María López Villarquide's Blog, page 21
December 26, 2021
Los días perfectos
Los días perfectos. Jacobo Bergareche. Barcelona: Libros del Asteroide, 2021
El aburrimientoAnte una decepción, un disgusto, una mala noticia o un plantón de alguien muy deseado a veces lo mejor es sentarse a leer un libro, pero un libro que entretenga, que logre alejar ese malestar repentino causado por terceras personas. Una buena lectura es lo que busca el protagonista de esta historia para olvidar el mal trago ante el rechazo de su amante, pero lo que encuentra es una caja llena de cartas de Faulkner a Meta, la señora con quien el escritor se lo pasaba bien cuando dejaba a su esposa en Oxford (Misisipi) y viajaba a Los Angeles por «asuntos de trabajo».
Inevitablemente, la lectura, enriquecida con fotografías de algunas de esas cartas garabateadas e ilustradas como si fuesen auténticas viñetas de un cómic del puño y la letra de Bill (como decide firmar William cariñosamente para su querida) entretiene al protagonista y también a los que lo leemos, pero no parece que saque del todo de su hastío a la víctima que ha nacido en él tras la despedida de su amada.
A mí, que escojo esta lectura para pasar el malísimo trago de un confinamiento por contagio de covid en plenas navidades, la verdad es que tampoco.
Es inesperada y original esta unión de dos textos epistolares a dos destinatarias diferentes: a la amante y a la esposa. La trenza que resulta de ambas narraciones unidas a la del propio Faulkner puede llamar la atención, entretener y despertar la curiosidad pero es tan ligera, tan escueta que cuando por fin se remata el recorrido por los pensamientos de Luis al alcanzar el final del libro corremos el riesgo de darnos cuenta de que tal vez no hayamos hecho otra cosa que regresar al punto de partida, a ese momento de inmovilidad tan característico de las historias de infidelidades en las que el narrador, protagonista aburrido y cargado de remordimientos, está a punto de tomar una decisión que no toma nunca, jamás o lo que es peor: se limita a esperara a que alguien acabe tomándola por él mientras él navega por sus recuerdos, sus fantasías y la correspondencia privada de los demás.
Un rollo.
December 13, 2021
Germinal
Germinal. Émile Zola. Trad. Mauro Armiño. Barcelona: Austral, 2005
EntibadoCuando en riesgo de derrumbamiento se entiba una excavación, ésta se refuerza en sus cimientos para evitar así el derrumbamiento, es decir: se apuntala. La mina, profundidad ahondada por el hombre, es la que ha de entibarse, contraerse en las paredes que forman su hueco para que no se hunda. El entibado, por tanto, soporta desde lo más profundo y previene la catástrofe.
En ese agujero de tierra que toca con aguas estancadas, minerales y oscuridad sin nombre es en donde nacen y se gestan los monstruos que un día salen a la superficie y desencadenan ese temido caos, ese descontrol enbravecido, brutal, bestial y es el miedo ante la inminencia de ese desastre el que articula la historia de Germinal.
Porque el obrero quiere pan pero el patrón, siempre atento a sus propios intereses, recorta sus ya mermadas pagas y en consecuencia familias enteras se mueren de hambre, también de frío, de desesperación y de injusticia. Zola baja en una de las jaulas que conducen a los mineros a su puesto de trabajo, los acompaña en la faena, los ve despellejándose las manos y pudriendo sus pulmones, retrata sus miserias y luego asciende de nuevo para sentarse a comer en la mesa de los burgueses, los señores con insatisfacciones cotidianas que ignoran lo que es no tener nada.
Etienne llega al pueblo minero y enardece a su comunidad oprimida para que tome consciencia, no ya del problema porque éste es la angustia de cada día, sino de la solución: la revolución traerá el cambio y el cambio constituirá la mejora.
El proletariado se moviliza pero el entibado, lejos de tomar consistencia, se resquebraja, se viene abajo. ¿No es acaso esta la situación que la sociedad está condenada a repetir por los siglos de los siglos? Que la tierra se regenera y germina para volver a nacer y rugir con fuerza, luchar y morir, de nuevo.
