Andrés Accorsi's Blog, page 167

January 21, 2014

21/ 01: LO SUBTERRANEO

Esta es una novela gráfica breve (52 páginas) de autores argentinos jóvenes, a los que hasta ahora sólo habíamos visto en alguna que otra antología. Es claramente una obra de género, casi siempre de misterio. Hay una sana intención aventurera, por momentos parece inclinarse hacia el terror, y en un momento sin duda se va hacia el género catástrofe, pero básicamente lo que se mantiene firme a lo largo de toda la novela es el misterio.
¿Y cuál es el misterio a resolver? La aparición de una extraña civilización en el subsuelo de Plaza Flores y sus consecuencias: el colapso edilicio en la zona afectada y la desaparición de gente que viajaba en el subte A (antes de que este llegara a Flores). Uno de los desaparecidos, Martín, desencadenará la investigación que llevarán a cabo su novia Mariana y una especialista en culturas antiguas, Lucrecia Montiel. A una la mueve la curiosidad científica, a otra el amor por su chico, y las dos van a terminar por jugarse la vida en estos túneles repletos de sombra y ancestrales peligros. Todo eso en un in crescendo dramático, planteado con mucho realismo, con mucha coherencia y mucho cuidado por no romper el verosímil... hasta la página 30.
Ahí viene una secuencia muy extraña, en la que el guión de Daniel Perrotta y el dibujo de Emmanuel Enríquez (muy compenetrados el uno con el otro a lo largo de la novela) saltan al vacío. El clima del relato ya venía bastante enrarecido por esa ceremonia ritual, y de pronto empiezan a sucederse imágenes y situaciones muy locas: una mina cuya cara se convierte en una especie de vagina con dientes, un nene que espía por un agujero cómo una mina le hace un pete a un tipo, mientras el agujero empieza a parecer... otra cosa, un garche homosexual con un tema de Pink Floyd de fondo, en el que uno de los pibes parece ser Martín (los varones son todos muy parecidos en esta novela), un eclipse contado de un modo bastante inusual... De a poco, extraños simbolismos invaden una historia que hasta ahora era lineal y la confusión le gana al argumento. Por un rato.
Después vienen más secuencias “normales” (dentro de lo extremo del planteo de la trama, claro), con el derrumbe de media ciudad, la huída de los túneles, la despedida de Mariana, Martín y Lucrecia... hasta que llega una doble página en la que vemos cómo dos guerreras de la civilización perdida matan y decapitan a un tipo que ¿es Martín? No se entiende. Parecía que Martín había zafado y de pronto esta escena evoca el clima (incluso desde el color) de una escena 20 páginas anterior. Me quedaron un montón de dudas, me sentí muy pelotudo.
Por suerte están buenos los diálogos, está bueno el dibujo (acá vemos a Enríquez dibujar cosas que son MUY difíciles de dibujar), está bueno el color, hay algunas planificaciones de páginas muy raras y muy efectivas, también un buen manejo de las grillas clásicas, hay muchas buenas ideas en la elección de los enfoques (brillante esa página en la que la cámara está puesta en el fondo de un jarrito con café), está bueno el rotulado, están bien puestas las secuencias mudas para acentuar los climas... Se nota que estamos ante autores que no improvisan, para nada. Esto es el fruto de muchas horas de laburo muy serio, muy a conciencia.
Me queda esa espina, frustrante como perder un partido de ping-pong después de haber estado 20-20, de no haber entendido ese tramo medio raro, en el que me quedó claro que una de las guerreras se garchó a Martín y no mucho más. El resto no sé si son sueños, alucinaciones, realidades paralelas, flashbacks a cosas que pasaron antes... Sólo por eso no recomiendo enfáticamente Lo Subterráneo. En todo lo demás, Perrotta y Enríquez superaron mis expectativas.
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Published on January 21, 2014 13:58

