César Vidal's Blog, page 41
June 15, 2017
Estudio Bíblico CI: Mateo, el evangelio judío (V): Mateo 3: 13-17
En otras ocasiones, el profeta realiza el anuncio y puede que algunos lo escuchen, pero él mismo no llega a contemplar su consumación. ¿Acaso Moisés no contempló la tierra prometida sin poder entrar en ella? Sin embargo, de manera excepcional, el profeta alcanza a ver cumplida la parte de su mensaje relacionada con la esperanza… siquiera en parte. Fue lo que sucedió con Juan el Bautista. Jesús, procedente de Galilea, acudió al Jordán y pidió ser bautizado (3: 13).
La petición causó el estupor de Juan porque, en apariencia, el bautismo implicaba una situación de superioridad sobre el bautizado y era obvio que éste era más importante que el profeta. A decir verdad, aquel Jesús era, en todo caso, el que tenía que bautizarlo (3: 14). Sin embargo, la percepción de Juan no era la adecuada. De hecho, lo correcto era someterse a lo que Dios había dispuesto y ese argumento fue aceptado por el profeta sin rechistar (3: 15).
El bautismo de Jesús no estaba relacionado con el pecado y el arrepentimiento, pero sí con dos aspectos de enorme relevancia. El primero era que Jesús se identificaba con toda aquella gente que bajaba hasta el Jordán volviéndose a Dios. El los acompañaba en esa manifestación de que la única actitud adecuada del ser humano de cara a Dios es reconocerse pecador y acogerse al infinito amor de Dios. No es seguir ritos, no es sumar obras supuestamente meritorias, no es entrar en un club religioso que, supuestamente, garantiza la salvación. Es reconocer la absoluta incapacidad para conseguir la salvación porque somos sólo pecadores y agradecer a Dios que, a pesar de todo, esté dispuesto a recibirnos.
El segundo aspecto es que, al bautizar a Jesús, el profeta Juan lo estaba reconociendo como mesías. De hecho, durante siglos, un profeta – en su defecto un sumo sacerdote – había anunciado al nuevo rey de Israel. Así lo había hecho, ya desde el principio, Samuel con Saúl y David, los dos primeros reyes de Israel. Por cierto, conviene recordar que en ambos casos no hubo nada parecido al aparatoso ritual de los reyes medievales o de los emperadores paganos. Sólo el anuncio sencillo del profeta (I Sam 9: 26 – 10: 16; I Sam 16: 1-13).
Sin embargo, la confirmación de la misión de Dios no viene por los hombres sino por el propio Dios. Los que no captan algo tan elemental corren el riesgo de errar gravemente. Dijera lo que dijera Juan, lo que confirmó todo fue que, cuando Jesús salió del agua, vio que el Espíritu Santo, en forma de paloma, descendía sobre él. La confirmación verbal – la qol ha-shamayim o voz del cielo – afirmó que ese Jesús era el Hijo amado, en el que Dios se complacía. La resonancia del texto de Isaías 42: 1 donde Dios presenta a Su siervo es más que obvia. Aquel joven procedente de Galilea era el Siervo profetizado en el siglo VIII a. de C., pero no era sólo un hombre. Era el Hijo de Dios, una afirmación que para otras religiones monoteístas resulta actualmente intolerable, pero que constituye el nervio central del cristianismo. El amor de Dios – otro concepto discutido también en otras visiones monoteístas – se manifiesta en que, no por nuestros méritos, sino por Su carácter, aunque éramos sus enemigos, envió a Su Hijo a morir por nosotros (Romanos 5: 1-11).
CONTINUARÁ
June 14, 2017
Regreso a mi amada Colombia (II): Conferencias sobre la Reforma
Con todo, la parte central del viaje estuvo relacionada con un conjunto de conferencias que pronuncié en el Tabernáculo de la fe sobre cuatro cuestiones relacionadas con la Reforma. Abordé así, desde una perspectiva específicamente colombiana, la manera en que la Reforma provocó una auténtica revolución en áreas como la educación, la ciencia, la supremacía de la ley y la corrupción.