Publicada en 1885 y documentada a partir de la crisis económica de 1866 y la epidemia de cólera vividas en Francia, Thomas Mann la encajó en el ámbito de lo sobrenatural y sin duda, se trata de una novela escalofriante en su crudeza y que personifica ese latido de la tierra para defenderse de sí misma en cada párrafo: lo que ha de cambiar, cambiará si hay movimiento, el mismo movimiento que puede destruirlo todo y obligarlo a nacer de nuevo.
Abominable.
November 29, 2021
After You’d Gone
After You’d Gone. Maggie O’Farrell. London: Tinder Press, 2000
TardeLlego a la primera novela de una de mis autoras preferidas de los últimos tiempos veintiún años después de su primera publicación. Podría, por tanto, decirse que llego tarde a ella, sin embargo, la edición que manejo conmemora precisamente esas dos décadas con un prólogo de la editora que ensalza -cómo no hacerlo- las múltiples bondades del texto.
La joven O’Farrell trabajaba en un manuscrito durante su período de residencia «Arvon» en Yorkshire y, al parecer, sus docentes trataban en vano de aconsejarla sobre los errores más comunes que los escritores principiantes deberían evitar: no abusar, en general, ni de saltos temporales, ni de cambios bruscos en el punto de vista narrativo, ni tampoco de la primera persona. Maggie debió de hacer oídos sordos a tales recomendaciones y aferrada a su manuscrito trabajó hasta darle la forma que ahora tiene After You’d Gone, una novela que arranca con su protagonista tendida en una cama de hospital y en coma, después de haber sufrido un accidente.
Una vez más (y con esta sumo ya siete libros suyos leídos en los últimos meses) la autora presiona y tensa las cuerdas que mueven a la marioneta emotiva en la que todos sus lectores nos convertimos con sus historias y dedica el libro a su madre «por no haber sido como la madre de la protagonista».
A partir de ahí se reconstruye el pasado, el presente y el futuro del personaje y para ello se aportan testimonios de otros actantes en su vida que son tangenciales (o no tanto) y es que a veces las vidas de unos se pueden relatar a través de las experiencias de los otros, aunque eso es otro tema y yo he venido aquí a hablar del libro de O’Farrell, que me disperso.
After You’d Gone, la primera novela de Maggie O’Farrell, contiene sin diluir todos los ingredientes que que se mezclan en las que escribió después y por eso resulta intensa, melancólica, apasionada y melodramática me atrevo a decir «en exceso»: un culebrón familiar que gira en torno al retraso con el que llegamos a comprender a los que nos rodean y a decirles lo que sentimos, a confesar los secretos y las consecuencias que tiene para el resto de la vida el hecho de no haber llegado a tiempo.
November 17, 2021
A Literature of Their Own
Showalter, Elaine, A Literature of Their Own. British Women Writers from Charlotte Brontë to Doris Lessing. London: Virago Press, 2014
BarrotesLo de alcanzar la mediana edad tiene ventajas tales como la ampliación de perspectiva sobre lo que una ha hecho y también sobre lo que una desearía hacer. Aquello de optimizar el tiempo libre y dedicarse a regresar a la persona que una vez se fue es interesante. Con tales propósitos yo entré en las doscientas ochenta y cinco librerías visitadas durante mi último viaje a Oxford-Bath-Londres y, con igual temple, adquirí este ejemplar: he querido releer un libro que en su momento tomé prestado de la biblioteca de la Facultad y lo he cubierto de anotaciones para viajar en el tiempo y preguntarle a mi yo de diecinueve años a dónde pretendía ella llegar estudiando Filología Inglesa.
Lo cierto es que no he sabido darme una respuesta muy convincente pero la lectura me ha encantado.
