César Vidal's Blog, page 27
November 2, 2017
Echarle pelotas
En el mismo, se califica la acción de la Agencia tributaria como “sin fundamento alguno”, «inconsistente», asentada «en la utilización arbitraria de criterios contrarios a Derecho Tributario» y «fácilmente desmontable por un observador objetivo». Al final, todo quedaría reducido a una «discrepancia de criterio» tributario. Lo grave es que todo indica que la defensa de Ronaldo está cargada de razón. Conozco expertos fiscalistas de alcance internacional que aseveran que la Agencia tributaria española destaca por su arbitrariedad hasta el punto de que sale mal parada incluso en comparación con su equivalente en la Argentina de Cristina Kirshner. Se siente uno tentado de creerlo cuando se sabe que la Agencia tributaria pierde más del 51 por ciento de las causas que contra ella llegan hasta los tribunales. Teniendo en cuenta que la mayoría acaba aceptando abusos para no tener que pleitear, saquen ustedes consecuencias. En otras palabras, o no pocos inspectores y subinspectores de Hacienda son una banda de asnos – algo que resulta muy difícil de creer dada su preparación – o hay que preguntarse si la arbitrariedad no es una política más que repetida para que a Montoro le salgan unas cuentas que nunca le cuadran. Así, a la vez que el esfuerzo fiscal español es el más agobiante de la Unión Europea; la Agencia tributaria, con excesiva frecuencia, aplica la legislación con interpretaciones dudosamente sólidas. Yo lo comprendo, la verdad sea dicha. Esas acciones de la Agencia tributaria seguramente son indispensables para que Montoro pudiera enviar hace unos días dos mil millones de euros al gobierno sedicioso de Cataluña, para que se mantengan entidades marcadas por el odio como Omnium cultural o ANC cuyos capos están en prisión o para que los mozos de escuadra cobren una media de novecientos euros más al mes que la Guardia civil y la Policía nacional. Nunca me ha interesado el futbol, pero me confieso admirador de Ronaldo. Quizá incluso habría que considerar lógico su comportamiento de enfrentarse valientemente con Hacienda. A fin de cuentas, ¿quién mejor que un futbolista para echarle pelotas?
November 1, 2017
David Copperfield
En ella, Francisco Valladares encarnaba al personaje de Dickens con su solidez habitual. En aquella época, Dickens era un autor muy leído – con toda justicia por otra parte – e incluso se consideraba que su lectura era apropiada para un niño. También es verdad que eran unos años en que la infancia iba acompañada de clásicos y no de esa basura con tapas que ahora se hace leer a las criaturas y que incluso recibe premios simplemente porque el autor escribe en catalán o gallego. Pero volvamos al asunto. Atraído por el ritmo del relato, me sumergí en las páginas de la novela no mucho después gracias a una edición de bolsillo muy económica – costaba como mucho cincuenta pesetas – que publicaba la editorial Bruguera – otra referencia indispensable de mis años de infancia - en su colección Libro Amigo. La historia de David Copperfield – en buena medida, autobiográfica del propio Dickens – me resultó extrañamente familiar aunque yo no fuera un niño inglés. También yo había conocido en mis primeros años las carencias económicas, pero, lejos de convertirme en un resentido, de manera más o menos intuitiva, había aprendido que la única manera de salir de ellas era no recibir la sopa boba de los conventos o la ayuda de un Estado todopoderoso sino desarrollar un denonado esfuerzo personal que debe apoyarse de manera primordial en la educación. Ahora que nuestro sistema educativo se ha desplomado gracias a la LOGSE y otros engendros de la progresía y que un título de bachiller – o incluso el de licenciado - no sirve de nada, el mensaje de Dickens sonará extraño y hasta ingenuo, pero era indiscutible en mis primeros años. Y no eran las únicas lecciones prácticas. En aquellas páginas también mostraba Dickens, a través del personaje de Micawber, que para ser felices hay que aprender a no gastar más de lo que se tiene. Como decía Micawber, la diferencia entre la dicha y la desgracia estaba en gastar lo que se tenía o gastar lo que se tenía y un penique más. Desde luego, si nuestros gobernantes leyeron alguna vez a Dickens lo han olvidado o lo desprecian altivamente. Es una pena, porque David Copperfield es una novela extraordinaria y no sólo por las lecciones morales que encierra sino por los conflictos humanos que relata y la manera en que los aborda. De ahí que Dickens no haya dejado de ser editado, leído y adaptado en las naciones de buena altura cultural. No puede decirse lo mismo de España. ¡Qué tiempos aquellos en que en nuestra nación era común leer a Dickens como sigue sucediendo ahora en el mundo civilizado! Si ahora se pregunta a los jóvenes algo sobre David Copperfield, a lo sumo responderán que es un mago.
