César Vidal's Blog, page 82

April 29, 2016

Los libros proféticos (XIV): Jeremias (V): el mensaje (II): los pecados del pueblo (c. 2-11)

Tras una descripción de su llamamiento, los primeros capítulos de Jeremías están dedicados de manera clara a exponer cuáles son los pecados de Judá de los que debe arrepentirse si desea evitar el justo juicio de Dios.

El primer pecado – horrible y prohibido expresamente en el Decálogo (Éxodo 20: 4 ss) - era el culto a las imágenes. Jeremías podía ver a diario cómo sus conciudadanos, en lugar de observar el mandamiento de Dios entregado a Moisés, rendían culto a las imágenes. Semejante conducta no sólo resultaba abominable sino que además provocaría siempre la justa ira de Dios. Aquellos judíos que se volvían a una imagen y lo imploraban como padre o le daban las gracias (2: 26-27) incurrían en un pecado horrible que contaminaba la tierra (3: 9). Por añadidura, ese culto a las imágenes tenía pésimas consecuencias. Una de ellas, no poco reveladora, era la de convertir en auténticos estúpidos (10: 1-8) a los que lo practicaban. Posiblemente, se consideraban piadosos, pero no eran sino necios atontados por la idolatría. Como dice el salmista, se convertían en seres que ni oían, ni veían ni entendían exactamente igual que las imágenes a las que rendían culto (Salmo 115). A esa gente, afirma Jeremía, Dios no la escucharía (11: 11).



El segundo pecado de Judá consistía en rendir culto a otros seres distintos del único Dios. los judíos contemporáneos de Jeremías rendían culto con extraordinaria devoción a la reina del cielo (7: 18) y a otros seres. Jesús le dijo al mismo Diablo, citando la Torah, que sólo a Dios se puede rendir culto (Lucas 4: 8). No en vano Jesús enseñó que la oración debía ser dirigida directamente al Padre nuestro (Mateo), pero no a ningún otro ser. en esa enseñanza, Jesús seguía la línea expresada por la Torah y los profetas. Como señalaba Jeremías, desobedecer ese mandato acarrea un juicio directo de Dios.



El tercer pecado de Judá consistía en desear vivir espiritualmente al margen de la voluntad de Dios. De manera paradójica, los habitantes del pueblo de Judá podían inclinarse ante las imágenes, rendir culto a la reina del cielo y presentarse como personas religiosas, pero la realidad es que su vida espiritual era una manifestación continua de una rebeldía que afirmaba su libertad de los mandatos de Dios (2: 31), olvidando que el hombre no es señor de su camino (10: 23).



El cuarto pecado era la negación, más o menos explícita, de que Dios fuera a actuar. Que uno se pudiera inclinar ante imágenes que lo representaban, que uno pudiera pedirle cosas, que uno pudiera colocar a Su lado a otros seres, por supuesto, pero de ahí a pensar que Dios actuara en la Historia… (5: 12). Pero Dios sí que actúa en la Historia y lo iban a ver muy pronto.



El quinto pecado era la falta de vergüenza (6: 15). Cuando se suma la religiosidad idolátrica a la confianza en que Dios no actuará el resultado suele ser la desvergüenza. Semejante situación venía además fortalecida por los profesionales de la religión que habían alterado el contenido de las Escrituras (8: 8) y habían dejado la Torah (9: 13). En lugar de llamar a la gente a cambiar y evitar el desastre que se iba perfilando en el horizonte, aquellos dirigentes religiosos diseminaban un falso mensaje de paz. Decían que todo iba bien, que había paz, pero la realidad era que simplemente estaban dejando sin curar la herida social sin aplicarle un remedio verdadero (6: 14).



En apariencia, Judá adoraba a Dios y a su corte celestial; cumplía con la religión; engordaba a sus clérigos y podía disfrutar de la paz. En realidad, estaba sumida en pecados horribles, precisamente esos pecados que apartaban de ellos el bien (5: 25). Muchos judíos de entonces – como el habitante de cualquier nación en la actualidad – se preguntaban por qué las cosas iban mal a pesar de que sus dirigentes civiles y religiosos insistían en que todo iba bien. La respuesta de Jeremías era clara: eran estos pecados los que colocaban una barrera entre las bendiciones de Dios y el pueblo.



Frente a esa situación, Jeremías llamaba a la sociedad a dar una serie de pasos indispensables.



En primer lugar, había que recordar que la salvación sólo está en Dios (3: 23). No en la reina del cielo, no en otros supuestos intercesores, no en las imágenes. Sólo en el único Dios verdadero que no puede ser representado. Buscarla en otro lugar constituía no sólo un pecado sino también una peligrosa estupidez.



En segundo lugar, si los judíos deseaban llevar a cabo algo útil en términos espirituales, tenían que quitar el prepucio de los corazones (4: 4). Lo que salvaría a Judá no sería el ritualismo sino un cambio más profundo que llegara hasta lo más profundo del ser.



