Quetzal Noah's Blog, page 11
April 4, 2022
Llegando a Tuxtla con Lord Banquetas
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March 26, 2022
¿Cómo convertirse en mochilero? Cap1
Lo último que supe sobre Gulliver fue que lo encontró una tribu de hombrecillos y mujercillas que cabían en la palma de una mano. No pudo continuar el viaje conmigo porque se quedó en el bus de comerciantes que salió una noche de junio de Puebla para llevarme a San Cristóbal de las Casas. Era una edición vieja de esas que tienen el aroma cabal de haber liberado muchas mentes y movido corazones. La encontré en un bazar casero de la colonia Roma en la Ciudad de México y me costó veinte pesos.
En Puebla supe que un libro es el mejor amigo en la soledad y el mal tiempo; pues una tormenta sacudió la ciudad una noche antes de partir al sur y tuve que refugiarme en Los Arcos frente a la Catedral. La incertidumbre de no tener un techo y la preocupación de contraer un fuerte resfriado al estar a kilómetros de mi hogar fueron arrastrados a la costa del olvido por el oleaje de las páginas en cuanto me puse a navegar junto a aquel legendario aventurero.
Eran cerca de las siete de la mañana cuando el bus entró a Tuxtla Gutiérrez. Una ciudad cubierta de frondosos árboles de frutas. Alguna vez me dijeron que en Chiapas nadie se preocupa por comer porque al estirar la mano puedes encontrar un árbol que te regala mango, plátano, cacao, tomate y otras cosas. El bus subió por una carretera entre montañas cubiertas de una densa neblina que apenas y dejaba ver los coches que venían en sentido contrario del camino.
El bus se detuvo y yo recogí mi guitarra, la mochila y una caja de cartón donde llevaba un telescopio. Cerca de la terminal caminé para dirigirme al centro entre el ruido de hombres que gritaban con un acento gracioso Tuxtla, Tuxtlaaaa….Comitán, Ocosingoooooo, Seguí a pie con mis cosas sobre la espalda. Un aroma a café viaja por todo el centro histórico desde que se cruza la primera cuadra detrás de la terminal de ADO. Pasé por un mercado de artesanías que se encontraba junto a una iglesia que permanecía cerrada. Seguí en línea recta hasta llegar a unos portales frente a una plaza con un kiosco. Me detuve a ver pasar a la gente. Festejé en silencio mi llegada y reflexioné en la decisión que había tomado. Veía viajeros como yo cargando la vida en la mochila. Hombres y mujeres de todas las edades yendo y viviendo de un lado a otro por todas las calles siendo interceptados por mujeres indígenas con sus hijos que les ofrecían algún poncho u artesanía. Ahora estaba en un lugar que no sólo se veía distinto a lo que yo había conocido, sino que también se sentía. Fueron los viajeros los que me hablaron de cierta vibración o energía que experimentaban todos los visitantes que llegaban a San Cris por primera vez.
Como todavía era temprano y mi cuerpo ya me pedía una cama tras no haber descansado bien durante el largo recorrido desde Puebla, me fui a buscar un hospedaje. Di vueltas en círculos dejando que el pueblo me regalara todo lo que era nuevo para mis ojos. No fue difícil dar con un hostal. Casi todas las calles cercanas a la plaza principal tenían uno. Encontré un dormitorio por cien pesos en una casona con un patio al centro con mesitas y sillas de madera y hasta te regalaban un café o té de bienvenida.
¿Cómo convertirse en mochilero?Quetzal Noah
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March 21, 2022
Mis tres poemas favoritos
Hoy que festejamos el Día Internacional de la Poesía. Esta noble disciplina que nos ha regalado esperanza e infinitas alegrías no sería posible sin los ecos de aquellos que buscaban un escape o un refugio en ella. La poesía es el hogar de muchos símbolos que nos hablan a través de las metáforas y por ello quiero compartir tres de mis poemas favoritos.
1. “El camino no elegido” Robert Frost
Dos caminos se abrían en un bosque amarillo,
y triste por no poder caminar por los dos,
y por ser un viajero tan solo, un largo rato
me detuve, y puse la vista en uno de ellos
hasta donde al torcer se perdía en la maleza.
