Andrea Tomé's Blog, page 7
February 1, 2020
Lo que escribir Middle Grade me ha enseñado | Weekend Writing Club
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¡Hola! Como quizá ya sepáis los que me seguís en las redes, hace un par de semanas que me he embarcado en la aventura de escribir mi primera novelette Middle Grade: una historia de ciencia ficción al estilo de elige tu propia aventura que está siendo publicada semanalmente en la plataforma de Fiction Express.
Aunque es una novelette corta (al final acabará teniendo “solo” 15000 palabras), ha resultado un ejercicio de salir de mi zona de confort por partida triple: el género (ci-fi), la audiencia (12+) y la extensión (MUCHO más corta que la mayoría de lo que escribo). Y esto solo puede significar una cosa… aprendizaje. En concreto…
Siempre que puedas ir al grano, ve al grano. Cada vez que alguien critica la literatura infantil como inferior a la adulta me veo en la necesidad de recordar que es muy difícil convencer a un niño. A un niño no lo conquistas con cualquier cosa, y si algo le aburre, le aburre. Tienes que ser muy, muy bueno para captar la atención de un niño, y aquí reside precisamente el meollo de la cuestión: si puedes ir al grano, ve al grano. Vuelvo al consejo del maldito genio de Kurt Vonnegut: “empieza lo más cerca del final posible”. ¿Por qué? Porque así te aseguras de reducir la paja al máximo y de mantener el interés del lector en la acción.
No te olvides de la importancia de otorgarles una voz propia a tus personajes. Siguiendo con el punto número uno y toda esa historia de conseguir la atención de los lectores más jóvenes… es crucial pensar en cómo cada uno de nuestros personajes va a expresarse y que tanto su narración (si son narradores) como sus diálogos reflejen su personalidad. No todos nos expresamos de la misma manera. Piénsalo: seguro que tienes un amigo que dice “en plan” un montón, otro que suelta tacos a todas horas, uno que tiene una “frase estrella”… y después están los asuntos no verbales, como los gestos, las manías, el atropellarse de la emoción al hablar, el arrastrar las palabras… esto lo hacían muy bien en Harry Potter, de hecho. La de la ligera tendencia al sabelotodismo era Hermione, el malhablado era Ron, el del tono frío que arrastraba las palabras era Draco, el tartamudo era Quirrell…
Conecta con tu lector interior. En esto no suelo tener muchos problemas. Ya he comentado un par de veces que, como escritora, soy una especie de “lectora frustrada” que crea los libros que le habría gustado leer pero que no encontró o que no encontró de la manera más satisfactoria… pero en mi primera aventura escribiendo Middle Grade esta experiencia me está pasando de una manera más profunda. Desde que perfilé el proyecto con Fiction Express tuve muy claro que quería que los chavales sintiesen lo mismo que mi yo más joven cuando leyó las aventuras que le hicieron soñar y partirse de risa a partes iguales: El amuleto de Samarkanda de Jonathan Stroud, El portal de los elfos de Herbie Brennan, Harry Potter de J.K. Rowling, El ciclo de la luna roja de José Antonio Cotrina… siempre que me encuentro perdida vuelvo mentalmente a esos libros y recuerdo por qué me hizo tanta ilusión emprender este proyecto tan distinto y especial.
Sal de tu zona de confort y hazlo a menudo. Aunque me gusta experimentar con mis novelas, nunca había salido de mi zona de confort tan a lo bestia como con este proyecto, y la verdad es que todo son positivos. Me parece una manera brutal de volver a encontrar el norte, de entusiasmarse de nuevo por la literatura, de demostrarte a ti mismo de lo que eres capaz… a veces, cuando encontramos nuestro género y el mood general del que empapamos nuestras historias ocurre que los árboles no nos dejan ver el bosque y olvidamos lo divertido que puede ser escribir algo precisamente porque es un reto. Al final, para mí, la máxima es la siguiente: lo que tienes miedo de escribir, escribe eso.
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January 11, 2020
Cómo integrar todas tus novelas en el mismo universo | Weekend Writing Club
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Alogo sobre lo que me preguntáis mucho en mi Curious Cat es cómo hago para incorporar todas mis novelas al mismo “universo”, incluso cuando algunas de estas pertenecen a géneros distintos. Nunca es algo que me planteé que fuera interesante para otros (y no solo para mí, porque esta es una de las cosas que más me gusta hacer en la escritura). Es algo bastante fácil, en realidad, y se me ocurrió la idea después de leer las companion novels de Anna / Lola / Isla escritas por Stephanie Perkins.
Las companion novels, al contrario que las bilogías, trilogías, tetralogías… se caracterizan porque puedes leer las novelas que las conforman en cualquier orden. Puedes leerlas de manera independiente, de hecho. Puedes leer solo una. Puedes leerlas todas y cada vez en un orden distinto. Los sucesos de una novela no influyen a la otra, y una novela no es la continuación de una novela anterior. Básicamente, aparecen los mismos personajes (que pueden o pueden no ser protagonistas en todas) y todas las novelas están ambientadas en el mismo universo temático. Es algo que Stephanie Perkins hace muy bien, hasta el punto de hacer que me entrase el gusanillo. Es algo que Clara Cortés hace aún mejor, en mi opinión (si todavía no la habéis leído, apoyad el arte nacional y leed sus companion novels Al final de la calle 118, Cosas que escribiste sobre el fuego y Pájaro azul).
