César Vidal's Blog, page 15

March 15, 2018

Pobre niño Gabriel

Hay noticias que le parten el alma al más curtido y entre ellas se encuentra la de enterarse de la muerte de un niño que sonríe. Durante días, al otro lado del Atlántico, he estado siguiendo las noticas de esa criatura con una expresión facial que sólo se da en la inocencia infantil, que había desaparecido y que se llamaba Gabriel.

No era yo optimista sobre el desenlace porque sabido es que, a medida que pasan los días, sólo queda esperar lo peor. Sin embargo, uno se aferra a la esperanza de que aún siga alentando una vida tan tierna. Ya sabemos sin duda que está muerto y las pesquisas policiales y una ulterior detención recaen sobre una mujer del ámbito familiar. En otras palabras, a la vida segada en temprana edad se sumará ahora la injuria de la ideología de género. Si Gabriel hubiera sido Gabriela, inmediatamente el delito habría sido clasificado como violencia de género y las calles estarían llenas de liberadas del tema señalando, como recientemente lo hacía Carmena, que los hombres llevamos en nosotros el ADN de la violencia. Sin embargo, Gabriel era varón y ninguna de las personas que viven de la ideología de género con el dinero que Montoro nos saca de los bolsillos organizará actos de ese tipo. Si se confirma que quien le dio muerte es una mujer pagará una pena que será la mitad de la que pagaría si el niño hubiera sido hembra y quien lo mató, hombre. Y, por supuesto, la presunta asesina gozará de unos beneficios procesales – como la presunción de inocencia – de los que se despojó a los hombres hace años con la desalmada legislación de género que existe en España. Pero no acaban ahí la indignidad y la injusticia. Gabriel era un niño y no figurará en las listas de violencia doméstica porque está vedado totalmente incluir a varones o a mujeres cuya vida quebró otra mujer. No sólo es que la ley sea inicua, es que el comportamiento social es criminal. Porque los desaparecidos en España superan varios millares al año. Son muchos más que las víctimas de la denominada violencia de género y, mayoritariamente, tienen un final peor. Pero nadie hará nada por ellos y no lo hará porque no hay partidos, ONGs o demagogos varios que puedan sacarle dinero o beneficio electoral. Pobre niño Gabriel. Descanse en paz.

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Published on March 15, 2018 04:26

March 14, 2018

Calígula en España

Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que me enfrenté con el Calígula de Albert Camus. Fue en uno de aquellos Estudio-1 que hicieron más por la cultura de los españoles que todos los ministerios de ese jaez que han gastado el dinero de los contribuyentes durante los últimos cuarenta años.

El protagonista era José María Rodero y, bajo la dirección de Jaime Azpilicueta, le daban la réplica Elvira Quintillá y Manuel Galiana. Han pasado cerca de cuarenta años y casi me parece contemplar a un sombrío Rodero de manieristas rizos encarnando al emperador que desgranaba el discurso existencialista de Camus. Porque, basado en el Calígula de la Historia – un emperador empeñado en introducir en Roma el culto egipcio identificándose con él – han surgido no pocos Calígulas literarios. El de Camus es un hombre inicialmente bueno que desea el bien para sus súbditos y, a la vez, la felicidad. Ese deseo será el inicio de su tragedia porque, al mismo tiempo, Calígula es egoísta. Desea el amor, pero no captará hasta muy tarde que el verdadero implica aceptar el envejecer al lado de aquel a quien se ama. Desea la felicidad, pero opta por la de los déspotas. Desea la inmortalidad, pero acaba provocando un golpe de estado que concluirá con su apuñalamiento. Calígula es así un símbolo del ser humano que intenta superarse hasta el máximo y que, con ello, tan sólo consigue precipitarse en el abismo tras comprender amargamente que no existen inocentes. Es más que posible que Camus – que vivió la Segunda guerra mundial con sus circunstancias de colaboración pronta y tardía resistencia frente a los invasores alemanes – estuviera también más que convencido de la ausencia de inocencia y de la futilidad de los esfuerzos humanos. Sin embargo, ese pesimismo no le apartó de tomar posición durante la guerra de Argelia o de afirmar que prefería a su madre a cualquier patria anteponiendo los afectos humanos a los políticos. Quizá, Camus ya no creía en la inocencia, pero se aferró a la idea de que la decencia era posible y hasta obligada incluso en un mundo tan impregnado de negro pesimismo como el suyo.

