Andrés Accorsi's Blog, page 151
July 4, 2014
04/ 05: FURY MAX Vol.2

Este tomo está compuesto por dos arcos argumentales de tres episodios (como el Vol.1), al que se le suma un epílogo. El primer arco nos lleva a Vietnam, en 1970, para una misión en la que Nick Fury formará equipo con un joven pero ya curtidísimo Frank Castle. Como en las dos saguitas del tomo anterior, lo que más le interesa a Garth Ennis a la hora de escribir estas historias es mostrar el lado oscuro, sórdido, revulsivo de estas heroicas epopeyas de los EEUU en el Tercer Mundo. Son las Fuerzas Armadas, sí, pero el telón de fondo lo pone la CIA, y eso significa que detrás de la guerra hay gigantescos negocios que tienen que ver básicamente con el narcotráfico. Muy en sintonía con el memorable aporte de Alan Moore a Brought to Light (lo vimos el 12/01/12), Ennis se compromete con la denuncia, le pone todas las fichas a explorar mediante estas historias las atrocidades que la CIA hizo y bancó no por la libertad y la democracia, sino por la guita y el poder que implica la guita en una sociedad capitalista como la yanki.
La segunda historia va para el mismo lado, pero esta vez el escenario es Nicaragua y el año es 1984. Fury va a ser testigo de los escabrosos crímenes de lesa humanidad y los gigantescos negocios vinculados a la droga que se esconden detrás del entrenamiento de los contras por parte de la CIA. Con la excusa de no dejar crecer a los comunistas en el patio trasero de los EEUU, esta guerra de guerrillas cobrará miles de vidas, costará miles de millones y terminará con las roscas más espurias finalmente expuestas ante la opinión pública.
Como en los arcos del Vol.1, uno ya sabe cómo va a terminar la participación de los yankis en cada uno de estos conflictos y Ennis acierta al respetar los resultados del mundo real. Sin embargo, encuentra la forma de que el rol de Fury no sea irrelevante, sino que sirva para algo. O que por lo menos se preste para aventuras al límite, tensas, de las que sabemos que va a salir con vida, pero que nos mantengan entretenidos mientras Ennis baja línea. Para esto es muy importante el tratamiento que le da el irlandés al elenco de secundarios (ya lo desarrollé en la reseña del Vol.1), a los que hace avanzar con mucho huevo hacia un final inesperado, de altísimo impacto, que vemos en el epílogo. A lo largo de todo el tomo hay diálogos brillantes, afiladísimos, que plantean en términos incontrastables el espesor y la urgencia de los conflictos que nos muestra Ennis, y sin embargo, los diálogos más tremendos, los más categóricos, están en el epílogo ambientado en 1999, cuando los personajes ya son viejos y hace tiempo que no se meten en ninguna guerra sucia. Ahí el guionista le saca jugo a otros combates, igual de cruentos, pero librados en el fuero íntimo de Nick, Shirley, George y el senador McCuskey.
Un final a todo trapo para un comic muy jodido, muy jugado, que debería usarse para enseñar historia en las escuelas de los EEUU, si no fuera por la sobredosis de puteadas, los garches, los destripamientos y las masacres de las que no se salvan ni mujeres, ni ancianos ni bebés. Si el festival de la mala leche y las atrocidades no te ahuyentan, si te bancás a un Nick Fury tremendamente cínico envuelto en runflas siniestras con gente mucho más hija de puta que él, acá vas a encontrar una obra excelente, con inmensos hallazgos en la caracterización, en el andamiaje dramático que sostiene a las aventuras y sobre todo en la revisión de hechos clave en la historia del Siglo XX, en los que invariablemente Garth Ennis detecta la mano negra de los servicios de inteligencia de los EEUU, soretes jodidos si los hay.
Published on July 04, 2014 11:45
July 3, 2014
03/ 07: LUPUS

En este trabajo, además, al tratarse de cuatro álbumes extensos (ninguno baja de las 92 páginas), Peeters trabaja con menos viñetas por página. Tiene páginas de 5, de 6, de 7 y nunca pasa el tope de las nueve viñetas por página, siempre enmarcadas en la clásica grilla de Watchmen, que le sirve al autor para controlar y ajustar el timing del relato en momentos de especial dramatismo.
