César Vidal's Blog, page 16

March 4, 2018

Seminario en México

Me suelen preguntar con frecuencia por seminarios, cursos o conferencias futuras con la finalidad de poder asistir. Aprovecho, pues, para señalarles que la próxima tendrá lugar, Dios mediante, en México del 13 al 17 de marzo en la sede de JUCUM en Guadalajara.

El tema será Cuando el mundo hispano intentó volverse hacia Dios e intentaremos abordar la vida y obra de reformadores españoles como Alfonso y Juan de Valdés, Francisco de Enzinas, Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera. Junto con estas conferencias desarrollaremos un taller de escritura y todo se verá complementado por un cine-foro diario en el curso del cual analizaremos a personajes como Jan Huss, William Tyndale, Martín Lutero, William Wilberforce y Dietrich Bonhoeffer.



Pensamos que será un tiempo estupendo para compartir y aprender juntos.



Los interesados pueden llamar a los teléfonos 376 762 0853 o 331 051 0950 de México o escribir a director@ywamguadalajara.org



El coste – que incluye el curso, las comidas y el alojamiento - será de 2.000 pesos mexicanos por persona aunque en el caso de las parejas la cifra se reducirá a 5.000.





Aquellos que lo deseen podrán además presentarse a un examen para obtener los créditos de una universidad de Estados Unidos.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 04, 2018 23:45

March 3, 2018

Pablo, el judío de Tarso (LXXIII)

EN ROMA (II): Las cartas de la cautividad (I): Colosenses

Pablo permaneció en prisión dos años, del 59 al 61, a la espera de juicio. Durante ese tiempo, en el que disfrutó de una notable libertad, el apóstol escribió un conjunto de cartas que son denominadas, bien adecuadamente, de la cautividad.



La primera de esas cartas, la dirigida a los colosenses, tenía como destinataria a una comunidad que Pablo no había visitado personalmente nunca. De hecho, había sido establecida por Epafras, uno de sus colaboradores. Sin embargo, cuando comenzaron a surgir problemas derivados de una nueva forma de herejía, Epafras decidió poner todo en conocimiento del apóstol y éste escribió a la comunidad colosense uno de los escritos más extraordinarios del Nuevo Testamento.



Por lo que se deduce de la carta, la herejía que había aparecido en Colosas tenía curiosos paralelos con lo que hoy constituye el movimiento de la Nueva Era . Dentro de su cosmovisión, Jesús no pasaba de ser un maestro de moral y los ángeles tenían un papel extraordinario en la medida en que, supuestamente, permitían la recepción de mensajes de contenido teológico y además servían para conectar con un mundo espiritual. Este mensaje venía además acompañado de dos circunstancias que siguen resultado hoy en día sumamente sugestivas en sectas contemporáneas. La primera era el seguimiento de normas que, aparentemente, colocaban al adepto por encima de otros mortales, como podía ser el caso de seguir determinadas dietas o guardar determinados días; la segunda era la insistencia en que los adeptos disponían en exclusiva de una gnosis o conocimiento que les permitía acceder a los arcanos más profundos del universo. En todos esos sentidos, la herejía otorgaba un sentimiento de acentuada superioridad a los adeptos, pero – y esto es lo que más importaba a Pablo – sobre todo chocaba frontalmente con el Evangelio.



En primer lugar – y en ese sentido los paralelos con situaciones actuales saltan a la vista – Pablo insistió en que Jesús el mesías NO era un simple maestro de moral ni tampoco un ser espiritual de segundo grado procedente del espacio estelar. En primer lugar, Jesús el mesías era la encarnación del Creador – y no una criatura – lo que confería al mundo de lo material una dignidad especial:



. 16 Porque por él (el mesías) fueron creadas todas las cosas, las que están en los cielos, y las que están en la tierra, las visibles y las invisibles; ya sean tronos, dominios, principados o potestades; todo fue creado por él y para él. 17 Y él es antes de todas las cosas, y por él todas las cosas subsisten.



(Colosenses 1, 16-7)





No se trataba sólo de eso. En realidad, el mesías no era una deidad menor – como el paganismo y algunas sectas contemporáneas estarían dispuestos a reconocer – sino la encarnación del único Dios:





. 8 Mirad que ninguno os engañe con filosofías y vacías sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según el mesías : 9 Porque en él habita de manera corporal toda la plenitud de la divinidad : 10 Y en él estáis completos, el cual es la cabeza de todo principado y potestad.



(Colosenses 2, 8-10)





Pero no se trataba únicamente de eso. El mesías además era el único camino de salvación que existía. Los gnósticos de Colosas podían insistir en que ésta derivaba del conocimiento secreto que ellos comunicaban y del cumplimiento de normas relacionadas con la abstención de ciertos alimentos. La realidad, sin embargo, era que el ser humano necesitaba la paz, la salvación y la reconciliación con Dios. Esas metas no podían ser alcanzadas mediante la práctica de dietas espirituales o a través de una gnosis específica. A decir verdad, la muerte expiatoria de Jesús en la cruz era el único camino de salvación ofrecido al ser humano. Se trataba de un camino de salvación que se podía tan sólo aceptar o rechazar, un camino de salvación que – en contra de lo que pudieran afirmar los gnósticos – permitía llegar a la única reconciliación y a la única paz dignas de tal nombre:





