Rafael Uzcátegui's Blog, page 14
October 6, 2020
¿Son responsables las sanciones de la escasez de medicinas en Venezuela?
Rafael Uzcátegui
Especial para La Silla Vacía
Venezuela enfrenta la pandemia del Coronavirus con un sistema público sanitario desmantelado y una aguda escasez de medicamentos. Nicolás Maduro responsabiliza a las sanciones internacionales de la situación, pero las primeras medidas coercitivas llegaron mucho después de la aparición de la Emergencia Humanitaria Compleja.
En su texto “Tres respuestas a la crisis del Coronavirus” el filósofo y sociólogo Jean De Munck hace una reivindicación del Estado de bienestar para enfrentar las consecuencias mundiales de la pandemia. Una de las ideas que postula es la de “soberanía sanitaria”: “La soberanía de la salud presupone la inclusión del Estado en un marco transnacional que puede producir y distribuir equipos esenciales para la salud de todos a nivel mundial”. Según su argumentación, que compartimos, el Estado debe esforzarse por producir los equipos básicos de salud pública de manera local.
Un ejemplo del apetito voraz en canibalizar la producción local para favorecer el negocio impotador, en el rubro farmaceutico, lo constituye la empresa estatal Quimbiotec
Trayendo la noción de “soberanía sanitaria” a Venezuela, es importante señalar cual era la situación “espacio-tiempo” en el que llega el Coronavirus al país. La situación en esta ribera del Arauca tricolor es diferente a la que intelectuales como De Muck describen para buena parte del planeta: Un sistema sanitario público desmantelado por políticas de libre mercado. Desde Caracas, en cambio, ha sido un proyecto de estatización de la vida cotidiana y concentración máxima y vitalicia del poder la que ha generado una Emergencia Humanitaria Compleja, cuya una de sus dimensiones es la privatización, por la vía de los hechos, de la salud: Sólo pueden sanar enfermedades quienes tengan el dinero para tratarse en el sistema privado, o en centros médicos de otro país. El propio Hugo Chávez trató su cáncer fuera, y cuando falleció no se creó ninguna política pública para mejorar el acceso a la salud a pacientes oncológicos.
Nicolás Maduro y sus voceros culpabilizan a todos los males que sufre el país, incluyendo las limitaciones en hospitales y centros médicos dependientes del Estado, a las sanciones internacionales. ¿Qué tan cierta es esta afirmación?
Las primeras sanciones contra Venezuela se aprobaron a mediados del año 2017. En esa fecha ya había aparecido una severa crisis económica, básicamente como consecuencia de la disminución de ingresos estatales por la exportación de petróleo y gas. Los rigores y extensión de esta crisis fueron los que, entre otras razones, estimularon el voto castigo contra el gobierno en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015, cuando el chavismo se convierte en minoría social y electoral por un generoso margen, por debajo, de dos millones de votos. La crisis ya existía para el año 2017, aunque es cierto que las sanciones han exacerbado los efectos del colapso.
El economista venezolano Manuel Sutherland ha venido haciendo un exhaustivo seguimiento del efecto de las sanciones en el país. En un documento de próxima publicación, refuta el informe realizado por la firma Weisbrot y Sachs, ampliamente publicitado por Miraflores: “Las sanciones económicas como castigo colectivo. El caso de Venezuela”, divulgado por el Center for Economic and Policy Research. En este paper ambos investigadores hacen una afirmación temeraria: Las sanciones serían las culpables del incremento en la muerte de unas 40.000 personas en el período 2017-2018 por motivos de salud, por falta de medicinas y de atención médica. Para señalar dónde se ubica la responsabilidad sobre la escasez de fármacos, Sutherland recuerda que en el año 1998 la importación de medicamentos fue de 222 millones de dólares, mientras que para el 2012, 5 años antes de las primeras sanciones, la compra de medicinas en el exterior sumó la cifra de 3.410 millones de dólares. “El gobierno prefirió aumentar la importación de fármacos de manera indiscriminada, porque el negocio de la importación era apropiarse con base a fraudes de divisas “preferenciales” mucho más baratas que en el mercado paralelo”. Eran las épocas de las “vacas gordas”, en las que Venezuela recibía el doble de lo presupuestado por cada barril de petróleo. Cuando llegaron las vacas flacas la importación de fármacos, como relata Sutherland, descendió en apenas tres años en 65%.
Un ejemplo del apetito voraz en canibalizar la producción local para favorecer el negocio impotador, en el rubro farmaceutico, lo constituye la empresa estatal Quimbiotec. Luego que en el año 1977 se promulgara la Ley de Transfusión y Bancos de Sangre, que contemplaba la instalación de plantas para la producción de hemoderivados, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) promueve la creación de la empresa Quimbiotec C.A, que arranca en 1988 y que diez años después una estaba produciendo albúmina. Para el año 2003 abastecía toda la red pública nacional de salud. Para 2010, según los registros, uno de cada trescientos venezolanos revivió tratamiento con hemoderivados producidos en el país por Quimbiotec. Ese año se produjeron 359.000 frascos de albúmina, lo que daba 140 kilos por millón de habitantes, cifra que colocaba a Venezuela como el país de América, después de EEUU y Canadá, que mejor atendía a su población en lo que a hemoderivados se refiere.
A partir del año 2012 el chavismo realmente existente decidió que la empresa debía sustituir los criterios científicos de producción por los políticos. Ese año se decidió que fuera el ministro de Ciencia y Tecnología quien nombrara el presidente de la empresa, potestad ejercida anteriormente por el IVIC. Comenzaron los cambios burocráticos y la sustitución de investigadores, con más de 20 años de servicio, por lealtades políticas. Para el año 2015, por primera vez en 25 años, la Planta Productora de Derivados Sanguíneos de Quimbiotec se paralizó. Los trabajadores que habían alertado y denunciado la situación no sólo fueron despedidos, sino perseguidos judicialmente. Si lo pensaron acertaron: Durante todo este proceso de “politización” de la empresa se empezó a comprar fuera lo que antes de producía adentro. Lo malo, para los intermediarios, es que el negocio se hizo en los últimos días de la bonanza económica. ¿Culpa de Donald Trump la escasez actual de albúmina en Venezuela? Recuerde la palabra “Quimbiotec” cuando escuche un acento venezolano comprando cajas de medicamentos en alguna farmacia en Colombia, o en otro país, para mandar a sus familiares.
Enjambre democrático
Rafael Uzcátegui (*)
Especial para Tal Cual
El agotamiento del conflicto hace muy difícil que se repita el escenario de enero de 2019, donde una gran cantidad de venezolanos aceptaron un liderazgo y siguieron una estrategia, el mantra de tres pasos. Si la dispersión hoy es inevitable, tenemos que pensar cómo lidiar con ella para continuar con la ofensiva democrática durante el 2021, donde a todos los problemas que ya teníamos hay que sumar los del impacto del Coronavirus. Para pensar sobre este desafío proponemos la idea del “enjambre”.
En el momento en que este artículo se escribe el campo democrático venezolano se encuentra en su peor momento de división y confrontación interna. Como hemos insistido en otros textos, es precisamente esta la estrategia del autoritarismo para mantenerse en el poder: Fortalecerse en tanto sus oponentes se fragmentan y debilitan.
El debate actual se resume entre participar o no hacerlo en las próximas elecciones parlamentarias. Sin embargo, un número creciente de venezolanos preguntan cuál será la estrategia a partir del 7 de diciembre, la mirada a largo plazo para la restitución de la democracia. El mayor peligro para la rearticulación de la masa crítica en función del nuevo escenario sociopolítico no es la propia dictadura, sino que la carrera parlamentaria actual, debido al aumento de las tensiones sectoriales, dinamite los puentes entre las diferentes facciones, a un punto que haga imposible la acción colectiva durante el año 2021.
