César Vidal's Blog, page 35
August 13, 2017
Cena con una exiliada
Sin embargo, también hay otra gente que procede de cualquier continente. El día anterior, había venido a visitarme un militar español y éste quedé a cenar con una exiliada de una dictadura hispanoamericana. Por razones que no termino de saber, pero que intuyo, no decidió como tantos otros – cubanos, venezolanos, ecuatorianos, bolivianos… - asentarse en Estados Unidos sino en Francia. Me cuenta que la Francia en la que encontró refugio hace treinta años ya no es la misma. Macron, según me dice, es un inútil poseído de si mismo, pero, con todo, lo peor es la presencia del islam. En el mismo París, hay barriadas donde los seguidores del profeta Mahoma controlan calle tras calle y continuamente interrumpen el tráfico para rezar en la vía pública y así dejar de manifiesto que son ellos los que controlan la situación. Ella ha tenido que sufrir en la calle como la escupían mientras la llamaban “sale juive” (sucia judía). Ciertamente, no tiene nada de judía, pero sí es verdad que sus rasgos podrían recordar a los de una judía del este de Europa. Podrían ser los de una marciana porque ¿qué derecho tiene nadie a escupir a un ser humano porque sea judío, heterosexual o cristiano? Me confirma lo que llevo contando varias temporadas en el programa de La Voz, que el avance del islam en Europa es imparable, que no se puede decir una sola palabra sin que te caigan encima las reacciones de los que sujetan los resortes del poder, que los medios de comunicación son esenciales a la hora de ocultar la realidad a los ciudadanos y que los propios políticos están ayudando de manera directa a ese desastre que, igual que yo, ve acelerado en los últimos tiempos.
Junto a ese panorama, mi amiga me cuenta que en España donde hizo ganar millones a alguna editorial - a la que yo también proporcioné beneficios similares - está vetada. Un día, me cuenta que esa editorial decidió que no volvería a publicar una línea en la piel del toro. Le digo que es mi misma experiencia e incluso le comento como, en el curso de una reunión, importantísima figura del mundo editorial español se jactó de que yo no volvería a publicar nada en España hasta que “aprendiera la lección”. Es obvio que la inquisición es una constante en la Historia de España aunque, ahora, suele ser secreta y golpea sin que, muchas veces, se sepa qué sicario dio la puñalada.
Ninguno de los dos nos manifestamos optimistas sobre el futuro de Europa, en general, y de España, en particular. Mi amiga me pregunta por VOX. Le respondo con pesar que, tal y como está diseñado el sistema, no tiene muchas posibilidades y que lo peor es que del parlamento están ausentes millones de españoles y, en especial, aquellos que desearían que su nación sobreviva por encima de los intereses de camarillas nacionales y extranjeras.
Al final, no puedo sino animarla para que se venga a Estados Unidos. La derrota de Hillary Clinton ha frenado una parte de la agenda globalista para unos años y, en cualquier caso, Estados Unidos va una generación por detrás del desplome europeo. No, posiblemente, no más, pero a ciertas edades se desea sosiego al final de la vida más que emociones fuertes.
Si triunfa la agenda globalista – y nada me hace pensar que en España y en buena parte de Europa vaya a ser resistida – el islam marcará lo que hay que pensar, hacer o hablar a turbas de europeos envejecidos y amedrentados. Para entonces, las libertades serán una ficción gracias a aquellos que han ido sacando del mercado a las voces críticas – como la de mi compañera de cena y el que esto escribe – a la colaboración de los medios de comunicación, a la acción de la ideología de género y a la manera en que las leyes se han modificado para que no se pueda decir ni pío en contra del pensamiento políticamente correcto.
A la mañana siguiente, mi amiga me dice que tiene casi decidido venirse a vivir a América. No sé si lo hará al final. En cualquier caso, la comida fue buena.
August 12, 2017
Pablo, el judio de Tarso (XXXV); El segundo viaje misionero (XI): Efeso (I): La llegada a Efeso
18 Mas Pablo, tras quedarse muchos días, se despidió de los hermanos, y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rasurado la cabeza en Cencreas, porque tenía voto. 19 Y llegó a Efeso, y los dejó allí...
(Hechos 18, 18-19)
Como era habitual en Pablo, su primer paso fue encaminarse hacia la sinagoga local para compartir el mensaje del Evangelio con otros judíos. Al parecer la acogida que recibió fue positiva e incluso se le invitó a quedarse por algún tiempo, pero Pablo tenía intención de llegar a Jerusalén para celebrar una fiesta judía que pudo ser la Pascua o Pentecostés. Tras dejar a Aquila y Priscila en Éfeso, se dirigió a Cesarea. De allí pasó a Jerusalén donde saludó a la iglesia madre y se dirigió a Antioquia. Como ya vimos, la relación de Pablo con esta iglesia había sido especialmente importante en el pasado, por lo que no sorprende que permaneciera allí durante algún tiempo (Hechos 18, 19-22). Acto seguido, Pablo visitó a las comunidades que había establecido en Galacia y Frigia con la intención de confirmar a los discípulos (Hechos 18, 23). En paralelo a este recorrido paulino, iba a llegar a Éfeso un predicador cristiano de características verdaderamente peculiares. La descripción que nos proporciona la fuente lucana resulta notablemente interesante:
: 24 Llegó entonces a Efeso un judío, llamado Apolos, que era natural de Alejandría, un hombre elocuente (loguios) y con un enorme conocimiento de las Escrituras. 25 Había sido era instruído en el camino del Señor; y fervoroso de espíritu, hablaba y enseñaba diligentemente las cosas que son del Señor, enseñando solamente en el bautismo de Juan. 26 Y comenzó a hablar confiadamente en la sinagoga: al cual como oyeron Priscila y Aquila, le tomaron, y le declararon más particularmente el camino de Dios.
