César Vidal's Blog, page 78

June 7, 2016

Héroes anónimos

Permítanme contarles una historia totalmente real. En 2010, un joven de 28 años sufrió varios infartos que le provocaron daño cerebral masivo sumiéndole en un estado de coma. Durante un año, estuvo hospitalizado en un centro avanzado, pero su esposa, de veinticinco años, decidió, finalmente, llevarlo a casa.

Se levantaba a las 6.30, lo lavaba, le administraba la medicación, le realizaba la higiene respiratoria y le daba el desayuno. A las 12, con la ayuda de un fisioterapeuta, lo levantaba de la cama y lo ponía en una camilla verticalizadora que cuesta unos 3000€. Luego, mediante una grúa de unos 750€ y, tras la fisioterapia, lo sentaba en una silla de unos 6000€. Tras ayudar al fisioterapeuta – que cobraba menos conmovido por su ejemplo – aquella mujer preparaba la comida, se la daba, lo acostaba, lo levantaba sola tras la siesta y, a veces, recibía alguna visita que se espantaba al contemplar a aquel joven que sólo se fijaba su mirada extraviada, ocasionalmente, en el canto de los pájaros y casi siempre en el olor y el sonido de su cónyuge. A las 22, aquella mujer conducía a su esposo a la cama y permanecía en vela toda la noche atenta al cambio de la respiración. Al menos en tres ocasiones, hubo de resucitarlo antes de que llegaran los servicios de emergencia. Aquella situación duró cinco años. Tramitó la ayuda por dependencia que, al tercer año, le hicieron solicitar de nuevo, para concedérsela dos años después a razón de 90€ mensuales. Quizá no podía esperarse más teniendo en cuenta que las Comunidades autónomas no cubren ni siquiera la mitad de la cantidad a que están obligadas por la ley de dependencia. Sólo Madrid se acerca al ochenta por cien de lo que debería abonar y otras CCAAs son tan malas cumplidoras como Cataluña que ocupan un bochornoso sexto lugar en una lista de pésimos e insensibles pagadores. Pero la situación de los dependientes difícilmente va a aparecer en los medios y los políticos saben que muchos no pueden votar. Su destino, trágico las más de las veces, se encuentra en manos de gente como esta mujer, gitana por más señas, cuya historia acabo de relatarles. Son los héroes anónimos que ahorran al estado entre sesenta y ochenta mil euros al año, pero que, por encima de todo, demuestran que, en esta sociedad que olvida a sectores enteros de la misma por un quítame allá ese Barça-Madrid, aún quedan seres que merecen plenamente el calificativo de humanos.

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Published on June 07, 2016 23:00

June 6, 2016

Corría el año…  Albania

Hace no tantos años, un español abandonó el Partido comunista porque le parecía demasiado blando. Buscando una verdadera pureza comunista, recaló en China y durante un tiempo pensó haber encontrado lo que buscaba.

Pero entonces, cuando estalló una epidemia en el campo, contempló con horror cómo los guardias rojos colocaban sobre los cuerpos de los enfermos el Libro rojo de Mao y recitaban algunas de sus máximas a la espera de que operaran la curación de los desdichados. La dictadura podía ser terrible, pero no cabía la menor duda de que no eran precisamente un modelo de materialismo dialéctico. Desilusionado, marchó a Albania una dictadura comunista del sur de Europa que, ciertamente, trató muy bien a la madre Teresa, pero que resultaba escalofriantemente dogmática. Allí encontró acogida rápida el español y allí se quedó hasta la caída del régimen. Ignoro si después buscó refugio en la Venezuela de Chávez o acabó pensando con sentido común. En cualquier caso, su experiencia deja de manifiesto lo que era la dictadura comunista de Albania. A ella le dedicamos uno de nuestros Corría el año… Disfrútenlo. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

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Published on June 06, 2016 23:00

June 5, 2016

El más grande

Recuerdo a la perfección la primera vez que vi pelear a Cassius Clay. Fue en un combate contra Henry Cooper en el que el árbitro paró la carnicería otorgándole una victoria por KO técnico. Nunca olvidaré el valor extraordinario del británico convertido en “capacico de las hostias” de Clay, pero nunca se me irá de la memoria aquel negro alto y ligero que parecía bailar, casi volar, sobre el ring. Mi padre lo llamaba “juego de piernas”. A mi me pareció algo prodigioso.

Clay me aficionó al boxeo en aquellos primeros días de infancia - ¡cinco años! - y, quizá por ello, me quedé pasmado no mucho después cuando me enteré de que no había hecho el servicio militar y había perdido su título. Por supuesto, ignoraba que yo tomaría una decisión similar en la década siguiente y que de ir a prisión me libraría sólo la muerte del general Franco en noviembre de 1975. Si el dictador hubiera fallecido en febrero de 1976, la noticia de su sepelio me hubiera sorprendido – como a algún amigo mío – en una prisión militar. Pero no nos desviemos. Yo ignoraba entonces que Clay era un hombre convencido de sus ideales y que por ellos estaba incluso dispuesto a renunciar al boxeo e ir a la cárcel. Su gran carrera empezó quizá aquella noche en que Clay, con las apuestas en contra 7-1, venció a Sonny Liston. Convencido de que Allah podía darle la victoria y tras recibir la sonrisa de apoyo de Malcolm X, Clay se alzó con la victoria en el séptimo asalto por un KO técnico. A la mañana siguiente, en una conferencia de prensa, Clay anunció que, a partir de ese momento, sería conocido como Cassius X, la X de los adeptos de la Nación del Islam hasta que recibían el nuevo nombre islámico. Un mes después, adoptaría el nombre de Muhammad Ali. He visto el video de la pelea – que tuvo lugar en Miami – la mañana de ayer domingo mientras tomaba un té antes de ir a la iglesia y debo decir que sigue impresionando. Clay invalidó el principio elemental del boxeo que afirma que el que domina el centro del cuadrilátero domina la pelea. Dejó a Liston el centro y no dejó de golpearlo magistralmente desde la periferia. Todo ello con una agilidad, incluso una elegancia, más propia de un peso ligero que de uno pesado.



