César Vidal's Blog, page 116

June 6, 2015

The Church’s one Foundation

​Aunque la Biblia establece claramente (I Corintios 3: 11) que nadie puede poner otro fundamento que Cristo es conocido cómo algunas confesiones religiosas, aun proclamándose cristianas, han colocado otro fundamento que no es él.

Las Escrituras son radicalmente claras al afirmar que la piedra sobre la que se construye la iglesia es Jesús en cumplimiento de la profecía del Salmo 118:22 y así lo afirmó de manera tajante no sólo él (Mateo 21: 42) sino también el apóstol Pedro (I Pedro 2: 7) y Pablo (Romanos 9: 33). La única piedra sobre la que se levanta la iglesia, su único fundamento es, de acuerdo con la Biblia, Cristo y si alguien pretende que es otro simplemente está defendiendo a un usurpador del papel de Jesús el mesías.



Ese es precisamente el tema de esta canción escrita en 1866 por Samuel J. Stone. En un momento de especial dificultad en el que se pretendía colocar otros fundamentos a la vida de los cristianos, Stone recordó que el único fundamento de la iglesia es Cristo. Es así porque quien compró a la iglesia con su sangre y murió dando la vida por ella fue Jesús y nadie más. Como recordaría Pablo a los corintios en su primera carta, capítulo 3:





De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor. Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios. Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”.



Las palabras de Pablo, claras como siempre, nos enfrentan con una realidad irrefutable. Crees ser cristiano, pero tu confesión religiosa ¿qué fundamento afirma tener? ¿Es Cristo o es otro? ¿Se considera levantada sobre Cristo como piedra o sobre otra “piedra”? Si afirma que es Cristo, estás en un buen camino; si pretende que la piedra sobre la que está construida es otro ser… te encuentras en un grupo en el que un ser humano pretende robar a Cristo su gloria porque sólo Jesús el mesías fue crucificado, pagó con su sangre la salvación y fue levantado de entre los muertos.



Les dejo con dos versiones de este himno. La primera es del King´s College de Cambridge y la segunda de una iglesia evangélica en la India a mi juicio aún más hermosa. Existe una versión española titulada Mi gozo está en tus atrios, pero no he conseguido dar con ninguna copia. Disfruten de estas dos y mediten en su importante mensaje. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!





King´s College Cambridge





Una iglesia evangélica en Chennai, India





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Published on June 06, 2015 00:41

June 5, 2015

Estudio Bíblico: Lírica bíblica (IV): Salmos (IV): Salmos de súplica

​Sin ningún género de dudas, el libro de los salmos contiene algunas de las porciones literarias de mayor hondura psicológica no sólo de la Biblia sino de la Historia de la literatura universal.

Tal circunstancia queda claramente de manifiesto en los denominados salmos de súplica. En ellos contemplamos al ser humano en su desnudez absoluta. Cada yo es un yo en si mismo que sólo tiene para dirigirse en su soledad y demás tribulaciones a Dios.



El Salmo 3, por ejemplo, es el de la persona que se sabe rodeada de unos enemigos que no dejan de multiplicarse (v. 1 y 2). El Salmo 5 pone ante nuestra mirada a aquel persona que ama al único Dios verdadero y que por ello es calumniado y vilipendiado por los malvados (v. 9). El Salmo 13 nos transmite la súplica del que se ve inmerso en la aflicción y la pena sabedor de que sus enemigos se alegrarán de su desgracia (v. 4). El Salmo 22 es un texto extraordinario en que podemos ver al propio mesías abandonado y suplicando a Dios. Tampoco falta el caso del que suplica a Dios porque es un pecador. Quizá el ejemplo más claro de ello sea el Salmo 51, escrito por David después de su pecado con Betsabé. David era consciente de que ni sus méritos ni ningún tipo de ceremonia podrían lavar su pecado. Sólo el amor inmerecido de Dios podría hacerlo, pero para recibir ese amor, David tenía que reconocer su culpa sin ningún género de paliativos y aceptar que la salvación no podía proceder de sus méritos. A decir verdad, nadie que no tenga un “corazón contrito y humillado” será recibido por Dios (v. 17).



Los salmos de súplica constituyen una afirmación innegable del Sola gratia que tanto enfatizó la Reforma y que aparece a lo largo de la Biblia. Como señala acertadamente el Salmo 130: 3: “Jah, si miraras los pecados, ¿quién, oh Señor, podría tenerse en pie?”. Semejante afirmación escuece a los que creen que pueden salvarse por sus méritos o por sus obras, pero constituye una enseñanza esencial en las Escrituras. Como bien mostró Pablo en Romanos 3: 9-20: ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito:

No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles;

No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; quebranto y desventura hay en sus caminos; y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado”.



Los autores de los Salmos sabían que nada merecían y que nada podían ofrecer a Dios salvo sus faltas. Por eso, se confiaban en la Sola Gratia con una sencillez que nos conmueve. De manera también reveladora, sólo se dirigían a Dios. Por su cabeza, jamás habría pasado la idea de inclinarse ante una imagen o encomendarse a nadie que no fuera Dios. Eso lo habrían hecho las naciones idólatras que rodeaban a Israel, pero jamás un miembro del pueblo de Dios. Precisamente por eso las diferencias en los resultados resultaban tan acusadas. Las naciones entregadas a la idolatría, las que elevaban sus oraciones a otros seres que no era el único Dios verdadero y se inclinaban ante imágenes fabricadas por el hombre eran presa de la angustia. Los que, orando al Dios único y únicamente, se veían rodeados de enemigos podían afirmar: “Yo me acosté y me dormí, y desperté porque YHVH me sostenía. No temeré a miríadas de gentes que levantaran sitio contra mi” (3: 5-6).



Esa paz sólo la puede disfrutar el que reconoce su pecado humildemente; el que acepta que no puede por sus propios méritos obtener el perdón; el que se confía a Dios en la fe de que sólo El puede cambiar su vida. Es una paz que ninguna organización religiosa, ninguna ceremonia, ningún psiquiatra y ninguna ideología pueden proporcionar. Tal y como señala el Salmo 4: 8: “En paz me acostaré e igualmente dormiré, porque sólo Tu, YHVH, me haces vivir confiado”.



Lectura recomendada: Salmos 3, 4, 51 y 130.