Si creías (como yo) que el libro se llama Lupus porque Peeters iba a hablar de esa enfermedad espantosa, un poco para colgarse de las tetas del libro de David B. sobre la epilepsia, y que se venía un bajón importante, más heavy que el de Píldoras Azules, olvidate. Esta es una historia romántica ambientada en el futuro, con tecnología robótica, naves espaciales y cosas así, protagonizada por un muchacho llamado Lupus. La trama tiene una arista aventurera, algo similar a la que vimos ayer en Great Pacific: una de las co-protagonistas es Sanaa, una chica rebelde, hija de un poderoso magnate y capo de una mega-corpo, que no se afana millones de dólares, pero se escapa. Y su padre (al que nunca vemos) removerá cielo y tierra de varios planetas para recuperarla. Lupus y su viejo amigo Tony se toparán con esta chica y sus vidas cambiarán drásticamente. De eso se trata básicamente la novela: de cómo una persona te puede cambiar la vida.
Con la consigna en marcha, Peeters logra un clima espeso, parsimonioso, muy introspectivo, que avanza lento sin perder nunca el interés. Lo cual no es óbice para que el autor tome riesgos raros, difíciles de bancar, en muchos momentos del relato. Lo que a mí menos me convenció fue ese aluvión de flashbacks a la infancia de Lupus en la segunda mitad de la obra Sobre todo porque casi todos giran en torno a su relación con su mamá y al final, cuando pasan cosas importantísimas, el que aparece para dar una mano es el papá. Después me pareció arriesgada, pero banco a muerte, la forma en que Peeters resuelve el tema de los sicarios de la Corpo que vienen a buscar a Sanaa. Y me pareció muy loco los malabares que hace el suizo para no mostrar nunca lo que todos los lectores queríamos ver desde la página 18 del primer tomo, que es el garche entre Lupus y Sanaa.
Lo que más me gustó, claramente, fue la profundidad y la tridimensionalidad que le da Peeters a los protagonistas. Sin eso, la trama aventurera se caería a pedazos y la romántica perdería rápidamente el interés para convertirse en un histeriqueo entre pelotudos. Hay muchos más hallazgos, obviamente, en detalles que hacen a este mundo futurista, en personajes secundarios, en esas escenas medio oníricas, medio descolgadas con las que abre y cierra cada tomo. Estamos ante el laburo que consagró definitivamente a Peeters y es todo tan fuerte, tan asombroso, con una fusión tan atrapante entre dibujo y guión, que hay que ponerse muy en estrecha para discutirle algo a esta bestia. Me queda clarísimo que Peeters sabe imponer su impronta autoral incluso en trabajos como este, que a priori parecería más “de género” y ese es un mérito inmenso. El libro español es un tremendo masacote de más de 400 páginas y tapas duras, que debe salir un huevo y la mitad del otro. Los vale, te lo aseguro.
Published on July 03, 2014 11:07
July 2, 2014
02/ 07: GREAT PACIFIC Vol.1

Great Pacific cuenta la historia de un joven rebelde, hijo y nieto de magnates petroleros, destinado a ser el heredero de una de las empresas energéticas más grandes y prósperas del planeta. Pero a Chas le interesan cosas que a la multinacional no, entonces cuando cumple18 años, finge su muerte, da un golpe virtual gracias al cual transfiere miles de millones de dólares de la empresa a sus propias cuentas, y por si faltaba algo, se inventa su propio país. Chas encontró la ubicación de una especie de isla que flota en el Océano Pacífico, compuesta mayormente por basura, residuos, deshechos plásticos a los que el agua no degrada ni erosiona. Este mamotreto de considerable superficie, se va a convertir, gracias al ingenio y los millones de Chas, en una nación soberana.
Ese aspecto de Great Pacific es el que a mí más me atrapó: un pibe crea de la nada su propio país, en un basural que flota en el océano. Y después, para que esto se pueda leer como un comic de aventura, Harris agrega otros elementos. Por un lado, la rosca empresarial-militar-criminal, porque es obvio que la empresa energética va a descubrir que Chas está vivo y va a tratar de recuperar por las malas los miles de millones que “se llevó” el heredero. Por el otro, la temática ecológica, porque todo gira en torno a los residuos y al daño que le hacen las petroleras al medio ambiente. Y finalmente lo que menos me cierra, que es un elemento fantástico. No me quiero extender en eso para no spoilear, porque supuestamente es una revelación impactante, pero nada… esos tentáculos que se ven en la portada del libro tienen bastante peso en la trama.
Chas y su fiel amigo Alex se levan los roles protagónicos, pero con el correr de los episodios Harris refuerza el elenco con mucho criterio y abre el juego a nuevos personajes del entorno familiar, de la empresa, del gobierno y hasta incorpora a una tribu de nativos de una isla cercana al basural flotante. Por suerte la entrada en escena de estos personajes es armónica, siempre está bien justificada y siempre deja margen para desarrollar principalmente a Chas (para el final el tomo uno siente que lo conoce de toda la vida), a Alex y a dos o tres miembros más de este elenco.
