César Vidal's Blog, page 54

February 6, 2017

Corría el año…  la guerra de la independencia (I): 1808-1812

Pocos acontecimientos de la Historia de España resultan más relevantes, más heroicos y más desaprovechados que la guerra de la independencia.

El alzamiento popular contra Napoleón – le dediqué mi libro España 1808 – pudo derivar en la instalación de un régimen parlamentario. Sin embargo, como supo adelantar Blanco White, la alianza del trono y del altar – es decir, del absolutismo borbónico y de la iglesia católica – abortó esa posibilidad de libertad y progreso. Los españoles lo dieron todo, pero no supieron aprovechar la victoria contra Napoleón engañados, como tantas veces, por la monarquía y la iglesia católica. Dedicamos dos programas al tema y podríamos haberle dedicado cinco veces más sin agotarlo. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



http://www.dailymotion.com/video/xq98yi_corria-el-ano-la-guerra-de-la-independencia-espanola_news

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Published on February 06, 2017 23:08

La Reforma en español

Hace unos días les prometí que pronto les daría los datos para matricularse en el campus literario dedicado a la Reforma en español. Llegó la hora. Como podrán ver por el cartel adjunto, además de nuestro campus literario, tendremos una serie de exposiciones sobre una Reforma que se escribió en la lengua de Cervantes y Quevedo.

Comenzaremos con Alfonso de Valdés, el más que posible autor de El lazarillo de Tormes y de diálogos rebosantes de sal relacionados con la necesidad de Reforma. La segunda jornada la dedicaremos a Juan de Valdés, genial personaje, extraordinario estilista y primer teólogo protestante en español. Pasaremos luego a Francisco de Enzinas, traductor del Nuevo Testamento del griego al español y catedrático de griego en Cambridge. La cuarta exposición girará en torno a Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, los traductores de la versión de la Biblia en español de mayor expansión e influencia a lo largo de los siglos. Finalmente, terminaremos con un homenaje a George Borrow, don Jorgito el inglés que recorrió España llevando la Biblia en unos de esos momentos de escasa libertad vividos en la Península Ibérica.





Todo esto más los datos para la inscripción aparece recogido en el poster que, como en el campus anterior, ha diseñado magistralmente Josua. El coste, como verán, es muy moderado y, con seguridad, será ocasión de aprender, reflexionar y disfrutar. Ahí tienen los datos para la inscripción. Hay gente ya inscrita de otros países y quedan pocas plazas. No pierdan la oportunidad. Con seguridad, disfrutarán. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





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Published on February 06, 2017 05:32

February 5, 2017

Pablo, el judio de Tarso (XIII):  De Jerusalen a Antioquia (I):  La subida a Jerusalen

La trayectoria de Saulo durante los tres últimos años podía considerarse como mínimo peculiar. Inicialmente, había sido un celoso fariseo criado a los pies de Gamaliel y perseguidor de la comunidad de seguidores de Jesús.

Como tal había participado en la ejecución de Esteban y había solicitado cartas al sumo sacerdote de Jerusalén para detener a los discípulos que se encontraban en Damasco. Sin embargo, una experiencia acontecida cuando se dirigía a esta ciudad había cambiado dramáticamente su vida. De perseguidor había pasado a bautizarse y a predicar la nueva fe en Arabia y en Damasco. De hecho, su celo había sido tanto que de no haber mediado la intervención de sus nuevos correligionarios posiblemente hubiera sido asesinado. Fue precisamente en ese momento especialmente delicado de su trayectoria cuando Saulo decidió dirigirse a Jerusalén para entrar en contacto con los primeros seguidores de Jesús.



La conversión de Saulo había sido sincera y no faltaban las pruebas de ello. Sin embargo, no resulta sorprendente que entre los discípulos de Jerusalén cundiera la desconfianza y rechazaran los intentos de ponerse en contacto con ellos (Hechos 9, 26). Semejante conducta resulta más que comprensible si se tiene en cuenta el pasado de Saulo y, sobre todo, si se piensa en el impacto que un informador hostil podría tener en su futuro. Sin duda, no debieron ser fáciles aquellos primeros momentos de Saulo en Jerusalén. Para sus compañeros de antaño era punto menos que un apóstata habiendo pasado de la ortodoxia farisea a predicar a un blasfemo como el crucificado Jesús. Para los discípulos, era un antiguo perseguidor y quizá el enemigo de siempre que ahora intentaba fingirse amigo. De aquella situación amarga pudo salir Saulo gracias a un personaje llamado Barnabás o Bernabé.



El nombre verdadero de Bernabé era José. Si había recibido aquel sobrenombre – que significa Hijo de consolación – se debía a su piedad y a su disposición a sacrificarse por los demás. La fuente lucana (Hechos 4, 36 ss) nos lo presenta como un hombre que poseía un campo y que, tras su conversión, lo vendió y entregó el dinero a los apóstoles para que lo distribuyeran entre los necesitados. Ahora, Bernabé actuó como mediador entre Saulo y los discípulos. Posiblemente, mantenía contacto con la comunidad de Damasco y sabía que la experiencia de Saulo era genuina. En cualquier caso, “lo condujo ante los apóstoles” y les refirió tanto su experiencia en el camino de Damasco como su experiencia evangelizadora posterior (Hechos 9, 26-27). El propio protagonista de los hechos mencionaría años después los apóstoles con los que se había encontrado. Tan sólo habían sido Cefas y “Santiago, el hermano del Señor” (Gálatas 1, 18 ss).



