Alejandro Soifer's Blog, page 18

December 16, 2014

Error de cálculo de Gastón Intelisano

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Ayer tuve el honor y el lujo de ser uno de los tres invitados para presentar la novela “Error de cálculo” de Gastón Intelisano.


El honor fue porque a Gastón lo conocí recién este año y forjamos una amistad durante el festival Córdoba Mata. El lujo porque realmente, Eduardo Goldman y Matías Bragagnolo son dos referentes (uno con más carrera y el otro recién empezando ¡pero con qué comienzo!) del género policial en la Argentina.


Sin mayores preámbulos, aquí van las anotaciones que hice para la presentación de una excelente novela.


La comedia humana del policial


En la dedicatoria que me hizo Gastón a su Error de cálculo puso: “a mi colega de la cofradía de los escritores herejes.” Uno podría pensar que hay algo intrínsecamente malvado en él y yo, que nos juntamos en un aquelarre a pensar formas de destruir a la Literatura pero no, no se trata de eso para nada. ¿Por qué escritores herejes? Porque Gastón y yo, pero hoy se trata de Gastón y de Error de cálculo por lo que no hablaré más de mí, escribe un tipo de literatura que no encaja de lleno en muchas de las expectativas comunes acerca de la literatura policial. En las novelas de Intelisano encontramos un género policial donde, a contramano absoluta de lo que dicta el género y en especial la encarnación argentina del mismo, los policías son los buenos (aunque no falte algún personajillo corrupto). También, extraño a la literatura argentina, Intelisano escribe en saga: el protagonista tiene una vida y una continuidad que se va desarrollando a lo largo de toda la serie de novelas que lo tienen como personaje principal; las tramas de sus novelas están bien pensadas y desarrolladas con la estricta delicadeza que se le dedica a una pieza compleja.

Error de cálculo cumple con todas estas expectativas y nos trae nuevamente a Santiago Soler, forense, uniformado y sobre todas las cosas, un personaje rico y complejo que va dejando en cada una de sus aventuras un poco de sí mismo, rastros para que los lectores vayamos reconstruyendo su historia: su amor (recuperado pero, y aquí va una queja, poco presente en esta novela en concreto), sus compañeros de trabajo cotidiano, su familia con el peso del fallecimiento reciente de su padre recorriéndolo como una sombra densa y una gran sorpresa que le esperará en esta novela y que no quiero arruinar para los lectores.

Además esta novela viene con una serie de crímenes espeluznantes que de inmediato capturan la atención del lector, a lo que se le suma el combustible de la amenaza de muerte que se cierne sobre las cabezas de nuevas víctimas secuestradas por el asesino.

Las novelas de Gastón son casi como un buen vino: complejas y meticulosamente cuidadas; obsesivamente pensadas y trabajadas, las notas de sabores diversos se mezclan para formar el producto final. En este sentido yo creo que Intelisano también va contramano: es un maestro del realismo pero él lo aplica al género policial.


Error de cálculo

Se dice que la literatura de género funcionan como vehículo para transportar de forma más entretenida otras ideas y yo creo que Gastón está construyendo con su obra, y su Soler a quien vemos fraccionado en partes de su vida en cada novela, una especie de serie literaria realista detallista y obsesiva. Pero en todo este detallismo obsesivo, por suerte, no se olvida de lo que nos interesa a los lectores de policial: crímenes. Y bien truculentos. Para peor, sí, Gastón sí utiliza sus conocimientos de Criminalística y su trabajo cotidiano en la morgue para describir con lujo de detalles las obscenas autopsias que se realizan a los cadáveres que pueblan sus páginas.

Una última observación acerca de Error de cálculo que me resultó un poco sorpresiva y que creo, augura un poco lo que puede venirse en próximas novelas de Gastón que también leeremos con gusto: ha hecho ingreso, quizás tímidamente, el elemento sobrenatural. Sabemos que Gastón es fanático de los X-Files (y también de su serie hermana, Millenium) y lo vemos y lo creemos del lado de la racionalista Scully porque como ella él también hace ciencia. Sin embargo, en Error de cálculo una vidente y un sueño místico han metido ya la cuña de lo que creemos será una discusión ¿interna? de Soler entre su costado Fox Mulder y su costado Dana Scully ¿será así? Habrá que esperar a la próxima novela de la saga de Santiago Soler.


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Published on December 16, 2014 11:44

December 10, 2014

El Rey y yo

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Leí a Stephen King por primera vez cuando tenía unos 11 o 12 años y empecé a lo grande: Cementerio de animales quizás una de las novelas de terror más perturbadoras que hayan caído en mis manos. No recuerdo por qué pero en 1996 estuvo brevemente de moda y un compañero de escuela me insistió en que la leyera.


Luego pasé por otras de sus novelas: Misery que me enloqueció de fanatismo, La zona muerta, El resplandor en una edición de bolsillo con el Jack Nicholson de la película en la tapa aunque ni sabía que existía una adaptación y no la vería hasta unos quince años más tarde, Las cuatro estaciones, IT que no logré terminar, La milla verde en una colección de varias entregas que se vendieron en kioscos de revistas, algunas novelas menores (y decididamente malas) que firmó con seudónimo como Despesperación y por último recuerdo haber leído Un saco de huesos pero ya era una época en la que me acercaba a King con cierta desconfianza; la desconfianza del snob literario, del elitista cultural que se rehúsa a leer literatura popular.


En tercer año de la secundaria ya tenía decidido que mi camino iba por el lado de leer la mejor literatura y leí bastante de Franz Kafka y la rama francesa del existencialismo y luego a los beatniks estadounidenses. En ese ámbito de “alta literatura” un escritor popular que publicaba una novela (a veces dos) por año no podía tener un lugar. El tiempo es corto y uno tiene que acomodarlo de la mejor manera posible; no se puede leer todo lo que se quisiera y entonces uno tiene que priorizar. Y en mi ecuación, la literatura masiva no era digna de ocupar el precioso espacio que los clásicos requerían.


Entonces abandoné a King y a casi todo escritor popular y me dediqué a la “alta literatura” y luego hice la carrera de Letras donde profundicé en ese tipo de snobismo literario.


Mi primer reencuentro con el Rey fue cuando estaba por terminar mi carrera de Letras: por alguna insistencia decidí leer Mientras escribo una crónica autobiográfica donde el escritor cuenta cómo comenzó a escribir y cómo logró hacer de esto su carrera al tiempo que nos relata una infancia bastante sufrida. Es sin lugar a dudas uno de los mejores libros sobre el arte y el oficio de escribir y uno de los mejores libros de toda la obra de King (al menos de la que leí).


Martin A. La Regina


Volví a recobrar algo de simpatía por King como quien vuelve a encontrar un juguete de cuando era niño: sí, muy bonito y muy antiguo. Sólo sirve para algún momento de nostalgia.


También vi la adaptación de Kubrick de El resplandor que tanto me había gustado de chico y sentí que la película no le hacía justicia a mi recuerdo de la lectura. Lo que más me desconcertó fue el final de la película en comparación con el final de la novela. Completamente opuestos.


Y entonces seguí sin darle demasiada relevancia a lo que hacía King (convengamos también que sus últimos libros no me resultaban particularmente interesantes y para sus primeros libros “no tenía tiempo”) hasta que el año pasado (2013) compré en la hermosísima librería Strand de Nueva York un ejemplar de su novelita pulp Joyland. 


Joyland


La felicidad de encontrarme con esa novela fue incomparable. Ya lo habré dicho, pero Hard Case Crime, con su tarea de restituir textos pulp fiction clásicos en nuevas y cuidadas ediciones y con unas tapas que le hacen muchísima justicia al género, han realizado un trabajo fantástico en acercarme de nuevo a la literatura popular y espero que lo hayan hecho también para muchos otros lectores.


Joyland, una tierna historia de fantasmas y adolescentes, me devolvió las ganas de leer a King y por eso es que compré la primera novela noir de su vasta carrera, Mr. Mercedes, que estoy saboreando de a poco.