Además de coloristas argentinos, Great Pacific tiene dibujante nacional y popular: Martín Morazzo, a quien yo no conocía y me sorprendió gratamente. Morazzo pareciera seguir una línea onda Frank Quitely, pero combinada con las influencias sutiles de Eduardo Risso y de algunos autores europeos, principalmente Milo Manara. El resultado es una línea muy prolija, muy estilizada, muy idónea para hacer ese truquito de sobrecargar a muerte los fondos y darle infinita bola a los más mínimos detalles. Sin embargo Morazzo sabe cuándo bajar un cambio, cuando prescindir de los fondos y resolver todo con un primer plano fuerte, expresivo, y dejar que los coloristas hagan el resto con algún efecto digital. La narrativa está cuidadísima, pensada para darle atractivo y hasta un cierto vértigo a todas esas escenas en las que sólo vemos gente hablando. Y cuando el guión le pide grandilocuencia y espectacularidad, Morazzo cumple con creces.
Reitero, entonces, que me enganché mucho con Great Pacific. Es cierto que no tiene tanta prensa como otras series con las que hoy Image le está pasando el trapo a Marvel y DC, seguramente porque Harris no tenía muchos hitazos en su currículum. Pero acá hay muchas ideas interesantísimas, una premisa irresistible y muy buenos desempeños tanto del guionista como de nuestros compatriotas que lo respaldan desde el dibujo y el color. No tengo dudas de que, cuando termine Great Pacific, Martín Morazzo va a tener chapa de sobra para ser convocado a proyectos de perfil más alto, y los que lo seguimos desde esta serie vamos a poder chapear, como chapeamos los 15 boludos que leíamos 27 cada vez que nos nombran a Charles Soule.
Published on July 02, 2014 08:07
July 1, 2014
01/ 07: DUGONG Y MANATI

Vistos de lejos, los portentosos protagonistas parecen ser héroes, o incluso superhéroes. Sin embargo, cuando te adentrás en las historias, resultan ser dos freaks valientes, pero bastante torpes y con menos luces que la lancha del contrabandista. Las aventuras tienen como factor común el mar, los puertos, las profundidades oceánicas, y eso le brinda a Alcatena la posibilidad de jugar con un amplísimo espectro de personajes secundarios y villanos, desde típicos marineros (como Tobías y su sobrina Pepita) hasta un faro que cobra vida, pasando por ligas (y sociedades) de justicieros enmascarados. Como en sus obras más complejas junto a Eduardo Mazzitelli, acá Quique se zarpa metiendo referencias y homenajes a otros historietistas (Hugo Pratt, Elzie Segar, Bill Everett), a Pinocchio, a Bob Esponja y –como siempre- a los Beatles. Y en un giro argumental digno de Caoscomic (otra obra semi-oculta realizada con Mazzitelli) incursiona en el meta-comic y termina por convertirse en personaje de su propia historieta, en el episodio en el que el villano ½ Mundo se roba el protagonismo.
El tono de toda la obra es claramente jocoso, y se puede leer en clave de sátira muy sutil a los comics de superhéroes de la Silver Age, con cuyas ediciones mexicanas creció Quique. De hecho, acá hay hasta palabras y giros idiomáticos que sólo recuerdo haber leído (hace no menos de 30 años) en aquellas infaustas traducciones que la editorial Novaro nos infligía a los chicos que queríamos leer comics de DC. Quizás lo más notable sea que, aunque las historias van para el lado del esparcimiento light, y la onda es muy familiar, muy ATP, las historias tienen su complejidad y hasta un cierto vuelo. No son pavadas, ni obviedades, ni esa cosa ramplona que uno asocia con los comics de DC de los ´60, escritos para un público compuesto en su mayoría por chicos de nueve años.
Por supuesto que, al estar pensada como una tira, Dugong y Manatí se ve muy distinta a las otras obras de Alcatena sobre todo en la espacialidad. Olvidate de esas páginas intrincadas, con dibujos inmensos laburados más allá de la comprensión humana y que bien podrían prescindir de los textos para disfrazarse de art-book. Acá, en una misma tira tenemos hasta cuatro viñetas chiquitas, y eso obliga al autor a dibujar y a narrar de otra manera. Así y todo, se conserva intacta la magia del plumín de Alcatena, su imaginación visual desbordante y su talento innato para crear maravillas sólo con el blanco y el negro. No están esas guardas, esos firuletes increíbles con los que Quique ornamenta sus viñetas en Shankar o Acero Líquido, por ejemplo. Pero están las texturas, los tramados, las manchas, los trazos de distinto grosor e incluso una atención llamativa a las expresiones faciales, supongo que producto de la intención cuasi-humorística de algunas secuencias.