En tercer lugar, la única manera de poder encontrarse con Dios estaba no en escuchar a sus clérigos o en dejarse llevar por sus manipulaciones mentirosas que desvirtuaban la Biblia. No. Había que volver a los caminos antiguos (6: 16), a lo enseñado por Moisés y los profetas. Sólo de esa manera, podrían los habitantes del reino de Judá encontrar un verdadero reposo para sus almas. Si, por el contrario, Judá persistía en sus acciones, en su idolatría, en su asociar a otros seres al culto que sólo se debe a Dios, en su desprecio a la Palabra de Dios, entonces el anuncio de Jeremías resultaba más que obvio: “tu maldad te castigará” y el resultado será amargo (2: 19). Sin duda, es para reflexionar a fondo.





Lectura recomendada: Capítulos 2, 5, 6 y 7.

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Published on April 29, 2016 00:22

April 27, 2016

Regreso a China (VII): Lo que China hace bien (III)

En las dos entregas anteriores, he señalado algunas de las circunstancias que han llevado a China a convertirse en una superpotencia cuyos éxitos no se cifran especialmente en sus arsenales nucleares o en su ejército de varios millones de efectivos sino en una pujanza económica y una presencia internacional verdaderamente colosales.

El pragmatismo por encima de ideologías, la oposición a alianzas militares permanentes, el fomento de las relaciones comerciales con otras naciones, la reducida presión fiscal, la visión meritocrática y el fortalecimiento de la familia en claro repudio de fenómenos como la ideología de género son bases esenciales para comprender ese éxito. Hay un último aspecto de la realidad china que hay que sumar a los anteriores y que podríamos definir como la defensa de la identidad nacional. En contra de lo que muchos puedan pensar, China es una nación multiétnica. Es cierto que la etnia más relevante son los han, pero junto a ella aparecen otras de no escasa relevancia. Es común también que a esa diversidad étnica se sume la lingüística. Pues bien China ha sostenido desde el principio que su robustecimiento pasa por mantener el chino en todas las áreas como la lengua de todo el estado y en no tolerar el menor movimiento centrífugo. No sólo el mandarín es la lengua de la comunicación y de la educación sino que además, salvo en ciudades como Beijing o Shanghai, los letreros están escritos únicamente en pictogramas chinos. En Tíbet, cierto es, resulta posible ver carteles en las dos lenguas, pero jamás en tibetano únicamente. Por añadidura, China no va a tolerar jamás que se usen desde el exterior las diferencias étnicas para erosionar la identidad nacional. No sólo eso. Desprecia profundamente a la opinión pública internacional si el resultado puede ser su debilitamiento interno. Desde fuera, podrá aplaudirse esa memez que algunos llamaron cursimente la rebelión de los paraguas, pero las autoridades chinas no van a consentir que un financiero o un servicio de inteligencia extranjeros – mucho menos algún chino - se dediquen a cuartear su cohesión apelando a argumentos raciales o, supuestamente, humanitarios. China no volverá a ser regida por extranjeros. El resultado es obvio. Se consolida día a día como superpotencia con enorme peso e indiscutible voz en los foros internacionales. Otras naciones, aplastadas por los impuestos, aborrecedoras del mérito, incapaces de defender la identidad nacional y vulnerables a las órdenes que vienen de fuera agonizan y de esa agonía mal les puede salvar nuevas elecciones.

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Published on April 27, 2016 23:15

Corría el año (II): El Che

La figura de Ernesto “Che” Guevara sigue cautivando a millones de personas especialmente jóvenes. Su imagen - ¿quién puede negarlo? – continua convertida en símbolo de algo difuso, pero atrayente vinculado con la lucha contra la opresión y el imperialismo. Quizá sea esa vaguedad y su muerte juvenil las que han ayudado a la persistencia del mito porque la realidad histórica es que el Che fue un personaje no poco siniestro si es que no abiertamente sanguinario. No puede, sin embargo, sorprender que en un mundo donde la izquierda se ha ido hundiendo en pantanos crecientes de necedad y de maridaje con los peores poderes, la idea de alguien dispuesto a jugarse la vida siga llamando la atención. Así lo vimos en uno de nuestros programas de Corría el año.
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Published on April 27, 2016 01:14

April 25, 2016

El zorro y el gallinero

Fue el propio general Wesley Clark el que lo afirmó: “ISIS fue iniciado con financiación de nuestros amigos y aliados… para combatir a muerte a Hizbullah”. La declaración no era cuestión de poca monta porque Wesley Clark es un más que veterano militar estadounidense a cuyas órdenes habían estado las fuerzas de la NATO en la antigua Yugoslavia y que estuvo a punto de crear un conflicto de enorme magnitud al ordenar que los militares británicos dispararan sobre los soldados rusos que habían entrado antes que ellos en la localidad de Pristina.