Pero como si fuera poco para restituirme el gusto por el maestro, en el último número de la edición argentina de la revista Rolling Stone se publicó una entrevista con él que es la traducción directa de una muy famosa que le hicieron hace unos meses en Estados Unidos.


La leí con interés y no pude sino sentir que cada palabra, cada definición que daba me acercaba más a su forma de pensar como lector y también como escritor.


Hay en la Literatura (y en otras artes, pero hablaré sólo de lo que conozco con profundidad) una tendencia a lamentarse por la caída de la calidad literaria en favor de una literatura de mercado (como si la calidad literaria fuera algo completamente objetivo y no una construcción subjetiva a partir del gusto de cada lector).


Hay en muchísimos escritores también una defensa del “arte puro” que intenta despegarse de la suciedad del mercado. Esto es básicamente una cuestión elitista: ¿quién puede permitirse escribir sin pensar en vender su libro? ¿Quién puede darse ese lujo? Alguien que evidentemente tenga un respaldo económico que le permita darse semejante lujo. Porque las horas que alguien insume escribiendo son también un oficio ¿o no? podría estar usando esas horas en una forma de ganar dinero trabajando en otra cosa. Entonces, poder darse el lujo de escribir sin pensar en llegar a los lectores implica un retroceso a una época en la que el Arte no era autónomo sino que grandes benefactores llamados mecenas pagaban a los artistas para que hicieran el arte para ellos. Esto se terminó con la Modernidad, cuando los artistas y escritores que ahora se valorizan como grandes genios, en muchos casos escribieron para ganarse el pan.


En la entrevista que menciono, King dice claramente que todo eso le parece una porquería. Y no es que quiera compararme con él (que es claramente un faro, un ejemplo a seguir) pero no podría estar más de acuerdo.

Reproduzco aquí algunos de estos conceptos que expresa con tan profunda claridad:


strand

RS: Un montón de críticos fueron muy incisivos con ustedes al comienzo de su carrera.

SK: Al principio  de mi carrera el Village Voice publicó una caricatura mía que todavía hoy me duele. (…) Era un dibujo en el que yo estaba comiendo dinero. (…) Sugería que si la ficción vendía bien, era mala. Si algo es accesible para la mayoría de la gente, tiene que ser estúpido, porque la mayoría de la gente es estúpida. Eso es elitista. Yo no estoy de acuerdo.


RS: Pero esa actitud persiste hasta hoy en día. El crítico literario Harold Bllom lo atacó con saña cuando usted ganó el National Book Award hace unos diez años.

Lo de Bloom nunca me molestó porque hay muchos críticos, y el es uno de ellos, que consideran su ignorancia sobre la cultura popular una señal de su calidad intelectual. Tal vez él pueda decir que Mark Twain es un gran escritor, pero no puede decir que hay una línea directa de, por ejemplo, Nathaniel Hawthorne a Jim Thomspon. Sólo piensa: “No los leo, pero sé que son malísismos.”


Más adelante en la entrevista le preguntan:


RS: ¿Piensa mucho en cuál será su legado?

SK: 
No, no mucho. Para empezar, está fuera de mi control. Hay dos cosas que pueden pasarle a un escritor cuando muere: o su obra sobrevive o es olvidada. Alguien encontrará un libro en una vieja caja y dirá: “¿Quién es este Irving Wallace?”. No hay ninguna explicación. Pregúntele a un estudiante de secundario quién es Somerset Maugham. No saben. Escribió libros que en su momento fueron best-sellers. Pero ahora es un escritor olvidado, mientras que Agatha Christie nunca fue más popular. Pasa de generación en generación. No es tan buena escritora como Maugham y ciertamente no ha hecho más que tratar de entretener a la gente. Así que no sé qué va a pasar.


RS: Usted ha amenazado con retirarse varias veces, pero obviamente todavía no lo hizo. ¿Se imagina escribiendo hasta los 80 o incluso después?

SK: 
Sí. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Quiero decir, hay que hacer algo para llenar el día. No puedo tocar mucho la guitarra ni ver más series por televisión. Esto me satisface. Hay dos cosas que me gustan de escribir: me hace feliz y hace feliz a otra gente.


Recomiendo leer la entrevista entera porque realmente vale la pena en especial sus impresiones acerca de la famosa adaptación de Kubrick a El resplandor (spoiler: a él tampoco le gustó) y su opinión sobre clásicos como Hemingway. La encuentran entera en inglés aquí.


King, con simpleza y sin soberbia (pese a que podría tenerla tranquilamente) conoce su lugar y está cómodo ahí. Escribir y leer literatura popular no tiene por qué pesar en la consciencia de las mentes civilizadas. El arte también es una forma de entretenimiento y si me preguntan a mí, creo que escribir lo mejor posible para un público lo más amplio posible es reconfortantemente democrático. Yo me amigué con Stephen King y con mucha literatura popular en los últimos años cuando pude sacarme el pesado lastre del esnobismo que se inculca en los ámbitos de la Crítica Literaria y su pequeña industria especializada.


Al mismo tiempo, entendí que escribir literatura pensando en entretener a la mayor cantidad de lectores posibles al mismo tiempo que entregarles un producto lo mejor acabado posible, tampoco es una vergüenza.


No me queda más que decir: ¡Larga vida al Rey!


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Published on December 10, 2014 07:18

December 4, 2014

Un perfume con aroma a cadáver

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(El texto que sigue lo expuse oralmente en el marco de La noche de las librerías 2014 el sábado 29/11 en la actividad organizada por Buenos Aires Negra (B.A.N.!))


Hace no mucho tiempo entré a una perfumería, acompañando a mi esposa que siempre se ve en la tentación de hacerlo. Lo acepto, ella me tiene que soportar a mí entrando a librerías en cada oportunidad que tengo.

Como cuando entro a este tipo de lugares (y hay muchos y todo el tiempo: FarmaCity, perfumerías, etc.) me aburro hice lo que se hace en esas ocasiones: me puse a mirar para todos lados intentando encontrar algo que capturara mi atención mientras mi mujer se probaba todo tipo de cosméticos. Entonces vi el anuncio de un perfume que me dejó completamente mudo: Dahlia Noir de Givenchy. Un perfume. Para más información: se trata de una fragancia de la familia “Chipre Floral” para mujer, sus notas de salida son mandarina, pimienta rosa y mimosa. Sus notas de corazón son iris, pachuli, y rosa y las notas de fondo son sábalo, habalo tonka y vainilla.


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Entonces, ¿por qué me quedé mudo cuando vi que existía un perfume llamado Dahlia Negra? Después de todo, una Dahlia Negra no es más que una flor perteneciente a la familia de las astaráceas y la Dahlia es la flor nacional de México desde el 13 de mayo de 1963.

Sin embargo, unos quince años antes de esta fecha, el 15 de junio de 1947 una jovencita de 22 años llamada Elizabeth Short, nacida en Boston en 1929, apareció mutilada en un lote descampado de una zona alejada de Leiment Park en la inmensa ciudad de Los Angeles, esa gran urbe que sentó las bases para los que se llaman las exurbs, urbes que se extienden y se extienden sin un centro exacto.


El cuerpo de Elizabeth Short apareció completamente mutilado lo que es una forma eufemística de decir descuartizada.


Por una parte se encontró su torso al que le habían extraído un seno y que tenía las manos tapando la cara. Y la cara era parte importante en la “performance” asesina: le habían dibujado una sonrisa cortándole los labios, muy similar a la risa mutilada del Joker de Batman en su última encarnación cinematográfica. No sé si sabían pero ese tipo de ataque tiene un nombre forense: se lo llama La sonrisa de Glasgow.

