Miguel Ángel Núñez's Blog, page 24

October 23, 2019

Ana, la profetisa que recibe a Jesús



“En ese momento se presentó ella, y comenzó también a expresar su reconocimiento a Dios y a hablar de él a todos los que aguardaban la redención en Jerusalén” (Lucas 2:38)

Jesús fue judió, pero no vino sólo por los judíos. Jesús fue varón, pero no vino a representar sólo a los varones. Jesús nació semita, pero su vocación de vida se concentraba en toda la humanidad. Por eso al anuncio de su nacimiento vinieron tres forasteros, para representar el mensaje recibido por los gentiles, ellos, fueron nuestros representantes delante del Mesías.

Ana, la mujer profetiza, la que había esperado al Maestro por tanto tiempo, la que se había quedado en el Templo, sabiendo que en algún momento vendría Jesús, representó a todos los israelitas que no eran de Judá (la tribu de Cristo). Ana era hija de Fanuel, de la tribu de Aser. La tribu de Aser era parte de las tribus dispersas. Por eso su estadía en el templo tenía tanto significado. Jeroboam se emancipó de la casa de David junto a diez Tribus, y durante siglos muchos de ellos rechazaron la idea de un Mesías de Israel.

Ana aparece para saludar al Rey de la casa de David. Es una invitación a considerar a todos, incluyendo a la despreciada Galilea que estaba más allá de lo que se consideraba pueblo santo.

En el momento en que bendice a Jesús, Ana tiene 84 años. No representa a la nueva generación. Pertenece al Israel que está muriendo. Con su gesto extiende un puente entre el pasado y el futuro. Viene además como mujer, representando a tantas que como ella eran despreciadas y vilipendiadas en medio de una nación que había perdido el sentido de un Dios que “no hace acepción de personas” (Romanos 2:11).

Por último representa a los profetas que durante siglos vivieron con la esperanza de ver algún día al Mesías y murieron con la esperanza viva. Cuando ella conoció a Jesús “dio gracias a Dios y comenzó a hablar del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén” (Lucas 2:38). Fue la última testificación profética en Israel antes de la venida del portavoz, Juan el Bautista.

Toda una vida para un sólo momento, y ese instante fue decisivo. Esperó para cumplir su misión y anunciar como profeta al Mesías.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 23, 2019 15:30

October 22, 2019

Romper la tradición



“Él pidió una tablilla, en la que escribió: ‘Su nombre es Juan’. Y todos quedaron asombrados” (Lucas 1:63)

Hubo un tiempo en la historia de Israel cuando se hacía un esfuerzo sostenido para que ningún niño o niña tuviera el mismo nombre de otra persona. De hecho, hasta por lo menos unos dos siglos antes de Cristo, esta tradición se mantuvo. Sin embargo, en tiempos de Cristo, los israelitas habían sido contagiados por la cultura helénica, y solían ponerles como nombre a sus hijos el nombre del padre o la madre o un familiar.

Se había dejado esa antigua tradición de poner nombres a los niños a los 12 años, después de haberlos estudiado cuidadosamente, para entender qué características los hacían únicos.

Ese es el contexto de lo que sucede en esta historia en particular. Zacarías recibe de parte de un ángel, la orden de que su hijo se llamaría Juan, expresión que en hebreo significa “Dios se ha apiadado” o “Dios es propicio”. La gente no lograba entender la razón de ese nombre, siendo que en la familia de Zacarías nadie se llamaba así.

Pero Dios, rompe tradiciones e inaugura otras. El nombre del hijo de Zacarías sería conmemorativo de la misión que él tendría. Al anunciar la venida de Jesús, Juan estaba señalando que Dios se había apiadado del pueblo.

Dios se apiadó de la humanidad. Por esa razón envió a Juan para anunciar la venida del Mesías. En una época particularmente apóstata y perversa, el mensaje de Juan no era popular, menos para la clase sacerdotal que había convertido la religión en un negocio muy lucrativo.

Zacarías probablemente no entendió el mensaje que recibió. De hecho, desaparece de la historia, nunca más es mencionado en la Biblia. Seguramente, más de alguna vez reflexionó sobre la circunstancia por la cual recibió la orden de ponerle a su hijo “Dios se ha apiadado”. Esto nos enseña que de pronto podemos recibir un mensaje para transmitir que ni siquiera entendemos claramente.

Juan cumplió a cabalidad su cometido. Enseñó de todas las formas posibles sobre la piedad de Dios y anunció a Jesucristo el Mesías.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 22, 2019 15:30

October 21, 2019

Víctima de sus circunstancias



“Jehová empobrece, y Él enriquece; abate y ensalza” (1 Samuel 2:7)

Sin duda Ana es víctima de su tiempo. Es la segunda esposa de un hombre polígamo, algo que no era agradable ni tenía que ver con el plan de Dios, y además, es estéril, situación que en su tiempo era considerado simplemente un castigo de Dios.