Este escollo amerita otras maneras de entender lo político. Ahora pareciera que prima la disputa sobre el liderazgo opositor, ejercido en los últimos meses por Juan Guaidó, y que mas que promover acciones que erosionen al régimen, lo que hay es el tacticismo cortoplacista para intentar sustituir lo que ha sido hasta ahora la vocería principal de la ofensiva democrática.
Para conseguir un método que permita salir lo menos fracturados posible de la carrera parlamentaria parto de dos premisas. La primera de ellas es que todas las propuestas que están sobre la mesa en este momento, que resumiremos en un arco que va desde la máxima confrontación hasta la mínima confrontación, son racionales desde el punto de vista político. Otra cosa es que estemos de acuerdo o no con ellas, o los supuestos sobre las que cada una se sostiene. Si entendemos que esto es así, estaríamos obligados a plantear una discusión argumentada y de nivel, no sólo en las debilidades de los otros planteamientos, sino especialmente en las fortalezas del nuestro. Ahora se parte de razones morales para descalificar a los otros, en un debate superficial y cargado de adjetivos y emocionalidad, que nos llevará al lugar a donde nos quiere tener el actual status quo: Aislados y enfrentados entre nosotros.
La segunda premisa es que, hasta ahora, ninguno de los sectores ha promovido una estrategia realmente efectiva para lograr la transición. Por diferentes razones, ninguno ha podido cumplir con su promesa: Ni quienes desde un gobierno interino ofrecieron el cese de la usurpación, o quienes anunciaron como inminente un hecho de fuerza o quienes han trabajado por una “salida por la izquierda”. Al reconocer esta imposibilidad por el conjunto, excluiremos de la conversación los reproches que desde cada grupo le hacen a los demás. Lo honesto sería que cada quien realizara los balances de por qué el autoritarismo continúa donde está, y hacer los correctivos necesarios.
Si creemos que todas las propuestas son posibles y ninguna, hasta ahora, ha demostrado su fiabilidad, y reconociendo que la suma de la mayor cantidad de voluntades es un requisito indispensable para lograr los objetivos democráticos, es importante asumir una lógica que lo permita. La que se nos ocurre en este momento es la del “enjambre”, o “swarming” en inglés.
Si estamos de acuerdo que el objetivo es la dictadura, cada sector lo debilita desde un punto diferente, todos al mismo tiempo, sin pretender que será una estrategia específica la que lo haga, si no la suma de todas las presiones realizadas consecutivamente por las diferentes estrategias. En un tipo de estrategia así hay un motivo, una estrategia colectiva -que en nuestro caso sería regresar a la democracia- que provoca el comportamiento de enjambre. No existe planificación centralizada, sino que cada estrategia intenta ganar la mayor cantidad de apoyos posibles para presionar al mismo tiempo que lo hacen los otros. Hay bastante literatura disponible en internet sobre el “swarming” aplicado a los movimientos sociales. Lo importante es que no se establece de antemano cuál estrategia es la correcta y cuáles no, sino que las incorpora a todas para el mantenimiento y aumento de la presión.
En enjambre los diferentes grupos son autónomos, pero con un nivel de coordinación y comunicación entre sí para compartir información que sirva para la acción de todos. Un aspecto positivo es que se incluyen tanto a quienes están más comprometidos, que ya han definido su mecanismo de presión, como aquellos que tienen un activismo ocasional y no se identifican con ninguno de los grupos anteriores. Conocidos como “enlaces débiles” dentro del enjambre, nos permiten conectar con grupos a los que usualmente no llegamos, generan nuevas oportunidades, y permiten vincularse con ciudadanos alejados de la política.
Para tener la capacidad de “enjambrar” la literatura recomienda ser creíbles y coherentes, cuidando tanto la actuación del propio enjambre como la presión del grupo del que formamos parte. La recuperación de la confianza es vital. Como la comunicación desempeña un papel de suma importancia, hay que reforzar la red de contactos sensibles a nuestros objetivos, así como enriquecer nuestro perfil y la calidad de los contenidos que se divulgan. Personalizar al máximo los mensajes políticos para tener un alto nivel de afinidad y cuidar y alimentar nuestros “enlaces débiles”.
El enjambre implica tanto autonomía como autoresponsabilidad. Hay que conocer la estrategia general, haciendo las adaptaciones necesarias en nuestra acción. Sin el conocimiento de esta estrategia, que conoce las debilidades del adversario y visualiza oportunidades, habrá comportamiento aleatorio y hasta caótico, pero no enjambre.
(*) Sociólogo y Coordinador General de Provea.
October 5, 2020
Comunicado 58 ONG: Venezolanos reciben Día Mundial del Hábitat 2020 con viviendas inseguras para protegerse del Covid-19
(Caracas, 5 de octubre de 2020). Naciones Unidas designó el primer lunes de octubre de cada año como “Día Mundial del Hábitat” para promover la discusión sobre el estado de pueblos y ciudades, así como el derecho básico de todos a una vivienda adecuada. El Día Mundial del Hábitat se celebrará este 2020 en medio de una pandemia global de Covid-19. En nuestro país una de las consecuencias de la emergencia humanitaria compleja es que la vivienda de los venezolanos no es segura para mantener las medidas de cuarentena y distanciamiento social, lo que ha aumentado las vulnerabilidades de la población asociadas a la pandemia.
La ausencia de verdaderas políticas públicas en materia de vivienda y hábitat, aunado al profundo deterioro en la prestación de los servicios básicos en el país y la disminución de los ingresos familiares, ha ocasionado que los venezolanos no cuenten con una casa en condiciones dignas que funcione como una “defensa de primera línea contra el Coronavirus”. Así lo estableció Leilani Farha, relatora especial de la ONU sobre el derecho a una vivienda adecuada.
Al profundo deterioro de los derechos sociales en el contexto de pandemia deben sumarse la política de allanamientos sin órdenes judiciales, vinculados a violaciones sistemáticas de derechos humanos y los crímenes contra la humanidad, diagnosticados tanto por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) como por la Misión Independiente de Determinación de Hechos (MDH) de la ONU.
Recientemente, la MDH estableció en su investigación que “las operaciones policiales y militares contemplaban incentivos económicos por la comisión de violaciones, dado que los agentes de las fuerzas de seguridad solían llevarse dinero, alimentos y objetos de valor durante los allanamientos de los hogares de las personas que mataban o detenían. En el contexto de las operaciones militares y de policía, estos incentivos se denominaban botín de guerra”. Como ha sido denunciado por las ONG venezolanas, el allanamiento de viviendas sin orden judicial es una constante de los operativos policiales y militares en el país, tanto contra presuntos delincuentes como en las labores de persecución a la disidencia social y política, lo que también debilita el disfrute de la población al derecho a una vivienda adecuada.
La inseguridad jurídica de la vivienda genera angustia en las familias. Algunas reciben viviendas del Estado sin que se les otorgue el titulo de propiedad quedando a la discrecionalidad de los funcionarios la permanencia en los hogares. Se suma a dicha situación la lentitud de los procedimientos administrativos y judiciales ante cualquier conflicto relacionado con la propiedad de la vivienda.
La erosión de la institucionalidad democrática y el mantenimiento de la confrontación política impide la participación de la sociedad civil en el diseño, la implementación y la evaluación de las respuestas a la emergencia sanitaria, por lo que es imposible garantizar que las medidas y acciones estatales bajo el estado de alarma no infrinjan indebidamente los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Las medidas de Cuarentena han sido utilizadas por el Poder Ejecutivo para aumentar los mecanismos de control territorial y sobre la población. Asimismo, se han incrementado los niveles de censura y hegemonía comunicacional, en los cuales el sistema nacional de medios públicos no informa de manera veraz sobre la propia evolución de la pandemia en el país. De esta política de difusión de información ni veraz ni confiable hay que agregar la permanente divulgación de datos sobre los resultados de las políticas en materia de vivienda y hábitat que no corresponden con la realidad.
