Andrés Accorsi's Blog, page 172
December 1, 2013
01/ 12: THIEF OF THIEVES Vol.1

Pero claro, la obra de este gordo con cara de copado (que está viendo si se compra Suiza o Fort Knox) es muy amplia y bastante diversa, con lo cual es muy probable que uno muerda alguno de los muchos anzuelos que tira. Yo mordí con Thief of Thieves, porque me interesó la temática (un comic de base 100% realista protagonizado por el mejor ladrón de todos los tiempos) y porque el dibujante es Shawn Martinbrough, del que soy fan desde que dibujó esa serie rarísima de The Creeper, hace como 15 años.
Una vez que tuve el TPB en la mano, descubrí que en Thief of Thieves el gordo Kirkman tira los argumentos y otro guionista (en este caso, Nick Spencer, del que también había leído poco y nada) se encarga de darle forma a los guiones. Felizmente, ambos salen muy bien parados. Este primer arco me atrapó desde la primera página y me tuvo hipnotizado hasta la última. Las claves son dos, me parece. Primero, la excelente construcción de los personajes, basada sobre todo en unos diálogos afiladísimos, que los pintan a la perfección. Y después, la forma en la que Kirkman y Spencer van complicando GRADULAMENTE la trama. Cada X páginas, cuando vos creés que ya tenés armado “el mapa” de la serie, aparece un personaje nuevo y eso reordena todo el tablero, suma conflictos, resignifica los que ya están en marcha, le agrega espesor a los dilemas morales que atormentan desde el inicio a Conrad Paulson (alias Redmond), nuestro duro protagonista.
Thief of Thieves es un comic con poquísima acción, que le juega todas las fichas a la investigación, la planificación y la runfla. De ahí salen unos robos brillantes, con giros totalmente impredecibles, dignos de los mejores episodios de Los Simuladores, más un montón de traiciones (algunas reales, otras orquestadas para engañar giles) y un montón de aprietes jodidos como enema de chimichurri. Y todo cierra, nada parece traído de los pelos, nada rompe un verosímil construído en base a la vida y el entorno de este personaje acostumbrado a vivir al límite, pero al que le llega la hora de replantearse muchísimas cosas.
Lo único cuestionable es que se nota demasiado que el comic está pensado como el storyboard de una serie de TV. Posta, sólo falta que el TPB incluya las tandas publicitarias entre bloque y bloque. Thief of Thieves es un comic y a la vez es un pitch, una propuesta para dejarle en el escritorio a los productores que deciden en qué proyecto de serie de TV poner la tarasca. Y es probable que la serie se haga, lo cual a) me importa un carajo, porque igual no la voy a ver y b) no creo que afecte en nada a la calidad de la historieta, porque si la hacen como The Walking Dead, es probable que en un punto agarre para otro lado.
La única consecuencia negativa de que esto sea un pitch es que Martinbrough está muy “domesticado”, a años luz de sus laburos más zarpados. Este es el Martinbrough de los últimos años (el que vimos el 05/01/13 en un tomo de DMZ), prolijo, realista, muy volcado al laburo con fotos, una especie de Michael Lark o Sean Phillips pero más “careta”, con el estilo menos marcado. Acá Martinbrough refuerza el guiño al storyboard a través de la brutal hegemonía de las viñetas “widescreen”, un truco cuyas posibilidades narrativas entiende y maneja a la perfeccion, aunque a uno le gusta más cuando la puesta en página es más variada, menos predecible. Aún “domesticado”, Martinbrough es un buen dibujante, sólido, consistente, y el trabajo de Félix Serrano en el color lo apuntala muchísimo. O sea que esto –careta y todo- se ve muy bien.
Si nunca leiste nada de Robert Kirkman y te preguntás cómo encarar este verdadero fenómeno sin hacerte adicto a TWD (que vendría a ser el equivalente comiquero del paco), entrale con confianza a Thief of Thieves. Es una historieta adulta, intensa, muy bien pensada, muy bien ejecutada, sin el más mínimo elemento fantástico, y repleta de momentos muy tensos, muy dramáticos, de esos que rara vez aparecen en los comics más pochocleros. Y si está muy cara, choreátela ;)
Published on December 01, 2013 07:15
November 30, 2013
30/ 11: MARSUPILAMI Vol.1

Para este primer tomo, Franquin co-escribió el guión con Greg (el mismo Greg que trabajó junto a Hermann en los álbumes de Comanche) y puso los dibujos a cargo de Luc Collin, más conocido como Batem, un notable dibujante nacido en el Congo Belga, quien se quedaría muchos años a cargo de la serie.