January 20, 2014

20/ 01: DISCOVERING AMERICA

Hoy seguimos con más historieta vanguardista, ahora de principios de los ´90. Y con una paradoja: este libro, que se llama Discovering America, obra de un autor yanki, no existe en EEUU. Se trata de tres historietas de las que David Mazzucchelli publicó en su revista, la autogestionada e inconseguible Rubber Blanket, recopiladas en libro por la editorial italiana Coconino, el sello tano más jugado a la historieta de autor fina, inusual, transgresora. Esto es un material muy raro, de la época en la que Mazzucchelli había huído despavorido del mainstream, pero se resistía a abandonar la historieta. Es anterior a City of Glass y MUY anterior a Asterios Polyp. Raro y además breve. Una historieta de 24 páginas, una de 9 y una de 8. Fin.
Visualmente, las historias no se parecen entre sí. La primera, Near Miss, es como una estilización bien a fondo de lo que Mazzucchelli venía haciendo en sus últimos laburos para Marvel. Se ve como una historieta típicamente alternativa, una especie de abuelo de Adrian Tomine, con ese ritmo, pero con más énfasis en el claroscuro, más guiños a José Muñoz y a Hugo Pratt.
La segunda, la extensa historia que da título al libro, pareciera ser la más extrema. Sin embargo, lo que le da esa impronta tan zarpada, lo que descoloca tanto al lector, no es la narrativa (con su mix entre grillas clásicas y puestas más arriesgadas) sino el color, que es agresivo, fuerte, dispuesto a llevarse puesto el claroscuro con sólo dos tonalidades, una de rojo y un turquesa intenso, poderoso. Para disfrutar del dibujo (apenitas más estilizado que en Near Miss) hay que hacer el esfuerzo de ver por debajo de esos colores impactantes, casi violentos.
Y en la tercera, Mazzucchelli se ceba con la obsesión de los japoneses por ocultar el vello púbico incluso en los mangas y las revistas porno, con lo cual está todo dibujado como si fuera un autor japonés, en blanco y negro, con tramas mecánicas, con distintos grados de realismo según qué tenga que dibujar... un ejercicio de estilo muy logrado, bah.
En cuanto a los guiones, hay un tema común que engloba a las tres historias, que es la obsesión, la pulseada entre la racionalidad y la demencia, en la que siempre gana la demencia. Los protagonistas de las tres historias son varones llevados al extremo de la cordura por distintas compulsiones, que los alteran y los llevan hacia las márgenes de la locura lisa y llana. La tercera, la de la delirante cruzada de Ishizaka San contra el vello púbico, al tener todo ese componente de violencia, vómitos, pijas y conchas, es la más perturbadora, la más shockeante y probablemente la que tenga el guión más redondo, con menos cabos sueltos.
En las otras dos, se lo ve a Mazzucchelli demasiado críptico, demasiado entusiasmado con la idea de irse al carajo en escenas y climas más raros, más novedosos, más alejados de lo que había hecho durante años en el mainstream. Y no es que naufraguen o aburran, pero les falta una vueltita, un cierre más lindo, más redondo.
No puedo contar mucho más sin revelar detalles de las tramas. Por ahí subrayar que si te gustan los mapas, los globos terráqueos y la geografía, te vas a cebar mal con Discovering America (la historieta, no el libro). Y un “chiva-calenchu” para los yankis, que para leer estas historias de un prócer como Mazzucchelli tienen que desempolvar revistas de hace más de 20 años agotadísimas y jodidísimas de conseguir, o buscar esta edición italiana, impecable por donde se la mire.
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Published on January 20, 2014 18:51

