Miguel Ángel Núñez's Blog, page 30
August 24, 2019
Conversaciones obscenas

“ Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan ” (Efesios 4:29).
Dialogar es una tarea de al menos dos personas. No se trata de imposición, de violentar la voluntad y la conciencia ajena, ni siquiera de imponer una idea. El diálogo es una conversación honesta donde al menos dos partes buscan la manera de ponerse de acuerdo o básicamente escucharse mutuamente. Cuando eso no ocurre, entonces, no hay diálogo posible.
Para que las personas puedan ponerse de acuerdo es preciso hablar. Son los animales los que gruñen o ladran cuando pretenden solucionar algo. Un humano que se precie como tal buscará siempre dialogar, sin imponer ni tratar de forzar la voluntad de otro.
En medio de tantas disputas que separan a los seres humanos nos hace falta dialogar sin denostar, hablar sin maltratar, discrepar sin violentar. Es una de las tareas pendientes más fuertes que tenemos los seres humanos.
A veces se recurre a la artimaña psicológica de sostener que “somos francos”, por eso decimos lo que decimos de la manera en que lo hacemos. Sin embargo, la franqueza no es autorización expresa para el maltrato. De hecho, en la práctica habitual, muchas personas con la excusa de la franqueza agreden, insultan, ningunean, menosprecian, y van por la vida dejando un reguero de malestar, desagrado y resquemor a su paso.
No dejo de sorprenderme especialmente por profesos cristianos que olvidando los buenos modales se comportan de una manera impropia cuando pretenden “dialogar” sobre opiniones respecto a algún aspecto de la vida cristiana. ¿Haría Jesús lo que algunos hacen en las redes sociales? ¿Trataría Jesucristo a sus adversarios de la manera en que algunos profesos cristianos lo hacen? Cristo fue directo e incisivo en algunos casos, pero especialmente, con los dirigentes religiosos de su tiempo que no hacían más que maltratar y ofender a todos aquellos que se opusieran a sus ideas y conceptos.
“Me gusta la gente que se niega a hablar hasta que está preparada para hablar” (Lillian Hellman).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 24, 2019 15:30
August 23, 2019
Desamparo

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mateo 27:26).
Todos vivimos situaciones que marcan el resto de nuestra existencia. “Momentos límites” las llamaba el psiquiatra y filósofo alemán Karl Jaspers, instantes donde se replantea toda la vida, pasada y futura. Ningún ser humano está exento de vivir en jaque. Qué y cómo responder es lo que marca la diferencia.
Podemos tener una vislumbre de esos instantes definitorios haciendo un recuento de los hitos más importantes que han definido nuestra existencia. Muchos de ellos están en nuestra memoria temprana y vienen a nuestra mente sin mayor esfuerzo.
Sin duda, los instantes traumáticos, son más difíciles de digerir y a veces, por precaución nuestra mente los olvida, dejándonos sólo retazos inconexos que apenas reconocemos.
En mi caso el día en que me convertí en padre por primera vez es un momento definitorio. Me hizo replantearme la vida completa, incluyendo los mitos y conceptos que había elaborado hasta ese momento sobre la mujeres.
Sin duda, sentirnos desamparados por la vida, marca mucho más que los momentos dulces. No obstante, el dolor y la tragedia no tienen porque aniquilarnos. Los instantes son neutros y somos nosotros los que les asignamos significado. Es posible recibir el sol con alegría aún entre las rejas o percibir la belleza de la vida aun en medio de una enfermedad.
Indefectiblemente después de la noche más oscura siempre surge la luz. Tener ese planteamiento de vida ayuda a sobrevivir los momentos más difíciles.
El dicho dice que “no hay mal que dure cien años”, y es cierto, las situaciones difíciles pasan y aprender de ellas es una buena lección de vida. No podemos andar dejando que la vida nos aplaste y las circunstancias determinen qué podemos o no hacer. Tenemos que hacernos cargo, tomar nuestra vida en nuestras manos y elegir qué tipo de existencia queremos. Cada momento es precioso si sabemos sacarle provecho y aprender aún de circunstancias extremas.
“No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos” (Cesare Pavese).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 23, 2019 15:30
August 22, 2019
Apertura

