Andrea Tomé's Blog, page 8

February 18, 2019

Algunos de mis clásicos favoritos| Lunes de lecturas

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Ayer me enteré de que Hulu va a estrenar una miniserie basada en una de mis novelas favoritas: Catch-22, el clásico de Joseph Heller que explora, con grandes dosis de humor y humanidad, los sinsentidos de la guerra y el efecto que la violencia tiene en la psique. Pensando en ello, y dado mi tremendo amor hacia los clásicos (en especial la literatura del siglo XX), se me ocurrió que hoy os traería algunos de mis clásicos favoritos.


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Empezamos, naturalmente, con la gran obra maestra de Joseph Heller. Como he dicho, Catch-22 trata el absurdismo de los conflictos bélicos y cómo la normalización de la violencia hace mella en la salud mental de los soldados. Catch-22 es, a menudo, descrita como una de las novelas más graciosas de las últimas décadas, y con razón. La pluma de Joseph Heller es singularmente afilada y ocurrente, y su facilidad para la caricatura y el humor sólo arrojan más y más luz sobre los horrores de la guerra.


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Todo lo que el bueno de J.D Salinger escribió (y permitió que se publicase). Mirad, podría escoger sólo una novela o dos, pero resulta que todo lo que salió de la máquina de escribir de Salinger es una puñetera obra de arte y no estoy por la labor de privaros de su ingenio más allá de El guardián entre el centeno.


Pero, ¿por qué no? Empecemos con Holden Caulfield. Tenéis que leer El guardián entre el centeno porque fue la primera novela verdaderamente honesta sobre lo que supone ser adolescente y porque cuenta con la que es, quizá, la mejor voz narrativa que he leído. Podría decir muchas cosas acerca de El guardián, pero voy a ahorrármelas porque es una de esas novelas clave que escupe verdades muy distintas para cada lector.


Ahora que ya os habéis graduado de Pencey Prep, voy a presentaros a la familia Glass. Son un poco disfuncionales en em mejor y el peor sentido de la palabra, y podéis echar un vistazo a su caótico orden familiar con Franny y Zooey y con Seymour: una introducción. ¿Quiénes son los Glass? Veamos, están Bessie y Les, los padres, antiguos artistas de vaudeville (Bessie, irlandesa; Les, judío australiano) y padres de: Seymour (el que se fue a la guerra y no regresó con todas sus facultades intactas), Buddy (el escritor budista y catedrático), Boo Boo (ama de casa en Tuckahoe, según sus propias palabras), Walt (el que se fue a la guerra y no volvió, punto), Waker (gemelo de Walt y monje católico), Zooey (actor y experto en soltar pullas) y Franny (universitaria al borde de un ataque de nervios).


En Franny y Zooey seguimos, primero, a Franny (con su crisis de identidad religiosa) y, después, a Zooey, quien nos deleita con una larga discusión materno-filial mientras trata de ducharse y de aprender su último guion, muchas gracias. Seré franca: muchos libros me han hecho reír pero Zooey Glass es el único personaje que me ha hecho llorar de risa y doblarme en carcajadas. Franny y Zooey también es el libro que siempre cojo cuando necesito recordarme qué intento expresar con mi escritura, así que ahí lo dejo.


Seymour: una introducción está narrado enteramente por Buddy, que trata de presentar al lector a su hermano Seymour, quien se suicidó en 1948, a través de un fluir de conciencia extremadamente ameno e incisivo. Seymour: una introducción incluye también el relato Levantad, carpinteros, la viga del tejado, también narrado por Buddy, quien nos presenta la terriblemente caótica boda entre Seymour y Muriel, protagonizada, cómo no, por la ineludible ausencia del propio Seymour Glass.


¿Os apetece algo más ligero? Ahí tenéis Nueve cuentos, donde podéis admirar el enorme talento de Salinger para la narrativa corta y su particular don para los diálogos. Los mueve relatos de Nueve cuentos son magistrales, pero si tuviese que escoger sólo unos cuantos me quedaría con Un día perfecto para el pez plátano (que nos introduce a Seymour Glass en sus últimas horas de vida), Para Esmé: con amor y sordidez (posiblemente el más perfecto de los relatos, que nos conduce hasta los días que Seymour pasó en Inglaterra durante la Segunda Guerra Mundial y donde conoció a Esmé, una niña de trece años particularmente precoz) y Justo antes de la guerra contra los esquimales (que nos presenta a Ginnie Mannox, una adolescente aficionada al tenis, y que explora uno de los temas clave de Salinger, la pérdida de la inocencia en la guerra, a través de Franklin, el hermano de una de las compañeras de Ginnie).


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Sin destino de Imre Kertész. No es una sorpresa para nadie que este se trate de uno de mis libros favoritos. Al igual que Salinger, Kertész me recuerda por qué escribo y qué intento transmitir con mi pluma. Además, Sin destino resalta porque se trata, en mi opinión, del mejor libro sobre el Holocausto jamás escrito.


