César Vidal's Blog, page 55

January 27, 2017

Grace Greater Than Our Sin

Para muchas personas – millones, ciertamente – la salvación es algo que se gana. Los propios méritos – o su ausencia - son los que colocan a una persona en la lista de los salvados o en la de los condenados. Semejante concepto – ciertamente extendido – es netamente pagano y no tiene nada que ver con lo que enseña el Nuevo Testamento.


Los romanos lo definían como “do ut des” – doy para que me des – y, ciertamente, no es mal resumen porque el ser humano da – sus sacrificios, sus méritos, sus obras – y a cambio espera recibir salvación. Sin embargo, el mensaje de la Biblia es radicalmente distinto. 1. La Biblia enseña que todos los seres humanos sin excepción son pecadores y el hecho de pertenecer a una religión u otra no evita que estén bajo pecado (Romanos 3: 9). 2. La Biblia señala también que la ley de Dios no sólo no nos salva sino que deja claro de manera indiscutible que somos culpables ante El y que si tenemos un mínimo de sensatez deberíamos callar la boca ante la realidad en lugar de jactarnos de nuestros méritos ilusorios (Romanos 3: 19-20). 3. Puesto que todos sin excepción hemos pecado y estamos alejados de la gloria de Dios no podemos esperar salvarnos por nuestras obras y somos justificados gratuitamente por Dios, por pura gracia (Romanos 3: 21-23). 4. Es así porque mediante la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo somos justificados y Dios, gracias a la obra de Jesús, es justo y a la vez justifica al pecador (Romanos 3: 24-26). 5. Por ser por gracia la salvación no puede ser por obras ya que cuando es por obras no es por gracia a través de la fe (Romanos 4: 1-5) y 6. Precisamente el hecho de ser justificado por la fe no sólo trae la paz con Dios sino una serie de bendiciones espirituales inimaginables para el que piensa que gana la salvación por sus obras (Romanos 5: 1-11).



Ese mensaje de la gracia de Dios concedida gratuitamente y apropiada a través de la fe es la esencia del Evangelio. La vemos en parábolas y relatos de Jesús donde nadie recibe nada por sus méritos – que no existen aunque alguien piense lo contrario – sino por pura gracia. Ese precisamente es el tema de esta hermosa canción. Frente a nuestro pecado – innegable para cualquiera que tenga un poco de sinceridad – no podemos oponer unos méritos que lo compensen de la misma manera que el que ha cometido un robo no puede alegar ante el juez que siempre paga el IVA. Es un delincuente y hay que pagar por el delito. De manera semejante, el pecador no puede pagar su pecado. Su – nuestra - única salida es acogerse – acogernos - a la gracia de Dios, una gracia que supera cualquier pecado porque se manifestó en el amor mostrado por Jesús en la cruz. No existe mejor noticia y sólo cabe apenarse por aquellos que sustituyen el amor de Dios por ceremonias, ritos y servidumbres.



Ignoro si este himno cuenta con versión española. Yo les dejo con una de Don Moen y otra de Bart Millando. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





Aquí está Don Moen



www.youtube.com/watch?v=jDdENxO6HVo



y aquí Bart Milland



www.youtube.com/watch?v=mTiYLz3b8To

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Published on January 27, 2017 23:49

January 26, 2017

Los profetas: Malaquías (I):  la corrupción del clero (c. 1- 2)

El último libro de los profetas – último además del Antiguo Testamento según la clasificación cristiana – es el del profeta Malaquías. Situado también en un regreso del exilio que debía haber implicado un renacimiento espiritual de Israel, pero que dejó al descubierto una crisis de profundas características, Malaquías apuntó de manera fundamental a la corrupción del sistema espiritual.


Éste, como sucedería hasta su destrucción por las tropas romanas en el 70 d. de C., giraba en torno al templo de Jerusalén. Que así fuera tenía una lógica aplastante. No se trataba sólo del recuerdo de la gloria nacional que fue el reinado de Salomón o de lo que constituía la diferencia esencial en la vida de los reinos ya divididos de Israel y Judá. En el templo, por añadidura, se celebraban los sacrificios realizados para expiar los pecados del pueblo. El mensaje no podía ser más claro: nadie podía obtener la salvación por sus medios, sus méritos o sus obras. Por el contrario, Israel tenía que ser consciente de que sus pecados lo separaban de Dios. La remisión del pecado venía por el sacrificio de alguien que fuera perfecto, sin defecto e inocente. La sangre derramada sacrificialmente era conectada con la expiación (Levítico 17: 11). No resulta difícil comprender – los paralelos históricos son notables – que un sistema que operaba el perdón de los pecados ofrecía un flanco importante a la corrupción. Caer en ella era una posibilidad innegable salvo que existiera una voluntad firme de evitarla.