Aunque yo todavía no he escrito companion novels per se (y digo todavía porque es un concepto que me fascina y que atacaré en cuanto dé con los argumentos precisos), sí que ambiento todas mis novelas en el mismo universo. Esto significa que las movidas del realismo mágico en Desayuno en Júpiter y en El valle oscuro son posibles en el resto de las novelas, aunque los personajes no se den cuenta. Es algo que se intuye en la habilidad de Saulo y de Judith para encantar pájaros en La luna en la puerta. [image error]
Mis trucos para conseguir esta homogeneidad del universo no son muchos. Y son bastante fáciles, si queréis que os diga la verdad.
Mantener la coherencia. Esto para mí es fácil porque mis géneros (contemporánea, histórica y realismo mágico) son bastante compatibles. Resultaría más difícil, pero no imposible, si escribiese Fantasía, por ejemplo, donde cada mundo puede tener reglas distintas y a menudo contradictorias. De hecho, si escribiese Fantasía o Ciencia Ficción, tendría que tomar la decisión entre dejar a esa novela fuera del universo, hacer que se convirtiese en un universo paralelo o hacer que fuese el pasado/futuro del universo principal. La tercera opción está inspirada en la teoría de Pixar, que sostiene que todas las películas de Pixar forman parte del mismo universo; la segunda opción es la que estoy tomando para Dentro de la pantalla.
Ten clara la línea temporal (vamos, que sepas dónde están los personajes de cada novela en cada momento). Si sois unos flipados de las listas, los croquis y los esquemas como yo vais a pasároslo bien. Por ejemplo…
Corazón de mariposa está ambientado en Ferrol/Santiago en 2012.
Entre dos universos está ambientado en Ferrol en 2013.
Desayuno en Júpiter está ambientado en Holyhead, Gales en 2016.
El valle oscuro está ambientado en Okinawa en los años 40.
La luna en la puerta está ambientado en Santa Ana, un barrio ficticio de España, en 2017.
Proyecto Gris está ambientado en Toronto y en Endora, un pueblo ficticio de Madrid, en 2017/2018.
Proyecto Oro está ambientado en Toronto en 2017/2018.
Proyecto Ceniza está ambientado en Europa en los años 40.
Los libros en los que más guiños hay son Corazón de mariposa y Entre dos universos (de hecho, Victoria y Kenji aparecen como dos personajes sin nombrar hacia el final de Entre dos universos) y Proyecto Oro y Proyecto Gris (Carmen de Gris conoce a Veronica de Oro). Además, Nikolai Sotnikov de Proyecto Gris tiene un cameo en Desayuno en Júpiter, y Jimmy Race de Desayuno en Júpiter aparecerá en Proyecto Oro.
Ten clara la lógica de tu universo. Especialmente si escribes fantasía, realismo mágico, ci-fi… en mi caso, podría escribir un libro entero sobre la lógica detrás del realismo mágico en mis novelas. Por qué afecta a algunos personajes y a otros no. Por qué suele manifestarse en momentos clave (la guerra, la muerte y el trauma). Planeo explayarme más sobre esto en Proyecto Ceniza, aunque Carmen de Gris (que será novela contemporánea) tiene una teoría sobre la importancia de las palabras que es más relevante de lo que parece si solo lees esa novela…
Pásatelo bien con tus personajes. Una vez tienes claro dónde está cada uno en cada momento (para que no haya cosas raras) y la lógica que gobierna vuestro universo, pasáoslo bien metiendo campos de personajes, haciendo guiños a cosas que han pasado en otras novelas… por ejemplo, a Veronica y a Frankie de Proyecto Oro les encanta leer (de hecho, hacen bonding gracias a los libros, porque antes se llevaban a matar) y tengo clarísimo que leerán los libros de Virginia Wonnacott…[image error]
¡Y eso sería todo! Mucha suerte con vuestros universos ♡
January 5, 2020
Propósitos literarios del 2020 | Lazy Day Rambles
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¡Feliz Año Nuevo! No os podéis ni imaginar la de veces que he escrito esta frase en emails estos últimos días.