“No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente” (Romanos 12:2).
La mente humana es extraordinaria y excepcionalmente maravillosa. No tiene parangón. No se puede comparar con nada, porque ni aún la computadora más avanzada puede realizar lo que el cerebro menos desarrollado puede hacer.
Sin embargo, toda esta maravilla se ve opacada por mentes que se niegan a expandirse y utilizar el máximo de su potencial. Muchas personas simplemente utilizan sus facultades al mínimo repitiendo a coro ideas falsas, premisas equivocadas o prejuicios, sin atreverse a ir un poco más allá, explorando, escrutando o investigando más. Sólo se conforman con repetir y validar sus propias opiniones sin sustento de ningún tipo.
No hay que equivocarse, para que la mente se abra, no se necesita un abrelatas, es preciso voluntad. Es fundamental que las personas quieran salir de sus estados de mediocridad y aspirar a otra cosa, a algo superior, que les permita mirar la existencia de una manera más amplia, dúctil y no cerrada ni estereotipada, que es lo que ocurre con mentes que voluntariamente se cierran al conocimiento y la posibilidad de saber.
La rigidez de conceptos, el negarse a examinar los presupuestos, el aferrarse obstinadamente a ideas que no se pueden probar, sostener argumentos sin base, son todas señales o indicios de estar frente a una mente cerrada.
Es interesante que la Biblia siempre habla que los cambios, los que perduran, los verdaderos, comienzan en la mente, porque desde allí se producen las transformaciones reales, las que harán la diferencia. Sin una mente amplia, abierta al cambio y dispuesta a explorar nuevas respuestas, lo único que queda es oscurantismo, reticensia al cambio, violencia hacia quienes tienen ideas diferentes, y una actitud beligerante contra todos aquellos que de un modo u otro saquen a esa persona de su zona de confort. Para pensar es necesario atreverse a criticar las propias ideas, de otro modo, sólo es repetición sin sentido.
“Lo que sea que un hombre quiera hacer, debe primero hacerlo en su mente” (Albert Szent Gyorgi).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 22, 2019 15:30
August 21, 2019
Perdonar

“Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial” (Mateo 6:14).
Perdonar es un acto que engrandece. Perdonar y no tenderle la mano a quién honestamente procura enmendar su rumbo, habiendo compensado y reconocido su error, es simplemente una contradicción que confunde, más si el que lo hace se dice cristiano.
Muchos profesos cristianos se congracian a sí mismos de tener fe y de creer en Dios, no obstante, sus rencores están tan acendrados que no están dispuestos a perdonar, consiguiendo con eso mostrar una imagen sumamente contradictoria con el cristianismo, que en esencia promueve relaciones humanas sanas, o al menos, sin odiosidades.
Perdonar significa “dejar ir”, “soltar”, lo que implica no permanecer aferrados a resquemores que finalmente terminan por destruir la vida, especialmente cuando eso no hace más que aumentar el dolor y la poca claridad de los afectos que se tienden a estancar, así como agua ponzoñosa, que por no avanzar se convierte en barro nauseabundo y un lodazal de muerte.
Es cierto que algunas conductas resultan más difíciles que perdonar que otras, pero la demanda bíblica es SIEMPRE perdonar. En muchos casos, especialmente si los ofensores no dan señales de arrepentimiento, este perdón será un acto milagroso donde sólo el poder de Dios curará el recuerdo y las heridas ocasionadas. Pero, la opción contraria, no perdonar y vivir bajo el estigma del odio y el rencor, es a la larga, mucho más dañino que no perdonar.
Una persona que no perdona está amarrada, indefectiblemente a su ofensor por el resto de la vida.
El perdón libera. Permite seguir viviendo, al menos sin esa carga de pesar y dolor que implica vivir amarrados al daño que nos han hecho. Tal vez, el problema de no perdonar esté vinculado con pensar que el perdón implica reconciliación lo que es errado. Son dos temas diferentes. La consiga es siempre perdonar, pero, reconciliación, a veces, cuando es posible y no hay que sentir pesar si en ocasiones dicha reconciliación no se puede.
“A perdonar sólo se aprende en la vida cuando a nuestra vez hemos necesitado que nos perdonen mucho” (Jacinto Benavente).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 21, 2019 15:30
August 20, 2019
Autoestima

“ Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación ” (Romanos 12:3).
El tema de la autoestima ha adquirido ribetes de tragedia en el mundo actual, cuando entendemos su importancia y la necesidad que los individuos tienen de apreciar lo que son, sin comparaciones ni auto maltratos.
Cuando la autoestima está devaluada, quedarse a lamer las heridas sólo aumenta el problema. Es preciso ponerse de pie, aunque sea tambaleante y buscar ayuda para algo que se hace necesario: Hacerse cargo de la propia vida.
La periodista Tamara Sánchez señala que la autoestima es “la percepción que tenemos de nosotros mismos. Abarca todos los aspectos de la vida, desde el físico hasta el interior, pasando por la valía o la competencia. Se trata de la valoración que hacemos de nosotros mismos la cual no siempre se ajusta a la realidad. Esa valoración se forma a lo largo de toda la vida y bajo la influencia de los demás” (Sanchez, 2018).
El apóstol Pablo señala que “nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener” (Romanos 12:3), lo que no implica en absoluto, como algunos religiosos que han malinterpretado esta cita, el despreciarse a sí mismo, porque esa no es la idea paulina. Al contrario es pensar de sí mismo con moderación. Con una actitud apropiada, sin considerarse ni superior, ni inferior, sino un ser humano con las mismas opciones que tienen otros y con la disposición a crecer y aprender.
Cuando una persona destruye su autoestima con una actitud de víctima o simplemente renegando de todo lo que es, termina auto destruyéndose. Es fundamental hacerse cargo de su propia vida. Nadie, por muy bien intencionado que sea, se hará cargo de otra persona o asumirá la responsabilidad de vivir la vida de otra persona, bastante tenemos con la propia. Por lo tanto, qué hacer con la vida propia es una responsabilidad personal, y eso pasa por entender quiénes somos.
“Una saludable autoestima significa que no nos sentimos obligados a justificar, ante nosotros mismos o ante nadie, el hecho de salir de vacaciones, acostarnos tarde, comprar zapatos nuevos o permitirnos algún capricho de cuando en cuando” (Andrew Matthews).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 20, 2019 15:30
August 19, 2019
Respeto

“Los caminos están desiertos; nadie transita por ellos. Se rompen los pactos y convenios; no hay respeto para nadie” (Isaías 33:8).
Lo único que debería importarnos a la hora de relacionarnos con alguien es que es un ser humano que merece respeto y consideración, exclusivamente por ese hecho. Cualquier rótulo separa. No se es blanco o negro, alto o bajo, liberal o conservador, de derecha o izquierda, pobre o rico, se es antes que nada y sobre cualquier expresión como esas, un ser humano que merece la mayor de las consideraciones.
El respeto, por lo tanto, es una acción que no se otorga como privilegio o consideración especial, es simplemente, lo justo, en derecho, que le corresponde a cada persona. Se da lo que no debería discutirse ni ponerse en duda de ninguna forma.
Cuando rotulamos a alguien calificándolo es una manera de discriminación y supone un acto de violencia, sutil, pero violencia al fin. Implica que de algún modo nos consideramos mejor que la otra persona y por lo tanto, creemos que aquel a quien calificamos se merece ese trato. Sin embargo, es una premisa falsa. Nadie debería ser rotulado, porque hacerlo implica que nos ponemos en una posición de superioridad, simplemente, porque somos distintos.
Esto alcanza un matiz mucho más dramático cuando las rotulaciones se dan en contextos religiosos. Al analizar la historia de la humanidad, las peores masacres, genocidios y persecuciones han venido de la mano de personas religiosas que creían tener una “verdad” y por lo tanto, se sentían con el derecho a aniquilar a todos aquellos que no compartieran dicha idea. El cristianismo, está lleno de episodios vergonzosos en ese sentido. Muchos que decían proclamar la verdad y amar a Jesús no dudaron en asesinar, torturar, desaparecer, y hacer masacres a nombre de un Dios de amor, lo que es la contradicción en toda su expresión.
Nadie merece ser maltratado por sus ideas. En esto vale el principio de Jesús de hacer por otros lo que quisiera que hicieran por nosotros. Cada persona tiene el derecho a pensar como quiera.
“Ninguna religión o filosofía que no se base en el respeto por la vida no es una religión o una filosofía verdadera” (Albert Schweitzer).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 19, 2019 15:30
August 18, 2019
Violencia simbólica

