César Vidal's Blog, page 44

May 17, 2017

El okapi

Para los que ya tenemos al menos cinco décadas a las espaldas, la antigua televisión española significó una serie de referentes culturales que – no vamos a mentir – hoy por hoy, resultan absolutamente inimaginables.

La caja tonta tenía sólo un canal y medio y además en blanco y negro, pero contaba, por ejemplo, con una oferta teatral y literaria que ahora es totalmente impensable. Gracias a Estudio-1 quien ahora escribe pudo acceder a un teatro que era inaccesible para el bolsillo de su familia. El okapi fue una de las obras de Ana Diosdado que pude ver gracias a ese programa. A esas alturas, su autora, Ana Diosdado, prácticamente se había consagrado con un Olvida los tambores que, sin embargo, ha sido cruelmente castigado con el paso del tiempo. Por delante quedaban todavía los tiempos en que escribiría Los 80 son nuestros o los guiones de éxito de alguna serie de TV. Como todos los juicios subjetivos, el mío es discutible, pero creo que Ana Diosdado llegó a la cima de su arte dramático con El okapi. Incluso tengo la impresión de que la obra se ha revalorizado con el tiempo simplemente porque la sociedad española ha cambiado y, en algunos aspectos, no precisamente a mejor. Arrancando del símil con un animal que muere al verse reducido al estado de cautividad, Ana Diosdado relataba la peripecia de unos ancianos que viven en una residencia. En aquella época en que había abuelos en la práctica totalidad de los hogares españoles – al menos los que yo conocía – llevar a un anciano a un asilo, como entonces se llamaban, constituía un comportamiento desaprobado socialmente. Ana Diosdado expresaba magníficamente el porqué de esa visión al señalar, de forma conmovedora y convincente, que no bastaba con un buen médico, una dieta equilibrada o un dormitorio cómodo para decir que se trataba a los mayores con dignidad. En realidad, la dignidad va unida siempre a conceptos como libertad, ilusión o respeto, circunstancias todas ellas que no pocas veces brillan por su ausencia en determinadas residencias. Son decenas de miles los ancianos que ya han sido estabulados en esos lugares por familias que no sienten obligación de atenderlos de manera directa. No es menor seguramente el número de aquellos que tendrán que afrontar un siniestro futuro si ciertos lobbies acaban consiguiendo la aprobación de una ley que sirva la eutanasia en bandeja a cualquier asesino en serie con bata blanca y sin escrúpulos morales. Hace tiempo que vi El okapi, pero estoy convencido de que el representarlo quizá ahora resulta más necesario que nunca.




















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Published on May 17, 2017 00:00

May 16, 2017

Todos los caminos conducirán a Beijing

Decía Benavente que en la vida para tener éxito no hay que crear afectos, sino intereses. En otras palabras, para mantener fidelidades y apoyos no existe nada como encontrar unos intereses recíprocos. Si buscamos una superpotencia medularmanente benaventiana – en este aspecto, claro está - forzosamente nos toparemos con China.

Convencidos de que la hegemonía mundial caerá en su regazo en tres décadas más coincidiendo con el centenario del triunfo de la revolución comunista, China lleva practicando esa política durante todo este siglo. El último gran paso en esa senda es la nueva ruta de la seda.



Los datos, ciertamente, dan vértigo. China sumará a sus intereses a 68 naciones que reúnen poco menos de cuatro mil quinientos millones de personas y que representan más del cuarenta por ciento del Producto interior bruto del globo. De momento, ha gastado en la empresa doscientos ochenta mil millones de euros a los que se sumarán otros setecientos mil en el próximo lustro. En otras palabras, con lo que Montoro nos ha endeudado para seguir regando el dinero de los contribuyentes en favor de castas privilegiadas, China ha puesto en funcionamiento un aparato de expansión política y económica formidable.



