Andrés Accorsi's Blog, page 170
December 21, 2013
21/ 12: CINEMA PANOPTICUM

Todo el libro está planteado en base a una grilla de cuatro viñetas, centradas dentro de una página en la que bien podrían entrar seis. No es grave, nunca sentís que Ott se está tirando a chanta, o que te está mezquinando dibujos. Por suerte no se aferra ciegamente a la grilla de cuatro cuadros, sino que a veces –cuando el guión lo requiere- opta por tres o dos viñetas, obviamente más grandes y más laburadas.
La secuencia de enlace, con la nenita curiosa (y pobre) como protagonista es de una belleza infrecuente y transmite una ternura que no suele verse en los comics de Ott. La primera historia autoconclusiva, The Hotel, es una obra maestra. Tensa, hipnótica y con una vuelta de tuerca en el final totalmente sorprendente y genial. Esas 16 páginas valen lo que pagues por todo el libro.
En las 16 páginas de The Champion, el suizo se mete con la estética de los luchadores enmascarados, pero le da un giro a la temática para introducir conceptos metafísicos, más allá de la machaca entre chabones musculosos. El final pega muy abajo, donde duele un rato largo, y si bien no es del todo impredecible, es definitivamente conmovedor.
The Experiment está planteada en tono de comedia freak, con un humor bastante negro, bastante cruel, que no impide que el desarrollo de la trama nos ponga nerviosos. Probablemente sea la historieta menos impactante del tomo, la más fácil de leer y de digerir. Es graciosa, es macabra, tiene una curva dramática muy atractiva, pero no llega a ser brillante.
The Prophet tiene una página más que las otras (17) y está apenitas estirada. Acá, por debajo de la “aventura”, subyacen temas más profundos, que tienen que ver sobre todo con la alienación de la gente en las grandes ciudades, y cómo las boludeces cotidianas que captan toda nuestra atención nos impiden darnos cuenta de cosas más grandes que también suceden y que registramos cuando ya es muy tarde. De nuevo Ott le juega muchas fichas al final y este es sorprendente y redondísimo.
Ni hace falta agregar –me parece- que todo esto está dibujado como la hiper-concha de Dios por un genio fuera de control, un maestro con un estilo 100% personal, que maneja de taquito una amplísima gama de recursos técnicos, narrativos y expresivos tan únicos e increíbles que lo convierten en una especie de alienígena. Ver un par de viñetas de Thomas Ott significa enamorarse en el acto de este virtuoso del comic, insuperable en la ejecución, pero también infalible a la hora de plantear y desarrollar las historias.
No te meto más fichas para que te compres Cinema Panopticum por el tema que ya mencioné, que es lo rápido que se lee. Ahora, si lo que te interesa del comic son los dibujos o si –como yo- lo encontrás en oferta a buen precio, no lo dudes un segundo. Esto es papa finísima y por momentos roza la categoría de Historieta Perfecta.
Published on December 21, 2013 05:21
December 20, 2013
20/ 12: TERMINUS Vol.3

Musa nos muestra a Bruno Chiroleu en una sana búsqueda estilística en la que encuentra un registro que –para mi gusto- es el que mejor le sienta. El guión es lindo, redondito, apenas previsible. Se podría publicar tranquilamente en cualquier antología del mundo.
La Nana, de Marianela Martin y Juan Pablo Vaccaro, tiene un dibujo alucinante, cautivante, muy climático. El guión, en cambio, se enreda rápidamente en una vetusta telaraña de lugares comunes y siempre sabés cómo va a terminar.
Cuentos Costeros, de Germán Curti, presenta un argumento chiquito y no demasiado original, dibujado como los dioses. Este muchacho está en un gran nivel y brilla en varios rubros, principalmente en la aplicación de los grises.
Rip Van Hellsing, de Barreiro, Ferrúa y Santana, es una aventura pura y dura, sin ninguna pretensión más que la de la machaca y los cheap thrills, y en ese contexto funciona lo más bien. Tiene ritmo, está bien narrada, es pochoclo de calidad.
¿Viste por qué yo siempre digo que NO hay que poner historietas con continuará en las antologías? Esta vez no están ni Individuo H ni Chess Masters, las dos “series” que continuaban desde la primera entrega. ¿Y de qué nos disfrazamos? De nada: apenas se las reemplaza con pin-ups y breves textos que nos presentan a los personajes (por si alguno no leyó los tomos anteriores, o los leyó y no los entendió).
