Andrés Accorsi's Blog, page 153

June 13, 2014

13/ 06: 11 DIAS

Esta brevísima novela gráfica (“nouvelle graphique”, diría un francés) es la primera historieta larga (44 páginas) que encontré dibujada por Aleta Vidal, a quien conocía por sus historias cortas para Comiqueando o La Murciélaga. Esta vez el guionista es Sage, un autor que debuta con esta obra, y que no es otro que Sebastián Lonegro, marido de Aleta en la vida real.
11 Días propone una trama de ciencia-ficción espesa e incómoda, ambientada con habilidad en el presente. Una extraña enfermedad, una reacción torpe y facha por parte de las autoridades, la muerte que te alcanza en sólo 11 días, el miedo y la represión. Y del otro lado, los sueños, el aguante, la resistencia, el amor. Parece complicado. De hecho, cuando llevaba leídas... 15 páginas me convencí de que era imposible cerrar toda la trama en sólo 44 páginas. Y sin embargo, Sage lo consigue sin apelar a un final abrupto, ni a un deus ex machina berreta.
Obviamente, para plantear y resolver todo esto en tan pocas páginas, la obra adopta un ritmo que casi no da tregua. Todo el tiempo pasan cosas importantes y no hay margen para descomprimir el relato ni para colgarse con nada que no sea esencial para el desarrollo de la historia. Aún así, Sage encuentra la forma de indagar bastante en lo que sucede y de darle lindos toques de caracterización a los cuatro personajes principales. Los malos quedan un poco relegados, pero de todos modos sus motivaciones son muy claras y su plan está perfectamente explicado. El in crescendo dramático funciona, el contra-plan de los buenos no depende de casualidades traídas de los pelos y el final... no es para nada el que te esperás, y aún así es muy satisfactorio.
No me quiero extender mucho en el tema del guión, primero porque se trata de una obra breve y segundo para no spoilear ninguno de los momentos que están pensados para sorprendernos. La verdad es que, con poquita ambición y mucho empeño, salió un guión redondísimo, que no parece escrito por alguien que hacía sus primeras armas en este oficio (o por lo menos en este medio, porque Sage trabaja en desarrollo de videojuegos y seguramente en ese ámbito debe armar historias, crear personajes, etc.).
El dibujo de Aleta Vidal, por su parte, es cumplidor y acompaña correctamente al guión. No vi en estas páginas el nivel de virtuosismo que mostró Aleta en sus historias cortas, quizás porque acá no hay color (sólo grisados, muy bien aplicados en el photoshop), quizás porque los globos ocupan mucho lugar para contener textos que por momentos eclipsan un poco al dibujo, o quizás porque le dedicó menos tiempo a cada página. El resultado es bastante bueno, pero al tratarse de una artista que ya mostró capacidades muy superiores, deja un cierto regusto amargo.
Y no mucho más. Ojalá esta pareja vuelva a reunirse para una nueva obra en este estilo, arriesgada, original, con una fuerte impronta autoral, y ojalá ambos dejen todo en cada viñeta.
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Published on June 13, 2014 15:00