(Hechos 18, 24-26)
El visitante, Apolos, era un judío de Alejandría en Egipto. Lucas lo denomina “loguios”, lo que puede entenderse como elocuente, pero también como persona culta o educada, perita en la cultura griega. A ese conocimiento de la cultura clásica, Apolos sumaba el de la Biblia. Las circunstancias son bien reveladoras porque implican que el cristianismo ya se había asentado en Egipto en los años cincuenta del s. I, y que había alcanzado a sectores de cierto relieve cultural. Que hubiera empezado su asentamiento entre los judíos era – como hemos visto repetidamente – lo más natural. Pero el texto nos muestra algo más. En concreto, que existían comunidades de creyentes en Jesús que ya habían comenzado a existir antes de la experiencia pneumática de Pentecostés. Posiblemente, esos grupos comenzaron a articularse durante la vida misma de Jesús en Samaria y Palestina (Hechos 8, 5-25) y el caso de Apolos indica que trascendieron de las fronteras de Israel. Estaban convencidos de que Jesús era el mesías y el Señor, pero desconocían la experiencia espiritual que se había producido en la iglesia de Jerusalén. En cualquier caso, su entusiasmo era tan acentuado que podían enviar misioneros a lugares tan distantes como Éfeso. De manera bien significativa, su visión acerca de Jesús era la misma en todos los casos y lo único que variaba era la aceptación de un bautismo en agua sólo o la creencia adicional en una experiencia adicional relacionada con el Espíritu Santo. Esa enorme cercanía de posiciones explica que Aquila y Priscila pudieran convencerle con facilidad. Las enseñanzas paulinas – y las de la comunidad de Jerusalén, dicho sea de paso - no contradecían la que circulaba en aquellas comunidades de seguidores de Jesús que se habían formado antes de que éste fuera crucificado. Coincidían, pero, a la vez, incluían aspectos como el del bautismo en el Espíritu Santo. Apolo aceptó aquella novedad con facilidad seguramente porque podía conectarla con la promesa del Espíritu Santo descrita en el capítulo 2 del profeta Joel y, de esa manera, inició una fecunda colaboración con el grupo paulino. Como señala la fuente lucana:
27 Y, al mostrar el deseo de pasar a Acaya, los hermanos le animaron y escribieron a los discípulos para que lo recibiesen; y cuando llegó, fue de enorme provecho a los que por medio de la gracia habían creído: 28Porque con gran vehemencia convencía públicamente a los judíos, al mostrarles con las Escrituras que Jesús era el mesías.
(Hechos 18, 27-28)
Por su parte, Pablo, tras su viaje a Palestina y Siria, y confirmar a los discípulos de Galacia y Frigia, en la primavera del año 52, regresó a Éfeso por tierra. La fuente lucana se refiere a “las regiones superiores” (Hechos 19, 1) lo que hace pensar que, en lugar de tomar el camino principal por los valles del Lycus y el Meandro, viajó por una ruta situada más al norte y llegó hasta Éfeso desde el lado norte del monte Messogis, el moderno Aydin Daglari.
La provincia de Asia se había formado a partir del reino de Pérgamo que fue legado por su rey Atalo III al senado y al pueblo de Roma al morir en el año 133 a. de C.. Comprendía las regiones de Misia, Lidia, Caria, Licia y Frigia occidental. Aunque a inicios del s. VI a. de C., el territorio había sido incorporado por Creso al reino de Lidia, en 546 a. de C., fue incorporado a Persia por Ciro. Todo ello sin contar los asentamientos griegos, de origen jonio, situados en la costa que existían desde hacía siglos. Desde el 480 a. de C. – en que el rey persa Jerjes fue derrotado por los griegos – hasta la paz del rey de 387 a. de C., las ciudades griegas habían sido libres. Su nuevo sometimiento a los persas concluyó al cabo de unas décadas cuando Alejandro los liberó en 334 a. de C.. A la muerte del conquistador macedonio, la zona siguió siendo regida por distintos gobernantes griegos e incluso tras verse unida a Roma las ciudades disfrutaron de una autonomía extraordinaria.
Aunque Pérgamo era la capital de la provincia, la ciudad más importante – y el asentamientos jonio más relevante - era Éfeso. Originalmente, sus habitantes habían sido carios adoradores de la gran diosa madre de Anatolia. La llegada de los jonios no desplazó ese culto local hasta el punto de que la diosa sobre la que giraba la vida de la ciudad tenía un nombre – Artemis – que era pre-helénico. Para los griegos, Artemis era una virgen cazadora a la que se representaba con muchos pechos para acentuar los aspectos maternales. Su templo albergaba una imagen “caída del cielo” (Hechos 19, 35) lo que hace pensar quizá en un meteorito que tuviera una forma femenina.
El dominio romano no había borrado el carácter griego de las ciudades hasta tal punto que éstas formaban una confederación que recibía el nombre de koinon de Asia y cuyos representantes eran denominados asiarcas.
A finales del verano del 52, Pablo se encontraba de nuevo en Éfeso y allí permanecería casi tres años. Durante el tiempo que Pablo pasó en Éfeso, Lucas no se encontraba a su lado y, posiblemente, eso explica lo sucinta que es la narración de este período que hallamos en los Hechos. Con todo, los episodios recogidos en la fuente lucana resultan muy vividos y hacen pensar en testimonios oculares que pudieron ser recogidos por Lucas.
Lo primero que llama la atención es que Pablo encontró en Éfeso un conjunto de discípulos con una teología similar a la de Apolos. Su cristología, su soteriología eran similares a las de los otros grupos cristianos, pero sólo conocían el bautismo de agua:
1 Y sucedió que mientras Apolos estaba en Corinto, Pablo, tras recorrer las regiones superiores, llegó a Efeso, y al encontrarse a algunos discípulos, 2 les dijo: ¿Habéis recibido el Espíritu Santo después de creer? Y ellos le dijeron: ni siquiera habíamos oído que hubiera Espíritu Santo. 3 Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Y ellos dijeron: En el bautismo de Juan. 4 Y dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es a saber, en Jesús el mesías. 5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6 Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y se pusieron a hablar en lenguas, y a profetizar. 7 Y eran en todos como unos doce hombres.
(Hechos 19, 1-7)
El texto resulta interesante no sólo porque confirma la existencia de distintas comunidades cristianas formadas antes de la muerte de Jesús con una coincidencia teológica verdaderamente notable salvo en la cuestión del bautismo, sino porque además es la única vez en toda la Biblia en que se hace referencia a un rebautismo. La cuestión resulta aún más chocante porque Apolos no fue rebautizado. Quizá la razón sea que la repetición de la experiencia pentecostal – una repetición que implicaba también el hablar en lenguas – seguía siempre un esquema de bautismo e imposición de manos, pero no se puede afirmar con seguridad.