Elaine Showalter (Boston, Massachusetts, EEUU, 1941) resonaba en mi recuerdo junto con tantas otras autoras de la teoría literaria feminista de Segunda ola, formando parte de una amalgama confusa de datos almacenados y sin descifrar del todo entre los que pugnaba por salir a la luz el término ginocrítica, palabreja con ganas de provocar mi escepticismo de los veinte años. La ginocrítica expresada por Showalter plantea desde el comienzo varias dificultades para ser comprendida y en el pasado yo opté por rechazarla y oponerme a ella combativa y vanidosa.
Varias cosas: la primera, que A Literature of Their Own sólo puede descifrarse correctamente si se entiende que, en inglés, hay tres conceptos harto raritos de traducir a nuestra lengua y son la estructura sobre la que se levanta el ensayo, conceptos que Showalter emplea para dividir tres fases fundamentales en la historia de la literatura:
–Feminine phase: 1840-1880 que se caracteriza por la «imitación», una etapa en la cual se dan los pseudónimos masculinos para autoras.
–Feminist phase: 1880-1920, etapa marcada por el sufragio femenino y que se define por un espíritu de «protesta».
–Female phase: 1920- época presente, que abunda en el autoconocimiento de las escritoras, especialmente relevante a partir de 1960.
Una vez diferenciado lo que se entiende por lo «femenino», lo «feminista» y lo «escrito por mujer» podemos sentarnos a leer este estupendo libro y disfrutar subrayándolo.
Showalter se zambulle en las literaturas escritas por señoras británicas desde los comienzos sin tomar en consideración los criterios y prismas del análisis canónico tradicional, por defecto ya sabemos que inevitablemente masculino, pero no descarta a los autores; ellos también están en los capítulos que se cuajan de referencias y citas contemporáneas a cada publicación mencionada. La autora encadena títulos y observaciones teniendo en cuenta los contextos socio-culturales de las mujeres que los escribieron. Así, por ejemplo, se refiere al nacimiento del pseudónimo masculino, brote de una necesidad más que evidente:
«Puberty, menstruation, sexual imitation, pregnancy, childbirth, and menopause -the entire female sexual cycle- constituted a habit of living that had to be concealed. Like Eve’s fig leaf, the male pseudonym signals the loss of innocence».
[pp. 12]
El repaso a las obras más conocidas de autoras victorianas como Charlotte y Emily Brontë, Jane Austen, George Egerton, George Elliot o Margaret Oliphant puede resultar abrumador pero sus curiosos planteamientos animan a leer o releer los clásicos desde una nueva perspectiva. Lecturas en donde las habitaciones que confinan a las protagonistas son trasunto de la matriz y el refugio femenino ante el abuso de la tradición patriarcal y donde la recurrente locura de las mujeres (por ejemplo la de esta obra) es planteada como metáfora de la pasión sexual insatisfecha o reprimida por la sociedad victoriana.
Muchos ejemplos de este ensayo contribuyen a dibujar otro retrato de la literatura de autoras por ser todos ellos casos puestos en contexto, casos de mujeres frustradas, silenciadas y también ávidas de sensacionalismo, aburridas con sus vidas e interesadas en las vidas de aquellas a quienes ajusticiaban por cometer asesinato, fascinadas por los detalles más escabrosos de de los crímenes que sus semejantes de clase media habían cometido:
«The trials of middle-class murderesses attracted enthusiastic and sympathetic female followers […] women observers who lined up outside the courtroom every day to hear all the gory and erotic details…»
[pp. 140]
Quizás fueran necesarios los veinte años transcurridos entre mi primera lectura de esta obra y la de hoy: quizás mi prejuicio inicial fuera también parte de aquellos barrotes de los que hablaba Nabokov
November 11, 2021
Giselle
Giselle. Actuación nº 601 interpretada por el Royal Ballet y la Royal Opera House. Londres, 8/11/2021
De entre los vivosA los nueve años, puede que quizás un poco antes, no lo recuerdo, fui a ver Giselle al teatro Bretón de los Herreros de Logroño. Lo representaba una compañía que también he olvidado, tal vez fuera una rusa, probablemente extranjera en cualquier caso. Mi madre y mi profesora me llevaron a la que fue una de las primeras actuaciones a las que asistía en mi vida. Había visto más, sobre todo en vídeo antes de disponer siquiera de reproductor en casa, gracias a algún espacio cultural que organizaba ciclos y visionados, a veces, también dedicados al ballet pero pocas antes había visto una representación en un teatro “de verdad”.
