César Vidal's Blog, page 26
November 12, 2017
Pablo, el judío de Tarso (XLVIII)
la carta a los Romanos, el Evangelio según Pablo (V): la conclusión de la carta
Los últimos capítulos de la epístola están dedicados a concretar el significado de la nueva vida en el Espíritu, a señalar situaciones específicas de comportamiento para los cristianos. En primer lugar, Pablo señala que puesto que existen dones o carismas del Espíritu Santo en la comunidad, éstos deben usarse adecuadamente, es decir, al servicio de los demás y para la gloria de Dios y no en el engrandecimiento propio (12, 1-8). De manera semejante, el creyente debe aferrarse apasionadamente al bien, al mismo tiempo que rechaza el mal (12, 9-13). Sin embargo, no debe caer en el extremo de ejecutar la justicia de Dios o caer en la venganza. Todo lo contrario. Es Dios el único que puede ejecutar la venganza (12, 19). Al seguidor de Jesús le corresponde, por supuesto, intentar vencer el mal, pero con el bien (12, 21).
Es precisamente a esta altura de la carta, cuando Pablo expone de manera más detallada su doctrina sobre el poder civil. Por definición, los seguidores de Jesús deben sujetarse a las autoridades políticas y la razón fundamental es que el principio de autoridad deriva del mismo Dios (13, 1) y su misión es castigar el mal (13, 4). A diferencia de determinadas ideologías políticas que ven en el Estado una institución perversa que sólo sirve para la opresión, Pablo cree que su existencia es indispensable y que por ello ha sido dispuesta por Dios. Sin embargo, el creyente debe ir más allá del mero cumplimiento de la ley civil, debe superar el estadio de buen ciudadano, debe sobrepasar lo que cualquier gobierno consideraría que es un súbdito ejemplar. Su conducta no debe limitarse a evitar males como el adulterio, el homicidio o el robo, sino que debe incluir el amor (13, 8-10).
Pablo no era hombre de palabras vacías o declaraciones grandilocuentes y jamás hubiera pensado que el amor no se asentaba en realidades muy concretas que algunos podrían parecerles triviales. Pero es que el amor – como ya dejó claro en el himno de I Corintios 13 - no está referido a lejanos habitantes de un extremo del globo, sino a situaciones cotidianas. Ese amor ocasionalmente puede resultar difícil de vivir incluso en el seno de las comunidades cristianas donde los santos no son perfectos y no faltan los creyentes de conciencia escrupulosa empeñados en privarse de ciertos alimentos o en cumplir determinados días de fiesta. Como en el caso de los corintios, el apóstol insiste en aplicar una regla consistente en aceptar la renuncia a ciertos derechos para evitar causar daño a un hermano que sea débil espiritualmente.
5 Uno hace diferencia entre un día y otro día; otro considera que todos los días son iguales. Que cada uno tenga una opinión segura en su manera de pensar. 6 El que guarda un día, lo hace para el Señor: y el que no lo guarda, también actua así para el Señor. El que come, come para el Señor, porque da gracias a Dios; y el que no come, no come para el Señor, y da gracias a Dios. 7Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 8 Ya que si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así que, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 9 Porque el mesías para esto murió y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los muertos como de los que viven… 13 Así que, no nos juzguemos más los unos a los otros: antes bien procurad no poner tropiezo u ocasionar escándalo al hermano.
(Romanos 14, 5-9, 13)
Pablo dedica los últimos versículos de la carta para insistir en que desea llegar a Roma y, desde allí, continuar hasta España (15, 23), una estrategia misionera a la que nos referiremos más adelante . Antes, sin embargo, debe llegar a Jerusalén con la ofrenda que las iglesias gentiles desean entregar a los judeo-cristianos de la comunidad original (15, 25 ss). Se trata de una misión importante para la que pide las oraciones de los romanos (15, 31).
Los párrafos de despedida de esta carta son los más extensos de todo el corpus paulino y algunos aspectos llevan a pensar. Por ejemplo, no aparece Pedro con lo que las leyendas sobre la fundación de la iglesia en Roma por este apóstol o la sucesión papal se caen de su peso. Son falsas totalmente. Quizá Pedro llegó más tarde – posiblemente para ser ejecutado – pero nunca fue el obispo de Roma y, de hecho, no aparece en el listado de sus obispos hasta varios siglos más tarde. Otro aspecto notable es hasta qué punto la acusación de misoginia dirigida contra Pablo choca totalmente con las fuentes históricas. Prácticamente la mitad de personas mencionadas como colaboradores son, precisamente, mujeres, algo verdaderamente extraordinario si se tiene en cuenta la evolución del cristianismo posterior, pero, sobre todo, la época, una época en la que la mujer debía enfrentarse con multitud de tareas sin el respaldo de los adelantos técnicos de las últimas épocas y, por lo tanto, con una escasez pasmosa de tiempo. Por si fuera poco, las mujeres citadas por Pablo no obedecían a una cuota caprichosa y políticamente correcta, sino que destacaban por sus propios méritos. De manera bien significativa, Pablo recomienda incluso a una hermana en la fe llamada Febe que desempeñaba en la comunidad de Cencreas unas funciones que lo mismo podían ser las de diaconisa que las de presbítera (Romanos 16, 1). Desde luego, resulta difícil negar que, como les había escrito a los gálatas, en Jesús el mesías ya no había judío ni griego, hombre o mujer, esclavo o libre. Precisamente esa unidad de la fe por encima de orígenes o extracción era lo que Pablo deseaba afirmar en su viaje a Jerusalén llevando la colecta de las comunidades gentiles.
CONTINUARÁ
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Ver supra pp. .