June 12, 2014

12/ 06: DEMON KNIGHTS Vol.2

Antes de leer esta reseña, me parece justo recomendarte que leas la del Vol.1, publicada el 21/01/13. ¿Ya está? Bueno, ahí vamos.
En este tomo se vuelven a ver, y hacen más ruido, los mismos problemas que vimos en el tomo anterior: Paul Cornell se pasa de rosca con la machaca grandilocuente, con las mega-peleas a todo o nada entre los protagonistas y bichos monstruosos recontra-poderosos y desaprovecha muchísimo todo lo demás. Por un lado, las posibilidades que brinda la época elegida (la del medioevo): acá no hay énfasis en nada que no sea combate (físico y místico) contra criaturas y amenazas zarpadas. ¿Eso era el medioevo? Lo dudo mucho. En el Vol.1 hay un amague de un subplot que involucra a Shining Knight con la búsqueda del Santo Grial. Andá a saber dónde se lo olvidó Cornell, que en este tomo ni lo menciona. También desaprovecha a los personajes: de a poco, todo se centra cada vez más en Demon y Madame Xanadu y el resto del elenco se fusiona con el decorado hasta desaparecer.
Ojo, no seamos injustos: Cornell dedica muchas páginas a indagar a fondo en la relación entre Demon, Nimue (que así se llama Madame Xanadu) y Jason de Norwich, apodado “Jason of the Blood”. Ahí arma un combo sustancioso, en el que mete también a Merlin y al Rey Arturo, aunque –de nuevo- desaprovecha y muestra con excesiva liviandad algo tan dramático y espectacular como la caída de Camelot. Para la segunda mitad del tomo pasa lo que yo no quería que pasara: Demon se morfa el protagonismo y todo gira en torno a él: su rosca en el Infierno con Lucifer, su relación con Merlin y sobre todo su origen, que acapara todo el número 0, con el que cierra el tomo.
Para peor, la historia del “presente” (o en realidad, el tramo que no es flashback) termina con un cliffhanger jodido como enema de chimichurri, con todos (menos Demon) al borde del abismo. Ese es el final del n°12, y Cornell deja la serie tras el n°15. ¿Llega a cerrar en tres episodios todo lo que abrió en este Vol.2? Lo dudo muchísimo. Luego vendrá otro guionista a cubrirlo y la serie se cancelará en el n°23, justo cuando se resuelve lo del Santo Grial. Me faltaría leer 11 episodios, recopilados en un sólo tomo. Pero la verdad, no le voy a dar una tercera oportunidad. Estos primeros 13 episodios me resultaron no malos, sino blanditos, mediocres. Faltó riesgo, faltó onda, faltó profundidad y sobre todo faltó sutileza. Un poco de “palo y palo” está bien, pero 13 episodios de machaca (necesaria e innecesaria) es mucho. Encima, TODAS las secuencias más tranqui o más introspectivas se las llevan los mismos dos personajes y recién sobre el final del Vol.2 hay villanos atractivos (Lucifer y Morgaine Le Fey). O sea que hasta acá llegamos. Seguro habrá mejores comics que Demon Knights para ocupar ese cachito de mi biblioteca.
El dibujo de Diógenes Neves es, de nuevo, bastante aceptable. No excelente, pero muy digno, dentro de la línea de estridencia pochoclera con reminiscencias noventosas del mainstream de DC. Neves no se mete en bretes narrativos y logra algunos momentos bastante dinámicos, lindos. Por supuesto, no le creo que labure solo: ahí intuyo la mano de por lo menos un asistente. Lo mejor es (como en el Vol.1) el trabajo del colorista, Marcelo Maiolo, que levanta muchísimo el dibujo de Neves y mete un montón de efectos con los que compensa ampliamente el poco espesor de los climas que crea el dibujante. El dibujo de Neves en blanco y negro, me parece que se cae a pedazos. Lo que no dibuja Diógenes pasa a manos de Bernard Chang, un dibujante más sólido, más clásico, una especie de Steve Dillon más afín a la narrativa y la anatomía de los superhéroes. Chang labura más y miente menos con los fondos y en general sus páginas son menos estridentes que las de Neves. Ahí también Maiolo deja la vida, pero uno sospecha que, sin el color, lo de Chang de todos modos sería más que aceptable.
En fin, otra serie de los New 52 a la que le puse fichas y no me convenció. Creo que para Septiembre (cuando haya terminado All-Star Western y Azzarello se haya ido de Wonder Woman), la única serie de DC que voy a seguir leyendo es Swamp Thing, a menos que el primer TPB de Charles Soule me la baje demasiado. Es una lucha...
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Published on June 12, 2014 10:44