Cefas – el nombre arameo de Simón Pedro – era un personaje de especial relevancia entre los discípulos de Jesús. No sólo había estado con Jesús prácticamente desde el primer día de su ministerio, sino que además había desempeñado un papel de enorme relevancia en los tiempos posteriores a la crucifixión. Era verdad que lo había negado hasta tres veces – un hecho demasiado duro como para poder dudar de su autenticidad – pero también se había convertido en uno de los primeros en verle resucitado (Lucas 24, 34; I Corintios 15, 5) y en proclamarlo. En el caso de Santiago o Jacobo, “el hermano del Señor”, parece obvio que no había creído en Jesús en vida (Juan 7, 5), pero su punto de vista cambió después de contemplarlo resucitado (I Corintios 15, 7). Este episodio fue recogido en el Evangelio de los hebreos que no ha llegado a nosotros y del que Jerónimo se hace eco en su De viris illustribus 2. En poco tiempo, Santiago se había convertido en uno de los pilares de la comunidad de discípulos de Jerusalén y, como veremos, con el paso del tiempo su papel sería todavía más importante. Es muy posible que los dos personajes dirigieran dos grupos distintos de discípulos. El de Pedro se reunía en la casa de María, la madre de Juan Marcos, el autor del segundo evangelio (Hechos 12, 17).



La estancia de Saulo en Jerusalén se extendió durante dos semanas (Gálatas 1, 18). Desde mediados del siglo XIX uno de los tópicos más repetidos – y más carentes de fundamento – ha sido el de afirmar que Pablo no había sentido ningún interés por la realidad histórica de Jesús y que se había limitado a los aspectos teológicos. De esa manera, se habría distanciado, por ejemplo, de los primeros discípulos del crucificado y de los Evangelios, al menos los sinópticos. La realidad histórica resulta muy diferente. Si algo escuchó Saulo en los quince días que estuvo con Pedro debió de ser multitud de detalles sobre la vida de Jesús. No sólo eso. También escuchó el contenido de la tradición (paradosis) de la comunidad primitiva, un contenido que repetiría unos años después y que en nada se parece al significado que se da a la palabra tradición en algunas confesiones religiosas:





1 Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2 Por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo fue muerto por nuestros pecados conforme a las Escrituras; 4 Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 5 Y que se apareció a Cefas, y después a los doce. 6 Después se apareció a más de quinientos hermanos juntos; de los cuales muchos viven aún, y otros ya han muertos. 7 Después se apareció a Santiago; después a todos los apóstoles. 8 Y al último de todos, como a un abortivo, se me apareció a mi.



(I Corintios 15, 1-8).





Este pasaje en concreto muestra obvios paralelos con lo que conocemos de la predicación de la primitiva comunidad y, desde luego, con lo que las fuentes nos refieren sobre el mensaje transmitido por Pedro, Juan y algunos de los seguidores más antiguos de Jesús. Por si fuera poco, recoge los aspectos esenciales de la misma predicación de Jesús. Ciertamente Rudolf Bultmann llegó a afirmar que “la enseñanza del Jesús histórico no desempeña ningún papel, o prácticamente ninguno, en Pablo” . La tesis se ha repetido hasta la saciedad, pero dista mucho de corresponderse con algo que se corresponda lejanamente con la realidad. De hecho, ya Arnold Resch dejó de manifiesto que en los escritos de Pablo se encontraban nada menos que 1158 referencias – 925 en las epístolas no pastorales, 133 en Éfesios y 100 en las pastorales – a palabras de Jesús .



Saulo no era un innovador y nunca pretendió serlo. Tampoco lo fueron los otros discípulos. A decir verdad, su predicación hundía sus raíces en la de Jesús y en la propia tradición judía. El primer aspecto que destaca en todos ellos es la insistencia indiscutible en la base bíblica de las pretensiones de Jesús. El drama relacionado con su persona no era sino el cumplimiento de las profecías contenidas en el Antiguo Testamento y, de manera muy especial, en el canto del siervo de Isaías 52, 13-53, 12. Como mesías sufriente, Jesús había sido rechazado (Isaías 53, 1). La mayoría de los judíos no habían contemplado en él nada atractivo (Isaías 53, 2). Lo habían menospreciado y no lo habían visto digno de estima alguna (Isaías 53, 3). Incluso podían haber pensado que su muerte había sido un castigo de Dios por su impiedad (Isaías 53, 4), pero, en realidad, ese mesías sufriente había llevado sobre si el castigo por los pecados que todos ellos merecían (Isaías 53, 4-5). De hecho, era el mismo Dios el que había cargado sobre el mesías el pecado (Isaías 53, 6). Llevado ante los jueces no se había rebelado sino que, más bien, se había comportado como una oveja camino del matadero (Isaías 53, 7-8). Ejecutado, la causa había sido el pecado del pueblo de Israel (Isaías 53, 8). Su muerte como un delincuente debería haber significado un entierro con delincuentes. Sin embargo, su tumba había estado entre los ricos y, más concretamente, en una sepultura nueva propiedad del acaudalado José de Arimatea (Isaías 53, 9). Con todo, la muerte no había sido el final. Tras entregar su vida como expiación por el pecado, había vuelto a vivir y ahora tan sólo esperaba el triunfo final al lado de Dios (Isaías 53, 10). La profecía de Isaías había sido redactada ocho siglos antes, pero los primeros discípulos sólo podían ver en ella un anuncio extraordinariamente exacto de la vida de Jesús, el mesías sufriente. No sorprende que así fuera porque los paralelos entre los versículos de Isaías y la pasión de Jesús son verdaderamente impresionantes, pero también porque el mismo Jesús se había presentado como un mesías sufriente (Marcos 10, 45) y porque la tradición judía creía en que el texto de Isaías 53 tenía contenido mesiánico.



