César Vidal's Blog, page 73

July 24, 2016

Corría el año… El viaje de Vasco de Gama

La gente que acuda al campus literario La mirada de Indias en Lima, Perú, durante la última semana de agosto, tendrá ocasión de observar cómo miraron a aquellas tierras maravillosas – que, inicialmente, se consideraron alcanzadas, pero no descubiertas – los que iban llegando procedentes desde España a América.

Fue una gesta con tinieblas más que espesas, pero también con una carga de audacia y valor, de valentía y que sobrecogen hasta la actualidad. Sin embargo, no sólo los españoles buscaron las Indias. También lo hicieron – y los precedieron – los portugueses que – estos sí – llegaron a las verdaderas Indias. La historia verdaderamente maravillosa de Vasco de Gama es buena prueba de ello. Yo los dejo aquí con uno de aquellos programas de Corría el año… en que nos acercamos a la gesta de los portugueses en las Indias reales. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



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Published on July 24, 2016 23:10

Las obras de la escuela joánica (II): las Epístolas

LOS PRIMEROS CRISTIANOS:
LAS FUENTES ESCRITAS (VII):
FUENTES CRISTIANAS (V): Las obras de la escuela joánica (II): las epístolas y el Apocalipsis
Las obras de la escuela joánica (II): las Epístolas[1]

Este conjunto de escritos pertenece ya obviamente a un medio ubicado fuera de Israel, casi con toda seguridad relacionado con Asia Menor, en el que comenzaba a leerse el Evangelio de Juan en clave gnóstica.[1] La finalidad de estas epístolas fue precisamente evitar tal eventualidad. Sin embargo, como fuente trascienden del objeto del presente estudio que es estudiar el judeo-cristianismo palestino durante el siglo I.





[1]



El libro del Apocalipsis tiene unas características únicas dentro del conjunto del Nuevo Testamento. Su relación con el tema de nuestro estudio es relativamente indirecta puesto que se referiría fundamentalmente a las tensiones que experimentaron ciertos sectores judeo-cristianos al entrar en contacto con el mundo gentil de Asia Menor.



La fecha de su redacción es objeto de controversia hoy en día, pues si bien existe un número considerable de autores que la sitúa a finales del siglo I, relacionándola con una supuesta persecución de Domiciano contra los cristianos, no es menos cierto que existe una tendencia creciente a datarla a finales de los años sesenta conectándola con la persecución de Nerón. La primera tesis se ha sustentado fundamentalmente en el hecho de que Ireneo, que escribió hacia el 180 d. J.C., se refirió a la Bestia de Ap. 13, 18 y la identificó con Domiciano (Adv. Haer. V, 30, 3). El pasaje es mencionado por Eusebio en dos ocasiones (HE III, 18, 2 y ss. y V, 8, 6) si bien no parece desprenderse ineludiblemente que éste situara la redacción del Apocalipsis en la época de Domiciano, aunque fija durante ese reinado el destierro de Juan a Patmos, identificando a éste con el apóstol, al igual que Victorino (In. Ap. X, 11). Todo esto implicaría que Juan, el autor del Apocalipsis, y Juan, el del Cuarto Evangelio, son la misma persona; que ambos coinciden con el apóstol Juan; y que el Apocalipsis fue «visto» durante el reinado de Domiciano. Ya hemos examinado la discusión actual relacionada con las dos primeras suposiciones. En cuanto a la tercera, tendremos ocasión de ver que no resulta tan obvia.



Clemente de Alejandría (Quis. div. salv? XLII, 1-15) ciertamente nos habla de que Juan, el autor del Apocalipsis, fue liberado de Patmos a la muerte del «tirano», pero en ningún momento identifica a qué personaje se refiere con este calificativo. Algo similar sucede con Orígenes (In. Matt. XX, 22), que nos habla de la condena de Juan a Patmos pero no la sitúa durante el reinado de ningún monarca en concreto. Por el contrario, Tertuliano, al igual que Hipólito (De Chr. et Antichr. XXXVI), señala que Juan estaba en Roma cuando fue desterrado y de ello parece desprenderse que el hecho tuvo lugar durante el principado de Nerón (Paersecr, XXXVI, 3). Al menos, así lo interpretó Jerónimo (De vir. ill. IX).



Epifanio (Adv. Haer. XLI, 12 y 33) sitúa el destierro de Juan en el reinado de Claudio César, si bien —cabe al menos la posibilidad— de que haya confundido a Nerón con Claudio como consecuencia de que el primero también tenía ese nombre. En cuanto a la versión siríaca del Apocalipsis[1] y la Historia de Juan, el hijo de Zebedeo, en siríaco, señalan que fue Nerón el que ordenó el destierro de Juan. Aparentemente, pues, las noticias patrísticas acerca del período de datación de la obra están divididas en cuanto a relacionarlo con la época de Nerón o la de Domiciano.



Hay que señalar, en primer lugar, y pese a los parecidos evidentes que este escrito presenta en su trasfondo histórico y teológico con I Pedro (claramente datable antes de la persecución neroniana), que en el Apocalipsis nos hallamos con una situación posterior. La actitud hacia el Imperio es negativa puesto que se ha iniciado la persecución neroniana del 65 d. J.C.[1] En repetidas ocasiones se hace referencia a la necesidad de un juicio divino contra la «Bestia» (Ap. 6, 9 y ss.; 16, 6; 17, 6; 18, 20, 24; 19, 2; 20, 4) y se trasluce que el autor había vivido una situación de persecución en la que el poder imperial había derramado la sangre de sus correligionarios sin ningún tipo de contemplaciones. Este cuadro encaja con la persecución neroniana y con la tradición de la muerte de algunos apóstoles como Pedro y Pablo, mientras que no se corresponde con lo que sabemos acerca de Domiciano.



De hecho, el análisis de las fuentes antiguas resulta descorazonador a la hora de encontrar signos de una persecución imperial contra los cristianos durante el reinado de Domiciano. Suetonio, que residió en Roma durante la mayor parte de este reinado, no menciona nada al respecto y Plinio, que a la circunstancia anterior une la de haber formado parte del senado, señalaría después su ignorancia acerca de los cristianos y de cómo tratarlos de acuerdo con el derecho del Imperio (Ep. X, 96). Tertuliano —en un testimonio reflejado por Eusebio (HE IV, 20, 7)— parece admitir que se tomaron algunas medidas aisladas contra algunos cristianos, pero las mismas se limitaron al destierro y concluyeron en breve tiempo con el perdón de los condenados (Apol. V). Eusebio (HE III, 17-20) hace referencia a una persecución contra los cristianos en la época de Domiciano, pero es incapaz de mencionar el nombre de uno solo de los mártires e incluso la referencia a Domitila y a Flavio Clemente está plagada de errores. Así, señala que este último fue desterrado en lugar de ejecutado como dice Suetonio [Domiciano XVI] y afirma que Domitila era sobrina de Flavio Clemente cuando de hecho era esposa de Clemente y sobrina de Domiciano. Por otro lado, parece que el caso de Domitila estuvo más relacionado con razones políticas que religiosas[1] y además Eusebio partía de Melitón de Sardis, que, muy posiblemente, inventó la existencia de una persecución bajo Domiciano con la finalidad de mostrar que sólo los «malos emperadores» habían perseguido a los cristianos.[1] Añadamos a lo anterior que la calificación de Domiciano como el emperador bajo el cual tuvo lugar «la más cruel persecución en todo el mundo» no se produjo hasta el siglo V con Orosio (Hist. adv. p. VII, 10, 1). Ciertamente, no es poca distancia.



