Quetzal Noah's Blog, page 10
June 1, 2022
Cap.3 Días de lluvia
Muy temprano empaqué mis cosas para cambiarme del hostal. Pasé por la plaza de la cruz para comprar un tamalito con atole. No tenía prisa por llegar. Pensé en dejar mis cosas y aplicar el discurso aprendido de El Azteca para cantar un rato por las fondas de comida y al caer la noche sacar el telescopio. Ese mismo día aprendí lo impredecible que es la vida en San Cris. Pasaron cinco minutos después de que dejé mis cosas en el hostal cuando un aguacero se escuchó entre las tejas y techos de lámina de toda la calle. Regresé a mi cuarto a navegar en internet con mi celular para esperar el cese de este no solicitado detalle de Tláloc. Pensé que tal vez por la noche podría sacar el telescopio para hacer unas monedas ¡Qué iluso! No paró de llover hasta la mañana del día siguiente. Hubo un momento muy breve en que el sol se asomó, y luego la tormenta se volvió parte de la rutina. Así pasó durante casi una semana entera. A veces el chubasco era moderado por lo que se podía salir a comprar comida.
Algo que me salvó del aburrimiento fue que podía leer libros en pdf en mi teléfono. El único libro sobre un viaje que llevaba para este viaje curiosamente tomó otra ruta en el viaje. Leí Laberinto de Soledad de Octavio Paz en una semana, y estando en San Cris pude comprender el sentimiento de arrebato que tenemos los mexicanos y lo que nos cuesta confiar entre nosotros. Por la calle los indígenas que parecían no ser muy amigables. Al verlos a los ojos noté que permanecía su resistencia, como una intención de recuperar algún día lo que les fue arrebatado.
San Cristóbal de las Casas era una clara representación del México de los contrastes. Por un lado, los extranjeros gozando de los tesoros turísticos guardados por todo el país y las riquezas naturales como el jade, el ámbar, el café, el cacao. Extranjeros que tuvieron visión y explotaron esos recursos para quedarse a hacer una vida en ese pueblo. Por otro lado, los ricos de abolengo, dueños de diversos negocios y casas en las principales calles del centro frente a los indígenas que hablan en su lengua nativa reclamando éste lugar en el silencio de sus multitudes durante décadas. Y por otro lado, la tribu de seres de todas partes del mundo que carga su vida en una mochila.
Esos días que pasé en el hostal noté que había una cocina del otro lado de mi dormitorio, junto a ella, una habitación donde vivía un muchacho muy prieto y bajito parecía arte…artesanía prehispánica Con él vivían una mujer rubia de Francia y un niño. El niño era hijo de El Azteca. Lo tuvo con la mujer francesa. Al parecer la mujer tenía una irresistible tentación por los exóticos rasgos prehispánicos.
Un jueves salió el sol por la tarde. Las calles se secaron. Predominó un calor bastante rico. Era hora buscar las monedas. Tomé mi guitarra. Y como dije antes: No puedes hacer planes en San Cris. Cuando bajé al Mirador de Guadalupe decenas de artistas estuvieron esperando ese momento al igual que yo. Casi todos los restaurantes y bares tenían un par de músicos y bailarines ofreciendo su show. Fue imposible encontrar un lugar libre. Tal vez tendré mejor suerte mañana si salgo más temprano, pensé. Aun así, aproveché para recorrer las calles del centro. Llegué a un oxxo para comprar algo para comer. Al pasar por un lugar llamado La Viña de Baco escuché una voz rasposa y fuerte. Miré la escena. Era una chica con un estilo roquero bastante atractivo. La contemplé atento escuchando el mensaje de sus rolas. Al parecer ella las había escrito. Toda la gente le llenó las manos de monedas y ella se retiró con una sonrisa que le abarcaba casi toda la cara.
-Estuvieron chingonas tus rolas ¿Las escribiste tú?
-Sí. Bueno. Mi banda y yo.
-¿Tienes mucho en San Cris?
-Apenas unos meses ¿y tú?
-Tengo una semana.
-Veo que también tocas.
-Bueno. Eso intento.
-Voy a casa de un cuate a ver a unos compas ¿quieres venir?
Sin dudarlo me uní a sus planes. Era guapa. No de esas guapas que quedan guapas con un kilo de cosméticos, sino guapa natural, de un estilo salvaje. Su cabello estaba alborotado y sus labios partidos. Era de ojos pequeños con profundo destello. Llevaba los pantalones rotos y la guitarra en la espalda. Se llamaba Alejandra. Era una mujer aventurera. De esas que un día dejan todo y se van en búsqueda de su destino. De las que dejan los miedos en su clóset y los prejuicios en casa. De las que se van porque no esperan que nadie las salve ni sueñan con héroes. Se van para descubrir quiénes son. Se van porque saben que la vida es corta y hay tanto que aprender.