. 19 Por cuanto agradó al Padre que en él (en el mesías) habitase toda plenitud, 20 Y a través de reconciliar todas las cosas consigo mismo, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz, tanto lo que hay en la tierra como lo que hay en los cielos. 21 A vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora, sin embargo, os ha reconciliado 22 en el cuerpo de su carne, por medio de su muerte, para haceros santos, y sin mancha, e irreprensibles delante de él:



(Colosenses 1, 19-22)





; 12 Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la suerte de los santos en luz: 13 Que nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo; 14 En el cual tenemos la redención gracias a su sangre, el perdón de los pecados:



(Colosenses 1, 12-14)





La gnosis de Colosas era además falsa por otra razón. Partía de la base de que el conocimiento se comunicaba tan sólo a unos pocos iniciados. Creía en una élite a la que se hacía partícipe de indescriptibles arcanos. Nada más lejos del mensaje del Evangelio. A todos estaba abierta la sabiduría, una sabiduría que no era especulativa sino práctica; que no era cerrada, sino abierta a todos y que no se hallaba en manos de unos maestros sino sólo en Jesús el mesías:





3 En el cual (en Jesús) están escondidos todos los tesoros de sabiduría y conocimiento. 4 Y esto lo digo, para que nadie os engañe con palabras persuasivas.



(Colosenses 2, 3-4)





Precisamente por todo eso, los cristianos de Colosas tenían que resistirse a que les aplicaran normas de conducta que, en realidad, no servían de nada salvo para hinchar el orgullo de quienes las proponían:





16 Por tanto, que nadie os juzgue por comida, o por bebida, o pretendiendo que guardeis días de fiesta, o lunas nuevas, o sábados: 17 todo ello cual es la sombra de lo por venir; mas el cuerpo es de Cristo. 18 Nadie os prive de vuestro premio, presumiendo de humildad y culto a los ángeles, metiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su carnalidad, 19 Y no agarrándose a la cabeza, gracias a la cual todo el cuerpo, alimentado y unido por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.



(Colosenses 2, 16-19)





Semejante visión de la realidad – la representada por los gnósticos – no podía ser aceptada por los creyentes de Colosas. Cristo había obtenido el perdón de sus pecados en la cruz y había derrotado a las potencias espirituales al ofrecerse como expiación en el Calvario:





13 Y a vosotros, cuando estabais muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, 14 borrando el acta de deuda que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz; 15 y despojando a los principados y las potestades, los exhibió a la vergüenza en público, triunfando sobre ellos en la cruz.



(Colosenses 2, 13-15)





Los términos usados por Pablo debieron causar una impresión enorme en los receptores de su carta. Los gnósticos afirmaban que aquellos espíritus con que se comunicaban eran portadores de importantes mensajes espirituales. El apóstol, sin embargo, afirmaba que se trataba únicamente de seres demoníacos que habían sido derrotados por Jesús en la cruz, justo al mismo tiempo que de esa manera abría el camino para el perdón de los pecados. El pasaje enlaza directamente con la paradoja que encontramos en Isaías 53 donde el mesías-siervo es tenido por herido por Dios cuando, en realidad, es el instrumento expiatorio utilizado por Dios para salvar a judíos y gentiles. Aquí Pablo nos hace referencia a un hombre que parecía derrotado en la cruz, pero que, en realidad, con ese acto salvaba al género humano y triunfaba – una palabra con fuertes connotaciones en la cultura romana – sobre los poderes espirituales.



Si se tenía en cuenta todo lo anterior, los cristianos debían buscar en adelante algo muy superior a lo que pudiera ofrecer la gnosis o el paganismo del que procedían. Debían buscar en su conducta cotidiana las cosas de arriba, las identificadas con el mesías, porque cuando él se manifestara también los creyentes se manifestarían gloriosamente con él:





1 SI habéis, pues, resucitado con el mesías, buscad las cosas de arriba, donde está el mesías sentado a la diestra de Dios. 2 Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. 3 Porque habeis muerto, y vuestra vida está escondida con el mesías en Dios. 4 Cuando el mesías, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria.



(Colosenses 3, 1-4)





Pero una vez más, Pablo no estaba dispuesto a perderse en formulaciones grandilocuentes y vanas (como los gnósticos, dicho sea de paso). No, el ser cristiano implicaba una ética muy concreta, con comportamientos muy concretos. Ése era el verdadero conocimiento, la auténtica gnosis:





5 Haced morir, pues, lo terrenal que hay en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, deseos malos y avaricia, que es idolatría: 6 Por las cuales cosas la ira de Dios viene sobre los hijos de rebelión. 7 En las cuales vosotros también anduvisteis en otro tiempo viviendo en ellas. 8 pero ahora, abandonad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, maledicencia, palabras carentes de honestidad que salen de vuestra boca. 9 No os mintáis los unos a los otros, despojaos del viejo hombre con sus hechos, 10 Y revestíos del nuevo, que gracias al conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo creó; 11 donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre; sino que el mesías es el todo, y en todos. 12 Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañables misericordia, benignidad, humildad, mansedumbre y paciencia; 13 soportándoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros si alguno tuviere queja del otro: de la misma manera que el mesías os perdonó, así también hacedlo vosotros. 14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor que es el vínculo de la perfección… 17 Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por él.



