Álvaro Bisama's Blog, page 168

May 26, 2017

Requerimientos de la justicia transicional

UN PAÍS que ha afrontado graves atentados contra los derechos humanos, es un convaleciente de la fractura, dolor y desconfianza que tales situaciones significan. Por ello, debe avanzar en un modelo democrático recuperado que cumpla con cuatro grandes objetivos: investigar los abusos cometidos y sus fundamentos, ejercer las acciones penales y obtener las sanciones de los culpables; brindar reparación a las víctimas y efectuar reformas institucionales para precaver que situaciones de la envergadura descrita vuelvan a ocurrir.


Esos elementos dan forma a la justicia transicional que combina un sólido respaldo jurídico con compromisos morales que eviten “vueltas de mano” (comisiones especiales, juzgamientos sumarios, apremios ilegítimos) o atentados propios de un afán vindicativo no aceptable. En efecto, así como las sociedades occidentales deben hacer grandes esfuerzos para evitar la tentación de usar con los terroristas -sus decididos agresores- los mismos métodos de éstos, la justicia transicional debe someterse a estándares básicos que eviten reproducir atentados ahora en la persona de los victimarios.


En esa perspectiva, Chile ha avanzado considerablemente y si bien las medidas adoptadas en múltiples frentes no producen, mágicamente, efectos de total superación de lo ocurrido, sin duda ayudan a ello. No podría dejarse atrás nuestro pasado reimplantando la pena de muerte para quienes mataron, torturando a los torturadores o negando derechos a los culpables y ello explica porqué no es admisible degradar a los uniformados en retiro culpables de atentados contra los derechos humanos.


Una razón obvia es que no pueden aplicarse retroactivamente penas o sanciones a los partícipes de tales delitos -así lo dispone la Constitución y las leyes, pero también la Convención contra la Tortura y el Estatuto de Roma-, pero también debemos considerar que el rango militar de estas personas fue producto de una carrera y méritos obtenidos que deben separarse de las actuaciones en que incurrieron; muchas obtuvieron su retiro ya en pleno gobierno civil y, asimismo, varias de ellas fueron compelidas a participar por aplicación del principio de “obediencia debida”, que luego fue desechado como argumento exculpatorio, por lo cual no los libró de responsabilidad penal, pero explica por qué se vieron envueltos en situaciones tan graves sin haberlas ideado.


Es probable, finalmente, que el ansia por degradar expost a estas personas se deba a la molestia que generan las pensiones que reciben como militares en retiro. Sin perjuicio de recordar que privarlos de su pensión importa transgredir la Carta Fundamental, pues ésta prohíbe el castigo de pérdida de derechos previsionales, hacerlo no afectaría en realidad a los que están presos, sino a sus familias, o a las viudas de quienes fallecieron, o a quienes ya cumplieron con sus condenas y son ancianos sin mayores recursos.


En este sentido, el fallo de la causa 2991/2016 del Tribunal Constitucional (TC) interpreta muy bien lo destacable aquí: haciendo suyos los principios pro homine e indubio pro reo, que pueden calificarse de verdadero ius cogens, el TC considera que las garantías procesales del nuevo Código Procesal Penal deben aplicarse incluso a juicios regidos por la ley anterior, a fin de “evitar la vulneración a los derechos esenciales de la persona, reconocidos en la Constitución y en los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Chile y que se encuentran vigentes”.


Ésta no es una discusión sobre la culpabilidad ni sobre lo reprochables de las conductas cometidas, sino sobre la necesidad que tenemos de no incurrir nosotros en las mismas, desconociendo que los condenados – vigente el Estado de Derecho del que nos enorgullecemos – también tienen derechos.


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Published on May 26, 2017 23:45

Necesidad de memoria y reparación

MÁS DE 40 años han transcurrido del Golpe de Estado de 1973. A partir de esa fecha, la dictadura inaugura un periodo de persecución de los opositores al régimen. Se trata de una política de aniquilación que supone miles de víctimas en que los delitos nos remiten al horror: asesinatos, torturas, violación (por personas y animales), desaparición forzada de personas, ejecuciones sumarias. Esos delitos hoy reciben el nombre de lesa humanidad.