La cosa no llegó a más porque sir Mike Jackson, el jefe británico, se negó a obedecer sus órdenes a la vez que señalaba que no iban a dar inicio a la Tercera guerra mundial por él. Se piense lo que se piense, Clark es todo menos una dulce paloma y todavía menos se le puede considerar un desinformado liberal. Precisamente por eso su testimonio es esencial. ISIS no fue una creación de Saddam Hussein o de los ayatollahs. ISIS es hechura directa de nuestros aliados más cercanos – identifíquelos el lector a su gusto – con la finalidad más que concreta de contener a un grupo terrorista sustentado por Irán. Que luego el remedio haya superado en efectos malignos a la enfermedad es otra cuestión. Bueno, es otra cuestión o no lo es. En muy poco tiempo, no tardamos en saber que ISIS estaba recibiendo una ayuda esencial de Turquía, una nación islámica miembro de la NATO. De hecho, fotografías y filmaciones tomadas desde el aire mostraban como las inmensas columnas de camiones -cisterna procedentes de los campos petrolíferos explotados por ISIS llegaban sin ser objeto ni siquiera de un tiro de fusil hasta la frontera con Turquía y, una vez allí, era permitido su paso con vistas a su ulterior comercialización. Quien lo realizaba por tierra y mar constituye pieza fundamental para saber quiénes eran los aliados de Estados Unidos que lo comenzaron. A decir verdad, ISIS estuvo campando por sus respetos con tranquilidad más que amplia hasta que Putin decidió tomar cartas en el asunto y comenzar a bombardear sus bases con lo que un general del aire norteamericano calificó como “precisión quirúrgica”. Sólo a partir de entonces comenzó a sufrir daños más que considerables la creación de nuestros aliados y el grupo terrorista empezó a retroceder sensiblemente afectado. Se diría que los días de ISIS podrían estar contados e incluso las declaraciones de Obama esta semana parecieran confirmarlo. Parecieran porque también esta semana se ha inaugurado la decimotercera cumbre de la Organización para la Cooperación Islámica. Creada en 1969 y compuesta por cincuenta y siete naciones islámicas se supone que la cumbre va a abordar la manera de combatir el terrorismo islámico. Suena bien, pero la inauguración la ha llevado a cabo el presidente turco Erdogan y se está celebrando en Estambul, la capital de Turquía. A lo mejor resulta que Erdogan que ha dicho que su modelo de estado es la Alemania de Hitler, que defiende un ideario islamista y que afirma que los turcos son una raza superior por su parentesco con Gengis Jan se enfrenta con ese ISIS al que tanto ha ayudado. Puede ser, pero ¿y si simplemente el zorro se ha colocado al cuidado del gallinero?

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Published on April 25, 2016 23:00

April 24, 2016

Regreso a China (VI):  Lo que China hace bien (II)

Quizá uno de los aspectos más llamativos de la China actual es la manera en que ha conseguido tomar del exterior todo lo positivo y rechazar de plano lo que tiene efectos negativos. Como si sus actuales dirigentes hubieran leído a Washington o a Jefferson, China evita como si fuera la peste cualquier tipo de alianza militar permanente.

Si el día de mañana – Dios no lo quiera – fuera víctima de una agresión, quizá buscaría y encontraría apoyos cercanos. Sin embargo, a día de hoy, no existe organización militar internacional que cuente con la presencia de China. Formar parte de alguna implicaría limitaciones en su acción exterior e incluso en su soberanía que no le parecen tolerables. En paralelo, China desarrolla una actividad internacional hiperactiva a la vez que fascinante. No tiene enemigos – salvo aquellos que pretendan crearle problemas internos – pero sí amigos a los que está encantada de vender sus productos. Que sean negros, blancos o a cuadros no importa nada a una China que no está uncida a otros socios. Esa conducta se sustenta entre otros pilares en una visión meritocrática y unos impuestos extraordinariamente bajos. En otras palabras, la gente no se afilia al partido comunista porque así va a recibir un pesebre a costa del contribuyente sino que es cooptado porque, por ejemplo, ha destacado especialmente en la universidad. A pesar de sus limitaciones, el sistema es mucho menos corrupto que la Cataluña de Pujol o la Andalucía de los EREs y ha conseguido conservar una visión meritocrática que brilla por su ausencia en no pocas naciones con elecciones libres. Que eso suceda en una nación que se define como comunista, que se evite el crear puestos públicos pagados por el contribuyente para satisfacer a clientelas y que además los impuestos sean muy bajos para evitar el estrangulamiento de la economía constituyen ejemplares aciertos. Además son conductas inteligentes y, por añadidura, indispensables si se desea el progreso económico de una nación. Mientras en otras partes del mundo el aparato del estado se convierte en un monstruo dedicado a cargar a paniaguados, a despilfarrar cantidades absolutamente injustificadas y a entrar en la economía nacional como un elefante en una cacharrería subiendo los impuestos, aumentando la deuda y descontrolando el déficit, China está firmemente dedicada a dejar que la iniciativa privada vuele libre, a mantener una fiscalidad leve y a impulsar a la gente a que trabaje y emprenda y no a que viva del presupuesto. Desde luego, es para reflexionar.



