Andrés Accorsi's Blog, page 198
March 1, 2013
01/ 02: LOS MAS VENDIDOS DE FEBRERO

De hecho, las cinco novedades que salieron este mes entraron al ranking, cosa que rara vez sucede, porque muchos de mis clientes son bastante conservadores y –salvo Gaturro, Macanudo y alguna otra garantía de hitazo- piden las novedades en cantidades sumamente prudentes. Esta vez no fue la excepción, pero en el marco de cifras muy chicas, los lanzamientos del mes lograron trepar en malón a lo más alto del ranking.
Veamos cómo quedó:
1) Bairoletto y Otras Historias (La Duendes)
2) Coltrane (La Pinta)
3) ¿Quién es Montt? (De la Flor)
4) Letra Muerta (Fan)
5) Macanudo Vol.9 (Común)
6) Historias de Bosquenegro (Comiks Debris)
7) Zebita (Comiks Debris)
8) Macanudo Vol.1 (De la Flor)
9) Sol de Noche (La Duendes)
10) Peter Kampf lo Sabía (Ojodepez)
Creo que el recopilatorio de historias cortas de Gianni Dalfiume le dio a La Duendes su primera pole position en este ranking. Repito, vendiendo modestamente, sin arrasar, ni mucho menos. Y el aguante de Sol de Noche (que ya lleva acumulados tres meses de buenas ventas) le va a permitir a la editorial patagónica disfrutar también de las mieles de los longsellers, los libros que se venden siempre.
Coltrane (del italiano Paolo Parisi) se quedó con un segundo puesto importante, porque La Pinta llevaba varios meses sin editar novedades. Una novela no gráfica de autores argentinos que se mete con el tema de los zombies copó un notable cuarto puesto y los nuevos títulos para chicos de la colección Toing! (con Calvi y Rovella, autores de lujo) también aprovecharon la chatura del panorama general para entrar al Top Ten sin vender fortunas. Hay que ver si alguna de estas novedades logra permanecer un mes más en el ranking. La verdad, no me jugaría ciegamente por ninguna.
De la Flor se comió dos puestos del Top Ten con sendas reediciones de dos títulos siempre muy pedidos y que cuando regresan del limbo de los agotados suelen hacer desastres. Y los puestos restantes fueron para uno de los títulos mejor recibidos de 2012 (el Vol.9 de Macanudo) y para un insumergible, Peter Kampf lo Sabía, que lleva casi un año y medio circulando y no para de vender parejito.
Ojalá en Marzo se recupere la venta, así para entrar al ranking hay que vender mucho. Hay en carpeta un libro del maestro Luis Scafati, una nueva antología coordinada por Alejandro Farías, el Vol.2 de Términus y reediciones de obras de Oesterheld, Parés y Sala, entre otras. Veremos qué sucede.
Published on March 01, 2013 14:51
February 28, 2013
28/ 02: DOLLS KILLER

La saga está protagonizada por Juliette Desanges, una francesa transplantada a EEUU y convertida en una policía dura, infalible, de mucha presencia en los medios por su afición al gatillo fácil. Juliette deberá confrontar con un asesino serial que deja muñecas junto a sus víctimas, y con sus propios fantasmas, vestigios de cosas muy heavies que le pasaron en su niñez. Y acá hay que hacer un corte, diferenciar muy bien ambas partes del argumento.
Por el lado de la trama policial, de la investigación, las pistas, el informe del forense, etc., Dolls Killer hace bastante agua. No atrapa, no convence, a lo sumo impacta cuando pintan las secuencias de acción (persecuciones, tiros, cuchillazos, trompadas) o cuando el dibujo chorrea sangre. El misterio no está bien llevado, el lector nunca tiene la más mínima pista de quién puede ser el asesino (dependemos de que él mismo, una vez acorralado por la cana, revele su identidad y sus motivaciones), todas cosas que empañan el desarrollo de la trama y que se evidencian más en el segundo álbum. En el primero, más o menos la piloteamos con el plot de La Voz, y con la trama romántica que envuelve a Juliette con la mamá de Stevie. El segundo se juega más a resolver el misterio de los asesinatos y las muñecas y lo hace, pero tropezando demasiadas veces.
