César Vidal's Blog, page 42

June 5, 2017

Trump o lo que va de Delos a Bruselas (II)

Terminé la primera parte de este artículo señalando cómo el pacto de la NATO, a pesar de los beneficios derivados para Estados Unidos como hegemón y para Europa como conjunto de naciones descargadas de ciertas obligaciones, ha pasado por algunas épocas delicadas.


Así, durante la presidencia de Reagan, cuando el presidente de Estados Unidos habló de la posibilidad de una “guerra nuclear localizada” en Europa, la popularidad de la NATO atravesó por horas realmente bajas. El auge de los Verdes en Alemania o el enfrentamiento de los socialdemócratas germánicos con esa política son sólo dos botones de muestras. Bien estaba – podría decirse - una alianza dispar, pero resultaba intolerable un conflicto atómico europeo y más cuando los dirigentes soviéticos abogaban por la distensión. El hecho de que la Unión Soviética se colapsara contribuyó a correr un tupido velo sobre aquellos días.



En teoría y si la verdadera y principal finalidad de la NATO hubiera sido contener el comunismo en Europa, la organización tendría que haberse disuelto con todos los honores antes de finales del siglo XX. Sin embargo, al tratarse en realidad de una construcción hegemónica, la Casa Blanca insistió en ir sumando nación tras nación a la Alianza y cuando Putin solicitó la entrada formal de la nueva Rusia en la NATO, como era de esperar, la respuesta fue negativa. Para los miembros de la NATO, semejante evolución fue acogida con sentimientos encontrados. Por un lado, no había nada en contra de “mantener a los rusos fuera” e incluso de sumar nuevos aliados. Más discutible y costoso parecía que el pago de esas incorporaciones constituyera un coste directo para ellos ya que el ingreso en la NATO iba acompañado de la promesa de formar parte de la próspera Unión Europea. Para muchos, mantener el proyecto hegemónico de Estados Unidos en Europa resultaba demasiado gravoso si era a costa de que lo pagara la Unión Europea franqueando las puertas de su club exclusivo a naciones con un claro desnivel económico y social que durante años deberían vivir de las subvenciones, subvenciones a las que no contribuiría Estados Unidos.



El segundo bajón dentro de la NATO se produjo durante el golpe de estado en Ucrania que derribó a un presidente pro-ruso e impuso en su lugar a una oligarquía nacionalista y profundamente corrupta entre cuyos sostenes se encuentran partidos abiertamente nazis que honran a las SS ucranianas de Hitler. No resulta exagerado afirmar que sólo la autoridad de hegemón de Estados Unidos llevó a la mayoría de los aliados europeos a aceptar imponer sanciones a Rusia. De nuevo, el coste de la medida recaía en las economías nacionales de Alemania, España, Italia o Bélgica, pero no en la de Estados Unidos. Ese coste, en medio de una crisis, resultó para muchos inaceptable y no tardaron en emprender relaciones por vías extrao-oficiales con Putin para poder seguir exportando sus productos a Rusia. No es que se desentendieran de Ucrania. Es que eran conscientes de que se trataba de una nación totalmente artificial, de que su clase política era una de las más corrompidas de Europa e incluso del planeta y de que asumir su integración en una Unión Europea sujeta a fuertes tensiones resultaba imposible de plantear. Por añadidura y más allá de las afirmaciones oficiales, costaba creer que Rusia pudiera ser una amenaza militar cuando su gasto militar anual es inferior a la décima parte del presupuesto de la NATO en Europa. Ciertamente, hay que reconocer que si Rusia constituye una amenaza para la Alianza gastando menos de la décima parte en armamento deberíamos desentrañar la eficacia de su sistema y copiarlo por sus resultados con entusiasmo en Estados Unidos y la UE. Al respecto, no sorprende que en esa amenaza rusa sólo crean de manera mayoritaria polacos y estonios, pero no el resto de los europeos.



Tampoco puede sorprender que cuando Turquía derribó un avión ruso alegando que había violado su espacio aéreo – lo que se descubriría falso con posterioridad – más allá de algunas declaraciones, los aliados se negaran a respaldar al país asiático con pretensiones de entrar en la UE. El pacto hegemónico no se cuestionaba, pero estaba revelándose muy gravoso. La relación de este episodio – que Putin perdonó públicamente hace unas semanas en un encuentro con Erdogan – con el golpe de estado sufrido por el presidente turco es algo que, a día de hoy, ignoramos.



