Andrés Accorsi's Blog, page 142
October 10, 2014
10/ 10: HAWKEYE Vol.2

Pero hay algo más loco. A Fraction no le alcanza con no hacer énfasis en Hawkeye como héroe. También sube la apuesta cuando decide no indagar en la personalidad de Clint Barton, no aprovechar estas no-aventuras para que el personaje se replantee quién es y por qué hace tantos años que hace lo que hace. Si caés en esta serie totalmente virgen de Hawkeye, no te va a ser fácil describir la personalidad del protagonista. Fraction nos lo muestra como un tipo normal, ni siquiera demasiado altruista, que se mete en kilombos con bastante frecuencia, e incluso a su propio pesar. Y ya está. No se debaten sus motivaciones, sus posiciones éticas, su relación con los otros Avengers… Todo eso Fraction lo da por sabido. Y paradójicamente, cuando se decide a meterse a fondo en la psiquis de un personaje, a explorar a fondo su origen, su motivación y demás, lo hace con un villano, en una historia fuerte, sumamente interesante, casi un Killing Joke, porque es probable que de acá surja ESE enemigo grosso que Hawkeye nunca tuvo en los 50 años que lleva militando en el Universo Marvel.
Entre tantas apuestas arriesgadas, este tomo incluye el ya mítico n°11, esas 20 páginas memorables narradas íntegramente por Pizza Dog (o Lucky), el perro que vive con Clint y Kate. Eso no se puede describir, hay que verlo por uno mismo, porque realmente es increíble. Es un experimento formal zarpado y de demoledora efectividad, que requiere un ingenio en la concepción y un talento en la ejecución de los que uno no asocia con la historieta mainstream “por kilo”, ni mucho menos con un guionista que escribe tres o cuatro de estas series todos los meses.
El final de ese episodio parece crucial para la serie, porque marca el alejamiento de un personaje hasta el momento central (no quiero dar detalles para no spoilear), pero lo realmente definitivo acá es el trabajo de David Ajá en la faceta visual. Esto es historieta, pero también es diseño gráfico. Es pensar a fondo en la representación, en la espacialidad, en complejas metáforas para mostrarnos la “realidad” desde la óptica de un personaje (el perro) que se comunica, se mueve y razona de modo muy distinto a nosotros y a los seres humanos que pueblan las historietas de Marvel. Ajá desparrama su jerarquía (y sus influencias, que van del mejor David Mazzucchelli al Guido Crépax más vanguardista) por casi todos los episodios reunidos en este tomo y logra que Hawkeye tenga la identidad gráfica que casi ningún otro comic americano tiene. Ves… una página, tres viñetas, y ya está, ya sabés que sólo se puede tratar del Hawkeye de Fraction y Ajá. En el episodio centrado en el villano, Ajá descansa y lo reemplaza otro capo, Francesco Francavilla, con una onda totalmente distinta en el grafismo, en los enfoques, en la puesta en página y hasta en el tratamiento del color, porque el tano se colorea a sí mismo con una paleta que no tiene nada que ver con la que usa el gran Matt Hollingsworth para colorear las páginas de Ajá.
Predeciblemente, y a pesar de las excelentes críticas que recibió y los premios que ganó, esta serie se terminó prematuramente, luego de sólo 22 episodios. Era bastante lógico, porque era un enfoque muy atípico, difícil de bancar en el largo plazo, y con una impronta autoral tan fuerte que si Fraction o Ajá decidían bajarse para dedicarse a otra cosa, lo más razonable era ponerle fin a la serie. Así que me falta la segunda mitad, que espero sea tan grossa como esta, con esta calidad tan apabullante en los diálogos y en el dibujo y con esta originalidad a la hora de plantear historias más cercanas a lo cotidiano, al barrio, a la vida “puertas adentro” de un paladín de la justicia.
Published on October 10, 2014 19:40
October 9, 2014
09/ 10: FRANKO: FABULAS DE LA ULTIMA TIERRA

Franko vive en un desierto, que podría ser o bien lo que quedó de la Tierra tras la extinción de la cvilización, o bien una civilización previa. O incluso otro planeta, por qué no. Se trata de un mundo en el que los animales adoptan rasgos humanos (se visten, caminan en dos patas, flexionan los pulgares, hablan y razonan), al estilo de los clásicos cartoons de Disney y Warner, o más recientemente, de Blacksad. El desierto es… atípico, con reglas muy propias y bastante impredecibles, lo cual sumado a la presencia de una chamana (la anciana Mana) le da a todo un cierto aire new age-peyotero, como si se tratara de una historieta para chicos escrita por Alejandro Jodorowsky (que no por nada nació en la región desértica del norte de Chile).