October 31, 2017
Quinientos años de la Reforma
Es el caso de la Reforma protestante que, de manera convencional, se considera iniciada con la fijación de las 95 tesis sobre las indulgencias redactadas por Martín Lutero sobre la puerta de la iglesia de Wittenberg. Conocer el contexto inmediato de aquel episodio resulta relevante. En 1513, el príncipe Alberto de Brandeburgo, de tan sólo veintitrés años de edad, se convirtió en arzobispo de Magdeburgo y administrador de la diócesis de Halberstadt. Al año siguiente, obtuvo el arzobispado de Maguncia y el primado de Alemania. Es más que dudoso que Alberto contara con la capacidad suficiente como para atender de la manera debida a esas obligaciones pastorales y, por si fuera poco, la acumulación de obispados era de dudosa legalidad. Sin embargo, en aquella época, los cargos episcopales no sólo implicaban las lógicas obligaciones pastorales sino que llevaban anejos unos beneficios políticos y económicos extraordinarios hasta tal punto que buen número de ellos eran cubiertos por miembros de la nobleza que contaban así con bienes y poder más que suficientes para competir con otros títulos. El arzobispado de Maguncia era uno de los puestos más ambicionados porque permitía participar en la elección del emperador de Alemania, un privilegio limitado a un número muy reducido de personas, y susceptible de convertir a su detentador en receptor de abundantes sobornos. Al acceder a esta sede, Alberto de Brandeburgo ya acumulaba, sin embargo, una extraordinaria cantidad de beneficios y por ello se le hacía necesaria una dispensa papal.
La dispensa en si sólo planteaba un problema, el económico, ya que el papa estaba dispuesto a concederla a cambio del abono de una cantidad proporcional al favor concedido. En este caso exigió de Alberto la suma de 24.000 ducados, una cifra fabulosa imposible de entregar al contado. Como una manera de ayudarle a cubrirla, el papa ofreció a Alberto la concesión del permiso para la predicación de las indulgencias en sus territorios. De esta acción todavía iban a lucrarse más personas. Por un lado, por supuesto, Alberto lograría pagar al papa la dispensa para ocupar su codiciado arzobispado, pero además la banca de los Fugger recibiría dinero a cambio de adelantar parte de los futuros ingresos de la venta de las indulgencias, el emperador Maximiliano obtendría parte de los derechos y, sobre todo, el papa se embolsaría el cincuenta por cien de la recaudación que pensaba destinar a concluir la construcción de la basílica de san Pedro en Roma. El negocio era notable e indiscutible y la solución arbitrada satisfacía, sin duda, a todas las partes. Incluso podía alegarse que el pueblo era beneficiado ya que se le facilitaba el poder salir antes del purgatorio e incluso sacar a sus familiares del mismo mediante el sencillo expediente de comprar una bula de indulgencias. El problema es que al confesionario de un monje agustino llamado Martín Lutero comenzaron a llegar penitentes a los que angustiaba una dolorosa alternativa: ¿debían gastar su dinero en comprar la bula o dedicarlo más bien a las necesidades familiares? Lutero se sintió crecientemente afectado por el dolor de sus feligreses y decidió escribir Noventa y cinco tesis sobre las indulgencias para discutir en el ámbito académico. De hecho, que clavara las tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg no era un desafío sino, simplemente, la colocación en el tablón de anuncios de la universidad. Sin embargo, la discusión no quedó ceñida, como quería Lutero, al ámbito económico sino que pronto lo desbordó y el agustino recibió la comunicación de que, a menos que se retractara, sobre él caería la condena como hereje. Finalmente, fue eso lo que sucedió y no sólo porque Lutero se había atrevido a preguntarse si no sería mejor, caso de que el papa tuviera poder para sacar a alguien del purgatorio, que lo hiciera por amor y gratis en lugar de a cambio de dinero sino porque además sostenía posiciones heréticas – al menos así lo veía el papa León X – como la de que el Espíritu Santo no se complacía en la ejecución de herejes. De esa manera, lo que, inicialmente, iba a ser sólo un debate académico con tintes teológicos se convirtió en un clamor de reforma en la cristiandad. No se trataba sólo de que sólo unas décadas antes hubieran existido a la vez cuatro papas – el famoso póker de papas del que habló Passuth – que se excomulgaban recíprocamente. Tampoco de que durante varias décadas el papado no hubiera residido en Roma sino en Aviñón, convertido en el ministerio de asuntos religiosos del rey de Francia. Ni siquiera de que la condición del clero y del pueblo llano fuera deplorable. Se trataba de un proceso de corrupción espiritual que venía desde el inicio de la Edad Media. Ha sido el cardenal Newman el que ha descrito de manera bastante veraz lo que sucedió en el cristianismo a partir de inicios del siglo IV. En su obra más famosa – aunque de notable endeblez teológica e histórica – Newman afirmó : “En el curso del siglo cuarto dos movimientos o desarrollos se extendieron por la faz de la cristiandad, con una rapidez característica de la Iglesia: uno ascético, el otro, ritual o ceremonial. Se nos dice de varias maneras en Eusebio (V. Const III, 1, IV, 23, &c), que Constantino, a fin de recomendar la nueva religión a los paganos, transfirió a la misma los ornamentos externos a los que aquellos habían estado acostumbrados por su parte. No es necesario entrar en un tema con el que la diligencia de los escritores protestantes nos ha familiarizado a la mayoría de nosotros. El uso de templos, especialmente los dedicados a casos concretos, y adornados en ocasiones con ramas de árboles; el incienso, las lámparas y velas; las ofrendas votivas al curarse de una enfermedad; el agua bendita; los asilos; los días y épocas sagrados; el uso de calendarios, las procesiones, las bendiciones de los campos; las vestiduras sacerdotales, la tonsura, el anillo matrimonial, el volverse hacia Oriente, las imágenes en una fecha posterior, quizás el canto eclesiástico, y el Kirie Eleison son todos de origen pagano y santificados por su adopción en la Iglesia. (An Essay on the Development of Christian Doctrine, Londres, 1890, p. 373).