En ese sentido, Pedro hablaría de cómo los creyentes “habían sido comprados con la sangre preciosa del mesías” (I Pedro 1, 18 ss); y Juan indicaría que “la sangre del mesías nos limpia de todo pecado” (I Juan 1, 17). Saulo se limitaría a repetir esas afirmaciones. Jesús era el mesías porque había muerto expiatoriamente de acuerdo con el plan de Dios, porque había sido sepultado y porque había resucitado al tercer día. De todo ello eran testigos los discípulos – incluso un incrédulo inicial como Santiago, incluso un antiguo enemigo y perseguidor como Saulo – y todo ello había tenido lugar de acuerdo con las Escrituras. De hecho, no era la tumba vacía la que había encendido la fe de los discípulos. Ésta se debía a que habían encontrado vivo al crucificado Jesús . La predicación no era nueva y Saulo escribiría años después que no le comunicó nada que no supiera (Gálatas 2, 6). En buena medida, así debió ser. Su comprensión previa del valor de la obra del mesías, del significado de su muerte y de su resurrección eran los mismos. No menos acuciante era su predicación para creer en Jesús a fin de obtener la vida eterna.



No sorprende, por lo tanto, que el encuentro entre Saulo, por un lado, y Cefas y Santiago, por otro, concluyera óptimamente. El converso fue aceptado como uno más del grupo de los discípulos, uno más que, dado su pasado, exigía que se glorificara a Dios por la manera en que había cambiado su vida (Gálatas 1, 23-24).



Saulo – que ya había visto amenazada su vida en alguna ocasión – no estaba ahora dispuesto a dejarse amilanar. Durante el tiempo que estuvo en Jerusalén, tal y como informa la fuente lucana, se dedicó a predicar la Buena noticia a los judíos de habla griega. La oposición hacia aquel personaje que había cambiado tan radicalmente de vida no tardó en producirse y la fuente lucana nos informa de que los hermanos de Jerusalén decidieron ponerle a salvo:





28 Y entraba y salía con ellos en Jerusalén; 29 Y hablaba con valentía en el nombre del Señor: y disputaba con los judíos que hablaban griego; mas ellos procuraban matarle. 30 Al enterarse de ello los hermanos, le acompañaron hasta Cesarea, y le enviaron a Tarso.



(Hechos 9, 28-30)



CONTINUARÁ

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Published on February 05, 2017 00:30

February 4, 2017

O For A Thousand Tongues To Sing

Me he referido varias veces a Charles Wesley. Además de notable predicador – aunque no tanto como su hermano John – Charles fue uno de los compositores más extraordinarios de la música espiritual de todos los tiempos.


Que fuera capaz de escribir más de un millar de himnos y que resulten excelentes es buena prueba de ello. Es el caso del que traigo hoy. Buen conocedor de la Biblia, Charles Wesley sabía que ésta enseña no la doctrina de una salvación por obras sino la de una salvación por gracia, apropiada a través de la fe y no por obras para que nadie se jacte (Efesios 2: 8-9). En otras palabras, la salvación es posible no por nuestros méritos - ¿cuáles sin quebrantamos continuamente la ley de Dios? – si no por la gracia, por el amor gratuito, por la bondad inmerecida de Dios. Es esa circunstancia a la que se refiere Wesley en esta canción y lo hace advirtiendo que ni un millar de lenguas entonando al unísono serían suficientes para describir la maravillosa gracia de Dios. Ciertamente es así y lo sabe cualquiera que es mínimamente consciente de lo que significa realmente el pecado y de lo que implicó para Dios enviar a Su Hijo de manera que el que crea en El no se pierda sino que tenga vida eterna (Juan 3: 16).



Les dejo con dos versiones del himno – no conozco versión española, pero eso no quiere decir que no exista – la primera es más clásica y es entonada por el coro de una iglesia bautista; la segunda, más actual, es entonada por la David Crowder Band. Les deseo que las disfruten y, sobre todo, que reflexionen en su mensaje. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Ésta es la versión del coro de una iglesia bautista



www.youtube.com/watch?v=3Bm0b1745vA



Y ésta es la de la David Crowder Band



www.youtube.com/watch?v=7w3DXMkyj7Q

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Published on February 04, 2017 00:28

February 2, 2017

Los profetas: Malaquías (II):  la solución (c. 3: 1-12)

La primera parte de los oráculos del profeta Malaquías pinta una realidad que no podía resultar, en absoluto, grata para muchos de sus contemporáneos. Con seguridad, no pocos se sentían felices, incluso muy satisfechos, viendo cómo el templo de Jerusalén había sido reconstruido y con él, se habían reanudado los sacrificios. ¿No era para sentirse así?


