César Vidal's Blog, page 12

April 13, 2018

Because he lives

Si preguntáramos a la gente que pasa por la calle cuál es su razón para vivir, sin duda, recogeríamos no pocos gestos de perplejidad. Es posible que muchos ni siquiera se lo hayan planteado nunca.

Cierto. La gente vive, pero eso no significa que tenga un sentido para su vida ni que ésta discurra más allá de funciones biológicas elementales. Que esas vidas, a fin de cuentas vacías, se vean llenadas por las más diversas adicciones o por sentimientos tan degradantes como el odio, la codicia, la ambición o la envidia no sorprende. Simplemente, es natural. La naturaleza, a fin de cuentas, odia el vacío. Sin embargo, para millones de personas en el mundo, la vida es algo diferente porque es vivida en los términos descritos por la canción que les dejo hoy.



Para aquellos que en algún momento de nuestra vida recibimos a Jesús como nuestro Señor y Salvador, la vida tiene otro sentido. Porque él vive, como dice la canción, yo no temo al mañana. Sé que él es mi futuro y que mi vida vale más y más sólo por él.



Naturalmente, un día mi vida concluirá, como sucede con la de todos. Sin embargo, eso no será el final sino el inicio de una vida mucho mejor, la que viviré siempre al lado de Dios de una manera mucho más íntima de la que vivo esa cercanía ahora. Los que conocen esa experiencia – tan esencialmente distinta de la de pertenecer a una confesión religiosa o practicar una religión - saben cabalmente de lo que hablo. También lo sabía Pablo que, tras afirmar el glorioso evangelio de la justificación por la fe, afirmó: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2: 20-21).



Ignoro si quien ahora me lee ha tenido esa experiencia. Si no es así, le invito a que abra su corazón a Jesús y a que reciba un sentido profundo y eterno para su vida. Eso es lo que cantan en la versión original Alan Jackson y en español, Marino. Con ellos, les dejo. God bless you!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





Aquí está Alan Jackson.



https://www.youtube.com/watch?v=4M-zwE33zHA



Y aquí Marino





https://www.youtube.com/watch?v=Eo8ESgzzZjA

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Published on April 13, 2018 23:10

April 12, 2018

Mateo, el evangelio judío (XIII)

El Sermón del monte (VI): La Torah (III): el servicio a Dios

En la misma línea que encontramos en el ya citado Pirke Avot, Jesús, tras exponer su interpretación de la Torah, se detiene en los actos habituales de servicio a Dios y lo hace mencionando los comunes en su época: la limosna, la oración y el ayuno. No, no hay ninguna referencia a los diezmos, pero es que, seguramente, Jesús no coincidía con muchos predicadores de hoy en día. A diferencia de lo que hoy en día es común escuchar en personas que se consideran herederas del mensaje de Jesús, éste ni contrapuso caridad con justicia ni condenó la limosna. Por el contrario, la consideró una manifestación más que legítima y obligada de servicio a Dios aunque con claras condiciones, la de mantener su secreto y la de no buscar el ser alabado por los hombres:





Mirad que no hagáis vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos por ellos. De lo contrario, no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando pues hagas limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las plazas, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo, que ya tienen su recompensa. Pero tu cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu mano derecha, para que sea tu limosna en secreto: y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.



(Mateo 6, 1-4)





Algo similar debía suceder con la oración. En lugar de convertirla en un ejercicio de exhibición de religiosidad a la vista de todos, entre sus discípulos debía recuperar su verdadero sentido que es el de la comunicación íntima entre el ser humano y Dios, una comunicación que, por su propia naturaleza, rehuye la publicidad y busca el contacto directo que sólo se puede hallar en lo recóndito:





Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en las sinagogas, y en las esquinas de las calles en pie, para ser vistos por los hombres. En verdad, os digo, que ya tienen su pago. Pero tú, cuando oras, entra en tu habitación, y cerrada tu puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.



