César Vidal's Blog, page 30
October 3, 2017
El secesionismo catalán
Mientras Montoro enviaba dos mil millones de euros al gobierno nacionalista de Cataluña – hace falta estar ciego, ser un canalla o reunir ambas cualidades siniestras a la vez – los secesionistas han lanzado a la chusma contra las fuerzas del orden público y han sembrado de basura los medios internacionales mostrándolas como fuerzas represoras. A ese relato se ha sumado incluso algún obispo catalán al que Dios no puede confundir por la sencilla razón de que está a las órdenes más que directas del mismísimo Satanás. El gobierno de Rajoy, por supuesto, no se ha molestado en defender a la gente que se juega la vida y que es insultada y humillada por los enemigos de España porque sigue en eso que la Conferencia episcopal española llama el “diálogo generoso”. No puede sorprender a nadie que conozca mínimamente a Rajoy, pero es doloroso. Ironías de la vida hispana: aquellos a los que este gobierno – y los que no son este gobierno – ha perseguido de manera injusta y no pocas veces cruel somos los que tenemos que aparecer en los medios internacionales a intentar que el mundo conozca la verdad. De todos es sabido que en la Historia de España no han faltado los buenos vasallos, pero los señores no pocas veces son como esa cosa blanda y maloliente que, sin querer, se pisa cuando se camina inadvertidamente por la calle. Me van a perdonar que esta semana no haga referencia a libro o película y que les incluya un debate que tuve ayer en la televisión de Estados Unidos con un nacionalista catalán. Ustedes juzgarán cómo salió todo. Espero que lo disfruten. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí tienen la primera parte del debate
http://www.americateve.com/videos/violencia-el-referendum-cataluna-235846
y aquí va la segunda
http://www.americateve.com/videos/el-origen-la-estelada-bandera-independentista-cataluna-235845
October 1, 2017
Reforma constitucional
En otras palabras, nos quejamos del daño que el alcohol ha causado al organismo del primo Jaime – o Jaume – y proponemos como solución pagarle más cajas de vino. La única salida realista para el problema de los nacionalismos pasa por configurar España de una vez por todas como una nación de ciudadanos libres e iguales y no como un conglomerado de regiones y naciones inventadas en las que unas son más iguales que otras como sucedía en la granja animal de Orwell. La reforma constitucional debe pasar imperativamente por una recentralización de la enseñanza que evite que generaciones enteras de niños y jóvenes sean educados en el odio a España y utilizados como fuerza de choque de los nacionalistas. Igualmente, debe acabar con los conciertos vasco y navarro asentando la igualdad de trato fiscal entre regiones que nunca puede consistir en que Madrid siga siendo la que paga la sanidad vasca y el adoctrinamiento nacionalista catalán. Tiene de la misma manera que recentralizarse la sanidad para que los cuidados médicos sean los mismos en cualquier punto de España y no dependan de los caprichos presupuestarios del sátapra regional. Finalmente, debe subordinar las fuerzas del orden al ministerio del interior sin excepción para evitar el bochornoso espectáculo dado por los mozos de escuadra desde los atentados de Barcelona hasta hoy. Sólo una reforma constitucional en esa dirección cohesionaría una España que no ha dejado de ser atacada, escupida y corrompida por los nacionalismos desde hace cuatro décadas. Lo contrario implicaría sembrar semillas para nuevos conflictos en el futuro, unos conflictos que, en un momento dado, ya resultaría imposible de controlar siquiera porque las nuevas generaciones resultarían agresiva y mayoritariamente independentistas. En las fuerzas políticas, pero, sobre todo, en la sociedad civil está el decidir si, de una vez por todas, se soluciona una úlcera creada por oligarquías nacionalistas que han destacado por su corrupción y su odio a la patria común o, por el contrario, con majaderías como la del estado plurinacional, se tiende el camino para que, finalmente, se salgan con la suya.
September 30, 2017
Pablo, el judío de Tarso (XLII)
Como ya hemos señalado, la carta que aparece como segunda de corintios en el Nuevo Testamento, es la última de una serie de misivas, la que marca precisamente la restauración de las buenas relaciones entre el apóstol y la iglesia de Corinto. El texto, en buena medida, constituye una recapitulación de la crisis previa con los corintios. Ahora todo estaba aclarado y el apóstol insistía en que no se recordaran las antiguas ofensas:
5 Pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado a mí, sino en cierta medida, para no exagerar, a todos vosotros. 6 A esa persona debe bastarle esta reprensión procedente de muchos; 7 Así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarlo y consolarlo, para que no se vea consumido por una excesiva tristeza. 8 Por lo que os ruego que confirméis el amor para con él. 9 Porque también por este fin os escribí, para comprobar si obedecéis en todo. 10 Y al que vosotros perdonáis, yo también lo hago; porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado, por vosotros lo he hecho ante el mesías.
(2 Corintios 2, 5-10)
Afortunadamente, las tensiones y la angustia son cosa del pasado (2, 12-13). Es lógico que así sea porque, a fin de cuentas, Pablo y sus colaboradores son servidores de un Nuevo Pacto basado en el Espíritu y en la luz, y no en la letra y las tinieblas (3,1-4-6). Es cierto que, al ser ellos los transmisores del mensaje, es como si la gloria se guardara en vasos de barro (4, 7) y no puede negarse que esa entrega implica llevar la muerte de Jesús en el cuerpo, pero esa circunstancia se traducirá en que también la vida de Jesús acabe manifestándose en el cuerpo (4, 10). Ésa es la razón por la que los evangelizadores no desmayan:
18 porque no miramos a las cosas que se ven, sino a las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, mas las que no se ven son eternas.