Marcos 6: 7-29: Los Doce y Juan (I)



El episodio de incredulidad en Nazaret que vimos en nuestra última entrega habría desanimado a cualquiera. Sin embargo, no fue el caso de Jesús. Por el contrario, llamó a sus doce discípulos más cercanos y los envió a predicar. El ministerio de los Doce fue único y no fue concebido jamás como una jerarquía que contaría con sucesores. Era totalmente imposible que así fuera porque los apóstoles eran doce, precisamente, para juzgar en su día a las doce tribus de Israel (Mateo 19: 28) y sólo podían serlo aquellos que hubieran seguido a Jesús desde el inicio y fueran testigos de su resurrección (Hechos 1: 21-22). Pretender que esa condición es objeto de sucesión constituye, pues, una terrible muestra de ignorancia o de mala fe. Claro que los apóstoles no sólo se caracterizaban por tener encomendado el juicio de las tribus de Israel y el haber vivido con Jesús sino que además debían presentar unas características muy concretas que aparecen descritas en este pasaje.



1. La autoridad sobre los espíritus inmundos (v. 7). No deja de ser significativo que las escasas veces que Juan Pablo II se encontró con endemoniados no lograra liberar a los infelices ni en una sola ocasión a pesar de que se valió de toda la panoplia católica. Tampoco – a decir verdad – resulta sorprendente. Sin embargo, jamás habría sucedido cosa semejante con un apóstol siquiera por el hecho de que contaba con una autoridad real que derivaba de Jesús, una autoridad que expulsaba demonios.



2. La ausencia de bienes materiales (v. 8-10). Los apóstoles se caracterizarían también por no tener bienes materiales. De hecho, sería impensable que almacenaran dinero o que contaran con una vivienda lujosa o que dispusieran de un banco. Su caminar itinerante no sería para detenerse en las moradas de los poderosos sino para aceptar lo más humilde mientras predicaran el Evangelio. ¿Vive alguien en un palacio o en una mansión lujosa? ¿Gestiona caudales? ¿Pertenece a una confesión religiosa que dispone hasta de un banco? Si es así, nada tienen que ver con los Doce que siguieron a Jesús y mucho menos, si cabe, con las instrucciones que dio.



3. Deberían anunciar la conversión (v. 11-12). Lejos de tener un mensaje encaminado a la ceremonia, a la sumisión a una organización o a intentar ser popular los Doce debían ser muy claros en su mensaje. El Reino de Dios se había acercado y sólo cabía entrar en él o quedarse fuera. Si ese era el caso no debían insistir (v. 11). La suerte de aquellas gentes que hubieran rechazado el mensaje del Evangelio de gracia en favor de sus creencias, tradiciones religiosas o prejuicios sería peor en el día del juicio que la de Sodoma y Gomorra. Sin embargo, no por eso debían ser perseguidas ni coaccionadas. Si una organización ha sancionado la persecución de disidentes religiosos o de aquellos que no aceptaban su mensaje, su conducta dista mucho de la que Jesús enseñó a sus discípulos y



4. El poder de Dios se vería en ellos (v. 13). De los Doce – que marcharían no a las órdenes de Pedro sino de dos - se esperaba que manifestaran el poder de Dios. No realizarían ceremonias ni pretenderían perdonar pecados. Pero sí expulsarían demonios. Lo harían no gracias a un manual o a un complejo ritual de exorcismos sino porque el poder de Dios los acompañaría. Por añadidura, ungirían a los enfermos con aceite y se curarían. Si, en lugar de esa acción de Dios, lo que vemos es a gentes que repiten fórmulas sin que los espíritus inmundos salgan o que, en lugar de ungir con aceite y sanar a los enfermos, los ungen justo antes de que se mueran… bueno, sobran las palabras. En nada se parecen a los apóstoles y pretender que los han sucedido no pasa de ser, como mínimo, un disparate grotesco, una pretensión rezumante de soberbia y una estafa espiritual. Sin embargo, como todas las estafas, al final, los resultados son obvios. La predicación del Evangelio implica un llamamiento a la vida del Reino, un anuncio de juicio y una manifestación del poder de Dios en las vidas de las personas que se encuentran con él. Es vida y vida en abundancia que puede satisfacer las más íntimas necesidades del ser humano. Cuando en lugar de eso se predica la sumisión a un hombre que vive en un palacio inmenso o en una gran mansión; la práctica de ceremonias de dudoso origen y la sustitución de la Biblia por el emocionalismo y otras conductas poco recomendables… podemos calificarlo como queramos, pero, desde luego, jamás como una predicación apostólica.



CONTINUARÁ

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Published on June 05, 2015 00:00

June 4, 2015

Isabel II, la reina en el laberinto

​La definición fue dada por la propia reina en sus años de exilio: “A veces me parecía estar metida en un laberinto por el cual tenía que andar palpando las paredes, pues no había luz que me guiara.

Si alguien encendía la candela, venía otro y me la apagaba”. No exageraba. Proclamada reina en la infancia, su nula formación política no fue compensada por diferentes políticos más interesados en manipularla que en servirla con excepciones como Narváez, O´ Donnell o González-Bravo. A la preocupación de conseguir un heredero, se sumaron las ambiciones de los carlistas que desencadenaron una nueva guerra antes de que concluyera el reinado; la conducta reprobable de un marido impuesto que la manipuló sexualmente durante los primeros años de matrimonio; las calumnias más sucias referidas a una supuesta ansia irrefrenable de sexo; la masonería; la cercanía de personajes siniestros como Sor Patrocinio, la monja de las llagas cuya farsa fue descubierta en sede judicial, pero a la que algunos siguen considerando objeto de culto; las conspiraciones e incluso el intento de regicidio. Prodigioso resulta que durante su reinado en España, surgieran los altos hornos en Málaga, La Felguera, Santander, Baracaldo y Sestao y la industria textil catalana; que se fuera creando un tejido bancario y financiero, y que se sentaran las bases de las comunicaciones modernas. Prueba de ello fueron 67.000 kilómetros de carretera, 12.000 de vía férrea y 11.000 de hilo telegráfico. Durante su reinado, España avanzó a pesar del acoso sufrido por la reina, de una clase política no siempre a la altura de las circunstancias, de los focos carlistas, de la fobia que un sector muy importante del clero sentía hacia el liberalismo, de la masonería… pero ni la reina ni el sistema daban más de si. En 1866, el organigrama político estaba muerto y dos años después gracias a un pronunciamiento, la reina fue derrocada mientras estaba de vacaciones en San Sebastián. Se dio inicio así un sexenio revolucionario en que los españoles estuvieron a punto de descuartizar la nación y que concluyó con la Restauración monárquica en la persona de Alfonso, el hijo de la derrocada Isabel. La Historia española tiene esas paradojas.