(Mateo 6, 5-6).





Pero la oración no sólo debía estar desprovista de publicidad y exhibicionismo. Además tendría que desnudarse de esas fórmulas que se repiten una y otra vez. Esa repetición de plegarias idénticas era, a juicio de Jesús, un comportamiento más propio de los paganos que rodeaban a Israel que de la relación que Israel había tenido durante siglos con su Dios:





Y orando, no seáis repetitivos, como los gentiles; que piensan que por su palabrería serán oídos. No os asemejéis a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué tenéis necesidad, antes de que vosotros se lo pidáis



(Mateo 6, 7-8)





Es precisamente en este punto del Sermón del Monte, cuando Jesús introduce la oración conocida vulgarmente como el Padre nuestro, una plegaria que guarda numerosos paralelos con oraciones judías de la época y que no pretendía – a tenor de las palabras previas de Jesús – convertirse en un modelo destinado a ser repetido una y otra vez (como los paganos) sino a servir de modelo de oración sencilla y humilde dirigida a un Dios al que se contempla como Padre.



Es ese “Padre nuestro” – y no sólo “mío” – el que cuenta con un nombre que ha de ser santificado (Mateo 6, 9), el que cuenta con un Reino cuya venida se anhela (6, 10) y cuya voluntad el discípulo desea cumplida no sólo en el cielo sino también en esta tierra (6, 10). Es ese “Padre nuestro” el que puede darnos el sustento diario, “el pan nuestro de cada día” (6, 11). Es ese “Padre nuestro” al que se acude en petición de perdón por las deudas que tenemos con El, de la misma manera que nosotros le pedimos que nos ayude a perdonar a los que tienen deudas con nosotros (6, 12). Es ese “Padre nuestro” al que se suplica que no permita que caigamos en la tentación y que nos libre del Mal, algo que está totalmente en Sus manos ya que suyo es “el reino y el poder y la gloria por todas las eras” (6, 13).



Esa misma sencillez manifestada en la práctica de la limosna o de la oración, la indica también Jesús al referirse al ayuno. Como otras prácticas religiosas, el ayuno puede convertirse en un ejercicio de piedad publicitada, de manifestación de orgullo espiritual, de exhibición de religiosidad. Actuar de esa manera, implica ser un comediante – el sentido más claro de la palabra hipócrita - e ir contra la misma esencia del ayuno:





Y cuando ayunéis, no seáis como los hipócritas, austeros; porque ellos demudan sus rostros para dejar de manifiesto a los hombres que ayunan. En verdad, os digo, que ya tienen su pago. Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en lo secreto: y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará en público.



(Mateo 6, 16-18)





La finalidad del ayuno es colocarse en una disposición espiritual que permita establecer una comunicación más fluida con Dios y no dar a los hombres la sensación de estar en posesión de una piedad especial. Por eso, lo lógico es que sólo Dios sepa de ese ayuno y que incluso la apariencia externa sea especialmente rutilante ya que lo que se busca es una mayor comunión con el Padre y no exhibir la propia religiosidad ante otros.



CONTINUARÁ



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Published on April 12, 2018 23:10

April 11, 2018

Tiempo de madurar

La más que discutible decisión de un tribunal germano de no extraditar a Puigdemont y el respaldo ulterior de una ministra me han causado un enorme pesar. Sin embargo, mi desolación se ha agudizado al contemplar la manera infantil con que ha reaccionado buena parte de la opinión pública.