Sin destino, parcialmente autobiográfico, nos acerca a Auschwitz desde la perspectiva de Gyorgy Köves, un muchacho judío de quince años que acaba de ser deportado desde su Budapest natal. Gyorgy, habiendo crecido en la Hungría favorable al régimen alemán, intenta sobrevivir haciendo uso de una lógica truncada por todo lo que le han contado sobre los alemanes. Sin destino hace un uso magistral de la ironía dramática (pues el optimismo de Gyorgy choca con las realidades sobre los campos que conoce el lector) y, con una distancia fría, disecciona uno de los capítulos más oscuros de la historia europea. Cabe destacar, además, el uso genial del estilo dialogado de Gyorgy.


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Yonqui de William S. Burroughs. A Burroughs lo admiro por su humor, por su pluma precisa y por su falta de remilgos a la hora de explorar la adicción, una realidad que lo persiguió toda su vida. Novela semiautobiográfica, Yonqui posee una calidad literaria tremenda y una habilidad especial para comunicar mucho en muy poca su palabras.


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Los miserables de Víctor Hugo. Por supuesto que Hugo tenía que aparecer aquí. Los Miserables me parece, de hecho, una obra maestra de su género y tan relevante hoy como cuando se publicó por primera vez. Tiene casi dos mil páginas y aun así ya voy por la tercera relectura.


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Cumbres borrascosas de Emily Brönte. Adoro a las tres hermanas Brönte y, aunque tengo cierta debilidad por Anne (quizá la menos explorada de las tres), he de admitir que la oscura y terrible Emily es mi favorita. Y oscura y terrible es Cumbres borrascosas. Cumbres borrascosas es una de esas raras novelas en las que absolutamente nadie es una persona ni mínimamente buena, y eso, desde mi punto de vista, es una novedad que agradecer.


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Lo que el viento se llevó de Margaret Mitchell. Escarlata O’Hara es una de mis protagonistas femeninas favoritas y esto es algo que probablemente nunca cambiará. Escarlata no es buena ni se nos intenta convencer de lo contrario, lo que, de nuevo, es de agradecer. Pero Escarlata sabe lo que quiere y está dispuesta a cualquier cosa para conseguirlo lo que, de nuevo, es de agradecer.


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Guerra y paz de Lev Tolstoy. Tengo una debilidad por los clásicos rusos desde mi adolescencia y Guerra y paz posiblemente es mi favorito de todos ellos (aunque Los hermanos Karamakhov le pisa los talones). Al igual que Los Miserables, su longitud puede dar miedo, pero os aseguro que es una lectura que disfruté en cada momento.


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El gran Gatsby de Francis Scott Fitzgerald. El gran Gatsby siempre me recuerda por qué siento predilección hacia las novelas cortas (además de porque la mayoría prefiere los tomos de gran peso, por así decirlo). En esta obra, Fitzgerald nos ofrece una de las prosas más hermosas y técnicamente precisas que he leído, además de un maravilloso retrato de su época.


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Orgullo y prejuicio de Jane Austen. Aunque Jane me gusta, sus libros rara vez encabezan mi lista de favoritos. Esto no es así con Orgullo y prejuicio. Elizabeth Bennett es otra de mis protagonistas femeninas por excelencia, y siempre admiraré a Jane por desmontar el tropo del interés romántico misterioso incluso antes de que se popularizara.


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El diario de Ana Frank. He hablado largo y tendido sobre Ana tanto en este blog como en mis redes sociales. En agosto tuve la fortuna de visitar la casa museo (así como la antigua casa de los Frank al sur de Amsterdam), y en diciembre visité además el memorial erigido en su Frankfurt natal. El diario de Ana es uno de los documentos clave del siglo XX y absolutamente todo el mundo debería leerlo.


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Rebeldes de S. E. Hinton. Naturalmente, me dejo muchísimos libros en el tintero, pero quiero acabar con el que probablemente inició la literatura juvenil como tal allá por finales de los sesenta. Hinton, entonces ella misma adolescent, nos acerca a la realidad más cruda de los barrios de clase obrera, con todas sus luces y sus sombra. Un libro imperdible que todos deberían leer.

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Published on February 18, 2019 10:20

February 15, 2019

Bienvenidos a Santa Ana

Aquí conoceréis a…


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Judith Salazar, la chica que perdió cosas. 17 años, rapera, las palabras deslizándose por su lengua como miel. En otra vida habría descubierto estrellas, pero en esta solo la rodean fantasmas.


Judith solía ser una de las chicas más conocidas de Santa Ana, tanto por su hermano como por derecho propio. Era la rapera con más prestigio del barrio, pero desde el suicidio de Saulo ha perdido las palabras.



—¿Estás bien, Judith?


Sí.No.


Me siento como si no pudiese respirar. Me siento vacía y, al mismo tiempo, esa pesadez helada bajo mi diafragma es tan real que podría llamarla por su nombre.


La mayoría de los días tengo la sensación de no poder levantarme de la cama, pero luego acabo haciéndolo. Estoy tan cansada y soñolienta que prefiero imaginarme que tengo alergia estacional. Mejor convencerme de cualquier cosa que pensar en eso, pero al final los recuerdos siempre vuelven, y son densos y vertiginosos y mortíferos como el aire espeso de aquella noche de septiembre.