En primer lugar, el clero podía aprovechar la situación para desplazar el foco espiritual desde Dios hacia si mismos. La gente no contemplaría la salvación inmerecida de Dios como un regalo de Su misericordia sino que, por el contrario, acabaría llegando a la conclusión de que los sacerdotes ofrecían un perdón que, por supuesto, se podía comprar. En segundo lugar, un clero satisfecho por la fortuna que significaba dispensar mediante pago la salvación experimentaría un proceso creciente de corrupción. Inicialmente, percibiría el dinero por los servicios prestados, pero, con el paso del tiempo, no se conformaría con esos beneficios e iría ideando nuevas maneras de acrecentar esas ganancias. Basta analizar la Historia de la iglesia católica a lo largo de la Edad Media para percatarse de que ese proceso de corrupción puede alcanzar una sofisticación escalofriante. Finalmente, la corrupción cúltica se iría extendiendo a otras áreas de la vida. Jesús calificaría unos siglos después el sistema del templo de cueva de ladrones (Lucas 19: 46) repitiendo una acusación que el profeta Jeremías había formulado antes de la destrucción del templo (Jeremías 7: 11). Entre ambas situaciones, Malaquías desarrolló su ministerio.



Resulta enormemente significativo que la profecía fuera “contra Israel” (1: 1). No son pocos los que, a lo largo de los siglos, han considerado que Israel constituye una entidad que no puede ser objeto de la menor crítica y que sólo merece un respaldo total y cerrado, acrítico y absoluto. Esa interpretación no puede estar más lejos de la realidad y los distintos profetas son buena prueba de ello. El amor de Dios se manifiesta, entre otras vías, no a través de la tolerancia frente a cualquier conducta de Israel sino mediante mensajes que le advierten de las terribles consecuencias de apartarse de El aunque ese distanciamiento se disfrace bajo una espesa religiosidad.



Dios ama a Israel y ese Amor se manifestó desde el principio, desde aquel momento en que decidió elegir a su antepasado Jacob sin ningún mérito y frente a su hermano Esaú (1: 2-4). Posteriormente, Pablo recurriría a este pasaje (Romanos 9: 13) para dejar de manifiesto hasta qué punto la gracia de Dios se manifiesta a través de una elección que no tiene nada que ver con méritos sino con Su sencillo amor. Malaquías insiste en que esa elección es una muestra clara de que Dios ha amado a Israel. A fin de cuentas, ¿no podía haber cumplido la promesa a Abraham a través de otro descendiente suyo llamado Esaú en lugar de hacerlo a través de Jacob-Israel? Sin embargo, rechazó a Esaú y eligió a Israel y lo hizo antes de que ninguno de ellos hubiera dado un solo paso.



Lamentablemente, la casta sacerdotal no sólo no respondía en esa época al amor de Dios manifestado a lo largo de los siglos sino que incluso se permitía despreciarlo (1: 6). Debería haber respondido como el siervo al señor y el hijo, al padre, pero su conducta era la del menosprecio. Ese distanciamiento despectivo respecto de Dios se manifestaba en las tareas de culto. Su obligación era ofrecer un sacrificio perfecto que mostrara que sólo alguien así podría en un futuro lavar con su sangre los pecados del pueblo. Sin embargo, lo que ofrecían eran animales baratos, impropios, defectuosos, posiblemente los que les permitían embolsarse una cantidad respetable marcada por la diferencia entre lo que pagaban los fieles y el coste real de la ofrenda (1: 7-8). Frente a esa situación, la única salida era pedir a Dios que se apiadara de ellos por haber actuado así (1: 9) porque por más que se realizara la liturgia del templo de acuerdo a los ritos establecidos, Dios no se complacía en ella (1: 10). No sólo eso. En realidad, lo que sucedía en el templo de Jerusalén resultaba muy inferior espiritualmente al sacrificio que tenía lugar en otros lugares del globo donde se invocaba el nombre de Dios (1: 11). A qué y quiénes se refiere Malaquías sólo puede ser objeto de especulación, pero encierra una realidad espiritual sobrecogedora. En apariencia, el templo de Jerusalén era el único lugar donde se honraba a Dios y las naciones no eran sino un foco de idolatría. La realidad era bien diferente: el templo de Jerusalén había sido profanado por los que deberían servirlo y en lugares desconocidos, entre las naciones, el nombre de Dios era verdaderamente ensalzado con ofrenda limpia. Llama la atención ese aserto de Malaquías y, sin embargo, no debería ser así. A fin de cuentas, ¿quién era ese Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo, al que Abraham reconoció una autoridad espiritual (Génesis 14: 17-24)? Ciertamente, no un descendiente suyo. ¿Y Job? No pertenecía tampoco a la estirpe de Abraham, pero sabemos que no había hombre como él en toda la faz de la tierra (Job 2: 1-3). Sí, por mucho que pudiera escocer al clero de Jerusalén, lo que ellos hacían era profanar la santidad del lugar mientras que otros, en absoluto relacionados con Abraham o Moisés, sí honraban debidamente el nombre de Dios.



Semejante conducta tendría sus consecuencias porque Dios no iba a pasar por alto esa conducta. Por el contrario, maldeciría las bendiciones que pudieran esperar los sacerdotes (2: 1-4). La expresión es, ciertamente, sobrecogedora y no puede serlo menos porque implica que lo que ha de ser bendición se torna en una maldición.



De un sacerdote se espera que enseñe a los fieles lo que Dios ha mandado porque debe actuar como un mensajero de YHVH (2: 7). Sin embargo, la experiencia del Israel regresado del exilio era muy diferente. La conducta de los sacerdotes había sido de desprecio por la verdad (2: 8) y el resultado había sido que la gente también había comenzado a despreciarlos a ellos (2: 9). No era sorprendente porque los habían visto tratar a la gente de manera desigual, discriminatoria, favoritista (2: 9). Esa conducta resultaba especialmente odiosa porque todos los judíos estaban unidos por la existencia de un pacto con Dios que excluía, por definición, ese tipo de conductas (2: 10).