Víctimas y familiares llevan años reclamando la impunidad de esos crímenes y quienes hoy se encuentran condenados son responsables de delitos gravísimos. Si están cumpliendo condena en su tercera edad es porque la impunidad se extendió demasiado tiempo y gozaron de privilegios que no merecían ante tamaña responsabilidad. Sin perjuicio que la responsabilidad se encuentra acotada en unos pocos, conviene recordar que son miles las víctimas y los delitos cometidos y no podemos olvidar el contexto que genera esa barbarie: el terror. Siguiendo a Arendt, el terror es la reivindicación monstruosa e incontestable de la dominación totalitaria que, vaya paradoja, no es ilegal sino que remonta a las fuentes de autoridad de las leyes positivas. Y el éxito de un gobierno totalitario radica en la concentración total del poder, cuando “el terror domina de forma suprema y nadie se alza en su camino”. Eso fue lo que experimentamos y los agentes del Estado actuaron sin límites.


¿Qué ha hecho el Estado de Chile para reivindicar la memoria de las víctimas? Ha habido pequeños pasos. Por de pronto, los Informes Rettig y Valech que contienen reconocimientos sobre el terrorismo de Estado en ese tiempo; también ha habido actos de reparación a las víctimas directas y a sus familiares; asimismo está el establecimiento de lugares de Memoria (Estadio Nacional, Villa Grimaldi, Museo de la Memoria). Sin embargo, no se ha logrado consolidar una política en relación a la Memoria sobre lo que vivió nuestro país en años recientes.


¿Qué ocurre con los funcionarios de las Fuerzas Armadas y de Orden condenados y su relación con las Instituciones de origen? Pues bien, la respuesta en estos casos ha sido jurisdiccional, con responsabilidad personal pero no institucional. ¿Será posible degradarlos? Y en este punto, se oscurece la discusión por el formalismo legal sin entrar al fondo del problema.


La degradación es una pena (militar) y está establecida con el carácter de accesoria (art. 217 del CdJM). Tiene una característica importante, a saber es “de carácter permanente e imprescriptible” (art. 219 CdJM) y sus efectos, entre otros son la “privación del grado y del derecho a usar uniforme, insignias, distintivos, condecoraciones o medallas militares” (art. 228). Por tanto, si los condenados no se encuentran en las hipótesis del Código, no se puede imponer esta pena accesoria. Y eso es regla básica del derecho penal.


No obstante, la degradación también tiene un carácter simbólico, ya que se trata de una sanción a personas que son indignas de pertenecer a una Institución que tiene el honor como pilar básico. Y este es el caso. Los condenados por crímenes de lesa humanidad son partícipes del terror; los condenados no sólo apremiaron a personas sino que sus crímenes violan la conciencia humana en el respeto de límites básicos; esos condenados robaron la dignidad a las víctimas y contaminaron sus Instituciones, por lo mismo, no merecen formar parte de sus filas. Por ello es justo una política de memoria que considere su degradación.


Con todo, no confundamos la discusión. Una cosa es la existencia de estas penas pero teniendo presente que no se puede imponer como sanción la pérdida de derechos previsionales. Frente a la polémica por las jubilaciones de los condenados en estos crímenes, ha sido por responsabilidad del Estado que los protegió por tanto tiempo y produjo la impunidad.


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Published on May 26, 2017 23:40

Codelco: ¿Empresa o servicio público?

Misión de Codelco: “Desplegar en forma responsable y con excelencia, toda nuestra capacidad de negocios mineros y relacionados en Chile y en el mundo, con el propósito de maximizar en el largo plazo nuestro valor económico y los respectivos aportes al Estado”. Clarísimo y muy sensato, dirá usted. Mal que mal hablamos de una empresa, siendo de sentido común que sea gestionada en pos de maximizar el valor para sus accionistas, en este caso todos los chilenos. Sin embargo, esto podría estar en riesgo a juzgar por una serie de pronunciamientos recientes de la Contraloría General de la República (CGR).


Apelando a los principios de “eficiencia, eficacia y probidad”, propios del derecho administrativo, la CGR pone en duda las facultades de Codelco para negociar colectivamente sus planes de retiro. Un precedente que puede comprometer su gestión de recursos humanos. Si bien el marco legal de la cuprífera es explícito en que sus relaciones laborales se rigen por el Código del Trabajo, la CGR advierte que ello supone una “libertad de disposición patrimonial de la cual carecen quienes administran recursos públicos”, como sería el caso de Codelco.


