César Vidal's Blog, page 83

April 18, 2016

Corría el Año: La Paz de Versalles

Aunque no sea muy conocida, la paz de Versalles es uno de los tratados con mayor relevancia de la Historia mundial. Puso fin a la primera guerra mundial, pero lo hizo sembrando las semillas de un nuevo conflicto que resultaría mucho peor. También creó fronteras que desencadenarían océanos de sangre en Europa, Asia y África. A decir verdad, tanto en Oriente Medio como en Europa seguimos pagando las consecuencias. Incluso me temo que otros conflictos que, en apariencia, nada tuvieron que ver con lo sucedido entre 1914 y 1918 siguen larvados de manera o menos encubierta anunciando que lo que no se consiguió en 1918 algunos pretenden lograrlo ahora. No les daré más pistas. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
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Published on April 18, 2016 23:06

Regreso a China (V): En Zhouzhuang

Nanjing tiene distintas ventajas y una de ellas es su sistema ferroviario. Dejo a la discreción del lector el que saque sus conclusiones sobre su estación de ferrocarril en uno de cuyos vestíbulos entraría holgadamente la estación del AVE de Atocha, en Madrid. Tampoco me voy a detener en un tren de alta velocidad que es superior incluso al que realiza el trayecto Madrid-Sevilla.

China ha decidido librar la batalla de las infraestructuras y lo está haciendo de manera tal que nada, absolutamente nada, tiene que envidiar a la Unión Europea o a los Estados Unidos incluso si se trata de unir capitales que no son de primera con pequeños enclaves como Zhouzhuang, la denominada Venecia china.



Ciertamente, China está creciendo a diario de una manera espectacular y los rascacielos se han convertido en parte definitiva y definitoria de su paisaje, pero, a la vez, ha sabido conservar lugares donde se pone de manifiesto la concepción china de la belleza. Si para el griego, la belleza residía en la proporcionalidad; para el romano, en el mensaje ideológico de la superioridad y el pragmatismo; para el hombre de la Edad Media, en la proyección de su mundo espiritual; o para el renacentista, en el regreso sui generis al mundo clásico, para los chinos se encuentra en la armonía plácida y tranquila.



Su “Venecia” no puede ser como la del Mediterráneo – aunque también tiene embarcaciones cuyas “gondoleras” cantan – porque ni políticos ni clérigos constituyen poderes que rivalizan y fornican entre si. Por el contrario, el templo es un lugar de suave recogimiento que no pretende hacer ostentación de fuerza social y las casas de los poderosos muestran cómo ordenar de forma a la vez bella y práctica la vida cotidiana.



Todo esto queda a la vista del visitante – son muchísimos los turistas que recorren las calles aunque prima el inmenso turismo interior – que lamenta a los pocos minutos de llegar el sólo pasar unos días entre calles hermosamente recoletas donde se suceden, pulcros y diminutos, los comercios. Los lugares en que puede adquirirse té y objetos de escritorio, móviles y dulces, pescado y sedas van deslizándose ante nuestra mirada y no puedo evitar preguntarme por qué no hemos logrado crear algo semejante en España con la excepción de alguna calle de Granada o Toledo. De nuestra geografía podrían brotar centenares de lugares deliciosos como éste donde pasar un fin de semana o una sola jornada disfrutando de una belleza que las urbes ya han sustituido. Podríamos haberlo conseguido, pero los gobiernos de las CCAA han estado más ocupados en levantar horribles monumentos, en parir aeropuertos inútiles y en abrir cuantos más pesebres mejor. El resultado es la deuda, la corrupción y la fealdad y, sin embargo, ha estado en nuestras manos levantar mil y una Zhouzhuang en Castilla y Cataluña, en Andalucía y Navarra, en Galicia y Madrid… Ahora es imposible. Las CCAA se conforman con seguir aumentando las plazas de paniaguados; en no pocos casos han destruido el paisaje y cualquiera que pretendiera abrir modestos y coloristas establecimientos como los que yo contemplo paseando por Zhouzhuang sería devorado por todo tipo de impuestos.



Melancólicamente, me digo que no se trata sólo de lo que se ha hecho mal o se ha dejado de hacer bien, sino de la carga que pesará para las futuras generaciones en España, una carga de deuda, de corrupción y de precariedad digna de una nación del Tercer mundo; una carga que no disminuye – todo lo contrario – por más que se intente amedrentar a la población o se someta al linchamiento público a aquellos que son incómodos para el poder. Pero no tiene sentido arrojar gotas amargas sobre un paisaje limpio como el de Zhouzhuang, un entorno que nos recuerda que la verdadera belleza suele expresarse en pequeños detalles y se forma con aromas, colores y sabores como los de su delicada cocina.





CONTINUARÁ

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Published on April 18, 2016 00:04

April 16, 2016

La recepción del Espíritu Santo

LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (XV):
LA PNEUMATOLOGÍA (IV): la recepción del Espíritu Santo

Como vimos en el apartado anterior, la acción del Espíritu Santo era considerada de enorme relevancia en el seno del judeo-cristianismo. El hecho de que además se asociara con fenómenos como los descritos, sin duda, acentuaba esos aspectos. Pero no parece que fueran concebidos como exclusivos de una élite (salvo, quizá, el caso de los profetas), sino más bien como una posibilidad abierta a todos los que se volvieran hacia Jesús. Si en el pasado, el Espíritu Santo había quedado reservado a personajes de relevancia, el judeo-cristianismo proclamaba la posibilidad de acceder a ese estado especial a todo ser humano prescindiendo de su edad, sexo o estado social. Pero, abierto en su llamado, el judeo-cristianismo se manifestó totalmente exclusivista en su visión acerca de quién podría recibir las bendiciones del Espíritu.



De hecho, el discurso petrino de Hch. 2 señala que la recepción del Espíritu Santo se otorgaba a todos aquellos que reconocían su pecado y se volvían («convertían») a Jesús en busca de perdón (Hch. 2, 38-9). En otras palabras, el Espíritu Santo sólo se manifestaría en el futuro en aquellos que estuvieran dispuestos a reconocer en Jesús al «único Nombre bajo el cielo», en virtud del cual se podía obtener la salvación (Hch. 4, 11-2).