Si sos fan de Alcatena, no tengo dudas de que Dugong y Manatí te van a cautivar. Se parece poco a lo que seguramente ya conocés, pero es un comic muy genuino, hecho con mucha pasión, con mucha onda y mucha calidad por un maestro que nunca, en ningún medio y en ningún formato, da menos del 100%. Pronto habrá más Alcatena, acá en el blog.
Published on July 01, 2014 15:12
June 30, 2014
30/ 06: LOS MAS VENDIDOS DE JUNIO

Junio fue un muy buen mes, y estos fueron los títulos más vendidos:
1) Inspector Bull (Loco Rabia/ Belerofonte)
2) Jusepe en América (Común)
3) Perramus Vol.3 (De la Flor)
4) La Torre de Burbuja (Loco Rabia)
5) Malandras (Historieteca)
6) Posters (Común)
7) Si Pero No (De la Flor)
8) Perramus Vol.1+2 (De la Flor)
9) Lo que No Importa Está Acá (Moebius)
10) Altavista (Hotel de las Ideas)
Por un estrecho margen se impuso el librazo que recopila todo Inspector Bull, el clásico de los maestros Carlos Albiac y Horacio Lalia. La otra novedad de Loco Rabia, La Torre de Burbuja, se quedó con un dignísimo cuarto puesto, muy notable si pensamos que es una obra de autores mucho menos conocidos. El otro título que debuttó este mes y logró entrar al ranking fue Malandras, de Rodolfo Santullo y Dante Ginevra, al que le queda resto para trepar algunos puestos en Julio.
Los dos lanzamientos de Mayo de la editorial Común sobrevivieron un mes más entre los más vendidos, al igual que el libro de Montt que De la Flor lanzó ese mes, Altavista (que salió en Abril), y dos de los grandes hitazos de 2013: el Vol.1+2 de Perramus y Lo que No Importa Está Acá, que sigue recibiendo el apoyo incondicional de la numerosa hinchada de Gustavo Sala.
Y la gran sorpresa fue el Vol.3 de Perramus, que salió tan cerca de fin de mes que ni siquiera lo ofrecí en mi catálogo de Junio, y aún así, en muy poquitos días, se prendió fuego y se quedó con el tercer lugar en el ranking. Para Julio va por todo, me parece, a pesar de ser un libro de más de $ 200.
¿Contra quiénes va a pelear la pole position? Y, hay libro nuevo de Alcatena y Mazzitelli, que siempre hacen fuerza; además se vienen el Vol.3 de Cybersix, el Vol.4 de Escuela de Monstruos, una antología coordinada por Santullo con dibujantes de la San Puta, dos antologías coordinadas por Oenlao, lo nuevo de Damián Connelly y Lauri Fernández... Por suerte siguen saliendo muchas novedades.
Julio va a ser un mes duro, porque vuelvo a tener stand en la Feria del Libro Infantil, como en 2010 y 2011, así que habrá que laburar mucho ahí, sin descuidar a las comiquerías, que son las que nos dan de morfar todo el año. Veremos qué sucede...
Published on June 30, 2014 19:01
June 29, 2014
29/ 06: THE END, OH WELL

Arrancamos con dos historias muy lindas. La primera, de Derek Land, tiene una sóla página, pero alcanza para lucirse. Y le sigue Unhapy Meal, de Ian McGinty, que está claramente entre las mejores del libro. Lo de Tait Howard es más raro que bueno, pero no se puede decir que esté mal. Jeremy Nguyen aborda el tema con mucho humor y con un dibujo muy sólido, muy profesional. Un nombre a tener en cuenta.
Karla Castañeda (autora de la majestuosa ilustración que ocupa las retiraciones de tapa y contratapa) aporta una historieta intensa, divertida por momentos zarpada, pero le falta un toquecito al dibujo, que derrapa un poco entre las influencias de Tony Sandoval y los mangakas más comerciales del shonen. Theo Ellsworth, quizás el más conocido de los yankis que participan de la antología, sorprende con unos dibujos impresionantes, despliega una imaginería y unas ideas alucinantes, pero lamentablemente no le pone huevo a la narrativa, se conforma con mostrar lo bien que dibuja y mechar esas imágenes con textos muy ingeniosos.
Mrz dibuja bien, pero no entendí qué trataba de contar en sus cinco páginas. Xin, en cambio, dibuja tan mal que ni me dieron ganas de leer su historieta. Por suerte ocupa una sóla página. Inés Estrada no dibuja mucho mejor, pero por lo menos se le ocurre una idea narrativa más o menos ganchera como para bancar dos paginitas. El propio Echevarría pela una de las mejores ideas del tomo y la desarrolla bien, con un dibujo no muy virtuoso, pero sí efectivo.