Cuando concluya, el imperio asiático será el lugar de conclusión de infinidad de caminos. Así, un tren saldrá de Madrid y llegará a China y el petróleo de Asia fluirá por Birmania y Bengala en dirección a la super-potencia asiática. Estados Unidos no verá amenazado su consumo energético por la sencilla razón de que es autosuficiente en gas y petróleo – más todavía con el NAFTA – e incluso exporta. Sin embargo, se verá privado de un instrumento de presión política de primer orden como es el de fijar, en alianza con Arabia Saudí, el precio del petróleo. Si ese arma le ha permitido en los últimos años quebrar la economía de Venezuela y causar no poco daño a las de Rusia, México o Argentina, esa posibilidad se esfumará en el futuro. No sólo eso. La capacidad de Estados Unidos de poder influir en la política de las naciones de Asia central e incluso del Golfo pérsico se verá muy debilitada. China se ocupará de todo. Mientras Estados Unidos se desgasta en guerras exteriores que no gana – Afganistán e Irak son dos ejemplos – y que, aunque puedan ser inspiradas por gobiernos como el de Netanyahu, no favorecen sus intereses nacionales. A decir verdad, detraen importantísimas cantidades que podrían destinarse a otras finalidades. Piénsese, por ejemplo, que con lo que había costado la guerra de Irak hasta 2010, Estados Unidos habría podido pagar la sanidad de todos los que viven en su suelo durante medio siglo. Da escalofríos pensar lo que podría significar una nueva guerra en Siria o, todavía peor, en Irán.



Al cabo de dos o tres décadas de ese desangramiento, una China cada vez más fuerte desde Extremo Oriente a Madrid podría asestar el golpe definitivo a la hegemonía de Estados Unidos sustituyendo el dólar como moneda de intercambio universal por otro instrumento de cambio. ¿Imposible? Quizá, pero ¿quién habría dicho hace treinta años que China estaría donde está ahora y que su PIB superaría al de Estados Unidos?





Juzguen ustedes, pero mientras unos siguen soñando con más invasiones desastrosas, otros tejen una red de intereses que provocará que todos los caminos conduzcan a Beijing.

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Published on May 16, 2017 01:41

May 15, 2017

Regreso a California (II): Inmigración

No deja de causarme perplejidad cómo se suele abordar el tema de la inmigración con posiciones siempre extremistas. Para unos, es la muestra del sumo bien y para otros, el anuncio del Apocalipsis.

Estados como California – que de ser independiente sería la quinta potencia económica mundial – muestran cuál es el buen camino. En España, nunca se valoró la importancia de la inmigración de cerebros. Pudimos tener genios que en los noventa huían de la desplomada Unión soviética, pero preferimos personal no cualificado que, por salarios miserables, recogiera la pera leridana o siguiera levantando bloques de pisos. El resultado fue expulsar a los españoles de sectores enteros del mercado laboral, crear inmensas bolsas de inmigrantes dependientes que muchas veces ya ni buscan trabajo y provocar un problema que nadie quiere solucionar por miedo a ser calificado de fascista o xenófobo. California, por supuesto, acoge a inmigrantes de baja cualificación que trabajan en sus campos o en sus andamios, pero, a la vez, ha sabido atraer a gente extraordinariamente cualificada. Silicon Valley, la Meca de la tecnología mundial, sería inconcebible sin la absorción de talentos orientales a los que, en los últimos años, se están sumando otros incluyendo también a españoles.



No es el único caso. Hollywood no podría continuar siendo la factoría de sueños que siempre fue sin absorber cantidades ingentes de extranjeros con imaginación. De manera bien significativa, el resultado no han sido ghettos donde pululan mujeres con velo – las he visto contadísimas en estos días, desde luego muchas menos que en España – sino espacios de prosperidad donde asiáticos, hispanos, negros o anglosajones se mueven con una naturalidad impensable en España.



Seguramente, no se trata de una sociedad perfecta porque esa sólo la conocerá el género humano cuando el mesías implante el Reino de Dios en el conjunto del globo, pero es inconcebible en estas tierras esas casbahs que surcan arriba y abajo Cataluña o esas barriadas rebosantes de gente foránea que recibe ayudas de la administración para vivir del dinero que tributan los españoles. A fin de cuentas, California ha sabido ver algo tan de sentido común como que la riqueza lima muchas más asperezas sociales que cualquier discurso demagógico de “welcome refugees”. Cuando el inmigrante corresponde a todos los niveles y salta a la vista que no sólo realiza determinados trabajos, cuando no vive de las ayudas sociales sino de su esfuerzo, cuando todos se benefician, la inmigración es una bendición. En caso contrario, constituye un desastre, desastre añadido si además forma parte de una agenda para acabar con las culturas nacionales.





CONTINUARÁ

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Published on May 15, 2017 03:40

May 14, 2017

Pablo, el judio de Tarso (XXIII):  El concilio de Jerusalén (II): la discusión

Según la fuente lucana, la solución del problema no debió de resultar fácil ni se decidió de manera inmediata.