Pero estaba hablando de Malcolm X. La relación entre los dos venía de antes. En 1962, Clay y su hermano menor Rudolph Valentino se habían encontrado en Chicago con Malcolm X, gracias a la mediación de Sam Saxon, un miembro de la Nación del Islam. Los hermanos Clay acudieron a un acto en Chicago en el que el primer orador fue Malcolm X. El efecto que sus palabras causaron sobre Clay fue verdaderamente hipnótico. Desde el principio, Malcolm X fue consciente del capital propagandístico con el que contaba Clay. Si se convertía era obvio que no sólo muchos negros seguirían su ejemplo sino que además el propio Malcolm X recibiría un espaldarazo notable en su carrera. De manera aparentemente natural, Malcolm X pasó a ser el mentor de un Cassius Clay que estaba buscando una nueva fe tras haber rechazado el cristianismo de su infancia. En una entrevista posterior, Clay señalaría cómo había descubierto que todo lo bueno era de los blancos y aquello lo había alejado de la iglesia en la que creció a pesar de ser negra. Sin duda, se trató de un fenómeno muy similar al que ha llevado a tanta gente humilde o indígena en Hispanoamérica a abandonar la iglesia católica por el chamanismo o las iglesias evangélicas. Cuestiones teológicas aparte, en su nueva fe han encontrado un amor y una acogida impensables en la que transitaban con anterioridad. Pero vuelvo a Malcolm X.



El boxeador era consciente desde el principio del peligro que podía significar aquella relación para su carrera. El Malcolm X de esa época llamaba abiertamente a la violencia y la Nación del Islam era contemplada con desprecio por su predicación – en realidad, no musulmana sino esotérica – y por su radicalismo. Pero el rechazo no iba a venir sólo de los periodistas, los organizadores de combates o la América blanca en general. Los propios negros más destacados en la lucha por los derechos civiles veían con enorme malestar el movimiento. Precisamente por todo esto, no puede sorprender que el anuncio público, tras la victoria sobre Liston, creara una verdadera tormenta de desaprobación. Martin Luther King, un pastor evangélico predicador de la no-violencia, no fue el único que expresó su disgusto ante la conversión de Clay. Jackie Robinson – que se había retirado en esa época de la Liga mayor de baseball – no se recató de afirmar en público su desagrado por la unión de Clay a la Nación del Islam. En ambos casos, existía la convicción de que Malcolm X estaba perjudicando al movimiento de los derechos civiles y, por tanto, el apoyo de Muhammad Ali era una pésima noticia.



Paradójicamente, la amistad entre Muhammad Ali y Malcolm X no iba a durar. El dirigente negro había descubierto que Elijah Muhammad, el jefe de la Nación del Islam, tenía varios hijos ilegítimos tras sendas aventuras eróticas con las adeptas y acabó denunciándolo en público. Malcolm X actuaba con integridad, pero, precisamente por ello, Elijah Muhammad lo suspendió en su ministerio prohibiéndole predicar. Malcolm X se vio obligado a abandonar la Nación del Islam creyendo que Muhammad Ali lo acompañaría en su nuevo periplo espiritual. No fue así. El boxeador estaba profundamente comprometido con su nueva religión y dio la espalda a Malcolm X. Convencido de que su antiguo mentor era un personaje desleal, Muhammad Ali sólo volvió a encontrarse con él sólo una vez más. El lugar del encuentro fue en la plaza situada enfrente del Hotel Ambassador de Accra, en el país africano de Ghana. Muhammad Ali acudió acompañado del hijo de Elijah Muhammad. Malcolm X se dirigió al púgil llamándolo afectuosamente “Hermano Muhammad”, pero Ali, enfurecido, le dijo que ya no eran amigos. Ante la sonrisa de Malcolm, opuso un rostro pétreo señalándole que no debería haber hablado mal de Elijah Muhammad. Acto seguido, se levantó y se fue. A Malcolm X apenas le quedaban unos meses de vida. A inicios del año siguiente, fue asesinado por gente relacionada con la Nación del Islam aunque se ha insistido en que podían haber sido infiltrados por los servicios de la inteligencia.



Muhammad Ali lamentaría profundamente su comportamiento hacia Malcolm X. Tiempo después, abandonó la Nación del Islam para abrazar el Islam sunní, precisamente la misma confesión a la que se había unido Malcolm. En los años siguientes, sentiría en el alma no haber dicho nunca a su antiguo mentor cuánto bien le había hecho.