Durante los últimos años, no han dejado de sumarse razones de resquemor para los aliados europeos. Sin ánimo de ser exhaustivos, señalemos entre ellas que Turquía, miembro de la NATO, seguía llamando a las puertas de la UE amenazando con introducir cien millones de musulmanes en sus fronteras; que las sanciones contra Rusia causaban estragos en sectores económicos como el agro-pecuario; o que las intervenciones de Estados Unidos con o sin respaldo de la NATO catapultaban a millones de musulmanes hacia la UE en la mayor invasión demográfica desde la Edad Media. Fenómenos como el Brexit, la victoria electoral de Viktor Orbán en Hungría o el crecimiento del Frente nacional en Francia son sólo algunas muestras de ese malestar creciente. Y en eso llegó Trump.



Cuando en medio de la campaña electoral, el entonces candidato Trump anunció que iba a obligar a Europa a pagar su parte de los gastos de la NATO provocó la inquietud en republicanos y demócratas. No era para menos porque demócratas y republicanos por igual jamás han pretendido que Europa pague la parte alícuota del gasto de la NATO y no lo han pretendido porque saben que Europa aporta el terreno para las bases militares y los silos de armamento nuclear aparte de ser el posible campo de batalla y la primera que se llevaría los golpes en caso de una – ¡Dios no lo quiera! – confrontación bélica. Por otro lado, los beneficios obtenidos por Estados Unidos compensan más que sobradamente ese gasto adicional.



Sin embargo, Trump, en realidad, no es demócrata ni republicano y también se le escapan las sutilezas no dichas de la política internacional. Es un hombre del pueblo llano, con éxito en la vida empresarial y convencido de que la política de Estados Unidos sólo se mueve por impulsos generosos e idealistas, tan generosos e idealistas que olvidan el coste que significa para los contribuyentes. Desde esa perspectiva, no sorprende que en su viaje enfatizara que lo menos que podrían hacer los europeos es rascarse el bolsillo en la parte que les corresponde y pagar el coste proporcional de la NATO. Todo ello sin olvidar asestar una bofetada a Alemania por su potencia exportadora.



La visión de Trump puede ser inexacta y primitiva, pero no resulta extraña. A decir verdad es la misma de millones de norteamericanos no sólo porque su conocimiento del mundo exterior es limitado sino también porque en pocos lugares se puede encontrar a gente más noble y desinteresada que en Estados Unidos. Lo cierto, sin embargo, es que una cosa es lo que se alberga en el corazón de ciertas personas y otra, la realidad. Al irrumpir en la cumbre de la NATO, totalmente ignorante del pacto hegemónico y con una cosmovisión propia de un sencillo montador de Detroit, de un tosco granjero de Arkansas o de un hillbilly de Kentucky, Trump ha removido todavía más un mar donde sobrevolaban las nubes de tormenta hacía tiempo. El resultado ha sido inmediato. Mientras Angela Merkel – siempre identificada con las directrices de Washington a pesar de los costes electorales – ha indicado que quizá sería mejor que Europa contara con una política exterior propia, a Macron le ha faltado tiempo para recibir a Putin, un personaje que, bajo ningún concepto, va a consentir la repetición de un episodio como el sufrido por su nación en la última década del siglo XX, episodio conocido allí como “la violación de Rusia”.



Si Trump rectificara – como lo ha hecho en sus posiciones hacia Arabia Saudí, la nación a la que pertenecían cuatro quintas partes de los terroristas de los atentados del 11-S y que financia la inmensa mayoría de los grupos terroristas islámicos del globo – es posible que sólo hayamos asistido a una tormenta de verano, aparatosa y desagradable, pero breve y sin mayor relevancia. ¿Y si no lo hiciera? Quizá, sería conveniente entonces que alguien recomendara al presidente la lectura de Tucídides. En su Historia de la guerra del Peloponeso podrá descubrir cómo Atenas, la primera democracia de la Historia, se vio abandonada poco a poco por sus aliados que consideraron que el pacto hegemónico era demasiado gravoso. De esa manera, a lo largo de un proceso que duró décadas, finalmente, acabó perdiendo su posición hegemónica frente a la roja Esparta. Sería lamentable que ese fuera el final del camino que va desde Delos a Bruselas.

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Published on June 05, 2017 23:30

June 4, 2017

Trump o lo que va de Delos a Bruselas (I)

Si algo ha dejado de manifiesto el primer periplo mundial del presidente Trump es la enorme diferencia entre los pensamientos de millones de norteamericanos medios y la realidad política mundial.