(2 Corintios 4, 18)
Es precisamente en ese momento de la carta, cuando Pablo introduce un tema de especial relevancia, el del destino de los creyentes cuando se produce su muerte. Ya hemos visto que el apóstol creía en la resurrección no sólo porque apareciera en las Escrituras y fuera una enseñanza tradicional de los fariseos, sino también porque existían centenares de testigos oculares de que Jesús había resucitado. Sin embargo, ¿qué sucedía entre el momento de la muerte y aquel en que se recibiría un nuevo cuerpo al regresar el mesías? La respuesta de Pablo es que, al verse el creyente desnudado de su cuerpo material, su existencia perduraba en el cielo al lado de su salvador, de una manera que no puede describirse adecuadamente en términos exclusivamente humanos:
1 PORQUE sabemos, que si esta casa terrestre en que vivimos se deshiciere, contamos con un edificio de Dios, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos. 2 Y por esto también gemimos, deseando ser sobrevestidos de aquella nuestra habitación celestial; 3 porque así seremos vestidos, y no quedaremos desnudos. 4 porque los que seguimos en esta casa, gemimos agobiados; porque no quisiéramos vernos desnudos; sino revestidos para que lo mortal sea absorbido por la vida. 5pero el que nos hizo para esto mismo, es Dios; el cual nos ha dado la prenda del Espíritu. 6 Así que continuamente estamos confiados, y sabiendo, que entre tanto que estamos en el cuerpo, somos como peregrinos lejos del Señor; 7 (Porque por fe andamos, no por vista;) 8 pero confiamos, y desearíamos partir del cuerpo, y estar junto al Señor. 9 Por lo tanto, procuramos ya estemos lejos o cerca, serle gratos. 10 porque es indispensable que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal del mesías, para que cada uno reciba según lo que hubiere hecho por medio del cuerpo, sea bueno o malo.
(2 Corintios 5, 1-10)
Mientras llega ese momento, la misión de los creyentes consiste en comportarse como alguien que es consciente del amor que Dios ha derramado y derrama en sus existencias y que, por eso mismo, debe impulsar una forma de vida diferente:
14 Porque el amor del mesías nos apremia, al pensar que si uno murió por todos, por tanto, todos han muerto; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16 De manera que nosotros de aquí adelante a nadie conocemos según la carne, e incluso si al mesías lo conocimos según la carne, ahora ya no lo conocemos así. 17 De modo que si alguno está en el mesías, es una nueva criatura: las cosas viejas pasaron; mira, todas son hechas nuevas. 18 Y todo esto procede de Dios, que nos reconcilió consigo a través del mesías; y nos dió el ministerio de la reconciliación. 19 Porque ciertamente Dios estaba en el mesías reconciliando el mundo consigo mismo, no imputándole sus pecados, y nos encomendó la palabra de la reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre del mesías, como si Dios rogase a través de nosotros: os rogamos en nombre del mesías: Reconciliaos con Dios.
(2 Corintios 5, 14-20)
CONTINUARÁ
September 29, 2017
Give Me Jesus
La experiencia supuestamente mística – al menos, frenética – sería lo determinante para otros. Añadan peregrinaciones y culto a imágenes, éxtasis y cercanía a dirigentes religiosos. Añadan lo que quieran. Para mi, basta con Jesús. Como dijo el mismo Pedro contestando a los supuestos representantes de Dios en la tierra, “11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11-12).
Pedro dejó claro que la piedra sobre la que se levantaba el edificio de Dios NO era él sino Jesús y así era porque en Jesús se cumplían las profecías mesiánicas relacionadas con la piedra. Pero además dejó más que de manifiesto que Jesús era el único camino de salvación. No uno más. Ni siquiera el más importante. Era el único.
A más de veinte siglos de distancia, yo creo lo mismo que Pedro. La piedra sobre la que Dios edifica su iglesia es Cristo – no Pedro y mucho menos el papado – y el único camino de salvación es ese mismo Jesús. Quédense otros con los que deseen si así lo desean. Con todas sus pléyades de ceremonias y supersticiones, de sacramentos y ritos, de seres sobrenaturales y dirigentes humanos. A mi – como dice la canción de hoy – me basta con que me den a Jesús.
Les dejo tres versiones de este hermoso tema. Disfrútenla y reflexionen un poco. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Jeremy Camp
www.youtube.com/watch?v=VFJGsBApIuk
Ésta es la versión de Diana Cardona
www.youtube.com/watch?v=0sBs5QJH2os
Aquí están Jonathan y Sarah Jérez
September 28, 2017
¿Liberalismo, ignorancia o traición?
Con todo, quizá uno de los casos más graves ha sido el de aquel que ha afirmado que la secesión encaja en los principios del liberalismo porque un estado del que no pueden separarse las partes es una prisión. Semejante afirmación sólo puedo atribuirla a la ignorancia más supina o a la traición más vil. El derecho de secesión sólo ha existido en la antigua Unión Soviética – nación profundamente liberal, como todos saben – en la soviética Etiopía y en la caribeña San Cristóbal y Nieves. Por supuesto, ha sido negado – incluso penado – en las constituciones democráticas comenzando por la de Estados Unidos donde los Padres fundadores señalaron que la unión era “en todo y para siempre”. De todos es conocido que trece estados del sur intentaron esa secesión en 1861, pero Lincoln supo frenarla consciente de la carencia de legitimidad de tal paso y de que significaría el final de la república. Ni siquiera el principio disparatado y romántico de las nacionalidades consagrado por Wilson y manipulado por Lenin llegó a un derecho a la secesión. El artículo 1.2 de la Carta de la ONU, de 26 de junio de 1945, las resoluciones 1514 (XV) y 2625 (XXV) de 1960 y 1970 y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 restringieron la autodeterminación a territorios sometidos a un poder colonial lo que, obviamente, no ha sido jamás Cataluña. Hasta el caso de Kosovo que tanto gustan de invocar los nacionalistas catalanes no es aplicable porque el territorio se hallaba sometido a una intervención de la ONU para evitar graves violaciones de los derechos humanos e incluso parte considerable de la comunidad internacional sigue considerándolo carente de legitimidad. Lo que hay en Cataluña es un delito continuado de sedición frente al que Rajoy podría haber utilizado, entre otros instrumentos, el artículo 155 de la Constitución, con apoyo en el Senado; el 545 del Código Penal, recurriendo a la fiscalía o, todavía mejor, el 22 de la Ley de Seguridad Nacional. Ésa es la realidad jurídica y si alguien da alas a los nacionalistas catalanes que no se jacte de ser liberal. Si acaso, ignorante o traidor.