Ocasionalmente, tal recepción aparece vinculada con la imposición de manos (Hch. 8, 14 y ss.), pero lo cierto es que no existe base para pensar que aquélla implicaba una ceremonia especial o algún tipo de rito iniciático. De hecho, la sustentación de una creencia similar fue rechazada específicamente por Pedro (Hch. 8, 18 y ss.). Por otro lado, hay testimonios de que en algunas ocasiones las manifestaciones pneumatológicas resultaron totalmente inesperadas y que incluso parecen haber sorprendido a alguno de los apóstoles por lo inesperadas (Hch. 10, 44 y ss.; 11, 15 y ss.) y lo desconectadas de aspectos como podrían ser la recepción del bautismo. Lo que abría a la persona común el camino para llenarse de aquella experiencia que no era algo diferente de la fe en Jesús y en su misión salvífíca reivindicada por su resurrección.



Por supuesto, esa adhesión primera exigía una perseverancia posterior (Sant. 4, 5 y ss.), hasta el punto de que vivir como Jesús era la marca clara de estar en posesión del Espíritu (Ap. 19, 10), pero salvo esa voluntad —simbolizada por el bautismo— de entrar en la nueva era escatológica unido a Jesús y de adoptar una forma de vida acorde no parece que se creyera necesario nada más. Al contrario de lo sostenido en otros marcos religiosos —incluyendo algunos desarrollos posteriores del cristianismo—, el verse inmerso en la divinidad sólo requería entregarse a la misma con la voluntad de tener una vida nueva en la Nueva era ya comenzada.



El paulinismo conectaba la recepción del Espíritu Santo no con la práctica de ciertos ritos o con la realización de determinados actos sino con haber depositado la fe en Jesús (Gál. 3, 2 y ss.). En todos los casos, la experiencia pneumática —cuyo origen se hallaba obviamente en el judeo-cristianismo asentado en Israel— se consideraba ligada indisolublemente a la vivencia de fe y era uno de sus motores principales.



La pneumatología del judeo-cristianismo ha llamado hasta la fecha escasamente la atención de los historiadores. Sin embargo, constituye, a nuestro juicio, uno de los elementos decisivos de análisis a la hora de comprender cabalmente el armazón ideológico del movimiento y, precisamente por ello, su actitud ante circunstancias históricas concretas. El judeo-cristianismo había surgido, en buena medida, de la absoluta convicción de que Jesús, el vergonzosa e injustamente ejecutado, había resucitado y de que tal hecho, respaldado por diversas apariciones, marcaba un punto de inflexión en la historia.



La experiencia de masas de Pentecostés, a la que se asoció con la profecía de Joel 3 donde se hablaba de un derramamiento universal del Espíritu Santo, significó el punto de partida de una perspectiva vital que consideraba iniciados los últimos tiempos y que esperaba, como consecuencia lógica de ello, una actividad pneumática sin precedentes. La profecía, silenciada en Israel prácticamente desde Malaquías a Juan el Bautista, comenzó a desempeñar un papel de clara importancia en la comunidad, hasta el punto de que pronto tenemos noticia de una «clase» de profetas y sabemos que sus revelaciones pesaron considerablemente en los destinos de la comunidad.



Pero las manifestaciones pneumáticas resultaron mucho más amplias. Se produjeron fenómenos como la glosolalia, las visiones y las curaciones. Estos últimos incluso eran lo suficientemente claras todavía en el siglo III como para impulsar a los rabinos a prohibir tajantemente —porque no negaban su veracidad— las curaciones realizadas en el nombre de Jesús y como para que los cristianos gentiles las siguieran utilizando como argumento apologético. En el siglo I, Santiago consideraba que lo normal era que se produjeran de forma habitual y en tal sentido había instruido a sus hermanos en la fe.



Aquella visión no quedó limitada al judeo-cristianismo afincado en Israel. Por el contrario, se consideraba que formaba parte tan esencial del mensaje que las fuentes contienen referencias a manifestaciones similares en el judeo-cristianismo de la Diáspora y el cristianismo paulino. En este último, los escritos del apóstol se refieren a este tipo de fenómenos generalmente de forma autobiográfica y se hace frecuente referencia incluso a la forma en que fueron presenciados por los destinatarios de las epístolas.



Los efectos de tal visión resultaron de enorme relevancia. En primer lugar, se produjo un rechazo ante la idea de identificarse con ciertos sectores del pueblo judío, precisamente los que habían empujado a Pilato a ordenar la ejecución de Jesús (circunstancia esta, no obstante, que, posiblemente, se hubiera dado igualmente sin este tipo de manifestaciones). Por otra parte, sin embargo, también se contempló como inaceptable la asunción de la tesis de un cambio violento de la sociedad injusta que los rodeaba. Santiago, inmerso en una situación que se deterioraba de manera creciente, contemplaba el panorama social, ordenaba a sus correligionarios que esperasen en Dios, que tomasen como ejemplo al Jesús no resistente y que se centrasen en una vida que girase en tomo a manifestaciones espirituales entre las que destacaban las curaciones milagrosas (Sant. 5, 7-20). Esta actitud la hallamos tanto en el judeo-cristianismo de la Diáspora (1 Pe. 2, 13-14 y 4, 1-11) como en Pablo (Rom. 13, 1 y ss.).



Como veremos en el capítulo siguiente, ni siquiera el autor de Apocalipsis —que veía las fuerzas demoníacas que actuaban tras la Roma imperial o la Jerusalén apóstata en la que había sido crucificado el Señor— se atrevió a poner su confianza en otra cosa que en la venida de Jesús como Rey de Reyes y Señor de Señores. Desde su punto de vista, los que creían en Jesús poseían la clave para comprender la Historia y sabían que en ella se manifestaba poderosamente el Espíritu Santo para todos aquellos que se volvían hacia Jesús. No sólo eso. Eran testigos de que aquél actuaba de manera continuada en medio de personas que, antes de su unión al colectivo, nunca hubieran podido pensar en tal posibilidad. Visto el entorno con esta perspectiva, todo lo que se saliera de esta vivencia concreta carecía de importancia.



