26/ 02: THE MARVELS PROJECT

Fogoneado por la recomendación de lectores de este blog y amigos cuyos gustos suelen coincidir con los míos, cuando vi barato este libro me lancé sobre él.
Adentro me encontré con un prolijo recuento de los albores de las carreras de los primeros superhéroes de Marvel, los que surgieron poquito antes de que EEUU se sumara oficialmente a la Segunda Guerra Mundial. Al igual que el Legacies de Len Wein, The Marvels Project no tiene una estructura típica, con principio, desarrollo y fin de un argumento, sino que funciona como una especie de crónica de distintos acontecimientos que suceden entre 1938 y 1942, narrados por un personaje que los mira mitad de adentro y mitad de afuera. El Angel es un justiciero enmascarado, a quien el propio Capitán América tiene en alta estima. Pero nunca pisará la Alemania nazi, ni siquiera un mísero cuartel militar de EEUU y no se sentará ni cerca del presidente Roosevelt. O sea que mucho de lo que sucede en la/s historia/s, el Angel no lo vivió, sino que se lo contaron otros protagonistas. La idea de que sea un personaje claramente segundón el que lleve la voz cantante sirve para que la historia, si bien cobra visos épicos, sea vista siempre desde el suelo, desde un tipo normal, sin poderes, que gran parte del día es un newyorkino más. Casi la Gran Astro City.
Gradualmente, el maestro Ed Brubaker (que es quien firma este guión) desplaza el foco de Nueva York hacia el frente de combate en Europa y sobre el final le dedica también una extensa (y desoladora) secuencia a los trágicos sucesos de Pearl Harbor. Los superhéroes impulsan la historia hacia el género en el que se sienten más cómodos, pero recién al final la machaca grandilocuente le gana la pulseada al género bélico, al espionaje y al crimen urbano que (con la onda típica de los pulps) domina buena parte de la obra. La idea de Brubaker es recontar este amanecer de los héroes en el Universo Marvel desde una óptica más realista y menos bizarra, y para eso se apoya bastante en el primer tramo de Marvels (aquel clásico de Kurt Busiek y Alex Ross), al que expande, complementa y traiciona en sólo detalle, que es la edad de Nick Fury.
De todos modos, no se puede decir que Brubaker no haya hecho los deberes: por acá desfilan muchísimos personajes de fines de los ´30 y principios de los ´40, incluso algunos con poquísimas apariciones, y el guionista se esfuerza por darle a cada uno un perfil propio, una impronta propia y hasta que nos interesemos por ellos. Hay héroes, hay villanos, hay –como en todo comic que juega a implantar retroactivamente las bases de la continuidad- guiños a lo que uno sabe que va a suceder y además hay una especie de misterio muy bien llevado que tiene que ver con Matt Hawkins, el Two-Gun Kid, el cowboy desplazado en el tiempo que compartió varias aventuras con los héroes del presente.
Al frente del dibujo está Steve Epting, un tipo que hace 20 años era dedicidamente un John Buscema de la B, y más tarde (en sus pasos por DC y especialmente CrossGen) mejoró ostensiblemente hasta convertirse en un gran dibujante de estilo realista. Epting formó equipo con Brubaker varios años en la revista del Capi América y está clarísimo que es una dupla que se entiende a la perfección. Si queda algo para criticarle a Epting a esta altura del partido es que su dibujo se pasa un poquito de solemne. Los personajes parecen no distenderse nunca, jamás se rien, siempre están con cara de malitos, viendo a quien soltarle el próximo grito o la próxima trompada. El resto, todo óptimo. Me encantó su Human Torch (obviamente tributario del de Alex Dioss), me encantó su reconstrucción histórica tanto de New York como de la Europa en guerra, la forma en la que integró las referencias fotográficas al dibujo y, por supuesto, la forma en que el glorioso Dave Stewart entendió el estilo de Epting y lo levantó tremendamente con su habitual magia cromática.
The Marvels Project ofrece una versión más verosímil, más dramática, más cruda, en un punto más humana, de las primeras epopeyas de los héroes marvelianos de la mal llamada Golden Age. Si ese contexto histórico te interesa mínimamente, dale una oportunidad, porque Brubaker puso mucho huevo para que esos personajes, que en su momento eran sosos, chatos y sin onda, acá brillen en todo su esplendor. Incluso se tomó el laburo de explicar cosas imposibles como la militancia de Namor en los Invaders, codo a codo con Human Torch, con quien se cagó a trompadas en varias ocasiones. Y por si faltara algo, el dibujo está muy, muy bien.
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Published on February 26, 2013 18:43
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Andrés Accorsi
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