Trump, mal que les pese a muchos, llegó a la Casa Blanca porque decía y, al parecer, cree lo que piensan muchísimos de sus conciudadanos. La NATO ha aparecido en este viaje como un ejemplo más que claro. En contra de lo que piensan muchos, la NATO ni fue un proyecto encaminado a salvar a Europa de una posible expansión soviética ni tampoco una idea norteamericana. La idea fue británica – F. D. Roosevelt deseaba, siguiendo el ejemplo de los Padres fundadores, liberar a los Estados Unidos de una alianza militar permanente – y buscaba sustancialmente mantener el orden continental surgido en Europa tras la Segunda Guerra mundial, un orden que quedó expresado en las palabras del baron Ismay, su primer secretario general: “to keep the Russians out, the Americans in, and the Germans down” (mantener a los rusos, fuera; a los americanos, dentro y a los alemanes, abajo). En otras palabras, su finalidad era mantener al imperio británico como la primera potencia europea lo que exigía el respaldo de los Estados Unidos, el antagonismo con Rusia y el sometimiento de Alemania a una función inferior. Dado que Ismay había echado sus dientes político-militares en la India y que el propio Churchill había consignado que Gran Bretaña había ido a dos guerras mundiales para evitar que Alemania se convirtiera en la potencia hegemónica, su punto de vista resulta fácilmente explicable y todavía más comprensible. De ahí que la alianza inicial suscrita en 1949 estableciera que las naciones acudirían en defensa de cualquiera que fuera objeto de un ataque. El enfrentamiento con el comunismo, siquiera inicialmente, no era la finalidad primera sino más bien el reparto de la hegemonía europea a gusto de los británicos. Sin embargo, Gran Bretaña no había salido de la Segunda guerra mundial en posición igual a como había emergido de la Primera y Estados Unidos se había convertido, sin lugar a dudas, en la primera potencia de Occidente. esa potencia ni estaba dispuesta a ser el socorro de las ambiciones imperiales de Gran Bretaña ni tampoco a convertir a la NATO en un cuerpo en el que participar en pie de igualdad. La NATO iba a servir, fundamentalmente, a los intereses geo-estratégicos de Estados Unidos y así cuando en 1954, la URSS solicitó la entrada en la organización recibió la negativa por respuesta. Más que posiblemente a esas alturas, la URSS sabía que la NATO se había articulado contra ella, pero no creó el Pacto de Varsovia hasta 1955.



La NATO inicial pensada por el imperio británico iba a experimentar así una curiosa mutación cuyo antecedente histórico más claro es la Atenas inserta en la Grecia del siglo V. a. de C.. Como los Estados Unidos posteriores a la Segunda guerra mundial, Atenas era la democracia más importante de un mundo helénico sobre el que gravitaban peligros potenciales derivados de regímenes totalitarios. De esa manera, Atenas – cuyos pensadores siguen provocando nuestra admiración a más de dos mil quinientos años de distancia - diseñó una alianza de las democracias – la Liga de Delos – en la que contaba con el papel decisivo como defensora, guía y, sobre todo, potencia política. El papel hegemónico de Atenas implicaba que marcaba la política y que sus intereses eran los primeros a tener en cuenta, pero, a la vez, se derivaban beneficios de defensa y economía para las otras ciudades-estado asociadas. No otra cosa ha sido la NATO durante este tiempo.



Para Estados Unidos, ha significado un esfuerzo económico relacionado con el armamento, pero los beneficios han sido inmensos. Si en estos momentos, cuenta con bases militares en más de ciento cincuenta países, poco puede dudarse de que las europeas se hallan entre las primeras y más importantes. No solo eso. Las bases no tienen contraprestación en ninguno de sus socios y, de hecho, sería impensable una base alemana, francesa o italiana en territorio de Estados Unidos. Algo semejante sucede con el armamento nuclear. Estados Unidos cuenta con el poder de uso y decisión en el territorio de la NATO, pero ninguna nación de la Alianza dispone de esa misma facultad – u otra parecida – en los límites del territorio norteamericano. Lógicamente, esta innegable y cualificada disparidad causó en algunas ocasiones no poco malestar entre los políticos europeos. Así el general De Gaulle, a pesar de su firme anticomunismo, luchó por mantener la independencia de Francia, circunstancia que lo llevaría a enfrentarse nada menos que con seis presidentes de Estados Unidos si comenzamos la cuenta con Roosevelt. Al juicio del veterano militar galo, Estados Unidos era aceptable como aliado, pero no como hegemón.



La posición hegemónica de Estados Unidos no sólo quedaría afirmada con estas circunstancias sino que se manifestaría en terrenos que no agradaron a los antiguos imperios coloniales. Por ejemplo, no hubo ninguna defensa de los intereses imperiales de Gran Bretaña y Francia y así cuando en 1956, estas dos naciones, unidas a Israel, agredieron a Egipto, Estados Unidos se negó a sumarse. Por supuesto, los imperios coloniales europeos en Asia y África no recibieron colaboración de Estados Unidos. A lo sumo, Estados Unidos asumió sustituir a Francia en Vietnam, una de las decisiones no más acertadas de su Historia.



