Andrés Accorsi's Blog, page 141
October 20, 2014
20/ 10: PUEBLO HUNDIDO (RESCATANDO UNA HISTORIA)

Meses más tarde, más precisamente anoche, me senté a leerlo. Le pegué una hojeada y no me gustó el dibujo. Leí la contratapa, donde más o menos te “tratan de vender” la historieta con un resumen del argumento y me pareció un embole. Leí el prólogo y casi me duermo. De alguna manera, junté coraje para seguir adelante y leí la primera página. Me pareció aburridísima. Volví a hojear el libro, y sin leerlo, saqué estas conclusiones:
1) El dibujo de Juan “Nitrox” Márquez (cuyo trabajo había disfrutado en una antología del Dr. Mortis reseñada hace justo un año, el 19/10/13) se pasa de pecho frío. El equilibrio entre blancos y negros no existe, es todo 90% blanco, como si fuera a venir un colorista a pintar la historieta. Y tiene páginas con demasiadas viñetas, en las que el dibujo se desluce bastante.
2) La tipografía de los diálogos la eligió el enemigo, alguien decidido a que no leamos jamás la historia de Pueblo Hundido.
3) El guión de Maycols Alfaro no propone una curva dramática, ni el típico periplo de introducción-nudo-desenlace. Es apenas la puesta en práctica de uno o dos recursos para tirar toneladas de data acerca de la historia de este pueblo, sin conflictos, sin aventura, sin emociones. Simplemente información, disfrazada de historieta a ver si los pibes la leen con más ganas que si fuera un típico manual de Historia.
4) La cantidad de texto que metió el compañero Maycols en esta historieta es absolutamente desmedida. No hay el menor intento de conservar una proporción razonable entre imagen y texto, algo importantísimo si querés que la historieta capte a lectores del segmento infanto-juvenil. Acá los globos se morfan las páginas y eclipsan feo a los dibujos de Nitrox.
Y la verdad es que, una vez constatados estos obstáculos para disfrutar de la historieta, decidí no leerla. Es un garrón, nunca me había pasado. La tuve en mis manos horas enteras, me la llevé a la cama, al trono… y nada. Fue como franelear tres horas con una mina para después no coger. Me siento mal y le pido disculpas sobre todo al guionista, porque quizás, si me adentraba en la historia, encontraba algo para rescatar en los diálogos, o en algún punto de la trama que –repito- se me hizo imperceptible en las reiteradas hojeadas del libro.
Hoy por hoy está bastante claro que una historieta de temática histórica, con cierto perfil didáctico, tiene grandes chances de conseguir subsidios de instituciones educativas estatales, de llegar a escuelas y bibliotecas y –lo más importante- generarle un ingreso genuino a sus autores. Imagino que la tentación debe ser irresistible. Pero se puede hacer bien y se puede hacer infumable, por lo menos a los ojos del lector de historietas que aunque sea de pedo, se pueda topar con ese material. Me acuerdo que hace no tanto tiempo salió en Argentina una historieta de onda histórica, a la que se le notaba el perfil “escuela-friendly”, con mucha investigación, textos complementarios y demás. Y aunque involucraba a autores que me gustan, dije “nah, capaz que es un plomazo y no me quiero clavar”. Y así, prejuiciosamente, la dejé pasar. Esta vez, dejé el prejuicio de lado, puse buena voluntad y aún así “hice patito” contra un material que me pedía a gritos que leyera otra cosa. Le agradezco a Maycols Alfaro y Nitrox Márquez por el gesto copado de hacerme llegar este libro, pero (un toque tarde) descubrí que no era para mí.
Published on October 20, 2014 13:32
October 19, 2014
19/ 10: SAUCER COUNTRY Vol.2

Lo cierto es que, si bien no se me hizo aburrido, el planteo de Paul Cornell era ambicioso, complejo y –como señalamos la vez pasada- deja poco margen para la acción. Saucer Country es una historia que se dirime en dos terrenos poco propicios para la machaca: por un lado, el de la ciencia, porque uno de los temas centrales es el de la existencia de los alienígenas y su eventual contacto con los terrícolas. Y por el otro, el de la política, porque buena parte de la trama la motoriza la campaña de Arcadia Alvarado, la gobernadora de New Mexico, para llegar a la Casa Blanca. Obviamente esto es un comic y Cornell va a encontrar la forma de conjurar situaciones fuertes, de alto impacto, y de colar por algún lado alguna piña o algún tiroteo. Pero preparate a entrarle a una serie muy hablada, donde los diálogos -y no la acción- cargan con el peso de llevar adelante los conflictos.