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Published on March 14, 2018 00:10

March 13, 2018

Examinando Corea del Norte

La semana pasada, estuve otra vez en el programa de El Espejo. Esta vez, el tema era la crisis coreana.

Creo que merece la pena que lo vean. Disfrútenlo. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



http://www.americateve.com/programas/el-espejo-94/emision/el-espejo-03718-262495

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Published on March 13, 2018 00:20

March 12, 2018

De vuelta a China

Hace unos días, pasé por el programa de El Espejo y estuvimos charlando sobre China y los recientes cambios constitucionales. Allí salió Xi, Trump y tantos otros.

Yo lo disfruté mucho. Espero que también ustedes lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Y aquí está el video





http://www.americateve.com/programas/el-espejo-94/emision/el-espejo-022718-261005

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Published on March 12, 2018 00:39

March 10, 2018

Pablo, el judío de Tarso (LXXIV): En Roma (III)

Las cartas de la cautividad (II): Filemón

De entre todas las cartas de Pablo, la escrita a Filemón constituye el escrito más breve del apóstol y, sin ningún género de dudas, uno de los más conmovedores. Por añadidura, se trata de uno de los textos redactados mientras se hallaba en cautividad, en Roma.



Onésimo era un esclavo fugitivo que, tras robar a su amo Filemón, había llegado a la ciudad de Roma. Allí, de forma que desconocemos, había conocido a Pablo quien le había hablado de Jesús y le había persuadido para abrazar el Evangelio. De esa manera, el esclavo – como tantos otros esclavos – había comenzado una nueva vida. Pero Onésimo había sido capturado y tenía que ser devuelto a su dueño. El castigo que la ley romana imponía para los esclavos fugitivos era muy severo y nada hace pensar que Onésimo hubiera podido evitarlo. Sin embargo, se daba la circunstancia de que Filemón era cristiano y Pablo decidió apelar a esa circunstancia para que su comportamiento hacia Onésimo fuera diferente del habitual:





9 Te ruego por amor, siendo como soy un viejo llamado Pablo viejo, que ahora es un prisionero de Jesús el mesías, 10 te ruego por mi hijo Onésimo, que he engendrado en mis prisiones, 11 El cual en otro tiempo te fue inútil, pero que ahora a ti y a mí es útil; 12 al cual te vuelvo a enviar. Recíbele como si fuera yo mismo. 13 Yo quisiera retenerle conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en las prisiones del evangelio; 14 pero no he querido hacer nada sin tu consentimiento, para que tu benevolencia no fuese obligada sino voluntaria. 15 Porque quizá por esto se ha apartado de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre; 16 No ya como siervo, sino como algo más que un siervo, como un hermano amado, mayormente de mí, pero cuánto más de ti, en la carne y en el Señor. 17 Así que, si me tienes por compañero, recíbele como a mi. 18 Y si en algo te dañó, o te debe, ponlo a mi cuenta. 19 Yo Pablo lo escribí de mi mano, yo lo pagaré: por no decirte que aun a ti mismo te me debes.