La Cola del Marsupilami (título del álbum que inició la colección) tiene un sólo problema: es MUY introductorio. Es un álbum claramente apuntado a los lectores que nunca habían leído las historietas de Spirou en las que aparecía el Marsupilami y no estaban para nada familiarizados con el bicho, sus habilidades, su familia y su habitat, la increíble selva de Palombia, que es casi un personaje más en esta saga. Entonces, todo lo que sucede en este álbum es eso: una forma elegante de presentarnos a los personajes, de mostrarnos cómo funciona el mundo en el que se desenvuelve el Marsupilami, mediante una aventura muy menor, sin consecuencias, sin profundidad y sin mayor tensión dramática.
Para que el artificio funcione, Franquin y Greg le ponen muchas pilas a la construcción de dos personajes que van a volver en los álbumes posteriores: el experto cazador Bring M. Backalive (un yanki que vendría a ocupar el rol del villano) y el Capitán Bombonera, un trucho encantador al que los traductores de Norma hacen hablar (más o menos) como un argentino. Lo cual no es muy loco, porque desde el primer momento Franquin dejó en claro que Palombia quedaba en algún lugar de Sudamérica... aunque yo sinceramente nunca me imaginé que fuera en Argentina. O capaz que los autores belgas le pusieron otro acento y el traductor español (Narciso Fradera) dijo “si es sudamericano, pongámosle acento argentino”, andá a saber. Lo cierto es que la mímica del habla argenta tiene aciertos y errores. Me encantaría leer este libro en francés, a ver cómo habla el Capitán Bombonera (que dudo que se llame así en la versión original).
El guión no va a pasar de ahí: de un intento frustrado por parte de Bring M. Backalive por capturar a un marsupilami. Es una aventura entretenida, con diálogos muy graciosos, excelentes secuencias mudas, mucha acción y no mucho más. El dibujo de Batem hace esfuerzos sobrehumanos para reproducir la magia gráfica del maestro Franquin, y la verdad es que cuando dibuja al Marsupilami, lo logra con jerarquía. La diferencia entre un genio (como era Franquin) y un muy buen dibujante (como es Batem) se nota en otros aspectos, como por ejemplo el lenguaje corporal y las expresiones faciales de los personajes humanos, que no tienen ni en pedo la gracia de los que dibujaba Franquin. Ahí, el trabajo de Batem está al nivel de un buen autor franco-belga de historieta infanto-juvenil, pero lejos de las glorias que pelaba Franquin en sus álbumes de Spirou, o en sus series más personales, como Gaston Lagaffe o Ideas Negras. El color de Vittorio Leonardo es excelente, más sutil, más moderno y más versátil que los coloristas que trabajaban con Franquin en su etapa al frente de Spirou.
Tengo un par de álbumes más para leer y reseñar el mes que viene, a ver para dónde agarra la serie “solista” del Marsupilami, una vez que el nuevo equipo creativo ya presentó al elenco y al contexto elegido para estas nuevas aventuras de la alucinante criatura creada en 1952 por ese genio inconmensurable del Noveno Arte que fue André Franquin.
¿Palombia será argentina? Me quedé tildado con esa boludez...
Published on November 30, 2013 16:19
November 29, 2013
29/ 11: MONDO

Mondo, la última creación del maestro Ted McKeever para Image, es otro delirio sin pies ni cabeza. A pesar de esa tapa horrenda, con una foto apenas retocada, el dibujo del comic propiamente dicho no puede ser mejor: es un McKeever al que le sobran los recursos, las técnicas, la cancha para plasmar lo que se le dé la gana con la simple combinación de blanco y negro. Si leés comics por los dibujos, seguro ya te lo compraste y ni bien lo terminaste le juraste lealtad eterna a McKeever, a quien seguirás hasta el fin de tus días, incluso si el día de mañana se dedica a dibujar guiones de Howard Mackie, Terry Kavanagh o Armando Fernández.
Ahora, si lo que te interesa de una historieta es el guión, vas muerto. Ojo: no es que a McKeever no se le ocurran ideas. El tema es cómo las muestra, cómo las orquesta a la hora de desarrollarlas y darles algo así como un cierre, o un sentido. El primer tercio de Mondo está muy bien. Presenta a los personajes, describe el status quo, nos sitúa en un mundo bastante parecido al nuestro y abre la puerta por la que entra el elemento fantástico que le va a permitir... tener como protagonista a una especie de Hulk amarillo que rompe cosas y no sabe hablar. Una vez que Catfish se convierte en el Hulk amarillo, las escenas que protagoniza empiezan a ser cada vez más raras e intrascendentes, mientras McKeever desarrolla un segundo plot (el del intendente corrupto que quiere hacer mierda a la maravillosa Venice Beach), un tercer plot (el del satélite que va a impactar contra la Tierra) y un personaje descolgado pero carismático, la atractiva Kitten Kaboodle.