Por eso es tan importante el desarrollo de los personajes, profundizar en ellos, darles carnadura, y en ese rubro la labor de Cornell es excelente. También se nota mucho que el guionista británico estudió a fondo el tema de los OVNIs (sin dejar de lado las shockeantes revelaciones acerca del vínculo entre los aliens y el poder político tan bien expuesto por el maestro Doug Moench en el Big Book of Conspiracies) y que además indagó a fondo en la trastienda de las campañas electorales en EEUU, que se parecen MUY poco a las de países como el nuestro. O sea que el andamiaje sobre el cual Cornell armó la historia era bastante sólido. La historia en sí… quizás un poco menos. Por momentos parece que sobraran personajes, y esto supongo yo, se debe a que el guionista pensó la trama para durar mucho más de 14 episodios. De hecho, sobre el final se resuelve (de modo sintético, pero no abrupto) el tema de las elecciones que decidirán si Arcadia llega o no a la presidencia; pero queda abierto el otro plot, el de los aliens. Se cierra el misterio del Profesor Kidd, pero queda abierto lo más grande, el misterio principal, que tiene que ver con la abducción de Arcadia y su ex-marido por parte de los aliens, y la supuesta rosca entre estos y el presidente de los EEUU que va por la reelección.
Sería largo analizar por qué Saucer Country no vendió una chota y se canceló tan rápido. Lo bueno es que Cornell supo varios números antes que la serie tenía los días contados y así es como en el último tramo pasa de todo, a un ritmo alucinante. Y lo malo, bueno, eso… no se pudo llevar a fondo una de las líneas argumentales más interesantes. Por suerte esto es 100% propiedad de los autores, con lo cual dentro de unos años Cornell se puede llevar esta serie a otra editorial y eventualmente escribir una secuela que explore lo que acá quedó a medio resolver.
En el dibujo lo tenemos de nuevo a Ryan Kelly, a quien ya definimos como una mezcla entre Tom Grummett y Paul Pope, acá un poco más consistente que en el Vol.1 y con un gran laburo en las portadas. Hay un episodio dibujado por Mirko Colak y Andrea Mutti que me dejó gusto a poco, y uno que –paradójicamente- no aporta demasiado a la trama principal, pero tiene el atractivo de estar dibujado por el maestro David Lapham, que se destaca holgadamente incluso cuando trata de mostrarse sobrio y no pelar virtuosismo.
Una pena que Saucer Country no haya tenido mejor suerte, y ojalá los próximos experimentos de Vertigo con géneros atípicos y sagas no orientadas a la machaca encuentren una mejor recepción por parte de los lectores. Y que Paul Cornell no deje nunca de adentrarse en estos terrenos difíciles, poco transitados por la mayoría de sus colegas.
Published on October 19, 2014 16:42
October 18, 2014
18/ 10: HOY NO HAY NADA

Seguramente tiene que ver con que hoy estuve participando (después de varios meses) de la feria Rocketbooks y eso me insumió un montón de horas que podría haber usado para terminar el libro que tengo empezado, que es bastante voluminoso. Y con el hecho de que uno generalmente sale los viernes a la trasnoche y los sábados se levanta más bien tarde.
Lo cierto es que no tengo terminado el libro que quería reseñar hoy, y que lo más probable es que lo pueda reseñar mañana.
Mientras tanto, releete alguna reseña vieja (sugiero la del Vol.1 de Saucer Country, del 09/09/13, para prepararte para lo que viene mañana) o aprovechá los minutos que habitualmente le dedicás a este blog para leer comics… u otros blogs. O el sitio web de Comiqueando. O para mirar TVR, de última.
Perdón por el faltazo y será hasta mañana.
Published on October 18, 2014 18:31
October 17, 2014
17/ 10: PROXIMA ESPECIAL HISTORIETAS

Empezamos con Tártaro, una historieta de Pablo Barbieri y el dibujante peruano Diego Rondón Almuelle que creo haber leído en alguna otra antología. Son ocho páginas y la historia pegaría más fuerte si fueran seis. Pero el principal obstáculo para disfrutarla es que el dibujante busca su propio lucimiento por sobre el de la historieta y se zarpa con despliegues de pirotecnia pictórica que empantanan el fluir de la narrativa. De todos modos, el resultado se ve bastante profesional.