June 11, 2014

11/ 06: AIRBORNE 44

Otra colección interesante que salió el año pasado en los kioscos europeos es Historica, una serie de libros centrados en historieta histórica (como su nombre lo indica) muy bien editada por Mondadori en Italia. El primer tomo (el único que conseguí) es un lujoso y voluminoso integral que reúne los cuatro álbumes de Airborne 44, la serie bélica (ambientada en la Segunda Guerra Mundial) que el belga Philippe Jarbinet realizara entre 2008 y 2011.
Las primeras 92 páginas giran en torno a la batalla de Las Ardenas y a Luther Yepsen, un heroico soldado yanki que por error mató a una madre y a dos chiquitos desarmados e inocentes. La historia ofrecerá conflictos a gran escala, combates épicos contra los nazis y una historia de amor atractiva (aunque un poquito fría), pero siempre lo más heavy será la forma en que esas muertes pesan sobre la conciencia de Luther.
Es una saga que avanza lento, en la que la acción está bien mechada entre muchas escenas tranqui y que no le hace asco a mostrar la guerra y la muerte de un modo muy gráfico, muy desolador. Tiene algunas páginas en las que Jarbinet se zarpa un poco con la cantidad de texto, por suerte bien compensadas con varias secuencias mudas muy bien resueltas. No te digo que es gloriosa porque te mentiría: es un material correcto, muy profesional, enrolado en la típica aventura histórica bien documentada que le gusta a los franco-belgas y que a nosotros nos resulta bastante pecho frío. Lo que más me gustó es que hay matices: no todos los alemanes son unos hijos de puta y en las propias milicias del führer Jarbinet encuentra a tipos cuya nobleza y humanidad vale la pena destacar.
Las segundas 92 páginas giran en torno al desembarco en Normandía, el famoso Día D. El protagonista es Gavin Jentro, otro soldado yanki, que casualmente vivió en Normandía algunos años antes de la guerra y tuvo una intensa historia de amor con una chica francesa, a la que buscará desesperadamente entre las ruinas de una ciudad arrasada por los bombardeos. De una manera muy inteligente, Jarbinet mantendrá a ambas sagas totalmente inconexas, hasta que en las 12 páginas finales, un pase de magia entrelazará la historia de amor de Gavin y Joanne con la de Luther Yepsen y su búsqueda de la redención.
Acá también tendremos muchas secuencias que narran las acciones bélicas de modo muy realista (y muy gráfico, con un nivel de gore bastante espeso), lindos flashbacks a la juventud de Gavin y Joanne y un poco menos de equilibrio entre textos e imágenes: en esta segunda mitad, Jarbinet abusa un poco más de los diálogos y realmente hay páginas que te asustan con la cantidad de texto que tienen.
El dibujo también es un poquito piantavotos. Se nota que Jarbinet estudió a fondo a Hermann y a André Juillard, pero su trazo no tiene la magia de ninguno de los dos. La narrativa es re-Hermann, se ven todos los trucos clásicos del maestro en la puesta en página, en el ritmo y en los enfoques. En los primeros planos, en cambio, el estilo se acerca más al de Juillard, no tan perfecto, obvio. Los hallazgos más notables de Jarbinet están –me parece- en el color, que también me remitió a Hermann, pero sin nada que envidiarle al maestro. Airborne 44 parece estar todo trabajado con acuarelas, con mucha sutileza y a la vez con mucha precisión, con los climas bien planteados y con momentos muy impactantes, como esa escena en alta mar en la que el barco de Gavin recibe misilazos, tiros y explosiones entre unas olas que realmente meten miedo.
A priori, esta lectura pintaba ardua: casi 200 páginas de un dibujante no muy original, inmerso a fondo en una aventura bélica de aspecto muy realista, muy pendiente de la documentación, con varias páginas repletas de texto y encima en italiano, que no es el idioma en el que me siento más cómodo a la hora de leer. Pero en la práctica, me la re-banqué y hasta por momentos la disfruté. Si algún día esta colección se publica en castellano, le entro de una, porque la temática es muy interesante y la edición es magnífica. Y si pinta por ahí alguna otra obra de Philippe Jarbinet en la que el belga incursione en otras temáticas, capaz que hasta le doy una posibilidad.
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Published on June 11, 2014 15:52

June 10, 2014

10/ 06: SNARKED! Vol.3

Hoy otra vez muy cortito, por falta de tiempo.
Este tercer y último tomo de la saga creada por Rogr Langridge es realmente magnífico. Muy probablemente sea el mejor de los tres: el que tiene más ritmo, el que tiene los mejores chistes, el que mejor muestra la evolución de los personajes. Tiene un problema, nomás: una vez que leés el Vol.3, sentís que fue al pedo leer el Vol.2. Todo lo que Langridge abre en el Vol.1 se cierra acá, de modo prolijísimo, y al leer los tres tomos de corrido queda bastante claro que la historia se podía contar sin ningún problema en 8 episodios, ya que los cuatro del medio son básicamente relleno: peripecias divertidas, chistes graciosos, diálogos ingeniosos... pero que no hacen a la esencia de la trama de Snarked! El día que relea esta saga (el Día del Arquero suplente que patea penales con la zurda, a este ritmo) voy a hacer el experimento de no leer el Vol.2, a ver si realmente cierra todo con los cuatro capítulos del principio y los cuatro del final.
Por otro lado, esta vez Langridge juega menos a mostrarnos guiños a la obra de Lewis Carroll (de la que toma nada menos que a los protagonistas de Snarked!, la morsa y el carpintero), porque necesita espacio para rematar la historia. Lo que sí enfatiza esta vez son diálogos muy filosos, muy críticos para con el rol de los reyes, justo ahora que está de moda el tema a raíz de lo que pasó en España.
Y el dibujo, felizmente, no baja nunca de ese nivel extraordinario que le vimos al maestro neozelandés en las primeras viñetas del Vol.1. Snarked! es un verdadero deleite visual, con páginas inolvidables, que vibran al ritmo de una narrativa sólida y cristalina, a la que no le faltan trucos y experimentos. Pero claro, el que experimenta es un auténtico genio del Noveno Arte.
Se acabó Snarked!, amigo viñetófilo, y ahí se va Roger Langridge, con un Eisner abajo del brazo, a encarar nuevos desafíos. Si te pinta una aventura distinta, apta para todo público, repleta de chistes brillantes y dibujada como la hiper-concha de Dios, ahí están estos tres tomos, esperando ser descubiertos por los cultores de la buena historieta.
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Published on June 10, 2014 14:08

