Sergio Gutiérrez Negrón's Blog, page 28
March 27, 2014
¿a quién le quitan la muerte?, preguntaba Villaurrutia

Villaurrutia, o Hombre Enclenque en Frac
"En momentos como los que ahora vivimos, la muerte es lo único que no le pueden quitar al hombre; le pueden quitar la fortuna, la vida, pero la muerte, ¿a quién se la van a quitar?", decía Villaurrutia, el alegre.
Published on March 27, 2014 09:16
March 26, 2014
buenvivir, una columna
Esta columna fue publicada en el miércoles, 26 de marzo del 2014 en El nuevo día.
En Puerto Rico, la gente que vive del mantengo vive mejor que los que trabajan y pagan impuestos. Eso según una de las entrevistadas en una nota sindicada que corrió intacta de periódico gringo a periódico gringo sobre la convención para los interesados en irse a la Florida el sábado pasado.
Algo similar me comentó hace un tiempo una conocida en un pequeño bar al sur de los Estados Unidos, al contarme que, en los noventa, su familia, después de décadas de esfuerzo tuvo que vender sus carros e hipotecar la casa para poder sobrevivir, mientras que había gente que no tenía que esforzarse para vivir en donde vivían y tener los carros que tenían.
Le pregunté si se refería a los ricos, a los “trust-fund babies” que conocíamos, y dijo que no. Realmente hablaba de los que vivían en el “ghetto” y en los “projects”. Al darse cuenta del desliz hacia la incorrección política, se corrigió: “Sí, también los ricos”.
Recuerdo haberle preguntado si su familia llegó a “caer al mantengo”. Me dijo que no, que hubo suficientes ahorros para vivir durante los tiempos de crisis. “Pero fue duro”, añadió. Con algo de Jalisco, le pregunté que por qué simplemente no dejaron de trabajar, para unirse a las gestas de mantenidos que, después de todo, vivían supuestamente mejor que ellos.
Lo dije por molestar, claro, sabiendo que, al fin y al cabo, esta inquietud clase mediera realmente tiene muy poco que ver con los “mantenidos” en tanto personas. Se trata más bien de que la clase media encuentra su mito fundacional en la idea economico-moral de que el trabajo los librará de la necesidad.
De la necesidad, por supuesto, y de esos otros que viven del mantengo y que tienen el atrevimiento de no perderlo todo, persistiendo, del mismo modo que persistimos todos los demás.

En Puerto Rico, la gente que vive del mantengo vive mejor que los que trabajan y pagan impuestos. Eso según una de las entrevistadas en una nota sindicada que corrió intacta de periódico gringo a periódico gringo sobre la convención para los interesados en irse a la Florida el sábado pasado.
Algo similar me comentó hace un tiempo una conocida en un pequeño bar al sur de los Estados Unidos, al contarme que, en los noventa, su familia, después de décadas de esfuerzo tuvo que vender sus carros e hipotecar la casa para poder sobrevivir, mientras que había gente que no tenía que esforzarse para vivir en donde vivían y tener los carros que tenían.
Le pregunté si se refería a los ricos, a los “trust-fund babies” que conocíamos, y dijo que no. Realmente hablaba de los que vivían en el “ghetto” y en los “projects”. Al darse cuenta del desliz hacia la incorrección política, se corrigió: “Sí, también los ricos”.
Recuerdo haberle preguntado si su familia llegó a “caer al mantengo”. Me dijo que no, que hubo suficientes ahorros para vivir durante los tiempos de crisis. “Pero fue duro”, añadió. Con algo de Jalisco, le pregunté que por qué simplemente no dejaron de trabajar, para unirse a las gestas de mantenidos que, después de todo, vivían supuestamente mejor que ellos.
Lo dije por molestar, claro, sabiendo que, al fin y al cabo, esta inquietud clase mediera realmente tiene muy poco que ver con los “mantenidos” en tanto personas. Se trata más bien de que la clase media encuentra su mito fundacional en la idea economico-moral de que el trabajo los librará de la necesidad.
De la necesidad, por supuesto, y de esos otros que viven del mantengo y que tienen el atrevimiento de no perderlo todo, persistiendo, del mismo modo que persistimos todos los demás.
Published on March 26, 2014 08:54
March 25, 2014
pecados originales, decía carlitos marx

Carlitos como hombre decente.
This primitive accumulation plays approximately the same role in political economy as original sin does in theology. Adam bit the apple, and thereupon sin fell on the human race. Its origin is supposed to be explained when it is told as an anecdote about the past. Long, long ago there were two sorts of people; one the diligent, intelligent, and above all frugal elite; the other lazy rascals, spending their substance,and more, in riotous living. The legend of theological original sin tells us certainly how man came to be condemned to eat his bread in the sweat of his brow; but the history of economic original sin reveals to us that there are people to whom this is by no means essential. Never mind! Thus it came to pass that the former sort accumulated wealth, and the latter sort finally had nothing to sell except their own skins.
Carlitos Marx, El Capital, vol.1 (de la edición de Pengiun del '77, p.873)
Published on March 25, 2014 15:00
March 12, 2014
el animal sabático, dixit agamben