Después pasé al siguiente, tan bueno como el otro,
posiblemente la elección más adecuada
pues lo cubría la hierba y pedía ser usado;
aunque hasta allí lo mismo a cada uno
los había gastado el pasar de la gente,
y ambos por igual los cubría esa mañana
una capa de hojas que nadie había pisado.
¡Ah! ¡El primero dejé mejor para otro día!
Aunque tal y como un paso aventura el siguiente,
dudé si alguna vez volvería a aquel lugar.
Seguramente esto lo diré entre suspiros
en algún momento dentro de años y años
dos caminos se abrían en un bosque, elegí…
elegí el menos transitado de ambos,
Y eso supuso toda la diferencia.
2. “Canto a mí mismo” Walt Withman
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago… e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
par ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que me muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Se cuál es mi misión y no lo olvidaré;
que nadie lo olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de par en par las puertas a la energía original de la naturaleza desenfrenada.
II
Las casas y los aposentos están cargados de perfumes,
los estantes y los armarios están cargados de perfumes.
Aspiro y me complazco en su fragancia,
siento su influjo enervador,
pero me rebelo… Me rebelo y me escapo.
La atmósfera no es un perfume.
No tiene el gusto de las esencias;
es inodora,
está hecha para mi boca
y yo lo absorbo y la adoro como a una novia.
Iré a los repechos donde comienzan los bosques y me desnudaré para gozar enloquecido su contacto.
Me gusta ver el vaho de mi aliento,
las ondas del río,
los hilos de seda que se cruzan entre los árboles,
las horquillas donde descansa la vid.
Me gusta oír los ecos,
los zumbidos, los murmurios de la selva.
Me gusta sentir el empuje amoroso de las raíces
al través de la tierra,
el latido de mi corazón,
la sangre que inunda mis pulmones,
el aire puro que los orea
en inspiraciones y espiraciones amplias.
Me gusta olfatear las hojas verdes
y las hojas secas,
las rocas negruzcas de la playa
y el heno que se apila en los pajares.
Me gusta oír el escándalo de mi voz, forjando palabras que se pierden en los remolinos del viento.
Me gusta besar,
abrazar
y alcanzar el corazón de todos los hombres con mis brazos.
Me gusta ver entre los árboles el juego de luces y de sobras cuando la brisa agita las ramas.
Me gusta sentirme solo entre las multitudes de la ciudad,
en las estepas
y en los flancos de la colina.
Me gusta sentirme fuerte y sano bajo la luna llena
y levantarme cantando alegremente a saludar al sol.
¿Qué creíais?
¿Qué me conformaría con mil hectáreas de tierra nada
más?
¿Pensasteis que toda la tierra sería demasiado para mí?
¿Para qué habéis aprendido a leer si no sabéis ya interpretar mis poemas?
Quédate hoy conmigo,
vive conmigo un día y una noche
y te mostraré el origen de todos los poemas.
Tendrás entonces todo cuanto hay de grande en la Tierra y en el Sol
(existen además millones de soles más allá)
y nada tomarás ya nunca de segunda ni de tercera mano,
ni mirarás más por los ojos de los muertos,
ni te nutrirás con el espectro de los libros.
Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos
ni tomarás las cosas de mis manos.
Aprenderás a escuchar en todas direcciones
y dejarás que la esencia del Universo se filtre por tu ser.
3. “La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor “ Dylan Thomas
La fuerza que por el verde tallo impulsa a la flor
impulsa mis verdes años; la que marchita la raíz del árbol
es la que me destruye.
Y yo estoy mudo para decirle a la encorvada rosa
que la misma fiebre invernal dobla mi juventud.
La fuerza que impulsa el agua entre las rocas
impulsa mi roja sangre; la que seca los arroyos parlantes
vuelve cera los míos.
Y yo estoy mudo para contarle a mis venas
cómo la misma boca bebe del manantial de la montaña.
La mano que arremolina el agua del estanque
remueve las arenas; la que amarra las ráfagas del viento
iza mi vela de sudario.
Y yo estoy mudo para decirle al ahorcado
que el barro del verdugo está hecho de mi arcilla.