Martín Almeida aporta una comedia tranqui, para pasar cuatro páginas de distensión y sonrisas... si no leíste nunca 4 Segundos. Si conocés esa obra maestra de Alejo G. Valdearena y Feliciano G. Zecchín, esto te va a parecer un choreo a mano armada, con TODO (hasta la forma de los globos y las tipografías) calcado de aquella mítica historieta.
La de Maximiliano Cabral y Sebastián Sala está muy bien, es interesante y tiene un dibujo muy, muy bueno. Pero –no aprenden, no hay caso- el final no está acá, sino en una entrega futura de la antología.
Y cierra 20 dólares, una breve historia urbana de mugre, venganza y violencia. El guión de Gastón Flores cumple sin descollar y el dibujo es de Lisandro Estherren (el monstruo al que vimos el 24/10/13 en la reseña de Etchenike), que acá también está prendido fuego con las texturas, las aguadas y las manchas de su pincel mágico, aunque se ve más el esfuerzo por integrar su virtuosismo gráfico al relato que intenta llevar adelante. En una palabra: a diferencia de Etchenike, esto se entiende de una, no hay que quemarse las pestañas para decodificar cada viñeta.
Y el resto son ilustraciones muy lindas, pero que a mí, como lector de historieta, me aportan muy poco. A la publicación, le aportan la posibilidad de incluir en la portada los nombres de algunos dibujantes conocidos (Santiago Caruso, Tito Viacava, Emilio Utrera) que por ahí le llaman la atención a algún curioso. Por supuesto uno preferíría ver a esos artistas arremangarse y dibujar una historieta, aunque sea de cuatro o cinco páginas.
El Vol.4 de Términus se publicó a principios de Noviembre y ya lo tengo en el pilón (más bien montaña) de libros para leer en 2014. Volveremos a visitar este refugio para historietistas mayoritariamente jóvenes, a los que les interesa trabajar en los géneros clásicos, sin hacerse los poetas ni bajar línea socio-política.
Published on December 20, 2013 05:20
December 19, 2013
19/ 12: EL VECINO Vol.1+2

El primer tramo de El Vecino se podría definir como “el Astro City español”. Se trata de una muy buena historia, con personajes muy reales, muy queribles, y con el detalle de que uno de ellos además es superhéroe. A García no le interesa contarnos las peleas entre Titán y el Dr. Tentáculos, sino indagar en cómo estas alteran la rutina y le complican la vida cotidiana a Javier López (el periodista del diario Cosmos que se transforma en Titán) y a su vecino y amigo José Ramón, a menudo encargado de encubrir al enmascarado para proteger el secreto de su doble identidad. Estas primeras 50 ó 52 páginas, en las que se forma el vínculo entre los vecinos y nos metemos a fondo en sus vidas, es lo que más me gustó del libro. Ver cómo Javier gana como Titán y pierde en su identidad civil porque Lola, la minita que le gusta, desconfía todo el tiempo de él, cómo el retraído José Ramón logra levantarse a Rosa, la vecina copada del edificio, cómo los amigos se complican y se enredan a medida que se acumulan las mentiras para tapar el tema de que Javier es Titán... todo eso me pareció muy divertido, y a la vez bien planteado, creíble (a pesar de los superpoderes), profundo, original, muy satisfactorio.
El segundo tramo pega un giro bastante arriesgado, y ahora García nos invita a seguir a Javier en su descenso hacia el ostracismo y la marginalidad. De a poco, el superhéroe abandona su trabajo, su departamento, a sus amigos, sus combates con los villanos, y sobre el final hasta abandona a las píldoras que le dan sus superpoderes. Para cuando toca fondo, Javier vive en la calle, entre los indigentes, come de los tachos de basura y garcha de vez en cuando con una prostituta heroinómana. Uno de los crotos, el veterano y astuto Martín (otro personaje MUY bien trabajado por García) deducirá el enigma de Javier, mientras que José Ramón, Lola y Juan (su actual novio) buscan la forma de ayudar al superhéroe caído en desgracia. El drama desplaza a la comedia, las peleas ya no aparecen ni de fondo y la historia cobra un cierto cariz de denuncia, busca shockearnos con un testimonio (también muy realista) de lo mal que viven los expulsados de la sociedad. Si en el primer tramo García borroneaba con criterio las fronteras entre buenos y malos, acá directamente las hace desaparecer.