Ahora, por el otro lado, el del desarrollo de Juliette como personaje, el trabajo de Pona es impecable. Elige con mucha astucia dónde meter los flashbacks al pasado de la protagonista y qué revelarnos en cada uno, usa con gran criterio el recurso de mostrarnos lo que sueña, de a poco logra sumergirnos en la psiquis de Juliette y compartir incluso sus patologías. Cuanto más claro nos queda que a Juliette le faltan un par de jugadores (y por qué) más mérito y más logica tiene lo que hace el personaje en cada una de las situaciones límite que le propone el guión. No te digo que la trama policial “moleste” al desarrollo de la protagonista, pero sin duda no es lo que más me interesó. Me cebé mucho más con lo otro, con bucear en los mambos que convirtieron a esta mina en un bicho raro, impredecible, con serios problemas a la hora de vincularse con otros seres humanos y con la capacidad de convertir a esos problemas en armas para sobresalir en la profesión que ejerce. Eso me pareció muy, muy loable.
Y el dibujo de Bleda, como siempre, me encantó. Lo banco en todas. Cuando se zarpa con la estilización, como si quisiera dibujar a Aeon Flux, también. Y cuando va para el lado más clásico, más tradicional, más cerca de Alfonso Font o Alfonso López, me parece una maravilla. Bleda mezcla muchas cosas muy distintas en su estilo, tantas que te marea. Y además se permite cambiar bastante, no sólo de obra a obra, sino incluso dentro de un mismo trabajo. Acá hay secuencias que parecen narradas por Boucq o por Loisel, viñetas que parecen entintadas por Frank Miller en un comic de Sin City, escenas que recuerdan al Bleda de la etapa más under, el de El Hijo de Kim... y lo bueno es que todo se integra armónicamente para darle forma a un trabajo muy sólido. El color también está muy bien planteado, pensado para acompañar los distintos climas del guión, y el tema de las infinitas páginas de más de 7 cuadros parece no afectar para nada a la narrativa que, como en todas las obras de Bleda, es impecable.
Si sos fan del dibujante, entrale sin dudarlo. Si no, fijate. Te tiene que atrapar un policial duro, violento, con mucha sangre, mucha mala leche, con un misterio no del todo logrado, y con una protagonista atípica, muy bien presentada, cuyos rayes mentales amenazan con superar a la intriga que genera la trama del asesino serial.
Published on February 28, 2013 08:58
February 27, 2013
27/ 02: LES SENTINELLES Vol.3

Cuando reseñé el Vol.2 (03/09/12) me llamaba la atención que al guionista Xavier Dorison le permitieran muchísima flexibilidad en cuanto al rigor histórico. Estaba claro que la serie está ambientada en la Primera Guerra Mundial, pero dentro de ese contexto, Dorison fruteaba tranquilo. Esta vez no: hay muchas más menciones a acontecimientos históricos reales y más cuidado en representar de modo muy realista esas oscuras jornadas que sacudieron a Europa allá por 1915.
También señalábamos que los villanos, alemanes pero todavía no nazis, funcionaban como mero obstáculo, no tenían desarrollo, no había por parte de Dorison una intención de convertir ni siquiera a uno de ellos en un personaje posta. De nuevo, esta vez eso se da vuelta y dos de los mejores personajes de este tomo vienen del bando enemigo: son el Übermensch (la respuesta germana al Cortahierro de los franceses) y el Oberleutnant, un comandante de las tropas alemanas que demuestra (como en más de una historieta de Oesterheld) que se puede pelear en el bando contrario al de los protagonistas y aún así tener códigos, preservar el honor y –también en una situación en la que manda la muerte- honrar la vida.
En cuanto al guión, no hay muchas más innovaciones respecto del tomo anterior. De nuevo tenemos a los Centinelas encargados de una misión jodida, en un arco argumental que va para adelante, que no esquiva el grim ´n gritty onda Suicide Squad ni los dilemas morales, perfectamente planteados por Dorison en escenas muy tensas, de gran carga emotiva. Además del Cortahierro y Djibouti, el equipo de “los buenos” suma ahora a Pegaso, un oficial propulsado por un jet-pack que le permite volar, pero que viene de la aristocracia y con un agrande que al principio lo hará chocar con sus camaradas. Con el correr de las páginas, Pegaso se integrará mejor al equipo y los lectores (y los otros Centinelas) aprenderemos a quererlo y a valorar su coraje y su dignidad.