Y ahí hay otro dato importante: se supone que estas fábulas son para chicos. Pero además de esta impronta medio lisérgica (que habilita la proliferación de sucesos que no tienen demasiada explicación), hay torturas, gente que muere de hambre, esclavos, gladiadores forzados a pelear hasta morir y hasta una hueste infernal, destinada a sumir a este mundo bajo el yugo de la destrucción y el terror más absolutos. O sea que los guiones de Bernier van de una especie de lirismo chamánico, de un cierto realismo mágico (más mágico que realista), a situaciones muy extremas, bastante duras de digerir para el público infantil. A su favor hay que decir que las aventuras de Franko y Shin rara vez se resuelven por la vía de la violencia, sino por el contrario, la lucha entre Buenos y Malos está des-enfatizada, en favor de otras formas de encarar los conflictos. Algunas medio zen (en el sentido de que no “zentiende” qué carajo pasa) y otras muy lindas, con bastante vuelo y bastante originalidad.
En una de esas, leídas por segunda o tercera vez, estas fábulas sin moraleja cobran más relevancia, más contundencia. A primera vista, me resultaron raras, narradas de una forma muy ganchera, y a la vez resueltas de formas medio ambiguas, como sugiriendo que la aventura más importante no es la que vimos nosotros, sino la que vivió Franko en su fuero interno. Seguramente ahí hay más sustancia de la que yo pude percibir y disfrutar en una primera lectura.
El dibujo está muy bien. Le falta poquito para ser realmente grosso. Se notan demasiado los fondos repetidos, hay incluso una página entera repetida (que cumple una función narrativa, pero hace mucho ruido), y abundan un poco mucho las splash pages. El resto, funciona muy bien, sobre todo la expresividad en rostros y cuerpos de los personajes, cuyos hermosos diseños le deben algo a los de los Thundercats. Lo que más conspira contra el lucimiento del dibujo de Jofré es el color, decididamente mediocre. En este rubro metieron mano el propio dibujante y tres personas más, con resultados muy decepcionantes. Hay algunas viñetas muy lindas, realmente bien trabajadas desde el color y otras en las que un tsunami de berretada cromática parece arrasar con las buenas intenciones del dibujo de Jofré.
La edición es muy linda, con excelente calidad de papel e impresión, y un vicio ya muy generalizado: páginas y páginas desperdiciadas en carátulas y páginas en blanco para dividir los episodios, y una sección de pin-ups a cargo de dibujantes invitados que no aporta absolutamente nada. Por supuesto hubiese preferido omitir todo ese relleno para darle lugar a una historieta más.
Sin ser una joya imprescindible, Franko: Fábulas de la Ultima Tierra me intrigó como para querer leer otras obras de Bernier y Jofré. No creo que este libro sea fácil de conseguir fuera de Chile, pero bien podría comercializarse en cualquier otro mercado, porque la temática es absolutamente universal y está escrito en castellano neutro, ¿cachai?
Published on October 09, 2014 07:41
October 8, 2014
08/ 10: CRIMINAL Vol.3

Brubaker arma tres historias autoconclusivas de 30 páginas, totalmente interconectadas entre sí. Si leés una sola, te vas a emocionar, las vas a pasar bomba. Si leés las tres, vas a coincidir conmigo en que acá estamos frente a una genialidad. La primera historia se centra en Jake Brown, el boxeador del corazón roto y el destino trágico, que lucha no sólo por deporte, sino para escaparle a la sombra de su padre, un gangster sumamente pesutti, mano derecha de Hyde, el capo mafia más heavy de la ciudad. De pronto, alguien le chorea 50 lucas verdes a Hyde y su hijo Sebastian (amigo desde la infancia de Jake) se encargará de que los que le tocaron el culo la paguen caro.
La segunda historia se centra en un personaje apenas esbozado en el Vol.2, Teegar Lawless, un ex-combatiente de Vietnam que se las ve feas a la hora de reinsertarse en la sociedad tras su regreso a EEUU. Además de laburar muchísimo a Teegar, Brubaker nos revelará cómo y gracias a quién Sebastian Hyde recupera el honor y la guita que le afanaron en la historia anterior. Esta es la historia más shockeante, salpicada de drogas, sexo salvaje, masacres sangrientas y flashbacks traumáticos a la guerra de Vietnam.