El Cocinero, de Gastón López, quiere ser una historieta pero no lo logra porque el autor no tiene la menor noción de lo que es narrar con imágenes. Los dibujos están bien, pero no cuentan absolutamente nada. Las dos paginitas de Diego Agrimbau y Pablo Túnica no llegan ni a ser un chiste. Son… seis viñetas puestas una al lado de otra, bien dibujadas, pero que tampoco funcionan como una historieta.
Jok, en cambio, pela excelentes dibujos y magníficos textos perfectamente integrados en la notable Silicio-Carbono, una historieta de siete páginas, que quizás hubiese quedado todavía mejor con dos o tres páginas más. Acá el problema es que es un trabajo realizado a color, pensado a color, y que se desluce mucho en el traspaso a blanco, negro y grises. La siguiente historieta, Los Mares de Maizner, también parece pensada para color y traspasada a blanco, negro y grises. El guión sin ser horrible me pareció… menor, y me gustaron bastante los dibujos de Paula Andrade.
Arzak Blues es un homenaje a Moebius encarado con buenas intenciones por Grendel Bellarousse (lector de este blog) que se cae en las últimas dos páginas, cuando la parodia-homenaje sólo se sostiene si la dibuja alguien que dibuje igual de bien que Moebius. Y no es el caso, claro… La de Salvador Sanz es una buena idea, resuelta con jerarquía en apenas cuatro páginas. El dibujo también está muy logrado (y pensado para blanco y negro), así que creo que fue lo que más me gustó de la antología.
Las cuatro páginas de José Luis Gaitán cuentan una historia jugada a la revelación de la última viñeta, y está bien, es efectiva. Lástima el dibujo, que se va al carajo combinando demasiadas técnicas y efectos y termina por hacerse confuso. La siguiente historieta tiene ocho páginas dibujadas por Nahus, un muchacho que dibuja tan mal que no pude siquiera pasar de la tercera viñeta para enterarme de qué iba la historia. Le hice zapping, de una.
Principio y Fin, de Gonzalo Duarte, Lucas García y Facundo López, me atrapó, me gustó, me tuvo intrigado hasta la última viñeta… pero no entendí el final. Se supone que con el dibujo del último cuadrito todo cobra sentido, pero a mí se me escapó. Debo ser un subnormal, claramente. Les siguen dos paginitas maravillosas de Alejandro Farías y Marcos Vergara, que no tienen una chota que ver con la ciencia-ficción, pero están buenísimas. Y después, una escrita por Daniel Perrotta y dibujada por Andrés Casciani, seis páginas sin textos, bastante originales y con un nivel interesante.
Casi sobre el final, un tal JaimeE se quiere hacer el vanguardista y fracasa estrepitosamente, en otras seis páginas sumamente prescindibles. Y para terminar, otra dupla de nombres fuertes: Rodolfo Santullo y Leo Sandler, con otra historia que se juega todo al impacto de la última viñeta, y en la que diálogos y dibujos (sobresalientes ambos) se cargan la responsabilidad de mantenerte enganchado hasta el final, a pesar de que en realidad no pasa nada en todo el relato.
Resumiendo, muchos nombres atractivos para un producto bastante desparejo. Hay material realmente bueno, codo a codo con material muy, muy amateur, y la calidad de la edición tampoco ayuda demasiado. Me gusta que una publicación literaria se juegue a explorar el mundo de la historieta, pero para la próxima (cuac!) hay varias tuercas que ajustar.
Published on October 17, 2014 13:37
October 16, 2014
16/ 10: ANIMAL MAN Vol.3

La estructura de la saga de Rotworld es de un videojuego mediocre: de pronto, toda la realidad cambió. El mal triunfó, la putrefacción arrasó a la tierra (o por lo menos a EEUU), los superhéroes y villanos se convirtieron en unos monstruos tipo zombies totalmente corrompidos por el Rot, y Animal Man y Swamp Thing (cada uno por su lado) deben tratar de llegar a un lugar puntual de EEUU, donde –si hacen todo bien y tienen culo- quizás puedan vencer a Arcane y reestablecer el orden, rescatar a sus seres querido, etc. En el medio, Buddy Baker se encontrará con otros personajes que, por algún motivo, no fueron contagiados por el Rot y algunos (como Steel y Frankenstein) estarán bien aprovechados por el guión.