(Colosenses 3, 5-14, 17)





La vida nueva en el mesías que Pablo enseña a los colosenses tenía repercusiones en áreas como el matrimonio (3, 18-19), como las relaciones paterno-filiales (3, 20-21) y como el trabajo (3, 22; 4, 1).



El texto de Colosenses, a pesar de su brevedad, constituye una verdadera joya del pensamiento cristiano en la que Pablo no sólo destroza los argumentos de la gnosis enfrentándolos con el Evangelio, sino que además se vale de sus términos en el enfrentamiento. Sí, existe un conocimiento (gnosis), pero no es el de los gnósticos sino el que se halla encerrado en Jesús; sí, hay una salvación, pero no es la de la gnosis sino la conseguida por el sacrificio expiatorio del mesías en la cruz; sí, hay una nueva vida, pero no es la basada en festividades religiosas y dietas, sino en buscar las cosas de arriba donde está el mesías.



Al final de la carta, en el capítulo 4, Pablo menciona a algunos de los personajes que le acompañaban en su cautividad. Estaban Tíquico (v. 7-8) que se pondrá en contacto con los colosenses; tres judíos llamados Aristarco, Marcos (el intérprete de Pedro y autor del segundo evangelio) y Jesús el Justo (v. 10-11), Epafras, bien conocido por los colosenses, Lucas, el médico (y autor del tercer evangelio y del libro de los Hechos) y Demas (v. 12-14). A éstos hay que añadir otro personaje, un tal Onésimo que sería la causa de otra de las cartas de la cautividad escritas por Pablo, concretamente la dirigida a Filemón.



CONTINUARÁ

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 03, 2018 23:53

March 2, 2018

Where Could I Go But to the Lord

La verdad es que enciende uno la televisión o la radio y es para echarse a temblar. En España, los golpistas catalanes siguen impunes mientras Rajoy sigue aferrándose al poder para no comparecer ante un juez y acabar en prisión.

Todo esto se habría solucionado si Rajoy hubiera dimitido hace seis años cuando aparecieron los primeros datos terribles sobre la financiación ilegal en el PP, pero entonces se enrocó en su puesto y ahí estamos. De la corrupción relacionada con el PSOE o con el nacionalismo catalán, debe señalarse que, de manera llamativa, las causas parecen estar durmiendo en los tribunales el sueño eterno. Y para colmo, Montoro sigue robando a los españoles para mantener a las castas privilegiadas.



A este lado del Atlántico, tampoco es que estén las cosas para lanzar cohetes. En Nicaragua, la dictadura sigue asentada sin que nadie la menciona. En Venezuela, Maduro se consolida frente a una torpe oposición. En Cuba, los disidentes están peor que antes de la visita de Obama. En Brasil, da miedo salir a la calle y hay que preguntarse que dio Lula al COI para que se prestara a lo que estamos contemplando. Ni siquiera en Estados Unidos es para lanzar cohetes porque si bien Trump está orientando adecuadamente la política interior, está encadenado por el Deep state y nada indica que dejará la estúpida política armamentística de las últimas décadas.



Ante situaciones así – y otras mucho peores - caben tres opciones. Una es la del avestruz. Cerremos los ojos y nada nos pasará.



La segunda opción es cerrar los ojos, pero en el sentido de no querer ver lo que sucede y seguir apoyando lo que no son sino edificios que se tambalean. Como la conducta anterior la entiendo, pero no puedo compartirla. Es más la simple idea de confiar determinados listas en las que van ciertos sujetos no me tienta lo más mínimo.



La tercera opción es preguntarse a dónde ir y aquí entra la canción de esta semana porque la verdad es que sólo podemos acudir con garantías a Jesús. A Jesús que no a alguna peculiar institución que pretende representarlo en régimen de monopolio y que ha aprovechado esa afirmación para acostarse con todo poder fáctico que se le ha puesto al alcance o, como me decía el director de un centro local de COPE, “el problema de… - y aquí daba el nombre de un cardenal – es que le gusta mucho acostarse con los políticos”. Por supuesto, la afirmación – rigurosamente exacta – no se refería a la vida privada del cardenal sino a sus coqueteos duros y continuos con el poder. Cuando hablo de Jesús hablo de Jesús, no de los que usurpan su nombre y su lugar.



Creo que nadie debería llamarse a engaño: en este mundo sólo se puede acudir a Jesús y eso es lo que expresa esta canción. Es una canción de alegría porque reconoce que en esta vida hay muchas circunstancias extraordinarias que nos proporcionan felicidad, pero también hay otras menos gratas e incluso dolorosas. La tentación, la maldad, la hipocresía, la corrupción, la inseguridad, el temor pueden asediarnos, pero de ellos sólo nos librará Jesús el mesías-siervo. Si no ha hecho la prueba, hágala. No quedará defraudado.



He escogido dos versiones de esta maravillosa canción. La primera es de Elvis Presley y - ¿hay que decirlo? – resulta espléndida. La segunda – con subtítulos en inglés – es de la Gaither Vocal Band. Excelente. Disfruten de la canción, pero, sobre todo, mediten en su mensaje. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Aquí está Elvis



https://www.youtube.com/watch?v=4w3BOJ5V3nE





Y aquí la GVC y un grupo de amigos extraordinario



https://www.youtube.com/watch?v=VqRO7DbK86g

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 02, 2018 23:52

March 1, 2018

Mateo, el evangelio judío (IX): El Sermón del monte (II): las Bienaventuranzas

Hablar de las Bienaventuranzas implica entrar en un tema que requiere con facilidad la extensión de un libro. Las características de estos posts no nos permiten esa extensión, pero deben señalarse siquiera algunos aspectos específicos.