November 11, 2017
The Sacrifice Lamb
En algunos casos, es simplemente magnífica y sigue en la línea, inconfesa, pero cierta, del góspel. En otros, no pasa de ser composiciones malas e incluso mediocres a las que se pretende salvar añadiendo algunas palabras en hebreo en la letra.
Entre los mejores grupos – quizá incluso el mejor – de música mesiánica estuvo hace años Lamb. Sus letras eran magníficas y sus melodías resultaban frescas. De entre sus composiciones, siento una especial querencia por la que traigo hoy. La canción comienza formulando una sencilla pregunta: “¿Has oído alguna vez que el mesías ya ha venido?”. Y a esa pregunta se va sumando luego una descripción sencilla y enormemente relevante, la que afirma que ese mesías es el cordero del sacrificio cuya sangre limpiaría de pecados al que se acercara a él. “Pagó nuestros pecados para que pudiéramos encontrar vida”, concluye la canción y lo hace tras indicar que todos debemos adoptar una decisión frente al mesías ya llegado.
Ése es, fundamentalmente, el anuncio del Evangelio predicado en las Escrituras. El Siervo-mesías descrito en Isaías 53, unos ocho siglos antes del nacimiento de Jesús, sería ejecutado por la salvación de muchos. Dado que perecería gracias a la acción de las autoridades religiosas, los judíos lo considerarían castigado directamente por Dios – una afirmación que aparece, por ejemplo, en el Talmud – pero, en realidad, sería el instrumento de salvación utilizado por Dios. Su sangre limpiaría de todo pecado al que se acercara a él mediante la fe e inauguraría el Nuevo Pacto anunciado por Jeremías (Jeremías 31). Esta canción – de la que no existe versión española – recoge hermosamente el llamado a aceptar a ese mesías que ya ha venido.
Les incluyo tres versiones. La primera es la original de Lamb; la segunda es en directo y la interpreta su compositor Joel Chernoff y la tercera es una versión reciente de Joshua Aaron. Espero que las disfruten, pero recuerden que lo más importante no es la belleza de la composición sino que el mesías ha llegado.
Ésta es la versión original de Lamb
www.youtube.com/watch?v=AcHrs9NNEG8
Aquí tienen a Joel Chernoff en vivo
www.youtube.com/watch?v=FODY7Gs651Q
Ésta es la versión más moderna de Joshua Aaron
November 10, 2017
Quinto centenario de la Reforma en Perú (y III): estreno teatral
A lo largo de una década y mientras vivía en Madrid era fácil que pudiera asistir a un centenar de funciones teatrales durante el curso del año. Aunque intentaba ser muy selectivo no hace falta que diga que las veía buenas, malas, pésimas y, en ocasiones, excepcionales. En algunos casos, incluso me fue dado ver la última obra representada o dirigida por gente excepcional. Ése fue el caso de Gustavo Pérez Puig o de Pepe Sancho por citar dos ejemplos más que notables. En total, cada año podía asistir a un número de funciones que iba de ochenta a cien. Pues bien, puedo decir que la calidad de estas funciones de Lima anduvo entre el diez por ciento mejor.
Por supuesto, me podría detener en hablar del diseño de vestuario que fue excepcional o el escenario que contó con un montaje extraordinario. Sin embargo, creo que lo mejor fue el trabajo de los actores y la prodigiosa dirección. Mi obra comienza apenas unas horas antes de la comparecencia de Martin Lutero ante la Dieta de Worms y después, de manera retrospectiva, va acumulando los testimonios de las personas que tuvieron una parte en el drama. Alberto de Brandeburgo – unas de las interpretaciones que más me gustó – Johannes Tetzel, el predicador de indulgencias – genial y sobrecogedor Misael – el cardenal Cayetano, el papa León X, Carlos V – sensacional Joshua – Lutero, un magistrado y un par de pícaros son los personajes que van apareciendo en la obra y desgranando un drama que pudo haberse desarrollado de otra manera, pero que, de forma providencial, se desenvolvió logrando que la Biblia, Cristo y el Evangelio de gracia fueran devueltos al pueblo.
Las obras teatrales – aún más que las novelas – cuentan con matices sutiles que no siempre son percibidos por directores y actores siendo imposible en ese caso transmitirlos al pueblo. Sin embargo, en estas dos funciones, la dirección de Misael y la labor del elenco de intérpretes captaron a la perfección las ironías, los guiños, las referencias en que abunda el relato. Nunca me he sentido tan satisfecho al subir a un escenario a dar las gracias como esa noche en que tomé la palabra después de haberlo hecho Alicia. A todos – comenzando por ella – les di las gracias por el cúmulo de bendiciones de que fui objeto en esta visita. Difícilmente, hubieran podido tratarme con más atención, con más cortesía, con más amor. Fui por eso que afirmé en público que se había más que confirmado mi sensación inicial de que debía celebrar el Quinto centenario de la Reforma en el Perú. Era verdad y, sobre todo, era justo. Fueron días extraordinarios que me regalaron en ese país que no deja de fascinarme y al que sé que no tardaré, Dios mediante, en regresar. Lo más importante, con todo, es que fueron muchos los que se percataron de que la mejor forma de conmemorar el medio milenio de la Reforma es volverse a la Biblia, a Cristo, al evangelio de gracia y recuperar los valores bíblicos que han hecho la grandeza de unas naciones por encima de aquellas que nunca los recibieron.