Pero básicamente, lo que vemos a lo largo de muchísimas páginas es a Buddy y estos personajes que se le van sumando, en una ruta lineal hacia el lugar donde tal vez se resuelva todo, en una peregrinación cuesta arriba, interrumpida todo el tiempo por la machaca sanguinolienta contra monstruos, criaturas abisales y héroes y villanos horrendamente mutados. Por suerte Lemire no se olvida de la familia de Buddy, y en todos los episodios le dedica unas páginas a un subplot protagonizado por Maxine, que está sumamente estirado pero por lo menos sirve para matizar, para que no sea todo “Animal Man y sus amigos avanzan por la tierra podrida machacando monstruos”.
Sobre el final, la saga levanta bastante la puntería. Cuando Buddy y Swampy confrontan al Rot y descubren el verdadero rol de Arcane en la trama, se produce un volantazo que funciona. Para cuando Lemire logra unir la trama de Buddy con la de Maxine, el clima ya está bien espeso, ya se generó una tensión muy grossa. Y el epílogo (llamado “El Funeral”, aunque no te voy a blanquear de quién) es lo mejor que leí hasta ahora en esta versión de Animal Man. Por los huevos para sacudir de esa manera el status quo de la serie, pero sobre todo por la emotividad, la efectividad de Lemire para pegarle a Buddy un golpe que nos duele a todos. Tan perfecto es el final de ese n°19, que era un gran momento para cancelar la revista, o seguirla, pero con otro equipo creativo y otra dirección. Yo, por mi parte, creo que la cuelgo ahí, que no me voy a comprar los TPBs que me faltan para completarla, a menos que los vea a un precio ridículamente bajo.
¿Te acordás de Travel Foreman, el dibujante de los primeros números? Bueno, olvidate porque acá no está más. Por suerte lo tenemos a Steve Pugh, en un gran nivel, como siempre muy jugado a la figura humana, a dejar la vida en cuerpos y rostros y darle mínima bola a todo lo demás. Pero bien, con onda, con polenta, con buena sintonía con los coloristas. Todo el subplot de Maxine permite ver en cada episodio un puñado de páginas dibujadas por un inspiradísimo Timothy Green II, cada vez más afianzado, más personal, más fino. Quiero ya una novela gráfica íntegramente dibujada por este animalito, que por ahí no se luce tanto en las escenas de machaca, pero en las escnas más tranquis la tiene atada. En los dos episodios de Swamp Thing tenemos lo más flojo a nivel dibujo: primero al verdulero Marco Rudy, un Juan Carlos Flicker de la B Metropolitana, con errores en las caras y cero idea en los fondos, y después al impresentable Andrew Belanger, a quien jamás había visto y a quien no quiero ver nunca más, porque –posta- menos la puesta en página, todo lo demás lo hace mal.
El Vol.3 de Swamp Thing (que por lo visto conecta MUCHO con este) lo tengo bastante más abajo en el pilón, pero lo voy a subir para leerlo pronto, así veo si la historia me termina de cerrar o qué. Por ahora, no más Animal Man acá en el blog.
Published on October 16, 2014 14:05
October 15, 2014
15/ 10: PETIT PEINTRE

La edición española (que no sé en España, pero acá salía cara) lleva el libro a 64 páginas. Le agregan prólogos, carátulas, páginas en blanco que no aportan absolutamente nada, y algo que seguramente está tomado de la edición francesa del ´85: en vez de pin-ups, cuadros que nos muestran el estilo en el que pinta Jeremy, el chico de 11 o 12 años que protagoniza la historia. La idea está muy buena y la verdad es que los “cuadros” son geniales, pero por ahí con tres o cuatro alcanzaba, no sé si hacían falta tantos.
¿Y qué onda la historieta, propiamente dicha? Ahí sólo caben palabras de elogio para Dupuy y Berberian, y más si pensamos que se trata de uno de sus primeros trabajos. El argumento es potente, el ritmo está cuidadísimo, nada está estirado ni comprimido, y en sólo 30 páginas hay dos personajes protagónicos muy bien desarrollados. No quiero ahondar mucho en este punto, primero porque al ser un relato tan breve, no hay tanto para desmenuzar. Y segundo, porque cualquier dato acerca de la trama o los personajes puede funcionar como spoiler y sería una cagada que leas Petit Peintre sabiendo cómo va a terminar.