Pero no se trataba únicamente de la devaluación del culto del templo ni del deterioro de la imagen de los sacerdotes. A decir verdad, todo eso era simplemente el principio. Porque de un sistema espiritualmente corrompido sólo podían derivar frutos malos. El primero es que los judíos habían comenzado a contraer matrimonios mixtos - ¿lo llamaríamos hoy multiculturalidad? – con gente que adoraba a otros dioses. De ahí, sólo podían surgir el distanciamiento del verdadero Dios y la idolatría como había acontecido incluso con alguien tan sabio como el rey Salomón, el constructor del primer templo (I Reyes 11: 1-9). La desgracia es lo que esperaría a quien actuara así (2: 12-13). El segundo efecto de aquel deterioro espiritual sería la disolución de la familia (2: 14-26). La estabilidad matrimonial se vería sustituida por la quiebra del vínculo conyugal. No es que, ocasionalmente, tuviera lugar el divorcio que permitía la ley de Moisés sino que aparecería el repudio, es decir, el abandono de una persona sin motivo alguno y sólo por mero capricho (2: 16). Finalmente, tras el debilitamiento de la relación con Dios y la disolución de la familia, los judíos llegarían al último escalón. Éste no sería el de negar la existencia de Dios – podían ser malos, pero no necios – sino, de manera bien reveladora, el de pensar que, al fin y a la postre, el Ser absoluto se complace en el que hace el mal y no interviene con justicia en este mundo. Dios existe – sí – pero Su comportamiento hacia el género humano es insoportablemente injusto.



No se necesita ser especialmente agudo para comprender la situación expuesta por Malaquías ni tampoco para captar paralelos angustiosos a lo largo de la Historia e incluso en la época que nos ha tocado vivir. Mientras la apariencia de vida espiritual se sigue centrando en ritos y ceremonias, por debajo subyace la existencia de un clero no pocas veces inmoral y despegado de la misión que debería cumplir. El resultado es su descrédito, pero también la disolución de una sociedad, la pérdida de su cohesión interna, la mezcla con gentes de otra cultura contraria a la verdadera fe, la destrucción de la familia sin motivo que lo justifique y, por último, la asunción de que Dios existirá, pero que deja de manifiesto, día a día, que ayuda a los que hacen el mal y desprecia la justicia.



No cabe duda de que muchos pensarán que aquella sociedad de Malaquías era un foco de aspectos positivos. En ella se daban cita una sana secularización, una clara libertad en las relaciones personales, una creciente multiculturalidad e incluso un espíritu crítico sin límites. Sin duda, es una forma de verlo, pero no cabe duda de que no es la de Dios.



CONTINUARÁ

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Published on January 26, 2017 23:30

January 25, 2017

Presente y futuro de Venezuela

Entre los regímenes que se han caracterizado por sembrar la ausencia de libertad y la miseria sobre la faz de la tierra ocupa un lugar destacado el chavismo venezolano.


Denominar la situación de la nación hermana como caótica constituye una definición muy ajustada a la realidad. El chavismo es incapaz de gestionar la crisis que ha creado durante años de corrupción y desgobierno, pero, lamentablemente, la oposición no sólo carece de unidad sino que, en parte relevante, está dispuesta a conceder legitimidad al chavismo a cambio de una porción de poder. la maniobra además cuenta con el respaldo explícito del papa Francisco y de la Internacional socialista a través de Rodríguez Zapatero. Para colmo y de manera bien comprensible, el pueblo se siente cada vez más desilusionado con unos y con otros.



Estuve invitado en el programa Agárrate esta semana para abordar con amplitud la actual situación de Venezuela y sus perspectivas de futuro. No es un análisis agradable, pero sí creo que realista y documentado. Espero que les resulte de interés. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



https://www.youtube.com/watch?v=_nsGnfJk5TQ



https://www.youtube.com/watch?v=-gVHqjjsdsI



https://www.youtube.com/watch?v=vIJg1G7KsGA&t=7s



https://www.youtube.com/watch?v=GPxOqfHQAHY&t=4s

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Published on January 25, 2017 23:15

Adiós, niños pobres, adiós

Como seguramente sabrán muchos de los lectores, el matrimonio Clinton cuenta con una fundación dedicada, entre otros cometidos, a ayudar a los desvalidos de este mundo y, de manera especial, a niños y otros sectores menesterosos.