De entrada y antes de entrar en otras cuestiones, Jesús dejó de manifiesto que resulta notable el carácter de felicidad, de dicha que debía acompañar a los que son súbditos del Reino y que se denomina convencionalmente “bienaventuranzas”. Sus protagonistas eran los asherí (felices) que encontraban la verdadera dicha volviéndose hacia Dios.



Felices los pobres en espíritu porque de ellos es el reino de los cielos.



Felices los que lloran porque ellos serán consolados.



Felices los mansos: porque ellos recibirán la tierra por herencia.



Felices los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados.



Felices los misericordiosos porque ellos recibirán misericordia.



Felices los de limpio corazón porque ellos verán á Dios.



Felices los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios.



Felices los que padecen persecución por causa de la justicia: porque de ellos es el reino de los cielos.



Felices sois cuando os maldigan y os persigan y digan de vosotros todo mal por mi causa, mintiendo.



Gozaos y alegraos; porque vuestra recompensa es grande en los cielos porque así persiguieron á los profetas que hubo antes de vosotros.



(Mateo 5, 3-12)





Si algo caracteriza, por lo tanto, a los que van a seguir a Jesús es que se convierten en receptores de dicha, de felicidad, de bienaventuranza. Puede que hayan renunciado a muchas cosas, perdido amistades, experimentado pérdidas económicas, pero todo se ve más que compensado por el hecho de que son discípulos del mesías y pueden entrar en el Reino. Esa es una inmensa razón para sentirse dichosos, felices, bienaventurados. Sin embargo, Jesús no formuló una promesa de bienestar perpetuo, de ausencia total de preocupaciones, de carencia de problemas. En realidad, Jesús anunció a sus seguidores – y lo hizo desde el principio - que chocarían con dificultades no precisamente pequeñas. Sin embargo, en esas tribulaciones encontrarían encerrada la bienaventuranza.



Son felices porque a pesar de que son conscientes de su pobreza espiritual, de sus limitaciones, de su distancia hasta la meta, a la vez, saben que de ellos es el reino de los cielos porque ese reino no deriva de nuestras obras o méritos, de la obediencia a una autoridad eclesial o de unas ceremonias y ritos sino de la generosidad de un Padre que invita a todos a la fiesta sólo a condición de que reconozcan sus limitaciones y su carencia de merecimientos.



Son felices no porque se aíslan de la realidad o se encierran en una torre de marfil sino porque a saber de que ven con honradez el mundo que los rodea y por ello lloran también saben que un día no serán presa del desánimo, de la amargura o del resentimiento sino que ellos serán consolados.



Son felices porque siendo mansos saben que no siempre se verán desposeídos, engañados, orillados sino que un día ellos, que han sido apartados, recibirán la tierra por herencia.



Son felices por que tienen hambre y sed de justicia y saben que serán saciados ya que no confían para alcanzar esa meta en los partidos, los sindicatos, las ONGs u otras instancias humanas sino en el mismo Dios que nunca falla y siempre es fiel.



Son felices porque, en medio de las durezas no pocas veces despiadadas de la vida, no dejan de comportarse de manera misericordiosa y saben que, un día, también recibirán misericordia del Dios de la misericordia.



Son felices porque, a pesar de la suciedad de un mundo en tinieblas, su corazón es limpio y un día desde esa limpieza verán al Ser más limpio, a Dios.



Son felices porque en sus esfuerzos por establecer la paz serán reconocidos como hijos de Dios, el único que puede dar paz.



Son felices a pesar de que en su vida resulta más que fácil que padezcan persecución porque pretenden vivir de acuerdo con unos principios de justicia que el mundo, en realidad, ni aprecia, ni tolera ni está dispuesto a aceptar. No deben afligirse por esas circunstancias porque de ellos es el Reino de los cielos donde no padecerán persecución sino que su Padre los recompensará.



Son felices incluso cuando los maldicen y los persiguen y vierten sobre ellos todo tipo de maldad mintiendo por la sencilla razón de que siguen a Jesús con todas las consecuencias.



Es cierto. Para el mundo, pueden ser un grupo de estúpidos que siguen a un crucificado, que no comparten los valores de la cultura dominante, que contemplan con escepticismo las guerras, que se resisten a adoptar las gafas sucias con que otros miran la vida, que no pueden contener las lágrimas frente a ciertas situaciones que otros no ven porque cierran los ojos o porque miran hacia otro lado.



Para el mundo pueden ser esa gente fanática de la que no se puede decir ni una palabra buena y cada calificativo tiene que convertirse en un escupitajo despectivo.



Para el mundo pueden ser ese colectivo para el que no puede haber lugar en la sociedad.