En otras palabras, el cristianismo había recibido una gigantesca transfusión de paganismo en el siglo IV y lo que había ido sucediendo en los siglos siguientes no había sido mejor. Por el contrario, había aumentado extraordinariamente la distancia entre el cristianismo del Nuevo Testamento y la enseñanza y la vida de la iglesia occidental. Como Erasmo de Rotterdam, el humanista más relevante de la época, le dijo al emperador Carlos V: “Lutero tiene razón, pero ha cometido dos equivocaciones. La primera que ha atacado la tiara de los papas y la segunda que ha atacado la panza de los frailes”. En otras palabras, Lutero tenía razón en términos teológicos, pero no había captado lo peligroso que era cuestionar el poder papal y los beneficios del clero.
La Reforma insistió en que había que devolver la Biblia al pueblo (Sola Scriptura) – inmediatamente comenzó a traducir las Escrituras al lenguaje popular – que había que devolver a Cristo al pueblo (Solo Christo) – por encima de las legiones de seres sobrenaturales a los que se rendía culto – y que había que devolver el Evangelio de pura gracia al pueblo (Sola Gratia) mostrándole que la salvación era un regalo del amor de Dios demostrado en la muerte de Cristo en la cruz y que ese don no podía ser ganado, merecido, obtenido o comprado sino solo aceptado mediante la fe. Como he desarrollado cumplidamente en mi libroEl legado de la Reforma, ésta no se limitó a cuestiones espirituales y, de hecho, cambió la Historia de manera extraordinaria mientras que ésta quedaba congelada en no pocos aspectos relevantes donde triunfó la Contrarreforma católica. Por ejemplo, en 1536, la Reforma creó la primera escuela obligatoria, pública y gratuita de la Historia universal en Ginebra y lo hizo porque se puede ser católico, analfabeto y llegar a los altares – san Martín de Porres es un claro ejemplo - pero un protestante que debe meditar a diario en la Biblia, necesariamente tiene que saber leer y escribir. También el apego a las Escrituras provocó que en el campo de la Reforma naciera la Revolución científica. Del método de observación de Francis Bacon a Isaac Newton pasando por Kepler, Faraday, Linneo o Dalton, la Historia de la ciencia es una Historia teñida de protestantismo. Como señaló John Hulley, el 86 por ciento de los premios Nobel científicos de 1901 a 1990 eran protestantes (64 %) o judíos (22%). Curiosamente, incluso esos judíos habían desarrollado su labor en naciones de raíces protestantes. No deja de ser significativo que el mundo hispano – tan pródigo en galardones literarios – sólo haya logrado tres - ¡tres! – premios Nobel de ciencias. Sin embargo, la Reforma no sólo revolucionó la educación y la ciencia. Hizo lo propio con la economía. Aparte de la visión bíblica del trabajo – tan distinta de la hispano-católica – creó una cultura financiera que permitió a pequeñas naciones como Holanda e Inglaterra derrotar al poderoso imperio español. La altiva España tenía los metales preciosos de las Indias; sus enemigos protestantes, el know how financiero. Personaje tan poco sospechoso como el cardenal Richelieu atribuiría su victoria sobre España a los banqueros protestantes que lo habían asesorado. Ya sabemos cómo acabó todo. Por añadidura, la Reforma estableció el principio de la supremacía de la ley – algo obligado porque, por ejemplo, el distanciamiento de la Biblia protagonizado por el papado lo privaba de legitimidad – y, de manera muy especial, concibió la separación de poderes como instrumento indispensable para evitar que los sistemas políticos derivaran en tiranía impidiendo el ejercicio de las libertades individuales. No deja de ser significativo que en la correspondencia de los Padres fundadores de los Estados Unidos se citara con profusión la Biblia y, de manera destacada, el pasaje del profeta Jeremías que señala que el corazón humano tiende a engañar a los demás y a engañarse a si mismo. Lejos de profesar el optimismo de nuestras constituciones hispanas, los teóricos protestantes no se hacían ilusiones sobre lo que cabía esperar de una naturaleza humana tocada por el pecado. Para salvaguardarse de ella, el poder tenía que dividirse y vigilarse recíprocamente. Con seguridad, esa circunstancia explica, por ejemplo, porque Estados Unidos no ha padecido jamás dictaduras fascistas, militares o comunistas. Podría hacerse referencia a la manera en que la Reforma cambió la visión de la mujer, la perspectiva del arte o la música, pero, obviamente, carecemos de espacio para ello. Si bien se reflexiona y más allá del mensaje que insta a todos los seres humanos a descubrir a Dios en la Biblia, a recibir la salvación obtenida por Cristo en la cruz y a colocar a Jesús como el centro de la vida espiritual, la Reforma presenta una enorme actualidad para aquellas naciones como las nuestras que nunca se vieron afectadas por sus valores concretos extraídos directamente de las Escrituras. La visión positiva del trabajo y de las finanzas, la insistencia en la educación y la investigación científica, la supremacía de la ley y la división de poderes y la negación de que conductas como la mentira o el hurto sean simples pecados veniales continúan siendo asignaturas pendientes. No estaría de más que en este quinto centenario de la Reforma decidiéramos incorporar esos valores a nuestras culturas nacionales. Sería, sin duda, la mejor manera de abordar el aniversario.