January 19, 2014

19/ 01: OPISSO Y DORA

Allá por fines de los ´80, Barcelona era una ciudad en estado de ebullición. Se venían los Juegos Olímpicos de 1992, el mundo entero miraba a la ciudad y –de pronto- containers enteros de guita se destinaban a modernizar y a poner más linda a la maravillosa urbe catalana. Por supuesto, entrar de golpe a la modernidad tiene su costo y de eso se encarga Montesol en estas breves historietas de clara intención satírica: de mostrarnos ese momento en el que la fiebre por el glamour, el diseño y el progreso pasan a cobrar las facturas correspondientes.
En las historias protagonizadas por Opisso y Dora, Montesol se divierte masacrando a la clase media cheta que “compra” cualquier boludez que se pone de moda: el arte abstracto, la vida sana, el sexo de todos contra todos... Para ellos todo es excesivo, todo es a todo o nada: desde la pasión por la joda nocturna (en la que el escabio está muy presente y la merca está, pero más sugerida) hasta el drama más trágico que se desata cuando se les descompone el teléfono (estamos en la era pre-celulares, claro). Por supuesto Montesol construye estos pequeños cantos a la exageración como un puente hacia el humor, que de paso intenta lograr una reacción por parte del lector. Este material se publicaba en la revista Cairo, muy leída por una generación de fans afectos a cualquier fruta que pareciera sofisticada, moderna y diseñosa, y en la revista Vivir en Barcelona, en la que supongo que no aparecían otras historietas. O sea que hay un mensaje por debajo de la joda, que es “abramos los ojos, muchachos, así no nos venden pescado podrido”.
Las últimas dos historietas tienen como protagonistas a Neo y Post que, lejos de ser gente común, son dos especialistas en arte moderno, fanáticos del diseño, las expresiones más extravagantes del arte contemporáneo y los vernisages en los que corre abundante morfi, chupi y frula. La segunda y última aventura de Neo y Post directamente nos sumerge en la runfla disparatada en la que se le asignan multimillonarias partidas presupuestarias a artistas, diesñadores, intelectuales y payasos varios para que generen obras relacionadas con Barcelona 92. No sé si Montesol realmente estuvo ahí, pero es todo tan venal y tan patético que resulta sumamente creíble.
En el medio, entre los caprichos ridículos de Opisso y Dora y las guarradas de Neo y Post, hay una historieta de cinco páginas titulada simplemente “Barcelona”, sin textos y sin guión. Son simplemente viñetas inconexas puestas una al lado de la otra, cada una centrada en un aspecto de los que hacen única a la ciudad condal. Se trata de un sencillo y sincero homenaje de Montesol a la ciudad que ama. Esta es la historieta más zarpada a nivel gráfico, realizada en carbonilla, frente-march, sin nada ni remotamente parecido a un boceto previo. Montesol combina con maestría ese trazo crudo, primal, al filo del mamarracho, con con gran laburo de tramas mecánicas y todo se ve maravillosamente bien.
En las historietas de Opisso y Dora también se lucen las tramas mecánicas y también hay momentos en los que uno sospecha que debajo de la tinta no hay bocetos ni lápices. La diferencia es que está todo entintado con un pincel muy versátil, con grosores de línea muy diversos, y que conserva la frescura, la fuerza en el trazo. Lo único realmente feo es el rotulado, que en varias historias está hecho a mano alzada y con una caligrafía que por momentos cuesta descifrar.
Y sobre el final, las aventuras de Neo y Post son las que nos muestran al Montesol más “careta” a nivel visual. Acá seguro hay bocetos debajo de la tinta, esta está lograda con pinceles y rotrings, los diálogos están rotulados por un especialista en la materia, hay bloques de texto perfectamente integrados a la imagen y las viñetas están ordenadas en grillas clásicas. Si a estas historietas les ponemos tramas, ya se vería un exceso de recursos que chocaría bastante con la sobrecarga de información, personajes y textos que Montesol mete en cada viñeta.
Si querés revivir ese bizarro estallido de posmodernidad, sofisticación y diseño, o verlo desde una óptica crítica, descarnada, manchada de un humor profundamente malalechístico, este libro te da esa posibilidad. Toda excusa es buena para volver a recorrer la cautivante Barcelona, y si es de la mano del arte de Montesol, mucho mejor. Incluso si hay que aguantarse a borrachines, merqueros, pusilánimes y demás figurettis de cuarta a los que tan bien satirizan estas historias.
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Published on January 19, 2014 17:56

January 18, 2014

18/ 01: LA MUDANZA

Hora de reencontrarnos con el comic uruguayo, más precisamente con Nicolás Peruzzo, uno de los protagonistas de la Saga de Nueva York, cuyo trabajo anterior (Ranitas) fue reseñado el 23/09/11.
La Mudanza tiene un sólo problema, que es que se le nota mucho la intención de generar una obra que apele a un público muy amplio, que le guste y le llegue a mucha más gente que la que habitualmente milita en “el palo comiquero”. Peruzzo calcula minuciosamente –creo yo- cuánto del mensaje positivo, alentador, de buena onda y de contención para el que sufrió pérdidas dolorosas le va a llegar al público no comiquero, integrado mayoritariamente por mujeres, y ahí apunta su munición más gruesa.
A partir de ahí, podés crear un bofe sensiblero, emo y –en definitiva- grasa, o podés sorprender con una historia que tome como base a los sentimientos pero no se lea como la versión gráfica de un libro de autoayuda berreta. Por suerte, La Mudanza tiene los rasgos descriptos en la segunda opción. Peruzzo se las ingenia para que su obra no se lea como un melodrama barato, sino como una historieta de notable vuelo poético, en la que un realismo mágico sutil y finoli viene a barnizar con un mensaje copado a una historia más bien bajonera, en la que la melancolía es claramente el clima hegemónico.
¿Cómo lo logra? Yo creo que la clave es la brevedad de la obra. Son 52 páginas con poco texto, en las que no pasa poco, pero en las que se aprecia la economía de recursos, de diálogos, de enfoques, de trazos incluso, porque Peruzzo opta por un grafismo más bien despojado, más cercano al de la ilustración infantil. La Mudanza no viene a cambiarte la vida. A lo sumo viene a ser esa palmada en la espalda, acompañada de un “fuerza, que no decaiga”, de las que nos dan los amigos cuando el bajón nos pasa por encima.
La historia avanza a un ritmo lento, tranqui, coherente con un comic que nos invita ante todo a la reflexión, y contribuye (el ritmo, no el comic) a que nos colguemos mirando las imágenes de esa ciudad crepuscular y semi-desierta que Peruzzo retrata con precisión, y a la que logra convertir en un personaje más de la novela. El final es redondo, apenitas previsible, y sumamente satisfactorio.
Ya hice bastante referencia al dibujo, pero me falta acotar que acá descubrí a Peruzzo en su faceta de colorista, y me parece que en este rubro es un talento a tener muy en cuenta. En casi todas las escenas se maneja con una paleta intencionalmente acotada, y cuando –en las escenas restantes- deja de lado esa limitación, sorprende con una versatilidad que contrasta maravillosamente con la paleta acotada que se impone en casi toda la obra.
La Mudanza es un comic conmovedor, un tanto argolla-friendly, es cierto, pero con un argumento bien construído, excelentes diálogos, elocuentes silencios y ese plus de belleza que significa transmitir un mensaje positivo sin cursilerías, ni clichés ridículos, sino desde un vuelo que Peruzzo emprende hacia la fantasía y la poesía, y que pilotea con mucha destreza. Si en Ranitas pegaba fuerte por su honestidad, su veracidad, su falta de tapujos para hablar de su tránsito de la adolescencia a la adultez, acá Nicolás pega tanto o más fuerte, pero con argumentos menos personales y más universales, como son las ganas y las motivaciones que nos impulsan (como diría el autor) “a seguir siguiendo” cuando la vida nos pega uno de esos sacudones que nos dejan con el culo mirando al sudeste. Más que una historieta, La Mudanza es una caricia en el alma y eso la hace enormemente valiosa.
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Published on January 18, 2014 15:51