La CGR también sugiere que, en materia de adquisiciones y contratos de servicios, la empresa debe operar aplicando los principios que reglan las compras públicas y que rigen a los organismos del Estado. En efecto, señala que “los contratos administrativos se celebrarán, por regla general, previa propuesta pública, por lo cual la corporación deberá tender a que sus negocios sean realizados bajo dicha modalidad”.


A partir de los cambios legales de 2009 -requisito de acceso de Chile a la OCDE- se introdujeron mejoras sustanciales en pos de la función empresarial de la empresa. Entre otras, un nuevo gobierno corporativo y el regirse por la ley de S.A. en un amplio espectro de temas.  Estos valiosos cambios contribuyeron, por ejemplo, a que la empresa cerrara prontamente con éxito y sendas utilidades el diferendo que mantuvo con Anglo American en 2012.  Y en años recientes, bajo el liderazgo de su presidente y presidente ejecutivo (que ojalá se mantuvieran en el próximo gobierno), a una importante reducción de costos (incluyendo la desvinculación de 1500 trabajadores) y avances en transparencia y manejo de conflictos de interés.


Los principios invocados por la CGR ponen en jaque cuestiones esenciales para esta senda de mejor gestión. Porque la pregunta de fondo es si Codelco, tal cual lo ha expresado su presidente Oscar Landerretche, debe manejarse con criterios empresariales o bien ser tratada como un servicio público. Una pregunta que, por cierto, también aplica al resto de las empresas públicas. De ahí la máxima importancia de este asunto.


La cuestión obvia es el porqué de estas diferentes interpretaciones. La CGR no actúa en el aire, sino que apelando a su lectura del marco legal. Parte de la explicación puede tener que ver con nuestra maraña regulatoria y las contradicciones normativas que en ella corren el riesgo de generarse.  De ser así, es fundamental que el Parlamento, sin buscar una ganancia política de corto plazo, contribuya a clarificar este embrollo a través de precisiones legales. Porque, al final del día, lo único claro es que si las empresas estatales deben ser administradas como servicios públicos, mejor bajemos la cortina.


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Published on May 26, 2017 23:35

Trump y el frente anti-iraní

Una misión del viaje de Trump por el Medio y Oriente y Europa ha sido crear un frente internacional contra Irán, el país que firmó con Estados Unidos y otras cinco potencias un acuerdo nuclear en el que el republicano no confía.

En este frente, Trump aspira a que jueguen un papel determinante Arabia Saudita e Israel, dos países que no tienen relaciones diplomáticas y que, a pesar de los contactos informales y la buena actitud recíproca, están en orillas my distintas. Riad es el núcleo del wahabismo, la versión fundamentalista del islam que ha desovado las variantes ideológicas encarnadas por los grupos terroristas fanáticos (ellos consideran que Arabia Saudita no aplica el fundamentalismo en la práctica y por ello se quieren cargar a la casa de Saúd.)

Todo Presidente de Estados Unidos necesita un gran enemigo que ayude a definir su política exterior. Trump hasta ahora no lo encuentra. Se creyó, al comienzo, que podía ser China por lo que Trump dijo en la campaña; se ha dado cuenta de que el costo es demasiado alto y de que Pekín quiere ser su socio.

Una segunda opción era Corea del Norte, pero Washington se ha topado con un muro, este sí, infranqueable. Kim Jong-un ya tiene la bomba nuclear, ha desarrollado misiles de alcance corto e intermedio, y, lo que es más importante, no está dispuesto a bajar la cabeza ni siquiera ante la presión de China, que esta vez sí los aprieta. La única alternativa inmediata –un ataque contra las instalaciones nucleares de Corea Norte- está descartada porque Pyongyang está en condiciones de atacar, en represalia, a Corea del Sur y a Japón.

Siria era otra opción, pero allí hay dos enemigos que lo son también entre sí: el propio régimen de Assad y los grupos terroristas como el Estado islamico y al Qaeda. Aunque Trump ya ha bombardeado Siria a escala muy limitada, no puede decantarse rotundamente por el bando contrario porque no lo hay. Existen, más bien, varios bandos, en el que el radicalismo terrorista juega su papel y en el que las facciones prooccidentales y moderadas no tienen fuerza suficiente.

