Miguel Ángel Núñez's Blog, page 27

September 23, 2019

Abigail, belleza con sabiduría



El nombre de aquel varón era Nabal, y el nombre de su mujer, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de buena gracia; mas el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Caleb ” (1 Samuel 25:3).

Abigail fue hermosa y sabia. Combinación poco común en el medio ambiente en el que se desarrolló. Probablemente llegó a ser esposa de Nabal no por voluntad propia. Era habitual en ese tiempo que algunos padres hiciesen un buen negocio con sus hijas “casándolas” con alguien de buen capital, una forma elegante de decir que eran “vendidas” al mejor postor.

Las alternativas que tenían las mujeres de ese tiempo eran muy pocas. La inteligencia no significaba mucho en una mujer sólo importaban sus dotes físicas. Había una verdadera trata de blancas escondida eufemísticamente en casamientos arreglados. Nabal, torpe, borracho, necio y desconsiderado no era el marido soñado por alguna mujer, al contrario, debe haber sido un suplicio estar casado con él.

Abigail se enteró de lo que hacía David. Llegó a sus oídos las veces en que los hombres de David habían ayudado a los siervos de su esposo. Seguía a la distancia los acontecimientos. Sabía que algo iba a pasar en Israel. Entendía que en todo esto David era un personaje protagónico importante. Sabía que de alguna forma Dios estaba guiando.

Cuando escuchó lo que Nabal le dijo a los emisarios de David enseguida supo que su esposo una vez más había cometido un error. Sin decirle nada preparó comida y animales y salió al encuentro de David. Supuso que sin duda este habría de venir a pedir cuentas de un trato tan poco hospitalario.

En Oriente se entendía que la hospitalidad era parte de la cultura y del buen vivir, nadie respondería como su esposo lo hizo, a menos claro que fuera enfermo o estuviera ciego por la avaricia.

A David le entregó los víveres y apaciguó el temporal. El resto de la historia lo sabemos. Nabal murió de un ataque cardiaco al enterarse de lo que su esposa había hecho y Abigail fue solicitada en matrimonio por David. Se convirtió así –con el tiempo– en la esposa del rey. Una decisión cambió su destino. Actuar de la manera correcta marcó la diferencia en su vida.

Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 23, 2019 19:32

September 22, 2019

El amor que golpea tu cabeza



Se dice medio en broma: “Está aturdido, se ha enamorado” o “lo golpeó el amor”, y se supone que la persona está excusada por no pensar de manera racional en lo que hace. Se da por sentado que el amor aturde o al menos, no deja pensar con claridad. Sin embargo, por mucho que se repita esa idea, es falsa. Lamentablemente, siempre el error es más difícil de erradicar, especialmente si es una idea que se mantiene a fuerza de folklore y tradición.

La ceguera que supuestamente se provoca al estar enamorado, no tiene nada que ver con el amor sino con la obcecación, con la actitud de hacer lo que se ha decidido aún cuando la razón y las evidencias muestran lo imprudente de una conducta o de la elección de alguna persona en particular.

El amor real no es ciego, al contrario, ve bien lo que va a hacer. Evalúa, mide, analiza y luego actúa en concordancia.

¿Por qué es tan importante este aspecto? Simplemente, porque el amor no está pensando para que dure dos horas, sino para que se proyecte en el tiempo, y para eso necesita de tomar decisiones sabias y no imprecisas, alocadas o irracionales.

Muchos jóvenes, se dejan llevar por impresiones momentáneas, por ilusiones pasajeras o por la sensación de que pueden hacer cualquier cosa, sin medir consecuencias, lo que es imposible.

El amor se alimenta de ilusiones, si, sin duda, pero vive de realidades. De decisiones que tienen consecuencias reales en el aquí y en el ahora y que deben ser consideradas a la hora de elegir qué hacer.

El amor exige límites.

Uno de ellos, es pensar con cuidado sobre las consecuencias de lo que podría ser nuestra vida si no pensamos cuidadosamente cada aspecto de las decisiones que tomaremos. Amar implica responsabilidad, especialmente si otros se verán afectados directa o indirectamente por nuestras decisiones. Muchas familias se han formado sin tener en consideración el contexto adecuado y los hijos, y luego generaciones sufren los efectos de la imprecisión y las malas decisiones.
Del libro inédito Lazos de amor Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 22, 2019 15:30

September 21, 2019

Saber quién eres



Epícteto, el filósofo griego que vivió entre los años 55 y 135, escribió: “Cada cual se tasa libremente en alto o bajo precio, y nadie vale sino lo que se hace valer; tásate, pues, como libre o como esclavo: esto depende de ti”. Han pasado siglos y las palabras de este sabio aún perduran en el tiempo como un acicate a la falta de sabiduría de quienes eligen despreciarse a sí mismos y terminan desvalorizándose de tal modo que sus vidas se convierten en un fracaso.