Como ya vimos, los judeo-cristianos no fueron los únicos en verse impulsados hacia una visión predominantemente religiosa que excluía la violencia en el seno del judaísmo. Pero sí parece que lo fueron en cuanto a sustentar tal actitud no sobre razones de tipo práctico o realista, sino sobre una experiencia pneumática. Centrados en ella, fortalecidos por ella, en busca de ella y esperanzados a causa de ella, vivían en un estado espiritual que los situaba en otra dimensión. Puede que para muchos investigadores —cristianos incluidos— tales perspectivas tengan que ser calificadas de alienantes. Pero eso implica emitir un juicio de valor «metahistórico» que no llega a entender la situación histórica en su contexto real y que, al mismo tiempo, impide calibrar correctamente una vivencia histórica concreta en sus justos parámetros.[1]



Lo que resulta indiscutible históricamente no es el carácter positivo o negativo de la vivencia, sino el hecho de que muchas personas, al enfrentarse con ella, debieron escoger entre las diferentes sectas judías —y éstas incluyeron en el momento de la guerra con Roma también a los zelotes— o una forma de judaísmo que confesaba que el Mesías ya había llegado y que buena prueba de ello eran las manifestaciones del Espíritu Santo que se daban en su seno. Aquellos hijos de Israel, en un momento histórico decisivo para la Historia de su pueblo, convencidos de la presencia del mismo Dios en medio de ellos y de la veracidad de su manifestación, optaron por la segunda alternativa.





CONTINUARÁ

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Published on April 16, 2016 23:44

April 15, 2016

Come Thou Fount Of Every Blessing

Una de las figuras más hermosas que aparecen en la Biblia para expresar la relación entre Dios y el género humano es la del agua para los sedientos.

En Isaías 44: 3, Dios promete que derramará aguas sobre el sequedal y ríos sobre la tierra árida en claro simbolismo del Espíritu Santo que haría descender sobre Su pueblo. Jesús repitió esa misma enseñanza al afirmar que había llegado la época en que se cumpliría esa profecía veterotestamentaria. Precisamente, en el último y gran día de la fiesta en que la gente contemplaba el agua, “Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado” (Juan 7: 37-9).



El texto resulta especialmente hermoso no sólo por lo que tiene de cumplimiento sino, especialmente, de realidad práctica. Nuestra existencia – nos demos o no cuenta de ello – es un terreno seco y árido que necesita del agua de vida que sólo puede dar Dios para sobrevivir. Aquel que acuda a Dios, que reconozca sus pecados, que se deje lavar por la sangre de Jesús, que reciba el agua del Espíritu podrá iniciar una vida tan distinta y renovada que sentirá como, de su interior, surgen, poderosos y limpios, manantiales de agua viva. Nada hay que se parezca a ello



Esta canción, escrita en el siglo XVIII, se refiere a esa realidad, la realidad de mantener una relación con Dios de la que emanan la salvación, cualquier tipo de bendición en que pueda pensarse y, finalmente, una relación que se prolongará a lo largo de toda la eternidad. He escogido tres versiones para ustedes. La primera es coral, como inicialmente, la pensó el compositor. La segunda es de Chris Rice. La última, finalmente, es en español. Espero que las disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





Ésta es la versión coral







Esta versión es de Chris Rice







Y ésta es una versión es español







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Published on April 15, 2016 23:40

April 14, 2016

La tribu

Los viernes, como ustedes saben, dedico mi blog a un estudio bíblico y, desde hace meses, hemos ido examinando el mensaje de los profetas. Esta semana, con su permiso, me voy a permitir hacer una excepción. Mis amigos Ana y Lance me hicieron llegar un video que, desde mi punto de vista, contiene muchos de los aspectos que caracterizan el mensaje de los profetas.

Es apasionado, es noble, es bueno, es compasivo y, sobre todo, arroja luz allá donde nuestros contemporáneos - o por acción o por omisión - han decidido que todo se suma en tinieblas cada vez más profundas. Es un video relacionado con las criaturas que tienen síndrome de Down y, de manera especial, sobre lo que personas adultas y conocidas propugnan para ellas.



No puedo dejar de pensar que si nuestra sociedad sufre no pocos males es como consecuencia directa de su conducta activa o pasiva de cara al mal. Hace mucho que decidió cerrar los ojos ante las lágrimas, la sangre y el dolor de los inocentes – el caso de los niños con síndrome de Down es uno de ellos - y esa manera de actuar tiene sus consecuencias. Razón de más para exponerla y para anunciar a la sociedad que precisa de la conversión porque sin ella su futuro aún será más aciago. Contemplen este video y mediten en él. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios os bendiga!!!



Y aquí está La tribu





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Published on April 14, 2016 23:21

April 13, 2016

Regreso a China (IV): Nanjing, de la violación a Sun Yat-sen

Llegar de Harbin a Nanjing constituye un agradable viaje de avión de menos de dos horas. Tanto el aeropuerto como el aparato estáN a la altura de lo que se encuentra en Estados Unidos en vuelos locales y resulta mejor que lo que encontraríamos en España. Impresiona llegar a esta ciudad que rezuma prosperidad con sus innumerables rascacielos, sus empresas – nacionales y extranjeras – más presentes que en la mayor parte de las urbes europeas o americanas y con una estación de tren en uno de cuyos vestíbulos cabría holgadamente la del AVE de Madrid con tortugas incluidas. Todo esto abruma y abruma especialmente cuando se conoce la Historia de Nanjing.

El 13 de diciembre de 1937, las tropas invasoras del Japón entraron en Nanjing. Acto seguido, procedieron a asesinar, violar y torturar a centenares de miles de personas en uno de los episodios más cargados de brutalidad que ha tenido lugar en la Historia de la Humanidad y que sólo presenta paralelos de desprecio por la vida humana en los bombardeos aliados o en los campos de exterminio. Incluso comparado con esos ejemplos pavorosos, el grado de crueldad sádica de los japoneses resulta descollante. Entre los perpetradores se encontraba incluso el príncipe Asaka al que se le concedió inmunidad tras la guerra.