Vamos entonces con el dibujo, que es increíble. No hay obras de Dupuy y Berberian mal dibujadas, no las voy a encontrar jamás. Creo que debe ser más fácil encontrar filósofos y neurocirujanos en un cosplay de animé organizado por Yamato. Pero acá hay un nivel plástico, una libertad, un vuelo expresivo, un uso tan brillante de la paleta cromática intencionalmente acotada, que ni siquiera hace falta ver “los cuadros de Jeremy” para caerse de orto. La línea, las expresiones faciales, las sombras, las composiciones... todo está demasiado perfecto y se luce muchísimo porque casi todas las páginas tienen menos de seis viñetas. Y “los cuadros” son vanguardia pura, muy en sintonía con la historieta moderna y diseñosa que a mediados de los ´80 se veía en algunos autores de Cairo o El Víbora, tipo Montesol, Javier Mariscal o Micharmut. Acá llaman la atención el trabajo con la mancha negra y con la espacialidad, y sobre todo ese contraste entre un color aplicado con sutileza y precisión y una línea más salvaje, con cierta textura de carbonilla, que se nota que muchas veces está trazada a mano alzada, con más osadía que planificación. Realmente alucinante.
¿Da para comprarse Petit Peintre aunque la relación precio/ cantidad de páginas suene a disparate? Si sos muy fan de los autores, o si comprás hsitorietas por los dibujos, ya te digo que sí. Tengo sin leer otro libro de Dupuy y Berberian, que quizás llegue a reseñar antes de fin de año. Y parece que en pocas semanas se edita en Argentina un segundo libro de Monsieur Jean, así que –como diría el Más Grande- nos sobran los motivos para seguir hablando de esta dupla que hace más de 30 años jerarquiza al comic europeo.
Published on October 15, 2014 11:14
October 14, 2014
14/ 10: THE LORDS OF MISRULE

No voy a reiterar los conceptos de la reseña que le dediqué hace unos años, pero sí subrayar dos cosas: 1) En el contexto global de la saga, es decir, a raíz de lo que sucede después, esa primera historia es bastante menor, tiene un peso… chiquito. 2) Aquellos horrores indecibles, aquellos vejámenes que sufrieron los dibujos de Gary Erskine bajo la inclemente e incompetente paleta de una colorista abyecta, fueron subsanados. Ahora la historia de Kieron Wallace aparece recoloreada por JM Ringuet, un dibujante, ilustrador y colorista francés que vive en China, conocido sobre todo por Transhuman, una serie que hizo en Image junto a Jonathan Hickman. Y ahora sí, la faz gráfica se ve sólida en todos sus rubros.
Pero vamos a la secuela, a esa saga de seis episodios en la que John Tomlinson comparte los guiones con Dan Abnett y se suma como dibujante nada menos que Peter Snejberg. Acá el argumento se hace más ambicioso, más complejo, se empieza a entender mejor qué carajo tienen que ver esas secuencias ambientadas en un mundo de fantasía épica onda Tolkien, y el foco se desplaza hacia Jack Goodfellow, un personaje al que los guionistas trabajarán a fondo. Pero se rompe un poquito el equilibrio entre thriller psicológico, misterio freak onda X-Files y terror puro y duro, con mucho gore, sangre y mutilaciones. Sin irse muy al carajo, y sin perder interés, la cosa derrapa para el lado del terror y por momentos este se hace muy gráfico, muy cabeza. Quizás, si la saga tuviera dos episodios menos, se podrían haber obviado algunas peripecias truculentas que en su momento impactan, pero que en el global de la historia no aportan demasiado.
Para cuando empezás a vislumbrar el final, cómo puede llegar a cerrar todo, son cuatro o cinco los personajes que cobraron peso en la trama. Y la resolución, sin ser hiper-original, está muy bien lograda. Pero claro, para esta instancia ya estamos inmersos claramente en “una de terror”, con criaturas abisales, machaca y ríos de sangre, muy lejos de ese tono gaimanesco que yo señalaba cuando leí la primera parte. Las historias cortas también van para ese lado, el de un terror que amaga con ser fino, psicológico, pero en un punto enfila hacia un tono más gráfico, más chocante, más cerca de la E.C. que del Vertigo de los ´90. Lo cual no significa que estén mal. Por el contrario, se disfrutan bastante incluso sin saber una chota acerca de Jack Goodfellow, su linaje y su conexión con el extraño pueblito de Callow.