Durante las décadas siguientes – Ali debió retirarse en los setenta – su carrera fue irregular. Tras alcanzar una y otra vez la cima, Ali fue dando muestras de un deterioro normal con el paso de los años. Yo mismo sentí en el alma que cuando se enfrentó con Joe Frazier ya no era el mismo púgil que me había hipnotizado en mi infancia. Sólo sus excesos verbales – que lo hacían antipático, pero que no pasaban de ser relaciones públicas – eran semejantes. Sin embargo, Ali fue siempre un hombre íntegro. A pesar de sus fracasos personales – varios divorcios incluidos – estaba convencido de que su familia era mucho más importante que su carrera y soñó hasta el final con que todos, hijos y nietos, vivieran en la misma calle. Siguió siendo también un hombre que dio enorme importancia a la vida espiritual. Como queda dicho, acabó abandonando la Nación del Islam, pero se volvió hacia el islam clásico y oraba todos los días además de ser un visitante fiel de la mezquita. Sin Dios, realmente no podía explicarse el mundo y es lógico que así fuera.



Incluso demostró una enorme entereza cuando el Parkinson lo derribó sobre una silla de ruedas. Murió este fin de semana y yo, inesperadamente, me vi catapultado a una época lejana y, desde muchos puntos de vista, más feliz. Ni aquel tiempo ni Muhammad Ali volverán, pero esa circunstancia no impide que siga siendo, como él mismo decía, “el más grande”. Les dejo con el video de aquella pelea que, con sólo cinco años, me aficionó al boxeo para siempre.









Clay contra Cooper



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Published on June 05, 2016 23:00

El final de la Historia

LOS PRIMEROS CRISTIANOS:
LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (XXII): LA ESCATOLOGÍA (V):
El final de la Historia

Como hemos podido ver, el judeo-cristianismo afincado en Israel compartía con el judaismo una visión de la Historia fundamentalmente lineal, que había tenido un inicio en el pasado, que en el mismo se hacía receptora de hechos de enorme trascendencia, que podía proporcionar claves para interpretar el presente y que se consumaría en un proceso definido de conclusión al final de los tiempos. El esquema en sí, insistamos en ello, no era original porque muestra enormes coincidencias con otras visiones judías como la de los sectarios de Qumrán o los fariseos. Sí era muy específica, como veremos, la concretización de esta visión.



En Hechos, esta misión parece revestir una tremenda sencillez. Jesús volverá otra vez y su regreso significará la recompensa de sus fieles y el castigo de sus oponentes o, dicho en otras palabras, la restauración del reino de Israel (Hch. 1, 6), en el que los gentiles que creen en Jesús entrarán en pie de igualdad (Hch. 15). Ligadas a estas ideas aparecen las creencias en la resurrección general y en el juicio de vivos y muertos (Hch. 10, 40 y ss.). El texto de Hch. 7, 55-60 muestra que existía asimismo la creencia en que aquel que moría creyendo en Jesús era ya recibido por éste en el momento de su muerte, algo que cuenta con paralelos en el pensamiento paulino como, por ejemplo, Flp. 1, 21 y ss.



En Santiago, aún nos encontramos con referencias más someras. Jesús vendrá y con ello se producirá una situación de juicio, tras la cual los discípulos serán recompensados y los incrédulos castigados. Del versículo 6 del capítulo 3, donde se menciona la Gehenna, se desprende también la existencia de una fe en la supervivencia tras la muerte y previa a la resurrección, como sucedía, por ejemplo, con los fariseos.[1]



Apocalipsis presenta ya un cuadro escatológico más elaborado en el que existen referencias al retomo de Jesús (c. 19) y donde, al igual que en Hch. 7, se da por supuesto que los muertos en la fe no se hallan inconscientes, sino en la presencia de Dios esperando que Éste ejecute sus juicios (6, 9 y ss.). Con todo, aparecen elementos que implican una cierta peculiaridad.



El primero es el desdoblamiento —que no aparece en otras partes del Nuevo Testamento— de la resurrección en una referida a los mártires y situada antes del milenio (20, 4-5) y otra general al término del mismo (20, 11 y ss.). El segundo es la referencia al milenio, contenida en el capítulo 20, como espacio temporal entre el retorno de Jesús y la definitiva eliminación, castigados eternamente en el lago de fuego y azufre (20, 10-15), de los enemigos de Dios y la creación de un nuevo orden cósmico (c. 21, 1-22, 5). Que este milenio fue considerado por las generaciones siguientes como literal es algo que no puede ponerse en duda,[1] como también resulta establecido que tal idea tenía antecedentes en el judaismo.[1]



Es, desde luego, muy posible precisamente por su expansión ulterior, que tal visión fuera compartida por el resto del judeo-cristianismo . De hecho, los «tiempos de refrigerio» de Hch. 3, 21 podrían ser un paralelo a esta idea, aunque tal posibilidad no es segura en grado absoluto.[1]



No obstante, como ya indicamos, la escatología del Apocalipsis no apunta exclusivamente a un futuro lejano. A decir verdad, se centra en su mayoría en un juicio próximo, el de la Jerusalén apóstata (Babilonia la grande), tras «gran tribulación» (Ap. 7, 9 y ss.), semejante a la descrita por Jesús en los denominados «Apocalipsis sinópticos».[1] En contra de lo que suele pensarse, al autor del Apocalipsis parece mucho más interesado en el juicio que caerá dentro de poco sobre sus compatriotas que el que afectará a la Humanidad en su conjunto al final de los tiempos, aunque también se refiera a éste.