En cualquier caso, aquel grupo de discípulos no constituía el interés principal de Pablo. Por el contrario, como había sucedido en su primera estancia, el apóstol se dirigió a la sinagoga. Durante tres meses, el apóstol pudo expresarse con absoluta libertad ante la comunidad judía. Sin embargo, como había sido habitual en otros lugares, acabó apareciendo un grupo que rechazaba la predicación paulina y que incluso se permitió vilipendiarla en público (Hechos 19, 8-9). La respuesta de Pablo, también como en otros casos, fue buscarse otro acomodo. Sacó, pues, a los discípulos de la sinagoga y se estableció en la escuela de Tiranno.
El arreglo, a pesar de todo, no dejaba de implicar un claro sacrificio no sólo para Pablo sino también para la gente que acudía a escuchar su enseñanza. Tiranno era un maestro de filosofía y, de manera comprensible, ocupaba su local en las horas más frescas del día, aquellas en que sus alumnos no corrían el peligro de verse agobiados por el calor. Hacia las 11 del mediodía, cuando el sol comenzaba a convertirse en agobiante, Tirano – y, por supuesto, sus discípulos - se marchaba a comer y dormir la siesta. Precisamente entonces era cuando Pablo llegaba a la escuela donde se quedaba hasta la cuatro de la tarde . A esas alturas, llevaba a las espaldas varias horas de trabajo manual fabricando tiendas de campaña para poder mantenerse (Hechos 20, 34). Sin embargo, en lugar de ir a descansar como el resto de los efesios, Pablo comenzaba una nueva jornada, bajo un calor asfixiante, ante unos alumnos con el suficiente interés por la verdad como para soportar a su lado aquel mismo agobio. Sobre las cuatro, cuando concluía su enseñanza, el apóstol regresaba al trabajo manual hasta la puesta del sol.
______
El texto occidental de Hechos 19, 9 habla de “la hora quinta a la décima”, es decir, de las 11 a las 4, según nuestra manera de hablar.
August 11, 2017
Three Wooden crosses
De repente, el conductor no vio el stop y el camión de dieciocho ruedas que venía no pudo detenerse. El granjero dejó una cosecha, un hogar y ochenta acres de terreno así como la fe y el amor por las cosas que crecían en el corazón de su hijo. La maestra dejó su sabiduría en las mentes de montones de niños a los que había enseñado para que empezaran la vida de la mejor manera. El predicador sólo acertó a musitar: “¿No ves la Tierra prometida?” mientras colocaba su Biblia manchada de sangre en la mano de la prostituta.
El domingo pasado, otro predicador contó a su congregación, mientras sostenía aquella misma Biblia en la mano para que todos la vieran, que deseaba que Dios bendijera al granjero, a la maestra y al predicador que le dio aquella Biblia a su madre quien se la había leído a él desde niño.
Ahora, en el lado derecho de la autopista, hay tres cruces de madera y es posible incluso intuir porque no hay cuatro. A fin de cuentas, cuando uno muere lo importante no es lo que se lleva sino lo que deja en este mundo detrás de él.
Eso cuenta esta hermosa canción de Randy Travis que deseo compartir con ustedes este sábado. No piensen en lo que acumulan porque los ataúdes no tienen bolsillos. Piensen en lo que dejarán a sus espaldas. Aquel predicador dejó algo que cambió vidas. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!!
Y aquí está Randy Travis
www.youtube.com/watch?v=4HPl9Dlox00
August 10, 2017
Shanghai (y IX): Adiós, China
No cabe duda de que multitud de procesos positivos existentes hace un siglo y abortados por la victoria comunista en China están volviendo a reanudarse en los últimos años. Si en Shanghai hubo siempre una presencia evangélica más que relevante – los misioneros jesuita andaban más interesados en intrigar en las cercanías del poder – y si esa presencia dio lugar a personajes tan notables como Watchman Nee que pasó los últimos veinte años de su vida en un campo de concentración por ser cristiano, ese proceso no acabó con Mao. De Watchman Nee, que estableció más de cuatrocientas iglesias nuevas en menos de dos décadas, se llegó a decir que, de no haber triunfado Mao, habría alcanzado la totalidad del territorio chino con el Evangelio. Lo que no pudo ser entonces, está siendo ahora.
Mao quiso erradicar la familia, la fe en Dios, el incipiente libre mercado. Su empeño costó decenas de millones de muertos, más que los causados por ningún otro dictador incluidos Stalin y Hitler, pero, al final, sus tesis no han prevalecido. Económicamente, en China, existe mayor libertad de mercado de la que existe en muchos países occidentales por la sencilla razón de que no hay lobbies que puedan imponer sus oligopolios ni tampoco las transnacionales han logrado someter al gobierno chino. La familia ha vuelto a ser la columna vertebral de China y el mismo gobierno comunista la defiende encarnizadamente frente a cánceres como la ideología de género. En cuanto, al avance del evangelio sólo puede definirse como espectacular. Dentro de una inseguridad jurídica que nadie soportaría en occidente, una inseguridad que significa que la policía puede irrumpir en un culto en cualquier momento o que se siga deteniendo a pastores, el mensaje del Evangelio nunca se ha extendido tanto en China. En uno de los estados chinos, el crecimiento resulta tan espectacular que uno de los pastores más conocidos – un gran defensor de los valores de la Reforma – sale y entra de prisión cada dos por tres; en otro, las autoridades locales deciden dar permiso para construir iglesias más grandes porque, como en algunas zonas de Argelia, no se puede negar la realidad y los evangélicos son los mejores ciudadanos, aquellos que trabajan, que no mienten, que creen en la familia y en la vida y que además no dependen de una autoridad espiritual extranjera. Por añadidura, viven de acuerdo a un principio que se olvidó en Occidente hace demasiado tiempo y es que la meta de la predicación no es llenar las iglesias de gente sino llenar a la gente de Dios.
No se puede negar que China resulta fascinante por su cultura, por su Historia, por su evolución actual, pero también porque es la muestra viva de que ciertas ideologías no pueden triunfar y porque constituye la demostración indudable de que las semillas espirituales sembradas acaban germinando. Tengo la casi total seguridad de que regresaré a China a no mucho tardar y también de que ese retorno no será meramente cultural, pero el futuro no está en mis manos sino en las de Dios. Hasta entonces, les iré contando otras cosas.