Al leer estas historias bíblicas, es preciso circunscribirse al contexto en que ocurrieron, para no hacerles decir lo que en definitiva no dicen.

Ana se convirtió en madre por un acto de fe. Sin duda, Dios hizo un milagro en ella. Hasta ahí la historia está bien, y es posible que alguna mujer del siglo XXI pueda orar igual que Ana pidiendo un milagro y es también factible que Dios, en un equilibrio extraño y misterioso, que no tiene explicación, pueda realizar una acción sobrenatural.

Lo que viene a continuación no es lógico ni Dios se lo pidió. En ninguna parte está establecido que entregar un hijo en sacrificio era lo que Dios estaba pidiendo. Haber entregado a Samuel, tan niño, al templo, era innecesario. No es algo que Dios está buscando. Ella tomó una decisión además, que involucró a otra persona, lo que no es justo ni sabio.

Por allí pueden estar las explicaciones para lo que ocurrió después con la vida de Samuel. Sin duda, se convirtió en un hombre extraordinario, un juez de Israel, pero, fue un pésimo padre. No tuvo a su madre a un lado para guiarlo, y el único referente que tuvo fue un individuo con ciertos desequilibrios como Elí. Por esa razón, sus hijos fueron proverbialmente perversos.

El origen, las raíces, las experiencias tempranas, marcan nuestra vida, no nos determinan, pero nos dan un patrón existencial que de un modo u otro condiciona lo que somos en la vida.

Samuel no es la excepción. Al carecer de modelos sanos, repitió en su existencia como padre el paradigma que había recibido. Madre y padre ausente y un sumo sacerdote irresponsable con la educación de sus hijos. El resultado salta a la vista.

Los padres estamos llamados a estar presentes y no nos corresponde “ofrecer” a nuestros hijos a Dios, por muy digno que eso parezca.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 21, 2019 15:30

October 20, 2019

El precio de decir ¡basta!



“Cuando los eunucos le comunicaron la orden del rey, la reina se negó a ir. Esto contrarió mucho al rey, y se enfureció” (Ester 1:12)

Borrachos y abusadores han existido siempre y no estoy seguro, si alguna vez en esta tierra, gozaremos de la paz suficiente para verles desaparecer. El rey de Persia, siguiendo la costumbre de su tiempo, era un ebrio empedernido. Se ocupaba en fiestas y bacanales donde la orgía, el alcohol y el derroche era la tónica.

Vasti, la reina, seguramente, se convirtió en reina de la misma forma en que la mayoría lo hacía. Para sellar un trato comercial entre un país y otro, o porque fue codiciada por algún funcionario que la raptó a la fuerza y la llevó al rey como un tributo. Sea como fuera, la mayoría de las mujeres que llegaban al palacio lo hacían en contra de su voluntad. Sometidas, degradadas y convertidas en personas que no tenían poder sobre sus vidas y sus cuerpos eran convertidas en una más del harem del rey. Vasti no es la excepción.

Sin embargo, toda persona tiene un límite y Vasti tuvo el suyo. No sabemos cuántas humillaciones soportó, ni cuántas veces fue obligada a tener relaciones sexuales contra su voluntad, lo único que la Biblia señala, en concordancia de lo que le importaba al redactor del texto es que “era realmente hermosa” (Ester 1:13), y el rey quería exhibirla ante los dignatarios de otros lugares, hombres lascivos, pervertidos y alcoholizados. Seguramente, sería tratada como cualquier mujer de ese entonces, como una persona sin derechos ni posibilidades de negarse a esa humillación.

Pero, sucedió lo inaudito, lo que nadie se atrevía a hacer, dijo: ¡No! ¡Basta! Sabiendo que su negativa ponía en riesgo su vida y que tendría consecuencias graves, como la que tuvo. Pero tomó una decisión. De un momento a otro perdió su posición de privilegio, fue despreciada y nunca más se le permitió estar en la presencia del rey. No sabemos si fue confinada a algún lugar oscuro del harem o si fue encarcelada. El texto no lo dice.