Siguiendo una tradición secular que España trasplantó al otro lado del Atlántico, los comentaristas han achacado el origen del mal a una causa exterior en lugar de reconocer responsabilidades propias. Que se atribuya el comportamiento alemán al antisemitismo constituye una absoluta majadería siquiera porque una nación como España responsable de los pogromos de 1391, cuyos Reyes católicos expulsaron a los judíos en 1492 y que mantuvo la limpieza de sangre hasta bien avanzado el siglo XIX no tiene autoridad alguna como para dar lecciones al respecto. Aún más delirante es acusar a Alemania de racismo ya que, supuestamente, sus habitantes altos y rubios, miran con desprecio a los bajos y morenos. Que en España hay enanos físicos y morales es innegable, pero cuesta creer que la causa de todo este desaguisado se encuentre ahí. La realidad es que el desastre catalán ha sido impulsado, tolerado, permitido e incluso financiado por españoles. Es más. Algunos de los que ahora más gritan su indignación cierran la boca como Ramonetas cuando se trata de recibir dinero o publicidad de los principales valedores del golpe catalán. Mucho critican a los golpistas – con razón – pero luego se bajan las sayas ante la Caixa deseando recibir el dinero de su publicidad. En otras palabras, se ataca a la Mafia y se pierde el alma por venderla a Al Capone. Por supuesto, podemos echar la culpa de lo que sucede a Fausto, a Lutero, a los dramas de Schiller, al master de la Bernarda e incluso a Penélope Cruz que en una película se atrevió a rechazar los avances sexuales del Dr. Goebbels. Podemos hacerlo y muchos lo harán. Sin embargo, sería de desear que, por una vez, no busquemos falsos culpables de nuestros pecados innegables sino que los reconozcamos con sabiduría y cordura y demos los pasos para corregirlos porque nadie de fuera va a solucionar lo que nosotros mismos no arreglemos. Si alguien cree que exagero, ya tendrá ocasión de comprobarlo cuando el Banco Central Europeo deje de comprar nuestra deuda, suba la prima de riesgo y tengamos que apechugar con las monstruosidades económicas perpetradas por Montoro desde hace un lustro. Tampoco entonces nos echarán una mano. Así que, si se me permite el consejo, deberíamos de dejar de comportarnos como adolescentes porque, después de tantos siglos, ya es tiempo de madurar.

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Published on April 11, 2018 23:13

April 10, 2018

Historia de dos ciudades

“Fue el mejor de los tiempos, fue el peor de los tiempos…”. Con esas palabras iniciales, comenzaba Charles Dickens una lúcida descripción del período de la Revolución francesa y su impacto no sólo en Francia sino también en su tierra natal.

Es sabido que Dickens mostraba una especial sensibilidad social. Menos conocido es que poseía un nervio acentuadamente cristiano que lo llevó a escribir una Vida de Jesús para sus hijos o los cuentos de Navidad que incluso provocaron la admiración de Marx y Engels. De la suma de estos aspectos, surgió una visión llamativa e imparcial de su tiempo. Es lo que se puede contemplar en Historia de dos ciudades. Dickens logró en sus páginas, centradas en París y Londres, mostrar que el cerrilismo de las castas privilegiadas acabó desencadenando una revolución evitable; que hubo no poco de justicia en la explosión social y que, al mismo tiempo, la revolución desató una violencia vengativa, negra y cruel. Leí Historia de dos ciudades cuando tenía diez u once años. Me impresionó el despotismo de Luis XVI y los procesos arbitrarios cuya finalidad era aniquilar a los disidentes; me subyugó la manera en que los sans-culottes se apoderaban de las calles y creaban una situación de brutal crueldad, pero lo que más me abrumó es que, incluso en medio de esos tiempos, el amor, la lealtad, la nobleza o la amistad persisten. No sólo eso. Incluso se enfrentan con las situaciones más angustiosas. No voy a desvelar el final de la novela que, como habitualmente sucede en Dickens, resulta absolutamente magistral. Sí puedo adelantar que en las últimas páginas, el genial escritor inglés logró aunar todos los aspectos esenciales de su obra. Por un lado, describió la realidad del género humano y, por otro, señaló que incluso frente a sus peores manifestaciones cabe una respuesta noble, tan noble que constituye un eco ético del sacrificio de Jesús en el Calvario.