Retrato de Agamben como una criatura de muchos brazos.
Human life is inoperative and without purpose, but precisely this argia and this absence of aim make the incomparable operativity of the human species possible. Man has dedicated himself to production and labor [lavoro], because in his essence he is completely devoid of work [opera], because he is the Sabbatical animal par excellence...This inoperativity is the political substance of the Occident, the glorious nutrient of all power. For this reason festival and idleness return ceaselessly in the dreams and political utopias of the Occident and are equally incessantly shipwrecked there. They are the enigmatic relics that the economic-theological machine abandons on the water’s edge of civilization and that each time men question anew, nostalgically and in vain. Nostalgically because they appear to contain something that belongs to the human essence, but in vain because really they are nothing but the waste products of the immaterial and glorious fuel burnt by the motor of the machine as it turns, and that cannot be stopped.
Giorgio Agamben, The Kingdom and the Glory
Published on March 12, 2014 08:57
February 28, 2014
poca hidalguía, decía josé revueltas sobre el cid, hecho hispanista.

Poca hidalguía y poca generosidad hay en el más hidalgo y más caballero de los españoles de todos los tiempos. No puede vender a los moros ni moras, y con el 'descabezarlos' nada ganará. La solución--acaso más fenicia que españoles, o por española fenicia--, resulta la más práctica: se servirá de ellos y posará en sus casas. Como se ve, no hay mucha poesía que digamos en la actitud heroica del Cid.
José Revueltas, de repente hecho hispanista, "Posibilidades y limitaciones del mexicano", Filosofía y Letras: Revista de la Facultad de Filosofía y Letras 40. 1950. (Revueltas parafrasea a Karl Vossler, en realidad, porque España se ve mejor desde Alemania, parece.)
Published on February 28, 2014 05:46
February 26, 2014
¡conspiración!, una columna
Esta columna fue publicada en el miércoles, 26 de febrero del 2014 en El nuevo día.
La foto salió de internet, no tengo idea de quién es.
¡Conspiración!
Las situaciones de Venezuela y Ucrania han poblado las redes, otra vez, con teorías de conspiración. Desde distintos extremos del espectro político y con distintas comprensiones de a quién se refieren cuando hablan del imperio o del fascismo, ambas crisis políticas han sido interpretadas como secuelas tanto del intruso imperialista como del totalitario.
La pulsión conspiratoria en las redes no es nueva, por supuesto. Parecería que la era de la información está caracterizada por la muy acertada impresión de que las cosas no son lo que parecen, y que siempre queda más información por procesar sobre (¿bajo?) la mesa. La experiencia contemporánea comienza a hacerse indistinguible de la experiencia conspiratoria, esa otra hija apócrifa de la Ilustración.
A pesar de la incómoda mueca de quien escucha al vecino auspiciar alguna opinión desgreñada, hay que valorar lo conspiratorio. Aun en su paranoia, el pensamiento conspiratorio está espoleado por la necesidad de conocer y descubrir una verdad que, se sospecha, ha sido ocultada. Con los años, la historia ha venido a darle la razón a aquellos paranoicos que, durante aquella larga Guerra Fría, insistieron en que el poder se movía por avenidas veladas, que los medios se atenían a una conveniente mordaza.
En el caso de Venezuela, las miradas conspiratorias reducen la crisis actual a la intromisión estadounidense, a la mano invisible de ese “buen vecino” que lleva décadas tomando los limones de los patios colindantes. No me extrañaría que estén en lo correcto, especialmente cuando consideramos que la derecha venezolana tiene un largo historial de preocuparse sólo por el bienestar de sus patios, a la vez que regala los ajenos. Pero, a pesar del beneficio de la duda sistemática que ofrece el pensamiento conspiratorio, su gran falta se halla en su excesiva racionalidad, en su tendencia en ver al enemigo como un agente omnipresente, libre del peso de mecanismos históricos.
El pecado del pensamiento conspiratorio se halla en su insistencia en explicarlo todo, en esa gran simplificación que borra toda ambigüedad y matiz. Que reduce y elimina el centenar de voluntades que conforman una multitud sólo para constatar la capacidad perseverante de un único genio malvado, padre de las crisis por doquier.