-Soy de Guadalajara. Me salí de casa a los dieciocho con unos compas. Tocamos por distintas ciudades. Viajamos en combi a Mazatlán, Los Mochis, Obregón. Hermosillo, Mexicali y Tijuana. Después bajamos a Ciudad de México y cada quien agarró su rumbo. Yo me vine con los cuates que vamos a ver ahorita.
Alejandra transmitía un ímpetu osado. Al estar con ella cualquier hombre podría darse cuenta que era la compañera ideal de viaje. Salía con su guitarra como si fuese una espada samurái a luchar contra la mediocridad y el desánimo para regalar alguna alegría a través de sus acordes y sus letras.
Caminamos durante media hora. Divisamos en el paisaje parcelas y cabañitas. Esa parte de San Cris se llama Rancho San Nicolás. Nos detuvimos en un portón de madera. Y Alejandra gritó el nombre de Carlos. Nos abrió un tipo muy agradable de un metro sesenta con barba de candado. La casa era de adobe y madera. La fachada parecía a la casa de Frodo de El Señor de los Anillos. En su interior se sentía un ambiente creativo. Al centro había una chimenea y la sala. A lado un par de mesas de trabajo dispuestas con materiales para pintar y esculpir. Frente al área de trabajo una cocina y unas escaleras que daban a las habitaciones. Nos esperaban otros dos chicos que eran amigos de Alejandra. Uno con cara de puñetín que le decían Oce y el otro de cabello largo llamado Migue. Ambos llevaban sus guitarras. Carlos estaba contento de recibirnos. Sacó una botella de pox – el wiskey de los mayas- y nos convidó un trago de bienvenida. La noche comenzó a refrescar. Carlos puso unos leños en la chimenea. Migue me preguntó qué tocaba y le dije que norteñas y una que otra que yo componía. Toqué unas de los Tigres del Norte entre el trago y el fuego. Me acompañaron con segunda voz y requintos. Carlos me mostró toda su casa.
-Estoy buscando roomies. Solamente hay que pagar los servicios. De la renta yo me encargo.
Me pareció una excelente oportunidad para ahorrarme el hospedaje. Migue y Oce sacaron un cigarro de hachís. Lo encendieron y lo pasaron a todos.
Oce y Ale eran pareja. Lo supe aquella noche porque tuvieron una discusión y corrieron a encerrarse a una de las habitaciones y ya no salieron. Se escucharon reclamos durante un rato. Carlos, Migue y yo fumamos sin decir. mucho. Carlos me dijo que me podía quedara a dormir en la sala. Migue tomó el sillón más grande.
Al despertar supe que no tenía oportunidad con Alejandra, y no porque el cabrón con el que andaba fuera mejor que yo. Al decir verdad ella no merecía estar con un tipo feo, inseguro y con cara de pendejo. Se notaba que él le estorbaba más de lo que le ayudaba. Tal vez ella estaría triunfando grabando discos o firmando libros geniales de sus aventuras, pero tenía esa piedra entre sus pasos que era su relación conflictiva.
Salí temprano de casa para tocar y me di cuenta que los extranjeros no dan muchas monedas, y que los lugares caros no son sinónimo de que te irá bien. Llegar a tocar con otros es fácil porque en grupo siempre hay alguien que se envalentona. Pero a la hora de pararme afuera de un lugar los nervios me congelaban la sangre. Me pasé casi una semana buscando el valor para acercarme a cantar a los cafés y bares. Tenía temor a la humillación, que llegara la policía o el encargado de cierto recinto y me corriera porque estaba incomodando a los comensales. Me desanimaba al ver que mis ahorros se iban acabando –que por cierto eran como mil quinientos pesos- aun así, no pasó por mi cabeza la idea de regresar a la ciudad o hablarles a mis papás para decirles que a diario estaba muriendo un poquito de hambre. Estaba lejos. No puedo negar que me hice más valiente, a diario enfrentaba la soledad, el desaire, la indiferencia, el no encontrar alguien que, si bien no me acompañara, al menos acortara la ruta para llegar a mis sueños. Aunque ¿quién va al sur de México a promocionar su música intentando volverse alguien? Eso se hace en Monterrey, Guadalajara o Ciudad de México. A diario me convencía de que no cualquiera se atrevería a hacer lo que yo ya estaba haciendo: conocerme a mí mismo lejos de todas las comodidades y las ideas de los círculos de los mismos amigos.
¿Cómo volverse mochilero?
Quetzal Noah
Esta es la oportunidad de tener el pack completo de mi poesía
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May 30, 2022
Harry Potter y el misterio de por qué la gente cada vez está más pendeja para comprar por internet.
Hace unos veinticinco años internet llegó para revolucionar el mundo en el que vivíamos. Me escucharé ya viejo diciendo que antes de la llegada del internet la salida de clases en las bancas de un parque era el último lugar de referencia para acordar reunirnos antes de salir al cine, el xv años o una fiesta. Antes de internet tenías que hablar por teléfono a la casa de la chica que te gustaba esperando tener suerte de que no te contestara su papá. Antes de internet los artistas vivían todavía el modelo convencional de ser devorados por gigantes de la industria para poder vivir del arte. Antes del internet toda la poesía que conocíamos era de Sor Juana y Machado.