(Filemón 9-19)





Ante Filemón, se abrían, por lo tanto, dos posibilidades. Una era exigir que se restablecieran sus derechos y que Onésimo regresara. A Pablo esa opción le parecía correcta, pero, en ese caso, esperaba que viera en Onésimo a un hermano y no a una cosa, a una res que era como el derecho romano consideraba a los esclavos. Con todo, el apóstol creía que existía una alternativa aún mejor, la de permitir que Onésimo se quedara con él para ayudarle en su cautividad y en su vejez. En cualquiera de los casos, lo importante era que lo recibiera como a un hermano y si para ello Pablo tenía que abonarle los daños y perjuicios que le hubiera ocasionado, estaba dispuesto a hacerlo, a pesar de la deuda – moral y espiritual – que Filemón tenía con él.



La carta pone de manifiesto aspectos que resultan verdaderamente notables para conocer la vida en el seno de las comunidades fundadas por Pablo. En ellas, como había escrito años atrás, las diferencias sociales, raciales y sexuales habían desaparecido. Además sus supervisores o ancianos eran personas involucradas muy directamente en la vida de los hermanos. Lejos de ser meros dispensadores de sacramentos o de homilías, podían mediar en conflictos entre los creyentes sin negar la legalidad, pero apuntando también a una ética muy superior que derivaba de la vivencia personal y cotidiana de comunión con Jesús el mesías.



Pablo concluía su carta esperando que Filemón haría “más de lo que digo” (v. 21) y rogándole que le preparara alojamiento porque esperaba salir libre y volver a verlo (v. 22). Al final de la carta, como en la de Colosenses, Pablo menciona a Epafras, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas como las personas que lo acompañaban en esos momentos (v. 23-4).



¿Qué sucedió finalmente con Onésimo? Sólo podemos responder basándonos en indicios indirectos. Si la carta a los colosenses, a la que nos hemos referido antes, fue escrita con posterioridad a la dirigida a Filemón lo más fácil es concluir que el dueño de Onésimo había atendido a las súplicas de Pablo. De hecho, el apóstol lo menciona a la altura de otros colaboradores suyos como Lucas o Aristarco. Por otro lado, cuesta creer que el texto hubiera sido incluido en la colección de cartas de Pablo si el apóstol no hubiera conseguido el resultado apetecido.



Finalmente, debe señalarse que existen considerables razones para identificar al antiguo esclavo Onésimo con el obispo del mismo nombre que vivía en Éfeso en torno al año 110 y al que conocía Ignacio, el obispo de Antioquia de Siria. De hecho, no deja de ser significativo que Ignacio sea de los pocos padres de la iglesia que cita la carta a Filemón incluso de manera profusa [1].





CONTINUARÁ



[1] Ignacio, A los efesios 1, 3; 2, 1; 6, 2; 20, 2.

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Published on March 10, 2018 23:37

March 9, 2018

Take my hand, precious Lord

Todos sabemos que, a lo largo de nuestra vida, se presentan momentos de dificultad. En ocasiones, esa dificultad puede llegar incluso a lo dramático. En momentos así, las respuestas son diversas. Hay quien decide apoyarse en otros seres humanos y en instituciones.

Eso si es que no cae en la desesperación. Sin embargo, algunos hemos experimentado a lo largo de nuestra existencia una alternativa diferente. Independientemente de lo que puedan hacer los demás, sabemos que podemos volvernos hacia Dios y decirle: Señor, toma mi mano. Toma mi mano no para que yo te arrastre a mis deseos sino para que Tu me lleves hacia Tus propósitos. Toma mi mano porque sin Ti guiándome me perdería. Toma mi mano para que no la ponga donde no debo agarrándome a propósitos indeseados e indeseables.



Esa visión es la reflejada en este maravilloso himno evangélico, un himno de humildad, de entrega, de confianza en el que se afirma, como enseñó Jesús, un claro hágase Tu voluntad así en la tierra como en el cielo.



Les incluyo una versión extraordinaria de la canción debida a los invitados siempre notables de Bill y Gloria Gaither. Disfrútenla, pero piensen sobre todo en su contenido. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Aquí están los Gaither.





https://www.youtube.com/watch?v=RaF16IlysQc

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Published on March 09, 2018 23:36

March 8, 2018

Mateo, el evangelio judío (X): El Sermón del monte (III): Sal y luz (5: 13-14)

No deja de ser enormemente significativo que justo después de definir a sus discípulos con el término “felices” (o bienaventurados o dichosos) y explicar las razones de esa dicha, Jesús realizara una rotunda afirmación, la de que eran LA sal y LA luz del mundo.