Próxima semana: Benito Pérez Galdós

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Published on June 04, 2015 00:02

June 3, 2015

Entrevista sobre las elecciones

La semana pasada, Pedro Tarquis me practicó una entrevista relacionada con el análisis que realizaba yo de las pasadas elecciones. Aquí se la dejo. Disfrútenla. God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!
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Published on June 03, 2015 00:00

June 1, 2015

No ver, no oír, no hablar

​Reflexionando sobre los resultados electorales me viene a la mente sin cesar una vieja figurilla india. Se trata de los tres monos que, respectivamente, se tapan ojos, oídos y boca.

Matices y ampliaciones aparte, ahí se encuentra la clave de una derrota histórica de un PP que, al no superar el treinta por ciento de los votos, ha perdido plazas históricas. La dirección actual del PP no ha querido ver. Por ejemplo, no tengo la menor duda de que la gestión de Montoro le ha costado al PP no menos de dos millones de votos. La mayoría de sus votantes estaba dispuesta al sacrificio, pero no han visto razón alguna para que se les suban los impuestos docenas de veces y sufrir la mayor presión fiscal de Europa salvo Suevia para que ese dinero sea entregado al gobierno nacionalista de Cataluña, a mantener millares de asesores inútiles o a dejar abierta una infinidad de estériles empresas públicas. Tampoco ha querido ver que el estrangulamiento fiscal de empresas y autónomos, el referéndum de Mas, las franquicias de ETA en las instituciones y la reforma alicorta del aborto serían castigadas. Pero lo peor no es que no hayan querido ver, es que, por añadidura, se han negado a escuchar. Me consta que ha habido quien avisó a altos cargos del PP de lo que podía suceder en la Agencia Tributaria, de las consecuencias de no intervenir ni una sola de las CCAA o de lo que vendría tras la aparición de Podemos. Ni una sola de esas voces, incómodas, pero no desleales, fue escuchada. En algunos casos, incluso fueron represaliadas. En paralelo, se han cantado las excelencias de un avance económico que, sean o no exagerado, no ha sido percibido, por ejemplo, por el cincuenta por cien de los jóvenes que están desempleados. Y, como guinda de tan inquietante pastel, la negativa a hablar. Están los que han callado por no molestar al ministro, los que han preferido no discutir consignas contraproducentes, los que han optado por la adulación frente a la crítica leal, pero también esos políticos que no han descendido a hablar con sus conciudadanos, unos conciudadanos que el domingo se quedaron en casa antes que otorgarles nuevamente su confianza. Si nada cambia, en noviembre, el PP obtendrá en torno a ciento treinta diputados y, salvo gobierno de Gran Coalición, el Frente popular regirá España. Se mire como se mire, es mucho tributo por no ver, no oír y no hablar.

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Published on June 01, 2015 21:27

¿Por qué pitáis?

En una nación como Estados Unidos donde los grandes eventos deportivos son siempre antecedidos por la entonación del himno nacional episodios como el de una pitada contra el Jefe del Estado resultan simplemente inimaginables.

La persona encargada de cantar La vieja bandera cuajada de estrellas es incluso escogida con auténtica meticulosidad y no faltan los que consideran que debe ser hasta norteamericana de nacimiento para otorgar una solemnidad de rancio abolengo a la ceremonia. Se me dirá que Estados Unidos en esto, como en tantas cosas, puede hacer gala de eso que denominan “excepcionalidad”. Es cierto, pero la pitada al jefe del Estado o el abucheo al himno nacional sólo se produce entre grupos marginales. Fue el caso, por ejemplo, de los inmigrantes argelinos que, en el curso de un partido de futbol entre la selección de su nación de origen y la francesa, se permitieron armar bronca mientras sonaban los compases de La Marsellesa. Estas circunstancias son las que convierten la costumbre de los nacionalistas catalanes y vascos de pitar el himno nacional e insultar al Jefe del Estado en algo lamentablemente inusual en cualquier nación civilizada. De entrada, ni Cataluña ni Vascongadas son, en absoluto, segmentos marginales de España como pueden serlo los inmigrantes musulmanes de los suburbios franceses. A decir verdad, tanto una como otra región disfrutan de un grado de privilegio sin paralelos en el resto de la nación. En el caso de las Vascongadas, su economía y su sistema de bienestar social son sostenidos de manera directa e innegable por el resto de los españoles. Bien pueden jactarse los nacionalistas vascos de que su sanidad es la mejor del estado o de que sus pensiones son las más elevadas. Así es porque a cada ciudadano español le cuesta al año no menos de dos mil euros el que se mantenga en pie la sanidad vasca y porque su sistema de pensiones lo costeamos bien generosamente entre todos aceptando que el nuestro entregue renumeraciones inferiores a los que se retiran tras una vida de trabajo. Gracias a la figura del concierto – que el catedrático Mikel Buesa definió acertadamente hace años como el “pufo vasco” – las Vascongadas tienen mesa y mantel puesto por el resto de España contribuyendo a las cargas comunes de manera menos que simbólica. No es mucho peor la situación de privilegio de Cataluña. A pesar de que representa más del treinta por ciento de la deuda de la totalidad de las Comunidades Autónomas y de que en los últimos años se han subido los impuestos de todos los españoles para que Artur Mas no tenga que cerrar ni una sola de sus embajadas en el extranjero – a decir verdad, ha seguido abriendo nuevas legaciones – y pueda seguir financiando el nacionalismo catalán en los territorios que desea someter como Aragón, Valencia y las Baleares, los nacionalistas catalanes están más que descontentos. No es para menos porque el resto de España lleva años sintiendo como un peso insoportable las insaciables exigencias de todos y cada uno de sus sectores y, ocasionalmente, alguna voz se atreve a discrepar. Las oligarquías políticas de estas dos regiones españolas no están, sin embargo, satisfechas y llevan décadas sembrando el odio a España desde una educación, unos medios de comunicación y una red clientelar que se encuentran totalmente bajo su control. Son precisamente esos pilares los que van a permitir, presumiblemente, volver a ofender a la nación que los mantiene y a su Jefe de Estado de manera totalmente impune. Es cierto. Nadie puede entender por qué pitan cuando mantenemos sus dispendios, cuando soportamos su desprecio y cuando aguantamos sus dislates peseudo-históricos que lo mismo convierten a Leonardo en catalán o a Navarra en la primera Euzkadi. Hasta dan ganas de preguntar: ¿Por qué pitáis si nos sacáis hasta los higadillos? En realidad, deberíamos ser nosotros los que pitáramos para expulsaros del campo de juego.