(FIN DE LA SERIE)
November 9, 2017
Optimismo excesivo
Quizá por ello me deja atónito el optimismo que contemplo en algunos barrios. Entre los nacionalistas, la algazara nace de que ayer estaban en España y ahora, no. Así, como si se tratara de salir de un restaurante a ser posible dejando la cuenta para que la paguen los de las mesas de al lado. Lo que semejante paso significa en términos económicos e internacionales – no digamos ya sociales o morales – parece importarles una higa. Pero no menos optimista me parece la posición de aquellos que creen que todo se reconducirá con una moderada aplicación del artículo 155 que se acaba dentro de menos de dos meses. Que alguien piense encerrar el genio en la botella después de que ha salido enloquecido mediante el expediente de destituir al gobierno y al jefe de los mozos de escuadra me parece extraordinariamente voluntarista. El artículo 155 aplicado hace cinco años – cuando debió hacerse – incluso hace uno, es posible que hubiera podido tener efectividad. Ahora, señalando que no se van a tocar bastiones como los medios o la educación controlados por los nacionalistas e anunciando unas elecciones próximas difícilmente va a tener mucho efecto. La realidad es que hemos llegado a una tesitura cuyo único desenlace sería la aplicación del artículo 116 de la constitución y, más en concreto, del estado de sitio. Según el texto constitucional, ese estado debe decretarse cuando “se produzca o amenace producirse una insurrección o acto de fuerza contra la soberanía o independencia de España, su integridad territorial o el ordenamiento constitucional”, supuestos todos ellos que constituyen realidad innegable desde hace tiempo, pero que se consumaron el pasado viernes. Esta medida implica que el gobierno ceda temporalmente los poderes a la autoridad militar, aunque bajo la dirección del ministerio de Defensa, hasta el restablecimiento de la normalidad. Personalmente, al punto que ha llegado la situación, no veo otra salida realista y mucho me temo que así va a quedar de manifiesto tras las próximas elecciones. Porque, desde luego, nadie va a convencer a los sediciosos de que algo va en serio si TV3 sigue igual y Montoro continúa desvalijando los bolsillos de los españoles para pagar a los rebeldes que declararon la independencia de Cataluña.
November 8, 2017
La Revolución rusa. Un balance a cien años de distancia
Aunque no fueron pocos los que juzgaron que se trataba de una excelente síntesis histórica de lo que había sucedido en Rusia a inicios del siglo XX, mi opinión personal fue que lo mejor de la obra era el estudio y publicación de fuentes rusas desconocidas para el lector hispano-parlante y, en algunos casos, sólo accesibles tras el desplome de la Unión soviética. No era sólo la propaganda, a favor o en contra, la que hablaba en esas fuentes sino, de manera muy especial, los revolucionarios indicando lo que pretendían llevar a cabo. Comprender lo sucedido a partir de las fuentes y transmitirlo es, a fin de cuentas, la tarea del historiador. Creo que aquella obra cumplió con creces su cometido.
Lo cierto es que las Revoluciones rusas de 1917 constituyen el acontecimiento más relevante de la Historia del siglo XX así como el desencadenante de no pocos dramas. Sin la caída del zar Nicolás II, primero, y la implantación de la dictadura soviética, después, no hubieran existido posiblemente los fascismos de entreguerras; la Segunda guerra mundial y el Holocausto no hubieran tenido lugar, y nuestro planeta tampoco habría conocido el período de abierto enfrentamiento que de manera un tanto hipócrita se denominó Guerra fría. En un libro tendencioso y repleto de inexactitudes, aunque propagandísticamente eficaz, el periodista norteamericano John Reed calificó la revolución rusa de octubre como Diez días que conmovieron al mundo. Habría que decir más bien que las revoluciones rusas de 1917 cambiaron totalmente la Historia universal y que lo hicieron por un período de tiempo que se extendió por poco menos de ocho décadas de manera directa y que continúan haciéndolo de manera indirecta.
Desde aquellos momentos en que redacté La ocasión perdida hasta ahora han pasado dos décadas y hay que realizar un nuevo balance – el que coincide además con el centenario – porque han sucedido no pocos acontecimientos que ayudan a reajustar nuestro análisis de las revoluciones rusas. No se trata sólo de que la URSS se desplomó y de que lo mismo sucedió con las dictaduras comunistas del Este de Europa. A decir verdad, algunos de los bastiones más firmes del comunismo han conservado la dictadura del partido único, pero tanto China como Vietnam han entrado en una economía de mercado que compite extraordinariamente bien en el mercado global. Sólo Corea del norte y Cuba se resisten a abandonar el comunismo, por cierto, con pésimas consecuencias. En contraposición, regímenes como los del chavismo en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y los sandinistas en Nicaragua siguen alabando los supuestos logros de antaño y considerándolos referentes ideológicos y prácticos. El mundo ha cambiado con la caída de la URSS, pero no exactamente como pudo creerse a finales del siglo XX.
A esto hay que añadir otros dos aspectos de no escasa relevancia que presentan paralelos con lo sucedido en 1917. El primero es la existencia de una agenda globalista que, en no pocos casos, se ha manifestado no menos imperial que la que perseguían las potencias que desencadenaron la Primera guerra mundial. El imperialismo clásico apenas existe, pero los sueños imperiales persisten bajo nuevas formas y presentan objetivos reveladoramente semejantes. El segundo es que, igual que antaño, Rusia es uno de los objetivos de esa acción imperial. No se trata de un fenómeno nuevo y, de hecho, al igual que en 1917, las supuestas acciones populares para acabar con la autocracia han sido dirigidas desde fuera y sueñan más con apoderarse de las inmensas riquezas naturales de la nación que con implantar la libertad. Así, en su centenario, las revoluciones rusas de 1917 no sólo nos permiten ver las consecuencias que cabe esperar de la implantación del socialismo sino también las corrientes que siguen actuando en la actualidad para, so capa de mejora, intentar apoderarse de Rusia.