Para amar, es condición básica saber quiénes somos y el precio que nos damos a nosotros mismos. Una persona que decide ser amada, lo hace bajo la premisa de saber su valor como individuo. Cuando alguien se desvaloriza, también permite que en su vida entren personas que en vez de ayudarla a mejorar su autoestima la dañan más aún que antes, haciendo que se produzca un ciclo tóxico de rechazo.

Aceptamos las proposiciones que están en relación al concepto que tenemos de nosotros mismos. Si nos consideramos valiosos, entonces, no podemos aceptar cualquier proposición y eso también involucra a la pareja.

Muchas personas, con talentos, valiosas, inteligentes, con mucho potencial, terminan anulándose a sí mismas por el tipo de personas que aceptan como compañeros o cónyuges, simplemente, porque el valor que se han dado a sí mismas no es el más adecuado.

Una de las grandes paradojas cristianas es que Dios nos consideró tan valiosos que estuvo dispuesto a crear un plan para ayudarnos a entender nuestro valor como individuos. Cristo entregó su vida en la cruz, precisamente para mostrarnos el valor que tenemos que excede cualquier cifra. Cristo vendría a morir, aún cuando fuera una sola persona la que precisara de su sacrificio, porque una verdad muy simple y a la vez extraordinaria: Cada ser humano es valioso en sí mismo, de un valor incalculable. Lo paradojal es que muchas personas sabiéndolo intelectualmente, no lo incorporan como eje central de sus vidas.

Cuando entendemos el valor cualitativo que tenemos, nunca permitimos que nos hagan sentir inferiores o que abusen de nuestra confianza, simplemente, porque nos respetamos a nosotros mismos.
Del libro inédito Lazos de amor Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 21, 2019 15:30

September 20, 2019

En nombre del amor



Hay quienes creen que el amor lo justifica todo. En nombre del amor son capaces de realizar acciones horrorosas. A través de todas las edades han existido personas que han justificado hechos reprobables, sólo porque se hacía en nombre del amor. Sin embargo, por mucho que una idea sea popular, o se haya mantenido por siglos, eso no la hace cierta. Amor sin límites, termina siendo destrucción segura. Los límites protegen, no están para dañar.

La Biblia dice que el amor “no hace nada indebido” (1 Corintios 13:5), y eso significa que amar no es derecho libre para hacer lo que nos venga en gana. El amor no justifica el error y la maldad, cuando eso no se entiende, entonces, el amor se convierte en la excusa perfecta para realizar todo tipo de acciones desconectadas del sentido común y de la esencia del amor.

Algunos, por ejemplo, se atreven a realizar acciones incluso reñidas con la legalidad, simplemente, porque dicen amar. Una de esos actos extrañisimos es ver a personas inteligentes maltratar a sus esposas y parejas de una manera obscena y “en nombre del amor”, porque supuestamente hacen eso porque aman, lo que resulta ser lo más contradictorio y nocivo que existe, especialmente para las víctimas de este tipo de personas que termina aceptando dicha conducta como si fuera parte del trato de ser pareja.

El amor exige límites. Uno de los primeros es la bondad. Una persona que ama es bondadosa. Si no lo es, entonces, tolerar esa actitud en nombre del amor es absurdo. El amor no puede vivir bajo el dominio de la tiranía, de la desconsideración o de la imposición. El amor se manifiesta en la bondad. Cuando no está presente, y no hay actos bondadosos en la relación, entonces, es evidencia suficiente para saber que allí existe cualquier cosa menos amor.

La bondad no tiene que ver con superficialidades dignas de novelas de Corín Tellado, sino con la preocupación honesta en el bienestar de la persona que amamos. Bondad que implica abnegación para dejar a un lado necesidades personales con tal de que la persona amada se sienta cómoda y amada. Bondad que lleva a renunciar a pequeños placeres momentáneos por la plenitud de quienes hemos decidido amar.
Del libro inédito Lazos de amor Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 20, 2019 15:30

September 19, 2019

El amor no es colonización



Las expresiones coloquiales que se usan en relación al amor delatan las tergiversaciones que se han desarrollado históricamente y que aún perturban las relaciones. Hablar de “conquista” supone un idioma no sólo de guerra, sino de invasión y colonización.