Y en cuanto al dibujo, también hay novedades: en los primeros tomos llamaba la atención que Enrique Breccia dibujara tan pocos cuadros por página, a tal punto que en cada álbum de Los Centinelas pasaba bastante menos que en el álbum francés promedio. Ahora eso se revirtió: hay un par de splash-pages majestuosas y un par de páginas de menos de 5 viñetas. El resto, siempre ofrece 6 o más viñetas, hasta llegar al extremo de las 11 viñetas, algo que –me parece- no habíamos visto nunca, en ninguna otra historieta en los 45 años de profesión que lleva el Churrique. Por supuesto, el monstruo se la re-banca y su dibujo brilla con fulgor incandescente en absolutamente todas las páginas del libro, las de mil viñetas y las de una sóla.
En parte esto tiene que ver con que lo dejan colorearse a sí mismo: ahí Breccia saca una diferencia escalofriante y sorprende incluso a los que lo seguimos desde siempre con esa combinación perfecta entre climas en los que manda la sutileza cuasi-poética y exabruptos viscerales, de altísimo impacto visual, puestos en los momentos justos. Destaquemos también su magnífico trabajo a la hora de dibujar pueblos, ciudades, aviones y armas de la Europa de hace 100 años y ese otro plus, eso que Breccia dibuja (como los dioses) en Los Centinelas y –andá a saber por qué- se resistió a dibujar en todas sus otras historietas: los cuerpos en acción, las peleas físicas, los combates cuerpo a cuerpo, ya no resueltos con el primer plano de un puño, sino desplegados con generosidad y contundencia por este genio de nuestro Noveno Arte, hoy radicado en Italia.
Hasta ahora Dorison y Breccia vienen entregando un tomo de Los Centinelas (de 62 páginas, que para Francia no es poco) cada dos años. Este tomo se editó en 2011 (creo que en castellano todavía no salió), así que con un poco de orto, este año tenemos el Vol.4 de esta extraña mezcla entre historieta bélica, aventura histórica y machaca superheroica en la que guionista francés y dibujante argentino nos llevan a vivir una Primera Guerra Mundial distinta. No tan distinta como la que vimos el otro día en Arrowsmith, pero no menos cautivante.
Published on February 27, 2013 16:20
February 26, 2013
26/ 02: THE MARVELS PROJECT

Adentro me encontré con un prolijo recuento de los albores de las carreras de los primeros superhéroes de Marvel, los que surgieron poquito antes de que EEUU se sumara oficialmente a la Segunda Guerra Mundial. Al igual que el Legacies de Len Wein, The Marvels Project no tiene una estructura típica, con principio, desarrollo y fin de un argumento, sino que funciona como una especie de crónica de distintos acontecimientos que suceden entre 1938 y 1942, narrados por un personaje que los mira mitad de adentro y mitad de afuera. El Angel es un justiciero enmascarado, a quien el propio Capitán América tiene en alta estima. Pero nunca pisará la Alemania nazi, ni siquiera un mísero cuartel militar de EEUU y no se sentará ni cerca del presidente Roosevelt. O sea que mucho de lo que sucede en la/s historia/s, el Angel no lo vivió, sino que se lo contaron otros protagonistas. La idea de que sea un personaje claramente segundón el que lleve la voz cantante sirve para que la historia, si bien cobra visos épicos, sea vista siempre desde el suelo, desde un tipo normal, sin poderes, que gran parte del día es un newyorkino más. Casi la Gran Astro City.
Gradualmente, el maestro Ed Brubaker (que es quien firma este guión) desplaza el foco de Nueva York hacia el frente de combate en Europa y sobre el final le dedica también una extensa (y desoladora) secuencia a los trágicos sucesos de Pearl Harbor. Los superhéroes impulsan la historia hacia el género en el que se sienten más cómodos, pero recién al final la machaca grandilocuente le gana la pulseada al género bélico, al espionaje y al crimen urbano que (con la onda típica de los pulps) domina buena parte de la obra. La idea de Brubaker es recontar este amanecer de los héroes en el Universo Marvel desde una óptica más realista y menos bizarra, y para eso se apoya bastante en el primer tramo de Marvels (aquel clásico de Kurt Busiek y Alex Ross), al que expande, complementa y traiciona en sólo detalle, que es la edad de Nick Fury.