En el curso de tres semanas, los japoneses asesinaron en Nanjing a más de doscientos mil chinos indefensos y violaron a más de veinte mil mujeres que iban de ancianas a niñas. Las violaciones no sólo fueron toleradas por los mandos japoneses sino impulsadas por ellos llegando a obligar a los chinos a entregar a millares de mujeres para convertirlas en esclavas sexuales de sus tropas. Ya es terrible que se violara una y otra vez a pobres mujeres o que se las convirtiera en prostitutas para los japoneses. Por añadidura, los soldados del emperador Hiro Hito – que también recibió inmunidad – convirtieron a las desdichadas en víctimas de mutilaciones, de torturas y de atrocidades como ser violadas con bayonetas, tallos de bambú y otros objetos. Ni siquiera las niñas se vieron a salvo de la conducta bestial de los japoneses que además de dejar de manifiesto que eran unos cobardes asesinos de inocentes y unos violadores crueles se rebelaron como ladrones insaciables.



En medio de este episodio que sólo puede avergonzar al género humano, el único vestigio de humanidad se encontró en la zona de protección donde algunos misioneros protestantes y, de manera muy especial, un nazi alemán llamado John Rabe lograron proteger a algunos de los habitantes de Nanjing. No de manera total. Los soldados japoneses irrumpían en la zona de protección para secuestrar mujeres, para matar y para saquear. En un momento determinado y en un episodio que no deja de resultar paradójico fue el despliegue de la bandera con la esvástica lo que permitió que no se acabara con la vida de más inocentes. Rabe fue – y no sólo él – un héroe de muchísima más envergadura que el famosísimo Schindler. Salvó a mucha más gente y con mucho más riesgo aún a costa de molestar a japoneses y compatriotas. En 1938, repatriado de manera forzosa a Alemania, escribió a Hitler contando las atrocidades perpetradas por las fuerzas niponas. Fue detenido por la Gestapo. Al acabar la guerra, perdió además su trabajo durante la desnazificación. Sin embargo, no puede negarse que su comportamiento fue admirable, cuestión aparte es que Hollywood no se haya ocupado de él.



Por su parte, como en tantas otras cuestiones y a diferencia de los alemanes, los japoneses se han negado una y otra vez a reconocer el abismo de maldad al que arrojaron a la ciudad de Nanjing. Incluso, de vez en cuando, publican libros para negar todo. Semejante conducta lleva años contribuyendo no poco a agriar las relaciones con una China que recuerda aquellas atrocidades. Cuando se conoce esta parte de la Historia de Nanjing, uno se queda más admirado si cabe viendo cómo China se ha vuelto a ponerse en pie y se ha convertido en un verdadero gigante.



El comportamiento criminal del ejército japonés en Nanjing tuvo varias causas. Por supuesto, entre ellas estuvo el uso del terror en la idea – errónea - de que serviría para quebrantar la resistencia de los chinos y la consideración de los chinos como seres inferiores racialmente a los que se podía violar, asesinar y robar impunemente. Había además otro aspecto más y es el hecho de que Nanjing había sido un ejemplo del deseo de libertad y modernidad de China.



Precisamente en Nanjing se encuentra el mausoleo de Sun Yat-sen, el fundador del Guomindang y el primer presidente de la república China. Sun Yat-sen es desconocido prácticamente en España y, sin embargo, es una de las figuras más relevantes de la Historia no sólo de China sino de la Edad contemporánea. Se convirtió al cristianismo siendo joven y hasta el final de su vida fue miembro de una iglesia evangélica. Fue precisamente su fe protestante la que explica la manera en que cambió la Historia de China. Porque en medio de exilios y de persecuciones, Sun mantuvo la necesidad de realizar reformas que arrancaran a China de la monarquía feudal en la que vivía para entrar por el camino de la modernidad. Su filosofía política quedó resumida en los Tres principios del pueblo: la independencia de la dominación extranjera, la democracia al estilo occidental y un sistema económico basado en el libre comercio y en un solo impuesto que pesara sobre la tierra y no sobre el trabajo o el comercio. Con esos valores, chino y, sobre todo, protestanteno sorprende que en España no sea conocido.



Personajes tan distantes de él como Mao reconocieron su gran valor. Sin embargo, lamentablemente Sun falleció, abrumado por el trabajo, antes de cumplir los sesenta años. Su mausoleo, extraordinariamente hermoso, se encuentra situado en la cima de una colina. Desde la plaza que se encuentra al inicio hasta el mausoleo situado al final hay más de setecientos metros entre escalinata y descansos. Trescientos noventa y dos escalones flanqueados por pinos, cipreses y ginkgos. Como en tantas ocasiones, los chinos han combinado la majestuosidad – el monumento a Lincoln en Washington parece pobre cuando es comparado con el de Sun Yat-sen – con una plácida armonía.



La subida es dilatada, pero, poco a poco, acabamos llegando a una puerta de mármol de dieciséis metros de altura y veintisiete de ancho en la que aparecen cuatro caracteres chinos – Tian Xia Wei Gong – que significa “lo que está debajo del cielo es para todos”. Pasada la puerta, hay un pabellón donde se encuentra el memorial.



Precisamente, en esta ciudad, donde se aloja el monumento al hombre que derribó al emperador y proclamó la república; que emprendió las reformas para modernizar a China y que actuó guiado por un sentido cristiano de la vida, fue donde las tropas japonesas cometieron algunos de sus comportamientos más brutales y es lógico que así fuera porque su cosmovisión, racista, despiadada, violenta, inhumana, estaba en oposición total a la encarnada por Sun Yat-sen. Sin embargo, gracias a Dios, el imperialismo japonés fue derrotado hace décadas y podemos admirar la grandeza extraordinaria de Sun.





CONTINUARÁ

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Published on April 13, 2016 23:00

Stand By Me

En las últimas semanas, el editorial de La Voz ha sido objeto de ataques y para ello se ha señalado que utilizaba el tema de Stand by Me. Para evitar la censura del programa, ya habrán reparado que hemos conservado la sintonía de siempre en el programa completo y nos valemos de otro para el editorial.