Quizás la primera inspiración para este tipo de mutilación horrible haya venido de El hombre que ríe una novela de Víctor Hugo que llegó al cine mudo en 1928. Pero nunca sabremos los motivos reales que llevaron a que se la practicaran a Short.


the man who


Por otro lado se encontró en el mismo lado el resto de su cuerpo: las piernas abiertas y sus genitales. Al cuerpo, lo que quedaba de tal, se le había sustraído la sangre y había sido evidentemente lavado por el asesino antes de depositarlo en el lugar en el que se encontró (fotos del cadáver aquí. Asegúrense de tener deshabilitados los filtros familiares de Google y sepan que es contenido NSFW).


Elizabeth Short

Elizabeth Short


La víctima era una chica de 1.65 m, 52 kilos, ojos celestes, dientes cariados y pelo azabache lo que junto con una foto en la que aparecí con un vestido negro le valió el apodo que le puso la prensa: “La Dahlia Negra”.  Había sido bella, demasiado bella, como una flor para morir de una forma tan cruel.


Esa misma prensa no tuvo demasiadas contemplaciones: con tal de averiguar todo sobre la víctima contactó a su madre con la excusa de que Elizabeth había ganado un concurso de belleza. Sólo cuando la madre dio toda la información posible, entonces le dijeron que en realidad estaba muerta, horriblemente asesinada.


Al poco tiempo de conocida la noticia y como suele suceder en este tipo de casos espectaculares muchísima gente aseguró haber sido el asesino de la Dahlia, pero nunca se supo quién había sido realmente.


La especulación y el sensacionalismo convirtieron a Elizabeth Short en una arribista que había intentado colarse con sus sueños de niña humilde en Hollywood.


killed


Nunca se pudo reconstruir con exactitud lo que sucedió con Elizabeth desde que desapareció el 9 de enero de 1947 y que su cuerpo descuartizado apareció en el descampado el 15 de enero. Como con los casos de Jack el destripador que tienen el denominador común de los descuartizamientos, se escribieron incontables libros intentando resolver el misterio del crimen. Quizás por esa misma filiación con Jack y la visión patriarcal que hace de toda mujer víctima una sospechosa de llevar malavida, muchos de esos libros sostienen que la Dahlia se había dedicado los últimos años de su vida a trabajar como prostituta, pero nada de todo eso pudo ser comprobado tampoco.

También, como en todo este tipo de casos, las teorías más alocadas se han escrito acerca de los motivos del crimen y los culpables. El que más me llamó la atención siempre es un libro que se llama Exquisite Corpse y que sostiene básicamente que el asesinato y descuartizamiento no fue más que una especie de performance surrealista. Según un reseñador del libro, se trata más de hablar del trabajo de Man Ray y otros genios de la época más que del asesinato de Short. Lo cual al menos podría servir si hace algo por difundir grandes obras de arte del siglo XX.


Antes

Descampado donde se encontró el cuerpo de Elizabeth Short el 15 de enero de 1947.


Después

El mismo lugar en la actualidad. El lugar exacto donde fue encontrado el cadáver está marcado por una placa que en la foto puede verse frente al palo.


Como decía, ha habido infinidad de sospechosos y como suele ocurrir en estos casos tan resonantes, nunca se encontró a un culpable. Sin embargo el trágico destino de Elizabeth Short sirvió de inspiración para todo tipo de especulaciones y por lo menos un gran, gran libro de ficción policial: La Dahlia Negra (1987) del estadounidense James Ellroy, apodado también “El perro del infierno de la ficción criminal americana”. Todo un apodito. Y bien merecido. El libro fue llevado al cine en 2006 por Brian de Palma pero el resultado fue catastrófico. Lean el libro, no vean la película.


Ellroy nació en 1948, un año después de la muerte de la Dahlia y que en su juventud fue un inadaptado social que se metía en las casas de mujeres para oler su ropa interior también sufrió la pérdida de su madre a manos de un asesino que nunca se pudo descubrir en el año 1958.


Las similitudes entre los dos casos llevaron a Ellroy a apoyarse mucho en la figura de Short para canalizar su angustia y finalmente cuando publicó su novela donde encuentra una resolución completamente ficcional al caso logró una notoriedad como escritor que hasta ese momento no había conseguido. Sin dudas se trata de una de las mejores puestas en ficción del caso de Elizabeth Short.


James Ellroy dice en su libro
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Published on December 04, 2014 06:14

El mejor crimen del mundo: un perfume con aroma a cadáver

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(El texto que sigue lo expuse oralmente en el marco de La noche de las librerías 2014 el sábado 29/11 en la actividad organizada por Buenos Aires Negra (B.A.N.!))


Hace no mucho tiempo entré a una perfumería, acompañando a mi esposa que siempre se ve en la tentación de hacerlo. Lo acepto, ella me tiene que soportar a mí entrando a librerías en cada oportunidad que tengo.

Como cuando entro a este tipo de lugares (y hay muchos y todo el tiempo: FarmaCity, perfumerías, etc.) me aburro hice lo que se hace en esas ocasiones: me puse a mirar para todos lados intentando encontrar algo que capturara mi atención mientras mi mujer se probaba todo tipo de cosméticos. Entonces vi el anuncio de un perfume que me dejó completamente mudo: Dahlia Noir de Givenchy. Un perfume. Para más información: se trata de una fragancia de la familia “Chipre Floral” para mujer, sus notas de salida son mandarina, pimienta rosa y mimosa. Sus notas de corazón son iris, pachuli, y rosa y las notas de fondo son sábalo, habalo tonka y vainilla.


dahlia_noir_de_givenchy_2


Entonces, ¿por qué me quedé mudo cuando vi que existía un perfume llamado Dahlia Negra? Después de todo, una Dahlia Negra no es más que una flor perteneciente a la familia de las astaráceas y la Dahlia es la flor nacional de México desde el 13 de mayo de 1963.

Sin embargo, unos quince años antes de esta fecha, el 15 de junio de 1947 una jovencita de 22 años llamada Elizabeth Short, nacida en Boston en 1929, apareció mutilada en un lote descampado de una zona alejada de Leiment Park en la inmensa ciudad de Los Angeles, esa gran urbe que sentó las bases para los que se llaman las exurbs, urbes que se extienden y se extienden sin un centro exacto.


El cuerpo de Elizabeth Short apareció completamente mutilado lo que es una forma eufemística de decir descuartizada.


Por una parte se encontró su torso al que le habían extraído un seno y que tenía las manos tapando la cara. Y la cara era parte importante en la “performance” asesina: le habían dibujado una sonrisa cortándole los labios, muy similar a la risa mutilada del Joker de Batman en su última encarnación cinematográfica. No sé si sabían pero ese tipo de ataque tiene un nombre forense: se lo llama La sonrisa de Glasgow.

Quizás la primera inspiración para este tipo de mutilación horrible haya venido de El hombre que ríe una novela de Víctor Hugo que llegó al cine mudo en 1928. Pero nunca sabremos los motivos reales que llevaron a que se la practicaran a Short.


the man who


Por otro lado se encontró en el mismo lado el resto de su cuerpo: las piernas abiertas y sus genitales. Al cuerpo, lo que quedaba de tal, se le había sustraído la sangre y había sido evidentemente lavado por el asesino antes de depositarlo en el lugar en el que se encontró (fotos del cadáver aquí. Asegúrense de tener deshabilitados los filtros familiares de Google y sepan que es contenido NSFW).


Elizabeth Short

Elizabeth Short


La víctima era una chica de 1.65 m, 52 kilos, ojos celestes, dientes cariados y pelo azabache lo que junto con una foto en la que aparecí con un vestido negro le valió el apodo que le puso la prensa: “La Dahlia Negra”.  Había sido bella, demasiado bella, como una flor para morir de una forma tan cruel.


Esa misma prensa no tuvo demasiadas contemplaciones: con tal de averiguar todo sobre la víctima contactó a su madre con la excusa de que Elizabeth había ganado un concurso de belleza. Sólo cuando la madre dio toda la información posible, entonces le dijeron que en realidad estaba muerta, horriblemente asesinada.