(FIN DE LA SERIE)
August 9, 2017
Shanghai (VIII): el museo de la propaganda
En otras palabras, Mao cometió errores, pero consiguió logros más que notables y, en cualquier caso, está muerto y enterrado y vivimos otros tiempos. Una muestra verdaderamente extraordinaria de esa conducta es el museo de la propaganda de Shanghai.
A pesar de sus dimensiones reducidas, el museo es uno de los lugares de parada obligatoria no sólo por cuestiones históricas sino también sociológicas y estéticas. Desde luego, hay que reconocer que los comunistas fueron siempre maestros de la propaganda. El mismo Goebbels no fue más allá de perfeccionar algunos de sus avances en el terreno de la intoxicación de mentes, pero los maestros eran comunistas. En China, comenzaron modestamente en el terreno de la propaganda. A decir verdad, los primeros carteles recuerdan los anuncios publicitarios de la famosísima Shanghai Lili. Sin embargo, en poco tiempo crearon su propio realismo socialista que fue evolucionando hacia formas propias.
Siempre he pensado que la capacidad artística va más allá de la ideología. La propaganda nazi de Leni Riefenstahl me repugna, pero no se me ocurriría negar que estaba dotada de un talento extraordinario. El mensaje comunista de Eisenstein me indigna, pero debo reconocer que era un genio de la cinematografía. Y así podría multiplicar los ejemplos.
En el museo de la propaganda, se puede seguir un camino que pasó por la relación más estrecha con Stalin, que implicó la ruptura con Jrushov – motejado de revisionista – que asumió batallas como la guerra de Corea o la defensa de los negros en Estados Unidos, que se sumó al caos sangriento de la Revolución cultural y que, en un momento dado, se desvinculó del culto a la personalidad porque la nación entraba por otra senda, una senda, precisamente, de emancipación del maoísmo. Ni Deng ni, por supuesto, Xi volverían al culto a la personalidad. A decir verdad, no lo han necesitado para empujar a la nación a la cabeza del mundo ni para contar con un control del partido que ya hubiera deseado Mao.
Pero, por encima de todo, también se puede ver que nada permanece a lo largo del curso de la Historia. Mao murió – como Stalin, como Castro… - la revolución cultural desapareció y la nación siguió adelante. De hecho, en la tienda y por un precio modesto, se pueden comprar – y son originales - brazaletes de los guardias rojos de la revolución cultural, postales de propaganda, dazibaos – sí, hubo una época en que existieron los dazibaos – e incluso pinturas.
No pude evitar salir del museo con una idea en la cabeza que la Biblia expresa una y otra vez: los reinos y los imperios desaparecen, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
CONTINUARÁ
August 8, 2017
El maestro de los cinco sauces
Es cierto, pero teniendo en cuenta la relevancia que tiene China no deja de llamar la atención la ignorancia tan rampante y el desprecio tan descarado que existe hacia su cultura. Machado decía que Castilla “desprecia cuanto ignora”. Fue injusto. En general, España – y no sólo España – suele despreciar lo que ignora en lugar de intentar entenderlo. Al parecer con repetir unos mantras aprendidos y no reflexionados basta. Si eso pasa con zonas del mundo cercano como es Hispanoamérica – es increíble la cantidad de disparates que, en un sentido u otro, pueden proferir los españoles sobre las antiguas Indias – tampoco es para tener muchas esperanzas en lo que se relaciona con Extremo Oriente. Por eso, hoy quisiera dejarles con un texto que, desde mi punto de vista, recoge no poco del alma china y, en realidad, de la universal. De hecho, partiendo de una experiencia totalmente subjetiva toca algunos temas de alcance eterno. Se trata además de un libro de poesía.
La poesía china es excepcional y cuando en España apenas comenzaba a balbucir, los poetas extraordinarios ya se sumaban en la Historia del Reino del Centro. Me voy a permitir recomendarles una obra en especial. Se trata de El maestro de los cinco sauces de Tao Yuanming. El poeta en cuestión vivió entre el 365 y el 427 de nuestra Era. Durante un tiempo, sirvió en la corte, pero, al cabo de un tiempo, encontró irrespirable la atmósfera de las cercanías del poder y decidió retirarse a su pedazo de terreno, un terruño en el que había cinco sauces que dan título a su libro.
No es poco lo que en Tao Yuanming nos recuerda a Horacio y a fray Luis de León que tanto se inspiró en el autor latino. En sus páginas, se encuentra la desilusión por las realidades del gobierno, el deseo de encontrar un lugar donde estar a resguardo de la maldad humana tan innecesaria y tan innegable y las frustraciones de la vida personal, pero también aparece el disfrute de un paseo por el campo, el placer derivado de una copa de vino o la alegría de ver crecer aquello que se ha plantado con las propias manos.
Tao Yuanming es conmovedor en no pocos de sus versos no sólo porque relata de la condición humana sino también por el deseo de disfrutar de esos momentos hermosos que proporciona incluso la existencia más dura. Recuerda acá y allá al libro bíblico de Eclesiastés, pero sufre de una diferencia esencial. Si el autor de Eclesiastés sabía al final de su obra levantarse por encima de lo que hay “debajo del sol” y recordar que un día compareceremos ante Dios, Tao Yuanming sólo se encuentra con un gran interrogante, ese interrogante que todos debemos responder para que nuestra vida tenga sentido.
August 7, 2017
Luis Manuel, hasta siempre
Fue la primera porque, en breve, se fueron sumando los avisos de la triste nueva. Conocí a Luis Manuel de una manera que casi podría calificar como accidental. Se puso en contacto con la redacción del programa para comunicarme el silencio que los medios guardaban sobre un tema tan importante como el de la necesidad de donaciones para los trasplantes. Tenía toda la razón y lo invité a venir. Acudió con su madre, la persona que le había donado un riñón y que casi le dio la vida por segunda vez porque le permitió prolongarla por más de tres décadas. Todo podía haberse quedado ahí y Luis Manuel haberse limitado a ser una de tantas personas sin voz a la que dimos voz en su momento. No fue el caso. De hecho, sintonizamos a la primera, como si nos hubiéramos conocido de siempre, pero no fue mérito mío. Es que con él era muy fácil.
