César Vidal's Blog, page 57

January 1, 2017

Diez sugerencias para 2017

Ya estamos en 2017 y, como en otras ocasiones, me permito brindarles unas sugerencias para los próximos doce meses.

1. No se deje dominar por la ansiedad. Entre los impuestos y el desempleo no van a faltar motivos, pero, con todo y con eso, aunque haya situaciones que no pueda arreglar, el año concluirá al cabo de doce meses y la vida continuará. Preocupaciones no las justas; las menos. 2. No deje que lo muevan a empujones. Jesús dijo que había que observar los lirios del campo y las aves del cielo para entender lo que pasa. No podrá hacerlo sin tomarse tiempo para reflexionar con calma. Por eso, no permita que los políticos, los medios y otros expertos en manipulación lo aceleren engañándolo. Contemple sólo la realidad de las cosas y no se deje manipular por otros. 3. Sea aunque no tenga. Lo que haya ganado honradamente con su esfuerzo intentará quitárselo, con razón o sin ella, el Montoro de turno. Razón de más para que no ponga su corazón en lo material. Céntrese en su interior porque lo que usted sea por dentro nadie podrá arrebatárselo jamás. 4. Saboree cada segundo agradable. Los buenos momentos no regresarán, de eso puede estar seguro, pero sí podrán quedar almacenados para aquella época difícil en que necesite recuerdos que endulcen su vida. 5. No espere soluciones de los políticos. Los pobres ya tienen bastante con sortear escándalos, no acabar en el banquillo o mantener colocada a su gente. Tiempo para pensar en usted les queda poco, la verdad. Así que no se haga ilusiones. Como crea usted que le van a arreglar algo, lo va a lamentar. 6. Cuide de sus amigos. Los verdaderos valen más que oro en paño. Los distinguirá porque si vienen mal dadas seguirán a su lado. En cuanto a los otros, si los pierde y demuestran ser unos ingratos, no se duela. La pena es que no quedara antes de manifiesto su verdadera naturaleza. 7. Escuche, pero sin compromisos. Sea especialmente cuidadoso con los que lo adulan, lo envidian o lo aborrecen. Y tampoco pierda el tiempo. Por regla general, el suyo es más valioso que el de los pesados que no tienen ningún problema en hacérselo perder. 8. Pase de aquellos que sufren porque a usted le van bien las cosas. Sólo faltaba que tenga usted que quedar a merced de los envidiosos. Si se quieren condenar que se condenen. 9. Lea con calma y atención la Biblia. Los tiempos son difíciles y todo se tambalea. Precisamente por eso, resultan indispensables para la vida cotidiana las verdades eternas y ésas no las va a encontrar en ningún hombre y 10. Confíe en Dios. Guste o no, es mucho más seguro que el gobierno, el sistema bancario, el cobro de las pensiones o el Fondo Monetario Internacional y esperemos que no tenga usted que comprobarlo de mala manera. Nadie lo escuchará, lo guardará y lo protegerá como El y además no cobra por ello. Dicho lo cual: les deseo un próspero y sosegado año 2017. Y, si no sucede nada especial, hasta el día 9 que, Dios mediante, regresamos con las emisiones de La Voz. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

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Published on January 01, 2017 00:00

December 30, 2016

Esperanzas realistas

Se acerca el fin de este año 2016 y, como la mayoría de los mortales, tengo algunas ilusiones respecto al 2017. He de reconocer que he intentado circunscribirlas al terreno del realismo para procurar no llevarme desilusión alguna. Quisiera darles algunos ejemplos de esas esperanzas que son – me consta -modestas.

El año que viene, por ejemplo, volveré a ver La gran evasión en la esperanza de que la moto de Steve McQueen no se estrelle contra la alambrada mientras lo persiguen los soldados alemanes y así pueda escaparse del campo de concentración e incluso llegar a cruzar los Pirineos como James Coburn, su compañero de cautiverio. También cuento con que Lara vuelva la cabeza y vea al doctor Zhivago en el tranvía justo cuando él acaba de descubrirla entre la multitud que circula por el centro de Moscú y así se reencuentren y vivan para siempre felices. También tengo confianza en que, en El tercer hombre, Allida Valli, este año de 2017, no pasará de largo en el cementerio de Viena sino que se fundirá en un apasionado abrazo con Joseph Cotten que lleva varios minutos esperándola apoyado en un automóvil. Me atrevo incluso a pedir que Ingrid Bergman no se suba a ese avión envuelto en la niebla y se quede al lado de Humphrey Bogart en una Casablanca que pronto será liberada por las fuerzas aliadas. Hasta cuento con que, efectivamente, mañana sea otro día y Escarlata O´Hara se reunirá con Rhett Butler porque la verdad es que a éste, aunque lo haya dicho, no le importa un bledo lo que pueda sucederle a su esposa. Tengo también la esperanza de que Jude Law no sea alcanzado por la bala y pueda vivir enamorado el resto de su existencia en Cold Mountain. Creo que incluso cuento con motivos razonables para esperar que la banda de Caldera abata a alguno menos de los siete magníficos y así Yul Brynner y Steve McQueen no partan solos de regreso al norte. Es más. Me comprometo a volver a ver todas estas películas para ver si en 2017 sucede lo que siempre quise que sucediera en ellas. Porque yo soy realista y no se me ocurriría pensar que en el próximo año Montoro no va a seguir subiendo los impuestos o que no aumentará más un paro que lleva cuatro meses seguidos engrosando sus filas. Tampoco espero que el nacionalismo catalán deje de ser voraz con el consentimiento del gobierno o que no sigan apareciendo nuevas noticias inquietantes sobre el terrorismo islámico y la necedad occidental. Menos si cabe espero que la ideología de género y la dictadura de lo políticamente correcto aflojen el dogal con que van estrangulando las libertades. No. Yo me limito a pedir lo medianamente posible. “Lara, por favor, date la vuelta. El doctor Zhivago te mira desde la ventanilla del tranvía. El futuro es vuestro”.

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Published on December 30, 2016 23:10

December 25, 2016

Pablo, el judío de Tarso (IX): El grupo de Jesús el Mesías (V):La persecución

A partir de la muerte de Esteban (Hch 8, 1ss), se desencadenó una persecución contra los seguidores de Jesús de la que no estuvo ausente una violencia a la que no cabe atribuir otra finalidad que el puro y simple exterminio de un movimiento que estaba demostrando una capacidad de resistencia considerablemente mayor de lo esperado.