Este conjunto de aspectos, que hemos reseñado someramente, hacen que, a nuestro juicio, resulte muy difícil de aceptar la idea de situar una persecución —y más, generalizada— contra los cristianos en la época de Domiciano.[1] Por lo tanto, difícilmente podría situarse en su reinado el ambiente del que surgió el Apocalipsis.



Por el contrario, el contexto que deja traslucir el libro sí parece que encajaría en el clima de la persecución neroniana. Para empezar, la persecución se limita a la ciudad de Roma (Ap. 13, 14-17), pero no se menciona en las provincias (Ap. 1-2), circunstancias ambas que, como en su día señaló Sherwin-White,[1] armonizan con lo que sabemos de este evento. El mismo libro (13, 8) indica además cuál es el nombre de la Bestia mediante un ingenioso recurso a la gematría. El mismo aparece como 666, es decir, la suma de las letras en hebreo (o arameo) para Nerón César. Tal identificación ha sido confirmada por los hallazgos de Qumrán[1] y tiene paralelos en Suetonio (Nerón XXXIX) —quien nos dice que se practicaba un curioso juego gemátrico con Nerón cuyo nombre en griego sumaba 1005, es decir, lo mismo que «mató a su madre», una referencia a un crimen del emperador— y en Filostrato (VI. Apol. IV, 38), donde a Nerón se le denomina, muy elocuentemente, la «Bestia».



Por otro lado, la descripción de la Bestia encaja con Nerón en otros aspectos. En primer lugar, está la referencia a la herida de espada sufrida por la Bestia posiblemente vinculada con el suicidio del emperador. Tenemos además las noticias relacionadas con la estatua o imagen de la misma (Ap. 13, 4, 12-15; 14, 9-11; 15, 2; 16, 2; 19, 20; 20, 4) que, fácilmente, podría identificarse con el episodio acerca de Nerón descrito por Tácito en Ann. XIII, 8.[1]



Ap. 17, 9-11 contribuye por añadidura a confirmar este punto de vista. Según este pasaje, Roma ha tenido ya cinco reyes, otro está reinando, y otro tiene que venir por un período muy breve. Una vez más, los datos encajan con el período al que hacemos referencia. Los reyes ya pasados serían 1. Augusto, 2. Tiberio, 3. Calígula, 4. Claudio y 5. Nerón. Galba correspondería al sexto (reinó de junio del 68 a enero del 69) y Otón al séptimo y duró poco (de hecho, de enero a abril del 69).



En relación con el contexto judío de la obra, resulta asimismo evidente que no se ha producido una ruptura absoluta entre cristianismo y judaismo (aunque ya se producen indicios de la misma, v. g.: Ap. 2, 9 y 3, 9) y que la esperanza de la Parusía es patente (Ap. 2, 25). Sin duda, ha comenzado la guerra judía, pero el Templo no ha caído aún del todo en poder de los romanos (Ap. 11, 1 SS.) ni tampoco la gran ciudad en que se crucificó a Jesús, el Señor (11, 8 y 18, 10) que, obviamente, sólo puede ser Jerusalén y no Roma. Los miembros del pueblo de Dios (¡al que se identifica con Israel y no con una nueva entidad espiritual!) han experimentado la persecución en Jerusalén (Ap. 11, 7 y ss.) y han huido de la ciudad en un intento de ponerse a salvo (Ap. 12, 1 y ss.), aspecto éste que recuerda las advertencias de Jesús en los denominados Apocalipsis sinópticos y que excluye, siquiera indirectamente, que los judeo-cristianos se identificaran con los zelotes que la defendían. Con todo, desde el punto de vista del autor, la suerte del Templo ya está echada. Había sido medido —un símbolo veterotestamentario para indicar lo irreversible del juicio divino (2 Re. 21, 13; Is. 34, 11; Lam. 2, 8; Am. 7, 7-9 y especialmente Ez. 40-45; v. g.: 44, 23 y 43, 7-10)— y será arrasado.



Este conjunto de circunstancias, principalmente el hecho de que las fuentes más primitivas no identificaran al emperador que desterró a Juan con Domiciano o incluso lo hicieran con Nerón, llevó a diversos autores a situar la redacción de Apocalipsis entre la muerte de Nerón en el 68 y la caída de Jerusalén en el 70. Ésa fue la postura de T. Zahn,[1] A. S. Peake,[1] E. B. Allo,[1] J. B. Lightfoot,[1] B. F. Westcott,[1] e incluso F. Engels.[1] Tal punto de vista se vio sometido a un cambio de posición radical en el siglo XX por parte de algunos teólogos,[1] aunque no sucedió lo mismo en el terreno de la ciencia histórica. B. W. Henderson situó el Apocalipsis en la época de Nerón[1] y volvió a sustentar años después idéntico punto de vista.[1] En el mismo sentido, se expresaron G. Edmundson,[1] A. D. Momigliano,[1] A. Weigall[1] y K. A. Eckhardt.[1] Más recientemente, aunque con ciertas matizaciones, ha defendido esta misma posición Ch. Rowland.[1] Aunque no se puede adoptar una respuesta dogmática sobre esta cuestión, creemos que efectivamente el punto de vista expresado por estos autores es el más razonable y que los datos anteriores obligan a fijar la fecha de redacción de la obra a finales del año 68. Desde esa perspectiva, sería incluso posible identificar las diversas cabezas de la «Bestia». Galba —como indicaría 17, 10— estaría en el trono, Nerón habría muerto hacía poco, y podría creerse no sólo que Roma se vería entregada a la anarquía interna, sino que además la misma Jerusalén —simbolizada con el nombre de Babilonia, la gran ciudad donde habían sido asesinados Jesús y algunos de sus seguidores— acabaría pereciendo frente a las hordas romanas y su Templo arrasado. Al respecto, el autor del Apocalipsis no puede ser más claro. La gran ciudad es la ciudad del Templo (Ap. 11, 1 y ss.) y la misma en la que fue crucificado Jesús (Ap. 11, 8). Esa gran ciudad, también llamada Babilonia por su apostasía, será destruida por la Bestia romana (Ap. 18, 10 y ss.). Con ello, se cumpliría el juicio de Dios contra los perseguidores judíos de los discípulos de Jesús.[1]



Henderson[1] vio en Apocalipsis 9, 14-16 y 16, 12 referencias a la creencia de que Nerón sería apoyado en su regreso a Roma por el rey de los partos; y en 11, 2 y 20, 9, a la situación de la guerra contra Roma en Judea, un conflicto aún inconcluso mientras se escribía Apocalipsis; 17, 16 y ss. relacionado con la crisis del Imperio a finales del 68 d. J.C.; y 18, 17 y ss. como una descripción del incendio de Roma que había tenido lugar cuatro años antes.[1] De nuevo, estos argumentos abogarían por una datación en los años sesenta para el libro.