Los labios del tiempo sorben del manantial;
el amor gotea y se acumula, mas la sangre vertida
calmará sus pesares.
Y yo estoy mudo para decirle al viento en la intemperie
cómo ha trazado el tiempo un cielo entre los astros.
Y yo estoy mudo para decirle a la tumba de la amada
que en mi sábana avanza encorvado el mismo gusano.
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March 18, 2022
Un buen libro sobre el cáncer
Recién termine mi lectura de marzo. En el mes de diciembre pasado me topé en una librería con un título que llamó mi atención. Su nombre era “El emperador de todos los males” de Siddhartha Mukherjee”. Se trata de una biografía sobre el cáncer. Leí la reseña por la parte de atrás. La lectura médica no es un tema que sea de mi habitual consumo y no porque no la considero interesante sino porque hay que pasar horas y horas leyendo de dicha rama para entender otros términos. Al tratarse del cáncer pensé que tenía que darle una oportunidad, pues apenas unos meses atrás mi papá libró una batalla contra el cáncer de colón luego de un calvario de severas complicaciones. Todos tuvimos una nueva normalidad con el covid y yo tuve dos con el cáncer. Quizás no a muchos de los que han librado esa batalla les gusta recordarla. Es como viajar a un país extraño del cual no se sabe si habrán de regresar. Quería tratar de comprender más a profundidad este enemigo de la especie desde hace miles de años.
Para empezar el cáncer no es una enfermedad nueva. Me vienen a la mente muchas conversaciones con mi madre, mis abuelos, mis tíos diciendo algo así como “la gente antes no se moría de cáncer”. Y no se moría porque la esperanza de vida era muy corta. La mayoría de gente moría de cosas que hoy pueden ser tratadas de forma más efectiva e inmediata como una tuberculosis, una hemorragia, viruela o una infección por agua o alimentos contaminado. Hoy a una persona de cuarenta años se le considera aún joven cuando un milenio atrás ya era un viejo con tintes de sabio. El cáncer comenzó a aparecer cuando la esperanza de vida se alargó. En resumen: la gente no vivía lo suficiente para desarrollar la enfermedad.
Según jeroglíficos egipcios el primer médico en hablar de cáncer se trataba de Imhotep quien claramente especificaba que para dicho padecimiento “no había tratamiento”. Han pasado más de dos milenios desde el primer registro momificado del cáncer, el cual pertenecía a la reina Atosa del imperio persa. Se trataba de un cáncer de mama que le fue extirpado. Al alargar un poco más su vida la reina Atosa decide expandir sus conquistas, pero no le duraría mucho la ambición. Fue el médico griego Galeno quien describió la enfermedad como carcinoma de la etimología griega “karkinos” que significa cangrejo y “oma” que significa bulto o masa; se le daba ese nombre por las formas en que este enemigo se manifestaba.
Pasaron siglos de oscuridad donde la gente inventaba de todo para curar éste mal como sangre de rana, excremento de cabra, derivados de plomo y otras tantas panaceas salidas del desespero, la fantasía y la imaginación. Con el descubrimiento de los rayos x algunos médicos y científicos vieron que la radiación podía disminuir ciertos tumores. Pero ¡Oh sorpresa! La radiación causaba otros tipos de cáncer. La extirpación no era lo más efectivo. Pues al cabo de unos meses o pocos años los cánceres regresaban con más agresividad. Fue entonces que la mira médica apuntó para otro lado: el comportamiento de las células.
Científicos, biólogos, genetistas y médicos notaron que un cáncer era la reproducción anormal de células malignas en los tejidos y la sangre. Lo curioso, interesante y a veces terrorífico del cáncer es que no todos sus tipos se comportan igual. Unos son de lento desarrollo y otros sumamente agresivos.
Durante la primera guerra mundial el hábito de fumar se popularizó en todo el mundo. Treinta años más tarde los casos de cáncer de pulmón también. Investigadores comenzaron a realizar estudios en la gente. La gran mayoría había fumado durante casi tu vida. Sin embargo, no fue fácil convencer a la comunidad médica y mucho menos al gobierno que recibía grandes ingresos de la industria tabacalera en Estados Unidos. Es increíble que aún habiendo evidencia científica de ciertos hechos la gente se niega a creer hasta que no tiene frente a sus ojos la tragedia.