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Published on April 24, 2016 23:00

April 23, 2016

Ángeles y demonios en el judeo-cristianismo del siglo I en Israel

LOS PRIMEROS CRISTIANOS:
LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (XVI):
LA ANGELOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO DEL SIGLO I EN LA TIERRA DE ISRAEL (I): Ángeles y demonios en el judeo-cristianismo del siglo I en Israel

Al igual que otros movimientos del judaísmo coetáneo, el judeo- cristianismo afincado en Israel contó con una angelología y una demonología propias. Con todo, ambas comparadas con las de otros grupos judíos presentan unas características y una relevancia determinadas que nos obligan a proceder a su examen específico. En esta entrega, trazaremos, en primer lugar, un breve panorama de la angelología y demonología judías, y después expondremos la visión de los ángeles de Dios y de los demonios que aparece en el judeo-cristianismo asentado en Israel.



[1]



Aunque la afirmación rabínica de que el origen de la angelología judía se encuentra en Babilonia (TalPal., Rosh Hasha. 56d; Gen. R. 48) exija matizaciones, no cabe duda de que buen número de las ideas conectadas en el judaísmo con esta área de la teología tiene raíces orientales de origen iranio y mesopotámico.[1]



Ciertamente, los libros del canon judío del Antiguo Testamento recogen numerosas referencias a los ángeles. Ya hemos hablado en otra parte de este estudio acerca del Ángel de YHVH. Además debe señalarse que en otros pasajes del Antiguo Testamento hay también referencias antiguas a la creencia en ángeles (Sal. 89, 5 y 7), a los que, ocasionalmente, se denomina «hijos de Dios» (Jb. 1, 6; 38, 7; posiblemente Gn. 6). Incluso de ciertas fuentes parece desprenderse la existencia de una cierta jerarquía entre ellos (Is. 6, 1; Sal. 104, 4). Se les atribuyen ciertas plagas que se interpretan como juicios divinos (2 Sm. 24, 16; Zac. 1, 7-17). Se afirma que protegen a los siervos de Dios (2 Re. 6, 17; Sal. 34, 7; Is. 3, 9). Se menciona también a aquellos ángeles que participan en combates cuyo lugar está en el ámbito espiritual (Dn. 10, 1 y ss. y 12, 1 y ss.), y más específicamente el nombre de Gabriel (Dn. 8, 16; 9, 21) y el de Miguel (Dn. 10, 13 y 21; 12, 1).



Tampoco es ajeno el Antiguo Testamento – en contra de lo que se repite a menudo - a la figura de Satán, un ser angélico cuyas características principales son las de acusar a los siervos de Dios (Jb. 1, 6; Zac. 3, 1), tentarlos con la finalidad de causarles daño (Jb. 2, 3; 1 Cr 21, 1) y someterlos a pruebas (Jb. 2, 3-5) que los lleven a apartarse de Dios. Satán puede causar enfermedades y desgracias de todo tipo incluso a los siervos de Dios (Jb. 1-3), pero, al menos en ese caso, sólo hasta donde Dios lo permite (Jb. 1, 12; 2, 5-6).



Pese a lo anterior, y en términos generales, la angelología veterotestamentaria no parece excesivamente desarrollada si se compara con la posterior. Son muy escasas (y poco concretas) las referencias a la jerarquía angélica; salvo en Daniel no aparecen nombres angélicos; las funciones de los ángeles resultan limitadas; apenas está esbozado el tema de la caída de los ángeles o de su actuación en el curso de la historia, etc.



Dentro de los libros deuterocanónicos, el tema de los ángeles no está mucho más desarrollado que en el canon hebreo. Salvo las referencias contenidas en el segundo libro de los Macabeos relativas a las apariciones de ángeles al frente del ejército judío (2 Mac. 10, 29; 11, 8-10; 3, 25), que incluso cuentan con antecedentes, puede decirse que el papel de los ángeles no es muy relevante. La única excepción a esta perspectiva la representa el libro de Tobías o Tobit . En el mismo no sólo se otorga un papel trascendental al arcángel Rafael (5-12), auténtico coprotagonista del escrito, sino que se construye buena parte del argumento en torno al demonio que asesinaba a los pretendientes de Sara (8, 1 y ss.).



Un panorama diferente es el que observamos en los escritos pseudoepigráficos[1] y en Qumrán.[1] La creencia en los ángeles y una muy desarrollada angelología que suele incluir referencias a los demonios y a su caída, así como a sus actividades presentes, ocupan un lugar muy relevante en 1 Enoc (siglo II a. J.C.)[1]. En 2 Enoc 18; 7[1] se señala cómo hay ángeles caídos que yacen bajo tierra y se les divide en cuatro grupos: su príncipe, Satanail, aparentemente en el quinto cielo; los vigías que tuvieron relaciones con las mujeres de Ennon; los ángeles apóstatas del segundo cielo y, posiblemente, los condenados «bajo tierra». Muchos de ellos esperan aún la salvación y suplican a Enoc (2 Enoc 8) que interceda por ellos.



El Apocalipsis de Sofonías (siglo I a. J.C. - siglo I. d. J.C.) proporciona un papel muy relevante a los ángeles. Éstos anotan las obras de los hombres (3), llevan las almas de los malvados al castigo eterno (4), el vidente se une a ellos en su viaje (8), los ve conversar con los patriarcas del Antiguo Testamento (9), etc.