Al poco tiempo de conocida la noticia y como suele suceder en este tipo de casos espectaculares muchísima gente aseguró haber sido el asesino de la Dahlia, pero nunca se supo quién había sido realmente.


La especulación y el sensacionalismo convirtieron a Elizabeth Short en una arribista que había intentado colarse con sus sueños de niña humilde en Hollywood.


killed


Nunca se pudo reconstruir con exactitud lo que sucedió con Elizabeth desde que desapareció el 9 de enero de 1947 y que su cuerpo descuartizado apareció en el descampado el 15 de enero. Como con los casos de Jack el destripador que tienen el denominador común de los descuartizamientos, se escribieron incontables libros intentando resolver el misterio del crimen. Quizás por esa misma filiación con Jack y la visión patriarcal que hace de toda mujer víctima una sospechosa de llevar malavida, muchos de esos libros sostienen que la Dahlia se había dedicado los últimos años de su vida a trabajar como prostituta, pero nada de todo eso pudo ser comprobado tampoco.

También, como en todo este tipo de casos, las teorías más alocadas se han escrito acerca de los motivos del crimen y los culpables. El que más me llamó la atención siempre es un libro que se llama Exquisite Corpse y que sostiene básicamente que el asesinato y descuartizamiento no fue más que una especie de performance surrealista. Según un reseñador del libro, se trata más de hablar del trabajo de Man Ray y otros genios de la época más que del asesinato de Short. Lo cual al menos podría servir si hace algo por difundir grandes obras de arte del siglo XX.


Antes

Descampado donde se encontró el cuerpo de Elizabeth Short el 15 de enero de 1947.


Después

El mismo lugar en la actualidad. El lugar exacto donde fue encontrado el cadáver está marcado por una placa que en la foto puede verse frente al palo.


Como decía, ha habido infinidad de sospechosos y como suele ocurrir en estos casos tan resonantes, nunca se encontró a un culpable. Sin embargo el trágico destino de Elizabeth Short sirvió de inspiración para todo tipo de especulaciones y por lo menos un gran, gran libro de ficción policial: La Dahlia Negra (1987) del estadounidense James Ellroy, apodado también “El perro del infierno de la ficción criminal americana”. Todo un apodito. Y bien merecido. El libro fue llevado al cine en 2006 por Brian de Palma pero el resultado fue catastrófico. Lean el libro, no vean la película.


Ellroy nació en 1948, un año después de la muerte de la Dahlia y que en su juventud fue un inadaptado social que se metía en las casas de mujeres para oler su ropa interior también sufrió la pérdida de su madre a manos de un asesino que nunca se pudo descubrir en el año 1958.


Las similitudes entre los dos casos llevaron a Ellroy a apoyarse mucho en la figura de Short para canalizar su angustia y finalmente cuando publicó su novela donde encuentra una resolución completamente ficcional al caso logró una notoriedad como escritor que hasta ese momento no había conseguido. Sin dudas se trata de una de las mejores puestas en ficción del caso de Elizabeth Short.


James Ellroy dice en su libro
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Published on December 04, 2014 06:14

November 26, 2014

El primer capítulo vende tu libro

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De todos los consejos de escritura que he leído y recopilado, el que me parece absolutamente indudable y certero es el que dice: “El primer capítulo de tu libro lo vende; el último vende tu próximo libro.”


¿Qué significa esto exactamente? Que tener un primer capítulo/prólogo que enganche al lector debería ser la primera prioridad de todo escritor que tenga como propósito escribir libros que se vendan o como mínimo, que lleguen a muchísimos lectores. Y por otra parte, también deberá trabajar arduamente en brindar un final satisfactorio a la narración o el relato que haya realizado en las páginas anteriores.


¿No les pasó alguna vez de estar leyendo un libro genial o viendo una película espectacular y que el autor lo arruinara todo en el tercer acto? ¿Qué sensación les quedó de esa película o libro? Seguramente una muy mala. Y es que ese es el problema: no importa que un libro sea increíble durante 999 páginas si en la página 1.000 va a tener una resolución espantosa, incoherente o que simplemente no se encuentre a la altura de lo que el lector esperaba.


Los principios y los finales por esto mismo son de lo más difícil. El principio debe capturar la atención del lector y esto es algo muy difícil: lo ideal es garantizarse que desde la primera línea el lector casual ya se sienta encomiado a seguir leyendo. Imaginemos un lector que encuentra el libro en una estantería de una librería al lado de cientos de títulos. Por algún azar indescriptible, ese lector tomó nuestro libro, vio la contratapa, la solapa, y se dispone a testear la prosa del autor para ver si le interesa invertir en nuestro libro. Si no tenemos una primera línea demoledora, unos primeros párrafos que lo agarren fuerte, es muy probable que lo perdamos. Y lamentablemente solo poseemos una sola chance de convencer a ese lector eventual.


En mi caso particular el prólogo de Rituales de sangre lo escribí y lo reescribí cientos de veces antes de que adquiriera la forma final (que de paso, pueden leer gratis desde aquí y comprobar si efectivamente cumple la función de atraparlos). En cuanto al final, lo cambié luego de que mi esposa se indignara con el que había escrito. A ella le encantaba la novela y la había venido leyendo con gran entusiasmo. Estaba por llegar al final y le dije: “Preparate porque el último capítulo te va a encantar.” Esperé expectante y apenas terminó de leerlo bajó el Kindle y me increpó indignada: el final que había elegido le había arruinado todo el placer del libro. Entonces lo cambié y desde entonces no recibí ninguna queja acerca del final de la novela.


Entonces, ¿qué tiene que tener un buen comienzo? Las fórmulas no son únicas aunque existen ciertos trucos o consejos que es mejor respetar para garantizarnos un buen comienzo, poderoso y atractivo.


Justamente me encontré estos días leyendo la excelente novela El último mansucrito de María Correa Luna y lo primero que noté apenas lo comencé fue que tenía un primer capítulo excepcional, que me había atrapado y no me quería soltar.


Voy a transcribir casi todo el capítulo excepto unos pocos fragmentos ordenados aquí y luego los analizaré para mostrar todo lo que Correa Luna hizo bien en ese comienzo.



El último manuscrito

de María Correa Luna


Capítulo 1
Viernes

Ana Beltrán tenía el puño apretado, tan apretado que los nudillos se le habían puesto blancos. Sostenía un reloj pulsera que, en el apuro, no había logrado ponerse en la muñeca.

(…)

Eran las tres de la mañana. Tampoco se percató de que llevaba jeans y botas pero que había olvidado sacarse la camisa del pijama, de que no llevaba suéter y la campera que la abrigaba no era de ella. Se acomodó la correa de cuero del reloj en la muñeca y miró el cielo. No había luna, tampoco estrellas. Era una noche cerrada. Apenas distinguía los contornos de los recintos a su alrededor. Como si esa oscuridad infinita anticipara la escena con la que debía enfrentarse.

Criminóloga de profesión, Ana estaba acostumbrada a recibir llamada de la Policía Forense en horarios poco convencionales, por eso no la sorprendió que su celular sonara en la madrugada. Sin embargo, que el llamado fuera de Marcos Gutiérrez, director de la Editorial Centauro – propiedad de la familia Beltrán – y que lo estuviera haciendo desde la puerta de su casa, significaba que era algo grave. Gutiérrez, a quien Ana conocía como la mano derecha de su padre desde que tenía memoria y a quien consideraba un sátrapa desde aquel verano nefasto, entró en el departamento y le dio la noticia sin preámbulos.

A partir de ese momento, los sucesos transcurridos entre que salió de su casa, frente al Botánico, y llegó al lugar de los hechos eran parte de una nebulosa. No sabía cuánto tiempo había pasado entre que escuchó de la boca del periodista que habían encontrado a Emerio Beltrán ahorcado en la biblioteca del Zoológico de Buenos Aires y el momento en que llegó al lugar.