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Published on April 10, 2018 23:11

Con mi amigo Bongarrá

La semana pasada estuve en Argentina. De ello tengo que dar cumplida cuenta, pero tendrá que esperar algunos días, entre otras razones, porque me queda por contar mis últimos viajes a Perú y México que estuvieron cargados de peripecias más que interesantes.

Sí he decidido hoy – que regresamos con La Voz – adelantarles algo de lo que fue ese paso por una nación que amo entrañablemente y es mi paso por el programa diario de televisión que dirige magníficamente Juan Pablo Bongarrá. Hablamos de muchas cosas que deseo que, al menos, los entretengan. Para mi – que esta vez me libré de cantar, pero estuve a un pelo de entonar La violetera – fue una hora más que grata. Espero que lo aprovechen. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Y aquí tienen el video de la entrevista





www.youtube.com/watch?v=3AHx4P9qwZo



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Published on April 10, 2018 01:49

April 9, 2018

El fin de la unipolaridad

La caída de la Unión soviética en la última década del siglo y la ausencia de grandes potencias impulsó en algunos geo-estrategas la idea de que el establecimiento de un sistema unipolar de poder era imparable. Las consecuencias fueron rotundas.

En primer lugar, se incumplieron las promesas formuladas a Gorbachov y la NATO se extendió hasta las mismas fronteras de Rusia. En paralelo, se instigó la subversión hasta que Rusia perdió casi el treinta por ciento de su territorio en favor de la creación de naciones artificiales como Ucrania. En segundo lugar, se procedió a invasiones que, en teoría, iban a traer la democracia y la paz y a afianzar el flujo de petróleo y la seguridad de Israel. La realidad, sin embargo, es que de ellas surgieron guerras inacabadas como las de Afganistán e Irak. Finalmente, se produjo una cadena ininterrumpida de intervenciones internas como las elecciones rusas que llevaron a Yeltsin al poder, las primaveras árabes o las revoluciones de colores. Con el corazón en la mano, no se puede decir que las décadas de unipolaridad hayan traído un mundo feliz o sólo más seguro. Esa unipolaridad ha terminado. Estados Unidos sigue siendo la primera potencia militar, pero el mundo ha dejado de ser unipolar. Hace unos días, Rusia expulsó a docenas de diplomáticos extranjeros – incluidos dos españoles – en respuesta directa a las naciones que decidieron respaldar a la señora May. Rusia no puede competir militarmente con Estados Unidos, pero la época de ser el que recibe las bofetadas sin responder indudablemente ha concluido. Desde hace años, es sabido que Putin devolverá los golpes sean cuáles sean. La Era de la violación de Rusia presidida por Yeltsin pasó a la Historia. Pero aún más importante es la actitud de China. Aspirante nada oculta a la hegemonía mundial en el plazo de tres décadas, China ha respondido a Trump con una subida de aranceles chinos que sacuden la economía de Estados Unidos. Tampoco China va a recibir sumisamente golpe alguno. Por el contrario, los devolverá con rapidez y contundencia mientras detenta un porcentaje nada pequeño de la deuda pública de Estados Unidos. El mundo ya no es unipolar y conviene recordarlo, por ejemplo, a los que sueñan con invadir Irán. Si esa transformación internacional va a ser positiva o sólo implicará un empeoramiento de la unipolaridad es algo que únicamente sabe Dios.

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Published on April 09, 2018 00:22

April 8, 2018

Pablo, el judío de Tarso (LXXVI): De Hispania a la segunda cautividad (I): Pablo en Hispania

Al cabo de dos años de detención, Pablo – como había pensado – fue puesto en libertad. Las razones para ese desenlace pueden establecerse con facilidad.

Se ha apuntado a la posibilidad de que sus acusadores no comparecieran en plazo ante el tribunal imperial y que la acción legal quedara así enervada[1]. Pero tampoco puede descartarse que su puesta en libertad respondiera a un simple acto de imperium del césar [2]. Desde luego, de lo que sí tenemos constancia es de que en torno al año 63 se encontraba en Hispania.