De todos modos, no se puede decir que Brubaker no haya hecho los deberes: por acá desfilan muchísimos personajes de fines de los ´30 y principios de los ´40, incluso algunos con poquísimas apariciones, y el guionista se esfuerza por darle a cada uno un perfil propio, una impronta propia y hasta que nos interesemos por ellos. Hay héroes, hay villanos, hay –como en todo comic que juega a implantar retroactivamente las bases de la continuidad- guiños a lo que uno sabe que va a suceder y además hay una especie de misterio muy bien llevado que tiene que ver con Matt Hawkins, el Two-Gun Kid, el cowboy desplazado en el tiempo que compartió varias aventuras con los héroes del presente.
Al frente del dibujo está Steve Epting, un tipo que hace 20 años era dedicidamente un John Buscema de la B, y más tarde (en sus pasos por DC y especialmente CrossGen) mejoró ostensiblemente hasta convertirse en un gran dibujante de estilo realista. Epting formó equipo con Brubaker varios años en la revista del Capi América y está clarísimo que es una dupla que se entiende a la perfección. Si queda algo para criticarle a Epting a esta altura del partido es que su dibujo se pasa un poquito de solemne. Los personajes parecen no distenderse nunca, jamás se rien, siempre están con cara de malitos, viendo a quien soltarle el próximo grito o la próxima trompada. El resto, todo óptimo. Me encantó su Human Torch (obviamente tributario del de Alex Dioss), me encantó su reconstrucción histórica tanto de New York como de la Europa en guerra, la forma en la que integró las referencias fotográficas al dibujo y, por supuesto, la forma en que el glorioso Dave Stewart entendió el estilo de Epting y lo levantó tremendamente con su habitual magia cromática.
The Marvels Project ofrece una versión más verosímil, más dramática, más cruda, en un punto más humana, de las primeras epopeyas de los héroes marvelianos de la mal llamada Golden Age. Si ese contexto histórico te interesa mínimamente, dale una oportunidad, porque Brubaker puso mucho huevo para que esos personajes, que en su momento eran sosos, chatos y sin onda, acá brillen en todo su esplendor. Incluso se tomó el laburo de explicar cosas imposibles como la militancia de Namor en los Invaders, codo a codo con Human Torch, con quien se cagó a trompadas en varias ocasiones. Y por si faltara algo, el dibujo está muy, muy bien.
Published on February 26, 2013 18:43
February 25, 2013
25/ 02: ZHONG GUO

Esta vez, las 52 páginas le alcanzan perfectamente a Yves H. para desarrollar la trama. De hecho, se da el lujo de escribir varias y muy intensas secuencias mudas, en las que se luce a pleno el talento de su padre, dibujante y narrador de calidad superlativa. Como en tantas historietas de misterio, en las últimas páginas habrá que aclarar verbalmente varios puntos oscuros de la trama y aparecerán algunos soliloquios un poco más extensos, pero nada que se compare ni remotamente con los masacotes de texto que vimos en La Chica de Ipanema.
En un tono sobrio, sin las estridencias típicas de las películas de James Bond, Yves H. nos mete en medio del típico enredo diplomático: un espía chino, que supuestamente robó datos confidenciales, pide asilo en la embajada de EEUU, donde nunca va a estar del todo seguro, porque hay infiltrados que responden a los servicios de inteligencia chinos, a la mafia de las tríadas y a la propia CIA que –como siempre- tiene su propia agenda. El primer tramo de la novela parece concentrarse en cómo Wang Li Fang zafa de sus captores, pero con el correr de las páginas, el guionista desplaza el foco hacia el agente Ditto, un ser clonado numerosas veces (incluso por distintas facciones), que intentará desenredar esta siniestra red de conjuras que intoxica, corrompe y lleva al límite del protocolo a las relaciones diplomáticas entre China y EEUU.
Por suerte el tema de las identidades y las lealtades volátiles (algo frecuente en el género del espionaje) no complica innecesariamente la comprensión de la trama. Que -en rigor de verdad- es más bien sencilla, a tal punto que muchas de las secuencias de acción parecen estar puestas por Yves H. simplemente para sacudirnos un poco, para asegurarnos de que no nos aburran el protocolo y el chamuyo. El hecho de que haya clones, autos que vuelan y chiches tecno del futuro también hace su aporte a la espectacularidad y a la tensión dramática de algunas escenas. Sin ser una maravilla, el guión está bastante bien y se hace sumamente llevadero.