La tercera historia tiene más sexo, más drogas y más tragedias, urdidas en torno a Danica Briggs, la chica que le rompió el corazón a Jake Brown y que… tuvo algo que ver con la desaparición de las 50 lucas de los Hyde. Si leés las historias en orden, ya sabés qué le espera a Danica, pero estas 30 páginas son fundamentales para terminar de redondear al personaje, para explicar cómo y por qué elige lo que elige y actúa como actúa en las dos historias anteriores. Dramatismo, profundidad, diálogos y bloques de texto brillantes. Acá está todo.
Y fijate que cuando leés las tres historias, te cae la ficha de que el verdadero protagonista de The Dead and the Dying no es ni Jake, ni Teeg, ni Danni. El eje, el personaje que hace que las tres historias avancen hacia donde avanzan, es Sebastian Hyde. Y Brubaker lo trabaja tan bien y le dedica escenas tan definitivas en las tres historias que no necesita dedicarle otras 30 páginas para que se luzca. Se luce así, en esos roles engañosamente secundarios que cumple en las historias de Jake, Teeg y Danni. Otra demostración de talento de un guionista inspiradísmo.
Como en tantas obras de Brubaker, acá la faz gráfica está en manos del maestro Sean Phillips, el socio ideal del guionista, el que lo entiende a la perfección, el que se acopla con él para transmitir la sensación de que la historieta tiene un único autor. Capo absoluto a la hora de los climas sórdidos, amo y señor de esa atmósfera decadente con la que logra que las ciudades de EEUU nos asfixien, Phillips dibuja la historia de Jake de modo absolutamente clásico, tradicional. En la de Teegar introduce un recurso narrativo arriesgado: las viñetas en negro intercaladas en momentos clave. Y en la de Danica incorpora unas acuarelas fastuosas para ilustrar los sueños de la protagonista; y se zarpa en una sóla puesta en página, esa en la que divide la plancha en tres viñetas horizontales y luego las atraviesa con un dibujo enorme de Danica, “pisado” por los bloques de texto. Las carátulas de los episodios están pintadas al estilo de las novelas pulp de los años ´40, con una textura que remite a la del lienzo. Y el color de Val Staples acompaña a la perfección el claroscuro potente e infalible de Phillips.
Y sí, son 90 páginas de historieta, nomás. Quizás te parezca poco. Pero hay que subrayar que el sello Icon (de Marvel) las editó a sólo u$ 11.99 y en un papel de recontra lujo, mucho más grueso que el del típico TPB americano. En la edición que sea y al precio que sea, no te pierdas esta joya del Noveno Arte. Papa finísima, de verdad.
Published on October 08, 2014 18:25
October 7, 2014
07/ 10: TERMINUS Vol.5

Arranca el propio Chiroleu con la continuación de la historieta iniciada en el tomo anterior (reseñado el 26/07/14). Un muy buen trabajo tanto en guión como en dibujo, con un conflicto fuerte y diálogos de gran nivel, dignos de un guionista con muchos años en la profesión. Después tenemos una historieta muda, a cargo de Iñaki Aragón y Patricio Delpeche, donde brillan la narrativa y el dibujo. Diálogos no hay y la idea es chiquita, casi para un chiste, más que para una historieta de ocho páginas. Garpa más que nada por la intensidad en el ritmo y lo impactante del dibujo, muy jugado a un claroscuro contundente.
Otra vez aparece Fernando Baldó, con una historieta plagada de hermosos dibujos que –me parece a mí- están pensados para ser publicados a color y pierden un poco en el pasaje a grises. El guión no es tan perfecto como el que aportó en el tomo anterior, pero igual está muy bien. Le sigue un unitario de misterio, escrito por Gastón Flores y dibujado por Lisandro Estherren, en una onda recontra-Viejo Breccia, que logró ponerme los pelos de punta. El guión es inquietante, aunque no 100% original, y el dibujo es definitivamente majestuoso, con un énfasis alucinante en los climas ominosos y lúgubres del guión.
Ariel Grichener y Germán Peralta retoman la serialización de Individuo H y cierran un arco argumental (o algo así). La verdad, nunca me pude enganchar con esa historia, a pesar de que el dibujo me parecía muy ganchero, muy atractivo. Quizás leída toda de corrido tenga más onda. Rip van Hellsing, en cambio, ofrece en cada entrega un relato autoconclusivo, siempre guiado por Barreiro, Ferrúa y Santana. Esta vez lo que sucede es muy poco y los autores lo revelan pocas viñetas antes del final. Hasta ese punto, tenemos más de seis páginas de machaca estridente, bien mostrada, pero sin mucho sentido. Al final, todo cierra en una última página muy cargada de viñetas y de diálogos.