No es posible saber cuándo pudo nacer en Pablo la idea de llegar a Hispania, aunque no han faltado los que han especulado con la posibilidad de que fuera ya un sueño juvenil conectado con la afirmación del Salmo 72, 10 en la que se habla de cómo los reyes de Tarsis y de las islas llevarían su tributo al rey de Israel [3]. Como ya tuvimos ocasión de ver, pisamos terreno seguro sólo a partir de su afirmación en Romanos 15, 24 y 28 en la que anuncia su propósito de alcanzar Hispania. Semejante posibilidad quedó cerrada con su detención en Jerusalén y reclusión en Roma, pero volvió a abrirse con su puesta en libertad en el 63 d. de C.. De hecho, los testimonios al respecto son repetidos. El más antiguo, a unas tres décadas de los hechos, es el del romano Clemente que en su carta a los corintios c. 98 señalaba que Pablo había llegado al extremo de Occidente[4]. El texto no menciona literalmente Hispania, pero la expresión dysis (Occidente) para el mundo de la época era Hispania y el término terma (extremo) solía aplicarse al extremo del mundo que, por ejemplo, Filóstrato localizaba en Gades, la actual Cádiz.



El segundo testimonio de la venida de Pablo a España lo encontramos en el famoso Canon de Muratori del s. II. En esta importantísima fuente, al referirse a Lucas, señala que el libro de los Hechos de los apóstoles “relata al excelentísimo Teófilo lo que sucedió en su presencia, como queda evidentemente de manifiesto por el hecho de que pasa por alto la pasión de Pedro y el viaje de Pablo desde Roma a Hispania”. La noticia no deja de ser interesante en la medida en que pone de manifiesto que en el s. II en la comunidad cristiana de Roma la noticia del viaje paulino a Hispania estaba totalmente establecida e incluso había que explicar como un hecho tan importante no había sido relatado por Lucas en los Hechos.



Un testimonio similar encontramos en los Hechos de Pedro redactados a finales del s. II o inicios del s. III. En esta fuente se menciona el viaje de Pablo a Hispania en tres ocasiones. La primera es una referencia a la misión que Dios le entrega a Pablo para que se dirija a esa parte del imperio (1, 10); la segunda, cuando Pablo, al salir de Roma en dirección a Hispania, pide a los hermanos que oren por él (2, 25-29) y la tercera, mencionando el hecho de que Pablo no se encuentra en la capital del imperio porque está en Hispania (6, 26). A la altura del s. IV, las referencias a la estancia de Pablo en Hispania son ya muy frecuentes en las fuentes patrísticas.



Jerónimo menciona, por ejemplo, que Pablo realizó el viaje por mar[5], una noticia que parece plausible en la medida en que se hubiera tratado de un trayecto más corto. De hecho, existían líneas de armadores de Gades que unían esa ciudad hispana – la primera de Europa – con Puteoli y con el puerto romano de Ostia. Plinio el Viejo nos ha dejado la noticia [6] de cómo Gades podía comunicarse con Ostia en siete días de navegación y como el trayecto por mar desde Tarraco, la actual Tarragona, se reducía tan sólo a cuatro. Si, por el contrario y de manera bastante improbable, Pablo hubiera realizado el viaje por tierra, hubiera tenido que seguir la Via Augusta, dejando atrás Marsella, pasando por Perthus y continuando por el valle del Ampurdán por Figueras o la Junquera. En ese caso – insistamos que muy poco probable – su itinerario hubiera implicado el paso por Emporion (Ampurias), Geruna (Gerona) y Barcino (Barcelona) para desembocar también en Tarraco. La tradición de la visita paulina determinaría posteriormente que precisamente la sede tarraconense, a pesar de la primacía concedida históricamente a Toledo, haya sido considerada la primada de España.