En términos generales, podemos, pues, decir que el judeo-cristianismo afincado en Israel contemplaba el devenir de los hechos futuros en tomo al siguiente esquema:



1. Los creyentes que morían marchaban desde el momento de su fallecimiento al lado de Jesús.



2. Retomo de Jesús como juez y recompensador.



3. Resurrección de justos e injustos y juicio sobre los incrédulos y castigo de los mismos. (El orden de estos eventos no resulta claro, por ejemplo, a tenor de lo señalado en relación con Ap. 20.)



4. Restauración de todas las cosas.



El autor de Apocalipsis parece situar entre los puntos 2 y 3 un milenio, y antes de los puntos 3 y 4 intentos fallidos de Satanás encaminados a destruir a los fíeles de Dios. Al mismo tiempo, la resurrección se desdobla en dos períodos separados por el milenio. A nuestro juicio, resulta altamente probable que el resto de los judeo-cristianos aceptara la posibilidad de un período de persecución antes del punto 2 e incluso que el origen de esa creencia se pueda retrotraer a Jesús, pero en cuanto a las otras peculiaridades no tenemos ningún dato que indique que las mismas fueran compartidas, aunque sí resulta indiscutible que se hallaban fuertemente enraizadas en todo el cristianismo a finales del siglo I e inicios del II.



El judeo-cristianismo de la Diáspora parece haber compartido sustancialmente el mismo esquema. En Heb. 9, 27 ya se indica que inmediatamente tras la muerte, la persona es enfrentada con su destino eterno, y se contempla la tesis del retomo de Jesús (9, 28), así como la de un «reino inconmovible» ligado al mismo (12, 25 y ss.).



La primera carta de Pedro se refiere también al retomo de Jesús (4, 7), que estará ligado al premio de los fieles (5, 4), y parece contener asimismo referencias a la tribulación previa a estos hechos (5, 10) y a la esperanza celestial (1, 3-5) vinculada a ellos.



La segunda carta de Pedro dedica buena parte de su extensión a anunciar el castigo final de los impíos (2, 9 y ss.; 3, 7), así como el premio de los discípulos (1, 16 y ss.; 3), algo que se desarrollará en un marco de desastre cósmico —que presenta paralelos con el final del Apocalipsis— vinculado a la venida de Jesús.



La misma idea de retorno de Jesús aparece en los escritos joánicos (Jn. 14, 2 y ss.), al igual que la de resurrección de justos e injustos (Jn. 5, 28 y ss.) y del día del juicio (1 Jn. 4, 17). Esos principios escatológicos, como en el judeo-cristianismo, aparecen ya decididos desde el presente (Jn. 5, 24; 1 Jn. 5, 11-2, etc.). En 1 Jn. 2, 18 aparece además una enseñanza específica en relación con el tema del anticristo, que no es identificado —como vulgarmente se piensa— con un personaje concreto, sino con una tendencia teológica ya existente en el siglo I.



En cuanto al paulinismo, éste parece haber seguido, en términos generales, un esquema escatológico que no sólo coincide con el del judeo-cristianismo afincado en Israel, sino también con otros derivados del judaismo. Es obvia su creencia en la resurrección final (1 Cor. 15), en el hecho de que el creyente difunto ya disfruta de la compañía de Cristo (2 Cor. 5, 1 y ss.; Flp. 1, 21-3), en la Parusía (1 y 2 Tes.), quizá —sólo quizá— en un reinado intermedio al estilo del milenio de Apocalipsis 20 (1 Cor. 15, 23 y ss.) y, desde luego, en un Hombre de pecado que ya está actuando y que parece más fácil de identificar con una visión teológica —incluso con una institución— que con un personaje individual (2 Tes. 2, 1-12). En cuanto a su fe en una restauración universal de Israel tras la conversión de los gentiles, ésta parece haber sido claramente original y quizá pudo brotar de alguna experiencia pneumática (Rom. 11, 25 y ss.). Desde luego, no parecen existir paralelismos en otros escritos cristianos de la época.



Salvo en ese aspecto concreto, puede decirse, pues, que el germen escatológico que animó al cristianismo primitivo —no sólo durante el siglo I— fue fundamentalmente el creado por el judeo- cristianismo afincado en Israel. A él pertenecen todas las categorías de descripción de las realidades últimas (salvo, paradójicamente, la de la conversión final de los judíos de la que no tenemos noticia en sus fuentes), que sólo serían descartadas, en parte, siglos después al variar sustancialmente las coordenadas en que se movía el cristianismo (en este sentido, el abandono de la creencia en un reino milenario no deja de estar preñada de significado) y que, incluso, con el paso de los siglos se verían sustituidas por otras ajenas a las corrientes en los orígenes del movimiento.[1]



Del estudio de las fuentes se desprende que la visión ideológica —y con ello la vida— del judeo-cristianismo asentado en Israel contaba con una serie de notas claramente definidas. En primer lugar, su interpretación de la realidad pasada, presente y futura era medularmente religiosa y recurría a categorías religiosas. Con ello, no hacía sino compartir una óptica común a otros colectivos insertos en el judaismo del período como eran los fariseos, los sectarios de Qumrán o los zelotes. Como ha señalado muy acertadamente M. Hengel,[1] la causa de los levantamientos judíos del 66 y del 132 sólo erróneamente puede atribuirse de manera exclusiva o principal a motivos sociales o económicos. Su causa fundamental era religiosa y la existencia de ejemplos similares en los siglos posteriores, e incluso en la actualidad, debería, mutatis mutandis, hacemos reflexionar sobre la exactitud de esta tesis. El judeo-cristianismo afincado en Israel partía de una ideología religiosa y a la luz de la misma se comportaba en su entorno y lo interpretaba.