October 30, 2017
Kennedy desclasificado
Se trata de más de tres mil documentos a los que nunca se ha tenido acceso y de otros treinta mil que sólo habían sido accesibles de manera parcial. No sorprende que los servicios de inteligencia – comenzando por la CIA – hayan puesto el grito en el cielo exigiendo que la dicha desclasificación no se lleve a cabo. ¿Qué podría aparecer en esos documentos? Pues no poco y más teniendo en cuenta que ya existe una sentencia dictada en Estados Unidos que dejó establecido que el magnicidio se debió a una conspiración y no a un tirador aislado. Permítanme sugerir algunas de las preguntas con las que debería acercarse el investigador a ese Himalaya de papeles. Por ejemplo, ¿Lee Harvey Oswald – chivo expiatorio del asesinato – estaba al servicio de la CIA y fue utilizado para intentar infiltrarse en la URSS o como agente provocador contra Cuba? ¿Tenía relación Oswald con una parte del exilio cubano como la que fue entrenada para operaciones encubiertas en el seno de la denominada Operación Mangosta? ¿Se orillaron testimonios que apuntaban a la acción de varios tiradores en lugar o en colaboración con Oswald? ¿Se cursaron instrucciones para inculpar a Oswald del crimen y así tapar una conjura mucho más amplia? ¿Tuvo alguna relación la muerte de Kennedy con la decisión de privar a la Reserva Federal – que no es un banco nacional sino un conjunto de bancos privados – de la potestad para acuñar moneda? ¿Estuvo relacionado su asesinato con su orden de comenzar el abandono escalonado de Vietnam? ¿Cuál fue exactamente el papel de Jack Ruby, judío, asesino de Oswald, trabajador de la mafia, en toda la trama? ¿Fue el magnicidio una cuestión meramente norteamericana o en él participó algún servicio de inteligencia extranjero? ¿Existió alguna relación entre el asesinato y la oposición frontal de Kennedy a que Israel desarrollara un programa de armamento nuclear? ¿Proporcionó la mafia, en todo o en parte, los tiradores para el crimen o los jefes del crimen organizado que así lo afirmaron estaban solamente jactándose? ¿Alguno de los asesinos a sueldo que han confesado haber participado en la conjura dijo la verdad o sólo presumía? Reconozcan ustedes que es para esperar que Trump no se vuelva atrás de sus intenciones.
October 29, 2017
Pablo, el judío de Tarso (XLVI)
la carta a los Romanos, el Evangelio según Pablo (III): la nueva vida
La primera conclusión ética de Pablo tras exponer su visión de la salvación – visión, insistamos en ello, que no es original sino que corresponde a la de otros predicadores cristianos del s. I y puede enlazarse con el Antiguo Testamento – no es, por lo tanto, la de un antinomianismo que excluye la moralidad, sino todo lo contrario. Así lo plantea de manera inmediata:
1 ¿Qué vamos a decir entonces? ¿Vamos a continuar en el pecado para que crezca la gracia? 2 De ninguna manera, porque los que hemos muertos al pecado, ¿cómo vamos a seguir viviendo en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que somos bautizados en el mesías Jesús, somos bautizados en su muerte? 4 Porque somos sepultados juntamente con él en la muerte a través del bautismo; para que como el mesías resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos de una manera nueva de vida… 6 Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado junto con él, para que el cuerpo del pecado sea deshecho, a fin de que ya no sigamos sirviendo al pecado.