Y la última historieta de la antología es la mejor, lejos. Pero muy lejos. Es de esas historietas que hace que todas las demás antologías del mundo digan “la puta que lo parió, ¿cómo se nos escapó esa joya?”. En las 8 páginas de Promesas de Eternidad, Franco Stagni ensaya una de ciencia-ficción distinta, atravesada por una historia de amor, y logra un resultado realmente inolvidable. La faz gráfica no pela virtuosismos ni imágenes demasiado imponentes: Stagni maneja correctamente el blanco, el negro y las tramas aplicadas en el photoshop, sin siquiera intentar que el dibujo funcione como anzuelo para engancharnos con la historia. Pero cada bloque de texto, cada una de estas páginas que coincide con una de las “cartas” que Miriah le escribe a Nik (a un Nik ficticio, no al delincuente que insulta a la historieta cada día en la contratapa de La Nación), es una unidad perfecta, compacta, a la que le sobra el atractivo para que nos llegue con fuerza lo que les está pasando a los personajes y queramos saber más. Ocho páginas, nada más. Aún hoy se puede emocionar grosso al lector en ese espacio. Franco Stagni lo hizo.
Como siempre, hay varias ilustraciones y pin-ups muy logradas, pero lo que a mí me interesa son las historietas. En ese rubro, Términus viene bien, con hallazgos en todas las entregas, con un nivel muy bueno en los dibujantes y un crecimiento sostenido en los guiones. Si te gustan los géneros clásicos (ciencia-ficción, fantasía épica, policial, terror, etc.) nunca es tarde para engancharse con esta antología llena de gente joven con ganas de hacer las cosas bien.
Published on October 07, 2014 18:24
October 6, 2014
06/ 10: BLACK KISS Vol.2

La verdad que no me acuerdo mucho de la primera Black Kiss y no tengo tiempo para releerla. Digo esto porque no recuerdo si en esa primera saga Chaykin explicaba quién carajo era Beverly y de dónde sacaba esos “poderes”. Lo cierto es que acá esa explicación está detalladísima y es muy, muy ganchera. De hecho, la premisa de la obra pasa por ahí: por seguir la vida de esta mujer virtualmente inmortal desde 1906 al presente, un periplo marcado por el sexo, las masacres, las traiciones, los coqueteos con la fama y los cambios de identidad.
En un punto, la trama llega a 1984 y esa secuencia funciona como prólogo a la saga del ´88. Y la secuencia siguiente, la de 1991 hace las veces de epílogo a la historia original. En ambas secuencias hay muchas referencias a lo que sucede en la primera Black Kiss, que me refrescaron (de modo para nada obvio, como suele hacer Chaykin) algunos de los hechos más relevantes de aquel comic. Pero hay muchísima historia previa y bastante historia posterior, que se disfruta sin tener la más puta idea de que alguna vez hubo un Vol.1 de Black Kiss.
Ahora bien, ¿está buena esta “secuela”? Yo creo que es demasiado larga. Quizás sin proponérselo, Chaykin genera una fórmula y la repite demasiadas veces. En un punto ya sabés lo que va a pasar: va a aparecer un travesti que va a asumir la identidad de Dagmar, mientras Beverly se garcha, traiciona y mata a una o varias personas. Eso pasa muchas veces en las 120 páginas que dura la obra y llega a hacerse un poco previsible. Por supuesto está la magia de Chaykin para contar de modo impactante estas escenas, decorarlas con diálogos magníficos (los más groseros y explícitos de su carrera) y shockearnos con penetraciones, felaciones, tríos, orgías, violaciones, decapitaciones, porongas arrancadas a dentelladas, sangre, sudor y semen en cantidades industriales. Cuando uno ya cree que vio todo y que es poco probable que alguna secuencia nos pegue fuerte o nos perturbe, Chaykin pela esa escena en Las Vegas en 1991, en la que un trava se traga los restos de Beverly para luego… implotar (no exactamente, pero no quiero spoilear) y de nuevo bajás el libro al grito de “¡Pará, hijo de puta! ¡No te podés ir TAN a la mierda!”. Posta, entre el sexo y la sangre, Black Kiss exige un estómago entrenado por años de ero-guro.