Lo que adoro del mes de enero es la oportunidad de reflexionar en las cosas que hemos conseguido a lo largo del año que acaba de pasar y pensar también en todo a lo que aspiramos para el año que entra. Al mismo tiempo, sé que para mucha gente, especialmente para los que tendemos al perfeccionismo y a la autocrítica, enero puede ser un mes complicado, de frustrarse por las cosas que no hemos conseguido y de marcarse metas muy difíciles… acaba convirtiéndose en un círculo vicioso, realmente, y por eso mi “tema” para el 2020 es el de ser más amable conmigo misma. Me ha costado mucho, y creo que sigo aprendiendo, discernir la diferencia entre relajarse/”dormirse en los laureles” y, simplemente, tener paciencia con nosotros mismos. Por lo general soy una persona que no cree en los resentimientos: si cometiste un error, aprende de ello; si hiciste daño a otra persona, intenta arreglarlo; si no tomaste una oportunidad, céntrate en las que vendrán. Pero si soy alguien que se las hace pasar canutas a sí misma por no alcanzar x cosa o por no hacer algo perfectamente bien, así que 2020 será mi año de ponerme propósitos realistas y precisos. Realistas porque motiva más tener una meta que puedes cumplir que una muy ambiciosa que te va a hacer sentir como una mierda si no la consigues, y precisos porque no es lo mismo decir “quiero ser un escritor más productivo” que decir “quiero escribir un poquito todos los días” o “quiero terminar una novela en 2020”.
Mirando a 2019 hay muchos propósitos que no cumplí, y casi todos porque he cambiado muchísimo a lo largo del año. 2019 fue un año muy difícil para mí, pero también un año de nuevos comienzos y muchas de las cosas que deseaba en 2019 ya no me interesan tanto. De las cosas que sí…
Escribir dos novelas en 2019.
Este lo cumplí a medias. Terminé Proyecto Gris en octubre y estoy muy orgullosa de haber retomado el hábito escritor y de haber terminado la novela que necesitaba escribir, pero fue lo único que terminé en 2019. Sin embargo, comprendo que fue un año muy difícil para mi salud mental y un año en el que mi vida cambió mucho (nuevo trabajo, mudanza, fin de una relación…), así que solo estoy agradecida de lo que he conseguido y de tener fuerzas renovadas para seguir escribiendo.
Terminar Proyecto Oro.
¿Veis a lo que me refiero cuando digo que las cosas han cambiado un montón? En noviembre de 2018 escribí el primer borrador de Proyecto Oro para el NaNoWriMo y pensaba que sería la primera novela que “atacaría” en 2019. Después tuve el bajonazo de salud mental y, cuando empecé a salir de él, tenía que escribir Proyecto Gris. Y lo hice. Y ahora estoy reescribiendo Proyecto Oro con más energías que nunca.
Conectar más con mis lectores.
Este creo que lo he conseguido. He estado bastante activa en las redes sociales, he descubierto qué cosas me siento cómoda compartiendo y qué cosas no y he respondido a bastantes preguntas de mis lectores. Justo hoy recibí un correo de unos lectores en inglés que me ha hecho muchísima ilusión

Actualizar más el blog.
Como expliqué en la última entrada de esta sección, tuve un bajonazo de salud mental bastante importante y, simplemente, no estaba en el mejor espacio para actualizar este blog, de modo que lo dejé en stand-by sabiendo perfectamente que volvería pero sin tener muy claro cuándo. Ahora tengo un nuevo horario de subida y nuevas secciones que funcionan mejor alrededor de mis prioridades (la escritura y mi trabajo de oficina), así que soy optimista

December 15, 2019
La prosa púrpura y la prosa beige | Weekend Writing Club
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¡Hola! En el post de la semana pasada os hablé de qué es la prosa plana y de cómo evitarla. Otros términos que utilizo a menudo (y sobre los que me preguntáis a menudo) para definir el estilo son la prosa púrpura y la prosa beige. ¿Pero qué son exactamente? Y, sobre todo, ¿estáis cometiendo un error demencial si caéis en ellas en vuestra escritura? Vayamos por partes…
¿Qué demonios es la prosa púrpura? A grandes rasgos, una prosa densa y llena de florituras que oscurecen el texto (a veces haciéndolo ininteligible) sin realmente aportar demasiado a la trama o a la caracterización. ¿Por ejemplo? Bueno, si habéis leído Eragon (y creo que casi todos los de mi generación lo hemos hecho) os habréis topado con vuestro buen número de descripciones complejísimas y enrevesadas hasta la saciedad… para describir cosas bastante sencillas. Para más inri, Paolini (y muchos de los autores que pecan de prosa púrpura) suele recurrir a símiles tan extraños que alienan al lector en lugar de hacer que conecte con la trama.
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Como podemos ver este ejemplo de Brisingr (lo siento, Paolini) la prosa púrpura también hace un uso (extremo) de las subcláusulas hasta el punto de confundir al lector. En palabras de Mark Twain, los escritores deberían ser capaces de comunicar mucho con muy pocas palabras. Veamos cómo podríamos mejorar el párrafo de arriba…
La rama que Roran había añadido al fuego crepitaba con el calor de las brasas de debajo (las brasas solo pueden estar debajo, así que esto sobra), que quemaban la nudosa madera (si es una rama se sobreentiende que será nudosa). En su interior, alguna bolsa de savia o agua (en la escritura es mejor ser precisos) que de algún modo había conseguido escapar a los rayos del sol durante tantos años de sequía explotó en un chasquido sordo al contacto con el fuego, convirtiéndose en vapor [las llamas].