La conciliación de todo esto con las fuentes que relacionan el encarcelamiento de Juan con el gobierno de Domiciano resulta, por otra parte, sencilla. A mediados del año 70 d. J.C. Vespasiano se hallaba en Alejandría, mientras su hijo mayor, Tito, sitiaba Jerusalén. Su hijo menor, Domiciano, fue nombrado César y utilizó la residencia imperial (Tácito, Hist. IV, 2 y Suetonio, Domiciano, I); se le invistió del «imperium consulare» y se escribió su nombre en el encabezamiento de edictos y despachos (Tácito, Hist. IV, 3 y Dión Casio, Hist., LXV, 2, 1 y ss.). En ese período —tal como indica Tertuliano— un profeta judeo-cristiano llamado Juan habría sido condenado por Domiciano al destierro en Patmos. En junio, Domiciano abandonó Roma y en el 71 Vespasiano tomó como colega a Nerva y, quizá, en este período Juan fue liberado. De ser cierta esta hipótesis,[1] Juan habría sido condenado por Domiciano y liberado por Nerva (como afirma la tradición) pero en el 70-71 y no durante el período de reinado de aquél. Para entonces, su obra ya estaría escrita desde hacía tiempo e incluso se ha formulado la hipótesis de que en parte lo hubiera sido antes del destierro y de que mensajes similares a los contenidos en ella fueran la causa de su condena.[1] Esta solución que proponemos es, a nuestro juicio, la única que permite hacer justicia a los diferentes datos que nos proporcionan tanto el análisis interno como externo del libro en torno a su fecha de redacción. La misma se habría producido entre el 68 y el 70 d. J.C., si bien antes de la caída de la ciudad de Jerusalén.



Pasemos ahora a la cuestión del autor del libro. Que éste presenta puntos de contacto con el del Cuarto Evangelio resulta difícil de negar. En ambos casos, el Hijo es llamado el Verbo; se le identifica con el Cordero de Dios; y se habla de su victoria ligada a la de los que le siguen (un factor en común con las Epístolas; v. g.: Jn. 16, 33 y I Jn. 5, 4). En el Apocalipsis se presenta como un profeta de nombre Juan (1, 4 y 9; 22, 8), preso en Patmos por una circunstancia relacionada con el hecho de ser cristiano. Añadamos a esto que Juan, el profeta, parece gozar de un cierto predicamento entre las iglesias de Asia Menor que, históricamente, se relacionan con un ministerio de Juan en la Diáspora. Este conjunto de circunstancias conecta estrechamente a ambos autores, pero, pese a todo lo anterior, la diferencia de estilo literario entre ambas obras dificulta la identificación sin más del autor del Cuarto Evangelio con el del Apocalipsis. Se ha alegado que tales diferencias se deben al género literario o a la imposibilidad de pulir el estilo de la obra en Patmos, pero tales opciones distan de ser plenamente convincentes. No obstante, es difícil negar que ambos autores poseen rasgos que hacen pensar que pertenecieron a una misma «escuela teológica» (por denominarla de alguna manera) que estaba dotada de una cierta especificidad. Como ya vimos al tratar el Cuarto Evangelio, éste era judeo-cristiano y originario de Israel. Desde luego, el autor del Apocalipsis era asimismo un judeo-cristiano de Israel muy bien informado de los avatares bélicos posteriores al 66 d. J.C. y anteriores al 68 d. J.C. Como judeo-cristiano, precisamente chocaba con el cristianismo gentil de algunas iglesias de Asia Menor (2, 14; 2, 20 y ss.) y cabe la posibilidad de que pudieraser identificado con Juan, el anciano que había sido discípulo de Juan el apóstol, al que se refieren algunos Padres. Con todo, tal supuesto no pasa de ser una hipótesis razonable y no puede descartarse que sea el mismo apóstol.



¿Esperaba este Juan un enfrentamiento escatológico inmediato entre Cristo y un gobernante que sería Nerón? Así lo ha pensado algún autor,[1] pero, desde nuestro punto de vista, tal visión dista mucho de resultar convincente. Ciertamente, Juan profetizó una serie de juicios contra diversas naciones (Roma e Israel, especialmente) y, a la vez, proyectó a sus lectores hacia la esperanza escatológica ligada a un juicio cercano y a la Parusía, pero no parece que tal proceso pueda seguirse de manera exactamente lineal. De hecho, más bien se tiene la impresión de que en el Apocalipsis[1] se entrelazan al menos dos hilos conductores, uno presente y otro futuro. El presente (descripciones relativamente fáciles de reconocer acerca de Roma e Israel) nos permite encuadrar la obra en un contexto histórico exacto y descubrir el juicio que del mismo tenían los primeros cristianos. El futuro sirve al autor para mostrar a sus lectores cómo la Historia actual tendrá similitudes con la del futuro, pero, entonces, ligada a la victoria final del Mesías. Empero, no nos hallamos una visión cíclica de la historia.



El continuo avance hacia el futuro a partir de las condiciones presentes ha permitido a ciertos autores elaborar interpretaciones coherentes y sólidas del libro sin referirlas necesariamente a personajes históricos concretos y limitándose a ver sus descripciones paradigmas de todas las épocas.[1] En otros casos, se ha tendido a contemplar la obra como una serie de repeticiones continuadas en torno al mismo marco de hechos,[1] algo que la estructura septenaria del libro favorece de manera singular.[1] Posiblemente, esta especial estructura explique que ya hacia el año 180 Ireneo no supiera el significado del 666, o que la Oda 22 de las Odas de Salomón hubiera ya identificado al monstruo de siete cabezas con el mismo Satanás. Esta última posibilidad no es tan rara si tenemos en cuenta que las operaciones con 666 pueden reducirse a 8 (7 más 1), lo que, para algunos, constituía un símbolo del Diablo.[1] Por si fuera poco, no olvidemos que el número 666 aparece en algunos manuscritos como 616 (¿Kyrios Kaisar? ¿Nerón César?), lo que hace más difícil su interpretación[1] en términos de Historia específica y facilita su exégesis simbólica. Así, la Bestia vendría a ser una imagen del poder civil absoluto que persigue a los seguidores de Jesús, una conducta que Nerón tipificó magníficamente. En cualquiera de los casos, el final de los enemigos de Dios siempre será la ruina terrenal y eterna.