Lo mejor de todo es que Chaykin se esfuerza por contarnos algo más que un thriller con garches. Acá vemos una vez más la obsesión del maestro por retratar el siglo americano desde una óptica distinta, en este caso la óptica del sexo, la pornografía y las perversiones. Pero en escencia, está hablando de lo mismo que en American Century, que es a su vez parecido a lo que trató de hacer en Century West: de cómo el Siglo XX moldeó a EEUU y viceversa. El capitalismo, la inmigración, el jazz, el cine, la tele, las guerras “por la democracia y la libertad”, los conflictos raciales, las drogas, el conservadurismo religioso… todas esas cosas quintaesencialmente yankis y quintaesencialmente del Siglo XX son elementos que en este Black Kiss reciben tanta atención como las chupadas de pija.
Como si eso fuera poco, el compromiso de dibujar una historia que abarca más de 100 años lo obliga a Chaykin a dar cátedra en una materia en la que siempre le fue bien: la documentación. El maestro pela trajes, vehículos, interiores y exteriores perfectamente tomados de 10 u 11 décadas distintas y además el propio argumento lo lleva a cambiar de locaciones cada 10 ó 20 páginas, de modo que la saga recorre unas 10 ciudades de EEUU, sin contar los muchos suburbios de Los Angeles en los que transcurren los últimos episodios. Como sabe que acá no va a venir ningún colorista a meterle efectos y texturas a sus dibujos, Chaykin deja la vida en el lápiz, la tinta y las tramas mecánicas. Esto está mucho mejor dibujado que las historias pensadas para publicarse a todo color, lo cual nos permite hablar de un nivel al que pocos autores pueden aspirar. La narrativa está llena de los yeites clásicos del maestro, y además de riesgos, de enfoques y puestas en las que se lo ve a Chaykin experimentar con cosas nuevas.
No sé si este segundo Black Kiss era imprescindible y dudo que cause el impacto que causó el original allá por el ´88. Pero me intrigó, me hizo pasar un buen rato, por momentos me shockeó y todo el tiempo me fascinó con la calidad del dibujo y el voltaje pasado de rosca de los diálogos y los garches. Si sos fan del ídolo, no te lo pierdas. Y si querés ver como se hace un comic erótico bien hot pero con un argumento sólido (largo y duro, diría el chiste fácil) ponete en cuatro que Howard Chaykin te lo explica en dos pijazos.
Published on October 06, 2014 19:16
October 5, 2014
05/ 10: THE SMURFS ANTHOLOGY Vol.2

El primer álbum de Los Pitufos recopilado en la antología arranca con una historia clave: el origen y primera aparición de la Pitufina (Smurfette en inglés, Schtroumpfette en francés), quizás el personaje que más desentona en el contexto de esta serie. Y al leer detenidamente el guión nos encontramos con otro de esos casos de desfasaje de valores, de anacronismo ideológico, si se quiere. A mediados de los ´60, a Peyo e Yvan Delporte se les ocurrió que la forma perfecta para destruir la perfecta armonía de los Pitufos era meterle una minita a esta sociedad sin distinciones de género. Y lo hacen de modo muy heavy. El conjuro de Gargamel para darle vida a su “arma secreta” incluye un cerebro minúsculo, odio, codicia, mala leche, astucia, orgullo, busconería, descuidos, envidia, volatilidad, obstinación, mentiras, lengua de serpiente… entre otros ingredientes que pintan al género femenino como una verdadera maldición, capaz de traer las peores desgracias a este “mundo ideal” en el que sólo hay varones. Me parece que hoy ningún editor, ni de revistas para chicos ni de ningún otro tipo, aceptaría publicar una cosa así.
De todos modos la aventura funciona, cambia un toquecito el rumbo cuando van 20 de las 40 páginas, y está muy bien condimentada con chistes y peripecias, además de mostrarnos algunos sucesos realmente traumáticos para la aldea de los Pitufos. Ese primer tomo termina con otra aventura un toque espesa, las 20 páginas de The Hungry Smurfs, en la que una tragedia deja a los Pitufos sin provisiones para el invierno y, cagados de hambre, deben abandonar la aldea. El final es medio deus ex machina, pero hasta ese punto la historia se sostiene sobre un andamiaje dramático muy sólido y muy original.
El siguiente tomo nos ofrece tres historias de 20 páginas, bastante más livianitas. La primera es el típico plot de un elemento mágico fuera de control, que genera transformaciones bizarras muy graciosas y caóticas. El remate es sumamente efectivo y Peyo llega hasta ahí luego de una secuencia de tres páginas que son lo mejor de la historia. Después tenemos un nuevo plan de Gargamel para infiltrarse en la aldea, esta vez convertido en un pitufo trucho. El resultado es una comedia de enredos tranqui, con muchos momentos cómicos, en la que nunca se llega a sentir la sensación de peligro. Y la tercera está bastante estirada, podrían haber sido 10 páginas en vez de 20. El conflicto casi no existe y lo único notable es cómo, a partir de algo que le sucede al Pitufo Vanidoso, se suma un nuevo pitufo a una sociedad que no tiene previsto el crecimiento poblacional.