A esa tarea de llevar el bien y la dicha por el mundo, han contribuido durante años de manera multimillonaria naciones donde los derechos humanos brillan por su ausencia - Ucrania, Qatar, Arabia Saudí… – y otras que, por el contrario, destacan por su conducta en esas áreas. Se habría esperado que la actividad de la Fundación Clinton se eclipsara de haber llegado Hillary a la Casa Blanca. A fin de cuentas, no era cuestión de dar la sensación de que la fundación era solamente un gigantesco foco de cabildeo y tráfico de influencias, abonadas en la época en que la señora Clinton era secretaria de estado y, previsiblemente, multiplicadas si se convertía en presidenta. Sin embargo, como es sabido aunque pocos lo anunciamos, las elecciones las ganó Donald Trump y ahora, precisamente ahora, que no existe conflicto alguno de intereses y que Hillary podría dedicarse a realizar el bien urbi et orbi los grandes donantes de la fundación han comenzado a huir en masa. Si la memoria no me falla, la primera en marcharse fue Noruega apenas unas horas después de la derrota electoral de Hillary. Mucho “we are the world, we are the children”, pero los escandinavos llegaron a la conclusión de que la fundación no se merecía un euro de sus arcas. A los pocos días, se sumó Australia que había entregado a la fundación no menos de ochenta y ocho millones de dólares de dinero público y que ahora había decidido que ese pasado iba a ser presente y futuro. Luego se han ido sumando los demás. Es cierto que, apartada del poder, Hillary no podrá aprobar la venta de más de ciento sesenta y cinco miles de millones en armas a una veintena de naciones como Arabia Saudí, Argelia, Kuwait, los emiratos árabes, Omán o Qatar. También es verdad que contratos de reconstrucción, como los firmados después de que Haití fuera arrasada, no irán a parar a donantes de la Fundación Clinton. Seguramente incluso que todo lo mencionado fue casual y no intencional. Pero ahora que Hillary es totalmente independiente, ¿por qué se van los donantes de la fundación? ¿Por qué dicen: Adiós, niños pobres, adiós?

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Published on January 25, 2017 00:29

January 24, 2017

De Martínez de Velasco, Bécquer y Gironella

Durante el bachillerato en San Antón, tuve por dos cursos un profesor de literatura, José Martínez de Velasco, que, entre infinidad de poesías, sabía de memoria las rimas de Bécquer. Pertenecía a unas generaciones que consideraban, con razón, que la cultura también exigía conocer a autores y memorizar fragmentos de sus obras.

Lo he recordado en estos días porque 2016 fue el octogésimo aniversario del nacimiento de Bécquer y hasta donde yo sé desde mi exilio, nada ni nadie recordó a un autor que glosó como pocos las dichas y desdichas del amor romántico y que, también como pocos, logró expresar en sus leyendas los sentimientos más profundos de un corazón desprovisto de la luz divina y ansioso de la dicha humana. El olvido de Bécquer me ha traído a la memoria otra fecha literaria de no pequeña envergadura. Este año será el de centenario del nacimiento de José María Gironella. Como tantos de los autores que han escrito notablemente sobre la guerra civil española, Gironella ha sido lanzado a empujones al olvido. No sólo porque muchas de sus páginas son memorables sino porque además cometió el delito imperdonable de contar con muchos, muchísimos lectores y, para colmo, pretendió reflejar con imparcialidad aunque no sin pasión, el gran drama de la segunda república y de la contienda fratricida. También relató magistralmente la lucha a dentelladas por abrirse camino durante la posguerra e incluso se ganó a pulso un puesto de honor entre los españoles que han escrito libros de viajes. Para colmo, Gironella, que era catalán, nunca tuvo problemas para relacionar esa circunstancia con sentirse profundamente español. Es más, alguno de sus libros buscaba que españoles de toda clase se expresaran sobre Dios o sobre Franco. Quizá me equivoque y se apelotonen los homenajes, las ediciones y las rememoraciones del que, en otro tiempo menos libre, fue autor masiva y merecidamente leído. Me complacería que así resultara porque no puedo dejar de pensar que existe una llama de ingratitud, olvido y sectarismo que marca a fuego, con las chispas de la ignorancia y el pedernal de la envidia, nuestra Historia. De haber sido suyo, Francia hubiera recordado esos ochenta años de Bécquer con fuegos artificiales y un Gironella norteamericano sería lectura obligatoria en los colegios y materia para películas y series. En España, casi hay que conformarse con que no vayan a escupir en sus tumbas.

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Published on January 24, 2017 00:25

January 22, 2017

Corría el año… Oliver Cromwell

La figura de Oliver Cromwell es una de las más extraordinarias de la Historia no sólo de Inglaterra sino universal. Mientras España se desangraba convertida en espada de la Contrarreforma, bajo un rey desdichado cuyo corazón se dividía entre amantes y clérigos, en Inglaterra, el parlamento se alzaba contra un monarca que pretendía coartar derechos esenciales como la libertad religiosa o la libertad de expresión y que imponía impuestos por puro capricho y no en busca del bien común.

El parlamento combatió a ese rey, primero, institucionalmente y luego, en una guerra y, finalmente, tras juzgarlo, procedió a decapitarlo. Personaje esencial en ese notabilísimo episodio fue un puritano llamado Oliver Cromwell. Pero Cromwell no se limitó a vencer el despotismo regio sino que, durante los cinco años que gobernó hasta su muerte, frenó las maniobras de la iglesia católica por imponer su dominio inquisitorial – siempre tuvo claro que no era sólo una religión sino un estado – venció en el mar a España y Holanda asegurando el dominio inglés sobre los mares y sentó las bases de un sistema de libertades que ha perdurado hasta la actualidad. Seguramente, Cromwell, cuyo cadáver fue profanado por los monárquicos, no hubiera visto con agrado la restauración de un rey, pero dar marcha atrás en la Historia resultó imposible y la monarquía acabó siendo constitucional. No sólo eso. Esa misma visión puritana es la que sentaría las bases de lo que, finalmente, serían los Estados Unidos de América. Por cierto, Cromwell estaba a punto de exiliarse a América cuando la insistencia de unos amigos para que permaneciera en Inglaterra acabó involucrándolo en la lucha contra Carlos I.