Lo que ahora es Colombia se debe directamente al hecho de que ha sufrido durante siglos la inmensa desgracia de pertenecer a un imperio que dio la espalda a los valores bíblicos que recuperó la Reforma abrazando, por el contrario, ese horror espantoso y sin paliativos que fue la Contrarreforma, base de la desgracia de naciones como España o las de Hispanoamérica. El tema es tan obvio que incluso Arturo Pérez Reverte ha reconocido en público que una de las grandes desgracias de la Historia de España fue la de dar la espalda a la Reforma y abrazarse al concilio de Trento. Así es, pero, lamentablemente, esa gran tragedia que acabó con el imperio español y lisió a España hasta el día de hoy, se hizo extensiva a las naciones que surgirían de su imperio.
En el caso de Colombia, las cifras y los datos son demoledores, contundentes, irrefutables como dejé de manifiesto en esas cuatro conferencias. Sin embargo, no se trata sólo de un análisis histórico. En realidad, implica apuntar al origen de nuestros males, diagnosticar la enfermedad, señalar el remedio y apuntar a un futuro que sea distinto de la Historia aciaga de una amada Colombia a la que deseo lo mejor, pero que, como en el caso de España, no tiene esperanza real si su Historia sigue desarrollándose sobre las mismas bases lamentables proporcionadas por la Contrarreforma. Sólo el regreso a esos principios bíblicos recuperados por la Reforma ofrecen posibilidades de futuro. Pero de esas y otras cuestiones relacionadas con este viaje a Colombia hablaré en la próxima entrega.
CONTINUARÁ
El dios de la lluvia llora sobre México
Inmediatamente, me catapulté a una librería y compré el Juicio universal de Papini y El dios de la lluvia llora sobre México de Lazlo Passuth. Como ambas obras iban en dos tomos de la extinta colección Reno y cada uno costaba diez duros, el minúsculo capital apenas duró en mis manos unas horas. De Papini hablaré otro día porque ocupó horas y horas de mi paso de la infancia a la adolescencia y me causó una fascinación que luego han conseguido poquísimos autores. De Passuth, permítaseme que hable hoy. No había yo pasado en mis viajes infantiles – los reales, claro – más allá de la provincia de Madrid, pero Passuth me transportó con una maestría singular a Castilla la Vieja y de allí al continente americano en busca de un reino que conquistar. El dios de la lluvia… narraba de manera extraordinariamente sugestiva la hazaña de Hernán Cortés, pero se guardaba muy mucho de perderse en la ciega hagiografía del conquistador o en el estúpido indigenismo. Por ahí andan los que han despiezado Bolivia en supuestas nacionalidades indias y los que con insistencia digna de mejor causa se empeñan en decir que la llegada de los españoles a América superó en bondades a Santa Claus. La realidad es que en América se produjo un choque brutal de culturas en el que tanto los llegados como los ya afincados reunían luces y sombras. Basta con leer las fuentes – es decir, con hacer lo que no suelen hacer los apologistas o detractores – para ver lo que pasó. Cortés pretendía – y seguramente no era un cínico – respetar el derecho internacional de la época recitando en latín fórmulas obligadas antes de proceder al ataque y sometimiento de los indígenas y los aztecas habían levantado una cultura que aún nos sobrecoge por su grandeza. Sin embargo, al mismo tiempo, Cortés estaba decidido a someter lo que encontrara a su paso y Moctezuma era un neurótico que mantenía oprimidos a diversos pueblos indígenas que, ingenuamente, no dudaron en sumarse a los españoles antes que en seguir sometidos a los dictados del rey azteca.