Desde entonces, nos mantuvimos en comunicación casi constante. Entraba en mis páginas, comentábamos cosas, me tenía al corriente de su salud. En no pocas ocasiones, me envió privados para ampliar alguna cuestión que se trataba en el muro o para contarme alguna cuestión personal.
Hace unos años, pareció experimentar una recaída de gravedad, pero, gracias a Dios, remontó. En el ínterin nos vimos un par de veces. En una ocasión, al poco de iniciarse mi exilio, acudió a un encuentro con lectores; en otra, vino a escuchar una exposición mía sobre el mensaje de Jesús. Allí coincidió con alguna otra de las personas que han sido extraordinariamente fieles al programa La Voz.
Siempre era igual: sencillo, educado, cortés. Formaba parte de ese reducido grupo de personas que se hace querer. Hace poco me comentó por un privado que había llegado al final de su itinerario y que iba a morir en cualquier momento. Me lo dijo con serenidad, como el que se despide para marcharse a vivir a otro lugar. No puedo ocultar que me conmovió. Incluso me atreví a preguntarle si estaba seguro. Por supuesto, que lo estaba. Hace unos días, fueron los amigos comunes los que me dijeron que ya ha partido. Al mismo tiempo que me uno al dolor de su familia en lo que considero una pérdida irreparable e insustituible, debo decir que estoy más que convencido de que se encuentra ahora en un sitio mejor, un sitio donde se podrán ver aquella manos pequeñas que se aferraban a la vida, aquellos ojos vivos con los que escrutaba lo que se desplegaba a su alrededor, aquella sonrisa especial. Un día, volveremos a reunirnos y será como vislumbrar al amigo que te va a buscar a la estación. Casi con toda seguridad, lo primero que veré cuando salga a recibirme será cómo sonríe a su manera especial. Querido Luis Manuel, hasta siempre.
Y aquí les incluyo el video de aquella entrevista que permitió que nos conociéramos
August 6, 2017
Shanghai (VII): ¿Democracia? ¡No, gracias!
Con todo, el Irán de los ayatollahs se presenta como una verdadera democracia con elecciones regulares; los nacionalistas catalanes insisten en que su golpe de estado es un ejercicio democrático y adefesios políticos como el chavismo se ufanan de ser la verdadera democracia. La única excepción a ese tributo que hasta los regímenes totalitarios rinden hoy en día a la democracia como sistema es China.
Como si sus libros de cabecera fueran las obras de Jenofonte y Platón, ferozmente críticas de la democracia ateniense, los chinos afirman con orgullo que la democracia es un régimen sin pies ni cabeza. Según su versión, lejos de permitir que los más aptos, los más cualificados, los mejores sean los que rijan los destinos de la nación, la realidad es que, al fin y a la postre, cualquier cretino puede llegar a ser presidente del gobierno. Por añadidura, insisten en que la demagogia resulta imposible de separar de la democracia lo que tiene como consecuencia directa que se adopten medidas que perjudican enormemente al conjunto de los ciudadanos y que erosionan fatalmente el sistema. Finalmente, esa democracia, en lugar de buscar el bien común, se pierde en el enfrentamiento estéril si es que no criminal de los partidos.
Hasta ahora todo ese tipo de críticas podrían ser rechazado mediante un gesto desdeñoso indicando que, además de sus virtudes innegables, las democracias llevaban a vivir mejor. Semejante aserto ya no se sostiene. El nivel de prosperidad potencial de los chinos no es inferior al de Occidente y, en general, no tiene nada que envidiar al de Hispanoamérica por no hablar de África y el resto de Asia. Por añadidura, su futuro es mayor, sus impuestos son más bajos y sus limitaciones a la libertad de expresión – suponiendo que les quite el sueño que no parece ser el caso – cada vez son menores si se examinan en comparación algunas normas impulsadas por Podemos o por los partidarios de la ideología de género. Es cierto que durante mi estancia en China por dos veces los hackers – imagino que no serían rusos - intentaron entrar en mi ordenador y que me resultó imposible entrar en Facebook. No es menos cierto que los partidos políticos resultan impensables en China. Pero – insisto en ello – no parece que, en general, esas circunstancias les preocupen lo más mínimo a los chinos.
Que China concluirá el siglo XXI siendo la primera potencia mundial no creo que tenga mucha discusión, especialmente, si Estados Unidos sigue cometiendo errores como los que lleva perpetrados al menos desde inicios de este siglo. Con enorme inquietud, me pregunto si quizá tampoco quede mucho terreno para evitar el fin de la democracia como modelo indiscutido si se tiene en cuenta el peso cada vez mayor de las minorías en su funcionamiento, el papel de los poderes fácticos en las decisiones políticas o la vulnerabilidad de Occidente, en general, y de Europa, en particular. En cualquier caso, no me cabe duda de que, al menos, tendrá que competir directamente con un despotismo de élites como el chino entregado que, con bastante éxito, se está encargando de traer la prosperidad material, la estabilidad familiar, la paz social y los impuestos bajos. Ciertamente, es para reflexionar.
CONTINUARÁ
August 5, 2017
Pablo, el judío de Tarso (XXXIV)
El año y medio que Pablo pasó en Corinto resultó, indudablemente, fructífero y, a la vez, constituyó el marco de redacción de otras dos nuevas epístolas. Si la primera, la dirigida a los Gálatas, a pesar de su carácter circunstancial, recoge en miniatura el Evangelio predicado por Pablo, las dos cartas destinadas a los creyentes de Tesalónica se ocupan de problemas más locales. Como se recordará, los amigos del apóstol le habían llevado a Berea para ponerle a salvo del ataque de los judíos de Tesalónica y cuando éstos a su vez llegaron a Berea, lo condujeron hasta Atenas donde esperó a Timoteo y Silas. La reunión se realizó, pero no pasó mucho tiempo antes de que el apóstol los enviara de regreso a Macedonia para averiguar cuál era el estado en que se encontraban las comunidades fundadas en este viaje. Mientras Timoteo se dirigía a Tesalónica, Silas, muy posiblemente, se encaminó a Filipos. Es muy posible que Timoteo llevara consigo la carta que conocemos como la segunda epístola a los Tesalonicenses, una misiva que, a diferencia de, por ejemplo, Gálatas, aparece firmada por Pablo, Silas y Timoteo (II Tes 1, 1). Los argumentos para pensar que la denominada segunda se escribió ante que la primera arrancan de su propio contenido. De hecho, en la segunda se menciona a los creyentes como sometidos a persecución (II Tes 1, 4 ss), una circunstancia que en la Primera carta ya es citada como algo del pasado (I Tes 1, 6 y 2, 14) .