Desde muy niño, admiré la figura de Cromwell y me fascinó la película dedicada a una parte de su vida que protagonizaron Richard Harris y Alec Guinnes. Por cierto, la película fue censurada en España no durante el franquismo sino ya llegada la Transición. Se suprimieron totalmente los minutos finales en los que Cromwell disuelve un parlamento suciamente corrupto. Cromwell, a fin de cuentas, creía que sólo Dios podía ser rey y se negó no sólo a convertirse en monarca sino a llamar a otro. Siempre he pensado que tuvo razón en ambas conductas.



Les dejo aquí el programa de Corría el año… que dedicamos al personaje. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





Éste es el programa



www.youtube.com/watch?v=obYxDPIzoMM





Y éste es el trailer de la película Cromwell que les recomiendo encarecidamente





www.youtube.com/watch?v=M7QHFm2AeMo

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Published on January 22, 2017 23:27

Pablo, el judío de Tarso (XI): Damasco (II):  En el camino de Damasco

La persecución desencadenada contra los seguidores de Jesús afincados en Jerusalén – en la que participó Saulo - provocó una lógica dispersión. Por el libro de los Hechos sabemos que una parte de los discípulos se dirigió hacia la costa (Hechos 8, 26 ss) e incluso hacia Samaria estableciendo nuevas comunidades (Hechos 8, 4 ss).

Uno de esos grupos – el que se había refugiado en Damasco - se convirtió en el objetivo primero de Saulo que se dirigió hacia la ciudad para apoderarse de ellos y conducirlos a Jerusalén donde serían juzgados por el sumo sacerdote.



Precisamente yendo de camino hacia la ciudad, Saulo tuvo una experiencia que cambió totalmente su visión y de la que no resulta exagerado decir que constituye uno de los acontecimientos más relevantes de la Historia universal. El episodio ha sido relatado en la fuente lucana de la siguiente manera:





3 Y yendo por el camino, aconteció que cuando se acercaba a Damasco, súbitamente se vio rodeado por un resplandor de luz procedente del cielo; 4 Y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 Y él dijo: ¿Quién eres, Señor? Y él dijo: Yo soy Jesús a quien tú persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6 El, temblando y temeroso, dijo: ¿Señor, qué quieres que haga? Y el Señor le dice: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer. 7 Y los hombres que iban con Saulo, se detuvieron atónitos, pues ciertamente oían la voz, pero no veían a nadie. 8 Entonces Saulo se levantó de tierra, y abriendo los ojos, no veía a nadie: de manera que, llevándole por la mano, le condujeron a Damasco.



(Hechos 9, 3-8)





El relato recogido por Lucas en los Hechos aparece confirmado por Pablo en textos posteriores. En I Corintios 9, 1, por ejemplo, insiste en que “ha visto a Jesús, nuestro Señor”; y en I Corintios 15, 8 comenta cómo el mesías resucitado se le apareció cuando era un simple incrédulo, aún más un enemigo. De hecho, como tendremos ocasión de ver, la referencia a esa aparición de Jesús formó parte nada desdeñable de su predicación. No resulta extraño.



Por lo que relata Lucas, cuando Saulo fue objeto de la visión no tuvo duda alguna de que se trataba de una teofanía, de una aparición del propio Dios, del Señor que se había manifestado en la Historia de Israel. Abrumado por esa luz cegadora – una luz que años después Pablo relacionaría con ese Dios único revelado a Israel (I Timoteo 6, 16) – el sobrecogido Saulo preguntó quién era el que le salía al encuentro. La pregunta tiene resonancias en el Antiguo Testamento y tan sólo corrobora nuestro punto de vista de que Saulo estaba seguro de hallarse ante el propio Dios. La respuesta que recibió debió por ello resultarle terrible. El Señor – Adonai – que le salía al encuentro era Jesús, al que perseguía en las personas de sus seguidores. En otras palabras, Jesús no era el blasfemo, el mesías falso, el ejecutado justamente, el maldito por colgar de un madero. Era Aquel que se había manifestado a Israel a lo largo de los siglos y que ahora se presentaba ante Saulo . Por supuesto, el fariseo podía empeñarse en no querer verlo, pero ¿qué bien se obtiene dando coces contra un aguijón?



La experiencia de Saulo se convertía así en un paralelo de otras experiencias de cercanía con el único Dios propias de la Historia del judaísmo y que aparecen descritas en la Biblia y fuera de ella. Textos como el de Ezequiel 1, Daniel 7 o Éxodo 24 se refieren a teofanías de este tipo, pero hallamos lo mismo en las especulaciones del filósofo judío Filón sobre el Logos o en el libro de los Jubileos o en la literatura enóquica. La gran diferencia era que ese personaje divino era el mismo Jesús crucificado y ahora de vuelta de entre los muertos. Que Saulo capitulara espiritualmente en ese momento, abrumado por la experiencia que atravesaba, y preguntara qué debía hacer no resulta extraño, sino lógico. La respuesta que recibió fue que prosiguiera su camino hacia Damasco donde se le diría.