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Published on June 01, 2015 00:43

May 31, 2015

La Reforma indispensable (LVII): En que acertó Lutero (X): Sola Scriptura (II)

​No se necesita una especial inteligencia para comprender que una organización que no duda en atribuir a su cabeza un tratamiento que la Biblia sólo atribuye a Jesús y que no ha tenido el menor reparo en falsificar documentos para crear un estado que perdura hasta la actualidad, no iba a detenerse ante nada si sus intereses así le convenían.

Por supuesto, el argumento utilizado – circular donde los haya – es que sólo ella puede interpretar las Escrituras y, por lo tanto, cuando éstas dicen todo lo contrario de lo que ella afirma es que no se interpretan bien. A decir verdad, ese razonamiento sólo se ha dado históricamente en los estados totalitarios porque ni siquiera las monarquías absolutas se han atrevido a tanto. Sólo el nacional-socialismo alemán o el stalinismo se atrevieron a decir que, dijera lo que dijera la ley – que no pocas veces reconocía derechos en el papel – quien la interpretaba era el Führer o el Vodzh y su interpretación era la única aceptable. Justo es reconocer que antes que Hitler o Lenin, esa línea de interpretación sólo se atrevió a llevarla a cabo el Vaticano. Las razones son obvias. El sistema se desploma cuando se le enfrenta con lo que afirma la Escritura. Desarrollar esa cuestión sería materia suficiente para extensos volúmenes, pero permítaseme dar algunos ejemplos.



1. La casta sacerdotal. No menos claro que la perversidad espiritual que implica un estado Vaticano como supuesto asentamiento de la cabeza de la iglesia es la creación, paso a paso, de una casta sacerdotal separada del clero. En el Nuevo Testamento, no se hace ninguna referencia a un grupo sacerdotal específico como, por ejemplo, existía en Israel. Sabemos por el libro de los Hechos que incluso los primeros judeo-cristianos iban al templo de Jerusalén a orar (Hechos 3: 1), pero, sobre todo, nos consta que sólo menciona a un Sumo sacerdote que es Jesús (Hebreos 7: 3) – no Pedro ni mucho menos unos supuestos sucesores en Roma – y que considera que todos los creyentes son por definición sacerdotes (Apocalipsis 1: 6; 5: 10). Curiosamente, la palabra “clero” se utiliza no para referirse a un sacerdocio aparte sino a todos los creyentes, es decir, a aquellos a los que deben supervisar no sacerdotes sino pastores y el testimonio al respecto nos viene de Pedro (I Pedro 5: 3). Perversión mayor del lenguaje y de la teología no es fácil de hallar.



La casta sacerdotal, constituida de manera crecientemente piramidal, es una creación de la Edad Media, pero nada tiene que ver con las Escrituras.



2. El celibato de los obispos. Lo mismo puede decirse del celibato impuesto de manera creciente por la iglesia de Roma sobre sus clérigos. Lo que sabemos por el Nuevo Testamento es que los obispos o supervisores – que no otra cosa significa epískopos – eran casados. Haciendo un paréntesis, la lectura de textos como Hechos 20: 17-28 deja de manifiesto que el obispo no era un sujeto colocado por encima de los ancianos o presbyteroi sino que ancianos y obispos eran lo mismo en la época apostólica y es lógico que así fuera por que no pasaban de ser una copia del modelo sinagogal en el que habían crecido Jesús y sus primeros seguidores. Pero volvamos al celibato. Pablo establece claramente:



“Palabra fiel: Si alguno anhela obispado, buena obra desea. Pero es necesario que el obispo sea irreprensible, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, decoroso, hospedador, apto para enseñar; no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino amable, apacible, no avaro; que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?); no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. También es necesario que tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo”.



(I Timoteo 3: 1-7)



Es cierto que para una institución sobre manera codiciosa y amiga de almacenar bienes terrenales como ha sido históricamente la iglesia católica, la idea de que algún donativo fuera a parar no solo a un sacerdote sino a su esposa o hijos resultaba odiosa. El celibato permite, por el contrario, que todo el dinero quede en las manos de ese estado que existe en la ciudad de las siete colinas y cuyos jerarcas visten de color escarlata. Sin embargo, nada más contrario a la enseñanza de la Biblia y a la práctica de los mismos apóstoles. Pablo – que consideraba esencial que un obispo estuviera casado y tuviera hijos – da testimonio de cómo de todos los apóstoles sólo él y Bernabé eran célibes y también los únicos que no se sustentaban con ofrendas de las congregaciones:





“Contra los que me acusan, esta es mi defensa: ¿Acaso no tenemos derecho de comer y beber? ¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles, y los hermanos del Señor, y Cefas? ¿O sólo yo y Bernabé no tenemos derecho de no trabajar? ¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño? ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla. ¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto. Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros? Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo” (I Corintios 9: 3-12).



El texto no puede ser más claro. Hasta Pedro (Cefas) viajaba con su esposa como todos los apóstoles salvo Pablo y Bernabé. ¿Por qué no había de ser así? Por otro lado y haciendo un breve paréntesis, Pablo también enseña que son las congregaciones las que deben mantener a sus pastores y no las subvenciones del estado o los impuestos de los ciudadanos. Poca duda puede haber del horror que habría sentido el apóstol Pablo – que prefería ganarse la vida trabajando con sus manos – al ver el emporio financiero y el dinero recibido de los estados de que disfruta el Vaticano.