Junto a los datos sobre una visita a la Hispania citerior, existen algunas tradiciones mucho menos seguras relativas a una estancia de Pablo en la Bética. Ciertamente, desde Tarragona la Via Augusta pasaba por Dertosa (Tortosa), Sagunto, Valencia, Saetabis (Játiva), Lucentium (Alicante) y Cartago Nova (Cartagena) para adentrarse luego en Basti (Baza) y Acci (Guadix) en dirección a Malaca, Carteia (Algeciras), Baelo y Gades. Sin embargo, las bases para conectar estos lugares con un viaje paulino son exiguas. El trayecto de Pablo por tierras hispanas fue, en cualquier caso, breve e iba a preceder el último viaje de Pablo, esta vez por Oriente.





CONTINUARÁ



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[1] En ese mismo sentido, W. M. Ramsay, “The Imprisonment and Supossed Trial of St. Paul in Rome”, Expositor, serie 8, 5, 1913, pp. 264 ss; K. Lake, “What was the End of St. Paul´s Trial?” en Interpreter 5, 1908-9, pp. 147 ss; H. J. Cadbury, “Roman Law and the Trial of Paul”, Beginnings of Christianity I, 5, pp. 297 ss.



[2] En ese sentido, A. N. Sherwin-White, Roman Society and Roman Law in the New Testament, p. 109.



[3] En ese sentido, por ejemplo, S. Muñoz Iglesias, Por las rutas de san Pablo, Madrid, 1987, p. 235.



[4] Ad Cor 5.



[5] De viris illustribus 5.



[6] Historia natural, XIX, 1, 3-4.

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Published on April 08, 2018 03:21

April 7, 2018

Steal Away to Jesus

En 1862, en medio de la guerra de Secesión, un hombre llamado Wallace Willis, escribió en el territorio indio una canción titulada Steal Away. De manera bien significativa, Willis había sido esclavo y vivía ahora entre los choctaws.

Alexander Reid, un pastor que trabajaba en la junta de una escuela choctaw escuchó a Willis entonar la canción y la transcribió en una partitura. Poco después, envió la música a los Jubilee Singers de la Fisk University de Nashville, en el estado sureño de Tennessee. Eran sureños y había una guerra, pero la canción resultaba tan conmovedora que los Jubilee Singers la incluyeron en su repertorio y la popularizaron en una jira por Estados Unidos y Europa. Muy pronto, aquel negro spiritual no sólo pasaría a multitud de himnarios protestantes sino que se extendería por todo el mundo. Yo he escogido dos versiones. Una clásica de Mahalia Jackson y Nat “King” Cole y otra de ahora misma debida al joven Elijah Caldwell.



Sin ningún género de dudas, el negro spiritual es una de las formas musicales más profundamente sentida que existe. A finales del siglo XX, surgió la leyenda urbana que afirmaba que sirvieron en ocasiones para transmitir mensajes a los esclavos que eran liberados a través del denominado “ferrocarril subterráneo”. Este era una sociedad clandestina formada por protestantes – en un porcentaje muy elevado, cuáqueros – que ayudaban a los negros a huir hacia el norte para librarse de sus cadenas. No existen, sin embargo, noticias sólidas en las fuentes que corroboren esta teoría. Con todo, de corresponderse con la realidad, no deja de ser llamativo que aquellos esclavos utilizaran canciones que hablaban de Jesús y de la esperanza, consuelo y alegría que representaba. Es el caso de esta canción que habría que traducir como “id, id, id hacia Jesús. Id, id a casa, ya he estado mucho tiempo aquí”.



En tiempos de desgracia, de zozobra, de dificultad, de ataque no se me ocurre mejor conducta que la señalada por este negro spiritual. Puede que incluso el tiempo de desdicha y dolor haya durado ya mucho. Razón de más para ir a Jesús porque en él encontraremos ayuda y consuelo. Que así sea para todos ustedes como lo es para mi. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!