Sin duda, así lo pensaban muchos, pero la realidad - vista desde la perspectiva de Dios - era considerablemente distinta. Lo que para muchos era una bendición de Dios y una muestra de superioridad espiritual no pasaba de ser un ejercicio deplorable de autocomplacencia que apenas tapaba un profundo distanciamiento del Señor. Ahora bien, si el diagnóstico de Malaquías era el correcto, ¿cuál era la salida? ¿Qué solución había para una crisis aguda que, por añadidura, era vista por muchos como un período de inmensa espiritualidad?



Malaquías realiza un anuncio que resulta, como mínimo, sorprendente. Primero, proclama que vendría un mensajero que prepararía el camino delante de YHVH (3: 1) y luego aparecería el mismo Señor para salvar a Su pueblo (3: 1b). Esa manifestación de Dios estaría vinculada a una labor de extraordinaria purificación espiritual (3: 2). Sólo cuando apareciera, se operaría una limpieza espiritual digna de tal nombre, tan a fondo que convertiría en pura la ofrenda que pudiera realizar Judá (3: 3-4).



Naturalmente, cabía preguntarse qué hacía mal Judá para que fuera necesaria tanta limpieza. ¿Acaso no seguía el código levítico de los sacrificios? ¿Acaso no celebraba las fiestas de acuerdo con lo establecido por la Torah? ¿Acaso no respetaba normas como la circuncisión o el código dietético contenido en las enseñanzas de Moisés? Así era, luego ¿a qué venían los anuncios de Malaquías? Pues estaban relacionados con conductas inaceptables en el seno del pueblo de Dios. En primer lugar, estaban los hechiceros. La Torah era terminante contra la práctica de la magia, pero en el exilio de Babilonia – si es que no antes – los judíos se habían contaminado de ese tipo de prácticas. Nunca llegaron, a decir verdad, a desprenderse del todo de ellas. Quien lea las páginas del Talmud apreciará una impregnación del pensamiento mágico babilónico que es señalado incluso con no poca jactancia. Incluso la Cábala – de la que tanto se habla sin saber – tiene una variedad, la denominada práctica, que no es sino hechicería aunque se prefiera utilizar otras denominaciones para ella. Por supuesto, se puede afirmar que hay una magia blanca y otra negra, que una cosa es la hechicería y otra, la magia, pero se trata sólo de disquisiciones bizantinas. Dios rechaza ese tipo de prácticas que, en la época de Malaquías, debían ser tan extendidas como para colocarla en el primer lugar de las acusaciones.



En segundo lugar, aparecían los adúlteros. Aquel pueblo podía dirigirse al templo con enorme satisfacción y orgullo, pero, en su interior, abundaban los que eran incapaces de guardar la fidelidad conyugal establecida por Dios. En tercer lugar, aparecían los que no sólo mentían sino que además tenían la desvergüenza de ocultar el embuste con el juramento, es decir, con poner a Dios por testigo de que lo falso era verdad. A continuación, estaban los que vivían del fraude. Como suele ser habitual, ese fraude convertía en víctimas privilegiadas a los que menos podían defenderse: el jornalero, la viuda, el huérfano y el no-judío que vivía en el seno de una sociedad judía (3: 5). Sin duda, todos los que actuaban así podían dar con alguna supuesta justificación para sus acciones, pero la realidad es que lo único que quedaba escandalosamente de manifiesto es que carecían de temor de Dios. Sus actos indicaban que podían ser religiosos, incluso muy religiosos, pero que, a la vez, la relación profunda con Dios, la que El desea, brillaba por su ausencia. No es un fenómeno que sucediera entonces por primera vez ni que se produjera por última. Precisamente por ello, Dios – que no cambia (3: 7) – los llamaba a la conversión, a que se volvieran hacia El por que, de manera indiscutible, a pesar de su religiosidad, le habían vuelto la espalda. Como era de esperar, los culpables de aquellas conductas denunciadas por Malaquías respondían que ¿en qué tenían que volverse a Dios? (3: 7).



La respuesta de Dios, comunicada por Malaquías, constituye uno de los textos especialmente citados en distintas predicaciones con una finalidad nada oculta, la de que los fieles crean en la obligatoriedad de los diezmos bajo el Nuevo Pacto y entreguen el diez por ciento de sus ingresos. Sé que corro el riesgo de escandalizar a algunos, pero esa interpretación del texto es insostenible exegéticamente aunque – no me cabe duda – puede ser muy lucrativa. Abordemos la cuestión.