En Jubileos (siglo II a. J.C.) se describe cómo el ángel de la presencia escribe la historia de Moisés (1, 27 y ss.), la creación de los ángeles (2, 2 y ss.), la caída de los ángeles que mantuvieron relaciones sexuales con seres humanos (5, 1 y ss.), así como su castigo y la destrucción de su descendencia (5, 3 y ss.), las oraciones de Noé para enfrentarse con los demonios (10, 1-14), etc.



El Martirio y la Ascensión de Isaías (siglo II a. J.C. - siglo IV d. J.C.) presenta muy posiblemente interpolaciones cristianas, quizá de corte gnóstico. Con todo, parece que, sustancialmente, su angelología es judía. Especialmente, la demonología es de considerable importancia. El jefe de las fuerzas del mal es llamado Sammael (1, 8; 2, 1; 5, 15 y ss.), Beliar (1, 8 y ss.; 2, 4; 3, 11; 5, 1) y Satán (2, 2; 5, 16) en una forma que parece indistinta. De manera secundaria se le denomina Malkira (1, 8. Rey del Mal) y Matanbukus (2, 4. ¿Don de Desolación?). Acción suya característica es la de impulsar a los hombres al mal (1, 9; 2, 1; 3, 11; 5, 11).



La Vida de Adán y Eva (siglo I d. J.C.) presenta también una angelología muy elaborada. En las cuatro teofanías del texto griego (ApMos. 8, 22, 33, 38) Dios aparece acompañado de querubines o ángeles. Éstos llevan a cabo los deseos de Dios (ApMos. 22, 3; 38, 4) e incluso puedan llegar a ser más compasivos que Él (ApMos. 27, 4). Los ángeles están agrupados en rangos (ApMos. 36, 1) de los que los más importantes son los querubines (ApMos. 22; 36, 3) y los serafines (ApMos. 33, 3; 37, 3). Se menciona por su nombre a cuatro ángeles, de los cuales el más importante es Miguel (ApMos. 40, 2). Satanás aparece como un ángel caído (Vita 12-16), que busca destruir a los hombres (Vita 17, 1) disfrazándose de ángel de luz (Vita 9, 1 y 3; 12, 1). Lleva al hombre a transgredir la ley de Dios (ApMos. 25, 4; 28, 3; Vita 12, 1) y es el responsable de diversas enfermedades (ApMos. 8; Vita 34) y de la muerte (ApMos. 14, 2; 2, 4).



En cuanto a los Testamentos de los Doce Patriarcas (c. 250 a. J.C., salvo las interpolaciones cristianas) siguen esta misma tónica que ya hemos apreciado en las obras señaladas con anterioridad. Los ángeles que instruyen a los justos (Tes. de Rubén 5, 3; Tes. de Isacar 2, 1; Tes. de Judá 15, 5) se hallan presentes en el primer cielo, donde son instrumento de castigo de los inicuos (Tes. de Leví 3, 2- 3). En el segundo cielo, se hallan los espíritus de Beliar, y en el tercero, los arcángeles que ofrecen ante Dios un sacrificio incruento. El ángel de paz permite a Israel enfrentarse con sus enemigos (Tes. de Dan 6, 5). De la misma manera, se habla de un ángel que intercede a favor de Israel (Tes. de Leví 5, 6) y que guía a Leví y Judá (Tes. de Leví 5, 4).



En Qumrán, Dios es definido como el «Príncipe de los Dioses», «el Rey de los Gloriosos», «el Señor de Todo Espíritu» (1QH 10, 8), referencias todas al dominio que ejerce sobre los ángeles. Éstos son denominados héroes de los cielos (guibborey shamayim) en un texto donde, como en Daniel, se les conecta con la lucha escatológica (1QH 3, 35-6). Se les considera guardianes de la comunidad de Qumrán[1] (1QH 8, 11) y se afirma que guían los pasos de los miembros de la comunidad (12, 8-9). Los acompañan en el combate y por ello nadie que esté en un estado de impureza por emisión sexual debe ir con ellos (7, 6). El hecho de que los ángeles estuvieran además presentes en medio de la congregación impedía ocupar un puesto en el seno de la misma a los que tenían alguna tara física, vejez o impureza (lQSa. 2, 8-9). De hecho, algún pasaje da a entender que los miembros de la comunidad pasaban por algún tipo de experiencia en medio de la cual escuchaban voces angélicas y podían contemplar a este tipo de seres (1QM 10, 9-11).