Por tanto, Irán parece un enemigo más adecuado. Teherán y Riad son las dos potencias musulmanas del Medio Oriente y están haciéndose una guerra indirecta. En Yemén, ambos apoyan bandos contrarios, por ejemplo. Irán, a través de su Fuerza Quds, el brazo internacional de su Guardia Revolucionaria, está activa en Irak (de mayoría shiíta), Siria (cuyo gobierno alauita es primo hermano de los shiítas) y Yemén.  En Palestina,  apoyan a Hamas y en el Líbano, a Hezbolá. Es decir: Irán es hoy, a pesar del debilitamiento económico, una fuente de radicalismo e inestabilidad en toda la zona. Riad y Tel Aviv lo ven como la gran amenaza.

De allí que Trump, bien avenido con los sauditas y muy cercano a Israel, haya lanzado este frente antiiraní. Ocurre, sin embargo, que para darle credibilidad tendría que estar dispuesto a liquidar el acuerdo nuclear que firmó Obama con Irán y volver a aplicar las sanciones que su antecesor levantó parcialmente. ¿Lo está? Parece que no. Su gobierno acaba de ratificar en un procedimiento formal que Irán está cumpliendo su parte del acuerdo y ha firmado la continuidad del levantamiento de las sanciones.

Es decir: Trump está haciendo lo mismo, en los hechos, que Obama, cuya política tanto alarmó en su día a Arabia Saudita e Israel.  No sabemos a estas alturas cómo evolucionarán las cosas, pero el frente antiiraní tiene por ahora un componente retórico y simbólico…y poco más.

 


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Published on May 26, 2017 23:30

Intendentes sin regiones

La discusión sobre la elección de gobernadores regionales ha salido a la palestra a propósito de las diferencias en la Nueva Mayoría. El debate interno no se entiende mucho y, especialmente, no se deja interpretar como una discusión política con alcance nacional e independencia respecto de los intereses de las partes en conflicto. Ahora esas partes no son sólo los eventuales interesados en ejercer los cargos o quienes se ven amenazados por ellos (los parlamentarios de provincia), sino, y por las circunstancias de su peculiar alianza, Guillier y Goic.


Entonces, la Nueva Mayoría le viene a poner, no una segunda ni una tercera, sino una cuarta dificultad severa a la cuestión de fondo: la regionalización.


A la disputa interna entre los dos candidatos de la alianza gobernante, se suma el que el proyecto de reforma que permite la elección de gobernadores no esté acompañado de una definición clara de sus atribuciones; que se diluyan sus –virtuales– atribuciones haciéndoseles concurrir con un delegado presidencial. Entonces, suena a que la reforma, como viene siendo usual en las iniciativas de Bachelet, terminará volviéndose un engendro extraño e ineficaz.


Pero, sobre todos estos baches –cada uno de los cuales puede acabar sepultando la legítima pretensión de las regiones de contar con autoridades dotadas de poder y representatividad reales–, un obstáculo mayor asoma en el horizonte. Ocurre que nuestras regiones, al modo en el que existen hoy, son inviables, económica, culturalmente y como entidades políticamente significativas, capaces de operar como contrapoder al centralismo santiaguino. En un proceso persistente de división, las regiones acabaron siendo quince. Su realidad y peso ha ido deviniendo nominal.


Vale decir, aun cuando se lograsen sortear las trabas impuestas por los intereses político-partidistas, se mejorase el proyecto y se perfilaran adecuadamente las facultades de los nuevos gobernadores, aun cuando, además, consiguiera eliminarse esa odiosa e improcedente figura del delegado presidencial, aun así, la reforma sería un fracaso rotundo, pues en la práctica tendríamos gobernadores sin regiones, sólo administradores de unidades territoriales impotentes.


Una regionalización en serio exige volver a mirar el mapa. La concurrencia no solamente de políticos y juristas, sino también de geógrafos e ingenieros, sociólogos y antropólogos, economistas y politólogos, escritores y militares, es decir, de quienes pueden llegar a saber de las peculiaridades y capacidades del pueblo y el territorio. A partir de un trabajo conjunto de todos ellos quedaríamos recién en condiciones de volver lo que ha sido fruto de decisiones estratégicas de contextos pasados (la regionalización de Pinochet) y de disputas menores entre capitales de provincia, en una propuesta de trazados de líneas en el mapa, que permitiese dibujar pocas regiones grandes, viables, con capacidad de hacerle un peso significativo a la hacinada capital nacional.


