Andrés Accorsi's Blog, page 251
September 5, 2011
05/ 09: PEATONES

Mi intento de puesta al día con el material argentino me lleva a un comic hecho por argentinos, pero para una revista española, e incluso mientras residían en España. Y por supuesto, lleno de localismos e informalismos típicos de la Madre Patria que acá no tienen mayor sentido. Pero bueno, eran los primeros años del milenio, la situación en Argentina estaba jodida como enema de chimichurri, y Alejo Valdearena y Feliciano Zecchín, tras el mini-suceso de culto obtenido con 4 Segundos, decidieron que en España tenían mejores chances de no cagarse de hambre, y para allá enfilaron. Alejo volvió un par de años después y Feliciano todavía está allá.
Lo cierto es que en la mítica El Víbora dieron luz a lo más parecido a una secuela de 4 Segundos que se podría imaginar. Peatones arranca como una serie de protagonismo coral, con personajes que se cruzan unos con otros por la ciudad al estilo Sin City, pero rápidamente decanta hacia las desventuras sentimentales de Beto, el que cree en el amor, y Tony, al que sólo le importa el sexo. Con estos protagonistas, y un elenco de secundarios y de personajes ocasionales que se va armando sobre la marcha, Alejo y Feliciano ponen de nuevo en marcha su maquinaria de irresistible comedia urbana, repleta de losers, cínicos, degenerados y alienados.
Las situaciones son un poquito menos extremas que las de 4 Segundos, es cierto, pero los diálogos están mucho más afilados y el timing sigue a ese insuperable nivel. Los protagonistas de Peatones hablan más que los de 4 Segundos, y por supuesto también "vemos" lo que piensan, tanto en los globos de pensamiento (debe haber más que en cualquier otro comic de este milenio) y en secuencias totalmente limadas, que se sitúan dentro del subconsciente, o en los sueños de Tony y Beto. Como en toda historieta apuntada a jóvenes y adultos, el sexo ocupa un lugar importante, pero acá todo está sugerido. Se habla mucho de coger, y de hecho se coge bastante, pero se muestra poco. En ningún momento parece una historieta erótica ni porno.
Detrás de esos 20 episodios uno más gracioso que el otro, el tomo nos ofrece un puñado de historias cortas realizadas por Alejo y Feliciano también para El Víbora, pero no todas son en joda. Casi siempre se trata de breves historias de amor marcadas por el desencuentro. Mi favorita es la primera, y el resto… no todas me terminan de cerrar.
Las historias cortas sirven, sobre todo, para ver a Feliciano probar otras cosas en materia de dibujo y sobre todo de narrativa. Los 20 episodios de Peatones se ajustan todos a una misma grilla, con páginas divididas en cuatro tiras, de una o dos viñetas (tres, alguna vez). Dentro de esos confines, Feliciano pone todo, en un estilo más suelto, menos definido que el de 4 Segundos, seguramente pensado para dibujar más rápido. Lo cual no le resta ni 15 gramos de encanto a esa ciudad y a esos personajes, todos perfectamente diseñados, con atención a los gestos, la ropa, los accesorios, un lujo. Y en las historias complementarias, vemos a Feliciano zarparse mucho más en el color, trabajar en un registro más expresionista, y probar distintas planificaciones de página, entre ellas clásica grilla de 9 viñetas (la Gran Watchmen) que tantos buenos resultados le diera en 4 Segundos.
Y bueno, lo de siempre… Grossísimo material, gloriosos autores en un nivel muy, muy alto, y la inconmensurable vergüenza que produce pensar que esto no está editado en Argentina y que una ínfima fracción de los fans de Alejo, Feliciano y 4 Segundos saben que esto existe, que está buenísimo y que se puede comprar sin subastar los órganos en e-bay.
Published on September 05, 2011 09:04
September 4, 2011
04/ 09: NIPPUR DE LAGASH Vol.2

Trip bizarro a Septiembre, pero de 1981, cuando Columba, todavía en el pico de su popularidad, publicaba en este voluminoso tomo nada menos que 27 episodios de Nippur de los que habían realizado a principios de los ´70 el guionista Robin Wood y el dibujante Lucho Olivera. Para 1981 Nippur ya era un clásico indiscutido, difícil de superar en cantidad de fans y de ejemplares vendidos mes a mes (o quincena a quincena, no me acuerdo bien). Y Columba, que no comía vidrio, salía -muy esporádicamente- a capitalizar la popularidad del héroe con estas reediciones.