Pero estoy dejando de lado lo más notable, que es el trabajo de Peter Snejberg en el dibujo. El gran danés produjo todas estas páginas a fines de los ´90, en blanco y negro, que es como las publicó Dark Horse en su momento. Es un laburo monumental de Snejberg, consagratorio por su manejo de las expresiones faciales, de los fondos, de la puesta en página, del jueguito (que ya había hecho Erskine) de dibujar en otro estilo las páginas en las que la narración coquetea con la fantasía épica… Y sospecho que Snejberg la habrá roto también con los climas y con el manejo del claroscuro, que es su técnica favorita. Sin embargo eso no se ve en esta edición, porque por encima del dibujo del gran danés tenemos el color de JM Ringuet, que hace un trabajo absolutamente genial, que casi eclipsa al del dibujante. Ringuet le pone al dibujo de Snejberg texturas, profundidad, volúmenes… tonalidades que no se ven habitualmente en el comic yanki, y que hacen que algunas páginas parezcan coloreadas por Enki Bilal o Miguelanxo Prado. Milagrosamente, el claroscuro de Snejberg se potencia muchísimo y se acerca todavía más a los mejores trabajos de Richard Corben, con quien –insisto- hay que emparentar cada vez más al capo de Copenhague.
Si sos fan de Peter Snejberg y lo querés ver rozar la gloria, no lo dudes. En Lords of Misrule, además de una buena historia de misterio, terror y mitos ancestrales, te espera la conjunción entre los excelentes dibujos del danés y una paleta de colores que lo reinventó y lo elevó a la estratósfera.
Published on October 14, 2014 18:46
October 13, 2014
13/ 10: 20 AÑOS NO ES NADA

Lo mejor que tiene el libro es que, sobre 144 páginas, sólo 20 están dedicadas a las tiras de Clemente. Nadie discute que la tira representa el pico de la popularidad de Caloi, pero para 1988 todavía eran bastante conseguibles las reediciones del sello El Pájaro y el Cañón, que compilaban la tira diaria desde el principio, sin saltearse ninguna. Por si eso no alcanzara, las 75 tiras de Clemente que se reproducen pertenecen a los primeros años, que (no me canso de repetirlo) son los que a mí más me gustan. Tengo varias en El Libro de Clemente de Ediciones de la Flor y casi todas en los tomitos de Clarín que vimos hace poco, pero está todo bien, es una repetición casi bienvenida.
Otras 12 páginas están dedicadas a los chistes que hizo Caloi entre 1971 y 1976 para promocionar los cigarrillos Parliament. Quizás no sean sus mejores chistes, pero tienen un nivel de dibujo asombroso, y como la marca ponía estos avisos en medios muy distintos, le dieron una gran visibilidad a los trabajos del autor.
También hay 12 páginas tituladas “Bocetos y distracciones”, que son eso: bocetos inéditos, garabatos, estudios, dibujos inconexos que brotaban con total libertad y cero pretensión humorística o narrativa de la prodigiosa pluma de Caloi. Acá se ve con una contundencia demoledora la versatilidad, la belleza, el control perfecto que Caloi tenía sobre su grafismo, con el que podía levantar vuelo y dibujar –literalmente- cualquier cosa, en cualquier estilo.
Y el resto del libro, el tramo más sustancioso, recopila chistes e historietas de los primeros años de carrera del maestro. Desde dibujos realizados a los 3 o 4 años, hasta material de la primera mitad de los ´70, cuando ya era un profesional destacado. La mezcla es completísima: hay humor gráfico tradicional, del que se publicaba en los ´70 en cualquier medio no necesariamente vanguardista, hay humor más reflexivo (“a lo Quino”) y hay material absolutamente experimental, tanto desde lo estético como desde las historias que se cuentan. Esas historietas tan típicas de Tute, en las que un tipo reflexiona acerca del amor, la soledad, la incomunicación, los miedos, los sueños incumplidos… eso ya lo hacía Caloi en 1970. La nostalgia del barrio que exploraría años más tarde en esas “sagas” de Clemente centradas en Bartolo y su tranvía, también estaba presente en los chistes e historietas de sus primeros años. El absurdo, el sinsentido y el mestizaje entre ambos y la poesía se ve clarísimo en algunos de estos trabajos “antiguos”, anteriores al desarrollo del estilo definitivo, de la impronta gráfica que identificaría a Caloi durante las décadas posteriores.