September 27, 2017
El respeto a los símbolos patrios
En este programa de El espejo tuve el honor de formar parte de los que debatían al respecto. Espero que les sea de alguna utilidad. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está la primera parte del programa
http://www.americateve.com/videos/el-respeto-los-simbolos-la-nacion-parte-i-234345
Y ésta es la segunda
http://www.americateve.com/videos/el-respeto-los-simbolos-la-nacion-parte-ii-234344
September 26, 2017
Aventuras paraguayas (y VII): Is Anybody Here?
Tras dos semanas de agitada actividad, deseo regresar a casa, pero lo peor es que el lunes siguiente comienza la cuarta temporada de La Voz – además del retorno a intervenciones en televisión en Miami – y todo puede quedar abortado si el tema no se soluciona. Inmediatamente, envío un email a los organizadores – es un decir – para que intenten solucionar el tema del billete de avión. Lo que sucederá en las horas siguientes, será otra exhibición de rampante ineficacia en la que todos se lanzan la pelota e incluso la posibilidad de tener que pagar una cantidad añadida los bloquea totalmente (claro, ya es sabido que yo todo lo hago gratis). Durante toda la mañana del jueves 14, iré multiplicando los correos electrónicos y los wasaps para ver si dan con la solución del tema. Ofrezco pagar yo mismo los recargos derivados de un cambio de vuelo, aterrizar en Fort Lauderdale en lugar de en Miami, aceptar cualquier ruta de viaje como un Asunción-Lima o un Asunción-Panamá… lo que sea, pero he de salir el sábado hacia Estados Unidos. De kafkiano se puede calificar lo que sucede. El responsable – por llamarlo de alguna manera – dice que ha hablado con los superiores; los superiores no dan señales de vida; la secretaria parece que hace… y no hace; nadie responde a mis sugerencias. Con esta inquietud va transcurriendo el día que, por otro lado, también cuenta con satisfacciones.
A esas alturas, los frutos de mis intervenciones públicas comienzan a verse. Gentes alertadas por mis conferencias sobre ideología de género han descubierto que en los libros de texto de sus hijos se inocula con total alevosía y lo ponen en conocimiento de los medios. En unas horas, el responsable gubernamental comparece para anunciar que se va a proceder a la retirada de lo que no son más que manuales de adoctrinamiento. Sin duda, las consecuencias positivas del viaje son tangibles. Lo que resulta imposible saber es si concluirá en la fecha prevista o se prolongará hasta el martes arruinando no poco trabajo.
Mientras intento que se solucione el tema de mi regreso a Estados Unidos y tras la visita al Colegio Gutenberg, viajo al lago Ipacaray gracias a la amable gentileza de Sandra y de Lourdes, dos de las personas que se han compadecido de nuestras cuitas en estas tierras y no dejan de pedirme disculpas. No hay razón para ello. Precisamente, ellas dos son un claro ejemplo de lo que es la hospitalidad real y no la falta sistemática de consideración y de respeto. Así se lo comento.
Previo al viaje, Sandra nos lleva a mi asistente y a mi al mejor restaurante que hemos pisado en las dos semanas que llevamos en Paraguay. Se llama La Vienesa y tiene un gusto especial. La comida es agradable, pero la conversación y la compañía son mejores.
Mi deseo de viajar hasta el lago de Ipacaray no está relacionado con la famosa canción – que, por cierto, escribió una argentina que jamás había visitado el lugar – sino por las afirmaciones que apuntan a que Hitler está sepultado en un hotel situado en sus cercanías. ¿Tienen alguna verosimilitud las referencias a que el Führer escapó de Berlín y llegó a América del sur? Durante años, me parecieron meras fantasías, pero en los últimos tiempos, he de reconocer que el peso de las pruebas me ha resultado casi abrumador. De acuerdo con esta tesis, Hitler habría escapado de Berlín, habría alcanzado la costa desde donde habría zarpado a bordo de un submarino y se habría detenido en España previsiblemente para que la nave repostara. A diferencia de otros nazis, Hitler no se quedó en España – no debió ver quizá segura la permanencia del régimen – y, en el submarino, habría llegado a Argentina. Allí se mantuvo oculto hasta 1955 en que la caída de Perón lo obligó a buscar terreno más seguro. La elección habría sido Paraguay donde incluso el propio Perón podría haber pactado el traslado con Stroessner. Supuestamente, en esa época, una pianista judía habría reconocido a Hitler mientras ejecutaba una de sus interpretaciones. Según el testimonio de esta mujer, la impresión recibida habría sido tan fuerte que se habría orinado encima. Hitler, percatándose de que había sido identificado, habría abandonado la sala. En torno a 1971 – también de acuerdo con esta teoría – Hitler habría fallecido en Paraguay siendo sepultado en 1973, en una cripta del Hotel del lago.