Si aceptamos tal perspectiva, el Apocalipsis nos aparece como una lectura del presente (los capítulos 1-3 son buena muestra de ello) —un presente que podía volverse terriblemente cruel para los judeo-cristianos como lo había demostrado la persecución de Nerón—, pero que permitía interpretar el futuro. Sucediera lo que sucediese en el mismo, la última palabra estaría en manos de Dios y de su Mesías.



La visión de Juan en relación con el futuro cercano se mostró sorprendentemente lúcida y exacta. Jerusalén, descrita como la Gran Ciudad Babilonia, fue arrasada y también pasó lo mismo con el Templo. La destruyó Roma, en la que se había apoyado durante décadas para mantener el statu quo. Con referencia al futuro, el mensaje de que algún día, tras una persecución generalizada de los discípulos de Jesús peor que la neroniana y llevada a cabo por alguien del que Nerón era una muestra, tendría lugar la Parusía y con ella la conclusión adecuada de la historia, no ha dejado de resultar estimulante, generación tras generación, para cristianos en conflicto con el poder civil.



Presumiblemente, el autor del Apocalipsis, tras recuperar su libertad, marchó a Asia Menor, donde se estableció y ocupó un papel de importancia en las iglesias de la zona, pero esa andadura es algo que ya sobrepasa nuestro ámbito de estudio. No obstante, debemos dedicar algún espacio a señalar el valor que esta fuente tiene para nosotros. Para empezar, resulta indiscutible su origen judeo-cristiano, ligado a una preocupación muy clara por el destino de Israel y por las comunidades enclavadas en ese territorio. Los destinatarios de la obra son, principalmente, iglesias de Asia Menor (c. 1-3), pero el origen de la misma es judeo-cristiano y originario de Israel, a juzgar no sólo por el conocimiento de ese trasfondo sino también por el tipo de griego utilizado.



El Apocalipsis nos permite así acceder, siquiera indirectamente, no sólo a datos históricos concretos sino también a una visión ideológica específica cuyo origen se hallaba en la tierra de Israel y que, como hemos señalado, presenta puntos de contacto específicos con el Cuarto Evangelio, sintiéndose además enfrentada con algunas manifestaciones del cristianismo gentil. Como tendremos ocasión de ver, cuestiones como el tratamiento posterior de los decretos del concilio de Jerusalén, el destino de los judeo-cristianos en el territorio de Israel o su especial cristología aparecen en esta fuente arrojando no poca luz acerca de su significado y trascendencia.





CONTINUARÁ

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Published on July 24, 2016 01:09

July 23, 2016

It’s Now or Never

Cuando Elvis Presley, tras una pausa profesional, decidió regresar por la puerta grande, pensó también en hacerlo de una manera novedosa. No es que tuviera intención de abandonar el rock, las baladas o el country, pero ansiaba grabar en otros estilos. Por ejemplo, en el lírico. Como era de esperar, en los estudios consideraron que la voz de Elvis era envidiable, pero que tampoco daba para imitar al Gran Caruso.

Al final, encontraron un término medio adaptando algunas composiciones líricas. Fue de esa manera como el famoso O sole mío! pasó a ser entonado por the King aunque en un estilo más ligero. La canción se convirtió en un It´s Now or Never o Es ahora o nunca.



La letra tenía su aquel porque Elvis señalaba que era ahora o nunca al dirigirse a la que suponemos sería una bella señorita. O ahora era de Elvis o ya no habría nada que hacer o, como afirmaba, “tomorrow will be too late”, es decir, mañana será tarde.



He recordado esta canción al ver la situación de nuestro crowdfunding que sólo está a cinco días de su conclusión. El número de gente comprometida ha sido superior al de las ocasiones anteriores y una cantidad mayor de dinero se ha reunido en menos tiempo. Se trata de una proeza impresionante sobre todo si se observa el avance de la última semana. Con todo, estamos todavía lejos de la meta y corremos el riesgo de no alcanzarla. Será más que difícil que lo logremos si no llegamos al 85 por ciento al menos este fin de semana y al 90 para el martes. Si, finalmente, para el último día no hemos alcanzado el objetivo de 50.000 dólares – dólares, no euros - La Voz no regresará en septiembre.



Personalmente, el final de La Voz no causaría trastorno alguno. Soy consciente de que todo su equipo ha demostrado una entrega y un sacrificio my superior al de la media nacional. Estoy más que orgulloso de ellos. Pero, por lo que a mi se refiere, yo podría disponer de seis horas adicionales de tiempo libre cada día y ahorrarme varios miles de euros al mes. No ganaría nada, pero dejaría de emplear un tiempo y un dinero nada escasos sin recibir, como hasta ahora, contraprestación alguna. Se habría cerrado una etapa y comenzaría otra. Es una experiencia que he atravesado no pocas veces a lo largo de los últimos cuarenta años. Incluso creo que no me equivoco al decir que la Agencia tributaria podría concluir el acoso al que me viene sometiendo desde hace más de cinco años. Si persisto en esta brega no es, desde luego, por beneficio personal sino por sentido del deber.



Bien distinta es la situación de los oyentes. Una segunda legislatura de Rajoy consumará el apagón mediático que comenzó con ZP y que antes habían consagrado los nacionalistas. Intenten ustedes descubrir noticias sobre los jugosos beneficios que obtienen a costa de los contribuyentes segmentos privilegiados como la banca, el empresariado cercano al poder o la iglesia católica y comprobarán que no exagero un ápice. Incluso antiguos ministros socialistas acaban de firmar un manifiesto secundado por gente de la izquierda para que haya un nuevo gobierno ya y hemos tenido que contemplar como personas supuestamente independientes llevan los últimos días haciendo entrevistas-masajes a políticos del PP porque sólo la publicidad institucional podría salvarlos de la quiebra. Para colmo, el gobierno de Rajoy ha vuelto a asestarle otro hachazo a la hucha de las pensiones y Cristóbal “Nosferatu” Montoro a entregarle más dinero a los independentistas catalanes que, por supuesto, ya se han quejado afirmando que es “nada”. ¡Cómo se nota que el dinero no lo ponen ellos!