De alguna manera bastante tosca y por demás predecible, estas puntas argumentales, estos personajes y alguno más que ni viene al caso mencionar, confluirán en las últimas 14 páginas de Mondo, no para explicar nada de lo que hasta ese punto no se explicó, sino sencillamente para protagonizar una secuencia estridente, grandilocuente, casi de blockbuster pochoclero de Hollywood. En el medio de este mega-bolonki, McKeever mecha algunos díalogos graciosos e ingeniosos, como para asegurarse de que el lector nunca se tome en serio todo este carnaval de la bizarreada. El resultado final suena a capricho, a una colección de excusas chotas urdidas por McKeever para dibujar lo que él tenía ganas de dibujar, más allá de si con esas escenas, o esas imágenes, o esos climas, se arme o no una historia más o menos sólida.
El año pasado, cuando me tocó reseñar otra obra reciente de McKeever escrita por él mismo (12/02/12) me encontré con un argumento críptico, pretencioso, muy jugado a los simbolismos y a la davidlyncheada más extrema. Me lo fumé mansito. Ahora, un segundo guión de McKeever que no me convence. Conclusión: no compro más obras del ídolo escritas por él mismo, por lo menos por un largo tiempo. Una lástima, porque me jacté durante años de bancarlo a muerte. Pero así no da, por más que el dibujo sea glorioso de punta a punta.
Published on November 29, 2013 14:16
November 28, 2013
28/ 11: SAM PEZZO: SHIT CITY

Sam Pezzo es el típico detective de serie negra, un tipo duro, reservado, del cual no sabemos absolutamente nada. Una auténtica tábula rasa. Si hay algo atractivo en Pezzo serán las cosas que le sucedan por involucrarse en un caso bastante retorcido, porque él, pobrecito, tiene cero onda. La aventura, a su vez, se hace muy complicada al pedo. Todos traicionan a todos, todos tienen su agenda secreta y nadie tiene reparos en cagar a nadie. Lo cual estaría bien si todo se explicara de modo más... orgánico. A lo largo de estas 46 páginas, Giardino se esfuerza para que todo el tiempo pasen cosas, para que el ritmo no decaiga y a cada escena tranqui le suceda rápidamente una de acción. Y hay muchas escenas fuertes, generalmente muy logradas. El problema es que mete tantas que muchas terminan por no tener un verdadero peso en la trama. Lo cual ayuda, además a que la historia se termine por comprimir mucho sobre el final, cuando Giardino se da cuenta de que se acerca la página 46 y hay que cerrar todo lo que queda abierto. Así es como nos presenta revelaciones importantes, diálogos y acciones fundamentales para el sentido de la trama, incluso en la última página y –te juro que es posta- en la última viñeta. No hay lugar para un epílogo, para un final más distendido. La historia se estiró tanto con los tiros y las persecuciones que de verdad termina por resolverse en el último cuadrito del álbum.
Dentro de estos tropiezos en cuanto al timing de la novela, se puede rescatar la construcción de algunos personajes secundarios, el ritmo que hace que la historia nunca se empantane, y no mucho más. Shit City se pasa un poquito de retorcida, no deja ni una rendijita por donde filtrar un chiste o una secuencia más relajada y –lo más grave- le sobran elementos para la extensión que tiene. No te digo que leerla sea un garrón pesadillesco como morfarte 13 horas arriba de un micro sin aire acondicionado, en el que no te dan ni un alfajor piojoso y encima te pasan películas de Francella. Pero tampoco es una obra a la que le sobren los aciertos en materia de guión.
¿Por qué es interesante este álbum de Sam Pezzo? Porque es en blanco y negro y nos permite ver otra faceta del dibujo de Vittorio Giardino. Acá, el maestro combina su línea clara, elegante y sofisticada, con un laburo majestuoso de claroscuro, reminiscente en varios pasajes de lo que hacía el inmenso Guido Crepax. Imaginate a Edgar-Pierre Jacobs entintado por Crepax y enseguida te vas a hacer una idea bastante cabal de lo que pela Giardino en Shit City. En algunas composiciones (no en la resolución de las figuras ni de los fondos), Giardino me hizo acordar al Horacio Altuna de El Loco Chávez, tal vez porque Sam Pezzo se parece muchísimo al periodista hincha de Racing. Como en todas las obras de Giardino, la narrativa es clásica y cristalina, claramente inspirada en la de los maestros de la línea clara de Marcinelle. Pero lo más notable es, sin dudas, lo bien que el autor se adapta al blanco y negro, la cantidad de recursos que pone en práctica para suplir la falta de color y sacarle todo el jugo posible a la (aparentemente) simple lógica binaria de “lo que no es blanco, es negro”.