Muchas de las cosas que he eliminado son obvias, imprecisiones que añaden palabras sin ningún buen motivo o información que, honestamente, ni mueve la trama ni añade a la caracterización… y solo complica más un párrafo superfluo.
¿Pero es la prosa púrpura siempre mala? Depende. A veces puede utilizarse (justificadamente) como recurso estilístico. En Lolita, por ejemplo, Vladimir Nabokov hace uso de una prosa cargada para reflejar la educación, el snobismo y el estatus social del narrador Hubert Hubert. Sus largas descripciones de Dolores, además, muestran su obsesión y romantización.
También hay (unos pocos) autores que escriben una prosa llena de florituras que, de algún modo, también se las ingenia para ser buena. ¿Ejemplo? Tolkien. Es innegable que El señor de los anillos es una lectura densa, pero no por el simple motivo de serlo (como Brisingr arriba) sino por una convención estilística. ¿La diferencia? Tolkien no complica el estilo simplemente porque puede hacerlo, sino que siempre utiliza palabras precisas y una prosa que refleja la literatura y la mitología que inspiraron su trilogía. Un ejercicio muy inteligente que podemos ver en El señor de los anillos, de hecho, es cómo el estilo cambia según el focalizador: las escenas narradas desde la perspectiva de los Hobbits son mucho más simples y directas estilísticamente que aquellas narradas desde el punto de vista de Gandalf o de los Elfos. Al igual que hacía Nabokov, entonces, el estilo refleja la condición de los personajes en lugar de simplemente convertirse en una competición de a ver cuántas subcláusulas y cuántos símiles podemos meter en cien palabras.
Ahora que esto ha quedado claro… ¿Qué es la prosa beige? La prosa beige es la antítesis de la prosa púrpura: un estilo simple, directo y preciso que pretende comunicar mucho en muy pocas palabras. El rey de la prosa beige es, indudablemente, Hemingway:
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Al comparar esta descripción del relato Colinas como elefantes blancos con la descripción de Brisingr podemos ver las diferencias entre la prosa púrpura y la beige con claridad. Las frases de Hemingway son cortas y van al grano, como en un texto periodístico. Le dice al lector exactamente lo que debe saber, y por consecuencia el texto fluye con más facilidad y el ritmo es más ágil.
Hemingway llamaba a esto la teoría de la omisión o la teoría del Iceberg, mediante la cual el autor se centra en los elementos principales sin detenerse a analizar explícitamente (esto último es importante) la historia de fondo. Esta teoría está muy relacionada con la teoría de los silencios en la escritura sobre la que escribí el año pasado. ¿El objetivo? Mantener un estilo minimalista y mostrarle al lector lo que ocurre mediante la conversación, lo que callan los personajes, las reacciones… en lugar de dárselo todo masticado al lector. El quid de la cuestión en la prosa beige es lograr que el significado más profundo de la historia brille implícitamente en lugar de ser evidente.
Naturalmente, la prosa púrpura y la beige son solo dos extremos del espectro de los estilos literarios. Hasta los más fervientes creyentes de la prosa púrpura dejan aparcadas las florituras por un momento, e incluso dinosaurios de la prosa beige como Hemingway hacen uso de licencias poéticas. La clave está en no perder el norte: comunicar mucho significado de la manera más precisa y sencilla posible.
(Dicho esto, os recomiendo muchísimo que leáis Colinas como elefantes blancos, que está disponible aquí).
December 8, 2019
La salud mental y la escritura | Lazy Day Rambles
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Hacía mucho tiempo que quería escribir una entrada como esta porque me parece importante quitarle poder al estigma. No me acababa de animar, sin embargo, porque no quiero parecer desagradecida. Ante todo no quiero parecer desagradecida. Publicar fue ver mi sueño más grande cumplido y seguir publicando, que me sigan leyendo, ver mis libros en las librerías, que me escriban para decirme que x novela les ha marcado, ver edits o fanarts de mis novelas… sigue siendo un sueño de proporciones hercúleas.
Sin embargo, creo que es justo decir también que dedicarse a la escritura profesionalmente tiene una carga importante sobre nuestra salud mental. Cada vez con más frecuencia, compañeros y yo hacemos hilos en Twitter explicando hasta qué punto nuestra carrera, a pesar de ser un sueño, ha contribuido a nuestra ansiedad y nuestra depresión.
La escritura es un oficio muy injusto. Es tener un trabajo de ocho horas y volver a casa para seguir trabajando en algo que antes solo te divertía pero que ahora también trae consigo una carga de responsabilidad. Es tener que sacrificar tus amistades, tus hobbies e incluso tu salud (física y mental) para hacerte cargo de cosas de las que no tenías que preocuparte antes de volverte profesional: llevar las redes sociales, hacer marketing y publi (porque cada vez se nos exige más a los autores, incluso cuando publicamos de manera tradicional), publicar contenido extra online para no “perder lectores” entre publicación y publicación…
Los oficios creativos son especialmente peligrosos para las personas que, como yo, tendemos al perfeccionismo y a la competitividad. Especialmente en una industria tan pequeña en la que los compañeros somos también amigos, los sentimientos de culpa son inevitables. ¿Por qué me siento mal conmigo misma por no conseguir x en lugar de solo alegrarme por mi amiga que sí lo ha conseguido? ¿Por qué ese afán de compararme por los demás me amarga la felicidad que siento cuando una amiga cumple sus metas?