La verdad es que, leídas 40 años después de su creación, las historias pierden bastante de su chapa de clásicos. Algunas son realmente atrapantes, con dramas humanos fuertes, con conflictos complejos, presentados con gran emotividad. Pero también bastante predecibles y reiterativas, casi escritas según una fórmula, obviamente eficaz, pero con poco margen para la sorpresa. Vos sabés que -pase lo que pase- Nippur no va a morir, no va a recibir heridas demasiado tremendas, no se va a quedar en ninguna aldea, al servicio de ningún rey ni en la cama de ninguna minita, que los tipos que se le unan para alguna aventura puntual no se van a sumar a su vagabundear por el mundo antiguo, muy probablemente porque serán boleta al final del episodio, que si pega onda con una mina es altamente probable que esta lo traicione y/o muera y que seguro Nippur se enfrentará a alguna situación de injusticia, abuso o crueldad y la rectificará a fuerza de carisma, ingenio o espadazos frente-march. Y listo, a la siguiente aventura, que será muy parecida.
A la moral inquebrantable del héroe sumémosle el hecho de que la saga casi no avanza. Hay una especie de "trama por encima de la trama" que tiene que ver con los ejércitos que está reuniendo Sargón (amigo de Nippur), a quien el Errante amaga con ir a buscar para unirse en su cruzada contra el tirano que lo desterró de su querida Lagash. Pero de los 27 episodios debe haber 20 en los que nadie siquiera menciona a Sargón, y en los que la "trama por encima de la trama" brilla por su ausencia. Otro obstáculo, aunque menor, es el tono muy formal (los personajes hablan en castellano clásico, dicen "vosotros la tenéis adentro, seguidla chupando") que también ayuda a que muchas de las historietas del incorruptible Nippur sean (hoy) muy difíciles de digerir. Al final, de los guiones de Robin, lo que más me gustó fue lo que menos me gustaba cuando trataba de leerlo de pendejo: los bloques de texto en los que Nippur narra en primera persona y describe paisajes, sensaciones y estados de ánimo con una prosa increíblemente florida, sobre todo para un guerrero errante. Hay un sólo episodio en el que la narración en off no le pertenece al protagonista, sino a un joven pastor que cumple un rol secundario y sí, el nivel de la prosa es exactamente el mismo. El episodio que más me atrapó fue Enathim y los Enviados de la Muerte... y eso que en este tomo está el mítico team-up con Gilgamesh, el otro gran personaje de la dupla...
El dibujo de Lucho Olivera es muy raro. Por momentos, parece apenas bocetado, pero directamente en tinta. Y por momentos nos deslumbra con unos dibujos impresionantes, con un grado de elaboración imposible, con técnicas re-avanzadas para su época, como si su pluma fuera poseída cada tanto por un djinn. Las mujeres de Lucho tienen todas la misma cara (y eso que en la época no existía la clonación) y en las escenas de acción muchas veces las figuras se ven torpes o desproporcionadas. La narrativa también es complicada: no hay mucho que se pueda hacer en página tras página de 11 ó 12 viñetas, llenas hasta el ojete de globos y bloques de texto. Lucho aprovechaba para zarparse apenas en la primera página de cada capítulo, que muchas veces abría con una splash-page alucinante, a la que le ponía todo y mucho más. Pero el resto de las páginas muchas veces muestran los vestigios del apuro, del "sale con fritas", con un abuso sistemático de los primeros planos y una escacez de fondos que sólo Ben Templesmith se animaría a superar.
Para bien o para mal, esto no tiene nada, pero nada que ver con la forma en la que hoy se piensa, se escribe, se dibuja y se lee la historieta argentina. Y por suerte, tampoco se parece a la forma en que hoy se edita: nadie en su sano juicio reeditaría hoy estos comics con el color horripilante y el rotulado decimonónico que le faltan el respeto a este material, aún hoy es venerado como un clásico. Feliz Día de la Historieta para todos!
Published on September 04, 2011 05:47
September 3, 2011
03/ 09: TRAGEDIAS DEL ROCK Vol.1

Se inaugura una colección de biografías dedicadas a los grandes de la música del Siglo XX, realizadas por autores argentinos en formato de lujosa novela gráfica con tapas duras, color y toda la milonga. Originalmente el proyecto se pensó para colocarlo en el exterior y anduvo tan bien que una editorial argentina que nunca antes había publicado comics se animó a lanzarla en nuestro país.
El primer tomo nos cuenta la vida de John Lennon, interpretada por Pol Maiztegui, quien fuera guionista de varias de las secuelas de El Eternauta publicadas en los últimos años, además de asistir en los dibujos al maestro Solano López en muchísimas de sus obras. Acá vemos, por primera vez, una historieta de Pol solista, sin colaboradores excepto el colorista. Y es un laburo muy decoroso. Pese a optar un dibujo muy realista, Pol no se queda en copiar fotos, ni aburre metiendo poses demasiado estáticas. No esperes la recontra-plasticidad ni el recontra-dinamismo, porque no da. De última, es un comicdocumental y se aplican otras reglas. Pero la narrativa no tiene tropiezos (a pesar de que se zarpa en planificaciones bastante arriesgadas) y los choclos de texto no llegan a empantanar la lectura. Podrá haber menos texto, es cierto, pero supongo que a los fans de Lennon les va a cerrar que sobre data, mucho más que descubrir qué data (que ellos juzgarán imprescindible) quedó afuera.