Los intentos para explicar la experiencia de Saulo en el camino de Damasco no han sido – y resulta lógico – escasos. Debe también decirse que resultan inadecuados para abarcar la experiencia del joven fariseo. Sí puede afirmarse – y es lo más importante desde el punto de vista de la investigación histórica y no de la especulación - que Pablo creyó durante toda su vida en ella, que experimentó un cambio de vida radical y que ésta giró en el futuro en torno a lo sucedido a pesar de los riesgos inmensos ligados a ese cambio de vida.





CONTINUARÁ



Por ejemplo en Moisés (Exodo 3, 10 ss) que pregunta a Dios – sabiendo qué es Él – quién es y cómo se llama.



En el mismo sentido, ha interpretado el episodio el autor judío A. Segal, Paul, the Convert, New Haven, 1990, pp. 34 ss.

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Published on January 22, 2017 02:24

January 21, 2017

Sweet Hour of Prayer

Para muchas personas, la simple idea de la oración va unida a la sensación de insoportable aburrimiento. No se les puede reprochar. Lo que han conocido como oración no pasa de ser la repetición no pocas veces mecánica de frases una y otra vez.

Como enseñó Jesús (Mateo 6: 7) esa repetición es precisamente la forma en que oraban los paganos y, por ello, no debían hacerlo sus discípulos. Lamentablemente, desde el siglo IV el cristianismo absorbió cantidades inmensas de paganismo y entre ellas estuvo la repetición de fórmulas a las que se denominó, incorrectamente, oraciones.



Basta leer el libro de los Salmos u otros textos de la Biblia para percatarse de que lo que encontramos nunca es la repetición de una oración una y otra vez como si fuera un ensalmo. Por el contrario, lo que hay es corazones que se vuelcan delante del único Dios para manifestar su necesidad de perdón, de salud, de ayuda o de dar gracias. Por supuesto, se dirigen sólo a Dios y jamás a otro ser y, de manera expresa, repudian enérgicamente el culto a las imágenes como algo no sólo contrario a la voluntad de Dios sino al sentido común más elemental (Salmo 115). La oración real, la que Dios espera y la que satisface las ansias del corazón, no se parece nada a la repetición de fórmulas una y otra vez ni a inclinarse ante la madera o el metal labrados ni a dirigirse a otras criaturas. Por el contrario, la oración que agrada a Dios son palabras que brotan de lo más íntimo del corazón, que incluso en ocasiones no pasan de ser gemidos sin frases (Romanos 8: 26-7), pero que expresan no lo que alguien dijo o escribió sino lo que hay en lo más profundo de nuestro ser y que por ello sólo se pueden dirigir al que lo puede escudriñar por completo. Aquellos que conocen esa oración – no digamos ya si además han pasado por lo que muchos consideran que lo es y no lo es en realidad – saben hasta qué punto es dulce.



Escuché esta canción no mucho después de convertirme allá en el año de 1977 y desde el primer momento me pareció sentir en ella un eco de una experiencia que se ha repetido después en miles de ocasiones. La oración de los paganos, aquella que se caracteriza por repetir muchas veces las mismas fórmulas, por dirigirse a seres que no son Dios, por inclinarse ante imágenes, no puede satisfacer los anhelos más profundos del alma. Pero la oración en espíritu y verdad, como dijo Jesús, resulta enormemente dulce y constituye una de las mayores bendiciones que Dios pueda otorgarnos. Les invito a comprobarlo por ustedes mismos.



De esta canción les incluyo una versión coral y otra de Alan Jackson en inglés. Además va una en español. Disfrútenlas. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Ésta es la versión coral



www.youtube.com/watch?v=xg282my5QyU





Ésta es la de Alan Jackson



www.youtube.com/watch?v=4zNuYcplBmk





y ésta es en español





www.youtube.com/watch?v=Mk9kIC4DyhM

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Published on January 21, 2017 02:57

January 20, 2017

Los profetas: Zacarías (IV): el final de la Historia (c. 10- 14)

A partir del capítulo 10, el libro de Zacarías cambia de estilo y pasa de los oráculos prácticos y puntuales a una sucesión de descripciones del tiempo futuro. Ni que decir tiene que esas características especiales han sometido el texto a no pocas especulaciones que, lógicamente, van cambiando con el paso de los tiempos, demostrando, dicho sea de paso, su escasa base. A pesar de todo el texto puede entenderse con notable claridad si se encuadra en el contexto de las Escrituras.

El capítulo 10 es muy claro en la exposición de dos temas. El primero es el llamamiento para buscar las bendiciones que proceden de Dios (10: 1-5) y el segundo, el anuncio de restauración de Su pueblo (1: 6-10). Aunque el simbolismo en la primera parte del capítulo es de contenido claramente material – lluvia y hierba verde – parece obvio que el texto se refiere a bendiciones espirituales, bendiciones además que caerán sobre un pueblo que vaga como oveja sin pastor (10: 2) – una clara resonancia del pasaje se encuentra en Mateo 9: 36 en aplicación a la labor de Jesús el mesías - y cuyos pastores distan mucho de cumplir con su cometido (10: 2). Esa situación cambiará cuando el propio YHVH visite a Su pueblo (10: 3) y lo reúna porque lo ha redimido y los multiplique (10: 8).