Por supuesto, ningún empleado del hotel puede dar la razón de la veracidad de la historia y eso que el recepcionista me ha saludado muy amablemente porque, según dice, me conoce aunque no sabe muy bien de qué. Sea como sea, el hotel es muy hermoso. Levantado a finales del siglo XIX, cuenta con ese punto de belleza decadente tan común en construcciones del centro y del este de Europa. Tomamos un té delicioso en medio de animada charla y luego sacamos algunas fotografías del lugar y del lago. Aunque muy contaminado, su belleza natural es innegable y constituye motivo más que sobrado para visitarlo.
De regreso al hotel en Asunción, el problema de nuestros pasajes sigue sin solucionarse. Me viene a la cabeza la canción que entonaba Kenny Rogers y que empezaba preguntando Is Anybody Here? (¿Hay alguien ahí?). Seguramente es porque me da la sensación de que no hay nadie haciendo lo que debería en relación con mis pasajes. Me quedo absolutamente estupefacto cuando contemplo que a media tarde, la secretaria que, supuestamente, estaba en la solución, me hace llegar un correo electrónico dándose el número de teléfono de la agencia para que llame yo mismo. En otras palabras, tras una docena de comunicaciones y más de nueve horas de supuestos trámites, todo está en el punto cero y el problema debo solucionarlo yo. ¿Falta de respeto? ¿Desconsideración? ¿Desprecio? ¿Torpeza? ¿Nepotismo? La verdad es que a esas alturas me da lo mismo y me pongo en contacto con la agencia. La señora que me atiende es muy amable, toma unos datos y en unos cinco minutos solucionamos todo. Cuando cuelgo el teléfono, vuelvo a encontrarme con las disyuntivas de antes de marcar el número. ¿Me encuentro ante un despliegue colosal de incompetencia rampante, ante una hostilidad apenas oculta contra mi persona, ante una monumental falta de la educación más elemental? No me he respondido - ¿quién podría hacerlo? – cuando me llega un email de los organizadores – es un decir – comunicándome que lo de mi billete se ha solucionado. Me apresuro a contestarle que ya lo sé porque he sido yo quien lo ha hecho. Me consuelo pensando que esa noche cenaré yogurt porque no se lo encargué a ninguno de los supuestos responsables sino que lo encontré y lo pagué yo.
La mañana del 15, vuelvo a tener una entrevista que se centra especialmente en la ideología de género. De nuevo, la repercusión social resulta extraordinaria. Todos quedamos satisfechos y, por añadidura, se ha solucionado ya el tema de nuestros pasajes. Sólo queda esperar a la última exposición de la noche que será sobre ideología de género. Una vez más, la asistencia es buena y el coloquio se extiende durante un buen rato sobre cuestiones prácticas. En unas horas, salgo para el aeropuerto y me digo que, a fin de cuentas, bien está lo que bien acaba. De regreso al hotel, la persona que me lleva me pide disculpas por los fallos de organización y se ofrece a llevarnos a cenar a alguna parte. Es la primera invitación para cenar en dos semanas y la declinamos porque preferimos poder dormir un par de horas esa noche. Entre unas cuestiones y otras, sabemos que estaremos dos jornadas sin dormir y el lunes he de sentarme delante de los micrófonos de La Voz. Acepto también sus excusas sin dar detalles de todo lo que me ha pasado. ¿De qué serviría a estas alturas?
A las dos de la madrugada, nos recoge en el hotel una de las personas que estuvo lanzando pelotas el día marcado por la búsqueda de una solución para mis pasajes de avión. Ya cerca del aeropuerto, me pide disculpas por las faltas que se hayan podido cometer. Por un instante, sopeso la posibilidad de mencionarle tan sólo algunas de las más graves, pero acabo considerando que no merece la pena. ¿Acaso podría corregirse todo lo que se hizo, por una razón o por otra, de manera tan inaceptable? Le resto importancia al asunto, pues. Me cuenta entonces que la noche anterior, justo aquella en la que yo pronuncié mi última conferencia sobre ideología de género un personaje llamado Ortigosa estuvo en televisión para hablar sobre ideología de género y que lo hizo muy mal. Al parecer, el periodista lo había deshecho y la persona que me lo cuenta lo atribuye directamente a la ignorancia de Ortigosa. No puedo opinar porque desconozco a Ortigosa. Sí sé que los días siguientes me llegarán nuevas noticias en el mismo sentido de distintas fuentes. Al parecer, el tal Ortigosa – al que ya he dicho que no tengo el gusto de conocer – fue triturado por un periodista no especialmente destacado, pero que sabía manejarse mucho mejor que él. Me digo que, como afirma el refrán, la ignorancia es muy atrevida. Cuando le cuento el episodio a mi asistente, me recuerda una vieja historia judía que me ha oído relatar alguna vez. En cierta ocasión, el cochero de un sabio rabino que lo acompañaba en todas sus exposiciones comenzó a decirle que, a fin de cuentas, lo que enseñaba no tenía mayor trascendencia y que él mismo, después de haberlo escuchado varias veces, podría hacerlo igual. El rabino escuchó con paciencia las palabras de su cochero y acabó sugiriéndole que en la próxima ciudad cambiaran de papeles. Nunca lo habían visto en persona y él estaría más que gustoso de fingir ser el cochero mientras éste asumía el papel del rabino. Al principio, todo fue bien. Sobre poco más o menos, el cochero repitió una de las exposiciones del rabino y la gente quedó satisfecha, pero entonces comenzó el turno de preguntas. La primera que se formuló no era difícil, pero el cochero carecía de formación y no tenía la menor idea de cómo responderla. Sin embargo, era ingenioso. Miró al que había formulado la pregunta y le dijo: “Eso que acaba de preguntar usted es una verdadera estupidez. Una tontería. Una… una simpleza. Es algo tan insignificante que hasta mi cochero podría responderle. Cochero, contéstale”. Mi asistente me dice que en esta vida, algunos son sabios – insiste en incluirme en el número - y pueden ir más allá de la simple repetición de algunas afirmaciones; otros son Ortigosas y nunca deberían de intentar pasar de cocheros a sabios porque carecen de la formación para ello. ¡Gran persona mi asistente!