Todo aquello – insisto, con enorme pulcritud y mayor interés – lo narraba Passuth dejando de manifiesto a la vez lo grandioso y lo ruin de ambas visiones. Durante días, surqué al lado de Cortés una geografía hostil, estuve cercado en la capital azteca, huí a la desesperada durante la Noche triste, participé en la victoria de Otumba e incluso creo que me enamoré fugazmente de Malinche. Ya en la adolescencia, comenzaría a leer a los historiadores de Indias con verdadero placer siquiera para saber de qué hablaba cuando me refería a Hispanoamérica, pero el mérito de haberme iniciado en tan sabrosos textos estaba en un centro-europeo que me había mostrado el llanto del dios de la lluvia sobre México.
June 13, 2017
Memoria histórica de tv
Confieso que recorrer sus páginas – cuajadas de magníficas fotografías – ha removido en mi interior multitud de sensaciones que han ido de la suave nostalgia al puro deleite. Sanz ha logrado entretejer junto con una experiencia personal que comenzó con la familia Corchea y los estudios televisivos del Paseo de la Habana, el relato histórico de una TVE que pasó de la más absoluta precariedad y la más acentuada improvisación a un nivel de calidad que nada tenía que envidiar a otras televisiones de Europa. Fue la época en que TVE no sólo no era deficitaria sino que, cada año, devolvía parte del presupuesto que recibía del gobierno por la sencilla razón de que no lo había gastado. No era sólo una cuestión económica. Nunca tuvo la televisión en España mejores realizadores, mejores intérpretes y mejores guionistas. Tampoco contó con una carga cultural mayor. Que la gente comentara al día siguiente en el metro el último Estudio 1 - como pasó con los Doce hombres sin piedad de Gustavo Pérez Puig – o que la conversación en el colegio girara en torno al último capítulo de El conde de Montecristo dice mucho de lo que era entonces la televisión y de lo que es ahora. Porque fútbol – no nos engañemos – había mucho menos y eso que se supone que la dictadura de Franco tenía especial interés en mantener entretenida a la masa. Ese mundo prodigioso ya es algo pasado. Con la llegada de los socialistas a TVE, los profesionales se vieron reducidos a estar mano sobre mano mientras las tareas del ente se externalizaban con jugosos beneficios para unos cuantos. No fue menor el desplome escandaloso del área cultural. Decía Jaime de Armiñán que aquella televisión, a pesar de sus enormes carencias, fue mucho mejor que la actual. No le faltaba razón. Quizá es que lo público se veía como tal y no como el camino para vaciar los presupuestos en beneficio de particulares. Ese mundo es el descrito de manera impecable, emotiva, exacta y necesaria en este libro de obligada lectura en una época en que tanto se miente sobre pasado, presente y futuro.
June 12, 2017
Competitividad, USA y Alemania
De manera bien reveladora, extraían beneficios económicos, primero, Japón; después, Alemania; a continuación, Corea del sur y, finalmente, Estados Unidos. Reich utilizaba el ejemplo para mostrar cómo Estados Unidos ha ido perdiendo competitividad desde hace tiempo y cómo es indispensable recuperarla en un mundo crecientemente globalizado. He recordado este episodio con cierto pesar al contemplar el rifirrafe entre Trump y Merkel en el curso del cual el presidente de Estados Unidos ha acusado a Alemania de hacer trampas con la moneda y la ha instado a comprar más armamento norteamericano para equilibrar la balanza comercial. En otras palabras, si Alemania nos vende más de lo que nosotros le vendemos se debe sólo a que nos estafa. Yo comprendo lo que dice Trump ya que ha ganado las elecciones con el respaldo de millones de norteamericanos convencidos de que Estados Unidos es una potencia buena, casi tontorrona, de la que abusa todo el mundo. Que hay norteamericanos sumamente idealistas no admite duda alguna, pero que así sean sus gobiernos no se corresponde, en absoluto, con la realidad, gracias a Dios. La preocupante realidad es que Estados Unidos perdió su condición de número uno de las exportaciones ya en los años setenta del siglo pasado. Ese puesto no sólo no lo ha