Semejante anuncio de redención debida a la visita del mismo Dios aparece en paralelo en Zacarías con otro anuncio subsiguiente de no poca relevancia (c. 11). Dios juzgaría a los pastores de Israel – una clara referencia a sus dirigentes espirituales - y lo haría de manera severísima puesto que habían desatendido al pueblo y no sólo no lo habían servido sino que se habían servido de él. Por supuesto, esos pastores habían intentado legitimar su comportamiento aduciendo una autoridad espiritual, pero la realidad es que llegarían a vender al mismo YHVH por treinta monedas de plata (11: 12-13) obligando así a que Este quebrara la relación con ellos y motivando que también Israel y Judá pasaran a ser dos entidades disociadas de Dios.



¿Si Dios iba a juzgar a los judíos – especialmente a sus dirigentes espirituales - de esa manera, habría alguna esperanza futura? Sin duda, pero la esperanza estaría no en sus propios designios sino en que, movidos por el espíritu de gracia y oración, miraran a aquel, el propio YHVH, al que habrían traspasado (12: 10). Será entonces, cuando el pueblo judío se vuelva al traspasado – pero no antes ni en otras circunstancias – cuando habrá redención para él. Esa redención incluirá un manantial en el que podrán lavarse el pecado y la inmundicia (13: 1), pasará por librarse de instancias espirituales que han dominado todo, pero que para nada han sido buenas (13: 2-6) y estará conectada con un pastor cuyas ovejas se dispersarán al ser él herido (13: 7). De manera bien significativa, la mayor parte del pueblo judío no aceptará esa redención y se perderá, pero el sector que sí lo haga conocerá una nueva relación con Dios (13: 8-9). En otras palabras, Zacarías vuelve a referirse al resto, remanente o residuo mencionado una y otra vez por los profetas.



Sin embargo, la Historia no concluirá ahí. Ciertamente, Dios reunirá a las naciones contra Jerusalén y la ciudad será asolada en medio de un drama de horribles características (14: 1-2), pero ése no será el final. YHVH volverá a actuar en la Historia y descenderá sobre el monte de los olivos (14: 3-4). Para cuando acabe todo ese episodio, YHVH será el rey sobre la tierra y será uno (14: 9). La nueva Jerusalén no volverá a sufrir maldición ni intranquilidad (14: 11), toda la riqueza de las naciones se reunirá en ella (14: 14), las naciones subirán a celebrar la fiesta de los tabernáculos (14: 16) y la que no lo haga no recibirá las bendiciones de la lluvia (14: 17).



Los capítulos precedentes han sido objeto de diversas interpretaciones. Por supuesto, en el judaísmo ha sido muy común una interpretación que podría resumirse en que Dios ejecutará juicios periódicos contra un Israel desobediente, pero, al final de la Historia, con la llegada del mesías, el pueblo judío acabará reinando sobre las naciones. Éstas, sometidas totalmente a Israel, entregarán sus riquezas a los judíos y los servirán. Incluso, si desean evitar desgracias, se someterán espiritualmente. Algunas exégesis rabínicas apuntan incluso al número exacto de esclavos gentiles con que contará cada judío en esa consumación de la Historia e incluso señalan que ya, a día de hoy, esa profecía se cumple siquiera en parte porque, en cierta medida, los goyim o gentiles sirven a los judíos. Sin duda, se trata de una exégesis nacionalista no poco autocomplaciente en el presente y, desde luego, sugestiva de cara al futuro. Tampoco resulta tan extraña porque, a fin de cuentas, no son pocas las naciones que han creído en un momento u otro de la Historia que son un pueblo de amos y señores y que para los demás es una bendición además de una obligación servirlos. Con todo, creo que Zacarías anunció realidades quizá menos gratas para algunos, pero mucho más profundas espiritualmente.



El primer aspecto indiscutible es que el pueblo de Israel vagaría como oveja sin pastor y que la causa fundamental sería su dirección espiritual. Efectivamente, así lo vio Jesús (Mateo 9: 36), pero no sólo él. En no escasa medida, el judaísmo del segundo Templo constituyó una referencia dolorosa y punzante al desvío del pueblo de Israel y a cómo semejante situación iba a traer consecuencias trágicas. Basta leer la Guerra de los judíos de Josefo – un texto no muy querido en el Israel actual por lo que tiene de autocrítica, pero absolutamente indispensable para conocer la época – para ver que el notable historiador judío contempló el desastre de la guerra del 66-73 d. de C., y la destrucción del templo de Jerusalén en el año 70 como un castigo directo y más que justo de Dios. Zacarías va más lejos y afirma que YHVH rompería su pacto de gracia con Israel porque sus dirigentes espirituales no dudarían en valorarlo en tan sólo treinta monedas de plata (11: 12-13). Para los lectores de los evangelios resulta más que claro cuando se cumplió esa profecía porque precisamente las autoridades espirituales de Israel valoraron a Jesús en esa cantidad que fue la entregada a Judas por su traición (Mateo 27: 9-10). Si aquellos que debían ser luz del pueblo, decidieron menospreciar así a YHVH y dar muerte al que traía salvación, ¿puede sorprender el desastre que se abatió sobre la siguiente generación? ¿Puede también sorprender que Jesús les señalara que “el reino de Dios os será quitado y será dado a una nación que produzca sus frutos” (Mateo 21: 43)?