—Sí —digo, y la rojez de mis labios y el picor de mi nariz no tardan en contradecirme—. Estoy bien.



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Chaim Péntek, probablemente el mejor boxeador de Santa Ana. De siete vidas, ha gastado seis. Prefiere pedir perdón a pedir permiso.


Chaim se mudó desde Budapest a Santa Ana con sus padres y su hermano Ira poco antes de empezar la secundaria. Ira solía ser el hijo perfecto, pero ahora que está cárcel resultan más evidente que nunca las maneras interesantes y creativas en las que Chaim puede decepcionar a sus padres. Porque ser el mejor boxeador de Santa Ana tiene sus ventajas, pero ninguna de ellas es impresionar a Mara Péntek.



—Oye, Salazar, ¿vas a coger el tranvía a tu casa?


Se encoge de hombros.


—Claro.


—La línea seis, ¿no? Puedo acompañarte.


Arruga la nariz.


—¿Pero no decías que no querías volver a casa?


—Ya, y no voy a hacerlo. Al principio pensé en pasarme por el gimnasio pero, claro, para empezar no sé ni cómo me las arreglaría para coger la bolsa sin que se enterase mi madre. Así que, no sé, supongo que iré a pasar el rato en el bar Szputnyik, y resulta que queda en la misma línea de tranvía.


—¿Szputnyik? ¿Qué es, ruso?


Sonrío. Ampliamente.


—Nah, húngaro.


Judith se gira.


—¿Qué?


—Hún-ga-ro. Como el goulash, el cubo de Rubik y Bela Lugosi y, bueno, como yo. Húngaro.



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Saulo Salazar, todo rabia y desesperación. En su calle todos se esperaban que abandonase el barrio tarde o temprano, pero nadie de la manera en la que lo hizo.


Todos en el barrio conocían a Saulo. Conocían sus tatuajes y conocían sus grafitis y conocían su sonrisa terrible. Todos tenían una idea fija de él, y Saulo los sorprendió uno a uno.


—Ahí fuera sí que tiene que ser bonito, ¿eh, Montoya? —dije un día, mirando tan fijamente al océano y a las olas—. Más allá de todo esto.


Levantaste los ojos de tu bloc de dibujo.


—Ni que soñases con dejar el barrio —dijiste, tú siempre envuelto de escepticismo—. No aguantarías ni dos minutos ahí fuera, y no es un insulto. No tardarías nada en echar de menos a todo y a todos. Además —sonreíste, volviendo a tu bloc—, hay suficientes cosas bonitas que mirar por aquí.


Es extraño. Tu problema fue idealizarme, pero hay ciertas cosas en mí que siempre supiste leer con total claridad. El barrio era una de ellas.


Lo último que me dijiste antes de irte fue precisamente eso. Me dijiste que, en el momento de la verdad, yo siempre escogería al barrio. Y, mira no te equivocabas. Por eso, en parte, he estado pensando tanto en ti.


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Jacobo Herrero y Andy Estévez, dos tercios de la dream gang. A uno se le ocurren las ideas descabelladas y el otro intenta (sin mucho entusiasmo) arrojar un ápice de sentido común al asunto.


Jacobo y Andy son los dos mejores amigos que podrías soñar tener a tu lado. Ninguno de los dos tiene muchas oportunidades, pero tampoco hace falta demasiado cuando eres dos tercios de los mayores alborotadores de Santa Ana.



Jacobo, Chaim y Andy me caían bien. Aunque no fuesen de la pandilla, había algo tremendamente Santa Ana sobre ellos, algo en la manera de caminar y la forma de hablar que hacía que me resultase imposible imaginármelos en cualquier otro lugar. Una vez que había escrito sobre el barrio los llamé la pandilla de los soñadores


porque


pese a todo


parecían moverse


a distinta velocidad


que los demás.



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Reyes Álvarez, la mejor amiga de Judith, con los dedos manchados de tinta y la lengua afilada como una espada. Si empieza una guerra, querrías tener la sensatez y la fiereza de Reyes a tu lado.


Saulo Salazar no era mala persona. No lo creo, al menos. Lo conocí toda mi vida, al igual que a Judith. Al principio era solo su hermano, pero luego, con el tiempo, acabó convirtiéndose en su propia persona en mi cabeza.


Y lo admiraba muchísimo. Como artista especialmente, pero creo que todo él también, de algún modo. Estoy harta de escuchar que las mujeres solo tenemos dos sentimientos fuertes hacia los hombres (amor y odio), así que lo diré solo una vez: adoraba a Saulo tremendamente, en el sentido menos romántico posible.


Admiraba su concentración y su silencio. Admiraba su dedicación y su tranquilidad. Admiraba que fuese todas las cosas que yo no soy, y que todo eso perspirase en su arte.


Por eso le enseñé mis dibujos a él antes que a nadie, incluida Judith, y ahora que lo pienso eso fue algo un poco íntimo, pero él no se aprovechó. No me trató con paternalismos ni aprovechó la ocasión para tirarme los trastos o algo peor. Solo me miró como si algo hubiese cambiado y, a partir de entonces, a veces dibujábamos juntos.