Pepo Pérez se luce en un estilo sumamente francés. En cada página y en cada viñeta se sienten las influencias de Dupuy y Berberian, Gregory Mardon, Christophe Blain... Por supuesto en la pelea grossa entre Titán y el bicho alienígena que mata a su antecesor, la estética le rinde homenaje a la de Jack Kirby. Pero todo el resto de la novela está impregnada de los trazos de estos maestros franceses. Como el típico álbum francés, El Vecino está repleto de páginas con 10 viñetas, y a veces más, muy chiquitas, con poco espacio para el lucimiento de Pérez, y –esto sí es novedoso- con muchos primeros planos y planos medios, y muchas páginas de nueve cuadros con la clásica grilla de Watchmen. Pérez se banca con categoría las páginas de 8.000 cuadritos diminutos, le pone todo a las expresiones faciales y levanta muchísimo toda la faz gráfica de El Vecino cuando incorpora el color, que también nos remite a Dupuy y Berberian, y además está perfecto en todos los tramos del libro, los más luminosos y los más sombríos.
Me falta un dato interesante y es que tanto García (a quien ya nos cruzamos el 09/11 de este año) como Pérez son especialistas en historieta, con muchísimos textos publicados en varias de las revistas “teóricas” más importantes de España. Esto refuerza la sensación que transmite El Vecino de ser una obra en la que todo está pensado de punta a punta y nada está librado al azar. Se trata de dos eruditos, dos tipos que han leído y reflexionado a fondo sobre los géneros con los que decidieron jugar. El resultado es un comic muy intenso, que por cantidad de viñetas y cantidad de texto requiere de más esfuerzo por parte del lector que el típico álbum de 130 páginas, y que me dejó con muchas ganas de entrarle al Vol.3, porque hasta acá los autores mostraron mucha solidez, varias ideas inquietantes y ganas de escaparle al “más de lo mismo”, incluso cuando parten de una premisa tan... básica como “¿qué harías si descubrieras que tu vecino de al lado es un superhéroe?”. Prometo leer pronto el tomo final de la saga.
Published on December 19, 2013 11:57
December 18, 2013
18/ 12: THE UNWRITTEN Vol.6

Cinco de estos episodios integran la saga llamada “Tommy Taylor and the War of Words” y nos muestran la lucha más abierta, más frontal, menos subrepticia entre nuestro joven protagonista y los villanos de la serie, la poderosa secta conocida como “el Cabal”. Acá Tom ya sabe usar los poderes de la ficción y se la pasa tirando los conjuros que Tommy usaba en las novelas escritas por el viejo Wilson Taylor (si no entendiste esta frase, releé las reseñas de los tomos anteriores). Y está bien, pero cansa un poco. Tom actúa como el héroe clásico, los villanos como villanos clásicos, y el único que nos reserva alguna sorpresa es Pullman, el más pesutti de los malos, que durante muchos episodios aburre con su pose de duro y en el último... no te voy a contar lo que hace, pero está muy bien, levanta mucho la puntería.
Si nunca leíste The Unwritten, no se te ocurra empezar por acá. Esta es la batalla a todo o nada entre el héroe y sus némesis, donde se dirimen conflictos que se arrastran desde el Vol.1. También esta lucha crucial, definitiva, tendrá consecuencias grossas en los tomos futuros, porque Carey se anima (con ponderable audacia) a boletear a personajes muy importantes para la saga. Veremos cómo se acomoda todo. El último episodio pide a gritos uno o varios epílogos que pasen en limpio lo que sucedió y cómo se reorganiza el tablero para seguir adelante con la partida, a la que todavía le quedan varios tomos por editarse.
Los cinco episodios que no son parte de esta epopeya son unitarios, casi siempre con dibujantes invitados. El primero ofrece tres secuencias breves de la mano de tres monstruos: Mike Kaluta, Rick Geary y Bryan Talbot nos revelan distintas maniobras del Cabal para lograr, desde tiempos remotos, el control sobre los relatos, que es la verdadera fuente de su poder.
El siguiente unitario lo dibuja Peter Gross, pero casi no se nota, porque lo tapan mucho las excelentes tintas de Dean Ormston, que le imprime su estilo a la historieta. El argumento es una especie de Gilgamesh vs. Caín, pero con muchas puntas que conectan con lo que vimos en el Vol.4.
Gross vuelve para dibujar el tercer unitario, con tintas de Vince Locke, que también pone mucho de su propia cosecha. La historia narra el origen de Rausch, la enigmática titiritera que juega para el equipo de los malos.
El único unitario flojo es el que protagoniza Will Tallis (el verdadero nombre de Wilson Taylor) en la Primera Guerra Mundial, a pesar de los buenos dibujos de Gary Erskine.
Y el último es brillante, porque cuenta algo de lo que ya vimos en la lucha entre Tom y el Cabal, pero desde otra óptica totalmente distinta, y con muy buenos dibujos de Gabriel Hernández Walta. Sólo a un maestro se le ocurre hacer lo que hizo Carey en ese unitario.