Sin embargo, son felices porque saben que la Historia marcha hacia su consumación y que heredarán la tierra y que entrarán de manera gloriosa en un Reino consumado donde serán recibidos por el Padre. Es lógico que así sea porque, a fin de cuentas, el mismo fue el destino de los profetas (Mateo 5, 11-12), aquellos que comunicaban de manera incansable el mensaje de Dios y Su justicia, aquellos que eran perseguidos por autoridades políticas y religiosas, aquellos que, una y otra vez, mostraron su integridad sabedores de que había una realidad más poderosa, permanente y hermosa que la que podían ver a su alrededor.



CONTINUARÁ

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on March 01, 2018 23:30

February 28, 2018

El mito Churchill

En los últimos meses, se han estrenado varias películas encargadas de difundir el mito Churchill. Sus puntos esenciales son de sobra conocidos: la tenacidad del premier británico frente a Hitler salvó a Gran Bretaña y a Europa de la tiranía nazi abriendo la puerta a un mundo mejor.

Durante años, he sido un fiel creyente de ese mito e incluso, modestamente, he ayudado a difundirlo. Sin embargo, a estas alturas, abrigo serias dudas sobre su veracidad. Entiéndaseme, Churchill fue un extraordinario orador, un magnífico escritor – su Nobel en literatura resultó merecido – y un personaje de testarudez admirable, pero… Empecemos por la supervivencia del imperio británico. Churchill la hubiera deseado, pero fue su política de negarse a pactar con Hitler – como pretendían entre otros el Duque de Windsor o Lord Halifax sabedores de que el Führer permitiría su existencia futura sólo por defender a la raza blanca – la que colocó a Gran Bretaña en una situación que la llevó a perder el imperio convirtiéndola en una potencia de segundo orden. En términos imperiales, Churchill fue la desgracia que no hubiera querido ser. No mucho mejor fue el destino de Europa. Sí, ciertamente, Hitler fue derrotado y Alemania humillada una vez más, pero, a cambio, las dictaduras comunistas cubrieron el este de Europa empeorando la situación de naciones como Hungría, Bulgaria o Rumanía. Es verdad, la suerte de Polonia fue algo mejor que bajo el III Reich, pero no transcurrió bajo una democracia. En cuanto a Europa occidental conoció la implantación de sistemas democráticos – no en la Península Ibérica, desde luego – pero pasó a ser un protectorado de los Estados Unidos, carente de política exterior y de relevancia en el mundo posterior. A pesar del euro, de la Unión Europea y de Bruselas, ni Francia, ni Alemania ni Gran Bretaña volverán a ser lo que fueron. No hablemos de España, Holanda o Portugal. Internacionalmente, son simples estados clientes de Washington, víctimas de políticas dañinas como un enfrentamiento absurdo con Rusia, la imposición de la ideología de género y la aceptación de millones de musulmanes en su territorio. Ni siquiera la suerte de los judíos resultó mejor. Las infames leyes nazis pretendieron sólo expulsarlos de territorio alemán hasta 1940. Si Gran Bretaña hubiera pactado con Hitler en 1940, hubieron sido despojados y expulsados, pero no hubieran muerto por millones. Eso sí, a ellos les queda el consuelo de que, finalmente, los vencedores, incluida la URSS, impusieron la creación del estado de Israel. Todo ello sin contar los más de cincuenta millones de muertos de la guerra, los horribles crímenes de guerra cometidos por ambos bandos - a los que Churchill no fue ajeno - o las medidas de sometimiento de la India que convierten a Churchill en responsable de la muerte de más indios de los judíos que exterminó Hitler. Ciertamente, es para pensarse el mito.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 28, 2018 23:37

Hijos de nuestro barrio

Si existe un gran autor árabe del s. XX, sin duda, se trata del egipcio Naguib Mahfuz. Aunque comenzó su carrera literaria dedicándose a las novelas históricas, no pasó mucho tiempo antes de que se dedicara a escribir narraciones realistas sobre el Egipto contemporáneo.

Su Trilogía del Cairo – de la que hablaré algún día – o su Callejón de los milagros – al que tengo que referirme otro – figuran con toda justicia en el listado de mejores novelas del s. XX. Sin embargo, yo siempre he preferido Hijos de nuestro barrio, una obra quizá menos conocida, pero en la que se mezclan el realismo con una imaginación que raya lo imposible. Ciertamente, en Hijos de nuestro barrio, Mahfuz sabe combinar de manera prodigiosamente magistral la Historia del género humano con la de una familia cairota. Si la Biblia nos cuenta cómo Dios expulsó del Edén a la primera pareja en castigo por su desobediencia y cómo, con posterioridad, envió a Moisés y a Jesús, Mahfuz relata la expulsión de un matrimonio de la casa de un padre y el deseo de regresar a ese paraíso perdido generación tras generación. Con el paso de los años, los descendientes de aquellos padres castigados se encontrarán con personajes – egipcios también en la novela – cuyos paralelos con Moisés, Jesús o Mahoma resultan evidentes. Queda así construida una extraordinaria parábola en la que lo local adquiere tintes de universalidad. La novela – quizá no podía ser de otra manera – provocó las iras de otros musulmanes contra Mahfuz. Se mirara como se mirara, su lectura de los hechos más trascendentales de la Historia no encajaban con la que presenta el islam. De entrada, Mahfuz aceptaba la tesis cristiana de la caída o, si lo prefieren ustedes, del pecado original que se encuentra ausente de la predicación de Mahoma. Para colmo, Mahfuz se permitía otorgar una sospechosa importancia a a la figura de Jesús e incluso describía el final de su vida como una muerte violenta a manos de sus enemigos, de nuevo una afirmación que va en contra de lo enseñado por la tradición islámica. Aún menos tolerable les pareció el paralelo de Mahoma que casi resultaba un mentís a interpretaciones ortodoxas. Mahfuz pagó cara su osadía. Un día, mientras escribía en un café pequeño de El Cairo, un musulmán fanático se precipitó sobre él blandiendo un cuchillo. No consiguió matarlo, pero sí le causó daños irreparables. Quizá es que el sino de los grandes escritores sea ese. Lo que resulta indudable es que Hijos de nuestro barrio es una de esas novelas extraordinarias cuya lectura no sólo entretiene sino que lleva a reflexionar sobre nuestro ser y nuestro destino y su conexión con lo Eterno.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 28, 2018 00:36