Yo, que no soy fan ni de los Beatles ni de Lennon, aprendí un montón leyendo el libro. Posta, me reveló un montón de detalles que yo desconocía. También me mareó un poco. Pol elige (con buen criterio) no contar la historia de modo lineal, pero se pasa un poquito de rosca. Prácticamente no hay secuencias de más de una página y cada una nos muestra a John (y sus amigos, padres, novias, hijos, etc.) en distintos momentos de una línea temporal que más que línea es un mazo de naipes barajado y librado al azar. Arranca con John y Yoko en New York, de ahí salta (hacia atrás) a la primera gira de los Beatles por EEUU, de ahí a la infancia de John, de ahí a cuando conoce a Paul, y así, para adelante y para atrás, en un ir y venir entre los ´40, los ´50, los ´60 y los ´70, entre anécdotas apenas recordables y eventos cruciales, entre triunfos y tragedias, a un ritmo un poquito vertiginoso. -Es rockanroll, pibe, bancatelá, o poné un disco de Leo Mattioli. Puede ser, pero por ahí, la gente poco acostumbrada a leer comic mínimamente experimental (que sospecho serán la mayoría de los lectores de este libro) se pierde al tercer o cuarto salto temporal de Pol.
La verdad, no me parece ni por casualidad una obra fundamental (por lo menos si sos más fan de la historieta que de John Lennon), pero es un muy buen trabajo, que cumple con creces la función de repasar la vida y la obra de este astro fundamental del rock, y que nos muestra a Pol asentado y canchero en un estilo que, para una obra donde el realismo es clave, queda muy bien.
Como dijo un grande, "penas y penas de amor, balas para el pobre John".
Published on September 03, 2011 17:10
September 2, 2011
02/ 09: EPISODIOS PATAGONICOS

Arranco mi intento de puesta al día con el material argentino con este recopilatorio de historias cortas (cortísimas) de Alejandro Aguado, el referente central de La Duendes y de la movida conocida como Historieta Patagónica.
La onda del tomo es reunir todas las historietas de Aguado en cuya temática tiene algo que ver la Patagonia. Leyendas, anécdotas, vivencias, observaciones, todo referido a la historia, la geografía y la mitología del vasto sur de nuestro país. El tema es lo suficientemente amplio como para no aburrir, incluso cuando la cantidad de historietas es enorme. El problema con el que me encuentro yo –no Aguado- es que las historietas son muy breves y muchas veces apenas llegan a esbozar una trama, que no siempre se resuelve, o que a veces se resuelve de modo abrupto. Muchas veces, Aguado no pretende más que contar una anécdota graciosa, y ahí –cuando se juega al "chiste largo"- es donde mejores resultados obtiene.
A mí, en general, Aguado me gusta más cuando se zarpa, cuando delira, cuando lima para el lado del humor surreal, al que su dibujo dota de unos visos poéticos muy, muy notables. Este libro va, en general, para otro lado: el del realismo, el testimonio, la onda costumbrista y a veces incluso el drama o la epopeya. A mí me emociona más lo otro.
Por supuesto, al presentar muchas historietas de distintas épocas, vemos diferencias marcadas en la calidad del dibujo. Pero la gran mayoría está dibujada a un gran nivel. En un bloque sobre el final del libro, aparecen cuatro historietas dibujadas por el autor, pero escritas por guionistas invitados: Jorge Morhain, Germán Cáceres, Carlos Casalla y Oenlao. Ninguno de los guiones se destaca demasiado, pero acá el dibujo de Aguado levanta vuelo y se luce más que nunca, sobre todo en las historias escritas por Morhain y Cáceres, como si una vez libre del peso de tener que escribir los guiones, pudiera meterle más pilas al dibujo. A nivel dibujo, ahí están los momentos más sobresalientes del libro. También hay momentos maravillosos en Horizontes Difusos, Una Cuestión de Piel y la efímera Rupestres.
Si todavía no conocés a Alejandro Aguado, este libro te va a mostrar un montón de las cosas que sabe hacer este autor de inmenso currículum, aunque no tan reconocido fuera de la Patagonia. Repito, a mí me gusta más cuando se va más al carajo por el lado del humor limado, cuando no trata de ser realista. Y por supuesto, me encantaría verlo encarar (en una de esas, con guionista) una narración extensa, de 50 páginas o más, donde se pueda lucir como dibujante sin tener que preocuparse por ser él quien lleve a buen puerto el guión, o por lo menos sin la necesidad de pelar remates más o menos graciosos cada ocho o nueve viñetas. Pero cuando un autor tiene intereses tan amplios como los de Aguado (que además es editor, escritor y periodista) lo más probable es que haga esto para divertirse, para darse una satisfacción a sí mismo, y si agarra para el lado que no es el que a mí más me interesa, me la tengo que bancar mansito.