En esta interpretación medularmente religiosa tenían un papel fundamental una serie de categorías específicas del movimiento, que definían al mismo con relación y por oposición a otros. No eran originales en la medida en que también se daban otras paralelas en movimientos judíos del período (v. g.: para los sectarios de Qumrán, la separación del sacerdocio jerosilimitano o la aparición del Maestro de Justicia también eran categorías de distinción esenciales). Pero sí resultaban específicos e inconfundibles en la concreción de los mismos. Estas categorías eran, fundamentalmente, su especial visión de la muerte de Jesús, su creencia en la resurrección del mismo que garantizaba la de todos al final de los tiempos, la convicción de estar inmersos en una realidad que aparecía preñada de realidades pneumatológicas y su confianza en que el mismo Jesús regresaría para recompensar a los que creían en él, castigar a los incrédulos e instaurar los tiempos mesiánicos. Este conjunto de creencias constituía el tamiz a través del cual se filtraba la realidad y la forma en la que ésta era abordada.



Los resultados eran asimismo evidentes y hemos ido desgranándolos en las entregas anteriores. Por un lado, se hallaba la centralidad de los fenómenos pneumatológicos, por otro, la urgencia del llamamiento a aceptar el mensaje de Jesús antes de que viniera con la misión de dictar juicio. De ambos emanaban pautas de comportamiento, dotadas de un evidente radicalismo ético, que iban desde el poco duradero régimen de comunidad de bienes en Jerusalén al comportamiento no violento frente al poder establecido, lo que perduraría durante siglos. A partir de esas pautas, se adoptaba una visión de la Torah que llamaba a los otros judíos a aceptar a Jesús como Mesías y Señor, pero que, a la vez, hacía extensible la esperanza a los gentiles en un pie de igualdad impensable en el judaismo.



Como nervio de toda aquella visión se articulaba una esperanza que se proyectaba vigorosamente hacia el futuro. Era la esperanza, nacida de las mismas Escrituras judías, en una venida gloriosa del Mesías, en la instauración definitiva del Reino de Dios y en la resurrección universal. Aquellos parámetros se deformarían irremisiblemente no tanto con el asentamiento del cristianismo en el mundo gentil como con la desaparición de la esperanza escatológica y, fundamentalmente, con la sustitución de ésta por posturas de mayor apego al poder político a partir del siglo IV. Desde entonces, la visión ideológica del judeo-cristianismo asentado en Israel quedaría limitada a grupos reducidos y minoritarios llamados a desaparecer, pero ese tema excede ya los límites de nuestro análisis.





CONTINUARÁ

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Published on June 05, 2016 00:00

June 4, 2016

Turn your eyes upon Jesus

Hay momentos especialmente difíciles en esta vida. Yo los he vivido y estoy convencido de que los que lean estas líneas habrán pasado por experiencias iguales o peores. La pérdida de un ser querido, la enfermedad, la desgracia económica, la soledad, la incomprensión, la ignorancia sobre el camino que hay que seguir en los peores momentos son sólo algunos ejemplos.

Cuando me he encontrado en una situación semejante, siempre ha existido un camino ideal para enfrentarme con ella: me he fijado en Jesús. De su ejemplo personal, de su enseñanza, de su conducta he visto que se desprendían la guía, el consuelo, la firmeza y el amor para poder seguir caminando en medio de lo peor. Jesús fue incomprendido por los propios hijos de su madre (Salmo 69: 7-9; Juan 7: 1-5), despreciado, injuriado sin motivo, insultado, detenido sin otra causa que la ambición y la envidia, torturado, juzgado injustamente y ejecutado en el tormento más cruel de la época. Sin embargo, siempre se mantuvo fiel a la regla que deben seguir todos los que pretendan ser sus seguidores: “todo cuanto queráis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos, porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7: 12).



Sí. Fijar los ojos en Jesús es una guía de conducta y también un camino a la esperanza porque él es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Juan 14: 6) y no un camino de tantos, una verdad añadida o una vida más. Como señaló el autor de la carta a los Hebreos, es el Sumo sacerdote que puede compadecerse de nosotros porque fue tentado igual que nosotros aunque sin pecado y en su trono de gracia podemos encontrar misericordia y hallar gracia cuando es necesario (Hebreos 4: 15-16).



Esta canción recoge magníficamente ese llamamiento a volverse hacia Jesús, a mirarlo como ejemplo y ayuda. He escogido tres grabaciones. La primera – de Hillsong – y la segunda – de Bala, D y Siegelaar – son clásicas y en inglés; la tercera, en español. Deseo de todo corazón que las disfruten, pero les advierto que ningún gozo es semejante al de volverse a Jesús y encontrar en él descanso para nuestras almas. God bless ya!!! ¡¡¡Dios los bendiga!!!





Aquí está Hillsong



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Esta es la versión de Loyiso Bala, Neville D and Ivan Siegelaar



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Y aquí una versión en español





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Published on June 04, 2016 00:42

June 3, 2016

Los libros proféticos (XIX): Ezequiel (II): el desastre anunciado desde el exilio (c.11-24)

Uno de los aspectos que más sorprenden – casi sobrecogen – de Ezequiel es la manera en que podía estar tan extraordinariamente bien informado de lo que sucedía en su tierra natal a la vez que se encontraba reducido al exilio.