Me falta destacar que en los episodios de la saga central el dibujo de Gross se ve mucho mejor que de costumbre porque ahora tiene como entintador a M.K. Perker, el virtuoso dibujante turco al que vimos pelar grandes laburos en Air. La combinación entre Gross y Perker funciona muy bien, y en los mejores momentos me hizo acordar a los números de Shade o de Generation X en los que Mark Buckingham entintaba a Chris Bachalo. Ojalá el turco se quede hasta el final de la serie, porque resolvió el principal problema (quizás el único) de The Unwritten, que era la escasa onda de los dibujos de Gross.
Para el año que viene, tengo ya encanutados un tomo más de esta serie y Tommy Taylor and the Ship that Sank Twice, la primera OGN de The Unwritten, que tiene muy buena pinta. Si te gusta leer, si te fascina el poder de los grandes relatos, si creés que la palabra define al mundo, si alguna vez soñaste con interactuar en el mundo real con tus héroes de la ficción, Mike Carey y Peter Gross te van a atrapar en una red sumamente compleja de aventuras, reflexiones, conjuras y emociones. Ya recomendé mil veces la lectura de esta serie, pero la recomiendo una vez más, porque –como dice Mirtha- el público se renueva.
Published on December 18, 2013 15:08
December 17, 2013
17/ 12: MARSUPILAMI Vol.3

¿En qué estaba pensando Yann cuando Franquin lo llamó para integrarse al equipo? Ni idea, lo cierto es que Mars le Noir es un álbum muy bien escrito, con mucha acción, una aventura compleja, entretenida, muy bien matizada con una fuerte bajada de línea en favor de la ecología. Mars, el personaje que le roba groseramente el protagonismo al titular de la serie, le permite a los autores armar un atractivo juego de opuestos con nuestro bicho favorito, porque si bien es oriundo de Palombia, vivió casi toda su vida en cautiverio, como una atracción más del circo Zabaglione. Y cuando el payaso Noé lo suelte en su jungla natal, Mars descubrirá que tantos años de comodidades, de recibir la comida en la boca, lo convirtieron en un bicho poco apto para sobrevivir en un hábitat salvaje. Ahí está lo más jugoso del guión, cuando Yann y Franquin usan a Mars para responder la pregunta “¿cómo sería un marsupilami si creciera en cautiverio, alimentado y entrenado por los humanos?”. La respuesta es “bastante pelotudo”, pero sin embargo se esfuerzan para darle a Mars una buena cuota de carisma y de ingenio, como para que nos caiga bien a los lectores, aunque no sé si va a reaparecer en los tomos posteriores.
El peligro más grosso, el de la multinacional yanki que quiere construir una autopista que corte al medio la selva de Palombia, será desactivado gracias al accionar de Noé, mientras los dos marsupilamis (Mars y el clásico) quedan relegados a meros testigos de los cataclísmicos sucesos. Los villanos corporativos y sus sicarios, los que toman cartas en el asunto y se internan en la jungla para devastarla, son personajes chatos, unidimensionales, sin pliegues y sin sorpresas. Burdas caricaturas, bah. Por suerte hay pesonajes secundarios ricos y bien pensados, como el propio Noé (que de secundario tiene poco), Zabaglione y Bip y Sarah, los chicos humanos que viven ocultos en la selva.
El dibujo está una vez más a cargo de Batem, que banca perfectamente los trapos en el estilo clásico del maestro Franquin, sin copiarlo, pero sin despegarse de esa estética tan personal, perfectamente idónea para este tipo de aventuras, en las que tiene tanto peso el humor descontrolado. Con la restricción del estilo heredado de Franquin, más el condicionamiento que suponen las numerosas páginas con más de 10 viñetas, Batem podría tirarse a chanta, a cumplir con lo justo, y no le podríamos decir ni mu. Por suerte, el tipo se arremanga y deja todo en estas páginas difíciles de dibujar y también difíciles de colorear, con lo cual las loas se hacen extensibles al colorista Vittorio Leonardo, que hace un excelente trabajo.
Por ahora, me bajo en esta. Quizás más adelante vuelva a visitar a este ícono del comic franco-belga que tanta chapa cosechó a partir de sus apariciones en las aventuras de Spirou. Y hablando de Spirou, no me olvido que prometí reseñar antes de fin de año el último álbum de la etapa de Tome y Janry. La semana que viene, sin falta.