Published on September 02, 2011 16:33
September 1, 2011
01/ 09: LOS MAS VENDIDOS DE AGOSTO

Agosto fue otro mes raro, porque trabajé sólo del 16 al 31. Tan raro que no figuró Gaturro entre los más vendidos. Voy a ver si de acá en más trabajo siempre medio mes ;)
Igual, laburando medio mes y todo, la venta global fue muy buena. Veamos qué sorpresas arrojó el Top Ten de los más vendidos…
1) Komikku n.11 (Freakshow)
2) La Murciélaga Vol.7 (MacPulenta)
3) Acero Liquido (Loco Rabia)
4) King of Nekropolis (Loco Rabia)
5) Comiqueando Extra n.16 (Freakshow)
6) Historietas del Sótano Vol.1 (Agua Negra)
7) Ordinario (Llanto de Mudo)
8) Bife Angosto Vol.2 (De la Flor)
9) Correrías del Sr. y la Sra. Rispo (Llanto de Mudo)
10) Alina y Aroldo (Pictus)
Bueno, lo de la Komikku era predecible. Salió pasadito el 20 de Julio y era lógico que en Agosto se vendiera muy, muy bien. Como siempre digo, la Komikku es un fenómeno sumamente impactante, y ahora que dejaron de salir las otras revistas que tocaban (más o menos) los mismos temas, el techo de las ventas se volvió a alejar.
De las novedades de Agosto, tal como yo suponía, la que más chances tenía de hacer una hecatombe era el número nuevo de La Murciélaga, y ahí está, en un destacadísimo segundo puesto, que muestra con elocuencia lo bien que están trabajando estos culiaus de Córdoba. También tuvo un muy buen arranque King of Nekropolis, que logró excelentes cifras para un libro de $ 60. Danijel Zezelj es un autor al que yo amo, pero que acá tiene pocos fans, con lo cual la sorpresa me gratifica muchísimo.
Otro arranque interesante fue el del primer tomo de la antología Historietas del Sótano, publicada por los alumnos de la escuela de Juan Bobillo, con el material que el profe y un montón de otros autores (grossos y desconocidos) fueron cediendo para subir al blog que se llama como el libro. El resto de las novedades de Agosto (no vayas a creer que fueron muchas más) no vendieron como para entrar al ranking.
Lo cual le abre las puertas a los tanques, a los best-sellers eternos, con Acero Líquido a la cabeza. Qué notable lo que está sucediendo con ese libro, con casi un año ya en las bateas. Por supuesto, atrás de Alcatena y Mazzitelli viene (empomándose a gallinas que dicen convertirse en Eugenia Ritó en las noches de luna llena) el insumergible Gustavo Sala, con dos títulos que también llevan varios meses de rodaje, pero no paran de vender.
Correrías del Sr. y la Sra. Rispo sigue pegando fuerte y en el décimo puesto tenemos a otro lanzamiento de Julio que, al igual que la Komikku, salió ya avanzada la segunda quincena. Por su temática, la obra de Max Aguirre tenía muchas chances de crecer a medida que se acercara el Día del Niño, y así fue.
¿Qué nos deparará Septiembre? Nuevos libros de Berliac, Carlos Trillo, Horacio Lalia, Cacho Mandrafina, Nico Sánchez Brondo, José Massaroli y un par más. Todos tratarán de quedarse con el puesto número tres, porque la onda es que salga la Comiqueando antes del 15 y haga un descalabro. Y que el segundo puesto haya que disputárselo palmo a palmo al Vol.2 del libro de este blog, que sale con hambre de gloria. Vos dirás hasta dónde llegamos…
Published on September 01, 2011 18:07
August 31, 2011
31/ 08: CEMENTERIO ESTELAR

Vuelvo a darle una oportunidad al otrora glorioso Alfonso Azpiri, principalmente porque en este álbum trabaja con los guiones del siempre grosso Carlos Giménez. El truco que propone el creador de Paracuellos para este libro es muy ingenioso: son tres relatos ambientados en el futuro, con alienígenas y naves espaciales, pero basados en sendos cuentos de Jack London, que originalmente estaban ambientados en los EEUU de la época de los colonos y los indios. Sin traicionar el espíritu de los cuentos, Giménez les da un giro que los hace más atractivos para el lector actual y le abre el campo a Azpiri para prescindir de la documentación histórica y jugarse a imaginar con total libertad las civilizaciones, armas, vehículos y hasta dioses que aparecen en los relatos.