Hoy con el internet tenemos amigos de otros países, vemos documentales interesantes, viajamos con blogueros, podemos dar a conocer nuestras rolas, pinturas, fotos, dibujos, diseños, cuentos, novelas, poemas y negocios. Desde el celular hay toda una comunidad global de gente moviéndose para llegar a más y más mentes. Solo los despiertos prosperan; o al menos eso pensaba yo…
Tengo mi teoría: la gente lee poco, lo poco que lee no lo entiende y lo que no entiende le ofende o se lo toma muy personal. La gente en internet consume demasiada información. Recetas, viajes, libros, teorías conspiranoicas, tips saludables, rutinas de ejercicio, bailes pendejos, gente imitando las voces de otros o siguiendo influencers que plagian contenido de otros creadores con menos recursos visuales. Es decir, la gente está leyendo todo el tiempo pero ¿realmente comprenden lo que leen? Por ejemplo, tú puedes escribir toda una crónica de un viaje que hiciste a la playa y mencionar la que conociste a un grupo de mujeres con vello en las axilas que eran feministas y las feministas sólo leerán feminista y te dirán ¿acaso eres un machista? ¿crees que las mujeres necesitamos depilarnos para conseguir tu aprobación? Y así comenzar toda una discusión que terminará prejuicios y bloqueos de los cuales no hay mucho partido que sacar. E
El hecho de que tengamos tanta información a nuestro alcance no nos convierte en una sociedad de conocimiento. Esta realidad cada vez se parece más a la de Un mundo feliz de Huxley donde había tanta información que la gente ya no sabía lo que era real y no eran necesarias tantas estrategias políticas de manipulación porque la gente solita ya se encontraba demasiado confundida. Hace falta regresar a la secundaria para retomar clases de comprensión lectora.
El león cree que todos son de su condición, y no es que yo me crea muy león pero estoy seguro que tengo sentido común y puedo leer bien. Al estar bajo ésta condición yo interpreto que la gran mayoría de la gente tendría un poco de curiosidad por indagar lo que no sabe; pero lamentablemente no es así. Les voy a dar un ejemplo. Tengo seis años desde que me gano la vida vendiendo mis libros por internet. Viendo sitios webs y blogs de otros escritores vi que muchos ofrecían métodos de pago con paypal. Lo investigué y me pareció la mejor alternativa para los extranjeros. Mi público en Estados Unidos lo sabe usar bien. En una ocasión un par de lectores en Ecuador me preguntaron cómo podían mandarme el dinero para comprar mis libros, les dije que por paypal, durante seis meses trataron de hacer su cuenta (o al menos eso dicen) luego se rindieron. De cada diez personas de Colombia que me preguntan cómo comprar mis libros, ocho no saben lo que es paypal.
Recuerdo cuando fui a Perú y le decía a la gente que vendía libros por internet como que no entendían del todo cómo lo hacía. Luego de un tiempo batallando con paypal pues decidí hacer un sitio web donde la gente pudiera pagar con dólares porque estamos en Latinoamérica y pues es la moneda más poderosa. ¿Y qué pasó?
Me interesan tus libros ¿cómo los consigo?
Son ediciones independientes, no están en librerías porque no pertenezco a ninguna editorial. Los puedes encargar desde mi sitio web y los enviamos hasta la puerta de tu casa.
Estoy en Bolivia ¿los puedo encontrar en alguna librería?
Pensamiento: ¿Para qué vergas quieres mis libros si ya me demostraste que no los vas a leer?
Me interesa el Romántico Viajero ¿Qué precio tiene?
Son treinta dólares con envío.
¿Cuánto es en pesos colombianos?
Pensamiento: Si no sabes tu tipo de cambio frente al dólar seguramente ignoras demasiados de los problemas de tu país y también que existen en google herramientas para convertir tu moneda.
Y no es que en México tampoco estemos tan avanzados. Hay demasiada gente que prefiere seguir yendo a hacer filas al oxxo y al banco que aprender a usar la aplicación de su banco y ahorrar tiempo y dinero.
Han pasado más de quince años desde que el internet forma parte de la generación que creció con myspace, youtube, amazon, facebook y es increíble que aún no se hayan podido adaptar a las ventajas del comercio electrónico o aprender a usar un par de herramientas que les permitiría por mucho llegar a más personas. Pero bueno, algunos no leerán esto y seguirán siendo de aquellas personas que ven un artículo en Marketplace y teniendo el precio en la publicación se atreverán a preguntar ¿Cuánto cuesta?
Espero no te ofenda el título de la publicación y si te ofendió es porque obviamente no leíste bien lo cuál no era mi intención. Ojalá que no sea así y te encuentres más despierto y curioso para mejorar tu ser digital.