Y como siempre, lo que manda al libro a la pila de los imprescindibles es el trabajo de Hermann al frente de los dibujos. El maestro aprovecha a full las secuencias mudas, las secuencias oníricas, las escenas en las que la acción le roba el protagonismo al protocolo, esos momentos tensos de interrogatorios, aprietes y torturas, las persecuciones por esta gigantesca urbe china del futuro, las escenas en mansiones y oficinas de lujo, para variar radicalmente la paleta de colores, para acompañar cada cambio de secuencia con cambios muy notables (y siempre acertadísimos) en la iluminación y sobre todo en las tonalidades del color. Todo a manopla, eh? Acá no existe el photoshop, ni ningún chiche informático. Los fondos, laburadísimos y omnipresentes como en toda novela pensada para el público franco-belga, están todos dibujados, hay cero foto retocada. Las armas, vehículos, laboratorios, rascacielos y hasta celulares ni siquiera están basados en fotos, porque al ambientar la historia en el futuro, Hermann los tiene que imaginar. Hay muchos hallazgos en el dibujo del belga, pero creo que me quedo con el de los saltos permanentes en el color, esa adaptación constante de la paleta del maestro a las muchas variantes que le ofrece el guión en materia de climas y locaciones.
Zhong Guo no es LA obra maestra de los Huppen, no cambia la historia ni te dan el diploma de Boludo si no la leés jamás. No obstante lo cual (cantaba el Carpo, que hoy cumple ocho años de gira) se trata de una historieta sólida, potente, convincente y con unos dibujos que te detonan las retinas en fuegos artificiales de placer. Me queda sin leer un libro más de Yves H. y Hermann, pero lo guardo para más adelante, para después de mitad de año.
Published on February 25, 2013 17:37
February 24, 2013
24/ 02: ANTOLOGIA DE HEROES ARGENTINOS Vol.1

Lógicamente, Cazador no podía faltar. Pero la historieta que entregó Jorge Lucas no tiene nada que ver con el material que tanto amaron los fans del Paladín de las Puteadas. Se trata más bien de un rejunte de clichés de los cuentos de Lovecraft, al que al final se suma una tibia mención a Cazador. El clima oscuro y denso está muy bien llevado por los textos y ahí se terminan los logros. El dibujo prácticamente no existe: es Lucas jugando muy finito en la frontera entre el estilo Juan Carlos Flicker y la fotonovela. Arrancamos con el pie izquierdo.
Después viene la historieta más extensa: 20 páginas protagonizadas por Camulus. Se trata de una epopeya ambiciosa, evidentemente bien planeada por los guionistas García y Cascallares. Tiene dos problemas: por un lado, le falta establecer de modo más fuerte el conflicto. En las primeras páginas, los personajes tiran frases enigmáticas, profecías ominosas, pero no queda claro qué está pasando. Eso tiene que ver con el segundo problema: me da la sensación de que esta historia funciona perfecto como un episodio más en la saga de Camulus y al que no la viene siguiendo, lo deja bastante afuera. Hubiese estado piola que García y Cascallares usaran esta historia para explicarle a los neófitos el universo de Camulus, para tratar de cebarlos. Lo que sí me cebó hasta el infinito y más allá es el trabajo de Jok al frente de los dibujos. Estas 20 páginas son –lejos- las más hermosas del libro y están repletas de hallazgos. Jok aprovecha la ambientación fantástico-medieval para adoptar algunos truquitos clásicos de Alcatena y al combinarlos con su estilo salen unas imágenes de asombrosa belleza.
En la breve historieta de King Cop nos reencontramos con los autores de El Feo, Luciano Saracino y Omar Hetchenkopf. Esta vez la historia es menor, casi un chiste largo, y el mayor lucimiento se lo lleva el dibujo, super expresivo, recontra estilizado y con los fondos puestos donde tienen que estar.
Fernando Calvi retoma después de muchos años a Bruno Helmet, en una historieta sumamente extraña: lo que sucede es fuerte, definitivo, crucial para la historia del personaje. Sin embargo, el autor se esfuerza por des-enfatizarlo, por desorientarnos con los bloques de texto para que creamos que en realidad nos está narrando una historia chiquita, una anécdota de poca trascendencia. El dibujo le da una vuelta de tuerca más al estilo que Calvi nos mostró estos últimos años en Fierro: como no puede recurrir al color, le prende fuego al lápiz, la tinta y las tramas mecánicas para lograr ocho páginas repletas de imágenes de altísimo impacto.