A través de Clemente (Rec 53-71) nos ha llegado otra versión que confirma, en las líneas generales, lo relatado en los Hechos. La fuente presenta un cierto interés adicional ya que cabe la posibilidad de que recoja una primitiva tradición judeo-cristiana. Aunque en ella hay elementos de carácter que sólo podemos calificar de legendario (la convicción del Sumo sacerdote tras siete días de debate con Santiago acerca de la veracidad del cristianismo hasta el punto de estar dispuesto a recibir el bautismo, el papel sobresaliente de Santiago el hermano de Jesús ya en este periodo, etc), lo cierto es que también encontramos datos que arrojan luz sobre la controversia entre las autoridades judías y los seguidores de Jesús confirmando en buena medida la fuente lucana. En primer lugar, el enfrentamiento se centra fundamentalmente entre los saduceos y los discípulos de Jesús. Es lógicamente la secta más ligada al Templo (en todos los sentidos) la que se siente más afectada por el nuevo movimiento, a la ejecución de cuyo fundador contribuyó activamente. Aunque los judeo-cristianos no se oponen al Templo directamente, creen, sin embargo, (y así lo expresan por boca de Pedro) que los días de éste se hallan contados, una actitud que, como veremos, encontramos repetidas veces en otros escritos judeo-cristianos del Nuevo Testamento anteriores a la destrucción del 70 d. de C. Los fariseos aparecen divididos entre una actitud, más de compás de espera que de tolerancia, similar a la mostrada por Gamaliel en los Hechos, y otra, la de Saulo, que ha descubierto ya que el nuevo movimiento implica un ataque frontal al judaismo tradicional. Esteban no es mencionado si bien el peso inicial de la controversia recae en un judeo-cristiano cuyo nombre, Felipe, parece denotar filiación helenista. Finalmente, se nos señala como las autoridades judías no tuvieron ningún inconveniente en recurrir a la fuerza en el enfrentamiento con los seguidores de Jesús, mientras éste optaba por una actitud de no-violencia.



Los escritos de Pablo son más parcos en cuanto al desencadenamiento de la persecución contra los judeo-cristianos, pero igualmente parecen confirmar los datos que poseemos. La persecución en la que intervino tenía como finalidad clara la aniquilación del judeo-cristianismo, al que contemplaba como un ataque contra las tradiciones judías (Gálatas 1, 13-14 y 1, 22 ss) dejan de manifiesto que el objetivo de la persecución no sólo fueron los helenistas sino también los demás judeo-cristianos. Se trata de una circustancia más que comprensible si partimos de la militancia farisea del mismo (Flp 3, 5-6). Frente a aquel movimiento se unieron - como en el caso de la muerte de Jesús - dos grupos, saduceos y fariseos, a los que separaban entre si multitud de aspectos. Para el primero de ellos, los seguidores de Jesús implicaban una amenaza a su “statu quo”; para el segundo, un ataque vergonzoso e intolerable hacia la Torah tal y como ellos pensaban que debía ser interpretada. Es más que posible que después de la muerte de Esteban, alguien que se había manifestado muy claramente sobre el Templo y la nación de Israel en su conjunto, los mismos fariseos moderados prefirieran mantenerse, en la medida de lo posible, al margen. Desde luego parece desprenderse de las fuentes que esta vez nadie se atrevió a optar por su defensa.

Desencadenada la persecución con una rapidez inesperada, al estilo de otros progromos religiosos del pasado y del presente, el mismo Esteban no pudo siquiera ser enterrado, a diferencia de otros judíos ejecutados en un simulacro de justicia como Juan el Bautista (Mat 14, 12; Mc 6, 29) o Jesús (Mt 27, 57-61; Mc 15, 42-47; Lc 23, 50-56; Jn 19, 38-42), por las personas cercanas a él. De su sepelio se ocupó un grupo de hombres “piadosos” (Hechos 8, 2). [1]. Con todo, lo que quizá fue contemplado como una medida eficaz contra la comunidad de Jerusalén por parte de sus perseguidores, se iba a revelar, indirectamente, como una circustancia que propiciaría su expansión ulterior ya que el misionero aprovechó la dispersión para llevar a cabo una labor de expansión misionera en Palestina.

La persecución contra los seguidores de Jesús si bien se inició en Jerusalén, tuvo posibilidades de extenderse a otros. De hecho, Saulo logró mandamientos judiciales contrarios a los cristianos cuya ejecución debía llevarse a cabo en Siria. La fuente lucana es, al respecto, explícita:



1 Y Saulo, respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor, se dirigió al sumo sacerdote 2 Y le solicitó cartas para las sinagogas de Damasco, a fin de que si encontraba allí hombres o mujeres de esta secta, los trajera presos a Jerusalem.

(Hch 9, 1 ss).



Que Saulo obtuviera cartas del sumo sacerdote no debe extrañar en lo más mínimo. Se trataba del caso de un celoso fariseo que se dirigía a la máxima autoridad judía con la finalidad de llevar a cabo una campaña para acabar con un grupo detestado. Es de suponer que el sumo sacerdote cedió gustoso si hemos de juzgar por la manera en que había sido juzgado Jesús y la persecución ulterior de sus seguidores. Al actuar así hacía uso de un privilegio legal que venía de lejos, un privilegio que ponía en manos del sumo sacerdote a cualquier transgresor aunque se encontrara en el extranjero. En I Macabeos 15, 21, por ejemplo, se relata que, en 142 a. de C., el embajador romano entregó una carta al rey Ptolomeo VIII de Egipto para que “si algún hombre inicuo huye hacia ti procedente de su país (Judea) debe ser entregado a Simón el sumo sacerdote para que pueda castigarlo de acuerdo con su ley”. Este privilegio de que disponía el sumo sacerdote de Jerusalén fue confirmado a los judíos – a pesar de que ya no eran un estado soberano – en 47 a. de C., por Julio César [1]. Cualquier judío que quebrantara la Torah en cualquier lugar del mundo podía ser extraditado ante el sumo sacerdote para ser castigado y eso era precisamente lo que Pablo pretendía y obtuvo permiso para hacer.

Los datos proporcionados por la fuente lucana serían confirmados años después por el mismo Saulo ya convertido en Pablo. Las referencias son bien elocuentes:



13 Porque ya habéis oído acerca de mi conducta otro tiempo en el judaismo, cuando perseguía sobremanera a la iglesia de Dios, y la destruía; 14 Y superaba en el judaismo a muchos de mis contemporáneos de mi nación, siendo muy celoso de las tradiciones de mis padres.

(Gálatas 1, 13-14)



. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, e incluso no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí la iglesia de Dios.

(I Corintios 15, 9)



; 11 Según el evangelio de la gloria del Dios bendito, el cual a mí me ha sido encargado. 12 Y doy gracias al que me fortificó, a Cristo Jesús nuestro Señor, de que me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio: 13 Habiendo sido antes blasfemo y perseguidor e injuriador: mas fuí recibido a misericordia, porque lo hice con ignorancia en incredulidad. 14 Mas la gracia de nuestro Señor fué más abundante con la fe y amor que es en Cristo Jesús. 15 Palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero. 16 Mas por esto fuí recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habían de creer en él para vida eterna.



(I Timoteo 1, 11-16)



Los datos son, pues, obvios. Saulo era un fariseo celoso – fanático dirían no pocos - que decidió acabar con la peste que significaba el grupo de Jesús. Actuaba por ignorancia y así lo confesaría años después, pero a la sazón sólo sentía que cumplía con un deber sagrado. Saulo no podía saberlo, pero aquella misión que él mismo se había encomendado iba a tener un resultado muy diferente y, sobre todo, cambiaría su vida.