Lo que está en juego es grave, de la primera importancia. Una regionalización real, con regiones grandes y capaces de articular una vida económica, cultural y social vigorosa, con gobernadores dotados de competencias administrativas, pero también políticas, no sólo permitiría que los conflictos zonales hallaran soluciones pertinentes y dejasen de sufrir el abandono inveterado en el que se encuentran. Además, las regiones aumentarían su capacidad de atraer cuadros humanos calificados, de distribuir eficazmente el poder político, lo mismo que de esparcir, con mayor eficacia, al pueblo por su tierra, atenuando la segregación, la polución y la prisa según las cuales se vive en Santiago. Del tipo de emplazamiento territorial en el que se habite, si cercano a la naturaleza y espaciado o preponderantemente artificial y hacinado, si considerado con la estética del entorno o construido según los constreñimientos de la gran urbe, depende, en parte significativa, la felicidad de las gentes.


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Published on May 26, 2017 23:25

Conjeturas en torno a un pene

Más que cómica, más que graciosa o “desternillante”, según reza el texto de contratapa, la novela El galán imperfecto, de Rafael Gumucio, plantea situaciones que suscitan reflexiones bastante serias, reflexiones que, en conjunto, dan cuerpo, alma y vuelo a Antonio, el obsesivo narrador y protagonista del libro. A través de diálogos extensos, bien resueltos, y de momentos de introspección provechosos, atrayentes para el lector –dos rasgos poco comunes en la narrativa chilena actual, tan plagada de personajes anodinos–, Antonio recrea un trecho muy significativo de su biografía: a los 33 años de edad, el hombre decidió someterse a una circuncisión que estimulará, entre otros pensamientos, su devoción por el simbolismo católico, sus recuerdos colegiales, sus dudas existenciales y la peculiar relación con su madre. Además, y en último término, el procedimiento definirá la relación que mantiene con Valentina, la novia que se ha embarcado en un largo viaje al sudeste de Asia, a quien, en un primer instante, se le oculta la cirugía, hecho que desencadenará el inesperado desenlace de la trama.


“Mi cuerpo rechaza a mi pene, mi cuerpo rechaza a mi pene o viceversa. Se desconocen, se desprecian, viven esperando cuál de los dos se cansa primero. Soy mi propio parásito”, declara Antonio al principio de la novela. Si bien en otros narradores la obsesión consigo mismo puede resultar agotadora, vergonzante o improductiva, en el caso de este galán imperfecto el recurso es enriquecedor. Ello se debe a que el tipo se ríe de sí con honestidad, soltura y cierta picardía sofisticada –las torturas escolares que debió soportar a raíz del “pantalón de pelo” que le creció en la pubertad son prueba tragicómica de esto (“Niño del ombligo para arriba, lobo de la cintura para abajo”–, a que se cuestiona todo o casi todo, a que reflexiona con profundidad, y a que suele abusar de la paradoja a través de sucesivos intentos por explicar lo inexplicable o, siguiendo su juego, desexplicar lo explicable. Aquello que en un principio podría parecer efecto de la tarabilla, se consolida al poco andar en una prosa convincente, airosa ante sus propias complejidades, certera ante las exigencias estructurales del relato.


La noción cabal de su estampa payasesca es otro de los atributos de Antonio: “No fue ni cobarde ni valiente, pienso, la vez que a los catorce años decidí tomar danza aeróbica en vez de vóleibol como el resto de los hombres del curso”. No obstante, tras la mofa de sí mismo, tras el ocasional y calculado autoescarnio, existe una realidad compleja y bastante majestuosa: el narrador logra que las mujeres más importantes de su vida (su madre, sus hermanas, su novia, una amiga íntima de la novia) giren en torno a su pene. Desde joven que Antonio manifestó tendencia a la estratagema frente a las mujeres: “(…) caminar con una y otra de las niñas hacia mi casa, que quedaba siempre camino a la suya, aunque a veces quedaba exactamente en la otra dirección”. Y en ocasiones, cómo no, el ardid consistió en inspirar lástima: “Pobre sexo mío, trompa sin paquidermo, verruga sola, cocodrilo ciego, dragón”. Tamara, la amiga íntima de Valentina y a la vez muy cercana a Antonio, explica el asunto con especial lucidez: “La Valentina, tu obsesión con ella, tu operación, te convertiste en eso que quieres ser, un caso. Soy doctora, como tú dices, no me puedo acostar con un caso clínico”.