recuperado sino que ha ido quedando de manifiesto cómo aparecían rivales nada dispuestos a ceder una posición recientemente conquistada. Es el caso de una China convertida en primera potencia manufacturera del globo, pero también de una Alemania que ha sabido convertir su economía en fundamentalmente exportadora. La realidad es que Alemania ha conseguido vender a Estados Unidos mucho más de lo que le compra a pesar de tener desventajas en su contra como que el euro es una moneda más cara que el dólar o que las empresas alemanas tienen que lidiar con unos sindicatos y unas leyes laborales redactadas, sobre todo, en beneficio de los trabajadores e impensables en este país. A decir verdad, Alemania no ha engañado sino que se ha impuesto a una situación notablemente desventajosa. La clave del éxito germano discurre por caminos como la inversión en educación y nuevas tecnologías, el gasto militar moderado y la práctica ausencia de intervenciones armadas. El libre mercado se acompaña además de un estado del bienestar más que respetable. Estados Unidos carece de un estado del bienestar comparable, ha dejado la educación superior y la investigación prácticamente en manos de la iniciativa privada y mantiene un sistema armamentístico verdaderamente socialista que está en la raíz de guerras costosas y, para colmo, innecesarias. Ahí se hallan las verdaderas razones del triunfo germano sobre nosotros. Acerca de ello debería reflexionar Trump porque sus acciones pueden tener las mejores causas, pero corren el riesgo de cosechar los peores resultados. No otra cosa ha sucedido también al desvincular a Estados Unidos del protocolo sobre el cambio climático, pero de eso hablaré otro día.
June 11, 2017
Pablo, el judio de Tarso (XXVII): El segundo viaje misionero (II): Pablo llega a Europa
Una vez en Bitinia, podían dirigirse hacia Antioquia de Bitinia y tomar el camino que conducía a la parte norte de la Frigia Paroreios – el territorio situado al norte y al sur de la cordillera de Sultan Dag – o bien podían dirigirse hacia Antioquia de Pisidia y alcanzar el norte de Frigia Paroreios desde allí cruzando la cordillera de Sultan Dag. Tanto en un caso como en otro, llegarían a Filomelio, la moderna Aksehir.
Lucas hace una referencia a la “región frigia y gálata”, es decir, a la parte de Frigia que pertenecía a la provincia romana de Galacia, la región donde estaban Iconio y Antioquia de Pisidia. Tras dejar Filomeo por el noroeste, podrían entrar inmediatamente en la zona asiática de Frigia y llegar a Dorileo, que era un importantísimo cruce de caminos. Una vez allí se encontraban con dos opciones. Hacia el norte se hallaba la frontera de la provincia de Bitinia y hacia occidente se encontraba Misia, el territorio noroccidental de la provincia de Asia. El plan de Pablo era continuar adentrándose en Bitinia predicando el Evangelio. Se trataba de continuar el camino hacia occidente y alcanzar la ciudad de Éfeso. Sin embargo, lo que sucedió fue muy diferente. De hecho, lo que tuvo lugar fue un acontecimiento que sería de una extraordinaria importancia para la Historia de Europa. La fuente lucana lo refiere de la siguiente manera:
6 Y pasando a Frigia y la provincia de Galacia, el Espíritu Santo les prohibió hablar la palabra en Asia. 7 Y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia; pero el Espíritu no les dejó.
(Hechos 16, 6-7)
Al menos por dos veces, Pablo y sus colaboradores intentaron seguir penetrando en Asia. Les resultó imposible. Distintas manifestaciones del Espíritu les indicaron que debían abandonar ese propósito. ¿De qué manera se produjeron esas manifestaciones? Lo más probable es que a través de profecías pronunciadas en el curso de los cultos comunitarios. Eso fue lo que, muy posiblemente, sucedió en Antioquia cuando el Espíritu eligió a Bernabé y a Pablo para ser misioneros, y lo que ahora volvía a acontecer. La única opción que le quedaba ahora a Pablo era desviarse hacia occidente, pasar el territorio de Misia y alcanzar la costa del Egeo en el puerto de Alejandría Troas, la moderna Kestambol. Este fue precisamente el camino que siguieron (Hechos 16, 8).