Los ángeles tienen también nombres concretos. Específicamente aparece un tal Sariel (1QM 9, 15-6) junto a los tres grandes arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. Asimismo se hace referencia a un «príncipe de las luces» (¿Miguel?) cuyo destino gobierna a los hijos de la luz y que posee una cierta preeminencia sobre los demás arcángeles (1QM 17, 6). La literatura de Qumrán conoce también la doctrina de los ángeles caídos (CD 2, 18-20) cuyo destino se atribuye a la desobediencia. En uno de los himnos se narra cómo estos espíritus caídos están sometidos a cadenas y prisión, tema al que se refiere el Libro de los Misterios 1, 5-6. El término «Belial» aparece repetidamente en los escritos de Qumrán, pero el significado que se le proporciona es variado. En los Himnos (2, 16 y 22; 3, 28, 29 y 32; 4, 10 y 13; 5, 26 y 39; 6, 21; 7, 3) no parece que indique nada más allá de personas que buscan o hacen el mal. Por el contrario, en el resto de los escritos es un nombre aplicado a Satanás, como sucede en 2 Co. 6, 15; los Testamentos de los Doce Patriarcas o el Libro de los Jubileos.



En 1QM 13, 11-2, Belial aparece como un ángel de las tinieblas, creado por Dios, y cuyos seguidores son ángeles de destrucción. Sin duda, este Belial está dotado de un enorme poder (1QS 1, 18 y 24; 2, 19; 1QM 17, 5-6). De hecho, gobierna a los hijos de la impiedad y causa el descarriamiento de los miembros del colectivo (1QS 3, 20-22). Éstos, según el Documento de Damasco, serán destruidos por el mismo Belial (8, 2) que, en esta misma obra, aparece en conexión con la rebeldía de Janés y su hermano contra Moisés (6, 18-9).



En relación con la literatura rabínica, resulta difícil datar con exactitud muchas de las fuentes asociadas con el tema, pero, en términos generales, podemos decir no sólo que asistimos a una profundización de los temas anteriores sino también a su degradación. Aquí sólo mencionaremos algunas de las afirmaciones que nos parecen más interesantes.



Los ángeles son ministros de Dios, llamas de fuego, mensajeros alados (Pirqué del R. El. 4). Cada día son creados algunos nuevos (Hag. 14a; Gn. Rab. 78) y su número es inmenso (Ber. 32b). Todo poder y fenómeno natural, todo suceso depende de un ángel (Gn. Rab. 10). Cada una de las setenta naciones del mundo cuenta con un príncipe angélico sobre sí (Tg. sobre Gn. 11, 7 y 8) que las defiende ante Dios. Aparte existen cinco jefes angélicos (Miguel, Gabriel, Rafael, Uriel y Metatron) (Hag. 16 a), aunque el Targum Pseudo-Jonatán enumera a Miguel, Gabriel, Metatron, Yofiel, Uriel y Yofiofia. Son seres no sometidos a exigencias sensitivas (Yoma. 75b), que conocen mucho del futuro (Ab. de R. Nat. 37) y no padecen las limitaciones humanas relativas a la capacidad de movimiento. Pueden ser empleados con fines mágicos; conducta sobre cuya licitud existen opiniones contradictorias.[1]



Satanás cayó después de la creación del hombre (Pirqué de R. El. 13) a causa de la envidia que sentía contra éste. Sammael provocó la caída de Eva y Adán (Gn. Rab. 18, 19), acusa al hombre (Gn. Rab. 55; Tanjuma 29a y b), lo seduce (Sanh. 89a y b; 107a)[1] y procura destruirlo (Gen. R. 58; Yoma 69 b; Baba Batra 177 a; Ketub 77b, etc.). A pesar de eso, el mismo rey de los demonios se ha comportado bondadosamente en alguna ocasión (Guit. 68a y b; Pes. 110a).



La visión de los demonios aparece considerablemente diversificada. Los hay que podrían considerarse equivalentes a los duendes o los gnomos, que no resultan del todo malos y que, incluso, pueden ser ocasionalmente amables y serviciales. Otros, por el contrario, conservan el carácter maligno que hemos visto en las obras anteriormente mencionadas. También los hay masculinos y femeninos (Baba Batra 73a; Nid. 24b; Erub. 100b). Se les atribuyen enfermedades, pero igualmente pueden ser utilizados para la curación mágica de las mismas (Sanh. 101 a. comp con Josefo, Ant. VIII, 2, 5).



En los siglos anteriores a la aparición del cristianismo se asistió en el judaísmo a un interés considerable por la angelología y la demonología que contribuyó notablemente a su desarrollo. Parte de ese poso se encuentra en escritos antiguos del Tanaj, pero, en un grado considerable, semejante visión deriva de mitos orientales. De manera creciente, además, este tipo de creencias fue dando paso a prácticas de carácter mágico. Con estos elementos en mente, podemos pasar ahora a examinar la angelología y la demonología del judeo-cristianismo afincado en el Israel del siglo I.





CONTINUARÁ

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Published on April 23, 2016 23:40

April 22, 2016

Oh Love, That Will Not Let Me Go

Aquel muchacho escocés de veinte años sufrió una desgracia de notable envergadura cuando se hallaba en plena juventud. Se quedó completamente ciego. Se llamaba George Matheson y aspiraba a ser pastor lo que no parecía una meta posible. Sin embargo, George no se desmoralizó. Por el contrario, confió en el Señor y decidió seguir adelante entregándose con mayor entusiasmo al estudio de la teología y de la Historia. Por increíble que parezca no sólo lo consiguió sino que además recibió un doctorado de la universidad de Edimburgo y llegó a ser miembro de la Sociedad real de esta misma ciudad.