PD. A ver si ahora sí te animas a pedir mi pack de libros digitales
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April 28, 2022
¿Cómo convertirse en mochilero? Cap 2
LLEGAR A SAN CRIS
¿Qué por qué elegí San Cristóbal de las Casas? Porque me sentí derrotado tras probar suerte en Guadalajara y Ciudad de México. Los sueños de artista son más fáciles de alcanzar cuando tienes dinero. Por eso mucha gente sin talento, pero con mucho dinero, es consumida por los jóvenes y ellos les idolatran. Quizás yo no tenía talento para la música y no me había dado cuenta. Me negaba dulcemente a rendirme sin haber llegado hasta el final. Pensé que como no había encontrado las oportunidades que estaba buscando en las ciudades más importantes de México; tal vez mi destino estaba en otro lugar. Pensé en el sur. ¿Quién busca oportunidades en el sur? Por lo regular los sureños migran a las capitales. Yo, en cambio, estaba dando un giro completo a mi vida. Me contaron que en Playa del Carmen a uno le podía ir bien con la guitarra. Elegí San Cris porque era lo más lejos a donde podía ir con trescientos pesos, eso fue lo que costó el boleto de autobús saliendo de Puebla .Vi a San Cris como una parada técnica para conocer y hacer algo de dinero para mi pasaje hasta Playa. Por cierto, antes de llegar a Puebla el misterioso obrar del cosmos me dio un regalo. En la central de buses de Pachuca me encontré un teléfono con la aplicación de word y me emocioné porque tenía un viejo móvil que lo único para lo que servía era para las llamadas y jugar a la viborita. ¿Qué hacía en Pachuca? Bueno esa es otra historia.
Luego de una siesta reparadora de tres horas me di un baño y salí a recorrer San Cris. Museo del ámbar, tienda de café, tortas, señoras en la plaza de la cruz enorme vendiendo atole y tamales, repostería francesa, panadería, chicas guapas de largas trenzas, músicos, chamulas y un sinfín de viajeros ofreciendo alfajores, pulseras, aretes, anillos, plantas y hasta unos que al verte con mochila o un instrumento musical te preguntaban si estabas buscando algo. El cielo se despejó y junto al kiosco un grupo de chicos platicaban. Eran cuatro. Uno de ellos llevaba un djembe, otro una guitarra y los otros dos fumaban un cigarro. Parecía que improvisaban una canción. Al arte de improvisar rolas en la calle junto con músicos desconocidos los viajeros le llaman yamear. Me acerqué a ellos con la más familiar de mis sonrisas. El chico que llevaba el djembe me preguntó qué tocaba. Música norteña y una que otra folk que yo compongo. Me invitó a mostrarle mis creaciones. Tomé la guitarra con soltura y miré al cielo como si estuviese agradecido de haber llegado al lugar indicado. Canté mis rolas y el ritmo les animó a bailar de manera graciosa a los otros chicos.
-¿Quieres venir a yamear? – Me preguntó el chico del djembe.
Era un tipo de garrocha humana, alto, la piel tostada como un pan que se deja segundos de más en el comal y con unos tatuajes de unas espirales en las mejillas. Tenía el cabello estilo mohicano con una larga cola. Su nombre era Marcopero todos le decían El Azteca. El otro chico que nunca se despegaba de él tenía la cara de un perro triste. Hablaba con un acento colombiano y un lenguaje corporal exagerado. Le llamaban El Colombia. Me di cuenta que era un idiota porque lo único que hablaba de Colombia era de la coca y en sus puñetas mentales hablaba de ser un hombre peligroso. Estoy seguro que lo era; no porque pudiera hacerte algo sino porque daba la impresión de ser una persona que te podía meter en problemas. Cualquier pendejo te puede meter en problemas si no mides la distancia a la hora de confiar.
Salimos con dos guitarras y el tambor a tocar a las afueras de los restaurantes y cafés entre los andadores. En el camino se nos unió un chico argentino que llevaba otro tambor. A pesar de que yo llevaba mi guitarra para todos lados y toqué en muchas taquerías y mercados en Monterrey, Guadalajara e Ixmiquilpan; ese día supe que había algo más efectivo y empático que funcionaba a los músicos viajeros: contar una historia de por qué tocan en la calle. El Azteca indicó con su mano que nos detuviéramos en cierta cafetería y como un maestro de ceremonias se dirigió al público que almorzaba.
Buenos días a todos. Somos músicos viajeros. A través de lo que hacemos nos ganamos la vida. Queremos compartirles un poco de nuestro trabajo. Si al final de este show ustedes quieren cooperar con una moneda o una sonrisa nos ayudarían mucho a continuar con nuestro viaje.
¡Increíble! Todos los músicos deberían aprender a dirigirse así a su público. La gente lo miraba con atención y los que se apenas probaban su primer bocado prestaban sin recelo su oído. Tocamos dos canciones por lugar. Recorrimos cuatro sitios. Trabajamos más o menos cuarenta minutos y sacamos doscientos cincuenta pesos. Nos repartimos la taloneadaentre el Azteca, el chico con el otro tambor y yo. A cada uno nos tocó como setenta y tantos pesos. Quedamos de vernos más tarde. Al menos ya había sacado la cuota para comer un hotdog con una coquita en el oxxo.