Cada vez con más frecuencia he pensado que nunca llegaré a ser completamente feliz porque mi felicidad depende demasiado de validación externa y porque tiendo a igualar mi identidad con mis reconocimientos. Y en muchos sentidos la escritura es una carrera de fondo que no tiene meta. Lo que yo espero de mí misma no deja de cambiar y nunca estaré satisfecha porque siempre habrá alguien haciendo un poquito más, siempre habrá cosas que todavía no he conseguido. A lo largo de los años he pasado de pensar ¿Qué sentido tiene esto si no soy buena en lo que se me da mejor? (porque las reseñas que leía no superaban mis expectativas altísimas) a ¿Qué más da ser buena si a la gente le da igual? (porque, ahora que estoy satisfecha con mis reseñas, he cambiado el foco y quiero llegar a más gente).
Quiero dejar claro que mi percepción no se corresponde con la realidad. También quiero decir que no soy la única que piensa en su trabajo de manera catastrofista. Cada vez que nos reunimos un puñado de escritores todos compartimos los mismos sentimientos y nos sorprendemos de que los demás piensen igual. Porque nos convencemos de que nosotros somos los raros, los desagradecidos, los pesimistas. Porque nos convencemos de que todos los demás son buenos, excepto nosotros. De que todos los demás tienen éxito, excepto nosotros.
Y creo que las redes sociales, aunque siguen siendo una de mis partes favoritas de todo esto, tienen en gran parte la culpa. Muchas cosas dependen de nosotros, es cierto: nosotros elegimos leer reseñas, nosotros elegimos comparar nuestros seguidores con los de compañeros, nosotros elegimos muchas otras cosas. Pero también creo que cada vez se nos pide más y que cada vez se espera que compartamos más.
Es innegable que había dejado este blog en pausa durante unos meses, sabiendo perfectamente que volvería pero no cuándo. Esto fue en parte debido a mi salud mental y a la carga de trabajo que tenía y que debía priorizar, pero también porque estaba cansada. Estaba cansada de recibir odio cundo no publicaba una o dos semanas. Estaba cansada de que me exigieran entradas de consejos de escritura cuando yo publicaba otras. Estaba cansada de que me llegaran mensajes pidiéndome que escribiese sobre x tema, que reseñase x novela, que por qué no actualizaba el blog. Me tomé ese descanso porque el blog había nacido como un hobby y no quería capitalizarlo también; quería escribir cuando me sintiese preparada y cuando supiese que iba a aportarme algo, no porque la gente esperaba eso de mí. También quería centrarme en mis novelas, y muchas veces me hacía daño que la gente solo me pidiese que subiera consejos de escritura pero que cuando yo hablaba de mis propias novelas mi alcance en redes fuese menor. Empecé a pensar que la gente solo valoraba mi trabajo cuando les ayudaba a ellos, lo cual no es solo algo incorrecto sino también una manera muy peligrosa de pensar, y tomarme ese descanso fue una de las decisiones más responsables que he hecho sobre mi salud mental.
Creo que, para ser justa, las barreras de nuestras redes sociales no siempre son claras. Son profesionales pero también un poco personales, así que no deja de ser del todo natural que la gente se pregunte sobre esa segunda parte de nuestras vidas. Lo que sí que me parece injusto es que se nos sigan haciendo preguntas personales y que hasta se nos exija compartir cosas privadas cuando hemos dicho varias veces que no nos sentimos seguros haciéndolo. Creo que los escritores tenemos que ser un poco más claros sobre nuestras barreras, pero también creo que un sector de nuestra plataforma (que creo que es muy pequeño, pero que hace mucho ruido) debería ser más respetuoso.
La escritura y la salud mental siempre han tenido una relación muy estrecha. No es culpa de las redes, aunque las redes a veces magnifiquen las problemáticas que nos llevan a compararnos, a identificarnos con nuestro éxito, a valorarnos en base a ese éxito… también creo, sin embargo, que cuando se llega a ciertos extremos es hora de hablar sobre ello e iniciar una conversación. No está bien que haya autores que se hayan puesto el candado en sus redes sociales por lo que se les pedía y por cómo se analizaba todo lo que decían y lo que no decían. No está bien que a veces acabemos al borde de un ataque de ansiedad porque nos llegan anónimos comparándonos con otros autores, reprochándonos no haber hablado públicamente de x temas o analizando absolutamente todo lo que escribimos en las redes. No está bien que cada vez más autores hablemos de nuestros problemas de depresión y de ansiedad en relación a nuestro trabajo.