Published on December 17, 2013 13:08
December 16, 2013
16/ 12: SILENCIO (HOSPITAL)

1) Me hubiese gustado ver la novela publicada a todo color, o en un claroscuro más marcado, sin grises ni texturas.
2) No coincidí mucho con las elecciones del dibujante Víctor Zelaya en materia de angulaciones y composición de las viñetas. A veces sí, me parece que hay hallazgos y otras veces no, hay más confusión que buenas ideas.
3) Me parece que el truco de ralentizar la narrativa mediante un mosaico de viñetas muy chiquitas (algunas sólo de texto, al estilo Matt Wagner) funcionaba bárbaro para las secuencias de Pastilla y el Rey, pero tantas viñetas microscópicas en las demás secuencias, me pareció demasiado. Por ahí hacían falta 12 o 16 páginas más para no abusar de ese recurso.
4) Faltó un poco de claridad para plantear mejor cada conflicto. Los personajes están muy bien presentados; los conflictos, no tanto. Y eso se siente sobre todo en la resolución, a la que le falta un poquito más de fuerza. No pido que le den la papilla masticadita al lector, pero por ahí sí establecer de modo más power cada uno de los ejes dramáticos por los que transita la obra.
5) El dibujo de los personajes, sencillo, naïf, aniñado, me parece que daba más para otro tipo de historia. Es raro, porque en las tomas panorámicas, cuando nos muestra la ciudad, los edificios, los departamentos (en la portada, sin ir más lejos), Zelaya acierta con total precisión y se acopla perfecto al clima del guión de Farías. Y cuando dibuja a los personajes, parece que está dibujando una tira cómica, o ilustrando un manual de colegio primario.
Dicho todo esto, aclaro que la pasé bien durante la lectura de Silencio (Hospital), porque me engancharon las tramas, me gustaron los personajes y sobre todo me cerró el tono, esa cosa medio melancólica, por momentos un toque sórdida, pero con margen para que se cuelen el amor, la comedia, la solidaridad y hasta un par de garches lindos, aunque no muy enfatizados.
La semana pasada me topé con otro trabajo del prolífico Alejandro Farías que me resultó una verdadera delicia, original y redondita. Silencio (Hospital) sin dudas es original, sin dudas está bien escrita, pero me hicieron ruido esos detalles que enumeré recién, por eso no la pongo entre las obras indispensables de este talentoso guionista.
Published on December 16, 2013 17:54
December 15, 2013
15/ 12: LAS AGUILAS DE ROMA Vol.1

Para su primera serie como solista, Marini no arriesgó con la temática: se tiró a una aventura de ambientación histórica y eligió la época del Imperio Romano, una de las favoritas de los lectores francófonos. Pero fue más allá: uno de los protagonistas de Las Aguilas de Roma, Arminio, el bárbaro germánico que será entrenado para convertirse en un militar romano, es un personaje histórico que existió en la realidad y lo que hará Marini será “barnizar” un poco esa historia real para convertirla en una aventura emocionante para el lector.
Una aventura que –sospecho yo- comenzará a ganar protagonismo a partir del segundo tomo, porque acá Marini se dedica básicamente a plantear la situación histórica en la que transcurre la saga y a presentar a los protagonistas. En este último rubro, la labor del autor es sobresaliente. En no muchas páginas y sin un conflicto fuerte, acuciante, de por medio, los lectores llegamos a conocer a fondo al bravo Arminio, al impredecible Marco y a Tito Valerio Falco, que hasta ahora es el personaje secundario con más peso en la trama. Por supuesto hay varios secundarios interesantes más, principalmente Lucilla, la encargada de llevar adelante el plot que tiene que ver con la intriga palaciega, un componente importante en una primera entrega en la que la machaca, el aspecto bélico que podrían sugerir la portada y el título de la obra, no está tan enfatizado.
Más que en poner a los personajes en situaciones límite en la que todo está en juego, Marini se esfuerza por darles tridimensionalidad a través de escenas de sus vidas cotidianas. Veremos a Marco y Arminio forjar un vínculo, recibir un duro entrenamiento, conocer los placeres de la carne y ganarse amigos y enemigos dentro del entorno de los Falco. Todo esto en el marco de una reconstrucción muy fiel y muy atractiva de esos años (la historia arranca un año antes de Cristo y termina –por ahora- en el año 4 de nuestra era). ¿Se puede prescindir de la épica para contar una historia del Imperio Romano? Sí, Marini demuestra que, como mínimo, se pueden dedicar las primeras 56 páginas de la historia a contar cosas que no pasan por las batallas y donde, si bien hay escenas fuertes, violentas, bastante heavies, la cosa va para otro lado.