Si sos fan de los detectives de la serie negra, seguro conocés los climas y los ambientes en los que se mueve Sam Pezzo y leiste historias mejor resueltas que esta. Ahora, si te hiciste fan de Giardino con Little Ego, Max Fridman o Jonas Fink, probablemente no conozcas este increíble laburo en blanco y negro del maestro de Bolonia. En ese caso, y si lo ves barato, no dejes de visitar Shit City.
Published on November 28, 2013 12:22
November 27, 2013
27/ 11: SEX REPORT (DIARIO DE UN PUTERO EN JAPON)

La cagada que tiene el libro es que no hay forma de leerlo de una sentada, ni siquiera de una sentada larga, porque las historias (ninguna supera las 6 páginas) son casi idénticas entre sí. Todas se repiten mucho, con mínimas variaciones en cuanto a las tarifas de las putas, si la chupan con o sin globito, si están gordas o esculturales, cómo acaba Hiraguchi, y algún diálogo que el cliente mantiene con la “proveedora”. La estructura de las historietas es siempre igual, nunca pasa nada raro, no hay sorpresas. A veces a Hiromi no se le para, a veces la prostituta es vieja, fea o huele mal, pero básicamente el mismo “sketch” se repite una y otra vez a lo largo del tomo. Hasta los dibujos son parecidos. Y esto se debe a que Hiraguchi realizó esta investigación de campo en forma de comic para ocho revistas distintas dedicadas al ocio de los adultos, revistas en las que estas eran las únicas historietas, y aparecían de a una por mes, o por quincena. Leídas así, deben ser graciosísimas. Todas de un saque, corren serios riesgos de aburrirnos un poco.
Lo más interesante es que todo está contado en un tono alegre, festivo. Olvidate de la sordidez y la desazón que uno asocia normalmente a la prostitución. La mayoría de las putas a las que frecuenta Hiraguchi son minas casadas que encontraron la forma de meterle los cuernos a sus maridos y –de paso- ganarse unos mangos. Ninguna es borracha, ni drogadicta, ni está cagada a piñas por un cafishio violento, ni ejerce la prostitución en contra de su voluntad. El mangaka enseguida entabla un trato cordial con las putas, sin esa solemnidad, o esa frialdad casi ascéptica que uno imagina que rodearía a esta actividad en una sociedad tan pacata como la japonesa. Hiraguchi la pasa bárbaro, se nota que tiene un amor genuino por el sexo con profesionales, y nos transmite a los lectores esa diversión, a veces un poquito salvaje, pero nunca heavy, ni perturbadora. Incluso, a pesar de lo grotesco de su dibujo, logra producirnos algún que otro zumbido en la entrepierna.
El dibujo es bizarro, mal. Está claramente enrolado en la tradición humorística del manga, mucho más cerca de un Fujio Akatsuka o un Akira Narita que de los mangakas más publicados en Occidente. En realidad, parece una especie de Philippe Vuillemin, o un dibujante español de los más zarpados de El Víbora, o un Angel Mosquito muy sacado, con unos cross-hatchings pasados de rosca. Lo que mejor dibuja Hiraguchi son sus propias expresiones faciales y su principal virtud como historietista es bancarse páginas de muchas viñetas chiquititas, en las que mete mucho dibujo y mucho texto sin que quede un empaste horroroso ni mucho menos. Quisiera leer otras obras de este autor, sin dudas.
Uno que no consume ni consumió nunca los servicios de una prostituta tiene el prejuicio de que pagar para ponerla es denigrante para uno y para la mina cuyos servicios contrata. Hiromi Hiraguchi, por el contrario, vive el sexo pago como una pasión, como un hobby, como un tema que definitivamente le encanta como para especializarse a full, y por lo menos en estas anécdotas que reúne en Sex Report, lo vemos disfrutar a pleno, sin tapujos y sin ese velo de cosa lumpen, sucia, prohibida o peligrosa que –para los que la vemos de afuera- pareciera ser el mundo de las prostitutas. Las historias son entretenidas, intensas, no se parecen a ningún otro manga que hayas leído y para que no se te hagan reiterativas, hay que leerlas con varias pausas, mechándolas con otras lecturas.
Published on November 27, 2013 16:40
November 25, 2013
25/ 11: EL SABIO DE SION

Para mi gusto, el libro arranca flojito, con unas… 14 primeras páginas que apenas me lograron arrancar alguna sonrisa. Es la previa, lo que le sucede a Janchez antes del viaje, más un par de páginas ya ambientadas en Israel. Después la puntería de Brian levanta bastante y se multiplican las anécdotas graciosas y/o bizarras, apuntaladas por los comentarios ácidos y las observaciones mordaces que caracterizan a este autor con innegable talento para satirizar las boludeces de la vida cotidiana.