Al llenar la barriga con combustible caminé todo el andador de Guadalupe. Veía en cada esquina rostros nuevos, sonrientes, manos estrechándose, gente sentada de todas partes del mundo hablando de la música, la comida, la nueva parada en su ruta, la fiesta, planes para sacar dinero en la calle. Podías hablar con cualquiera. Y cualquiera te podía hablar para pedirte la hora, un cigarro o ya sea para invitarte a una fiesta por la noche.
Dando vueltas encontré otro hostal por cincuenta pesos el dormitorio. Toqué la puerta y me abrió un hombre con una botella de licor de caña en la mano. Tenía unos cuarenta años y se veía muy acabado. Le decían Pancho. Con la lengua adormecida me platicaba del sitio. El cuarto tenía dos literas y los colchones no se veían muy cómodos que digamos, pero tenía que ir reduciendo el presupuesto para ver hasta dónde podía llegar.
Quedé en cambiarme a ese sitio a la mañana siguiente. Esperaba encontrarme El Azteca por la noche para salir a tocar. Ya no di con él por ninguna calle. A eso de las siete de la noche llovió tanto y no paró hasta la medianoche.
¿Cómo convertirse en mochilero?
Quetzal Noah
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April 20, 2022
¿Cómo llegar a Calakmul?
¿Cómo llegar a Calakmul?
Hace cinco años puse en Google la misma pregunta. Yo me encontraba en Bacalar y en aquel entonces leía unos artículos en internet del reciente descubrimiento de éste asentamiento maya. Viendo el mapa me di cuenta que unos kilómetros más adelante se llegaban a las ruinas de Tikal en el Petén, Guatemala. Movido por mi curiosidad viajera busqué información de la ruta. Calakmul se encuentra en el estado de Campeche y es un sitio poco explorado por turistas mexicanos, se van a topar en su mayoría con franceses, alemanes e italianos (no es recomendación para que vayan a ligar).
Era el año del 2017 cuando llegué a Xpujil. Un poblado a unos treinta minutos de la reserva. En aquel entonces tuve que tomar un bus de Chetumal rumbo a Escarcega que me dejara en Xpujil. Hice una hora con treinta minutos. La información para llegar era muy escasa. Casi no había agencias. Y lo poco que supe de cómo visitar las ruinas me fue dicho por un taxista que se echaba unas cervicitis conmigo en una tiendita afuera de mi humilde hotel. Para llegar había que ir en coche hasta la entrada de la reserva y luego una hora con treinta minutos hasta la puerta del sitio arqueológico. Dicho tour me costaría alrededor de mil pesos. Una cantidad que normalmente se divide entre cuatro personas que van en el mismo coche. En ese verano, no había ningún viajero interesado en hacer el mismo tour por aquel pueblo poco visitado y que curiosamente tiene otras tres zonas arqueológicas alrededor: Rio Bec, Xpujil y Chicana. Un poco triste por no contar con el dinero suficiente, tuve que tomar un bus con rumbo a Escarcega para luego salir a Palenque.
Y bueno viajeros, como dije alguna vez a los escritores que iban comenzando: aquí estoy para que no tropiecen con las mismas piedras que yo. Me di a la tarea de usar el Google Maps de nuevo y descubrí que hay un pueblo con cabañas llamado Conhuas justo a dos kilómetros de la entrada a la reserva. Llegando a la reserva hay que pagar $140 pesos por persona para entrar, uno costo razonable ya que es un lugar cuidado por los ejidatarios y no recibe apoyo del gobierno estatal. Hay un camping cinco kilómetros adentro el cual es súper ecofriendly. Lo más ecofriendly que he visto. Para empezar no había luz eléctrica, ni drenaje, uno tenía que hacer sus necesidades en baños secos y cubrir sus residuos con aserrín. Hay una área de fogata y en la entrada un restaurante que no tiene estufa porque todo se cocina en fogones de leña y está muy rico. La noche es sumamente tranquilizante, por las madrugadas podrás escuchar al mono saraguato y creerás que un jaguar ronda tu tienda de campaña. Ah, se me pasaba ese detalle: sólo puedes dormir en tiendas de campaña.
Por la mañana manejamos una hora y media para llegar al sitio arqueológico. Lo más hermoso del paisaje es que ves cruzar águilas elegantes, colibríes, venados, pavos extraños, zorros, marsupiales y si tienes suerte y los ancestros mayas te guían hasta podrías ver un jaguar en el camino. El sitio es una absoluta belleza llena de senderos que no dejan de hacer que te preguntes ¿Cómo le hicieron estos cabrones?