Y lo mejor del tomo, o lo que a mí más me gustó, es La Guerre des 7 Fontaines, una aventura de Johan & Pirluit de fines de los ´50, recoopilada en álbum en 1961, donde los pitufos aparecen por segunda vez, en apenas tres páginas de las 60 que tiene la obra. Esto está pensado por Peyo como una verdadera novela gráfica, por la extensión, por la complejidad del argumento y por la cantidad de viñetas por página. Acá también hay un volantazo muy marcado en la página 27, donde se resuelve el conflicto que disparó la trama y, de pronto, se plantea otro, mucho más interesante, que levantará muchísimo la tensión para un segundo tramo realmente memorable. Del slapstick más básico a la epopeya más espectacular, con intriga política, elementos sobrenaturales y un ritmo increíble, La Guerre des 7 Fontaines se la hiper-banca leída 55 años tarde.
No hay mucho para agregar acerca del dibujo, excepto que gracias a los excelentes textos que complementan esta edición me entero que las aventuras de los Pitufos editadas en álbum durante buena parte de los ´60 no son exactamente las que dibujaba Peyo en las páginas del semanario Spirou, sino que están en buena medida redibujadas por un equipo de asistentes, mientras el maestro avanzaba en la realización de otras historietas. Chapeau para estos soldados desconocidos, porque el arte en esas historias es magistral. Y lo de Peyo en las 60 páginas de Johan & Pirluit, glorioso. No tengo más material de los Pitufos pendiente de lectura, así que hasta acá llegamos con este clásico insumergible, que tanta alegría le dio a chicos, grandes y pitufos de varias generaciones.
Published on October 05, 2014 10:14
October 4, 2014
04/ 10: HOY NO HAY NADA

Estoy leyendo un libro de muchas páginas, que si no salgo esta noche seguramente terminaré para mañana. Hoy voy lento porque vengo con sueño y cansancio acumulado.
Mientras tanto, pispeo sin terminar de creerlo el nivel atroz de algunos de los comentarios al post anterior. Parece que del otro lado hay gente que realmente no entiende nada, que pide a gritos que uno se ponga la gorra y salga a filtrar comentarios. En fin… andá a saber si el día de mañana, cuando me decida a establecer algún tipo de filtro, no termino extrañando estos combates tan encarnizados como inverosímiles.
Mañana, entonces, una nueva reseña. Perdón por el faltazo y gracias por el aguante.
Published on October 04, 2014 17:44
October 3, 2014
03/ 10: THE VICTORIES Vol.1

Este primer arco argumental de The Victories está centrado en Faustus, un personaje complejo, muy bien elaborado, una mezcla de Batman, Spawn y Iron Fist forjada a base de conflictos muy fuertes. Faustus garcha, escabia a lo pavote, putea como una cloaca, por momentos parece dispuesto a cruzar ciertas barreras éticas para rosquear con un villano muy heavy… y todo cierra cuando Oeming nos revela el oscuro secreto que oculta este enmascarado. Toda esta indagación en la vida, las obsesiones y las motivaciones de Faustus deja poco margen para el lucimiento de los demás personajes, es cierto. Pero la verdad es que es todo tan intenso, tan ganchero, que no molesta ver a cuatro o cinco héroes más aparecer pocas viñetas por episodio y mostrar apenas un cachito de su inobjetable potencial. Ya habrá tiempo en las sagas futuras para profundizar un poco más en ellos, y si Oeming le da a cada uno la complejidad y la sustancia que le dio a Faustus, vamos a tener un equipazo, repleto de personajes logradísimos.
El clima de la serie también constituye uno de sus principales atractivos. Todo transcurre en una ciudad decadente, corrupta hasta la médula, donde la cana está entongada con los criminales o cagada en las patas, y sólo un puñado de justicieros tratan de mantener un mínimo orden. La violencia extrema, las drogas y el alcohol le marcan el pulso a una ambientación sórdida, sin un centavo de esperanza, en la que de pronto hay lugar para escenas muy zarpadas, muy truculentas, e incluso para meterse con un tema espinoso como es el de la pedofilia.