Por cierto, mi asistente y yo tenemos que realizar serios esfuerzos para no caer dormidos mientras esperamos el avión que ha de llevarnos a Sao Paulo. Las dos horas de trayecto las paso dormido exhausto por el cansancio acumulado. Ahora nos queda esperar trece horas en el Brasil para la conexión con Estados Unidos. Pero todo va a discurrir de la mejor manera. Mi asistente sugiere que busquemos la oficina de American Airlines y allí encontramos toda la eficacia, la amabilidad, la profesionalidad que no hemos visto en dos semanas salvo las notables excepciones a las que me he referido. Nos acomodan en la sala VIP donde desayunamos como no lo hemos hecho en quince días, nos entregan unos vales para comer y nos dan incluso sendas habitaciones de hotel – mucho mejor que el que nos alojó en Asunción - para que descansemos a la espera de la hora de embarque. Me viene a la cabeza de repente – curiosas las asociaciones de ideas – el episodio de la pecadora y el fariseo que relata Lucas en su Evangelio (7: 36-50). Sin duda, el fariseo se consideraba mejor que la pecadora y, hasta cierto punto y desde cierto ángulo, es posible que lo fuera, pero, como señaló Jesús, en términos de consideración, respeto y amor hacia él aquella mujer había superado en toda regla al personaje cargado de religiosidad (Lucas 7: 44-46). A veces, las compañías aéreas tienen conductas de las que pueden derivarse importantes lecciones espirituales.
Mientras descanso en la habitación del hotel, recapacito en el viaje. Nunca realizo estos periplos por cuestiones económicas. A diferencia de otras actividades mías, las llevo a cabo como un intento de servir al prójimo y no de servirme de él. La verdad es que me conformo con que me cubran gastos y, caso de poder, me entreguen algún donativo que no puede compensar económicamente el viaje, pero que – una vez más – constituye una muestra de respeto, de consideración y de gratitud. Examino la cantidad que me han entregado y mentalmente divido por las horas y actividades que he llevado a cabo. Calculo que cada una de mis conferencias, exposiciones, actividades ha sido pronunciada por una media de 15-20 dólares. Desde que alguna ONG decidió robarme hace unos años, no había pasado por algo semejante. Me pregunto si se debe a la insistencia de R en decir que todo lo hago gratis o si es mera coincidencia. Da lo mismo. Decido entregarle toda la cantidad – bien magra, por cierto – a mi asistente. Ha renunciado a sus vacaciones por ayudarme y creo que es lo menos que puedo hacer. En cuanto a mi… Dios proveerá como lo ha hecho siempre y gracias a El, estaré en casa muy pronto.
Tanta vuelta y revuelta han ocasionado un incremento de los gastos de avión. El día 16, envío a la misma persona que me llevó al aeropuerto un wasap avisándole de que le haremos llegar las facturas para que me las abonen ya que he adelantado ese dinero de mi bolsillo. Ya en Miami, mi asistente les enviará por correo electrónico las facturas. A día de hoy, no ha tenido respuesta alguna. Al final, parece que el viaje a Paraguay no sólo no me ha reportado beneficio alguno. En realidad, todo indica que renunciar a mis vacaciones para servir a quienes me han invitado me ha costado dinero. Peor que las peores perspectivas de R al que recuerdo no sin cierto afecto. Quizá su único pecado haya sido dedicarse a aquello para lo que no tiene cualidad alguna y yo sólo pasaba por allí.
Supongo que se preguntarán ustedes si, tras este cúmulo de peripecias, tengo intención de regresar a Paraguay. La verdad es que los frutos de esta visita han sido espectaculares por lo que me cuentan los amigos que he hecho en ese hermoso país y que me animan ya a volver. Con todo, creo que son personas capacitadas sobradamente y que, puestos a caminar, pueden llegar muy lejos sin mi presencia. En cuanto a lo que a mi se refiere, mis huesos van envejeciendo, la gente que me invita a ir por medio mundo es mucha, mi agenda tiene ya compromisos hasta el año 2019 y – lo reconozco – no me siento con fuerzas para soportar unas experiencias semejantes a las que he padecido de la manera más inmerecida durante estos días. Si, más allá de algunas disculpas difusas a ultimísima hora, la organización fuera la adecuada; si el respeto y la consideración que no existieron estuvieran presentes no de forma aislada en algunas personas excelentes sino de manera general y si el aprecio por el valor de mi trabajo existiera, quizá lo consideraría. De lo contrario, lo cierto es que hay mucho campo por arar en este mundo y oportunidades de hacerlo, ciertamente, no me faltan. Por eso, jamás lamento si mi contacto con un país se limita a un solo viaje. A fin de cuentas, cocheros de rabinos siempre pueden encontrarse.