De las tres adaptaciones, la más lograda es la primera, la que convierte a "Lost Face" en La Gran Medicina. Acá el maestro madrileño dosifica tan bien los textos y plantea la acción de modo tan visual, que no se nota que está trabajando sobre una obra literaria. Parece una historia creada directamente para ser narrada en forma de historieta. La Gran Medicina es, a simple vista, una historia de astucia y picardía, pero si hilamos un poquito más fino, en realidad es una historia de dignidad, de negarle al vencedor el derecho a humillar al vencido. Amena, tensa y sorprendente, la crónica de las horas finales de Subienkov dura apenas 14 páginas, pero vale el precio que pagues por todo el libro.
Las otras dos historias, sin ser malas, son más flojas que la primera. La de Ik-Kok, es apenas una historia de venganza, protagonizada por un esclavo que un día le cobra a su amo todos los padeceres sufridos bajo su yugo. Y la tercera, El Rojo, es una historia de obsesión, de un tipo dispuesto a todo, movido por el ansia irracional de conocer un secreto arcano y por encima de la esfera terrenal. En ambas historias, Giménez se zarpa un poco más con los textos y a veces estos ocupan tanto espacio que entorpecen el ritmo narrativo y eclipsan el trabajo de Azpiri. Están buenas, pero podrían estar mejores.
En la faz gráfica, Azpiri cumple muy dignamente. Pilotea con bastante solvencia esas páginas llenas de texto, y las secuencias en el cementerio (que aparecen intercaladas entre las tres historias) donde sólo vemos a un robotito que habla y a unos bichos que lo escuchan. Don Goyo, el robotito, es demasiado parecido a los robots de La Casta de los Metabarones, pero bueno… no será la primera ni la última vez que Azpiri se "inspire" en dibujos de Juan Giménez. De hecho, todo el tratamiento del color está basado en lo que suele hacer el genio mendocino. En la figura humana es donde Azpiri se ve más original, más suelto, más plástico, más dúctil a la hora de darle expresividad a los personajes. A grandes rasgos, este trabajo es mejor que el que le vimos hace casi un año (25/09/10) y sirve para recuperar la fe en este gran dibujante, que fuera ídolo de muchos pibes que leíamos la Zona 84 en los ´80.
Y por ahora, vamos a aflojar un cacho con el comic europeo. La onda para Septiembre es –a modo de festejo del Día de la Historieta- darle mucha bola a la producción argentina, como para ponerme más o menos al día con un montón de material de autores locales que tengo sin leer. Habrá algo de comic latinoamericano, menos comic yanki que de costumbre, por ahí se cuela algún manguita, y el material europeo se va al freezer hasta Octubre. Y en Octubre volveremos a la normalidad, al mix esquizofrénico entre comics de todas partes del mundo.
Published on August 31, 2011 13:53
August 30, 2011
30/ 08: KABUKI: SKIN DEEP

Uno de los tsunamis más nefastos que sacudieran al comic norteamericano en su larga historia fue la moda de las Bad Girls, una plaga que a mediados de los '90 nos flageló con miríadas de historietas obscenamente mal escritas, burdas y predecibles, llenas de mujerzuelas de curvas imposibles, armadas hasta la argolla y con una insaciable sed de violencia. Como suele suceder, de ese inmundo pantano surgió una joya memorable, un comic complejo, sugestivo, cautivante y absolutamente personal. En pocos años, David Mack pasó de ser un absoluto desconocido a ser un autor de culto con mucha chapa y muchos premios, y todo gracias a Kabuki.
Después de dos sagas en las que pasaba de todo (Fear the Reaper y Circle of Blood), Mack produce un par de historias en las que la trama avanza poco o nada, pero a nadie le importa porque cambia el blanco y negro por el color y le detona las retinas a los lectores como nunca antes. En Skin Deep, Mack deslumbra en su exploración de varios estilos, entre ellos el que se convertiría en su estilo definitivo. La cantidad y diversidad de técnicas pictóricas que manda Mack en cada página son la pesadilla de cualquier profesor de dibujo. A primera vista parece un derivado de Dave McKean, pero también hay Bill Sienkiewicz, Alex Ross, un montón de artistas plásticos (Gustav Klimt a morir) y hasta historietistas más dark, o más "sucios" como James O' Barr, Jae Lee o Leo Manco. Y mucha referencia fotográfica, ya que Mack capta muchísimas poses de su coordinadora, Connie Jiang, para luego convertirlas en dibujos. De toda esta mescolanza, emerge un autor firmemente asentado en un estilo personal y fascinante.