La evolución del romance de Antonio con Valentina, siempre a la distancia, constituye un período de tensión efectiva que se extiende a lo largo de casi toda la novela. Pero nada es predecible en la vida de este protagonista entrañable que, entre delirio y delirio, casi siempre parece conseguir lo que anhela. No en vano su lema es “me importa ganar y sólo ganar”. A costa de lo que sea, claro está.   


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Published on May 26, 2017 23:20

¿Quiero ser tu ritmo?

Ya no solo tiene que ver con la moda del featuring o de la alianza estratégica. Lo que se advierte hoy en la música latina es la derrota de su más rica tradición, la del lirismo romántico, los arreglos de escuela y las voces cuidadas.


Chayanne ha sido la última de las estrellas latinas en sumarse a la tendencia de “lo urbano” a partir de un dueto con el reggaetonero Wisin llamado Qué me has Hecho y recién estrenado esta semana. Lo hace en días en que Despacito, la respectiva sociedad entre Luis Fonsi y Daddy Yankee, prácticamente deja de ser un éxito musical y se transforma casi en una tendencia virtual. Pero lo realmente llamativo no es el crossover que, como decía su padre Julio, empezó con Enrique Iglesias y Wisin & Yandel en 2008 (Lloro por ti) y que han capitalizado otros como Shakira y Ricky Martin en distintas colaboraciones con gente como Maluma y Nicky Jam.


La moda de lo urbano, el reggaetón y las tendencias que apelan al baile han terminado opacando, al menos en lo que respecta a las ventas y a la presencia en radios, a géneros históricamente vinculados a esta parte del mundo como, por ejemplo, la balada.


La gran noticia al respecto confirma la tesis. Se supo esta semana que la mentada sociedad entre Fonsi y Yankee se ha convertido en la tercera canción en la historia interpretada -en este caso- parcialmente en español en llegar al primer lugar de las listas del Billboard. Pero del ranking general, no el de las listas segmentadas. Algo que antes sólo habían alcanzado La Bamba, de Los Lobos, en 1987 y Macarena, de Los del Río, en 1996. Pero basta con mirar a esos tres nombres -todos apoyados además por películas, baile y estrellas invitadas, respectivamente- para confirmar lo evidente: que al público gringo hace muchísimo tiempo que dejó de interesarle la música de raíz latina, como pudo haber pasado en la época dorada de las grandes orquestas de música tropical. Sino que lo que busca y “premia” es el cliché de lo latino. La fantasía del exotismo y la certeza de que en esta parte del mundo solo importa la cadera, el baile y la fiesta. Que no existe contenido ni tradición que valga la pena o la mínima mención.

Hay que decir en todo caso que muchos de las estrellas del pop latino han estado dispuestas a alimentar esa idea. Pero esta moda de lo urbano, de la canción desechable, de la alianza estratégica con fecha clara de vencimiento, de la melodía fácil y el coro tipo “despacito”, es aún más gráfica en los tiempos que corren respecto de cómo se manifiesta y “triunfa”, al menos para los rankings, la música latina.  


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Published on May 26, 2017 23:12

May 25, 2017

El vals de los novios

CHILE SE juega mucho en las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. ¿Vamos a elegir un gobierno que devuelva a nuestro país a la senda de progreso que experimentó entre mediados de los años 80 y el 2013? ¿O vamos a elegir un gobierno que continúe y eventualmente profundice las reformas refundacionales de la Nueva Mayoría y nos mantenga en un camino de mediocridad y estancamiento? En otras palabras, ¿cuál es el paréntesis de la historia de Chile? , ¿los 30 años previos al actual gobierno o los cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet?