February 27, 2018

Elecciones en Hispanoamérica

Aunque la información parece centrada de manera casi exclusiva en Venezuela, la realidad es que buena parte de Hispanoamérica se va a ver envuelta en distintos procesos electorales de no poca relevancia.

Lejos de caer en un análisis uniforme que sólo ve las cosas a través de un simple cristal, la realidad es que la diferencia entre los procesos es notable y, como tantas veces, pone de manifiesto que el gran problema es, fundamentalmente, el desgaste de los sistemas, la poca fiabilidad de los partidos y ese trasfondo cultural que yo suelo denominar hispano-católico y que impide que las naciones consigan salir hacia adelante de manera firme, resuelta y definitiva. De esos temas hablamos en el programa de El espejo. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Y aquí está el video.



.embed-container { position: relative; padding-bottom: 56.25%; height: 0; overflow: hidden; max-width: 100%; } .embed-container iframe, .embed-container object, .embed-container embed { position: absolute; top: 0; left: 0; width: 100%; height: 100%; }

http://www.americateve.com/videos/mexico-celebra-elecciones-presidenciales-el-primero-julio-260104

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 27, 2018 00:12

February 25, 2018

Gabriel, Falciani y Montoro

Como es público y notorio, Ana Gabriel se ha trasladado a Suiza donde ha experimentado un cambio físico verdaderamente sobrecogedor. Hay quien ha adelantado la hipótesis de que en su viaje hacia la Confederación helvética, Gabriel pasara antes por Lourdes e incluso en internet circula la afirmación de que ha aceptado a Jesús en su corazón.

Se trata de un aspecto secundario porque lo verdaderamente importante no es la transformación facial sino el hecho de que pretende solicitar asilo en Suiza a fin de eludir sus responsabilidades por el golpe nacionalista perpetrado en Cataluña. En circunstancias normales, Suiza extraditaría a Ana Gabriel y aquí paz y quizá justicia. Sin embargo, hace no poco que, en algunas áreas, se dejó de vivir en la normalidad y precisamente por ello la señorita Gabriel tiene buenas posibilidades de escaparse de rendir cuentas. Para comprenderlo hay que retroceder al año 2012 cuando fue detenido en España un empleado de la banca helvética llamado Falciani poseedor de un listado en el que figuraban más de cien mil evasores fiscales en Suiza. Los nombres de los consignados en la lista Falciani fueron publicados en todas las naciones de la Unión Europea salvo España. En ocasiones, Montoro puede pasarse la ley de protección de datos por lugares poco honrosos de la anatomía, pero, en otras, su discreción supera a la del sigilo del sacramento de la penitencia. Sabido es que no ha habido manera de arrancarle los nombres de los beneficiados por su amnistía fiscal y, de forma semejante, ha resultado imposible conocer los de la parte española de la lista Falciani salvo alguna escasa filtración a la prensa. Con argumentos discutibles, España rechazó extraditar a un Falciani que había causado un daño pavoroso a la banca suiza. Como al final sólo Dios es eterno y donde las dan las toman, ahora Ana Gabriel cuenta con dos bazas espléndidas a su favor para quedarse tranquilita en Suiza. La primera es el asesoramiento de Oliver Peter, un defensor de terroristas de ETA, que ya ha mojado la oreja más de una vez a los abogados españoles en tribunales extranjeros – la última hace unos días – y la segunda es la compasiva caridad de Montoro hacia Falciani. Quizá la causa de ese cambio angelical de faz experimentado recientemente por Ana Gabriel se deba a la evocación tiernamente dulce de dos nombres: Falciani y Montoro.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 25, 2018 23:33

February 24, 2018

Pablo, el judío de Tarso (LXXII): En Roma (I): la comunidad de Roma

En los estudios siguientes, vamos a entrar en los dos años que duró el período de cautividad de Pablo en Roma, pero antes resulta obligado referirnos a la comunidad cristiana existente en esta ciudad.

El Ambrosiaster, un anónimo comentarista de Pablo que escribió durante el siglo IV, afirmó en el prefacio a la carta a los romanos que “los romanos habían abrazado la fe de Cristo, aunque según el rito judío, a pesar de que no vieron ninguna señal de obras poderosas ni a ningún apóstol” [1]. Existe una abundante tradición patrística que relaciona a la capital del imperio con Pedro y Pablo, pero, sin negar la aparición de los apóstoles por la ciudad en algún momento de sus vidas, todo hace pensar que las primeras conversiones en Roma no tuvieron que ver con ellos y que se originaron en ambientes judíos.