Con todo y se piense lo que se piense de la situación, lo cierto es que de ella derivó beneficios si no iguales, sí importantes para todas las partes. Estados Unidos – es cierto – afianzó su posición de hegemón, pero no es menos cierto que si la Unión soviética pensó alguna vez expansionarse en Europa no lo hizo y, sobre todo, que Europa occidental no tuvo que acometer gastos militares pudiendo dedicar esas cifras a contar con los mejores sistemas de sanidad, cobertura social y educación del mundo sin excluir a Estados Unidos. Es cierto que esos logros los consiguieron también naciones como Suecia sin pertenecer a la NATO, pero ha sido a costa de un gasto militar y de una presión fiscal considerables. El pacto de la NATO, sin embargo, ha pasado por algunas épocas delicadas.



CONTINUARÁ

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Published on June 04, 2017 23:29

Pablo, el judio de Tarso (XXVI): El segundo viaje misionero (I): El nuevo equipo de Pablo

El concilio de Jerusalén y el decreto jacobeo habían significado un respaldo claro al contenido de la predicación de Pablo en Galacia. No resulta por ello sorprendente que decidiera volver a recorrer las iglesias fundadas por él y por Bernabé para informarles de lo sucedido.


A esas alturas, lo que había quedado de manifiesto era que su teología que afirmaba la justificación por la fe sin obras era la correcta y no la que defendían aquellos que atribuían la justificación a las obras. Sin embargo, la gente que acompañaría a Pablo en lo que se ha denominado convencionalmente el segundo viaje misionero iba a ser distinta. La fuente lucana lo refiere de la siguiente manera:





35 Y Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando la palabra del Señor y anunciando el evangelio con otros muchos. 36 Y después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé: Volvamos á visitar a los hermanos de todas las ciudades en las que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están. 37 Y Bernabé quería que llevasen con ellos a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos; 38 Pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había separado de ellos en Panfilia, y no había seguido con ellos en la obra. 39 De manera que se produjo un desacuerdo tal entre ellos, que se separaron y mientras que Bernabé, tomando a Marcos, navegó hacia Chipre 40 Pablo eligiendo a Silas, partió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor. 41 Y recorrió Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias.



(Hechos 15, 35-41)





El inicio del segundo viaje misionero implicó, en primer lugar, la separación de Pablo y Bernabé. Convertido antes a la fe de Jesús y miembro relevante de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén, Bernabé había sido un persona más relevante que Pablo durante años. Cuando dio inicio el viaje de evangelización de los gentiles, el destino escogido fue Chipre, su tierra natal. Después la fuente lucana lo menciona siempre antes que a Pablo indicando su mayor importancia. Semejante prelación desaparece al término del viaje, tras el establecimiento de las iglesias de Galacia. A esas alturas, para Lucas resultaba obvio que Pablo era el personaje de más talla. La conclusión no era errónea porque cuando Bernabé pretendió que llevaran como colaborador a Juan Marcos, Pablo se opuso alegando – no sin razón – que el muchacho ya los había abandonado en el viaje anterior. En la discusión que siguió, Bernabé no logró imponer su criterio y Pablo no estaba dispuesto a doblegarse. Por el contrario, optaron por separarse y ahora Pablo decidió llevar consigo a colaboradores nuevos y de su confianza. En este caso, se trataba de Silas al que volveremos a encontrarnos en los años siguientes.



El itinerario seguido por los dos es relativamente fácil de reconstruir. Se dirigieron al norte a través de la Alejandría de Siria, la moderna Iskenderun, y dirigiéndose después hacia occidente hasta entrar en Cilicia. Una vez allí debieron tomar el camino que pasaba por Mopsuestia, Adana y Tarso. Desde esta ciudad torcieron al norte y cruzaron el Taurus por las Puertas cilicias que permitían pasar de Cilicia a Capadocia. Torciendo hacia occidente, siguieron una calzada romana que les llevó hasta el territorio del rey Antíoco, aliado de Roma y desde allí llegaron a Derbe. Se trataba del punto más oriental alcanzado por Pablo y Bernabé cuando atravesaron el sur de Galacia desde la dirección opuesta.