No. No se hagan ustedes ilusiones. No habrá información libre salvo en reductos pequeños y poco conocidos. Para la práctica totalidad, se trata no de informar a los ciudadanos sino de cerrar en positivo la cuenta de resultados o, como ha confesado públicamente, el capo de una de las televisiones más importantes, de vender cuanta más publicidad, mejor. No me parece mal que se cobre la publicidad, pero encuentro indefendible moralmente que en esa venta de publicidad tenga lugar también la venta de la verdad, de la libertad y de la dignidad. Si La Voz se clausura, precisamente porque nunca se ha vendido, ni ha recibido dinero de los partidos, ni ha contado con la bendición de confesión religiosa alguna, tendrán ustedes que buscar otro sitio para enterarse de lo que sucede y también para escuchar la voz de los que no tienen voz. Si, por el contrario, la causa de la libertad y de la Verdad significa para ustedes algo más que una charla de café; si desean seguir recibiendo una información veraz y crítica; si piensan que merece la pena seguir escuchando La Voz… no les quedan muchos días para colaborar en ese empeño. Como diría Elvis, it´s now or never. Con él les dejo. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!







Y aquí está Elvis…

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Published on July 23, 2016 00:48

Fairest Lord Jesus

Hoy he decidido traerles un sencillo y dulce himno evangélico dedicado a Jesús. Muy popular a los setenta, cuando yo lo conocí, dicho sea de paso, en español existen varias versiones con letras no del todo coincidentes.

No del todo coincidentes, pero sí bastante similares. La inmensa belleza que emana de Jesús no tiene nada que ver con esos rostros nórdicos que lo han encarnado en el cine y que han tenido como consecuencia que, cuando lo hizo un español, pareciera que en vez de ser Jesús, diera la sensación de capitanear bandidos.



A decir verdad, lo que resulta atractivamente hermoso en Jesús es su persona, su conducta y sus enseñanzas. Se podrá alegar además que en él se cumplieron más de trescientas profecías que lo señalan como mesías o que, como señalaron sus contemporáneos, sus hechos milagrosos, reconocidos incluso en el Talmud, indicaban la presencia de alguien sobrenatural. Sin embargo, lo que, al fin y a la postre, nos conmueve es alguien que puede leer el corazón humano, que no se deja enredar por los religiosos profesionales, que señala que si alguien cree que se salvará por sus obras se está cerrando la puerta de la salvación, que come con pecadoras y publicanos porque sabe que todos somos pecadores y no tenemos otra salida que la de arrojarnos en los brazos de Dios, que comunicó la enseñanza de mayor altura moral de la Historia y que fue consecuente hasta el último momento de tal manera que fue detenido, juzgado injustamente, torturado y ejecutado en el peor suplicio de la época. No sorprende que Dios lo reivindicara levantándolo de entre los muertos porque, ciertamente, la muerte no podía sujetarlo.



Es esa belleza – insisto, fundamentalmente, moral y existencial – la que recuerda esta canción. Les he reservado varias versiones. La primera la entona Janet Pascal en el programa de los Gaither y es la original, exactamente igual que la del Generation Gospel Choir. A continuación van dos versiones en español. La primera es un solo de Gabriela Benavente y la segunda es coral. Disfruten de ellas. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!







Aquí esta la versión de Janet Paschal en el programa de los Gaither



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Y éste es el Generation Gospel Choir



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En español, el solo de Gabriela Benavente



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Y, también en español, esta versión coral.





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Published on July 23, 2016 00:38

July 21, 2016

Los libros proféticos (XXV):  Daniel (IV):  la derrota segura de los cuernos pequeños

Para aquellos empeñados en proyectar el libro de Daniel hacia el futuro en un ejercicio de imaginación, el capítulo 8 representa una nueva oportunidad. El cuerno pequeño vuelve a ser el Anticristo como gobernante político – no hay un solo pasaje en la Biblia donde se de ese significado al término anticristo - y a continuación aparecen en raudal las más delirantes especulaciones.

Aclaremos ya desde el principio que el cuerno pequeño del capítulo 7 surge a partir de Roma y el del capítulo 8 a partir de Grecia con lo cual es imposible que hablemos de lo mismo. Por añadidura, los datos del capítulo 8 son mucho más fáciles de identificar que los del capítulo 7 donde cabe un par de posibles identificaciones. Eso sí, algo de Historia hay que saber para comprender la profecía – más que cumplida – de Daniel.



Daniel señala que la visión la tuvo cuando aún reinaba Baltasar (Belsasar) (8: 1). Lo primero que vio fue un carnero con dos cuernos desiguales de los cuales el mayor se hizo todavía más grande y embistió adonde quiso (8: 3-4). La referencia es fácilmente identificable como el imperio medo-persa en el que los persas– el cuerno más alto – siempre fueron más importantes que los medos y siguieron aumentando su relevancia a partir de Ciro hasta el punto de que, convencionalmente, se suele hablar de imperio persa.



Contra el carnero – Medo-persia – se alzó un machó cabrío de origen occidental (8: 5) que se expandió con tal velocidad que parecía no tocar la tierra (8: 5). Un rey controlaba a esta potencia – el cuerno entre los ojos (8: 5) – que batió en toda regla a los persas (8: 6-7). La referencia a Alejandro Magno es clarísima. No sólo es que aniquiló al imperio persa sino que, por añadidura, el simbolismo es magnífico. En su camino hacia el rey persa, Alejandro se detuvo en Egipto y descendió hasta el oasis de Asiut donde se rendía culto a Amón. Los astutos sacerdotes egipcios dijeron a Alejandro que era hijo del dios Amón, algo que el joven macedonio aceptó encantado y, como muestra de ello, acuñó monedas en las que aparecía con los cuernos de un macho cabrío. Por cierto, hasta el día de hoy, los árabes siguen llamando a Alejandro “el de los dos cuernos”. Hay que reconocer que el símbolo trasladado por Daniel difícilmente hubiera podido ser más acertado.



Como es sabido – y vio Daniel – Alejandro, el gran cuerno, murió y en su lugar surgieron otros cuatro (8: 8). Así fue. El imperio de Alejandro acabó dividido entre Casandro en Macedonia, Lisímaco en Tracia y Asia menor, Seleuco en Siria y Ptolomeo en Egipto.



De uno de estos cuatro reinos surgiría un cuerno pequeño – otro más, otro diferente – que se extendió hacia el sur, oriente y “la tierra gloriosa”, es decir, el territorio de Israel (8: 9). Obviamente, Daniel estaba viendo a Antíoco IV Epífanes que descendía de los seleucidas y que se extendió en esas direcciones. Entró, al sur, en Egipto y, a oriente, en Elimais y Armenia. No sólo eso. Ofendería gravísimamente a Dios y lograría suspender el sacrificio y profanar el templo de Jerusalén (8: 10-11). Así fue efectivamente porque Antioco IV conquistó Jerusalén y convirtió el templo en un lugar de culto a Zeus a la vez que sacrificaba cerdos en el altar de los sacrificios. Como dice el v. 12 “hizo cuanto quiso” y, efectivamente, así fue. De hecho, prohibió el cumplimiento de la Torah y quemó las Escrituras a la vez que paralizaba la vida del templo. Antíoco IV se presentaba a si mismo como Epífanes (manifiesto, es decir, dios manifiesto), pero los judíos, realizando un juego de palabras, lo llamaban Epímanes (el loco).