Sea lo que haya sucedido con ella, la lección es que en algún momento las personas entienden que su dignidad personal está por sobre cualquier circunstancia. Aprender a decir no, hace toda la diferencia. Quienes permiten el atropello, nunca se libran de la humillación permanente.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 20, 2019 15:30

October 19, 2019

Más allá del mito



“El día en que las mujeres de la nobleza de Persia y de Media se enteren de la conducta de la reina, les responderán de la misma manera a todos los dignatarios de Su Majestad. ¡Entonces no habrá fin al desprecio y a la discordia!”  (Ester 1:18)

A menudo se presenta a Ester como heroína, y ciertamente lo es, pero muy poco se habla de ella como víctima de un sistema opresivo, sexista, androcentrista y macabramente maltratador.

Para llegar a convertirse en reina, tuvo que pasar por rigurosas pruebas de selección, entre las cuales, estuvo el ser violada por el propio rey que luego se convertiría en su propio esposo. Ella, como cualquier mujer de su tiempo, no tenía ningún derecho, ni sobre ella ni sobre su propio cuerpo. Por lo tanto, no hay nada de romántico ni deseable en la situación que le tocó vivir.

No he escuchado nunca en púlpitos cristianos que se digan las circunstancias por las cuales se convirtió en reina. La corte estaba formada por un montón de borrachos que se la pasaban buena parte de su vida en bacanales y libaciones. De hecho, fue este grupo de ebrios, el que aconsejó al rey que luego de la afrenta que le había hecho la reina Vasti que se negó a participar en una fiesta donde sería denigrada exhibiéndose como si fuera un animal ante esos hombres lascivos, que tomara a otra mujer. Ese “tomar” es así de fuerte, traer a alguien contra su voluntad y elegir.

La razón fue no perder poder sobre las mujeres. Se dio incluso un edicto que se envió por “cartas por todo el reino, a cada provincia en su propia escritura y a cada pueblo en su propio idioma, proclamando en la lengua de cada pueblo que todo hombre debe ejercer autoridad sobre su familia” (Ester 1:22). En buen castellano, “hagan todo lo posible para que sus esposas no se revelen como lo hizo la reina.

En ese contexto Ester arriesgó su vida para salvar a su pueblo. Su acción adquiere mayor relevancia cuando se analizan las circunstancias que le tocó vivir.

Es en medio de situaciones límites donde mostramos lo que somos. Ester, en la corrupción, demostró ser honesta. Esa es la lección. No hay nada de romántico en las circunstancias que le tocó vivir, abusada, obligada por su conciencia actuó como muy pocos lo harían.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 19, 2019 15:30

October 18, 2019

Creer es actuar

“Si el Señor está con nosotros, ¿cómo es que nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas las maravillas que nos contaban nuestros padres” (Jueces 6:13)

Muchas veces Gedeón es puesto como un ejemplo de fe, permítanme diferir de dicho planteamiento. Creo que Gedeón era un hombre honesto que tenía muchas dificultades para creer, como muchas personas. El contexto en el que vivía no hacía fácil tener fe en Dios, al contrario, todo conspiraba para convertirse en alguien que rechazara a Dios o al menos, desconfiara de su presencia. No es fácil creer en medio del dolor opresivo.

La forma en que recibe a Dios y la pregunta directa que le hace, que es el versículo que encabeza esta reflexión, nos habla de alguien que está luchando mucho para tener fe.

Sin embargo, esto es lo más esperanzador del relato de Gedeón, un hombre común convertido en héroe de una nación, porque estuvo dispuesto a avanzar pese a sus aprehensiones y miedos. Eso es, en realidad, la valentía.

A veces presentamos a los personajes bíblicos como super humanos, como seres fuera de este mundo. Eso no sólo es un estereotipo, sino un error, que no nos permite entender el verdadero sentido de la fe y la relación con Dios.

Gedeón no sólo necesitaba una confirmación de que Dios era real, precisaba vencer sus propios miedos. Por eso ese acto de pedir una y otra vez, el vellón y el rocío, que parece un juego, es en realidad un acto de una persona que está luchando por creer, que quiere convencerse de que Dios es real.

Sin embargo, a veces olvidamos que antes de hacer esos pedidos, en medio de sus dudas, salió con algunos amigos de noche a destruir el altar de Baal. Se necesitaba mucha valentía para hacer eso, sabiendo que la mayoría del pueblo había apostado para ir tras ídolos. La enseñanza es que Gedeón aunque tenía miedo, fue, actuó, y siguió luchando por creer.

Lo más hermoso de toda esta historia es que Dios no condenó a Gedeón por sus dudas, ni sus miedos, ni sus temores. Él entendía que en medio de la crisis siempre es difícil confiar, por lo tanto, recibió un apoyo incondicional de Dios, tal como tú y yo recibimos, pese a nuestras dudas y temores.