Desde Derbe Pablo y Silas llegaron a Listra, que, al igual que Derbe, era uno de los escenarios de su actividad misionera anterior (Hechos 16, 1). En esta localidad se encontraba un discípulo llamado Timoteo. El joven procedía de una familia mixta. Su madre era judía - y por lo que refiere la fuente lucana y contaría tiempo después Pablo – y muy piadosa (Hechos 16, 1; II Timoteo 1, 5 ss; 3, 14 ss). Sin embargo, se había casado con un gentil y el niño, a pesar de haber recibido una educación judía, no había sido circuncidado. Es muy posible que cuando se convirtió al Evangelio, fuera un temeroso de Dios y acudiera puntualmente a la sinagoga. Los hermanos de Listra y de Iconio tenían un excelente concepto de él, tanto que Pablo concibió la idea de convertirlo en uno de sus colaboradores (Hechos 16, 2-3). Sin embargo, existía el riesgo de que los judíos no estuvieran dispuestos a escuchar a un gentil. Precisamente por ello, “Pablo….le circuncidó por causa de los judíos que estaban en aquellos lugares; porque todos sabían que su padre era griego”. (Hechos 16, 3).



El episodio resulta bien revelador de la manera en la que Pablo procuraba evitar cualquier obstáculo a la predicación del Evangelio. La circuncisión le resultaba intolerable como una obligación para los gentiles que además pudiera ser interpretada como una afirmación de que la salvación era por obras. Ésa había sido su posición en la carta dirigida a las comunidades de Galacia y también en el curso del denominado concilio de Jerusalén. Sin embargo, estaba dispuesto a realizar concesiones si eran precisamente eso, no obligaciones, sino cesiones para que el Evangelio fuera aceptado con más facilidad. A decir verdad, el principio seguido por Pablo era el mismo que hemos observado en el concilio de Jerusalén y que, dicho sea de paso, continuaremos viendo a lo largo de su carrera apostólica. Determinadas prohibiciones no podían ser aceptadas como preceptos de carácter general, pero sí como renuncias voluntarias acometidas para evitar el poner tropiezos a las personas a las que se iba a comunicar el Evangelio. Si en Jerusalén se había decidido que los gentiles debían evitar cierto tipo de matrimonios co-sanguíneos y algunos alimentos para evitar que los judíos los contemplaran con resquemor, Pablo podía ahora disponer la circuncisión de Timoteo apelando al mismo criterio. Al respecto, no deja de ser significativo que uno de los cometidos que Pablo adoptó al pasar por las ciudades donde había iglesias establecidas por él fue el de comunicarle las decisiones adoptadas por el concilio de Jerusalén (Hechos 16, 4). Se trataba únicamente de los prolegómenos.



CONTINUARÁ

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Published on June 04, 2017 00:25

June 3, 2017

I love to tell the story

Kate Hankey era miembro de una familia de acaudalados banqueros ingleses. Sin embargo, desde muy joven manifestó un enorme deseo de compartir el evangelio con otras personas y comenzó a organizar clases de escuela dominical para gente acomodada y pobre por toda la ciudad de Londres. Aquellas clases tuvieron una repercusión enorme en la vida de la urbe hasta el punto de que no pocos de los jóvenes que acudían a las clases comenzaron a su vez a comunicar el Evangelio a otros.


Cuando Kate tenía treinta años de edad comenzó a sufrir una enfermedad que prácticamente la dejó paralizada. Mientras luchaba por recuperarse, comenzó a escribir un largo poema dedicado a relatar la vida de Jesús. El poema – más de cien versos – se vio concluido, pero quizá lo más relevante es que sirvió de base para una canción también debida a Kate que se convertiría en una de las más populares y cantadas. Es una canción en la que se relata que se ama contar la historia, la vieja historia, de Jesús y de Su amor. Aquella afirmación era una realidad en la vida de Kate Hankey, pero lo ha sido igual en la de otras personas. Algunos gustan de contar las glorias – reales o supuestas – de la organización a la que pertenecen; otros se deshacen relatando los mitos históricos referidos a su comunidad y no faltan los que, por encima de todo, gustan de hablar de si mismos. Sin embargo, hay algunos que sentimos una especial alegría en relatar una historia de dos milenios de edad que va referida al amor de Dios y cómo ese amor se manifestó enviando al mundo a Su Hijo para que todo aquel que en él cree no se pierda sino que tenga vida eterna (Juan 3: 16). Es una historia real como real fue la cruz del Calvario y es una realidad que satisface las necesidades más profundas del corazón humano. No creo que haya una historia más hermosa y a la vez práctica y puedo decir que incluso cuando he contado otras mi intención ha sido el de conectarlas en algún momento con esa historia de Jesús y su amor.