(CONTINUARÁ)

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Published on December 25, 2016 00:06

December 24, 2016

Go Tell It on the Mountains

Escuché por primera vez esta canción cuando era niño. En aquella época, bajo elinflujo del Vaticano II, en las misas decidieron mejorar un poco el aspecto musical y como la música católica de calidad para ser entonada por el pueblo brillaba por su ausencia – a lo más que llegaban era a algunas canciones de Ricardo Cantalapiedra y de Kiko Argüello - con bastante sensatez se dedicaron a echar mano de los himnarios protestantes y, especialmente, de los negro spirituals.

Al igual que había sucedido con otros negro spirituals, la adaptación no era ninguna maravilla – decía algo así como “Ven, ven Señor. No tardes” - pero la canción era muy buena.



Años después ya tuve posibilidad de oírla en versión original. Comprobé entonces que se trataba de una composición sencilla y profunda a la vez. Era una invitación alegre y gozosa para decir en todas partes que Jesús había nacido. Es algo tan maravilloso que, en realidad, se encuentra en el centro de la Navidad. El mesías nació hace más de dos mil años y cuando se es consciente de lo que eso significa dan ganas de subirse a una altura y gritarlo a los cuatro vientos.



Como sucede con otras canciones, también hace muchos años, escribí una letra en español para esta. En alguna época, se cantó y – me temó – ha caído como otras adaptaciones mías en el olvido, seguramente con razón.



He escogido varias versiones. Las dos primeras - de Dolly Parton y Donna Brown y the Golden Gospel Pearls – son en inglés; la tercera es de un conjunto llamado Papel Maché que ha grabado otros temas navideños y la cuarta es infantil porque, a fin de cuentos, los cantos de Navidad tienen una repercusión especial en los corazones de los niños.



Espero que disfruten las distintas versiones porque no se trata sólo de una canción alegre sino de una manifestación serena de esperanza. El mundo puede yacer en una situación deplorable. Las perspectivas pueden dibujarse desalentadoras. El panorama puede resultar deprimente. Pero aquel que conoce a Jesús no debe dejarse anegar por esa situación. Por el contrario, tiene que sentir que más que nunca su deber es subirse a la montaña más alta y gritar que todavía queda esperanza y futuro por que el mesías ya vino. Así es para todo el que decida aceptarlo semejante regalo con fe. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Aquí está Dolly Parton



https://www.youtube.com/watch?v=3nPFUh4j2OM



Y aquí Donna Brown & The Golden Gospel Pearls”



www.youtube.com/watch?v=Yd02dhWBV3w







Ésta es la gente de Papel Maché



www.youtube.com/watch?v=V_A325nu2RI



Y aquí está una version infantil de la Fundación Cajita de música



www.youtube.com/watch?v=Qx27Lw8EoeA

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Published on December 24, 2016 00:00

December 22, 2016

Una suave bocanada de amistad

Esta Navidad la pasaré solo. Por primera vez en algunos años, mi hija no podrá estar a mi lado y aunque he recibido algunas invitaciones para compartir mesa y velada ese día, las he declinado cortésmente. Mi intención es apurar estos días dedicado a cuestiones únicamente espirituales.

El Espejo termina esta semana sus emisiones, los artículos para La Razón, el Diario de las américas y el Instituto interamericano para la democracia espero concluirlos en las próximas horas y así tendré tiempo para centrarme en la oración, la lectura de las Escrituras y la búsqueda aún más cercana de la dirección de Dios.



Este año – que, a pesar de las dificultades, ha estado repleto de bendiciones – está a punto de concluir; el otro va a empezar inmediatamente y todo apunta a que será muy importante por algunas razones que ya conozco y otras que sólo estoy en posición de intuir. Tan convencido estoy que deseo apuntar bien las antenas en estosdías para ver cómo encaminarlo de la mejor manera. Este domingo, pues, publicaré el último post del año y regresaré, Dios mediante, ya a inicios de 2017 para felicitarles y volver a marcharme hasta el 9 de enero salvo que suceda algo especialmente grave o llamativo. Hoy, deseo hablarles de una ocasión muy especial que disfruté ayer a la hora del té. Mercedes que forma parte del grupo de wassap que se constituyó tras uno de los campus literarios vino junto con Allen, su agradabilísima pareja, a visitarme. Me traían unos DVDs de la que fue mi cinemateca y también unos libros, entre ellos, uno dedicado por Uribe, el antiguo presidente de Colombia. La selección la había llevado a cabo Gala lo que me confirmó que me conoce excepcionalmente bien porque no hubiera podido estar mejor hecha. No puedo tener sino palabras de gratitud hacia Gala porque es una de las mejores personas que he conocido en mi vida y porque desde hace años siempre se ha comportado conmigo con una decencia y una dignidad que si fueran más generalizadas convertirían este planeta en un lugar muchísimo mejor.



Las asociaciones de ideas son como son y, mientras Mercedes me tendía las bolsas de plástico, me vi recordando el momento en que, gracias un grupo de amigos, me llegó un cargamento con parte de mi biblioteca. Pensaba en todo esto, mientras preparaba un té ruso para compartirlo con Mercedes y Allen. Su visita constituyó una suave bocanada de amistad. Creo que estuvimos charlando más de tres horas – lo que dice mucho de su paciencia – pero a mi se me pasaron en un suspiro. Tolstoi y Pasternak, Montoro y Santos, los últimos atentados y los miembros de la Agencia tributaria que persiguen a los que revenden lotería, las distintas clases de té y las conexiones cerebrales diferentes en hombres y mujeres, ISIS y Angela Merkel… de todo eso y más hablamos disfrutando la compañía.



Además Mercedes y Allen – que son una pareja educada, cortés y culta – me llevaron a pensar en todos ustedes una vez más. Bien sé yo que no siempre las visitas de ustedes son tan cercanas físicamente. Sin embargo, la nueva tecnología me permite sentirlos muy próximos y por ello tengo que darles las gracias. Son ustedes los que proporcionan interés a estos posts, los que les añaden sal y pimienta, los que captan más que inteligentemente aquellas peliagudas cuestiones que apenas esbozo, los que dan muestra de una agudeza que, lamentablemente, no es tan común como debería, los que incluso me envían sus dolencias, sus experiencias y sus alegrías. Todos ustedes constituyen centenares de miles de bocanadas de amistad que me llegan cada semana, bocanadas que proporcionan una alegría nada desdeñable en mi exilio y bocanadas que me llevan a sentir que no estamos solos. Yo cuento con ustedes y ustedes saben que pueden contar conmigo. Así ha sido hasta ahora y así seguirá siéndolo, Dios mediante, en 2017. Reciban desde el ciberespacio el abrazo que no les puedo dar en persona, pero que les brindo de todo corazón. Más que nunca se lo digo de todo corazón: God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!! ¡¡¡Y feliz Navidad!!!

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Published on December 22, 2016 23:56

Asesinatos que cambiaron la historia

Esta semana subo a mi último programa de El Espejo no porque no vaya a seguir el año que viene, Dios mediante, sino porque
se ha terminado la temporada de 2016.