Los chilenos, a través de las encuestas de opinión parecen tener una clara preferencia, entre 70% y 80%, por retomar el camino de los 30 años previos a este gobierno. Sin embargo, la oferta de candidatos no conversa con dichas preferencias. Gran parte de los partidos de izquierda apoya a Alejandro Guiller, un candidato de continuidad de la Nueva Mayoría y el resto a los candidatos del Frente Amplio, que son como una retroexcavadora en esteroides. Esto solo hace aún más interesantes las próximas elecciones. ¿Veremos una manifestación clara de las preferencias de los chilenos? ¿O la fuerza de la tradición partidista y la pesada carga emocional de la historia familiar permitirán que los adherentes de retroexcavadora queden sobre representados en el Parlamento y en la votación presidencial?


En los últimos meses no pocos partidarios de la antigua Concertación se me han acercado para dejar claro que no están dispuestos a votar ni por Beatriz Sánchez ni por Alejandro Guiller. Pero a la hora de preguntarles si votarán por el candidato que resulte elegido en la primarias de Chile Vamos, la mayoría de ellos ha sufrido un repentino ataque de tos y un extraño síndrome de afonía aguda. Aparentemente para muchos chilenos más bien mayorcitos, digamos que de más de 55 años para que yo quede fuera de la muestra, les resulta muy difícil votar de acuerdo a sus convicciones y preferencias. El peso de la historia es una barrera muy difícil de cruzar. De manera que la esperanza de chile está en las jóvenes, que por su puesto se definen como todos aquellos menores que uno mismo, es decir los menores de 55 años.


Me ha llamado mucho la atención como de un tiempo a esta parte en los matrimonios, el vals de los novios ya no necesariamente es el Danubio Azul de Johann Strauss o La bella Durmientes de Tchaikovsky. Ahora podemos ver al orgulloso padre bailar con su hija al ritmo de Elvis Costello o John Denver. Y no es que los novios estén contra la música clásica, simplemente eligen libremente una canción que les guste y los inspire y no se quedan atrapados en la tradición porque es la tradición. Esa es la misma actitud que necesitamos de los votantes en Chile para las próximas elecciones.


Que voten por el proyecto de país que mas los represente y no por la tradición familiar o por el que dirán. Los jóvenes tienen una mochila política mucho mas liviana que los mayores. De ellos depende que en las próximas elecciones se manifiesten las verdaderas preferencias de los chilenos , y no nos quedemos pegados en los estereotipos del pasado.


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Published on May 25, 2017 23:30

Modernidad

EL TRÁNSITO de un país desde la pobreza al pleno desarrollo se ha dado, en la mayoría de los casos hoy exitosos, por etapas. El camino parte desde un polo moderno y dinámico, acotado geográfi-camente, e inicialmente pequeño. El resto del país (el hinterland), en tanto, mantiene prácticas productivas atrasadas, ineficientes y sobrepobladas. La migración interna hacia el polo moderno da origen a la pobreza e informalidad urbana, que se suma a la rural. El segundo paso consiste en la absorción productiva del exceso de población y la irradiación de la modernidad hacia el conjun-to de la economía. Esta etapa culmina cuando (1) la productividad tiende a igualarse entre sectores productivos y entre regiones, (2) la pobreza previa da paso a una clase media mayoritaria, y (3) la sociedad evidencia una evolución vertiginosa hacia nuevos valores y formas de relacionarse. La simultaneidad de estos tres elementos no es casual.


Chile está culminando esta segunda etapa. La escasez de población ha llevado a un rápido aumento de la fuerza de trabajo de mujeres y a una inmigración creciente desde otros países.


Pero también la modernidad se ha irradiado desde el polo dinámico (Santiago) hacia regiones. El desarrollo vertiginoso de la vialidad interurbana, el aumento de pasajeros en viajes aéreos, la presencia de malls (centros comerciales con tiendas ancla) en todas las ciudades mayores (con la sola excepción de Coyhaique), las telecomunicaciones, etc. Son sólo algunos ejemplos obvios. Algunas cifras del Banco Mundial (WDI) para respaldar esta afirmación: En 1990 solo el 63% de la población rural tenía acceso a electricidad (el promedio OCDE en ese mismo año era 97%). La cantidad de tractores por hectárea arable de la OCDE era 3,5 veces la de Chile ese año. En 1995 el número de celulares per cápita de la OCDE era 5 veces el de Chile. Hoy, en todos esos indicadores estamos a la par o superamos a la OCDE. En otras variables donde registramos algún retraso nos estamos poniendo al día con rapidez: En 1995 el % de la población con acceso a internet de la OCDE era 10 veces el de Chile; hoy es 1,3 veces. La población rural con tratamiento de aguas servidas era de 53% en 1990; hoy es 91% (y 95% en la OCDE). La población rural con acceso a aguas tratadas era de 48% en 1990; hoy es 93% (y 98% en la OCDE). En2015 el número de pasajeros de avión/año de Chile fue 11 veces el de 1990; en la OCDE 2,4 veces. Y así podríamos seguir. La modernidad de las regiones es una realidad cada vez más evidente. También hay una dimensión social respecto del acceso a la modernidad de los quintiles inferiores de la distribución del ingreso. Quizás en otra columna.