Como reconoce la página de la parroquia de san Esteban en Cúcuta, Colombia, hubo “papas” casados. La página http://iglesiaantiguaencucuta.jimdo.com/papas-obispos-casados-en-la-historia-de-la-iglesia-cat%C3%B3lica/ - menciona entre otros a Félix III (483-492) tuvo dos hijos, Hormidas (514-523) tuvo otro hijo; Adriano II (867-872), un hijo; Clemente IV (1265-68), dos hijas y Félix V, un hijo. Todos ellos fueron obispos de Roma. Pero no hacía falta recurrir a esos casos. Bastaba simplemente con leer la Biblia.





Una de las prácticas más comunes en el seno del catolicismo es el culto a las imágenes. Es así además porque la iglesia católica la promueve e incluso la convierte en centro de celebraciones religiosas populares. Muchos católicos podrán no tener la Biblia en casa, pero sí contarán con alguna imagen a la que rinden culto. Sin embargo, esa conducta es condenada severísimamente en la Biblia. De entrada, los Diez mandamientos la prohíben de forma tajante. Así, en Éxodo 20: 4-6 podemos leer:


El culto a las imágenes:


No te harás imagen, ni ninguna semejanza de cosa que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra: No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy YHVH tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos, sobre los terceros y sobre los cuartos, a los que me aborrecen, y que hago misericordia en millares á los que me aman, y guardan mis mandamientos.





Las palabras del Decálogo son fáciles de entender y sencillas en su formulación. Dios abomina del culto a las imágenes y además advierte que es una maldad tan horrible ante Sus ojos que la castigará por generaciones. Que la iglesia católica se haya permitido quitar este mandamiento del Decálogo y desdoblar el relativo al adulterio en dos para conservar el número de diez es una gravísima desobediencia a la ley de Dios que Aquel que visita la maldad por generaciones no puede dejar impune.



Pero no se trata sólo de que Dios lo prohíba. Es que además la Biblia manifiesta que sólo la ceguera espiritual – por no decir la estupidez más profunda – puede adherirse al culto a las imágenes. El profeta Isaías contiene en su capítulo 44: 9-20 uno de los alegatos más duros contra el culto a las imágenes, alegato rezumante de sensatez:



“Los formadores de imágenes de talla son todos vanidad, y lo más precioso de ellos no sirve para nada. Ellos mismos son testigos para su confusión, de que las imágenes no ven ni entienden. ¿Quién formó un dios, o quién fundió una imagen que no es de ningún provecho? He aquí que todos los suyos serán avergonzados, porque los artífices mismos son hombres. Todos ellos se juntarán, se presentarán, se asombrarán, y, unánimente, serán avergonzados. El herrero toma la tenaza, trabaja en las ascuas, le da forma con los martillos, y trabaja con la fuerza de su brazo; luego tiene hambre, y desfallece; no bebe agua, y se desmaya. El carpintero coloca la regla, la marca con almagre, la labra con los cepillos, le da figura con el compás, la forma con aspecto humano, a semejanza de hombre hermoso, para tenerlo en casa. Corta cedros, y echa mano del ciprés y la encina, que crecen entre los árboles del bosque; planta un pino, para que crezca con la lluvia. Luego lo utiliza el hombre para hacer lumbre, y toma de ellos para calentarse; enciende también el horno, y cuece panes; hace además un dios, y lo adora; fabrica una imagen y se arrodilla delante de ella. Una parte del leño la quema en el fuego; con otra parte de él come carne, se prepara un asado, y se sacia; después se calienta, y dice: !!Oh! me he calentado, he visto el fuego; y de lo que sobra se hace un dios, una imagen suya; se postra delante de ella, la adora, y le ruega diciendo: Líbrame, porque mi dios eres tú. No saben ni entienden; porque cerrados están sus ojos para no ver, y su corazón para no entender. No piensa ni tiene sensatez ni entendimiento para decir: Una parte la quemé en el fuego, y sobre sus brasas cocí pan, asé carne, y me la comí. ¿Haré del resto una abominación? ¿Me postraré delante de un tronco de árbol? De ceniza se alimenta; su corazón engañado le desvía, para que no libre su alma, ni diga: ¿No es pura mentira lo que tengo en mi mano derecha?”



Las palabras del profeta no pueden ser más claras. Las imágenes a las que se rinde culto no son más que un pedazo de la misma madera que sirve para hacer lumbre o cocinar. Y lo terrible es quien incurre en tan gravísimo pecado de idolatría ha perdido hasta la más sencilla capacidad de raciocinio que le mostraría como espiritualmente se alimenta de ceniza y su corazón está engañado.



Son muchos los pasajes de la Biblia que repiten esta enseñanza, pero quizá sea el salmo 115 uno de los mayores alegatos nunca escritos en contra del culto a las imágenes. Como indica tajantemente en sus versículos 4-9, de hecho, lo que diferencia a los verdaderos seguidores de Dios de los que son paganos es que un fiel creyente jamás rendirá culto a una imagen y no lo hará porque esas imágenes son:



… plata y oro,

Obra de manos de hombres.



Tienen boca, pero no hablan;

Tienen ojos, pero no ven;



Orejas tienen, pero no oyen;

Tienen narices, pero no huelen;



Manos tienen, pero no palpan;

Tienen pies, pero no caminan;

No hablan con su garganta.



Semejantes a ellos son los que los hacen,

Y cualquiera que confía en ellos.



Oh Israel, confía en YHVH;

El es tu ayuda y tu escudo.





El mensaje del salmo no puede ser más claro. Las imágenes son simple obras de hombres sin poder alguno y desprovistas de beneficio espiritual. A Dios le repugna profundamente ese culto a las imágenes y los que ante ellas se inclinan y les rinden cualquier tipo de culto están, espiritualmente, tan ciegos, sordos, insensibles e inmóviles como ellas. Sin duda, es un mensaje que sonará duro para algunos, pero resulta innegable que los judíos se liberaron de cualquier tentación de rendir culto a imágenes hace milenios y que los primeros cristianos jamás incurrieron en esa forma de idolatría. De hecho, los judíos consideran que el culto a las imágenes es el mayor pecado en que puede incurrir un ser humano junto al asesinato y el adulterio. Por lo que se refiere al cristianismo, las imágenes tardaron en entrar siglos y cuando lo hicieron, por influencia directa del paganismo, no fueron aceptadas de forma indiscutible… hasta el siglo VIII. La Sola Scriptura permitía regresar a la adoración pura de Dios que jamás puede incluir una conducta tan condenada en la Biblia como el culto a las imágenes. Y es que, como señala el salmo, los que caen en esa práctica y todavía más los que incitan a la gente a actuar así no se diferencian espiritualmente de ese pedazo de madera, oro o plata ante el que se inclinan. Por añadidura, permiten entender no poco de la suerte sufrida por ciertos pueblos.