En cuanto al dibujo, el suizo también nos reserva algunas sorpresas. No en el color, que está tan perfecto como en los mejores tomos de El Escorpión, sino más bien en el grafismo y en la narrativa. En estos sentidos, Las Aguilas... es el trabajo más europeo de Marini. Acá hay más viñetas por página, más tomas “de lejos”, y más cositas (enfoques, secuencias, detalles) de Hermann y de André Juillard que de Katsuhiro Otomo o Carlos Pacheco, que eran referencias con las que nos encontrábamos muy a menudo en los álbumes anteriores del ídolo.
Este primer tomo de Las Aguilas de Roma tiene como principal atractivo (además del dibujo de Marini, siempre impecable) esta posibilidad de ver cómo dos chicos muy distintos entre sí se convierten en hombres al servicio del Imperio Romano. Uno de ellos prácticamente está cumpliendo su destino, y el otro, por el contrario, lo está desafiando de un modo brutal, lo cual seguramente activará una serie de conflictos muy espesos en los tomos posteriores. Ya me pongo en campaña para conseguir lo que sigue, para ver cómo cosecha Enrico Marini todo lo que sembró en este primer álbum (de 2007) que –repito- lo pone al suizo en la selecta lista de los grandes dibujantes que un día quisieron ser guionistas y pelaron lo que había que pelar. Hace poquito salió en Francia el Vol.4 y pareciera ser que el Vol.5 será el último. Por suerte me quedan muchas páginas por recorrer junto a estos personajes perfectamente delineados por un autor que no dejó nada librado al azar. “Alea jacta est”, dijo una vez un romano al que le gustaba jugarse el todo por el todo...
Published on December 15, 2013 10:31
December 14, 2013
14/ 12: NORTHLANDERS Vol.7

Este último recopilatorio ofrece una historia contada en tres tandas de tres capítulos. Todo se centra en la vida del clan Hauksson, desde su llegada a las inclementes tierras de Islandia en el año 871, hasta su caída en el año 1260. La primera tanda de episodios nos muestra la llegada a Islandia y la dura adaptación al nuevo terreno, complicado por la feroz rivalidad entre los Hauksson y los Belgarssons, una pica que forzará a ambos clanes a adoptar prácticas extremas y sucias, como las que siglos más tarde implementarían los mafiosos. El tramo que va de 871 a 887 es una historia de aguante, de gente que se ve obligada a endurecerse, a hacerse cruel y abyecta para sobrevivir. También de ilusión, de apostarle fuerte a un futuro que quizás estos pioneros no llegaron a disfrutar.
El segundo tramo, que va de 999 a 1000, nos muestra a los Hauksson ya asentados como uno de los clanes más poderosos de Islandia, dueños y señores de tierras, ejércitos, negocios y riquezas. La pica contra los Belgarssons no cede y en el medio aparece un elemento desestabilizador, con el cual estos curtidos guerreros no saben cómo lidiar: la fe católica avanza por todo el mundo y llega a las heladas tierras del norte para forzar replanteos, nuevas alianzas y –obviamente- nuevos negocios.
Hasta acá, los protagonistas de estos dos arcos (Ulf en el primero, Brida en el segundo) eran jóvenes con mucha personalidad, con convicciones muy firmes, pero que en un punto aceptaban los cambios, se adaptaban a las nuevas realidades que les tocaban vivir. Para el tercer arco (el que transcurre en el año 1260), Wood nos propone un protagonista también joven y decidido, pero esta vez Oskar no se adapta a la realidad, sino que hará lo imposible para que la realidad se adapte a él, a sus deseos y a sus caprichos. Manipulado por su mujer y deslegitimado por su padre (lejos, el mejor personaje secundario del tomo), Oskar conducirá a los Hauksson a la ruina, la derrota y la deshonra. Y al final quedarán vivos los ideales, la promesa de una vida mejor en esta isla que queda en el culo del mundo (pero para el otro lado) y que –según Wood- nunca traiciona a los que dejan su sangre por ella.
En promedio, la Trilogía de Islandia tiene menos machaca que otros tomos, y cuando esta aparece está bien integrada al complejo equilibrio que propone Wood entre rigor documental, runfla política y exploración a fondo de las costumbres de estos hombres y mujeres que nos quedan geográfica y temporalmente tan lejos. Si hay que extraer un mensaje, yo diría que lo que el creador de DMZ nos quiere transmitir es que en todas partes y en todas las épocas hay garcas, soberbios, avechuchos, manipuladores, idiotas con poder, valientes, cagones, gente que se desloma para darle una vida digna a su familia, gente que apuesta por sus sueños más limados, gente con convicciones y gente que va para donde sopla el viento. Esta vez, Wood nos transmite el mensaje de un modo bastante sombrío, bastante triste, en historias en las que la esperanza tiene poca cabida y la alegría, ninguna.