También yo me tomaré un descanso de los posts desde este domingo 25 hasta el día 7 de enero, después de la festividad de Reyes.De momento, y como esta semana sigo, les dejo con este programa donde hablamos de asesinatos, política, terrorismo y otros temas. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



http://www.americateve.com/videos/crimenes-politicos-que-marcaron-el-mundo-parte-1-183311

http://www.americateve.com/videos/crimenes-politicos-que-marcaron-el-mundo-parte-2-183290

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Published on December 22, 2016 01:41

December 21, 2016

Navidad, impuestos, impagos… y Josefina

Me contaron ayer que la Agencia tributaria está absolutamente enloquecida porque a Montoro no le salen las cuentas e intentan dar como sea con un dinero que no tienen para pagar lo que no deben como, por ejemplo, las inyecciones de miles de millones de euros para el gobierno nacionalista de Cataluña.

El desastre de esta política es evidente desde hace años y no me sorprende que Aznar haya decidido no aparecer por el congreso del PP. Su discurso hubiera tenido que incurrir en gravísimas mentiras caso de felicitar a Rajoy y es más que natural que Aznar haya preferido renunciar a la presidencia de honor del PP antes de caer en semejante vileza. A pocos días de la Navidad, me ha venido a la cabeza una época – hace casi cuarenta años – en que ejercía la abogacía y veía ya muchas de las situaciones que ahora padecemos más que nunca. En esa época, ya los impuestos eran una carga insoportable aunque nada parecido con lo que han perpetrado Rajoy y Montoro en los últimos cinco años; y había gente que hacía lo posible para no pagar – no todo va a ser la historia de Cándido y de RETAR… - pero también en Navidad, gente sencilla que había sufrido mucho como Josefina se descolgaba con detalles que te obligaban a controlar el lagrimal. Lo he contado todo en No vine para quedarme: Memorias de un disidente. Permítanme que reproduzca este fragmento aquí. Aprender no es que hayamos aprendido mucho, pero confío en que siga habiendo personas como Josefina de la que, por cierto, no he vuelto a saber. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Por lo que se refiere a los impagos, reconozco que había de todo. Por ejemplo, cuando el gobierno socialista de Felipe González comenzó a subir los impuestos de manera desaforada para cubrir los agujeros que su pésima y corrupta gestión estaba causando en las arcas del estado fui testigo de cómo amas de casa que habían acudido a mi despacho para recoger la declaración de la renta no podían evitar las lágrimas porque tenían que pagar cantidades de ocho o diez mil pesetas, es decir, cuarenta y ocho o sesenta euros. Me consta que no pocos considerarán que se trataba de cantidades ínfimas y, en términos absolutos, quizá era así, pero para aquellas frágiles economías domésticas significaba que ya no podían pagar el recibo de la luz o los zapatos de un hijo. Fue en aquel entonces cuando descubrí la enorme injusticia que significan las subidas de impuestos y cómo siempre ocasionan más mal que bien. Desde entonces no se me ha olvidado jamás, quizá porque, al mismo tiempo que aquella gente humilde sufría las consecuencias del desvalijamiento del estado perpetrado por el PSOE y sus aliados nacionalistas, el gobierno de Felipe González creaba las SICAVs, una fórmula jurídica para que los privilegiados – desde las gentes del espectáculo subvencionadas a los millonarios pasando por la iglesia católica - apenas pagaran impuestos. También tengo que decir que, en otras ocasiones, los impagos que sufrí se produjeron no por indigencia sino simplemente porque mis clientes decidieron no pagar. Recuerdo, en especial, un caso muy complejo de un joven que estaba implicado en una red de falsificación de moneda. La familia recurrió a mi acudiendo desde Barcelona para que salvara a su Manolet. Dado que venían recomendados por unas amistades, los atendí con suma diligencia. El resultado no pudo ser mejor. El tal Manolet salió de la cárcel, consiguió una condena menor y el tribunal, por si fuera poco, le recomendó un indulto que el gobierno concedió poco después. Manolet quedó encantado y lo mismo se puede decir de su familia, pero yo todavía estoy esperando que me paguen la minuta.





Sin embargo, igual que había gente especialmente ingrata y mala pagadora, también es cierto que, ocasionalmente, uno se topaba con personas agradecidas. Recuerdo el caso concreto de una señora que se llamaba Josefina que me fue asignada por el turno de oficio. La pobre mujer había sido objeto de maltratos conyugales a partir del tercer día posterior a la boda. En aquella conducta absolutamente infame habían colaborado, por añadidura y de manera convencida, las mujeres de la familia. La suegra porque le había dicho que era normal que su hijo la golpeara y la madre porque le había explicado que lo hacía porque para eso era su marido. Confieso que yo tuve que contener la emoción al escuchar aquellas palabras. Ayudé a Josefina con todo el entusiasmo del que se sabe en posesión de la justicia y de la razón. Logramos una sentencia de separación totalmente favorable, pero entonces Josefina se encontró con que su marido se había puesto en manos de unos usureros que le habían prestado dinero forzando como garantía la vivienda común de que disponían. Ahora, tras la separación, el esposo se había desentendido de los pagos y Josefina estaba a punto de verse en la calle con dos hijos menores de edad. Dado que se mantenía cosiendo pantalones en casa, la mujer no tenía la menor posibilidad de recibir ayuda por ningún lado y se encontraba desesperada. Lo que sucedió a continuación bordeó el contenido de la novela negra y pasó por un enfrentamiento mío con aquellos usureros que – ahora lo sé, pero entonces, ingenuamente, ni me lo imaginaba – pudo acabar muy mal para mi. Al fin y a la postre, Josefina logró conservar la vivienda y seguir en ella con sus hijos. No recibí yo un céntimo por mi trabajo, en parte, porque la separación la había realizado bajo los auspicios del turno de oficio; en parte, porque la historia del préstamo siniestro no me parecía de recibo cobrarla y, en parte, porque aquella mujer ya tenía que realizar bastantes juegos malabares económicamente hablando para alimentar a sus hijos como para ocuparse de saldar una minuta. Me agradeció todo con lágrimas en los ojos y durante dos o tres años, cuando ya había pasado todo más que sobradamente, Josefina siguió apareciendo por mi despacho para regalarme por Navidades una planta – por cierto, en una maceta de color rosa muy bonita – o una botella de licor. Fueron gestos, si se quiere, pequeños en términos estrictamente materiales, pero muy hermosos humanamente. Como puede verse, la gratitud no tiene mucho – si es que algo - que ver con el hecho de que una persona sea pudiente si no con la disposición de su corazón. Fue una de las lecciones sobre la naturaleza humana que aprendí ejerciendo la abogacía y de la que sólo he visto confirmaciones desde entonces. No fue, desde luego, la única enseñanza que sobre el ser humano asimilé en aquellos años.

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Published on December 21, 2016 00:06

December 20, 2016

¿Rapidez o verdad?

Entre las características más inquietantes de los actuales medios de comunicación no puedo dejar de ver la rapidez. Entiéndaseme bien. Resulta magnífico, incluso ideal que la radio, la televisión o la prensa escrita nos informen cuanto antes de lo que sucede.