(Romanos 6, 1-4, 6)
Naturalmente, Pablo no era tan ingenuo como para pensar que la suma de la gratitud por la salvación recibida por la gracia y de la mera voluntad humana pudieran operar un cambio de naturaleza. Sabía más bien que la insistencia en negar la propia naturaleza humana y en afirmar la impecabilidad podía provicar las disfunciones espirituales que aquejaban a no pocos fariseos. Gustara o no gustara, reconocía la realidad de que la naturaleza humana está inclinada claramente hacia el mal incluso en aquellos que han sido justificados por la fe. De hecho, el pasaje que vamos a ver a continuación – cuya fuerza ha intentado ser descartada por algunos aduciendo que describe al Pablo anterior a la conversión – nos muestra a un hombre que, de manera humilde y sincera, reconoce su propia condición:
15 Porque lo que hago, no lo entiendo; y tampoco hago lo que quiero. Por el contrario, hago precisamente lo que aborrezco. 16 Y si hago lo que no quiero, apruebo que la ley es buena. 17 De manera que no soy yo el que actua, sino el pecado que mora en mí. 18Y yo sé que en mí (es decir, en mi carne) no reside el bien: porque el querer lo tengo, pero el hacer el bien no lo consigo. 19 Porque no hago el bien que quiero; sino que hago el mal que no quiero. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no lo realizo yo, sino el pecado que mora en mí. 21 Así que, al querer hacer el bien, me encuentro con esta ley: Que el mal está en mí. 22 Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios. 23 Sin embargo, veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.
(Romanos 7, 15-23)
Conmueve el ver la forma en que Pablo concluye esta exposición señalando sus carencias humanas y, a la vez, su confianza en que Dios le ayudará a vencerlas:
24 ¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? 25 Gracias doy a Dios, por Jesús el mesías, Señor nuestro. Así que, yo mismo con la razón sirvo a la ley de Dios, pero con la carne a la ley del pecado.
(Romanos 7, 24-25)
Es cierto que Pablo no puede negar la inclinación al mal propia de la naturaleza humana y también es obvio que no puede ocultar que su razón deseaba hacer el bien por encima de su capacidad para ejecutarlo. Y, sin embargo, Pablo tampoco cae en el desánimo. Es consciente de que, a pesar de sus limitaciones, resulta posible – y obligado – vivir de una manera nueva. La clave reside en someterse a la acción del Espíritu Santo. Al respecto, puede afirmarse que Pablo es un confiado optimista, no porque crea en una naturaleza humana que conoce de sobra, sino porque es consciente del poder del Espíritu:
1 Por lo tanto, no existe ninguna condenación para los que están en Jesús el mesías, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en el mesías Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. 3Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios lo ha llevado a cabo enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; 4 para que la justicia de la ley se cumpliera en nosotros, los que no andamos conforme a la carne, sino conforme al espíritu. 5 Porque los que viven conforme a la carne, se ocupan de las cosas que son de la carne; pero los que viven de acuerdo al espíritu, se ocupan de las cosas del espíritu. 6 Porque la intención de la carne es muerte; pero la intención del espíritu, vida y paz: 7 porque la inclinación de la carne es enemistad con Dios; porque no se somete a la ley de Dios, ni tampoco puede. 8 De manera que, los que están en la carne no pueden agradar a Dios, 9 pero vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu del mesías, es que no es de él. 10 Sin embargo, si el mesías está en vosotros, el cuerpo a la verdad está muerto a causa del pecado; pero el espíritu vive a causa de la justicia. 11 Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó al mesías Jesús de los muertos, también dará vida a vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros… 14 Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios.
(Romanos 8, 1-11, 14)
La vivencia del Espíritu tiene una importancia extraordinaria para Pablo, aunque, una vez más, su punto de vista al respecto no es original sino que se puede retrotraer a la predicación judeo-cristiana, al mismo Jesús e incluso al Antiguo Testamento que había prometido su efusión en los tiempos mesiánicos (Joel 2). Ese Espíritu que mora en el interior de los que han sido justificados por la fe es el que da testimonio de que son hijos de Dios (v. 16) y como hijos, herederos de Dios y coherederos del mesías (v. 17). En ese sentido – y en contra de un tópico erróneo muy extendido – la fe cristiana no predicaba ni que todos los hombres son hijos de Dios ni tampoco una fraternidad universal. Sólo son hijos de Dios aquellos a los que Dios ha adoptado porque han aceptado por fe a Jesús el mesías. Precisamente, la manifestación final de esos hijos de Dios – los que tienen en su interior el Espíritu Santo – tendrá unas consecuencias que pueden calificarse como cósmicas (v. 19 ss). Hasta entonces, el Espíritu va a socorrer a la debilidad de los hijos de Dios ayudándoles incluso a pedir lo que más les conviene aunque no sean capaces de colegirlo por si mismos (v. 26 ss). Precisamente, al llegar a este punto de su exposición Pablo la concluye con uno de los himnos más hermosos que se han escrito nunca dedicados al amor de Dios y a la confianza que éste puede infundir en los creyentes. Nada puede separarlos del amor de Dios ni de su salvación, pero es que además aunque no puedan no entender todo lo que les sucede a diario, deben tener en cuenta que Dios actua para que todo discurra siempre para su bien:
28 Y sabemos que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios, a los que han sido llamados conforme a su propósito. 29 Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito de entre muchos hermanos; 30 Y a los que predestinó, a éstos también los llamó; y a los que llamó, a éstos también los justificó; y a los que justificó, a éstos también los glorificó. 31 ¿Pues qué diremos a esto? Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién puede estar contra nosotros? 32 El que no escatimó a su propio Hijo, sino que más bien lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a darnos también con él todas las cosas? 33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. 34 ¿Quién es el que condenará? El mesías es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. 35 ¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿la tribulación? ¿o la angustia? ¿o la persecución? ¿o el hambre? ¿o la desnudez? ¿o el peligro? ¿o la espada? 36 Como está escrito: Por causa de ti vamos a la muerte todo el tiempo. Somos contados como ovejas de matadero. 37 Sin embargo, en todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo bajo, ni ninguna criatura nos podrá apartar del amor de Dios, que es en el mesías Jesús Señor nuestro.