El cáncer se volvió la principal causa de muerte en Estados Unidos a lo largo de casi treinta años lo que lo convirtió en un problema de salud pública. Inversión estatal y privada se vieron obligar a financiar la investigación científica para encontrar nuevas soluciones a lo que la gran mayoría de las personas iba a padecer en algún momento de su vida.
Fueron casi cuarenta años de investigación hasta que el trabajo de Bert Volgestein, Weinber, Folkman dieron con algo que se sospechaba: el cáncer se encuentra en nuestros genes. Nuestras secuencias de adn en cierto momento pueden mutar, una vez que se produce una mutación pueden replicarse. A veces dichas mutaciones son el resultado de cancerígenos como las sustancias del tabaco, los alimentos ultraprocesados o la radiación. Muchos oncogenes (genes que pueden activar el cáncer) se transmiten por herencia. Éste trabajo fijó la vista en la biología molecular y genética para comenzar a atacar los genes mutados con nuevos fármacos. No se ha logrado vencer al cáncer del todo, pero la esperanza de vida se ha alargado. El cáncer, como toda enfermedad: se ha vuelto un largo aprendizaje. Hasta parece que la biología y la naturaleza planearon con suma cautela ésta enfermedad como un sistema de autodestrucción de nuestra especie. Este padecimiento es el enemigo al que le hacemos la vista gorda. Casi todos hemos conocido a alguien con algún tipo de cáncer. Este libro no es ninguna autoayuda para salir adelante pero invita a reflexionar mejor los avances del esfuerzo humano por salvaguardar la especie y entender nuestra propia naturaleza.
Quetzal Noah
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March 16, 2022
¿Sueñas con vivir de tu arte?
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March 5, 2022
Espacio en los cajones
Estoy haciendo espacio entre mis cajones
acumular objetos comunes casi siempre
provoca ciertos retrasos a la hora de irme
y ya llevo rato acostumbrado a las partidas
me he deshecho de un mazo de cartas tuyas
las arrojé al fuego de la carnita asada
una tarde de sábado en la que me sentía
despejado de la insistente melancolía
encontré también aquellos libros que me prestaste
los he sacado al garaje en una venta de remate
quizás esa plata me servirá para comida o un pasaje
si un día llegas porque los quieres de vuelta te diré
lo lamento, que tardaste y los tiempos de cada persona
son diferentes en cada uno cuando se sabe lo que se quiere
ya me desahogué con tanta insistencia que en su momento
hasta me llegué a odiar como el villano de la historia que cuentas
no quedarán más rastros de nuestras aventuras
sólo lo que llevo en la memoria por si las dudas.
El libro tinto
Quetzal Noah
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February 13, 2022
21. Caguama
La mañana del domingo en que Lupillo partió de Tulum estaba nublada. Al mediodía un aguacero cayó con tal furia que las calles mal pavimentadas se volvieron pantanos de lodazales. Lupillo tenía que dejar el cuarto antes de la una de la tarde. Se preguntó a sí mismo si volvería a experimentar un hechizo parecido al de aquella mujer que le mostró el amor como un reflejo de la libertad a la que aspiramos los seremos humanos. Sentía una terrible ausencia, como la del escritor que pierde un diario o el del músico al que le hurtan su instrumento. No le pidió su teléfono ni su contacto de facebook porque ella le dijo que si aquello que vivieron era tan especial sería la misma vida la que los volvería a juntar, echando así una suerte al destino de la cual él no era muy creyente. Y fue así que sin un amor que le estremeciera la piel, días con escasas sonrisas o un proyecto fijo que lo motivara a seguir creciendo; se dio cuenta que ya no tenía razones para seguir en el mismo sitio. No tiene nada de malo irse cuando sientes que no estás avanzando. El aguacero cesó un poco y aprovechó para avanzar con rumbo a la terminal de autobuses. Estaba decidido a llegar a Mérida si es que había una corrida. Pero la sabiduría viajera le tenía otros planes. En la pantalla de las salidas solamente aparecía una salida a Chetumal con una parada en Bacalar. Unos días antes escuchó que valía la pena quedarse unos días en la serenidad de la laguna para deslumbrar la emoción ante su paleta natural de colores. Lupillo compró su boleto y durmió casi todo el camino. El autobús llegó a Bacalar. Era uno de esos domingos en los que los viajeros extrañan la comida familiar al pasar por las casas donde padres, hijos, sobrinos y nietos conviven viendo el fútbol o prendiendo el asador.