Los comentarios de odio son una parte aún más pequeña de nuestra plataforma, pero el daño que pretenden hacer es tan inmenso como su cobardía. A mí me han llegado mensajes que hielan la sangre, como uno que me acusaba de fingir que estoy recuperada y promover la anorexia por ponerme de perfil una foto en la que se me veían las clavículas (nadie tiene la obligación de hablar sobre su salud si no quiere o no se siente cómodo haciéndolo, y mandar odio sobre ello es de lo más vil que se me puede ocurrir). También directamente se han dicho mentiras sobre mí, como que me habían enviado mensajes que yo había decidido ignorar.
En definitiva, creo que no hay una solución fácil a esto. Por fortuna, mi plataforma en las redes sigue siendo masivamente positiva, pero creo que es importante hablar de esto. Creo que es importante recalcar que puedes estar muy agradecido por haber publicado, por tus lectores, por todos los gestos de amabilidad, por todas las reseñas, por todos los DMs, por todos los fanarts y un largo etcétera… y aún así poder ser vulnerable sobre tu salud mental.
Escribir y publicar esta entrada me da miedo, pero no soy una persona que se eche atrás ante el miedo. Estoy agradecida. Publicar ha sido y sigue siendo un sueño. Hay cargas extra de las que creo que deberíamos hablar más, eso es todo, pero no podría estar más feliz por mis lectores y por el apoyo recibido.
December 7, 2019
¿Qué es la prosa plana? | Weekend Writing Club
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Algo de lo que hablo mucho (y sobre lo que me preguntáis mucho) es la prosa plana. ¿Pero qué es la prosa plana? En primer lugar, voy a dejar claro lo que no es: la prosa plana no es prosa sencilla. De hecho, en mi opinión, tener una prosa sencilla, al estilo de Hemingway, es una virtud y no un defecto.
La prosa plana es, a grandes rasgos, una prosa carente de estilo propio, que abusa de expresiones y frases hechas muy comunes (esto en la narración, porque los diálogos deberían ser lo más naturales posible) y que no tiene profundidad (cuenta en vez de mostrar, tiene descripciones que se quedan en lo superficial, carece de recursos estilísticos y narrativos…).
Sé que muchos os preocupáis por si tenéis la prosa plana, y creo que esto es algo que se va evitando con la experiencia. Cuanto más lees y cuantos más estilos distintos pruebas y cuanto más escribes tú y más experimentas con distintos recursos menos plana será tu prosa. Yo, al menos, admito que cuando empecé a tomarme la escritura “en serio” (es decir, como una carrera que pretendía seguir) tenía una prosa terriblemente plana en la que me da vergüenza hasta pensar. También voy a añadir que experimentar no se traduce necesariamente en un buen estilo. Esto también se mejora con la práctica. De las primeras veces en las que yo experimenté con distintos recursos, algunas me salieron bien y otras obscenamente mal. Al final es siempre lo mismo con la escritura: poquito a poco, porque cada proyecto en el que te embarcas y cada lectura que empiezas es una lección.
Dicho esto, aquí os dejo un par de trucos que podéis utilizar para aseguraros de que vuestra prosa no es plana:
Quizá lo más importante: no abuses de expresiones y frases hechas muy comunes en la narración. Si estás muy acostumbrado a leer ciertas frases y expresiones en los libros, quizá sería buena idea evitarlas.
¡Ojo! Esto no significa tener una prosa enrevesada y llena de florituras. Simplemente, en vez de utilizar una frase hecha utilizada hasta el cansancio y que no le dice nada nuevo al lector, intenta describir lo que está pasando desde el punto de vista del mismo focalizador (el personaje a través del cual estamos “viendo” la escena). O, simplemente, cambia la expresión por una descripción sencilla (puso los brazos en jarras=colocó las manos en las caderas).
Juega con las herramientas estilísticas. ¿Os acordáis de cuando os dije que mis primeros “experimentos” no siempre me salieron del todo bien? Vale, aquí está mi consejo: pensad primero en lo que queréis comunicar con vuestra novela, en el punto de vista particular de vuestro focalizador y en la voz de vuestro narrador (que puede o puede no ser el focalizador). Una vez tengáis esto claro, tratad de encontrar los recursos narrativos y estilísticos que os ayudarán a comunicarle esto al lector. Por ejemplo, en Corazón de mariposa utilizo mucho las frases tachadas para expresar los pensamientos que Victoria no se permite tener pero tiene igualmente.
No te quedes con descripciones superficiales. Como los escritores de fanfics en Wattpad y los poetas Románticos, me gusta describir ojos, y me gusta esconder simbolismos en el color de los ojos. Sin embargo, sé que simplemente decir que “x personaje tiene los ojos verdes” no le cuenta demasiado al lector ni le aporta mucho más que una idea del aspecto físico del personaje. Para evitar esto, intento pensar en qué aspectos de los ojos son únicos del personaje (¿Las ojeras? ¿El eye-liner emborronado?) y qué aspectos le llaman la atención especialmente o significan algo para el focalizador. Por ejemplo, este fragmento de La luna en la puerta:
Es esa hora en la que el sol se aplasta en el horizonte como una mandarina, y el vagón del tranvía está maravillosamente teñido de dorado y violeta.