El drama era tan sobrecogedor – ni siquiera Nabucodonosor se atrevió a tanto – que no sorprende que se planteara la duración de aquel ultraje causado por el cuerno pequeño (8: 13). La respuesta fue clara: dos mil trescientos días (tarde y mañana es el término para hablar de un día, como sabe cualquiera que lea el capítulo 1 de Génesis). La cifra es correcta porque fue el tiempo que duraron (171-165 a. de C.,) las acciones sacrílegas de Antioco IV. De hecho, finalmente los rebeldes judíos pudieron volver a consagrar el templo. ¿Es esta interpretación y no la que ve en este texto al Anticristo en este capítulo la correcta? Sin la menor duda.



De entrada, en el v. 17 se nos habla de que se trata de una visión “para el tiempo del fin” aunque ese dato queda matizado por el hecho de que ese fin es el de la ira (8: 19), hecho este que debería recordarse cuando se leen ciertos pasajes de la Biblia. Es decir, no se nos está hablando de hechos que sucederán dentro de milenios sino mucho antes. Por si hubiera alguna duda, el ángel señala la interpretación de los símbolos: el carnero es Medo-Persia (8: 20), el macho cabrío es el rey de Grecia y el cuerno grande su primer rey, es decir, Alejandro (8: 21), los cuatro cuernos fueron los cuatro reinos que surgieron después de Alejandro (8: 22) y, tras éstos, un cuerno pequeño que sería malvado y que se levantaría contra el mismo Dios (8: 25). Su final no sería por mano humana. Efectivamente, Antíoco IV murió no asesinado sino de enfermedad, una enfermedad que los judíos atribuyeron, comprensiblemente, a la acción de Dios.



Por supuesto, la profecía tardaría muchos días en cumplirse, pero, aún así, Daniel quedó enfermo por días y no podía ser menos ya que implicaba que si, algún día, había un regreso a la Tierra – es así como se llama en las fuentes judías al territorio histórico de Israel - el templo volvería a ser horriblemente profanado, de hecho, más que bajo Nabucodonosor. No sorprende que Daniel no sólo se sintiera horrorizado sino también confuso sin terminar de entender lo contemplado (8: 27). Nosotros sí podemos entenderlo con notable claridad siempre que estemos dispuestos a leer la Biblia con atención y no a perdernos en absurdas – incluso ridículas – especulaciones sobre el futuro.



Daniel no es un plano de nuestro futuro sino una clara descripción de la Historia que obliga a reflexionar por nuestro bien en el día de hoy. Los cuernos pequeños que persiguen al pueblo de Dios aparecen vez tras vez a lo largo de los siglos. Blasfemos altivos, arremeten contra los que pretenden ser fieles a Dios y, sobre todo, intentan extirpar el testimonio de las Escrituras quemándolas de la misma manera que hicieron en su día Antíoco IV, los emperadores romanos o la Inquisición. Por un tiempo, siempre parecen que se van a imponer y que se han impuesto sobre Dios y Su pueblo. Así es porque, históricamente, no han tenido problema alguno en derramar la sangre de los fieles a la enseñanza de la Biblia. Sin embargo, es un craso error aceptar ese punto de vista porque, al fin y a la postre, comparados con Dios son sólo pequeños cuernos que acabarán derrotados y será así porque Dios es el Señor de la Historia. Esta es la realidad de la Biblia. Lástima que algunos prefieran elucubrar con un futuro que, por añadidura, no tendrá nunca lugar.



CONTINUAR





Lectura recomendada: Daniel 8

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Published on July 21, 2016 23:05

La Guindalera

Me levanté esta mañana con malos presentimientos. No me atribuyan dotes paranormales porque lo mismo la causa pudo ser una mala digestión, pero lo cierto es que he abierto la prensa por internet y, ¡paf!, ahí estaba la noticia de que el teatro La Guindalera había cerrado.

A muchos, especialmente si viven fuera de Madrid, quizá la mención de La Guindalera no les diga mucho. Yo, sin embargo, puedo afirmar con el corazón en la mano que los focos de cultura como La Guindalera son de las pocas cosas que echo de menos en este exilio transatlántico. En no pocas ocasiones, asistí a las funciones de este teatro pequeño en dimensiones, pero inmenso en calidad y altura artística. Durante trece años, La Guindalera ha sido un referente de la escena. Juan Pastor, su director, mimaba con exquisita precisión de orfebre experto todos y cada uno de los montajes. Su esposa, Teresa, y su hija María – en mi opinión, una de las cinco mejores actrices que existen en toda España – se transformaban en cauces por los que discurría con una naturalidad sobrecogedora una selección extraordinaria de obras teatrales. Creo que sólo he visto adaptaciones comparables de Chéjov gracias a la labor extraordinaria de Ángel Gutiérrez, cuyo teatro de cámara, el Chéjov, también se vio obligado a cerrar hace ya años. No hay que ser un genio para darse cuenta de que el colapso de estos centros indispensables de cultura obedece a causas económicas. No es que la gente no acuda a ellos. A decir verdad, era muy común verlos llenos hasta la bandera. No. Es que hubo un canalla en el ministerio de Hacienda que decidió que los teatros tenían que pagar un veintiuno por ciento de IVA. Esa subida criminal del impuesto ha determinado que locales como La Guindalera pasaran de sobrevivir con una honrosa austeridad a quebrar. Me dicen que el IVA de los sexshops, sin embargo, es reducido. De ser así, ya sabemos que el corazón de algunos políticos y burócratas no se encuentra precisamente en la preservación del arte. Naturalmente, la infamia del IVA del 21 por ciento podría haberse palíado con alguna ayuda cultural, pero el dinero de ayuntamientos y CCAA se entrega en no pocas ocasiones a clientelas políticas amigas o a las que se espera ganar y no a aquellos que, en verdad, sirven a la sociedad. Las brigadas del lobby gay que en Madrid enseñarán a los niños las bondades siderales de la homosexualidad imagino que no lo harán gratis. Más valdría que ese dinero hubiera ido a centros como la tristemente clausurada Guindalera. Y, como siempre, nos encontramos con la realidad sobrecogedora de todos los días. Esta y otras noticias que describen la auténtica realidad de España no ocuparán espacio en los medios de comunicación. Si pueden ser conocidas por el gran público es gracias a los escasísimos espacios de libertad como La Voz. Si alcanzamos la meta del crowdfunding esta misma semana esa voz seguirá sonando y arrojando luz. De lo contrario… de lo contrario, quien ahora escribe estas líneas seguirá combatiendo por la Verdad y la libertad, pero el programa tendrá que cerrar. En manos de los que ahora están leyendo este post queda el contribuir a mantener una reducida ventana por la que mirar la realidad o dejar que ese espacio, perseguido desde hace años por los más diversos poderes, se vea clausurado, es decir, que corra el destino injusto de La Guindalera.