Las organizaciones que suscribimos el presente comunicado aprovechamos la celebración del Día Mundial del Hábitat 2020 para exigir:
Que los voceros del Poder Ejecutivo informen de manera confiable y oportuna tanto sobre la evolución del Covid-19 en Venezuela y los resultados en materia de vivienda y hábitat.Que las diferentes autoridades, incluyendo a la Asamblea Nacional, articulen esfuerzos para garantizar el mayor acceso posible de la población a los diferentes servicios básicos, así como los ingresos suficientes, que permitan a las familias mantener las medidas de Cuarentena y distanciamiento socialEl respeto al derecho a la manifestación pacífica por parte de la población que actualmente demanda el acceso a los servicios básicos que forman parte de los componentes del derecho a la vivienda adecuada.Una rectificación en el énfasis cuantitativista de la Gran Misión Misión Vivienda Venezuela para la creación de una política pública de vivienda y hábitat seria que retome una visión sustentable de producción del hábitat como un proceso participativo e integral, sin discriminación de ningún tipo.Detener de manera inmediata los allanamientos de viviendas sin orden judicial en estricto respeto al artículo 47 de la Constitución
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October 4, 2020
“Vaca Sopa”, un libro electrónico en solidaridad con Mina Vivas
Por iniciativa de la gente amiga del Grupo Antroposabores, se ha lanzado este libro digital con el propósito de recaudar fondos para que Mina Vivas prosiga en su tratamiento de quimioterapia contra el cáncer de seno
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Ya Mina pasó con éxito la intervención quirúrgica requerida, la cual fue posible de realizar gracias a la solidaria respuesta a la campaña de recaudación de fondos impulsada con tal motivo. Ahora está en un proceso que es largo y costoso, por lo cual cuanto pueda recaudarse para ayudarle en esta circunstancia es más que bienvenido. En tal coyuntura, se presenta la iniciativa de Antroposabores, donde un grupo de personas calificadas en el área gastronómica ha cedido solidariamente en favor de Mina una muestra de sus saberes culinarios en forma de este libro electrónico.
La primera imagen que se adjunta a este mail es la portada de un libro. Un libro hecho por muchas personas que aportaron. Eso en Venezuela se llama “hacer una vaca”, es decir, una reunión de recursos/esfuerzos por parte de un conjunto de personas para obtener algo que, si lo hiciera una sola, sería imposible de alcanzar.
¿Y qué fue lo que aportaron?. La cuidada recopilación de “platos de cuchara”, en un testimonio digital al que con todo derecho le cabe la calificación de “sustancioso”.
Y se adjunta también la imagen del Índice del libro, dando fe de ello… Es decir, esta gente hizo una “Vaca Sopa”, para ayudar a una mujer que le echa un camión a la vida, a nuestra compañera Mina Vivas, que ahora necesita recursos para continuar su tratamiento contra el cáncer de seno.
El objetivo es venderlo a través de las Redes Sociales. Su precio es solidario.
Todo un gran esfuerzo de muchas personas para ayudar a Mina en el proceso por el que pasa en estos momentos. Por lo tanto, es un libro que tiene un fin maravilloso: apoyar a esta querida amiga y profesora de la Universidad Central de Venezuela con muchas sopas y cariño.
Y como muchos saben, una sopita es lo más reconstituyente que hay.
Su costo no es mucho, es apenas Bs. 2.000.000,oo si lo compras en Venezuela y 7 dólares USA si lo compras en el exterior.
Claro, que uno puede colaborar más si lo desea. Si te anima ayudar a Mina y tener este libro digital, por favor envía un correo de solicitud a Mina Vivas (minavivas@gmail.com) o a su esposo Nelson Méndez (nelson.mendezp@gmail.com,) y desde allí te indicarán los pasos para depositar en: 1) Paypal. 2) Transferencia sin costo, a Banco en España, en la zona del Euro. 3) Pago Zelle en USA, y 4) Pago en Venezuela por el Banco Mercantil. Una vez realizado el pago, recibirás tu ejemplar digital de Vaca Sopa.
De más está aclararte que es un esfuerzo que hace la gente de Antroposabores y algunos colaboradores, para que Mina obtenga fondos y pueda comprar las medicinas de su tratamiento, por lo que la idea es que para compartir este pdf, es necesario adquirirlo y mejor aún, regalarlo con lo cual se colabora y se ayuda mucho más.
De antemano, muuuuuuchas gracias por ser parte de esta “Vaca Sopa” y darle una mano a Mina.
Muchas gracias en nombre del Equipo de Vaca Sopa.
October 1, 2020
Las parlamentarias fuera de la caja
Rafael Uzcátegui
Especial para Tal Cual
En los últimos días la discusión sobre las elecciones parlamentarias dentro de Venezuela ha subido de temperatura, amenazando con aumentar la fragmentación que ya existe dentro del campo democrático. Entendiendo que precisamente esta separación es uno de los objetivos del autoritarismo para mantenerse, las siguientes líneas intentan pensar “fuera de la caja” para ofrecer elementos adicionales que nos permitan superar, con los menores traumas posibles, un escenario donde el gobierno tiene todas las posibilidades de salir fortalecido, en tanto sus contrarios continúen debilitándose en el camino.
Quitar bilis a la discusión y agregarle neuronas nos permitirá construir cualquier camino, que no repita los errores del pasado, sin dinamitar puentes con otros sectores del campo democrático
La Asamblea Nacional (AN), debido a la consolidación de la dictadura, se ha convertido en un significante cada vez más vacío de contenido. A estas alturas, es imposible sostener que el gobierno de Nicolás Maduro tenga alguna intención de respetar la independencia formal de los poderes y el ejercicio de sus competencias apegado a la legalidad. Al respecto, no existen garantías que la próxima Asamblea Nacional no será neutralizada en sus capacidades contraloras o legislativas, o que sus nuevos integrantes no serán perseguidos, encarcelados o expulsados al exilio. Para el autoritarismo hay claras ventajas en intervenirla, mediante la simulación de un certamen electoral que les permita contar con una representación mayoritaria. Una de ellas es el acceso a financiamiento, que según la Constitución debe ser aprobado por el hemiciclo. También lo simbólico del resultado, que permita afirmar que los números de diciembre de 2015, donde la oposición sacó dos millones de votos más que el oficialismo, fueron circunstanciales y que el apoyo al proyecto bolivariano continúa siendo masivo. Por otra parte, es difícil pensar que una próxima AN, en el caso poco probable que mantuviera una mayoría opositora, pudiera hacer algo cualitativamente diferente a lo realizado en los últimos años. La AN, en menor medida por algunos errores del propio liderazgo democrático, posee en la actualidad un endeble piso institucional.
A lo anterior sumaré una afirmación dura, pero con alta probabilidad en los escenarios que pudieran proyectarse en este momento: Independientemente de la decisión que tomen los diferentes componentes del campo democrático, de manera aislada o en algún tipo de coalición, luce altamente improbable que la oposición pueda mantener la representación mayoritaria en el hemiciclo. La fórmula en desarrollo, que aleja a los votantes y socava la confianza en el sufragio, es para que el chavismo obtenga la mayoría absoluta en el próximo parlamento. Si la Asamblea Nacional es casi un cascarón vacío y las oposiciones lograrán, apenas, una modesta presencia en los curules, la pregunta se conjuga sola: ¿Para qué “mantener el espacio” del Parlamento? La interrogante no es realizada con mala intención, sino con el deseo que pensemos cuál sería, ahora, su verdadera y posible utilidad en la lucha por alcanzar la transición a la democracia, tanto por quienes decidirán participar o por quienes han sugerido como alternativa la continuidad administrativa del parlamento actual.