Decía Cicerón que la Historia es maestra de la vida. Pocas veces podrá enseñarnos más lecciones que examinando documentalmente las revoluciones de 1917. De eso trata precisamente mi último libro La Revolución rusa. Un balance a cien años de distancia, Buenos Aires, Olmo ediciones, 2017. Adelanto que no va a ser fácil de encontrar en España, pero pueden dar con él en los siguientes enlaces.
Con el precio en moneda argentina (que no se asuste nadie)
http://www.olmoediciones.com/shop/product/la-revoluci%C3%B3n-rusa/
Con el precio en dólares (unos 27 euros)
November 6, 2017
Quinto centenario de la Reforma en Perú (II): Entre los jóvenes
Comencemos con el sábado. Pasé el día entero en un campamento de jóvenes hablando sobre diversos temas relacionados con la Reforma. ¡¡¡Ocho horas!!! En una sociedad donde los jóvenes cada vez son más superficiales, donde andan confusos y desorientados gracias a una agenda y a unos adultos preocupados por casi todo salvo por el bien de las generaciones futuras, donde la lectura se ha convertido en un hábito cada vez más dejado de lado, donde la búsqueda del entretenimiento insano e inmediato es casi la única meta poder hablar a jóvenes durante ocho horas, contemplar su inmenso interés, ver cómo participan con entusiasmo y escuchar sus preguntas más que interesantes… ah, eso no tiene precio.
Quizá a alguno le pueda parecer idealista, pero en momentos así es cuando te percatas de que hay razones para la esperanza. Quizá la presente generación ya no pueda dar más de si. Es algo que cuesta no pensar al contemplar fenómenos tan deplorables como la vida política, la conferencia episcopal entregada a la traición o ese ente perverso conocido como FEREDE. Es más que posible que ninguno de ellos entre jamás en la Tierra prometida porque, vez tras vez, han demostrado que el beneficio propio les interesa más que lo que debería interesarles. Pero hay nuevas generaciones y el futuro es suyo. A lo largo del sábado pude contemplarlo. Con todo, lo más impresionante fue el concurso sobre la Reforma celebrado el lunes por la noche.
Durante semanas, en las distintas comunidades que tan bien dirige Alicia Estremadoyro fueron celebrándose eliminatorias para que, al fin y a la postre, eligiera cada una de ellas un finalista. Lo que yo contemplé, convertido en miembro del jurado, esa noche fue verdaderamente excepcional. Primero, los citados finalistas respondieron con acierto y rapidez una batería de preguntas no sólo sobre la Reforma sino sobre la Historia del cristianismo anterior verdaderamente sobrecogedora. No tengo la menor duda de que más del noventa por ciento de la gente que se gradúa en seminarios o facultades de teología no conoce tan bien la Reforma como los jóvenes concursantes de esa noche y podría afirmar lo mismo de más del noventa y nueve por ciento de la gente que se licencia y doctora en Historia. Ya de por si semejante circunstancia es prodigiosa, pero no fue ni con mucho lo más notable. La segunda y la tercera parte del concurso obligaban a desarrollar temas de mayor profundidad y aquí destacaron con luz propia todos y cada uno. De manera bien conmovedora para mi, señalaron en qué les había afectado mi libro El legado de la Reforma y aquí – lo reconozco – no pude evitar emocionarme. No pude evitar un nudo en la garganta al escuchar a un joven decir que tenía la intención de abandonar el Perú a la vista de la situación, pero que tras haber leído mi libro había decidido que existía una esperanza de cambio basada en los valores bíblicos que recuperó la Reforma o contemplar el testimonio de una mujer señalando cómo su vida había cambiado en facetas muy concretas por la lectura de El legado de la Reforma.
Nuestra vida tiene sentido en la medida en que, dentro de nuestras posibilidades, logramos que el mundo sea un poco mejor. Algunos piensan que esa tarea se consigue cuando hay gente dispuesta a seguirlos como ovejas, cuando continúan esparciendo un mensaje de fanatismo religioso o político, cuando atiborran de nuevos ingresos sus cuentas corrientes. Son gravísimas equivocaciones. Nuestra vida es digna de ser vivida cuando podemos infundir conocimiento correcto, paz genuina, esperanza sólida, amor real y otras bendiciones semejantes en la existencia de otros. La gente que se presentó al concurso lo sabía ya y había comenzado a ponerlo en práctica. Es el inicio y, por añadidura, una manera especialmente adecuada de conmemorar lo que significó y sigue significando la Reforma.
CONTINUARÁ
Quinto centenario de la Reforma en Perú (I): Un aniversario obligado
Eso lo sabe de sobra el papa Francisco que, como era de esperar, no suscribe ni de broma la apologética clásica – aparte de pedante, falaz, insustancial e ignorante – del catolicismo frente a la Reforma. Pero claro pensar que gente que está en la inopia en el mejor de los casos o que tiene una panza como los frailes que defender va a aceptar la verdad es pedir peras al olmo… o más bien al alcornoque.
La Reforma – el acontecimiento más positivo de la Historia sólo detrás del nacimiento de Jesús – iba a cumplir quinientos años y se iba a celebrar. Comencé a recibir invitaciones para dar conferencias en esa fecha desde el año 2016. Procedían de Europa, Hispanoamérica y Estados Unidos. Algunas incluso iban unidas a una oferta de jugosa remuneración. Sin embargo, desde el principio, adopté la decisión de pasar esos días en Perú. Aún más. Había dos posibilidades. Una bien pagada y promocionada por una persona de recursos considerables; la otra derivada de la MBC que, desde hace tiempo, dirige magníficamente Alicia Estremadoyro. Opté por esta última sin dudarlo un segundo. Lo que me esperaba fue una cadena ininterrumpida de bendiciones en una nación que siempre me ha tratado extraordinariamente bien. Así que salí para Perú.