Es cierto que los trasterrados suelen interesarse por su lugar de origen, pero no lo es menos que su análisis suele ser todo menos acertado. Al respecto, basta pensar en los republicanos españoles en Francia o los cubanos en Miami para darse cuenta de que podían tener muchas cualidades, pero entre ellas no se encontraba ni el análisis adecuado de la situación ni tampoco el don de la profecía. Heridos profundamente por su destierro, acumulaban – acumulan – visiones erróneas de la realidad más nacidas del dolor que de la exactitud. Es lógico que así sea porque, lejos del lugar que se ama, existe la tentación de ver que todo cambiará y cambiará a mejor según su criterio especial. En otras palabras, vendrá la tercera república a España o la democracia a Cuba. La realidad suele mostrarse, sin embargo, muy distinta. A decir verdad, persistentemente distinta. Ezequiel estaba hecho de una pasta muy diferente.



De entrada, se había percatado de que los símbolos patrios más importantes, incluido el templo de Jerusalén, se habían corrompido hasta la médula y, de salida, no caía en el error de culpar de todo a Franco o a Fidel Castro o a su equivalente. La culpa del desastre era nacional y, precisamente por eso, lo que se avecinaba no iba a ser lo mejor sino lo peor. Precisamente tras anunciar cómo la gloria de YHVH ha abandonado Jerusalén horrorizada ante la visión de la idolatría, Ezequiel se fue deteniendo en una serie de anuncios que resultaban todo menos optimistas y que, a la vez, daban muestra de su enorme talento artístico.



Lo que iba a venir sobre los judíos iba a ser precisamente lo que más habían temido (11: 8) y no pòdía ser de otra manera dada su idolatría. Por supuesto, cuando abandonaran el culto a las imágenes y otras abominaciones Dios les daría un corazón tierno y un espíritu totalmente nuevo (11: 18 ss), pero, a día de hoy, el desastre, al no haber arrepentimiento, no lo detendría nada ni nadie. Ezequiel recurriría a la representación teatral de la marcha al destierro para anunciar la calamidad venidera (c. 12) y dejaría de manifiesto que por mucho que los aduladores hablarán de un futuro risueño (12: 24) lo que sucedería sería muy diferente. Aquellos falsos profetas que habían dicho que todo andaba bien cuando no andaba bien (13: 10) quedarían expuestos al ridículo, un ridículo semejante al de los que habían decidido rendir culto a las imágenes y cometer abominaciones semejantes (14: 6ss). Es cierto que quedaría un remanente de en medio del pueblo (14: 22), pero, precisamente, ese resto dejaría todavía más de manifiesto que el castigo de Dios había sido justo (14: 23).



La manera en que, poéticamente, Ezequiel podía expresar tan sobrecogedora realidad espiritual queda de manifiesto en las imágenes literarias utilizadas por él y repetidas después por otros autores. Jerusalén era como una vid inútil a pesar de los cuidados dispensados por su dueño (c. 15) – una imagen muy utilizada por el propio Jesús – como una esposa que se había prostituido (c. 16) – un símil que vuelve a repetirse en el Apocalipsis – o como un árbol que merece una intervención enérgica porque no se ha comportado como era de esperar (c. 17). Detrás de esas imágenes subyace un mensaje más que claro, el de que para vivir, es indispensable convertirse (18: 32) puesto que Dios siempre hará que sepa que El es YHVH.



Es cierto que los políticos tenían mucha responsabilidad en lo que sucedía (c. 19), pero Israel estaba llamado a comportarse de acuerdo a la ley de Dios y, despreciando esa privilegiada oportunidad, había preferido ser como las demás naciones y rendir culto a imágenes de madera y de piedra (20: 32). Las consecuencias de esa conducta eran obvias y lo iban a ser más. Esa situación también era aplicable a la gente en el exilio. En lugar de dar vueltas para saber cuándo regresarían lo que tenían que hacer era reflexionar sobre las causas de que estuvieran donde estaban y, sobre todo, se arrepintieran del pecado del pueblo (20: 1-8). Porque Dios no tenía la menor intención de satisfacer su curiosidad cronológica sino de llamarlos a cambiar de vida. No había posibilidad de sincretismo ni de término medio: o se adoraba al único Dios o se inclinaban ante imágenes y abominaciones (20: 39-40).



A fin de cuentas, ésas eran las causas de la ruina ya producida y de la que se avecinaba. El pueblo estaba contaminado por el pecado y lo estaba en todas y cada una de sus clases sociales. Los sacerdotes eran indignos y habían contaminado la práctica espiritual (22: 26), los príncipes eran codiciosos e injustos (22: 27), los profetas mentían al señalar lo que iba a suceder falsamente para adular a los poderosos (22: 28) y el pueblo … ay, el pueblo era embustero, obsesionado por acostarse con la mujer del prójimo, se movía por la avaricia y no sentía repugnancia ante el derramamiento de sangre (22: 9-13 y 29). En medio de ese panorama, se habría esperado que alguien intentara cubrir la brecha para evitar el castigo de Dios, pero no hubo quien lo hiciera (22: 30). Se hubiera mirado alrededor y se habría encontrado la nada.



Gustara o no, los reinos de Israel y Judá eran como las rameras Ahola y Aholiba (c. 23) y, de la misma manera que Israel había sido aniquilado por Asiria, Judá sería aplastado por Nabucodonosor de Babilonia igual que si le cayera encima una olla de agua hirviendo (c. 24: 1-14).