Tras una prolongada discusión - en la que parece que no se llegó a una solución definitiva (Hch 15, 7) - Pedro optó por volcar su autoridad en favor de una postura que afirmaba la idea de la salvación por la fe y que insistía no sólo en la inutilidad de obligar a los gentiles a guardar la ley y ser circuncidados sino también en la imposibilidad de guardar ésta de una manera total (Hch 15, 10):





5 Mas algunos de la secta de los fariseos, que habían creído, se alzaron, diciendo: Resulta necesario circuncidarlos, y ordenarles que guarden la ley de Moisés. 6 Y se reunieron los apóstoles y los ancianos para ocuparse de este asunto. 7 Y, al tener lugar una gran discusión, se levantó Pedro y les dijo: Hermanos, vosotros sabéis cómo ya hace algún tiempo Dios escogió que los Gentiles oyesen por mi boca la palabra del evangelio, y creyesen. 8 Y Dios, que conoce los corazones, les dio testimonio, otorgándoles el Espíritu Santo al igual que a nosotros; 9 Y no hizo ninguna diferencia entre nosotros y ellos, purificando sus corazones con la fe. 10 Ahora pues, ¿por qué tentáis a Dios, poniendo sobre la cerviz de los discípulos un yugo, que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido llevar? 11 Por el contrario, creemos que nos salvaremos por la gracia del Señor Jesús, igual que ellos. 12 Entonces toda la multitud calló...



(Hechos 15, 5-12)





La intervención de Pedro venía a recoger la esencia del Evangelio predicado por Jesús, por sus discípulos y, al fin y a la postre, por Pablo. La salvación jamás puede ser obtenida por las obras. Es un regalo de Dios, absolutamente inmerecido, como Pedro había escuchado docenas de veces, enseñar a su Maestro. La misma ley de Moisés si muestra algo es precisamente la incapacidad del ser humano para cumplir sus exigencias. Hasta los judíos más piadosos lo sabían si tenían la suficiente humildad como para ver las cosas de manera adecuada. El argumento – que hemos visto en la carta a los Gálatas de Pablo – no podía ser más coherente. Cualquiera que contempla con seriedad la ley de Dios descubre no que la pueda cumplir sino que su cumplimiento es imposible, que jamás la salvación puede derivar de su obediencia, que la salvación sólo puede ser fruto de la acción misericordiosa y compasiva de Dios, como Jesús narró en las parábolas de la oveja perdida, de la moneda extraviada o del hijo pródigo (Lucas 15). Cualquier acción o enseñanza que se desviara de esa acción chocaba totalmente con la esencia del Evangelio. Por lo tanto, ¿cómo iba pues a Imponerse ese yugo a los gentiles? El impacto del razonamiento de Pedro debió resultar decisivo y buena prueba de ello es que el texto occidental señala en la variante de Hch 15, 12 que “todos los ancianos consintieron a las palabras de Pedro”. La fuente lucana no vuelve a mencionar a este personaje , pero como ha señalado M. Hengel “la legitimación de la misión a los gentiles es virtualmente la última obra de Pedro”. La intervención petrina resultó un magnífico introito para que Pablo y Bernabé relataran los éxitos del primer viaje misionero entre los gentiles (Hch 15, 12). Poco puede dudarse de que sus palabras venían a corroborar lo que había sido un discurso contundente. Eran los hechos que remachaban la fe.





CONTINUARÁ



O. Cullmann, Peter: Disciple-Apostle-Martyr, Londres, 1953, p. 50, ha señalado la



posibilidad de que Pedro hubiera interrumpido momentáneamente su actividad misionera entre la Diáspora para intervenir en el concilio. C. P. Thiede, Simon Peter, Grand Rapids, 1988, pgs. 158 y ss, ha señalado incluso que Pedro podría haberse enterado de la situación a través de Marcos que ya habría abandonado a Pablo y Bernabé (Hechos 13, 13). Ambas tesis cuentan con bastante posibilidad de ser ciertas pero no puede afirmarse de manera categórica.



M. Hengel, Acts…, p. 125.





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Published on May 14, 2017 03:53

May 13, 2017

Sun of my soul

Hay ocasiones en esta vida en que todo se oscurece. No pocas veces de manera inesperada, las tinieblas llegan hasta lo más hondo de nuestro corazón y somos incapaces de ver por dónde caminamos.

Con seguridad, nos extraviaríamos por completo en momentos así de no ser porque existe un sol que puede brillar sobre nuestra existencia comunicando con su luz también calor y guía. Se trata de Dios.