No te voy a decir que de la página 15 hasta el final sólo hay historietas brillantes, porque seria una mentira atroz. Pero seguramente lo mejor del libro está en ese segundo tramo de El Sabio de Sión, en el que a Brian le toca vivir situaciones más interesantes y en el que –quizás sin querer- incluye mucho más al lector, lo capta mucho más y lo hace sentir parte de la infrecuente experiencia que significa ser argentino y vivir seis meses de 2009 en la ciudad israelí de Migdal Haemek. Las similitudes y diferencias entre lo que vivió (y comió) Janchez en estos seis meses y lo que vivió (y comió) el resto de su vida son el principal sustento para esta crónica atravesada principalmente por el humor costumbrista.
El dibujo de Janchez no está en su mejor momento. El autor abandona su trazo más despojado, más minimalista, y mete en cada viñeta muchos detalles, mucho laburo en los fondos y abundante texto. Y si bien acierta cuando aplica grises para diferenciar los planos y destacar ciertas figuras por sobre otras, en general, estas páginas de ocho cuadros se ven muy, muy sobrecargadas de elementos, algo que por momentos llega a entorpecer la fluidez del relato. Además, al dibujar tantas cosas (objetos, edificios, ropa, etc.) queda bastante claro que este Janchez modelo 2009 dibujaba algunas cosas muy bien y otras de modo bastante precario. Lo cual no siempre hace ruido, porque todo está puesto en función de un grafismo básicamente caricaturesco, pero a veces (sobre todo cuando aparecen autos) llaman la atención por la falta de cuidado en el “rediseño”. El avión que dibuja Brian, en cambio, no se parece en nada a ningún avión que haya existido jamás, pero está buenísimo.
Y mirá lo que son las cosas…El Sabio de Sión termina en la página 36 y el librito sigue, para incorporar una segunda versión de las crónicas del viaje de Janchez a Israel, presentadas en forma de textos que el autor publicó en su blog. Y en esas páginas finales, en las que desaparece el dibujo y sólo queda la opción de engancharse con los textos, me sorprende gratamente un historietista que es, además, un muy buen escritor. A su afilada observación, Brian suma también un talento para el absurdo, que no se ve en sus historietas pero que enriquece muchísimo a sus escritos. La crónica tiene más sentido, permite hilar mejor los sucesos, nos invita a meternos aún más de lleno en las vivencias del autor que la mayoría de las anécdotas contadas en forma de historieta. Así que ni se te ocurra hacerle zapping a ese tramo final donde no hay dibujos, porque te vas a perder varios de los momentos más cómicos y más incisivos del libro.
Entre la ingenuidad y la mala leche, entre las ganas de dejar un registro de lo que ve y vive y las ganas de romper las pelotas, un Brian Janchez de sólo 23 años generó esta obra breve, aunque de gran intensidad y desbordante honestidad. No es su trabajo formalmente más logrado (de hecho, hoy dibuja mil veces mejor), no todas las situaciones que elige contarnos son efectivas o graciosas, pero la idea de compartir esa experiencia tan definitiva con sus lectores, evidentemente funcionó. Si seguiste El Sabio de Sión cuando se serializó en la web, o si sos fan de este personalísimo autor argentino y disfrutaste de las otras dos obras que componen su “trilogía judía” (Sloishim y McKosher), no dejes de comprarte el librito.
Published on November 25, 2013 14:29
November 24, 2013
24/ 11: EL HEROE Vol.1

En esta, su obra más extensa hasta la fecha, Rubín se embarca en una reversión del mito griego de Heracles, en dos tomos de más de 300 páginas cada uno. Es la obra con la que el autor decidió "casarse" con la historieta, abandonar sus laburos en el campo de la animación y ponerle toda la pasión a la realización de novelas gráficas. Esta primera parte de El Héroe refleja ese momento, en el que Rubín se libera, se entrega de lleno a la historieta y detona como nunca antes. A cargo del guión, el dibujo, el color y las letras, sin restriciones de espacio y con un argumento básico heredado de uno de los mitos más famosos de Occidente, el gallego deja en el tablero varios años de su vida (y eso que trabaja asombrosamente rápido) para obsequiarnos una obra maestra, un clásico inmediato.