January 17, 2014

17/ 01: AMERICAN VAMPIRE Vol.3

Terminado el viaje al misterio, vuelvo a leer comic yanki más o menos actual pero salpicadito, saltando de una cosa a otra con el criterio esquizofrénico que me caracteriza. Esta vez retomo una serie de Vertigo que tenía abandonada desde el 23/01/13, hace prácticamente un año. Me toca un tomo gordito, con muchos episodios, más precisamente un unitario y dos arcos argumentales extensos, todo escrito por Scott Snyder. Veamos cómo me fue.
El unitario es una garcha. Es una historia cuyo único objetivo es mostrarnos por enésima vez lo hijo de puta que es Skinner Sweet, el abominable protagonista de la serie. Se redime mínimamente por el dibujo, a cargo del genio croata Danijel Zezelj.
El primer arco extenso está ambientado en 1943, plena Segunda Guerra Mundial, y esta vez el protagonista excluyente es Henry Preston, el marido de Pearl, que se va a integrar a una especie de brigada paramilitar que se mimetiza con las fuerzas armadas yankis, pero en realidad depende de Los Vasallos del Lucero, la organización secreta que caza vampiros, liderada por el sombrío agente Hobbes. Sorpresivamente, Snyder no opta por los villanos nazis. Ojo, no es para festejar. Los villanos japoneses que mete el guionista no tienen la menor onda y los vampiros mutados a los que se enfrentan Henry y su tropa son patéticos. Por si faltara algo para convertir a este arco en un exceso de pochoclo y grandilocuencia, a Snyder se le ocurren excusas chotísimas para que tanto Skinner como Pearl viajen a la misma islita de la concha de la lora a la que mandaron a Henry y –obviamente- se machaquen entre ellos. Lo único bueno es que, hasta que llega ese desenlace absurdo y previsible, Snyder tiene muchas páginas para desarrollar bastante bien a los compañeros de equipo de Preston, especialmente a Calvin Poole que –me juego la chota- va a reaparecer en algún arco futuro.
Esto está todo dibujado por Rafael Albuquerque, bien, con mucho power. Ya quedó poco de la sofisticación, de la elegancia que mostró el brasilero en los primeros episodios de esta serie y ahora es todo más zarpado, más visceral, casi al borde del grotesco, aunque sin derrapar. De alguna manera, Vertigo se las ingenió para tener un comic que puede ser perfectamente disfrutable para los lectores a los que los guiones les interesan poco pero se ceban con los dibujantes fuertes, personales, de estilos impactantes.
El segundo arco también transcurre durante la Segunda Guerra Mundial y también tiene a Hobbes en el rol del titiritero que manipulará a los “héroes” para que vayan nada menos que a la Rumania ocupada por el Tercer Reich a jugarse la vida contra –adivinaste- vampiros nazis. Ese concepto que por ahí era alucinante hace unos años, cuando Fabien Nury escribió Je Suis Legion (lo vimos el 22/11/11), hoy es una especie de cliché medio bizarro, que Snyder tratará de refritar con decoro. El resultado no es horrendo, principalmente porque hay un excelente trabajo de caracterización en los protagonistas, Cash McCogan y Felicia Book, ambos aparecidos en roles secundarios en el tomo anterior. La aventura en sí es bastante ridícula, el verosímil se rompe ni bien empieza el segundo episodio (y de ahí en más, agarrate), los villanos hacen la boludez de capturar a los buenos y no matarlos, son DOS yankis contra un ejército de vampiros nazis y ganan los yankis... en fin, más pochoclo berreta, mínimamente condimentado con algo de rosca política y –reitero- con un laburo notable en el desarrollo de Cash y Felicia.
Este arco (originalmente publicado como una miniserie por afuera de la colección principal) está todo dibujado por Sean Murphy, con las hiper-pilas. No te digo que al lado de Murphy parezcan chotos Albuquerque y Zezelj, pero sí que este animalito sale con los tapones de punta, a eclipsarlos a todos. Con ese grafismo zarpado, que combina al mejor Chris Bachalo con el mejor Jorge Zaffino, Murphy nos regala las mejores páginas del tomo: las secuencias mejor planificadas, los fondos más laburados, los mejores trucos para no dibujar los fondos, las escenas de machaca, explosiones y persecuciones mejor equilibradas, todo eso está en esta saguita, en la que Murphy dejó la vida.
En fin, un tomo salvado básicamente por los dibujantes, y por algunos hallazgos de Snyder en materia de caracterización y diálogos. Las historias en sí, flojas. No sé si para colgar la serie, pero seguro para encender la luz amarilla, la de “mmm... seamos precavidos”. Tengo para leer más adelante el Vol.4 de American Vampire y otros laburos de Scott Snyder y de Sean Murphy, así que los volveremos a cruzar pronto.