No conozco ninguna versión en español de esta canción, pero he decidido dejarles dos que me parecen memorables. La primera es de Emmylou Harris, grandísima cantante que se pone a la altura del extraordinario actor Robert Duvall para entonarla. La segunda es de nuestro más que admirado Alan Jackson. De esata manera y deseando que las disfruten deseo remitirlos a ese amor en este día de sábado. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



Aquí están Emmylou Harris y Robert Duvall



www.youtube.com/watch?v=qO7Qrhss_j8



Y aquí Alan Jackson



www.youtube.com/watch?v=D0aiahIo8Sw

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Published on June 03, 2017 00:24

June 2, 2017

Regreso a mi amada Colombia (I): Conversatorio sobre la Reforma

Los seguidores de esta página deberán disculparme esta semana porque sustituyo el Estudio bíblico habitual por un conversatorio sobre el Quinto centenario de la Reforma.


Estuve hace unos días en Colombia dando unas conferencias relacionadas con ese tema y los temas de carácter espiritual y bíblico que surgieron fueron más que numerosos. En esta entrevista – que recomiendo empezar sobre el minuto 14 para evitar los preámbulos – abordamos algunos de ellos. En las preguntas al final apareció un jirón de mi pasado que recuerdo con alegría, la época en que recorría Hispanoamérica ayudando a objetores de conciencia. Han pasado ya treinta años de aquella época, pero es motivo de gran gratificación personal el saber que he hecho algo útil en mi vida. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



www.youtube.com/watch?v=jQIHLKRBM6E&t=33s

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Published on June 02, 2017 00:00

May 31, 2017

El primer viaje internacional del presidente Trump (II):  la NATO

Continuo hoy con el análisis del primer periplo exterior del presidente Trump. Que la NATO está obsoleta y debería haberse disuelto hace décadas ofrece para mi pocas dudas y, en la misma dirección, se ha manifestado no pocas veces Trump. Cuestión aparte es que sea consciente de su verdadero significado.

De momento, la reacción de Angela Merkel no ha podido ser más clara. Ha señalado que Europa no puede fiarse de otros – Estados Unidos y Gran Bretaña - para salir adelante sino que debe tomar las riendas de su futuro. No suena mal si eso incluye cerrar las fronteras a la avalancha de musulmanes que acaba en la Unión Europea movida por esos conflictos que se llaman Afganistán, Irak, Libia o Siria. Espero que la entrevista arroje luz y también que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!



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Published on May 31, 2017 23:35

May 30, 2017

El primer viaje internacional del presidente Trump (I): Oriente Medio

La trascendencia del primer periplo exterior de Donald Trump supera lo que parecen haber entendido los medios de comunicación. En dos días sucesivos reproduzco dos entrevistas que, al respecto, grabé con Pedro Tarquis. Espero que arrojen luz sobre el episodio. Comienzo con Oriente Medio. Espero que la disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

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Published on May 30, 2017 23:00

No cuidan de nosotros

Cuando se dirige la vista a distintos lugares del globo en los que existen sistemas más o menos democráticos, se percibe un creciente desengaño de sectores importantes de la población.