(…)

Toda la situación le resultaba ajena, como si sufriera un proceso de extrañamiento en el que ella era una observadora más, como en cada caso en el que trabajaba. Ana Beltrán estaba acostumbrada a ver los crímenes más macabros, pero no estaba preparada para ver a su padre colgado.

(…)

Marcos Gutiérrez aminoró el paso y se acercó a ella. Se arrimó lentamente y le apoyó la mano izquierda sobre el hombro. Ana levantó la mirada del sueño y agradeció con un leve movimiento de cabeza el gesto. De alguna manera, Gutiérrez quería aliviar la situación. Aunque fuera imposible, al menos quería que ella supiera que contaba con él. Era consciente de que no habían quedado en buenos términos, y que la criminóloga no olvidaba lo sucedido entre ambos.

(…)


***

Máximo Zaldívar tomó el teléfono y marcó esperando escuchar una voz conocida del otro lado. Para su sorpresa atendió el contestador. Dejó un mensaje corto y sostuvo con firmeza el celular. Ya era muy tarde, no había posibilidad de escape. Trató de serenarse, volvió a mirar la imagen que había recibido en su Blackberry y sintió ganas de vomitar.

Todo a su alrededor giraba, un frío lento le crispó la espalda. Estaba mareado, le faltaba el aire, transpiraba. Se aflojó la corbata y respiró profundamente. Volvió a marcar, pero esta vez un número distinto. Tampoco obtuvo respuesta. Desbordado por el pánico, dejó que sus palabras salieran solas, sin pensarlas. Al fin de cuentas, después de ver las imágenes de Emerio Beltrán que había recibido, sabía que irían por él.


Intrigante ¿no creen? Suspenso, acción, misterio, este comienzo lo tiene todo. Ahora vamos a ver cómo lo consigue, cómo captura nuestra atención y no nos permite desprendernos. En rojo están las partes originales del texto resaltadas para su análisis y en destacado los análisis.


Capítulo 1


Viernes (ubicación temporal)


Ana Beltrán (aquí, desde la primera línea ya conocemos a la protagonista) tenía el puño apretado, tan apretado que los nudillos se le habían puesto blancos. Sostenía un reloj pulsera que, en el apuro, no había logrado ponerse en la muñeca. (la descripción nos genera tensión porque la protagonista está sintiendo tensión ¿A qué se deberá esta ansiedad?)

(…)

Eran las tres de la mañana (marcación horaria: ahora ya sabemos el nombre de la protagonista, el día de la semana que se anuncia en el subtítulo del capítulo y la hora. Es fundamental para que el lector se haga una idea de dónde está parado). Tampoco se percató de que llevaba jeans y botas pero que había olvidado sacarse la camisa del pijama, de que no llevaba suéter y la campera que la abrigaba no era de ella. (más rasgos que nos muestran el apuro con el que tuvo que salir. A esta altura se ha incrementado la intriga: ¿qué le pudo haber sucedido a Ana Beltrán para haber salido tan descuidada y estar tan nerviosa?) Se acomodó la correa de cuero del reloj en la muñeca y miró el cielo. No había luna, tampoco estrellas. Era una noche cerrada. Apenas distinguía los contornos de los recintos a su alrededor. Como si esa oscuridad infinita anticipara la escena con la que debía enfrentarse. (la narradora nos anticipa que hay algo tenebroso a lo que tendrá que enfrentarse Ana pero todavía no nos dice qué es).

Criminóloga de profesión (aquí completamos la información sobre Ana Beltrán y tenemos un panorama más acabado de quién es, en qué día y qué hora se encuentra), Ana estaba acostumbrada a recibir llamada de la Policía Forense en horarios poco convencionales, por eso no la sorprendió que su celular sonara en la madrugada. Sin embargo, que el llamado fuera de Marcos Gutiérrez, director de la Editorial Centauro – propiedad de la familia Beltrán – y que lo estuviera haciendo desde la puerta de su casa, significaba que era algo grave. Gutiérrez, a quien Ana conocía como la mano derecha de su padre desde que tenía memoria y a quien consideraba un sátrapa desde aquel verano nefasto, (con habilidad, la narradora introduce otro personaje al tiempo que lo plantea como una eventual amenaza para Ana: “un sátrapa”. Pero con más habilidad aún, no aclara qué fue lo que ocurrió ese verano por lo cuál ella lo considera tal. El misterio nos llevará a seguir leyendo.) entró en el departamento y le dio la noticia sin preámbulos.

A partir de ese momento, los sucesos transcurridos entre que salió de su casa, frente al Botánico, y llegó al lugar de los hechos eran parte de una nebulosa. No sabía cuánto tiempo había pasado entre que escuchó de la boca del periodista que habían encontrado a Emerio Beltrán ahorcado en la biblioteca del Zoológico de Buenos Aires y el momento en que llegó al lugar. (finalmente sabemos dónde se encuentra ahora Ana Beltrán y qué la llevó allí a las 3 am. pero… todavía no sabemos quién era Emerio Beltrán aunque por su apellido suponemos que estaba relacionado con Ana, aunque la narradora se reserva ese dato para seguir obligándonos a leer.)

(…)

Toda la situación le resultaba ajena, como si sufriera un proceso de extrañamiento en el que ella era una observadora más, como en cada caso en el que trabajaba. Ana Beltrán estaba acostumbrada a ver los crímenes más macabros, pero no estaba preparada para ver a su padre colgado. (finalmente, luego de dos párrafos (omití uno para no hacerlo tan largo en este recuento) se nos cuenta quién era Emerio Beltrán y qué relación tenía con nuestra protagonista.)

(…)

Marcos Gutiérrez aminoró el paso y se acercó a ella. Se arrimó lentamente y le apoyó la mano izquierda sobre el hombro. Ana levantó la mirada del sueño y agradeció con un leve movimiento de cabeza el gesto. De alguna manera, Gutiérrez quería aliviar la situación. Aunque fuera imposible, al menos quería que ella supiera que contaba con él. Era consciente de que no habían quedado en buenos términos, y que la criminóloga no olvidaba lo sucedido entre ambos. (una vez más, se nos indica que entre Ana y Marcos, juntos a las tres de la mañana en el Zoológico a causa de la aparición del cadáver del padre de Ana colgado en la biblioteca, no es buena, pero no se nos dicen los motivos que solo los conoceremos en capítulos subsiguientes.)

(…)


***

Máximo Zaldívar (el capítulo tiene un corte abrupto y pasamos a conocer a un nuevo personaje) tomó el teléfono y marcó esperando escuchar una voz conocida del otro lado. Para su sorpresa atendió el contestador. Dejó un mensaje corto y sostuvo con firmeza el celular. Ya era muy tarde, no había posibilidad de escape. Trató de serenarse, volvió a mirar la imagen que había recibido en su Blackberry y sintió ganas de vomitar. (pura construcción de tensión narrativa: ¿qué le pasa a Zaldívar? ¿por qué siente ganas de vomitar? ¿qué imagen recibió en su Blackberry? ¿de qué o quién tiene que escapar y ya no tiene posibilidades? ¿por qué está tan nervioso?)

Todo a su alrededor giraba, un frío lento le crispó la espalda. Estaba mareado, le faltaba el aire, transpiraba. Se aflojó la corbata y respiró profundamente. Volvió a marcar, pero esta vez un número distinto. Tampoco obtuvo respuesta. Desbordado por el pánico, dejó que sus palabras salieran solas, sin pensarlas. Al fin de cuentas, después de ver las imágenes de Emerio Beltrán que había recibido, sabía que irían por él. (un perfecto cliffhanger para el final del capítulo: Zaldívar recibió las imágenes del cadáver de Beltrán lo que nos hace suponer que éste fue asesinado y por el miedo que siente Marcos y por lo que piensa, sabemos que su propia vida está en peligro.)


Como se ve, en apenas un poco más de 1500 palabras la autora logra generar una tensión narrativa que se diversifica en varias preguntas que acompañarán a lo largo de las 250 páginas de la novela. Estas semillas que planta en este primer capítulo irán germinando en respuestas a lo largo de la trama y el lector ya quedó enganchado en la búsqueda de esas respuestas.

