Andrea Tomé's Blog, page 6

February 8, 2020

Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

[image error]© Steph Bowe
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Published on February 08, 2020 02:47

Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

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Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

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Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

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Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

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Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

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Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

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Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

[image error]© Steph Bowe
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Published on February 08, 2020 02:47

Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

[image error]© Steph Bowe
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Published on February 08, 2020 02:47

Lo que Steph Bowe me enseñó sobre la escritura // Weekend Writing Club

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El 20 de enero de 2020 murió, a los veinticinco años y ocho meses después de un diagnóstico de linfoma agresivo, la autora y bloguera australiana Steph Bowe.


Descubrí a Steph cuando Mondadori trajo a España su primera novela,  Girl Saves Boy (traducida como La chica del lago). La leí en el momento adecuado, a los dieciséis años y en primero de bachillerato, y fue uno de esos libros en los que me sentí vista y comprendida. Tuvo un efecto en mí que, hasta entonces, solo había sentido con El guardián entre el centeno y que no volvería a sentir hasta el año siguiente, cuando descubrí Rebeldes, Tokio Blues Frío.


Steph siempre fue una escritora muy especial para mí, por varios motivos. En primer lugar, porque tenía mi edad y escribía. La Andrea de dieciséis años apenas conocía a más escritores adolescentes. ¡Y además a Steph la habían publicado! ¡Sus personajes adolescentes hablaban como adolescentes! Su blog, Hey! Teenager Of The Year, era interesante y ofrecía consejos de escritura realmente útiles. Y Steph era terrible, maravillosa y obscenamente graciosa.






Leyendo a Steph, sus libros y sus entradas de blog, aprendí un par de lecciones que pude aplicar a mis novelas y a mi carrera literaria:



No tengas miedo de ser vulnerable al escribir. La chica del lago caló hondo en mí precisamente porque sus protagonistas, Jewel y Sacha, reflejaban sin vergüenza los aspectos más emo de la adolescencia. ¿Todas esas cosas terribles y extremas que todos sentimos entre los trece y los dieciocho? Steph no tuvo miedo de darles voz y protagonismo.
Si te curras algo, que sea la voz de los personajes. La chica del lago fue la primera novela que hizo que me enamorase de la técnica de los narradores alternos precisamente porque las voces y el tono de Jewel y de Sacha son tan diferentes.
El estilo y el sentido del humor pueden salvar una narración. Las dos novelas de Steph que he leído, La chica del lago Night Swimming, son de mi clase favorita de novelas: las de personaje, las que no tienen una trama extremadamente adictiva ni un conflicto Hollywoodiense pero que comunican mucho con “historias pequeñas”. Las que pueden convertirse en un refugio. Y el truco de estas novelas reside precisamente en la especialidad de Steph: unos personajes bien perfilados y un estilo narrativo que enamora. [image error]
Muestra los pequeños momentos. Precisamente la magia de Night Swimming son los pequeños momentos dulces y relatable entre Kirby, nuestra protagonista, y Iris, su love interest.
No abuses de las preguntas retóricas en la narración. Esto lo aprendí gracias al blog de Steph. Haz muchas preguntas y el lector te dará muchas respuestas, progresivamente más irritadas.
No tengas miedo de defender tu voz. Tanto en su blog como en sus entrevistas Steph siempre defendió que era una autora. No una “autora joven”, no una “autora adolescente”, sino una autora con todas las de a ley. Que prefería recibir una mala reseña porque su libro no cumplió las expectativas a una reseña más alta que dijese que era “una buena autora… para ser adolescente”.
No dejes que nadie te silencie. En tándem con el punto anterior, Steph siempre defendió su derecho a dar su opinión. Cuando le llovieron críticas por mostrar una relación madre-hija disfuncional en La chica del lago debido a su juventud, Steph se defendió diciendo que no podemos esperar que los jóvenes adultos tengan opiniones si no les permitimos expresar su visión cuando son adolescentes.
Simplemente escribe. Este momento me llegó en el momento preciso. Steph solía ser una autora muy supersticiosa (según sus propias palabras, siempre escribía con el mismo gorro puesto porque le daba buena suerte) hasta que se dio cuenta de que todos sus rituales sólo eran un escudo detrás del cual escondía su miedo. Lo que funciona es, simplemente, sentarse delante del teclado y escribir.
Y no te rindas nunca. Steph consiguió lo que siempre se dice que es imposible: publicar una novela a los quince años. Pero no fue un milagro, sino fruto de su trabajo. La chica del lago fue su tercera novela terminada, no la primera, y antes de publicar Steph ya era activa en la comunidad lectora y escritora de Australia gracias a su blog literario. De hecho, fue gracias a la blogosfera que se enteró de que la que sería su agente estaba buscando novelas y autores nuevos. El camino de Steph a la publicación me motivó muchísimo a luchar por mis sueños. A los dieciocho quedé finalista del Neo y fui lista de oro del premio Jordi Sierra i Fabra, y a los diecinueve gané el Neo y se publicó mi novela Corazón de mariposa.

[image error]© Steph Bowe
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Published on February 08, 2020 02:47