Rubín reimagina la Grecia clásica para incorporarle elementos de nuestro presente: motos,celulares, maquinaria, publicidad y programas de mierda que se jactan de invadir la intimidad de las celebridades. Son meros adornos, porque Heracles termina por resolver cada desafío del modo que ya conocemos por la mitología griega, pero le dan a la historieta un toque de modernidad, de riesgo, de bizarreada bien entendida. Por supuesto, las proezas de Heracles dan pie a un sinfín de situaciones que el héroe resolverá por la vía de la machaca, y si te gustan los comics de chabones musculosos que se cagan a trompadas con monstruos indecibles, esto te va a volar la cabeza, mal. Por suerte también hay secuencias (y hasta episodios enteros) en los que Rubín deconstruye la figura del héroe, lo obliga a pensar por qué hace lo que hace, a qué intereses sirve, que hay detrás de esa figura noble, altruista, amada por las masas y temida por los villanos. Como te imaginarás, son reflexiones que se aplican no sólo a la vida de este hijo bastardo de Zeus, sino también a los superhéroes creados en el Siglo XX, a los que Rubín tiene estudiadisimos, porque vienen de las historietas que él consume, las que le dieron el impulso para hacerse historietista.
No quiero ahondar mucho en el argumento porque -repito- en su esencia es el que todos conocemos, el de las 12 pruebas de Heracles, complementado con algunas indagaciones más profundas en la psiquis del personaje y con momentos un poquito más zarpados. Y no sé cómo empezar a describir la faz gráfica de El Héroe. Esto es... demasiado. El dibujo, la puesta en página, el color... todo es belleza, todo es potencia expresiva fuera de control, en todo se ve la mano de un tipo que mamó hectolitros de historieta, toneladas de artes plásticas, hectáreas de celuloide. Rubín se va al carajo muchas veces, en muchas direcciones distintas. Para el lado de Jack Kirby, para el de Bruce Timm, para el de Jeff Smith, para el de Paul Pope, por momentos pela recursos de la historieta humorística, resoluciones gráficas de los dibujantes de la escuela valenciana (la de Miguel Calatayud y Daniel Torres), por algún lado se cuela Pablo Picasso, por otro David B, o Charles Burns, el color no tiene nada que ver con cómo pintan ninguno de los mencionados... Esto es deleite, impacto, emoción en estado puro. No tiene sentido describirlo. Hay que verlo y enloquecer.
Recién voy a leer el Vol.2 bien entrado el 2014, pero sinceramente no creo que vaya a derrapar. Por eso, desde ya voy desempolvando la chapita de Historieta Perfecta para colgársela a El Héroe, una verdadera joya del Noveno Arte que la está rompiendo en todos los países donde se edita, un poco para darnos la razón a los que llevamos años predicando a David Rubín como un nuevo genio del arte que más nos gusta.
Published on November 24, 2013 07:21
November 23, 2013
23/ 11: HELLBLAZER: THE DEVIL´S TRENCH COAT

El primer arco no está mal, pero no es la gloria, ni mucho menos. Como el título lo sugiere, se centra en el sobretodo de John Constantine, la pilcha vieja y maloliente, enchastrada de magia oscura y fluídos aún más oscuros durante décadas de uso intensivo por parte de nuestro hechicero urbano favorito. El sobretodo, alejado de John, cobra vida, mata gente, manipula a incautos… cualquiera. Un giro sumamente inverosímil, porque además, uno que sigue a Hellblazer, asumió desde siempre que no se trataba de UN SOLO sobretodo, sino de varios muy parecidos entre sí, como las capas de Batman o las gorras de Corto Maltés. De hecho, contás la cantidad de veces que (a lo largo de 290 números) Constantine terminó con el breto hecho mierda, destrozado en jirones, que todo el planteo de Milligan pierde sustento.
Por suerte la saga no se queda en eso, sino que avanza muchísimo en un complejo entramado de relaciones entre John, Piffy, Gemma (la sobrina de John) y Terry Greaves (el capo mafia padre de Piffy). Este microclima venía levantando temperatura hace ya dos tomos (desde Bloody Carnations, reseñado el 03/05/12) y en este TPB va a explotar. Para el segundo arco de cuatro números, Milligan sube la apuesta y además de impactarnos con los volantazos que le pega al elenco protagónico, tenemos una saga tensa, filosa, al límite, con John de nuevo descendido al Infierno, no a jugar el clásico con IndeBendiente, sino contra un demonio un poquito más heavy, el siempre asombroso First of the Fallen. Este segundo tramo tiene mucho más sentido, más onda, mejores diálogos, más revelaciones increíbles y miles de guiños a los lectores de larga data: Milligan parece dispuesto a hacerse cargo de TODO lo que vivió John de la mano de los guionistas anteriores y eso sólo ya representa un desafío colosal. Bancárselo, encima, es un logro titánico para el inglés.