La función de la sal en la época de Jesús –sigue sucediendo así en algunos países– no era tanto la de dar sabor como la de evitar la corrupción hasta el pudrimiento. En otras palabras, de sus discípulos Jesús espera que contribuyan a que el mundo no se siga corrompiendo a diario hasta corromperse por completo. Naturalmente, sus discípulos pueden decidir por diversas razones no actuar como sal. Pueden alegar que su misión es espiritual – sea eso lo que sea – y que, por lo tanto, no hay que entrar en el desarrollo de la sociedad que los rodea o pueden, simplemente, pensar que no tienen por qué complicarse la vida. En cualquier caso, por una causa u otra, pueden encerrar la sal en el salero, pero si eso sucede deben saber que las consecuencias serán fatales. Lejos de permitir que estén tranquilos, aislados y sosegados, el mundo los arrojará al exterior y los pisoteará.



Lo mismo sucede con la referencia a la luz. Los discípulos de Jesús no son UNA luz u OTRA luz. Son LA luz en medio de un mundo que camina en medio de las tinieblas más espesas. Su misión no es encerrar la luz ni mucho menos limitarla a aquellos lugares donde vaya a ser bien recibida o aplaudida. Su misión es alumbrar las tinieblas – lo que implica que pueden quedar al descubierto horrores insondables – y si no actúan así el resultado será espantoso porque el mundo no recibirá ninguna luminosidad y sólo cabrá esperar la oscuridad más absoluta.



Históricamente, las consecuencias de ser sal y luz - o de perder la función de la sal y cubrir la luz con un almud – no han podido ser más claras. Permítanme citar un ejemplo. En 1933, Adolf Hitler, de manera impecablemente democrática, llegó al poder en Alemania. El impacto que ese hecho tuvo en el seno del cristianismo fue pavoroso. La iglesia católica no tardó en firmar un concordato con Hitler que proporcionó al dictador una buena imagen internacional que, por supuesto, supo aprovechar. ¿Cómo podía ser malo un personaje que llegaba a un acuerdo con el papa? Cualquiera que conociera la Historia del papado hubiera podido citar docenas de ejemplos que señalaban que eso no significaba absolutamente nada, pero la gente no conoce la Historia y lo interpretaron como que nada malo podía haber en Hitler y su gobierno. Por lo que se refiere a las iglesias protestantes – carentes de una jerarquía como la católica - se dividieron. Un tercio decidió claramente ponerse del lado de Hitler. Recibieron subvenciones, claro está, pero lo justificaron porque el nacional-socialismo era el mensaje del progreso y tenía muchos puntos de contacto, supuestamente, con el cristianismo y, por encima de todo, era un valladar frente al comunismo soviético. Además pretendía devolver a Alemania la dignidad perdida injustamente con la paz de Versalles. Los denominados Deutsche Christen (cristianos alemanes) fueron utilizados por los nazis aunque, de entrada, también canalizaran fondos públicos en su favor, honores y reconocimientos. Otro tercio de las iglesias optó por el silencio. No es que les agradara lo que enseñaban los nazis o el aislamiento inicial de los judíos, pero consideraban que su ministerio era fundamentalmente espiritual y no tenía por qué mencionar cuestiones no-espirituales como era la ideología pagana que predicaban los secuaces de Hitler. Finalmente, otro tercio decidió que debía dar un testimonio frente al mal que se había apoderado de Alemania. Entre los que formaban parte de esa minoría estaban un hombre llamado Martin Niehmoller. Pastor evangélico, no tardó en ser acosado por los nazis e incluso llevado ante los tribunales. La justicia no estaba totalmente controlada por Hitler a la sazón y dio la razón a Niehmoller, pero los nazis no estaban dispuestos a someterse a la legalidad. Cuando Niehmoller salió del tribunal libre de cargos, la Gestapo lo detuvo y lo condujo hasta un campo de concentración en que seguiría hasta 1945. Como Hitler diría, Niehmoller era su “prisionero particular”. Niehmoller escribiría tiempo después una poesía que los ignorantes siguen atribuyendo a Bertolt Brecht y que dice:



Primero vinieron a por los comunistas y yo no dije nada, porque yo no era comunista.



Luego vinieron a por los sindicalistas, y yo no dije nada, porque yo no era sindicalista.



Luego vinieron a buscar a los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío.



Luego vinieron a buscarme y no quedaba nadie que pudiera hablar por mí.





Niehmoller, en otras versiones, incluiría a otros grupos como, por ejemplo, a las víctimas de la ley de eutanasia. Con todo, Niehmoller sí que había hablado – y a muy alto precio – pero era consciente de lo que había sucedido y de la responsabilidad colectiva del pueblo de Dios. Aunque no lo mencionara, la sal no había salado y, al fin y a la postre, había sido arrojada y pisoteada, incluso más que pisoteada por que sí, tanto los Deutsche Christen como la iglesia católica que había firmado el concordato que legitimaba internacionalmente a Hitler, acabaron teniendo problemas con las autoridades nacional-socialistas.



Tan bochornoso episodio se ha repetido no pocas veces y una de ellas está siendo en relación con la ideología de género. Cuando la ofensiva de esa ideología se ha hecho evidente en distintos países no ha dejado de ser significativa la reacción de las confesiones cristianas. No ha sido, desde luego, uniforme ni valiente en términos generales. En España, lo mismo hemos tenido a un obispo católico diciendo que el Diablo le había metido un gol al feminismo que a otro diciendo que la Virgen se sumaría a la huelga feminista del 8 de marzo. Es propio de la institución colocar los huevos en distintas cestas a la vez, pero no por eso resulta disculpable aunque sea previsible. Sin embargo, la conducta de instituciones como FEREDE no ha sido mejor. Por el contrario, ha callado cuando debería haber hablado, aceptó entrar en una entidad creada por el socialista José Luis Rodríguez Zapatero cuyo capo era nada más y nada menos que Pedro Zerolo, icono del lobby gay; y en un congreso que ya nadie recuerda no se permitió que se leyera una ponencia mía donde señalaba la que se avecinaba. En el colmo de la iniquidad, igual que esos obispos que celebran eucaristías gays o realizan ceremonias para homosexuales que, supuestamente, equivalen a la celebración del matrimonio – aquí, en Estados Unidos son comunes en distintas diócesis católicas – ha mantenido en su seno a la IEE que hace tiempo que casa parejas homosexuales y que difunde la teología queer. Como en la Alemania del III Reich, se ha producido la división entre los que sólo deseaban estar tranquilos y sin problemas, los que estaban dispuestos a congraciarse con la iniquidad obteniendo, por supuesto, beneficios y los que han asumido ser sal y luz aunque eso significara enfrentarse con situaciones como la calumnia, la persecución o el exilio.



Por enésima vez – es una circunstancia histórica – los discípulos de Jesús tienen que plantearse si desean ser fieles a su llamamiento de ser LA sal y LA luz y así evitar que la sociedad que los rodea se pudra totalmente y se hunda en las tinieblas o, por el contrario, ansían vivir una vida más sosegada, incluso de apariencia más espiritual. Si optan por la segunda opción, deben ser conscientes de dos cosas. La primera es que, más tarde o más temprano, el mundo pisoteara a esa sal que no cumplió con su misión. La segunda – y más grave – es que el mundo se quedará sin luz y también sin ese elemento que impide que se corrompa de manera total. Por el contrario, si deciden ser sal y luz sólo cumplirán con su misión. Es para pensarlo y, ciertamente, explica por qué Jesús incluyó estas afirmaciones justo antes de entrar en los aspectos más normativos del Sermón del Monte.