El primer tramo está dibujado por el correcto Paul Azaceta, en un estilo adusto, agreste, con influencias de Michael Lark y Jorge Zaffino, entre otros. El segundo tramo está a cargo de Declan Shalvey, otro dibujante sin mayores inconsistencias, al que le falta definir una impronta visual propia, un grafismo que lo identifique al toque. Talento no le falta. Y en el arco final tenemos una vez más al genio croata Danijel Zezelj, en un nivel impresionante, por ahí no tan zarpado como en otros trabajos, sino más comprometido con la narrativa y con el guión. Zezelj impacta con su línea, con su técnica, con el armado de las secuencias, con esos homenajes alucinantes a Sergio Toppi, y felizmente el colorista Dave McCaig se acopla a la onda siempre vanguardista del croata.
No te quiero mentir: The Icelandic Trilogy no es el mejor tomo de Northlanders. Lo cual no significa que, en el global de los 50 episodios y los siete TPBs, no podamos hablar de una serie magnífica, que realmente marcó un antes y un después, y que terminó de poner a Brian Wood en la lista de los guionistas absolutamente imprescindibles que tiene hoy el comic yanki. Gracias Vertigo, gracias Wood, gracias Odin por tanta gloria.
Published on December 14, 2013 11:55
December 13, 2013
13/ 12: PUERTAS DEL EDEN

¿Dije “extraña”? Mejor poné “alienígena”. Edén es una de las historietas más inexpugnables que encontré en mi hondo bucear por los océanos de viñetas. No hay aventuras, no hay conflictos, las tiras no se construyen en base a un build-up hacia un remate humorístico, no hay una continuidad, hay un elenco de personajes rotativos de los cuales no sabemos prácticamente nada... sin dudas, esta tira no se parece a ninguna otra.
Como ya dije la vez pasada, el tema central de Edén son los sentimientos: el amor, la soledad, la nostalgia, los afectos, los pequeños placeres, la fascinación, la introspección… En esta tanda de tiras, aparece un leiv motif que es el amor de pareja y su fruto: un hijo en camino. Sospecho que esto tendrá que ver con situaciones que Kioskerman experimentó en su vida real, pero la verdad, no podría afirmarlo. Casi todas las tiras se basan en un par de frases con bastante vuelo lírico, brevísimos poemas (a veces con rimas), o haikus, a los que los dibujos de Kioskerman acompañan con imágenes que no siempre remiten a lo que pasa por los bloques de texto. A veces los textos no tienen mayor sentido, son frases entre naïf y surrealistas, otras veces son reflexiones u observaciones agudas, precisas, otras veces son frases cursis que parecen sacadas de un tarjeta de felicitación (falta el “Feliz Día, Te Quiero Mucho”), y en algunas tiras (pocas) Kioskerman prescinde completamente de los textos y –ahí sí- cuenta pequeñas historias ambientadas en este mundo idílico y ensimismado.
Lo más raro de todo es que las intenciones de Kioskerman se parecen poquísimo a las de los otros autores de comics y sin embargo este marciano se esfuerza por dominar cada vez mejor los mecanismos narrativos típicos del comic tradicional. En Edén vemos los recursos que habitualmente se utilizan para contar historias humorísticas o dramáticas, pero aplicados a no-historias, que no son ni humorísticas ni dramáticas.
Al dibujo se lo ve mejor que en el tomo anterior, más limpito, ya alejado de aquellos escarceos con la estética de Joann Sfar y más apegado a los clásicos que reformularon unos cuantos códigos de la tira diaria allá por los ´50 ( Charles Schulz, Otto Slogow) y a varios autores del palo indie americano, en su vertiente bajonero-reflexiva (Sammy Harkman, Robert Sergel... esa onda). El color, una vez más tiene mucho protagonismo y está aplicado con criterio y precisión. Me encantaría ver cómo se desenvuelve Kioskerman en otro tipo de historietas, en lo posible escritas por alguien que no sea él.