No cabe duda, de que con 12 años utilizándola resulta difícil no identificarla con nuestros anuncios cotidianos. Hoy, he decidido ponerles un video que grabamos hace ya varios años con una versión india de Stand by Me. De la gente que aparece en el video – el equipo de Es la noche de César – casi todos están fuera de Es. Radio. Alguno, como Miquel Rosselló o Gala Kalynnikova – fueron represaliados en apenas unas horas después de mi marcha. Otros desaparecieron tiempo después tras ser degradados. En este montaje, aún estábamos juntos haciendo buena radio.



También hubo una época en que hicimos buena televisión. Fue el caso del programa Corría el año. Un día me enteré de que habían borrado de youtube todos aquellos programas – y varios miles más – por culpa de la incompetencia rampante de uno de los trabajadores de la casa. Por supuesto, aquella calamidad con piernas no recuperó los programas y se libró de un despido más que merecido porque lo protegía un conocido dúo. En el colmo, aquella calamidad que hubiera sido puesta en la calle por cualquier empresa respetable se dedicó a echar a gente de mi antiguo equipo de Es la noche de César.



Sin embargo, la Providencia siempre acaba actuando. Hace unos días descubrí no en youtube, pero sí en otra instancia cerca de cuarenta de aquellos programas. Aunque se han perdido algunos de los mejores – es lo que pasa cuando encargas a incapaces cosas serias – los que restan permiten hacerse una idea de lo que fue y pudo ser aquella televisión. Comenzamos con Alejandro Magno. En fin… espero que disfruten tanto con el video musical como con Corría el año… God bless ya!!! ¡¡¡Que Dioslos bendiga!!!





Aquí está nuestro Stand by Me en hindi







Y aquí el programa de Corría el año dedicado a Alejandro Magno







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Published on April 13, 2016 00:11

April 11, 2016

Entrevista con Ignacio Ruiz Jarabo

Unos meses antes de mi marcha de Es.Radio, un cenutrio absoluto que trabajaba – y trabaja – en la casa logró que Youtube borrara millares de videos de programas nuestros porque, presuntamente, había violado el código de buenas prácticas de esta instancia.

En cualquier empresa normal a un incompetente de esa calaña lo hubieran puesto de patitas en la calle. Pero el ceporro mayúsculo era un pelota del dúo de la pelota y no sólo conservó su puesto de trabajo sino que incluso se permitió colaborar en el despido de algunos de los mejores empleados de la casa tras mi marcha. Luego nos extraña lo que pasa en la política del país, pero es que también sucede en muchas empresas privadas. Si eres un miserable adulador diestro en lamer anos, conservas el puesto aunque no te duches ni por recomendación del médico y hayas causado un daño indecible a la empresa.



Durante años, sentí el pesar de que materiales muy buenos hubieran desaparecido por culpa de aquel suceso que desconocía lo que era una ducha y el desodorante. Hace un par de días, descubrí que, no obstante, algunas de aquellas grabaciones se habían salvado aunque no en youtube. Espero darles alguna sorpresa agradable en el futuro en relación con tan feliz circunstancia, pero, de momento, he decidido traerles una entrevista verdaderamente notable. Tiene ya cinco años y yo mismo me he quedado sorprendido al volver a verla.



En ella, un antiguo director de la Agencia tributaria señala como hay inspectores de Hacienda que actúan no de acuerdo a la ley sino a los impulsos de su sectarismo ideológico; que se dan con frecuencia inspecciones en las que Hacienda exige mucho más de lo debido legalmente extorsionando así al contribuyente; y que incluso sucede que cuando no le salen las cuentas al ministro los inspectores se lanzan a desvalijar a los ciudadanos sin ninguna razón guiados sólo por el deseo de que cuadren los presupuestos. Todo esto lo contó Ignacio Ruiz Jarabo en un libro – la causa directa de mi entrevista - lo que le costó la expulsión del sindicato de inspectores de Hacienda - ¡viva la libertad de expresión! – y también tuvo otras consecuencias.



De manera bien reveladora, en un momento de la entrevista, yo comento que esperaba que no recayeran sobre mi represalias por darle voz. Pues bien – de manera casual, claro – apenas unos días después la Agencia tributaria cayó sobre mi y ahí continua a cinco años de distancia haciendo lo posible por quedarse con lo que no es suyo porque yo siempre pagué mis impuestos rigurosamente. De hecho, me temo que mucho más rigurosamente de lo que debía haberlo hecho. Como Pedro Ruíz, como Alberto Vázquez Figueroa, como tantos otros críticos con el poder pasaba a ser una de esas personas molestas a las que, por pura casualidad, claro está, visita la Agencia tributaria con la intención de quebrarla económicamente valiéndose de una interpretación de la ley más que discutible, por no decir abiertamente intolerable.





Merece la pena ver la entrevista – insisto en ello – porque muestra una realidad que ha empeorado en los últimos años, pero que ya estaba ahí sólo que no se deseaba verla. Así pasa siempre en la Historia de España. insisto: no se la pierdan.




Entrevista a Ignacio Ruiz-Jarabo - 04/05/11 por libertaddigitaltv

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Published on April 11, 2016 23:16

April 10, 2016

Regreso a China (III): Harbin (III)

No puedo concluir mis referencias a Harbin sin referirme a su parque de tigres. La mayoría son tigres de Bengala, pero no faltan el hermoso tigre albino de Siberia – una fiera increíblemente bella – o los leones.

Los chinos han logrado convertir el parque donde se reúnen varias decenas de tigres en una apasionante atracción turística. Pasar por entre esos animales hermosos y, a la vez, extraordinariamente peligrosos constituye una experiencia única en la que no falta la contemplación de cómo una gallina lanzada en su entorno apenas logra unos segundos en ser capturada. Pero más interesante resulta contemplar el orden social de estos animales. Entre ellos, hay una jerarquía, unas reglas sociales, una separación clara de sexos, una búsqueda de la fertilidad que sólo puede dar una relación heterosexual y unos deberes de carácter colectivo que se perciben prácticamente a simple vista. Los que quieran divertirse viendo a las fieras pasarán, sin duda, un rato extraordinario; los que se molesten en ver su conducta descubrirán que existe algo en la Naturaleza que nos enseña y que nos muestra hasta qué punto le volvimos la espalda hace mucho, mucho tiempo.