Otra colombiana, Power Paola, cuenta su visión del fin del mundo en cinco páginas sin textos. Los errores de anatomía y perspectiva se hacen groseros sólo en la última página (una splash), así que casi está bien. La de David Duncan está bien dibujada, pero me costó entenderla. También es muda y está jugada a un truco narrativo fomal difícil de descifrar. Por ahí a color se entendía mejor. El peruano Jesús Cossio también elige contar sin textos, y elige una secuencia chiquita, que parece parte de algo más grande. Ese fragmentito de historia no tiene mucha fuerza, pero la salva el dibujo.
El argento-chileno Jorge Quién tiene ocho páginas para desarrollar una historia basada en un relato de Ray Bradbury y las aprovecha a full. Esta debe ser una de sus mejores historietas publicadas hasta hoy. El problema llega cuando Quién elige narrar CON textos y puebla los diálogos (en inglés, obvio) con algunos errores ortográficos y gramaticales. Una pena que alguien más canchero con la lengua de Shakespeare no le haya pegado una revisada. Emi Gennis tiene una buena idea para trabajar en sus seis páginas, pero le juega en contra el dibujo, bastante por debajo de lo que requería la historia. Lo de Garrido Barroso, resuelto en una página estéticamente interesante, tampoco llega a ser una historia: se queda en una idea, que daba para más.
La mejor historieta del tomo la aporta otro colombiano (anotá, Pekerman), habitué de las antologías: Joni B ofrece una verdadera joya, con sanas influencias de Dave McKean y David Mazzucchelli en la faz gráfica. Casi sobre el final, Maya Edelman dibuja muy bien pero se mete solita en un kilombo narrativo del cual no sabe salir. Y en el cierre aparece Alejandra Mejías, con un guión divertido y un dibujo un poquito crudo aunque bien encauzado. Si estudia y se esfuerza, esa chica puede ser una buena historietista, en una línea tipo Byan Lee O´Malley.
Al final, el mundo no se terminó ni en 2012, ni en 2013, ni ayer cuando Brasil casi queda afuera del Mundial. Aún así este libro ofrece varias visiones interesantes acerca de ese evento que, tarde o temprano, va a suceder. ¡Ojalá nos encuentre leyendo historietas!
Published on June 29, 2014 11:56
June 28, 2014
28/ 06: UN VERANO INSOLENTE

Así como la vez pasada Lapiére investigaba a fondo el tema de los campos de concentración y los “desaparecidos” durante el régimen stalinista en la ex-URSS, esta vez se mete de lleno en aquella primavera revolucionaria que se vivió en México a principios de los años ´20 y que atrajo a numerosos intelectuales, artistas y demás simpatizantes de las ideas de izquierda, siempre propensos a soñar con la utopía de un mundo más justo. Son los años de Diego Rivera, Frida Kahlo, David Siqueiros y gente que llegaba de otros países, como la fotógrafa californiana Tina Modotti y su maestro (y amante) Edward Weston. La novela se estructura en torno a los vínculos entre estos personajes, a sus romances, sus ilusiones, sus decepciones, qué pensaban, cómo vivían, cómo se relacionaban con el poder, qué hacían para morfar, en esos años en los que la revolución parecía inminente.
La data está perfectamente dosificada, los diálogos suenan muy reales, las situaciones que tuvieron lugar en la vida real están muy bien reproducidas y la línea que baja Lapiére es la correcta, de punta a punta de la obra. ¿En qué falla? Bah, no sé si falla... ¿Qué no me convence? Que el guionista quiere y a la vez no quiere ofrecernos un comic documental centrado en las vidas de Tina Modotti y Edward Weston en México. Obviamente el francés investigó esas idas y vueltas hasta el más mínimo detalle, pero por otro lado, le juega muchas fichas al artificio de introducir en la historia a un personaje 100% ficticio, Théo, el escritor gay que llega de Francia, al que le otorga la responsabilidad de narrar estas anécdotas que lo tienen como personaje secundario.
Yo entiendo que existe una biografía de Tina Modotti hecha en historieta (por el maestro español Angel De la Calle), y quizás no daba para hacer otra. El problema es que esta se queda a mitad de camino, un poco porque, en el contexto general, sobran las escenas ambientadas en 1942, en las que Théo, ya veterano, rememora los sucesos transcurridos 20 años atrás. No está bueno el remate final, a veces las interrupciones del relato se ven forzadas, no aportan nada los personajes que Lapiére crea para que escuchen las anécdotas de Théo... pareciera que todo eso sobra, estorba, distrae de lo central, que es lo que le pasa a Tina y a Edward. Por ahí todo funcionaría mejor si nos limitáramos a visitar a los protagonistas reales en los años ´20, aún cuando esto significara sujetarnos demasiado a hechos reales, a los que muchas veces les falta esa intensidad, esa curva dramática que se supone que tiene que tener una historia para engancharnos.