Antes de despedirme de esta serie – comenzaré pronto la de Guatemala – les dejo con tres videos, el de una entrevista sobre ideología de género en Camino libre, el de la canción Recuerdos de Ipacaray y el de ese maravilloso Is anybody here’ en la versión de Kenny Rogers. Espero que hayan disfrutado del relato de estas aventuras paraguayas. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Video de entrevista en Camino Libre sobre ideología de género
www.facebook.com/caminolibrecomunicacionconproposito
Video Recuerdos de Ipacaray
www.youtube.com/watch?v=LojL4SYWnok
Video de Is anybody here?
www.youtube.com/watch?v=ZtnoavmmwxU
(FIN DE LA SERIE)
September 25, 2017
Aventuras paraguayas (VI): Entre jóvenes
De manera bien significativa, en su mayoría, son mujeres. Gracias a Sandra, a Lourdes, a Mirna, a Gloria – que me regala dos libros con su testimonio - y a otras, el 14 y el 15, seremos invitados a almorzar e incluso – como relataré mañana – realizaremos alguna incursión turística. Son gente muy buena, que ama a su país, a la que preocupa la ideología de género y que trabaja de manera desinteresada en voluntariados gratuitos y generosos. Gracias a personas como ellas o como Alejandro Mainero, Feliciano Insaurralde o Marcos Vergara me quedo con la sensación de que no todo es descoordinación, desidia o desorden. También tengo la terrible sospecha de que sin ellos en cualquier momento mi asistente y yo nos habríamos visto abandonados en cualquier punto de Asunción.
El día 14 va a ser además un día muy especial por dos de mis conferencias. La primera tiene como escenario el colegio Gutenberg, uno de los centros docentes establecidos por los menonitas donde diserto sobre La Reforma y la educación. El colegio es ejemplar y su cobertura adicional de oficios en lo que en España denominaríamos FP me parece punto menos que inmejorable. Su director es un menonita alemán cuyo abuelo huyó de Rusia durante la época de la revolución bolchevique. Como tantos otros, se ha adaptado al Paraguay y constituye un activo extraordinario. Los muchachos – un auditorio lleno hasta rebosar – escuchan con enorme atención la manera en que les relato el impacto de la Reforma en la educación. No es sólo que a ella le debemos la apertura de la primera escuela gratuita, pública y obligatoria de la Historia universal sino que sin ella las pequeñas – y más pobres – naciones protestantes ni se habrían adelantado prodigiosamente a imperios como el español ni tampoco habrían sido la cuna de una Revolución científica que todavía disfrutamos.
Recorrer Hispanoamérica y ver sus tasas de analfabetismo actualmente es muy triste. Cuando desapareció el dominio colonial español la tasa de alfabetización apenas llegaba al diez por ciento – como sucedía en España, por otra parte – y la iglesia católica – también como en España – se convirtió en enemiga encarnizada de los planes de educación pública impulsados ya en el siglo XIX. A día de hoy, Paraguay sufre una tasa de analfabetismo integral del 5 por ciento aunque todos saben que la cifra de analfabetos funcionales es muy superior y sobrecoge pensar a cuánto puede llegar entre los guaraníes, la población autóctona. Por cierto y haciendo un paréntesis, el guaraní es la otra lengua oficial del Paraguay. Lengua, sin duda, peculiar porque, aparte de tener dificultades para expresar nociones de tiempo, define a la mujer como “la lengua del Diablo”. Se esperaría que tras medio milenio, esos guaraníes hubieran asimilado ciertos aspectos de la civilización occidental. Ha sido así de manera muy limitada, pero no debe sorprender. Primero, formaron parte del experimento socialista de los jesuitas. Muy idealizado – más bien totalmente falsificado – en la película La Misión, la realidad es que la Compañía de Jesús implantó un estado totalitario socialista en que la Nomenklatura eran los jesuitas y los indios, la población semi-esclava. No faltaban, desde luego, los castigos físicos y un control de la vida privada que sólo puede calificarse como asfixiante. Robert de Niro, Jeremy Irons y ese gran falsificador de la Historia que fue Robert Bolt no pueden ocultar esa innegable realidad. Pero es que luego la propia iglesia católica renunció a cambiar la cosmovisión indígena. Es curioso – se percibe también en Japón – como el catolicismo ha pretendido destruir realidades espirituales a sangre y fuego y cuando no ha sido posible ha terminado por aceptar el sincretismo religioso y conformarse con que las masas estén dentro del redil aunque vivan a su aire. Es el caso de los guaraníes. Un ejemplo muy claro de lo que digo se encuentra en el libro El paraguayo. Un hombre fuera de si mismo del sacerdote Saro Vera. No deja de resultar desalentador que, tras años de trabajar entre los guaraníes, el clérigo católico acabe abogando por aceptar su cultura que identifica con, por ejemplo, hacer la primera comunión varias veces aunque luego no se pase apenas por la parroquia o dar por buena una conducta sexual que es todo menos cristiana. Como en tantas otras cuestiones, la iglesia católica ha optado por dominar, pero no civilizar salvo que por tal se entienda que la gente se someta sin discusión a su dominio espiritual. El resultado son masas de gentes que han sido bautizadas, pero que no han mejorado en absoluto su existencia ni moral ni espiritual ni materialmente. Se trata de un modelo de dominio diametralmente opuesto a la positiva labor de transformación social derivada de la Reforma. Esta mañana, insisto ante estos jóvenes para que asuman su responsabilidad de formarse y de cambiar su país en el futuro porque, ciertamente, ello son el porvenir.
La conferencia de la tarde en el Instituto Canzion aún resulta más estimulante. Se supone que he de hablar sobre La Reforma y el arte. Decido improvisar mi exposición que dura algo más de una hora. Por supuesto, me centro sobre todo en la música dado el lugar, pero también hago referencia a la manera en que las artes plásticas se vieron afectadas de manera extraordinaria por la Reforma. El resultado es electrizante. No sólo la atención resulta ejemplar sino que el coloquio supera en altura lo que hubiera podido imaginar. La música va invadiendo preguntas y respuestas y, de repente, me encuentro haciendo el pato y, al escuchar que uno de los alumnos menciona a ACDC le corrijo mostrándole que todo comenzó con Chuck Berry. Bach y Haendel, Elvis y Charles Wesley, Jerry Lee Lewis y Mendelssohn van apareciendo en medio de anécdotas mientras los presentes aplauden, se ríen y se divierten. En un momento determinado, aquellos jóvenes estudiantes de música, futuros intérpretes y compositores, comienzan a preguntar sobre la Confesión de Westminster, los Estados Pontificios o Constantino. Son tan jóvenes y, a la vez, demuestran un estimulante deseo de saber. Además dejan de manifiesto también una más que notable madurez espiritual. Ansían que su música sea un instrumento de servicio a Dios y al prójimo y desconfían de la comercialidad y del divismo de algunos intérpretes. Están en el buen camino, quizá más de lo que se imaginan.