Abandonamos Harbin contentos de la experiencia. Yo, de manera especial, me siento abrumado por el avance en infraestructuras conseguido por los chinos. Aeropuertos, autopistas, estaciones de tren no tienen nada que envidiar a las de Europa e incluso los Estados Unidos. Es más, en algunos casos, resultan claramente superiores. Lo voy a comprobar de camino a Nanjing, pero de eso hablaré otro día.





CONTINUARÁ

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Published on April 10, 2016 23:14

April 9, 2016

Las manifestaciones pneumáticas

LA IDEOLOGÍA DEL JUDEO-CRISTIANISMO EN EL ISRAEL DEL SIGLO I (XIV):
LA PNEUMATOLOGÍA (III): las manifestaciones pneumáticas

A la conciencia de hallarse frente a manifestaciones divinas contribuyó, sin duda, no sólo una lectura del Antiguo Testamento que, fundamentalmente, repetía los conceptos contenidos en el mismo sobre el Espíritu Santo, sino también, y esto de forma muy fundamental, toda una serie de manifestaciones espirituales que se asociaron con la acción del Espíritu Santo y que confirmaron a los judeo-cristianos afincados en Israel en su visión del mismo, si es que no provocaron directamente su creación y progresiva articulación.





1. Glosolalia



La primera de estas manifestaciones pneumáticas es la conocida como «glosolalia» o hablar en lenguas. La misma consistía en un estado de entusiasmo espiritual cuya manifestación primordial era la de comenzar a emitir sonidos que eran interpretados como mensajes espirituales pronunciados en lenguas diversas. El fenómeno —que tiene paralelos en otros movimientos espirituales y épocas—[1] aparece vinculado en las fuentes a la experiencia de Pentecostés (Hch. 2, 3 y ss.). Entonces ya provocó burlas entre los oyentes que se mofaron del hecho motejándolo de balbuceos de borrachos (Hch. 2, 13). Otros, por el contrario, parecen haberse sentido profundamente impresionados por el fenómeno (Hch. 2, 5 y ss.). Éste se repitió, según las fuentes, con frecuencia. De hecho, a juzgar por Hch. 19, 6 podía ir acompañado de un mensaje profético, algo que resulta ya patente en los escritos paulinos (1 Cor. 12 y 14).



No nos consta, empero, que, a diferencia de lo acontecido en la comunidad paulina de Corinto, esta actividad produjera problemas en el seno del judeo-cristianismo. Esto quizá se debió al peso de los dirigentes de las comunidades (que, al menos, inicialmente, habían vivido con Jesús) y posiblemente también a su carga ética, que los llevaba a rechazar mensajes que no encajaran con ciertos parámetros.



Al comenzar a asentarse la nueva fe en territorio gentil, el panorama parece haber sufrido una transformación radical. Pablo conocía las lenguas (Hch. 19, 6; 1 Cor. 12, 10 y 28; 13, 1 y 8; 14, 2- 39), pero en Corinto, al menos, le ocasionaron serios problemas pastorales al no ir acompañadas ni de una seriedad ética (1 Cor. 13, 1), ni de un discernimiento que determinara el poder espiritual que las inspiraba. Aunque el apóstol insistió en que no debía impedirse aquella actividad en el seno de la comunidad (1 Cor. 14, 39), lo cierto es que la limitó considerablemente exigiendo, entre otras cosas, una interpretación del mensaje comunicado a través de las lenguas.



Un fenómeno similar posiblemente es el recogido en 1 Jn. 4, 1 y ss., aunque aquí no es posible discernir totalmente si nos hallamos ante una manifestación glosolálica o profética, por más que ambas solían ir unidas a menudo. Dado que el trasfondo de las cartas de Juan es, muy posiblemente, Asia Menor, nos encontraríamos aquí con una situación similar a la de Pablo en Corinto: el poder espiritual que se manifestaba a través de la glosolalia podía no proceder de Dios, en cuyo caso había de ser rechazado.[1] Tal posibilidad, hasta donde sabemos, no se produjo en el primitivo judeo- cristianismo afincado en la tierra de Israel.





2. Profecía[1]



Otro de los fenómenos espirituales que el judeo-cristianismo asoció con la presencia y la actividad del Espíritu Santo fue la profecía. Al igual que sucede con la glosolalia, es ésta una manifestación que no se ha limitado exactamente a este período histórico, sino que cuenta con multitud de paralelos en distintos marcos culturales y religiosos. Su peso en el judeo-cristianismo asentado en Israel debió de ser muy considerable. Dado que existía la idea de que habían irrumpido los últimos tiempos escatológicos (Jl. 3 y Hch. 2), el ejercicio de la misma fue muy amplio y, posiblemente, debió de animarse a la gente a buscar libremente tal tipo de manifestaciones. Aquello, por otro lado, implicaba un fuerte contraste con un judaísmo, que descartaba en esos momentos tal posibilidad.



Miembros de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén, establecidos luego en otros lugares, experimentaron este fenómeno profético (Hch. 21, 9) y hay datos que apuntan a que el peso específico (si es que no el número) de los profetas en la comunidad de Jerusalén debía de ser relativamente relevante y que, incluso, desarrollaban un ministerio semi-itinerante en comunidades hermanas (Hch. 11, 27 y ss.). Tenemos noticias de que este tipo de manifestaciones siguieron dándose durante la década de los años 40 (Hch. 15, 27-32), de los 50 (Hch. 21, 10 y ss.) y de los 60 (Eusebio, HE III, V, 4 y ss.). Según la fecha en que datemos la Didajé, podemos ver que el fenómeno se perpetuó incluso posteriormente, aunque ya se aprecian abusos en el mismo (Didajé 9, 7; 11, 3-12; 13, 1-7; 15, 1-2).



El papel de la profecía fue, según las fuentes, muy relevante. Revelaciones de tipo profético provocaron la toma de acciones concretas incluso en la Diáspora (Hch. 11, 28-30; 15, 32). Del mismo modo, y tal como narra Eusebio (HE III, V, 4 y ss.), fue un oráculo profético también el que llevó a los judeo-cristianos de Jerusalén a huir de la ciudad y a refugiarse en Pella durante la guerra contra Roma, una tradición cuya historicidad no se puede discutir.