La machaca está muy presente, mostrada de modo muy espectacular, y para plasmarla, Oeming se ve obligado a modificar un poco su dibujo. No tanto en el trazo, sino en la planificación de las viñetas y las páginas. Acá no puede hacer el show de las talking heads con el que llenaba páginas y páginas de Powers, esas con los personajes cuasi-inmóviles sobre un fondo que se dibujaba una sóla vez y se repetía 140. En The Victories los personaje se mueven muchísimo y Oeming responde con un dinamismo alucinante en las puestas, un gran trabajo en la coreografía de las peleas y un despliegue notable en fondos, expresiones faciales y climas. El resultado es un comic visualmente hipnótico, con mucha fuerza, por momentos muy visceral y siempre muy genuino.
The Victories es una idea que le hubiese gustado tener a Mark Millar, por ejemplo. O a Frank Miller, cuando Frank Miller tenía ideas. Esto arrancó muy bien, sin guardarse nada, sin estirar, sin arrugar y -como ya dije- mostró apenas una puntita de un enorme potencial que seguramente veremos estallar en los tomos posteriores. Si sos fan de Michael Avon Oeming, o te copa la idea de los superhéroes en un mundo crepuscular, enchastrado de mala leche y corrupción, con fronteras muy finitas entre los buenos y los malos, con consecuencias jodidas para cada cosa que sucede, no tengo dudas de que con The Victories vas a dar la vuelta olímpica. El primer TPB salió a modestos u$ 9.99 como para que cualquiera se pueda enganchar y conmigo lo lograron, de una. Otra victoria para el comic de calidad, 100% controlado por un autor cada vez más consagrado.
Published on October 03, 2014 18:19
October 2, 2014
02/ 10: Y YO, ¿POR QUE NO TENGO BANANA?

Creo que de los tres libros que reseñé en el blog (es decir, de los tres libros editados por El Cuenco de Plata) este es el que más gracia me causó. Me reí mucho, a carcajadas. Me da la sensación de que este es el libro que tiene las historietas más zarpadas, más idas al carajo. Desde la cátedra de humor negro llamada “La Elección de Miss Ciega”, hasta chistes de gays, lesbianas, travestis, abortos, drogas duras, anos contranatura, anticonceptivos, alcoholismo, crímenes shockeantes, zoofilia y perversiones sexuales varias. Y lo más lindo, lo que más me cierra de todo esto es que Copi no arma la típica estructura del sketch que avanza hacia un remate, sino que estos chistes (algunos muy fuertes, muy impactantes) aparecen como una cosa casi normal, natural, en medio de estos diálogos filosos y siempre al borde del disparate que protagonizan estos personajes.
La palabra “sketch” me parece doblemente precisa para hablar de Copi. Primero porque (como ya señalamos en otras reseñas) las historietas del ídolo parecen puestas teatrales, en las que los personajes apenas se mueven, la cámara está siempre quieta y todo el elenco se ve siempre de cuerpo entero. Pero al ser breves, más que una obra de teatro parecen un sketch. Y además “sketch” en inglés significa “boceto”, y eso define bastante bien la impronta gráfica de Copi.
Acá parece no haber un boceto previo a lo que sale publicado. Lo que vemos es el boceto, realizado a mano alzada, pero con tinta en vez de lápiz. Copi dibuja lo mínimo indispensable. No hay fondos, las viñetas no están enmarcadas, los objetos que aparecen están apenas delineados, hasta las expresiones faciales (importantes en la comedia) aparecen sólo cuando no queda más remedio. Esto es muy raro, pero en realidad lo más raro es que funcione. Que uno, como lector, firme ese pacto en el que acepta que ese garabato es una mujer, que esa línea es una silla, que esa pilita de ladrillos asimétricos es una pared, etc. De alguna manera, Copi se sale con la suya y logra que percibamos a ese universo minimalista, incompleto y deforme como un universo válido, en el que habitan no garabatos hechos a los santos pedos, sino humanos, personajes tan reales y tan complejos como cualquiera de nosotros.
27 años después de su muerte, Copi sigue enseñando. Su timing para la comedia todavía no se pudo igualar, y andá a saber si alguna vez se supera. Su capacidad para llevarte mediante los diálogos por situaciones que van del absurdo a la grosería más extrema (pasando por temas “profundos” como la madurez, el psicoanálisis, la brecha generacional, el feminismo, la educación “progresista”, etc.) resulta impactante aún hoy. Y lo único que hace un poco de ruido son algunas frases en las que se mezcla el castellano porteño con el neutro. Por ahí el mismo personaje en una viñeta manda “He soñado que matabas a mamá” y en la siguiente manda un “¡Joya!”. Aparentemente las historietas están traducidas de una edición francesa, pero hay algunas dudas, algunos titubeos acerca de a qué castellano traducirlas. Pero bueno, no es algo taaan grave. Y si alguna vez viste una historieta de Copi en alguna revista de los ´60 o ´70, te va a sorprender cómo el rotulista Fabián Barreira imita a la perfección la caligrafía del maestro.