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Published on January 17, 2014 18:08

January 16, 2014

16/ 01: GIL PUPILA Vol.2

Andá a saber por qué los españoles le pusieron “Gil Pupila” a esta serie que en Francia y Bélgica se conoce como Gil Jourdan. Se trata de una serie interesantísima, centrada en enigmas policiales, sin elementos fantásticos, aunque con una cuota de humor. Su creador fue Maurice Tillieux, un maestro fallecido en 1978, con sólo 56 años. Las aventuras de Gil Jourdan se publicaron en la revista Spirou (templo, bunker y aguantadero de la línea clara de Marcinelle) a partir de 1956 y este segundo álbum (“Popaïne et vieux tableaux” en el idioma original) data de 1960.
La verdad es que al leerlo, parece mucho más moderno. La trama es compleja y está muy elaborada (de hecho, continúa linealmente del tomo anterior y, si no fuera por un resumen que aparece en la primera página, mucho de lo que se sucede aquí no se entendería), los diálogos son abundantes y hacen gala de una sofisticación poco frecuente en la historieta infanto-juvenil, y sobre todo se trata de un comic para pensar. Hay acción, hay chistes, hay malos que se quieren sacar de encima a los buenos, hay persecuciones, pero Tillieux se jugaba todo al disfrute intelectual, a desafiarnos desde la inteligencia. El plan de los villanos es excelente y el contra-plan que pone en marcha Gil Jourdan para cagarlos no sólo es brillante; también me hizo acordar a los mejores episodios de Los Simuladores, esos en los que las estrategias de Santos y su equipo tenían un grado de detalle y de precisión casi de relojería, y a la vez abrían la puerta a situaciones de gran potencial cómico.
Lo único que no me terminó de cerrar es que los protagonistas no son queribles. Gil se pasa de canchero, Libélula (el ex-chorro, ahora ladero del detective) es insoportable, y me tengo que quedar con Cerecita (Queue-de-Cerise, en francés), la joven ayudante del héroe, con su actitud combativa y sus diálogos pomposos y desafiantes. El otro integrante del elenco estable es el Comisario Corrusco (Crouton, en francés), a quien Gil Jourdan siempre le gana de mano a la hora de resolver los misterios, obviamente dejándolo en ridículo. De hecho, en tiempos menos tolerantes, los primeros álbumes de Gil Jourdan estuvieron prohibidos en Francia precisamente por faltarle el respeto a la policía. En 1971, alguien recapacitó y levantó la prohibición.
El dibujo de Tillieux es magistral. Como tantos autores de su camada (y en especial de la revista Spirou), estaba muy pegado al estilo de André Franquin, pero con varios rasgos que lo diferencian. Primero, Tillieux era más “careta”, menos fan del descontrol y el kilombo. Y del lirismo, la fantasía y el virtuosismo. Sus viñetas son más ordenadas que las de Franquin, más prolijas, sin llegar al extremo de los muchachos de enfrente, los seguidores de Hergé, “afiliados” a la línea clara de Bruselas. Las páginas de Tillieux, además, tienen más viñetas (rara vez menos de 10) y mucho más texto que las de Franquin, quizás porque antes de ser historietista se dedicó brevemente a la literatura. Y dentro de esta estética super expresiva, ideal para complementar la aventura con pasos de comedia y algún momento de slapstick, Tillieux hace el esfuerzo de que todo (salvo los personajes) se vea bastante real. Comparado con lo que vimos en álbumes más recientes (los del Marsupilami, o el de Boule et Bill), el color es tirando a berretón, pero bueno, pensemos que es de 1960. No se puede pedir milagros. El trabajo de Tillieux en la faz gráfica seguirá mejorando (lo vamos a comprobar pronto, porque tengo un tomo más sin leer) hasta que para el Vol.11 suma a un equipo de asistentes y para el Vol.13 deja de dibujar y se dedica sólo a escribir los guiones, para esta serie y para varias más, ya que rápidamente se convirtió en el guionista más querido por los lectores de la revista Spirou.
No sé si alguno de los álbumes se llegó a serializar en alguna revista argentina, tipo Billiken o Anteojito. No lo descarto. Lo cierto es que en nuestro país se habla poco y nada de Maurice Tillieux y de su detective atildado y presumido, que de Gil no tiene un pelo. Por supuesto, se trata de una gigantesca injusticia, porque si todos los álbumes de Gil Jourdan son tan buenos como este, estamos ante un clásico fundamental de la historieta ya no europea, sino mundial.
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Published on January 16, 2014 13:32