CONTINUARÁ

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Published on March 08, 2018 23:34

March 7, 2018

La huelga “feminista”

Ver la realidad española a kilómetros de distancia tiene su aquel. Así, cuando contemplé videos de la “huelga feminista” con añosas señoras bailando como si fueran colegialas de la época en que ellas eran colegialas – o sea hace décadas - o con una anciana que decía con voz bronca: “¡A por ellos!” me pareció que todo se reducía a un un episodio ridículo y pintoresco.

Me inquietó más ver a cuatro científicas que alegaban que si no había más mujeres con el Nobel en alguna ciencia era por discriminación antifemenina. Teniendo en cuenta que de todos los premios Nobel relacionados con la ciencia y otorgados entre 1901 y 1990 el 86% fueron ganados por protestantes y judíos - en este último caso el 22% - ateos, musulmanes, budistas y miembros de la Adoración nocturna deberían protestar también por supuesta discriminación. Si no lo hacen es porque, independientemente de sus creencias, ni son unos majaderos ni creen que de esa manera podrán conseguir un Nobel por la puerta de atrás. Cuando me encontré con un manifiesto en que una serie de periodistas hablaban de la brecha salarial ya me quedé estupefacto. Algunas de ellas se encuentran entre los miembros mejor pagados de la profesión – y no por méritos reales porque son bastante cortitas - y no conozco a ningún hombre que pregunte por qué tienen el monopolio de ciertos horarios ni mejores contratos como tampoco lo hacen los modelos en relación con las modelos.



Pero lo que ya me ha sorprendido es un poster donde se indica a las mujeres lo que han de hacer ese día y, fundamentalmente, es la vida imposible a los españoles y, en especial, a los que tienen en casa. Yo hubiera esperado manifestaciones masivas ante embajadas como la de Irán, nación donde acaban de detener a unas mujeres por atreverse a ir a un estadio de fútbol, o la de Arabia Saudí que ejecuta por lapidación a fornicarias y adúlteras o la de tantos países donde las mujeres no pueden estudiar ni conducir o son mutiladas y vendidas como esclavas. Observo con dolor que no es así quizá porque ninguna ONG formada por políticas – que no políticos – sacaría entonces tajada de ese dinero que Montoro extrae de los bolsillos de los contribuyentes. Desde luego, es más fácil intentar amargar la vida del padre de los niños, del compañero que intenta de consuno llegar a fin de mes, de la persona con la que se pretende obtener algo de felicidad en esta existencia tan corta y tan dura. Envenenar la vida de pareja es más rentable, sin duda, para las feminazis que enfrentarse con injusticias reales. Quizá por eso cuando se mira en internet el país donde más se habla de la huelga es España. A lo mejor me equivoco en este juicio, pero no deja de parecerme otra de tantas sandeces en favor de cuatro espabiladas que luego pagan los españoles sin saberlo siquiera. Claro está que yo veo las cosas muy de lejos, que desprecio esa monstruosidad totalitaria denominada ideología de género y que no me emociono cuando oígo a una nonagenaria que masculla « ¡A por ellos ! ».

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Published on March 07, 2018 23:29

March 6, 2018

El espía que surgió del frío

Tendría unos trece años cuando vi la versión cinematográfica de la novela interpretada por Richard Burton.