En ocasiones, ese descontento se sale con la suya votando en contra del acuerdo de las FARC en Colombia, en contra de la permanencia en la UE en Gran Bretaña o en contra de Hillary Clinton y el establishment. En otras, sus resultados no tienen tanto éxito, como ha sucedido en España con Podemos o más recientemente en Francia con Marine Le Pen. Sin embargo, en todos y cada uno de los casos, la irritación de los ciudadanos es lo suficientemente grande como para que no pueda pasarse por alto. En las décadas previas, hemos tenido ocasión de comprobar cómo oleadas de amargura semejantes, con los matices que se desee, llevaron al poder a Hugo Chávez en Venezuela o a Evo Morales en Bolivia. Estas experiencias ahora más antiguas han demostrado de sobra su carácter liberticida y en algún caso como el de Venezuela sus consecuencias económicas verdaderamente sobrecogedoras. Con todo y a pesar de los acontecimientos innegablemente negativos, los partidarios de esas visiones políticas siguen contándose por millones. Llevo décadas estudiando con profunda inquietud estos fenómenos que no han ido disminuyendo con el paso del tiempo sino aumentando e incluso acercándose a la puerta de casa. Con toda la diferencia que pueda existir entre un indígena del altiplano, un francés de Marsella, un redneck de Georgia o el habitante de un ranchito caraqueño, en todos ellos he escuchado siempre lo mismo. En primer lugar, todos ellos sienten que los gobernantes no se ocupan de ellos. No se trata de que no cumplan con sus promesas electorales – eso también sucede – sino de que no les importan un rábano. Tal y como ellos ven la situación, el político en La Paz anterior a Evo Morales o el de Caracas previo a Chávez fueron gente que se caracterizó por no tener el menor interés por la gente común. Sí, se presentaban a elecciones y eran alabados o censurados por los medios de comunicación, pero pertenecían a castas que vivían en su torre de marfil y que poco o nada sabían de los de abajo. De la misma manera, millones habitantes de Gran Bretaña o Estados Unidos llevan demasiado tiempo sintiendo que Bruselas o Washington son el lugar de residencia de políticos y lobbies que nunca se han sentido preocupados lo más mínimo por los europeos o los norteamericanos. A decir verdad, todos ellos buscan sólo perpetuarse en situaciones privilegiadas. En segundo lugar, todas estas gentes, en un momento determinado, llegaron a la conclusión de que los otros – fueran quiénes fueran - sí que cuidarían de ellos. Los nuevos políticos sí que atenderían a los desempleados del Rusty Belt, a las poblaciones indias olvidadas desde la conquista española o a los que viven por debajo del umbral de la pobreza en Venezuela, Ecuador o el Deep South. Ser conscientes de esta realidad resulta indispensable y carece de sentido intentar ocultarla con referencias a las intervenciones extranjeras o a la falta de intervención de Estados Unidos. A decir verdad, mientras no se comprenda por qué determinados políticos llegaron al poder, difícilmente, serán desalojados del mismo por la sencilla razón de que, más allá de las palabras, la oposición no tiene nada que ofrecer. De manera semejante, mientras no se capten las raíces de esos episodios no dejarán de repetirse una y otra vez. La razón es muy sencilla: los ciudadanos quieren que alguien los cuide o, por lo menos, que no los desprecie con indiferencia.

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Published on May 30, 2017 00:00

May 29, 2017

California (y V): España

A decir verdad, de España en California, quedar sólo quedan nombres sonoramente hispanos y una impregnación arquitectónica que lleva a pensar si la huella procede realmente del otro lado del Atlántico o de México.


Es más. No se les ocurra preguntar por las misiones porque las asociaciones indígenas y las universidades han publicado sesudos estudios estadísticos en los que se afirma que ir a parar a una de ellas constituía para los indios la pena de trabajos forzados unida en un porcentaje elevadísimo a la de muerte. Fray Junípero Serra habrá sido canonizado por el papa Francisco – con protestas enormes en Estados Unidos – pero hubo campos de concentración con un porcentaje mayor de supervivientes que las misiones que fundó. Hoy, la presencia española en California es, fundamentalmente, la de un idioma excepcional y la de los millares de españoles que no se creen que la crisis haya concluido en España y han venido en busca de trabajo. Sin embargo, todo esto resulta, en realidad, secundario. Lo importante es que España podría ser la California del sur de Europa y, sin embargo, no parece que vaya a conseguirlo. Tendría en primer lugar que eliminar el sistema caro e ineficaz del estado de las autonomías que, desde hace mucho, sólo sirve no para atender mejor a los ciudadanos sino para autoalimentarse.



En segundo lugar, debería librarse de manifestaciones retrógradas como los conciertos económicos vasco y navarro o eso que llaman nacionalismos periféricos y que sólo son regionalismos depredadores.



En tercer lugar, debería adoptar toda una cosmovisión surgida con la Reforma protestante del siglo XVI y base de la constitución de Estados Unidos que pasa, entre otras cuestiones, por una separación drástica de poderes, una cultura del trabajo y de la veracidad y una clara supremacía de la ley.



Finalmente, debería arrojar por la borda una forma de enfocar la vida que castiga a los emprendedores, pero está encantada de premiar a los que se incrustan en el aparato del estado o viven de sus presupuestos. No tengo la sensación de que exista un solo partido que se plantee esos objetivos, ni siquiera de manera limitada y, precisamente por ello, no me hago ilusiones de que España llegue a ser la California del sur de Europa aunque podría lograrlo holgadamente por no pocas razones. Al final, no se trata sólo del paisaje sino también del paisanaje y a ése me lo encuentro en los lugares más insólitos desde Terranova a la Tierra del fuego porque - ¡ay esa desconfianza! – no creen una sola palabra de lo que afirman Montoro o Guindos.

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Published on May 29, 2017 00:22

May 28, 2017

Pablo, el judio de Tarso (XXV): El concilio de Jerusalen (IV): las consecuencias

La tesis de Santiago obligaba ciertamente a aceptar un compromiso a las dos partes. Por un lado, los partidarios de imponer la circuncisión y la práctica de la ley a los gentiles se veían obligados a renunciar a su punto de vista, aunque se aceptaba una tesis encaminada a no causar escándalo a los judíos.