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Héctor Montoya, lo más parecido a una tragedia griega que ha parido Santa Ana. Las yemas de sus manos están cubiertas de carboncillo. Le gusta colarse en clases de arte.


Héctor solía vivir en el barrio. Solía ser el mejor amigo de Saulo. Hasta que pasó Eso (de lo que nadie habla jamás) y lo abandonó todo a y a todos.


Bajé la vista hacia su dibujo. Todas las obras de Héctor daban la sensación de un enorme caos del que uno no puede separar la vista. La magia residía en las líneas torcidas y en las líneas que chocaban las unas con las otras hasta que al final, con un poco de esfuerzo, acababas viendo la imagen que trataban de formar.


Aquel día vi:


unas uñas,


unos nudillos,


unas muñecas huesudas


que conocía muy bien.


Bajé la mirada hacia mis vaqueros.


—Hace tiempo que no pasas por casa.


Cogió aire, sus pupilas fijas en las diapositivas que pasaba el profesor.


—Sí.


—¿Ha pasado algo entre Saulo y tú?


Apretó su lámina. Tensó los músculos y los destensó. Parpadeó hasta que sus ojos dejaron de brillar.


—Bueno, no. Solo… —se humedeció los labios—. Bueno, solo me di cuenta de que no es el tipo de persona que pensaba —se volvió hacia mí—. Lo siento.


Ahora era yo la que miraba aquellas diapositivas.


—No lo sientas. Sé lo que quieres decir.


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Los gemelos Ferrán, Carlos y Néstor. Uno es la tempestad y otro la calma de Santa Ana.


Carlos era la mano derecha de Saulo, en el barrio y en la vida, a pesar de ser dos años más joven que él. Néstor, al empezar la novela, es el novio de Judith, el que no necesita demasiadas palabras.


Había esta cosa que decías a todas horas: «Soy un mierda. Eso es todo lo que soy». No te equivocabas, en el fondo. Héctor siempre fue mejor persona que tú, y ahí solo empezaron los problemas.


Existen varios motivos por el que Carlos y tú erais amigos. ¿El primero? Podríais ayunar un mes sin sentir hambre por la comida pero con sed de violencia. Y eso es todo lo que sé.


Néstor se ha acordado de que los croissants son mi desayuno favorito, y de lo dulce que tomo el café.


Sacude la cabeza.


—Está bien. No… no conocía muy bien a Saulo, pero por cómo mi hermano y tú habláis de él… bueno, sé que era de todo menos un cobarde. Siento haber dicho…


—Está bien. Ya lo he olvidado.


Quiero preguntarle por qué no me llamó y por qué esperó hasta que volví a clase para hablar conmigo, pero ya se está acercando a mí, sus brazos alrededor de los míos, dándome uno de esos abrazos. Los que no puedes describir porque no son simplemente físicos; son como esa noche de fin de año en la que nadaste en champán y el jarrón de cristal que rompisteis bailando y aquella noche tranquila en la que oísteis las campanas de la iglesia del Oeste doblar y fumasteis vuestro primer cigarrillo.


—Siento haber llamado cobarde a Saulo —susurra en mi oído— . Yo sí que soy cobarde.


—De verdad. Eso ya no importa.


Es una mentira tan hercúlea, tan improbable, que siento imperios enteros ardiendo en mis mejillas.


 

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Published on February 15, 2019 11:41

February 14, 2019

Cómo trabajar en edición

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¡Hola! Esta semana os traigo una entrada un poco especial. Estos últimos días me habéis estado preguntando mucho sobre cómo entrar en el mundo editorial, así que he pensado en escribir un poco sobre mis experiencias como becaria primero y asistente editorial después.


La mayoría de mis experiencias están basadas en el Reino Unido porque es donde he trabajado hasta ahora, pero son aplicables al mercado editorial español. Además, esta va a ser una entrada un poco más general sobre las preguntas que me habéis estado haciendo, pero si queréis saber algo más en particular no dudéis en preguntarme y os responderé en detalle en próximas entradas

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Published on February 14, 2019 08:26

February 11, 2019

5 libros para leer en invierno |Lunes de lecturas

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¡Hola! No sé cómo es el tiempo donde vivís vosotros, pero aquí en Londres tenemos tormentas, un poco de nieve, frío… ahora que los días son oscuros, largos y lluviosos, a veces no me apetece hacer nada más que quedarme en casa envuelta en una manta con una taza de chocolate caliente (traído desde España porque los británicos no entienden el concepto de chocolate espeso) y un libro entre las manos. Así que he pensado que hoy os podría traer cinco libros que adoro releer en invierno.


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Seré frágil de Beatriz Esteban (TW: desórdenes alimentarios)


Por algún motivo (quizá por la temática, por las referencias de Bea a los rollitos de canela o por el hecho de que lo leí por primera vez en invierno), la primera novela de Beatriz Esteban me recuerda muchísimo a los meses más fríos del año.