El dibujo de Pellejero es excelente, con su línea más gruesa, más jugada al claroscuro, combinada con el talento para la composición, la plasticidad y la atención por el detalle en los lenguajes gestuales que ya estaban presentes en sus obras más conocidas de los ´80 y ´90 (Dieter Lumpen, El Silencio de Malka, etc.). El tratamiento del color aporta muchísimo a los climas de la historia, además de mostrarnos (como en El Vals del Gulag) distintos recursos para las distintas escenas. Y lo más notable es algo que también me remitió a Dieter Lumpen, que es la espectacular recreación de escenarios, vestuario y vehículos de los años ´20, en un terreno que a Pellejero le queda geográfica y cronológicamente lejos, pero en el que se mueve con pasmosa suficiencia.
Si alguna vez te interesó esa movida político-cultural que tuvo por escenario al México de los años ´20, esta historia te va a aportar muchísima información acerca del backstage, de lo que le pasaba puertas adentro a los artistas, intelectuales y políticos que jugaron a soñar una revolución socialista en las tierras de Pancho Villa. El guión no es tan perfecto como el de El Vals del Gulag, pero el interés no decae a lo largo de las casi 110 páginas que dura la novela, y el dibujo de Pellejero brilla incluso en las secuencias que aportan poco a la trama.
Published on June 28, 2014 16:43
June 27, 2014
27/ 06: LEGION OF SUPER-HEROES Vol.3

Después del final cataclísmico del tomo anterior, lógicamente para este se imponía una escala menor, con conflictos más chiquitos, con menos cosas en juego. Mark Waid se ajusta perfectamente a este cambio de ritmo. Los primeros dos episodios son básicamente un epílogo de la saga anterior, en la que se exploran algunas consecuencias y repercusiones de lo que sucedió en el Vol.2. Y después tenemos tres episodios con mínima machaca, centrados en la llegada al Siglo XXXI de Supergirl, quien rápidamente se unirá al grupo protagónico. A través de estas páginas avanzan, lentamente y por atrás de la trama central, puntitas de argumentos que Waid siembra para cosechar en episodios futuros. Y por supuesto, queda mucho espacio para trabajar más a fondo la caracterización de todos estos personajes y explicar mejor cómo funciona este Siglo XXXI que (nos enteraremos más adelante) no pertenece al mismo universo que la mayoría de los superhéroes de DC.
Lo mejor llega al final del libro, con un unitario centrado en Chamaleon Boy en tono de enigma policial, con la escena de un crimen en una habitación cerrada (tópico clásico de este género), investigación, deducción y un villano sorpresa que re-daba para convertirse en enemigo recurrente de la Legión. Mucha inteligencia y mucha originalidad para tan pocas páginas. Y a modo de epílogo, este libro trae páginas originalmente aparecidas en varios números anteriores de la revista, en la que los propios legionarios responden las cartas de los lectores (es decir, los fans que compraban la revista en el mundo real) en forma de historieta. Un truco muy ingenioso de Waid para darle onda a las respuestas, que contó con la complicidad de su co-equiper Barry Kitson y de algunos dibujantes invitados, entre los que se destaca Amanda Conner. Por supuesto, son meta-historietas, en las que los personajes rompen la cuarta pared para hablarle a los lectores, explicar puntos oscuros de los guiones, exigirle al propio Waid que rectifique algún error, discutir acerca de la continuidad y contar cómo es el proceso de colaboración entre Waid y Kitson, obviamente en son de joda, con muchos chistes y mucha cancha.
El ya mencionado Barry Kitson no dibuja todos los números, pero reafirma su condición de dibujante titular de esta serie con un buen número de páginas y con esa notable (porque se nota mucho) sintonía con Mark Waid, compañero de muchas batallas. Acá se nota el esfuerzo por parte de Kitson por corregir las falencias que veíamos la vez pasada: se esmera tanto en las expresiones faciales que por momentos parece un imitador de Kevin Maguire. También se nota que alguien le explicó que Supergirl está ahí para levantar no sólo las ventas, sino también las “carpas” de los lectores y Kitson se mata para que su Kara sea tan sexy como la que aparecía en su propia revista. El resto, todo impecable, como siempre, con la gran solvencia narrativa típica del inglés y con su talento para componer viñetas muy complejas, con muchísimos personajes, fondos, multitudes, tecnología del futuro, etc.
Lamentablemente, el libro no especifica qué páginas de las que no dibuja Kitson son obra de cada uno de los suplentes, pero yo supongo que casi todas son de Adam De Kraker o de Ken Lashley y ninguno de los dos me convence. Ya destacamos a Amanda Conner por su aporte a las páginas en que los legionarios contestan las cartas de los lectores... y no hay mucho más para decir sobre la faz gráfica de este TPB.