Verdaderamente se trata de un excelente primer capítulo para una novela de género del suspenso o el thriller.


Hagan el ejercicio ahora ustedes mismos: tomen una novela que no hayan podido dejar de leer y analicen el primer capítulo. ¿Logra su cometido de engancharlos para seguir leyendo el resto de la novela? ¿Cómo lo logra? ¿Qué elementos pone en juego el autor y de qué manera?


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Published on November 26, 2014 12:11

November 19, 2014

Bajo la misma estrella de John Green

bajo la misma estrella.indd Bajo la misma estrella por John Green

Mi calificación: 5 de 5 estrellas


“Bajo la misma estrella” es la novela más dolorosamente adictiva y delicada que he leído. La historia se conoce: una adolescente que padece cáncer terminal pero que se encuentra en un momento de cierta estabilidad y “convivencia” con su enfermedad, conoce a otro chico que superó su propio cáncer. Lo inevitable sucederá y se enamorarán. La tensión de saber que es un amor con los días contados por la fatalidad inexorable que se acerca hace que cada página de la novela sea un trago duro pero al mismo tiempo el magnífico trabajo con la prosa y el desarrollo de personajes que hizo John Green permite que se nos escape alguna risa en medio de la tragedia.

Hazel, la narradora, es un personaje complejo y astuto, irónico y autoconsciente de su futuro inmediato que no es más que el futuro que nos espera a todos los que estamos vivos. En esas reflexiones acerca de la finitud de la experiencia humana es donde la novela gana en profundidad filosófica pero sin por eso convertirse en un tratado ni nada parecido; la novela establece con firmeza que todos tenemos destino de olvido tarde o temprano (y es absolutamente cierto: intenten empezar a contar sus antepasados para atrás y vean hasta dónde llegaron a conocer, hasta dónde recuerdan a esa gente sin cuya existencia su propia existencia no sería tal) y trata de reflexionar de modos más sutiles acerca del sufrimiento en vida que debemos atravesar. El dolor siempre es injusto porque no se pueden establecer escalas de valores de más o menos dolor. El dolor puede ser enorme y aún así podemos seguir vivos o puede ser menor para algunos que mueren antes que otros que atravesaron mayores cantidades.

En este sentido la novela también se presenta como un triunfo: no hay una construcción del heroísmo de los que luchan contra la desgracia. La desgracia toca y cada uno la toma como puede y eso en la novela está excelentemente trabajado; no se nos pide simpatía por los personajes sólo porque padecen de una enfermedad terrible. Por el contrario, los personajes se ganan o no nuestro afecto por su forma de ser más allá de su condición.

En definitiva podría decir que se trata de una novela triste, esplendorosa, dolorosa y sobre todas las cosas que no busca congraciarse con los lectores mediante bruscos giros que den esperanza. Y eso, por más doloroso que resulte, es básicamente de lo que se trata la vida.


Lee todas mis reseñas


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Published on November 19, 2014 14:03

Mini-reseña: “Bajo la misma estrella” de John Green

bajo la misma estrella.indd Bajo la misma estrella por John Green

Mi calificación: 5 de 5 estrellas


“Bajo la misma estrella” es la novela más dolorosamente adictiva y delicada que he leído. La historia se conoce: una adolescente que padece cáncer terminal pero que se encuentra en un momento de cierta estabilidad y “convivencia” con su enfermedad, conoce a otro chico que superó su propio cáncer. Lo inevitable sucederá y se enamorarán. La tensión de saber que es un amor con los días contados por la fatalidad inexorable que se acerca hace que cada página de la novela sea un trago duro pero al mismo tiempo el magnífico trabajo con la prosa y el desarrollo de personajes que hizo John Green permite que se nos escape alguna risa en medio de la tragedia.

Hazel, la narradora, es un personaje complejo y astuto, irónico y autoconsciente de su futuro inmediato que no es más que el futuro que nos espera a todos los que estamos vivos. En esas reflexiones acerca de la finitud de la experiencia humana es donde la novela gana en profundidad filosófica pero sin por eso convertirse en un tratado ni nada parecido; la novela establece con firmeza que todos tenemos destino de olvido tarde o temprano (y es absolutamente cierto: intenten empezar a contar sus antepasados para atrás y vean hasta dónde llegaron a conocer, hasta dónde recuerdan a esa gente sin cuya existencia su propia existencia no sería tal) y trata de reflexionar de modos más sutiles acerca del sufrimiento en vida que debemos atravesar. El dolor siempre es injusto porque no se pueden establecer escalas de valores de más o menos dolor. El dolor puede ser enorme y aún así podemos seguir vivos o puede ser menor para algunos que mueren antes que otros que atravesaron mayores cantidades.

En este sentido la novela también se presenta como un triunfo: no hay una construcción del heroísmo de los que luchan contra la desgracia. La desgracia toca y cada uno la toma como puede y eso en la novela está excelentemente trabajado; no se nos pide simpatía por los personajes sólo porque padecen de una enfermedad terrible. Por el contrario, los personajes se ganan o no nuestro afecto por su forma de ser más allá de su condición.

En definitiva podría decir que se trata de una novela triste, esplendorosa, dolorosa y sobre todas las cosas que no busca congraciarse con los lectores mediante bruscos giros que den esperanza. Y eso, por más doloroso que resulte, es básicamente de lo que se trata la vida.


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Published on November 19, 2014 14:03

November 17, 2014

Amazon vs. Hachette vs. la industria de los libros

05-09hachette_full_600


Finalmente y dado que luego de varios meses de pelea, la disputa entra Amazon y Hachette (una de las Big Five editoras a nivel mundial) parece haber llegado a un final bastante satisfactorio para la casa de edición francesa, creo que es un buen momento para reflexionar sobre el asunto.


No me interesa meterme en las peculiaridades de los motivos de la pelea ni los métodos que utilizó Amazon para presionar a Hachette (quitar de la venta sus libros, poner trabas para comprarlos, no permitir pre-orders de sus títulos, sugerir otros títulos de otras editoriales, etc.) porque tiene que ver con las batallas corporativas y a mí lo que me interesan son los aspectos relacionados con los libros.


Lo primero que me parece que vale la pena señalar es que siempre que se producen este tipo de enfrentamientos entre una corporación grande y otra gran corporación, nos encontramos con que la corporación a la que se acusa de injusta (en este caso Amazon) suele haberse ganado al público.


¿Qué significa esto? Que si Amazon no brindara una serie de servicios pensados específicamente en satisfacer al consumidor, no habría ni siquiera comenzado la disputa.


Pensemos en caso contra Microsoft cuando se lo acusó de monopolizar el mercado de los Navegadores Web con su Internet Explorer preinstalado en Windows ¿recuerdan? Bien, ahora, en ese momento realmente no parecía haber un reemplazo digno al navegador que proponía Microsoft. Ahora y desde hace un largo tiempo ya, Internet Explorer es el hazmerreír de los navegadores a tal punto que existen cuentas de Twitter que parodian su lento rendimiento y campañas de avisos donde Microsoft admite sus fracasos del pasado y apuesta a conseguir que los que ya nos pasamos de bando (a Chrome o Mozilla Firefox u Opera o lo que sea) retornemos usarlo.



Sea como sea, y a pesar de que reconozco los esfuerzos de la campaña de márketing en clave humorística de IE, nunca, pero nunca volvería a utilizarlo.


¿Por qué? Porque como consumidor quiero un servicio más eficiente que siento sí me puede dar Chrome. Y seguiré utilizando Chrome hasta que sienta que ya no me satisface.


Con Amazon me sucede similar: es la mejor tienda de Internet que se haya creado. Es fácil de navegar, completa, servicial, tiene una política de consumidores muy aceitada (devoluciones, reintegros de dinero, etc.) y por si fuera poco, prácticamente inventó el mercado de los eBooks al sacar el Hardware (Kindle) y la tienda especializada más completa, intuitiva y fácil de utilizar de todas las que existen en ese extensísimo mercado.