Seré frágil es una narración en primerísima persona de la anorexia y de cómo, gradual pero definitivamente, una persona puede caer en las garras de un TCA. Como siempre, la pluma de Bea es exquisita y esta es una novela que le recomendaría muchísimo a todo el mundo (siempre teniendo en cuenta esos trigger warnings) que quiera comprender un poquito mejor cómo se desarrollan los trastornos alimentarios y qué se pasa por la cabeza de una persona diagnosticada con anorexia.


[image error] Fangirl de Rainbow Rowell


Fangirl lo reseñé hace unos años para la revista Fantasymundo. Esa reseña (que lamentablemente ya no está disponible online) la empecé diciendo: “Si hay un equivalente literario a los flechazos amorosos, Fangirl cumpliría todos los requisitos para convertirse en uno”.


Fangirl nos presenta a Cath, una famosa escritora de fan fiction que acaba de empezar la universidad junto a su hermana gemela, Wren. Sin embargo, mientras que Wren es sociable y se acostumbra fácilmente a la vida típica universitaria, Cath sufre ansiedad social y le cuesta mucho adaptarse a su nueva rutina. Por fortuna, Cath contará con la ayuda de su nueva roomie, Reagan, y de su amigo Levi.


Considero Fangirl una lectura invernal por varios motivos: ser la razón por la que ahora amo los eggnog lattes, todas esas escenas en la biblioteca universitaria y ese ambiente general tan cozy que empapa toda la novela.


[image error] Heima es hogar en islandés  de Laia Soler


Culpo a Laia Soler por meter dentro de mí el gusanillo de viajar a Islandia.


En Heima conoceremos a Laura, una chica que sufre acromatopsia (una rara enfermedad en la que ves el mundo en blanco y negro). Tras romper con su novio y discutir con sus padres, que se acaban de divorciar, Laura toma la primera decisión impulsiva de su vida y compra un viaje de ida a Islandia. Allí conocerá a Orri y a Guðjon, dos chicos muy diferentes que esconden un secreto que cambiará la vida de Laura para siempre.


Heima es hogar en islandés cuenta con una ambientación brutal y muy detallada de uno de los países europeos más peculiares, una atmósfera mágica y evocativa y unos personajes que os acompañarán durante mucho tiempo.


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The Simple Wild  de K.A. Tucker


Si antes culpaba a Laia Soler por hacerme querer viajar a Islandia, ahora culpo a K.A. Tucker por hacer que me enamore de Alaska.


The Simple Wild sigue a Calla, una veinteañera que hasta ahora ha llevado una vida muy privilegiada en Toronto. Calla tiene una relación estable con su novio, un blog de moda con su mejor amiga y un trabajo fijo en el centro de la ciudad. Su vida cambiará al perder su puesto de trabajo y al enterarse de que su padre, que vive en Alaska y con el que no ha mantenido contacto desde los catorce años, acaba de ser diagnosticado con un cáncer de pulmón.


Gradualmente, Calla se dará cuenta de lo poco que le satisfacen su vida y su relación y, tras cortar con su pareja, volará a Bangor, Alaska, donde su padre es dueño de una pequeña aerolínea. Sin embargo, no todo será un camino de rosas para Calla. Primero Jonah, el gruñón piloto que la lleva en avioneta hasta su nueva casa, extravía sus maletas, después se dará cuenta de lo pequeño e incomunicado que es Bangor en realidad… y después están todos los secretos que su padre ha guardado durante estos años.


Al igual que ocurrió con Heima, uno de los puntos fuertes de esta novela es su maravillosa adaptación. Aunque Bangor es un pueblo ficticio, está inspirado en varias aldeas reales de Alaska, y gracias a la narración de K.A. Tucker aprenderemos, junto a Calla, cómo es el ritmo de vida en uno de los lugares más inhóspitos del planeta.


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La sombra de la sirena de Camilla Läckberg


Esta es mi lectura actual y está despertando en mí el amor por el nordic noir; es decir, los thrillers ambientados en los países nórdicos. Aunque pertenece a una serie de libros (los crímenes de Fjällbacka), es una historia independiente que puede disfrutarse aunque no se hayan leído los demás (que es exactamente lo que estoy haciendo yo).


Como con todas los thrillers, es mejor no desvelar demasiado, pero os puedo adelantar que La sombra de la sirena os regalará una ambientación muy gráfica y expresiva de una pequeña ciudad pesquera al oeste de Suecia, un misterio perfectamente entretejido y un conjunto variopinto y colorido de personajes.


¿Y vosotros? ¿Tenéis alguna novela que os recuerde al invierno?

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Published on February 11, 2019 07:09

February 8, 2019

Booktráiler de La luna en la puerta

¡Hola! Como os comenté por Twitter, hoy os traigo una cosita muy chula relacionada con La luna en la puerta… ¡Su booktráiler!


Muchísimas gracias a Maracatón producciones por ponerle cara a Judith y por comunicar la esencia de La luna en la puerta de una manera tan maravillosa. Gracias en particular a…


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Published on February 08, 2019 05:57

February 6, 2019

¿Es necesario sentirte identificado con los protagonistas de una novela? | Writing Wednesdays

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En mi última reseña hablé de los personajes que caen dentro del tropo del everyman y de cómo, para mí como lectora, forman parte de uno de mis pet peeves literarios. Creo que muchos autores, en especial muchos autores que están empezando, se obsesionan tanto con que su protagonista “guste”, con que el mayor número de lectores puedan identificarse con él, que acaban con un personaje obscenamente aburrido e insulso.