09/ 06: SNARKED! Vol.3

Hoy otra vez muy cortito, por falta de tiempo.
Este tercer y último tomo de la saga creada por Rogr Langridge es realmente magnífico. Muy probablemente sea el mejor de los tres: el que tiene más ritmo, el que tiene los mejores chistes, el que mejor muestra la evolución de los personajes. Tiene un problema, nomás: una vez que leés el Vol.3, sentís que fue al pedo leer el Vol.2. Todo lo que Langridge abre en el Vol.1 se cierra acá, de modo prolijísimo, y al leer los tres tomos de corrido queda bastante claro que la historia se podía contar sin ningún problema en 8 episodios, ya que los cuatro del medio son básicamente relleno: peripecias divertidas, chistes graciosos, diálogos ingeniosos... pero que no hacen a la esencia de la trama de Snarked! El día que relea esta saga (el Día del Arquero suplente que patea penales con la zurda, a este ritmo) voy a hacer el experimento de no leer el Vol.2, a ver si realmente cierra todo con los cuatro capítulos del principio y los cuatro del final.
Por otro lado, esta vez Langridge juega menos a mostrarnos guiños a la obra de Lewis Carroll (de la que toma nada menos que a los protagonistas de Snarked!, la morsa y el carpintero), porque necesita espacio para rematar la historia. Lo que sí enfatiza esta vez son diálogos muy filosos, muy críticos para con el rol de los reyes, justo ahora que está de moda el tema a raíz de lo que pasó en España.
Y el dibujo, felizmente, no baja nunca de ese nivel extraordinario que le vimos al maestro neozelandés en las primeras viñetas del Vol.1. Snarked! es un verdadero deleite visual, con páginas inolvidables, que vibran al ritmo de una narrativa sólida y cristalina, a la que no le faltan trucos y experimentos. Pero claro, el que experimenta es un auténtico genio del Noveno Arte.
Se acabó Snarked!, amigo viñetófilo, y ahí se va Roger Langridge, con un Eisner abajo del brazo, a encarar nuevos desafíos. Si te pinta una aventura distinta, apta para todo público, repleta de chistes brillantes y dibujada como la hiper-concha de Dios, ahí están estos tres tomos, esperando ser descubiertos por los cultores de la buena historieta.
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Published on June 10, 2014 14:08

June 9, 2014

09/ 06: TODO CLEMENTE Vol.5-8

Acá vi perfectamete plasmada esa transición de la que yo hablaba en la reseña de los primeros cuatro tomitos. Hasta puedo precisar la fecha en la que Clemente deja de ser una tira imprescindible y se convierte en una tira más, más cerca de la gente y muy lejos de la gloria de los primeros años.
El primer tomito, el Vol.5, con tiras de 1978, es excelente, con poco que envidiarle a los cuatro primeros. Ya no está el tranvía, ya no hay aventuras, ya empieza a hacerse más chiquito el rol de Bartolo, pero hay tiras muy logradas, en las que Caloi juega con la gramática de la historieta y con chistes que sólo funcionan si los hacés con Clemente. La identidad de la tira se empieza a diluir en la segunda mitad de este tomo, cuando irrumpe la realidad de la mano del Mundial ´78. Estas tiras, las del Mundial, están tan buenas y tienen tantas lecturas posibles (siempre hablando del contexto socio-político de la dictadura militar, obvio) que nadie extraña el surrealismo atorrante de los primeros años. Lo vamos a empezar a extrañar un poquito después.
En el Vol.6 (con material seleccionadode 1979 a 1981) la tira ya cambia del todo: olvidate de Bartolo, de los juegos meta-comiqueros, de los riesgos en materia de estilo, angulaciones, etc. Arranca con un tema que también tiene su tinte político: la guerra contra “lo importado”, justo cuando la importación masiva de cualquier poronga era una herramienta del plan de Martínez de Hoz y sus secuaces para destruir la industria argentina. Acá hay chistes muy buenos y situaciones muy bizarras. Una de ellas deriva en la aparición de la Mulatona, el personaje que faltaba para completar el elenco fundamental de la tira. Y también en estos años aparece Clementina, probable hija de Clemente y la Mulatona. De nuevo, Caloi busca tocarle el culo a la Junta Militar y decide que el nombre de esta bebita sea elegido... por el voto popular de los lectores. Clemente aprovecha para bajar línea acerca de lo bueno que es votar... en plena dictadura. Esto me sorprendió porque es material que nunca había visto en los tomitos de Clemente, esos que salieron a fines de los ´70 y principios de los ´80 y recopilaban TODAS las tiras, sin elegirlas ni agruparlas por tema.
El Vol.8 también necesita mechar tiras de tres años distintos (´82 al ´84) para reunir 148 chistes dignos de ser republicados. Y acá se ve el crack: las dos derrotas, la de la Guerra de Malvinas y la del Mundial ´82, juntas, simultáneas, en un combo agrandado por la crisis económica que nos había impuesto la dictadura, terminan de destruir a la poesía, al vuelo, a la imaginación que fueran las banderas de Clemente durante nueve años. De ahí en más, tendremos muchos menos chistes limados y muchas más tiras en las que Clemente reflexiona en voz alta acerca de lo que sucede en el país: elecciones, inflaciones, ministros que renuncian, gremios que hacen paro, personalidades que nos visitan... la coyuntura, bah. Y con la llegada de la democracia, Caloi subirá un toquecito los decibeles en materia de chistes cuasi-sexuales que casi siempre tienen a las generosas curvas de la Mulatona como eje.
El Vol.8 arranca con un extenso tramo acerca del Mundial ´86 (de nuevo, con Clemente como comentarista de los sucesos que el diario desarrollaba en otras páginas) y termina con unas 65 o 66 tiras muy logradas en las que Caloi mete un montón de chistes que giran en torno a la astrología, el horóscopo chino, la quiromancia y demás. Acá hay chistes que tienen un fuerte anclaje en la realidad política de esa época (´85-´86) pero también muchas ideas más libres, más locas, y sobre todo más chistes que sólo se podían hacer con Clemente. El dibujo, además, abandona el minimalismo para regresar a las tramas, los cross-hatchings y algunos efectos de iluminación notables, donde el virtuosismo de Caloi vuelve a tener peso.
Veremos con qué me encuentro en la próxima tanda de cuatro tomitos. Sospecho que serán cientos de tiras de Clemente siempre visto en los mismos tres planos, sin fondos, hablándole al lector sobre temas que eran noticia en las fechas en que se publicaron las tiras originalmente. Todo lo que vaya más allá de eso, será una sorpresa MUY bienvenida.
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Published on June 09, 2014 13:34