January 15, 2014

15/ 01: CONTRATIEMPOS

Después de haber hecho buenos aportes a varias antologías, Erica Villar se lanzó a la aventura de crear su propia novela gráfica, primero serializada por entregas en la web y más recientemente recopilada en un muy lindo libro a todo color, con una calidad de papel y de impresión poco frecuente entre los sellos editoriales “jóvenes”.
Contratiempos es, ante todo, una historieta con muchas buenas ideas. Hay buenas ideas en la construcción de los personajes, en la forma de retratar sus vidas cotidianas, en la manera en que sus historias se entrelazan, en los momentos que elige Villar para revelarnos que ciertas cosas sucedieron y ya no hay marcha atrás, en las secuencias “raras”, entre oníricas y simbólicas, que sirven para mostrar lo que está pasando de un modo sumamente original, e incluso buenas ideas a la hora de meter dentro de la viñeta algunos textos, sin recurrir al viejo y querido bloque de idem.
Sorprender al lector sin desentenderse del costumbrismo es una tarea más bien ciclópea, y a lo largo del libro las sorpresas que nos reserva Contratiempos son unas cuantas. La última escena, por ejemplo, la que funciona como epílogo, es rarísima, casi alienígena, y sin embargo cierra por todos lados y le pone el moñito a varias escenas anteriores. La casualidad que lleva a que Vera descubra la “doble vida” de Martín no resulta para nada forzada, ni inverosímil, y Villar aprovecha al máximo el potencial dramático de esa escena, que es la que el lector quiere ver desde la página 24. Y lo otro muy destacable del guión es el afiladísimo oído para los diálogos que demuestra Erica. En todo momento los personajes intercambian frases totalmente creíbles, que no sólo respetan sino que además apuntalan el clima de historia real, de esas que pueden estar sucediendo en este mismo momento en la plaza que está a dos cuadras de tu casa.
El dibujo, por otro lado, es mucho más tranqui. Se nota que no es ahí donde Villar se siente virtuosa, o con ideas de sobra como para brillar. De nuevo me hizo acordar a algunos trabajos de Marcos Vergara (no a mis favoritos), pero sólo en el grafismo, no en la puesta en página ni en la composición de las viñetas. En la puesta es donde veo los hallazgos más interesantes por parte del autora. Villar sabe cuándo bajar un cambio y jugar a la grilla clásica y cuándo arriesgar para lograr efectos más zarpados, y la verdad es que siempre que arriesga, gana. Y lo otro que me pareció muy, muy logrado es el color. No es fácil colorear una historieta en la que la dibujante mete tantos detalles y le presta tanta atención a tantas cosas (a tantos objetos, en realidad), sobre todo en las escenas que transcurren puertas adentro. Sin embargo, Villar encuentra una paleta recontra-idónea para realzar cada escena y cada clima de los que propone la historia, sin descuidar esta gran riqueza en materia de detalles y sin caer en la estridencia colorinche.
No quiero contar mucho más porque estamos ante una obra breve (menos de 60 páginas) en la que se hace difícil indagar sin spoilear. Si te parece interesante una opera prima donde una autora arma y desarrolla una trama muy sólida, con excelentes diálogos, con el barrio como escenario, con buenas dosis de costumbrismo, romance, comedia y momentos de un cierto lirismo, estoy seguro de que Contratiempos te va a encantar. Por ahí el dibujo es más correcto que glorioso, pero el guión y el manejo de la narrativa me dejaron esperando ansioso nuevas obras de Erica Villar, un nombre a tener muy en cuenta en el panorama de la historieta argentina actual.
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Published on January 15, 2014 17:11