La foto salió de internet, no tengo idea de quién es.
¡Conspiración!
Las situaciones de Venezuela y Ucrania han poblado las redes, otra vez, con teorías de conspiración. Desde distintos extremos del espectro político y con distintas comprensiones de a quién se refieren cuando hablan del imperio o del fascismo, ambas crisis políticas han sido interpretadas como secuelas tanto del intruso imperialista como del totalitario.
La pulsión conspiratoria en las redes no es nueva, por supuesto. Parecería que la era de la información está caracterizada por la muy acertada impresión de que las cosas no son lo que parecen, y que siempre queda más información por procesar sobre (¿bajo?) la mesa. La experiencia contemporánea comienza a hacerse indistinguible de la experiencia conspiratoria, esa otra hija apócrifa de la Ilustración.
A pesar de la incómoda mueca de quien escucha al vecino auspiciar alguna opinión desgreñada, hay que valorar lo conspiratorio. Aun en su paranoia, el pensamiento conspiratorio está espoleado por la necesidad de conocer y descubrir una verdad que, se sospecha, ha sido ocultada. Con los años, la historia ha venido a darle la razón a aquellos paranoicos que, durante aquella larga Guerra Fría, insistieron en que el poder se movía por avenidas veladas, que los medios se atenían a una conveniente mordaza.
En el caso de Venezuela, las miradas conspiratorias reducen la crisis actual a la intromisión estadounidense, a la mano invisible de ese “buen vecino” que lleva décadas tomando los limones de los patios colindantes. No me extrañaría que estén en lo correcto, especialmente cuando consideramos que la derecha venezolana tiene un largo historial de preocuparse sólo por el bienestar de sus patios, a la vez que regala los ajenos. Pero, a pesar del beneficio de la duda sistemática que ofrece el pensamiento conspiratorio, su gran falta se halla en su excesiva racionalidad, en su tendencia en ver al enemigo como un agente omnipresente, libre del peso de mecanismos históricos.
El pecado del pensamiento conspiratorio se halla en su insistencia en explicarlo todo, en esa gran simplificación que borra toda ambigüedad y matiz. Que reduce y elimina el centenar de voluntades que conforman una multitud sólo para constatar la capacidad perseverante de un único genio malvado, padre de las crisis por doquier.
Published on February 26, 2014 08:05
February 24, 2014
qué se sienta rodeado de millares de tormentos invisibles, decía frederick douglas sobre los usos de la conspiración

I have never approved of the very public manner in which some of our western friends have conducted what they call the underground railroad, but which I think, by their open declarations, has been made most emphatically the upperground railroad. I honor those good men and women for their noble daring, and applaud them for willingly subjecting themselves to bloody persecution, by openly avowing their participation in the escape of slaves. I, however, can see very little good resulting from such a course, either to themselves or the slaves escaping; while, upon the other hand, I see and feel assured that those open declarations are a positive evil to the slaves remaining, who are seeking to escape. They do nothing towards enlightening the slave, whilst they do much towards enlightening the master. They stimulate him to greater watchfulness, and enhance his power to capture his slave. We owe something to the slave south of the line as well as to those north of it; and in aiding the latter on their way to freedom, we should be careful to do nothing which would be likely to hinder the former from escaping from slavery. I would keep the merciless slaveholder profoundly ignorant of the means of flight adopted by the slave. I would leave him to imagine himself surrounded by myriads of invisible tormentors, ever ready to snatch from his infernal grasp his trembling prey. Let him be left to feel his way in the dark; let darkness commensurate with his crime hover over him; and let him feel that at every step he takes, in pursuit of the flying bondman, he is running the frightful risk of having his hot brains dashed out by an invisible agency. Let us render the tyrant no aid; let us not hold the light by which he can trace the footprints of our flying brother.
The Narrative of the Life of Frederick Douglas, an American Slave, de Frederick Douglas
Published on February 24, 2014 05:54
February 12, 2014
la noche también existía para la lechuza (y no sólo para los poetas), escribía salvador novo

Me deposité en una mecedora de lona, mientras cerraba la noche. Una luna pequeña como una herida naufragaba en el fondo de la jabonadura trashumante de nubes transparentes y leves. Entre las ramas altas de los cedros se colgaba un lucero. El piar de los pájaros fue apagándose poco a poco, cesaron sus persecuciones. Ahora se hallarían en sus nidos, por parejas domésticas.
Era la situación perfecta para que un poeta decidiera inspirarse y componer versos. Ahí estaban todos los ingredientes de la creación artística: la soledad, la noche, su perfume, la luna, las nubes, los árboles, el silencio. Con menos que eso, en otros tiempos, yo era capaz de hacer versos. A veces pienso que me compadezco demasiado. Otras, comprendo, a mi pesar, que he pasado una buena parte de mi vina en disponer el escenario perfecto para que ocurra un drama que carece, en fin de cuentas, de personajes. Exactamente como una señora que eligiera con estricto cuidado el sanatorio insuperable para dar a luz, el mejor médico, la cama más adecuada; y que cumplidos los nueve meses de su esperanza previsora, descubriera que aquello que abultaba sus ropas no era más que un cochino tumor.
De pronto, un aletear sordo y un graznido desagradable me sacaron de mis meditaciones. Era una lechuza. Volaba sola, como extraviada, de un árbol a otro. Buscaría destruir a otros pájaros, indefensos, felices, domésticos.
Y sin embargo, la noche también existía para la lechuza.
Salvador Novo. Jueves, 27 de agosto del 1944, en La vida en México en el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho.
Published on February 12, 2014 12:25
Los únicos hombres a los que la filosofía no parece enseñarle nada, decía Portilla

"Los únicos hombres a los que la filosofía no
parece enseñarles nada son ciertos profesores de filosofía."
Jorge Portilla era, entre otras cosas, un buscabuya. (Columna en el diario Excélsior, 18 de
enero de 1959).
Published on February 12, 2014 08:02
February 11, 2014
hay muchos luchadores nuevos, como las calles nuevas, decía salvador novo

Published on February 11, 2014 06:46