John Keble fue catedrático de poesía durante una década en Oxford, pero con posterioridad se convirtió en pastor de una humilde iglesia en Hursley. Su ministerio espiritual había sustituido a su labor en la universidad, pero, curiosamente, su poesía mejoró. Meditando sobre el pasaje de Lucas 24: 29 ss donde se relata cómo Jesús resucitado se apareció a los discípulos de Emmaus escribió un poema que comenzaba:



Sol de mi alma, Tu, querido Salvador, no hay noche si estás cerca;



Que ninguna nube surgida de la tierra Te oculte de los ojos de Tu siervo.





El texto – notablemente hermoso – pronto tuvo música y se convirtió en un himno extremadamente popular que, en el mundo anglosajón, se canta incluso en parroquias católicas. Lo más importante, sin embargo, es que describe una innegable realidad. En medio de situaciones oscuras, cuando Dios es nuestra luz, las tinieblas se disipan; la noche no existe. He perdido la cuenta de las veces que estas palabras han sido una innegable realidad a lo largo de mi vida, pero, con seguridad, no han sido pocas. Pocas experiencias resultan más bellas y reconfortantes y por ello comprendo a la perfección el contenido de este himno.



No conozco versión en español – aunque es posible– pero les he incluido tres en lengua original. La primera es clásica y coral; la segunda es un solo con subtítulos y la tercera, una adaptación.



Espero que la disfruten, pero, sobre todo, que su mensaje sea una realidad en sus vidas, una de las realidades más conmovedoras que se pueden vivir. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





Ésta es la versión coral



www.youtube.com/watch?v=PoT24z0uLII



Éste es el solo con letra



www.youtube.com/watch?v=vfJnKwBy1ns



Y ésta es una adaptación moderna



www.youtube.com/watch?v=RntVa4KpMYI







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Published on May 13, 2017 02:59

May 12, 2017

Mateo, el evangelio judio (I):  Mateo 1: 1- 17

Los primeros cristianos pensaron que el primer evangelio fue el de Mateo y no faltan las razones para suscribir ese punto de vista. Cuando se comparan los episodios comunes con el relato de Marcos resulta obvio que éste desarrolla mucho más los materiales y, por lo tanto, es difícil que sea anterior.

Mateo pudo ser también uno de los textos utilizados por Lucas lo que explicará los materiales de enseñanza comunes. No es menos relevante que el primer material escrito que ha llegado a nosotros y que se corresponde con la década de los cuarenta-cincuenta del siglo I sea de Mateo. Con todo, la razón más poderosa para creer en la prelación de Mateo es que es un evangelio judío destinado a judíos. Se mire como se mire, parece mucho más lógico que el primer evangelio fuera dirigido a los judíos – como Mateo – que no a los romanos – como Marcos. El evangelio de Mateo rezuma ese espíritu judío desde los primeros versículos.



Jesús es definido como un hijo de David e hijo de Abraham (1: 1) y, acto seguido, aparece una genealogía que le apunta como el mesías esperado. La genealogía no puede quedar expuesta de una manera más judía. Así, no es completa en el sentido de reproducir a todos los ascendientes de Jesús, pero sí en el de realizar una selección que permite incluso utilizar claves como jugar con el contenido numérico de las letras. Las generaciones se cuentan en número de catorce – mínimo – porque catorce es la suma de las letras hebreas de David. Así, Mateo señala que tanto de Abraham a David, de David al exilio en Babilonia y del exilio en Babilonia al nacimiento de Jesús Dios afirmó por partida triple Su voluntad de traer al salvador esperado por Israel.



Sin embargo, esa lectura judía de la Historia de la salvación no es en absoluto nacionalista. Por ejemplo, en la genealogía aparecen mujeres: Tamar (1: 3), Rahab (1: 5) y Rut (1: 5). Los tres nombres dan que pensar porque Tamar (Génesis 38) fue persona de comportamiento sexual como mínimo heterodoxo; Rahab fue prostituta además de pagana (Josué 2: 1) y Rut – como vimos hace unas semanas – tampoco era originariamente parte del pueblo de Israel. En la genealogía, se da, ciertamente, una línea recta que recorre la Historia de Israel hasta llegar a Jesús, el mesías, pero también se nos recuerda que la salvación no está limitada al pueblo de Israel ni tampoco a gente de postura intachable. Las mujeres – a las que los dirigentes religiosos de Israel miraban por encima del hombro – los extranjeros e incluso aquellos cuya vida sexual no había sido precisamente ejemplar también habían tenido su lugar en la Historia de la salvación. Sin duda, es para pensarlo.