Si venís a buscar chistes, los vas a encontrar y te vas a reir. Pero si querés ir más allá, y te interesa (además de disfrutarlo) estudiar a fondo a Caloi, sobre todo su “Year One”, su etapa pre-Clemente, este libro aporta documentación fundamental, que hasta entonces estaba dispersa en revistas difíciles de conseguir e incluso en cuadernos privados del autor, que nunca habían visto la luz. Versatilidad y virtuosismo son, sin dudas, las palabras clave para describir este paneo por esta primera etapa en la carrera de uno de los nombres realmente fundamentales que tuvo el humor gráfico argentino. Libros como este (accesibles, sin lujos innecesarios en la edición) resultan vitales para jerarquizar las bibliotecas de todos los interesados en el humor, la historieta o el dibujo en general. Algún día terminaremos de digerir lo grossa que fue la colección de Hyspamérica…
Published on October 13, 2014 13:19
October 12, 2014
12/ 10: AMERICAN VAMPIRE Vol.4

Arrancamos con un arco de tres episodios, ambientado primero en la infancia y después en la juventud de Skinner Sweet y su primer némesis, Jim Book. Primero en el marco de la Guerra de Secesión y más tarde en las campañas de los milicos yankis contra los apaches, Snyder nos revela un montón de datos acerca de estos dos personajes, en secuencias anteriores al Vol.1. Acá ya está clara la crueldad y la falta de escrúpulos de Skinner, pero por lo menos se lo ve menos invulnerable, más humano. Y además pega más fuerte ver a un pibe hacer esas maldades. Como punto extra, en el segundo episodio de la trilogía, Skinner y Book casi no aparecen y todo se centra en la piel roja Mimeth, quien resulta ser la verdadera pionera en esto de los vampiros americanos.
El siguiente arco tiene cuatro episodios y retoma la progresión lineal de la serie para llevarnos a 1954. Y acá Snyder frota la lámpara y pela una genialidad: Travis Kidd, un pibe que parece John Travolta en Grease, o James Dean en Rebel Without a Cause, y que se dedica a cazar vampiros con una mala leche fascinante. Acá la serie encuentra un personaje carismático, tridimensional, complejo, con huevos y recursos para que uno hinche, más que nunca, por ver al sorete de Skinner definitivamente exterminado. Son 80 páginas narradas a un ritmo frenético, con flashbacks muy bien calzados a la infancia de Travis (que tiene que ver con lo que sucedió en Las Vegas en el Vol.2) y con una mirada sutil y llena de ironía acerca de esa época de los EEUU tan fértil para la ficción. Lo mejor de todo es que Skinner aparece con el arco argumental ya bastante avanzado y hay que sufrirlo pocos episodios. Sobre el final, van a tener peso Los Vasallos del Lucero y Pearl, pero el núcleo central de la saga es 100% Travis Kidd, un gran hallazgo por parte de Snyder.
Y predeciblemente, Calvin Poole (secundario en el tomo anterior) vuelve esta vez como protagonista, para un arco breve, también ambientado en 1954 y que es apenas una excusa para hablar de la tensión racial, otro elemento típico de este período histórico en EEUU. Y de nuevo, no aparece el nefasto Skinner Sweet, lo cual suma bastante.
Por el lado del dibujo, el nivel es altísimo. Para el arco ambientado a fines del Siglo XIX tenemos a un especialista, el prócer catalán Jordi Bernet, que venía de años de lucimiento en la revista de Jonah Hex, que transcurría en ese mismo período. Clásico y efectivo, Bernet deja todo y logra páginas memorables. En los cuatro episodios de Travis Kidd tenemos al titular de la serie, el cada día más grosso Rafael Albuquerque (que nos visitara recientemente en Comicópolis), jugado al vértigo, a la machaca a todo o nada, pero con muy buen laburo en los fondos y algunas puestas en página geniales y sumamente arriesgadas, como esa doble página cerca del final del tercer episodio. Y los de Calvin Poole son episodios tan de relleno que ni siquiera tienen los dos el mismo dibujante. En el primero aparece Roger Cruz, un brazuca bien del montón, que se esfuerza por no chorear ni a Jim Lee ni a Joe Madureira (que es lo que hizo toda la vida) y le sale algo híbrido,a a mitad de camino entre el realismo y el grotesco. Y en el segundo, un ídolo: el tano Riccardo Burchielli, viejo compañero de correrías de Brian Wood, cuando Brian Wood la descosía en Vertigo. Obviamente a Burchielli le sobra oficio para salir bien parado de este desafío y logra imágenes y secuencias mucho más interesantes que las de Cruz.