En aquella época, mucho antes de la existencia de internet y la inmediata posibilidad de disponer de todo tipo de contenido a golpe de clic, la idea de prepararse para llevar a su hija a ver un ballet a mi madre se le antojaba semejante a la de Indiana Jones en busca del Arca perdida. Mucho mejor que llegar al teatro y leer el programa de mano antes del inicio del espectáculo, como hubiera sido natural, mi madre decidió rebuscar entre los fondos más remotos de la biblioteca casera y traducir, Collins en mano, una a una las páginas dedicadas a Giselle de un libro sobre ballet publicado en lengua inglesa que por motivos que desconozco estaba en mi casa (y sigue estando).
Hilarión quiere a Giselle y Giselle quiere a Albrecht pero Albrecht está prometido con una noble y no se lo dice a la joven que, ignorante de su suerte, baila y baila para disgusto de su madre que no soporta imaginar que la frágil salud de su niña le pueda jugar una mala pasada y que muera en una de sus danzas.
Si Giselle muere, advierte, se convertirá en Willi, espíritu de la noche que como parte de un auténtico ejército espectral coordinado por la reina Myrtha asesina a todo hombre que se encuentre a su paso haciéndolo bailar hasta el agotamiento.
Mi profesora me pasaba unos pequeños prismáticos para que viera mejor las caras, los brazos y los pies de los bailarines y yo miraba, escuchaba y entendía que aquello era la historia que mi madre me había contado hacía unas horas.
Sigo fascinada con el argumento y el lunes, además, pude verlo en una representación que ya es Historia.
Puede que veinte veces completas y he perdido la cuenta de las veces fragmentadas. Giselle es uno de los ballets que en más ocasiones he visto a lo largo de mi vida. He bailado alguna de sus variaciones como parte de los exámenes en el conservatorio (que suspendí, por cierto) y el pasado lunes, sin embargo, vi algo completamente nuevo: vi algo que era perfecto.
Marianela Núñez, (San Martín, Argentina, 1982) es una virtuosa. Marianela respira la danza e interpreta el personaje de Giselle con el máximo cuidado y respeto por cada uno de los detalles creados originalmente por Marius Petipa y Théophile Gautier sobre el original de Jean Coralli y Henrich Heine, matizados hoy por Peter Wright: la fragilidad de la viva y la frialdad implacable de la muerta, el amor como fuente vital y como energía que trasciende más allá de la muerte.
Llevé mis prismáticos y no perdí detalle de los brazos, el rostro y los pies de Marianela y tampoco de las batteries de medio metro por encima del nivel del escenario de Vadim Muntagirov (Cheliábinsk, Rusia, 1990). Las extremidades largas y ligeras de él coordinan como lazos con el cuerpo y el movimiento de ella. El primer acto es pureza e inocencia, la alegría de una campesina enamorada y la ilusión de bailar con su pareja en mitad de la fiesta de la vendimia; el final del primer acto se precipita con la escena de la locura de Giselle en cuanto se descubre la traición de Albrecht. Marianela se desata en gestos y movimientos que podrían parecer improvisados pero que ella mide al milímetro. Lo sabemos. Los hemos visto antes: hoy sí existe internet y se pueden ver los ensayos de la Compañía una vez y después otra. En uno de esos ensayos emitidos por Youtube la directora artística del Royal Ballet; Monica Mason, se dirige a Marianela para felicitarla por su trabajo “estás volando”, le dice, cuando ella se mete en la piel del espíritu malvado de Myrtha y recorre el escenario ejecutando bourrées perfectos como si las alas de gasa de su traje fueran reales, como si efectivamente pudiera despegarse del suelo y romper a volar gracias a ellas.