CONTINUARÁ

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Published on May 12, 2017 04:04

May 10, 2017

Regreso a California (I): Agua

Viajar por California constituye un auténtico regalo para los sentidos. Su clima es el mejor de la unión y se parece de manera dulce y generosa al del Mediterráneo español.


Santa Marta lleva a rememorar veranos pasados en el Grao de Gandía mientras que la vegetación cercana a San Diego hace pensar que se está en algunos lugares de la sierra de Madrid o de Murcia. Todo esto llama poderosamente la atención porque en este estado que si fuera independiente sería la quinta potencia económica mundial no faltan las tierras literalmente desérticas. Con una longitud que se aproxima mucho a la de España y con una población no mucho menor, California tiene un problema con el agua que recuerda al que ha aquejado durante siglos a nuestra nación. ¿Cómo ha podido este estado del suroeste americano superar ese grave inconveniente de la Naturaleza y disparar su prosperidad? Pues es muy sencillo: recurriendo a los trasvases. Los californianos comprendieron que la única salida para que la parte húmeda del estado pudiera satisfacer a las más sedientas era recurrir a esa misma herramienta que hace ya casi veinte años quiso poner en funcionamiento José María Aznar en la España milenariamente sedienta. También es cierto que en California no hay nacionalistas catalanes que se opusieran al trasvase y consiguieran abortarlo como sucedió en España en los aciagos días de Rodríguez Zapatero. A diferencia de esa visión catalanista que siempre ha considerado que competir no es hacerlo mejor sino partirle las piernas al otro para que no pueda alcanzar la meta, en California se impuso el bien común. Jamás han sufrido el espectáculo bochornoso de unos nacionalistas catalanes que preferían que el agua del Ebro fuera a dar al mar sin aprovechar con tal de que no regara los campos de valencianos, murcianos y almerienses. El resultado está a la vista.



California tiene una pujanza económica que comenzó con la agricultura y se ha ido extendiendo como una bendita mancha de aceite sagrado por todo el estado. Ni Nueva York ni el sur de la Florida ni Washington ni siquiera la extraordinaria Texas que ha llegado a crear algún año el cuarenta por ciento del nuevo empleo de Estados Unidos logran transmitir su sensación de riqueza tranquila, accesible y sólida. Todo comenzó cuando quedó claro que una pequeña minoría no podía usurpar el acceso al progreso de la mayoría. En España, no lo hemos conseguido. Así nos va.



CONTINUARÁ

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Published on May 10, 2017 23:27

May 9, 2017

El castillo de mi madre

Tendría yo unos quince años, cuando en el colegio de San Antón se quedaron sin profesor de francés. Acabaron contratando a un alemán, amigo de George Moustaki, bohemio y enamorado de la vida en España. Tenía el germano opiniones peculiares como cuando, en 1973, afirmaba en relación a España aquello de “Esto es una democracia y no Alemania donde no se puede llegar cinco minutos tarde”.

Ni que decir tiene que, en nuestra ingenuidad adolescente, no le hicimos el menor caso. Pero no nos apartemos del tema. Horst – que era como se llamaba – nos ordenó leer un libro de Marcel Pagnol titulado Le château de ma mère, es decir, El castillo de mi madre. Como no nos echaba el teutón una mano a la hora de entenderlo y el texto estaba repleto de nombres de plantas y pájaros de aquella gabacha lectura se fueron descolgando, poco a poco, casi todos mis compañeros de clase. Sin embargo, los que sorteamos obstáculos y llegamos hasta el final quedamos impresionados. Así me ha vuelto a suceder cada vez que he vuelto a asomarme de nuevo a este libro. Lo que en apariencia no es sino un ramillete de recuerdos infantiles situados en las colinas de Provenza constituye, en realidad, una reflexión mucho más profunda de lo que parece a primera vista del paso de la infancia a la adolescencia, de la verdadera educación y de la manera en que va transcurriendo la existencia llevándose a su paso a los seres amados y dejándonos de bueno el recuerdo y quizá muy poco más.



La manera en que Pagnol lograba combinar el realismo con la ternura, el amor con la verdad, la dureza de la existencia con la esperanza no ha dejado de sorprenderme con el paso de los años. De hecho, he de decir que es algo común en su literatura, lamentablemente, muy poco conocida en España. Y eso a pesar de que sí han llegado alguna versión cinematográfica de las mismas y de que el resultado es más que notable.