De entrada, la ley de Moisés no identifica en ningún lugar el diezmo con la entrega del diez por ciento de los ingresos a pastores. Esa es una interpretación común en la actualidad, pero su base no se encuentra en la Biblia. A decir verdad, lo que contienen las Escrituras es una división del diezmo en ciclos de tres años (14: 28). Su finalidad, de hecho, era triple como puede verse en Deuteronomio 14: 22-29. El primer año, la décima parte de lo producido sería guardada, pero NO para entregar al clero o al templo sino para ser disfrutada por la persona y por su familia delante de Dios. Ese diezmo sería comido ante Dios por el que había ganado esos bienes. De esa manera, al disfrutarlo con los suyos, el hijo de Israel se percataría de que todo se lo debía a Dios y aprendería a temerlo a diario (Deuteronomio 14: 23). El diezmo era la décima parte literal de los bienes producidos tanto agrarios como ganaderos, pero podría darse la circunstancia de que llevarlos hasta el santuario resultara trabajoso, incluso penoso. En ese caso, la Torah disponía que la persona convirtiera en dinero el diezmo y… no, nada de dárselo al clero. Debía gastar ese diezmo, ahora en dinero, en el disfrute propio y de su familia (Deuteronomio 14: 24-26). Sin embargo, no se trataba sólo de disfrutar personalmente del diezmo de lo producido. Había que recordar además al levita, es decir, a los miembros de la tribu de Leví - que, por ser sacerdotes, no tenían una porción de la tierra repartida a Israel - y a los necesitados. Cada tres años, el diezmo (Deuteronomio 14: 28) no sería disfrutado, pues, por el que lo producía y los suyos sino por el levita que no tenía herencia de la tierra (14: 29) y por la viuda, el huérfano y el no-judío, es decir, los necesitados por antonomasia. Parece obvio, pues, que la ley de Moisés encaminaba el diezmo al gasto personal, pero orientado a dar gracias a Dios y que, cada tres años, realizaba una excepción y esa cantidad se entregaba a los levitas y a los menesterosos. De hecho, los levitas debían ofrecer a Dios el diezmo de esos diezmos recibidos (Números 18: 26).



Visto tal y como lo ordenaba la ley de Moisés, el diezmo – que tenía muy poco que ver con lo que se enseña al respecto en no pocos lugares - tenía una finalidad educativa innegable. Primero, enseñaba al que comía el diezmo del fruto de su trabajo que debía temer a Dios que le había dado todo y que deseaba que disfrutara de esas bendiciones; segundo, enseñaba que había que utilizar periódicamente – en el año tercero - una parte de lo conseguido en asistir a los desvalidos y, finalmente, enseñaba que debían contribuir a mantener a los encargados del sistema sacrificial del templo. Desde luego, resulta llamativo que esta enseñanza tan clara haya sido sustituida por la de que hay que entregar el diezmo de lo ganado a la iglesia local para que mantenga sus gastos.



En la época de Malaquías da la sensación de que el diezmo dedicado a las familias era cumplido con cierta fidelidad, pero no podía decirse lo mismo de los otros dos. Ni los necesitados ni los levitas – otro grupo de necesitados – eran atendidos y eso era robar a Dios. Entendámonos. A Dios no se le roba porque el clero no se llevara la décima parte de los ingresos de los hijos de Israel sino porque se sustraía lo que correspondía a gente necesitada como los huérfanos, las viudas, los no-judíos y los levitas (3: 8), dicho sea de paso, esa circunstancia es la misma que la señalada en 3: 5.



¿Se encuentran los cristianos sometidos al mandato del diezmo? Si así fuera, naturalmente, debería ser en los términos que enseña la Torah, es decir, en ciclos trianuales en que se guardaba lo producido para disfrutarlo con la familia y, en el año tercero, se atendía a los necesitados incluidos los que servían en el templo. Con todo, la enseñanza del Nuevo Testamento no incluye en ningún lugar el mandato del diezmo para los seguidores de Jesús. Éste lo mencionó sólo una vez (Mateo 23: 23; Lucas 11: 42); lo relacionó con bienes y no con dinero – como ordenaba la Torah - y, de manera bien reveladora, lo situó como una práctica pasada que “era” – no es – necesario guardar aunque sin olvidar que no era lo más importante de la Torah. No podía ser de otra manera porque, como Jesús señaló con claridad, la ley y los profetas fueron hasta la predicación de Juan el Bautista (Lucas 16: 16) y el diezmo – además interpretado de manera diferente a la enseñanza de la ley – no iba a ser una excepción.



En cuanto a sus discípulos tampoco lo siguieron ni lo enseñaron. La razón era esencial. En primer lugar, porque no estaban bajo la ley de Moisés (Romanos 3: 19-20). En segundo lugar, porque las disposiciones del Antiguo pacto estaban llamadas a desaparecer y eso incluía las referencias a los levitas (Hebreos 8: 13). Finalmente, ese final de la ley es el mismo mesías. De hecho, Dios declara justo al que cree en él (Romanos 10: 4). En el Nuevo pacto inaugurado por el mesías Jesús, se espera que cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza, ni por obligación porque Dios ama al dador alegre (2ª Corintios 9: 7). Ese dar busca compartir los bienes con los desvalidos según su necesidad (Hechos 2: 44, 45 y Hechos 4: 32 - 37). Incluso cuando se habla de ofrendas en situaciones especiales se espera que se realicen no de acuerdo a una cuota como la décima parte sino poniendo algo aparte según cada uno haya prosperado (Romanos 16: 1, 2). De hecho, la máxima manifestación de esa visión no es la entrega de una cuota fija sino una comunidad de bienes que es totalmente voluntaria, alegre y espontánea y que sólo puede darse en una comunidad totalmente embargada por el Espíritu Santo (Hechos 4: 32-3).