Las noticias que Timoteo trajo a Pablo sobre la marcha de la comunidad de Tesalónica le produjeron una enorme alegría, aunque también le obligaron a responder a algunas cuestiones de carácter teológico que los conversos le habían planteado a Timoteo. Esa respuesta sería precisamente la misiva que aparece en nuestras biblias como la primera carta a los Tesalonicenses. A esas alturas resultaba obvio que los fieles de Tesalónica se habían comportado de una manera tan modélica que se habían convertido en un ejemplo en “un ejemplo para los creyentes de Macedonia y Acaya” (I Tesalonicenses 1, 7). La persecución, ya concluida, no había limitado en absoluto su entusiasmo.
El análisis de las dos epístolas nos proporciona datos muy interesantes acerca de las vivencias de una comunidad cristiana de reciente fundación que se hallaba inserta en un medio pagano y que sufría las presiones – incluso la persecución – de judíos y gentiles. Sin embargo, a pesar de ese panorama, lo cierto es que Pablo y sus colaboradores podían felicitarlos porque “vuestra fe va creciendo, y la caridad de cada uno de todos vosotros abunda en medio de vosotros, de tal manera que nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios, de vuestra paciencia y fe en todas las persecuciones y tribulaciones que sufrís” (II Tes 1, 3-4). Los tesalonicenses podían descansar además en el hecho de que Dios ejecutaría su juicio sobre el mundo, un juicio que sería justo y que estaría vinculado a la presencia (parusía) del mesías Jesús:
6 Porque para Dios resulta justo pagar con tribulación a los que os atribulan; 7 y a vosotros, que sois objeto de la tribulación, proporcionaros reposo a nuestro lado, cuando se manifieste Jesús, el Señor, desde el cielo junto a los ángeles de su poder, 8 en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesús el mesías; 9 los cuales serán castigados con eterna perdición apartados de la presencia del Señor, y de la gloria de su poder, 10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos, y a admirado en todos los que creyeron: (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros.)
(II Tes 1, 6-10)
El retrato que emerge de estos versículos de Pablo resulta muy iluminador. La comunidad de Tesalónica era objeto de persecución, pero, a pesar de su juventud, no se había dejado doblegar. A decir verdad, se había convertido en un verdadero ejemplo en Macedonia y Grecia, y no sólo por su valor sino también por la forma en que la fe y el amor la caracterizaban. Una parte considerable de la fuerza espiritual que animaba a aquellos jóvenes creyentes era la fe en que Jesús el mesías volvería para establecer su reino. Cuando eso sucediera, los que se habían negado a recibirlo serían castigados con la perdición eterna, mientras que sus fieles recibirían una recompensa que resultaba incluso difícil de imaginar. No sorprende, por lo tanto, que en medio de esa tensión escatológica y sometidos a presiones externas, algunos de los cristianos tesalonicenses se hubieran entregado a especulaciones sobre la fecha de la parusía y, sobre todo, sobre su inmediatez. Al respecto, la advertencia de Pablo no puede ser más clara:
1 Sin embargo, os rogamos, hermanos, que en lo que se refiere a la venida de Jesús el mesías, nuestro Señor, y a nuestra reunión con él, 2 no os dejéis conmover fácilmente, ni os alarméis ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta, como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.
(II Tes 2, 1-2)
Pablo podía comprender perfectamente el entusiasmo escatológico de los tesalonicenses, pero deseaba dejar establecido con claridad que bajo ningún concepto debían permitir que un espíritu – posiblemente una declaración profética similar a otras a las que ya nos hemos referido – ni una carta falsa que pretendiera venir de él o de sus colaboradores les arrastrara a creer que la segunda venida de Jesús estaba cerca. Las razones para formular esa afirmación se encontraban ligadas al hecho de que la parusía sería precedida por una serie de acontecimientos que, desde luego, no habían tenido lugar ni lejanamente:
3 Que no os engañe nadie de ninguna manera; porque no vendrá sin que venga antes la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, 4 el que se opone y se rebela contra todo lo que se llama Dios, o es objeto de adoración; hasta el punto de sentarse en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. 5 ¿No os acordáis que cuando estaba todavía con vosotros, os decía esto? 6 Y vosotros sabéis lo que ahora lo retiene hasta que a su tiempo se manifieste. 7 Porque ya está actuando el misterio de iniquidad: sólamente falta que sea quitado de en medio el que ahora le es un impedimento; 8 Y entonces se manifestará aquel inicuo, al cual el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; 9 al inicuo cuya venida tendrá lugar de acuerdo con la acción de Satanás, con gran poder, y milagros, y portentos mentirosos, 10 y con todo engaño de iniquidad para los que van camino de la perdición; por cuanto no dieron acogida al amor a la verdad para salvarse. 11 Por lo tanto, Dios les envía una fuerza que induce al error, para que crean a la mentira; 12 para que sean condenados todos los que no creyeron en la verdad, sino que consintieron la iniquidad.
(II Tesalonicenses 2, 3-12)
Como indica Pablo (II Tes 2, 5-6), los tesalonicenses sabían de sobra porque él se lo había enseñado que la parusía había de ser precedida por la apostasía y por la aparición de un personaje misterioso, el Hombre de pecado, que ahora era retenido. Lamentablemente, nosotros no disponemos de los datos que el apóstol había proporcionado a sus conversos. Podemos suponer que el Hombre de pecado sería una manifestación colosal de maldad previa a la parusía y es obvio que ya estaba actuando - ¿cómo? – en la época de Pablo. Sin embargo, a pesar de esos datos, no resulta posible dilucidar si en este texto se hace referencia a un individuo, una institución o una falsa doctrina e, históricamente, han abundado las más diversas interpretaciones al respecto. Aún más difícil es saber que impide su manifestación. De hecho, el sujeto gramatical del v. 6 es neutro mientras que el del v.7 es masculino. En cualquiera de los casos, lo esencial para Pablo era que la conclusión de ese enfrentamiento final entre la iniquidad y el bien acabaría con la clara victoria del mesías.