En concreto, en esta novela, por ejemplo, nos encontramos con un chico normal, encantado con los juegos, descubridor del primer amor y sometido a un padre que sueña con que lo supere el día de mañana. Contemplo a ese padre funcionario honrado a carta cabal – aunque no sea creyente – y descubro a tantos progenitores de principios que consideraban un honor servir a su nación y que abominaban de cualquier desdoro que pudiera empañar semejante cometido. Reflexiono en la madre cargada de bultos, con un bebé apoyado en la cadera y ahorrando a escondidas para los tiempos malos y se me cruzan las imágenes de mujeres que, a lo largo de los siglos, han proporcionado una estabilidad a los imperios no menor que la procedente de los ejércitos o los jueces. El cómo estas personas pudieron ser decentes, desprendidas, dignas, sin someterse a la dictadura de lo políticamente correcto constituirá para algunos un profundo enigma y, sin embargo, la respuesta es de sentido común. Como también lo es – esta novela lo muestra – que, seguramente, no existen paraísos en el futuro porque, de haberlos, quedaron en la infancia.

















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Published on May 09, 2017 23:33

Hablando de la Reforma en Honduras (y III): Tegucigalpa

La última escala de mi viaje por Honduras fue Tegucigalpa, capital de la nación. Fue más que breve que el tiempo pasado en San Pedro Sula, pero no menos intenso.

Por la mañana, estuve en el programa de mayor audiencia de la televisión hondureña para hablar largamente, en el curso de una entrevista, sobre la Reforma. Al mediodía, corriendo tras las entrevistas, tuve que dirigirme a varios centenares de pastores para hablarles de algunos aspectos relacionados con la repercusión social y cultural de la Reforma – nueva conferencia, nuevo coloquio, nueva firma de libros – por la tarde me esperaba una conferencia en un polideportivo en la que debía exponer una visión global del impacto de la Reforma. Fue esta última exposición un episodio extraordinario porque contamos con una audiencia de casi un millar de personas y porque el interés de los presentes resultó tan conmovedor que casi sobrecogía.



La preparación había sido meticulosa y mi exposición vino precedida por la interpretación de alguno de los himnos evangélicos clásicos como Castillo fuerte al que me referí en este mismo lugar el sábado pasado, pero más allá de eso quisiera detenerme en dos anécdotas que para mi fueron muy importantes.



La primera fue que acudió a escucharme un español afincado en tierras hondureñas. Me seguía desde la etapa de La linterna y, especializado en cuestiones de seguridad, en un momento determinado se había visto obligado a abandonar España y buscar cómo ganarse la vida al otro lado del Atlántico. Dada su más que notable competencia – había sido entrenado en Israel, por ejemplo – su empresa destinada a la seguridad servía a instituciones y personas de enorme relevancia que, por discreción, no puedo revelar. Sin embargo, a pesar de su buena situación en Honduras no podía apartar de su corazón a una España que veía con honda preocupación desde América. Sí, a fin de cuentas, por aquí es más fácil sustraerse a las mentiras y ocultaciones de políticos y medios españoles y, precisamente por ello, tener una visión muchas veces más cabal que la que tienen los que viven allí. El resultado, generalmente, es de una enorme tristeza. Fue estupendo charlar y compartir y, a la vez, un cierto regusto de pesar resultó inevitable. No dejo de encontrarme españoles por todo el mundo y en la inmensa mayoría de los casos se trata de gente más que preparada y competente que haría un enorme bien a España si España les hubiera dejado quedarse en ella. La única excepción a esa gente suelen ser los nacionalistas catalanes que van de fatuos comisionistas por este lado del charco y que dejan de manifiesto que Cataluña exporta su asquerosa corrupción porque otra cosa no puede exportar. Insisto: esos y los terroristas de ETA son la excepción. El resto es gente que España ha perdido y que, previsiblemente, no va a recuperar.



La segunda anécdota fue una niña que, poco antes de comenzar la conferencia, se me acercó. Era la hija de una de las señoras que integraban el coro y me empezó a contar con total naturalidad la enfermedad de una amiguita a la que, al final, “se llevó Dios”. Aquella encantadora criatura – Dios la conserve así el resto de su vida – tenía la serenidad, la sencillez y la delicadeza que tanto suelen echarse a faltar en los adultos. Ella sabía que tras la muerte sigue la vida y que su compañera de clase simplemente se había ido con el Señor a cuyo lado estaría mejor. Tan pequeña había captado realidades eternas que se escapan a muchos. No puedo ocultar que me sentí muy conmovido charlando con ella y que la emoción me seguía embargando cuando tuve que comenzar a pronunciar mi conferencia.