Como lectora no necesito que un personaje me guste o que su visión del mundo se alinee con la mía. Es más, diría que la gran mayoría de los lectores no necesitan esto tampoco. Muchas veces, cuando se dice que uno se puede identificar con un personaje, lo que se quiere decir en realidad es que puedes encontrarte apoyándolo y deseando internamente que logre sus objetivos. Aunque sea un villano. De hecho, el motivo por el que muchas veces los villanos nos atraen más que los héroes es que, a veces, en en el afán por crear a un héroe lo más perfectamente bueno posible, los autores acaban con un personaje plano y soso, mientras que los villanos, aunque tienen una moralidad discutible, atraen a la audiencia precisamente por su humanidad.


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Pensemos en Dr. Doofenshmirtz de Phineas y Ferb. Vale, es malo. Y sí, tal vez su afán por dominar el área de los 3 estados sea cuestionable, pero es fácil escuchar esa vocecita interior que desea que, por una vez, consiga su cometido. Tal vez sea el hecho de que siempre, siempre, siempre falla (y de una manera muy poco elegante, por ponerlo de algún modo). Tal vez sea el hecho de que, sí, sus objetivos son de dudosa moralidad, pero son objetivos en los que cree. Tal vez sea el hecho de que sus puntos débiles (sus experimentos son… interesantes) lo lleven a fracasar una y otra vez… o tal vez sea el hecho de que, seamos sinceros, es un personaje tremendamente escrito.


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De hecho, ahí están las claves para que tus personajes les importen a tus lectores. Desde mi punto de vista, es mucho, mucho más valioso que tus lectores sientan algo más que “gusto” hacia tus personajes. El objetivo es hacerles sentir algo, provocar algo en ellos, y esto no puede conseguirse con un personaje tan universalmente bueno que acaba resultando soporífero. ¿Qué podemos aprender de esos villanos que todos, internamente, deseamos que ganen aunque sea una mísera vez?



Dale un objetivo a tu personaje. Lo digo siempre y siempre me sorprendo con la de protagonistas a los que la trama es algo que les pasa en lugar de ser ellos los que conducen esa trama.
Haz que tus personajes crean en ese objetivo. No sirve de nada escribir en la ficha de personaje que su mayor sueño es convertirse en, digamos, el mejor nadador de competición del mundo si nada de lo que hace realmente el personaje tiene que ver con la natación. Haz que tus personajes sufran por sus objetivos, que se apasionen por sus objetivos, que se enfaden, que celebren, que compartan… y tu lector, inevitablemente, acabará sintiendo lo mismo.
Deja que tus personajes fallen. Constantemente. El fracaso viene de las dificultades. Las victorias fáciles no saben tan bien, y si tu personaje cumple con su objetivo sin ni siquiera despeinarse los lectores se preguntarán por qué demonios los has molestado. Lo que hace que una victoria sea satisfactoria es lo difícil que ha sido llegar hasta ella, las dificultades y los retos que la han hecho posible, todas las derrotas que ha habido detrás de ella… de hecho, lo ideal es que tu personaje falle tanto que llegue a ese punto de no retorno en el que debe preguntarse si merece la pena continuar. Y luego haz que continúen. Haz que perseveren. Entonces, cuando ganen, tus lectores se sentirán con ganas de celebrarlo.
Dale defectos a tus personajes (y haz que aprendan de ellos). Muchas veces leo reseñas que se quejan de los aspectos negativos de los personajes y siempre me digo: ¡Pero si eso es lo que los hace humanos! Si todos los personajes fuesen perfectos yo, por lo menos, me quedaría dormida a la primera página. Quiero ver los lados más horripilantes de los personajes y quiero que ellos mismos se den cuenta de que son horripilantes y quiero que, después de muchas, muchas luchas internas, acaben aprendiendo algo de ellos.
Y debilidades. Tus personajes necesitan debilidades también. Ya escribí antes de los fatal flaws y por qué deberíais incluirlos en el arco de vuestros personajes. Si tus protagonistas fracasan únicamente por factores externos, cuando finalmente ganen la victoria no será tan dulce porque no habrán aprendido nada. Imaginemos ahora que nuestro personaje es un gimnasta que desea con todas sus fuerzas ganar el oro olímpico. Si en todas las competiciones acaba fuera del podio únicamente porque los jueces lo odian (a pesar de que es claramente el mejor) o porque sus compañeros lo sabotean (porque tienen envidia de que es claramente el mejor), ¿por qué iba esto a cambiar en las Olimpiadas (el momento climático de la novela)? Si tu personaje es perfecto y solo falla debido a los antagonistas, tus lectores van a sentirse frustrados y poco más. Sí, que los antagonistas le pongan la zancadilla a tu personaje y que las figuras de autoridad duden de él crea unos conflictos muy jugosos, pero las propias debilidades del personaje (a lo mejor nuestro gimnasta se pone tan nervioso en las competiciones que comete fallos de principiante) deberían desempeñar un papel inequívoco en los fracasos. Solo al superar estas debilidades (nuestro gimnasta, con mucho sacrificio, acaba aprendiendo a dominar los nervios antes de la competición) podemos dar con una victoria realmente satisfactoria.
Hazlos humanos. No nos muestres solo a tus personajes en situaciones que los hagan quedar bien. Haz que sientan vergüenza, que sus peores lados queden al descubierto, que sus secretos mejor guardados salgan a la luz… en definitiva, hazlos vulnerables.
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Published on February 06, 2019 10:40