Puede parecer pueril, pero el idioma nos define y nos convierte en dependiente de los conceptos que desarrollamos. Dicho de otro modo, nadie piensa más allá de las palabras e ideas de su mente.

Es fácil derivar en la idea de “dueño”, cuando se ha hecho una “conquista”y se cree que la persona “conquistada” nos pertenece. Sin embargo, eso anula la relación: Un vínculo de libre elección.

Muchas personas que se unen en pareja, bajo el esquema de amor conquista, tienden a colonizar al otro y hacerle objeto de sus propias expectativas, sin considerar las diferencias ni la subjetividad del cónyuge. De allí a la frustración y la sensación de cárcel hay un paso. Se torna en un amor tóxico y asfixiante.

El amor no es colonización. La relación de pareja no es de “conquistado” y “conquistador”, de “invasor” e “invadido”, de “amo” y “siervo”. La sola idea de creer que el otro miembro de la pareja sea una extensión de sí mismo, anula completamente el concepto “pareja” y termina siendo una fusión que atenta contra la individualidad y el respeto.

Muchas parejas fracasan en esta área, porque sus vidas están imbuidas de conceptos culturales sesgados, que cuando están en una relación no entienden que una pareja es un vínculo de a dos, un baile donde ambos expresan lo que son sin que uno u otro maneje o controle lo que el otro es. Cuando no hay libertad, no hay amor.

No es fácil, pero es necesario. Como dice la escritora Etty Hillesum: “dejar que el otro sea él mismo, que viva con su libertad, que sea totalmente libre para seguir sus ideas y su proyecto es lo más difícil que existe”. ¿Por qué es difícil? No sólo porque choca con las ideas populares, sino porque dejar que el otro sea libre de expresarse y generar sus propias expectativas exige la humildad de dar vía libre a alguien que no es “conquistable”, sino con el que se hace un pacto mutuo de amor y respeto.
Del libro inédito Lazos de amor Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 19, 2019 15:30

September 18, 2019

Amor centrado en otro



Es fácil engañar en el amor.

Muchas acciones que llaman “amor” no son más que engaños bien desarrollados. Lo que algunos llaman “Síndrome Dalila”, convencen de que aman, cuando sus intenciones son otras. El amor real no está ocupado en poseer sino en entregar.

Cuando las personas viven centradas en sí mismas no logran compartir su vida. Todo pasa por el tamiz de su experiencia y carecen de empatía hacia la pareja que eligieron, y se convierte sólo en alguien que es “usado” para satisfacer sus necesidades, y con nula o poca ocupación en las necesidades del otro. Eso, a la postre, no es amor, sino tortura.

Una persona que vive el amor de esa forma, no logra conocer realmente a su pareja, al contrario, cada vez se interesa menos en la otra persona, al grado que termina viviendo una ilusión, como en una torre de mármol donde no hay cabida para nadie más que su egoísmo.

Este tipo de relaciones “yoistas” son realmente destructivas. Muchos que la viven terminan sintiéndose meras piezas de recambio en un engranaje donde no interesan como personas, sino sólo como medios para lograr un fin, en este caso, la satisfacción de uno y no de dos, como debería ser cuando una pareja es realmente “pareja”.

Las relaciones destructivas lo son porque una parte de ella no recibe lo que es preciso en una relación que es un puente de ida y de vuelta, no sólo en un sentido. Cuando ambos, se ocupan positivamente uno del otro, entonces, la relación de pareja se convierte en un vínculo de alteridad, donde ambos se sienten escuchados, apoyados, estimulados en sus perspectivas y expectativas, y su proyecto de vida potenciado.

Una relación de alteridad, donde dos se ocupan uno del otro, produce un flujo permanente de autoestima, de respeto, de entusiasmo y de ganas de vivir, que no es igualable con ninguna otra vinculación humana. De allí la importancia para cambiar las claves con las cuales se entiende la pareja. Cuando la relación no es nutritiva, y sólo una parte recibe, la otra muere de falta de afectividad y estímulo. Al contrario, cuando hay alteridad, todo funciona bien y con ganas.
Del libro inédito Lazos de amor Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 18, 2019 15:30

September 17, 2019

Si quieres cambiarlo, ¿por qué elegirlo?