Cierro acá, entonces, mi paseo por este Siglo XXXI en el que Mark Waid y Barry Kitson se jugaron a rebootear EN SERIO a la Legion, y a meterle un montón de conceptos tan atractivos como difíciles de bancar en el largo plazo. Será por eso que antes de llegar al número 40 la serie ya había cambiado de autores y de dirección, y que luego sería explicada como perteneciente a un universo paralelo, despegado del DCU titular. A partir de 2009, el foco se desplazaría hacia OTRA Legion, mucho más en sintonía con la clásica, la de la continuidad pre-Crisis, y esta sería prácticamente barrida abajo de la alfombra. Por suerte, más allá de los manoseos editoriales, quedan seis libros muy disfrutables, hoy y dentro de mil años.
Published on June 27, 2014 10:53
June 26, 2014
26/ 06: TODO CLEMENTE Vol.13-16

El primer tomito arranca con un arco de Clemente con el Psicoanalista, muy basado en el “humor radial”, en juegos de palabras que no requieren del dibujo para ser graciosos. Recién cuando el Psicoanalista empieza a analizar a las hinchadas (y queda cara a cara con el hincha de Camerún) la cosa levanta un poquito. Después viene un arco en el que Caloi aborda el tema de la religión de modo bastante efectivo. El Mundial ´98 nos lleva a Francia, donde aparece otro personaje que debutó (creo) en los cortos para la tele: Yac Custó. Acá tenemos chistes futboleros y, cuando Argentina queda afuera, empalmamos con chistes acerca de la vida subacuática, muy ingeniosos. Y finalmente, una de esas ideas locas y brillantes de Caloi: para combatir a la globalización, Clemente se hace cuadrado. Acá reaparece el mundo de la síntesis, un clásico de los primeros años, y la tira encuentra la manera de hablar de política de un modo poco obvio, muy interesante.
En el tomito con tiras de 2000-02 se incorpora el color. La primera “saga” vuelve a hacer énfasis en la brecha generacional, con Clemente y Jacinto satirizando al mundo del rock, desde los nombres de las bandas hasta los shows en vivo. El color me resultó muy estridente, algo que se corregirá en los tomos futuros. De pronto, Caloi retoma el tema de la Mulatita, olvidada hacía años. Ya no le dicen Clementina, y vuelven a suceder con ella cosas que habían sucedido 20 años atrás. Igual tiene muy buenos chistes, muchos de ellos de “humor radial”. Y terminamos con una larga sucesión de chistes políticos, centrados en la coyuntura de la segunda mitad de 2001, cuando Clemente se convierte en la cara del “voto bronca” que gana las elecciones legislativas previas al derrumbe del gobierno de la Alianza. Acá también hay buenas ideas gráficas, además de los juegos de palabras.
El Vol.15 abre con más chistes de coyuntura, con EEUU en Irak, Menem y Kirchner en el frustrado ballotage, etc. Después viene un arco muy gracioso en el que el co-protagonista es... un teléfono. Y para el final, un extenso arco con el Nono, un Clemente viejito que habla en cocoliche y mantiene diálogos muy graciosos con Jacinto. Para las últimas tiras (con el Clementosaurio) ya el color es mucho más tranqui, más lindo.
Ya en pleno gobierno de Néstor, el Vol.16 arranca con un montón de páginas de chistes futboleros, con mucho juego de palabras y alguna que otra buena idea visual. La economía y la crisis del campo se ven reflejadas en la saguita del perro verde, completamente inescrutable fuera de su contexto original. Y cerramos con una serie de chistes centrados en el sexo, con la Mulatona en el centro de la escena y un lenguaje bastante subido de tono, sobre todo si lo comparamos con las tiras de los ´70 y ´80.
Así llegamos a 2009. Faltarían los últimos tres años y monedas de la tira, que deben estar resumidos en el tomito que me falta. La verdad es que el balance es positivo. A pesar de que gradualmente la coyuntura (en una de esas, la urgencia de las cosas que nos pasaron a los argentinos del ´73 para acá) le fue ganando terreno a ese surrealismo atorrante, poético y genial de los primeros años, Caloi supo mechar tiras en las que Clemente y su mundo brillaron por sobre el comentario mordaz sobre las noticias del diario (el famoso “¿vio que tal cosa...?”). Más basado en los prodigios gráficos y plásticos de Caloi, o más jugado a los malabares verbales, a la tira nunca le faltó humor; y fue un humor original, cercano a la gente, que rara vez apeló al mínimo denominador común.