Gran pastor y predicador, la misma reina Victoria lo invitó a predicar en su retiro de Balmoral y quedó tan asombrada por el contenido de su sermón sobre Job que ordenó su publicación. También enseñó en distintas universidades e incluso llegó a ser un especialista en confucionismo. Sin embargo, quizá lo que dejaría más huella sería su labor como compositor de himnos evangélicos. Auténticos clásicos se siguen entonando a día de hoy y resulta más que comprensible que así sea.



El que les traigo hoy es una bellísima pieza musical que resulta aún más conmovedora cuando se tiene en cuenta su letra y la historia del compositor. Habla este himno de un amor que nunca nos dejará, el amor de Dios. Es cierto que, a lo largo de la vida, la desgracia se cruza no pocas veces – pocas desgracias mayores que la de quedar ciego a los veinte años – pero podemos contar con ese Amor incomparable que nos lleva de Su mano más allá de las tormentas, de los sufrimientos, de los golpes. Su Amor nunca nos abandona y pobres de aquellos que no lo han conocido o que puedan pensar que es algo revocable. Como señaló Pablo en Romanos 8: 26-39, Dios tiene un plan y podemos llegar a ser parte de él. Cuando se da esa circunstancia, todo, absolutamente todo, tiene una finalidad buena aunque no acertemos a verla. De manera que se nos escapa, pero que resulta real la pérdida de un empleo, el fallecimiento de un ser querido, el exilio, las presiones… todo ocupa su lugar en el designio de Dios en favor nuestro. Pocas personas lo han sabido expresar mejor que George Matheson con este himno escrito en el siglo XIX.



Las versiones de este himno son muy numerosas y he tenido que controlarme para no poner una docena. La primera corresponde a uno de los programas de los Gaithers que tan buena música evangélica dispensan en la televisión. La segunda es coral. La tercera resulta muy original porque el intérprete se ha usado a si mismo para cantar varias voces y además hacerlo a capella. Finalmente, les incluyo una en español. Con todas sus variaciones, todas señalan una realidad imposible de negar, la de que el Amor de Dios no nos deja en ningún momento por muy empinadas que resulten las cuestas de la vida, por muy canallescamente que puedan perseguirnos nuestros semejantes, por muy difíciles que puedan resultar las circunstancias de nuestra existencia. El es el Amor que no nos dejará. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





Ésta es la versión de los Gaither



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Una versión coral clásica



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Una curiosísima versión a capella



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Y ésta es una versión en español





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Published on April 22, 2016 23:38

April 21, 2016

Los libros proféticos (XiII):  Jeremías (IV): el mensaje (I): el llamado

En las entregas anteriores, nos hemos detenido en el complicado contexto donde desarrolló su ministerio profético Jeremías. En no escasa medida, fue una época que se extendió a lo largo de varias décadas en la que pareció que Judá podría salir de problemas que arrastraba desde hace siglos, pero que concluyó con una catástrofe nacional verdaderamente sin precedentes. El libro de Jeremías es una recopilación de los anuncios del profeta y, precisamente por ello, presenta un orden que no es cronológico siempre, pero que permite seguir su mensaje.

A diferencia de Isaías que sitúa el relato de su vocación ya en el capítulo 6, Jeremías narra en el primero su llamamiento. No se debió a su deseo, ni a su integración en una “escuela de profetas” ni tampoco a haber seguido un curso para ser profeta – es decir, no se parece en absoluto a lo que muchos pretenden que es el curso normal de un ministerio profético – sino a la elección de Dios. Jeremías pudo ignorarlo durante años, pero Dios lo había escogido antes de su nacimiento (1: 4-5). Para aquellos empeñados en negar la doctrina bíblica de la elección, estas palabras son molestas, pero, sin desviarnos del asunto, resulta obvio para cualquiera que lea, por ejemplo, Romanos 8, el que Dios elige y no elige por nuestros méritos – méritos que no podemos tener antes de nacer – sino por su gracia. Esa elección choca, en apariencia, con la realidad, y, desde luego, Jeremías se quedó sorprendido y alegó, en su caso, que era un niño y que no sabía ni hablar (1: 6). No son circunstancias fáciles, pero tampoco constituyen un obstáculo para Dios. Jeremías iba a ser un profeta y un profeta que iría a donde El dispusiera (1: 7), que no tendría temor de poderes mucho más fuertes que él porque Dios lo protegería (1: 8) y que, en virtud de su ministerio, estaría dotado de un poder muy superior procedente de Dios ya que sus palabras, por terribles que fueran, se cumplirían (1: 10).