Por el lado del dibujo, Giuseppe Camuncoli dibuja casi todos los episodios a un nivel altísimo. De a poquito mete un grafismo más extremo, como si se diera cuenta un poco tarde de que se trata de un comic de terror bien al límite, y empiezan a aparecer trazos más extremos, más oscuros… casi como si dibujara Danijel Zezelj, pero entintado con una técnica totalmente distinta a la del croata. Lo mejor de Camuncoli está en la narrativa y en las expresiones faciales, donde capta detalles muy sutiles y muy adecuados para todas esas páginas en las que los personajes charlan entre sí y se psicopatean. Los suplentes son bastante crotos, no merecen siquiera ser mencionados. Entiendo que poner a Bisley a dibujar un cachito de una saga que estaba a cargo de Camuncoli puede resultar muy arriesgado, y también estoy seguro de que en Vertigo tendrían que poder contar con dibujantes mejores para cubrir los baches en las series regulares.
Para el final del tomo, Milligan le pone un cierre definitivo a un plot, el del gemelo demoníaco de Constantine, que viene de arrastre desde la época de… Paul Jenkins, creo, y al de la muerte de los padres de Gemma, que también venía colgado hacía años. Y deja pavimentada la ruta hacia un final que promete ser memorable. Sólo con el tamaño de ese último TPB (con un Annual y nueve números de la ongoing) se me frunce un poquito el orto… Lo dejo para el 2014, sólo por lo duro que va a ser despedirme de este amigo (garca y peligroso como pocos, pero amigo al fin) que me acompaña desde 1988.
Published on November 23, 2013 05:33
November 21, 2013
21/ 11: AQUABLUE Vol.1-3

Thierry Cailleteau y Olivier Vatine inician en 1996 esta epopeya de ciencia-ficción con un propósito clarísimo: responder al embate del manga y el comic de superhéroes, que ya habían iniciado su expansión por toda Europa, en detrimento del comic europeo más fino, de más impronta autoral. Hoy hay varias series europeas pensadas para seducir a la gente que sólo lee comic mainstream yanki o ponja y no te toca ni con un puntero laser a un Vittorio Giardino, un Carlos Giménez o un Jacques Loustal. Pero en 1996 había muy pocas y eso es lo que hizo atractiva a Aquablue.
En el inicio, la saga de Aquablue parece el enésimo refrito de Superman o Tarzan: el bebé que sobrevive de milagro a la tragedia que acaba con los suyos, cae (también de milagro) a un habitat extraño, que no tiene mucho que ver con el suyo, donde es adoptado y criado por una raza de seres totalmente distintos a él. Por suerte, para la página 25 Cailleteau pega un volantazo y la serie agarra para otro lado, con tintes más políticos, con una bajada de línea ecologista muy manifiesta, y por supuesto con villanos muy hijos de puta para que se justifique luchar, matar y morir. No sé cómo corno termina Aquablue, pero estos primeros tres tomos me sedujeron con su ritmo ganchero, su diversidad de personajes y la fuerza de los conflictos.
Lo choto es que los autores tratan de imitar en la superficie varios rasgos del comic americano, con puestas en página arriesgadas, etc., pero el argumento es tan ambicioso que se quedan cortos con el espacio. En las primeras 44 páginas pasa lo que en un comic americano normalmente pasa en 88, y eso significa... muchos cuadros por página e infinitos globos con extensos diálogos, dos cosas que patean para el lado contrario de lo que buscan Cailleteau y Vatine. En los dos tomos posteriores se controlan un cachito más, y ponele que cuentan en 44 páginas lo que un autor yanki promedio contaría en 66. También en los Vol.2 y 3 se reparte mejor el protagonismo: la trama pasa menos por Nao (el huérfano humano criado por los anfibios de Aquablue) y más por un elenco muy bien logrado, en el que gana terreno una especie de Han Solo italiano, que grita “Mamma Mía” y es fan de la pizza y la Juventus, al que al principio detesté y con el correr de las páginas me cayó mucho mejor. Incluso los villanos tienen onda, profundidad y escenas en las que se indaga coherentemente en sus motivaciones.
En la base del dibujo de Vatine están Jean-Claude Mézieres y Philippe Caza, dos referentes ineludibles del comic francés de ciencia-ficción. Pero claro, el autor mira mucho a autores yankis, para darle a su trabajo ese toque impactante, flashero... y ahí aparecen cosas de Berni Wrightson en la iluminación, cosas de John K. Snyder, de Sam Kieth (el Vol.3 tiene escenas enteras que parecen dibujadas por Kieth), de los españoles que en los ´90 publicaban en Marvel U.K. (Carlos Pacheco, Oscar Jiménez, Salvador Larroca, Rafa Fonteriz) y de la época en que Kevin Eastman y Peter Laird dibujaban a las Tortugas Ninja. El cóctel es raro pero funciona, y lo más interesante es que no se lo ve a Vatine como un clon berreta de ninguno de los artistas mencionados, sino como un tipo que busca, que investiga, que abreva en fuentes en las que la mayoría de sus contemporáneos no abrevaban. Para el Vol.3, cuando mejora ostensiblemente el color (que al principio es medio pedorro), la faz gráfica de Aquablue se vuelve definitivamente sólida.