Los inicios de la comunidad judía en Roma seguramente estuvieron relacionados con el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los asmoneos judíos y la ciudad a mediados del s. II a. de C. Cuando en el 63 a. de C., Judea fue incorporada al imperio el número de judíos aumentó considerablemente hasta el punto de que en el 59 a. de C., Cicerón en la defensa de Lucio Valerio Flaco se quejó de que eran muchos y hacían sentir su influencia por todas partes [2]. Posiblemente se trataba de una exageración nacida del antisemitismo tan común en la cultura clásica, pero, en cualquier caso, su número rondaba una cifra que estaría entre las 40.000 y las 60.000 personas [3].



En el año 19 d. de C., Tiberio decidió expulsarlos de Roma. La causa había sido una estafa perpetrada por cuatro judíos – un episodio repetido no pocas veces a lo largo de la Historia – cuya víctima fue una acaudalada prosélita romana llamada Fulvia. Primero, la convencieron para realizar un cuantioso donativo al templo de Jerusalén y luego se quedaron con el dinero. El hecho provocó un verdadero escándalo y encontramos un eco del mismo posiblemente en Romanos 2, 24 cuando Pablo señala que ciertas conductas de los judíos llevan a los gentiles a blasfemar el nombre de Dios.



La medida de Tiberio – como tantas otras de expulsión de los judíos a lo largo de la Historia – tuvo pocos efectos. De hecho, su sucesor Claudio volvió a encontrarse con disturbios ocasionados en Roma – y también en Egipto - por los judíos. Intentó, primero, limitar sus actividades comunitarias [4] quizá con la intención de disuadirlos indirectamente a marcharse. Pero si fue así no tardó en comprobar que no tenía éxito. Ocho años después, el 49 d. de C., ordenó su expulsión de la ciudad. Como ya tuvimos ocasión de ver[5], dos de esos judíos expulsados, Aquila y Priscila, se convirtieron en colaboradores de Pablo. Suetonio[6], escribiendo unos setenta años después, cuenta que la razón de la drástica medida imperial había sido la permanente tensión en que los judíos de Roma estaban envueltos “impulsore Chresto”. Posiblemente, ésta sea la primera referencia que tenemos a la llegada del cristianismo a Roma y concuerda con la opinión negativa que Suetonio tenía de sus seguidores hasta el punto de considerar que la persecución neroniana bajo una luz positiva[7]. A esas alturas – los años cuarenta del s. I – ya había cristianos en Roma y, como decía el Ambrosiaster, su origen era judío. De hecho, la Tradición apostólica asociada con el nombre de Hipólito muestra claras influencias de un judaísmo quizá de corte disidente, pero judaísmo a fin de cuentas[8].



Desconocemos a decir verdad quién llevó por primera vez el mensaje del Evangelio a Roma. En Hechos 2, 10 se habla de la presencia de judíos y prosélitos romanos en Pentecostés. Quizá fueron ellos los que llevaron la predicación sobre Jesús el mesías a la capital del imperio. De hecho, Pablo menciona a dos miembros de la comunidad romana llamados Andrónico y Junia de los que afirma que “estuvieron en el mesías antes que yo” (Romanos 12, 7). Desde luego, debían ser conversos muy primitivos si habían abrazado la fe en Jesús antes que Pablo. También se hallaba en Roma un tal Rufo (Romanos 12, 13), hijo de Simón el cireneo que ayudó a llevar la cruz a Jesús (Marcos 15, 21). Igualmente es obvio que Priscila y Aquila ya eran cristianos cuando se encontraron con Pablo en Corinto.



En la década de los 50, existían también cristianos de origen gentil en Roma. Se ha mencionado el caso de Pomponia Graecina, la esposa de Aulo Plautio, conquistador de Bretaña, que en el 57 fue acusada de profesar una “superstición extranjera” [9]. A finales del s. II, algunos miembros de su familia eran cristianos ciertamente, pero no podemos estar tan seguros en el caso de Pomponia Graecina. Pablo, sin embargo, sí menciona a varios gentiles en su carta a los romanos. Menciona a algunos que pertenecían a la casa de Narciso (Romanos 16, 11), un liberto de Tiberio que ejerció mucha influencia bajo Claudio; a otros pertenecientes a la casa de Aristóbulo (Romanos 16, 10) y a dos grupos cuyos nombres no son judíos (Romanos 16, 14-15).