Troas se alzaba en el enclave de la antigua ciudad griega de Sigeia. Su fundación original – con el nombre de Antigonia Troas – se debió a Antígono, uno de los sucesores de Alejandro Magno. Sin embargo al año 300 a. de C., la ciudad fue fundada nuevamente por Lisímaco, rey de Tracia, esta vez con el nombre de Alejandría Troas y recibiendo el status de ciudad libre. En la fuente lucana es denominada Troas (o Troade) que también era el nombre del distrito que la rodeaba, derivado a su vez de la antigua ciudad de Troya. La ciudad atrajo la atención de los gobernantes más diversos. Julio César pensó en convertirla en su capital quizá en un intento por vincularse con los legendarios fundadores troyanos de Roma. Constantino volvería a considerar la cuestión varios siglos después aunque, al final, se decidió a favor de Constantinopla. Por lo que se refiere a Augusto estimaba lo suficiente a la ciudad como para establecer en ella una colonia romana.
Años después habría una iglesia en Troade (Hechos 20, 5-12), aunque no sepamos si Pablo la fundó en esta ocasión o en otra posterior. Lo que sí sabemos es que aquí al grupo formado por Pablo, Silas y Timoteo se unió un cuarto colaborador. El personaje en cuestión fue el autor del libro de los Hechos que, a partir de este momento, es redactado en primera persona del plural – nosotros – en lugar de en la tercera, ya que refiere hechos en los que intervino. La aparición de este nuevo miembro del equipo de Pablo – Lucas, dicho sea de paso – coincidió con un episodio de enorme relevancia que la fuente lucana narra de la siguiente manera:
9 Y fue mostrada a Pablo de noche una visión: Un varón macedonio se puso ante él, rogándole, y diciendo: Pasa a Macedonia, y ayúdanos. 10 Y en cuanto que tuvo la visión, procuramos partir a Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.
(Hechos 16, 9-10)
La visión del varón macedonio fue uno de los acontecimientos que cambian la Historia. Pablo abandonó totalmente la idea de internarse en Asia – al menos de momento – y decidió pasar a Europa y extender el Evangelio. Se ha especulado con la posibilidad de que el varón macedonio no fuera sino Lucas que, previamente, había rogado a Pablo que se dirigiera a su tierra natal, Macedonia, para predicar allí la Buena noticia. Supuestamente Lucas habría resultado tan persuasivo que Pablo habría quedado impresionado por sus argumentos y, ya en la noche, la imagen de Lucas pidiendo ayuda se le habría aparecido repitiendo su súplica. La hipótesis es plausible, pero, en realidad, no contamos con base alguna como para afirmarla con total certeza. Fuera como fuese, Pablo obedeció la visión nocturna y junto con su equipo se encaminó a Macedonia.
CONTINUARÁ
Suetonio, Julio César, 79, 3, donde la Alejandría mencionada es Alejandría Troade.
June 10, 2017
Oh Freedom
Su letra – extraordinariamente sencilla – dice: “Oh, libertad sobre mi. Antes que ser esclavo prefiero estar en la tumba y marchar a casa a reunirme con el Señor y ser libre”. Yo creo profundamente en esa letra. Creo hasta el fondo de mi ser en la libertad y en luchar para que se extienda hasta el último ser humano. Bajo ningún concepto estoy dispuesto a ser un esclavo y prefiero antes morir y reunirme con el Señor a cuyo lado, con toda certeza, seré libre. Al mismo tiempo, como dice la canción, creo que en la posibilidad de que acaben o, al menos, se reduzcan el dolor y el llanto y de que haya un canto sobre nosotros si ponemos nuestra fe en Dios y unidos defendemos la libertad.