June 8, 2014

08/ 06: HAWKEYE Vol.1

Al igual que me pasó ayer con Ardalén, encaré esta lectura con altísimas expectactivas, porque es material que se editó en 2012 y durante 2013 no paró de cosechar excelentes críticas y premios importantísimos. Por otro lado, hace muy poquito me crucé con el primer tomo de Matt Fraction al frente de Fantastic Four, y me convenció hasta por ahí nomás. Con lo cual uno no puede evitar preguntarse si Fraction es realmente un monstruo de inmenso talento (como vimos en Casanova) o un guionista un tanto limitado, al que ciertas camisetas “de club grande” le pesan demasiado.
En Hawkeye, a Fraction lo ponen a dirigir un club chico, un equipo que ascendió a Primera de casualidad, porque a alguien se le ocurrió ponerlo en la película más taquillera de la década. Y por lo menos en este primer TPB, parece tener tanta libertad, tanta luz verde para hacer lo que se le cante, como en su serie creator-owned. Lo más atractivo de Hawkeye es claramente el enfoque, todo lo que Fraction hace (y lo que no hace) para que esto no se lea como el típico comic de superhéroes, sino como algo único, muy original y con una impronta autoral que rara vez se ve en el mainstream. Las historias en sí están muy bien. Las tres primeras, que son autoconclusivas, son obras maestras, verdaderas gemas repletas de trucos narrativos brillantes, diálogos y bloques de texto afiladísimos, secuencias mudas impresionantes, buenas ideas... papa extremadamente fina. Y la historia en dos partes se torna un poquito más predecible, se inscribe un poquito más en la tónica habitual del comic yanki de acción y aventuras, pero también tiene momentos muy notables y diálogos realmente ingeniosos.
El libro termina con un one-shot de Young Avengers, en el que Fraction dedica 22 páginas a darle mucha onda y mucha profundidad a Kate Bishop, la chica que tomó el manto de Hawkeye cuando todos creían que Clint Barton estaba muerto. Kate es, hasta ahora, el único personaje secundario con peso en esta serie, así que es una gran idea incluir esta historia, para que los que nunca leyeron Young Avengers se familiaricen con ella y entiendan de dónde sacó chapa para ser la nueva Hawkeye. Además, esta es la única verdadera no-aventura, la única historia sin malos, sin peleas, donde todo se basa en las relaciones y en los mini-conflictos entre Kate, los otros héroes adolescentes y el propio Clint.
Es muy loco que para dibujar una historia de tono casi intimista hayan elegido a un maestro de los comics de machaca como es Alan Davis, pero bueno, una vez más el prócer demuestra que la rompe en todas partes, de local, de visitante, con héroes clásicos, con héroes nuevos, e incluso en una historia muy hablada, donde la acción casi no tiene peso. Un gran trabajo de un Davis que sigue mejorando con los años. La historia de dos partes está a cargo de Javier Pulido, a quien ya vimos en varios trabajos anteriores, y está muy bien. Tiene mucho ritmo, un gran poder de síntesis y una narrativa ajustadísima.
Y la paponga, lo más impactante, lo más interesante a nivel gráfico, está en los tres primeros unitarios, a cargo del maestro David Ajá. Cuando nos lo cruzamos (junto a Fraction, también) en aquel TPB de Iron Fist que leí el 17/03/10, Ajá ya era buenísimo. Ahora es mucho mejor. El español me devastó con su estilo austero, adusto, cercano al David Mazzucchelli de los ´80. También con su anti-virtuosismo, con su manejo del claroscuro y sobre todo con los riesgos que asume a la hora de planificar las secuencias. Acá es donde Ajá realmente la rompe: se nota que estudió a los maestros argentinos y europeos, entre ellos a Guido Crépax (a priori difícil de mezclar con un género como el de los superhéroes), y por supuesto a grandes narradores gráficos yankis como Jim Steranko, Howard Chaykin y Matt Wagner. Por si faltara algo, Matt Hollingsworth complementa a la perfección los dibujos de Ajá, con una paleta en la que predominan los violetas y que le sirve para subrayar que Hawkeye es un comic enrolado en una corriente distinta, que le escapa a la estridencia en lugar de abrazarla.
Si querés probar con una mirada distinta a los justicieros enmascarados, en la que la vida, las relaciones, las peleas y hasta la propia ciudad de Nueva York están vistas y contadas de un modo totalmente atípico, no dudes en apuntarle tus flechas a Hawkeye. Y si sos fan de Fraction o de Ajá, preparate para disfrutarlos en un nivel altísimo, merecedor de las fabulosas críticas que suele recibir esta serie.
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Published on June 08, 2014 12:27