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Published on July 21, 2016 01:01

July 20, 2016

La fiabilidad de la Biblia

Ocasionalmente, los medios se agitan con noticias sensacionalistas que, supuestamente, vulneran la fiabilidad de la Biblia. Confieso que esas situaciones me causan pesar, primero, por la ignorancia de que hacen gala los medios; segundo, por la falta de ética de los que difunden la supuesta noticia y, finalmente, por el desconocimiento de cómo ciertos disparates, lejos de ser nuevos no son sino la repetición de dislates refutados hace décadas.

En esta entrevista con Pedro Tarquis abordamos precisamente el tema de la fiabilidad de la Biblia. Esta vez va en tres formatos para facilitar su mejor audición. Espero que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





Si quieren escucharlo en Protestante Digital:

http://protestantedigital.com/multimedia/39860/La_Biblia_fiable_al_cien_por_cien





Para los que prefieran ivoox:

https://www.ivoox.com/biblia-fiable-al-cien-cien-c-audios-mp3_rf_12224190_1.html



Y, según me cuenta Pedro Tarquis, la caraba de sonido

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Published on July 20, 2016 05:09

July 18, 2016

El enanito cruel

La semana pasada recibí de un lector varias fotos antiguas donde descubrí la imagen del Enanito cruel. No recuerdo su nombre – todos le conocían por el mote – pero recuerdo que fue mi profesor de Ciencias naturales por dos cursos.

Solía pasear por entre las filas de pupitres asestando palmetazos tan inesperados como injustos sobre los que llenábamos el aula. A mi incluso me otorgó un trato especial. Un día, quizá al tirarme de las patillas o darme un capón, solté un grito que provocó algunas carcajadas en la clase. Desde entonces, para divertir al resto de los alumnos, el enanito cruel dedicaba los primeros minutos de clase a buscar alguna manera de provocarme alaridos. Era hábil y sabía cómo presionar la nariz, las orejas, una extremidad o el cuello de tal manera que diera la impresión de que estaba practicando para llegar a ser cantante de ópera. Por supuesto, aquella conducta parecía normal y como tal la aceptábamos. Años después, siendo yo estudiante universitario, me lo encontré en el metro y nos saludamos de manera amistosa, incluso cordial. Recuerdo que hasta me preguntó por mi hermano que ya lo tuvo de profesor en tiempos más civilizados. El enanito cruel – justo es decirlo – no era el peor. Recuerdo otro profesor de esa época – los diez años – que propinaba unas bofetadas colosales a la vez que decía sentencioso: “Cero al cociente y bajamos al tonto siguiente”. Aunque la palma, sin duda, se la llevaba el prefecto al que yo le vi astillar un palo de escoba dando palmetazos a una criatura que no tendría once años y que, una vez, le tiró un martillo a la cabeza a un compañero de clase. Le hizo una brecha, pero sobrevivió y ahora es notario en Cataluña. Como estos días ha circulado por Facebook un video donde un profesor propinaba bofetones a unos niños y no pocos lo han atribuido a la barbarie del islam, debo aclarar que yo no estudié en una madrasa y que ninguno de mis profesores era musulmán. Sí que hubo varios que, en comparación, convertían a la bestia del video en una madre tierna. Pero - debo insistir en ello - la época era así e incluso los padres repetían máximas como “primero, se cumple el castigo y luego se reclama” o “esto es como la mili. Al entrar se cuelgan los huevos en el perchero y, al salir, te los llevas a casa”. Reconozcamos que para una criatura de diez años – mi edad de entonces – la pedagogía tenía su aquel. Bueno, para ser sinceros, por aquel entonces semejantes afirmaciones me parecían una idiotez injusta; ahora me resultan verdaderas monstruosidades. Imagino que, hoy en día, el enanito cruel habría acabado en el banquillo si es que no en un sitio peor, pero ¡a buenas horas a casi medio siglo de distancia y cuando los padres no pocas veces acosan a los docentes de la manera más inaceptable! No abrigo rencor alguno por todos aquellos episodios, pero causa enorme pesar contemplar la más que generalizada falta de reacción social ante las modas imperantes en momentos históricos concretos. Estoy convencido de que un día, el género humano verá con el mismo horror con que hoy contempla la esclavitud o el maltrato escolar a aquellos que predican que es un derecho el asesinar con alevosía a millones de seres indefensos en el claustro materno. También cuando nuestra demografía se desplome – sucede ya desde hace tiempo – y nuestra sociedad envejecida se vea asaltada por fuerzas venidas de fuera, serán muchos los que abominen de la ideología de género como una de las peores desgracias que pueden recaer sobre una sociedad. Pero ya no servirá de nada. Como en el caso del enanito cruel, sólo podrán preguntarse cómo la mayoría de la sociedad no se enfrentó al desastre y como, al fin y a la postre, se descendió tan bajo y tan estúpidamente.

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Published on July 18, 2016 23:39

Del crowdfunding al teatro pasando por el chotis

Los últimos días – diría que la última semana– ha resultado rebosante de emociones. Primero, fueron las sucesivas despedidas en el programa La Voz que nos emocionaron a todos desde Isaac Jiménez a María Jesús Alfaya pasando por Roberto Centeno, Pilar Muñoz y Sagrario Fernández Prieto.

No en vano, algunos llevan colaborando conmigo en radio más de una década y hemos pasado mucho juntos. El programa se despedía y se despedía sin poder decir con seguridad si la despedida era definitiva o sólo hasta septiembre.



En segundo lugar, vino el fin de semana. El sábado por la noche, la persona que se ocupa de mis relaciones con el fisco americano – nada que ver con la Agencia tributaria – me invitó a cenar. Me llevó a un restaurante español – me eché a temblar porque los que conozco en Miami son espantosos – y, para mi sorpresa, descubrí que la comida era excelente. Como si estuviera en Madrid. Una tuna española iba cantando por las mesas. Tres asturianos y un madrileño. Charlamos un rato y cantaron el chotis Madrid de Agustín Lara. Un nudo se me puso en la garganta y los ojos se me llenaron de lágrimas, algo que advirtió, para apuro mío, la pareja que me había invitado a cenar. De repente, mientras escuchaba lo de “en Chicote un agasajo postinero” ante mis ojos aparecieron aquel cuarteto había tenido que marcharse a Miami a cantar por las mesas y esa Gran Vía que no volveré a pisar y la calle de Hortaleza que llevaba a mi colegio de San Antón y el paseo del Prado por el que me gustaba pasear y la casa que perdí y la cuesta de Moyano con sus tenderetes de libros y los teatros, pequeños y extraordinarios, a los que acudía los fines de semana en un intento de oxigenarme de unas jornadas laborales que no eran de menos de 14 horas y muchas veces llegaban a las 16 e incluso las 18… todo eso y mucho más. Imaginará el lector cómo se me revolvió el alma cuando, tras acabar el chotis, entonaron Los nardos y la calle de Alcalá y la florista que ya no existía y que nunca volverá.