Con el paso del tiempo, he ido aprendiendo a separar lo importante de lo que no lo es y estoy convencido de que yo no era lo importante aquella noche. Era el tesón de los que habían preparado el acto, era la atención de los que vinieron – una familia católica al completo se me acercó al final para que les dedicara El legado de la Reforma, pero también para decirme que leerían el libro con enorme interés porque lo que habían escuchado les había tocado espiritualmente – era el testimonio de aquella niña, era mi compatriota trasterrado, era – muy especialmente – volver a comprobar el inmenso poder que contiene la Biblia para sanar la vida de las personas por muy herido que esté su corazón.





Al día siguiente, salí de regreso al sur de la Florida con el corazón lleno de gratitud a Dios por unos días que habían resultado de gran bendición para mi. Todavía este fin de semana recibí un mensaje de Daniel contándome que la gente seguía comentando lo bendecida y desafiada que se sentía por aquellas jornadas. Yo sí que me siento agradecido a todos ellos y sé que no tardaré en volver a encontrármelos.

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Published on May 09, 2017 04:52

May 8, 2017

Venezuela, ¿final del principio?

Durante años, he sido, con profundo dolor de mi corazón, muy pesimista acerca de las posibilidades de que Venezuela recuperara su libertad y viera el final del chavismo. Las razones eran varias y, a mi juicio, poderosas. La primera era que nadie parecía captar la esencia del entramado jurídico del chavismo.

De hecho, a pesar de la insistencia en compararlo con el régimen cubano, el chavismo es un sistema mucho más inteligente y sofisticado que el castrista, triste remedo caribeño de la Unión soviética. Asesorado por notables juristas – varios de ellos españoles - el chavismo ha mantenido desde el principio un ropaje democrático – partidos, elecciones, medios de comunicación, etc -a la vez que el armazón era abiertamente totalitario. Castro careció de la inteligencia para llevar a cabo algo similar, quizá porque la época permitía no entrar en ese grado de sofisticación. De esa manera, no sólo la imagen del chavismo ha sido siempre mejor que la de la dictadura cubana sino que, por añadidura, la misma oposición al chavismo entró desde el principio en la trampa. En lugar de percatarse de que la constitución chavista era un casino en el que todo está dispuesto para que siempre gana la banca, la oposición creyó en la posibilidad de salir con dinero tras pasar por la mesa de la ruleta. Cuando ganó además las elecciones legislativas, esa ilusión engañosa se afianzó, en lugar de quedar de manifiesto que, dentro del sistema, nada es posible de la misma manera que nadie puede esperar hacer saltar la banca con unas ruletas trucadas. Sin ver algo tan esencial, pocas esperanzas podía yo depositar en la oposición.



La segunda razón de mi pesimismo estaba en los resultados derivados de que la oposición no captara la citada realidad. El no darse cuenta de algo tan elemental ha llevado directamente a que la oposición se dividiera, a que no buscara la indispensable unidad - ¿por qué si se competía en las urnas? – a que reposara en la ayuda internacional para la solución de sus cuitas y a que, sobre todo, no articulara una estrategia y una táctica susceptibles de acabar con el chavismo. A fin de cuentas, dividida, enfrentada y desorientada era más que difícil que la oposición pudiera desarrollar una lucha eficaz contra el sistema chavista.



La tercera razón era el análisis no pocas veces deplorable que se realizaba del panorama internacional. Sin captar lo que denominé aquí mismo el nuevo paradigma internacional de los Estados Unidos, la oposición lleva años soñando con la resurrección de esquemas de la guerra fría muertos hace décadas. En ocasiones, esperaba una intervención directa de Estados Unidos; en otras, ansiaba un golpe militar como si estuviéramos en los años setenta; en alguna más, soñaba con la efectividad de unas sanciones económicas que jamás funcionaron con Cuba e incluso no faltaban los que, en el colmo de la ingenuidad, aspiraban a que el papa Francisco – gran valedor del castrismo y del chavismo – mediara para acabar con un sistema que no ha dejado de apuntalar, la última vez, por cierto, este fin de semana al indicar que la oposición estaba dividida y que se podía volver al “diálogo” con Maduro con ciertas condiciones.



Con una oposición que analizaba deficientemente la realidad, que no captaba la realidad del tablero internacional tan distinto desde hace años, que pretendía seguir jugando en la mesa del chavismo, que se fiaba de gente como el papa Francisco y que, para colmo, carecía de una estrategia y de una táctica realistas creo que no puede sorprender si digo que mi pesimismo era más que acentuado. Añadiré que además no poco doloroso porque amo entrañablemente a Venezuela, a sus ciudadanos y a la causa de la libertad. A fin de cuentas, como sucede con todas las enfermedades – y el chavismo lo es – a menos que el diagnóstico sea el adecuado es imposible dar con un remedio que permita curarla. Sin embargo, a pesar de todo lo señalado, en las últimas semanas, encuentro razones para abrigar un moderado optimismo. Las razones son varias.