Finalmente, los autores de Animal Urbano, Guillermo Grillo y Edu Molina, se reencuentran para una breve historia que supuestamente “pasa en limpio” lo sucedido en la novela gráfica de Carlitos (la vimos el 10/ 6/ 12), aunque en realidad lo que hace es introducir con mucho ingenio un concepto que –me parece- está pensado para habilitar (más adelante, si el proyecto de la antología se afianza y prospera) el encuentro entre varios de estos personajes. El dibujo de Molina (radicado hace ya muchos años en México) está bárbaro y hace que uno lamente enormemente que la historieta dure sólo seis páginas.
Hay un segundo tomo de la antología en carpeta, con historietas de Animal Urbano y Caballero Rojo (entre otros), pero por ahora no tiene fecha de salida. Esta primera entrega tiene sus altas y sus bajas, pero en general es un producto cuidado, con una edición impecable y con trabajos que los fans de Calvi, Jok, Hetchenkopf, Grillo y Molina no van a querer perderse por nada del mundo.
Published on February 24, 2013 09:44
February 23, 2013
23/ 02: ARROWSMITH

Con esta consigna, las posibilidades de que salieran 144 buenas páginas de historieta eran bastante altas. Pero hete aquí que Busiek y Pacheco deciden no arriesgar: esta versión de la Primera Guerra Mundial es la de un mundo alternativo, en el que existen (integrados a los seres humanos normales) dragones, gárgolas, vampiros, hombres lobo, zombies, gigantes, trolls, golems y hechiceros de toda clase. Tanto Prusia como Galia cuentan con bichos, artefactos y conjuros de origen místico y los usan para lograr la ventaja en esta guerra cruenta y a gran escala. De hecho, el cuerpo de “aviadores” donde milita Arrowsmith no tiene aviones, sino que los “pilotos” vuelan propulsados por hechizos que los vinculan a los pequeños dragones que los acompañan.
A partir de la introducción de los elementos fantásticos, Busiek y Pacheco se permiten a sí mismos no obsesionarse con el tema de la documentación histórica y la reproducción fidedigna del período en cuestión. Como en Rex Mundi, se animan a redibujar el mapa, a cambiar brutalmente el equilibrio de poderes entre las naciones de este 1915 alternativo, a los efectos de que la historia sea menos predecible. Y a partir de ahí, toda la atención que no le ponen a respetar nombres y rostros de presidentes, reyes y ministros, toda la bola que no le dan a los uniformes y armamentos de cada una de las milicias involucradas, se la dan al desarrollo de los personajes y sobre todo a las emociones que genera en ellos el contexto extremo en el que les toca vivir. Claramente el personaje mejor trabajado es Fletcher Arrowsmith, aunque también hay secuencias de alto impacto para Rocky, Grace y Jonathan.
El final, si bien es monumental, no suena a final definitivo, y durante los distintos episodios asoman puntitas de misterio que no terminan de cerrar. Por supuesto, el universo bélico-místico que plantea la saga también es imposible de explorar en su totalidad en menos de 150 páginas. O sea que yo sospecho que esto se escribió como primer arco de una serie, que lamentablemente nunca continuó.
Está complicado encontrar palabras para lo que hace Pacheco a la hora de dibujar esta saga. Entintado por Jesús Merino con línea clara, finita, muy prolija, acá tenemos una versión del maestro gaditano que lo acerca muchísimo a los grandes dibujantes de aventura histórica que triunfan en el mercado franco-belga. Con muchos primeros planos y bastantes páginas de un sólo cuadro, es cierto, pero con un laburo impresionante en los fondos, detalles increíbles y una sutileza para las escenas tranqui que generalmente no logran los autores identificados con el género superheroico. A esto sumémosle el generoso despliegue de acción y machaca que pela Pacheco en los tramos centrados en el combate, su narrativa fina y efectiva (que acá, además, hace magia para no shockear más de la cuenta con el gore) y un muy buen trabajo del colorista Alex Sinclair, y nos queda un libro inmensamente placentero a la vista.
Arrowsmith no marca un antes y después en la historia del comic ni aspira a ascender al Olimpo. Sin embargo la rompe y te deja pidiendo a gritos una secuela. ¿Por qué? Por su hábil combinación de géneros, la profundidad que adquieren personajes y situaciones y el enorme talento volcado por una dupla autoral que se entiende a la perfección y a la que le sobra huevos para buscar vueltas nuevas, sin regurgitar ad infinitum los yeites del comic de superhéroes que tan bien manejan. Tengo la sensación de que el TPB está descatalogado, o que no es fácil de encontrar. Pero vale la pena incluso recorrer varias dimensiones alternativas con tal de conseguirlo.