February 4, 2019

Final Draft, Riley Redgate

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Published on February 04, 2019 10:10

February 1, 2019

LEE un fragmento de La luna en la puerta

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Desde que tengo memoria, en la familia se nos ha dado bien desaparecer. Por orden cronológico: el abuelo, papá y tú. ¿La desaparición más inusual? La tuya. Te fuiste como los magos: en medio de una cortina de humo.


Medianoche. Una pequeña explosión. Por lo demás, supongo que te fuiste en silencio. Nunca fuiste una persona que hablase demasiado, a fin de cuentas. Recuerdo que, cuando éramos pequeños, nos repartimos un par de cosas (lo más importante: a mí me tocaron las palabras y, a ti, las imágenes).


Apuesto que pensaste mucho en la fecha (el 23 de septiembre) y la hora (las once, cuando mamá todavía estaba en la tienda, papá abasteciendo sus reservas de alcohol y yo en aquella fiesta).


Aquí en Santa Ana nadie se apunta a sí mismo con una pistola. Nadie habla de los muertos, tampoco, si no es para rezar por ellos en la iglesia, y nadie abandona el barrio si no es con los pies por delante.


No sé. En realidad, solo quiero pedirte perdón por coger tu chaqueta sin permiso. A veces robo cosas que no necesito. Es fácil. A veces veo una puerta abierta, me cuelo en la habitación de otra persona y cojo el primer objeto pequeño que puedo alcanzar. No me preguntes por qué. No sé por qué.


Perdóname por haber cogido la chaqueta, en primer lugar, y por no haberte escuchado. Ante todo eso. Perdóname por no haberte escuchado cuando, al fin, me pediste que lo hiciera. Perdóname, también, por no haberte creído. Me dijiste que abandonarías Santa Ana y yo solo supe poner los ojos en blanco.


No sé cómo es la vida fuera del barrio (si la gente piensa en los muertos o si puede simplemente irseo cosas así), pero la vida en aquí sin ti es la misma que la vida aquí contigo, y eso es tan terriblemente frustrante que me hace querer gritar.


Supongo que aquí nadie (ni yo ni mamá ni papá) te conocía de verdad: el Saulo que creía en las supersticiones y en los milagros, el Saulo que se escondía en las iglesias y en las bibliotecas, el Saulo que se suicidó.


Para nosotros siempre fuiste el Saulo que iba a Irse porque eras demasiado inteligente. Y, bueno, no nos equivocamos: te fuiste, solo que no de la manera en la que todos esperábamos.


 


Con cariño y remordimiento,


Judith Salazar











¿Quieres saber cómo continúa? Podéis leer los dos primeros capítulos de La luna en la puerta aquí.

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Published on February 01, 2019 12:05

January 30, 2019

Cómo leer libros más rápido: lo que aprendí leyendo siete libros en siete días| Writing Wednesdays

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Como lectora y como escritora, soy una persona que se enfrenta frecuentemente al bloqueo. Mis hábitos literarios tienden a estar pintados en blanco o en negro: o no leo nada en absoluto durante días o termino varias novelas a la semana; o me mantengo alejada del teclado durante meses o finiquito un manuscrito en menos de lo que dura una estación. Creo que los motivos de estos bloqueos son distintos.


Como lectora, me bloqueo porque no encuentro la lectura perfecta para lo que estoy buscando en ese momento (lo que suele empujarme a querer escribir eso que no puedo encontrar). Como escritora, me bloqueo porque el espacio entre lo que quiero conseguir y el trabajo que produzco me paraliza. Aburrimiento versus miedo, diría yo. Ya hablé un poquito del bloqueo del escritor en esta entrada y en en esta otra entrada, así que esta semana voy a centrarme en el bloqueo lector.


Siempre lo repito y lo repetiré mil y una veces más si hace falta: para escribir con fluidez tienes que leer en abundancia. Por lo tanto, aunque el bloqueo lector puede ser beneficioso hasta cierto punto (como he dicho, a mí me motiva a encontrar nuevos proyectos y trabajar en ellos), evitar la lectura acabará teniendo efectos negativos en la calidad de nuestra prosa. Me he convertido en una especie de experta en el bloqueo lector (por la cantidad de veces que me peleo con él), por lo que aquí tenéis algunos consejos para combatirlo.



