04/ 09: NIPPUR DE LAGASH Vol.2



Trip bizarro a Septiembre, pero de 1981, cuando Columba, todavía en el pico de su popularidad, publicaba en este voluminoso tomo nada menos que 27 episodios de Nippur de los que habían realizado a principios de los ´70 el guionista Robin Wood y el dibujante Lucho Olivera. Para 1981 Nippur ya era un clásico indiscutido, difícil de superar en cantidad de fans y de ejemplares vendidos mes a mes (o quincena a quincena, no me acuerdo bien). Y Columba, que no comía vidrio, salía -muy esporádicamente- a capitalizar la popularidad del héroe con estas reediciones.

La verdad es que, leídas 40 años después de su creación, las historias pierden bastante de su chapa de clásicos. Algunas son realmente atrapantes, con dramas humanos fuertes, con conflictos complejos, presentados con gran emotividad. Pero también bastante predecibles y reiterativas, casi escritas según una fórmula, obviamente eficaz, pero con poco margen para la sorpresa. Vos sabés que -pase lo que pase- Nippur no va a morir, no va a recibir heridas demasiado tremendas, no se va a quedar en ninguna aldea, al servicio de ningún rey ni en la cama de ninguna minita, que los tipos que se le unan para alguna aventura puntual no se van a sumar a su vagabundear por el mundo antiguo, muy probablemente porque serán boleta al final del episodio, que si pega onda con una mina es altamente probable que esta lo traicione y/o muera y que seguro Nippur se enfrentará a alguna situación de injusticia, abuso o crueldad y la rectificará a fuerza de carisma, ingenio o espadazos frente-march. Y listo, a la siguiente aventura, que será muy parecida.

A la moral inquebrantable del héroe sumémosle el hecho de que la saga casi no avanza. Hay una especie de "trama por encima de la trama" que tiene que ver con los ejércitos que está reuniendo Sargón (amigo de Nippur), a quien el Errante amaga con ir a buscar para unirse en su cruzada contra el tirano que lo desterró de su querida Lagash. Pero de los 27 episodios debe haber 20 en los que nadie siquiera menciona a Sargón, y en los que la "trama por encima de la trama" brilla por su ausencia. Otro obstáculo, aunque menor, es el tono muy formal (los personajes hablan en castellano clásico, dicen "vosotros la tenéis adentro, seguidla chupando") que también ayuda a que muchas de las historietas del incorruptible Nippur sean (hoy) muy difíciles de digerir. Al final, de los guiones de Robin, lo que más me gustó fue lo que menos me gustaba cuando trataba de leerlo de pendejo: los bloques de texto en los que Nippur narra en primera persona y describe paisajes, sensaciones y estados de ánimo con una prosa increíblemente florida, sobre todo para un guerrero errante. Hay un sólo episodio en el que la narración en off no le pertenece al protagonista, sino a un joven pastor que cumple un rol secundario y sí, el nivel de la prosa es exactamente el mismo. El episodio que más me atrapó fue Enathim y los Enviados de la Muerte... y eso que en este tomo está el mítico team-up con Gilgamesh, el otro gran personaje de la dupla...

El dibujo de Lucho Olivera es muy raro. Por momentos, parece apenas bocetado, pero directamente en tinta. Y por momentos nos deslumbra con unos dibujos impresionantes, con un grado de elaboración imposible, con técnicas re-avanzadas para su época, como si su pluma fuera poseída cada tanto por un djinn. Las mujeres de Lucho tienen todas la misma cara (y eso que en la época no existía la clonación) y en las escenas de acción muchas veces las figuras se ven torpes o desproporcionadas. La narrativa también es complicada: no hay mucho que se pueda hacer en página tras página de 11 ó 12 viñetas, llenas hasta el ojete de globos y bloques de texto. Lucho aprovechaba para zarparse apenas en la primera página de cada capítulo, que muchas veces abría con una splash-page alucinante, a la que le ponía todo y mucho más. Pero el resto de las páginas muchas veces muestran los vestigios del apuro, del "sale con fritas", con un abuso sistemático de los primeros planos y una escacez de fondos que sólo Ben Templesmith se animaría a superar.

Para bien o para mal, esto no tiene nada, pero nada que ver con la forma en la que hoy se piensa, se escribe, se dibuja y se lee la historieta argentina. Y por suerte, tampoco se parece a la forma en que hoy se edita: nadie en su sano juicio reeditaría hoy estos comics con el color horripilante y el rotulado decimonónico que le faltan el respeto a este material, aún hoy es venerado como un clásico. Feliz Día de la Historieta para todos!
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Published on September 04, 2011 05:47
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Andrés Accorsi
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