La Asamblea Nacional continuará neutralizada y la oposición, cualquiera que sea la decisión que tome en estos momentos, sólo podrá tener en ella una presencia relativa. Será, por tanto, un episodio más de esta mala serie llamada “hegemonía bolivariana”, que dará paso a una recomposición de sus protagonistas y episodios sucesivos en el futuro. Las parlamentaras, tal como están planteadas y para continuar la metáfora teatral, no serán un paso al tercer momento del guion, el de la resolución del conflicto, sino que nos mantienen en el segundo acto, el de la confrontación. Dicho rápidamente: Las parlamentarias no solucionarán ningún problema, ni siquiera para el gobierno, sino que los agravan todos. El gran perdedor, en cualquiera de los resultados posibles, seguirá siendo el pueblo venezolano.
Siendo así, podemos bajarle el nivel de dramatismo y el volumen a la telenovela del 6 de diciembre: La Asamblea Nacional es un símbolo sin capacidad institucional; la oposición tendrá un resultado modesto para sus intereses, bien sea participando o absteniéndose y el proceso comicial no resolverá ningún problema sino que los agravará. Y esto es de suma importancia: Quitar bilis a la discusión y agregarle neuronas nos permitirá construir cualquier camino, que no repita los errores del pasado, sin dinamitar puentes con otros sectores del campo democrático. Nos podrán simpatizar más o menos, pero lo cierto es que necesitamos la mayor cantidad de voluntades, a partir del 7 de diciembre, para continuar el largo camino de recuperación de la democracia.
Ante la falta de real apoyo popular y los altos ingresos por la renta petrolera es la separación de los venezolanos, para finalizar con la idea de inicio, la principal herramienta actual del chavismo realmente existente para mantenerse en el poder. El mejor resultado para el autoritarismo no es tener la mayoría absoluta o relativa, o que la representación opositora finalmente sea de 5, 20 ó 40 diputados, sino que el campo democrático llegue a la meta en la carrera de las parlamentarias dividido, exhausto y, especialmente, sin capacidad de articulación de cualquiera de sus partes para una eficaz acción colectiva en el futuro inmediato.
(*) Sociólogo y Coordinador General de Provea
8 cavilaciones ciudadanas sobre las parlamentarias
Rafael Uzcátegui
Especial para Tal Cual
01
No hay que equivocarse: El principal promotor del abstencionismo en Venezuela es el gobierno de Nicolás Maduro. Al ser una minoría social y electoral, la única manera de ganar elecciones, sin realizar un fraude de los resultados -que deja evidencias y tiene un alto costo político- es desestimular a que los votos en contra sean finalmente depositados en las urnas. Esta formula ya ha sido aplicada en los dos últimos certámenes electorales y ahora está en pleno refinamiento.
Como ciudadano, aspirante al regreso de la democracia en Venezuela, mi antagonista actual es un gobierno decidido a quedarse indefinida e irregularmente en el poder. Mis enemigos no son ni la “mesita”, ni la “mesa”, quien se ubique por fuera de las dos o quien tenga alguna opinión disímil, por extravagante que sea
02
Frente a la realidad anterior, la realización de elecciones sin garantías de libertad y credibilidad así como la ejecución de diferentes estrategias para neutralizar e impedir los derechos de libertad, asociación y participación política de la ciudadanía, las dos posibles decisiones políticas son votar por una candidatura diferente a la oficial o abstenerse. Cualquiera no debe ser una estrategia en si misma, sino parte de un proyecto a mediano y largo plazo para la recuperación de la democracia.
03
En las actuales condiciones es difícil tomar alguna de las dos decisiones involucrando a la totalidad del campo democrático. Por las razones que sea, habrá quienes votarán y quienes no lo harán, es un hecho estadístico. Intentar legitimar alguna de las dos desprestigiando los voceros o los argumentos de la otra, y no por la propia oferta programática y estratégica es hacerle un favor a la dictadura, quien tiene en la separación y división de sus contrarios su principal mecanismo de gobernabilidad.
04
Votar como sea y por quien sea, o abstenerse, ya se ha hecho en el pasado cercano, con resultados que están a la vista. El estímulo a alguna de estas dos alternativas sólo por el tacticismo cortoplacista, el antagonismo ególatra a lo interno de la oposición o el “cómo vaya viniendo vamos viendo” continuará dando oxígeno al autoritarismo y será origen de nuevas frustraciones.
05
En el nivel actual del autoritarismo bolivariano es imposible la posibilidad de la independencia de poderes o que alguna de las instituciones sirva de contrapeso efectivo al abuso de poder. Principalmente por el acoso gubernamental, pero también por algunos errores de la oposición que catalizaron su desinstitucionalización, la Asamblea Nacional se ha transformado en un símbolo vaciado de contenido real. Para la dictadura hay varios objetivos en su captura, pero para el campo democrático alcanzar su mayoría o tener presencia en ella, más que un objetivo per se, debería ser un episodio dentro de una narrativa estratégica de largo aliento.
06
Si la lógica de quienes llaman a votar como sea es el aprovechamiento de las grietas en el muro del autoritarismo, para así aumentar la masa crítica de presión y promover modificaciones del estado de las cosas desde adentro, no ha quedado suficientemente claro. Esta mirada no es nueva y puede ser parte de una lógica política de confrontación de baja intensidad. Durante el régimen de Pérez Jiménez el partido Copei participó en elecciones mientras otros partidos estaban ilegalizados, y hoy nadie los recuerda como “colaboradores” de esa dictadura. Hasta hoy los voceros de la participación como sea han emitido un mensaje confuso, que genera más dudas que certezas. Visiblemente, han hecho de su principal contrincante al resto del campo democrático, con la intención de ocupar un lugar a costa del desprestigio del resto. No han divulgado una estrategia que vaya más allá de enero de 2021.
07
Quienes han promovido la abstención no han realizado esfuerzos reales en la recuperación de los derechos de participación electoral. Visiblemente pareciera que su principal base de apoyo es la comunidad internacional y no la movilización y organización de los propios venezolanos. Algunos de sus voceros se han hecho eco de la tesis antidemocrática de la continuidad administrativa del gobierno interino, por fuera de la Asamblea Nacional, y con funcionamiento fuera del país. Tampoco han dicho en que consiste su estrategia después de las elecciones parlamentarias.
08
Como ciudadano, aspirante al regreso de la democracia en Venezuela, mi antagonista actual es un gobierno decidido a quedarse indefinida e irregularmente en el poder. Mis enemigos no son ni la “mesita”, ni la “mesa”, quien se ubique por fuera de las dos o quien tenga alguna opinión disímil, por extravagante que sea. Consciente que los actores sociales y políticos son los que son y los que están, estoy dispuesto a sumar fuerzas con quien señale un camino democrático para la reversión de la dictadura, que aprenda de los errores del pasado y que construya de manera inclusiva un proyecto de país que devuelva la esperanza a los venezolanos. Por contrario, me alejaré de quienes coloquen sus apetitos personales sobre los intereses de la totalidad de la población.
September 23, 2020
Ponencia: Situación de los DDHH en Venezuela en la Emergencia Humanitaria Compleja
En días pasados me invitaron a conversar sobre el país en una reunión de Puentes Ciudadanos Colombia-Venezuela, una iniciativa para fomentar los diálogos binacionales entre diferentes sectores sociales y académicos. Comparto el contenido de la intervención.
Buenos días a todos y todas. Agradezco la invitación de los amigos de Puentes Ciudadanos Colombia-Venezuela para hablar sobre la situación de los DDHH en Venezuela en la Emergencia Humanitaria Compleja.