Por cierto, permítaseme añadir algunas grabaciones destinadas especialmente a aquellos que duden de que el Salmo 115 es real.



www.youtube.com/watch?v=UQYg17f9X04



www.youtube.com/watch?v=UQYg17f9X04



www.youtube.com/watch?v=fgZkD4ZBp10



(A partir del minuto 8)





Veamos un último botón de muestra de ese distanciamiento entre la enseñanza, sencilla y pura de las Escrituras, y la de la iglesia católica.





4. La misa: la iglesia de Roma ha atado durante siglos las almas con la afirmación de que dispone de siete sacramento indispensables para la salvación. Por supuesto, ni la palabra sacramento – que es de origen tardío – ni los siete que enseña la iglesia católica aparecen en la Biblia. Si nos detenemos en la Eucaristía, por ejemplo, vemos que en la iglesia católica sólo participan los fieles del pan mientras que la Biblia es muy clara a la hora de señalar que se participaba del vino – del fruto de la vid, como dijo Jesús (Mateo 26: 29), no de una sangre transubstanciada de acuerdo a un dogma de inicios del siglo XIII - y del pan – no de carne transubstanciada. Se hacía además no como un sacrificio sino como una conmemoración del sacrificio de Cristo hasta que Cristo volviera:



Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga” (I Corintios 11: 26).



De hecho, pretender que la Eucaristía es un sacrificio implica situar la sangre de Jesús a la altura de la de los carneros y becerros que se ofrecían una vez tras otra, ya que el sacrificio de Cristo se ofreció una vez y para siempre. Significa, de hecho, colocar su preciosa muerte en la cruz a la altura de los sacrificios del Antiguo Pacto:



“Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan. De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado. Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados. Por lo cual, entrando en el mundo dice:



Sacrificio y ofrenda no quisiste;

Mas me preparaste cuerpo.



Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.



Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para

hacer tu voluntad,



Como en el rollo del libro está escrito de mí. m



Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies; porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados. Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:



Este es el pacto que haré con ellos

Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en sus corazones,

Y en sus mentes las escribiré, añade:

Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. m



Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.



(Hebreos 10: 1-22)



La Cena del Señor fue, originalmente, una participación del pan y del fruto de la vida para recordar la muerte de Cristo en la cruz por los pecados de muchos y para anunciar que regresaría. Con el paso del tiempo, se convertiría en una renovación del sacrificio - ¿puede envejecer el sacrificio de Cristo en la cruz para que necesite ser renovado? – definido en el siglo XIII en categorías aristotélicas que sabemos que son positivamente falsas gracias a la física moderna y del que los fieles sólo participan comiendo una oblea, pero no bebiendo el vino. Se mire como se mire, todo parecido entre la doctrina y la práctica católica y lo que los primeros cristianos practicaban y creían de acuerdo con la Biblia es pura coincidencia.



Se trata de algunos ejemplos, pero podrían multiplicarse. No existe la menor base para la prohibición de los anticonceptivos impuesta por Roma hace unas décadas, ni para su doctrina de la indisolubilidad matrimonial que ni aparece en las Escrituras ni fue la práctica de los primeros siglos de cristianismo, ni para el encarnizamiento terapéutico con que ha castigado a no pocos, ni siquiera para una visión del aborto que pretende salvar el feto en contra de la vida de la propia madre. El sistema, como señaló Jesús en relación a los dirigentes religiosos de su época (Mateo 23: 4) obedece a una casta religiosa formada por hombres célibes – al menos, en teoría – que “atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; mas ni aun con su dedo las quieren mover”.



El regreso a la Biblia y la proclamación, siguiendo el ejemplo de la ley y de los profetas, de Jesús y de sus apóstoles, del principio de la Sola Scriptura constituyó una grandiosa revolución de libertad y bendición espirituales.



- La iglesia de Roma gritaba: someteos al sucesor de Pedro y a sus estados pontificios. La Reforma respondía: la Biblia nos muestra que eso que decís es mentira y que sólo debemos someternos a Cristo.



- La iglesia de Roma gritaba: utilizaré la Inquisición y a los reyes para arrancaros la vida. La Reforma respondía: la Biblia nos muestra que esas acciones no son cristianos y pondremos nuestra confianza en Dios.



- La iglesia de Roma gritaba: someteos a mis dogmas y tradiciones si queréis salvaros. La Reforma respondía: son las Escrituras las que nos pueden hacer sabios para ser salvos por medio de la fe en Jesús el mesías.



- La iglesia de Roma gritaba: santificaos mediante el celibato. La Reforma respondía: estáis privando a millares de seres humanos de una bendición creada por Dios y lo hacéis en contra de las enseñanzas de Jesús y sus apóstoles.



- La iglesia de Roma gritaba: tomad el sacrificio de la misa. La Reforma respondía: el pan de vida es Cristo y la misa es una ceremonia que nada tiene que ver con la Cena del Señor que celebraron los apóstoles y, al pretender que es la renovación del sacrificio de Cristo ofrecido una vez por todas, se vilipendia su muerte en la cruz.



- La iglesia de Roma gritaba: sin mis siete sacramentos no hay salvación. La Reforma respondía: no hay nada en la Biblia que se parezca a ese sistema sacramental surgido en los últimos siglos.



- La iglesia de Roma gritaba: someteos a mi clero. La Reforma respondía: sólo hay un sumo sacerdote que es Cristo y todos los creyentes somos sacerdotes. No existe un estado clerical distinto.



- La iglesia de Roma gritaba: ¡Someteos al papa!. La Reforma respondía: Solo Cristo.



- La iglesia de Roma gritaba: ¡Someteos a mis mandatos y sacramentos!. La Reforma respondía: Sola gratia.



- La iglesia de Roma gritaba: ¡Someteos a mis tradiciones, ritos y ceremonias! La Reforma respondía: Sola Scriptura.