Ojalá se editen más libros de Copi en Argentina, así más gente (de distintos palos, porque el autor también es muy conocido en el ámbito del teatro y la literatura) descubre y disfruta sus historietas, muy alienígenas y muy próximas a la vez.
Published on October 02, 2014 09:54
October 1, 2014
01/ 10: METALZOIC

Me acuerdo que leí Metalzoic cuando salió, porque justo alguien viajó a EEUU y me la trajo de regalo. Yo tenía 18 años, cero idea de quiénes eran Mills y O´Neill, y me acuerdo que no me gustó un carajo. Me pareció un híbrido pedorro entre un comic yanki y una típica serie de ciencia-ficción para adultos de las que leíamos todos los meses en Métal Hurlant, o Zona 84. Hoy, leída de grande, no me pareció mucho mejor. Principalmente porque ahora sí conozco las obras grossas de Mills y O´Neill y en la comparación con Nemesis the Warlock, A.B.C. Warriors o Marshal Law, me queda claro que Metalzoic pierde por goleada.
Lo cual no quiere decir que sea una bosta irreivindicable. Tiene sus cosas atractivas, sobre todo en el guión. Sin esta novela gráfica no existiría Transformers: Beast Wars, por ejemplo. Porque acá nace el concepto de los animales robóticos agrupados en clanes en una tierra cuasi-devastada. Los diálogos están buenos, hay escenas muy impactantes, machaca fuerte y bien dosificada… No es un comic aburrido, ni excesivamente pretencioso, ni demasiado cabeza. Pero en el contexto de la obra de estos dos próceres y en el contexto de lo que se editaba en EEUU en 1986, la tenemos que poner en la lista de las historietas “menores”.
Quizás la mayor decepción venga por el lado del dibujo. Abajo de esa portada majestuosa de Bill Sienkiewicz, tenemos al maestro O´Neill muy a media máquina, como jugando a ocultar sus rasgos identitarios. Muy pocas viñetas nos ofrecen esa sobrecarga de detalles tan típica del ídolo; a las criaturas metálicas parece faltarles onda, complejidad, más laburo; los rostros de los personajes humanos parecen de otro dibujante, o de O´Neill imitando sin éxito a dibujantes más finos, más “caretas” tipo P. Craig Russell. Lo mejor sin dudas es verlo a O´Neill asumir riesgos en materia de puesta en página que quizás no asumía en sus trabajos para los semanarios británicos.
Y lo peor, lejos, es el color. Esto en blanco y negro levantaría muchísimo (aunque se notaría más la falta de los detallitos puntillosos clásicos de O´Neill) simplemente por lo horrendo que es el color. La novela no acredita a ningún colorista, con lo cual tenemos que suponer que fue el propio O´Neill el que perpetró estos crímenes contra sus dibujos, el que desarrolló esa paleta chata, sin onda, aplicada sin criterio, plagada con vicios columberos como viñetas enteras pintadas todas de amarillo o todas de celeste, sin atención a los climas, sin matices ni efectos de iluminación. Encima algunos personajes son tan parecidos entre sí que el color resulta fundamental para distinguirlos. Cuando O´Neill los pinta a todos del mismo color, hay que prestar demasiada atención para darse cuenta de quién es cada uno. Hay algunos dibujos realmente zarpados, al nivel de lo que uno espera de esta bestia asesina. Pero la verdad es que son muy pocos y el color los empaña demasiado.
¿Recomiendo conseguir Metalzoic? No sé… supongo que los muy fans de Pat Mills y Kevin O´Neill ya tendrán todas sus obras para el mercado británico y toda la colección de Marshal Law, y ahí sí, vale la pena sumar esta obra a la colección, casi por completismo. A los que todavía no descubrieron a esta dupla fundamental del comic británico (y por qué no mundial) les recomiendo empezar por otro lado. En su momento, Metalzoic puede haber sido rara o rupturista para el mercado yanki, pero para los que leíamos comic europeo en los ´80 sin duda deja gusto a poco.
Published on October 01, 2014 10:21
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