No sé cuántos años faltan para que la gente que leyó a Clemente todos los días en la contratapa de Clarín durante 39 años se olvide de ese compinche, de ese amigo que le abría las puertas a la sonrisa, al delirio, e incluso a una bajada de línea rebelde en las épocas en las que eso era peligroso. Y no dudo que debe ser dificilísimo reemplazar a Clemente... pero la porquería inmunda que hoy ocupa su lugar no es en absoluto digna de ocupar ese espacio, ni siquiera en el contexto paupérrimo que exhibe hoy la contratapa del house organ de la Corpo.
Published on June 26, 2014 11:56
June 25, 2014
25/ 06: THE BEST OF MILLIGAN & McCARTHY

La única cagada es que de algunas obras hay sólo fragmentos, no están completas. Eso duele particularmente en Sooner or Later, una serie que salía en las contratapas de la 2000 A.D. y que debe ser muy difícil de tener completa, porque se publicaba de a una página por semana allá por 1986. Pero hay varias obras completas, unitarios perdidos en antologías imposibles, proyectos que quedaron truncos, textos, bocetos, ilustraciones, un montón de material que nos permite ver la evolución de estos dos genios y cómo –transitando siempre a contramano de las modas- le cambiaron la cara al comic de los ´80, de ambos lados del Atlántico.
Porque además, Milligan y McCarthy fueron pioneros en las invasiones inglesas a EEUU. En 1982, cuando nadie de este lado del mundo conocía a Alan Moore, ellos ya estaban publicando en editoriales yankis, con material MUY arriesgado, muy alejado de la chatura general del mainstream americano. Para el ´85 ya tenían su propia antología, Strange Days, donde aparecieron Paradax (una afiladísima sátira al género de los superhéroes) y Freakwave, una epopeya post-holocausto que empezó para el lado de Mad Max y terminó para el lado del Philippe Druillet más demencial. La primera etapa de Freakwave es la otra serie que, lamentablemente, no se republica en su totalidad.
El libro también trae la primera colaboración de la dupla, The Electric Hoax, las historias cortas que realizaron para aquel comic-book de Paradax que editó Vortex en Canadá, la segunda etapa de Freakwave (mucho más delirante y compleja que la primera), The Hollow Circus (un unitario extrañísimo), Summer of Love (una historieta que salía semanalmente en un diario, valioso intento de comedia romántica con elementos fantásticos, tempranamente abortada cuando el diario se fue al descenso), algunas páginas de aquel número de Shade The Changing Man que marcó la última colaboración de la dupla, y lo más importante: las dos mejores obras de la dupla, completas. Skin y Rogan Gosh, piezas fundamentales de este rompecabezas (nada fáciles de conseguir durante años), reaparecen ahora en este recopilatorio.
Skin es casi un mundo aparte. Es la única historieta sin elementos fantásticos, en la que el guión tiene un rigor absoluto, ceñido a una estructura dramática clásica, aunque en una temática poco convencional. Y con un dibujo que se va al carajo gracias al color incorporado con pasteles por la gran Carol Swain y gracias a la decisión de McCarthy de no dibujarle recuadros a las viñetas. Y el resto, ¿por qué parece que estamos leyendo una cosa rara, surrealista, difícil de penetrar, con textos y dibujos que muchas veces no terminan de ensamblarse? El propio Milligan explica que ellos no intentaban reproducir los mecanismos del relato cinematográfico, sino más bien los de las canciones, las estructuras musicales, que les permitían evocar distintos climas y sensaciones, y darle un ritmo distinto a la interacción entre imágenes y textos.
Rogan Gosh debe ser el momento en el que el dibujo de McCarthy alcanza su pico más perfecto. Página tras página, el maestro corre los límites de lo que se puede (o no) hacer en una historieta. El guión, por su parte, es complejísimo, podría dedicarle tres reseñas sólo a tratar de explicarlo de modo superficial. Digamos que Milligan combina varios niveles de realidad, en el que se mezclan Rudyard Kipling pasado de opio, la cocina, la cosmogonía y las injusticias sociales de la India, un meta-comic con una especie de superhéroe, y conceptos muy locos acerca de la reencarnación, la sexualidad, el amor y el karma. Esto hay que verlo para creerlo, y dedicarle varias lecturas para descifrarlo.
Es muy injusto dedicarle a un libro que ofrece varias obras completas el mismo espacio que a libritos con 45 páginas de una sóla historieta, pero bueno, es lo que hay. Pido las disculpas correspondientes y recomiendo fervientemente la adquisición de este maravilloso masacote que estalla con la creatividad, la imaginación y las ganas de romper con todo que tenían en los ´80 estos dos monstruos llamados Peter Milligan y Brendan McCarthy.
Published on June 25, 2014 08:19
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