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Published on October 18, 2019 15:30

October 17, 2019

Dejarlo todo

“—Mira —le dijo Pedro—, nosotros hemos dejado todo lo que teníamos para seguirte” (Lucas 18:28)

A veces Pedro me cae simpático, en otras ocasiones lo encuentro un desubicado, en esta ocasión me parece ingenuo.

Era el más viejo del grupo de apóstoles, probablemente tenía más de cuarenta años, pero a ratos se comportaba como un niño caprichoso, hacía lo que para muchos es pan de cada día: Hablaba primero y luego pensaba. No lo hacía por maldad sino por hábito. Era impulsivo, poco razonable y tenía la tendencia a dejar que sus primeros impulsos guiaran su vida.

Nos cae bien porque nos representa como humanos, porque al final de cuentas es desubicado a veces, pero honesto, algo mucho más loable que multitud de personas que son calculadoras, frías, diplomáticas, que no dicen todo lo que piensan porque buscan sacar partido de las situaciones y de la gente. Pedro era lo que mostraba, y en muchos sentidos, eso era más sano que lo que vivían otros de los cuales nunca escuchamos su voz.

La pregunta de Pedro la han hecho muchos cristianos a través de la historia: “Hemos dejado todo por seguirte, ¿qué recibiremos a cambio?”. Sin embargo, por loable que sea la pregunta, está basada en un preconcepto erróneo, la vida cristiana no es una carrera ni tampoco un negocio, aunque lamentablemente son muchos los que lo han mirado así, especialmente algunos que han construido una vida laboral en torno a la figura de Jesús.

Cuando se sigue a Cristo por algún interés entonces es fácil buscar escalar, querer tener poder, buscar destacar por sobre otros, la pugna que tenían todos los discípulos que como algunos seguidores del Maestro de este siglo aún no entienden que seguir a Cristo no es una carrera profesional.

Sin embargo, Jesús, magnánimo, contesta a la pregunta de Pedro con amor, porque entiende cuan confundido está Pedro: “—Les aseguro —respondió Jesús—que todo el que por causa del reino de Dios haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos, recibirá mucho más en este tiempo; y en la edad venidera, la vida eterna” (Lucas 18:29-30). Dios sabe que lo que recibimos es mucho mejor que lo que pensamos.

Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 17, 2019 15:30

October 16, 2019

Honestamente equivocado

“La experiencia me ha enseñado que los que siembran maldad cosechan desventura. El soplo de Dios los destruye, el aliento de su enojo los consume” (Job 4:8-9)

Elifaz es una persona honesta, pero está equivocado. Viene a darle consuelo a Job, su amigo, pero termina poniendo en sus hombros una carga superior al dolor que está sintiendo.

Lo que es lamentable es que la doctrina de Elifaz es repetida una y otra vez por quienes no entienden el carácter de Dios, y se atreven a hablar en su nombre.

Elifaz expone la doctrina de la retribución que se resumía en dos principios fundamentales: Dios recompensa en la tierra las acciones buenas y malas, y hay una proporción exacta entre lo que cada uno hace y el premio o el castigo que recibe. De ahí la conclusión: si a Job le ha tocado sufrir tanto, en algo ha ofendido a Dios. Job admite que en algún momento compartió dicha forma de pensar (Job 29:18-20; 30:26), pero la experiencia terrible por la que atravesó lo hizo cambiar de parecer.

Lo erróneo de este argumento es que convierte a Dios en un tirano y al ser humano en una víctima de los caprichos divinos. El amor de Dios y el cuidado providencial por sus hijos queda reducido a un acto de venganza permanente, si haces bien, te bendigo y no te irá mal, si haces mal, toda mi furia se desencadena sobre ti. Es este tipo de pensamiento el que hace que tanta gente no quiera saber nada de Dios. Por otro lado, no explica por qué tanta gente que obra mal no recibe la supuesta retribución de Dios, lo que el pensamiento se reduce al absurdo.

Elifaz está equivocado. Dios no castiga ni persigue. Tal como lo muestra el libro de Job, no todo depende de Dios ni de su voluntad, creerlo de manera absoluta lleva a malos entendidos respecto a la divinidad y produce en muchos una sensación de precariedad frente a Dios.

Aunque no podamos explicar algunas situaciones, no debemos perder perspectiva .