Bajo esta luz se pueden ver los trazos de marrón de sus ojos, y su pelo se clarea hasta parecer oro y fuego.
Juega con los contrastes y evita narrar obviedades. Todo el mundo sabe que la hierba es verde y que el cielo es azul. No hace falta describir eso porque no significa nada para el lector. Sin embargo, la frase “la hierba roja” produce un efecto diferente. ¿Es roja porque está salpicada de sangre? ¿Roja debido a los efectos de la luz? El quid de la cuestión radica en intentar evocar imágenes que permanezcan en la cabeza del lector en lugar de saturarlo con frases y descripciones a las que está acostumbrado y que no causarán ningún efecto en él.
Intenta encontrar tu propio estilo y la voz que funcionará mejor para cada proyecto. Lo primero viene con la experiencia, pero en lo segundo debes pensar antes de atacar un proyecto. De nuevo, conviene preguntarse qué queremos contar con cada novela, qué sentimientos pretendemos evocar y qué tipo de narración nos ayudará a conseguir esto. Pensad en ello como en un moodboard.
¡Espero que esto os haya ayudado! Muchísima suerte con vuestros proyectos ♡
November 30, 2019
Las ideas // Weekend Writing Club
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¡Hola! Muchas veces me preguntáis en mi curiouscat de dónde me vinieron las ideas para x novela y siempre es una pregunta a la que me cuesta un poco contestar porque nunca hay una sola respuesta.
Las ideas vienen de varios lugares, y aquí os voy a enumerar algunas que uso yo y algunas que usan autores famosos (pero que a mí de momento no me han funcionado
November 24, 2019
El truco para escribir más palabras más rápido | Weekend Writing Club
[image error]¡Hola! ¡Feliz noviembre! ¿Cómo lleváis el NaNoWriMo? Aunque yo este año no participo, sí que acabo de pasar por una época en la que he escrito muchas palabras en una franja de tiempo relativamente corta (¡Para terminar el Proyecto Gris!) y he aprendido un par de cosas sobre cómo escribir más en menos tiempo…
¿Preparados para escuchar la regla de oro? Pues es esta: dejad de contar las palabras. Puede sonar contraproducente, pero me he dado cuenta de que cuando cuento mis palabras obsesivamente pasan dos cosas:
a) Escribo más lento porque estoy más centrada en el número de las palabras que en lo que estoy escribiendo. Además, me paro constantemente a comprobar cuánto he escrito y cuánto me queda para llegar a la meta de palabras que me he planteado para ese día.
b) Escribo más contenido “paja” que inevitablemente acabará en la basura cuando llegue la hora de editar.
¿Qué he decidido hacer en su lugar? Dividir la novela en unidades en lugar de contar las palabras. Os explico: cada día me pongo como meta escribir uno o dos capítulos en lugar de proponerme escribir dos mil palabras, por ejemplo. Esto ayuda porque:
Un capítulo (o una escena, si tus capítulos son más largos que los míos) es algo más tangible que x palabras. Tiene un principio y un final claros, de manera que tienes esa sensación de avanzar en tu objetivo sin perder de vista la historia.
Mantiene el foco en la historia y es menos probable que empieces a escribir a lo loco, añadiendo párrafos de relleno que aumentan tu número de palabras pero no avanzan la historia.
Con frecuencia, esas unidades en las que dividimos la novela acaban siendo más largas de lo que nos esperamos. Muchas veces me he puesto como meta “escribir el capítulo x hoy” pensando que serían mil quinientas o dos mil palabras y he acabado con cuatro mil.
Por lo menos, a mí me ayuda mucho a disfrutar más de la escritura el olvidarme de las palabras por un momento y no comprobar todo lo que he escrito hasta el final del día.
Otra cosa que considero muy útil es un planeador de capítulos para asegurarnos de que la novela va por buen camino (y de que tocamos todos los temas que queremos). Aquí os dejo la plantilla que he diseñado:
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¡Feliz escritura!
July 28, 2019
February 27, 2019
Las dos claves para escribir personajes más realistas | Writing Wednesdays
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Una de las preguntas que me hacéis a menudo es cómo crear personajes más realistas. Como algunos de vosotros ya sabréis (o, si habéis leído mis novelas, intuiréis), soy el tipo de escritora que construye el argumento de sus novelas a partir de los arcos de personaje. No solo eso; creo firmemente que es muy posible, de hecho, escribir una buena novela con un argumento flojo pero unos personajes muy bien perfilados, mientras que lo mismo no ocurre a la inversa. Un buen elenco de personajes puede levantar una trama regulín, pero es muy difícil crear una narrativa irresistible con un argumento poderoso pero unos personajes bidimensionales que caen en todos los tropos posibles.
¿Cómo crear unos personajes más realistas y, por lo tanto, más fuertes narrativamente? La clave está en dos puntos: los contrastes y el conflicto.