Como es de conocimiento público han aparecido informes sobre la situación de los DDHH en el país que realizan un muy buen diagnóstico sobre su realidad. La semana pasada fue divulgado el de la Misión de Determinación de Hechos de Naciones Unidas, un documento de más de 400 páginas que hace un inventario de los horrores padecidos desde el año 2014 en materia de torturas, desapariciones, ejecuciones extrajudiciales, persecución política, entre otros. Esta semana será presentado un nuevo informe por parte del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que además de los derechos civiles y políticos abordará la situación de los derechos sociales.
Para favorecer el negocio importador se destruyó la capacidad local para la producción de medicamentos
Como estos documentos serán de dominio público, y cuentan con el aval de mecanismos internacionales de protección a los derechos humanos de mucho prestigio, siendo el último ponente del día no los voy a aburrir con estadísticas y cifras que ustedes seguramente ya se imaginan. Sólo voy a hacer énfasis en algunos puntos que permiten tener algunos criterios para poder leer mejor ese tipo de documentos, y especialmente entender la respuesta a ellos que da el gobierno venezolano.
La primera es esta utilización del término “Emergencia Humanitaria Compleja” para hablar sobre la situación venezolana, un concepto que es bastante desconocido para la opinión pública y al cual hemos tenido que acudir para explicar el deterioro dentro del país. Tras el fin de la Guerra Fría en Naciones Unidas se buscó un término para describir el carácter diferenciado de las grandes crisis que comenzaron a aparecer, respecto a otras previas a 1989 que surgían a causa de conflictos armados o desastres naturales. En cambio, una EHC aparece por una serie de decisiones de naturaleza política que debilitan la capacidad estatal para garantizar el bienestar de sus ciudadanos. Una segunda característica es que sus consecuencias afectan gravemente a todos los órdenes de la vida, con un fuerte efecto destructivo y desestructurador. Por tanto la respuesta internacional debe actuar en diferentes dimensiones a la vez. La literatura disponible habla sobre la combinación de varias causas: La fragmentación del Estado, el hundimiento de la economía formal y auge de economías informales e ilegales, aparición de la hambruna y la desnutrición, el éxodo y las migraciones forzosas y, finalmente, el conflicto civil. Todos estos elementos están presentes en Venezuela.
Las ONG de derechos humanos como Provea alertamos la fragilidad de las políticas de disminución de la pobreza promovidas por Hugo Chávez a partir del año 2004, basadas en una improvisada redistribución de la alta renta energética que Venezuela recibió en la llamada “década de los commodities”, cuando los precios de sus principales productos de exportación habían aumentado de precio en el mercado internacional. Cuando estas profecías comenzaron a cumplirse, pues la caída del precio internacional del petróleo y el gas coincidió con el inicio de la presidencia de Nicolás Maduro en el año 2013, también alertamos sobre el inicio de un proceso general de empobrecimiento de la población. ¿Por qué estas alertas tuvieron que esperar que más de 4 millones de venezolanos se fueran de Venezuela para ser tomadas en cuenta?
Una parte de la respuesta tiene que ver con la eficaz campaña de propaganda y diplomacia que Hugo Chávez primero, y Nicolás Maduro después, desplegaron por el mundo entero. El gobierno se anticipó a la emergencia humanitaria compleja de dos maneras. La primera construyendo una narrativa que la usara a su favor, bajo el término “Guerra económica”, mediante la cual el gobierno era víctima de una conspiración y sabotaje universal que le impedía cumplir sus buenas intenciones de repartir la riqueza de manera igualitaria entre los venezolanos. Si ustedes revisan las intervenciones de los representantes del Estado venezolano en el Examen Periódico Universal, por ejemplo, se darán cuenta que el eje narrativo es la “Guerra económica”. En segundo lugar la asesoría cubana le permitió al gobierno venezolano construir una eficaz diplomacia de contención en el Sistema de Naciones Unidas, cuyos efectos siguen siendo vigentes hasta el día de hoy. Una presencia en los mecanismos de la ONU además, en los que el gobierno jugó de manera solitaria durante mucho tiempo, pues la sociedad civil venezolana sólo estábamos familiarizados con el sistema regional de protección de la OEA, la Comisión y la Corte Interamericana. Esta eficacia logró que ya cuando era evidente la existencia de una EHC en nuestro país, diferentes agencias de Naciones Unidas siguieran dando reconocimientos al gobierno de Nicolás Maduro por sus supuestos avances y logros en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. A diferentes niveles el gobierno logró que se ubicaran funcionarios afines a su proyecto en las Agencias de la ONU que trabajaban dentro del país. Hoy incluso quien coordina todo el trabajo de asistencia humanitario de la ONU en Venezuela es una persona claramente identificada con el gobierno, y que ha sido cuestionada en público y en privado por las organizaciones de la sociedad civil. En resumen, Nicolás Maduro ha aprendido a cómo trabajar con el Sistema de Naciones Unidas para ganar tiempo y retrasar iniciativas comprometedoras con su gestión. Por ejemplo, hoy el gobierno continúa logrando que el término “crisis humanitaria” o “emergencia humanitaria completa” desaparezca de la mayoría de los informes de las Agencias de la ONU sobre Venezuela.
Cuando aparecen las sanciones financieras contra el país, el gobierno venezolano vio una oportunidad de avanzar en su narrativa de victimización. Ahora se ha dejado de hablar de la guerra económica para usar el argumento que las sanciones son las responsables de todos los males de Venezuela. ¿Son las sanciones responsables de, por ejemplo, la escasez de medicinas en el país? A responder esta pregunta voy a dedicar lo que me resta de mi intervención.
Las primeras sanciones contra Venezuela fueron aprobadas a medidados del año 2017, tiempo después a la aparición de la crisis económica en el país, como dijimos anteriormente. Fue precisamente el empobrecimiento generalizado de la población y la crisis de los servicios básicos la que estimularon el voto castigo contra el gobierno en diciembre de 2015, cuando el chavismo se convirtió en una minoría electoral por un margen de dos millones de votos. La crisis entonces ya existía cuando se aprueban las primeras sanciones. Una crisis que, reconocemos, se ha exacerbado como consecuencia de estas medidas. Por eso coincidimos con la opinión del ACNUDH y la CIDH en que estas medidas deben flexibilizarse en tiempos de pandemia.
Provea ha encargado al economista Manuel Sutherland un informe sobre el impacto de las sanciones, cuya actualización será pronto publicado en nuestro sitio web. Sobre los medicamentos Sutherland recuerda que para el año 1998, año en que Hugo Chávez gana por primera vez la presidencia venezolana, la importación de medicamentos fue de 222 millones de dólares. Para el año 2012, 5 años antes de las primeras sanciones, la compra de medicamentos en el exterior sumó la cifra de 3.410 millones de dólares. “El gobierno prefirió aumentar la importación de fármacos de manera indiscriminada, porque el negocio de la importación era apropiarse con base a fraudes de divisas “preferenciales” mucho más baratas que en el mercado paralelo” (Explicar). Eran las épocas de las “vacas gordas”, en las que Venezuela recibía el doble de lo presupuestado por cada barril de petróleo. Cuando llegaron las vacas flacas la importación de fármacos, como relata Sutherland, descendió en apenas tres años en 65%.
Para favorecer el negocio importador se destruyó la capacidad local para la producción de medicamentos. Un ejemplo era la empresa pública Quimbiotec C.A., que para el año 2010 satisfacía la demanda nacional de albúmina, con 359.000 frascos ese año. A partir del año 2012 el gobierno intervino la empresa y, tres años después, ya se encontraba paralizada. La albúmina que se producía en el país se comenzó a importar desde Argentina. Hoy no hay dinero para continuarla comprando y tampoco hay producción local. La gran afectada por esta situación es la población venezolana.