Lindo tomo de American Vampire, como para tenerle fe a un repunte que ojalá sea definitivo. Tengo ya comprado el Vol.5, así que eventualmente le hincaré los colmillos.
Published on October 12, 2014 16:26
October 11, 2014
11/ 10: SABER TIGER

Fijate que mencioné “las historietas” en plural, porque este libro trae dos historias autoconclusivas del maestro Yukinobu Hoshino: Saber Tiger (26 páginas) y The Planet of the Unicorn (50 páginas). Se trata de dos unitarios publicados originalmente en Japón en 1981, cuando Hoshino todavía no se había consagrado con 2001 Nights (ver reseñas del 05/04/13 y 26/06/12). El recopilatorio ponja de Saber Tiger tiene muchas más historias cortas, siempre enroladas en el género de la ciencia-ficción, que es el que desarrolló Hoshino durante muchas décadas, pero bueno, para la edición yanki se eligieron estas dos. Algún día aparecerá el editor occidental que se proponga seriamente rescatar toda la obra de este brillante mangaka, pero por ahora, cada cosita que uno consigue, la atesora como una gema extraña y fascinante.
Dicho todo esto, es menester aclarar que Saber Tiger (la historia que da título al libro) no es gran cosa. Tiene una idea muy buena, parece encaminarse hacia un desarrollo de lo que se llama “brainy sci-fi”, con una explicación realmente elaborada acerca de la evolución de la Humanidad y los viajes entre momentos cruciales del tiempo, y además una buena cuota de acción. Pero al final, Hoshino pega un volantazo y la acción se impone a lo bestia, para dejar medio trunca la exploración de esa teoría científica que impulsa el viaje de las protagonistas a la Era de Hielo. En perspectiva, el final casi termina por convertir a toda la historieta en un chiste largo, que se podría haber contado en cuatro páginas, seis como mucho.
Por suerte después tenemos The Planet of the Unicorn donde, con mucho más espacio, Hoshino desarrolla una historia mucho más redonda, bien en el estilo de lo que veremos años más tarde en 2001 Nights. Acá hay una curva dramática perfecta, un gran trabajo de caracterización para 6-7-8 personajes distintos, una idea excelente (si bien no muy original) para combinar la investigación científica con la aventura, y sobre todo está ese tono tan propio de Hoshino, ese clima que se respira en todas las historias cortas de 2001 Nights y que el maestro domina tan bien. El final es trágico, pero con un cierto lirismo, con una sensación de cierre muy coherente, de que “pasó lo que tenía que pasar”.
El dibujo del sensei todavía no está tan bueno como en 2001 Nights. En buena medida porque todavía Hoshino no había encontrado su estilo definitivo. En algunas cosas (sobre todo los animales) se volcaba a un trazo muy sobrecargado, cercano al fotorrealismo, que es un terreno en el que pocos mangakas han obtenido buenos resultados (pienso enseguida en Ryoichi Ikegami). Y en los cuerpos y rostros humanos, Hoshino todavía mostraba la influencia de dibujantes también muy afines al realismo, sobre todo la de Buichi Terasawa. Más tarde, el autor logrará una síntesis más marcada y le sacará un jugo enorme al contraste entre naves y máquinas muy complejas, muy detalladas, y personajes más simples, más expresivos. Sin abandonar una cierta sensación de realismo y sin renunciar nunca a su amplio abanico de recursos gráficos, ya presente en estas obras anteriores a su consagración.
Para resumir, The Planet of the Unicorn puede leerse como una breve joya de la ciencia-ficción e incluso como un ensayo para lo que luego sería 2001 Nights. Mientras que Saber Tiger pierde sobre el final buena parte de su atractivo, aunque conserva altísimo el nivel del dibujo. Si (como yo) te hiciste fan a muerte de Yukinobu Hoshino, vale mucho la pena buscar esta hermosa (y rarísima) edición de Viz, para disfrutar de un poquito más del talento del maestro, en historias que no pertenecen a su período de mayor gloria, pero se acercan.
Published on October 11, 2014 17:01
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