Todo esto lo veía Ezequiel desde el exilio por la sencilla razón de que, a diferencia de los que cantaban alabanzas a los poderosos en su tierra de origen, era un profeta de Dios. Semejante circunstancia no sería un privilegio ni una garantía de ausencia de problemas. Por el contrario, Ezequiel sufriría la pérdida de su esposa, el deleite de sus ojos (24: 16) e incluso en semejante circunstancia, se manifestaría una señal de Dios. No se lamentaría, contendría las lágrimas, soportaría el dolor. Exactamente igual que Dios cuando descargara su castigo sobre Jerusalén y su templo. Cuando, al fin y a la postre, aconteciera lo anunciado, Ezequiel recibiría un mensajero y continuaría anunciando lo que Dios le comunicaba para que todos supieran quién era realmente: un profeta al servicio de YHVH.



CONTINUARÁ



Lectura recomendada: capítulos 11, 15, 16, 17, 22,





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Published on June 03, 2016 01:17

June 1, 2016

M… el último

Contemplo a mi interlocutor con pesar. Es bastante más joven que yo, pero se le nota cansado, abatido, me atrevería a decir que harto. “Me retiré de la política hace más de un año y créeme que no me arrepiento”, me dice apesadumbrado. Lo creo. “Es que es posible salirse de la política, ¿sabes?”, continua, “Hay momentos en que tienes que marcharte…”. Guardo silencio. “Lo de mi partido es para contar y no acabar…”, musita bajando la cabeza y, por un momento, me parece que puede romper a llorar.

“A los líderes España hace ya mucho tiempo que dejó de interesarles. Y lo peor es que tampoco les importa el partido. Ahora mismo en lo único que están es en conservar su puesto”. No lo interrumpo. Resulta obvio que necesita descargarse. “La consigna es “maricón el último”. Aferrarse al poder que pueda quedar después de las elecciones y nada más. Tu me dirás… ¿Qué se puede esperar de un partido donde para acabar con posibles rivales se filtran informaciones que los dañan? Ya todo está en que nadie me quite el puesto o en lo que engancho y si tengo que llevarme por delante a un compañero, pues me lo llevo…”. “Sí, es muy lamentable”, me veo obligado a reconocer. “Y ya no es sólo ese navajeo… Dime tu adónde vamos con el cabeza de lista… Dímelo tu que eres persona inteligente porque yo lo único que veo el desastre”. “Tampoco es que haya mucha alternativa”, intento consolarle. Alza las dos manos en un gesto de desaliento. “¡Y anda que el resto del ganado!”, prosigue, “¿a quién se le ocurre ir a visitar a un dictador y luego presentarlo como un tanto? Hay que ser un imbécil integral… bueno, entre nosotros, siempre lo fue”. “Seguramente ha pensado que era lo mejor”, intento suavizar su pena. “¡Venga ya! Siempre ha sido un idiota y te lo puedo decir yo que lo he tenido muy cerca. Lo que pasa que siempre le ha podido el protagonismo…”. Hace una pausa que aprovecha para beber un poco de agua. Por un instante, hasta me parece que puede sacar del bolsillo un pastillero con un psicofármaco y buscar un alivio más contundente. “No te quiero aburrir contándote el pasado, pero te digo que si hoy tuviera que entrar en el partido no lo haría. Es más: ojalá lleguen los otros a un acuerdo con Ciudadanos y gobiernen y así podamos regenerarnos porque ahora todo se reduce a “maricón el último””.



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Published on June 01, 2016 23:55

May 31, 2016

Invito a Alberto Garzón o el comunismo de moda

Alberto Garzón, mitad del dúo dirigente de Unidos Podemos, ha afirmado hace unos días en España que el comunismo está de moda. Tiene lógica que así lo diga porque es el factótum de Izquierda Unida (IU), las siglas tras las que se cobijan desde hace años los restos del otrora poderoso PCE.

Garzón – que no parece haberse enterado todavía de que cayó el Muro de Berlín – planea conquistar si no los cielos, sí el gobierno de España de la mano de Pablo Iglesias, y, por supuesto, pregona que todo tipo de tragedias y desgracias tiene su origen, única y exclusivamente, en el sistema capitalista.



No he podido evitar que sus palabras me hayan traído a la memoria una prueba ya sugerida por Alexander Solzhenitsyn, el escritor y Premio Nobel ruso, en el primer volumen de su indispensable Archipiélago GULAG. Señalaba Solzhenitsyn que para poder comprender lo que significaba el paso por el sistema concentracionario soviético conocido como GULAG, bastaba con someterse por un día, incluso por unas horas o minutos, a algunas de las situaciones que, en su interior, padecían los reclusos.



Recibir un chancletazo en los testículos, mantenerse desnudo bajo las picaduras de mosquitos, salir a trabajar con treinta grados bajo cero y experiencias similares dejarían de manifiesto para cualquiera lo que era el GULAG y, sobre todo, le permitiría juzgar la situación con realismo y más allá de pronunciamientos teóricos.



Yo invito a Alberto Garzón y cualquiera de los que piensan que el comunismo es la solución a nuestros males a trasladarse a cualquiera de las naciones oprimidas por esa ideología. Le invito a que sufra cinco horas de cola para intentar – porque no es seguro que lo consiga – comprar harina, leche o aceite en la Venezuela que lleva años respaldando a Podemos.