Aquí están Mahalia Jackson y Nat King Cole



https://www.youtube.com/watch?v=-O5hz5KnSdc







Aquí tienen a Elijah Caldwell https://www.youtube.com/watch?v=zvp9VhHfVDk

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Published on April 07, 2018 00:22

April 6, 2018

Mateo, el evangelio judío (XII): El Sermón del monte (V): La Torah (II)

Este mismo enfoque de profundizar en el cumplimiento de la Torah, lo encontramos también en relación con la práctica de la veracidad. Tras referirse al adulterio, indica Jesús:

Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos. Mas yo os digo: No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer que uno de tus cabellos sea blanco o negro. Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que va más allá de esto, del maligno procede.



(Mateo 5, 33-37)





Una vez más, la halajáh de Jesús resulta enormemente reveladora. La Torah establecía una exigencia de veracidad en especial en aquellos casos en que se empeñaba la palabra ante Dios. No resultaba lícito jurar en falso y lo que se hubiera jurado debía ser cumplido. Jesús va mucho más allá. Desde su punto de vista, el juramento surge porque los hombres no se rigen por un comportamiento veraz y sincero y acaban teniendo que recurrir a garantías extraordinarias para dar la sensación de que son dignos de confianza. Por eso, hay que, primero, rechazar todo tipo de juramento y, al mismo tiempo, actuar y hablar de una manera tan veraz que baste con decir sí o no. Las razones son obvias. De entrada, un juramento no garantiza nada por la sencilla razón de que no puede lograr algo tan sencillo como sería cambiar el color del cabello, pero es que, por añadidura, cualquier uso de la palabra que no sea claro y evidente en su contenido muestra un peligroso origen diabólico ya que, al fin y a la postre, el Diablo es el inventor de la mentira.



Ya lo señalado con anterioridad indica de manera sobrada que Jesús era un maestro que enseñaba una halajah muy específica basada en una interpretación peculiar aunque medularmente judía de la Torah. Sin embargo, su originalidad iba más allá y así queda de manifiesto al colocar en el centro de su enseñanza un nuevo precepto que no había sido contemplado hasta entonces por ninguna enseñanza moral.



Si algunos de los filósofos chinos o rabinos como Hillel habían insistido en que no se hiciera a los demás lo que no se deseaba para uno; si la Torah mosaica ordenaba amar al prójimo, entendiendo como tal a los correligionarios de Israel, pero no a los gentiles, Jesús hizo ahora extensivo ese amor incluso a los enemigos y fundamentó el peculiar precepto en el propio carácter de Dios, un Dios que se revelaba como Padre de aquellos que decidían entrar en el Reino: Al respecto, una vez más, sus palabras no pueden resultar más claras:





Habéis oído que se ha dicho: Ojo por ojo, y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo. Por el contrario, si alguien te hiere en la mejilla derecha, preséntale también la otra; y al que quiera llevarte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa; y a cualquiera que te obligue a llevar una carga por espacio de una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera que le prestes, no se lo niegues. Habéis oído que se ha dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿Acaso no es eso lo que hacen los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos ¿qué hacéis de especial? ¿Acaso no hacen también eso los gentiles? Sed, por lo tanto, perfectos, como es perfecto vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.



(Mateo 5, 44-48)





El texto – que sigue impresionándonos por su contundencia – debió resultar verdaderamente sobrecogedor para los contemporáneos de Jesús. No sólo implicaba un rechazo a cualquier tipo de solución violenta - de resistencia antiimperialista dirían hoy algunos – a los problemas de Israel sino que enseñaba incluso a ir más allá de las normas impuestas por el ocupante romano. Éste, por ejemplo, tenía derecho a exigir que cualquier judío llevara la impedimenta de un soldado durante una milla. Jesús, ante semejante norma, no propugnaba ni la negativa ni la resistencia, sino un ejercicio de caridad que aceptara doblar la servidumbre hacia el enemigo. Era cierto que otros judíos, por ejemplo, los sectarios de Qumrán, consideraban un deber religioso el odiar al enemigo que lo mismo podía ser el goy que el judío que no cumplía estrictamente con su visión de la Torah, pero para Jesús la obligación no se traducía en el aborrecimiento sino en orar por él. De esa manera, el comportamiento se asemejaría al de Dios que es misericordioso y que no retira el sol o la lluvia de los malvados.