Pero no, si Marianela vuela es porque dedica su vida a trabajar el cuerpo y el sentido del ritmo hasta alcanzar la auténtica perfección que, estoy segura, ella no reconoce en sí misma pero que a los que la vemos nos deja atónitos. Si interpreta a Giselle así es gracias a un esfuerzo y un entrenamiento equivalentes a los de una atleta de alto rendimiento.
Al salir del teatro, después de cuarenta minutos esperando bajo la lluvia me acerqué para hacerme una foto con ella. No le dije que treinta años atrás mi madre había traducido para mí la historia que ella acababa de interpretar, ni que con unos prismáticos iguales que los que tenía mi profesora, efectivamente, había podido apreciar sus gestos y técnica pulida. No, me acerqué y le dije: “Marianela, vuelas”.
November 10, 2021
Petite maman
Petite maman. Céline Sciamma, 2021
La tristeza de mamáHace una semana que fui al cine a ver Petite Maman, la última película de Céline Sciamma. Salí de la proyección sumida en una extraña tristeza provocada por aquello que yo había interpretado como tema central en su argumento. A mi entender acababa de ver una película sobre la relación de una hija con su madre y la de ésta a su vez con la suya a quien acaba de perder. Sentí punzadas de tristeza al asistir a una originalísima forma de explicar lo que pasa cuando tratamos de ponernos en la piel del otro, en este caso, cuando una niña de ocho años se pone en la de su madre de treinta y a la inversa: cuando la madre lo hace en la de su pequeña.
Petite maman fantasea con la posibilidad de entender a otra persona una vez que has vivido sus mismas circunstancias mezcladas con las tuyas a su edad y de nuevo, al revés: la niña es la madre y la madre es la hija, la abuela es la madre de la niña-madre y la niña-hija juega con su mamá de ocho años, la misma edad que tiene ella.
El concepto de la “niña interior” a quien una debe encontrar para entenderla y así entenderse a sí misma como adulta toma forma de relato y el ejercicio psicológico consecuente no puede funcionar mejor: así era mamá, por eso ahora está triste, entiendo sus circunstancias y me hago amiga suya, la perdono.
Resulta especialmente interesante reconocer que se trata de una historia “reversible” en donde no termina de quedar claro si es la niña la que imagina a su madre o si es la madre quien viaja atrás en el tiempo para recordarse a sí misma a la edad de su hija, para saber hasta qué punto la confunde o daña con su comportamiento distante y desconectado, hasta qué punto está privándola del apego que forjará su naturaleza en el futuro. Para los espectadores las dos perspectivas van y vienen a lo largo de la historia y cuando una se cierra abre la puerta de la otra para que continúe y para permitirnos viajar en un bucle infinito de duda y entendimiento, alegría y tristeza durante el ratito (breve) que dura la película.
November 1, 2021
La extraña desaparición de Esme Lennox
La extraña desaparición de Esme Lennox. Maggie O’Farrell, trad. Sonia Tapia Sánchez. Barcelona: Penguin Random House, 2009
VanishedExisten en la lengua inglesa, igual que sucede en prácticamente todas las lenguas por cuestiones culturales y de herencia social (para más info, estudien morfología y lingüística) ciertos matices en ciertas palabras que se pierden a la hora de traducirse para dar un significado adecuado en otro idioma. Es inevitable; ojalá todos viviéramos doscientos años para aprender todas las lenguas que en este mundo son y así poder prescindir de intermediarios, sin embargo las cosas no son así, la vida es breve, los libros son muchos y que cada uno lea como mejor pueda.
The Vanishing Act of Esme Lennox se refiere al “acto” premeditado y calculado de “desaparición inesperada” de Esme, Euphemia Lennox, la protagonista de esta novela de Maggie O’Farrell. No es, por tanto, una “desaparición extraña” y aunque nada se le puede criticar a la excelente traducción de esta edición, quede claro, es la mejor interpretación posible de ese título, por otra parte, creo que imposible de transportar a la lengua española.
Borrar algo (o a alguien) de un escenario.
Desvanecerse en la nada sin un motivo aparente.
Dejar de estar.
Dejar de ser.