Al despedirme de ellos y de su director, un hombre joven y muy equilibrado en todo lo que me dice, me siento lleno de esperanza. Sí, cierto, ninguna de las dos exposiciones se ha grabado y además no he percibido un solo céntimo por darlas, pero es obvio que ahí está el futuro. No en aquellos que son incapaces de coordinar las cosas más elementales o que sueñan con conspiraciones o que no muestran consideración hacia el prójimo o que pasan por alto lo indispensable. Poco o nada se puede esperar de esos. Sin embargo, Paraguay depende de que el rumbo iniciado por los niños de la mañana y los jóvenes de la noche no se tuerza. Al tomarme el yogurt en la habitación del hotel me siento más que satisfecho.
CONTINUARÁ
September 24, 2017
Aventuras paraguayas (V): En el trapecio
Antes de salir del hotel, me he percatado de que no me queda yogurt para cenar y le ruego a R que me lo compre para esa noche. Como me temía – sí, lo reconozco, me lo veía venir - al terminar la última conferencia, le pregunto por el tema y R no se ha preocupado de conseguir el yogurt. Son más de las diez de la noche y me propone visitar gasolineras para comprarlo. La alternativa es quedarme sin cenar, pero estoy muy cansado después de un día intenso y le digo que prefiero que me lleve al hotel. De camino, aparece una gasolinera y R vuelve a repetirme que podemos bajar a ver. Cuando le digo que siga al hotel, me dice: It´s up to you. Me siento tentado de decirle que si él se hubiera tomado la mínima molestia de comprar el yogurt no sería up to me, pero opto por guardar silencio. Mejor me parece quedarme sin comer que entrar en una discusión con alguien que no ha dejado de multiplicar las muestras de descuido hacia mi. Ignoro si tiene a alguien por encima coordinando, pero si es así la responsabilidad también le alcanza.
Mientras entro en mi habitación de hotel me doy cuenta de que me siento como un trapecista. Durante todo el día, no dejo de saltar de un lado a otro, pero jamás sé con seguridad quién me llevará, quién me recogerá, adónde me llevará y cuándo lo hará. Yo me limito a saltar desde el trapecio esperando que haya otro esperándome porque, visto lo visto, con seguridad nadie ha colocado una red abajo por si me caigo.
El 13, será una jornada más fructífera si cabe. A las 8 de la mañana, conferencia para la Asociación de iglesias evangélicas del Paraguay sobre El impacto espiritual de la Reforma. A las 11.15, entrevista en Radio Obedira, sobre El impacto cultural de la Reforma. A las 4 de la tarde, encuentro con abogados pro-vida a los que preocupa la ofensiva de la ideología de género… y entonces se produce un cambio de programa. Juan Cruz había programado una conferencia sobre El legado espiritual de la Reforma, pero acepta, conservando la exposición, suprimir el debate posterior para que yo pueda estar en el programa de Benjamín Fernández Bogado. Es un gesto de generosidad por su parte que le agradezco de corazón. Y es que la entrevista con Fernández Bogado va a ser uno de los pocos testimonios que queden grabados de mi paso por el Paraguay. Benjamín es un profesional, sin duda, extraordinario. Formado en España, pero también en Harvard, posee no sólo la formación sino también la vocación. Sabe poner en solfa las mentiras que se pronuncian en el Paraguay – y que tanto se parecen a las que difunden los medios en España – señalando la realidad. En España, no tendría trabajo. Aquí, en Paraguay, realiza un programa de máxima audiencia en televisión. Los veinte minutos aproximadamente que dura la entrevista son trepidantes – les incluyo abajo video – y recuerdan a una partida de ping-pong con jugadores chinos. Al concluir, los dos estamos más que satisfechos. La persona que viene para ser entrevistada después de mi comentará incluso que después de ese primer segmento no va a ser nada fácil. Se trata de un elogio excesivo, pero todo ha ido muy bien. A fin de cuentas, los medios tienen su código, su lenguaje, sus reglas y hay que conocer todo muy bien para no estrellarse al abordar temas delicados. Cuando un rato después paladee mi yogurt en la habitación del hotel, me diré que, a pesar de tanta incompetencia, tanta descoordinación y tanta ineficacia, también, todos los días, aquello que depende de mi esfuerzo no se malogra sino que sale bien. Sólo cabe atribuirlo a que Dios es bueno.