El autor de Apocalipsis (cuyo mensaje manifiesta la pretensión de ser aceptado por diversas iglesias) se inscribe, desde luego, en esa misma categoría de profetas (Ap. 1, 1-3; 22, 9) y ve a los mismos como parte fundamental de la comunidad (11, 18; 16, 6; 18, 20 y 24; 22, 9), hasta el punto de que Dios es definido como el Dios de los espíritus de los profetas (22, 6). Los mensajes entregados a las iglesias de Asia Menor que figuran en los capítulos 1-3 posiblemente recogen oráculos proféticos del estilo de los transmitidos por aquellos que eran objeto de este tipo de manifestaciones espirituales. Con todo, el autor del libro era consciente de que podía darse un fenómeno de profecía que no procediera de Dios y que, presentándose como tal, causara un daño considerable en las congregaciones (Ap. 2, 20).



En la Diáspora, el papel de los profetas debió de ser durante bastante tiempo muy importante. Pablo, al igual que los judeo-cristianos de Israel, consideró que tal manifestación era un carisma del Espíritu (1 Cor. 12, 28; 14, 29 y ss.) de especial valor, tanto que hubiera sido deseable que todos los creyentes lo hubieran disfrutado (1 Cor. 14, 1 y 39). En Ef. 2, 20 habla todavía de una Iglesia fundada sobre apóstoles y profetas (a nuestro juicio, un argumento nada despreciable en favor de la antigüedad del escrito y de su autoridad paulina), aunque era consciente de que se necesitaba ejercer un criterio de discernimiento sobre el fenómeno, como pasaba en relación con la glosolalia (1 Cor. 14, 29 y ss.). Experiencias como la que Lucas conecta con la estancia del apóstol en Filipos y que tuvo que ver con una médium que ejercía la adivinación (Hch. 16, 16 y ss.) pudieron llevarle, a la conclusión de que no toda manifestación profética era legítima ni podía ser aceptada en el seno de la comunidad.



Una vez más, las fuentes no nos dejan constancia de que ese tipo de problema se produjera en relación con este fenómeno en suelo de Israel, pero sí resulta evidente que fue en éste donde tuvo su origen y donde se mantuvo vigente durante, al menos, varias décadas.





3. Curaciones o sanidades[1]



Otro fenómeno que debió de afianzar más a los judeo-cristianos en su impresión de estar viviendo en una auténtica era del Espíritu fue el de las sanidades o curaciones. Los relatos de las mismas abundan en las fuentes judeo-cristianas (Hch. 3, 9, 32-5; 9, 36-43, etc.). A juzgar por lo señalado en Sant. 5, 14 y ss., era práctica habitual ungir a los enfermos con aceite a la espera de que tal acto, unido a la fe y a la oración, tuviera como resultado la curación.



La «laminilla del óleo de la fe» testifica, desde luego, que la práctica se mantuvo durante décadas y que obtenía resultados. A juzgar, por supuesto, por la oración reproducida en Hch. 4, 30, la comunidad suplicaba a Dios la concesión de curaciones en el nombre de Jesús, consciente de que tales hechos provocarían un impacto considerable en las personas a las que deseaban ganar para la nueva fe.



El fenómeno fue conocido también por el cristianismo paulino, ya que Pablo encuadra las curaciones entre las manifestaciones del Espíritu Santo (1 Cor. 12, 9, 28 y 30). Muy posiblemente, el texto de 2 Cor. 12, 12 implica una autoatribución de este tipo de fenómenos, lo que resultaría inverosímil (sobre todo dada la tirantez de la carta) si no se sustentara en algún hecho concreto, similar a los referidos en la segunda parte de los Hechos (28, 8, etc.).



Aun aceptando la dificultad de abordar este tema, no se puede caer en el reduccionismo de rechazar como meramente legendario todo lo que las fuentes nos dicen al respecto ni tampoco aceptar el riesgo de equipararlo sin más con los relatos rabínicos y helénicos de milagros. El estudio de L. Sabourin sobre el tema[1] puso ya en su día de manifiesto que «ninguno de los hechos maravillosos de la documentación helenística y rabínica presenta una garantía suficiente de autenticidad para que se puedan reconocer en él los rasgos de un solo milagro verdadero», que los relatos de milagros atribuidos a rabinos no surgen hasta un siglo después de los relacionados con Jesús y que los atribuidos a éste poseen un carácter único de historicidad.[1]



Aun cuando no se acepte una afirmación tan categórica como la de Sabourin, no puede obviarse el hecho de que las fuentes rabínicas no sólo no negaron, sino que aceptaron el hecho de que Jesús, un claro enemigo, obraba milagros aunque, lógicamente, los atribuyeron a hechicería (Tos. Shab. 11, 15; 104b; Tos. Sanh. 10, 11). Tal afirmación se hizo extensible a sus seguidores. Todavía en el siglo III, los rabinos consideraban tan posible que los judeo-cristianos que vivían en la tierra de Israel realizaran curaciones invocando el nombre de Jesús que guardaron testimonio de algunas de ellas y, lo que no resulta extraño, prohibieron de forma tajante recurrir a ellas porque resultaba preferible vivir sólo una hora a ser sanado de esa manera (Tos. Jul. 2, 22-3; TalPal Shab. 14d; Tai- Pal Av. Zar. 40d-41a; Av. Zar 27b; Midrash Qoh Rabbah 1, 8; TalPal Shab. 14 d; Midrash Qoh. R., 10, 5; TalPal. Sanh. 25d).[1]



Hechos semejantes resultaban inaceptables por venir de herejes considerados peligrosos, pero, a diferencia de los juicios emitidos sobre las interpretaciones bíblicas de los judeo-cristianos, jamás se cuestionó su veracidad. Precisamente porque las cuestiones eran reales y se conocían testimonios, lo mejor era recurrir a la prohibición de acudir a ellos. Si esto sucedía en plena decadencia del movimiento, ya apartado de manera definitiva de la sinagoga y condenado de manera codificada, podemos imaginamos el poder de atracción que debió de desempeñar en una época en que todavía podía abarcar con su poder de sugestión a sus compatriotas y añadir a estos hechos no sólo una poderosa vitalidad, sino también el empuje de algunos de sus dirigentes y el testimonio de varios centenares de personas que afirmaban haber visto con sus propios ojos a Jesús resucitado (1 Cor. 15, 3-8). Tampoco es extraño que estos componentes se sintieran inmersos en una era marcada por la presencia del Espíritu.