Lo único cierto es que Dios nos ama y ha prometido estar con nosotros permanentemente. Esa es una verdad indudable, el resto, es preciso callar.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 16, 2019 15:30

October 15, 2019

Ministra de la iglesia



“Les recomiendo a nuestra hermana Febe, diaconisa (diakonos) de la iglesia de Cencrea. Les pido que la reciban dignamente en el Señor, como conviene hacerlo entre hermanos en la fe; préstenle toda la ayuda que necesite, porque ella ha ayudado (prostatis) a muchas personas, entre las que me cuento yo” (Romanos 16:1-2)

Las distorsiones históricas son usadas a menudo para esconder o negar lo que es obvio, es lo que ocurre con Febe, mencionada por Pablo en Romanos 16. Febe, fue quien llevó la carta de Pablo a la iglesia de Roma. El apóstol al describirla usa dos palabras claves: “diakonos” y “prostátis”.

Es interesante que la primera palabra “diakonos”, cuando Pablo la usa para referirse a sí mismo o a otros como Timoteo, Epafras o Apolos, la mayoría de los traductores la traduce como “ministros” que están dedicados a la predicación. Sin embargo, es tendencioso que en este versículo, Febe, por ser mujer, es llamada “diaconisa”, disminuyendo con eso su función ministerial.

La idea de un diácono o diaconisa, como inferior al ministro, tal como se usa hoy, no existía en la mente de los cristianos de la iglesia primitiva. Recién en el siglo II se crea la tradición de la jerarquía eclesiástica con una iglesia gobernada por un obispo y secundada por presbíteros y diáconos. Sin embargo, ese fue un invento sin base en la práctica de los apóstoles.

Por lo tanto, cuando se llama a Febe “diaconisa” y con eso se le asigna una tarea social, es simplemente, minimizar su ministerio, intentando, hacer una diacronía al atribuirle a la “diaconisa”, tareas que sólo fueron minimizadas siglos más tarde.

El otro término es “prostatis” cuya traducción es “alguien que se pone al frente, alguien que preside”. Tanto en el Nuevo Testamento como en la literatura secular, dicho término se usa para alguien con autoridad y que preside la congregación (1ª Tesalonicenses 5:12; Romanos 12:8; 1ª Timoteo 5:17). Pero, por tratarse de Febe, una mujer, los traductores le quitan ese carácter.

Febe fue una ministra de la iglesia primitiva, que la historia haya querido silenciar su labor, es simplemente, por los prejuicios que se introdujeron después, no por ella que fue una mujer extraordinaria. Cualquier mujer puede aspirar a ser ministra si es llamada por Dios.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 15, 2019 15:30

October 14, 2019

Cambio de sexo


“Saluden a Andrónico y a Junías, mis parientes y compañeros de cárcel, destacados entre los apóstoles” (Romanos 16:7)

Pablo menciona a Junia o Junias, como aparece en algunas versiones, quien junto a Andrónico “son muy estimados entre los apóstoles” (NC). Hasta allí todo parece bien, el problema de este texto es que durante siglos se ha pretendido convertir a Junia en varón, por considerar que ninguna mujer podría ser llamada “apóstol”.

Los antecedentes históricos desmienten este supuesto. Orígenes (185-253), teólogo e historiador de la iglesia primitiva, del siglo II, la reconoce como mujer. Lo mismo hacen Jerónimo (340-420) y Juan Crisóstomo (347-407), que vivieron en el siglo IV. La primera propuesta en contra y que señala que Junia es varón fue Aegidus de Roma, a fines del siglo XIII. Es decir, durante 13 siglos se consideró a Junia mujer y luego, se cambió la interpretación diciendo que un varón llevaba nombre de mujer.

La evidencia histórica muestra, que sin duda, Junia es el nombre latino de mujer. Quienes la convirtieron en varón agregaron una “s” al final para señalar, de manera infundada, que era un diminutivo del nombre latino Junianus, del cual no se tiene ningún antecedente histórico. Por otro lado, el problema con este argumento es que en latín los diminutivos se hacen alargando el nombre y no reduciéndolo. Por otra parte, no existe fuente extrabíblica para “Junias”, pero si hay casos de mujeres con el nombre “Junia” (Muñiz, 2011:39).

En la actualidad es casi unánime la opinión entre los exégetas bíblicos en que Junia fue una mujer, sin embargo, muy pocos asumen las consecuencias y las implicancias que eso tiene para muchas interpretaciones sexistas de la Biblia que abundan en el pueblo cristiano.

Si Junia fue considerada por Pablo como una mujer destacada entre los apóstoles, es porque él no creía que ser apóstol fuera una labor privativa sólo para varones. Junia, en un ambiente tan hostil como el de su tiempo, fue destacada entre los líderes cristianos. Eso implica que era una mujer extraordinaria. Lo mismo puede ocurrir en la actualidad, no hay ningún argumento que haga suponer que una mujer no pueda ser líder del pueblo de Dios.
Del libro inédito Cada vida un universo Copyright: Miguel Ángel Núñez
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Published on October 14, 2019 15:30