Los seres humanos son extraños, por decir lo menos, se enamoran perdidamente de alguien y luego pretenden que la persona de la cual se enamoraron cambien para que ellos estén felices, ¿quién los entiende? ¿Para qué elegir a alguien como pareja para después estar continuamente diciéndole que debe cambiar? Si desde el principio algo no te gustaba, ¿para qué te uniste a esa persona?

Los seres humanos, pueden cambiar. El único ser inmutable es Dios, el resto de los seres somos finitos, perfectibles y cambiables, pero, un gran y absoluto pero: Los seres humanos no cambiamos por presión externa ni por berrinches ni siquiera por chantaje, lo hacemos cuando entendemos la importancia de cambiar, y cuando lo elegimos de manera voluntaria, sin chantaje de ningún tipo.

El escritor H. Dean Rutherford, en su aniversario de matrimonio número 59 le escribió una carta a su esposa, y en uno de sus párrafos recordó un momento crucial en su relación: “Cuanto nos dimos cuenta de que no éramos capaces de cambiarnos el uno al otro, nos sentimos libres para celebrar quiénes éramos realmente”. ¡Qué hermosa verdad!

Muchas personas se casan o se unen en una relación de pareja, y al tiempo comienzan con pequeñas presiones para que su pareja cambie aspectos, que no necesariamente son negativos o malos, sino que se acomodan a lo que él o ella quiere, de manera arbitraria y unilateral.

Tenía una amiga que solía ser una mujer segura, risueña, positiva. Después de algunos años de matrimonio se convirtió en una sombra. Se volvió insegura, comenzó a ser negativa en sus opiniones o manera de enfrentar la realidad cotidiana. Los amigos no sabíamos qué pasaba, hasta que un día la vimos interactuar con el marido, y nos dimos cuenta que él la había amoldado a su forma de ser, simplemente, porque era lo que a él le acomodaba.

Renunciar a ser quien se es, es de un modo u otro, vender la vida al mejor postor. Lo que se recibe a cambio es una gran cuota de frustración porque se termina representando un papel que no se quiere vivir. La relación de pareja es de aceptación o simplemente, no es.
Del libro inédito Lazos de amor Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 17, 2019 15:30

September 16, 2019

Si no me pasa, no existe



La empatía no se puede decretar, pero sin ella es imposible poner­se en el lugar de otras personas. El egoísmo existencial hace que mu­chos sólo se miren el ombligo sin observar lo que ocurre a su alre­dedor, los hace creer que si a ellos no les pasa, no le ocurre a nadie, lo que genera una actitud displicente frente a las necesidades y problemáticas ajenas.

Hace algunos años, un viejo pastor a quien admiré mucho me confesó emocionado que cuando alguna mujer hablaba sobre violencia doméstica o maltratos verbales, siempre pensaba que las mujeres estaban mintiendo. No se le ocurría pensar que alguien que iba a una iglesia y adoraba a Dios pudiera ser un monstruo en su casa. Así que con vergüenza me confesó que por años, lo único que hizo fue amonestar a las pocas mujeres que se atrevieron a hablarle para que dejaran de hablar de sus maridos y no trajeran oprobio a la iglesia dando una mala imagen.

Sin embargo, un día, su hija que vivía en otro país, lo llamó angustiada y le confesó que sus cinco años de matrimonio habían sido un infierno. Casada con un líder religioso, era maltratada física, sexual y emocionalmente, prácticamente todos los días. En ese momento pensaba en el suicidio y no recurrió a su padre, simplemente, porque pensaba que él terminaría creyendo en su yerno. Pero esta vez, ese hombre anciano, abrió los ojos y se dio cuenta, que lo que muchas veces le habían dicho era cierto. Como alguna vez una joven, ex-alumna me dijo: “Lo que no se ha vivido, no se ve”, y es cierto. Como suelo decir, una cosa es hablar desde la vereda del frente y distinto es desde tu vereda.

La expresión de egoísmo que va a acompañada de falta de sensibilidad y empatía frente a los que sufren, a menudo, no ve lo que no quiere ver y alega, de manera cruel, que como a él o ella no le ocurren, entonces, a nadie más le pasa, y con eso no sólo aumenta el dolor de los que sufren, sino que pone una venda en los ojos de quienes, con otra actitud, podrían ayudar a que las cosas fueran diferentes.