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El navegador que “amabas” odiar


No sólo eso, sino que además, Amazon hizo lo que todos pensaban imposible: convirtió la autoedición, que hasta entonces tenía el denigrante nombre de Vanity Press en “literatura indie”, llenándola de prestigio y haciendo millonarios a unos cuantos escritores que habían visto sus manuscritos rechazados por las Big Five y otras editoriales durante años.


¿Logró Amazon todo esto a punta de pistola? Desde luego que no, aunque es indudable que utilizó y utiliza ciertas prácticas prepotentes en muchas ocasiones como aceptar perder enormes cantidades de dinero para promocionar artículos que vende por debajo del costo (como cualquier comercio grande por otra parte), presionar y deglutir empresas competidoras (lo que tampoco es nada nuevo bajo el sol).


Pero dije que no me iba a referir a las prácticas comerciales del gigante de Jeff Bezos. Las prácticas que utilizó Amazon para llegar a la preminencia en el mercado no quita de ningún modo el factor de que la gente siga queriendo consumir en Amazon y que haya escritores dispuestos a defender a esta empresa privada a capa y espada.


¿Por qué? Justamente, porque más allá del valor que le da a los libros (otro argumento que se dijo mucho: Amazon no tiene interés en los libros como objetos culturales. Me imagino que Supermercados COTO tampoco tiene este tipo de interés y sin embargo vende libros entre sus góndolas y por el espacio que les dedica me imagino que debe vender bien) los vende y los distribuye bien; le permite a miles de escritores una vía de publicación, visibilidad y, sobretodo, ganancia que hasta ahora les estaba vedada (y en ese sentido también alivia y simplifica el trabajo de las editoriales que ya no reciben TANTOS manuscritos que no están en condiciones de leer; sin contar con que les permite tomar la temperatura de libros que pueden funcionar para luego tratar de fichar autores que han triunfado en el self-publishing).


weekend-wsj-on-self-publishing2


Amazon tiene para los autores que deciden autopublicarse en su plataforma dos rangos de regalías: 35% si se quiere poner el libro a la venta en otros mercados además de ese y 70% si se opta por la exclusividad de ese canal de venta. Aún en el caso del 35% de regalías se trata de un porcentaje que supera en 10 o más puntos lo que paga una editorial tradicional en concepto de regalías por eBooks. Ni que hablar de lo que paga por el precio de tapa de un libro físico (10% en promedio). ¿Qué escritor que se ha visto rechazado incontables veces en editoriales tradicionales no querrá probar suerte con la autopublicación?


Pero enfoquemos en el perjuicio que Amazon le ha causado en estos meses a Hachette y el malestar que ha generado en el mundo editorial. ¿Por qué las Big Five no actuaron juntas para presionar de vuelta? Hubiera bastado con que sacaran sus catálogos del gigante del retail y listo ¿no?


Evidentemente no es tan fácil para las editoriales escapar a este monstruo Amazon que las editoriales solas dejaron crecer. Al vender sus libros con el DRM propietario de la empresa de Bezos no poseen derecho a distribuir por su cuenta esos eBooks y además, posiblemente podría desencadenarse una situción legal complicada: si Amazon ya no tiene permiso para vender contenidos de las Big Five, los eBooks que ya vendió y que están en dispositivos que le pertenecen (Kindle) ¿pueden seguir en poder de los lectores? ¿Qué hay de las ventas en bibliotecas?


novelist-blog


Como se ve, nuevamente, las grandes editoriales se encuentran en una encrucijada delicada en la que parecen haberse metido por su propia cuenta: la exigencia activa de que sus libros se vendan con sistemas de DRM que siempre, tarde o temprano, terminan perjudicando al consumidor (que no olvidemos, debería ser lo más preciado para cualquier empresa ya sea una editorial o una verdulería), la reticencia y lentitud con la que han ido aceptando la conversión al mundo digital, la imposibilidad de establecer una empresa de retail que pueda competir contra el canal de venta que es Amazon y fallas de comunicación (la estrategia de la victimización parece no haber logrado la solidaridad de los “escritores indie” que se pararon del lado de Amazon y de muchos consumidores que simplemente están cómodos con el servicio que les brinda).


Entonces, y aún sin haber publicado nunca en forma indie con Amazon o alguna otra distribuidora de contenidos digitales, puedo decir que entiendo como consumidor y productor de libros el lugar que tiene la empresa de Bezos.


¿Me gustaría más bibliodiversidad? Desde luego. Pero esa no es responsabilidad de Amazon que tiene su propia biodiversidad impresa en el nombre de su marca y su logo, esa es responsabilidad de las editoriales que han tenido con este conflicto una fuerte advertencia. Ojalá puedan, las editoriales unidas, hacer surgir un servicio alternativo a Amazon que permita a los consumidores una elección mucho más democrática en el mercado; un servicio que esté focalizado en el valor cultural de los libros; una tienda que sólo venda libros y tenga lo necesario para convertirse en la tienda de libros más grande de Internet; que brinde servicio e innovación del tipo al que nos tiene acosumbrado Amazon. Pero eso será responsabilidad y elección de las editoriales o algún otro actor social. No se le puede exigir a la propia Amazon que cree su competencia. Sentarse a llorar sobre la leche derramada tampoco parece una opción muy útil. Se ha abierto una brecha de oportunidad. Ojalá la sepan aprovechar porque hasta ahora, todos los intentos que se han producido para crear grandes tiendas de libros alternativas no han logrado estar a la altura de calidad, precio y servicio que ofrece el retailer de Seattle. Y por eso es que esta seguirá siendo fuerte por lo menos en los próximos años.


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Published on November 17, 2014 14:51

Ahora que la guerra terminó: Amazon vs. Hachette vs. la industria de los libros

05-09hachette_full_600


Finalmente y dado que luego de varios meses de pelea, la disputa entra Amazon y Hachette (una de las Big Five editoras a nivel mundial) parece haber llegado a un final bastante satisfactorio para la casa de edición francesa, creo que es un buen momento para reflexionar sobre el asunto.


No me interesa meterme en las peculiaridades de los motivos de la pelea ni los métodos que utilizó Amazon para presionar a Hachette (quitar de la venta sus libros, poner trabas para comprarlos, no permitir pre-orders de sus títulos, sugerir otros títulos de otras editoriales, etc.) porque tiene que ver con las batallas corporativas y a mí lo que me interesan son los aspectos relacionados con los libros.


Lo primero que me parece que vale la pena señalar es que siempre que se producen este tipo de enfrentamientos entre una corporación grande y otra gran corporación, nos encontramos con que la corporación a la que se acusa de injusta (en este caso Amazon) suele haberse ganado al público.


¿Qué significa esto? Que si Amazon no brindara una serie de servicios pensados específicamente en satisfacer al consumidor, no habría ni siquiera comenzado la disputa.


Pensemos en caso contra Microsoft cuando se lo acusó de monopolizar el mercado de los Navegadores Web con su Internet Explorer preinstalado en Windows ¿recuerdan? Bien, ahora, en ese momento realmente no parecía haber un reemplazo digno al navegador que proponía Microsoft. Ahora y desde hace un largo tiempo ya, Internet Explorer es el hazmerreír de los navegadores a tal punto que existen cuentas de Twitter que parodian su lento rendimiento y campañas de avisos donde Microsoft admite sus fracasos del pasado y apuesta a conseguir que los que ya nos pasamos de bando (a Chrome o Mozilla Firefox u Opera o lo que sea) retornemos usarlo.



Sea como sea, y a pesar de que reconozco los esfuerzos de la campaña de márketing en clave humorística de IE, nunca, pero nunca volvería a utilizarlo.


¿Por qué? Porque como consumidor quiero un servicio más eficiente que siento sí me puede dar Chrome. Y seguiré utilizando Chrome hasta que sienta que ya no me satisface.