Antes de finalizar una consideración inicial y es la total ausencia de transparencia en la gestión oficial. Los venezolanos no tenemos estadísticas ni datos de ninguna especie sobre ninguna situación. Ni siquiera, por ejemplo, el índice mensual de inflación, necesario para las elementales tomas de decisiones en materia económica. Lo que existe es la hiperpropaganda, la difusión de cifras delirantes sin ningún asidero con la realidad. Por ejemplo, en materia de vivienda el gobierno asegura que en el año 2019 construyó medio millón de casas. 500 mil viviendas nuevas en un país con una severa crisis económica. Las cifras que Provea ha podido constatar, en cambio, hablan que se edificaron apenas 4.820 viviendas. Esta situación de opacidad ha alcanzado un nuevo nivel ahora bajo la pandemia por el Coronavirus, donde no sólo se difunden cifras maquilladas, sino que se criminaliza y se amenaza a quien, desde criterios técnicos, divulgue sus propias cifras. Hasta ahora los únicos que han asumido el costo de hacer una proyección han sido la Academia de Ciencias Naturales, que estima que en los próximos meses tengamos entre 7 mil a 14 mil casos diarios, con un aproximado de 140 a 210 fallecimientos por día. Por el incremento de los niveles de censura, los medios independientes están informando con mucha cautela sobre la evolución de la enfermedad. El aumento de los mecanismos de control está creando una “nueva normalidad” que será la nueva realidad para los venezolanos, con menor capacidad de disfrute de sus derechos.
Gracias
September 10, 2020
Opinión: Tu amigo Trump
Mi amigo Clifton Ross me comentó que le había costado conseguir quien publicara su traducción al español de su artículo “Your friend Trump”. Así que le brindo este modesto espacio en el blog, para que su voz sea leída por algunos o muchos venezolanos.
Clifton Ross
Imaginen mi sorpresa al escuchar que a los padres de mi amigo venezolano les gusta Trump. Yo supongo que “la distancia hace crecer el cariño” pues por muchos años Chávez tuvo el mismo efecto en mí. Y ya que estamos en aforismos trillados pero verdaderos, hablemos de “la familiaridad genera desprecio”. Esta es otra manera de decir lo mismo: las utopías, los héroes y las montañas siempre parecen más bellas de lejos.
Me tomó años, casi una década, de hecho, reconocer en Chávez todos los rasgos desagradables que siempre he visto en Trump: la flojera intelectual, la arrogancia, la “superioridad moral”, el narcisismo; el payaso que necesita atención; la admiración por dictadores y autócratas, que siempre indica hambre de poder; y la tolerancia hacia la corrupción, que muestra laxitud moral y corrupción personal. En efecto, es casi como si Chávez hubiese sido el prototipo para Trump, como si aquel fuese el molde para la persona de Donald Trump, su imagen invertida, la versión izquierdosa del hombre que hoy ocupa la Casa Blanca.
en una sociedad polarizada creada por el populismo (y esa polarización es clave en una sociedad populista) combatir populismo con populismo es una característica tanto del populismo de izquierda como del de derecha
Note como Chávez/Maduro/Trump gobiernan con sus familias, tomando el poder al estilo de la mafia, introduciendo a sus familiares y cómplices en sus círculos más cercanos; como demandan lealtad y sumisión total, sobornando a sus fieles con la indulgencia de sus prácticas corruptas de enriquecimiento, y castigando a los que se atreven a desafiar sus pretensiones de poder absoluto; como la justicia es pervertida y reducida a un instrumento para reprender a los enemigos personales; como la política es reducida a transacciones escondidas para extender el control del líder; como el líder está fuera del alcance de cualquier reproche, sin importar cuan escandalosas sean sus acciones.
Por su puesto, hay un nombre para esta manera de hacer política: Populismo. Y éste se ha estado convirtiendo en el único juego político, al tiempo que el liberalismo padece una lenta agonía hacia la muerte. El populismo, desafortunadamente, se ha normalizado tanto en el mundo que muy pocos pueden ahora recordar el tiempo en que los gobiernos se regían por el interés de toda la sociedad y no solo por el de los seguidores del líder; cuando quien sea que estaba en poder veía su periodo como pasajero y sujeto a la voluntad de la gente; cuando los partidos políticos tenían plataformas, principios e ideas, y no eran solo simples organizaciones para apoyar sin crítica la voluntad de un solo individuo; cuando mandaba la ley y no un líder; cuando la pluralidad de opiniones era valorada y estar en desacuerdo no era una traición sino una contribución positiva a la discusión.
No es que el liberalismo funcione tan bien cómo fue concebido en la idea, pero al menos hay una meta qué perseguir. El problema es que sus ideales y principios han sido reemplazados por personalidades, y ahora el liberalismo se deshace en todos lados como como un unicornio de papel frente a la brutal, ignorante y vacía pero poderosa fuerza del populismo. En ese sentido, Venezuela ha sido la guerra avisada que mató al soldado.
La tentación, por supuesto, es dejarse llevar por el proyecto populista, pero hay dos maneras de hacerlo. Las dos son igualmente peligrosas. La primera es doblegarse al líder y plegarse a su proyecto para agarrar lo que se pueda cuando se abra la piñata del tesoro nacional para financiar su proyecto personal. Esto es lo que muchos izquierdosos, activistas comunitarios, políticos y otros oportunistas hicieron cuando Chávez comenzó a regalar el dinero proveniente del petróleo para asegurar y extender su poder. De manera similar, los blancos de la clase trabajadora en las zonas no industrializadas y en el corazón rural de Estados Unidos, olvidados por la globalización liberal, fueron los que apoyaron a Trump en contra del poder establecido.
Pero hay otra manera de fortalecer el populismo, y es confrontándolo con más populismo. Es lo que Chantal Mouffe, Ernesto Laclau y otros proclaman. El problema, ellos afirman, no es con el populismo “per se” sino con la inclinación de éste, es decir, si es de izquierda o de derecha. De acuerdo con ellos, lo que necesitamos es populismo de izquierda para construir un proyecto hegemónico. Este es el pensamiento de muchos de los seguidores de Bernie Sanders, quienes creen que el populismo de Trump puede ser derrotado solo con el populismo de izquierda.
Sin embargo, en una sociedad polarizada creada por el populismo (y esa polarización es clave en una sociedad populista) combatir populismo con populismo es una característica tanto del populismo de izquierda como del de derecha. Esta es la razón del por qué la clase baja y trabajadora acompaña a Trump, el caudillo billonario, para enfrentarse a las “elites liberales” e “izquierdosas”. Y eso, evidentemente, es lo que hace que los padres de mi amigo venezolano vean a Trump con cierta esperanza. Ellos y otros venezolanos ven en Trump a un aliado en la lucha para deshacerse de uno de los dictadores más corruptos y represores de la historia del país.
Pero mientras Trump puede ser visto como aliado, los venezolanos deberán mantener en mente con quién están lidiando. La tendencia a desechar amigos o aliados -o convertirlos en enemigos- por simples desacuerdos, tal y como hizo Chávez con Baduel o Trump con Michael Cohen, revela no solo una mente patética sino probablemente también una personalidad narcisista. Y un narcisismo normal puede ser distinguido de otros tipos más peligrosos cuando a romper fácilmente con amistades se le añade la necesidad de destruirlas.
Y sin embargo es verdad que en tiempos de guerra no podemos escoger nuestros aliados y nos vemos en la necesidad de construir alianzas con fuerzas que, en otro momento, pudiesen desear nuestra destrucción -se puede pensar en la alianza que Churchill y Roosevelt hicieron con Stalin para combatir a Hitler. En algunos casos estas alianzas no habían terminado cuando ya las partes se habían embarcado en planes de destruirse mutuamente, y ciertamente ninguno de esos políticos confundió alianzas estratégicas con amistades. Y tampoco deberían hacerlo los venezolanos.