La pregunta que surge con estos datos históricos es la de qué hay de verdad entonces en la afirmación católica de que el cristianismo fue llevado a Roma por Pedro que además habría sido el primer obispo de la ciudad y primer papa. La realidad histórica – aparte de lo ya consignado – es que la relación del apóstol Pedro con Roma fue tardía y muy esporádica. Es posible que su primera visita tuviera lugar después del año 54, cuando, tras la muerte de Claudio, regresaron los judíos expulsados[10]. Cabe en ese caso la posibilidad de que fuera acompañado de Marcos que le servía como intérprete y que, muy posiblemente, puso por escrito una parte importante de sus predicaciones en el Evangelio que lleva su nombre [11]. Sin embargo, si lo anterior se corresponde con la realidad histórica también hay que llegar a la conclusión de que cuando Pablo escribió a los creyentes de Roma en torno al 57, Pedro no se encontraba ya en la ciudad porque no se encuentra entre las personas a las que saluda y resulta inconcebible que lo hubiera pasado por alto. En el caso de Marcos, pudo visitar de vez en cuando a Roma, quizá para mantener el contacto con los judeo-cristianos de la ciudad, y se encontraba precisamente en ella cuando Pablo, cautivo del césar, escribió a los colosenses (Colosenses 4, 11). A esas alturas, el muchacho con el que había tenido una fuerte disensión tiempo atrás, era un hombre maduro cuyas virtudes eran apreciadas en lo que valían por el apóstol.



En Roma, los fieles se reunían en las casas – un dato que aparece confirmado una y otra vez en las epístolas de la cautvidad - y cabe incluso la posibilidad de que los de origen judío siguieran frecuentando las sinagogas. Desde luego, Pablo no hizo nada por centralizar a las distintas comunidades caseras y todavía medio siglo después la situación seguía igual. La carta de Clemente a los corintios del año 96 carece totalmente del tono de autoridad episcopal que, ocasional y erróneamente, se le atribuye. En torno al año 110, Ignacio – que en seis de sus siete cartas insiste en la necesidad del oficio episcopal – no lo menciona, sin embargo, en relación con Roma. En ese mismo siglo II, Hermas no hace la menor referencia a un solo obispo en Roma sino tan sólo a los ancianos que presiden la iglesia [12], es decir, que todavía el modelo de episcopado monárquico no había sustituido al presbiterio que encontramos en el Nuevo Testamento. Muy posiblemente, la figura de un obispo romano, en exclusividad, no apareció antes de bien entrado el s. II o incluso con posterioridad. Ni que decir tiene que esas circunstancias históricas chocan frontalmente con la versión católico-romana – nunca mejor dicho - del desarrollo eclesial del cristianismo primitivo. Aquellos seguidores de los apóstoles no tenía la menor idea de la existencia de un papa y ni siquiera tampoco de la de un solo obispo de Roma. Pero ahora debemos regresar a Pablo.



CONTINUARÁ







[1] En H. J. Vogels, CSEL, LXXXI, 1, Viena, 1966, p. 6.



[2] Pro Flacco, 66.



[3] H. J. Leon, The Jews of Ancient Rome, Filadelfia, 1960, pp. 135 ss.



[4] Dión Casio, Historia IX.6.



[5] Vid supra pp. .



[6] Claudio 25, 4.



[7] Nerón 16, 2.



[8] M. Black, The Scrolls and Christian Origins, Londres, 1961, pp. 91 ss; R. J. Zwi Werblowsky, “On the Baptismal Rite according to St. Hippolytus” en Studia Patristica IV, 1957, pp. 93 ss.



[9] Tácito, Anales XIII, 32, 3-5.



[10] En ese mismo sentido, G. Edmundson, The Church in Rome in the First Century, Londres, 1913, pp. 80, 84; T. W. Manson, Studies in the Gospels and Epistles, Manchester, 1962, pp. 38-40.



[11] Eusebio, HE, III, 39, 15 reproduciendo un testimonio de Papías del 130 d. de C.. Una versión novelada del episodio en C. Vidal, El testamento del pescador, Madrid, 2004.



[12] Pastor de Hermas, Visión 2, 4, 3; 3, 9, 7.

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 24, 2018 23:16

February 23, 2018

Go Tell It on the Mountains

Escuché por primera vez esta canción cuando era niño. En aquella época, bajo el influjo del Vaticano II, en las misas decidieron mejorar un poco el aspecto musical y como la música católica buena brillaba por su ausencia – a lo más que llegaban era a algunas canciones de Ricardo Cantalapiedra y de Kiko Argüello - con bastante sensatez, se dedicaron a echar mano de los himnarios protestantes y, especialmente, de los negro spirituals. Al igual que había sucedido con otros negro spirituals, la adaptación no era ninguna maravilla, pero la canción era muy buena.

Años después ya tuve posibilidad de oírla en versión original. Comprobé entonces que se trataba de una composición sencilla y profunda a la vez. Era una invitación alegre y gozosa para decir en todas partes que Jesús había nacido. Yo he escogido para que la escuchen una versión casi acariciadora de Dolly Parton.



Para ser sincero, no se me ocurre anuncio más oportuno, necesario y bello. Porque no se trata sólo de una canción alegre sino de una manifestación serena de esperanza. El mundo puede yacer en una situación deplorable. Las perspectivas pueden dibujarse desalentadoras. El panorama puede resultar deprimente. Pero aquel que conoce a Jesús no debe dejarse anegar por esa situación. Por el contrario, tiene que sentir que más que nunca su deber es subirse a la montaña más alta y gritar que todavía queda esperanza y futuro por que el mesías ya vino. Así es para todo el que decida aceptarlo semejante regalo con fe. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!







Aquí está Dolly Parton





https://www.youtube.com/watch?v=3nPFUh4j2OM

 •  0 comments  •  flag
Share on Twitter
Published on February 23, 2018 23:15

César Vidal's Blog

César Vidal
César Vidal isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
Follow César Vidal's blog with rss.