A fin de cuentas, el apreciar a aquellos que nos hacen bien o que forman parte de la propia familia es un tipo de comportamiento que no implica nada extraordinario. Se podía – se puede – encontrar incluso entre los paganos. De sus discípulos, se esperaba, por el contrario, que cumplieran en el sentido más pleno la vocación de Israel contenida en la Torah, el ser perfecto como lo era Dios (Deuteronomio 18, 13) diferenciándose así de los pueblos paganos sobre los que YHVH se había visto obligado a descargar Su juicio.



Sin embargo, Jesús, a diferencia de no pocos de sus seguidores de siglos posteriores, no defendía que para alcanzar esa meta sus discípulos, los ciudadanos del Reino de Dios, se retiraran a un lugar apartado como Qumrán o se encerraran en la tranquilidad espiritual, siquiera aparente, de las cofradías farisaicas. No. De ellos esperaba que siguieran practicando incluso los mismos ritos religiosos que el resto de los judíos, pero de eso hablaremos en la próxima entrega.





CONTINUARÁ

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Published on April 06, 2018 00:17

April 5, 2018

Buitres indecentes

Con el paso de los años hay cosas a los que no termino de acostumbrarme. Por ejemplo, a que copien descarada y miserablemente sin citar la fuente.

Durante décadas, me he dedicado al cultivo de distintas lenguas. Así, he realizado y publicado la traducción primera y completa de textos como los Evangelios gnósticos de Nag Hammadi, la Historia de Manetón, la narrativa del Antiguo Egipto o multitud de documentos rusos. Con posterioridad, me he visto obligado a contemplar cómo, a veces escudándose incluso en un pesebre universitario, distintos desvergonzados copiaban literalmente mis traducciones sin mencionarme y sin citar el libro en que estaban. Actuaban así igual que el ave carroñera alimentándose de lo que otros cazaron. El último ejemplo de esta conducta - que en otras naciones hundiría una carrera, pero que en España queda siempre impune - lo tuve el fin de semana pasado. Un miserable de cuyo nombre no quiero acordarme se apropió de mi traducción de El colapso de Rusia de Alexander Solzhenitsyn y la reprodujo como si fuera suya. Se permitió, eso sí, algunas licencias para ocultar su conducta indigna. Por ejemplo, lo que es – no voy a caer en falsas modestias – una excelente traducción del ruso que publicó a inicios de este siglo Espasa quedó emporcado por términos específicamente suyos que constituyen coces contra la bellísima lengua española. Por supuesto, no citó al traductor ni a la fuente, pero sí cometió el error de utilizar el título de la obra que, precisamente, quien esto escribe le dio en su versión española de acuerdo con los editores. Se trata de una prueba más de su ruin felonía. ¿Qué conducta se debe seguir con esta casta de asquerosos pajarracos lanzados sobre lo ajeno y atentos siempre a aprovecharse del trabajo de otros? ¿Qué queda por hacer cuando echan mano de la labor que persona distinta ha realizado con inmenso esfuerzo durante años y que para ellos resulta inaccesible porque, por ejemplo, reproducen documentos rusos sin saber una sola palabra de la lengua de Pushkin? Son bochornosa y vergonzantemente ignorantes, pero chupan línea tras línea de la obra de alguien que asumió durante años el esfuerzo de estudiar, de investigar y de abrir esa documentación al público de habla hispana. Seguramente, no merezca la pena mencionar el nombre de esa hez en público. Son sólo buitres indecentes que, en realidad, no saben ni pío.

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Published on April 05, 2018 01:16

César Vidal's Blog

César Vidal
César Vidal isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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