Así que si está sintiendo inclinaciones amistosas hacía Donald Trump y cree que él quiere ayudar a Venezuela, vale la pena hacerse algunas preguntas. Por ejemplo ¿por qué sus avances para hacer lo más mínimo en ayuda a aquellos venezolanos que se han visto obligados a exiliarse gracias a las políticas de Maduro han sido tan lentos? De hecho, ¿por qué, si no es por su reconocido racismo, Trump no ha invitado a esos exiliados a vivir en EEUU? ¿Pudiese ser que la lealtad de Trump hacia sus amigos no es más grande que la que le ha tenido a sus esposas? Y mientras se hace esas preguntas, piense en cómo él ha tratado a otros amigos, tradicionales aliados de los Estados Unidos, insultándolos e irrespetándolos grandemente. Y entonces, finalmente, encontrará la “solidaridad” que él le demostró a los Kurdos en Siria. Estos saben algo sobre el “apoyo moral” de Trump. Claro que usar “moral” y Trump en la misma oración es un oxímoron. En los dos meses en que Trump dejó a los sirios en manos de los turcos, los rusos y Assad, nueve millones de personas fueron desplazadas y medio millón más son ahora refugiados. Considere entonces los efectos de la “amistad” de Trump, quién con sus políticas transformó lo que era un “desastre humanitario” en una “historia de horror”, de acuerdo con la ONU.
Uno solo puede preguntarse qué clase de horror tiene preparado Trump para Venezuela.
Clifton Ross.
Traducción de Guillermo Useche.
September 7, 2020
Venezuela: Indígenas en días del chavismo
Rafael Uzcátegui
Especial para La Silla Vacía
A pesar de la propaganda, los indígenas venezolanos sufren graves retrocesos de sus derechos sociales y políticos en la Venezuela bolivariana. Quienes teóricamente son sus aliados regionales, parecen que están mirando hacia otro lado.
A mediados del año 2010 quien escribe estas líneas tuvo la oportunidad de corroborar en el terreno una denuncia sobre contaminación en territorio indígena Kariña, estado Anzoátegui. Contextualicemos. Según el Censo 2011 la población indígena venezolana, con 724.592 integrantes, representaba el 2.7% del total de la población del país. Los Kariñas, quienes habitan básicamente los estados Anzoátegui. Bolívar y Monagas constituían el 4.7% del total de población indígena, alrededor de 33.824 personas. En Anzoátegui vivía casi la mitad, unas 16.686 personas, concentradas en la Mesa de Guanipa, Municipio Pedro María Freites, en caseríos como Bajo Hondo, Mapiricure, Kashama y Tascabaña. Precisamente en este último habían ocurrido los hechos.
Desde el año 2000 los Kariñas de las comunidades Tascabaña I y Tascabaña II notaron que del río del mismo nombre empezaron a emanar torrentes de burbujas de gas metano, que con el paso del tiempo se hicieron más fuertes. Si bien los escapes gaseosos son producto de la actividad extractiva energética, no existía consenso sobre su origen. Una versión apuntaba que eran consecuencia de la exploración, durante la década de los 40, de 35 pozos en la zona cuya responsabilidad recaería en las concesionarias de la época: Exxon Mobil y Texaco. Otra sostenía que la aparición del problema era más reciente. En 1999, según, Pdvsa perforó pozos cerca de la comunidad, los cuales posteriormente fueron sellados pero que con el tiempo ocasionaron la fuga. A pesar de las denuncias ninguna autoridad se había hecho responsable. No se habían realizado los estudios de impacto ambiental que midieran la magnitud del problema ni las posibles consecuencias, tanto para el medioambiente como para la salud de los indígenas.
No obstante, cuando visitamos ambas comunidades la situación era mucho más complicada que un foco de contaminación ambiental. La estatal PDVSA lejos de resolver aquello, estimuló un proceso de intervención a la comunidad para invisibilizar las burbujas de mal olor que brotaban furiosamente del río. Como en muchos de los pueblos originarios, la subsistencia de los Kariñas estaba basada en la siembra de pequeñas parcelas denominadas “conucos”, para lo cual aprovechan las tierras húmedas de los morichales y los ríos aledaños a sus comunidades. La única medida de protección tomada por la energética estatal había sido indicarles a los indígenas que sólo utilizaran el agua del rio para lavar ropa. Ya no podían ni sembrar, ni pescar ni criar animales, base de su sistema de subsistencia. PDVSA les instaló unos tanques azules a todas las viviendas, que les llenaba dos veces por semana. Y como sustituto de sus usos y costumbres, instalaron un Mercal y un punto de Barrio Adentro, mientras se cumplía la promesa de terminar la construcción de un ambulatorio y una cancha deportiva, obras amenazadas si los voceros indígenas abrían la boca sobre aquel extraño olor que había tomado los márgenes del rio y, de acuerdo a la dirección del viento, podía olerse en las calles de Tascabaña I y II. Para garantizar el silencio, PDVSA, quien actuaba como el poder real en la zona, había favorecido la elección de voceros de los “Consejos Comunales Indígenas”, desplazando a las organizaciones tradicionales indígenas.
Por mucho menos de lo que pasaba en Tascabaña organizaciones aliadas de la causa aborigen en el continente denunciaban el “genocidio cultural”. Sin embargo, sobre el daño antropológico que en ese momento sufrían los kariñas cayó un pesado velo de silencio. En el año 2011 los precios internacionales del petróleo y gas venezolano se cotizaban alto. Y un sector de los ecologistas que durante la década de los 90 habían sido duros críticos del extractivismo se habían transformado defensores de PDVSA, pues el maná petrolero “hacía la revolución” al costear los programas sociales. El resto de los ambientalistas, especialmente los ligados a movimientos juveniles bolivarianos, se encontraban detrás de zanahorias como los “gallineros verticales”, los “cultivos hidropónicos”, las “maticas de acetaminofén” o las delegaciones a los Foros Social Mundiales, con los que desde Miraflores los entretenían.
La situación de Tascabaña se repetía, con algunas variantes, en otros territorios compartidos entre la actividad energética y los pueblos indígenas venezolanos. Una de las pocas veces que se discutió aquello en Caracas, a unos 320 kilómetros de distancia, fue cuando los diputados indígenas tuvieron un derecho de palabra en la Asamblea Nacional para presentar un informe de la situación.
Sin derechos sociales. Y sin derechos políticos.
A finales del mes de julio de 2020 el Consejo Nacional Electoral (CNE) venezolano aprobó un reglamento para la selección de los diputados indígenas a la Asamblea Nacional que acaba con la elección directa, secreta y personalizada de los representantes de los pueblos originarios. Dando la espalda a la normativa electoral vigente, las nuevas disposiciones crean un sistema de delegados, quienes votarán en nombre de las comunidades. Según el arbitro electoral para elegir deberán organizarse en una estructura llamada “asambleas comunitarias”, las cuales deben reunirse y funcionar de acuerdo con un cronograma que establezca el CNE, para luego elegir “voceros”, en una cantidad no especificada, los cuales asistirán a unas asambleas generales en las que, en una votación de segundo grado, elegirán en nombre de su comunidad a los diputados o diputadas que les corresponda, según la región en la que se encuentran. El acto de votación se realizaría “a mano alzada”.
El vicepresidente del CNE, Rafael Simón Jiménez declaró que al menos ocho organizaciones indígenas inscritas ante el ente comicial fueron consultadas antes de aprobarse dicho Reglamento Especial. Otro rector, Luis Fuenmayor, opinó que las modificaciones eran cónsonas con las prácticas ancestrales aborígenes: “entiendo que de esa manera o una muy parecida eligen a sus representantes, por lo que el reglamento cuestionado estaría más en sintonía con su cultura, sus prácticas y tradiciones”.