Mi primera actividad tuvo lugar en el Auditorio médico de Lima. Allí pronuncié una conferencia sobre la libertad y la Reforma ante un público de un millar de personas. La gente sostiene multitud de tópicos que por fanatismo, tradición o ignorancia se empeña en mantener. En el caso de no pocos españoles, la manera en que esos prejuicios distorsionan su visión de Hispanoamérica y de la propia Historia resulta deplorable. Para muchos, todo lo que dejó la colonia española tras de si fue maravilloso, indescriptible e incluso inmerecido. Cuando alguien lo cuestiona recurriendo a las propias fuentes españolas – que estas gentes desconocen de manera lastimosa – se le acusa de promover la Leyenda negra y arreando… De entrada, hay que empezar reconociendo que no se puede dejar más que lo que se tiene. Yo – por más que me empeñe – no voy a poder enseñar japonés a la gente por la sencilla razón de que es un idioma que desconozco. En el terreno positivo, España dejó ese prodigio que es el español – castellano sólo lo llaman en España – perseguido por nacionalistas catalanes y vascos. En el negativo, dejó la herencia de la Contrarreforma, una herencia que basta recorrer Hispanoamérica – o simplemente estudiar su Historia - para contemplar. La ausencia de libertad es uno de sus aspectos más negativos y por eso me centré en esa cuestión.
Mi conferencia fue desgranando algunos aspectos en los que la Reforma desencadenó un legado de libertad que, lamentablemente, los países católicos jamás han conocido por más que se hayan esforzado de manera ocasional en ir en esa dirección. La Reforma implicó, en primer lugar, un legado de inmensa libertad espiritual. La horrible esclavitud que significó el papado sometiendo a sangre y fuego a los que osaran no doblar la cerviz ante su tiranía, hurtando la Biblia al pueblo, sofocando el testimonio de Cristo bajo inyecciones repetidas de paganismo y convirtiendo la salvación en materia de compra y venta fue combatida directamente por la Reforma. Sus gritos fueron ¡devolved la Biblia al pueblo! ¡devolved Cristo al pueblo! y ¡devolved el Evangelio de gracia al pueblo! y ante los oídos sordos de una institución a la que interesaba, por encima de todo, satisfacer su ansia de poder y su desmedida codicia, lo hizo ella misma. El impulso de la Reforma era medularmente espiritual, pero, a la vez, al recuperar una Biblia secuestrada por el papado durante siglos recuperó una serie de valores que se tradujeron en un inmenso impulso de libertad.
En primer lugar, la Reforma implicó una libertad de la ignorancia y no sólo porque se enfrentó con siglos de mugre teológica acumulada durante la Edad Media y opuesta totalmente al mensaje de la Biblia – Erasmo se recachondeó de dogmas precisamente de lo que hablaba - sino porque impulsó – por primera vez en la Historia – la alfabetización. A diferencia de un catolicismo que mantuvo en la ignorancia a la población excusándose en que podía enseñar lo suficiente mediante las imágenes, la Reforma abrió la primera escuela pública y gratuita de la Historia en 1536. Las tasas de alfabetización de naciones que abrazaron la Reforma fueron escandalosamente superiores a las de las naciones católicas. Los peregrinos del Mayflower, puritanos de mediados del siglo XVII, por ejemplo, contaban con un índice de alfabetización siete veces superior al de España e Hispanoamérica a inicios del siglo XIX. La cosa tardó mucho en mejorar porque las leyes educativas de España e Hispanoamérica, impulsadas ya bien entrado el siglo XIX, chocaron con la oposición feroz de la iglesia católica. Una cosa es que ella educara a los que iban a mandar sometidos a sus criterios y otra bien diferente que la gente llana supiera leer y escribir. Pero esa liberación de la ignorancia no se limitó a la educación. La Reforma desencadenó también la Revolución científica, esa que nunca se ha producido en nuestras naciones que, en su mayor parte, siguen viviendo de lo que otros inventan. Sí, ya sé que hay excepciones y que la fregona y el chupa-chups fueron inventados por españoles, pero…
La Reforma implicó también la liberación de la pobreza. Inicialmente, las naciones reformadas eran más pequeñas y pobres que grandes imperios de ultramar como Portugal y España. Las superaron en breve gracias a recuperar la cultura bíblica del trabajo y a crear una cultura financiera a la que las naciones católicas no comenzaron a asomarse mínimamente hasta el siglo XVIII aunque durante los siglos XIX y XX no llegaron a absorberla del todo. Que naciones pequeñas como Inglaterra u Holanda llegaran a batir a España o que Finlandia tenga el mejor sistema educativo del mundo cercana a lo conseguido por las naciones de Escandinavia es fruto de la Reforma. España, por desgracia para ella e Hispanoamérica, tuvo bastante con dilapidar sus inmensos recursos convertida en la espada de una iglesia católica que siempre que pudo la apuñaló por la espalda como ahora mismo hace en Cataluña y las Vascongadas.