Ese punto de partida – absolutamente esencial – se centraría en un mensaje muy claro desde el principio: la predicación del arrepentimiento y la advertencia del desastre. La sentencia de Dios estaba ya preparada y su ejecutor sería un pueblo invasor (1: 11-16), pero la causa de esa desgracia no obedecería simplemente a circunstancias geo-políticas o a la estupidez de los gobernantes empeñados en no ver lo que se avecinaba. La razón se hallaba en la propia maldad del pueblo (1: 16). Precisamente porque ésa era la realidad, el profeta debía alzar la cabeza y anunciar con valor su mensaje. Encontraría la oposición de gobernantes y clérigos, de personajes relevantes e incluso del pueblo llano. Lo combatirían, pero no podrían con él porque Dios lo protegería (1: 17-19). Como tendremos ocasión de ver, en este primer capítulo aparece recogido todo lo que es el libro de Jeremías. El resto hasta el final constituye un mero desarrollo – no pocas veces doloroso, muchas veces sobrecogedor, siempre impresionante – de lo que fue el ministerio profético de Jeremías.



Lectura recomendada: lea el capítulo 1.





CONTINUARÁ

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Published on April 21, 2016 23:00

April 20, 2016

Regreso a China (V):  Lo que China hace bien (I)

Viajar por China siempre constituye una experiencia fascinante. Abandonar las grandes urbes como Beijing o Shanghai y adentrarse por su inmenso territorio permite contemplar una nación que no deja de crecer prodigiosamente.

Este año, que no es bueno, crecerá no menos del 6,5 por ciento sobre un PIB superior al de Estados Unidos. Poblaciones de categoría mucho menor como Harbin, cercana a Siberia, o Nanjing cuentan con autopistas, con aeropuertos y con estaciones de tren que nada tienen que envidiar a las de Estados Unidos y Europa occidental. No es menos notable la capacidad de consumo que se contempla en los centros comerciales que pespuntean las ciudades chinas. De no ser por los rasgos raciales, la manera en que los chinos visten, calzan e incluso se desplazan ya no en bicicletas sino en automóviles de alta gama provocaría la sensación de que nos movemos por Chicago, Londres o Madrid. No sólo eso. ¿Qué ha llevado a China - que hace cuarenta años sufría literalmente el hambre y la miseria - a alcanzar ese éxito? Las razones son varias y dignas de reflexión. La primera es un pragmatismo extraordinario. Si en Beijing, el rostro de Mao es omnipresente y en algunas poblaciones rurales incluso es venerado como una divinidad, en no pocas su único rastro es su efigie en el papel moneda. La nación sigue regida con mano de hierro por el partido comunista; proclama su socialismo a la china y rinde homenaje a la revolución, pero, paso a paso, ha ido desmontando el sistema económico comunista sustituyéndolo por un capitalismo pujante que reúne, por ejemplo, multinacionales propias y el número mayor de millonarios del globo. Mientras es espectáculo común en Occidente que los frenos ideológicos – no pocas veces demostrados como graves falacias por el devenir de la Historia – impidan abordar con sensatez problemas relevantes, China, con banderas rojas al viento, hace gala de un sentido práctico envidiable. No menos relevante es la manera en que China es impermeable a corrientes ideológicas que considera dañinas para la sociedad. Decidida a impulsar la demografía nacional, no sólo ha levantado las restricciones al número de hijos sino que también se resiste a ceder un palmo ante la ideología de género o el lobby gay convencida de que, en términos de desarrollo poblacional, son estériles. Aún más decidida es la resistencia de China frente a políticas impuestas desde el exterior convencida de que los intereses nacionales son lo primero. Es para reflexionar. No sólo por eso.



CONTINUARÁ

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Published on April 20, 2016 23:00

April 19, 2016

La escalera de Jacob

Hace ya varios años, algunos editores – cuyas casas habían ganado millones y millones de euros conmigo – decidieron no publicar un solo libro mío. Una de estas personas llegó a decir que no publicaría ni una línea “hasta que aprendiera la lección”. Nunca supe cuál era la lección – aunque puedo sospecharlo – pero, desde luego, no pude volver a publicar con esas editoriales.

Luego vino la Agencia tributaria como segundo paso para condenarme a la quiebra. Finalmente, decidieron lanzar una bomba en mi casa de la que me salvé por unos días apenas. Sin embargo, una cosa es lo que deciden los hombres, que pueden ser muy poderosos, y otra lo que Dios desea. Es cierto que sigo pleiteando con Hacienda – por cierto, una sentencia reciente del Tribunal superior de justicia de Murcia ha dado la razón en contra de la Agencia tributaria a una persona que sostenía exactamente mis mismos puntos de vista – pero no lo es menos que hasta el día de hoy he salvado la vida, y que aunque dejé de publicar en España hace años, Dios mediante, aparecerá allí una de mis últimas novelas titulada La escalera de Jacob. Se trata además de una novela a la que robaron un premio solamente porque yo era el autor de manera que no puedo sino estar muy satisfecho.



De todas estas cosas hablo en la entrevista que les adjunto y que realizó Pedro Tarquis. Por lo que se refiere a la novela espero que la compren y que la disfruten. Aún más. Espero que, salvo que tengan librero de confianza, la encarguen a través de www.amazon.com o www.amazon.es God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



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Published on April 19, 2016 23:08

César Vidal's Blog

César Vidal
César Vidal isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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