Published on February 23, 2013 15:42
February 22, 2013
22/ 02: PROMESA

Promesa se editó en España en 1995 y fue la primera vez que una editorial de ese país apostaba por el shojo, en este caso con dos historias cortas de Keiko Nishi, publicadas en un único tomo de 80 páginas. Ya sólo por esa chapa, por esa impronta vanguardista, me interesó para comprarlo. Además me atrajo que fueran dos historias autoconclusivas, me encanta ese formato (Planeta lo utilizó bastante a mediados de los ´90 para editar mangas MUY copados) y lo vi muy barato en una comiquería. Veamos con qué me encontré al leerlo:
A nivel gráfico, Keiko Nishi comparte todos los problemas (algunos dirán “son los códigos”) que veo en casi todas las autoras de shojo: no hay equilibrio entre masas negras y espacios blancos, los varones son casi idénticos a las mujeres, la narrativa se entorpece cuando aparecen esas viñetas todas blancas o todas negras donde “vemos” diálogos pero no a los personajes que los emiten, se nota mucho el apuro (o el desdén) a la hora de dibujar fondos y vehúculos... lo de siempre, bah. Nishi la rema bastante bien con algunas viñetas aisladas (sobre todo en la primera historieta) en las que pela unos cross-hatchings alucinantes, dignas de un virtuoso del plumín. En el resto, es una mangaka del montón, un exponente más de esa forma de dibujar y narrar que a mí no me cierra. Por lo menos no mete super-deformers ni personajitos cute, ni bloques en los que narra en primera persona qué le pasaba mientras dibujaba los mangas.
La segunda historia, Desde que te has ido, arranca bastante bien, en un momento afloja un poco y, cuando parece que está por repuntar, se termina. Se me dirá “¿y, qué querés si son sólo 34 páginas?”. Responderé “Flaca, antes de empezar sabías que eran 34 páginas. ¿para qué te cebás contando un flashback de 10 páginas?”. En fin, tampoco es catastrófico...
Y la primera historia, la que le da título al álbum, tiene un argumento sorprendentemente bueno. Después lo tira un poco abajo el guión, como suele suceder en este género, pero el argumento es muy atractivo. Tanto que, reescrito en clave dark, reinterpretado para el lado del misterio sobrenatural y graficado de otra manera, se podría acercar a los relatos más argolla-friendly del maestro Neil Gaiman. La historieta no está para nada comprimida ni estirada, y es –para lo que solemos ver en el shojo- entre aceptable y buena, pero la idea que la motoriza, la premisa que conjura Keiko Nishi, es realmente bella. Promesa se publicó originalmente en Japón allá por 1990, así que ya nadie se va a avivar si alguien se afana esta idea y –disfrazándola un poquito- la usa para un nuevo manga, o un comic occidental, que parta de la misma base.
En buena medida gracias a sus primeras 42 páginas, Promesa cumplió. Entré con la expectativa de no salir demasiado indignado y me fui con la satisfacción de haber encontrado un planteo argumental bueno y otro brillante, que se lucen a pesar de tooodo lo que hace ruido, tanto en el guión como en el dibujo. Bien por Keiko Nishi y bien por Planeta-DeAgostini, que eligió criteriosamente con qué historias abonar ese terreno que en la España de 1995 era un baldío y hoy es un pastizal fértil y generoso en el que comen unas cuantas bestias.
Published on February 22, 2013 14:34
February 21, 2013
21/ 02: KANE Vol.1

Esperé muchos años para leer esta obra de Paul Grist y la verdad que recontra valió la pena. Kane es un policial de tono realista, ambientado en una ciudad que no existe (New Eden). Las historias combinan investigación, algo de acción y un cachito de humor, sin perder nunca el foco, que son los procedimientos policiales. Como si esto fuera poco, Grist le da carnadura a varios personajes y nos los hace sentir sumamente reales. Y esto recién empieza: me da toda la sensación de que en los tomos siguientes va a haber todavía más énfasis en la caracterización.