January 14, 2014

14/ 01: JOURNEY INTO MYSTERY Vol.4

Mirá qué mala leche... La etapa de Kieron Gillen al frente de Journey into Mystery se termina justo con el mejor arco argumental de toda la serie. The Manchester Gods es una saga cortita, de apenas tres episodios, y además es excelente. Acá no sobra nada, hay cero relleno. Gillen aprovecha cada viñeta para hacer avanzar la trama, para sumarle espesor a los dilemas morales, para meter cada tanto un chiste que descomprima la situación, o para explicar algunos puntos oscuros típicos de un comic “de rosca”, como para que no se pierdan los giles que leían esto en revistita y ni siquiera tenían la decencia de seguir la serie desde el primer número.
Esta vez, el joven Loki y Leah caen en Inglaterra (en realidad, en la dimensión en la que se manifiesta el inconsciente de Inglaterra) para una historia simple (a pesar de estar llena de elementos míticos y místicos), que va todo el tiempo para adelante, y en la que Gillen encuentra un rinconcito donde meter una aguda reflexión sobre su país y el rol que cumplió en la modernización del mundo. También, ya que está, trae de vuelta a Daimon Hellstrom (se ve que recibió buen feedback tras la aparición del Son of Satan en el arco anterior) y mete dos homenajes, uno muy sutil y uno muy cabeza, al maestro, al referente de todos los guionistas británicos, el glorioso Alan Moore.
La etapa del joven Loki como protagonista de su propia serie cierra con la dosis exacta de ambigüedad, como para mantener intacta la intriga inicial. ¿Qué onda este nuevo Loki? ¿Le podemos creer que está buscando la redención? ¿O estamos seguros de que las cagadas que se manda no son fruto de la mala suerte sino de una perversa y calculada intención de complicarle la vida a los otros asgardianos? Gillen deja abierto el interrogante y sobre el final le cobra cara a Loki una de sus runflas más sombrías, el acueste que le hizo a Hela en el Vol.2.
Y como con las 64 páginas de The Manchester Gods no se llena un TPB, a alguien se le ocurrió complementar este tomo con un annual de Thor, escrito por J.M. DeMatteis, que lo único que tiene en común con JiM es que está dibujado por Richard Elson. La aventura de Thor es cósmica, grandilocuente, e involucra a Galactus y al Silver Surfer. De hecho el protagonista real es el Surfer y los antagonistas son Scrier y The Other, dos poderosísimas entidades cósmicas a las que el heraldo de Galactus ya conocía de la época en que DeMatteis escribía su serie regular. La historia tiene mucho ritmo, un cierto regusto ochentoso y muchos bloques de texto muy bien escritos. La banco a full, con dos salvedades: 1) Sobra la machaca. Todo el conflicto se podría haber resuelto sin revolear una sóla trompada (ni un martillazo), y si están todas esas escenas en las que Thor y el Surfer combaten a esos aliens flacuchos, es sin dudas para cumplir con el decálogo del comic de superhéroes, que exige peleas en todas las aventuras. 2) Sobra Thor. Absolutamente todo lo que cuenta DeMatteis se podría contar sin involucrar al Dios del trueno, sólo con el Surfer, o mejor todavía, sólo con Galactus.
Y mirámelo a Richard Elson... No sólo pasó de suplente a titular en JiM, sino que logró que su annual de Thor (irrelevante en el contexto general de lo que sucedía en las series regulares ambientadas en Asgard) se recopilara junto con The Manchester Gods. Su trabajo junto a Gillen no varía mucho de lo que vimos en el tomo anterior. Es correcto, pero le falta onda e identidad. En las 44 páginas junto a DeMatteis, Elson muta levemente su estilo para parecerse bastante a Jim Starlin, capo de la machaca cósmica, al que el inglés le copia (no literalmente) muchos trucos de puesta en página y hasta de composición de las viñetas. Mirado muy de lejos, este comic parece dibujado por Starlin, con menos horrores de anatomía, claro. Y lo otro que le da al annual de Thor rasgos propios, muy distintos de los de JiM, es el espectacular trabajo de los coloristas Morry Hollowell y Will Quintana, que realzan los dibujos de Elson hasta el infinito y más allá con todo tipo de efectos de altísimo impacto visual. Todo lo chato o adocenado que pueda parecer el dibujo, lo levanta la magia del color.
En síntesis, no me hice hardcore fan de Kieron Gillen como para comprarle todos los comics en los que mete mano, pero estuvo bueno descubrir a un guionista decididamente distinto, con otra forma de encarar este tipo de relatos. La próxima vez que genere un proyecto atractivo y con buenos dibujantes, cuenta con mis manguitos. Y aguante Loki que –a pesar de las muchas derrotas cosechadas a lo largo de las décadas- ya era un villano de infinita chapa mucho antes de Tom Hiddleston y su notable performance en la pantalla grande.
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Published on January 14, 2014 12:40