A nivel guión, Skin Deep es apenas un puente entre Circle of Blood y la siguiente saga grossa, Metamorphosis (la que marcará el paso de la editorial Caliber a Image). De hecho, buena parte de lo que pasa en Skin Deep se recuenta –de modo más breve- en el tramo inicial de Metamorphosis. Básicamente, en esta saga nos enteramos de que, antes que las agentes de Noh encontraran el "cadáver" de Kabuki, otra agencia secreta la rescató aún con vida y la internó en una especie de instituto neuropsiquiátrico en el que están confinados varios ex-agentes secretos que se tildaron, o que se rebelaron a su organización. Acá, una terapeuta se mete a fondo en la mente de Ukiko (que así se llama Kabuki), y Mack nos sumerge también a los lectores en esa psiquis traumada, donde juega como nunca a perturbarnos desde los climas, con increíbles trucos para desorientarnos y dejarnos pensando qué carajo sucedió en realidad y qué de lo que vimos es producto del delirio de Ukiko. La heroína, mientras tanto, intentará armar un plan de escape antes de que sus ex-compañeras invadan la clínica para matarla, y además conoceremos a la misteriosa Akemi y a Kageko, la elegida por Noh para convertirse en la nueva Kabuki. El resultado es una joya absoluta de la sutileza y la psicopateada, además de la orgía gráfica y visual y el jueguito de los dibujos repetidos tres millones de veces.
Ese es un clásico de Mack: los mismos dibujos aparecen una y otra vez, aunque cambien los textos y hasta la puesta en página. No todos, claro. Hay muchos dibujos pensados para ser usados una sóla vez. Pero son muchísimos los que se reciclan. Como es diseñador gráfico, su tratamiento de la imagen y su cancha para la narrativa le permiten pilotear con éxito el constante reciclaje de dibujos, al mejor estilo Carlos Meglia, aunque con una estética a milenios de distancia del prócer quilmeño.
Kabuki es una serie rara, atípica, pero alucinantemente bella. Dentro de ese contexto, Skin Deep también aporta rareza y belleza en grandes dosis, pese a que su injerencia en la trama central de la saga sea poca.
Published on August 30, 2011 13:20
August 29, 2011
29/ 08: CAT SHIT ONE

Hora de reencontrarnos con el sensei Motofumi Kobayashi para repasar un manga muy, muy raro, publicado por Glénat en cuatro tomos. Los Vol.1-3 recopilan todas las historietas que Kobayashi realizó para la revista Combat Magazine, y el Vol.0 reúne precuelas y secuelas, realizadas por el autor para otras revistas, o para sitios de la web, una vez finalizada la serie.
Cat Shit One es un manga ambientado en la guerra de Vietnam, protagonizado por tres valientes soldados estadounidenses: el Sargento Perkins, el Cabo White (apodado "Rats") y el oficial de comunicaciones Botaski, a los que suele sumarse Chico, un vietnamita de la tribu de las montañas, que coopera con las fuerzas armadas yankis. Juntos afrontarán misiones complicadísimas, casi siempre con éxito y sin sufrir nunca ninguna lesión grave, gracias a su coraje, su astucia y la pésima puntería de sus enemigos. El autor presenta a los protagonistas como héroes, tipos nobles, decididos, disciplinados, a los que jamás se les ocurriría confrontar las órdenes de sus superiores, ni siquiera cuando los mandan a incendiar poblados. Alguna vez desobedecen alguna orden, pero son soldados ejemplares, dispuestos a morir por la cruzada contra los comunistas de Vietnam del Norte.
A Kobayashi no se le escapa que la guerra de Vietnam fue inusualmente sucia y salpicó hectolitros de corrupción, mierda y crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, se juega a un tratamiento de la guerra mucho más idílico que el que cualquier autor yanki haya podido intentar. De hecho, Cat Shit One se parece a como los yankis escribían los comics bélicos de la Segunda Guerra Mundial, mucho más ingenua, y con el rol de "los malos" interpretado de modo mucho más alevoso por los nazis. O sea que, en el planteo y el tratamiento, es el típico comic de guerra en el que los yankis son los buenos.
Dentro de ese esquema raro, pasado de conservador, Kobayashi logra los mejores resultados cuando desplaza el foco. Las precuelas y la secuela del Vol.0 se centran más en los personajes, los dota de más carnadura, de más onda, sobre todo cuando nos los muestra de vuelta en EEUU, varios años después de haber retomado la vida civil. Y también la rompe cuando se mete con otros personajes, como los traficantes de droga de la jungla, o los soldados japoneses.
El resto es bastante chato y predecible, y el autor salva las papas con un truco maravilloso: la Gran Maus. En Cat Shit One, los yankis aparecen dibujados como conejos, los vietnamitas como gatos, los japoneses como simios, los franceses como cerdos, los chinos como osos panda, los rusos como osos, los británicos como ratones, y así. Y encima Kobayashi hace que nos resulte creíble ver a un conejito levantar un rifle, desactivar una bomba, o pilotear un helicóptero. Ahí, el mangaka saca chapa de mago.