Esto que Image publicó en seis tomos, originalmente salió en comic-books, editados por el propio Grist, a través de su sello unipersonal, Dancing Elephant. Según él, lo que lo llevó a autoeditarse fue su fanatismo por Cerebus, que además se nota en la narrativa, en la búsqueda permamente de efectos para sorprender al lector con la puesta en página. En ese sentido, el tributo de Grist a la obra magna de Dave Sim es notable y constante en los todos los episodios que recopila el libro. Ahora en la superficie del dibujo, la principal referencia es Sin City. Sospecho que Grist leyó también a José Muñoz, a Mike Mignola, a Rian Hughes y muy probablemente también a Alex Toth. Pero a la hora de “subirse” a una estética, elige la de los violentos thrillers urbanos de Frank Miller, e incluso mete las panatllitas de TV al mejor estilo Dark Knight. Con ese claroscuro fuerte y esa línea sintética y sobria, Grist hace –definitivamente- lo que quiere y nos lleva a gusto y piaccere por escenas tensas o relajadas, por climas ominosos, por persecuciones a todo o nada o por momentos en el que la rutina de estos canas amenaza con llevarse a la historia para el lado del slice of life.
Por las características propias de su industria del comic, Inglaterra nunca generó demasiados autores integrales, sino más bien guionistas que no dibujan y dibujantes que no escriben. Hay varias excepciones, por supuesto, y Paul Grist es una de las más llamativas, sobre todo por la calidad de las obras que acumuló en los últimos 25 años. Ahora, a redoblar esfuerzos para conseguir los tomos restantes de Kane.
Published on February 21, 2013 12:50
February 20, 2013
20/ 02: EL FEO

El planteo de la obra es sumamente ganchero: un demonio cansado del Infierno vive en la Tierra, más precisamente en un Abasto teñido de malevaje y arrabal. Pero resulta que esta especie de Hellboy encapuchado está enamorado de una diosa, Minerva, y la quiere encontrar. La trama narra básicamente la búsqueda de Minerva por parte de Edmond, el Feo, que se llama así por el gran Edmundo Rivero. Entre secuencias oníricas, garches sensuales (no se sabe cómo, pero El Feo la pone bastante seguido) y algunos momentos de acción, Saracino nos lleva por distintos inframundos hasta llegar al encuentro entre Minerva y El Feo, que no termina para nada como uno se lo espera.
A su habitual solvencia para el realismo mágico y la combinación de elementos terrenales y sobrenaturales, Saracino suma un hábil manejo de la mitología tanguera. Letras y climas típicos de la música que hace 100 años identifica a Buenos Aires invaden la historia de El Feo y la enriquecen, le suman vuelo y poesía. También suman esas frases definitivas, esas sentencias que algunos personajes le tiran al protagonista (que no responde porque es mudo), invariablemente bien escritas. Lo que no me llegó a atrapar del todo es el conflicto, en una de esas porque Saracino cuenta en el prólogo cómo lo va a resolver.
Y lo que definitivamente deja a El Feo afuera de la lista de los libros imprescindibles es el trabajo de Hetchenkopf al frente de la faz visual. Se nota que estamos ante un dibujante que sabe, que no improvisa, pero excepto por los primeros planos (en los que deja la vida), se lo ve poco comprometido con la trama. Claramente a Hetchenkopf no le copan las páginas con más de seis viñetas y las muchas veces que el guión se las exige, responde con dibujos precarios y planificaciones forzadas, en las que no se lucen ni su dibujo, ni la mezcla de brutalidad y sensualidad que proponen los textos. Además, Hetchenkopf se suma a la onda “ni en pedo dibujo un fondo”. Cuando no alcanza con meter manchas negras, atrás de los personajes aparecen invariablemente fotos apenas retocadas, en contraste bastante grosero con la estética del dibujo. A favor de Omar tenemos que decir que evolucionó un montón: ya no es el clon correcto de Carlos Meglia que vimos en King Cop. Ahora tiene una identidad gráfica más personal, aunque para sentarse entre los maestros del claroscuro le falta poner bastante más huevo. En un momento me imaginé estas páginas dibujadas por Dante Ginevra y tuve una especie de nirvana.
Con la originalísima consigna de combinar el mundo de los ángeles, los demonios, las hadas y los dioses con el submundo siome y sórdido del arrabal porteño, El Feo cuenta y canta, muestra y sugiere una historia “de amor a pesar de todo”. Para ser Gardel, le falta un dibujante que se juegue más, y por ahí descomprimir un poco más la trama, darle más aire, para evitar esas páginas de ocho y nueve cuadros que conspiran contra el clima de la obra y le aceleran mucho el ritmo a un baile que se disfruta más cuando se baila más pausado, cuando se franelea más.
Published on February 20, 2013 15:42
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