El destino en los siglos siguientes del pueblo judío sería no pocas veces aciago, pero Zacarías también da respuesta a esa situación y es que no habría sosiego ni paz para él mientras no mirara a YHVH al que habían traspasado, una referencia que el evangelista Juan conectó directamente con el mesías Jesús y la circunstancia de que su costado fuera traspasado mientras pendía de la cruz (Juan 19: 37). Por supuesto, históricamente habría muchos intentos de paz y seguridad, pero siempre resultarían fallidos porque el único dispuesto por Dios para alcanzar esa meta sería el traspasado. No otro sería el manantial abierto para limpiar el pecado y la inmundicia (13: 1). Aquellos que lo vieran captarían la vanidad de sus dirigentes espirituales (13: 2-6). A ellos se debería que se hiriera al pastor y que sus seguidores se dispersaran (13: 7), de nuevo una profecía mesiánica cumplida cuando Jesús fue prendido y sus discípulos huyeron (Mateo 26: 31; Marcos 14: 27) y seguida por un hecho sobrecogedor y es que la mayoría del pueblo de Israel no seguiría al mesías y se perdería aunque la parte que lo hiciera – Pedro y Santiago, Esteban y Pablo y tantos otros - se vería purificada como el oro (13: 9). Sin embargo, la Historia no concluiría ahí.



En el futuro, habría una Jerusalén que sería perseguida y cuya persecución concluiría con la llegada del propio YHVH. Será el final de la Historia cuando será reconocido como rey y será uno y uno Su nombre (14: 9), un pasaje que recuerda mucho a la referencia de Pablo a un momento de consumación, “el fin, cuando (el mesías Jesús) entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia… pero luego que todas estas cosas estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (I Corintios 15: 24 y 28).



Ciertamente, habrá entonces una Jerusalén que tendrá en su interior todo lo bueno que hayan podido crear las naciones a lo largo de la Historia y de la que quedarán excluidos los que no aceptaron al mesías, incluidos aquellos a los que, simbólicamente, forman Egipto, un nombre que Apocalipsis aplica a la ciudad donde fue crucificado Jesús (Apocalipsis 11: 8). Ciertamente, esa Jerusalén se caracterizará por una santidad desconocida en la Historia hasta entonces (14: 20). Ciertamente esa Jerusalén vivirá en el espíritu de la fiesta de los tabernáculos (14. 16) – la interpretación literal de este pasaje es materialmente imposible y absurda – y ciertamente, será una nueva Jerusalén descendida del cielo (Apocalipsis 21: 10), que iluminará a gente de toda nación y en la que estará lo bueno de cada nación (Apocalipsis 21: 24-26), de donde quedará excluido lo inmundo, lo abominable y lo falso y donde sólo entrarán los que hayan sido inscritos en el libro de la vida del Cordero (Apocalipsis 21: 27).



Puedo entender que para aquellos empeñados en identificar a Saddam Hussein o a Ahmadinejah con el Anticristo – por cierto, ambos fuera de juego hace tiempo – o para los que sueñan con un futuro en que tendrán miles de esclavos gentiles a su servicio esta exégesis no resulte agradable. Sin embargo, creo que es la que hace justicia al libro de Zacarías y al mensaje de la Biblia en su conjunto. Dios no hace acepción de personas por cuestiones de raza, cultura, nación o religión; Dios ofrece el camino, la verdad y la vida sólo en el mesías porque nadie va al Padre sino por él (Juan 14: 6) y sólo hay posibilidad de redención cuando se mira a aquel que fue traspasado en la cruz. Lo demás, como diría un castizo, es simplemente marear la perdiz. La semana que viene, Dios mediante, continuaremos ya con otro profeta.





CONTINUARÁ

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Published on January 20, 2017 02:07

January 19, 2017

La Reforma en español

Hace unos días les prometí que pronto les daría los datos para matricularse en el campus literario dedicado a la Reforma en español. Llegó la hora. Como podrán ver por el cartel adjunto, además de nuestro campus literario, tendremos una serie de exposiciones sobre una Reforma que se escribió en la lengua de Cervantes y Quevedo.

Comenzaremos con Alfonso de Valdés, el más que posible autor de El lazarillo de Tormes y de diálogos rebosantes de sal relacionados con la necesidad de Reforma. La segunda jornada la dedicaremos a Juan de Valdés, genial personaje, extraordinario estilista y primer teólogo protestante en español. Pasaremos luego a Francisco de Enzinas, traductor del Nuevo Testamento del griego al español y catedrático de griego en Cambridge. La cuarta exposición girará en torno a Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, los traductores de la versión de la Biblia en español de mayor expansión e influencia a lo largo de los siglos. Finalmente, terminaremos con un homenaje a George Borrow, don Jorgito el inglés que recorrió España llevando la Biblia en unos de esos momentos de escasa libertad vividos en la Península Ibérica.



Todo esto más los datos para la inscripción aparece recogido en el poster que, como en el campus anterior, ha diseñado magistralmente Josua. El coste, como verán, es muy moderado y, con seguridad, será ocasión de aprender, reflexionar y disfrutar. Ahí tienen los datos para la inscripción. Hay gente ya inscrita de otros países y quedan pocas plazas. No pierdan la oportunidad. Con seguridad, disfrutarán. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Campus Literario 2017Campus Literario 2017



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Published on January 19, 2017 00:18

César Vidal's Blog

César Vidal
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