Los últimos versículos de esta epístola nos muestran que el apóstol tenía una personalidad poco dada a la mera especulación teológica. Por el contrario, la vertiente práctica que le lleva a exhortar a los creyentes para que se comporten de manera digna del Evangelio aparece aquí con una energía especial. Al parecer, algunos tesalonicenses habían decidido – con buena fe o con descaro, no es fácil saberlo – que la proximidad de la venida de Jesús les permitía dejar de trabajar. Para Pablo, semejante conducta resultaba intolerable y tanto él como sus colaboradores habían dado un ejemplo bien nítido de cómo había que comportarse:
6 Además os mandamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor, Jesús el mesías, que os apartéis de todo hermano que anduviere de manera desordenada, y no conforme a la doctrina que recibieron de nosotros: 7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos; porque no anduvimos de forma desordenada entre vosotros, 8 ni comimos de balde el pan que perteneciera a alguien; sino que trabajamos ardua y fatigosamente, de noche y de día, para no ser una carga para ninguno de vosotros; 9 no porque no tuviésemos derecho, sino para daros un ejemplo que podáis imitar. 10 Porque incluso cuando estábamos con vosotros, os ordenamos que si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma. 11 Porque hemos oído que algunos de vosotros andan de manera desordenada, no trabajando en nada, salvo en meterse en la vida de los demás. 12 A esos les mandamos y rogamos por nuestro Señor, el mesías Jesús, que, trabajando sosegadamente, se ganen el pan.
(II Tes 3, 6-11)
Resulta obvio que Pablo no estaba dispuesto a tolerar que hubiera nadie que viviera de los demás apelando al entusiasmo religioso. Sin embargo, tampoco deseaba que el temor a ser víctimas de los aprovechados retrajera a los tesalonicenses de hacer el bien. Por el contrario, tras las severas palabras que acabamos de reproducir, el apóstol insiste en que no deben “cansarse de hacer el bien” (II Tes 3, 13). Aún más. Aunque aquel que no se portaba de manera adecuada debía ser señalado para que se avergonzara, la finalidad de ese comportamiento no debía ser nunca la de situarlo entre los enemigos, sino la de suministrarle la amonestación propia de un hermano (II Tes 3, 14-5).
La carta concluía finalmente con un deseo de paz para todos los creyentes de Tesalónica (II Tes 3, 16) y con un dato curioso, el de que Pablo marcaba sus cartas con un signo que dejaba de manifiesto que eran verdaderamente suyas y no una falsificación (v. 17). El hecho de que tan sólo unos versículos antes se refiriera también a cartas que pretendían ser suyas pero que no habían sido escritas por él nos obliga a pensar que algún enemigo suyo – o aprovechados que deseaban valerse de su autoridad – estaban recurriendo al innoble expediente de mostrar misivas falsas. El apóstol no estaba dispuesto a consentir esa conducta y aparte de que sus cartas eran siempre entregadas por un portador de confianza – en este caso Timoteo – llevaban una señal que las autentificaba.
Al parecer Timoteo entregó la carta a los tesalonicenses y, ya de regreso en Corinto, informó a Pablo de que seguían existiendo algunas cuestiones relacionadas con la parusía que resultaba indispensable aclarar. De ese deseo surgió precisamente la siguiente misiva de Pablo a Tesalonicenses, la que aparece en el Nuevo Testamento como primera.
Pablo – que firma la carta junto a Silvano y a Timoteo – volvió a manifestar la satisfacción que sentía por la iglesia establecida en Tesalónica. Desde muchos puntos de vista, los tesalonicenses eran creyentes ejemplares (1, 2-3) y no resultaba extraño que su fama se hubiera extendido por Macedonia y Acaya (1, 8). En buena medida, ese comportamiento arrancaba de la propia conducta de Pablo y sus colaboradores que habían trabajado día y noche para no ser gravosos a nadie mientras predicaban el Evangelio (2, 9). Ese comportamiento ejemplar debía ser manifiesto en todas las facetas de la vida:
1 Además, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que fuisteis enseñados por nosotros sobre cómo os conviene andar, y agradar a Dios, así continuéis creciendo, 2 porque ya sabéis qué mandamientos os dimos por el Señor Jesús. 3 Porque la voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación; 4 que cada uno de vosotros sepa tener su cuerpo en santificación y honor; 5 no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios: 6 Que ninguno abuse ni engañe en nada a su hermano: porque el Señor es vengador de todo esto, como ya os hemos dicho y tetificado, 7 porque no nos ha llamado Dios a la impureza, sino a la santificación.
(I Tesalonicenses 4, 1-7)
Es precisamente al llegar a este punto cuando Pablo aborda un tema que, por lo visto ya con anterioridad, debía causar una especial inquietud a los tesalonicenses. Nos referimos al destino de los que ya habían muerto y la relación entre ellos y la segunda venida del mesías. ¿Sería superior la situación de aquellos que todavía estuvieran vivos cuando el mesías se manifestara de nuevo? ¿Existía esperanza para los muertos o no tenían ninguna? ¿Cómo sería la segunda venida de Jesús? ¿De qué manera tendría lugar la unión con él cuando regresara? Preguntas como éstas o similares habían sido planteadas por los tesalonicenses a Pablo y ahora el apóstol las respondía:
13 Tampoco, hermanos, queremos que esteis en ignorancia respeto a los que están muertos, ni que os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con él a los que murieron en Jesús. 15 Por lo cual, os decimos esto como palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que hayamos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que hayan muerto. 16 Porque el mismo Señor con grito de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en el mesías resucitarán primero. 17 Después nosotros, los que vivamos, los que quedemos, juntamente a ellos seremos arrebatados en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras. 1 Sin embargo, por lo que se refiere a los tiempos y a las ocasiones, no tenéis, hermanos, necesidad de que os escriba, 2 porque vosotros sabéis bien, que el día del Señor vendrá como un ladrón por la noche, 3 que cuando digan, Paz y seguridad, entonces les sobrevendrá una destrucción repentina, como los dolores que asaltan a la mujer preñada; y no escaparán. 4 Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas como para que aquel día os sorprensa como un ladrón; 5 porque todos vosotros sois hijos de la luz, e hijos del día; no somos de la noche, ni de las tinieblas. 6 Por tanto, no durmamos como los demás; sino más bien velemos y mantengámonos serenos 7 porque los que duermen, de noche duermen; y los que se emborrachan, de noche se enborrachan. 8 Por el contrario, nosotros, que somos del día, mantengámonos serenos, vestidos con la coraza de la fe y del amor, y con el yelmo de la esperanza de la salvación. 9 Porque no nos ha destinado Dios a la ira, sino a alcanzar la salvación gracias a nuestro Señor Jesús el mesías; 10 que cual murió por nosotros, para que lo mismo que si velamos, o que si dormimos, vivamos junto a él.