Lo que me sobrecoge es la manera en que esa celeridad se consigue no pocas veces en detrimento de la verdad. De la manera más inesperada, surge la noticia y hacia el lugar se desplazan desatados los reporteros con cámaras, micrófonos y bolígrafos. Da la sensación de que todos ellos han adoptado como código deontológico aquella frase del general Custer que afirmaba lo de “el que llega el primero es el primero y el segundo no cuenta”. De ser así, parece que a nadie se le ha ocurrido reflexionar sobre cómo acabó Custer gracias a su apresuramiento por llegar antes que nadie. Como lo que se busca en primerísimo lugar no es la veracidad sino la transmisión de la actualidad, los resultados son nefastos. Se transmite lo que parece ser la realidad y esa impresión que no ha sido contrastada ni analizada ni meditada salta inmediatamente a las tertulias mediáticas donde hay gente que lo mismo sabe de física nuclear que de Oriente Medio porque nadie se queda callado jamás. Se de lo que hablo porque sólo una vez en mi vida recuerdo que contrastaran conmigo una noticia que me afectaba y porque recuerdo que, hace años, me callaba en una tertulia televisiva cuando desconocía un tema – por ejemplo, el fútbol – y me lo afeaban. Cuando la supuesta información llega a las tertulias ya se ha convertido en verdad oficial. Lo que haya aparecido en los medios y lo que hayan repetido los contertulios se ha convertido en carnaza de cafés y bares que es donde se discute la realidad de España. De nada servirá que luego se descubra que la realidad fue distinta, que los hechos eran diametralmente opuestos o que los perjuicios causados pueden haberse convertido ya en irreparables. La rapidez ha prevalecido sobre la verdad y una de las consecuencias será lo que John Ford afirmaba de la leyenda en el oeste y es que, finalmente, adquiere rango de Historia aunque no sea cierta. Las reputaciones destruidas, las personas dañadas, incluso los negocios arruinados no tendrán posibilidad alguna de reparación. Comprendo la importancia de las primicias, de la celeridad, del estar allí, justo allí, pero ¿sería tan grave, tan perjudicial, tan dañino que a la rapidez informativa antepusiéramos la verdad de los hechos?



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Published on December 20, 2016 00:00

December 18, 2016

Corría el año… la rebelión del ghetto de Varsovia

Suele ser opinión extendida la de que los judíos exterminados por los nazis fueron llevados a su muerte como ovejas al matadero. Esa descripción es cierta en algunos casos, pero no se corresponde ni mucho menos con otros que se contaron con millares. Hubo judíos que se enfrentaron con el III Reich no sólo en los ejércitos de sus naciones sino también en unidades de partisanos o en la Resistencia.

Pero además no faltaron los casos de aquellos que, en un momento determinado, decidieron jugarse el todo por el todo y se lanzaron a una resistencia desesperada convencidos de que era mejor morir combatiendo que perecer mansamente. El paradigma de esa reacción fue la sublevación del ghetto de Varsovia. Además de la resistencia armada, en ese episodio trágico se produjeron acontecimientos terribles como el hecho de que la resistencia polaca abandonara a los judíos a su suerte o que los sublevados desarrollaran en algunos casos incluso una lucha de clases que significó dar muerte a judíos colaboracionistas o considerados burgueses. El horror fue así profundizándose de manera pavorosa. Espero que les sea útil este programa que se acercó al Holocausto en uno de sus episodios más pregonados aunque no por ello mejor conocidos. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!







http://www.dailymotion.com/video/xppt8c_corria-el-ano-la-rebelion-de-varsovia_news

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Published on December 18, 2016 23:00

Pablo, el judío de Tarso (VIII): El grupo de Jesús el Mesías (IV): Esteban

​La vivencia de los primerísimos años de los seguidores de Jesús parece haber resultado extraordinariamente entusiasta en buena medida como consecuencia de su vivencia de las apariciones del resucitado y de las ininterrumpidas conversiones de sus correligionarios judíos.

Fue ese entusiasmo el que llevó, por ejemplo, a la comunidad de Jerusalén a iniciar un sistema de comunidad de bienes en el que los que se convertían entregaban sus bienes a los apóstoles para que éstos los distribuyeran entre los necesitados (Hechos 4, 32 – 35). El entusiasmo no evitó problemas internos. Sabemos, por ejemplo, que se dio algún caso de fingimiento e hipocresía a la hora de compartir los bienes (Hechos 5), que se produjeron quejas entre los beneficiados por esas donaciones alegando que se favorecía a los judíos originarios de Palestina (los hebreos) sobre los que tenían su origen en la Diáspora (los griegos) y que, para enfrentarse con esa eventualidad, hubo que crear un grupo dedicado específicamente a atender a los menesterosos (Hechos 6). A pesar de todo, no puede negarse el arraigo del grupo de seguidores de Jesús entre la población y su crecimiento numérico. El anuncio de los seguidores del mesías resucitado implicaba – no puede dudarse – una notable urgencia. Por un lado, se subrayaba que Jesús era el mesías y que tal circunstancia no podía negarse dada la manera en que había cumplido las profecías y había resucitado de entre los muertos. De esa mesianidad, se desprendían dos hechos esenciales. En primer lugar, que los que escuchaban el mensaje no habían sabido ver que Jesús era el mesías e incluso podían haber aprobado su muerte y, en segundo, que, a pesar de todo, existía un camino de salvación mediante la fe en el crucificado. Aquellos que creyeran en él (Hechos 2, 38 ss; 5, 30 ss) no sólo se salvarían sino que además recibirían las promesas que Dios había hecho a Israel en el pasado. Porque Jesús, que ahora estaba sentado a la derecha de Dios, regresaría un día para juzgar a todos y establecer su reino.



A diferencia de la postura sostenida por los sectarios del Mar Muerto, la primera comunidad de seguidores de Jesús no rechazó la participación en el culto diario del Templo de Jerusalén. Por el contrario, parece haber sido la práctica habitual el participar en el mismo (Hch 2, 46; 3, 1 ss), e incluso utilizar alguna de las áreas del Templo como sitio de reunión (Hch 5, 12). Con todo, el libro de los Hechos recoge tradiciones relativas a enfrentamientos entre el Sanhedrín y la comunidad de discípulos de Jesús establecida en Jerusalén incluso en estos primeros tiempos (Hch 4, 1-22; 5, 17 ss). La noticia es totalmente verosímil si tenemos en cuenta el recuerdo aún fresco de la persona que había dado origen al movimiento y la manera en que sus seguidores culpaban de la ejecución a algunos de los dirigentes judíos (Hch 2, 23; 4, 27, un pasaje que presenta paralelos en los Evangelios, ver: Mateo 27, 35; Marcos 15, 24; Lucas 23, 33; Juan 19, 18).