La Reforma también implicó la libertad frente al despotismo. Recuperó la idea de la supremacía de la ley – nunca plenamente vivida en España o Hispanoamérica – e impulsó la separación de poderes y la idea del poder limitado. A fin de cuentas, una constitución como la de Estados Unidos sólo podía brotar de sólidas raíces protestantes y jamás hubiera podido nacer y funcionar en una nación católica. De hecho, tanto en Hispanoamérica como en España sigue existiendo la esperanza de que aparezca el déspota providencial. En España, lo denominaron a inicios del siglo XX, el cirujano de hierra y todo terminó como el rosario de la aurora. En Hispanoamérica, se ha llamado Perón y Porfirio Díaz, Castro y Chávez, Pinochet y Morales, Batista y Trujillo. Para unos son villanos, pero para otros, son los héroes deseados porque el despotismo forma parte del ADN cultural. ¿Podía ser de otra manera en una cultura que cree que la cabeza de la iglesia es un teócrata que sustituye al mismísimo Cristo?
Igualmente, la Reforma significó la libertad de un concepto tan dañino como el de pecado venial, ese tipo de pecado que, según la iglesia católica, desaparece automáticamente mediante la realización de ritos como santiguarse con agua bendita. Que la mentira y el hurto sean pecados veniales explica no poco la extensión de la corrupción en nuestras amadas naciones. Por supuesto, nos empeñamos en culpar a los políticos, pero la realidad es que en la sociedad está muy extendida la costumbre de hurtar y de mentir, hábitos horribles que molestan cuando nos afectan y que se disculpan cuando circulan por otros barrios.
La Reforma implicó un anuncio y una práctica de libertad contra todas estas lacras. Fue algo que perdimos en naciones como España donde además se implantó toda una cultura de la delación y de la hipocresía relacionada directamente con esa repugnante institución conocida como la Inquisición que algunos fanáticos se empeñan en seguir defendiendo.
La Reforma significó abrir de par en par las puertas a la libertad comenzando por la del espíritu. De hecho, fue gracias a la Reforma que, por primera vez en la Historia, se reconoció un derecho que la iglesia católica ha oprimido durante siglos: el derecho a la libertad religiosa. Pero lo que vino después fue verdaderamente grandioso y de ello nos beneficiamos a día de hoy.
Ése fue el mensaje que dejé esa noche ante un millar de personas, incluido el alcalde, que escucharon más que interesadas en el auditorio. Fue un viernes por la noche y no pude evitar decirme que comenzaba a confirmarse que había tomado la decisión más adecuada al decidir pasar la conmemoración del Quinto aniversario de la Reforma en Perú.
CONTINUARÁ
November 5, 2017
Pablo, el judío de Tarso (XLVII)
la carta a los Romanos, el Evangelio según Pablo (IV): el destino de Israel
Es muy posible que la exposición del Evangelio “según Pablo” hubiera concluido al final del capítulo octavo si sus destinatarios hubieran sido gentiles. De manera extraordinariamente sólida, Pablo había logrado exponer hasta ese momento el mensaje de la condenación universal, de la salvación mediante la fe en el sacrificio expiatorio del mesías y de la nueva vida en el Espíritu. Sin embargo, la comunidad cristiana en Roma era mayoritariamente judía y, de manera comprensible, estaba preocupada por la respuesta que otros judíos habían dado a la predicación de que Jesús era el mesías. Ciertamente, Jesús el judío era el mesías y no era menos cierto que sus discípulos primeros – y posiblemente todavía mayoritarios – eran judíos. E incluso podía aducirse la importancia de las comunidades judeo-cristianas en la misma Judea. Todo eso era cierto, pero no lo era menos que, en su conjunto, Israel no había aceptado la buena noticia de que Jesús era el mesías. Se trataba de algo de enorme trascendencia espiritual en la medida en que a Israel le pertenecen “la adopción, y la gloria, y el pacto, y la ley, y el culto, y las promesas; y los antepasados de los cuales procede carnalmente el mesías, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Romanos 9, 4-5). ¿Cómo podía explicarse esa circunstancia?
Para Pablo, las razones son varias. En primer lugar, el hecho de que no todo Israel es Israel. En otras palabras, Israel no está formado por aquellos que son de la descendencia física de Abraham, sino los que proceden de la promesa. De hecho, el mismo Abraham tuvo dos hijos, pero la descendencia relevante en términos espirituales es sólo la que procede de Isaac (9, 6 ss).
En segundo lugar, Dios es el que impulsa el proceso de salvación, una salvación que es por gracia, mediante su elección y no por las obras. En última instancia, es El quien sabe por qué una persona responde a la predicación del Evangelio y porqué lo rechaza. Al respecto, los ejemplos que podían leerse en las Escrituras no eran escasos:
11 Porque cuando aún no habían nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección, no por las obras sino por el que llama, perdurase 12 le fué dicho que el mayor serviría al menor. 13 Como está escrito: A Jacob amé, pero a Esaú aborrecí.