4. Otras manifestaciones



Aparte de los fenómenos señalados, las fuentes hacen referencia a otro tipo de manifestaciones que fueron recibidas por la comunidad judeo-cristiana como procedentes del Espíritu Santo aunque, al parecer, no resultaron tan frecuentes como las anteriores. La primera es la visión extática. El libro de los Hch. contiene el relato de dos de estas visiones (7, 55 y ss.; 10-11). La primera de ellas está referida al linchamiento de Esteban y la segunda a Pedro y el problema de la entrada de los gentiles en la comunidad.



Que ambas recogen sucesos históricos es, a nuestro juicio, difícil de poner en duda.[1] En el caso de Esteban, Lucas está utilizando una fuente previa y, dado que en la misma aparece la expresión «Hijo del hombre» como título relacionado con Jesús por única vez fuera de los Evangelios, se obtiene la impresión de que debió de ser muy antigua y, posiblemente, en arameo. En relación con la visión de Pedro, el relato nos resulta mucho más interesante no sólo porque tiene también todos los visos de recoger un relato histórico, sino porque además nos deja de manifiesto la influencia que este tipo de manifestaciones tenía en el judeo-cristianismo asentado en Israel. Según se menciona, Pedro tuvo una visión en la que se le mostraba que no debían ponerse impedimentos para la entrada de gentiles en la comunidad. La coincidencia de este hecho con la llegada de unos hombres que deseaban establecer un contacto de este tipo desembocó finalmente en la conversión de un militar romano llamado Cornelio y de su familia.



Cuando Pedro tuvo que rendir cuentas de sus actos a la comunidad judeo-cristiana, la base de su argumentación residió en la visión del Espíritu (11, 12 y ss.) y el elemento de convicción definitivo se produjo al tener lugar otra manifestación pneumática, esta vez relacionada con la glosolalia (11, 15 y ss.). Cabe la posibilidad de que el problema de la entrada de los gentiles se hubiera planteado en el seno de la comunidad con anterioridad, si tenemos en cuenta que ésta ya había comenzado su expansión por Samaria (Hch. 8, 4 y ss.), pero, en cualquiera de los casos, la decisión final se tomó, al menos en parte, a impulsos de manifestaciones que los judeo-cristianos consideraron procedentes del Espíritu.



Que este tipo de experiencias eran relativamente frecuentes —incluso fuera del judeo-cristianismo— y que se pretendía otorgarles un peso decisorio específico (aunque no siempre con éxito), es algo que se desprende del caso de Pablo. En 2 Cor. 12 narra precisamente una visión extática, y de algo muy similar podría hablarse en relación con Gál. 1, 11 y ss. Son ambos fenómenos posiblemente paralelos a los descritos en Hch. 16, 6-7. Sin entrar a profundizar en la naturaleza de los mismos, no obstante, no puede negarse su veracidad, así como el impacto que produjeron en los que vivían aquellas experiencias. Tampoco podemos excluir la posibilidad de que las mismas marcaran rumbos de no pequeña relevancia posterior, como fue el caso de la apertura prepaulina a los gentiles o el impulso para alguno de los viajes misioneros de Pablo.



Finalmente, existió otro tipo de manifestación de este signo que sólo se produjo en los primeros tiempos del movimiento, pero que tuvo una decisiva influencia en la configuración del mismo y, muy posiblemente, en evitar su desintegración tras la muerte de Jesús. Nos estamos refiriendo al fenómeno de las apariciones de aquél como resucitado. Aludimos a esta problemática al tratar el tema del pensamiento escatológico de los judeo- cristianos, y ya podemos adelantar que, desde nuestro punto de vista, no puede negarse que existió una convicción de su realidad y que la experiencia se extendió, según una tradición muy antigua, a varios centenares de personas (1 Cor. 15, 6), de las cuales muchas vivían todavía a mediados de la década de los 50. En dos casos muy significativos por su influencia posterior, los de Pablo y Santiago, el hermano de Jesús, tal experiencia provocó incluso una conversión a la fe en Jesús (1 Cor. 15, 7-8), aunque existía con anterioridad una clara animadversión, cuando menos profunda incredulidad, en relación con él (Jn. 7, 5; Hch. 8).



Del examen de este tipo de experiencias —que en no poca medida debieron de marcar también la articulación de una concepción determinada sobre el Espíritu Santo en cuanto tal— se desprende que la creencia en el mismo revistió una importancia que muy difícilmente puede exagerarse en el seno del judeo- cristianismo. Factor indiscutible en el afianzamiento de esta fe lo constituyó la manifestación de una serie de fenómenos que se relacionaron con ella y entre los que se pueden señalar la glosolalia, las profecías, las curaciones y las visiones. Que los mismos se consideraron como parte integrante de la dinámica del colectivo puede desprenderse de la forma en que se extendieron por áreas como las del judeo-cristianismo de la Diáspora y el paulinismo . Que disfrutaron de una enorme importancia puede deducirse de la manera en que influyeron en la toma de decisiones trascendentes para el futuro del colectivo, así como en la articulación de una especie de corpus especial al que se conoce como «profetas». Se mire como se mire, no cabe duda de que la experiencia espiritual de aquellos primeros cristianos se parecía poco o nada a la de ciertas confesiones que se presentan como cristianas y cuyas señas de identidad son radicalmente distintas a las que vemos en aquellos seguidores de Jesús. Pero antes de seguir con este análisis, vamos a examinar la visión que la comunidad judeo-cristiana tenía sobre la forma de recibir el Espíritu Santo.





CONTINUARÁ

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Published on April 09, 2016 23:13

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César Vidal
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