Cuando concluyó la proyección me sentía embargado por un cúmulo de punzantes sensaciones que iban de la admiración por la astucia de ciertos servicios de inteligencia a la pesadumbre por la Realpolitik pasando por la admiración moral hacia el protagonista. El factor sorpresa había desaparecido cuando leí la novela, pero no por ello dejó de resultarme apasionante. También le gustó mucho al jefe del espionaje en Alemania oriental, Markus Wolff, que nunca leía libros, pero que consiguió un ejemplar del texto de John LeCarré. Durante no poco tiempo, Wolff se preguntó cómo LeCarré había logrado saber tanto acerca de un servicio secreto, el de la RDA, que estaba precisamente a sus órdenes, sin excluir las agudas divisiones y rivalidades entre sus miembros. Wolff – que era judío como uno de los personajes de la novela y sabía lo que era servir a la URSS desde los años treinta – no se formulaba preguntas vanas. La respuesta era, sin embargo, sencilla. A la sazón, LeCarré era un espía británico, estaba especializado en Alemania y ansiaba dejar el servicio – demasiado mal pagado para mantener a una esposa y a tres niños – viendo en la literatura un camino posible. No se equivocó porque tras El espía que surgió del frío irían apareciendo otras obras que lo consagraron como el novelista de los servicios secretos por excelencia, más allá de las mistificaciones de Ian Fleming y su James Bond. Confieso que, en términos generales, me gustaron especialmente las de Smiley y me han ido interesando menos las escritas tras la caída del Muro quizá porque el propio LeCarré no sabe cómo describir la actividad de los servicios en un mundo sin la guerra fría en que él mismo combatió. Con todo, ninguno de sus relatos – quizá con la excepción de La gente de Smiley – logró nunca provocarme las emociones de El espía… Posiblemente, la causa sea que en aquella novela todavía existían gentes idealistas y de corazón y en las sucesivas tan sólo hacían acto de presencia funcionarios entregados al espionaje.

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Published on March 06, 2018 23:27

March 5, 2018

¿La república abandonada?

Desde hace años se ha difundido machaconamente que la suerte de los vencidos en la guerra civil española se debió al abandono y la traición de las democracias. Semejante tesis, en ocasiones, se ha sostenido de manera pedestre y, en otras, más extensamente.

Un libro reciente titulado Importación de armas en la guerra civil española. Discrepancias historiográficas con Ángel Viñas deja de manifiesto que es insostenible. Debido a Lucas Molina y Rafael Permuy, aniquila esa tesis de una vez y para siempre. Lucas Molina es uno de los mejores historiadores militares del momento y Rafael Permuy une a esa misma condición un conocimiento extraordinario del armamento derivado siquiera en parte de su condición militar. Molina y Permuy demuestran, entre otras cuestiones, en esta obra indispensable que, primero, no es verdad que las armas recibidas por el ejército de Franco fueran más y mejores; segundo, que no es verdad que el Ejército popular de la república contara con menor y peor ayuda militar y, tercero, que no es verdad que ese supuesto abandono fuera la causa de la derrota en la guerra civil. Por el contrario, mediante un examen riguroso y unidad a unidad de la artillería, los blindados y la aviación lo que queda de manifiesto es que hasta 1937, el bando republicano tuvo una superioridad clara en número y material que no supo aprovechar. El ejército rebelde fue asegurando, paso a paso, la victoria, pero no fue por contar con más y mejores armas. Las cifras son tan contundentes; las descripciones, tan exactas y los datos, tan irrefutables que a los defensores de la leyenda de la república solitaria y peor armada lo único que les queda es entonar la palinodia y reconocer sus groseros errores. El magnífico libro de Molina y Permuy no entra en el terreno político, pero la tesis hubiera podido ser la misma porque si, por ejemplo, Gran Bretaña – como he documentado ampliamente en varios de mis libros – no simpatizó con el Frente popular no fue porque abandonara a una supuesta democracia sino porque le constaba ya en 1936 que no era sino un proyecto totalitario que aspiraba a sovietizar España. Defender lo contrario a estas alturas es como escribir el Mortadelo aunque sea desde una cátedra. Por si acaso, lean pronto el libro porque si la nueva ley de memoria histórica prospera podrían ir a la cárcel por atreverse a hacerlo.

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Published on March 05, 2018 23:25

César Vidal's Blog

César Vidal
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