Caminó dejándose llevar por la sabiduría viajera para encontrar la plaza del pueblo y buscar un lugar para pasar la noche. El verano estaba partiendo al sur. Poco a poco el cielo volvía a despejarse. Al horizonte el reflejo de la laguna lo invitaba a detenerse por un rato. Caminó hacia ella. Encontró un depósito y se compró una caguama. Una caguama en un domingo solitario es como una encontrar a un amigo de la secundaria que no se ve hace años. La alegría en los pequeños detalles que ignoramos por ir apresurados por la vida es el tesoro de los mochileros. Caminó por el muelle de madera y sumergió sus pies en el agua. Abrió la caguama, sacó su guitarra y se puso a tocar un par de rolitas para él. De nuevo la soledad era ese lugar tan agradable del que uno casi nunca se quiere ir. Estuvo ahí hasta que el ocaso le reveló los tonos pastel de la inmutable parsimonia de la laguna. En sus adentros reflexionaba si el Dios que dicen que ha creado este mundo primero fue un artista para imaginarlo de tal manera que en los momentos más alejados de todo aquello que creemos que nos pertenece termine por conmovernos. Lupillo le dio el último trago a la caguama y se levantó. De nuevo solo. De nuevo otro lugar. De nuevo otra cama. De nuevo la sabiduría viajera recordándole que todo está en su derecho de disiparse o desvanecerse como el humo del cigarro que asciende al cielo.
¿Cómo convertirse en mochilero?, Quetzal Noah
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February 12, 2022
20. Reliquia
Todos tenemos un chingo de pedos con nuestra existencia
lo que nos hace diferentes a otros
es aceptarlos o negarlos
negarlos es básicamente hacerse pendejo
aceptarlos es ser más pendejo para convencerse
de que podemos controlar un gran porcentaje
de muchas situaciones aleatorias en nuestra vida
por ejemplo yo me hago pendejo con mis letras
no sueño con una obra que sea reconocida
a nivel internacional
no finjo que me gustaría ser
un proxeneta del buen escribir
supongo que escribir es un talento
porque a alguien le gusta lo que hago
lo comparte
cuando acepto mi la reliquia de mi don
siempre llegan personas ofendidas
que creen que por expresar su opinión
debería cambiar mi estilo
cambiar mi estilo sería
negar toda la gracia de mis fechorías
inventadas frente al papel
cada frase tiene un propósito
a veces no lo parece
no se trata de que me entiendan
solamente me engaño
creyendo que tengo cierto poder con las palabras
y a veces resulta.