Y por supuesto, Kobayashi brilla en todos los aspectos del dibujo. Muchas veces se vuelca por una grilla de cinco tiras, con muchas viñetas chiquitas, y ahí mete de todo. Fondos elaboradísimos, armas, vehículos, personajes muy expresivos, paisajes alucinantes y secuencias de acción de alto impacto, todo con una narrativa mucho más europea que japonesa. El dibujo de Motofumi se parece más al de Hermann que al de los otros mangakas, al punto de casi no dibujar líneas cinéticas y aplicar los grises con aguadas en vez de tramas mecánicas. Ni hace falta decir que todo se ve increíblemente bien, desde la primera página hasta la última.
Cat Shit One no es un canto de amor a la guerra, pero por lo menos lo parece. Los guiones son lineales, sin mayores sobresaltos, y en todos ganan los buenos, o por lo menos zafan decorosamente. El verdadero atractivo está, sin dudas, en los dibujos. Ahí es donde Kobayashi pone todo, como para refrendar sus credenciales de maestro indiscutido del manga bélico. Si te aguantás ver a los yankis masacrando "charlies" casi sin despeinarse (y con rasgos de conejos), regalale esta fiesta a tus retinas.
Published on August 29, 2011 15:02
August 28, 2011
28/ 08: JLA: THE NAIL

No sorprendo a nadie si digo que el británico Alan Davis es uno de los mejores dibujantes de superhéroes sobre la faz de la Tierra. En su trazo conviven muchos de los grandes maestros de los ´50, ´60 y ´70. Cuando quiere es dark como Neal Adams y Don Newton. Cuando quiere, es festivo como Dick Sprang y Kurt Schaffenberger. Sus figuras tienen un enorme dinamismo, como las de Gil Kane, pero
además puede meter muchísimas por viñeta sin desentonar, como Mike Sekowsky o George Pérez. Sus héroes pueden ser imponentes y sus villanos amenazantes como los de Jim Aparo, o extraños y retorcidos como los de Steve Ditko, o elegantes como los de Joe Kubert. Davis te puede mezclar en una sóla página el power de Jack Kirby con la sutileza de José Luis García López, y además, hacerlo todo con un sello personal, sin que nada huela a refrito.
En 1998, Davis se embarcó en esta reinterpretación del Universo DC en clave Elseworlds, a partir de una premisa atractiva: los Kent nunca encontraron la navecita que vino de Krypton y Superman nunca existió. El protagonismo recae en la JLA (absolutamente clásica), pero Davis se las ingenia para meter a prácticamente toda la población del DCU previo a Crisis (faltan Zatanna, los Teen Titans y no muchos más). El argumento no es demasiado original: un villano en las sombras orquesta un gigantesco complot mediático para desacreditar a los superhéroes y luego prohibirlos y cazarlos. Ya lo vimos en X-Men, en Legends y –mucho más sutil- en Watchmen.
Aún así, el desarrollo es muy ganchero y está lleno de momentos realmente intensos, de esos que te meten en la historia y te comprometen con ella. Algunos son casi tributos a momentos ya vistos antes en el DCU, como cuando el Joker tortura y mata a Robin y Batgirl. Pero otros son sumamente originales y funcionan tan bien que se volvieron a usar más tarde en las historias canónicas. Acá vemos, por ejemplo, el primer coqueteo de Luthor con la política. Es jefe de gobierno de Metropolis en vez de presidente, pero por algo se empieza (no, Mauri?). Davis también se juega a sacar de foco a Hawkman y darle chapa a Hawkwoman, un personaje que en 1998 estaba virtualmente fuera de continuidad. Un año después, sucedería lo mismo en la JSA y poco después en la serie animada de la JLA.
O sea que Davis rema con éxito este plot apenas inspirado, gambetea con elegancia otro potencial problema que es el exceso de personajes (una JLA de ocho miembros donde muchos aportan poco) y llega a un final impactante, donde jamás te ves venir la revelación de la identidad del villano. Por ahí el plan no es brillante y la motivación es casi caprichosa, pero la chapa que cobra sobre el final… el villano, es realmente notable. Todo esto salpicado de muchísima acción (cada héroe tiene su propia y alucinante splash-page, como hiciera Ditko con los villanos en aquel mítico Annual 1 de Spider-Man), buenos diálogos y un clima generalmente dark, pero con grandes momentos épicos y conmovedoras secuencias intimistas.