¿Qué falta? La tercera etapa. Es decir, convertirnos en un país desarrollado en lo social, institucional y económico. Una pena que eso no sea una prioridad de los programas presidenciales. Más bien se ve mucha retroexcavadora que, como decía Jorge Burgos, andan para atrás.


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Published on May 25, 2017 23:25

Unidad en la diversidad

UNO DE los grandes descubrimientos y aprendizajes de los demócratas en la lucha contra la dictadura fue la sabiduría de la “Unidad en la diversidad”. Esto se ha convertido casi en un principio filosófico que orienta no solo a la política, la sociedad, sino que la vida misma. Comprender lo humano supone comprender su unidad en la diversidad y su diversidad en la unidad. Que la idea de la unidad no borre la diversidad y que la de su diversidad no borre la unidad.


En el origen de la Concertación por la Democracia lo más difícil fue construir la unidad, ya que las diferencias en el pensamiento y en lo que cada uno representaba eran inmensas. Después de 23 años gobernando juntos, la unidad era grande, pero cada vez más parecíamos lo mismo: unidad sin diversidad, cada vez más vacía, donde cada uno perdía identidad, significado y representación de algo distinto al otro. Así se inició hace unos años un proceso de diferenciación por uno y otro lado, donde la DC lo ha vivido más intensamente, pero luego también el PPD y hoy el PS. En eso estamos. Tiene riesgos, pero también puede ser muy potente. Ya que una nueva unidad de la centro izquierda podría representar algo verdaderamente diverso en su representación social y cultural, es decir, algo más vivo y dinámico.


Tendremos que acostumbrarnos, eso sí, a que las cosas sucedan de otra manera.

La unidad se producirá en la segunda vuelta presidencial, luego de una primera vuelta- primaria, y probablemente solo como un pacto de gobierno. Habrá que generar el máximo de puentes y con suficiente tiempo para que eso suceda realmente y no terminemos en rupturas irreparables.

Todo esto puede ser y estar incluso bien, mientras no perdamos de vista el horizonte fundamental: que esa unidad más frágil con una diversidad más densa es para construir y lograr una mayoría social y política por los cambios que permita seguir transformando Chile en un país más justo, más democrático, más sano y más bueno.


Ultima reflexión: normalmente los procesos de construcción de unidad en la diversidad se juegan en algún nudo difícil de desatar. Si miramos la experiencia reciente de la Nueva Mayoría parece ser que este será como combinar bien el crecimiento y las reformas sociales.


Porque, así como sin crecimiento todo es más difícil, también es cierto que no basta solo con crecer para resolver nuestros problemas. Así lo demuestra la exitosa experiencia chilena de los últimos 30 años. Necesitamos crecer más que los años recientes, pero también que ese crecimiento sea de mejor calidad, mejor distribuido y más sustentable.


La idea de poner el bienestar de todos por delante, donde lo fundamental sea cómo “convertir” ese crecimiento en bienestar, integrando crecimiento y más igualdad a ese fin, a través de reformas bien diseñadas y bien implementadas, puede ser el camino para resolver ese dilema. Donde el bienestar comande las estrategias de crecimiento, donde a diferencia del “crecimiento equitativo”, en que lo sustantivo era el crecimiento y lo adjetivo la equidad, aquí lo sustantivo sea el bienestar y lo adjetivo el crecimiento. Quizás así logremos interpretar bien a todos para esta nueva época.


La entrada Unidad en la diversidad aparece primero en La Tercera.

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Published on May 25, 2017 23:20

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Álvaro Bisama
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