El relato de Hechos 4, referente a una comparecencia de dos de los apóstoles ante el Sanhedrín parece estar basada en datos considerablemente fidedignos. El v.5 nombra tres grupos determinados (sacerdotes jefes, ancianos y escribas) que formaban la generalidad del Sanhedrín. Entre los sacerdotes jefes, el grupo más importante, se nombra a Anás (en funciones del 6 al 15 d.C.), al que se hace referencia en primer lugar por su edad e influencia; a Caifás, Sumo sacerdote en esos momentos; a Jonatán, hijo de Anás, que sucedería a Caifás como Sumo sacerdote (37 d.C.) y que, quizá, en aquella época era jefe supremo del Templo. En su conjunto, esta referencia de Hechos, por lo demás totalmente aséptica, confirma los datos del Talmud relativos al nepotismo de la jerarquía sacerdotal, un sistema de corruptelas encaminado a lograr que sus miembros ocupasen los puestos influyentes de sacerdotes jefes en el templo. No sólo el yerno de Anás era sumo sacerdote en funciones y uno de sus hijos, como jefe del templo, ya estaba encaminado en la misma dirección, sino que es más que probable que la familia de Anás ocupara el resto de los puestos de sacerdotes jefes. Para el año 66 d.C., aquella jerarquía, marcada por la corrupción familiar más evidente, tenía en su poder el templo, el culto, la jurisdicción sobre el clero, buena parte de los escaños del Sanhedrín e incluso la dirección política de la asamblea del pueblo (Ant. XX 8, 11 y ss).



Con todo y pese a que era más que dudosa su legitimidad espiritual de acuerdo con los baremos judíos de la misma, no nos consta que existiera una agresividad personal de los seguidores de Jesús hacia el clero alto, mayor, por ejemplo, de la que aparece recogida en las páginas del Talmud, donde no sólo se les acusa de nepotismo, sino también de recurrir a la violencia física (b. Pes. 57 bar; Tos. Men XIII, 21 (533, 33). Ciertamente los discípulos de Jesús atribuían a éste una autoridad mayor que la de las autoridades religiosas de Israel y el Templo (Hch 5, 28-9), en armonía con las propias palabras de aquel (Mt 12, 6; 41-42; Lc 11, 31-2), pero no tenemos datos que apunten tampoco a un rechazo de las mismas, ni siquiera a una negación directa de su autoridad. Muy posiblemente, la comunidad mesiánica las consideraba como parte de un sistema cuya extinción estaba cerca y a las que no merecía la pena oponerse de manera directa. Sin embargo, a pesar de esperar el final del sistema presente (Hch 1, 6ss; 3, 20 ss), colocaba dicha responsabilidad sobre las espaldas de la divinidad (Hch 3, 20 ss) y no sobre las suyas, en contraposición, por ejemplo, a lo que sucedería con posterioridad con los zelotes. A primera vista, y observado desde un enfoque meramente espiritual, la presencia de los seguidores de Jesús era, sin duda, molesta y muy especialmente para los saduceos. Pero, inicialmente, para algunos, desde un punto de vista político y social, el movimiento debía resultar inocuo y, precisamente por ello, es comprensible la mediación del fariseo Gamaliel[1], el maestro de Saulo, en el sentido de evitar un ataque frontal al mismo, tal y como se nos refiere en la fuente lucana (Hch 5, 34 ss). Gamaliel apuntó a precedentes históricos que señalaban como los movimientos mesiánicos anteriores a jesús habían tenido escasa vida [1]. Partiendo de esa base, a juicio de Gamaliel, lo más sensato era no molestar a los seguidores de Jesús. Si carecían de base acabarían extinguiéndose y en el supuesto de que no fuera así, de que, efectivamente, predicaran la verdad, carecía de sentido oponerse a Dios. La actitud de Gamaliel – admirablemente tolerante - no parece, sin embargo, haber sido generalizada. La casta sacerdotal distaba mucho de contemplar de esa manera al grupo inspirado en la enseñanza de Jesús. Desde su punto de vista, tenían buenas razones para ello. En primer lugar, estaba su visión - políticamente muy exacta - que temía cada posibilidad de desorden en Palestina a causa de los peligros inherentes a una intervención enérgica por parte de Roma. Aquel fue, seguramente, uno de los factores determinantes en la condena de Jesús (Jn 11, 47-53). Si aquel grupo - que creía en un Mesías - captaba adeptos sobre todo entre elementos sociales inestables como podrían ser los menos favorecidos o los sacerdotes humildes lo más lógico era pensar que la amenaza no había quedado conjurada con la muerte de su fundador. Mejor sofocarla cuando sólo se hallaba en ciernes que esperar a que se convirtiera en algo demasiado difícil de controlar. A lo anterior se unía un factor teológico de cierta trascendencia, factor del que se sabrían aprovechar los primeros cristianos. La comunidad de Jerusalén creía en la resurrección, doctrina rechazada por los saduceos, lo que ahondaba aún más las diferencias entre ambos colectivos. No obstante, a nuestro juicio, la razón para el choque, al menos en lo relativo a la clase sacerdotal y los saduceos, vino más vinculada a razones políticas y sociales que meramente religiosas.



Con todo, aquella tolerancia propugnada por Gamaliel duraría poco tiempo. Si inicialmente el movimiento se vio sometido sólo a una reprensión verbal, en parte gracias a la mediación de Gamaliel (Hch 4, 21-22), pronto resultó obvio que si se deseaba tener unas perspectivas mínimas de frenarlo habría que recurrir a la violencia física. Esta fue aplicada en la persona de dos de sus dirigentes, Pedro y Juan, y no parece que nadie mediara en esta ocasión en favor suyo (Hch 5, 40 ss). El fracaso de esta medida (Hch 6, 1-7), así como la conversión de algunos sacerdotes a la fe del colectivo terminó por desencadenar una persecución, cuyas consecuencias no eran entonces previsibles (Hch 6, 7 ss) ni para los judeo-cristianos ni para sus adversarios. En ese desenlace tendría un papel esencial un episodio que marcaría también la vida de Saulo. Nos referimos claro está a la muerte de Esteban [1] en torno al 33 d. de C.



Esteban (Hch 6, 8-8, 1) era un judío convertido a la predicación de Jesús cuyo nombre – que significa diadema en griego – parece indicar un nacimiento en un contexto helenizado. Había sido elegido como diácono por la comunidad cuando se produjo el conflicto entre sus componentes hebreos y griegos, es decir, los que utilizaban como primera lengua el arameo y los que recurrían, por el contrario, al griego. Supuestamente, Esteban había entrado en una discusión de tipo proselitista con miembros de la sinagoga de los libertos. Los citados libertos procedían en su mayor parte de Roma. Capturados en la guerra de Pompeyo y libertados posteriormente, según indica el autor judío Filón (Leg. ad Caium, 155), parecen haber estado especialmente ligados a la sinagoga a la que se refiere Hechos 6, 1. Se trataba de un lugar importante porque los judíos procedentes de Roma que acudían a Jerusalén para las fiestas religiosas se aposentaban en la hospedería contigua a esta sinagoga. Es más que posible que el diácono Esteban esperara hallar un eco favorable a su predicación entre estos judíos habida cuenta de su origen. Sin embargo, el resultado fue muy otro. El libro de los Hechos narra el episodio de la siguiente manera:



Levantáronse entonces unos de la sinagoga que se llama de los Libertos, y gente de Cirene, y de Alejandría, y de Cilicia, y de Asia, disputando con Esteban. Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu con que hablaba. Entonces sobornaron a algunos para que dijesen que le habían oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y Dios. Y conmovieron al pueblo, y a los ancianos, y a los escribas; y atacándole se apoderaron de él y lo llevaron ante el Sanhedrín. Y recurrieron a testigos falsos, que dijesen: Este hombre no cesa de proferir palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la Torah. Porque le hemos oído decir, que este Jesús de Nazaret destruirá este lugar, y cambiará los preceptos que nos dió Moisés.