(Romanos 8, 28-39)
CONTINUARÁ
October 27, 2017
Oh Love, That Will Not Let Me Go
Se llamaba George Matheson y aspiraba a ser pastor lo que no parecía una meta posible. Sin embargo, George no se desmoralizó. Por el contrario, confió en el Señor y decidió seguir adelante entregándose con mayor entusiasmo al estudio de la teología y de la Historia. Por increíble que parezca no sólo lo consiguió sino que además recibió un doctorado de la universidad de Edimburgo y llegó a ser miembro de la Sociedad real de esta misma ciudad.
Gran pastor y predicador, la misma reina Victoria lo invitó a predicar en su retiro de Balmoral y quedó tan asombrada por el contenido de su sermón sobre Job que ordenó su publicación. También enseñó en distintas universidades e incluso llegó a ser un especialista en confucionismo. Sin embargo, quizá lo que dejaría más huella sería su labor como compositor de himnos evangélicos. Auténticos clásicos, se siguen entonando a día de hoy y resulta más que comprensible que así sea.
El que les traigo hoy es una bellísima pieza musical que resulta aún más conmovedora cuando se tiene en cuenta su letra y la historia del compositor. Habla este himno de un amor que nunca nos dejará, el amor de Dios. Es cierto que, a lo largo de la vida, la desgracia se cruza no pocas veces – pocas desgracias mayores que la de quedar ciego a los veinte años – pero podemos contar con ese Amor incomparable que nos lleva de Su mano más allá de las tormentas, de los sufrimientos, de los golpes. Su Amor nunca nos abandona y pobres de aquellos que no lo han conocido o que puedan pensar que es algo revocable. Como señaló Pablo en Romanos 8: 26-39, Dios tiene un plan y podemos llegar a ser parte de él. Cuando se da esa circunstancia, todo, absolutamente todo, tiene una finalidad buena aunque no acertemos a verla. De manera que se nos escapa, pero que resulta real la pérdida de un empleo, el fallecimiento de un ser querido, el exilio, las presiones… todo ocupa su lugar en el designio de Dios en favor nuestro. Pocas personas lo han sabido expresar mejor que George Matheson con este himno escrito en el siglo XIX.
Las versiones de este himno son muy numerosas y he tenido que controlarme para no poner una docena. La primera corresponde a uno de los programas de los Gaithers que tan buena música evangélica dispensan en la televisión. La segunda es coral. La tercera resulta muy original porque el intérprete se ha usado a si mismo para cantar varias voces y además hacerlo a capella. Finalmente, les incluyo una en español. Con todas sus variaciones, todas señalan una realidad imposible de negar, la de que el Amor de Dios no nos deja en ningún momento por muy empinadas que resulten las cuestas de la vida, por muy canallescamente que puedan perseguirnos nuestros semejantes, por muy difíciles que puedan resultar las circunstancias de nuestra existencia. El es el Amor que no nos dejará. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Ésta es la versión de los Gaither
www.youtube.com/watch?v=eVXsAO7b6Ds
Una versión coral clásica
www.youtube.com/watch?v=ZiZ9xXoZ1Mk&list=PL4UzWGWLsTmuo_3J94pOn27JUyHoxfRy8
Una curiosísima versión a capella
www.youtube.com/watch?v=XZad7yBVm5o&list=PL4UzWGWLsTmuo_3J94pOn27JUyHoxfRy8&index=6
Y ésta es una versión en español
October 26, 2017
Regreso a Panamá (II): Centro familiar Vida nueva
El domingo por la mañana, estuve enseñando sobre El legado de la Reforma y no puedo ocultar que la experiencia resultó enormemente grata. Lo sucedido en los días anteriores se multiplicó. De nuevo, disfruté de la atención de la gente, de la firma ulterior, de la comida para charlar de los temas más interesantes, de la hospitalidad extraordinaria de Teresa y José… Todo ello y mucho más fueron ingredientes de una jornada más que grata. En el curso del almuerzo me insistieron en que el día siguiente sería el más importante de la visita porque en él he de dar una conferencia dirigida a profesionales y políticos que tendrá lugar en el curso de una cena en uno de los hoteles de la ciudad. Yo, por supuesto, voy a intentar hacerlo de la mejor manera posible, pero me consta que si aquí todo va bien se debe a la labor extraordinaria de la gente de Panamá que ha organizado el viaje.