La canción – de profundas raíces protestantes – fue uno de los himnos preferidos en la época de la campaña por los derechos civiles en Estados Unidos y es comprensible porque aúna la esperanza con el deseo de libertad y la fe profunda en que el mensaje del Evangelio puede vivirse de manera real. No existe versión en español, pero es que – piensen en ello – nunca hemos vivido un esfuerzo unido hacia la libertad. A lo sumo, la gente se ha dejado llevar. Insisto: para pensarlo.
Les incluyo tres versiones. La primera – clásica – es de los Golden Gospel Singers. La segunda la entona Harry Belafonte, uno de los artistas que se sumó a la causa de los derechos civiles, oigan, y no cobraba subvenciones. Por el contrario, se jugaba la vida. La última es una versión reciente. Al estar entonada por niños, me permite soñar en el futuro. Disfrútenlas. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí están The Golden Gospel Singers
www.youtube.com/watch?v=veiJLhXdwn8
Y éste es Harry Belafonte
www.youtube.com/watch?v=JR08QzzD-VI
No se pierdan al Chester Children´s Chorus
www.youtube.com/watch?v=90K8c-eqwHA
June 9, 2017
Mateo, el evangelio judío (IV): Mateo 3: 1-12
Jesús fue un ser humano totalmente normal durante su infancia, adolescencia y juventud. Tan normal que no tiene sentido detenerse en ese período de su vida sino que la siguiente parada narrativa tiene lugar con la aparición de Juan el Bautista.
La aparición de Juan tuvo una trascendencia que no resulta fácil de comprender hoy. Durante cuatro siglos, Israel había carecido de anuncios proféticos. Todo parecía haberse secado durante cuatrocientos años, cuatrocientos años, por cierto, que no habían sido fáciles porque habían incluido la profanación del templo por griegos y por romanos y el establecimiento de una monarquía extranjera, la de Herodes, que se confesaba como judía, pero que no le hacía ascos al paganismo. Sobre todo ello se había elevado el trasfondo de una clase sacerdotal totalmente corrupta que había convertido la casa de oración en una cueva de ladrones.
¿Cuál era el mensaje de Juan en ese contexto? Era claro y contundente: la conversión. Había que volverse hacia Dios porque el reino de Dios se estaba acercando (3: 2). Ese anuncio sencillo y directo era el cumplimiento de la profecía que indicaba que la venida de Dios estaría precedida por una predicación el desierto que insistiría en allanar los caminos del Señor (3: 33). El texto tiene su interés porque anunciaba que era el propio Jehová el que vendría y sería precedido por una voz en el desierto.
Juan vestía de manera austera y llevaba una vida en la que lo material no iba más allá de lo estrictamente necesario (3: 4) y practicaba una ceremonia notable. Los que se arrepentían, reconocían sus pecados y eran sumergidos en el río Jordán en señal de su conversión (3: 5-6). La ceremonia no tenía nada que ver con lo que muchos creen hoy en día que es el bautismo. En primer lugar, exigía una conversión. A continuación, tras reconocer las culpas, se era sumergido – es el significado del término baptizo que nunca indica unas gotas de agua – en el agua como símbolo de que la vida nueva.
El mensaje de Juan no tardó en llamar la atención de las autoridades religiosas. Aunque Juan no hubiera pronunciado una sola palabra sobre ellas, habría resultado obvio que su mensaje chocaba frontalmente con sus posiciones. Enseñaban, a fin de cuentas, que había que someterse al sistema religioso y que eso pondría a cualquiera a buenas con Dios. Juan, por el contrario, proclamaba que la única vía era la conversión y, llamativamente, no conectaba un paso tan trascendental con los que pretendían presentarse como los representantes de Dios en la tierra.