No le temas a los retos literarios. Este verano me enfrenté a uno de mis bloqueos lectores más notables, pero logré salir del hoyo gracias al  Booktubeathon , un reto de lectura que me empujó a terminar siete libros en siete días. Puede dar miedo, pero el aire de competitividad (si anuncias en redes que vas a completar un reto de lectura, algo en ti te obligará a completar ese reto de lectura aunque te vaya la vida en ello) realmente obra milagros. Piensa en los retos como una especie de  sprints literarios o como un buffet de lecturas en el que probarás diversos géneros y autores.
Aprovecha los momentos de no hacer nada. Pueden ser los viajes en transporte público, los descansos para el café en el trabajo, las horas muertas entre clase y clase… utiliza esos momentos en los que no sueles hacer nada y ponte como meta leer un par de capítulos de tu lectura actual.
Prueba los clubs de lectura. En primer lugar, porque no suelen pedirte demasiado (el ritmo tiende a ser lento para que todos los miembros puedan participar independientemente de sus responsabilidades e inquietudes literarias). En segundo lugar, ¡porque el libro que estéis leyendo en cuestión va a ser el principal tema de conversación! Podéis echarle un vistazo a los clubs de lectura de vuestras librerías o bibliotecas (uno que ADORO es La Madriguera Literaria, un club de lectura juvenil en Valencia) o podéis organizar el vuestro con vuestros amigos, que es la opción que he tomado yo. Puesto que mis compañeras del máster y yo ahora vivimos en distintos puntos del globo (algunas seguimos en Londres mientras que otras viven en EEUU, Alemania, Suiza…), decidimos organizar Women That Read, un club de lectura feminista en el que leemos obras escritas por mujeres (la primera es Jane Eyre) y discutimos sobre ellos cada dos semanas mediante videollamada.
Visita librerías a menudo. Vayas a comprar algo o no, hay algo mágico en el hecho de simplemente pasear entre libros, leer las sinopsis, comparar las portadas, mantenerse al tanto de lo que se cuece en el mundillo editorial… a mí, por lo menos, siempre me inspira y me deja con ganas de leer más y más y más.
Trata tu pila de lecturas pendientes como una librería. Creo que a veces se nos acumulan lecturas porque no repasamos cada X tiempo los libros que tenemos por casa y, por lo tanto, no podemos entusiasmarnos ante la perspectiva de atacarlos ya. Yo intento mantener los libros que ya he leído de los pendientes separados físicamente para así poder echarle un vistazo como Dios manda a la estantería de pendientes: tocando los libros, abriéndolos, releyendo la sinopsis…
Lee varios libros a la vez. Parece contraproducente, pero escúchame: si tu problema, como el mío, es que no encuentras esa lectura que vaya a satisfacer todos tus intereses actuales, intenta atacar varias lecturas a la vez. Puedes tener en tu mesilla un libro de no ficción y un contemporáneo juvenil en la mochila, un poemario en tu escritorio y un clásico para antes de dormir…
Prueba distintas plataformas. A lo mejor ahora mismo tienes demasiadas cosas en la cabeza y te ves incapaz de mantener la concentración necesaria para leer un libro físico, ¿así que por qué no probar el maravilloso mundo de los audiolibros? De esta manera puedes leer mientras haces ejercicio, mientras cocinas, mientras te maquillas… es otra manera de incorporar la lectura a tus actividades diarias. De la misma manera, puedes intentar tener siempre contigo un surtido de ebooks en el móvil o en la tableta por si no quieres ir cargando con un tocho de setecientas páginas (más otra lectura por si agotas la primera) día sí y día también.
Lee cosas que no sean libros. A veces retomar el placer de la lectura pasa por consumir productos que no sean libros. Cuando me parece que no tengo la cabeza para enfrentarme a un libro en sí, adoro devorar artículos y artículos de Man Repellermi revista de moda favorita. Tú puedes hacer lo mismo con blogs, periódicos, hilos de Twitter… ¡Lo que sea que vaya a despertar de nuevo tu interés por las historias!

¿Preparados para enfrentaros a vuestro bloqueo literario? Si es así, ¿por qué no os unís a mí el mes que viene y participáis en el Contemporary-a-thon? Contemporary-a-thon es un reto de lectura creado por la bloguera Book Hangover. ¿El propósito? Leer hasta siete libros de realismo contemporáneo durante el mes de febrero. Para conseguirlo hay varios mini-retos que podéis combinar (por si la perspectiva de leer siete libros en veintiocho días os da un poco de miedo). Estos mini-retos son…



Leer el último libro de realismo contemporáneo que hayáis comprado. Si no me equivoco, el mío es Final Draft de Riley Redgate.
Leer un libro cuya portada sea azul o púrpura. (¿Alguien se anima a utilizar  La luna en la puerta  para este reto?
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Published on January 30, 2019 08:27

January 28, 2019

Clementine, Clara Cortés | Lunes de lecturas

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Título:  Clementine


Autora: Clara Cortés


Editorial: La Galera (Colección Luna Roja)


Páginas: 350


Fecha de salida: 20 de marzo



El 20 de marzo llega a vuestras librerías CLEMENTINE

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Published on January 28, 2019 09:14