Primera, la oposición se ha ido dando cuenta de que la única salida es acabar con el sistema chavista. La realidad se ha ido imponiendo dejando de manifiesto que nada es posible dentro del sistema porque éste cuenta con los recursos necesarios – el último es la asamblea constituyente – para ganar siempre en el casino. Con ruletas trucadas sólo se puede perder, pero no hay obligación de entrar en ese juego amañado. A día de hoy, no es una meta final del todo definida, pero constituye un avance notable.



Segunda, la oposición también parece ir captando que necesita una unidad de acción y propósito y que cualquier fisura sólo contribuye al afianzamiento del chavismo.



Tercera, la oposición también va captando, de manera dolorosa, que no puede fiarse lo más mínimo de personajes como Rodríguez Zapatero o el papa Francisco. Las palabras de Capriles contradiciendo las afirmaciones del papa este fin de semana son, quizá, una señal de que el sentido común va prevaleciendo. Cuando la oposición venezolana comprenda además que ni el ejército colombiano, ni el Departamento de estado va a hacer lo que ella no haga habrá dado un paso de gigante.



A lo anterior hay que sumar que la oposición necesita ahora de manera imperiosa dar con una táctica que le permita alcanzar la meta imprescindible e irrenunciable de derribar el chavismo. Hasta el día de hoy, no cuenta con ella, pero puede que, como el niño que es lanzado al agua, pueda descubrir más pronto que tarde la manera de navegar en las procelosas aguas del régimen chavista. Debo señalar de manera respetuosa, pero tajante que cualquier intento de derribar el chavismo recurriendo a la violencia no sólo constituye una inmensa irresponsabilidad sino también una colosal estupidez. De hecho, lo peor que podría suceder en estos momentos es que las protestas se conviertan en una exhibición de violencia por ambas partes – pistolas, por un lado, cócteles molotov, por otro – que no sólo sería aprovechada por el chavismo a efectos propagandísticos sino que además sólo puede concluir en un baño de sangre y en una derrota de la oposición. Cualquiera sabe, a fin de cuentas, que una confrontación violenta precisa de unos medios y un entrenamiento que la oposición no posee ni lejanamente. Sólo cabría entonces esperar una derrota teñida en muertes. La única táctica que puede utilizar la oposición con posibilidades razonables de desarticular el chavismo es la no-violencia utilizada, entre otros, por Gandhi y Martin Luther King. Si alguien argumenta que los chavistas no son los británicos, debo recordarle que, a decir verdad, hasta el momento, el chavismo no ha sido ni de lejos tan brutal y represor con la oposición como el imperio británico lo fue con los indios practicantes de la satyagraha. Los británicos perpetraron encarcelamientos, cierres de medios, torturas e incluso matanzas con una profusión que, afortunadamente, el chavismo no ha cometido. Gracias a Dios, Venezuela no ha padecido su matanza de Amritsar y esperemos que nunca lo sufra.



Soy consciente de que igual que la violencia exige un entrenamiento nada desdeñable lo mismo sucede con la no-violencia. También soy consciente de que las sociedades católicas, como la venezolana, han ignorado semejante instrumento político durante siglos e incluso padecen de una acentuada incapacidad para concebirlo. Sin embargo, la resistencia civil no-violenta es el único instrumento que puede articular las acciones actuales de manera mucho más lesiva para el chavismo; que puede canalizar de manera fecunda las acciones populares y que puede, al fin y a la postre, acabar desarticulando la capacidad de reacción del chavismo y provocando su salida del poder para no volver jamás. Si la oposición - de la misma manera intuitiva en que ha ido captando otros principios en las últimas semanas - percibe que ésta es la única táctica realista y la pone en marcha, los días del chavismo estarán contados. Así será porque la oposición no sólo se habrá deshecho de análisis equivocados, no sólo estará finalmente unida, no sólo tendrá una estrategia clara de acabar con el régimen sino que además contará con el instrumento táctico adecuado. Por eso quizá, sólo quizá, no estemos en el principio del fin, pero sí, Dios lo quiera, en el final del principio.



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Published on May 08, 2017 04:21

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César Vidal
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