Algún día y en algún idioma leeré los dos tomos que me faltan de Aquablue y me enteraré cómo cierran Cailleteau y Vatine esta atractiva historia de choque de culturas, de misticismo y naturalismo vs. explotación capitalista y colonialismo. No es una historieta perfecta ni mucho menos, pero tiene un ancho de espadas que es su clara intención de divertir, de entretener al lector. No se propone más que eso y eso que se propone, lo logra con creces. Si de pedo la ves completa, sumergite.
Published on November 21, 2013 14:33
November 20, 2013
20/ 11: X-STATIX Vol.4

“Yo podría haberlo hecho mejor”, decía el mismo grande en el mismo tema, y es lo que debería sentir Allred respecto de su trabajo en este último tramo de la serie. Este TPB tiene ocho episodios de los que el ídolo dibuja siete y la verdad es que está a años luz de lo que dibujaba en los primeros números de esta serie (cuando se llamaba X-Force) y mucho más lejos aún de lo que vimos en la más reciente iZombie. La desprolijidad no está en el flujo narrativo, ni en la puesta en página, ni siquiera en la composición de las viñetas, ni en la anatomía, ni en las caras. Básicamente las tiradas a chanta groseras están en los fondos, que brillan por su ausencia casi siempre, y en el acabado, en los detalles del entintado, que se ve precario, atolondrado, despachado con fritas para cumplir con la fecha de entrega, sin ningún cariño ni respeto por la labor del dibujante (que a su vez está entre los entintadores que meten garfio en sus páginas). Una pena, porque un momtón de aspectos de la faz gráfica de la serie, empezando por el diseño de los personajes, es alucinante.
“Como siempre vuelvo a ensayar”, se escucha también en la misma canción del mismo grosso, y eso es lo que podría decir Milligan acerca de esta serie. Desde el primer momento esto fue un laboratorio, un espacio de experimentación donde el guionista inglés pudo probar un enfoque radicalmente distinto sobre el ya gastado tema del grupito de jóvenes mutantes que pelean contra... algo. En este tomo, abre el fuego con un arquito de dos episodios que indaga un poco en Vivisector (a priori, el personaje menos interesante de los que quedaron en pie tras la saga anterior) y de paso se mete con el tema de ser diferente, ya sea por ser mutante o por ser gay, como el mencionado Vivisector. Está muy bien, aunque los dibujos de Nick Dragotta (que reemplaza a Allred en el segundo episodio) le dan a la historia un tinte grotesco que el guión no tenía.
Y después, el cierre de la serie. Se viene un arco ambicioso, de seis capítulos, en el que Milligan enfrenta a X-Statix con los Avengers en una especie de remake bizarra de aquel famoso enfrentamiento entre los Avengers y los Defenders. Además de los muchos guiños a aquella epopeya setentosa, el guionista sorprende con un gran manejo de los Avengers clásicos, con diálogos graciosos y filosos, repletos de ingenio y a la vez fieles a la esencia del Capi, Iron Man, Thor, Hawkeye, etc. Y por si faltara algo, casi sobre el final y como quien no quiere la cosa, tira algunas puntas acerca de Doop, el enigmático bicho verde acerca del cual no sabíamos absolutamente nada. Ya sólo por eso, esta saga es más que satisfactoria.
“Hay un bumerang en la city, mi amor; todo vuelve, como vos decís”, dice la misma canción, y hacia Milligan y Allred vuelve el aplauso de los fans a los que nos gusta leer comic de autor disfrazado de mainstream, con espacio para ideas que no son las obvias, con apuestas fuertes, con riesgos, con momentos que te dejan helado porque no podés creer que estás leyendo lo que estás leyendo. Por supuesto hubiese sido genial que la serie tuviera otra periodicidad, como para que Allred pudiera cuidar más el dibujo. Pero también podría haber sido peor: lo podrían haber rajado para darle la serie a un pecho frío tipo Salvador Larroca o a un clon choto de Jim Lee como los que pululan en tantos títulos de DC. Y también podrían haber metido a los “héroes” de X-Statix en otras colecciones mutantes, a tratar de encajar en los cánones habituales de esos comics, lo cual también habría sido una aberración. Por suerte eso no sucedió, seguramente pr un acuerdo entre Milligan y los capos de Marvel que estos últimos decidieron honrar.
No hay vuelta que darle. Cada vez que pienso en la Marvel de Jemas y Quesada, fue amor, fue amor...
Published on November 20, 2013 16:05
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