June 7, 2014

07/ 06: ARDALEN

Ah, bueno... Esto es realmente increíble. Mirá que yo lei mucho a Miguelanxo Prado, eh? Lo sigo hace 30 años, tuve la suerte de entrevistarlo una vez en Barcelona, leí muchas entrevistas que le dio a otros colegas... Soy fan a muerte y leí y estudié a fondo casi todos sus trabajos. Aún así, nunca pensé que el genio de Galicia superaría a su obra maestra, Trazo de Tiza. Me parecía una historieta tan perfecta, tan demoledora, que era al pedo buscar superarla, o incluso igualarla. Y Prado se tomó 20 años, pero lo logró. Aparecida en 2012, Ardalén sube aún más el listón y deja aún más arriba a este artista talentoso, agudo y sensible como pocos, dentro y fuera del Noveno Arte.
Me da cosa hablar de una obra como Ardalén. Siento que todo lo que yo diga son pelotudeces comparadas con la fuerza y la belleza de la obra. Muy básicamente, es una extensa novela gráfica (la más extensa en la bibliografía de Miguelanxo) acerca de los recuerdos. Los protagonistas son una mujer que quiere convertir en datos duros los recuerdos muy borrosos que tiene acerca de la vida de su abuelo, y un viejito que milagrosamente posee todos los recuerdos de otro hombre, recuerdos de una vida maravillosa que nunca vivió. Hay muy buenos personajes secundarios, algo así como un “villano” que genera conflictos a pequeña escala (que le sirven a Prado para tensar las relaciones y los vínculos que se van estableciendo con el correr de las páginas), toques de realismo mágico, nostalgia, poesía, aventuras en parajes exóticos, romance, costumbrismo, misterio y un trabajo sumamente encomiable en el desarrollo de Sabela y Fidel, los protagonistas.
El ritmo del relato es pausado, como en el cine europeo. La información está perfectamente dosficada, los elementos fantásticos perfectamente introducidos, los flashbacks (importantísimos cuando se trata de reconstruir el pasado de personajes presentes y ausentes) perfectamente mechados. Prado tardó tres años en terminar estas 250 páginas y esto no sólo tiene que ver con el laburo inmenso que significa dibujarlas sino -aventuro yo- también con la elaboración de un guión cuya profundidad y complejidad requiere mucho tiempo de maduración, una sintonía muy fina con los personajes, su entorno, sus motivaciones y sus anhelos.
Como sucede tantas veces, aunque el guión no te interese en lo más mínimo, Ardalén tiene un ancho de espadas imbatible que es el dibujo. Lo que hace Prado en la faz gráfica de este libro no se puede explicar con palabras. El dibujo es majestuoso, la narrativa cristalina, las tipografías originalísimas y muy acordes a cada uno de los personajes, los climas (que tienen muchísimo peso) están logrados a un nivel realmente asombroso y como si esto fuera poco, Prado le encuentra una vuelta más a su ya inhumano dominio del color. Ardalén tiene el tratamiento cromático hermoso y recontra-expresivo de las mejores historietas del gallego; pero además se suma una capa, un filtro, una textura no sé si hecha a mano o de modo digital, que me hizo acordar a aquellos raspados que metía el Viejo Breccia con la gillette, ahora más abundantes, más sutiles, muy bien integrados al color mismo, como si el autor trabajara sobre una hoja llena de arruguitas muy finitas y pequeños pliegues. El resultado es una auténtica maravilla que, como decía ayer hablando de Joe Sacco, hay que verla para creerla.
De un tiempo a esta parte, Europa nos ha sorprendido con muy buenas historietas protagonizadas por viejitos, obviamente con Arrugas como nave insignia. Ardalén tiene puntos en común con la obra maestra de Paco Roca, pero no es un clon, ni se cuelga de las tetas de la famosa novela gráfica. Estamos ante una obra exquisita, sutil, conmovedora, original, mágica por donde se la mire. No quiero extenderme en la exégesis, simplemente recomendarla a full, incluso cuando se trata de una edición española lujosa, voluminosa y –por ende- bastante onerosa. Creeme que Ardalén justifica hasta el último centavo que pagues por ella. Esto es Historieta Perfecta, una nueva cima en nuestro arte favorito, a un nivel al que pueden aspirar poquísimas obras del cine, la literatura o cualquier otra forma narrativa que se te ocurra. Amigos de Montevideo, aprovechen que este finde lo tienen a Miguelanxo Prado en su ciudad, y venérenlo como al GENIO que es. Se lo recontra-merece.
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Published on June 07, 2014 11:20