Esta historieta rara (aunque nunca críptica) se publicó bastante en otros países (Brasil, España, Francia, Canadá), supongo que porque a los editores más vanguardistas, más audaces, les habrá llamado la atención el trabajo de este autor que inventó una fórmula definitivamente novedosa. Genial, no creo. Pero sí muy honesta, muy genuina y sobre todo muy original. Si cada tanto te gusta escuchar voces que dicen cosas distintas en un tono distinto, a años luz del “más de lo mismo”, o si buscás un comic que le pueda llegar a interesar a una minita que habitualmente huye del comic como si transmitiera enfermedades venéreas, no está mal darle una oportunidad a los libros de Kioskerman. “Fui a las puertas del Edén y encontré todo muy bien”, cantaban los Abuelos de la Nada. Por ahí habían leído este librito...
Published on December 13, 2013 14:42
December 12, 2013
12/ 12: BAKUMAN Vol.3

Así como Death Note subvirtió las reglas sacrosantas del shonen pochoclero porque te obligaba a pensar, Bakuman pega otro hachazo de increíble precisión, afilado, tremendo, porque –además de divertirnos- nos hace reflexionar acerca del backstage del manga, es decir, cómo se piensa, cómo se escribe, cómo se dibuja, cómo se edita y hasta cómo se publicita un manga. ¿Cuál es el camino al éxito? ¿Cuál es la combinación de suerte, talento, cálculo, originalidad, onda con los editores, bajada de lienzos para con los fans, etc., que hace falta para que un manga sea masivo, popular, capaz de lanzar al estrellato a sus autores? ¿Cuánto de este gigantesco mecanismo funciona a base de pasión y creatividad y cuándo es hora de poner los pies sobre la tierra y convertir a los artistas en engranajes para que produzcan lo que el público quiere consumir? ¿Hasta dónde es deber del editor bancar a las series nuevas y hasta dónde vale dejar que “el voto del público” decida el futuro de los mangas, como si todo fuera un Bailando por un Sueño?
Sin descuidar el humor, la emoción, incluso la ternura, los guiones de Bakuman hablan de todo eso y –lo más importante- nos incluyen a los lectores en estos debates que son –no tengo dudas- absolutamente fundamentales para entender cómo se maneja la millonaria industria del manga en Japón. El maestro Ohba no te quema la gorra con sus argumentos acerca de cada uno de estos temas de debate, sino que deja que estos fluyan casi naturalmente en los diálogos entre los protagonistas que son, lógicamente, autores y editores de manga, de distintas edades y con distintas formas de encarar esta pasión convertida en laburo.
Y ya que nombro a los protagonistas, este tercer tomo plantea un cambio bastante radical en el elenco de la serie. En un punto, Akito Takagi (alias Shuujin) pasa a ser un personaje secundario, mientras que dos personajes secundarios que pintaban para grossos (Akira Hattori y la cada día más boluda Miho Azuki) pasan a ser tercerones. El rol 100% protagónico se lo queda Moritaka Mashiro y crece enormemente el espacio para que se luzca Eiji Niizuma, el personaje más freak, más excéntrico de la serie. El mejor tramo del libro es el que comparten Mashiro, Niizuma y nuevos secundarios con mucha chapa: Takuro Nakai y sobre todo Shinta Fukuda. El editor Yujiro Hattori también tiene escenas copadas y de a poco empieza a tener más sentido el rol de Kaya Miyoshi, aunque la prefiero así, apareciendo poco y en un papel secundario.
El dibujo del compañero Obata es brillante y capta a la perfección el espíritu lúdico de la serie, ese aspecto entre ingenuo y tenaz de estos chicos que van a luchar hasta el final por convertirse en estrellas del manga. La pasión de Miyoshi por los deportes más físicos le permite a Obata dibujar un poco de acción, como para no anquilosarse entre tantas secuencias de cabezas que hablan y manos que dibujan. Igual dibuja todo a la perfección, con especial énfasis en las expresiones faciales de los personajes, que es donde se juega un poco más a exagerar, a romper las reglas del dibujo más académico.
Entre todas las cosas que me arrancaron carcajadas, sonrisas o simplemente me hicieron sentir bien, no me puedo olvidar de las páginas del final, las “Aclas”, esos glosarios en los que los coordinadores de la edición argentina explican cosas que mencionan los personajes y que por ahí no se entienden fuera de Japón. Esta vez, le dedican varios párrafos a explicar qué es el gekiga, por qué fue importante en la evolución del manga, quiénes fueron sus principales cultores... Sí, maestro. En una publicación de Ivrea, la editorial que en los... diez años que duró la revista Lazer JAMAS le dedicó NI UNA SOLA NOTA a ningún autor de gekiga, ni al mismísimo Osamu Tezuka. Ah, el karma...
Si todavía no te enganchaste con Bakuman, por favor no te la pierdas. La edición nac & pop va por el Vol.4 y hasta ahora el manga no puede ser mejor.
Published on December 12, 2013 12:42
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