Quetzal Noah
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February 11, 2022
19. Genio
Una tarde estaba viendo vídeos en youtube y encontré un músico bastante peculiar. Era rechoncho con una voz rasposa y tocaba la guitarra junto con una armónica. Estuve escuchando sus rolas durante todo el día. Me parecía genial que, aunque su voz no era de las más agraciadas, al menos sus acordes y melodías te dejaban la sensación de haber descubierto un genio o una de esas rarezas que te hacen sentir tan bien que casi no las compartes por temor a que otros no les guste eso que tanto te anima. Durante una semana escuché sus canciones. Tomé mi guitarra y una libreta y me puse a escribir mis historias. Fui a una tienda de música a comprar una armónica y un soporte para colgarla en mi cuello. Lo escuchaba a diario. Trataba de crear algo tan único como aquel talento lo hacía. El verdadero genio del artista trasciende cuando ya no sólo aprecias su obra con cierta admiración, sino que la misma te provoca el alma, te eleva las ideas, te pone cachondo, te asombra una y otra vez, te preguntas si tú podrías llegar a hacer algo así, te vuelve inquieto, curioso y te lleva a querer plasmar una parte tuya en un pedazo de papel, una guitarra, una fotografía, un poema, un lienzo, una pared o lo que se encuentre cerca de ti. El artista se acerca a la inmortalidad cuando con su creación logra que otros celebren su lado más humano. Y la verdad que éste cuate hacía que yo también quisiera decirle al mundo “aquí estoy, soy otro pendejo con guitarra intentando ser famoso, pero creo que tengo algo que ofrecer, si otros pudieron ¿por qué yo no?” Me puse a ensayar mis rolas. Una tarde de sábado me decidí salir al mundo a mostrar lo que hacía. Luego de escuchar una hora a aquel artista supe que era hora de continuar con el sueño. Salí de casa hasta la parada del camión. Le pedí al chofer una chancita para tocar mis primeras creaciones. No me presenté. Me recargué en el respaldo de un asiento vacío. Canté dos rolas en lo que llegaba al centro. Pasé por los asientos pidiendo cooperación y me bajé con cien pesos. Caminé por la calle Morelos y puse la funda en el suelo. Toqué un rato y me echaron monedas. Fui a las afueras de una estación del metro y también tuve una buena recaudación. Al regresar a casa le dije a mis padres que ya tenía trabajo. Era un artista de la calle.
Quetzal Noah
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February 10, 2022
18. Hamburguesa
Le prometí a mis sobrinos llevarlos a McDonalds por una cajita feliz. En el camino les propuse mejor ir a Burguer King y se negaron rotundamente. A mí de niño también me encantaba McDonalds por los juegos y porque aparte de comer me llevaría un juguete a casa. Pedí dos cajitas felices y una hamburguesa con queso para mí. Veía mi hamburguesa pensando en qué se puede contar sobre la hamburguesa. Había una chica en la universidad a la que le decíamos la hamburguesa porque siempre su comida diaria era una de la cafetería, sus enormes cachetes se inflaban de goce en cada bocado. Esas hamburguesas se parecían a las que vendían en la secundaria con una carne de dudosa procedencia y un queso semirancio que les daba un inexplicable buen sabor y lo curioso es que no conocí a ningún chico o chica en la secundaria que se haya enfermado por comerlas. Cuando tenía un mal día y llegaba a casa y mi mamá había preparado hamburguesas mi optimismo por la vida quedaba restaurado. Luego de un largo viaje de mochilero conseguí un empleo como cocinero en un foodtruck de comida vegana, me enseñaron a preparar una hamburguesa de garbanzo, y lenteja con un queso hecho de papa, no estaba nada mal y si nadie te decía que era vegana seguramente ni lo notarías. Llegó la chica sosteniendo una bandeja con nuestra orden. Era una hamburguesa del tamaño de una magdalena. Tenía pepinillos. Detesto los pepinillos. Mientras disfrutaba el sabor de mi efímera hamburguesa recordé que una vez fuimos a un McDonalds del gabacho. Íbamos en la caja de la camioneta de mi papá, tenía un camper. A mis primos y a mis hermanas nos gustaba viajar en la parte trasera. Nuestros papás nos llevaron a McDonalds. Felices y contentos comiendo las papas que sobraron en nuestra cajita feliz vimos que un coche se acercaba a nosotros a la hora de cruzar el puente para regresar a México. Era un hombre de lentes. Se reía de nosotros. Uno de mis primos le aventó una papa frita. El hombre esbozó una risa. Notamos que luego de cruzar el puente nos seguía. Así que todos acordamos en bombardearlo con papas, popotes y sobres de salsa cátsup. El hombre tenía un gesto maquiavélico de ternura. No se le veía enojo. Eso nos atemorizó más. Doblamos en una esquina. Ya no teníamos municiones. Yo sostenía un vaso de refresco al que le quedaban algunos hielos. Lo lancé y cayó sobre su parabrisas. El hombre perdió el control del volante y se estampó con otro coche. Cuando bajó continuaba con su risa. Terminé mi hamburguesa y un hombre muy parecido a aquel sujeto entro. Al salir vi un coche idéntico. Tenía placas fronterizas y la defensa caída.
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