“Tú, ¿quién eres para que juzgues a otro?” (Santiago 4:12).
Hay muchas formas de violencia, una de ellas es cuando subidos a un podio de certezas descalifico a quienes tienen otra creencia. Es una forma común y naturalizada de actuar, pero es la manera más común y no por serlo es la más correcta.
Un cristiano que se jacta de tener una verdad, pero descalifica, denuesta, agrede, moteja, ironiza, y maltrata, demuestra con ese acto estar muy lejos de la bondad y amor de Cristo. En el fondo, no conoce al Jesús que dice adorar.
Está de moda, en algunos círculos, hacer una lectura acomodaticia de la cita bíblica: “No juzgar” y se arrogan a sí mismos el derecho a maltratar con términos descalificadores a todos aquellos que no compartan sus propias opiniones. Lamentablemente, lo hacen a “nombre de Dios” y de la “verdad bíblica”, cuando no es más que una actitud fruto del orgullo y la soberbia.
Una cosa es analizar ideas, otra muy diferente, maltratar personas. No captar la diferencia, es simplemente, una forma burda de justificar la violencia con fines religiosos, vieja historia que arrastra siglos, pero que está más vigente que nunca.
Las redes sociales, mucho más que antes en la historia, está permitiendo el florecimiento de personas que en el afán de defender la verdad se dedican a motejar, violentar, insultar, violentar y destruir a otros, cuyo único pecado es pensar diferente. En cierto modo, porque el fundamentalismo no admite oposición.
Cuando al defender la verdad considero que el que opina diferente a mí merece las penas del infierno sólo porque su visión de la vida es distinta, entonces, algo muy malo ocurre con esa perspectiva de la religión.
Si la religión no construye, termina destruyendo. Si en el afán de defender una verdad religiosa termino maltratando a un semejante, eso es señal de estar viviendo en lo más tétrico del oscurantismo. Esa fórmula ya se ha probado en el pasado con resultados nefastos.
“El enemigo no es el fundamentalismo, sino la intolerancia” (Stephen Jay Gould).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 18, 2019 15:30
August 17, 2019
Padre omnipresente

“Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos” (Mateo 6:9).
Cuando decimos: “Padre nuestro que estás en los cielos”, equivocamos el concepto. El sentido original es “cosmos”, eso quiere decir: “Padre nuestro que estás en todas partes”. Algunos dirán que el original griego “no dice cosmos” sino “uranos”. Cierto, la expresión aparece en Mateo 6:1, sin embargo, Mateo fue escrito originalmente en hebreo, escrito para presentar a Jesús a los judíos. No se sabe cuando fue traducido al griego.
El término “uranos” es equívoco. Nunca un judío habría pensado en la morada de Dios (si es que cabe ese término) en “uranos”, expresión referida a la mitología griega y al dios Urano, personificación de “los cielos” y que para los griegos es “el techo del mundo”. Para un judío dicha expresión habría sonado a herejía...
El término cosmos no existe en hebreo, lo más cercano es “shemeia” (cielos), no en el sentido de uranos, sino como equivalente a cosmos. El traductor del texto hebreo de Mateo buscó un término popular, pero no el más acertado para la mentalidad hebrea, en cierto modo, señal de que el traductor fue griego y no hebreo.
Cuando pensamos en un “Dios en los cielos”, no debemos pensar “en” el cielo, a la manera griega, sino en “el cosmos” a la manera hebrea: Un Dios omnipresente y no uno circunscrito a un lugar, como ha sido la tendencia heredada desde el pensamiento griego.
La importancia de esto es que sugiere que la presencia de Dios no está sometida a un lugar, sino que está presente en todo lugar. Esa idea, es simplemente incomprensible para la mente humana, sin embargo, la divinidad no podría ser tal si estuviera limitada de algún modo.
Al dirigirnos a un Dios que está presente en el cosmos, es decir, en todas partes, estamos admitiendo la posibilidad de que nada se le escapa a Dios y que de algún modo en su providencia tiene en cuenta todo lo que nos sucede. Eso da paz y tranquiliza saber que no estamos en la presencia de Dios sólo cuando vamos a un templo.
“La Naturaleza está separada de Él y sin embargo es El omnipresente en ella comparativamente como la luz está en el ojo, el sonido en el oído, el gusto en la lengua, ó como el éter está en la tierra y en las aguas” (Emanuel Swedenborg).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 17, 2019 15:30
August 16, 2019
Varón y mujer