(Hechos 7, 10-14)



La detención de Esteban no se debió a judíos originales de la Tierra sino a otros que procedían de territorios gentilizados, de la Diáspora. No resulta extraño que personas que no viven de cerca una realidad y que se han integrado en ella recientemente la contemplen con mayor rigidez, precisamente porque la tienen idealizada. Tras apoderarse de Esteban, lo condujeron ante el Sanedrín acusándolo de blasfemia (Hch 6, 10-14). La base para una acusación tan grave era no sólo la interpretación de la Torah que hacía Esteban (probablemente similar a la del propio Jesús), sino también en el hecho de que Esteban había relativizado el valor del Templo hasta el punto de afirmar que sería demolido por el Mesías al que confesaba (Hch 6, 13-4). Seguramente, las acusaciones reproducían algo del pensamiento de Esteban, pero presentándolo ante el Sanhedrín con una carga subversiva que, desde luego, no poseía. La disidencia religiosa de las minorías ha sido retratada por sus oponentes a lo largo de la Historia en multitud de ocasiones como un peligro político y resulta muy posible que sucediera lo mismo en el caso de Esteban. Ahora bien, la condena a muerte de Esteban en apariencia contaba con una base legal por cuanto había atacado la institución del Templo en su predicación.



Para los creyentes en la ley oral transmitida por tradición, ésta se había originado en Moisés y una postura relativizadora como la de Jesús era provocadora e inadmisible (Mc 7, 1-23; Mt 15, 1-20). Si los fariseos estaban en el mismo terreno que los seguidores de Jesús en lo relativo a la resurrección, seguramente no estaban dispuestos a transigir en lo relativo a la ley oral. En cuanto a las profecías sobre la destrucción del Templo de Jerusalén ciertamente contaban con una larga historia de precedentes que se remontaba al primer Templo cuando profetas como Isaías, Jeremías o Ezequiel la habían anunciado (Jer 7-11; 26, 1-19; Is 1, 16-17; Ez 6, 4-5, etc). También conocemos ejemplos posteriores (Guerra 300-309), pero la mayor o menor frecuencia con que se produjeron estos incidentes no logró que ese tipo de anuncios resultara tolerable a los oídos de los que, en buena medida, o vivían de la ciudad santa como la casta sacerdotal o la tenían en altísima estima como era también el caso de los fariseos.



La defensa de Esteban, tal y como nos ha sido transmitida en los Hechos (Hch 7, 1-53) resultó brillante y bien desarrollada, pero difícilmente podía contribuir a mejorar la situación. Partiendo de una hábil relación de pasajes del Antiguo Testamento, que encontrará paralelos en el Nuevo Testamento y en otros escritos paleo-cristianos, el diácono se refirió a ejemplos históricos de cómo Israel no había estado a la altura de los propósitos de Dios. De hecho, el Dios de gloria se había aparecido a Abraham, cuando todavía estaba en Mesopotamia y le prometió la Tierra, si bien le había advertido de que su descendencia sería reducida a la esclavitud durante cuatrocientos años en tierra extranjera. La profecía se cumplió. Jacob, el nieto de Abraham, bajó con sus hijos a Egipto y se estableció allí aprovechando que su hijo José era primer ministro del faraón, pero con posterioridad se alzó un faraón que no había conocido a José y que redujo a servidumbre a Israel e incluso quiso impedir su crecimiento demográfico (Hechos 7, 2-19). Las consecuencias habían sido dramáticas pero Dios había actuado:





20 En aquel mismo tiempo nació Moisés, y fue agradable a Dios: y fue criado durante tres meses en casa de su padre. 21 Pero, al ser expuesto al peligro, la hija del faraón lo tomó, y le crió como a hijo suyo. 22 Y fue enseñado Moisés en toda la sabiduría de los egipcios; y fue poderoso en sus palabras y en sus actos. 23 Y cuando hubo cumplido la edad de cuarenta años, sintió deseos de visitar a sus hermanos los hijos de Israel. 24 Y cuando vió a uno al que golpeaban, lo defendió, e hiriendo al egipcio, vengó al injuriado. 25 Pensaba que sus hermanos entenderían que Dios les había de liberar mediante su mano; pero no lo entendieron. 26 Y al día siguiente, mientras reñían algunos de ellos, se presentó ante ellos e intentó que hicieran las paces, diciendo: Varones, sois hermanos, ¿por que os hacéis daño los unos a los otros? 27 Entonces el que causaba daño a su prójimo, le empujó, diciendo: ¿Quién te ha colocado como príncipe y juez sobre nosotros? 28 ¿Vas a matarme, como mataste ayer al egipcio? 29 Al escucharlo, Moisés huyó, y emigró a la tierra de Madián, donde engendró dos hijos. 30 Y cuando había cumplido cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en las llamas de una zarza. 31 Al verlo, Moisés se quedó maravillado y, al acercarse para ver de qué se trataba, escuchó una voz del Señor: 32 Yo soy el Dios de tus padres, y el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Pero Moisés, atemorizado, no se atrevía a mirar. 33 Y le dijo el Señor: Quitate el calzado de los pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. 34 He visto, he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora pues, ven, te enviaré a Egipto. 35 A este Moisés, al que habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto por príncipe y juez? a éste envió Dios por príncipe y redentor con la mano del ángel que le apareció en la zarza. 36 Este los sacó, tras realizar prodigios y milagros en la tierra de Egipto, y en el mar Rojo, y en el desierto durante cuarenta años. 37 Este es el Moisés, que dijo a los hijos de Israel: Profeta os levantará el Señor Dios vuestro de entre vuestros hermanos, igual que lo ha hecho conmigo; a él oiréis. 38 Este es aquél que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres; y recibió las palabras de vida que debía entregarnos: 39 Al cual nuestros padres no quisieron obedecer; antes le rechazaron y en sus corazones regresaron a Egipto, 40 Diciendo a Aarón: Haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, que nos sacó de tierra de Egipto, no sabemos qué le ha acontecido. 41 Y entonces hicieron un becerro, y ofrecieron sacrificio al ídolo, y se sintieron satisfechos en las obras de sus manos. 42 Y Dios se apartó, y los entregó a que sirviesen al ejército del cielo; como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto por cuarenta años, oh casa de Israel? 43 Antes bien, trajisteis el tabernáculo de Moloc, y la estrella de vuestro dios Remfan, imágenes que os hicisteis para adorarlas. Os deportaré, por lo tanto, más allá de Babilonia. 44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios, cuando habló a Moisés para que lo hiciese según la forma que había visto. 45 Este lo transporaron nuestros padres con Josué en la tierra de los gentiles, que Dios echó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David; 46 El cual halló gracia delante de Dios, y pidió erigir un tabernáculo para el Dios de Jacob. 47 Mas fue Salomón el que le edificó casa. 48 Si bien el Altísimo no habita en templos hechos por manos; como el profeta dice: 49 El cielo es mi trono, Y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo? 50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas? 51 Duros de cerviz, e incircuncisos de corazón y de oídos, vosotros resistís siempre al Espíritu Santo: tal y como actuaron vuestros padres, así también actuais vosotros. 52 ¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, al que vosotros ahora habéis entregado y matado; 53 porque recibisteis la ley por disposición de ángeles, y no la guardasteis.