Es lo que le sucede al personaje de Esme. Una vez más: Maggie O’Farrell nos tiende a sus lectores una bobina de hilo enredada en mil nudos, con cabos sueltos que se van soltando a medida que desenredamos la trama; nos reta a adivinar cuál es el extremo definitivo que prende la mecha de la historia y que al final, arde y nos quema bien adentro. La vida de una joven contemporánea, independiente y modernilla y la de otra que se remonta a la época del Imperio Británico en India, diferente, muy diferente.
Tratada con el cuidado y la delicadeza con que la autora trata siempre ciertos temas ya definitorios de su estilo (el mar como calma y amenaza, la infancia como trauma y origen de la educación sentimental, la herencia entre generaciones y el significado de los lazos que vinculan una sangre con otra a veces de manera fortuita, etc) La extraña desaparición de Esme Lennox propone además adentrarse en la terrible experiencia de la enfermedad de Alzheimer y, con retazos de testimonios de la persona afectada, compone las claves y deshace la madeja que conduce al final de la historia.
Y con éste, me he quedado sin libros traducidos al castellano de Maggie O’Farrell. Buscaré una alternativa para los tres que me quedan por leer.
October 24, 2021
Las últimas
Las últimas. Lucía Carballal. Segovia: La uÑa RoTa, 2021
Algo que contarDe los cinco movimientos que componen esta pieza orquestal teatral que es La últimas, dos de ellos son pura temática ligada a la mujer: a serlo y aceptarse, a convertirse en una o dejar de serlo, a medirse como tal respecto a otras profesional o socialmente, a ubicarse en el mundo y en la familia sin poder ser otro tipo de ser humano… a todo eso. Una vida americana y Las bárbaras traspasa las lineas del texto de Las últimas y le lanza al lector (espectador en otras circunstancias) varios interrogantes sobre de dónde pueden haber salido esos personajes, esas mujeres y también esos hombres.
El prólogo de Elena Medel que encabeza el texto no lo entiendo. Lo he leído dos veces y me he retorcido el nervio óptico para encajar sus palabras con las palabras de la autora de las piezas. Yo sé que pretende introducir con él a los textos de Lucía Carballal pero se me hacen nudos y no puedo desenredarlos.
Sin embargo, con cada una de las piezas de La últimas esto no me sucede, las comprendo todas, es más: leer cada una es como deslizarse por un tobogán y caer con el culo en la gravilla, que una sabe que va a caer pero nunca calcula las dimensiones de la molestia al aterrizar. Fluyen y llegan al final con una pequeña explosión o un impacto breve y molesto en el trasero.
Con un doble sentido aplicado a los títulos y a lo que sucede en sus tramas, Los temporales, La resistencia y La actriz y la incertidumbre empatan los diferentes géneros en escena: un rol con otro y una posición social por encima o por debajo. El caso de La resistencia, en concreto, es el de una discusión de ex-pareja y una lucha de egos creativos de manual, tan de manual que a mí se me ha erizado el pelo de los brazos al leerla porque ay, esas discusiones y esos duelos son de sobra familiares y reconocibles, por supuesto.
Los temporales baraja a sus personajes para obligarlos a empatizar, a ponerse en la piel del otro y con ello tocar la simpatía del espectador; qué difícil pero qué bien logrado. Una empresa de “trabajo temporal” y un acontecimiento inesperado que trastoca las relaciones entre sus trabajadores, música de Karaoke (no es la única de las obras que incluye música en directo) y reflexión.
Por último, La actriz y la incertidumbre que cierra el texto como podría hacerlo una historia de Mia Hansen Løve en mitad de la pandemia de 2020, que dispara e interroga acerca de lo que nadie puede responder ni esquivar y por eso toca y hunde con fundido negro de su final.
October 17, 2021
Segunda casa
Segunda casa. Rachel Cusk, trad. Catalina Martínez Muñoz. Barcelona: Libros del Asteroide, 2021.
No por amor al arteEn una marisma, un terreno bajo y pantanoso que alberga vegetación y que se aproxima al mar, es en donde se ubica la última novela de Rachel Cusk (Toronto, Canadá, 1967). Segunda casa emerge de las profundidades de ese agua pantanosa con la forma de un monstruo marino que se parece a la digresión, a la reflexión autoficticia y al ensayo sobre el arte y los artistas.