El dolor ajeno es y debería ser nuestro dolor. La empatía alivia a quienes sufren y deja una gran huella de sufrimiento a quienes teniendo hambre de comprensión sólo encuentran indiferencia, insensibilidad y falta de amor. Hay mucho dolor, basta que abramos los ojos, antes que sea tarde.
Del libro inédito Lazos de amor Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 16, 2019 15:30

September 15, 2019

Adivina quien viene a verte



¿Acaso no sabe usted lo que ha hecho Saúl? respondió la mujer. ¡Ha expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros! ¿Por qué viene usted a tenderme una trampa y exponerme a la muerte? (1 Samuel 28:9)

Siempre me han admirado las personas que se enredan en el ocultismo. Sin embargo, me causa más desazón comprobar que cada individuo que se involucra con el satanismo alguna vez fue un niño que inocente jugó como cualquier otro niño, pero que en algún momento algo hizo que dejara a un lado su inocencia y se involucrara en un mundo del cual es muy difícil escapar conscientemente.

La Biblia habla de la “adivina de Endor”, aunque no era en realidad una adivina. Por las características que menciona el texto era una médium espiritista. Se ganaba la vida a punta de engaño. Sólo que la mentira se disfrazaba en dos áreas, por una parte, el engaño hacia la mujer por parte del enemigo de Dios, y por otro lado, el de ella a sus clientes. Si era adivina, ¿por qué no supo que estaba ante el mismo rey Saúl?

El ocultismo no tiene nada oculto. Es sólo la manipulación de la realidad que hace que los incautos se rindan ante supuestos poderes del mal.

Hay lugares de peregrinación donde personas de todos lados visitan a los médiums y agoreros para escuchar versiones distintas del engaño. En el fondo obedece a una enorme necesidad humana que es la de tener convicciones y certezas respecto al presente y al futuro.

En Chile existe el llamado Valle de Elqui, donde aparte de producir un licor muy cotizado se han establecido muchas personas que premunidas de lenguajes crípticos y palabras altisonantes hacen creer a los incautos que tienen noticias del “más allá”, o prometen que los vivos puedan hablar con los muertos. Todos los países tienen su propio “valle de mentiras”.

Un cristiano debe entender con claridad que Dios no hace nada en oculto. Para acercarse a él con honestidad y transparencia es preciso dejar a un lado las presunciones ocultas. Dios es Dios de luz. Quien mezcla la luz con las tinieblas nunca llegará a buen puerto. Un cristiano real sólo buscará vivir conforme a la voluntad divina. Todo lo demás sobra.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 15, 2019 15:30

September 14, 2019

La despreciada



No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y a dondequiera que vivas, viviré ” Rut 1:16

Ser mujer nunca fue fácil. Muchas han visto frustradas sus ambiciones y sueños sólo por su femineidad. Millones de mujeres son humilladas, violentadas y maltratadas. Esto sucede incluso en hogares llamados “cristianos”.

Un día apareció en el pueblo de Rut una familia distinta. No vestían igual a las personas que ella conocía. Pero no fue eso lo que la cautivó sino su manera de actuar. Pero, por sobre todo le atrajo la manera en que aquellos hombres trataban a la única mujer que les acompañaba. Supo que era la madre de aquellos dos jóvenes y el esposo de ese hombre pobre, pero digno.

En su pueblo las mujeres eran las sirvientes. La única esperanza de tener alguna consideración era llegar a ser sacerdotisa del dios moabita. Pero aún allí se exponía a la posibilidad de ser reclutada como prostituta del templo.

Moab era un país próspero. Sus tierras agrícolas y ciudades fortificadas hacía a sus habitantes arrogantes que los inducía a despreciar a otros pueblos. Ruth no era excepción, sin embargo, vio en esos hombres extranjeros algo que no había visto nunca: El aprecio y respeto sólo por ser un ser humano.

Poco a poco fue enamorándose de esa familia. Al tiempo, fue solicitada en matrimonio por Mahlón, hijo mayor de Elimelec y Noemí. Su familia no entendió porque aceptó como marido a un extranjero pobre y errante.

Al poco tiempo, debido al trabajo esclavizante y a las condiciones en las cuales vivieron en Moab su esposo, su cuñado y su suegro murieron. De acuerdo a la costumbre tenía la opción de volver a la casa de su padre y ser ofrecida nuevamente en matrimonio. No obstante, en el transcurso de ese proceso, se había enamorado profundamente de Noemí, su suegra.

Rut admiraba el coraje, la bondad y la entrega de Noemí. Apreciaba la forma de ser mujer que ella tenía. Sin complejos, sin sentimientos de inferioridad, sin falsos pudores. Se sabía criatura de Dios y eso era más que suficiente. No es extraño que decidiera abandonar todo y seguirla a otro pueblo.

Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on September 14, 2019 15:30