Le invito a que intente encontrar medicinas para psicóticos o enfermos de SIDA en los hospitales venezolanos.



Le invito a que intente publicar cómo una hija de Chávez ha conseguido hacerse con su fortuna astronómica en paralelo a tantos socialistas venezolanos que se han enriqueciendo especulando con alimentos y con el hambre del pueblo o directamente con el narcotráfico.



Le invito a que intente encontrar un empleo decente y bien pagado en Cuba.



Le invito a que examine lo que se enseña en las aulas adoctrinadoras de la isla explotada como su feudo particular por los Castro desde hace más de medio siglo.



Le invito a que viva con los derechos laborales y la paga de un obrero norcoreano.



Le invito a que se quede en cualquiera de las prisiones en las que todos y cada uno de estos gobiernos arroja a los disidentes.



Le invito a que asista obligado a los interminables actos de propaganda y autoelogio de cada uno de estos regímenes.



Le invito a que soporte por unos minutos las torturas que en Cuba, Corea del norte o Venezuela se aplican a los que abren la boca o son sospechosos simplemente de hacerlo.



Le invito a que intente encontrar una vivienda digna de tal nombre en cualquiera de esos países de régimen socialista.



Le invito a que intente desplazarse en los transportes públicos de cualquiera de esos paraísos.



Le invito a que se enfrente con la escasez de electricidad y de agua que existe en ellos y que lleva a algunos a intentar almacenar este último elemento en cubos que se convierten en focos de infección.





Ni un año ni un mes. Una semana. Por supuesto, como un esclavo más y no como un jerarca de la Nomenklatura comunista o un invitado especial de la dictadura. Luego, si aún tiene ganas, hablamos de modas.

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Published on May 31, 2016 23:00

May 30, 2016

Dos años en Michigan

Me lo cuenta una amiga hispana, de esos que llegan a diario a los Estados Unidos en busca de libertad y de prosperidad aunque, en este caso concreto, no haya recalado en Miami. En una época de su vida, ya un tanto distante, tras llegar desde su cálido país en busca de mejor fortuna, trabajó en Michigan.

Como era católica, se veía obligada a conducir una hora entera para llegar a una parroquia de su confesión religiosa ya que la inmensa mayoría de la población local era protestante. Agradecida por el consuelo espiritual que recibía, decidió colaborar como voluntaria con un grupo de monjas que se dedicaban a atender a la gente necesitada. Entonces descubrió una serie de conductas que le resultaron – lo confiesa con sinceridad – absolutamente insólitas. Por ejemplo, cuando se telefoneaba a las familias para que recogieran los paquetes de ayuda, si entremedias habían encontrado trabajo, renunciaban a la donación. Por supuesto que se les insistía en que pasaran a por ella, pero se negaban al considerar que no era ético recibir lo que ahora podía servir a otros en peores condiciones. En otros casos, la ayuda se entregaba a domicilio. Mi amiga jamás se encontró con la circunstancia de que los miembros de una familia mintieran sobre el número de ancianos, de hijos o de personas necesitadas que iban a recibir socorro. Informaban con veracidad acerca de las personas que serían objeto de donativos. Tampoco dejó de ver mi amiga la vergüenza pintada en el rostro de aquellos que se llevaban la ayuda, vergüenza ocasionada por la sensación de que no habían logrado mantenerse por su propio esfuerzo y que, finalmente, eran los demás los que lo ayudaban a comer a diario. En aquel bienio – bienio caracterizado por una fuerte crisis económica y un aumento del desempleo – sólo llegó a toparse con un episodio de falta de honradez. Un día, al llegar al lugar donde prestaba su labor de voluntaria, no encontró a la mexicana que colaboraba con ella. La monja a cargo de aquel trabajo asistencial le explicó que había tenido que echarla. ¿La razón? Lisa y llanamente: robaba. Aquellos dos años resultaron extraordinariamente reveladores para ella. A decir verdad, le permitieron descubrir la enorme diferencia de mentalidades existentes a uno y otro lado del río Grande. Ha pasado ya tiempo de aquella temporada pasada en Michigan, pero mi amiga – vuelvo a recordar que es hispana – la rememora para explicarme el apoyo que millones de norteamericanos conceden a Donald Trump. Para ellos, no poder ganarse la vida con el esfuerzo personal es un drama; vivir de las ayudas ajenas, sean públicas o privadas, no sólo no es deseable sino lamentable y los inmigrantes que acuden a Estados Unidos no a contribuir al engrandecimiento de la nación sino a vivir de ella son vistos como gente a la que habría que echar como a aquella mexicana que robaba en el almacén de ayuda de las monjas. Se esté o no de acuerdo, habrá que reconocer que se trata de materia para la reflexión.

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Published on May 30, 2016 23:00

May 29, 2016

Corría el año… Stalin

Garzón, la mitad del mando bifronte Unidos Podemos, se descolgó hace unos días señalando que “el comunismo está de moda”.

Si es así, la civilización tiene un problema serio porque no ha existido una ideología que diera muerte a más inocentes durante el siglo XX que el comunismo. Ni siquiera el nacional-socialismo alemán, pese a ser horrible, igualó sus más de cien millones de muertos. Este Corría el año… dedicado a Stalin permite recuperar algo de lo que fue el horror del comunismo. Sólo algo porque Stalin no lo comenzó y tampoco el espanto concluyó con él. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



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Published on May 29, 2016 23:00

César Vidal's Blog

César Vidal
César Vidal isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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