Con Amazon me sucede similar: es la mejor tienda de Internet que se haya creado. Es fácil de navegar, completa, servicial, tiene una política de consumidores muy aceitada (devoluciones, reintegros de dinero, etc.) y por si fuera poco, prácticamente inventó el mercado de los eBooks al sacar el Hardware (Kindle) y la tienda especializada más completa, intuitiva y fácil de utilizar de todas las que existen en ese extensísimo mercado.


iebrowserfun_large_verge_super_wide

El navegador que “amabas” odiar


No sólo eso, sino que además, Amazon hizo lo que todos pensaban imposible: convirtió la autoedición, que hasta entonces tenía el denigrante nombre de Vanity Press en “literatura indie”, llenándola de prestigio y haciendo millonarios a unos cuantos escritores que habían visto sus manuscritos rechazados por las Big Five y otras editoriales durante años.


¿Logró Amazon todo esto a punta de pistola? Desde luego que no, aunque es indudable que utilizó y utiliza ciertas prácticas prepotentes en muchas ocasiones como aceptar perder enormes cantidades de dinero para promocionar artículos que vende por debajo del costo (como cualquier comercio grande por otra parte), presionar y deglutir empresas competidoras (lo que tampoco es nada nuevo bajo el sol).


Pero dije que no me iba a referir a las prácticas comerciales del gigante de Jeff Bezos. Las prácticas que utilizó Amazon para llegar a la preminencia en el mercado no quita de ningún modo el factor de que la gente siga queriendo consumir en Amazon y que haya escritores dispuestos a defender a esta empresa privada a capa y espada.


¿Por qué? Justamente, porque más allá del valor que le da a los libros (otro argumento que se dijo mucho: Amazon no tiene interés en los libros como objetos culturales. Me imagino que Supermercados COTO tampoco tiene este tipo de interés y sin embargo vende libros entre sus góndolas y por el espacio que les dedica me imagino que debe vender bien) los vende y los distribuye bien; le permite a miles de escritores una vía de publicación, visibilidad y, sobretodo, ganancia que hasta ahora les estaba vedada (y en ese sentido también alivia y simplifica el trabajo de las editoriales que ya no reciben TANTOS manuscritos que no están en condiciones de leer; sin contar con que les permite tomar la temperatura de libros que pueden funcionar para luego tratar de fichar autores que han triunfado en el self-publishing).


weekend-wsj-on-self-publishing2


Amazon tiene para los autores que deciden autopublicarse en su plataforma dos rangos de regalías: 35% si se quiere poner el libro a la venta en otros mercados además de ese y 70% si se opta por la exclusividad de ese canal de venta. Aún en el caso del 35% de regalías se trata de un porcentaje que supera en 10 o más puntos lo que paga una editorial tradicional en concepto de regalías por eBooks. Ni que hablar de lo que paga por el precio de tapa de un libro físico (10% en promedio). ¿Qué escritor que se ha visto rechazado incontables veces en editoriales tradicionales no querrá probar suerte con la autopublicación?


Pero enfoquemos en el perjuicio que Amazon le ha causado en estos meses a Hachette y el malestar que ha generado en el mundo editorial. ¿Por qué las Big Five no actuaron juntas para presionar de vuelta? Hubiera bastado con que sacaran sus catálogos del gigante del retail y listo ¿no?


Evidentemente no es tan fácil para las editoriales escapar a este monstruo Amazon que las editoriales solas dejaron crecer. Al vender sus libros con el DRM propietario de la empresa de Bezos no poseen derecho a distribuir por su cuenta esos eBooks y además, posiblemente podría desencadenarse una situción legal complicada: si Amazon ya no tiene permiso para vender contenidos de las Big Five, los eBooks que ya vendió y que están en dispositivos que le pertenecen (Kindle) ¿pueden seguir en poder de los lectores? ¿Qué hay de las ventas en bibliotecas?


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Como se ve, nuevamente, las grandes editoriales se encuentran en una encrucijada delicada en la que parecen haberse metido por su propia cuenta: la exigencia activa de que sus libros se vendan con sistemas de DRM que siempre, tarde o temprano, terminan perjudicando al consumidor (que no olvidemos, debería ser lo más preciado para cualquier empresa ya sea una editorial o una verdulería), la reticencia y lentitud con la que han ido aceptando la conversión al mundo digital, la imposibilidad de establecer una empresa de retail que pueda competir contra el canal de venta que es Amazon y fallas de comunicación (la estrategia de la victimización parece no haber logrado la solidaridad de los “escritores indie” que se pararon del lado de Amazon y de muchos consumidores que simplemente están cómodos con el servicio que les brinda).


Entonces, y aún sin haber publicado nunca en forma indie con Amazon o alguna otra distribuidora de contenidos digitales, puedo decir que entiendo como consumidor y productor de libros el lugar que tiene la empresa de Bezos.


¿Me gustaría más bibliodiversidad? Desde luego. Pero esa no es responsabilidad de Amazon que tiene su propia biodiversidad impresa en el nombre de su marca y su logo, esa es responsabilidad de las editoriales que han tenido con este conflicto una fuerte advertencia. Ojalá puedan, las editoriales unidas, hacer surgir un servicio alternativo a Amazon que permita a los consumidores una elección mucho más democrática en el mercado; un servicio que esté focalizado en el valor cultural de los libros; una tienda que sólo venda libros y tenga lo necesario para convertirse en la tienda de libros más grande de Internet; que brinde servicio e innovación del tipo al que nos tiene acosumbrado Amazon. Pero eso será responsabilidad y elección de las editoriales o algún otro actor social. No se le puede exigir a la propia Amazon que cree su competencia. Sentarse a llorar sobre la leche derramada tampoco parece una opción muy útil. Se ha abierto una brecha de oportunidad. Ojalá la sepan aprovechar porque hasta ahora, todos los intentos que se han producido para crear grandes tiendas de libros alternativas no han logrado estar a la altura de calidad, precio y servicio que ofrece el retailer de Seattle. Y por eso es que esta seguirá siendo fuerte por lo menos en los próximos años.


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Published on November 17, 2014 14:51

November 12, 2014

El carro de la muerte de Mercedes Giuffré

el carro de la muerte:giuffr�.qxdEl carro de la muerte por Mercedes Giuffré

Mi calificación: 4 de 5 estrellas


La tercera novela en la saga del doctor Redhead de Mercedes Giuffré es una pequeña gran muestra del dominio de la técnica narrativa de la autora así como de su estilo de soberbia ejecución.

No sólo el manejo de la ficción histórica es impecable (al punto que tranquilamente podría pasar esta por una novela decimonónica pese a haber sido publicada en el año 2011) sino que además tiene un inteligentísimo desarrollo de las claves del policial clásico. Con un ritmo pausado y detallista, la trama se va desplegando con la majestuosidad de una prosa muy trabajada pero no por eso menos dinámica.

El vocabulario, las situaciones, el desarrollo de la acción demuestran un profundo estudio y reflexión y se van desplegando con soltura y seguridad. El registro de los personajes resulta excelente: el lector se sumerge sin inconvenientes de verosimilitud en el Buenos Aires de las invasiones inglesas. Los personajes históricos que aparecen están bien interpretados y sus actos, palabras, reacciones son completamente creíbles. La ambientación en ese Buenos Aires colonial, el modo en el que los criollos hablan de “tú” y el resto de la información histórica están perfectamente trabajados.

Como única observación de lectura, de un lector que prefiere el policial negro al clásico, la trama de los crímenes que se investigan pueden extraviar si no se les presta profunda atención. A esto contribuyen la proliferación de personajes y situaciones en una trama que se va desarrollando con un énfasis especialmente colocado en la descripción realista y la creación del verosímil. Por lo tanto, es este trabajo profundo y cuidadoso que despliega una prosa típica del realismo del siglo XIX, puede desconcertar a algún lector.

Por lo demás, una obra exquisita.


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Published on November 12, 2014 15:59