La mañana del día siguiente, Gustavino me lleva al canal y no puedo sino quedarme admirado por este prodigio de la técnica que permite desde hace más de un siglo que el mar Caribe y el Pacífico estén comunicados. Sin duda, se trata de un trabajo gigantesco unido a no pocos problemas como el abandono del francés Lesseps que trazó el canal de Suez, la independencia de Panamá de Colombia alentada por Estados Unidos, la construcción del canal en territorio de la ya Panamá por Estados Unidos y, finalmente, un largo tira y afloja que acabó devolviendo las instalaciones a la soberanía de Panamá gracias al tratado Carter-Torrijos. Si algún día el canal se verá sustituido por otro surcado en territorio nicaragüense por los ingenieros chinos es algo que sólo Dios sabe, pero, de momento, el canal resulta impresionante.
Y por la noche, efectivamente, tras sortear el terrible tráfico de la ciudad – lo único que lleva a cuestionar su indudable modernidad – llegué al hotel y di la conferencia. Calificar de éxito lo que prepararon con tanto esmero y cuidado Teresa y José es poco. El salón estaba abarrotado y durante más de una hora escuchó conteniendo el aliento mi exposición sobre La Reforma y la libertad. Y es que, ciertamente, la Reforma implicó un enorme aliento de libertad frente a la inquisitorial Contrarreforma. Fue primero la libertad de conciencia que las naciones católicas sólo se atrevieron a abordar tras el concilio Vaticano II, esa libertad para leer la Biblia en la propia lengua, pero también para no soportar el yugo de tiranos espirituales, de paganismo y de supersticiones humanas. A esa gloriosa libertad de los hijos de Dios se sumaron otras como la libertad de la ignorancia a través de la educación obligatoria y pública y de la revolución científica; la libertad de la pobreza mediante una ética del trabajo y de las finanzas que jamás han conocido las naciones católicas; la libertad del despotismo mediante la separación de poderes o la limitación del poder político mientras que en las naciones católicas se vuelve a recaer una y otra vez en la búsqueda de soluciones despóticas y la libertad de pecados veniales tan horribles como la mentira y el hurto, base de la corrupción omnipresente en naciones de raíz católica. La exposición abundó en ejemplos y concluyó con una clamorosa ovación de gente que, en su aplastante mayoría, era incluso católica y judía. Esa noche, pretendíamos arrojar luz sobre las tinieblas de siglos que padecen las naciones de nuestro ámbito cultural y creo que, gracias a Dios, lo conseguimos.
´Tras una magnífica firma de mis libros, me despedí de Teresa y José y salí para el hotel acompañado de Viviane Velie, mi magnífica editora, que quiso acompañarme en este periplo panameño. Al día siguiente, al mediodía, al abandonar Panamá ya tenía varias invitaciones para volver. Dios mediante, lo haré porque los panameños me habían mostrado en pocos días lo bien que se pueden hacer las cosas cuando se quiere hacerlas bien y, por añadidura, habían dejado de manifiesto lo que era la hospitalidad, el respeto y la consideración. Una verdadera lección.
CONTNUARÁ
October 25, 2017
Regreso a Panamá (I): de Panamá a Aguadulce
Cuál no sería mi sorpresa cuando quien estaba al otro lado del hilo telefónico exclamó: “¡Ay, pero entonces usted es un siervo de Dios!”. Confieso que me resultó cómica aquella referencia y tuve que hacer esfuerzos para reprimir una carcajada. Sujetando la risa, intenté explicarle que diferencio entre unas invitaciones y otras, pero la sorpresa de mi interlocutor continuaba. Seguramente, había razones porque donde algunos vemos un servicio a la comunidad, no pocos ven sólo un negocio. Pero volvamos al tema. Al cabo de unos días, anoté en la agenda la fecha y, finalmente, a mediados de octubre volé a este país centroamericano.
La última vez que había estado en Panamá fue cuando tuve que salir de la Nicaragua sandinista con un día de antelación y me quedé colgado en el aeropuerto panameño a la espera de un vuelo para Colombia. De eso hace, año arriba, año abajo, tres décadas. Lo que me encontré al aterrizar el 13 de octubre fue indescriptible. Panamá ha crecido extraordinariamente y su entrada y su centro no tienen nada que envidiar al de las grandes naciones. En algunos momentos, me daba incluso la sensación de estar ante una visión aumentada de la bahía de Miami.
Con todo, lo que terminó por causarme la mejor impresión en Panamá no fue la extraordinaria modernización sino la manera en que iría viendo que con pocos medios, muy pocos a decir verdad, los panameños planificaron mi viaje, me atendieron y sacaron el mayor partido posible de mi visita. A decir verdad, se trató de un ejemplo, más bien de una cadena de ejemplos, de cómo se pueden hacer las cosas más que bien cuando se busca la excelencia.
