantando su existencia sobre una base de arena condenada a desplomarse ante las primeras dificultades de peso (Mateo 7, 24-27).
El evangelista Mateo señala que cuando Jesús concluyó sus palabras “la gente se quedaba admirada de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas” (Mateo 7, 28-29). Ciertamente, no exageraba. Jesús no citaba precedentes rabínicos para establecer su autoridad como hacían los escribas. Su autoridad era propia. Nos acercaremos al origen de esa autoridad de la que hacía gala Jesús y que tanto sorprendía a sus contemporáneos.
CONTINUARÁ
April 18, 2018
Con mi amigo Marcos Nehoda (III)
Hay de todo, como tendrán ocasión de ver. Personalmente, tengo que decir que lo pasé muy bien. Espero que ustedes también lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
April 17, 2018
El sortilegio del misterio
En algunos casos, terminaron convertidas en farsantes como madame Blavatsky o en ciegas jefas de secta como Annie Besant. Sin embargo, Alexandra David-Neel representó un ejemplo muy diferente. Ciertamente, se desprendió con facilidad de la educación religiosa recibida en un colegio de monjas; ciertamente, viajó al Tíbet; ciertamente, siguió toda su vida refiriéndose a la sabiduría de Extremo Oriente e incluso escribió libros al respecto, pero, por lo que parece, nunca le abandonó una cierta capacidad de análisis sensato de las situaciones. La prueba más clara de ello fue El sortilegio del misterio, un libro en que recogía algunas de sus experiencias en el descenso a las simas del ocultismo. Por sus páginas, desfilan personajes reales que dejan de manifiesto hasta qué punto la Sociedad teosófica no era, en absoluto, digna de confianza; la Gnosis no pasaba de ser un delirio de personajes envanecidos y no pocas veces candidatos al hospital psiquiátrico; los seguidores de los gurúes venidos de la India mostraban una credulidad que apenas distaba de la puesta de manifiesto por los tontos de remate y el espiritismo constituía una majadería integral que, para colmo, resulta física, económica y espiritualmente muy peligrosa. Es posible que ningún autor escéptico haya llegado a tanto a la hora de pulverizar a una serie de grupos esotéricos que recibirían un balón de oxígeno con el nacimiento de la Nueva Era a finales del s. XX. La razón está en que Alexandra David-Neel no era una incrédula ni negaba por sistema lo sobrenatural. Por el contrario, estaba convencida de la realidad de las experiencias espirituales, pero sólo de algunas. Precisamente por ello, era consciente de que la mayoría de los orientalistas eran unos farsantes burdos y descarados; de que los que frecuentaban los círculos ocultistas generalmente necesitaban tratamiento médico y de que la charlatanería – y no el conocimiento oculto – era la mercancía expuesta de manera habitual. Han pasado décadas y no parece que la situación haya cambiado de manera sustancial quizá porque en el misterio, no pocas veces, lo único que se oculta es un sortilegio para embaucar a mentes débiles.
April 16, 2018
Con mi amigo Marcos Nehoda (II)
Tras hablar de tantas cosas, Marcos me comentó que esperaba que hablara de por qué soy cristiano. Se trató de una conferencia improvisada, pero espero que no saliera del todo mal. Aquí les dejo el resultado. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Con mi amigo Marcos Nehoda (I)
Fue el caso de Marcos Nehoda que pastorea una entrañable congregación en la periferia de Buenos Aires. La asistencia a su iglesia fue muy grata y además dilatada. Me entrevistó, tuve una exposición acerca de por qué soy cristiano y después vino una batería de preguntas. Aquí les dejo la entrevista. Espero que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
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April 14, 2018
Pablo, el judio de Tarso (LXXVI): De Hispania a la segunda cautividad (II): El ultimo viaje
El itinerario – en buena medida conjetural – debió ser, aproximadamente, el siguiente. Primero, Pablo se dirigió a Creta, acompañado de Tito. Es muy posible que este viaje estuviera relacionado con el deseo de predicar a unas gentes con las que había tenido contacto ya cuando, camino de Roma, estuvo en Buenos Puertos (Hechos 27, 7-12), el lugar donde hubiera deseado invernar, pero de donde, en contra de su opinión, la nave se alejó con dirección a Fenice. Ignoramos el itinerario que pudo seguir Pablo con Tito por la isla, pero es obvio que dejó allí a su joven colaborador para que se ocupara de organizar las comunidades existentes (Tito 1, 5).