Que a nadie le sorprenda el aciago destino de aquellas naciones que no regresaron a la Biblia a través del impulso de la Reforma. Que a nadie le sorprenda que ese pueblo que grita embravecido detrás de un pedazo de madera llevado en procesión no comprenda la libertad y se someta a las mayores tiranías y corrupciones. No podía ser – no puede ser – de otra manera. A fin de cuentas, un árbol malo no puede dar frutos buenos y la Inquisición y las cruzadas, las falsificaciones documentales para acumular poder y riquezas, las maniobras del estado Vaticano o el maridaje con dictadores de la peor especie, la instigación al gravísimo pecado de idolatría o la codicia clerical son frutos más que obvios.



. Pero para aquel que desee conocer a Jesús íntimamente, para el que ansíe tener una relación personal con él, para el que busque el camino de la salvación más que nunca está vigente el glorioso tríptico de la Reforma: Sola Gratia. Solo Christo. Sola Scriptura.





FIN DE LA SERIE



PRÓXIMA SERIE: LOS PRIMEROS CRISTIANOS



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Published on May 31, 2015 02:20

May 30, 2015

Hiding in Thee

​En 1876, un hombre llamado William O. Cushing pasaba por un período especialmente duro de su vida. Su esposa había fallecido poco antes a mediana edad y, por añadidura, su carrera pastoral se había visto truncada.

Durante años, la había desarrollado con un éxito notable en el este de Estados Unidos, pero ahora su mala salud le había forzado fuera de ese ministerio. Sin embargo, Cushing no era un hombre dispuesto a dejarse derrotar por las circunstancias por muy duras que éstas fueran y decidió intentar seguir sirviendo a Dios en otras áreas. Fue así como empezó a escribir himnos. Fue así como nació Hinding in Thee (Escondiéndome en ti), una hermosa canción en la que se resumía no poco de su experiencia personal.



No hace falta decir que son muchos los que se hunden ante el empuje despiadado de la existencia. La pérdida de un ser amado, del trabajo, de la ilusión son sólo algunos de los tragos amargos que se pueden experimentar y Cushing sabía no poco del tema. Pero cuando se llega a ese punto, siempre cabe la posibilidad de refugiarse, cubrirse, esconderse en Dios. Como recuerda Cushing, Dios es la Roca – ¡pobres desdichados aquellos que piensan que la roca o piedra es un ser humano! – una Roca que es fuerte y en la que resulta posible refugiarse (Salmo 31: 2). Cuando se contempla la propia debilidad, el propio pecado, la propia incapacidad no resulta difícil caer en el desánimo, pero es mucho mejor dejarse caer en las manos de Dios, un Dios sólido como una roca que está en una posición mucho más elevada que la nuestra y que nos brindará su protección.



Les he escogido dos versiones de este conocido himno. La primera es de Haven of Rest Quartet (Cuarteto del ámbito de descanso) que combina esta canción con la conocidísima Rock of Ages a la que me referí hace algunas semanas. La otra es una más modernizada de Tom Randa. No he dado con ninguna en español en esta ocasión. No importa. Lo realmente relevante es que aquellos que lean este post sepan que si la vida los está golpeando hay una Roca que está dispuesta a brindarles refugio, protección y abrigo y que esa Roca es Dios.





Esta es la versión de Haven of Rest Quartet



www.youtube.com/watch?v=oNZ5VDVX0Qo



Y ésta la de Tom Randa

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Published on May 30, 2015 02:17

May 29, 2015

Estudio Bíblico: Lírica bíblica (III): Salmos (III): Salmos del Hal.lel

​Dentro del libro de los Salmos hay un grupo especial – los salmos del 113 al 118 – que reciben el nombre salmos del Hal.lel. Los judíos los han considerado históricamente como una unidad que se recita en ocasiones especialmente alegres como la Pascua, Pentecostés o la fiesta de las cabañas. A esas fiestas, los judíos han ido añadiendo otras con el paso de los siglos – algunos suman, por ejemplo, el día de la independencia de Israel – pero en la época de Jesús se cantaban específicamente con las señaladas.

La palabra Hal.lel está relacionada etimológicamente con nuestro Aleluya que significa “alabad a YHVH” por lo que es fácil de entender que se trata de salmos de alabanza. No deja de ser significativo el contenido de estos salmos por todo lo que revelan del alma espiritual de un Israel en pacto con el Dios único.



El salmo 113 alaba a Dios porque, a pesar de Su altura, se inclina hasta los hombres (v. 6) y lo hace para cuidar de los que son humildes elevándolos desde su lastimosa situación (v. 8-9). El salmo 114 glorifica a Dios por haber sacado a Israel de la esclavitud de Egipto y haberlo introducido en la Tierra prometida. El salmo 115 es uno de los mayores alegatos nunca escritos en contra del culto a las imágenes. De hecho, lo que diferencia a los verdaderos seguidores de Dios de los que son paganos es que un fiel creyente jamás rendirá culto a una imagen y no lo hará porque esas imágenes son (v. 4-9):



… plata y oro,

Obra de manos de hombres.



Tienen boca, pero no hablan;

Tienen ojos, pero no ven;



Orejas tienen, pero no oyen;

Tienen narices, pero no huelen;



Manos tienen, pero no palpan;

Tienen pies, pero no caminan;

No hablan con su garganta.



Semejantes a ellos son los que los hacen,

Y cualquiera que confía en ellos.



Oh Israel, confía en YHVH;

El es tu ayuda y tu escudo.





El mensaje del salmo no puede ser más claro. Las imágenes son simple obras de hombres sin poder alguno y desprovistas de beneficio espiritual. A Dios le repugna profundamente ese culto a las imágenes y los que ante ellas se inclinan y les rinden cualquier tipo de culto están, espiritualmente, tan ciegos, sordos, insensibles e inmóviles como ellas. Sin duda, es un mensaje que sonará duro para algunos, pero resulta innegable que los judíos se liberaron de cualquier tentación de rendir culto a imágenes hace milenios y que los primeros cristianos jamás incurrieron en esa forma de idolatría. Los que caen en esa práctica y todavía más los que incitan a la gente a actuar así no se diferencian espiritualmente de ese pedazo de madera, oro o plata ante el que se inclinan. Por añadidura, permiten entender no poco de la suerte sufrida por ciertos pueblos.