Esa visión del Nuevo pacto – que, lamentablemente, no suele enseñarse – encaja de lleno con el espíritu de Malaquías, el que afirma que cuando una sociedad no atiende a los necesitados sólo le cabe esperar maldición (3: 9) porque roba a Dios en la persona de los más débiles. Cuando el efecto es que hay “alimento para todos” – no que alguien se lleva el diez por ciento de los ingresos de todos incluidos los miserables - Dios derrama la bendición (3: 10). Cuando se comprende el fondo del asunto… bueno, entonces cabe esperar prosperidad, una prosperidad mucho mayor que la que prometen algunos predicadores especialmente duchos en el arte de despojar a incautos y excitar la codicia de los ignorantes. No sorprende, con este marco de fondo, que Malaquías anunciara que el mismo Dios, precedido por un mensajero, tendría que venir a limpiar las impurezas de Israel porque, ciertamente, existían y eran graves (3: 1 ss).



No era, sin embargo, ésta la única cuestión a la que debía referirse Malaquías, pero de ello hablaremos la semana que viene.



CONTINUARÁ

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Published on February 02, 2017 23:27

73 por ciento

A mediados de la semana pasada, asistí a un almuerzo destinado a analizar la realidad internacional desde los Estados Unidos. Los presentes – apenas una decena de personas – discrepábamos en cuestiones como la solución de los problemas de Oriente Medio, la mejor manera de tratar a regímenes como los de Cuba, Venezuela y Nicaragua o la posición ante Rusia.

Sin embargo, coincidíamos en la necesidad de defender la democracia. Como no podía ser menos, surgió a no mucho tardar el tema de la OTAN. Algunos sentían inquietud ante la posibilidad de que Donald Trump la desarticulara; otros se aferraban a que los miembros de su gabinete interrogados al respecto por el senado habían insistido en su importancia y en la necesidad de su permanencia. Fue entonces cuando la persona sentada justo a mi izquierda, un veterano embajador en importantísimo destino en la época del presidente norteamericano de mayor relevancia del último medio siglo, dijo de manera contundente: “Estados Unidos no puede seguir pagando el setenta y tres por ciento del gasto de la OTAN”. La frase encerraba en si misma todo un tratado de política. Se puede discutir si ha sido sensato alargar las fronteras de la OTAN hasta las de Rusia en contra de lo prometido por el gobierno de Estados Unidos a Gorbachov; se puede argumentar a favor y en contra de que la OTAN haya desbordado las fronteras y objetivos de su proyecto original; incluso se puede sostener que la OTAN tal como existe actualmente no tiene razón de ser y ha de verse sustituida por otra entidad. Sin embargo, hay un hecho que admite poca controversia. No es ni justo, ni razonable ni equitativo que Estados Unidos acabe pagando casi tres cuartas partes de la factura de una organización compuesta, de Albania a Turquía, por veintiocho naciones independientes. A nadie se le escapa que la contribución de Eslovenia o Eslovaquia no puede ser la de Alemania, Reino Unido o Francia. Sin embargo, no cabe engañarse ante la realidad de que Estados Unidos soporta un peso excesivo y que son muchos millones de norteamericanos los que así lo ven. Donald Trump, en su discurso de jura, se quejó de estos “trillones” – nuestros billones – de dólares que se gastan en el extranjero en lugar de emplearlos en el interior. Más vale que vayan tomando nota en los cinco continentes porque no hablaba en broma.

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Published on February 02, 2017 00:29

February 1, 2017

Amenazante Trump

Yo entiendo que vean a Trump como una amenaza. Lo es. Reflexionen solamente en lo que ha llevado a cabo en la primera semana de trabajo. De entrada, afirma que hay que filtrar a la gente que llega a nuestras fronteras procedente de países donde el terrorismo es una realidad. Pero ¿qué está diciendo?

Cuando Angela Merkel, la Unión Europea y hasta el sursum corda los dejan entrar en Europa aunque luego se produzcan terribles atentados ¿cómo se atreve Trump a enmendarles la plana? Por añadidura, se ha empeñado en contar con una vigilancia de fronteras que acabe con la inmigración ilegal. Nada parecido a la valla de Ceuta y Melilla que la saltan cada lunes y cada martes o a ese mar italiano o griego que cruzan desde Libia las gentes de Al Qaida sin que, al parecer, se pueda hacer mucho salvo quejarse. No. Trump quiere un muro duro, duro, como los dispositivos de control fronterizo que México tiene establecidos en la frontera con Guatemala. Ya es una falta de respeto actuar así quitando el pan de la boca a las ONGs que se dedican a ciertos menesteres, pero es que lo de Trump es todavía más intolerable. De un plumazo, le ha quitado las subvenciones a organizaciones abortistas – como Planned Parenthood – feministas y climatocuentistas. ¿Acaso la gente que vive de esos temas va a tener que trabajar como todo el mundo? ¿Y qué decir de la postura de Trump frente a los medios? ¡Osa señalar que obedecen no pocas veces a intereses políticos y empresariales que no son, precisamente, los de informar verazmente! Y si fueran solo los medios… porque es que Trump pretende que existe un establishment formado por partidos políticos, intereses económicos, tramas sociales, lobbies poderosos que han conseguido comerse el pastel convenciendo a las gentes de que todo se reduce a que el gobierno lo controle un partido u otro en vez de que sepan que la democracia real es que el gobierno lo controle el pueblo. Para colmo, Trump está demostrando cada día que se pueden cumplir las promesas electorales. No es que prometiera, por ejemplo, bajar los impuestos y luego los subiera brutalmente. No. ¡Qué va! Es que está cumpliendo todos los compromisos electorales meticulosamente y lo mismo le sale bien. Viendo todo eso, ¿cómo no sentirse amenazado?