“Hombre y mujer los creó y los bendijo” (Génesis 1:27)
Sin la mujer, el hombre es varón, pero aún no plenamente humano. Cuesta entender la negación de humanidad de aquellos que sienten que su anatomía les da el derecho a decirle a otros seres humanos qué creer, qué pensar y qué hacer con su género.
Cuando un varón maltrata a una mujer con un discurso sexista y con la violencia simbólica ejercida desde un patriarcado trasnochado, lo único que hace es denigrarse a sí mismo como parte de la humanidad.
En este ejercicio de vivir, varones y mujeres, somos únicos. Seres que merecemos todo el respeto del mundo no por parecer sino por ser. No es posible que el género defina la forma en como somos tratados.
Quien menosprecia a la mujer, en el fondo, no se respeta a sí mismo lo suficiente como para entender que en la lotería de la vida, ser varón o mujer no es imposición de la naturaleza y ni siquiera decisión divina, sólo es una consecuencia de un proceso natural donde no hay más intervención que el azar genético.
Un humano es plenamente tal hasta que reconoce con equidad la presencia de otro género en términos paritarios, de derecho y en igualdad de condiciones.
El varón sin la mujer no es pleno, así como la mujer sin el varón no es completa. Sólo cuando se aceptan como tales devienen en humanidad.
Esta simple y soberana verdad hace toda la diferencia en las relaciones de las personas. Si sólo lo recordáramos la existencia tendría otro sentido y dejaríamos atrás los revanchismos y todas las actitudes que hacen la vida de la mujer tan difícil en muchos lugares.
Los varones que carecen de empatía frente a esta problemática, en general no entienden el verdadero problema y la dimensión que tiene, en muchos sentidos, porque pertenecer al género masculino les da cierta conformidad, si se es inteligente, es preciso mirar más allá.
“La igualdad es una necesidad vital del alma humana. La misma cantidad de respeto y de atención se debe a todo ser humano, porque el respeto no tiene grados” (Simone Weil).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 16, 2019 15:30
August 15, 2019
Se cosecha

“No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra” (Gálatas 6:7).
Siempre regresa a ti el bien o el mal que has sembrado, no puedes escaparte, es parte de la vida y asumirlo es lo que hace sabio a las personas.
Cuando el apóstol dijo que todo lo que sembramos eso segamos, no se refería a algunas cosas sino a TODO.
Cuando das amor lo recibes de vuelta con creces, pero también, cuando siembras odiosidades.
Cuando entregas tiempo, muchos te dan su tiempo en algún momento, pero si sólo das quejas y mezquindades, lo mismo, tarde o temprano recibes a cambio.
Cuando promueves tolerancia, recibes a cambio comprensión y buena voluntad, pero si lo que das es lo contrario, la gente tarde o temprano se olvida de ti.
Cuando generas empatía, otros están dispuestos a comprenderte, pero si produces indiferencia, al cabo del tiempo, es lo mismo que recibes.
Cuando tienes actos de compasión con personas que están sufriendo, en algún momento te es devuelto lo mismo porque la vida es un gran ciclo.
Cuando escuchas a otra persona en sus dolores y sufrimientos, en algún momento alguien te devuelve lo mismo.
La vida es como un gran ciclo, donde todo, en algún momento vuelve. Un boomerang que regresa a ti, de la misma forma en que lo has lanzado.
La próxima vez que ames, no olvides que recibirás, en algún momento lo mismo. Por esa razón, procura sembrar bondades, para que no tengas que cosechar otra cosa que no sea la paz de la equidad y la bondad. Procura dar paz, comprensión, amistad, compasión, bondad, porque en algún momento tu mismo lo necesitarás.
“Si se siembra la semilla con fe y se cuida con perseverancia, sólo será cuestión de tiempo recoger sus frutos” (Thomas Carlyle).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer Copyright: Miguel Ángel Núñez
Published on August 15, 2019 15:30