Al aeropuerto fue a buscarme el librero que me había cursado la invitación. Todo estaba magníficamente preparado. El hotel no sólo era cómodo y agradable sino que además estaba cerca del lugar donde debía dar las primeras conferencias. Los días 13 y 14, tuve el placer de dictar sendas conferencias sobre El legado de la Reforma y La ideología de género en la librería de Pastor Gustavino. No tengo sino buenas palabras para describir ambos eventos. La gente estuvo atenta, las preguntas que formularon fueron pertinentes, las firmas que vinieron después fueron más que gratas y los organizadores mostraron una atención y una hospitalidad encomiables. No dejaba de decirme que, a fin de cuentas, cuando se quiere hacer algo bien, sale bien y cuando no se tiene ese mismo interés, esa misma dedicación, ese mismo amor, ciertamente el conferenciante puede hacer lo mejor posible, pero el resultado no es ni lejanamente igual.
La confirmación de esto que afirmo me la encontré una tarde en una población llamada Aguadulce. Allí, Jorge Leira, el pastor de una pequeña comunidad, se esforzó esmeradamente para que pudiera acudir y dar una conferencia sobre El legado de la Reforma. Me consta que hay gente que piensa que sólo merece la pena visitar determinados lugares cubiertos de supuesta importancia. Es un gran error. Se debe viajar a aquellos enclaves, sean como sean, donde desean escuchar. Desde luego, mi paso por Aguadulce lo dejó más que de manifiesto. Allí, tuve la ocasión de ver la atención de la gente, el cuidado exquisito de todo, la generosidad más refinada. Sí, no cabe duda. Cuando se quiere hacer algo bien, aunque los medios sean limitados, se hace porque el corazón lo suple. Así reflexionaba mientras, sumida en la espesa noche centroamericana, regresaba a la capital. Pero aún quedaba lo mejor.
CONTINUARÁ
Trampa para un hombre solo
La base de mi cultura teatral fue ese Estudio 1 que, todos los lunes, me permitió conocer a mi que era un niño de clase media baja que no podía ir al teatro a todos los grandes nombres de la escena. Hoy he escogido una obra no muy conocida, pero que recoge el buen hacer de aquella televisión tan diferente de la de ahora. De director Gustavo Pérez Puig, de traductora y adaptadora Mara Recatero y como miembros del reparto… puf, todos eran grandes. María Silva, Jesús Puente, José Bódalo, Jaime Blanch y José María Rodero. Hoy en día, es totalmente imposible formar un reparto que se aproxime ni de lejos a aquel. Sé que la obra les gustará. Es ingeniosa, bien articulada y, de manera muy especial, magníficamente dirigida e interpretada. Disfruten de esta joya porque ya no la encontrarán en la televisión española.
Y ésta es la obra
October 24, 2017
Recuperar la educación
Desde hace décadas, el español es perseguido en la enseñanza y resulta imposible estudiar en esa lengua salvo en centros privados. Semejante conducta ilegal ha sido condenada vez tras vez por el Tribunal supremo, pero los nacionalistas catalanes han desobedecido sistemáticamente. Por añadidura, los distintos gobiernos centrales, tanto de izquierdas como de derechas, no sólo no han hecho nada sino que han permitido que tan dañina conducta se repita en Valencia, Baleares o Aragón. Junto a esa persecución del español en una población que en más del cincuenta por ciento lo tiene como lengua madre ha venido el adoctrinamiento. En las aulas, se enseña a los niños una versión distorsionada de la Historia convirtiendo a España en la opresora de Cataluña y hablando de una nación catalana que jamás ha existido. También se les inculca una geografía ficticia de unos inexistentes Paisos catalans o se les adoctrina para que, como en el reciente referéndum ilegal, actúen como escudos humanos frente a la policía o insulten a los agentes del orden. En esas clases, también se ha marcado a los niños que se han negado a participar en las actividades ilegales del nacionalismo e incluso se ha humillado en público a los que eran hijos de agentes del orden preguntándoles si les parecía bien que su padre golpeara a la gente. Todo esto ha ido acompañado de una pésima calidad de la enseñanza. Cataluña no sólo está a la cola de España en cuanto a nivel educativo sino que sigue dando clase en barracones. Y el panorama general es peor. De hecho, de las 199 regiones europeas que aparecen en el Indice europeo de calidad de gobierno Cataluña es la 167 en fundamentos de bienestar y la 165 en la cobertura de necesidades humanas básicas. En otras palabras, a pesar de su inmenso gasto que costeamos todos los españoles Cataluña se encuentra a la cola de Europa. Si va a emprenderse una reforma constitucional, resulta imperioso recuperar la enseñanza para el gobierno central y gastar mucho menos en un nacionalismo catalán que lo dilapida en sedición y mentira. Como decía Diógenes, la educación de los jóvenes forma el estado y en Cataluña se han ido creando generaciones de fanáticos descerebrados que odian a España. Quizá por eso en ese anuncio descafeinado del artículo 155, Rajoy no haya movido un dedo para controlar la educación liberándola de la conducta de los nacis catalanes.
César Vidal's Blog
- César Vidal's profile
- 109 followers