(Hechos 7, 2-53)





Las afirmaciones de Esteban difícilmente hubieran podido ser más duras y más apegadas a la vez a lo contenido en la Biblia. Sus contemporáneos estaban poseídos por un nacionalismo religioso que les hacía sentirse superiores y mirar como culmen de su fe la Torah y el culto del Templo. La situación resultaba muy diferente. Israel jamás había tenido ningún mérito propio. De hecho, era Dios el que había elegido a Abraham y después el que había sacado a su descendencia de la servidumbre en Egipto. Pero ¿cómo había reaccionado Israel? No sometiéndose a Dios, sino entregándose a la idolatría del becerro de oro. Así había sido incluso después de entrar a poseer la Tierra prometida. Vez tras vez, se habían negado a escuchar las predicaciones de los profetas, por cierto, con pésimas consecuencias. De manera poco oculta, Esteban estaba arrojando la responsabilidad de la situación de Israel sobre él mismo. Sus sucesivos opresores no habían sido una mera cadena de tiranos empeñados en dominar a Israel. También eran una manifestación de la infidelidad del pueblo hacia el llamamiento de Dios y eso no podía excluir a Roma. Por supuesto, los judíos se aferraban al Templo, pero éste tenía poco valor si no se escuchaba a Dios. ¿Acaso la misma Biblia no decía que Dios no habitaba en edificios levantados por manos humanas?



A esa lamentable perspectiva se unía otra que era peor. En un momento determinado Dios había enviado a Jesús. Era el mesías – el Justo – que llevaban esperando siglos, era el Profeta por antonomasia que Moisés había anunciado señalando que deberían escucharlo, pero ¿qué habían hecho? Se habían negado a escucharlo y además le habían dado muerte.



La edad mesiánica se había iniciado ya con Jesús y con ello la edad de la Torah mosaica ley veía su fin próximo. La idea no era en si novedosa y, de hecho, encontramos paralelos en la literatura rabínica (TB Sanhedrín 97a; Shabbat 151b)[1]. Sin embargo, Esteban iba mucho más allá de la especulación teológica para adentrarse en el de la decisión vital. El mesías había llegado y la era del Templo se acercaba a su final. ¿Qué iban a hacer sus oyentes? ¿Persistirían en el endurecimiento espiritual que tan mal resultado había dado a Israel en el pasado? ¿Se empecinarían en seguir rechazando al mesías al que habían dado muerte o, por el contrario, se arrepentirían abrazando su Camino?



El tono del discurso de Esteban resulta indiscutiblemente judío y no hubiera podido ser captado por un gentil [1]. Incluso encaja con toda una tradición profética del pueblo de Israel que existía desde hacía siglos. Sus consecuencias resultaron explosivas. Pronunciado ante un auditorio hostil (Hch 7, 54 ss), la defensa de Esteban terminó en un linchamiento pese a la apariencia previa de diligencias judiciales. El texto de Hechos relata la muerte en términos sencillos, pero expresivos:





54 Y oyendo estas cosas, se enfurecieron en sus corazones, y crujieron de dientes contra él. 55 Más él, estando lleno de Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 Y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre que está a la diestra de Dios. 57Entonces dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron unánimes contra él; 58 Y echándolo fuera de la ciudad, le apedrearon: y los testigos pusieron sus vestidos a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedrearon a Esteban, mientras oraba diciendo: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tengas en cuenta este pecado. Y, tras pronunciar estas palabras, se durmió.



(Hechos 7, 54-60)





J.oseph Klausner [1], que consideró indiscutible la veracidad histórica del relato, sugirió que la muerte de Esteban debía atribuirse a un grupo de incontrolados en lugar de a las autoridades judías de la época. Creemos más posible que tal acción hallara su origen en sectores de mayor amplitud. Las autoridades judías carecían de jurisdicción para imponer la pena de muerte según nos informan las fuentes talmúdicas (TJ Sanhedrín 1:1; 7: 2) y evangélicas (Jn 18, 31) [1], pero tal hecho no nos permite excluirles de haber contado con un papel relevante en el asesinato de Esteban. De hecho, su intervención hubiera contribuido a que la muerte adquiriera visos de legalidad no sólo en cuanto a la “ratio iuris” sino también en lo relativo a los ejecutores de aquella. En cuanto al contexto concreto caben dos posibilidades: De acuerdo con la primera [1]la marcha del gobernador romano Pilato hacia Roma a inicios del 37 d. de C, marcó un vacío de poder lo suficientemente amplio como para permitir que Caifás o su sucesor, aprovechándolo, ejecutaran a Esteban. Tal hecho vendría así a contar con un paralelo histórico posterior en la muerte de Santiago, el hermano de Jesús. Con todo, tal tesis choca con la cronología de las fuentes - piénsese que la muerte de Esteban fue previa a la conversión de Pablo y que ésta tuvo lugar con seguridad, como veremos, antes del 37 d. de C. - y abusa, a nuestro juicio, del mencionado paralelismo. El profesor F. F. Bruce [1] ha señalado otra posibilidad y es la de que el hecho tuviera lugar antes de la marcha de Pilato, pero después de la caída en desgracia de su valedor Sejano en el 31 d. de C. El carácter, cuando menos incómodo, de sus relaciones con Tiberio le habría convertido en un personaje temeroso de la confrontación con las autoridades judías. Enterado de la muerte de Esteban, habría preferido cerrar los ojos ante el hecho consumado y más teniendo en cuenta el papel desempeñado por las autoridades religiosas judías en el mismo. La tesis de F. F. Bruce es, desde nuestro punto de vista, muy probable ya que permite encajar los datos de las fuentes con la cronología indiscutible de las mismas, da respuesta al hecho de que tal crimen no fuera perseguido y armoniza con lo que sabemos de Pilato a través de diversas fuentes[1]. Finalmente, además el destino de Pilato sería la destitución a causa precisamente de una confrontación con las autoridades religiosas judías.



El episodio de la muerte de Esteban tiene una especial importancia para el objeto de nuestro estudio ya que, de acuerdo a la fuente lucana, entre los presentes en su ejecución se hallaba un joven de Tarso, Cilicia, llamado Saulo. Cabe la posibilidad, derivada de su lugar de nacimiento, de que Saulo fuera miembro de la sinagoga donde se había desarrollado la controversia con Esteban, pero, en cualquier caso, lo cierto es que abominaba la visión teológica de éste y consideraba su muerte como algo justo. A fin de cuentas, había colaborado en aplicar la norma de la Torah relacionada con los blasfemos. A su juicio, sin embargo, quedaba mucho por hacer.



CONTINUARÁ

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Published on December 18, 2016 00:14

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