La tesis de Santiago obligaba ciertamente a aceptar un compromiso a las dos partes. Por un lado, los partidarios de imponer la circuncisión y la práctica de la ley a los gentiles se veían obligados a renunciar a su punto de vista, aunque se aceptaba una tesis encaminada a no causar escándalo a los judíos. Por el otro, Pablo, Bernabé y los defensores del punto de vista que señalaba que los gentiles no estaban obligados a la circuncisión ni al cumplimiento de la ley mosaica veían reconocido el mismo como correcto pero, a cambio, se veían sometidos a aceptar concesiones encaminadas a no provocar escándalo.



Desde luego la veracidad de lo consignado en la fuente lucana aparece, siquiera indirectamente, confirmado por la universalidad que alcanzó la medida. El texto de la misma aparece como vinculante en fuente tan temprana como es el libro de Apocalipsis (2, 14 y 20) dirigido a las iglesias de Asia Menor; en el siglo II era observado por las iglesias del valle del Ródano - y más concretamente por los mártires de Viena y Lyon (HE, V, 1, 26) - y por las del norte de Africa (Tertuliano, Apología IX, 13); y todavía en el s. IX el rey inglés Alfredo lo citó en el preámbulo de su código de leyes.



Aquella transacción asentaba como consagrados los puntos de vista defendidos previamente por Pedro, la comunidad de Antioquía, Bernabé y Pablo. No resulta sorprendente que estos dos últimos fueran encargados de entregar el texto del decreto a otras iglesias gentiles como un modelo de convivencia :





22 Entonces pareció bien a los apóstoles y a los ancianos, con toda la iglesia, elegir varones de ellos, y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé: a Judas que tenía por sobrenombre Barsabas, y a Silas, varones principales entre los hermanos; 23 Y escribir por mano de ellos: Los apóstoles y los ancianos y los hermanos, a los hermanos de entre los gentiles que se encuentran en Antioquía, y en Siria, y en Cilicia, salud: 24 Por cuanto hemos oído que algunos que han salido de nosotros, os han inquietado con palabras, trastornando vuestras almas, al mandar que os circuncideis y guardeis la ley, a los cuales no mandamos; 25 nos ha parecido, congregados de manera unánime, elegir varones, y enviároslos con nuestros amados Bernabé y Pablo, 26 Son hombres que han expuesto sus vidas por el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 27 Así que, enviamos a Judas y a Silas, los cuales también por palabra os harán saber lo mismo. 28 Que ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 Que os abstengáis de cosas sacrificadas a ídolos, y de sangre, y de lo ahogado, y de porneía; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien. 30 Ellos entonces enviados, descendieron a Antioquía; y reuniendo a la multitud, entregaron la carta.



(Hechos 15, 22-30)





El resultado fue provocar un enorme alivio entre los creyentes de Antioquia, algo lógico si se tiene en cuenta que se había cuestionado no sólo su forma de actuación, sino todo su modelo de comportamiento misionero. La fuente lucana es, al respecto, muy explícita:





31 La cual (la carta), cuando la leyeron, se sintieron llenos de alegría por aquel consuelo. 32 Judas y Silas, dado que también ellos eran profetas, consolaron y confirmaron a los hermanos con abundancia de palabra. 33Y, tras pasar algún tiempo, fueron enviados por los hermanos en paz y de regreso a los apóstoles. 34 Sin embargo, a Silas le pareció bien quedarse allí.



(Hechos 15, 31-34)





El denominado concilio de Jerusalén tuvo por añadidura una consecuencia de enorme relevancia histórica. No se trataba únicamente de que hubiera quedado confirmada sin discusión posible la tesis de que la justificación no era por las obras sino por gracia y recibida a través de la fe; no se trataba únicamente de que se hubiera mantenido abierta la puerta a los gentiles; no se trataba únicamente de que se habían delimitado las condiciones para la convivencia entre judíos y gentiles en el seno del cristianismo. Por añadidura, la misión de Pablo y Bernabé había salido moralmente muy fortalecida por lo establecido en el decreto jacobeo. No resulta en absoluto extraño que tuviera un resultado inmediato al que dedicaremos el próximo capítulo.



CONTINUARÁ





Sobre el tema véase: A. S. Geyser, “Paul, the Apostolic Decree and the Liberals in



Corinth” en ”Studia Paulina in honorem J. de Zwaan”, ed. J. N. Sevenster y W. C. van Unnik, Haarlem, 1953, pgs. 124 ss.









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Published on May 28, 2017 00:20

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César Vidal
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