Si te quedas a dormir en el camping te recomiendo que lleves algo para la fogata, agua, cerveza, bloqueador, repelente y suficiente efectivo para cualquier emergencia. Ya en las ruinas tu encontrarás la inspiración y las respuestas que buscabas.
Quetzal Noah
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April 19, 2022
Encuentra tu abundancia
Alguna vez te has preguntado ¿por qué me frustra tanto que otros triunfen en algo que según yo podría hacer mejor? Esa es una de las razón por las que abundan los haters en internet. Esto ligado a la cultura mediocre que cargamos los mexicanos de pensar que si yo no pude él otro tampoco debería de poder. Cuando en realidad deberíamos usar una mentalidad como la de los japoneses y decir si él puede significa que yo también podría hacerlo.
Pero la verdad, a pesar de que muchas bocas digan que cualquiera puede escribir un libro, cualquiera puede cantar, cualquier escribe un poema, cualquiera toma fotos o que cualquiera hace música la realidad es que sí: cualquiera lo puede hacer, pero no cualquiera lo hace tan bien como cree y no cualquier tiene éxito haciéndolo.
A lo largo de mi trayectoria como escritor independiente he conocido un montón de talentos de todas partes del mundo. He conocido muchos músicos que no están en la escena triunfando junto a otros grandes porque no creen en sí mismos. En cambio he conocido escritores que creen que tienen un gran talento sólo porque beben y escriben borrachos y viven en esa fantasía de volverse un Bukowski. Hay quienes llevan años en el camino y no han tenido ningún fruto significativo. Se preguntan y se preguntan ¿por qué no pego? Otros lo hacen peor que yo; lo que hago es bueno. Hay que ser honestos: vivir del arte no es para todos. Aunque muchos sueñen y crean que pueden hacerlo mejor, la gran mayoría no tiene disciplina y quienes la tienen y no les resulta no se han dado cuenta de que simplemente deberían hacer otra cosa. No hay motivo para que esto te genere una frustración y quieras descargar tu odio contra quien sí ha encontrado la chispa que encendió su llama.
Hay otras cosas en las que puedes ser bueno y no tienen que ver con ese sueño de ser un artista talentoso. Quiero decir, que a algunos se nos ha presentado la oportunidad para crecer. Uno encuentra su abundancia en aquello en lo que es realmente bueno. Lo de escribir para mí es mi meditación, mi felicidad, mi trabajo, me honra y bendigo el don, agradezco a Dios, la vida y el universo por regalarme esta maravillosa oportunidad. Es por ello que sigo aquí. Muchos lo anhelan y no a cualquiera les es concedido. Hay que trabajar la parte de la gratitud también. Como decía Robert Frost ¨Dos caminos se abrían en un bosque, elegí el menos transitado y eso supuso toda la diferencia¨. No compitas contra nadie, encuentra aquello donde compartir te hace querer ir más allá y sobre todo que no te genere rencores ni recelo. Es difícil no sé, pero está más cabrón aferrarte algo que ya no te hace crecer. No tiene nada de malo irse cuando uno siente que no está avanzando. Quizás eso te haga falta.
En tu abundancia el camino fluye. Irás encontrando lo que necesitas para ir armando las piensas de tu proyecto. No te desesperes. Una idea tiene que madurar y una vez lista cae del árbol para ser saboreada por quien la ha esperado paciente. Deja que la vida te sorprenda. Deja que te lleve. No siempre puedes tener el control de todo. Renuncia a esa sensación. El camino debería llevarte a descubrir otras facetas y áreas en las que sobresales sin esfuerzo. No imploro el conformismo sino la atención plena de aquello que vas descubriendo.
Quetzal Noah
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April 16, 2022
Tierras yucatecas
Qué serena, limpia y segura se siente Mérida. Las casas del centro lucen cuarteadas entre sus paredes. Se lee por todos lados panuchos, salubutes y cochinita pibil. Llegamos a eso de las seis de la tarde. Un viaje muy tranquilo y una carretera sin conjeturas complicadas. Con el calor de la ciudad siempre se apetece una chelita. Así que fui al oxxo por mi six y de noche salimos cenar unos tacos de cochinita y unos de relleno negro.
El jueves planeamos salir por la tarde a Progreso. Llegamos a las cuatro de la tarde y comimos un filete de pescado. Varios lectores me escribieron para preguntarme dónde iba a estar. Nos vimos en el Muelle Chocolate. Firme libros y nos tomamos la foto. Conocimos a Luis Baker. Un cuate con su muy peculiar humor yucateco que nos dibujó una sonrisa toda la tarde. Uno de mis lectores llegó en una moto. Me dijo que ya había leído cuatro veces El hombre del telescopio. Cuando regresamos llegamos al Mayan Pub y pedimos chelas. Al día siguiente haríamos el tour a Muycuche.
El viernes salimos muy temprano con rumbo a la hacienda Muycuche para bañarnos en su cenote. La hacienda fungió durante muchos años como una de las más importantes en la industria del henequén. El primer cenote no me pareció nada espectacular por lo que pagamos. Pero el segundo sí estaba de poca madre. Estaba en una cámara subterránea y se miraban preciosas las formaciones de estalactita.