Con los contrastes me refiero a los rasgos de personalidad opuestos de un solo personaje. En el mundo nada es blanco o negro y, de hecho, las facetas más interesantes de las personas residen precisamente en esos puntos de encuentro entre dos rasgos de personalidad opuestos. Pensad en ello: la razón por la cual Dumbledore resulta un personaje tan encantador en La piedra filosofal es debido a su carácter distraído, soñador y humorístico, en directa oposición con la idea inicial que tenemos de un director de escuela.
Mediante los contrastes no solamente estás dibujando un personaje más redondo e interesante, sino que además te estás asegurando de no crear un personaje cliché que caiga en todos los tropos. Personalmente, en cuanto a contrastes se trata, no hay un tipo de personaje que me guste más que el gilipollas medio loco y moralmente ambiguo que, sin embargo y a pesar de todo, siempre se mantiene leal al grupo de “los buenos”. Pensad en Grantaire de Los Miserables o en Snafu de The Pacific.
[image error]Otro tipo de personaje que aplica la técnica de los contrastes y ante al cual no me puedo resistir es el del grandullón rudo que, en el fondo, tiene su corazoncito. Como John Coffey de La milla verde o Caparzo de Salvar al soldado Ryan.
El último tipo de personaje del que os quiero hablar (y, una vez empezáis a aplicar el método, os daréis cuenta de cuantísimos tipos de personajes podéis llegar a crear) es el que tiene toda la apariencia de ser un rollito de canela pero que, en su interior, tiene toda la capacidad de ser violento de la manera más fría. Lo que Victor Hugo llamaba un jeune homme charmant, capable d’être terrible. Quizá por eso Andy es uno de los personajes que más disfruté escribiendo cuando trabajaba en La luna en la puerta.
[image error]Como última pincelada, debo aclarar que la técnica del contraste no solo es aplicable a los rasgos de personalidad de un solo personaje, sino también a las personalidades opuestas entre vuestros personajes principales. La razón por la cual Sirius Black y Remus Lupin son tan populares es porque, aunque tienen rasgos en común, sus personalidades son opuestas en muchos niveles (a grandes rasgos, Remus Lupin se concede a sí mismo usar la cabeza de vez en cuando, mientras que Sirius Black es la personificación de la energía caótica bisexual). Lo mismo ocurre con Enjolras y Grantaire de Los Miserables: mientras que Enjolras es el líder de la revolución, idealista y analítico, Grantaire es un cínico de campeonato con un ligero problema de alcoholismo.
Ce sceptique avait un fanatisme. Ce fanatisme n’était ni une idée, ni un dogme, ni un art, ni une science; c’était un homme, Enjolras. Grantaire admirait, aimait et vénérait Enjolras. […] Un sceptique qui adhère à un croyant, cela est simple comme la loi des couleurs complémentaires. Ce qui nous manque nous attire.
Pasemos ahora al conflicto. Nunca me cansaré de repetirlo, pero el conflicto es la esencia de una novela. El conflicto avanza la novela, mantiene la atención de los lectores y, finalmente, desarrolla el arco del personaje. En términos sencillos, el conflicto debe:
a) Ocurrirle a vuestros personajes. Este es el tipo de conflicto más fácil de encontrar. Básicamente, son las cosas malas que les pasan a vuestros protagonistas y que les impiden alcanzar aquello por lo que están luchando. Por ejemplo, en Billy Elliot, Billy se enfrenta al hecho de que su padre no permite que practique ballet.
b) Al mismo tiempo, tus personajes deben causar conflicto también. Si las cosas malas solo les ocurren a vuestros personajes porque el mundo es cruel y no porque, bueno, son humanos y cometen errores, lo siento pero vuestros personajes son pasivos, y los personajes pasivos resultan irritantemente aburridos pasados unos cuantos capítulos. Es necesario que vuestros personajes metan la pata y creen nuevos problemas no solo porque esa es una experiencia humana que todos hemos experimentado, sino también para que los lectores se den cuenta de cuánto se están jugando los personajes y de cuánto les queda aún por aprender y evolucionar. Para continuar con el mismo ejemplo, Billy solo hace crecer sus propios problemas al utilizar de estrangis en clases de ballet el dinero que su padre le da para las clases de boxeo a las que ya no asiste.
c) Finalmente, vuestros personajes deben sufrir un conflicto interior. A lo mejor es porque soy muy libra, pero siempre discuto conmigo misma antes de tomar una decisión, especialmente si esta es importante. Un conflicto puede ser algo tan relativamente pequeño como vuestro personaje tratando de decidir si es mejor satisfacer su antojo y comprarse una mousse de chocolate o si seguir adhiriéndose a su dieta. Continuando con el ejemplo anterior, Billy sufre el conflicto interno de querer bailar y, al mismo tiempo, de no querer defraudar a su padre, quien opina que el ballet ni es masculino ni es apropiado para un chaval de clase obrera.
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Así que aquí tenéis las claves para crear unos personajes más dinámicos y realistas, las dos ces: contrastes y conflicto.