June 6, 2014

06/ 06: NOTES FROM A DEFEATIST

Hace no mucho, el 19/02/14, reseñé un libro de historias cortas del maestro Joe Sacco y me morfé un contundente “Cero Comments”. Hoy vuelvo a la carga con otro libro pensado para recopilar la obra dispersa de este referente absoluto de los últimos 25 años de historieta, que justamente arranca un toque antes, a mediados de los ´80, para mostrarnos historias breves del período anterior a que Sacco se consagrara en el género del comic periodístico.
Si las obras fundamentales en la carrera de Sacco (Palestine, Safe Area Gorazde) te ahuyentan por su extensión o te bajonean por su crudeza, este es el libro por el que tenés que entrar al universo del autor. No te voy a mentir: no son todas historias livianitas, en joda, de sexo, droga y rockanroll al estilo Peter Bagge. También hay historias jodidas, basadas en testimonios desgarradores o en los propios noticieros, que tienen que ver con guerras, bombardeos y crímenes de lesa humanidad. Pero la gran mayoría de estas 200 páginas de historieta (imposibles de liquidar en un sólo día) van para otro lado. Tenemos bizarreadas como un homenaje de Sacco a Rodolphe Töpffer (quizás el primer historietista de la historia), con rimas al pie y todo. Tenemos unas cuantas historias autobiográficas, de cuando el autor era joven y se dedicaba a la historieta en los ratos libres, mientras laburaba de otra cosa (la mejor, lejos, Voyage to the End of the Library); una extensa crónica de una gira por Europa que Sacco emprende junto a una banda de rock bastante kilombera; y otros relatos breves, no necesariamente basados en hechos reales, en los que el autor satiriza sin piedad a distintos ejemplares de la fauna social. Sus víctimas favoritas son los psico-bolches que hablan mucho y hacen poco, y los abanderados de la “cultura corporativa”, engranajes de mecanismos inmensos y perversos motorizados por la codicia de los que ya tienen demasiado y aún así quieren más.
A diferencia de los otros libros de Sacco, este tiene MUCHAS historias con intenciones 100% humorísticas, donde todo está puesto ahí para que te mees de risa. Y esa es la Gran Revelación de esta antología: el Sacco humorístico, que te arranca carcajadas con recursos recontra-básicos, como el humor sexual y escatológico que uno no asocia ni en pedo con sus obras más conocidas. Y cuando habla de la Guerra del Golfo y demás tropelías imperiales del gobierno de George Bush (padre), Sacco se anima a mostrar todo de un modo mucho menos objetivo, a distorsionar todo según su propia óptica, a través de lo que estaba viviendo a nivel personal en ese momento, y eso le da a las crónicas un filo muy ácido, muy visceral y muy atractivo.
Lo único que me resultó ilegible son esas dos historias en las que Sacco agrupa todo el texto (manuscrito, claro) en una columna que va de punta a punta de la página, y ocupa los tres cuartos restantes de la misma con una única ilustración. Narrativamente, eso me resulta chocante y me la baja en el acto, aunque me interese el tema. Pero claro, me puedo colgar media hora mirando cada una de las ilustraciones. A nivel gráfico, este libro tiene las muestras más contundentes de la genialidad de esta bestia desaforada del plumín. Todo lo que vimos hasta ahora, es poco. Acá Sacco explota. Su agorafobia, su compulsión por llenar cada rincón de cada viñeta con esas tramas y esas texturas hechas a mano (con infinita paciencia y andá a saber en cuántas horas), brillan como nunca antes. Hay páginas realmente inverosímiles, imposibles, que nadie en su sano juicio podría intentar reproducir. Encima cada textura y cada trama responde a un acertadísimo estudio de la iluminación para cada una de las escenas, no están ahí para joder. O quizás sí, no sé...
En las historias más cómicas, Sacco estiliza más el dibujo, le suma expresión, plasticidad, gracia. Y enfatiza esto desde los ángulos que elige y sobre todo desde la puesta en página, otro rubro en el que acá pela genialidades y acierta con experimentos que yo nunca antes había visto en ningún otro trabajo de ningún otro autor. ¿Se puede desplegar un virtuosismo apabullante sin transitar los caminos del dibujo académico? Obvio. Lo hace Roger Langridge todo el tiempo y lo hace también Sacco, por supuesto en otro estilo. Realmente, esto es sublime. Hay que verlo para creerlo.
Si ya estás adicto a las historietas de Joe Sacco y no podés esperar a que salga su próxima novela gráfica, entrale con toda a este libro. Y si no lo conocés, o tenés miedo de que las obras más “documentales” te resulten un embole, con este libro vas a descubrir a un verdadero genio, a un historietista que ya desde sus primeros laburos sacaba chapa de quintaesencial.
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Published on June 06, 2014 12:01