Regresamos a tiempo para prepararnos para el recital. La cita fue en Café 500 Noches. Así es viajeros, es de los mismos encargados que la de San Cris. No hace falta resaltar que es un concepto precioso y cualquier artista se siente importante cuando se presenta en un lugar tan romántico, cursi, bohemio y cooltural. Vi un montón de rostros conocidos y uno que otro nuevo lector llevado por su pareja que terminó comprando un libro. Me encontré con mi vieja amiga Lezly que conocí hacía cinco años en la misma ciudad. Se acordaba de que aquella vez yo andaba en huaraches y sombrero de palma. Y ahora bien fresa en 500 Noches, con libros hermosos y mi camisa dockers. El dueño quedó maravillado con mi show y me ofreció presentarme en cualquier de sus sucursales. Veremos qué pasa más adelante. Se va a escuchar mamador pero: se vienen cosas chidas.
Quetzal Noah
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Regresé a Ciudad del Carmen y fue genial
Continuando con la ruta tocó volver a Ciudad del Carmen. Se hacen cuatro horas y media desde Palenque. Hay que regresar por Villahermosa porque es mejor ese tramo de la carretera. Cruzando el puente de la isla comenzaron a volver a mí los recuerdos. La primera vez que estuve aquí fue hace casi siete años. Cuando recién salía de la trinchera de mi blog y hacía mi último recorrido por México antes de lanzarme a la aventura de ser escritor independiente. En ese entonces llegué de manera improvisada a la Feria del Libro de Ciudad del Carmen y dormí en una de esas camas para trabajadores de plataforma. Yo andaba en un modo hippie extremo y viajero que se recupera de una relación. Di una charla y conocí a un par de lectores. Uno de ellos era Guillermo. Fue el primera fan que conocí. Era inolvidable su sonrisa. Un tipo bastante agradable que le platicó de mí y compartió mis textos a muchos de sus amigos en la isla por lo que me volví un referente. Digamos que Guillermo fue mi promotor en una ciudad tan importante como pequeña.
Llegamos al Café Rush a las siete de la noche. Algunos medios de la isla aguardaban mi llegada. El lugar estaba casi lleno y entre los lectores vi ese rostro familiar y alegre. Era Guillermo. Me dio gusto verlo otra vez. Llegaron cuates de Guillermo con algunos de mis libros y muchas lectoras que adquirían un ejemplar por primera vez. La mujer del Café Rush chilena. Después nos fuimos a echar una cerveza al Mcartys que nos quedaba a unas cuantas calles. Pedimos un plato con alitas y dedos de queso. Nos acompañó Alfredo que era una amigo de Guillermo. Traía una versión en pasta dura de Romántico Viajero. Me contó que se lo quitó a su ex mujer. En la charla Guillermo y yo recordábamos aquella vez que pisé la isla. Por cierto que en esa ocasión fui estafado de manera muy pendeja e ingenua y desde entonces ando más trucha con lo qué pasa alrededor de mí.
El día que salimos con rumbo a Mérida pasamos por Isla Aguada por invitación de unos amigos para echar una michelada y sacar unas fotos.
Quetzal Noah
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April 13, 2022
¿Por qué tengo haters? Quetzal Noah
Unos se sienten muy valientes detrás de la pantalla pero en persona no te miran de frente porque saben que son pobres diablos. Unos están esperando que digas algo que les cale para salir de su nido de ratas y reproducirse como gremblis. Unos tienen poca comprensión lectora y ni siquiera saben hacer compras por internet. Unos pertenecen al gremio de los resentidos buscadores de reconocimiento institucional y creen que porque nunca he ganado una beca no soy bueno; y en dado caso que la ganara estoy seguro que dirían que fue por palancas. Unos se casaron con una idea mía muy extraña sólo porque en algunos poemas escribía tetas y culo. Uno que otro está en contra de todo lo heterosexual y también escriben y creen que sus preferencias sexuales son un talento. Unos hasta me han inventado historias que yo ni sabía que tenía como esa de que fundé mi editorial porque tenía dinero (un dinero que yo no he visto). Uno que otro aspirante a escritor le molesta lo que hago porque soy el recuerdo de lo que no han intentado. Tienen que hablar de mí para tener likes porque cuando hablan de ellos mismos nadie los voltea a ver. Unos se la pasan hablando mal de mis poemas y ni han visto que escribo novelas y cuentos y no son capaces de ser analíticos porque estoy seguro que les terminaría agradando. Al parecer hago muy bien mi trabajo porque también le da de comer a otros en cuanto a opiniones se trata. Malo fuera que nadie estuviera hablando. Tal vez yo también hablaría mal de un escritor. Me llaman inflado porque creo en mí y me repito a diario que soy un chingón. A algunos los he bloqueado de mis redes sociales y me buscan en otra exigiendo que discuta con ellos como si mi trabajo necesitara su permiso para ser bueno. Antes me clavaba respondiendo pero me di cuenta que ninguno de ellos vale mi tiempo. Hoy miro mi trabajo muy orgulloso y digo: tienes más de doce libro, has avanzado significativamente y es normal tener detractores; qué mejor prueba que demuestra lo influyente que te has vuelto. También me da risa que cuando me auto proclamo “uno de los escritores más importantes de México” les da risa y a la vez les caga que tenga una percepción de mí demasiado optimista; ni pedo, trabajen en su autoestima y probablemente puedan lograr algo para ustedes mismos. El camino es largo y lo más sencillo por hacer es descargar tus frustraciones desde un perfil falso y sentir que tu opinión tiene relevancia porque a un par de pendejos traen la misma mierda en la cabeza que tú. Antes buscaba demasiadas explicaciones para ese odio tan injustificado que tienen muchas personas, pero son distintas las razones como si cada uno perteneciera a un nicho de mercado distinto; la conclusión es sencilla: soy bueno en lo que hago y eso le hace sentir mal a ciertas personas.