January 13, 2014

13/ 01: AURORE

Como habrás visto, últimamente vengo leyendo bastante historieta infanto-juvenil, tanto argentina como extranjera. No se debe exactamente a una regresión mental o emocional a mis ya lejanos años de pre-pubertad, sino a la mera coincidencia, a caprichos del destino que hicieron que justo para esta época se me acumulara mucho material de esa onda y –por poner un ejemplo- ningún manga de esos en los que tipos y minas garchan como conejos ebrios en un viaje de egresados y se destripan unos a otros. Ya vendrán.
Hoy tenemos otro comic para todo público, de esos que padres e hijos pueden leer juntos, con una novedad, que es un upgrade grosero en la calidad. Muchos de los comics recientemente reseñados, que aprobaban con bastante “buena nota”, al lado de Aurore son bazofia en estado de descomposición, inservible hasta para rellenar el cinturón ecológico. Sin entrar a la categoría de “Historieta Perfecta”, este nuevo trabajo del prócer español Enrique Fernández retoma la senda iniciada en su gloriosa La Isla sin Sonrisa (reseñada allá por el 02/09/10). De nuevo estamos ante una historieta pensada para hacerte sentir bien, en la que el autor nos invita a vivir una aventura con visos fantásticos y sobrenaturales, pero sin olvidarse nunca que en realidad el conflicto grosso no pasa por la lucha (o la rosca, que hay bastante) entre buenos y malos, sino por los sentimientos y la forma en que estos se expresan.
Como en La Isla..., Fernández arma un atractivo contrapunto entre una nena y un personaje más viejo y más curtido. Esta vez la nena no es tan buena y tan ingenua. Es la hija, orgullosa y bastante mal llevada, de unos guerreros de una tribu de aborígenes de América del Norte (canadienses, diría si me apuran). Y su compañero en las extrañas peripecias pergeñadas por el autor es una especie de lobo sobrenatural, una semi-deidad que existe en un plano al que los seres humanos no tienen acceso, por lo menos mientras están vivos. Con la estructura de una fábula y con libertad absoluta para irse a la mierda en cuanto a la conservación o no del verosímil, Fernández deja avanzar a Aurore y Vokko por la trama, que se enriquece con los encuentros con distintas criaturas y se tensa cada vez que el autor nos recuerda los graves peligros que se ciernen sobre la tribu de la protagonista.
Al guión le sobran escenas de enorme encanto, momentos ásperos, diálogos logradísimos... y aún así no lo puedo poner al nivel del de La Isla sin Sonrisa, principalmente porque aquella vez Fernández me sorprendió por completo y esta vez fue “Bueno, a ver qué hace este animalito para tratar de superar su hitazo anterior”.
Pero hete aquí que en la faz visual Fernández patea el tablero y se caga no sólo en lo que hizo en La Isla..., sino en todos sus trabajos anteriores. Después de maravillarnos con su increíble manejo del color digital, el hijo del inolvidable Fernando Fernández desconecta la maquinola y colorea las 48 páginas de Aurore con acuarelas, más algún efecto especial logrado con crayones o lápices de colores. Seguramente habrá algún retoque digital, pero lo que se nota (y se disfruta) todo el tiempo es el trabajo con el pincel, sutil, exquisito, de ilimitadas posibilidades expresivas. El dibujo transmite plasticidad, emoción y belleza en cada cuadro, incluso en las páginas en las que Fernández dibuja 12 viñetas microscópicas. Un nuevo despliegue de virtuosismo de este genio del dibujo, ahora en otra técnica muy distinta a la que usara en las obras con las que se consagró.
Y ya está. No quiero contar nada más, simplemente recomendar enfáticamente esta historieta a todos los amantes de la fantasía de alto vuelo, y contar los días que me faltan para leer otra obra de Enrique Fernández que está ahí, esperando su turno en el pilón.
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Published on January 13, 2014 15:44

January 12, 2014

12/ 01: EL INFANTE DANTE ELEFANTE Vol.2

Más de uno va a suponer que hoy me tiré a chanta y no tuve tiempo o ganas de escribir una reseña. Lo cierto es que antes de empezar a redactar el texto de hoy, me tomé el laburito de releer lo que escribí cuando me tocó reseñar el Vol.1 de esta colección, un lejano (y binario) 11/10/10. Y la verdad es que todo lo expresado en esa oportunidad se aplica en esta.
Este libro combina historietas de una página con tiras que aparecen publicadas de a tres por página, y a lo largo de todo el material se observan exactamente las mismas características que ya enumeré en la reseña anterior. O sea que no tiene mucho sentido reiterar los conceptos ya vertidos. Que alcance con reiterar la recomendación para que te compres este Vol.2 de Dante Elefante, lo leas, lo disfrutes, y si te da cosita tener en tu biblioteca historietas de la Billiken, se lo regales a algún pibe, que seguramente va a flashear con las desopilantes pantomimas de este impredecible paquidermo creado por J.J. Rovella.
Mañana sí, una reseña posta.
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Published on January 12, 2014 17:19

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Andrés Accorsi
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