June 5, 2014

05/ 06: SONOMAN Vol.2

Este tomo de Sónoman me gustó bastante menos que el anterior, reseñado un lejano 26/11/10. Creo que, pasada la novedad, pasada la alegría de que por fin se reeditara este clásico del glorioso Oswal, llegó la hora de leer las historias con más frialdad. Y me encontré con historias... no chatas, ni mediocres, pero tampoco brillantes.
Creo que el principal lastre en las aventuras clásicas (las realizadas para Anteojito a fines de los ´60) es que se nota mucho el formato serial. Y como las entregas eran de dos o tres páginas, cada dos o tres páginas Oswal nos reitera información que ya manejamos y que estaba ahí para no dejar de garpe a los chicos que no compraban Anteojito todas las semanas. Y después, boludeces menores, típicas de los comics de DC de la Silver Age: personajes que explican sus poderes mientras los usan, bloques de texto que relatan lo mismo que la imagen a la que acompañan, villanos que en vez de liquidar al héroe hablan media hora sobre lo grossos que son y lo bien que salieron sus planes, finales medio precipitados, a veces rematados medio a la fuerza... En fin, cosas de los superhéroes sesentosos clásicos, de las que sólo Marvel se esforzaba por gambetear en esa época.
Otra cosa que no entendí bien es por qué la primera aventura tiene dos formatos distintos: arranca con páginas de siete viñetas grandes, vistosas, y enseguida muta hacia una grilla de cuatro tiras, en las que se acumulan 15 ó 16 viñetas microscópicas por página. El dibujo de Oswal es tan grosso que no pierde fuerza ni magia en los cuadritos chiquitos, pero... ¿cuál es el criterio para cambiar de formato sobre la marcha?. La última aventura, la muy breve Ju-Dás también está toda planteada en páginas de cuatro tiras con viñetas muy chiquitas, y ahí sí, el dibujo de Oswal se desluce un poco, pero porque es una historieta con demasiado texto. Eso mismo, contado en dos o tres páginas más, funcionaría mucho mejor, sobre todo para evitar los masacotes de texto que eclipsan mucho al dibujo.
Y después hay tres aventuras largas, todas presentadas en una grilla de tres tiras, con viñetas más grandes, donde el dibujo de Oswal resulta absolutamente hipnótico y devastador. A veces el prócer se zarpa un poco con la cantidad de texto, pero hay que entender que son historietas de los años ´60, cuando esto no era infrecuente, ni mucho menos mal visto por los lectores. Dentro de su ingenuidad (que nunca llega a ser pavota) las historias tienen buen ritmo, sorpresas, momentos tensos, momentos más relajados, bizarreadas, excusas para tirarle a los pibes data sobre historia, física y astronomía de un modo sutil... No sé, de alguna manera sentís que estás leyendo algo más que la lucha de Sónoman con un villano medio ridículo. La historia más floja quizás sea la más extensa, Un Tiro Hechizado, porque se basa en casualidades muy traídas de los pelos y, al tener más de 30 páginas, en un punto deja de ser graciosa y se torna un poco ennervante. Y las que más me cerraron fueron las dos últimas, la ya mencionada Ju-Dás (bien planteada y mejor resuelta) y Silencio Espectral, quizás porque fue donde más sentí la tensión y el peligro, donde vi a Sónoman transpirar la camiseta a full para llevarse un empate.
La vez pasada, maravillado (como siempre) con el dibujo de Oswal, no comenté nada acerca del color. Ahora sí, me meto con ese rubro y digo que no, que no me gusta cómo están coloreadas estas historietas, que el color no le hace justicia en absoluto al dibujo del maestro y que preferiría mil veces que las reediciones fueran en blanco y negro. Entiendo que a color deberían venderse más, pero bueno, pongan a un colorista que entienda mejor el dibujo de Oswal, que no caiga en los efectos más burdos del photoshop, o en la Gran Columba de pintar a un personaje todo de azul, o todo de violeta. No te digo que el coloreado le reste impacto o belleza al dibujo, pero sí que aporta tan poco, que bien podría no estar.
Banco un tomo más (que ojalá salga pronto) a ver si mejoran un poco los guiones. Y espero ansioso ediciones locales de las muchas obras de Oswal que están inéditas en el país, o que salieron hace 40.000 años en revistas que hoy son inconseguibles.
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Published on June 05, 2014 11:31

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Andrés Accorsi
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