Y bueno, si no te gusta lo que hago, y a pesar de ello estás pendiente de mi trabajo: no te engañes, también eres un fan.
Quetzal Noah
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April 11, 2022
Llegando a Palenque por Quetzal Noah
Hicimos dos horas por carretera de Villahermosa a Palenque. En el camino fuimos sorprendidos por iguanas que arriesgaban su vida cruzando la carretera de dos carriles. Me fui sin haber probado el pozol tabasqueño. Traté de comprar uno en la salida a Palenque pero dijeron que aún no estaba listo, era mediodía, tal vez olvidaron adelantar el horario. Al fin una carretera a la que se nota que sí se le destina parte de su cobro para tenerla en excelentes condiciones.
De memoria sabía cómo era la entrada a Palenque y la desviación a las ruinas. Nos cobraron cien pesos por persona por pasar en coche más otros cincuenta que un par de chicos muy abusados cobran por di que cuidarte el coche aunque no les pertenece a ellos ningún pedazo de esa carretera.
No dejan de asombrarte las ruinas al entrar y ver el Palacio y el Templo Calavera. La tumba de Pakal me vuela la imaginación. Un día escribí una historieta sobre aquel mítico emperador. Lo triste del recorrido fue que ya no se podía subir muchas escalinatas de los templos. Lástima porque así se podían sacar mejores selfies panorámicas del lugar. Dimos un recorrido en círculo hasta llegar a la cancha del juego de pelota y atravesamos un sendero de la selva por donde el río se quebraba para formar una cascada. Con el sudor pegado a las camisetas salimos para llegar al Café Fuga y firmar libros. Tenía un diseño muy elegante entre columnas de roca que hacían armonía con los árboles y entre ellos uno que otro monos saraguato quería venir a saludarnos. Lo único que reprocho de aquel sitio era que no tenía cerveza. Pero su mezcalita y su carajillo hicieron olvidarme de aquella pena. Recibí un par de lectores. Los suficientes para darme cuenta que la semilla de mi obra sigue prosperando en lugares con un bajo índice de lectura. Uno de los chicos me platicaba de los poetas chiapanecos contemporáneos; él y su novia eran verdaderos seguidores de todo un movimiento literario.
Al salir fuimos hasta la Cañada. Recuerdo aquel lugar unos años atrás, ahora tenía más restaurantes y bares. Se veía como lo más fresa de Palenque. Nos hospedamos en un hotel con piscina porque queríamos refrescarnos. Bebimos cerveza para mitigar los bochornos. Cuando apagaron las luces de la alberca nos preparábamos para ir a cenar. Mientras esperaba a mi novia en una palapa pedía una cerveza. Un par de chicos extranjeros fumaban y escuchaban reggae. Me acerqué para pedirles un cigarro. Forjaron muy amablemente uno para mí con tabaco orgánico. Uno se llamaba Api y el otro Martens. Ambos veían de los Países Bajos. Martens tenía un negocio de flores artificiales y Api tenía una compañía de recursos humanos. Les dije que era escritor. Hablamos de cómo convertí mi hobby en mi trabajo. Me invitaron a fumar la fiesta relajada. Les dije que saldríamos a cena y Api dijo que tenía hambre. Fumamos en el puente cerca de la calle principal y fuimos por tacos. Quedaron encantados porque eran buenos. Api era musulmán y pidió dos de bistec y uno de pastor. Martens uno y uno. Bromeábamos sobre la pronunciación del pintor Van Gogh. Cuando les dije que a mi novia le gustaba Van Gogh pensaron que me refería a Bangkok la capital de Tailandia y reíamos tras la confusión. Insistieron en pagar la cuenta. Yo quería encontrar un lugar abierto para devolverles el favor con un par de cervezas pero ya era más de la medianoche. Al día siguiente ellos irían a hacer un tour por la selva.
Quetzal Noah
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April 6, 2022
Calor de Tabasco
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