Y aquí está el video de la entrevista
September 23, 2017
Pablo, el judío de Tarso (XLI)
En los tres siguientes capítulos, Pablo se ocupa del tema de los dones o carismas concedidos por el Espíritu Santo. Aunque su presencia parece haber sido común en todas las congregaciones cristianas sin excluir a las de origen judío, en el caso de Corinto parece que se hacía un énfasis especial en algunos de ellos. Los dones debieron tener un papel considerable en alimentar la sensación de igualdad en el seno de las comunidades ya que el Espíritu Santo se los concedía por igual a “judíos y gentiles, esclavos y libres” (12, 13). Pablo desea dejar de manifiesto que la diferencia de dones no puede alimentar jamás un sentimiento de superioridad. En realidad, la iglesia es el cuerpo del mesías – que es su cabeza – y los distintos creyentes con sus carismas son sus miembros. Precisamente por eso deben permanecer unidos de la misma manera que el ojo no rechaza a la mano ni la cabeza a los pies (12, 21). A pesar de todo, Pablo tenía claro que los carismas carecían de valor si no iban acompañados por el amor. La manera en que lo expone en el capítulo 13 de la primera carta a los corintios no sólo constituye uno de los pasajes más hermosos de los escritos paulinos sino de la Historia de la literatura universal:
1 SI yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como un bronce que resuena, o un címbalo que retiñe. 2 Y si tuviese el don de profecía, y entendiese todos los misterios y toda la ciencia; y si tuviese toda la fe, hasta tal punto que pudiera mover montañas, y no tengo amor, nada soy. 3 Y si repartiese toda mi hacienda entre los pobres y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. 4 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es presumido, no cae en el engreimiento; 5 no se comporta de manera indecorosa, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; 6 no se alegra con la injusticia, sino que se alegra de la verdad; 7 Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. 8 El amor nunca deja de ser. Las profecías se han de acabar, y cesarán las lenguas, y la ciencia quedará anulada; 9 porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10pero cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es incompleto quedará anulado. 11 Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño, mas cuando me hice un hombre, dejé lo que era de niño. 12 Ahora vemos mediante un espejo, de manera oscura; pero entonces veremos cara a cara: ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como soy conocido. 13 Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y el amor, estas tres, pero la mayor de ellas es el amor.
(I Corintios 13, 1-13)
Es precisamente tras abordar la importancia del amor – y su clara superioridad sobre los dones – cuando Pablo se detiene en la cuestión del don de lenguas o glosolalia. Al igual que sucede hoy en las iglesias de orientación carismática, en Corinto se atribuía una enorme importancia a la glosolalia, un fenómeno consistente en que la persona de manera repentina comenzaba a hablar en una lengua desconocida que, supuestamente, podía ser humana o angélica. Pablo no negaba la existencia de este carisma. Incluso lo experimentaba con considerable profusión (14, 18), pero creía que debía ser ejercido con ciertas condiciones. La primera era que alguien pudiera traducir el mensaje transmitido mediante glosolalia (14, 27). Si no existía ese intérprete, Pablo consideraba que el hermano dotado del don de glosolalia debía mantenerse en silencio y orar no en voz alta sino para si mismo y para con Dios (14, 28).
El último tema de carácter doctrinal planteado por los corintios era el referente a la resurrección y la forma en que tendría lugar. Para Pablo, como para todos los cristianos, la cuestión revestía una enorme importancia. A fin de cuentas, se encontraba en el núcleo de su mensaje y todavía a esas alturas podía sostenerse – la crucifixión había tenido lugar muy pocos años antes – sobre la existencia de testigos oculares:
1 ADEMÁS os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, que también recibisteis, en el que también perseveráis; 2 Por el que igualmente, si preservais la palabra que os he predicado, sois salvos, a menos que creyerais en vano. 3 Porque, en primer lugar os he enseñado lo que asimismo recibí: Que el mesías murió por nuestros pecados conforme a las Escrituras; 4 Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; 5 Y que se apareció a Pedro, y después a los doce. 6Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez; de los que muchos siguen vivos, aunque otros ya han muerto. 7 Después se apareció a Santiago; después a todos los apóstoles. 8 Y el último de todos, como si fuera un aborto, se me apareció a mí. 9Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí la iglesia de Dios.
(I Corintios 15, 1-9)
Para Pablo, la creencia en la resurrección no procedía de una mera especulación filosófica ni era fruto de un devaneo teológico. Se trataba de una realidad histórica de la que él era testigo, aunque ni el primero ni el más importante. Al Jesús resucitado lo habían visto centenares de personas de las que la mayoría aún seguía viva para poder dar testimonio y que incluían a gente primitivamente incrédula – como Santiago, el hermano del Señor – o incluso abiertamente enemiga como era el caso del propio Pablo.
La resurrección del mesías tenía una importancia verdaderamente esencial para la predicación del Evangelio. Si Jesús no hubiera resucitado, entonces la fe de los cristianos “era vana” (15, 14), e incluso seguirían “en sus pecados” (15, 17), pero dado que sí había tenido lugar – los testigos abundaban – de ello se desprendían hechos enormemente trascendentales. El primero era que habría resurrección – la creencia histórica de los fariseos, dicho sea de paso – y, tras la del mesías, tendría lugar la de los que creían en él cuando regresara (15, 23). Después, el mesías acabaría definitivamente con las potencias demoníacas y entregaría el reino a su Dios y Padre (15, 24) y, finalmente, la misma muerte desaparecería (15, 26). El segundo es que la resurrección se produciría en términos peculiares. De la misma manera que la planta que nace no es igual que la semilla echada en tierra, el cuerpo de los creyentes, un cuerpo material, entrará en tierra para que surja en la resurrección un cuerpo espiritual e incorruptible exento de debilidad y rezumante de gloria y poder (15, 42 ss). Todo esto sucedería cuando el mesías se manifieste, lo que implica que muchos creyentes no llegarían a morir sino que, estando vivos en ese momento, serían transformados de manera instantánea (15, 51 ss). Sería entonces cuando quedará de manifiesto que su trabajo en el Señor no había sido en vano (15, 58).
Los últimos versículos de la carta están dedicados al tema de la ofrenda que Pablo estaba recogiendo con la intención de ayudar a las iglesias judeo-cristianas, un tema al que nos referiremos más adelante. Los cristianos se reunían el domingo, “el primer día de la semana” y parecía que lo más idóneo es que el dinero se recogiera entonces (16, 2).
CONTINUARÁ
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