(I Tesalonicenses 4, 13-5, 10)
El pasaje de Pablo ha dado desde mediados del s. XIX lugar a interpretaciones un tanto atrabiliarias sobre la segunda venida de Jesús y la realización de un rapto o arrebatamiento de los creyentes previo a la misma. El tema resulta tan sugestivo que incluso ha generado en los últimos años varias series de novelas de escatología-ficción y de películas derivadas de las mismas. Sin embargo, por atractivo que pueda ser ese planteamiento, hay que señalar que poco o nada tiene que ver con lo que aquí señala Pablo. El apóstol no conoce nada similar a un arrebatamiento, primero, de los creyentes en el mesías que luego, ¡años después!, será seguido por la venida de Jesús y la resurrección de los muertos. Lo que dice de manera meridianamente clara es que Jesús volverá y cuando vuelva los creyentes serán arrebatados para estar con él y así estar siempre con él. Obviamente, acontecimiento tan trascendental provocaba en los tesalonicenses – lo sigue haciendo en personas de todo tipo – preguntas sobre cuándo sucedería. Pablo ya indicó en la primera carta dirigida a los tesalonicenses – la que aparece como segunda en el Nuevo Testamento – que no sería antes de la apostasía y de la aparición del hombre de pecado. Ahora añade que será en una época en que los hombres hablarán de “paz y seguridad” sin percatarse de que va a caer sobre ellos una destrucción repentina. Con esos datos fácilmente extrapolables a cualquier época, no resulta extraño que la segunda venida del mesías vaya a sorprender a los habitantes del mundo. Podría suceder lo mismo con los creyentes, pero no debe ser así y no debe serlo no porque posean un calendario de los acontecimientos inmediatamente anteriores a la segunda venida del mesías, sino porque, por definición, deben estar alerta para no verse sorprendidos.
Los últimos versículos de la carta los dedica el apóstol, siempre pragmático, a recordar algunos conceptos elementales que, en apariencia, no tienen que ver con el tema de la segunda venida. Los hermanos deben reconocer a los que se esfuerzan en la obra del Señor (v. 12-13), ocuparse de todos los hermanos con paciencia (v. 14), seguir siempre el bien para con todos (v. 15), estar siempre alegres (v. 16), orar sin cesar dando gracias a Dios por todo (v. 17-18), no apagar el Espíritu ni menospreciar las profecías (v. 19-20) y – un consejo verdaderamente luminoso – examinar todo, pero quedarse sólo con lo bueno (v. 21). Y, precisamente en ese momento, Pablo retoma la cuestión del regreso de Jesús. Los creyentes deben comportarse de esa manera y “el mismo Dios de paz os santificará completamente; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, será guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor, Jesús el mesías” (v. 22). Precisamente, al llegar a ese punto, el apóstol formula una promesa de la que pende todo lo anterior: “Fiel es el que os llama y lo hará” (v. 24).
Durante siglos, la creencia en la segunda venida del mesías ha ocasionado no pocos trastornos, distracciones, especulaciones, divagaciones e incluso conductas inmorales. Nada de ello puede retrotraerse a la enseñanza o a la conducta de un Pablo que aceptaba todos los aspectos escatológicos derivados de las Escrituras – venida del mesías, consumación de su reino, juicio final, resurrección, reunión con él, etc – pero que enfatizaba, como anteriormente lo habían hecho los profetas de Israel, Jesús y los judeo-cristianos los aspectos prácticos de ese cambio que iba a experimentar el cosmos. No había qué pensar en cómo y cuándo vendría el mesías, sino comportarse igual que si ahora mismo estuviera a punto de llegar y que eso no implicaba una pizca de pasividad se podía ver en la incansable actividad del apóstol.
CONTINUARÁ
Que en el canon del Nuevo Testamento aparezcan en orden diverso no debería sorprendernos ya que las cartas de Pablo no aparecen agrupadas por orden cronológico sino por su longitud y, efectivamente, la que conocemos como primera – aunque seguramente se escribió después de la segunda – es más larga.
August 4, 2017
In this very room
Basta con entrar en el propio cuarto por modesto que sea y, cerrándolo, dirigirse a Dios en secreto en la certeza de que El escuchará todo (Mateo 6: 1-6). Tampoco se trata de repetir una y otra vez fórmulas que otros crearon sino de hablarle a Dios desde el fondo del corazón (Mateo 6: 7-8).
Esta sencilla y, a la vez, delicada canción expresa esa misma enseñanza de Jesús. En cualquier habitación, en la misma en la que usted se encuentra ahora, puede haber amor y paz y alegría si se abre a Jesús. No sorprende que, en Estados Unidos, haya muchas parejas que piden para su boda que se entone esta canción porque, efectivamente, desean que su vida matrimonial reciba el amor, la paz y el gozo que sólo pueden derivar de Jesús.
No tengo noticia de que exista versión española de esta canción y es una pena porque resulta especialmente bella. Yo les dejo con dos versiones. La primera es de las hermanas Lennon y la segunda del cuarteto Haven of Rest. Disfruten ambas y recuerden, por encima de todo, que si su vida necesita alegría, paz o amor pueden pedirlas con garantía. Basta con que se encierren en su habitación y las rueguen a Dios con palabras sencillas. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí están las Lennon Sisters
www.youtube.com/watch?v=0O82vpeD5F0
Y éste es el Cuarteto Haven of Rest
César Vidal's Blog
- César Vidal's profile
- 109 followers