El diputado wayuu Virgilio Ferrer desmintió la supuesta consulta realizada a pueblos indígenas, calificando la decisión de “borrar los derechos políticos de los pueblos ancestrales”. Por su parte, 20 diferentes organizaciones indígenas del estado Amazonas han divulgado un pronunciamiento en el que exigen la nulidad de dicho reglamento para elegir sus representantes en los términos previstos en la Carta Magna. Lo que parecen ignorar los rectores del CNE es el profundo proceso de intervención de las comunidades indígenas venezolanas, donde sus autoridades tradicionales han sido desplazadas por satélites del PSUV, sus prácticas erosionadas y sus territorios controlados biopolítcamente por las políticas sociales, las fuerzas armadas y los grupos irregulares armados, incluyendo a facciones de guerrillas colombianas.
El origen de la decisión tiene poco que ver con una adecuación del sistema electoral a las costumbres indígenas, una decisión inusual en un país que ha congelado el ejercicio de los derechos políticos y sociales a los pueblos originarios, uno de los sectores más vulnerables en un contexto de Emergencia Humanitaria Compleja. Su antecedente debe remontarse al resultado de las elecciones parlamentarias de finales de 2015, cuando los tres diputados indígenas electos por Amazonas daban la mayoría absoluta a la oposición dentro de la Asamblea Nacional. El TSJ decidió, a finales de ese año, suspender su proclamación al tramitar una denuncia que aseguraba irregularidades en dichas candidaturas. En julio de 2016 la Asamblea Nacional decidió, unilateralmente, reincorporarlos, por lo que la TSJ la declaró en “desacato”, con lo que todas sus decisiones serían nulas.
El gobierno venezolano ha convocado para el próximo mes de diciembre la realización de nuevas elecciones parlamentarias con el objetivo, a lograr de la manera que sea, recuperar la mayoría en el hemiciclo. Además de los beneficios políticos de controlar todos los poderes públicos se encuentran sus elementos simbólicos vinculados. Uno de ellos, luego de tantos años de propaganda sobre la supuesta “revolución indígena” es que sus diputados sean todos afines a la tolda roja.
El chavismo, antes con Chávez y ahora con Maduro, debido a su vocación totalitaria nunca toleró el derecho a la alteridad, a ser diferente. Lejos de entender y promover el respeto y la dignidad de la cosmovisión aborigen han usado a los indígenas como una simple herramienta instrumental: Para protagonizar su propaganda, para el control territorial y el mantenimiento arbitrario del poder, pero nunca como sujetos autónomos de derechos. Ojalá que en la VI República, lo que venga para el futuro de Venezuela luego de la hegemonía bolivariana, sea mejor para ese 3% de la población del país.
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¿Por qué permanece el chavismo? Una pregunta sin respuesta
Rafael Uzcátegui
Especial para Tal Cual
Es una pregunta frecuente de analistas internacionales: ¿Por qué ha aguantado tanto el chavismo en el poder? Luego de perder el apoyo popular, ser rechazado por amplios sectores de la comunidad internacional, ser objeto de sanciones financieras e individuales, disipado el soporte de buena parte de sus aliados y estar inmerso en una crisis económica que ha limitado su capacidad de actuación, las respuestas siguen siendo incompletas e insatisfactorias. Quienes intentan hallarlas, siguen enfrentando zonas grises de la realidad que no logran descifrar del todo.
Una interrogante análoga es ¿Por qué el chavismo se empeña en aferrarse en el poder? Salvo sus fanáticos opuestos a la evidencia, el “Socialismo del Siglo XXI” se ha convertido en la vergüenza del progresismo, el tema tabú de publicaciones y tertulias ñangaras, aquello de lo que ya no se habla, salvo en voz baja. El bolivarianismo no será lo que sus intelectuales creyeron en el 2002, los días de furia en que cualquier delirio teórico parecía posible. Lo que realmente se construyó son las palizas con tablas, la asfixia con bolsas de plástico y las descargas eléctricas en los párpados y en los genitales, como documentó el más reciente informe sobre Venezuela de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Quienes reducen el chavismo realmente existente a una mafia, bajo la racionalidad instrumental del lucro, subestiman la subjetividad ideológica que lo fortaleció y le dio sentido
Limitarse a decir que las autoridades actuales no se van por la gran cantidad de negocios e intereses económicos, o porque tienen temor a las represalias, ha sido insuficiente. Bajo la lógica de promover incentivos superiores a los beneficios de quedarse para que abandonen el poder, se han desarrollado varias iniciativas que ofrecen impunidad y permanencia en espacios político a corto plazo. Sin embargo, el chavismo sigue ahí, en su sitio, mientras sus contrarios se dividen y debilitan. Definitivamente hay piezas que faltan en el rompecabezas.
Quienes reducen el chavismo realmente existente a una mafia, bajo la racionalidad instrumental del lucro, subestiman la subjetividad ideológica que lo fortaleció y le dio sentido. Este imaginario, básicamente de izquierda con ribetes nacionalistas, luego de 20 años se transformó en la cultura organizacional para sus afiliados, un hábito en el sentido amplio de la palabra. Una discusión que no nos interesa ahora es que tan profundas son estas convicciones, o qué sectores son más ideológicos que pragmáticos. Nuestro punto es que este conjunto de creencias no es cuestionado por sus integrantes pues su discurso, referentes y símbolos conforman su “normalidad”. Expliquémonos con un ejemplo: Un habitante promedio de la capital estará vinculado a la religión católica, será fanático de los Leones del Caracas y sabrá bailar salsa. Creció en ese contexto cultural, se identifica con él y utiliza estos usos y costumbres para sobrevivir y desarrollarse en este entorno, a pesar de cualquier crisis. Ni siquiera pasa por su cabeza cuestionarse el por qué actúa así. En el caso del chavismo, especialmente desde otras izquierdas, habrá quien interpele la interpretación o la simulación en la aplicación de esos valores, pero lo cierto es que están ahí, como la tabla de los 10 mandamientos para quienes van a misa los domingos y el resto de la semana olvidan lo que escucharon.
Y si el reducto ideológico continúa allí, operando con mas o menos intensidad, deberíamos intentar entender cómo funciona para evaluar si los mecanismos de presión implementados lo erosionan o, al contrario, lo fortalecen. En este punto incorporo el término “milenarista”, propio de las religiones, pero también de las ideologías revolucionarias. El milenarismo es la creencia según la cual un profeta volverá al final de los tiempos, para dar la batalla última contra el mal y a partir de allí crear el paraíso en la tierra. Esto es la base de la idea del “Juicio universal” pero también de la “Revolución”. Significa que va a haber un período de catástrofes de todo tipo, donde los creyentes deben resistir a toda cosa para poder llegar al final de los tiempos, ver la derrota de sus demonios y empezar la era de felicidad. Si el chavismo es milenarista el éxodo de millones de venezolanos no es entendido como una crisis migratoria sino como una prueba de su propia fe, aunque signifique la desarticulación de sus familias. Incluso hay quienes puedan, desde el chavismo, interpretar al propio Nicolás Maduro como un desvío circunstancial y un test a sus convicciones, por lo que aguantando el tiempo necesario lograrán la recompensa al final del túnel.
La narrativa de la “guerra económica” fue un discurso anticipatorio de la crisis económica que le dio -cuando finalmente emergió-, una explicación racional a la resistencia milenarista bolivariana. También nos ayuda a explicar el por qué todas las movilizaciones, presiones y amenazas, que en otros países hubieran allanado el cambio político, en Venezuela han atrincherado más en sus posiciones a sus destinatarios.
Seguramente hay cosas razones más mundanas y personales, además del incentivo económico e ideológico, para describir su permanencia en Miraflores, que algún día escribirán los novelistas. Y, por supuesto, el problema del autoritarismo venezolano no es sólo teórico sino geopolítico, económico, social y territorial. Tendremos que seguir explorando zonas hasta ahora desconocidas para aumentar su comprensión, porque con lo que sabemos ahora hemos sido ineficaces.
(*) Sociólogo y Coordinador General de Provea
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