(Romanos 9, 11-13)
La idea de que Dios provoca la salvación mediante un proceso de elección-predestinación cuenta con notables paralelos a lo largo de la Historia de las religiones. Aparece en el Antiguo Testamento (como muy bien se ocupó de señalar Pablo) y en sectores del judaísmo como los esenios, los sectarios de Qumrán y algunos fariseos. Ni siquiera faltan las referencias de Jesús a la elección (Juan 15, 16-19). Con posterioridad, esa creencia en la predestinación vuelve a aparecer en personajes de la talla de Agustín de Hipona o Tomás de Aquino, por no decir, durante la Reforma, Lutero o Calvino. Sin embargo, la extensión de la creencia no ha contribuido a convertirla en popular y desde siempre ha existido una clara tendencia a encontrarla difícil de soportar. El mismo Pablo rehuye entrar en una justificación racional de la cuestión. Las Escrituras lo enseñan, Dios – por definición – no puede ser injusto y, por lo tanto, resulta absurdo ponerse a especular al respecto:
14 ¿Qué vamos a decir entonces? ¿Que hay injusticia en Dios? Jamás. 15 Pero a Moisés le dice: Tendré misericordia del que tenga misericordia, y me compadeceré del que me compadezca. 16 Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que es el que tiene misericordia, 17 porque la Escritura dice del faraón: para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. 18 de manera que del que quiere tiene misericordia; y al que quiere, endurece. 19Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, se enoja? porque ¿quién puede resistirse a su voluntad? 20 pero, hombre, ¿quién eres tú, para que discutas con Dios? Va a decirle el cacharro de barro al que le labró: ¿Por qué me has hecho de esa maneral? 21 ¿O es que acaso no puede el alfarero hacer de un mismo material un vaso para honra, y otro para vergüenza? 22 ¿Y qué pasa, si Dios, queriendo mostrar la ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha mansedumbre los vasos de ira preparados para muerte, 23 y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró en los vasos de misericordia que él ha preparado para gloria; 24 a los que también ha llamado, a nosotros, que procedemos no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?
(Romanos 9, 14-24)
En tercer lugar, las Escrituras ya habían profetizado que no todos los miembros del Israel natural responderían a la salvación de Dios. A decir verdad, lo que se repite con machacona insistencia es que sólo una parte, un residuo, un resto de todo Israel se salvaría:
25 Como también en Oseas dice: Llamaré al que no era mi pueblo, pueblo mío; Y a la no amada, amada. 26 Y sucederá, que en el lugar donde les fué dicho: Vosotros no sois pueblo mío: Allí serán llamados hijos del Dios viviente. 27 También Isaías clama en relación con Israel: Aunque fuera el número de los hijos de Israel como la arena de la mar, sólo un resto se salvará: 28 Porque el Señor pondrá en ejecución sin tardanza su sentencia sobre la tierra. 29 Y como predijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado simiente, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra nos hubiéramos asemejados. 30 ¿Qué diremos entonces? Que los gentiles que no perseguían la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por la fe; 31 y en cambio Israel que seguía la ley de justicia, no ha llegado a la ley de justicia. 32 ¿Por qué? Porque la perseguían no por fe, sino por las obras de la ley…
(Romanos 9, 25-32a)
Los argumentos de Pablo que – no puede negarse – aparecen sustentados en todo un entretejido de textos de las Escrituras hebreas no constituyen, sin embargo, una formulación del rechazo de Israel. A decir verdad, históricamente, sólo unos pocos israelitas han sido verdaderamente Israel. Ahora, lo que ha sucedido es que Israel se asemeja a un olivo del que, por la falta de fe en el mesías prometido, en Jesús, han sido desgajadas algunas ramas que, por naturaleza, eran judías y se han injertado otras inicialmente extrañas que son los gentiles. A decir verdad, Israel sigue existiendo y sigue existiendo como un pueblo fiel porque Israel es una realidad espiritual caracterizada por aceptar los propósitos de Dios que incluyen al mesías y no por pertenecer a una raza concreta:
1 DIGO pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En absoluto. Porque también yo soy israelita, de la estirpe de Abraham, de la tribu de Benjamín. 2 No ha desechado Dios a su pueblo, al que conoció antes. ¿O acaso no sabéis lo qué dice de Elías la Escritura? cómo hablando con Dios contra Israel dice : 3 Señor, han dado muerte a tus profetas y tus altares han derruído; y sólo he quedado yo, y procuran matarme. 4 Pero ¿qué le responde Dios? He dejado para mí siete mil hombres, que no han doblado la rodilla delante de Baal. 5 Así también, ahora mismo ha quedado un resto elegido por gracia. 6 Y si es por gracia, no es por las obras; de otra manera la gracia ya no sería gracia. Y si fuera por las obras, ya no sería gracia; de otra manera la obra ya no sería obra. 7 ¿Qué ha pasado por lo tanto? Que lo que buscaba Israel no lo ha alcanzado; pero los elegidos sí lo alcanzaron y los demás fueron endurecidos… 13Porque a vosotros hablo, gentiles… 15 Porque si la reprobación de los judíos se ha traducido en la reconciliación del mundo, ¿qué significará su reintegración sino la vida de entre los muertos?... 17 Por que si algunas de las ramas fueron arrancadas, y tú, siendo acebuche, has sido injertado en su lugar, y te has convertido en partícipe de la raíz y de la savia del olivo; 18 no presumas contra las ramas; y si presumes, entérate de que no sustentas tú a la raíz, sino la raíz a ti. 19 Pues las ramas, dirás, fueron quitadas para que yo fuera injertado. 20 Es cierto. Por su incredulidad fueron arrancadas, pero tú por la fe estás en pie. No caigas en la soberbia, sino más bien teme, 21 porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, a ti tampoco te va a perdonar… 23 Y aun ellos, si no siguieran siendo incrédulos, serán injertados, porque Dios es poderoso para volverlos a injertar.