El salmo 116 está relacionado con la capacidad de Dios para librar del enemigo invencible del hombre, es decir, la muerte. El salmo 117 señala cómo Dios es bondadoso con todos los pueblos. El salmo 118 – consumación del Hal.lel – vuelve a incidir en la gratitud debida a Dios por su salvación, pero contiene una profecía de enorme relevancia y es que el mesías – y no otro – será la piedra sobre la que se levantará el pueblo de Dios (v. 22-24). Es verdad que esa piedra será rechazada precisamente por buena parte de los que deberían haberlo aceptado porque hace siglos que lo esperaban, pero ese hecho prodigioso (v. 23) lo hizo YHVH y en él tenemos que regocijarnos (v. 24). Jesús se aplicó a si mismo el cumplimiento de la profecía y el ser la piedra de fundamento. No deja de ser significativo que cuando entró en Jerusalén en la última Pascua, la gente lo aclamará con la bendición que aparece en el v. 26.



Mateo (26: 30) cuenta como, tras la Cena de Pascua, Jesús y sus discípulos entonaron salmos. Eran precisamente estos salmos de Hal.lel en los que se recogía toda una teología en miniatura, la que habla de que Dios salvó a Israel en una Pascua como la que acababan de celebrar; de que, a pesar de Su inmenso poder, se abaja hasta los más humildes; de que, a pesar de Su pacto con Israel, hace bien a todas las naciones; de que es un idólatra espiritualmente muerto el que rinde culto a las imágenes y de que el mesías vendría a redimir al género humano y sería la piedra sobre la que se alzaría el edificio espiritual de Dios.



Sin duda, estos salmos deben servirnos para reflexionar sobre el inmenso amor de Dios y constituyen un poderoso instrumento para saber si determinadas prácticas y enseñanzas son de Dios o si, por el contrario, obedecen a un aliento espiritual que está tan muerto como un pedazo de madera.



Lectura recomendada: Salmos 113, 114, 115, 116, 117 y 118.





Para al que dude de que el Salmo 115 es real, seguramente, le sería conveniente que examinara estos videos



www.youtube.com/watch?v=UQYg17f9X04



www.youtube.com/watch?v=UQYg17f9X04



www.youtube.com/watch?v=fgZkD4ZBp10



(A partir del minuto 8)







Marcos 6: 1-6. La maldición de la falta de fe



En las semanas anteriores contemplamos el relato continuado de Marcos acerca de las maneras diversas en que Jesús mostraba cómo el Reino de Dios no sólo no era una religión sino que estaba por encima de semejante concepto y lo dejaba de manifiesto con un poder que era capaz de transformar vidas e incluso de vencer la enfermedad y la muerte. Todo ello era dado por pura gracia y por simple fe era recibido. Sin embargo, que un mensaje sea claro no quiere decir que vaya a ser aceptado. Los seres humanos prefieren no pocas veces aferrarse a sus tradiciones, a su visión de la religión, a lo que han creído toda la vida antes que confiarse a la generosidad de Dios.



El episodio que relata ahora Marcos precisamente confirma todo esto. Cuando Jesús llegó a Nazaret y comenzó a predicar, la reacción de la gente no fue la de recibir con alegría aquel mensaje de gracia del Reino. Todo lo contrario. Inmediatamente, intentaron descalificar aquella predicación que era distinta de su tradición religiosa recurriendo al ataque “ad hominem”. Jesús no era más que el hijo de María y el hermano de Santiago, José, Simón y Judas además de al menos dos mujeres. Incluso podrían haber añadido que sus hermanos – como nos cuenta Juan 7: 3-5 – no creían en él lo que, dicho sea de paso, no era sino un cumplimiento de la profecía mesiánica que indica que los hijos de la madre del mesías no creerían en él (Salmo 69: 8). No, los esquemas de años, quizá de siglos, no se los iba a alterar un artesano con una madre viuda que tenía un montón de hijos.



La respuesta de Jesús ante esa incredulidad sobrecoge. El profeta es alguien que, por regla general, no es aceptado ni en su patria, ni entre sus familiares, ni en su propia casa. Su destino suele ser trágico y así resulta porque son pocos los que están dispuestos a deshacerse de prejuicios que, ciertamente, son dañinos, pero a los que llevan aferrados desde tiempo inmemorial. Es verdad que si aceptaran esa predicación del Reino a través de la fe recibirían bendiciones indescriptibles como las que hemos visto en los versículos anteriores. Pero eso significaría reconocer su incapacidad, su impotencia, su error, su pecado, su incapacidad para salvarse por si mismos y semejante reconocimiento de la realidad les resulta insoportable. Se quejan, pero, a la vez, no quieren separarse de ídolos largamente venerados. Desean ser libres, pero besan las cadenas que los esclavizan espiritualmente. Lamentan su suerte, pero han cerrado la puerta al único que puede cambiarla. Gente así jamás recibirá las bendiciones de Dios. Como dice el evangelista (v. 5), esa gente jamás recibirá un milagro. Sin embargo, tal y como relata Marcos, no todos son así. Siempre existe un grupo que, humildemente, cree y por ello recibirá la bendición de Dios (v. 5).



La incredulidad es tan absurda que el propio Jesús se maravillaba de ella (v. 6), pero, a la vez, es innegable. Lo que cada uno debe preguntarse es si seguirá aferrado a sus tradiciones y prejuicios, a su religión y ceremonias o, por el contrario, abrirá su corazón a Jesús y a la predicación del Reino. Lo primero puede producir una cierta satisfacción derivada de una soberbia espiritual carente de la menor base; lo segundo constituye el único camino para recibir las bendiciones genuinas de Dios.



CONTINUARÁ:



Marcos 6: 7-32: Los Doce y Juan

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Published on May 29, 2015 00:00

May 28, 2015

CROWDFUNDING: segunda fase

Ya hemos llegado a la segunda fase del crowdfunding para financiar la segunda temporada del programa La Voz. Se trata de ir a votar a

http://www.lanzanos.com/proyectos/la-voz-con-cesar-vidal-desde-el-exilio/



Necesitamos 100 votos para poder pasar a la siguiente fase de ayudas. Los esperamos.



God bless ya!!! ¡¡¡Que Dios los bendiga!!!

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Published on May 28, 2015 10:07

César Vidal's Blog

César Vidal
César Vidal isn't a Goodreads Author (yet), but they do have a blog, so here are some recent posts imported from their feed.
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