Muy bien complementado por las tintas de Mark Farmer (el entintador de su época dorada en Excalibur) y los colores de Patricia Mulvihill (la colorista más grossa de 100 Bullets), Alan Davis le regaló un festival para la vista a todos los fans de los superhéroes. Después se embarcó en una secuela (Another Nail) de la que no me acuerdo nada, excepto que aparecían un montón de personajes más y el dibujo era majestuoso. En una de esas, la vuelvo a leer pronto. Por ahora, me conformo con recomendarles la primera saga a los fans del DCU clásico, del dibujo superheroico y de los comics de palo-y-palo que tratan de tocar temas un poco más profundos y de darle a la machaca algún sustento más firme que el mero intercambio de trompadas y rayitos. Con The Nail no te clavás, seguro.
Published on August 28, 2011 14:43
August 27, 2011
27/ 08: CARLOS GARDEL

Por segunda vez en pocos meses me toca leer la biografía de uno de los mitos que la remota Argentina le regaló al mundo en el Siglo XX. Ya pasó el Che, y ahora es el turno del Zorzal, el carismático y enigmático Carlos Gardel.
Y el rótulo "biografía" en este caso no es del todo exacto, porque Carlos Sampayo y José Muñoz agarran para otro lado: proponen –antes que una biografia lineal- un debate acerca de puntos oscuros en la vida de Gardel. Centrados en sus últimos años (desde su viaje a EEUU hasta su muerte), hacen hincapié precisamente en el carácter esquivo, ambiguo, del ídolo máximo de la canción rioplatense. Nos lo muestran coquetear con el socialismo, pero mantener vínculos con el partido conservador; nos lo muestran viril y ganador con las minas, pero hábil para gambetear el encuentro sexual, incluso con su novia; nos lo muestran esmerado por no definir nunca el tema de su verdadera fecha y lugar de nacimiento, como si el tipo buscara intencionalmente fomentar las versiones contradictorias, como si supiera que la incertidumbre acerca del hombre sólo podía potenciar la fuerza del mito.
La reflexión que parece mover a Sampayo (y que según cuenta en un prólogo, nace de una charla con Oscar Zárate) nos habla de cómo un personaje de identidad borrosa se convierte en el más notorio rasgo de identidad de un país (el nuestro) siempre proclive a la ambigüedad y la indefinición a niveles patológicos. Para hilvanar las anécdotas, Sampayo imagina un debate televisivo entre un fan acérrimo de Gardel y un iconoclasta que subraya sus rasgos menos atractivos, y por otro lado –pero destinado a chocar contra el civilizado debate- un anciano que dice conocer a fondo a Gardel desde su juventud. Este personaje, Merval, logrará que su obsesión por Gardel termine por subsumir su propia identidad: en sus momentos finales, preso del delirio, Merval creerá (como nos hemos creído tantas veces tantos argentinos) ser Gardel, y morirá abrazado al recuerdo del cariño de su viejita (la del Zorzal) y del aplauso de las masas fascinadas por su voz.
Esta escena es terriblemente conmovedora y los autores nos la narran en paralelo con la de la llegada a Buenos Aires de los restos de Gardel, ese momento definitivo en el que mito y pueblo se abrazan para siempre. Pero hay varias secuencias memorables, como aquella en la que Gardel, apasionado de la música y de la timba, une ambas pasiones en una mesa de poker en la que despluma a Duke Ellington y su banda. En todas las secuencias brilla con irresistible fulgor el pincel de José Muñoz, el genio del claroscuro. El incansable maestro inventa algo nuevo cada vez, y este trabajo no es la excepción. En las secuencias que muestran la Buenos Aires de los años ´30, Muñoz dibuja a los "extras" con un trazo 100% caricaturesco, con lo cual los fondos se pueblan de personajes que nos remiten a los grafismos de Quinterno, Battaglia, Divito, Mazzone, Fola, Ianiro, Oski, Torino y demás glorias de la historieta humorística argentina anterior a 1960. También se luce al recrear los rasgos de personajes reales como Alfredo Palacios, Azucena Maizani, Duke Ellington o Alfredo Lepera, y por supuesto en la recreación de vehículos, ciudades y vestimentas de los años ´30. Un trabajo apabullante de un creador único, de inagotable vigencia.
Y otra vez, la música. Como en Billie Holliday, como en el Fats Waller que realizara junto a Igort, Sampayo vuelve a componer odas a los grandes de la música en forma de partituras dibujadas, que no se disfrutarán con el oído, sino con la vista. En este caso cuenta con la interpretación virtuosa, intensa y comprometida de su socio de siempre, el que lo entiende y lo complementa como nadie. Y juntos nos dejan ovacionándolos de pie, al grito de "u-na más, y no jodemos más"… aunque sea mentira, porque en realidad queremos MUCHAS más de Muñoz y Sampayo.
Published on August 27, 2011 15:20
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