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Published on February 01, 2017 02:29

January 31, 2017

Desde El Espejo

Como saben ustedes, suelo pasar por El Espejo todas las semanas. Departimos allí de temas de actualidad, analizamos lo que está sucediendo, debatimos.

Ésta es mi intervención más reciente en el programa. Va en dos partes. Espero que los entretenga. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



http://www.americateve.com/videos/trump-contra-todas-banderas-parte-i-188921





http://www.americateve.com/videos/trump-contra-todas-banderas-parte-ii-188917

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Published on January 31, 2017 04:44

January 29, 2017

Corría el año… Mugabe

La Historia y la actualidad de África no suelen ser objeto de nuestra atención. Sin embargo, tienen mucha más relación con nosotros de lo que puede parecer a primera vista. Los medios nos cuentan el último atentado en Estados Unidos, Europa occidental o Israel; apenas dicen algo de los que sacuden Oriente prácticamente a diario y ocultan sistemáticamente el sufrimiento de África. Permítanme darles un ejemplo.


¿Cuántos de ustedes saben que sus teléfonos móviles funcionan gracias a una sustancia conocida como coltán? ¿Cuántos saben que el ochenta por ciento de ese coltán sale de las tierras del Congo? ¿Cuántos saben que, para garantizarse el coltán, las grandes potencias mantienen el Congo en una situación de perpetua guerra civil en la que han perecido en los últimos años no menos de cuatro millones de seres humanos? Se trata de un ejemplo, significativo, pero solo de uno. Porque la realidad de África es pavorosa y esos muertos que se cuentan por millones no necesitan ser ni conocidos ni justificados en otras partes del mundo. Ni siquiera hay que molestarse en manipular a las poblaciones con campañas mediáticas que justifiquen los bombardeos masivos y las invasiones armadas por fines humanitarios. Tampoco sus dictadores serán objeto de nuestros programas de televisión o de nuestras tertulias radiofónicas. Mugabe es sólo un ejemplo. Espero que el programa les interese. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





http://www.dailymotion.com/video/xqfed1_corria-el-ano-la-trayectoria-de-mugabe-en-zimbabwe_news

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Published on January 29, 2017 23:53

January 28, 2017

Pablo, el judío de Tarso (XII): Damasco (III):  En Damasco

¿Qué le esperaba a Saulo en Damasco? El primero que lo ignoraba era él, aunque no resulta difícil comprender que se hallaba sujeto a una enorme tensión emocional. De hecho, la fuente lucana indica que “estuvo tres días sin ver, y no comió, ni bebió” (Hechos 9, 9). Por supuesto, semejante conducta puede atribuirse a un intento de prepararse espiritualmente para lo que pudiera anunciársele,

pero es más posible que fuera un estado de estupor en el que el Saulo abrumado por su experiencia en el camino de Damasco y sometido a una situación de ceguera hubiera perdido totalmente el apetito. Debieron de ser horas muy intensas aquellas en que el antiguo perseguidor se vio totalmente aislado del mundo y en que intentaría digerir el golpe terrible de descubrir que lo que había concebido como la causa más noble del universo no era sino un comportamiento dirigido contra el mismo Dios. Para hacernos una idea de lo que debió implicar en parte la experiencia de Damasco tendríamos que pensar en un inquisidor medieval que hubiera sido objeto de la visita de un ángel mostrándole lo perverso de perseguir a los valdenses o un integrista islámico al que el Altísimo indicara lo erróneo de seguir el camino del yihad. La diferencia esencial se encuentra en el hecho de que mientras que no sabemos cómo hubieran reaccionado el inquisidor o el integrista musulmán, sí sabemos que Saulo aceptó lo sucedido como una innegable manifestación del Señor que se había manifestado durante siglos en la Historia del pueblo de Israel. A ese Señor había querido servir, ahora descubría que sólo lo había perseguido en las personas de sus discípulos.



Damasco era una ciudad de importancia no escasa. No sólo se ha considerado ocasionalmente como la urbe más antigua del mundo en cuanto a ser poblada de manera continuada, sino que además aparece relacionada con la primitiva historia de Israel. Por ella pasó el patriarca Abraham (Génesis 14, 15; 15, 2). Después fue la capital del reino arameo que se opuso de manera insistente a la monarquía hebrea. En el siglo VIII a. de C., pasó a dominio de los asirios y, sucesivamente, estuvo controlada por babilonios, persas y greco-macedonios. Con la descomposición del imperio de los seleucidas – a su vez un jirón del imperio de Alejandro Magno – Damasco pasó a manos del rey nabateo Aretas III en torno al año 85 a. de C. El reino nabateo, cuya capital se encontraba en la ciudad de Petra, acabaría siendo conquistado por Roma en el 106 d. de C.. Sin embargo, en la época que nos ocupa era una potencia que no podía ser pasada por alto en Oriente Medio.