Hace unos meses, una amiga del alma me envió los libros de viajes de Camilo José Cela. A mi juicio son lo mejor del premio Nobel y este fin de semana estuve releyendo Judíos, moros y cristianos. Es una experiencia agridulce. Por un lado, los ojos se me llenan de paisajes descritos por Cela que yo conocí en mi infancia y adolescencia; por otro, surge la seguridad penosa de saber que nunca los volveré a ver y no sólo porque no voy a regresar a España sino porque ya dejaron de existir hace tiempo. Casi todo lo hermoso que yo conocí en España ha ido desapareciendo dando paso a un océano de plebeyez y vulgaridad, de mal gusto y ordinariez, de fanatismo e incultura. No puedo regresar a España, pero, de poder, no sé si lograría soportarlo porque no es cosa de estar viendo monumentos las veinticuatro horas del día para sobrevivir psicológicamente.



Pero también este fin de semana – no sé si como compensación cósmica al laceramiento - el crowdfunding dio un estirón sensacional. De hecho, si hubiera sido así desde el principio ya habríamos cubierto el objetivo. Por primera vez desde que empezó el crowdfunding podemos ver la meta. No hemos llegado y queda mucho camino – realmente mucho - para sólo diez días, pero tenemos una posibilidad real de alcanzarla.



Y hoy han retornado las tristezas relacionadas con la patria. Ha sido, nada más despertarme y gracias al grupo de wassapp God bless ya!!!, enterarme del cierre del teatro La guindalera. Le dedicaré la columna deLa Razón de este miércoles a este teatro tan pequeño en dimensiones como grande en aportes culturales, pero ya adelanto que es otra consecuencia – van millones – de la política encanallada de Cristóbal Nosferatu Montoro. No exagero si digo que su IVA del 21 por ciento ha hecho más daño al mundo de la cultura que la censura de Franco. Eso sí, mantiene el 4 por ciento del IVA para los sexshops. ¿En qué pensará Nosferatu? Al parecer, en jeringar, de una u otra manera, a todo el género humano.



Llamé a la Guindalera para decirles que estaba a su lado y que si volvíamos con la radio los apoyaría en la próxima temporada en cualquier andadura que siguieran. Me lo agradecieron efusivamente, pero yo no podía dejar de pensar que la cultura le importa un pito a los políticos – sin excepción de partido – y que en Madrid, de nuevo, quien no sabe nada, pero está cerca de los poderosos y un catalán - ¡otro más! – van a dirigir el destino teatral de la CCAA. Imagino que el gobierno está tan ocupado en satisfacer al lobby gay y en formar y fnanciar las brigadas de homosexuales que irán por los colegios predicando el evangelio de Sodoma que no puede ocuparse de la cultura. ¿Indiferencia? No. Hace ya tiempo que llegué a la conclusión de que la odian. Un pueblo culto, con formación, con criterio no les toleraría muchas cosas… pues que sean progres – o conservadores – pero asnos. Total, ese tipo de asnos no les va a dar coces mientras le suministren paja.



Ignoro que va a ser del crowdfunding de La Voz aunque es cierto que podemos llegar a la meta. Lo que no ignoro es que si esa voz es silenciada sucederán dos cosas. La primera es que España perderá un foco de información y voz independiente que no capitula ante los poderosos por los ingresos de la publicidad. Decía Solzhenitsyn que una vez que te quitan todo como ya no te pueden quitar nada, hay quien no se doblega sino que resiste más. Es mi caso. Durante años, lograron echarme de las editoriales, lanzarme a la Agencia tributaria encima en un acoso bochornoso que ha causado la sorpresa de algunos profesionales con los que he comentado el tema, arruinarme económicamente, alejarme de casi toda mi familia, privarme de pasear por la Gran Vía buscando a una florista que desapareció hace décadas… todo de manera injusta aunque, sin duda y eso lo reconozco, no inmerecida. Enfrentarse con los poderosos sin buscar el apoyo de otros igual de malos, pero distintos, tiene estos costes. Sin embargo, no sólo no me han llevado a rendirme, es que además me han privado de algo que perder – a decir verdad, han creado una situación que me mantendría esclavizado por ellos durante dos o tres vidas más - y, por lo tanto, me han dado una enorme libertad.





La segunda es que, pase lo que pase, yo seguiré adelante. Quizá volviendo la espalda del todo a España, pero empleado en otras tareas y buscando, en primer lugar, el Reino de Dios y su justicia en la convicción de que todo lo demás se dará por añadidura. Desde luego, es mi experiencia y por ella, a pesar de los sacrificios, le doy gracias a Dios. Eso sí, es posible llegar a la meta del crowdfunding si los oyentes de La Voz no se duermen. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

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Published on July 18, 2016 09:40

July 17, 2016

Corría el año… Margaret Thatcher

La dimisión de David Cameron – sí, en Gran Bretaña, los presidentes del gobierno asumen responsabilidades e incluso dimiten – ha abierto la puerta a que una mujer vuelva a ser la inquilina del 10 de Downing Street. Pero antes de ella - y siempre se recordará - estuvo Margaret Thatcher.

Educada en un hogar evangélico – su padre era diácono en una iglesia local y se ganaba la vida con una tienda – Margaret Thatcher aprendió virtudes bíblicas especialmente recuperadas por la Reforma. La libertad, la desconfianza hacia el poder político, el trabajo duro, la educación, la necesidad de no oprimir con impuestos a los que crean riqueza poniendo como excusa la justicia social… todo eso y más lo convirtió en un programa político que la llevó a ganar una elección tras otra.



No provocó la caída de la URSS – tampoco lo hicieron Ronald Reagan y mucho menos Juan Pablo II – pero sí cambió su época. Al final, su propio partido la derribó cuando quiso imponer una tasa impositiva única que habría sido mucho más justa, pero que hacía peligrar a las clientelas y a los privilegiados. Tuvo luces y sombras, sin duda, pero su talla no ha sido superada por ninguno de los que han venido detrás de ella ni siquiera aunque conservaran muchas de sus conquista y se llamaran Tony Blair. Disfruten del programa porque ya no se hace. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



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Published on July 17, 2016 23:37

César Vidal's Blog

César Vidal
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