Es interesante, o al menos eso me parece a mí porque lo tengo fresco, comparar Segunda casa de Rachel Cusk con Los extraños de Jon Bilbao: inesperadamente en ambas se plantea el juego de expectativas al que todos jugamos cuando el otro (los otros) llegan y se quedan, viven y conviven en ese espacio cotidiano que es el nuestro y que deja de serlo inmediatamente ante su presencia. Segunda casa introduce, además, otra bestia malvada y perversa en su narración, la del odio que la protagonista siente hacia sí misma y que la obliga a juzgarse y cuestionarse respecto a todo lo que hace.
¿En qué consiste ser mujer?
Parece que M., narradora del texto, se plantee esa idea a lo largo de la estancia de L., su admirado artista en la segunda vivienda que es también vivienda suya, en la marisma, cerca del mar y lejos de todo lo demás.
“Cuando te han criticado siempre, desde antes de lo que alcanzas a recordar, es casi imposible situarse en el tiempo o el espacio anterior a la crítica: es decir, creer en tu propia existencia. La crítica es más real que tú misma, de hecho parece que es lo que te ha creado”.
¿En qué consiste ser artista?
Porque ante el arte y sus creadores parece que esta novela se rinda admirada e impotente y sin embargo, es el artista en ella otro de los monstruos o “demonios”. Así lo plantea la narradora cuando explica a su interlocutor, Jeffers, lo que sucedió. Con él, también al resto de sus lectores que queremos llegar al desenlace y descubrirlo.
October 9, 2021
Instrucciones para una ola de calor
Instrucciones para una ola de calor. Maggie O’Farrell, trad. Sonia Tapia. Barcelona: Salamandra, 2013
TransparenteTres hermanos y sus padres durante el sofocante verano inglés de 1976. En un entorno endurecido por la presión del clima, donde los suelos de alquitrán, sin embargo, se reblandecen y las ideas se confunden persiguiendo un vaso de agua restringida que pueda aliviarlas es en donde se ubica el argumento de Instrucciones para una ola de calor. Despacio, pero con decisión, sus protagonistas avanzan hacia el mar (de nuevo, ese mar de O’Farrell que se impone al final de las historias para partirlas en dos) y desenredan sus relaciones, descubren alguno de sus secretos, enfrentan sus problemas y expresan sus sentimientos con la dificultad propia del seno de una familia que es como lo son todas, única, diferente pero exactamente igual que todas.
De poco servirá matizar a estas alturas de mi trayectoria lectora que las novelas de Maggie O’Farrell (Irlanda del Norte, 1972) me gustan. Este blog es muestra y testimonio: desde julio de este 2021 la leo sin parar, la anoto y casi la respiro. Instrucciones para una ola de calor llegó regalada en el mes de septiembre, cuando el calor ya se había ido, pero sigue siendo un buen manual de instrucciones para la vida, para el conocimiento de una misma, para casi todo.
Quien ya conozca otros textos de la autora va a sentirse cómodo, de nuevo, entre los mullidos cojines de esta red de pensamientos que estructura la novela; no todo se cuenta en ella pero el lector tampoco lo necesita. Uno de los recursos literarios que encuentro más fascinantes de Maggie O’Farrell es esa facilidad para traer al lector hacia el interior de sus libros, tenderle una mano y arrastrarlo hacia ellos como hacía el chico del cómic en el videoclip de a-ha que todos recordamos con bochorno ochentero, igual: dos páginas y estamos dentro.
Una vez aquí es cuando podemos recolocar la información, combinar lo nuevo con lo nuestro y amueblar esa historia de emociones, de personas que se quieren silenciosas o disfrazadas de odio, que entienden sus situaciones y se ayudan a lidiar con ellas porque de eso están hechas las familias, de pedazos de un material transparente a través del cual todos sus miembros son capaces de ver y de comunicarse, aunque a veces no se digan nada.