Los nabateos no consiguieron conservar Damasco en sus manos mucho tiempo. En el año 72-1 a. de C., fue tomado por Tigranes I de Armenia que lo perdió ante las fuerzas romanas de Pompeyo en el 66 a. de C. Pasó así a formar parte de la Decápolis, una agrupación de ciudades gentiles sometida al gobernador romano de Siria. La lingua franca en Damasco era el griego, pero el arameo no debía resultar extraño. No en vano, a pesar de tratarse de una población mayoritariamente gentil, contaba con una colonia judía considerablemente numerosa . Partiendo de ese contexto ni extraña que Saulo se hubiera dirigido a la ciudad con cartas del sumo sacerdote de Jerusalén, ni tampoco que hubiera establecido un grupo de seguidores de Jesús.



No sabemos mucho acerca de la comunidad de seguidores de Jesús establecida en Damasco. Muy posiblemente era de origen galileo siquiera porque esta región se halla muy cerca de la Decápolis. Un miembro de esa comunidad llamado Ananías se presentó en el lugar donde se encontraba Saulo – la casa de un tal Judas en la calle Derecha - y le comunicó que Jesús, el mismo Jesús que había visto en el camino de Damasco, le había ordenado visitarle. Ananías no ocultaba su resquemor ante la idea de acercarse a alguien que se había hecho célebre por perseguir a los discípulos en Judea. Sin embargo, no había querido desobedecer las órdenes recibidas (Hechos 9, 10 -16). El relato del encuentro entre Saulo y Ananías aparece recogido de manera sucinta pero intensa en la fuente lucana:





17 Ananías entonces fue, y entró en la casa, e imponiéndole las manos, dijo: Saulo hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno de Espíritu Santo. 18 Y al instante se le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista: y levantándose, fué bautizado.



(Hechos 9, 17-18)





También sabemos por esta misma fuente que el mensaje que Ananías le entregó a Saulo hacía referencia a una misión de anunciar la Buena noticia de la salvación a los que no eran judíos. Semejante circunstancia no resulta tan extraña si tenemos en cuenta que el judaísmo había llevado a cabo un claro esfuerzo proselitista desde el siglo anterior y que en él habían desempeñado un papel de primer orden los fariseos. Que los seguidores de Jesús aceptaran esa posibilidad era, a decir verdad, cuestión de tiempo. Que se viera conectada con Saulo iba a tener una enorme trascendencia.



Saulo se había integrado en el grupo de seguidores de Jesús mediante el rito del bautismo, un rito que, a la sazón, sólo se aplicaba a personas que habían experimentado previamente una conversión y que, con seguridad, se administraba por inmersión como la etimología del término griego baptizo indica. Según señalaría más de una década después, tras su conversión marchó a Arabia para luego regresar a Damasco, el lugar donde había sido bautizado (Gálatas 1, 16 ss). La cuestión que se plantea es porqué se dirigió a Arabia, un término que hace referencia no a la actual Arabia saudí, sino al reino de los nabateos que incluía el monte sagrado Sinaí y Jordania. Carecemos de datos al respecto. Una de las posibilidades es que deseara reflexionar sobre su reciente experiencia en un lugar que la tradición relaciona con el desierto en el que estuvieron Elías y Moisés, pero parece más verosímil que aquel viaje formara parte de un primer intento de comunicar la Buena noticia a los no-judíos. El intento no debió tener éxito – Lucas ni siquiera lo menciona - y Saulo regresó a Damasco.



La reacción de Saulo tras recibir el bautismo encuentra paralelos con la de no pocos conversos. Ardía en deseos de compartir su nueva fe con los demás y comenzó a visitar las sinagogas damascenas para anunciar que Jesús era el mesías e Hijo de Dios (Hechos 9, 20). El mensaje ciertamente era provocador de por si, pero el hecho de que saliera de los labios de alguien que había sido un enemigo radical y de que, por añadidura, añadiera a la predicación el testimonio de haber visto al crucificado exacerbó más los ánimos. De la sorpresa inicial por su cambio repentino se pasó a una clara oposición y al proyecto de asesinarlo. Según la fuente lucana, un grupo de judíos damascenos decidió organizar una vigilancia en las puertas de la ciudad de Damasco para capturarlo y, acto seguido, proceder a su muerte muy posiblemente por los mismos cargos que habían concluido en la lapidación de Esteban (Hechos 9, 21-23). Para llevar a cabo sus propósitos contaron con el concurso del etnarca o representante del rey nabateo Aretas en la ciudad de Damasco. La circunstancia – recogida por el mismo Pablo años después (II Corintios 11, 32 ss) – hace pensar que el monarca se había sentido incómodo por las actividades proselitistas del antiguo fariseo y que no vio con desagrado la posibilidad de librarse de él. La situación, de hecho, llegó a ser tan peligrosa que, al fin y a la postre, los discípulos decidieron sacar a Saulo de la ciudad descolgándolo en una espuerta (Hechos 9, 25). A esas alturas habían pasado tres años desde su experiencia en el camino de Damasco y Saulo decidió dirigirse a Jerusalén, la ciudad donde Jesús había sido crucificado y donde se hallaban algunos de los discípulos que lo habían conocido personalmente y como él lo habían visto después de muerto.



CONTINUARÁ



_________________________



Josefo habla de que dieciocho mil judíos fueron asesinados en Damasco en 66 d. de C. (Guerra I, 422). Incluso si aceptamos que la cifra está hinchada, nos encontraríamos con una colonia judía de relevancia.









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Published on January 28, 2017 23:51

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César Vidal
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