(Romanos 11, 1-7, 13, 15-21, 23)
¿Terminaba así la historia de los descendientes de Abraham? ¿Significaba que, en su conjunto, su historia había concluido con la llegada del mesías? El razonamiento de Pablo podía haber concluido así sin ningún tipo de violentamiento lógico. Los judíos se habían esforzado por hallar la justicia ante Dios mediante la ley – algo que chocaba con lo establecido en la Torah – y, de manera trágicamente lógica, no habían alcanzado la única forma de justicia que Dios admite, aquella mediante la que justificó al propio Abraham, la justificación por la fe. El rechazo del mesías Jesús no había sido general, por supuesto. A decir verdad, se había repetido un fenómeno dramático, pero real en la Historia de Israel, el de que sólo un resto se había salvado, mientras que la mayoría había manifestado su incredulidad ante las acciones de Dios. A partir de aquí, no resultaría difícil deducir que el Israel natural ha desaparecido de la Historia de la salvación y que sólo puede ser contemplado en términos de negativa incredulidad. Históricamente, ese paso ha sido dado por no pocos y ha derivado con relativa facilidad en un antisemitismo no racial, pero sí teológico y espiritual. Sin embargo, Pablo no sólo no llega a esa conclusión sino que anuncia una restauración futura de Israel precisamente porque Dios sigue amando a los descendientes carnales de Abraham. Al realizar esa afirmación, Pablo sigue la línea de los profetas de Israel, de Jesús y de los predicadores judeo-cristianos y no la de muchos teólogos que aparecieron después de él. Al final de los tiempos, cuando todos los gentiles que hayan de salvarse, hayan alcanzado esa meta, también todo Israel se salvará:
24 Porque si tú procedes de un olivo silvestre, y contra la naturaleza fuiste injertado en el buen olivo, ¿cuánto más éstos, que son las ramas naturales, serán injertados en su olivo? 25 Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no caigais en la arrogancia: que el endurecimiento que, en parte, ha tenido lugar en Israel, es sólo hasta que hayan entrado todos los gentiles; 26 y luego todo Israel será salvo; como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad;
(Romanos 11, 24-26)
CONTINUARÁ
November 4, 2017
Love lifted me
Cuando se llega a ese punto, lo único que puede sacarnos de semejantes tribulaciones es el amor. Por supuesto, en primer lugar, se encuentra el Amor de Dios, un amor del que nada ni nadie puede separarnos aunque lo intenten. Los que han experimentado una conversión, saben que ni los mayores obstáculos ni las dificultades más terribles nos separarán del amor de Dios que se manifestó con enorme claridad en la cruz del Calvario (Romanos 5: 1-11).
No se trata, sin embargo, sólo del amor de Dios. Esta realidad es aplicable también aunque, a menor escala, al amor humano. Es la calidez del amor de otros seres la que permite que podamos remontar situaciones de soledad, de dolor, de sufrimiento. Cuando puede parecer que no existe esperanza alguna… el amor nos levanta.
Ese mensaje es el que contiene este viejo himno góspel: cuando nada más funcionaba, el amor me elevó. Lo he cantado en multitud de ocasiones – sin ir más lejos, hace pocas semanas en la iglesia a la que acudo los domingos – y cada vez he sido consciente de que ese mensaje resulta innegable.
Les dejo con tres versiones de este hermoso tema. La primera es una clásica entonada por Randy Travis. La segunda es una bastante peculiar que allá por los años setenta – como pasa el tiempo – comenzó a entonar Kenny Rogers con expresa referencia a la Biblia. La tercera es de Kenny Rogers también, pero entonada hace poco junto a los Oak Ridge Boys, unos intérpretes clásicos de música góspel. En todos y cada uno de los casos, el mensaje es obvio. Deseo de todo corazón que sea también realidad en aquellos que leen estas líneas y que si no ven salida alguna para su dolor sepan y comprueban que el Amor de Dios puede rescatarlos de esas circunstancias de sufrimiento. Disfruten la canción. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Aquí está Randy Travis
www.youtube.com/watch?v=eQoCTEFJPDo
A mediados de los 70, Kenny Rogers y Dolly Parton
www.youtube.com/watch?v=FRyvsFJErCE
Hace muy pocos años Kenny Rogers y los Oak Ridge Boys
November 3, 2017
De la Reforma y el desafuero catalán
Sobre ello comenzaré una serie de posts el lunes de la semana que viene, Dios mediante, y creo que no exagero si afirmo que los van a encontrar más que interesantes. Pero antes he de reproducir una entrevista que me practicó Pedro Tarquis sobre el tema y en el curso de la cual hablamos también de ese proceso catalán que comenzó con mentiras y victimismo por parte de los nacionalistas y al cabo de una semana había hundido a Cataluña para años y años.
En estos momentos – y resulta lamentable – decir Cataluña y catalanes en el extranjero es como mencionar a los tontos del pueblo de la aldea global. Charlie Hebdo los llamó en portada los más gilipollas (disculpen la grosería, pero es el término que usaban en francés) de, al menos, Europa. La verdad es que los nacionalistas catalanes no dan la sensación de haber destacado ni por la prudencia, ni por la inteligencia, ni por la dignidad, ni por ninguna virtud positiva. Si acaso la rapidez para ponerse a salvo del fruto directo de los pecados que han impulsado durante décadas con el dinero de todos los españoles. No me da alegría que así sea, pero cuando se es el chulito de clase, el paleto más paleto de la familia y el niño mimado de la casa que se lleva todo lo que quiere a costa del resto de los hermanos y encima protesta de las migajas que a éstos les tocan… pues quizá no le está mal empleado.
Cuestión aparte es que los pobres catalanes que desean ser españoles y catalanes tengan un negro futuro porque las oligarquías de su región son las primeras en engañarlos o que con unas elecciones el 21 de diciembre de aquí pueda salir algo bueno. Ahí las responsabilidades están más repartidas y afectan de manera muy directa a los grandes partidos nacionales que han tolerado lo que jamás debieron tolerar. De muchas de estas cosas hablé con Pedro Tarquis que, por cierto, acababa de regresar de Paraguay y no se puede decir que estuviera exultante tras su paso por esta nación suramericana. ¡Desde luego, qué cosas le pasan a la gente! Espero que disfruten de la entrevista. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
Y aquí está la entrevista
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