De Creta, Pablo marchó a Éfeso con la intención de llegar a Colosas y cumplir lo que le había señalado a Filemón en la carta que lleva su nombre. No tenemos certeza absoluta de que este viaje se realizara, pero sí está establecido que estuvo en Éfeso y que allí dejó a Timoteo, uno de sus discípulos preferidos, para que se ocupara de asegurar el buen orden de la comunidad.
Desde Éfeso, pasando por Neápolis y Filipos, Pablo marchó a Nicópolis en Epiro, desde donde escribió a Tito instándole a que se reuniera con él para pasar el invierno (Tito 3, 12). Desde Nicópolis, seguramente a través de Filipos y Neápolis, Pablo regresó a Troas donde se hospedó en casa de un tal Carpo (2 Timoteo 4, 13). Aquí permaneció un tiempo, aunque aprovechó para acercarse a Mileto donde había quedado enfermo su colaborador Trófimo (2 Timoteo 4, 20).
El 18 de julio del 64, ardió Roma y el pueblo culpó del incendio a Nerón. Fuera o no cierta la acusación, el emperador decidió culpar de lo sucedido a los cristianos. Le constaba que no eran populares y creyó que serían un chivo expiatorio ideal. No debió equivocarse mucho porque Suetonio varias décadas después no mostraría un ápice de compasión hacia los inocentes cristianos e incluso se complacería en mostrarlos como “adictos a una superstición novedosa y perversa” [1] En breve, la persecución que había comenzado en Roma se extendió a las provincias y lo hizo con tanta virulencia que escritos como el Apocalipsis[2] la recogieron en tonos no exageradamente cruentos y sombríos. La detención de Pablo se produjo en Troas. La salida debió ser muy rápida porque no le dio tiempo a recoger ni sus libros ni su abrigo que tenía en la casa de Carpo (2 Timoteo 4, 13). Es muy posible que fuera localizado gracias a la denuncia de un tal Alejandro, un herrero que se oponía a la predicación de Pablo y contra el que el apóstol advirtió a Timoteo (2 Timoteo 4, 14-15) ya al final de su vida. No sólo eso. La persecución debió tener un efecto tan devastador entre los cristianos de Asia que el apóstol comentaría con tristeza cómo no había recibido la ayuda de nadie. De hecho, la única excepción a esa terrible realidad fue la de la casa de Onesíforo, un personaje que no sólo no se avergonzó de las cadenas que nuevamente pesaban sobre Pablo, sino que incluso partió en pos de él a Roma y no cejó hasta encontrarlo (2 Timoteo 1, 16-18).
Pablo fue sometido a una prima actio en la que, presumiblemente, se le acusó de ser un agitador y un dirigente de una secta perniciosa, la que había prendido fuego a Roma. Al parecer, Pablo logró salir con bien de ese primer trámite juidicial y se vio “a salvo de las fauces del león” (2 Timoteo 4, 16 ss). Sin embargo, el apóstol no se hacía ilusiones. Al mismo tiempo que relataba a Timoteo esa situación en la que, posiblemente, fue su última carta, le ponía de manifiesto que estaba dispuesto a pasar por el último trance, “a ser derramado como una libación” (2 Timoteo 4, 6-8). No se equivocaba, ciertamente. Sin embargo, antes de entrar en los últimos días de la vida de Pablo debemos referirnos a sus últimos escritos, las denominadas epístolas pastorales.
CONTINUARÁ
[1] Nerón 16, 2.
[2] La Bestia del Apocalipsis es, obviamente, Nero Kaisar (Apocalipsis 13) al que se le concede perseguir a los santos y vencerlos (13, 7).
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