Para remate, Juan no se estaba callado. Por el contrario, los calificaba como generación de víboras que debía pensar en cómo escaparse de la ira de Dios que iba a venir (3: 7). Por supuesto, pensaban que el hecho de ser judíos, de descender de Abraham, era suficiente para garantizar su bienaventuranza (3: 8-9). Nada más lejos de la realidad. Dios podía haber realizado un pacto con Abraham, pero eso no concedía una situación de privilegio a ningún judío. De hecho, Dios podía sacar hijos (benim) de Abraham incluso de las piedras (ebenim). Cuando llegara el juicio no haría diferencia entre unos y otros (3: 10). De ahí, la ceremonia de la inmersión en agua que era propia de los que se convertían a la fe de Israel procedentes del paganismo. Todos, absolutamente todos, necesitaban volverse a Dios lo mismo si su origen era pagano como si era judío y simbolizarlo con una acción propia del converso del paganismo.
Esa predicación tenía sus paralelos a lo largo de la Historia de Israel, pero contaba con una razón añadida de no escasa relevancia. Juan era consciente de que su papel era, a fin de cuentas, el de un mero portavoz que es lo que son los verdaderos profetas. Él podía llamar a la conversión y simbolizar ese paso sumergiendo en agua a los que lo hubieran dado, pero el importante era otro. En su caso, alguien que vendría más adelante, tan relevante que él no era digno de llevarle el calzado, alguien que no sólo sumergiría en agua sino también en Espíritu Santo y en fuego (v. 11). El sería a fin de cuentas el que llevaría a cabo los designios de una justicia cósmica (3: 12).
CONTINUARÁ
June 8, 2017
Desigualdad para todos
Hoy he decidido dejarlos con un documental que aborda el tema, desde mi punto de vista, de manera extraordinariamente sugestiva. Su autor no es sólo profesor en la universidad de Berkeley. También fue el mejor ministro de trabajo con que ha contado Estados Unidos alcanzando cifras record de empleo. Con todo, lo que dice tiene una aplicación en muchos aspectos universal. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
www.youtube.com/watch?v=x4Ny6OlmOGE
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June 6, 2017
Los chicos de la banda
Estaba yo pasando entonces de la infancia a la adolescencia y no capté el significado de la frase hasta que alguien en casa me aclaró que Los chicos de la banda era un drama sobre homosexuales que se representaba a la sazón en un teatro de Madrid. ¿He dicho un drama? Debería decir EL drama. La obra de Mart Crowley tomaba como pretexto la fiesta de cumpleaños que preparan algunos homosexuales a un amigo para exponer con una honradez envidiable el mundo de la homosexualidad masculina. La loca, el chapero, el ocultón – permítaseme utilizar términos fácilmente identificables - incluso el católico que sufre enormemente la contradicción entre su fe y sus prácticas sexuales aparecían recogidos en aquella obra de una manera incomparable en la que se alternaban la ternura, la compasión, el humor y el dolor. He leído y releído Los chicos de la banda en español y en inglés y no tengo la menor duda de que Crowley supo reflejar una homosexualidad nada gay – es decir, alegre – pero sí rezumante de comprensión y veracidad. Quizá por eso es una de las dos o tres grandes obras sobre el tema, quizá por eso causó el impacto tan descomunal que produjo en España, pero también en el resto del mundo y me temo que, con seguridad, ésa es la razón por la que nadie se ha atrevido a reestrenarla en una España donde el lobby gay se ha convertido en una temible inquisición. A decir verdad, después de esos dislates totalitarios que ya están en vigor en la mayoría de las Comunidades Autónomas y que han permitido incluso que en la Comunidad de Madrid se haya privado de su empleo a una docente íntegra y competente, el empresario teatral tendría que ser de la estirpe del Capitán Trueno para atreverse a dar ese paso. Años después, Crowley escribió una segunda parte donde mostraba lo que había sido de aquellos “chicos”. Como era de esperar, el lobby gay en Estados Unidos la estigmatizó, pero semejante condena no impidió que los homosexuales acudieron a verla en masa, se rieran y, sobre todo, reconocieran que el retrato que aparecía en las tablas los mostraba como pocas obras de ficción, es decir, como había pasado años antes con Los chicos de la banda.
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